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#YoMeQuedoEnCasa. Pero… ¿y si no tengo casa?

#YoMeQuedoEnCasa. Pero… ¿y si no tengo casa?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 8 de mayo de 2020
Para Lampadia

Nunca había visto al mundo en cuarentena. Me refiero al mundo de los seres humanos. Hago la aclaración porque en el agro las cuarentenas son muy comunes. Efectivamente, las cuarentenas agropecuarias se realizan en estaciones cuarentenarias – invernaderos o establos – donde las plantas o animales vivos permanecen confinados durante un tiempo, para ser observados y controlados respecto de ciertas plagas o enfermedades exóticas, que no queremos introducir al país.

Ahora bien, al contrario de las cuarentenas agropecuarias, la cuarentena humana que estamos viviendo la estamos haciendo cada uno en nuestras casas. De allí el famoso hashtag #YoMeQuedoEnCasa. Bueno pues, eso que parece razonable y sencillo para muchos, no lo es para cerca de 10 millones de peruanos (1´600,000 familias) que – literalmente – podrían retrucar #YoNoTengoCasa.

Antes de la pandemia, pocos hablaban del tema. Sobre todo, las autoridades gubernamentales. Entonces uno se pregunta ¿Para qué tenemos Ministerio de Vivienda? ¿O de Desarrollo e Inclusión Social? ¿Para qué sirve el Ministerio de Justicia? Incluso ¿para qué tenemos 1,800 Municipalidades Distritales en todo el país? ¿No se suponía que los alcaldes son las autoridades más cercanas a la población? Realmente, muchos ministerios y municipios – y otras tantas instituciones estatales – están por las puras. No hacen nada útil… excepto clientelismo político. ¡Para eso si son buenas!

En fin… lo real y concreto es que muchos compatriotas viven en sucuchos hechos con esteras o pedazos de cartón y plásticos usados. Incluso hay muchos que ni siquiera tienen eso… y viven en las calles. Y si se tratara de agua y desagüe – ¿de qué nos hablan? – preguntaría esa pobre gente. Entonces – con 1´600,000 familias peruanas sin casa – ¡cómo esperar que la cuarentena tuviera éxito! ¿Cómo van a quedarse en casa?… ¡si no tienen casa!

Hasta aquí… la cruda y dura realidad. Pero ¿qué hacer? ¿Cómo corregir esta brutal injusticia? A ver… ¿no será que el tema de las invasiones y tráfico de terrenos tenga mucho que ver en el asunto? Y a ese respecto ¿acaso no hay alcaldes y regidores municipales involucrados? ¡Claro que sí… y muchos! En realidad, muy pocos alcaldes – en todo el país – están limpios. Sobre todo, en el ámbito de los distritos.

Entonces, si tenemos identificados a los cabecillas ¿por qué no les cortamos la mamadera? He ahí el detalle. Muchos funcionarios del Estado – del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, y del Poder Judicial – son también parte de estas mafias. Ellos – coludidos con avezados maleantes – son los que propician las invasiones y el tráfico de terrenos. ¡He ahí el problema!

Por eso, no queda otra que empoderar a la ciudadanía para luchar frontalmente contra la corrupción en el Estado. Claro que hay muy buenos funcionarios públicos en el país. Pero arriba – bien arriba – el Estado está dominado por la corrupción. Entonces es utópico esperar que la corrupción se combata a sí misma. La ciudadanía empoderada, incluida cierta prensa responsable y objetiva, somos los llamados a luchar contra la corrupción con decisión y valentía. ¡No hay forma!

El gran objetivo debiera ser quitarle a los Municipios Distritales la competencia de otorgar títulos de propiedad a los invasores de terrenos. ¡Ahí está la madre del cordero! Y crear una autoridad nacional autónoma – especializada en la materia – que se encargue de otorgar títulos; y de llevar a cabo un programa masivo de construcción de urbanizaciones populares en todo el país – con todos los servicios básicos bien puestos – y que prohíba y sancione drásticamente a los cabecillas de las mafias de las invasiones y tráfico de terrenos.

Por otro lado, el Gobierno debería fomentar la competencia en el sector financiero – a nivel internacional – para reducir las tasas de interés hipotecarias. Y alargar los plazos de dichos préstamos. ¡Ese debiera ser el otro gran desafío!

La idea es dignificar – y masificar – la vivienda en el país. ¡No a los sucuchos de cartón y plásticos usados! Es cuestión de justicia elemental. Lampadia




Los asesinos de la familia

Los asesinos de la familia

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 6 de setiembre de 2019
Para Lampadia

Muchas familias peruanas se están deshaciendo. Con sólo decir que el delito más denunciado en las comisarías de nuestro país es “Violencia Familiar”. O sea… el padre le pega a la madre. O peor aún. El esposo mata a la esposa. ¿Cuántos titulares como “mujer fue asesinada por su esposo” ocupan las primeras planas de nuestros periódicos? Los feminicidios se han convertido en una rutina macabra.

Pero los niños también figuran entre las víctimas. Y no sólo por agresiones físicas o psicológicas, que de por sí son terribles. ¡Sino – incluso – por violaciones! Muchos hogares peruanos se han convertido en espacios muy inseguros para nuestros niños. La cantidad de embarazos adolescentes perpetrados dentro de los hogares, lo dice todo.

Con todas sus desventajas, las familias peruanas están luchando por la vida. Realmente, están hecha pedazos. Muchas se han desintegrado completamente. ¡Una lástima!

La pregunta es ¿cómo vamos a salir de esta crisis? Pues con valores. Y – yo agregaría – con castigos severos, también. Además, para recuperar y realzar el valor de las familias debemos inspirarnos en la canción oficial de los extraordinarios Juegos Panamericanos Lima 2019… “Jugamos Todos”.

Efectivamente, estamos ante un desafío colectivo. En el tema de la familia “Jugamos Todos”. Sería absurdo atribuirle al Estado la responsabilidad de solucionar la crisis de las familias en nuestro país. Obviamente, el Estado deberá jugar un rol muy importante en materia educativa y sancionadora. Pero en este caso, la gran responsabilidad recae en nosotros mismos. En pocas palabras, la responsabilidad frente a la crisis familiar recae más en la ciudadanía, que en el Estado.

Gilbert Chesterton (1874 – 1936) fue un extraordinario escritor y periodista británico. Era alto, corpulento, brillante… y mataperro como él sólo. Se convirtió al catolicismo después de haber escuchado un sermón aburridísimo en una iglesia londinense. Él contó que después del sermón, fue a la sacristía y le dijo al cura algo así como “si la Iglesia Católica ha sobrevivido 2,000 años con sermones tan malos como el suyo, entonces es la Iglesia verdadera”. Y se bautizó.

Bromas aparte, el genial Chesterton acuñó la expresión del titular de este artículo: Los asesinos de las familias. A pesar de no haber tenido hijos, Chesterton fue un gran defensor de la familia. Su frase maestra fue: los que atacan a la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen.

A ese respecto pongamos los puntos sobre las íes. Y al que la caiga el guante, que se lo chante. Muchos peruanos están atacando a las familias peruanas. Los feminicidas son los peores. Los esposos que agreden a las esposas, también. Los padres que maltratan a sus hijos. Esos son los asesinos de las familias.

Pero también el periodismo – cierto periodismo – está atacando a las familias. Los noticieros de televisión – y las portadas de ciertos periódicos sensacionalistas – también están atacando a nuestras familias. El hecho de propalar – casi únicamente – noticias sangrientas, de violaciones, de corrupción, u otras por el estilo, también constituyen ataques sistemáticos a nuestras familias.

Nuestros niños no merecen tanta sangre, muerte y corrupción. La ausencia de buenas noticias – que las hay… y en abundancia – denota que la familia es la última rueda del coche para estos asesinos de la familia. Lampadia