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Fábricas de frutas y hortalizas

Cómo explicamos en Lampadia (Para superar la pobrezaLo que necesitamos es más Minería), solo nos quedan 20 años para generar riqueza. En el rubro de alimentos explicamos que: en el futuro, los alimentos que hoy exportamos y traen beneficios a los peruanos, podrán ser producidos en fábricas verticales en las capitales del mundo moderno.

Efectivamente, The Economist, en uno de sus artículos recientes habla de: ‘Los beneficios de la agricultura vertical’. (Ver artículo líneas abajo). Destacando grandes beneficios, como producción contínua en el año, eficiencia de suelos, ausencia de pesticidas, etc.

Por ahora, los costos de mantener la iluminación LED que simula la luz solar son muy elevados, y solo se paga para productos muy seleccionados, pero el futuro está marcado. La evolución de los costos de energías renovables lo hará posible ¿en unos 20 años?

¿Qué implica esto para el Perú, uno de los países más exitosos en la producción y exportación de frutas y hortalizas frescas a los mercados más sofisticados y exigentes del mundo?

Muy simple. Debemos aprovechar lo que tenemos mientras las circunstancias nos favorezcan. Por ejemplo, se debe aprobar la extensión del régimen de las agroexportaciones, y no perder más tiempo en consolidar la dinámica de nuestra oferta.

El Perú está urgido por crear riqueza para superar nuestros lastres en educación, salud, infraestructuras y tecnología. Tenemos que nivelarnos con los mejores países del globo, para no perder el tren de la ‘cuarta revolución industrial’ y no condenar a nuestros pobres a quedar condenados a vivir en los arrabales de la globalización.

Al igual que la minería, las agroexportaciones pueden generar grandes beneficios económicos y sociales al país en general. No perdamos más tiempo. Tenemos que entender el mudo en que vivimos y aprovechar nuestro potencial, de la mejor manera. Lampadia

Horticultura
Los beneficios de la agricultura vertical

Más variedad, gustos nuevos y antiguos

The Economist
31 de agosto de 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Muchos amantes de la comida culpan a la agricultura industrial “antinatural” por los males de la agricultura. Los agronegocios crean monocultivos que destruyen el hábitat y eliminan variedades históricas. Los agricultores rocían sus cultivos con fertilizantes e insecticidas, que envenenan las corrientes y ríos, y posiblemente seres humanos. Las granjas intensivas absorben el agua escasa y vuelan sus productos alrededor del mundo en aviones que arrojan dióxido de carbono. La respuesta, dicen los amantes de la comida, es volver a una edad mejor y más suave, cuando los agricultores trabajaron con la naturaleza y no intentaron dominarla.

Sin embargo ahora existe una alternativa a la nostalgia. E implica una agricultura más intensiva, no menos.

Está en camino una amplia selección de ensaladas frescas, verduras y frutas, cortesía de una tecnología llamada agricultura vertical. En lugar de cultivar en un campo o en un invernadero, una granja vertical crea un ambiente interior artificial en el que los productos se cultivan en bandejas apiladas una encima de la otra. Desde contenedores de envío en Brooklyn, Nueva York, hasta un refugio antiaéreo en desuso bajo las calles de Londres y un almacén inocuo en un polígono industrial de Dubai, las granjas verticales están surgiendo en todo tipo de lugares, alimentadas por la inversión en el negocio de los gustos. del SoftBank de Japón y el fundador de Amazon, Jeff Bezos.

Esto debería animar a cualquiera que quiera productos orgánicos que hayan sido cultivados sin pesticidas y otros productos químicos, y que no hayan sido conducidos cientos de millas en camiones refrigerados o hayan volado miles de millas en el vientre de un avión. Tales granjas pueden reducir en gran medida el espacio necesario para el cultivo, lo cual es útil en áreas urbanas donde la tierra es escasa y cara. En el interior, las condiciones climáticas se controlan cuidadosamente con sistemas hidropónicos que suministran todos los nutrientes que una planta necesita para crecer y recicla todo menos el 5% de su agua, que se incorpora en el propio cultivo. La iluminación led especialmente ajustada genera solo las longitudes de onda que las plantas requieren para prosperar, ahorrando energía. Los insectos se mantienen alejados, por lo que no se necesitan pesticidas. El follaje y la fruta se pueden producir en perfecto estado. Y las cosechas duran todo el año.

Hay más. Como permanecerán seguros y cómodos dentro de una granja vertical, las variedades de frutas y verduras olvidadas por mucho tiempo pueden reaparecer. La mayoría de estos veteranos han sido ignorados por variedades producidas para resistir los rigores de los sistemas de cultivo intensivo. Una cornucopia de formas, colores y sabores desconocidos podría llegar a la mesa.

Esta visión del Edén todavía está lejos. La factura de electricidad sigue siendo alta, principalmente debido al costo de alimentar la gran cantidad de leds necesarios para simular la luz solar. Eso significa que la agricultura vertical puede, por el momento, ser rentable solo para productos perecederos de alto valor, como hojas de ensalada y hierbas de fantasía. Pero la investigación está destinada a reducir la factura y los costos de las energías renovables también están disminuyendo. En un clima cálido como el de la extensa energía solar de Dubai, las granjas verticales podrían convertirse en un valioso recurso alimenticio, particularmente donde el agua es escasa. En un clima frío, la energía térmica, eólica o hidroeléctrica podría desempeñar un papel similar.

Es improbable que algunos cultivos de campo, incluidos los alimentos básicos como el arroz y el trigo, sean adecuados para crecer en grandes cantidades. Pero a medida que sus costos caen gracias a una mayor investigación, la agricultura vertical competirá más intensamente con los invernaderos anticuados y las granjas horizontales convencionales donde crecen los cultivos en la tierra. Como una forma adicional de producción de alimentos, la agricultura vertical merece ser bien recibida, especialmente por las personas cuyo impulso es dar la espalda al futuro. Lampadia




La otra agricultura

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 12 de julio de 2019
Para Lampadia

Simplificando en extremo las cosas, se podría decir que nuestro país tiene dos agriculturas. Una es la agricultura tecnificada de la Costa. Aquella que está focalizada principalmente en la producción y exportación de frutas y hortalizas. Aquella que empezó con el espárrago, pero que continuó con las uvas, paltas, mandarinas, y otras frutas. El arándano constituye un éxito muy reciente. El hecho es que en pocos años nos hemos convertido en una potencia mundial en este rubro.

Pero nuestro país tiene otra agricultura. La de siempre. La que – dicho sea de paso – ocupa la mayor extensión e involucra a la mayor cantidad de peruanos. Me refiero a la agricultura tradicional. La de la Costa donde predominan el arroz, caña de azúcar, maíz, algodón, y una variada gama de cultivos de panllevar. La agricultura de la Sierra donde predominan las pasturas – es decir, la ganadería – y cultivos como la papa, cereales, y hortalizas. Y la de la Selva con el café a la cabeza. Pero donde también destacan el cacao, arroz, maíz, y una gran variedad de frutas tropicales. La Selva – por cierto – también tiene vocación ganadera y forestal.

A lo que quiero llegar es que – en términos generales – la agricultura frutícola y hortícola de la Costa está bien, y la otra está mal. Las empresas agroexportadoras generan rentas, tributos, exportaciones, empleo formal y bienestar social. Mientras que la otra genera pérdidas, pobreza, informalidad, migraciones, y todo lo demás. La pregunta es ¿por qué la otra agricultura está mal?

En mi opinión la crisis de la otra agricultura se debe a 3 factores. Escasez de agua en los estiajes. Competencia desleal con productos subsidiados del exterior. Y baja productividad. Es decir, 3 factores que bien pudieron haber sido corregidos por el Estado… pero no. El Estado ha hecho muy poco a ese respecto.

La escasez de agua en los estiajes se resolvería con un programa masivo de Siembra y Cosecha de Agua. El Ministerio de Agricultura tiene el programa Sierra Azul. ¡Lindo nombre! Pero el programa ha sido un fracaso. Cientos de millones gastados en burocracia y consultorías innecesarias. Y nada en reservorios, plantaciones forestales, o cercos de pastizales. Además – valgan verdades – a muchos Gobernadores Regionales el tema les importa un bledo.

La libre importación de productos agrícolas subsidiados constituye una gran torpeza política. ¡Claro que queremos libre comercio! Pero con la cancha pareja. ¿Por qué no fuimos capaces de establecer aranceles compensatorios para contrarrestar los millonarios subsidios que se aplican en EEUU, Europa y otros países a productos como el algodón, azúcar, trigo, soya, leche, arroz, maíz, etc.? La verdad, no se entiende. Sobre todo porque los más perjudicados son los campesinos más pobres del país. ¡Qué injusticia!

Por último, tenemos el factor de la baja productividad. A ese respecto, el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) es otro fracaso más. Nada que ver con el extraordinario Servicio de Investigación y Promoción Agraria (SIPA) de los años 60. El INIA es un monstruo burocrático – como muchos otros en el Estado – que cuesta un montón de plata, pero no sirve.

Agua en los estiajes. Aranceles compensatorios para contrarrestar los subsidios del exterior. Y asistencia técnica. Eso es lo que más necesita – y merece – la otra agricultura. Lampadia