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Se oficializa un Brexit ‘duro’ que traerá grandes problemas

La inflexión del Reino Unido en contexto

El Reino Unido fue a la votación por el Brexit con graves fallas de cálculo por parte del gobierno conservador dirigido por James Cameron, que después del papelón tuvo que renunciar apuradamente.

La misma votación, parece haber agarrado de sorpresa a la población, que no habría sido consciente de sus consecuencias. Al punto que días después se generaron grandes presiones para una revisión.

Casi por ‘default’, la conservadora Theresa May, asume el gobierno, y sorprende con un enfoque muy agresivo hacia un Brexit ‘duro’, a pesar de que ella se opuso al mismo en el referéndum. Además, en su primera presentación en la convención conservadora, hizo un discurso populistoide y radical de ‘izquierda’, con el que desconcertó a todo el mundo.

Ya en el manejo de Brexit, se ha mostrado muy radical en su actitud de ir adelante, a pesar de que hubo una serie de eventos que podrían haber justiciado otras acciones.

Hoy el Reino Unido cabalga con desdén por la ruta de su aislamiento de Europa, con ideas que llevaron al reino al gran fracaso de los laboristas, expresado en el colofón del ‘invierno del descontento’ que antecedió la ascensión de Margaret Thatcher y su revolución liberal que llevó al reino desde ser deudor del FMI, a una potencia de primer orden.

El historiador británico, Niall Ferguson dijo en Chile hace un par de años: que Chile era el país más inteligente de la región, pero que ahora [con Bachelet], estaba ejerciendo su derecho a ser estúpido. En Lampadia, pensamos que es el turno del Reino Unido, que después de varios siglos de manejos inteligentes, está, efectivamente, ejerciendo su derecho a ser estúpido.

Situación actual

Después de haber optado por un BREXIT ‘duro’, el 29 de marzo, la primera ministra, Theresa May, firmó una carta de seis páginas en la que se dio inicio al artículo 50, el primer paso para el retiro del Reino Unido de la Unión Europea, también conocido como Brexit. Lo que sigue es un período de negociación de dos años durante el cual la UE y GB determinarán cómo se separarán las dos entidades y cuál será su relación futura.

El voto en pro del Brexit ha puesto en marcha un proceso sin precedentes e impredecible que amenaza la globalización y el libre comercio – para Gran Bretaña, para Europa y para la economía global. La UE perderá la quinta economía más grande del mundo, una potencia nuclear y un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.

Fuente: Le Courrier de Russie

Su impacto dependerá del tipo de relación que Gran Bretaña establezca con la UE después de Brexit. Theresa May ha señalado que quiere usar el poder militar británico y su peso diplomático como una forma de que el Reino Unido demuestre que está comprometido a mantener la seguridad “en el vecindario”. Si las negociaciones se vuelven agresivas y no se llega a un compromiso, puede que tome bastante tiempo en construir el aparato diplomático que permita que Gran Bretaña contribuya a la diplomacia “europea” fuera de la UE.

Más allá de la UE, un Brexit “duro” afectará la ‘arquitectura global’, especialmente en la tendencia anti libre mercado en la que se está embarcando el mundo. Más preocupante aún, Estados Unidos ya no tiene la capacidad de desempeñar el rol de líder del mundo en lo que respecta a la globalización.

Problemas en el Reino Unido

En el mismo Reino Unido, las cosas están complicándose. Y es que  la separación de la Unión Europea supondrá una tensión inevitable para la integridad territorial del Reino Unido. El Diputado al Parlamento Europeo, David Martin, advierte que el Reino Unido podría dejar de existir después de Brexit. Escocia e Irlanda del Norte ya están evaluando separarse del Reino Unido.

Fuente: El País de España

Cuando Escocia celebró un referéndum de independencia en 2014, el 55% de los votantes decidieron permanecer en el Reino Unido. Uno de los principales argumentos en contra fue que una Escocia independiente no se convertiría automáticamente en miembro de la UE y, por lo tanto, perdería el acceso al libre comercio con el bloque.

Tras el Brexit, las autoridades escocesas presionaron para que el Reino Unido siguiera siendo miembro del mercado único de la UE para minimizar el efecto de dejar el bloque. Pero Theresa May afirmó el pasado 29 de marzo que se retirará del mercado único para negociar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. En respuesta, el partido escocés Scottish National Party dijo que tal cambio en el statu quo justifica otro referéndum de independencia. La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, dijo que la votación debería tener lugar a fines de 2018 o principios de 2019, antes de que las negociaciones de Brexit terminaran. Espera que al lograr la independencia antes de que se resuelva el proceso Brexit, para que los negociadores se vean obligados a considerar a Escocia en el acuerdo final, idealmente acelerando su adhesión a la Unión Europea.

Sin embargo, el referéndum de Escocia no puede suceder sin la autorización del Parlamento del Reino Unido. May ha dicho que ahora no es el momento para otro referéndum escocés, porque ella no quiere que interfiera con el proceso de Brexit. El gobierno británico se enfrenta a un dilema: si continúa rechazando un referéndum, el nacionalismo en Escocia podría crecer; pero si autoriza un nuevo voto, el resultado sería imposible de predecir. Según una encuesta publicada el 13 de marzo, el apoyo a la independencia de los escoceses es del 48%.

Por otro lado, Irlanda del Norte recibe millones de libras esterlinas como apoyo en los sectores de agricultura y pesca y, además, recibe subvenciones estructurales de la Unión Europea, así como dinero para preservar el acuerdo de paz del ‘Good Friday’. Este dinero ya no estará disponible cuando el Reino Unido abandone el bloque, lo que significa que el gobierno británico probablemente tendría que buscar formas de reemplazarlo. El pertenecer a la Unión Europea también le ha permitido a Irlanda del Norte mantener abierta su frontera con la República de Irlanda, contribuyendo a la pacificación de la isla. Después de Brexit, existe la posibilidad de que tengan que ser introducidos algún tipo de controles fronterizos. Aunque ambas partes (Irlanda del Norte y la República de Irlanda) han dicho que la unificación sigue siendo una posibilidad lejana, existe la pregunta de hasta qué punto Brexit reabrirá discusiones sobre el futuro territorial y político de las Islas Británicas.

Conflictos sobre Gibraltar

En Gibraltar, el 96 % de los residentes votaron a favor de permanecer en la UE. Es un territorio británico de ultramar que participa en la libre circulación de personas, servicios y capitales de la UE; pero no en la libre circulación de mercancías. Aproximadamente la mitad de su mano de obra está formada por ciudadanos de la UE (en su mayoría españoles) que viajan diariamente y, para hacer las cosas más complicadas, el territorio de Gibraltar es reclamado por España.

Brexit plantea dos riesgos para Gibraltar: El gobierno está preocupado porque las exportaciones de Gibraltar ya no tendrán acceso libre de aranceles al mercado único de la UE. También le preocupa que España cierre unilateralmente la frontera y aísle el territorio (ya que el Reino Unido no es miembro del Acuerdo de Schengen).

El acuerdo Brexit no se aplicaría a Gibraltar sin un acuerdo separado entre el Reino Unido y España. Ambos países estarán interesados ​​en llegar a un acuerdo para proteger los derechos de los 300,000 ciudadanos británicos que viven en España y los 200,000 españoles que viven en el Reino Unido, así como para preservar sus fuertes lazos bilaterales de comercio e inversión. Para obtener la aprobación de un acuerdo de libre comercio se requeriría el apoyo unánime de todos los miembros de la UE, lo que daría a España el poder de veto sobre el acuerdo final.

Impacto en la UE

Existe un miedo latente que el BREXIT sea el inicio del fin de la Unión Europea como tal. Sin embargo, los datos de las encuestas actuales en Europa sugieren que es improbable que suceda una fractura en el corto plazo, aunque un número creciente de países de la UE, liderados por Holanda, Francia, Italia y Polonia, tienen un elemento de “escepticismo político” significativo con respecto a la UE. Hay mucha insatisfacción en Europa por la falta de generación de empleo y un mejor futuro económico, pero las encuestas muestran que incluso en países donde la demanda de un referéndum es alta (como Italia y Holanda) los votantes todavía no desean abandonar la UE por ahora.

Fuente: My Goal Is

Conclusiones

Esperamos que el gobierno británico logre encontrar un equilibrio entre apaciguar el descontento político en las administraciones descentralizadas y mantener el control del proceso Brexit, al igual que llegar a un acuerdo con la Unión Europea, para así mantener el statu quo. Lampadia




Brexit: Sombrío futuro de GB tras absurdo referéndum

Los resultados a favor del Brexit en el referéndum del pasado 23 de junio marcan un cambio dramático para Gran Bretaña, y quién sabe más aún, para la Unión Europea. Un tema posible, pero visto con lejanía ha terminado causando una tremenda sorpresa y hasta estupor. Tan solo a horas del anuncio de la salida de los británicos de la UE, los mercados globales se han visto afectados significativamente y nadie acierta aún a estimar las consecuencias de este claro punto de inflexión en la historia moderna del mundo desarrollado. La mayoría de los jóvenes, anti Brexit, están en rebeldía. Gran Bretaña puede tener que enfrentar su propia disolución por la posible escisión de Escocia e Irlanda del Norte.

Gran Bretaña podría estar llegado a su fin como una entidad política. Y ya se habla de la posibilidad de que otros países europeos sigan el mismo camino.

¿Quiénes votaron por Brexit y quienes por Bremain? El voto a favor de permanecer en la Unión Europea vino de los territorios de Escocia, Irlanda del Norte, cuyos líderes no tardaron en declarar que van a considerar hacer referéndums para salir del Reino Unido después del voto de sus conciudadanos a favor de permanecer en la UE. También se destaca el voto de Londres.

¿Un voto emocional?

¿Sabían los británicos qué pasaría si ganaba el Brexit? Parece que muchos realmente no sabían por qué han votado. Poco después del resultado, Google informó cuales fueron las búsquedas más populares o ‘trending’, las cuales no solo trataban sobre cómo votar, sino también sobre cuestiones básicas relativas a las implicancias de la votación. Ocho horas después de cerradas las urnas, las búsquedas de “qué pasará si nos vamos a la UE” se habían triplicado.

Un día después de la votación ya se había generado un petitorio de más de 2,000,000 de personas para que se vuelva a hacer la consulta. Una vez que esta situación termine de asentarse, las encuestas de opinión van a registrar la profundidad de la toma de conciencia del voto por el Brexit.

¿Una tragedia para los jóvenes británicos?

Los poblaciones menores de 50 años, especialmente la de los jóvenes de toda GB, votaron contra el Brexit. Entre los menores de 25 años, los contrarios al Brexit prácticamente triplicaron a los que optaron por él. 

Según reporte del diario inglés The Guardian, una encuesta más reciente del mismo YouGov, el 75% de los jóvenes de 18 a 24 años votó por permanecer en la UE. Al haber enajenado a sus jóvenes, la votación del referéndum puede haber creado un daño gravísimo para el futuro de los británicos.

Después de la votación, la frustración de los jóvenes parece ser mayúscula. Los millennials con la sensación de estar encerrados en un espacio sustancialmente menor, perdiendo el sentimiento de ser europeos. Evidentemente, esto no puede quedar así en el futuro, se presenta, por delante, un proceso muy interesante que todos apreciaremos, seguramente con más sorpresas.

Los mercados

En cuanto a la reacción de los mercados esta fue muy fuerte y cuestionadora de la decisión, en GB y en el resto del globo.

El principal indicador del Mercado de Valores de Londres, FTSE 100 se derrumbó en los primeros minutos de operaciones tras perder 550 puntos, una pérdida que corresponde a 1,200 millones de libras. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, anunció que tiene herramientas para enfrentar la contingencia y pondrá a disposición 250,000 millones de libras de fondos adicionales para mantener estabilidad monetaria y financiera.

¿Qué sucederá ahora? Los activistas pro-Brexit han dicho que Gran Bretaña continuará intercambiando bienes y servicios con la UE; la mitad del comercio del país. Los defensores del Brexit también dicen que Gran Bretaña estará libre de la embrutecedora burocracia del UE.

Mientras tanto, quienes defienden el “no” o “Bremain” dicen que el Brexit es un salto al vacío y los principales economistas advierten de graves consecuencias. Como explica Martin Wolf, podría generarse una importante salida de capitales de la GB. Ver en Lampadia: Brexit pone en peligro la confianza de extranjeros.

Las consecuencias a corto plazo ya se están viendo: La incertidumbre sobre los futuros acuerdos comerciales ya ha reducido la confianza en la libra esterlina, lo que vuelve menos atractivas las inversiones. El Banco de Inglaterra llamó al Brexit “el mayor riesgo para la estabilidad financiera nacional”. John Van Reenen, director del Centro del Desempeño Económico del London School of Economics, dijo a la CNBC que los impactos a corto plazo serían dolorosos: “Se obtiene un fenómeno de ‘estancamiento’ en el cual las empresas no quieren tomar nuevas decisiones, o nuevas inversiones, puesto que existe incertidumbre sobre el futuro. El efecto inmediato será una reducción de la actividad de inversión, una disminución de la contratación. Habrá una desaceleración inmediata del crecimiento”.

Los efectos a largo plazo son más controvertidos, aunque la mayoría de los economistas consideran que también serán negativos. Económicamente es un problema grave que llega en un mal momento para Europa. Por mucho que la Unión Europea afirme estar preparada, la incertidumbre va a arrastrar al Reino Unido y contagiar a Europa, aunque se controlen otros intentos de salida de Holanda, Francia o Dinamarca. El gráfico inferior compara el comportamiento proyectado del PBI de la GB con y sin el Brexit, el cual muestra que la decisión del referéndum habría sido un error monumental. 

En los últimos 12 meses hasta 48,000 millones depositados en fondos británicos han ido a valores más seguros (Alemania y Estados Unidos), el proceso continuará en el corto plazo y para muchos analistas no se recuperará nunca del todo. La inversión en activos en el Reino Unido perderá peso en las carteras de inversores a nivel global.

Esto también traerá consigo una mayor tasa de desempleo. Según un análisis de The Economist Intelligence Unit, “la tasa de desempleo podría subir en 2017, alcanzando un máximo de 6% en 2018. Esto refleja un aumento de 230,000 en el número de desempleados en comparación con 2015, y son alrededor de 380,000 más que nuestra proyección para el 2018.”

Por otro lado está la incertidumbre del modelo comercial. Probablemente, Gran Bretaña buscará un estatus de país asociado, algo similar al de Noruega o Suiza, no obstante, aun así se afectará el comercio.

Se estima que el costo de vida para los británicos subirá porque mientras que apenas el 6.6% de las exportaciones comunitarias se dirigen a las islas, hasta un 51.4% de las ventas británicas se dirigen al continente. Los partidarios del Brexit creen que se sustituirá parte por productos propios y será bueno para la economía británica, pero la realidad económica no es tan simple y el escenario más probable, es que haya una importante contracción comercial. 

Esto llevará con casi toda seguridad a una recesión: Cuán grave sea dependerá de muchos factores, siendo uno de los principales cómo terminará siendo la relación entre Europa y el Reino Unido. El nuevo gobierno buscará que la UE sea generosa en el nuevo estatus que regirá las relaciones mutuas. Algo difícil a la luz de las reacciones contrarias. Aún si se lograra la mejor disposición, la OCDE estima que cada familia británica perderá 3,000 euros anuales.

Otro tema importante a enfrentarse es el de la inmigración. Todavía no está claro qué sucederá con los 1.2 millones de británicos que viven en otros países de la UE y con los casi 3 millones de ciudadanos no británicos de la UE que viven en Gran Bretaña. Durante los próximos dos años GB no podrá expulsar a los inmigrantes, período a partir del cual sí se podrán imponer las cuotas o mecanismos de control de fronteras que decida el gobierno.

Los orígenes del Brexit

Las causas de por qué llegó Gran Bretaña a esta difícil decisión son muchas, ver el análisis de Lampadia: Entendamos los factores que impulsan el Brexit y el artículo de Ian Vásquez: El Reino Unido y el futuro de Europa, en el que comenta que la burocracia de la UE ha llegado a establecer regulaciones simplemente ridículas, como prohibir el uso de platitos y otros contenedores tradicionales para servir aceite de oliva en restaurantes.

La UE, además de estar sobre regulada, es poco competitiva en los mercados globales, excesivamente proteccionista y permisiva con el incumplimiento de sus propias reglas.

Sin embargo, el descontento coyuntural de muchos británicos, con la UE parece estar más vinculado a los impactos en la opinión pública de las dos migraciones que afectan a Europa, la interna, entre los países de la UE y la más reciente y desbordada, la de las poblaciones desplazadas de Siria y otros países afectados por la violencia y la pobreza. 

Los seres humanos tendemos a ver algunos procesos como irreversibles, tal como se veía al mito de la UE, pero como dice el historiador chileno Rodrigo Moreno, “nada es irreversible”.

Comentarios y reacciones

  • El Brexit puede marcar el inicio de la desintegración en Europa. Algunos miembros nórdicos de la UE pueden decir “Sin el Reino Unido, la UE será mayormente la Eurozona, ¿qué hay para nosotros?” – Suecia, Dinamarca y otros. Según Nouriel Roubini.
  • El Canciller francés y el núcleo duro de la UE quieren apurar a Londres a iniciar las negociaciones de la salida. Hasta ahora en Europa no entienden los graves errores de la UE que han propiciado el Brexit y han venido dañando a la UE en conjunto.
  • “Este es el principio del fin para la UE”, aseguró Peter Lundgren, diputado del partido Demócratas de Suecia. “Otros países seguirán los pasos del Reino Unido. Europa va a caer”, agregó.
  • “El voto señala la necesidad de un nuevo tipo de globalización”.

“La llamada a castigar a la GB es un ejemplo de estupidez de la política europea”.

“¿Qué hacer?: Primero, parar la ola de refugiados terminando inmediatamente la guerra de Siria. No atacar a Bashar al-Assad y dejar que el combata a ISIS. Segundo, parar la expansión de la Otan en Ucrania y Georgia”, entre otros.

Jeffrey Sachs (Project Syndicate) [Que tal contrabando el de Sachs].

  • Un ganador entre los Conservadores: Boris Johnson, MP (Miembro del Parlamento) y ex alcalde de Londres. Promotor de Brexit. Un político carismático y erudito pero altamente populista.
  • Un perdedor entre los Laboristas: Jeremy Corbin, el líder del partido laborista que no siguió la línea pro europea de su partido. Se ha pedido su censura en el partido y el 50% de los ministros de su ‘Gabinete en la Sombra’ están presentando sus renuncias para forzar su salida de Corbin, solo lo defienden las cúpulas sindicales.
  • “Cameron pasará a la historia como el político irresponsable que puso en juego el interés general de Gran Bretaña y de Europa para resolver un problema personal y de partido”. Felipe González, El País de España.

Muchos procesos históricos, como el de la creación de la UE, son impulsados por líderes de primer orden, visionarios y persistentes. Lamentablemente, cuando estos procesos se dan por sobre entendidos y se pierde ‘la cara de hereje de la necesidad’, líderes de segundo orden asumen la conducción de los acontecimientos y todos los espacios de gestión y gobierno son invadidos por burócratas profesionales, que empiezan a justificar su existencia con regulaciones que muchas veces terminan por asfixiar y desnaturalizar las creaciones de nuestros mejores líderes.

Hoy Gran Bretaña y Europa enfrentan una situación caótica y frustrante. Sin lugar a dudas un momento histórico, una discontinuidad, un ‘cisne negro’, de consecuencias inciertas.

Una importante lección para el manejo de las democracias modernas es que no se deben hacer ofertas electorales irresponsables para ganar un poco más de votos, ni convocar plebiscitos cuando la población está exacerbada por algún proceso coyuntural. Cameron se equivocó de lleno y su renuncia es indispensable. Lo malo para el Reino Unido, es que se ha producido un vacío de liderazgo, pues ninguno de los partidos ni líderes individuales tiene una visión seria sobre la nueva realidad que deberá forjarse.  

Lampadia




Tres hurras por Escocia

Tres hurras por Escocia

Por Mario Vargas Llosa

(La República, 21 de Septiembre del 2014)

Me pasé casi toda la noche entre el 18 y el 19 de septiembre prendido del televisor y, raspando las seis de la mañana, cuando la BBC pronosticó que el “no” a la independencia ganaría el referéndum por más del 10% de los votos, me puse de pie y, en la soledad de mi escritorio, lancé tres estentóreas hurras por Escocia.

Viví muchos años en Gran Bretaña, que me sigue pareciendo el país más civilizado y democrático del mundo, y estaba convencido de que la desaparición de esa nación de cuatro naciones que es el Reino Unido hubiera sido una catástrofe no sólo para Inglaterra y para Escocia, sino para Europa, donde aquella secesión hubiera alentado los movimientos separatistas e independentistas que pululan por toda la geografía europea –en España, Italia, Bélgica, Francia, Polonia, Letonia y varios más– y que, de prevalecer, darían un golpe de muerte a la Unión Europea y retrocederían al continente que inventó los derechos humanos, la democracia y la libertad a la prehistoria de las tribus, las fronteras y el ensimismamiento cultural. La sensatez con que han votado los escoceses en este referéndum debería servir para contrarrestar en algo esa movilización irracional que, en el siglo de la globalización y la lenta desaparición de las fronteras, se empeña en desandar la historia y enjaular a los ciudadanos en prisiones artificialmente fabricadas por el victimismo, la falsificación histórica, la demagogia y el fanatismo ideológico.

Se pensaba que, como en esta consulta votaban por primera vez los jóvenes de 16 años, y los adolescentes suelen ser proclives a la novedad y la aventura, el independentismo atraería mucho voto juvenil. No ha sido así; los sondeos son bastante explícitos: en casi todas las edades la inclinación por una y otra opción ha sido muy semejante, lo que significa que el realismo y su contrario –la sensatez y la insensatez- están parejamente repartidos en el mundo de los filósofos que trajeron la Ilustración a la tierra de Shakespeare. La voluntaria integración de Escocia en Gran Bretaña hace más de tres siglos no la ha privado de fuego creativo propio –intelectual y artístico– y su contribución en este campo a la cultura de lengua inglesa ha sido enorme. Y sin duda lo será más todavía ahora que, como resultado de esta confrontación electoral, gane mayor autonomía y manejo de sus propios recursos (aunque, digamos de paso, lejos todavía de los que disponen en España las regiones y culturas locales).

He estado varias veces en Escocia, pero la que recuerdo con mayor gratitud y nostalgia, fue la del año 1986, cuando recibí la más original invitación que pueda recibir un escritor. El Scottish Arts Council me proponía un Fellowship, creado en homenaje a Neil M. Gunn, que me obligaba a dar dos charlas, una en Glasgow y otra en Edimburgo, y algunas entrevistas. Pero luego, el mes siguiente, me alquilaron un coche y me dejaron solo por cuatro semanas, vagabundeando por las tierras altas (Highlands), islas y aldeas pesqueras, bosques, castillos, albergues que parecían fuera del tiempo y de la historia, encajados en la literatura y la fantasía más febril, un mes que me pasé leyendo las novelas del simpático Neil M. Gunn, como The Silver Darlings y The Silver Bough, que me recordaban mucho la literatura regionalista latinoamericana, en la que el paisaje estaba a veces más vivo que los seres humanos y cuyas páginas transpiraban una pasión ardiente por las costumbres y ritos ancestrales.

Mi memoria conserva muy fresca esa maravillosa experiencia, sobre todo las pensiones familiares a la orilla de los lagos o en el fondo de los bosques, y sus desayunos opíparos con pescaditos frescos, panes recién horneados y mermeladas hechas por la dueña de casa. Era octubre, el otoño doraba los árboles y las hierbas de las despobladas planicies, y, como al anochecer comenzaba a hacer frío, la matrona de uno de esos albergues me entregó con la llave de la habitación una botella de agua hirviendo para calentar la cama. Nunca había sido muy afecto a los pubs londinenses, pero en esa excursión por la Escocia profunda visité muchos, por la fantástica atmósfera que reinaba en ellos y sus parroquianos que parecían escapados de novelas góticas y que, sentados junto a chisporroteantes chimeneas, fumaban en pipas de mar y se emborrachaban con cerveza ácida o whisky tibio y cantaban canciones en un inglés que parecía (o era) gaélico.

En ese viaje pude visitar, en Edimburgo, la casa natal de Robert Louis Stevenson. Era una casa privada, no un museo,  pero la dueña, una señora muy literaria y muy amable, me la mostró acompañada de mil anécdotas, me invitó una tacita de té con galletitas y, al despedirnos, me puso en la mano un regalo que resultó nada menos que una edición antigua de las poesías completas de Stevenson.

Tuve menos suerte con Adam Smith. Yo quería llevar unas flores a su tumba y la oficina de turismo, en Edimburgo, me aseguró que estaba enterrado en Greyfriars Kirkyard, cementerio en el que reposan toda clase de personalidades eminentes, además de Bobby, un perro famosísimo porque, al parecer, no se apartó ni un solo día, durante catorce años, de la tumba de su dueño. Me pasé toda una mañana buscando la lápida de Adam Smith, y, por supuesto, nunca la encontré, porque los huesos del ilustre pensador (a quien hubiera horrorizado imaginar que la posteridad lo llamaría un “economista”) reposan en realidad en el cementerio de Canongate, junto a la iglesita de la entrada.

Viajé también a Kirkcaldy, donde Adam Smith nació y donde, a lo largo de siete años, junto a su madre, escribió Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones  (1776), un período que recordaría luego como el más feliz de su vida. El trencito que me llevó de Edimburgo a Kirkcaldy serpenteaba a orillas de un mar bravo, pero hacía sol y cuando llegué a su ciudad natal no parecía otoño sino un alegre y luminoso día de verano. Smith era un solterón muy distraído, propenso a ensimismarse, y, alguna vez, una diligencia tuvo que recogerlo en medio del camino porque, absorbido por sus especulaciones intelectuales, se había ido alejando insensiblemente varias millas de la ciudad. Esta visita fue más bien decepcionante, porque la casa de Adam Smith había desaparecido hacía tiempo y sólo quedaba de ella un pedazo de pared con una inscripción alusiva. Y en el museo de Kirkcaldy  –hasta donde recuerdo– sólo encontré del más ilustre nativo de esta ciudad una pipa, una pluma de ganso, unas gafas y un tintero.

Varias veces he vuelto a Escocia desde entonces, al Festival de Edimburgo, por ejemplo, a ver teatro o a hacer lecturas, y a su bella universidad, donde conocí a un gran hispanista, escocés y pelirrojo, con el que hablamos de Tirant lo Blanc, y que, en el curso de una cena, me hizo esta confesión extraordinaria: “Cada vez que explico a Góngora, me pongo cachondo”.

En esta larga noche del referéndum, estos y otros recuerdos se han actualizado en mi memoria, acompañados de un sentimiento de congratulación. Si, seducidos por la simpatía innegable y los argumentos en apariencia inofensivos de Alex Salmond, el Ministro Principal de Escocia y paladín de la independencia, los escoceses hubieran votado por el “sí”, hubieran precipitado una crisis de tremendas consecuencias. Habrían dado un golpe de muerte a Gran Bretaña, reduciendo en poderío e influencia internacional a uno de los países más firmemente comprometidos con la causa de la libertad en el mundo, y atizado de manera decisiva las expectativas soberanistas de galeses y norirlandeses, además, por supuesto, de dar impulso y aliento a quienes, en Cataluña, en el País Vasco, en Flandes, en la fantasiosa Padania, en Córcega, etcétera, aspiran a ser cabezas de ratón y, queriéndolo o no, acabarían con la construcción de la Unión Europea y regresarían a ésta a su pasado fragmentario de rencillas, enconos y guerras sanguinarias. Nada de esto ha sucedido y por eso esta mañana un gran suspiro de alivio ha levantado el ánimo, en toda Europa y buena parte del mundo, a los amantes de la libertad.




Una nación se mantiene unida en democracia con respeto a su diversidad

Una nación se mantiene unida en democracia con respeto a su diversidad

Tras el referéndum independentista en Escocia, el Reino Unido ha quedado como lo identifica la última palabra (en español) de su histórico nombre: Unido.  Nítidamente, los escoses le dijeron NO (55%) a separarse de Gran Bretaña. Aún así, David Cameron el primer ministro británico, evitó el tono triunfalista en el discurso que dio apenas se conocieron los resultados.

Cameron explicó que decidió convocar este referéndum para respetar la voluntad del Parlamento escocés y que, finalmente, el debate ha servido para cerrar este asunto por varias generaciones. El líder del movimiento independentista, Alex Salmond, aceptó la derrota con hidalguía, felicitó la forma en que se desarrollo el proceso y realizó un llamado a la unidad del país. ¡Un ejemplo de democracia!

Como señala el Financial Time, “aquí el pueblo deliberó para saber cuál sería su destino, sabiendo que su decisión sería histórica. De esta manera la soberanía popular y la democracia recuperaron su majestuosidad”.

Esto ha ocurrido porque Gran Bretaña es una sociedad (podría decirse una civilización) en la que la democracia es auténtica y plena. En esta nación funciona un sistema democrático de verdad, que cumple con elecciones que tienen la tres “f” fundamentales: free, fair and frequent (libres, justas y frecuentes). Es decir que no basta el voto para que haya democracia, como nos quieren hacer creer los autócratas venezolanos, ecuatorianos y argentinos. Pero más importante aún, en dónde se respeta la voluntad de los ciudadanos. La democracia, no es la dictadura de la mayoría, sino el respeto por lo que piensan las minorías. Por eso, Cameron se apresuró en señalar que se acelerarán las medidas para darle mayor autonomía a Escocia, tal y como había prometido.  

Qué envidia deben haber sentido los ciudadanos de otras regiones del mundo a los que se les impide expresarse de esta manera. La situación que se vive en Escocia es diametralmente opuesta a lo que ocurre en Ucrania, por ejemplo. La pantomima de referendo que se hizo en Crimea para justificar la anexión militar de esta península por parte de Rusia está en las antípodas del proceso británico. Y mucho más grave aún, los enfrentamientos entre fuerzas prorusos (soliviantadas y armadas por Putin) y el ejército ucraniano para controlar amplias regiones.

Los tibetanos y kurdos turcos, también debe ambicionar vivir en una nación que sea capaz de respetar las diferencias. Y por supuesto los millones de musulmanes (especialmente mujeres) que han caído en manos de los integristas de ISIS o se hallan bajo los designios de los talibanes en el norte de Paquistán y Afganistán. Por ello, como señala Financial Time: “En un mundo donde el capitalismo autoritario se consolida desde Shanghai a la frontera con Polonia, desde Murmansk a Afganistán, fue bueno ver cómo un pueblo se llena de vida cuando se les da la oportunidad de ejercer tanto las libertades privadas de consumo capitalista y las libertades públicas de la vida democrática”.

Esta es una de la primera de las grandes lecciones que deja para el Perú el referendo escocés. Ese es el tipo de democracia a la que debemos aspirar. Por ello debemos defendernos y denunciar al pensamiento chavista que intenta imponer un remedo de democracia en las que las elecciones nunca tienen las tres f (free, faird a frequent). Por esa misma razón, en la actual coyuntura se debe evitar la reelección (ya sea está conyugal o no), porque limitan estas condiciones fundamentales.

La otra lección que nos deja, es “la idea de que la vida en democracia es vivir en y a través de profundas diferencias. El Reino Unido sobrevivirá en el fututo porque permite que intensas tradiciones nacionales [regionales y locales] compartan un mismo espacio democrático”, señala el Financial Time. El no, ha prevalecido porque “en los acordes místicos de la memoria aún permanecen firmemente el sentido de que los escoceses e ingleses, galeses e irlandeses lucharon juntos y, muchas veces, murieron juntos por las mismas libertades”.

El pasado común al fin de cuentas une a los pueblos por más diverso y diferente que sean. Una gran nación se forja por la acumulación de las experiencias de su pasado, por más traumático que este haya sido. Así, lo señaló en Lima el vice-presidente del Banco Central de China algo más de diez años atrás cuando visitó al Perú, como recuerda Pablo Bustamante, en referencia a la historia reciente de China: En medio un siglo pasaron de la dinastía de los manchúes en que el país estaba en la anarquía, la instauración de la República por Chiang Kai-sheg, la invasión japonesa, diez años de guerra entre los nacionalistas y los comunistas, 25 años de una dictadura comunista que quiso borrar la historia quemando sus libros y asesinando a los profesores e intelectuales entre los 60 millones muertes de chinos atribuidas a Mao, para ser conducidos luego por Deng Xiaoping a más de 45 años de capitalismo bajo el control de un partido único, el partido comunista chino que practica ahora la meritocracia entre sus rangos.
Lo que enfatizó, entonces, el expositor fue la habilidad social del pueblo chino para entender su historia como un proceso continuo.

En resumen, acá tenemos dos lecciones muy importantes para el Perú. La democracia, permite que las diferencias se expresen y respeten. Son procesos para elegir un camino, no una guerra interna, y mucho menos la oportunidad para que la mayoría haga escarnio y abuso de su posición. Su esencia es el respeto de las minorías.

Una segunda lección es como debemos ver nuestra historia. El Perú es uno de los pocos países Milenarios en la tierra, pero no llegamos a tomar conciencia de esta maravillosa herencia y persistimos en ver nuestra historia como una secuencia de discontinuidades, opuestas entre sí, contradictorias y hasta pretendemos desconocer algún período. Esta malformación social la hemos heredado incluso en la República, donde muchas veces los nuevos gobiernos pretenden desandar o sepultar las obras y proyectos de sus antecesores. Así como no importa el color del gato, si come ratones, tampoco importa el color de las banderas políticas o las etapas de nuestra historia con las que no nos identifiquemos. ¡La historia es una suma, un continuo y todos somos sus hijos!   Lampadia