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América Latina necesita mejores líderes

América Latina necesita mejores líderes

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

América Latina es la región más afectada por la devastación humana y económica combinada del coronavirus.

Perú, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y México ocupan los primeros lugares en una tabla global de exceso de muertes desde el inicio de la pandemia.

Lo que la pandemia ha dejado al descubierto en América Latina es una aflicción de larga data: la falta de capacidad estatal efectiva.

Perú y Argentina ordenaron cierres prolongados el año pasado y ofrecieron generosos pagos de asistencia social a quienes no podían trabajar. Las economías se paralizaron, pero las infecciones se dispararon.

América Latina debe reconstruirse mejor.

La clase política parece no estar escuchando. En las primeras etapas de un ciclo electoral regional importante, abundan los candidatos populistas que venden recetas fallidas; Pedro Castillo, el activista de extrema izquierda que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Perú el fin de semana pasado, quiere una nacionalización radical.

Si la región no quiere quedarse rezagada permanentemente del resto del mundo en desarrollo, debe comenzar renovando la clase política, presentando una nueva generación de líderes que entiendan cómo construir un consenso nacional en torno al crecimiento sostenible e inclusivo en sociedades más justas impulsadas por economías competitivas a nivel mundial.

Financial Times, 13 de abril de 2021 (Glosado por Lampadia)

Década tras década, América Latina interrumpe su proceso de convergencia hacia el desarrollo del mundo global, frustrando a su población que cada día se ve más encerrada sin poder ambicionar a ser parte de la modernidad.

EEUU, Canadá, Europa, Japón, China, Australia, Nueva Zelanda y el resto del Asia, siguen acumulando capital humano, físico y monetario, asumiendo la nueva realidad de la cuarta revolución industrial; mientras al sur del rio Grande, desde México hasta Argentina, nosotros damos un paso adelante y dos atrás.

El caso más sorprendente y dramático es el de Chile, que parecía haberse despegado del resto de la región hacia el desarrollo global; para entrar ahora en un proceso regresivo que amenaza sacarlos de la senda del desarrollo sostenido.

En nuestro caso, en el Perú, después de recuperarnos del desastre de los años 60, 70 y 80, en el mejor momento de desarrollo económico y social, el 2011, elegimos un gobierno nacionalista y populista que desdibujó las líneas de desarrollo sostenido, frenó el crecimiento de la inversión y creó una brecha ideológica entre el sector público y el sector privado. 

Los siguientes gobiernos de PPK, Vizcarra y Sagasti, no solo no enmendaron el camino, tampoco supieron ilustrar a la población sobre la calidad de las políticas públicas que permitieran recuperar la senda del crecimiento.

De regreso a la parálisis económica y la confusión sobre las prioridades para apuntar al bienestar general, nos agarró la pandemia, y bajo el liderazgo criminal de Vizcarra, nos ubicamos como el peor país del mundo en el combate del virus y en la caída de la economía.

Hoy día, en todos los círculos sociales, para no hablar de los medios de comunicación, ya no se entiende nuestro desarrollo, al que se reputa como crecimiento sin desarrollo. No se quiere entender que no hay mayor desarrollo social que la reducción de la pobreza, que desde el 2004, bajo de 58.7% a 20.2% de la población en 2019; y que la pobreza extrema bajó de 16.4% a 2.9%.

Para un país como el Perú, con 200 años de estructura republicana y con mucho potencial de desarrollo, que antes de la pandemia tuviéramos 20% de pobres, es prioritario y obligatorio, superar la pobreza antes que cualquier otra cosa. Eso debe llevarnos a invertir y crecer, y mejorar la educación y la salud. Esas deben ser nuestras prioridades y marcar nuestra orientación nacional.

Por supuesto que esto no es lo único que debemos hacer, también debemos mejorar sustancialmente nuestras instituciones, pero es la base de todo, sin crecimiento no podremos mejorar la educación y la salud, y no tendremos la tranquilidad para mejorar nuestras instituciones.

Como dice el Financial Times, en América Latina necesitamos mejores líderes. Tenemos que invitar a nuestros ciudadanos más capacitados a asumir la muy importante tarea de gobernar.  No más retrocesos.  Lampadia




¿Hacia un segundo referéndum sobre el Brexit?

Finalmente, se vislumbra un rayo de esperanza en medio de la crisis política en la que se ve inmersa Gran Bretaña, al no contar aún con un acuerdo de salida de la UE, conforme avanzan los días hacia la fecha límite para su presentación, el 29 de marzo.

Como indica un reciente artículo de Financial Times, el líder del Partido Laborista, principal partido de oposición al Partido Conservador, ha anunciado que respaldará un segundo referéndum, planteando la posibilidad de que se revierta el Brexit.

Como señala el prestigioso diario británico, esto se da en un contexto de insistente presión por parte de los parlamentarios y miembros de dicho partido – incluidos decenas de miles de jóvenes que se han unido a este en los últimos dos años – que creen que el Brexit causará un gran daño a la economía, como bien hemos expuesto en anteriores ocasiones (ver Lampadia: El Reino Unido tendiendo al suicidio económico y político, La crisis del Brexit continúa, El debate del acuerdo de salida del Brexit continúa). Asimismo, marca un antes y un después para una coalición política que respaldó ampliamente, con cerca de 3 millones de votantes laboristas, al Brexit en el referéndum del 2016 y, más recientemente, en su manifiesto electoral del 2017.

Dado este giro político, ¿Qué tan probable es un segundo referéndum a la luz de este planteamiento del Partido Laborista, además de las recientes declaraciones emitidas por Theresa May el pasado 26 de febrero, en la Cámara de los Comunes?

En primer lugar, el éxito del planteamiento de los laboristas podría tener algunos obstáculos en el parlamento, en particular, para obtener una mayoría de votos en la Cámara de los Comunes. Como señala Financial Times, habría dos fuerzas políticas – con cierta prevalencia en cuanto a número de escaños en el parlamento – que imposibilitarían la ejecución de tal referéndum.

Por un lado, se tiene al ala conservadora pro-Brexit, que ven a dicho referéndum como un obstáculo para ejercer la “supuesta voluntad” del pueblo británico – como si aún se pudiera hablar de la existencia de tal  voluntad – a ya no pertenecer al bloque europeo. Pero más importante aún, es el temor de la izquierda euroescéptica a que sus votantes, que en 2016 apoyaran el Brexit, ya no le otorguen legitimidad al partido.

En segundo lugar, es que si se tienen en cuenta las recientes declaraciones de Theresa May en la Cámara de Comunes, el pasado 26 de febrero, las probabilidades de que se de un segundo referéndum se difuminan aún más.

Ello porque, según fuentes del diario el País, la primera ministra insiste con conseguir el respaldo a su acuerdo de salida  – que sufrió una aplastante derrota en el parlamento el pasado 15 de enero – sometiéndolo a una votación adicional, el 12 de marzo, revelando su preferencia de no convocar a referéndum. De no aprobarse tal acuerdo, ha planteado la posibilidad de negociar una extensión de la fecha límite, si es que los parlamentarios rechazan una salida sin acuerdo.

Inclusive ha propuesto presentar un documento que detalle el impacto económico que tendría una salida de Gran Bretaña de la UE sin un acuerdo de salida, lo cual constituye una completa falta de respeto y hasta desfatachez hacia el pueblo británico, que desea saber los términos que implicarían la salida de su país del mercado único.

Estas declaraciones solo ponen en evidencia una vez más lo que venimos advirtiendo en anteriores publicaciones: la falta de racionalidad por parte de la clase política británica dirigente para tomar decisiones sin tomar en cuenta las atroces consecuencias, en materia económica y política, que tendrían para con su pueblo. Y en la cúspide de esta irracionalidad, se ubica la insistente demanda de May por salir de la UE con acuerdo o sin acuerdo.

Afortunadamente, y contra todo pronóstico, se ha deslindado la posibilidad de aplazar la fecha límite de la negociación, lo cual da mayor margen de acción para elaborar un acuerdo de salida con una mayor sensatez y cordura y por qué no, para seguir insistiendo con un segundo referéndum, como una verdadera solución democrática. No hay nada mejor que escuchar la voz del pueblo, en plena riña de políticos que, como siempre, creen tener la solución a todos los problemas del país. Lampadia




La tragedia de Vale en Brasil

La ruptura de una de las presas de relave de la minera Vale – considerada la mayor productora de hierro a nivel mundial – ocurrida el mes pasado en Brumadinho, estado de Minas Gerais, y que -según el conteo al 4 de febrero pasado- ha ocasionado más de 300 muertes, ha generado que los medios internacionales pongan sobre la mesa la discusión en torno a los estándares de seguridad y salud en el trabajo que subyacen en la industria minera.

Sin embargo, se debe aclarar que, según fuentes de Reuters, el diseño de la presa de relave Brumadinho siguió el método “upstream” (ascendente, por su traducción al español) que constituye, de entre los 3 principales diseños de diques existentes , el más barato pero también el menos seguro. En otros países de la región como Chile y Perú, propensos a terremotos, prohíben esta clase de diseño, en el cual los relaves se utilizan para construir progresivamente los muros de las represas cuanto más se excavan las minas.

Si bien Brasil no es considerado un país sísmico, no era recomendable utilizar este diseño en la construcción de la presa ya que, según fuentes de Financial Times, una presa similar de propiedad de Vale, en la localidad de Samarco, Mariana, habría generado los mismos problemas de arrojamiento de  toneladas de lodo a un sistema fluvial en el 2015, en lo que fue, en la época, la peor tragedia ambiental de Brasil.

En lo concerniente a la responsabilidad directa por este desastre, haría bien el director ejecutivo de Vale, Fabio Schvartsman, en señalar a detalle cuáles fueron los verdaderos causales de esta desgracia, y no excusárse diciendo “No soy un técnico. Seguí el consejo de los técnicos y ves lo que pasó. No funcionó”.

Consideramos que el pueblo brasileño merece toda la verdad de este catastro, lo cual no debe caer en insinuaciones que pasen por satanizar un sector minero que trae tanto desarrollo a la economía local, sino explicando que la empresa Vale, desde las altos niveles de la organización, no tomó las medidas correctivas del caso para prevenir un desastre como este. Lampadia




¿Regulamos o desregulamos la industria tecnológica?

¿Regulamos o desregulamos la industria tecnológica?

La reciente controversia entre Apple y Facebook generada hace dos semanas por una acusación hacia Facebook de haber contratado a una consultora de nombre Definers para difamar a sus competidores – que además de Apple, incluye a Google – se acentuó por una declaración que hizo Tim Cook, director ejecutivo de Apple.

Por esos mismos días, Coook dijo “…hay que admitir que el libre mercado no está funcionando. Y no ha funcionado aquí [refiriéndose a la industria tecnológica]. Creo que es inevitable que haya algún nivel de regulación” dijo.

Sin embargo, ¿Es realmente el mercado, basado en la libre competencia, el que induce a que hayan este tipo de problemas entre empresas competidoras?

Al contrario, los hechos parecen demostrar que este justamente es un ejemplo en donde no está actuando la libre competencia. Aún cuando las supuestas acusaciones hacia Facebook fueran ciertas, lo que no puede negarse es que, de no haber sido por la alta concentración de empresas que caracteriza a las industrias de sistemas operativos móbiles (Apple y Android) y la de plataformas tecnológicas basadas en publicidad (Facebook, Twitter, entre otras) estos escándalos apenas y hubieran sido transmitidos en las noticias. Como señala un reciente artículo de Financial Times sobre este tema: “las compañías están ansiosas por evitar la preocupación de que los escándalos recientes son el resultado de su dominio de la industria, algo que podría abrir la puerta a la acción en el terreno de la competencia”.

Otro punto importante a destacar y que ha sido producto de este “escándalo” es que ha puesto en la discusión de las clases políticas estadounidenses, en particular, las demócratas, la necesidad de elaborar más regulación en la industria tecnológica, que por si fuera poco, ya viene de dos años atrás. Un ejemplo de ello, como indica Financial Times, es la Ley de Anuncios Honestos, que extiende la regulación que actualmente cubre los anuncios políticos en la televisión para cubrir también las redes sociales.

Estos esfuerzos no hacen más que poner más barreras a la entrada a la alta concentración de la industria tecnológica, desincentivando la competencia y generando un problema que los economistas conocemos muy bien: una mayor posición de dominio que da paso a un posible abuso hacia los consumidores.

Un último punto en el que vale la pena reflexionar es el que tiene que ver con las alianzas que se generan entre empresas de rubros complementarios, como por ejemplo, Apple que usa como motor de búsqueda predeterminado a Google en su iPhone. Este es un elemento deseable del mercado en tanto permite mejorar la experiencia del cliente con respecto a los servicios brindados por las empresas. El problema surge cuando estas alianzas fortalecen una posición de dominio, que sí es el caso de Apple con Google.

La idea es que no solo haya competencia en el bien final sino también en los bienes intermedios (Ej. mercado de los “motores de búsqueda”) de tal manera que las empresas de tecnología no vean restringido su crecimiento por no poder acceder a un insumo barato que mejore la calidad de sus productos o servicios. Lampadia

El director ejecutivo de Apple dice que la regulación de la industria tecnológica es “inevitable”

Hanna Kuchler del Financial Times publicó un artículo el 18 de noviembre en donde desarrolla las recientes declaraciones que hizo Tim Cook, director ejectuvio de Apple, acerca de la regulación en la industria tecnológica:

“El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, dijo que las nuevas regulaciones para la industria de la tecnología son “inevitables” tras una serie de escándalos, que se suman a un debate que se está intensificando junto con la presión política sobre el rival de la compañía, Facebook.

“En general, no soy un gran fanático de la regulación”, dijo. “Soy un gran creyente en el libre mercado. Pero hay que admitir que el libre mercado no está funcionando. Y no ha funcionado aquí. Creo que es inevitable que haya algún nivel de regulación. . . Creo que el Congreso y la administración en algún momento pasarán algo”.

Sus comentarios se producen en medio de la tensión entre Apple y Facebook. A principios de esta semana, se acusó a Facebook de usar tácticas clandestinas mientras luchaba por contener las consecuencias de la interferencia rusa en la red social y la controversia sobre la filtración de datos de los usuarios a Cambridge Analytica, la firma de investigación.

Las acciones de Facebook, informadas por el New York Times, incluían la contratación de Definers, una consultora de inclinación republicana, que intentó difamar a los competidores y oponentes en su nombre.

En una entrevista con el sitio web de Axios transmitido por HBO el domingo por la noche y grabado antes de las revelaciones en el New York Times, Cook dijo que la industria de la tecnología debería adoptar la regulación.

Durante la entrevista, Cook se vio obligado a defender la aceptación de los pagos de Google por parte de Apple, estimados en miles de millones de dólares al año, para que sea el motor de búsqueda predeterminado del iPhone. “Primero, creo que su motor de búsqueda es el mejor”, dijo. “Segundo, mira lo que hemos hecho con los controles”.

Los políticos estadounidenses han estado discutiendo cómo regular las compañías de tecnología durante los últimos dos años en temas que varían ampliamente, incluyendo privacidad, publicidad política y asuntos de competencia.

Las compañías tecnológicas se han ido atrasando gradualmente con la amplia legislación federal de la privacidad, en parte como un esfuerzo por socavar las reglas más estrictas aprobadas en California. Algunos, incluido Facebook, también han puesto su peso detrás de la Ley de Anuncios Honestos, que extiende la regulación que actualmente cubre los anuncios políticos en la televisión para cubrir también las redes sociales.

Pero las compañías están ansiosas por evitar la preocupación de que los escándalos recientes son el resultado de su dominio de la industria, algo que podría abrir la puerta a la acción en el terreno de la competencia.

Los senadores demócratas dijeron el viernes que estaban “gravemente preocupados” por las últimas acusaciones contra Facebook”. Lampadia




Perspectivas sobre las reformas en la India

Desde la postulación de Narendra Modi, hemos seguido el desarrollo de India que, dados sus antecedentes y planteamientos, nos hacían prever un giro sustancial hacia la economía de mercado con especial énfasis en el sector privado. Bastaba ver su lema: “No red tape, only red carpet for investors” (nada de tramitología, solo alfombras rojas para los inversionistas). Ver en LampadiaLa visión de país y reformas que el Perú necesita.

Ahora, en menos de un año, el primer ministro indio Narendra Modi, llamado ‘modifier’ por su afán reformista, buscará la reelección. Si bien su gobierno se atribuye el mérito de que India sea la principal economía de más rápido crecimiento del mundo, la percepción de los votantes no es tan optimista.

Sus reformas y su lucha contra la corrupción, especialmente el desbarajuste que se produjo con el retiro del 86% de los billetes, para detener el dinero negro, han originado que cada vez más indios sienten que la economía ha empeorado, según los resultados de una encuesta del Banco de la Reserva de la India (RBI). Los resultados de la encuesta mostraron que la opinión pública sobre el empleo también se ha debilitado desde hace tres meses. Y el aumento de los precios está aumentando sus problemas. “… los sentimientos sobre la situación económica general del período actual empeoraron con respecto a la ronda anterior, ya que el 48% de los encuestados consideró que la situación se había deteriorado”, dijo el RBI en su informe publicado el 6 de junio.

Modi siempre se ha presentado como un hombre que quiere hacer negocios. “ustedes saben los cambios que hemos realizado y la mejora en nuestras calificaciones soberanas. Más valioso que estos números es el hecho de que el pueblo indio ha acogido con satisfacción las reformas del gobierno “, dijo Modi en enero de 2018, dirigiéndose a los líderes mundiales en el Foro Económico Mundial.

Desde entonces, los inversionistas extranjeros han retirado más dinero que en el año de la última crisis financiera mundial, la rupia se ha devaluado y, recientemente, la agencia calificadora Moody’s advirtió sobre una rebaja si las finanzas de la India se extienden más allá de su objetivo.

La verdad es que la India es la mayor democracia del mundo y, probablemente, el país más difícil de gobernar. Con mayor razón, las dificultades del gobierno para implantar reformas, constituyen un reto de proporciones inmensas. Modi busca impulsar la competitividad de un país que tiene una población del mismo tamaño que la China y que por décadas ha sufrido por ser muy proteccionista, estar plagado de procesos burocráticos asfixiantes, con problemas religiosos, étnicos y políticos, que ningún gobernante quisiera enfrentar.

Sin embargo, las dificultades para avanzar y validar el proceso parecen estar acumulándose. El mundo necesita que la India pueda consolidar su proceso de crecimiento. El artículo que compartimos líneas abajo del Financial Times describe las dificultades, que esperamos puedan superarse.

Modi ahora tendrá que duplicar los esfuerzos para garantizar que los votantes compren su narrativa antes de las elecciones del próximo año. Una gran batalla de percepción se avecina. Lampadia

India: Narendra Modi busca más ‘potencia de fuego’ económico

El crecimiento es sólido, pero se necesitarán más reformas para producir los resultados prometidos por un gobierno que espera reelegirse el próximo año.

Amy Kazmin en Nueva Delhi
Financial Times
24 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Un empresario que dice que los negocios están en su sangre, Ajay Gandhi, de 61 años, no piensa muy bien del establishment político de la India. Él lo culpa de las regulaciones bizantinas y una burocracia intrusiva que deja a las empresas privadas frente a lo que él dice que son “obstáculos inimaginables en cualquier [otra] parte del mundo”.

La desilusión del contador con base en Hyderabad es aún más profunda porque pensó que India estaba en la cúspide del cambio en mayo de 2014, cuando Narendra Modi llegó al poder respaldado por una comunidad empresarial harta de la parálisis política de la anterior administración dirigida por el Congreso. El premier tenía una reputación, construida durante la presidencia de Gujarat, por crear un clima acogedor para la inversión privada. Su abrumador mandato nacional generó esperanzas de una serie de reformas favorables al mercado.

“Está identificado estrechamente con la comunidad comercial y empresarial: son sus principales partidarios”, dice Gandhi, que emplea a unas 270 personas en sus compañías de software y contabilidad. “No son de una ideología izquierdista… Pensé que entenderían las áreas con cuello de botella para los negocios y los abordarían”.

Después de cuatro años turbulentos, Gandhi se siente decepcionado. El año pasado, India subió 30 puntos en el informe de Ease of Doing Business del Banco Mundial al rango 100 de 190 países.

“Me demostraron que estaba equivocado”, dice. “Hay 1,000 factores irritantes que enfrenta todo negocio que solo se puede ver a nivel del suelo. Pero ellos [el gobierno de Modi] no tienen oído para eso, y no tienen un ojo para eso. Solo están mirando los titulares”.

El debate sobre el récord económico de Modi promete intensificarse a medida que el primer ministro, que subió al poder con promesas de más empleos y oportunidades, postule para un segundo mandato en las elecciones nacionales que ahora están a menos de 12 meses de distancia.

Lo que no está claro es si su historial económico ayudará u obstaculizará sus perspectivas. India se está recuperando de los embates de su prohibición draconiana de efectivo y una transición difícil a un nuevo sistema impositivo. Ahora que está recuperando algo del impulso perdido, la economía enfrenta una nueva amenaza de la turbulencia global.

Modi mismo estableció expectativas muy altas. Los votantes se preguntarán sí ha cumplido.

En los últimos cuatro años, la administración de Narendra Modi ha invertido en programas de infraestructura y bienestar social © AFP

La pregunta puede parecer extraña para los de afuera. India es la economía más grande y de más rápido crecimiento en el mundo con un producto bruto interno que crece un 7.7 % en el primer trimestre de 2018.

En los últimos cuatro años, la administración ha impulsado una nueva declaración de bancarrota, reordenó el régimen impositivo previamente intrincado y fortaleció su marco de política monetaria. Ha invertido en carreteras y ferrocarriles e intentado hacer que los planes de bienestar social sean más eficientes. Los partidarios del gobierno dicen que estos esfuerzos han puesto a India en camino para un crecimiento estable y acelerado.

“Llevamos a cabo las reformas estructurales que han establecido el escenario para un alto crecimiento sostenido en el futuro para que podamos crecer durante décadas sin ciclos de auge y caída”, dice Jayant Sinha, el ex viceministro de Finanzas, quien dirigió el ahora abandonado esfuerzo por privatizar la transportista estatal Air India. “No hay otro gobierno en los últimos cuatro años en ninguna parte que haya intentado una agenda de reformas que sea tan radical, [o] impactante, como la de la India”.

Hace apenas dos años, Arvind Subramanian, el principal asesor económico del gobierno, pronosticaba con un fuerte optimismo que la India estaba preparada para un crecimiento del PBI de entre el 8 % y el 10 %. Ese es el rango, según la mayoría de los economistas, necesario para generar suficientes puestos de trabajo para su joven población, y para alcanzar el status de renta media-alta en las próximas décadas.

Pero en lugar de reformar los mercados de trabajo y tierras altamente regulados de la India, o privatizar empresas estatales ineficientes, el tiempo y la energía se desviaron hacia la caprichosa prohibición de efectivo de Modi, cuando el 86 % de los billetes se cancelaron abruptamente en un intento de erradicar el dinero negro. Los críticos argumentan que la administración también fue lenta en hacer frente a la gravedad de la crisis de la deuda mala de la India, un gran lastre para el crecimiento.

Arvind Subramanian, el principal asesor económico, © AFP

Ahora, el FMI y Moody’s, la agencia de calificación, pronostican que la India crecerá entre un 7% y un 8% este año y el próximo. Eso es saludable para los estándares mundiales pero muy lejos del crecimiento de dos dígitos necesario en los próximos años para que Nueva Delhi eleve su ingreso per cápita (sólo fue de US$ 1,709 el año pasado según el Banco Mundial) más cerca de los US$ 8,123 de China.

Yashwant Sinha, padre de Jayant, que fue ministro de Finanzas, “dejamos pasar el 2014, el 2015. El 2016, llegamos con el martilleo de la desmonetización y el martillo de un impuesto a los bienes y servicios fallidos. Ahora estamos viendo una tasa de crecimiento tibia de poco más del 7 %”.

TN Ninan, presidente del periódico Business Standard, “en este nivel de ingreso per cápita, crecer un 7 % no es algo súper impresionante”, dice. “Si estuvieras haciendo algo bien, deberías estar creciendo a un 9% o 10 %”.

Ahora un clima económico mundial más volátil con precios del petróleo en alza, amenazas de guerras comerciales e inestabilidad del mercado financiero ha expuesto las vulnerabilidades macroeconómicas de la India, en particular sus frágiles finanzas públicas y el creciente déficit en cuenta corriente.

Jahangir Aziz, jefe de investigación de mercados emergentes en JPMorgan: “El déficit fiscal se está ampliando y no hay una potencia de fuego adicional dentro de la política fiscal o monetaria para proteger a la economía”.

Como reflejo del nuevo nerviosismo, los inversores de carteras extranjeras retiraron 6,700 millones de dólares de los mercados de la India entre el 1 de abril y el 4 de junio, como parte de un cambio cada vez mayor desde los mercados emergentes hacia los EEUU.

Adi Godrej, presidente del grupo de bienes de consumo del mismo nombre:
“En India, si haces demasiado, desestabilizas las cosas” © AFP

Modi llegó al poder con la primera mayoría de partido único de cualquier gobierno indio en 30 años. “Pudo haber hecho lo que quisiera, nadie lo debatía”, dice Gandhi.

Pero el primer ministro tenía poco apetito por las reformas que podrían erosionar su popularidad. Un intento inicial de revisar la controvertida ley de adquisición de tierras de 2013 en la India, que según los negocios hace que sea demasiado caro obtener tierras para la industria, fue abandonado luego de una protesta de los agricultores.

La India atrajo US$ 40 mil millones en IED en 2017 según la ONU, pero como porcentaje del PBI es aún más bajo que en su punto más alto hace una década, mientras que el crecimiento del empleo es lento. Mientras tanto, montones de deudas incobrables en los bancos estatales han sido olvidadas. Se cree que los préstamos incobrables llegaron a su punto máximo, pero la limpieza llevará años.

Las esperanzas se desvanecieron para una revisión de las leyes laborales que hacen que sea casi imposible para las grandes empresas despedir a los empleados, reglas que los economistas dicen que han impedido la creación de empleos y la manufactura a gran escala.

El movimiento más audaz de Modi hasta ahora también es quizás el más extraño: la prohibición de efectivo de noviembre de 2016. Con la gran economía informal severamente perturbada, los empleos perdidos y el crecimiento afectado, los indios todavía debaten si los beneficios superan los dolorosos costos.

India en números

7.7%: Aumento del PBI en el 1T de 2018, menor que lo previsto

US$ 40 mil millones: IED atraída en 2017

US$ 1,709: El ingreso per cápita de la India (China US$ 8,123)

Modi cedió ante las quejas de las pequeñas empresas y redujo muchos requisitos para las empresas con ingresos de menos de US$ 300,000.

Rajiv Kumar, vicepresidente del grupo de expertos del gobierno NITI Aayog, insiste en que las acciones de Modi darán frutos. Lampadia




“Un futuro en el cual debemos pensar ahora”

“Un futuro en el cual debemos pensar ahora”

En estos nuevos tiempos de la política populista en los países más desarrollados, muchos culpan a la globalización y el comercio internacional por la pérdida de empleos en distintas industrias, principalmente la manufacturera, empezando por el lamentable nuevo presidente de EEUU. La verdad es que el fenómeno de pérdida de empleo en los países ricos, se explica hasta en un 80% por Cuarta Revolución Industrial, los avances de la tecnología y la automatización.

Según Martin Wolf en el Financial Times (leer líneas abajo), tarde o temprano vendrá el futuro de las máquinas inteligentes, en el cual, “este futuro [de la automatización] no vendrá de manera uniforme: algunos [trabajos] se verán más afectados mucho antes que otros”.

Algunos trabajos serán mucho más vulnerables que otros:

  • Trabajos físicos predecibles
  • Procesamiento de datos
  • Servicios de alojamiento y alimentación
  • Las manufacturas
  • Transporte y almacenamiento
  • Los trabajos menos remunerados
  • Las personas menos educadas

Al mismo tiempo, la automatización está creando nuevos puestos de trabajo, pero en gran medida con menores ingresos que el promedio, como para el caso de cuidados personales y cuidado del hogar.

Wolf enfatiza “la necesidad urgente de un mayor debate político sobre cómo preparar a los trabajadores para este nuevo mundo. El entrenamiento de la fuerza de trabajo necesita cambiar para inculcar más habilidades digitales.”

Este tema va muy ligado a nuestra propuesta, no respondida ni atendida por el gobierno ni la clase dirigente, de hacer un “salto cuántico”, o un “Big Bang”, una verdadera revolución educativa y no el mamarracho de Saavedra y Mora. Ver en Lampadia: Reflexiones sobre la educación para el futuro.

Ver artículo de Martin Wolf:

El trabajo en la era de las máquinas inteligentes

¿Cómo se organiza una sociedad en la que pocas personas hacen algo económicamente productivo?

Martin Wolf
Financial Times
26 de junio, 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

Ya en 1984, en su obra Paths to Paradise, André Gorz, un autoproclamado “revolucionario-reformista” declaró sin rodeos que la “revolución microeconómica anuncia la abolición del trabajo”. Incluso argumentó que “el trabajo asalariado”… puede dejar de ser una preocupación central para el final del siglo”. El momento en que lo dijo fue incorrecto. Pero los analistas serios piensan que la dirección en la que iba sí era correcta. Entonces, ¿qué podría significar un mundo de máquinas inteligentes para la humanidad? ¿Serán los seres humanos tan irrelevantes económicamente como los caballos? Si es así, ¿qué pasará con nuestra autoestima individual y la organización de nuestras sociedades?

En una reciente conferencia, Adair Turner, ex presidente del regulador financiero del Reino Unido y presidente del Instituto New Economic Thinking, aborda estas preguntas. Partió de la suposición de que las máquinas inteligentes finalmente podrán realizar la mayoría de los trabajos actuales mejor que las personas y a un menor costo. Esto, argumenta, es una cuestión de cuándo, no de si sucederá. Sucederá debido al avance progresivo de la potencia de procesamiento, la replicabilidad sin costo del software y el aumento del aprendizaje automático. Los dioses robots nos harán a todos redundantes.

Basándonos en ‘A Future that Works’, un informe publicado por McKinsey Global Institute el año pasado, Lord Turner agrega que este futuro no vendrá de manera uniforme: algunos se verán más afectados mucho antes que otros. Además, incluso si las máquinas inteligentes no pueden hacer todos los aspectos de un trabajo determinado, si pueden desplazar a muchos trabajadores.

Con la tecnología actual, las tareas físicas predecibles y la recopilación y el procesamiento de datos serán especialmente vulnerables. Por sectores, “servicios de alojamiento y alimentación”, la manufactura y el transporte serán particularmente vulnerables. De acuerdo con un artículo de Jason Furman, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos de EEUU y Robert Seamans de la Escuela de Negocios Stern, aquellos que ganan menos y aquellos con menos educación son más vulnerables.

Lord Turner argumenta que lo que está sucediendo también explica la “paradoja de la productividad” (innovación rápida, pero bajo crecimiento de la productividad) que discutí hace dos semanas. [Ver en Lampadia: Tecnología, ingresos y productividadLas incertidumbres sobre la economía global]. Una gran parte de la explicación puede ser un cambio de empleos relativamente bien remunerados en sectores con crecimiento relativamente rápido de la productividad, como la manufactura, hacia trabajos relativamente mal pagados en sectores con crecimiento de baja productividad, como cuidado personal, asistentes de salud en el hogar y retail. De los 10 sectores de EEUU con el mayor crecimiento pronosticado del empleo entre 2014 y 2024, que se espera que generen el 29 % de todos los empleos nuevos, ocho tienen salarios medios por debajo del promedio nacional. Esto, por supuesto, empeoraría la desigualdad y tendría implicancias fuertemente negativas para la productividad general. (Ver cuadros.)

Eso no es todo. Lord Turner también sugiere otras razones para el aumento de la desigualdad y el bajo crecimiento de la productividad promedio. El primero es el crecimiento de actividades de “suma cero (o casi cero)”, algunas de las cuales no se miden en el rendimiento económico y pocas de las cuales contribuyen al bienestar social: como lobistas, traders o abogados tributarios. Incluso la educación tiene un fuerte carácter de suma cero: es un bien posicional. Además, tales actividades de suma cero están bien pagadas y, por lo tanto, extraen una gran cantidad de renta. Los creadores exitosos de monopolios digitales también disfrutan de una gran cantidad de renta. Por lo tanto, y no menos importante, también sucede con los propietarios de dueños en conurbaciones prósperas. La nueva economía es entonces el paraíso del rentista.

El segundo es la sub-registro del valor de los servicios gratuitos. Esto es posible. Pero los servicios gratuitos (las redes sociales, por ejemplo) pueden, según él, contribuir poco al bienestar. En este momento, las contribuciones pueden ser mucha miseria personal y la destrucción de nuestras democracias.

Esta es la imagen para el futuro a mediano plazo: crecimiento lento de la productividad general y empeoramiento de la desigualdad. Esto es inconsistente con una democracia estable. Es más probable que sea un agravamiento de la política actual de codicia y agravio. El resultado podría ser la plutocracia, la autocracia populista o una mezcla. Si la automatización finalmente hiciera a la humanidad económicamente irrelevante, los desafíos serían aún más radicales.

En el mediano plazo, siempre que exista una perspectiva razonable de empleo para las personas que desean trabajar, la política crucial será subsidiar los empleos. También es vital financiar servicios públicos de alta calidad para todos, especialmente salud, educación y transporte. Además, como sostiene Dean Baker, la concentración de los ingresos provenientes de las rentas de escasez busca una mayor tributación de la riqueza e ingresos máximos, en particular la tierra y la propiedad intelectual. De hecho, es casi seguro que la propiedad intelectual esté muy altamente protegida ahora. Hay un caso de cierta protección, pero no demasiada. Creo que Adam Smith estaría de acuerdo.

A largo plazo, nuestros descendientes pueden enfrentar aún más decisiones existenciales (siempre que las máquinas les permitan hacerlo).

¿Cómo podría organizarse la sociedad en un mundo en el que pocas personas pueden hacer algo que obviamente sea económicamente productivo?

  • El mundo podría volverse tecno-feudal, con una elite propietaria contratando grandes cantidades de servidores humanos baratos, no por su valor, sino por el placer de la dominación.
  • O las personas también podrían compartir la abundancia de manera más equitativa.
  • Todos podrían disfrutar del ocio civilizado que una vez fue territorio de unos pocos.

La nuestra es la primera civilización en ver el trabajo como el llamado más elevado. Tal vez ese extraño prejuicio tendrá que ser descartado.

Eso es para un futuro lejano, sin embargo, es un futuro en el cual debemos pensar ahora.

Las tendencias en curso demandan acción. Si la tendencia natural de nuestras economías es hacia la creciente extracción de rentas y la desigualdad, con todos sus terribles resultados sociales y políticos, debemos responder de manera reflexiva y decidida. Ese es el gran desafío. Lampadia




Mirada a una ‘industria en transición’

El punto en el que la demanda de petróleo alcanzará su máxima demanda ha sido durante mucho tiempo un tema de debate. La importancia del llamado ‘peak oil’ es que señala un cambio de una era de percibida escasez a una era de abundancia, y con ello, un posible cambio hacia un entorno de mercado más competitivo.

Los mercados mundiales de petróleo están cambiando drásticamente. El advenimiento de los vehículos eléctricos y las crecientes presiones para descarbonizar el sector del transporte significan que el petróleo enfrenta una importante competencia por primera vez dentro de su fuente principal de demanda. El reconocimiento de que las fuerzas combinadas de mejorar la eficiencia y aumentar la presión para reducir las emisiones de carbono y mejorar la calidad del aire urbano es probable que causen que la demanda de petróleo deje de aumentar y ha dado lugar a un considerable enfoque dentro de la industria y entre los comentaristas.

Al mismo tiempo, el lado de la oferta del mercado del petróleo está experimentando su propia revolución. El advenimiento del shale oil de EEUU ha alterado fundamentalmente el comportamiento de los mercados petroleros, introduciendo una fuente nueva y flexible de petróleo competitivo. En términos más generales, la aplicación de nuevas tecnologías, especialmente la digitalización en todas sus diversas formas, tiene el potencial de destrabar grandes reservas nuevas de petróleo en los próximos 20 a 30 años.

La perspectiva de una demanda máxima de petróleo, combinada con suministros de petróleo cada vez más abundantes, ha llevado a muchos comentaristas a concluir que es probable que los precios del petróleo disminuyan inextricablemente con el tiempo. Si la demanda de petróleo se está agotando y el mundo está inundado de petróleo, ¿por qué los precios del petróleo deberían ser significativamente más altos que el costo de extraer el barril marginal? Los días de racionamiento y primas de escasez pueden estar contados.

Estos desarrollos son importantes. Es probable que el crecimiento de la demanda de petróleo disminuya gradualmente y, finalmente, llegue a su punto máximo. Y es probable que el suministro abundante de petróleo altere fundamentalmente el comportamiento de las economías productoras de petróleo.

Sin embargo, también se estima que el consumo de gas aumente, “se espera que aproximadamente el 80 % del crecimiento previsto en la demanda de electricidad de EEUU se cubra con gas natural”, según McKinsey Global Institute.

Mientras tanto, el Perú, no da pie con bola. Se impide la exploración petrolera y se desalienta el desarrollo del gas.

Con disculpas formalistas, que esconden presiones políticas, el gobierno se da el lujo de paralizar las exploraciones petroleras en el zócalo norteño, donde se está construyendo una refinería de US$ 5,500 millones de dólares que no tendrá petróleo, pues el oleoducto de Petroperu está destrozado, como denunciamos en Lampadia el 16/03/2016. (Ver: Se le acabó la ‘Tina’ a Petroperú). Al mismo tiempo se han desintensivado las exploraciones y desarrollos de gas natural.

Para entender más este tema, compartimos un análisis del Financial Times al respecto:

Los productores de petróleo enfrentan una situación de “vida o muerte”

El temor inminente al pico de la demanda significa que las empresas tienen menos probabilidades de invertir. Entonces, ¿eso hace que la escasez y el aumento de precios sean inevitables?

David Sheppard y Anjli Raval
Financial Times
18 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El mes pasado un inversor frustrado me preguntó si la Royal Dutch Shell estaba más preocupada por “la sostenibilidad de la empresa o la sostenibilidad del planeta”. El presidente ejecutivo Ben van Beurden reconoció que el cambio climático será “el reto definitivo” que enfrentará la industria petrolera en los próximos años.

Luego pasó a describir los beneficios de la energía para millones de personas en todo el mundo como “a menudo una cuestión de vida o muerte”. Podría haber estado hablando de su propia industria, que acaba de salir de una recesión brutal y que, según algunos, se enfrenta a un desafío aún mayor: si invertir en petróleo en un momento en que las preocupaciones climáticas hacen prever el pico de la demanda tan pronto como en 2020.

Es una pregunta que domina la industria energética y determinará cómo se verán las grandes petroleras, incluidas Shell y BP, en el futuro. Impulsada por la presión de los inversores y la necesidad de frenar los costos después de que el precio del petróleo se redujera a la mitad en 2014, la industria ha abandonado en gran medida nuevas inversiones en megaproyectos, desde exploración ártica hasta arenas petrolíferas canadienses, que una vez fueron su fuerte.

En la segunda mitad de esta década, el gasto de capital total de los grandes grupos de petróleo y gas se reducirá en casi un 50% a US$ 443.5 mil millones desde los US$ 875.1 mil millones del 2010-15, según la consultora noruega Rystad Energy. Aunque parcialmente compensado por una caída en los costos de desarrollo del campo petrolífero, la caída también coincide con los grandes grupos que buscan más capital en proyectos de más corto plazo, que rinden frutos rápidamente, al igual que la energía renovable. Los movimientos se producen en medio de temores de que los vehículos eléctricos representen una gran amenaza para el dominio del petróleo. [Ver en Lampadia: Implicancias sobre la revolución de los autos eléctricos]

De acuerdo con eso, van Beurden les dijo a los inversionistas el mes pasado, que Shell ya no es un grupo de petróleo y gas, sino que es una “compañía de transición energética”, un indicio de su cambio hacia un sistema energético bajo en carbono.

Una afirmación impensable hace solo unos años. Pero la persistencia de la reducción de costos y las crecientes preocupaciones por el clima han dejado a muchos en el sector preocupados de que la industria esté cometiendo un error de cálculo. Temen que esté dando la espalda a muchos proyectos de petróleo y gas antes de que aumente la eficiencia, las energías renovables, los autos eléctricos y los esfuerzos para conservar los combustibles fósiles que puedan limitar el consumo. El resultado podría ser la escasez de suministros y los aumentos de precios, almacenando un problema para la economía global.

“No es inteligente ser arrogante respecto a la falta de inversión”, dice Stewart Glickman, un analista de equity (capital) en energía de CFRA. “La caída en los últimos cuatro años finalmente tendrá un impacto en los precios del crudo”.

Él agrega que, si bien la inversión en shale de EEUU ha crecido a medida que las empresas buscan proyectos de ciclo corto, cuellos de botella y la disminución de la calidad de las reservas, es probable que por sí sola no sea capaz de llenar el vacío. “Asumir alegremente que debido a que [la industria de Estados Unidos] ha sido capaz de generar suficiente producción hasta el momento que podamos continuar haciéndolo, es una expectativa arriesgada”, dice.

Las víctimas del recorte de inversión

Proyecto: Mad Dog 2 (rediseñado). BP, EEUU, Golfo de México

Originalmente programado para comenzar a producir petróleo antes de 2020, el proyecto fue detenido hace cinco años, ya que las previsiones de costos se dispararon a más de US$ 20 mil millones. BP ha vuelto con un nuevo plan que cree que limitará los costos a US$ 9 mil millones, con 140,000 barriles por día de producción que entrarán en funcionamiento a fines de 2021.

Las estimaciones de cuándo la demanda de petróleo alcanzará su punto máximo varían enormemente. Algunos expertos dicen que podría suceder tan pronto como en 2023, otros creen que se postergará hasta 2070. Esa falta de consenso presenta un peligro, dicen los críticos, pues los grupos petroleros están siendo empujados a descartar inversiones complejas a largo plazo justo cuando la demanda de petróleo se acerca a los 100 millones de barriles diarios por primera vez a medida que se expanden las economías emergentes en Asia y África.

“Hay tanta incertidumbre”, dice Andrew Gould, ex presidente y director ejecutivo de la compañía de servicios petroleros Schlumberger. “Cada vez es más difícil conseguir que los directorios aprueben proyectos con vidas de 20 a 25 años”.

La deflación de costos ha permitido la aprobación de ciertos proyectos como Mad Dog 2, el proyecto offshore de aguas profundas de BP en EEUU, mientras que otros están suspendidos o se han reducido. Dichos proyectos habrían proporcionado un colchón de línea de base de suministros para suavizar cualquier escasez futura del mercado o demanda adicional. Si ese suministro no está allí, algunos temen una reacción violenta de los países consumidores a medida que los precios del petróleo aumentan.

Funcionarios en India, que liderarán el crecimiento de la demanda de petróleo en los próximos años, ya están ansiosos después de que el precio tocara los 80 dólares por barril a principios de este año, mientras que los gobiernos de la eurozona se verán presionados si aumentan los precios.

Para las grandes compañías energéticas y las economías ricas en recursos que dependen de vastos campos petrolíferos para el gasto público, el temor a que la demanda alcance su pico es alto. Que se discuta en un momento en que la demanda ha estado creciendo a un promedio de 1.7mb/d cada año desde 2014 (el doble de la tasa al inicio de esta década, cuando el petróleo promedió cerca de US$ 100 por barril) es desconcertante para algunos.

Tony Hayward, el ex presidente ejecutivo de BP, que ahora es presidente del grupo minero y comercial Glencore, tiene dudas sobre toda la estrategia, insinuando que los aplacadores estaban ganando en contra de sus mejores intereses.

“No creo que las empresas grandes realmente crean en la historia a largo plazo de la demanda máxima”, dijo Hayward al Financial Times la semana pasada. “Al observar la trayectoria, es más probable que tengamos un ajuste severo del suministro a principios de la década de 2020″.

Las víctimas del recorte de inversión

Proyecto: Bonga Suroeste (Retrasado). Shell, Nigeria

El plan de Shell para desarrollar su yacimiento petrolífero Bonga en aguas profundas frente a Nigeria se ha retrasado varias veces desde 2015. Después de comenzar a bombear crudo en 2005, se espera que la extensión de Bonga de US$ 12 miles de millones hagan que la producción aumente a 175,000 barriles por día, pero su futuro ahora depende del corte de costos.

Los inversionistas están impulsando este cambio. Los principales gestores de activos y fondos de pensiones están cada vez más preocupados por el posible impacto financiero del calentamiento global y las políticas para limitarlo.

Legal & General Investment Management, uno de los mayores propietarios de acciones de BP y Shell a través de la administración de los fondos de pensiones del Reino Unido, ha liderado el camino al decirles que se centren menos en los riesgos de los movimientos de precios a corto plazo, y se preparen para administrar una industria en declive.

Nick Stansbury, quien encabeza la estrategia de L&G en los mercados de energía y commodities, dice que su argumento es que si bien es imposible predecir con exactitud cuándo llegará a su punto máximo la demanda de petróleo, ahora están convencidos de que llegará el momento. Los vehículos eléctricos, una reacción contra los plásticos y el aumento de los combustibles alternativos amenazan con limitar la demanda de petróleo, argumenta L&G.

Por lo tanto, los grupos petroleros deberían evitar los proyectos que tarden 10 o más años en volverse rentables, lo que solía ser el estándar de la industria. En su lugar, deberían centrarse en maximizar los rendimientos para los accionistas, incluso devolver capital en lugar de tratar de transformarse en compañías renovables en las que carecen de experiencia.

“No pensamos que el pico de petróleo llegará en 2021 o que no hay necesidad de invertir en ningún nuevo proyecto petrolero”, dice Stansbury. “Pero lo que queremos que se comprometan a hacer… es que se conviertan en los motores de flujo de caja que financian la transición energética”.

Dice que esa estrategia plantea riesgos para el resto del mundo en forma de precios del petróleo volátiles, pero argumenta que los fondos que invierten el dinero de otras personas en compañías de energía deben permanecer enfocados en cualquier riesgo a más largo plazo.

Es parte de un debate más grande. Los inversores a menudo consideraron que los programas de gasto de las grandes petroleras eran demasiado derrochadores cuando el petróleo estaba por encima de los 100 dólares el barril, lo que arrojaba rendimientos inadecuados. El colapso del precio del petróleo en 2014 obligó a revisar su enfoque de inversión.

Brian Gilvary, director financiero de BP, insiste en que no es solo el miedo de los inversionistas a la demanda máxima lo que ha provocado que la empresa se aleje de los proyectos de petróleo y gas a más largo plazo. Tras la caída de los precios en 2014, desencadenada en parte por el aumento estadounidense y el exceso de oferta subsiguiente, él argumenta que es sensato que empresas como BP se concentren en los proyectos más rápidos y más baratos.

“Nos estamos volviendo más eficientes en la forma en que invertimos capital”, dice Gilvary. Agrega que BP y otros grupos de energía están arando un camino intermedio: aumentar la producción de petróleo mediante el uso de tecnología para eliminar barriles de los yacimientos existentes, al tiempo que canalizan pequeñas cantidades de capital hacia los llamados proyectos de ciclo corto como el shale de EEUU.

Presidir una era de transición: el presidente ejecutivo de Shell, Ben van Beurden © Bloomberg

“No estamos viendo ningún indicio de que venga [una contracción de la oferta], pero entendemos el temor”, dice el ejecutivo de BP. “Continuamos haciendo crecer nuestro negocio… y todavía vemos suficiente actividad”.

Chris Midgley, ex economista jefe de Shell, que ahora es analista de S&P Global Platts, cree que el enfoque de BP tiene sentido, pero advierte que el mayor riesgo vendrá en cinco a siete años, cuando al centrarse la inversión en gran medida en campos existentes, podría no generarswe suficiente producción. Incluso si eso llevara a precios más altos, las compañías petroleras podrían no responder.

“Si obtenemos precios más altos, a diferencia de los ciclos anteriores, las [compañías petroleras internacionales] podrían elegir sentarse efectivamente en sus manos, diciendo que usarán la ganancia inesperada para acelerar en la transición energética en lugar de hacer más inversiones [petroleras]”, dijo. “Cualquier período prolongado de precios más altos que puedan seguir conduciría inevitablemente a un freno en el consumo. Eso sería… recesivo para toda la economía”, dice.

Las víctimas del recorte de inversión

Proyecto: Rosebank (Retrasado). Chevron, Reino Unido, Mar Del Norte

Justo al lado de la costa oeste de Shetland está el campo Rosebank, descubierto en 2004. Chevron estaba examinando la factibilidad de desarrollar un proyecto reportado de US$ 10 mil millones poco antes del colapso del precio del petróleo.

En 2016 canceló un pedido de US$ 1.8 mil millones para una embarcación de producción y descarga flotante (FPSO) para atender el campo. Chevron dijo que el proyecto sigue siendo considerado y que está trabajando en su diseño y economía.

Por ahora, la estrategia parece estar funcionando

Según Wood Mackenzie, una consultora petrolera, se espera que el crecimiento de la producción entre las principales petroleras aumente, en promedio, aproximadamente un 3.5 % anual entre 2017 y 2020.

Después de una caída de más del 40 % en la perforación convencional en tierra a nivel mundial desde 2014-16, desde entonces ha aumentado en un 17 %, dice Rystad Energy. En los yacimientos petrolíferos de EEUU, la perforación se redujo en un 55 % en el mismo período, pero aumentó un 65 % desde 2016, lo que demuestra la popularidad de los proyectos de ciclo corto. ExxonMobil, que ha sido más lento en abordar el riesgo climático que sus pares, ha dicho que todavía habría una necesidad de millones de dólares de inversión en nueva producción de petróleo y gas, incluso en un mundo donde el aumento de la temperatura se limitaría a 2ºC.

Mientras tanto, la recuperación en los precios del petróleo ha sido impulsada en gran medida por factores que están fuera del control de las compañías energéticas. La demanda es fuerte, la OPEP y Rusia recortaron intencionalmente la producción en 2017, y desde entonces la producción en Venezuela ha caído debido a la crisis económica y política que afecta al país.

La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de retirarse del acuerdo nuclear de Irán y reimponer sanciones a las exportaciones de energía del país fue el golpe final para llevar el petróleo por encima de los 80 dólares el barril. Pero desde entonces los precios han bajado a alrededor de US$ 74, mientras Arabia Saudita y Rusia discuten la posibilidad de liberar barriles adicionales al mercado, algo que los ministros de petróleo debatirán en la OPEP esta semana.

Sin embargo, algunos de los mayores comerciantes de petróleo siguen sin estar convencidos de que sea posible mantener el mercado bien provisto de inversiones a corto plazo.

Pierre Andurand, un administrador de fondos de cobertura que supervisa más de mil millones de dólares en inversiones y apuesta por las fluctuaciones del precio del petróleo, dice que podría llegar a los 150 dólares el barril en dos años, en parte debido a la demanda máxima mientras el consumo sigue en aumento. Otros ejecutivos y analistas de la industria ven una subida más baja, pero creen que los precios volverán a superar los US$ 100 por barril.

“Los inversionistas presionan para que estas compañías no inviertan demasiado en petróleo, pero al mismo tiempo no vemos que los automóviles eléctricos tengan un gran impacto en el crecimiento de la demanda por al menos otra década”, dice. “No es obvio para mí de dónde vendrá este crecimiento de la oferta”.

Algunos descartan esto como un alarmismo, diciendo que la industria ha cambiado de una era de escasez percibida a abundancia, lo que significa que gran parte de la inversión a largo plazo en grandes proyectos es innecesaria.

Por ahora, van Beurden está apostando a que Shell ha hecho los cálculos correctos. Un precio del petróleo un poco más alto no sería lo peor en el mundo para su empresa, ya que lidia con la transición energética. Después de todo, ningún presidente ejecutivo quiere quedarse con yacimientos petrolíferos multimillonarios que el mundo ya no quiere ni necesita. Lampadia




Las incertidumbres sobre la economía global

Estamos en días futboleros, la esperanza y la alegría nos embargan, pero los tiempos no son fáciles. Hace pocos días explicamos el riesgo que significa para nosotros, tener tres autócratas como los más importantes líderes globales, Putin, Xi Jinping y Trump. (Ver en Lampadia: El ‘americano feo’ desestabiliza las relaciones económicas del mundo).

Una de las razones más importante que explica la involución de la política global, es justamente el impacto de la revolución tecnológica en los ingresos y en la productividad en los países más ricos, donde, por ignorancia o facilismo, que ha devenido en la ola populista que está destruyendo las estructuras económicas globales.

Líneas abajo compartimos el artículo, del brillante analista económico del Financial Times, Martin Wolf, que se mete de lleno en las incertidumbres alrededor de las interacciones entre tecnología, ingresos y productividad. De paso, Wolf destaca algo que en el Perú debemos aquilatar en su debida medida, la importancia del aumento de la productividad como determinante de la mejora del bienestar.  

La larga espera por el resurgimiento de la productividad

La mejora en los estándares de vida depende casi completamente de una mayor producción por trabajador.

Martin Wolf
Financial Times
12 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

“La era de las computadoras se ve en todas partes menos en las estadísticas de productividad”. Hoy podríamos repetir esta famosa declaración de 1987 de Robert Solow, el Premio Nobel que fundó la teoría moderna del crecimiento, sustituyendo “tecnología” por “computadora”.

Vivimos en una época de un cambio tecnológico emocionante, pero nuestras cuentas nacionales nos dicen que la productividad está casi estancada. ¿Es la ralentización o la innovación una ilusión? Si no, ¿qué podría explicar el enigma?

Si la ralentización es verdadera, importa. Como argumentó Paul Krugman, otro Premio Nobel: “La productividad no lo es todo, pero a la larga lo es casi todo”. Las mejoras en los niveles de vida dependen casi por completo del aumento del producto por trabajador.

La desaceleración de la productividad es una explicación importante del estancamiento de los ingresos reales y de la presión por austeridad fiscal en los países de altos ingresos. Gene Grossman de Princeton y tres coautores incluso sostienen que la marcada desaceleración en el crecimiento de los ingresos per cápita también explica la disminución de la participación del trabajo en el ingreso nacional en los países ricos.

Ningún economista ha hecho más para promover las revolucionarias implicancias de la tecnología de la información que Erik Brynjolfsson, del MIT. Sobre todo en libros con la coautoría con Andrew McAfee, también del MIT. Pero, en un interesante artículo reciente con dos coautores, él también reconoce la “paradoja de la productividad”. El documento no se aleja de la creencia en el poder transformador de los recientes avances tecnológicos, particularmente de la inteligencia artificial. Por el contrario, lo enfatiza, especialmente en el reconocimiento de imágenes traducciones. Sin embargo, admite que la desaceleración de la productividad es real.

Esto parece reflejar inversiones débiles y, sobre todo, un crecimiento decreciente de la “productividad total de factores” (PTF), una medida del producto por input de capital y de trabajo (ajustado por calidad). La PTF es una medida de innovación, de la capacidad de producir un producto más valioso con las cantidades de insumos dados. Sin innovación, la creciente prosperidad de los últimos dos siglos habría sido imposible. En verdad, la innovación, no la productividad, es casi todo.

También deberíamos centrar nuestra atención en los Estados Unidos, ya que este gran país ha estado impulsando la frontera de la innovación hacia el exterior desde finales del siglo XIX. Un estudio realizado por Nicholas Crafts de la Universidad de Warwick y Terence Mills de Loughborough muestra una disminución en el crecimiento tendencial de la PTF en EEUU desde un poco más del 1.5 % anual a principios de los años setenta hasta el 0.9 % más reciente. Otros, notablemente Robert Gordon de Northwestern University, en su obra maestra The Rise and Fall of American Growth, llegan a conclusiones similares sobre la reciente desaceleración, a partir del análisis de periodos de tiempo más largos. (Ver cuadros.)  

Una posible explicación es la mala medición. Es, y siempre ha sido, difícil medir el impacto de las nuevas tecnologías, particularmente ahora cuando muchos servicios son gratuitos y muchos se brindan, de manera invisible, desde fuera de EEUU. Sin embargo, es difícil aceptar que la medición de repente se volvió más difícil en 2005, cuando comenzó la desaceleración de la productividad en los Estados Unidos.

Además, incluso cuando se tienen en cuenta las posibles malas mediciones, en un estudio de David Byrne de la Reserva Federal y Dan Sichel de Wellesley College, el resultado es aumentar el crecimiento de la PTF en el sector tecnológico, pero disminuirlo en los demás, con efectos insignificantes en el conjunto de la economía. Una mala medición no es la explicación.

Una segunda posibilidad es que una menor competencia y la onerosa captura de rentas hayan disipado las ganancias potenciales. Así tenemos islas de innovación y gran riqueza, pero una economía débil. Varios investigadores tienen argumentos en estas líneas. Esto incluso puede ser una explicación parcial. Pero sería asombroso que solo los monopolios impidieran que las tecnologías innovadoras aporten beneficios de productividad a las economías abiertas de hoy.

Una tercera posibilidad es que las nuevas tecnologías simplemente no son lo que se dice que son, particularmente en comparación con la amplia gama de transformaciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: agua potable, electricidad, motor de combustión interna, vuelo, petróleo y productos químicos.

Todo eso lo tomamos por sentado, pero cambiaron todo, a diferencia de las tecnologías recientes que pueden no haberlo hecho. La inteligencia artificial puede ser una tecnología revolucionaria de propósito general, pero, hace un siglo varias tecnologías llegaron al mismo tiempo. Una visión complementaria es que ahora el progreso es más difícil: se necesitan más investigadores para avanzar en la tecnología que antes (aunque también podemos emplear a más investigadores). 

La última posibilidad -y lo que afirma el artículo de Brynjolfsson y sus coautores- es que esta es la calma antes de una tormenta. Sostiene que la misma pausa de productividad ocurrió con la electricidad en la década de 1920. Se necesita tiempo para que nuevas tecnologías de utilidad general, transformen la economía.

Hoy, la IA está en sus primeras etapas. Pronto cambiará todo, argumentan. Esto es consistente con el hallazgo de Profs Crafts and Mills de que la performance de la productividad pasada, es un pobre predictor del desempeño futuro.

Cuando observo en la economía moderna, el peso de los sectores de servicios intensivos en mano de obra, como la salud, la educación y la atención de niños y ancianos, concluyo que la transformación tecnológica será lenta. Si estoy equivocado, será disruptivo. Por el momento, sin embargo, tenemos lo peor de ambos mundos: una disrupción significativa con casi el estancamiento de los ingresos promedio.

Aún no sabemos si el futuro será lento o disruptivo. Pero nuestras sociedades se basan en una promesa implícita de crecimiento. Si la opción es entre un menor incremento de los ingresos y el avance disruptivo, debemos esperar lo último y hacer todo lo posible para gestionar las consecuencias. Lampadia




El fracaso de las élites trae anomia y populismo

En Lampadia hemos criticado muchas veces a nuestra clase dirigente, a unos por acción, los políticos; y a otros por omisión, las dirigencias gremiales, académicas y sociales.

Hoy nos encontramos en medio de una grave crisis de liderazgo, con el desprestigio generalizado de todos los políticos, y el consecuente vacío de referentes que puedan prender las luces que nos permitan evitar el caos y mantener un sentido de futuro común.

Para reflexionar sobre este tema, hemos rescatado un artículo del 2014, del principal columnista del Financial Times, Martin Wolf, titulado: Las élites fallidas amenazan nuestro futuro.

Wolf sostiene que cuando las elites fracasan son reemplazadas. A diferencia de los estados despóticos en los que este proceso se efectúa de manera sangrienta, en las democracias, las elites políticas son cambiadas de forma “rápida y limpia”. Y a pesar de los controles y los equilibrios de poder, de la prensa libre y otras instituciones, las elites están expuestas a llevar al desastre a los países que conducen.

En el Perú, estamos ad-portas de un segundo voto de vacancia del presidente de la República. El vacío de poder es casi absoluto, y el espectáculo de los miembros del partido de gobierno, con la congresista y primera ministra, Mercedes Aráoz a la cabeza, procurando destruir la figura del primer vicepresidente, Martín Vizcarra, es, por decir lo menos, clamoroso. Con el presidente cuestionado, se ataca al vicepresidente y se profundiza el vacío y la incertidumbre.

En Lampadia hemos opinado que la vacancia es algo que debiera evitarse por traumática y riesgosa. Pero tenemos que reconocer, que como dice Juan de la Puente en una reciente entrevista: “Ya se ha producido una vacancia simbólica en la mente de la gente”. Para la salida de un presidente gravemente cuestionado y debilitado, como es el caso de PPK, sería mucho mejor la renuncia. Pero parece que, por todos los lados, se llevarán las cosas a los extremos.    

La gran debilidad histórica de nuestra sociedad, es la debilidad de nuestra clase dirigente. Algo que denunciaron, Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y Jorge Basadre. En general nuestras elites siempre han estado ausentes, carentes de visión, compromiso cívico y de fallas de liderazgo.

Hoy no hay liderazgo, los políticos se atacan entre sí, la economía está parada, el desprestigio de las instituciones del Estado ha llagado a niveles absurdamente peligrosos, y los ciudadanos están perdiendo su esperanza de un futuro mejor. Pareciera que las cosas ya no pueden empeorar, pero si quienes están en el escenario político, no rescatan mayor cordura, podríamos tener aún mayores costos.

Pero también, este debiera ser el momento en que deben ponerse de pie nuestros mejores ciudadanos, aquellos que están en las reservas, y que pueden compartir sus pensamientos y su visión, para no perder de mira las grandes posibilidades de desarrollo del Perú. Como hemos dicho varias veces, ‘el Perú es infinito’. No nos dejemos amilanar.

Líneas abajo, presentamos el artículo de Martin Wolf, que nos muestra el daño que pueden hacer las malas élites.

Es hora de salir al frente y rescatar nuestros caminos a la prosperidad.  Lampadia

Las élites fallidas amenazan nuestro futuro

No se puede confiar en líderes mediocres y ricamente recompensados cuando las cosas van mal

Martin Wolf
Financial Times
14 de enero, 2014
Traducido y glosado por Lampadia

En el 2014, los europeos conmemoraron el cien aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Esta calamidad dio inicio a tres décadas de barbarie y estupidez, y a la destrucción de la mayoría de los aspectos positivos de la civilización europea de principios del siglo XX. Al final, como Churchill predijo en junio de 1940, “el Nuevo Mundo, con todo su poder y fuerza”, tenía que intervenir “para rescatar y liberar al antiguo”.

Los fracasos de las élites políticas, económicas e intelectuales de Europa crearon el desastre que afligió a sus pueblos entre 1914 y 1945. Su ignorancia y prejuicios permitieron la catástrofe: las ideas falsas y los valores equivocados intervinieron. Estos incluían la creencia atávica, no solo de que los imperios eran magníficos y rentables, sino también de que la guerra era algo glorioso y controlable. Era como si una voluntad de suicidio colectivo se habría apoderado de los líderes de las grandes naciones.

Las sociedades complejas dependen de sus élites para guiarlas, y, aunque los resultados no son necesariamente siempre perfectos, por lo menos no serán grotescamente malos. Cuando las élites fracasan, es probable que colapse el orden político, como les sucedió a las potencias derrotadas después de la Primera Guerra Mundial. Los imperios rusos, alemanes y austriacos se desvanecieron, y dieron paso a sucesores débiles y después al despotismo. La Primera Guerra Mundial también destruyó los cimientos de la economía del siglo XIX: el libre comercio y el patrón oro. Los intentos por restaurarlos produjeron más caídas de las élites, esta vez de la estadounidense y de la europea. La Gran Depresión contribuyó en gran parte en la creación de las condiciones políticas que dieron como fruto la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Fría, el conflicto de las democracias con una dictadura engendrada por la Primera Guerra Mundial, siguió.

Resultados terribles como consecuencia de los fracasos de las élites no son sorprendentes. Existe un acuerdo implícito entre las élites y el pueblo: los primeros obtienen los privilegios y prebendas del poder y la propiedad; los segundos, a cambio, obtienen seguridad y, en los tiempos modernos, un cierto grado de prosperidad. Si las élites fracasan, se exponen a su reemplazo. La sustitución de las élites fracasadas es siempre muy tensa. Pero en una democracia, la sustitución de las élites políticas, al menos, es un proceso rápido y limpio. En un entorno despótico, por lo general será lento y casi siempre sangriento.

Esto no es solo historia. Sigue siendo cierto hoy en día. Si buscamos las lecciones que dejó la Primera Guerra Mundial para nuestro mundo, las encontramos no en la Europa contemporánea, sino en el Oriente Medio, en las fronteras de India y Pakistán, y en las tóxicas relaciones entre una China creciente y sus vecinos. Existen las posibilidades de un error de cálculo letal en todos estos casos a pesar de que las ideologías del militarismo y del imperialismo son, afortunadamente, mucho menos prevalentes de lo que fueron hace un siglo. Hoy en día, los Estados poderosos aceptan la idea de que la paz es más conducente a la prosperidad que los botines ilusorios que deja la guerra. Sin embargo, esto no significa, por desgracia, que el Occidente es inmune a los fallos de sus élites. Por el contrario, vive con ellos. Pero sus fracasos son de una paz mal administrada, no la guerra.

Aquí hay tres fallas visibles.

En primer lugar, las élites económicas, financieras, intelectuales y políticas no comprendieron las consecuencias de la liberalización financiera en general. Arrulladas por fantasías de mercados financieros auto-estabilizantes, no solo permitieron, sino que estimularon una apuesta enorme y, para el sector financiero, sumamente rentable, por la expansión de la deuda. La élite diseñadora de políticas no valoró los incentivos que operaban y, sobre todo, los riesgos de un colapso sistémico. Cuando sucedieron, los frutos de esa ruptura fueron desastrosos en varias dimensiones: las economías se derrumbaron, el desempleo saltó y la deuda pública explotó. La élite hacedora de políticas públicas fue desacreditada por su fracaso en la prevención de desastres. La élite financiera fue desacreditada al necesitar ser rescatada. La élite política fue desacreditada por su voluntad de financiar el rescate. La élite intelectual (los economistas) fue desacreditada por no prever la crisis o ponerse de acuerdo con respecto a lo que debía hacerse cuando sucedió. El rescate era necesario. Pero la creencia de que las clases poderosas sacrificaron a los contribuyentes para ayudar los intereses de los culpables es correcta.

En segundo lugar, en las últimas tres décadas hemos visto el surgimiento de una élite económica y financiera global. Sus miembros se han separado cada vez más de los países que los vieron surgir. En el proceso, el pegamento que une a toda democracia (la noción de ciudadanía) se ha debilitado. La estrecha distribución de los beneficios del crecimiento económico aumenta en gran medida ese fenómeno. Esto, entonces, es cada vez más una plutocracia. Un cierto grado de la plutocracia es inevitable en las democracias construidas, como debe ser, sobre una economía de mercado. Pero siempre es una cuestión de grados. Si el pueblo ve su élite económica tan ricamente recompensada por un desempeño mediocre e interesada solo en sí misma, y esperando el rescate cuando las cosas le salen mal, los lazos se cortan. Podríamos encontrarnos justamente en el comienzo de esta decadencia a largo plazo.

En tercer lugar, al crear el euro, los europeos llevaron su proyecto más allá de lo práctico a algo mucho más importante para la gente: el destino de su dinero. Nada era más probable que las fricciones entre los europeos sobre cómo su dinero se estaba gestionando de manera adecuada o inadecuada. La probablemente inevitable crisis financiera ha dado ahora lugar a una serie de problemas aún no resueltos. Las dificultades económicas de las economías afectadas por la crisis son evidentes: grandes recesiones, una extraordinariamente alta tasa de desempleo, la emigración masiva y el sobreendeudamiento pesado. Todo esto es del saber general. Sin embargo, es el desorden constitucional de la Eurozona lo que menos se resalta. Dentro de la Eurozona, el poder se concentra en manos de los gobiernos de los países acreedores, principalmente Alemania, y de un trío de las burocracias no electas: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Los pueblos de los países afectados negativamente no tienen ninguna influencia sobre ellos, y tampoco la tienen sus representantes políticos. Este divorcio entre la responsabilidad y el poder afecta directamente el seno de cualquier noción de gobernabilidad democrática. La crisis de la Eurozona no es solo económica. También es constitucional.

Ninguna de estas fallas coincide en modo alguno con las locuras de 1914. Pero son lo suficientemente grandes como para provocar dudas acerca de nuestras élites. El resultado es el nacimiento de un populismo iracundo por todo Occidente, sobre todo el populismo xenófobo de la derecha. Si las élites continúan decepcionando, veremos el surgimiento del populismo rabioso. Las élites tienen que hacer un mejor trabajo. Si no lo hacen, la rabia podría abrumarnos a todos. Lampadia




La economía global mejora y nos trae oportunidades

La economía global mejora y nos trae oportunidades

La economía mundial está disfrutando de una “recuperación sincronizada” según Martin Wolf, del Financial Times. El resultado de la economía mundial en 2017 fue significativamente mejor que el año anterior. Según las previsiones del Banco Mundial, es probable que el crecimiento económico mundial alcance el 3.6 % en 2017, ya que las economías de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón mostraron claros signos de mejora en el tercer trimestre con una tasa de crecimiento del 2.5 %, 2 % y casi 2 %, respectivamente.

Impulsado por la recuperación económica de los países desarrollados, el comercio y la inversión mundial han entrado en una nueva fase y la Organización Mundial del Comercio espera que la tasa de crecimiento del comercio mundial alcance el 3.2 % en 2017.

Pero aun cuando la economía mundial muestra todos los signos de una recuperación, la antiglobalización y el proteccionismo comercial siguen siendo las dos principales amenazas que causan gran preocupación y tienen el potencial de dañar el desarrollo de la economía y el comercio mundiales.

Por otro lado, una visión un poco optimista de Wolf afirma que: “Uno podría tener esperanzas de que, a medida que la economía mundial se recupere y que el optimismo acerca del futuro se arraigue, la destemplanza de la política en tantos países comience a sanar. Esto también podría comenzar a restablecer la confianza en las élites políticas y económicas. Eso podría hacer que la política fuera menos belicosa y más consensuada. También podría alejar el debate de los extremos más salvajes del populismo.”

El mayor crecimiento económico global es, sin embargo, una oportunidad para los países emergentes y en desarrollo, que actualmente están sufriendo por una desaceleración en la tasa potencial de crecimiento, principalmente debido a un debilitamiento en el crecimiento de la productividad.

Ya hemos comentado (En busca del tiempo perdido – ¡Ahora!) la tragedia que significa para el Perú, estar perdiendo estos años tan propicios para afirmar un desarrollo integral y sostenible. El siguiente artículo de Wolf debe ayudarnos a rteaccionar. No podemos seguir en esta suerte de inercia mazamorrera. Lampadia

Aunque la política no ayuda, la economía mundial mejora

Aun así continúa siendo vulnerable a las crisis financieras, a los choques inflacionarios y a la guerra

Martin Wolf
Financial Times
9 de enero, 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

Con el inicio de 2018, el mundo presenta un contraste entre su deprimente política y la mejora de la economía. ¿Es probable que esta divergencia se mantenga indefinidamente? ¿O es probable que la una abrume a la otra? Y, de ser así, ¿la mala política arruinará la economía o una buena economía curará la mala política?

Podemos identificar varias amenazas al orden político global cooperativo. La presidencia de Donald Trump, un nacionalista belicoso con limitado compromiso con las normas de la democracia liberal, pone en peligro la coherencia de Occidente. El autoritarismo está resurgiendo y la confianza en las instituciones democráticas disminuye en casi todas partes. Mientras tanto, gestionar un mundo interdependiente exige la cooperación entre los países poderosos, en particular EEUU y China. Lo peor de todo es que los riesgos de un conflicto abierto entre estas dos superpotencias son reales.

Y, sin embargo, la economía mundial hierve, al menos comparado con los estándares de la última década. Según las previsiones de consenso, el optimismo sobre las perspectivas de crecimiento de este año ha mejorado sustancialmente para EE.UU., para la eurozona, para Japón y para Rusia. El consenso también pronostica un crecimiento global, de 3,2% el próximo año (a precios de mercado), levemente por encima de la elevada tasas de 2017.

El economista Gavyn Davies es aún más optimista. Según su opinión, el consenso todavía está rezagado en relación con los números trimestrales excepcionalmente sólidos identificados en los nowcasts (pronósticos a corto plazo). Él anticipa revisiones al alza de los pronósticos. E incluso argumenta que la actividad mundial actualmente está creciendo a una tasa anualizada de alrededor del 5% (medida a paridad del poder adquisitivo, lo cual eleva las tasas del crecimiento mundial en cerca de medio punto porcentual por encima de la expansión a precios de mercado).

Esto también representaría más de un punto porcentual por encima del crecimiento tendencial. En vista de ello, esta tasa es insostenible. Una respuesta optimista podría ser que los pronosticadores subestimaron la tendencia. Más importante aún, la inversión está desempeñando un destacado papel en la generación de una demanda más fuerte, particularmente en la eurozona. A su vez, una demanda más fuerte impulsa una mayor inversión. En la segunda mitad de 2017, señala el Davies, la inversión en EE.UU., en la eurozona y en Japón aumentó a tasas reales anualizadas trimestrales de entre 8% y 10%, un resultado mucho mejor a lo observado desde 2010. Definitivamente es concebible un círculo virtuoso de crecimiento rápido que impulse un crecimiento potencial más rápido.

Si esta tasa de crecimiento resulta insostenible, la pregunta es si llegará a su fin sin problemas o con contratiempos. Los riesgos de los contratiempos son importantes, dados los elevados niveles de deuda y los altos precios de los activos, especialmente el de las acciones estadounidenses.

Mientras tanto, felizmente, la inflación continúa siendo moderada, y las tasas de interés reales y nominales bajas. Por el momento, estas últimas condiciones hacen que la deuda sea más soportable y que los elevados precios de los activos sean más razonables. Sin embargo, la interrupción podría fácilmente llegar, quizá por una inflación más elevada o por dudas acerca de la solvencia de los grandes deudores. También podría surgir del colapso de los precios de los activos sobrevalorados o de la agitación en los sobrecargados mercados de deuda. Si las economías comenzaran a desacelerarse sustancialmente, el margen para maniobrar en asuntos de política monetaria o fiscal de los países de altos ingresos parecería pequeño.

Sin embargo, tal como lo argumenté hace un año, estas disrupciones económicas tan grandes son eventos raros. Sorprendentemente, la economía mundial ha crecido cada año desde principios de la década de 1950. Además, se ha expandido por menos del 2% (medido a paridad del poder adquisitivo) durante sólo cinco años desde entonces: 1975, 1981, 1982, 1991 y 2009.

¿Qué ha creado desaceleraciones agudas (y generalmente inesperadas)? La respuesta es: las crisis financieras, los shocks inflacionarios y las guerras. La guerra es el mayor riesgo político para la economía. A principios del siglo XX, pocos europeos se imaginaban la devastación económica y social que les esperaba en el futuro. Una guerra nuclear podría ser dos órdenes de magnitud más destructiva.

Las guerras entre los productores de petróleo también han sido extremadamente disruptivas: consideremos las dos crisis petroleras de la década de 1970. Una guerra entre Irán y Arabia Saudita podría ser realmente devastadora. La política, y por lo tanto las políticas, también desempeñan un papel dominante en la generación de inflación y de los consiguientes shocks de desinflación. La política también impulsa el proteccionismo y la liberalización financiera irresponsable. En general, los riesgos de las políticas disruptivas podrían ser mayores actualmente de lo que han sido en décadas.

La política también moldea las políticas a más largo plazo que determinan el desempeño de las economías. Sabemos que las políticas a menudo están lejos de ser todo lo favorables al crecimiento compartido y sostenible que podrían serlo. Ni la idea de la derecha de que lo único necesario es reducir los impuestos y las regulaciones, ni la opinión de la izquierda de que un Estado más intervencionista resolvería todo tiene sentido. Reavivar el dinamismo representa un desafío.

Sin embargo, también es posible tener una perspectiva más optimista. La mala política de hoy en día es el resultado, en gran parte, de la mala economía del pasado, particularmente del malestar de la poscrisis en los países de altos ingresos y del impacto del colapso subsiguiente del precio de las materias primas en numerosos países emergentes y en desarrollo. Uno podría tener esperanzas de que, a medida que la economía mundial se recupere y que el optimismo acerca del futuro se arraigue, la destemplanza de la política en tantos países comience a sanar. Esto también podría comenzar a restablecer la confianza en las élites políticas y económicas. Eso podría hacer que la política fuera menos belicosa y más consensuada. También podría alejar el debate de los extremos más salvajes del populismo.

Por algún tiempo, entonces, la economía y la política pueden ir por caminos separados. Sin embargo, a largo plazo las preguntas deben ser si la economía fracasará por sí sola, si la política terminará arruinando a la economía o, si la economía curará a la política. Esperemos que la respuesta sea la última. Ésa es una opción por la que vale la pena luchar. Lampadia




La política británica al borde del abismo

El populismo ha sido una de las mayores plagas de la política latinoamericana durante casi cien años. En Lampadia lo hemos calificado como ‘una alianza entre la mentira y la esperanza’. La mentira, porque el político populista sabe que no va a cumplir con lo que ofrece, solo lo hace para conseguir votos de los más necesitados y carentes de alternativas. La esperanza, porque resulta ser como el último pedazo de madera del cual uno se puede agarrar en medio del mar, después de haber llegado a creer que ya nada puede darle algo que lo ayude a mejorar su situación.

Pero, lamentablemente, esta tendencia populista está propagándose por todo el mundo. En el Reino Unido, donde los populistas lograron el voto por el Brexit, el resultado marca un cambio dramático, que parece haberlos llevado a perder perspectiva y dejar que procesos como la migración y la pérdida de competitividad con EEUU y China los lleven a una crisis de identidad y a malograr sus políticas públicas con una retórica digna de falsos paradigmas políticos.

Las consecuencias a corto plazo ya se están viendo: La incertidumbre sobre los futuros acuerdos comerciales ya ha reducido la confianza en la libra esterlina, lo que vuelve menos atractivas las inversiones. El Banco de Inglaterra llamó al Brexit “el mayor riesgo para la estabilidad financiera nacional”.

Los efectos a largo plazo son más controvertidos, aunque la mayoría de los economistas consideran que también serán negativos. Económicamente es un problema grave que llega en un mal momento para Europa. Según Martin Wolf (compartimos su artículo líneas abajo) “Las ‘Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional’ pronostican un crecimiento para la economía del Reino Unido este año y el próximo, de 1.7% y 1.5% respectivamente, lo que lo situaría cerca de la parte inferior del ranking de la UE. En 2018, solo Italia estaría (marginalmente) por debajo. Sin embargo, esta desaceleración no es tan preocupante como las deficiencias económicas a más largo plazo, como lo demuestra el informe provisional de la Comisión de Justicia Económica del Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, con sede en Londres.”

Uno de los grandes problemas es que, como afirmó Wolf la polarización entre ‘perdedores’ y élites, duró mucho tiempo,  “los proyectos de la elite de derecha han sido bajar las tasas marginales de impuestos, inmigración liberal, globalización, cortar costosos ‘programas de ayuda social’, mercados laborales desregulados y buscar la maximización del valor para el accionista. (…) En el proceso, las élites se han desprendido de las lealtades y preocupaciones nacionales, formando en su lugar una súper-elite global. No es difícil ver por qué la gente común, en particular hombres nativos, se sienten alienados. Son perdedores, al menos relativamente; no comparten por igual las ganancias. Se sienten usados y abusados. Después de la crisis financiera y la lenta recuperación en los niveles de vida, ven a las elites como incompetentes y depredadoras. La sorpresa no es que muchos estén enojados, sino que no lo estén todos.”

Y es que, efectivamente, en los países ricos, desde la crisis del 2008/9, se descuidó a los segmentos de población que vieron debilitada su situación económica. Esto originó que estos países importen el populismo como base del nuevo discurso político, ocultando que buena parte de los impactos en la desigualdad se debían a los impactos de la ‘Cuarta Revolución Industrial’, que ha generado una inmensa ola de automatización y debilitamiento de los empleos tradicionales. Ver en Lampadia: Porqué el populismo le está ganando a los liberales.

Tomemos lo que está sucediendo en el Reino Unido como una señal de alarma para nosotros. Ahora, más que nunca, es muy importante que los países emergentes como el Perú, tomen una posición anti populismo y reafirmen su opción por un mundo más globalizado y una economía abierta, destacando la importancia del comercio internacional para nuestro desarrollo económico y para beneficio e inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado. Lampadia

Un Brexit herido podría naufragar la economía británica

Es absurdo sugerir que el RU podría soportar el impacto de menor acceso a los mercados

Martin Wolf
Financial Times
17 de noviembre, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

 

Los compradores en Petticoat Lane de Londres buscan mejores ofertas. Inner London es la región más rica de Europa, sin embargo, la economía del Reino Unido es una de las más divididas regionalmente, con una desigualdad en aumento © Bloomberg

La política británica está cerca del abismo. El país se ha embarcado en la separación de la UE con una primer ministra sin autoridad, y un gobierno sin unidad. Sería bueno si la economía del Reino Unido estuviera saludable. Desafortunadamente, sufre de profundas debilidades. Es probable que el Brexit muestre estos problemas con mayor claridad.

El desempeño económico de corto plazo del RU es decepcionante. Las ‘Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional’ pronostican un crecimiento para la economía del RU este año y el próximo de 1.7 % y 1.5 % respectivamente, lo que lo situaría cerca de la parte inferior del ranking de la UE. En 2018, solo Italia estaría (marginalmente) por debajo. Sin embargo, esta desaceleración no es tan preocupante como las deficiencias económicas a más largo plazo, como lo demuestra el informe provisional de la Comisión de Justicia Económica del Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, con sede en Londres.

Entonces, ¿cuáles son las debilidades?

Las secuelas de la crisis financiera han sido devastadoras. A pesar de las ventajas de un tipo de cambio flexible y autonomía monetaria y fiscal, la recuperación ha sido la más débil desde la segunda guerra mundial. Los ingresos medios reales disponibles de los hogares son solo 5% más altos que en 2007. Nuevamente, entre 2007 y 2016, los salarios reales crecieron 10.6% en Alemania y 6.4% en promedio en los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Pero, en el Reino Unido, cayeron un 2.6%. Solo Grecia, México y Portugal tuvieron un peor desempeño en los salarios reales.

También se ha abierto una brecha generacional significativa. Quienes tenían entre 22 y 39 años experimentaron una caída del 10% en las ingresos reales entre 2007 y 2017. También fueron particularmente afectados por el aumento en los precios promedio de las viviendas de 3.6 veces el promedio anual de ingresos de hace 20 años a 7.6 veces en la actualidad. No es de sorprender que la proporción de personas de 25 a 34 años que obtuvieron una hipoteca haya caído bruscamente, del 53 % al 35 %.

La economía del Reino Unido sigue siendo la más dividida regionalmente, de Europa. Inner London es la región más rica de Europa. Las otras regiones (aparte del resto de Londres y el sureste) son mucho más pobres, sin embargo, cabe señalar que Francia, Italia y España tienen regiones más pobres que las más pobres del Reino Unido. Además, el PBI per cápita solo ha recuperado los niveles previos a la crisis en Londres y el sureste.                                                                         

Además, si bien el historial de empleo del Reino Unido ha sido bueno, el empleo a tiempo parcial es relativamente alto y varios empleos de categorías ‘inseguras’ han aumentado considerablemente. En 2016, por ejemplo, el 2.8 % de todas las personas en el empleo tenían contratos de cero horas, comparado con el 0.6 % en 2007. Debe ser difícil para las personas que trabajan bajo tales contratos tener mucho control sobre sus vidas.

El nivel de desigualdad del Reino Unido se encuentra entre los más altos de Europa. Si bien la desigualdad general no ha aumentado mucho en las últimas décadas (a diferencia de EEUU), los salarios máximos se dispararon al alza: hace 30 años, a los directores generales de la empresa se les pagaba unas 20 veces el salario del trabajador medio. Ahora es aproximadamente 150 veces. La gente podría preguntarse, dado el desempeño del Reino Unido, qué han hecho estos líderes empresariales para justificar esos enormes incrementos.

También podrían señalarse que la productividad promedio, por horas trabajadas, del Reino Unido, se encuentra entre las más bajas entre los países de altos ingresos y, lo que es peor, la productividad se ha estancado desde la crisis. En ambas medidas, el rendimiento es bastante similar al de Italia. Este rendimiento extremo de la productividad refleja en parte la cola enormemente larga (y creciente) de los de bajo rendimiento.

Por último, pero no menos importante, en esta lista de debilidades, la inversión en el Reino Unido es excepcionalmente débil según los estándares de países comparables y ha tendido a caer como una parte del PBI durante tres décadas. El gasto en investigación y desarrollo también es relativamente débil. Esto, según algunos, refleja incentivos perversos, que recompensan a la administración por la medida en que elevan los precios de las acciones en el corto plazo, en lugar de determinar si mejoran el desempeño a largo plazo de las empresas.

Esta no es una economía vigorosa y saludable que pueda soportar el impacto de un acceso sustancialmente menor a sus mercados más importantes. Es absurdo sugerir lo contrario. El desprecio que muchos políticos de la derecha parecen sentir por los pares europeos del Reino Unido es particularmente inapropiado. Las políticas destinadas a mejorar el desempeño económico en todos los ámbitos son esenciales, sobre todo porque la decepción económica debe haber sido uno de los motivos de la votación del Brexit. Sin embargo, es probable que el impacto del Brexit, combinado con las debilidades subyacentes del Reino Unido, provoque una decepción aún más grave.

El Reino Unido se ha embarcado en un viaje arriesgado en un barco con coladeras. Cuidado con el naufragioLampadia

 




Los trenes de China avanzan en el mundo

China profundiza su liderazgo geopolítico global, asume la defensa del comercio internacional e impulsa las inversiones en infraestructuras, con especial interés en redes ferrocarrileras. Este camino se está pavimentado con el retiro del EEUU de Trump, en varios aspectos que marcaban su presencia y poderío.


Fuente: alg24.net

A principios de este año, una locomotora, jalando vagones cargados de manufacturas chinas, partió a principios de Yiwu en la provincia de Zhejiang, y unos 18 días y siete países más tarde llegó a un depósito de mercancías a casi 7,500 millas de distancia en el extremo este de Londres.

China ha tomado la iniciativa de desarrollar de ‘Un cinturón, Un camino’, que es considerado como el más importante proyecto de infraestructura del siglo XXI. La Ruta de la Seda marítima moderna es el principal proyecto del actual presidente chino, Xi Jinping. China lanzó este proyecto en 2013.

El Perú tuvo la oportunidad de aprovechar uno de estos proyectos; pero, lamentablemente, el gobierno de PPK, con el liderazgo del Vice-Presidente, Martín Vizcarra, desechó el proyecto de mala forma, afirmando que al Perú no le gustaba pues tenía impactos ambientales altos, no había carga de regreso y era muy caro.

Todo falso, pues el corte de la selva (frontera con Brasil – Pucalpa) era muy corto y luego avanzaba hacia el norte por la carretera Marginal; la economía del transporte de soya (por su inmenso volumen), no pide carga de regreso, aunque sí la había con los fosfatos de Bayovar; y el Perú no tendría que asumir costos, pues se trataba de una inversión privada china.

Vizcarra se apuró a hablar de un costo para el Perú de US$ 60,000 millones y que con ese dinero se podrían hacer muchas cosas: “En realidad ese proyecto interesa más a Brasil para exportar sus productos agrícolas, y a China, pero el Perú sólo sería el paso”.

Nuestra información se confirmó pocas semanas después en boca del Consejero Político de la Embajada de China en el Perú, Zhang Yanhui. Veamos:

El 8 de noviembre se desarrolló en el hotel Atton de San Isidro el llamado SinoLatam Forum. Sobre el tema “Una alianza estratégica para el desarrollo”, participaron el Ministro de Energía y Minas, Gonzalo Tamayo, la Viceministra de Transportes, Fiorella Molinelli, José Tam, Presidente de la Cámara de Comercio Peruano China, y José Sam, Presidente de SinoLATAM y Samcorp.

Cuando el moderador, Jaime de Althaus, le preguntó a la Viceministra por qué el gobierno peruano había desechado la propuesta china de un ferrocarril transoceánico, ella respondió que el costo de tal ferrocarril era muy alto y que para el Perú representaría un desembolso de US$ 35,000 millones, inabordable, y que, frente a eso, la opción de que el tren pase por Bolivia y salga por el sur le costaría a nuestro país solo US$ 2,000 millones.

Preguntado José Sam si el tren por el centro norte le costaría al Perú o no, explicó que los estudios habían sido ya hechos por el gobierno chino y entendía que la parte peruana del ferrocarril no iría por cuenta del gobierno del Perú.

En ese momento solicitó el uso de la palabra el Consejero Político de la Embajada de China en el Perú, que se hallaba entre el público. Se disculpó por intervenir pero, dijo, tenía que aclarar algunos temas. Comenzó señalando que, a su juicio, se había producido un problema de comunicación entre los gobiernos de  Perú y China, porque aparentemente el gobierno peruano no había entendido bien la naturaleza de la propuesta china. Esta consistía en un acuerdo tripartito entre Brasil, Perú y China para construir el ferrocarril por el centro – norte del Perú, pero que eso no le costaría al presupuesto de la República del Perú. La idea era que se forme una empresa que sería la que desarrolle el proyecto y gestione el tren, y que esa empresa buscaría financiamiento en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (al que el Perú, dicho sea de paso, ya postuló para ser miembro) y en otros bancos, y que el costo de la inversión se pagaría con los rendimientos de la operación del tren, agregando que quizá habría que incluir el impacto de alguna operación minera para ayudar a la recuperación de la inversión.

Efectivamente, en las leyes 29207 del 19 de marzo del 2008 y 29613 del 8 de noviembre del 2010 establecen que el 100% del financiamiento del proyecto correría por cuenta del futuro concesionario:

“La elaboración de los estudios técnicos, la construcción de la obra, la operación y el mantenimiento del Proyecto Geopolítico Bioceánico Perú-Brasil Ferrovía Interoceánica Salaverry-Leoncio Prado-Frontera Perú-Brasil (Ferripeb), así como los gastos que ocasionen la adquisición o expropiación de los predios necesarios para la ejecución de las obras referidas en el artículo 1o serán asumidos íntegramente por el inversionista privado que resulte favorecido con el otorgamiento de la concesión, sin necesidad de ningún cofinanciamiento por parte del Estado ni el otorgamiento de garantías o avales del Estado ni cualquier otra forma de obligación que implique el compromiso de recursos públicos”.

Patético, ¿no? Nadie reaccionó a nuestras publicaciones sobre el tren, parece que entonces el país estaba obnubilado por la supuesta magia del gobierno de ‘lujo’.

Ver en Lampadia: Entre tren y tren se va, se va… el tren y El Perú desecha tren China-Brasil-Perú.

En Lampadia nos parece increíble que el gobierno peruano haya descartado el proyecto ferrocarrilero para luego apoyar a Evo Morales en un proyecto irrealizable, en el cual si tendríamos que invertir.

Ahora, meses después, el Financial Times (en un artículo traducido y compartido líneas abajo) describe el proyecto de las rutas de trenes de China, afirmando “[El tren hasta Londres] está ofreciendo un servicio mucho más rápido que el de por mar y mucho más económico que el de por vía aérea. Otras rutas similares se abrieron hace tiempo a ciudades continentales como Hamburgo y Madrid. (…) Lo importante es el impacto psicológico: una red de enlaces ferroviarios reduce la distancia entre Asia y Europa. Y en eso reside el gran diseño del mandatario chino Xi Jinping. El presidente quiere acabar con las fronteras entre los dos continentes y acercar a las ricas naciones de Europa a China.”


Fuente: alg24.net

No sabemos si a estas alturas el proyecto es rescatable, pero lo que sí sabemos es que no podemos seguir dejándonos llevar por funcionarios improvisados como Martín Vizcarra, que en el ministerio de Transportes y Comunicaciones fue incapaz de destrabar un solo proyecto y solo enredó las cosas, haciéndonos perder un añoLampadia

Tren hacia Occidente proclama la ambición global de China

Mientras Beijing avanza hacia el oeste, el ‘siglo del Atlántico’ le cede el paso a un nuevo ‘siglo eurasiático’.

Por Philip Stephens
Financial Times
19 de julio, 2017

Traducido y glosado por Lampadia​

Entre los eventos sobre los cuales se ha difundido poca información este año se encuentra la apertura de una nueva ruta de transporte de mercancías por ferrocarril. Una locomotora, jalando de vagones cargados de manufacturas chinas, partió a principios de enero de Yiwu en la provincia de Zhejiang. Unos 18 días y siete países más tarde llegó a un depósito de mercancías a casi 7,500 millas de distancia en el extremo este de Londres. Todavía está por determinarse la economía de ésta, la más reciente reencarnación de las antiguas rutas de la seda. Pero eso no viene al caso. El viaje fue, por encima de todo, una declaración de la intención geopolítica de China.

En realidad, se necesitaron numerosos trenes para completar el viaje. Se tuvieron que cambiar los contenedores de carga en varios puntos para ajustarse a los diferentes anchos de la vía del ferrocarril, y luego nuevamente para recorrer el último tramo a través del túnel del Canal. No está claro cuán frecuentemente correrán los trenes, aunque el operador asegura que está ofreciendo un servicio mucho más rápido que el de por mar y mucho más económico que el de por vía aérea. Una vez al mes parece ser el primer objetivo. Otras rutas similares se abrieron hace tiempo a ciudades continentales como Hamburgo y Madrid. Londres, sin embargo, representa un premio.

Es poco probable que los trenes, siguiendo la antigua ruta de seda por Asia central, Rusia, Bielorrusia y Polonia, hasta Europa occidental, tengan un efecto decisivo en los patrones comerciales actuales. Lo importante es el impacto psicológico: una red de enlaces ferroviarios reduce la distancia entre Asia y Europa. Y en eso reside el gran diseño del mandatario chino Xi Jinping. El presidente quiere acabar con las fronteras entre los dos continentes y acercar a la China, las ricas naciones de Europa.

Existe una expresión entre los involucrados en política exterior que designa al siglo XX como el ‘siglo del Atlántico’. El siglo XXI, continúa la creencia popular, pertenecerá al Pacífico. El siglo pasado vio la riqueza y el poder concentrados entre los Estados litorales del Atlántico norte a medida que Europa y EEUU se acercaba a través del océano. Pero la prosperidad y el poder se han trasladado al este y al sur. La frase ‘siglo del Pacífico’ parece capturar el ascenso de China.

Las tensiones [en el Mar de China] malinterpretan la ambición organizadora de Beijing, que está enfocando su mirada hacia el occidente más que hacia el oriente. La gran jugada de Xi está envuelta en su idea de “Un Cinturón, Una Ruta”, la recreación de las rutas marítimas y terrestres de una era anterior a la globalización. Cuando China mira hacia el futuro, imagina una era en la que la gran masa terrestre de Eurasia se convertirá en el punto de apoyo vital del poder global. ¿Y adivina quién será la pieza fundamental de Eurasia?

Zbigniew Brzezinski, el ex asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, quien hasta su muerte este año fue el pensador estratégico más perspicaz de Washington, ya hace tiempo había comprendido el significado de lo que él llamaba el “supercontinente axial”. Escribió alrededor de 1997: “Una potencia que dominara a Eurasia ejercería una decisiva influencia sobre dos de las tres regiones económicamente más productivas del mundo, Europa occidental y Asia oriental. Lo que suceda con la distribución del poder sobre la masa eurasiática será de importancia decisiva para la primacía global y para el legado histórico estadounidenses”.

Es fácil ver por qué Brzezinski estaba preocupado. Eurasia representa más de un tercio de la masa terrestre del mundo y alrededor del 70 % de la población global. La región alberga una gran parte de la energía del mundo y otros recursos naturales. Beijing quiere nuevos canales de inversión para expandir su presencia en Europa.Algunos de estos emprendimientos tienen más éxito que otros. Y Beijing no puede esperar salirse siempre con la suya.

Pero el conjunto equivale a más que la suma de las partes. “Un Cinturón, Una Ruta” es el camino de China hacia la primacía eurasiática. Y los dioses parecen estar velando por el líder chino. El aislamiento beligerante que hace las veces de política exterior en la Casa Blanca del presidente Donald Trump le da carta blanca a Beijing.

La preocupación de Brzezinski era que, sin una estrategia para promover sus propios intereses a través del equilibrio de alianzas, EEUU cedería su poder en Eurasia a otros y, con el paso del tiempo, terminaría siendo una gran potencia, varada en su propio hemisferio. Tales cálculos geopolíticos no ocupan un lugar preponderante en la Casa Blanca de Trump. Beijing apenas puede creer en su suerte. Conforme EEUU se retira, China deja sentir su presencia. Repentinamente, el ‘siglo eurasiático’ comienza a ser plausibleLampadia