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Otro testimonio de filantropía orientado a los pobres

Como hemos reportado en otras ocasiones, la nueva ola de filantropía juega cada día mayores roles en cubrir las necesidades de los más pobres. A diferencia del gran impulso de los icónicos filántropos norteamericanos del desarrollo industrial de EEUU, que dedicaron parte de sus fortunas a crear universidades y centros de pensamiento (think tanks), los filántropos de la sociedad del conocimiento, como Bill Gates, Warren Buffett, Mark Zuckerberg y muchos otros, están concentrando sus esfuerzos muy lejos de sus países, en las personas más pobres y en los países más pobres, empezando en el África.

Anteriormente hemos relievado este desarrollo, al que hemos calificado como: “El circuito virtuoso del capitalismo”. Ver en Lampadia: El Circuito Virtuoso del Capitalismo.

Líneas abajo compartimos la importante nota del diario ‘mancuniano’ (Manchester, Inglaterra) The Guardian, que informa sobre una muy importante APP (asociación pública privada) del gobierno británico con la Fundación Gates:   

Para acabar con la pobreza, pongamos la ciencia en el corazón del desarrollo

La investigación y el desarrollo deben ser aprovechadas para mejorar la vida de los que tienen las mayores necesidades, dondequiera que se encuentren

Publicado en The Guardian

Por Sue Desmond-Hellmann y Nick Hurd

16 de marzo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

Científicos trabajan en una cura para la malaria en la Universidad de Cape Town en Sudáfrica, 2012. 
Fotografía: Nic Bothma / EPA

Nosotros queremos acabar con la pobreza extrema.

Si estás leyendo esto, estamos seguros de que tu también. Probablemente ya sabes del enorme progreso logrado entre 1990 y 2015, en el cual la tasa global de mortalidad de menores de cinco años, la tasa de mortalidad de la malaria y el número de personas que viven en la pobreza extrema ha sido reducida a la mitad.

Si vamos a acabar con la pobreza extrema, sin embargo, vamos a necesitar más fondos adicionales y un compromiso más profundo. Vamos a tener que poner la ciencia en el corazón del desarrollo internacional.

Es por eso que el Departamento de Desarrollo Internacional (DFID) del gobierno Británico y la Fundación Bill y Melinda Gates, han firmado un acuerdo destinado a usar la investigación, la innovación tecnológica y el intercambio de conocimiento para transformar la vida de las personas más pobres.

Creemos que la ciencia no sólo debe mejorar la vida de aquellos que pueden pagarla, sino también a los que tienen la mayor necesidad, independientemente de dónde se encuentren.

Esta inversión no es sólo altruista.

Como vimos desde el brote de Ébola, y de nuevo con Zika, muchas de las llamadas enfermedades de los pobres no sólo afectan a las personas en tierras lejanas: hacen caso omiso de la clase y el lugar, y golpean cuando estamos menos preparados.

Así que, ¿por qué no hemos logrado cubrir esta necesidad antes?

A pesar del claro racional moral y de la salud pública por la I + D, el ánimo de lucro no está tan claro. Al mercado, por sí mismo, ya le resulta bastante difícil invertir en aventuras de alto retorno y bajo riesgo, peor aún en aquellas en que el paciente es un huérfano de SIDA o una persona con tuberculosis.

La corrección de este problema en el mercado, sin embargo, ha sido un rol fundamental del Estado por generaciones. Como cualquiera que haya visto la serie de televisión ‘Longitude’  sabe, el capital filantrópico y el estado tienen que proporcionar los incentivos para desarrollar una forma de medir la longitud. La investigación financiada públicamente ayudó a crear el Internet y los microprocesadores. Esto condujo a los descubrimientos de la penicilina y anticuerpos monoclonales, que revolucionaron la medicina. Y fomentó una revolución verde que salvó a cientos de millones de personas del hambre.

En todos estos casos,  el Estado y en menor medida los filántropos, reconocieron los enormes beneficios al conjunto de la sociedad.

Hoy en día, creemos que los gobiernos y los filántropos del mundo desarrollado tienen una función similar a la hora de corregir ‘las fallas de mercado’, lo que significa que los bienes públicos más necesarios no se están desarrollando.

La Fundación Gates invierte más de £ 350 millones al año en investigación en salud global y ha invertido más de £ 370 millones en I + D agrícola desde 2008. DfID gasta más de£ 80 millones al año en investigación en salud global y más de £ 80 millones en I + D de agricultura.

Cuando juntamos los recursos podemos tener un mayor impacto.

Un ejemplo es la alianza global para medicamentos veterinarios de ganado, una asociación que hemos cofinanciado desde el año 2008. Entre sus éxitos, ha estado una red de distribución de la vacuna contra la ‘fiebre de la costa oriental’ en Kenia, Uganda, Tanzania y Malawi. Esta enfermedad es la principal causa de muerte del ganado en 11 países de África subsahariana, donde el ganado es un activo crítico. Más de 1.4 millones de dosis han sido vendidas, ahorrando aproximadamente US $ 100 millones en ganado.

La empresa de medicamentos para la malaria (MMV) desarrolla nuevos fármacos y la hemos apoyado desde su creación en 2002. MMV ha puesto en marcha seis nuevos tratamientos, incluyendo Coartem® Dispersible, que fue el primero desarrollado específicamente para el tratamiento de niños pequeños. Desde su lanzamiento en 2009, se han entregado más de 300 millones de tratamientos en más de 50 países.

Gran parte de nuestra innovación conjunta se llevará a cabo en los laboratorios británicos. Con universidades, científicos e innovadores de clase mundial. El Reino Unido es un líder mundial en la investigación y desarrollo para mejorar la salud y el bienestar de las personas más pobres. Ese liderazgo crea puestos de trabajo en el Reino Unido, el cual impulsa el crecimiento y los avances científicos que alimentan otras áreas de la industria y el desarrollo.

También tenemos como objetivo ayudar a estimular el desarrollo de los conocimientos científicos en África. Trabajando con Wellcome Trust (fundación), hemos estado ayudando a desarrollar la ‘alianza para acelerar la excelencia en ciencia en África’. También apoyamos a científicos en cosechas y ganado de 18 países africanos para que puedan acceder a las instalaciones de vanguardia en el centro de ‘Biociencias de África Oriental y Central’ en Nairobi, Kenia.

A través de nuestra continuada inversión en estos bienes públicos globales, estamos seguros de que seremos capaces de mejorar la vida no sólo de los más pobres, sino de todos nosotros.

Lampadia