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Más sobre los paradigmas educativos

Más sobre los paradigmas educativos

La publicación que reproducimos líneas abajo, producida por Isabelle Schaefer del Banco Mundial, recoge el logro de haberse aumentado la matrícula escolar en la región y destaca la mala performance en las evaluaciones internacionales mediante las pruebas PISA.

Sin embargo, falla en no destacar la necesidad de cambiar de paradigmas y de metodologías de aprendizaje para formar a los niños y niñas que puedan ser parte del nuevo mundo que se está formando en el siglo XXI.

En Lampadia hemos publicado una serie de artículos donde destacamos la necesidad de emprender una revolución educativa si queremos nivelarnos con los estándares educativos de los países más avanzados y enfrentar los retos que traerá la cuarta revolución industrial a nuestros pobres. Para lograrlo, hemos una propuesta del “Pacto Social por la Educación”  y formular las “Líneas de acción para la educación del siglo XXI”. Ver además: La educación está en crisis y nosotros estamos de fiestaEducación para los nuevos tiempos.

Vale la matrícula, valen las evaluaciones, pero no bastan.

América Latina, escuela para todos, pero hay que mejorar la calidad

La región ha dado un salto impresionante en matrícula, pero sigue rezagada en las evaluaciones internacionales

TERMÓMETRO ECONÓMICO Y SOCIAL DE AMÉRICA LATINA

ISABELLE SCHAEFER

México 20 JUL 2016

Niño estudia en una escuela del norte argentino. C. CRERAR BANCO MUNDIAL

La cifra es difícil de concebir en la América Latina de hoy, pero hace apenas un par de generaciones (en los años 60) menos del 10% de los niños lograba completar la escuela secundaria, según el estudio “Profesores excelentes” del Banco Mundial.

En poco más de medio siglo, el avance ha sido asombroso. Hoy el 92% de los niños y niñas latinoamericanos de entre 6 y 12 años están en primaria. La cifra es aún mayor si se incluye a los niños fuera de ese rango (más grandes o más pequeños) que cursan la primaria. En el caso de la escuela secundaria la matrícula es del 93%, independientemente de la edad.

“Durante los últimos 50 años, los países de América Latina y el Caribe han logrado una ampliación masiva de la cobertura de educación, algo que demoró más de dos siglos en muchos países de la OCDE”, se puede leer en el reporte del Banco Mundial.

El mismo reporte muestra que mientras en 1960 la población de América Latina y el Caribe completaba en promedio 4,3 años de escolarización, en 2010 ya eran más de 10 años.

Se han hecho avances hacia la educación universal en todo el mundo, según un reporte del Banco Mundial sobre los indicadores mundiales del desarrollo, con 92% de los niños a nivel global que completan la primaria.

Sin embargo, la inscripción a nivel terciario, la educación después de la secundaria, aún es alrededor del 30%. “Más acceso a la educación superior es necesario para lograr una fuerza laboral productiva, talentosa y diversificada, así como una ciudadanía empoderada”, se afirma en el documento. En América Latina, un 44% de los jóvenes están inscritos en instituciones de educación superior, según los Indicadores de Desarrollo Mundial.

Educación para todos

La cuarta meta de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas es precisamente “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.

Es una meta necesaria, ya que 57 millones de niños y niñas a nivel global no van a la escuela, según las Naciones Unidas.

En América Latina el acceso a la escuela ha hecho grandes avances. Pero no significa que no haya retos.

En el 2012, la prueba del programa para la evaluación internacional de alumnos (PISA por sus siglas en inglés) de la OCDE mostró que había una diferencia de casi 100 puntos entre el promedio en matemáticas de los países de la OCDE y el promedio de los ocho países latinoamericanos que habían participado. Esto representa, según el reporte del Banco Mundial “Profesores Excelentes”, una diferencia de habilidades que equivale a más de dos años de enseñanza en matemáticas.

Por ejemplo, el promedio en Shanghái, China, mostraba una diferencia de habilidades equivalentes a más de cinco años de enseñanza de las matemáticas, comparado con el promedio de los alumnos latinoamericanos de los países que habían participado.

También hay diferencias entre los países de la región. En la misma prueba, Chile tuvo una diferencia de 72 puntos en ciencias comparado con el Perú, lo cual equivale a casi dos años de enseñanza.

Pero incluso en este ámbito, la situación está mejorando en la región. Siempre según la prueba PISA, Brasil, por ejemplo, aumentó 57 puntos en matemáticas entre 2000 y 2012; y Perú 76 puntos.

“Cuando se analiza la tendencia de las tasas de progreso, las mejoras anuales en matemáticas y en lectura de los tres países de América Latina y el Caribe que más avanzaron entre 2000 y 2012 – Chile, Brasil y Perú – están muy por encima de las tasas anuales de mejoras registradas en Estados Unidos, Corea y la mayoría de los demás países de la OCDE”, se puede leer en el reporte.

Lampadia

 




Cuidemos a las generaciones ‘200+’

En el siguiente artículo revisamos la estructura y actitudes de nuestras nuevas generaciones, aquellas que florecerán y desarrollarán sus vidas después de los primeros 200 años de nuestra República (200+), siglo en el que no podemos dejar de realizar nuestro potencial de ‘Pais de Éxito’. Uno en que hayamos convertido nuestras condiciones naturales de país milenario, megadiverso y multicultural, en una sociedad que proclame:

El Perú será un país democrático y globalizado,
encaminado al desarrollo integral, sostenible y duradero,
con sentimientos de pertenencia y ciudadanía,
en el que se respete la ley.

VISIÓN DEL PERÚ AL TERCIO DE SIGLO

(CADE 2014)

Hoy en día, los jóvenes de entre 10 y 24 años constituyen una cuarta parte de la población mundial. Las aspiraciones y los logros de estos 1,800 millones de personas dará forma al futuro. La dinámica generación de jóvenes del Perú es un recurso importante para alcanzar nuestro pleno potencial, sin embargo, tendrán que estar preparados para asumir las oportunidades creadas por un mundo de cambio acelerado.

El futuro del Perú está en las manos de una generación de jóvenes que pueden crear una sociedad próspera y equitativa. Esto significa una sociedad con una economía fuerte y, por lo tanto, también una fuerte cultura cívica que garantice una alta calidad de vida. Para hacer frente a este desafío, los jóvenes necesitan, por un lado, tener confianza en su gobierno y, por otro, desarrollar habilidades que los vuelvan emprendedores e innovadores. Con una buena preparación, serán creadores de empleo en lugar de solicitantes de empleo. También serán agentes de cambio que reformarán los negocios y la gobernanza local, nacional y global para superar los desafíos globales, creando nuevas oportunidades y construyendo comunidades solidarias y productivas.

Fuente: Radionacional

Actualmente se habla, y critica, a esta generación por los llamados ‘Ni-Nis’ (jóvenes que ‘ni estudian ni trabajan’), que son más bien una carga y una preocupación en el mundo. A principios del año, el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la CCL informó que los denominados Ni-Nis se están incrementando en el país: “En el 2015 se registró más de 1 millón de jóvenes como parte de este grupo, es decir, el 19.9% de la población entre los 15 y 24 años”.

Sin embargo, estas cifras no muestran la realidad en comparación con el resto del mundo. Según un reciente estudio del Banco Mundial, publicado en febrero pasado: NINIs en América Latina – 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades, el porcentaje de NINIs en el Perú es la mitad que en América Latina e igual al de los países más ricos de la OCDE. Ver en Lampadia: Realidad vs. Negacionismo, Mentiras y Complacencia.

En una entrevista, Halsey Rogers (uno de los autores de dicho informe), afirma que:

“En el Perú lo que descubrimos es que tiene la tasa más baja de NI-NIs en toda la región. Es del 10%, eso es igual a la tasa que se encuentra en los países más ricos de la OCDE. Eso es muy interesante porque se trata de la mitad de la tasa en toda la región, que es de 20%. Lo que encontramos es que había una tasa más alta hasta el año 2000, pero desde ese año se vio una tendencia bastante rápida hacia la baja.

Parece que los jóvenes en el Perú sí se beneficiaron más del rápido crecimiento económico”.

Un reciente artículo del BID confirma los estudios del Banco Mundial. Ellos crean una nueva categoría llamada los ‘SÍ-SÍ’, “Los jóvenes que SÍ estudian y que SÍ trabajan”. En palabras del BID, “Aunque las cifras de los NI-NIS en América Latina son de preocupación, los estimados basados en encuestas de hogares de la región también muestran que un importante porcentaje de jóvenes latinoamericanos (entre 16 y 18 años) estudia y trabaja a la vez.  ¡Y en algunos países, como Brasil o Perú, tenemos más SÍ-SÍs que NI-NIs!”

El gráfico siguiente, publicado por el BID, muestra que el Perú es el país con más ‘Sí-Sís’ en América Latina, seguidos por Brasil. Como afirma el blog, esto podría ser muy positivo para el aprendizaje de los jóvenes: “los expertos están convencidos de que el trabajo brinda oportunidades únicas para el desarrollo de habilidades que son esenciales para una transición exitosa al mercado laboral, como el manejo del tiempo y de las finanzas personales. El trabajo también puede llevar a una interacción con un grupo ampliado de adultos, más allá de padres y maestros, lo que estimula la formación de habilidades socioemocionales esenciales”.

Esto muestra el gran potencial de nuestros jóvenes, quienes estudian y trabajan y salen adelante. Pero para aprovechar su gran potencial, tenemos que darles las herramientas para crecer. Recordemos que hace solo diez años, el 86% de nuestros jóvenes pensaba emigrar al extranjero (fundamentalmente a economías de mercado) en búsqueda de un mejor destino del que veían en su patria y afirmaban tener “Hambre de Progreso” . Tres millones de nuestros compatriotas llegaron a irse del país. Ver en Lampadia: Un mensaje para nuestros queridos jóvenes.

La encuesta del último CADE Universitario (2016), donde se convoca a los estudiantes más destacados de todas las universidades e institutos superiores del Perú, se obtuvieron algunas cifras interesantes. Por ejemplo, se informó que el 74% de los jóvenes desean ser empresarios tras unos años de experiencia laboral, mientras que el 23% quiere ser empresario de inmediato. Además, el 83% manifiesta interés por contribuir a la solución de problemas sociales y económicos del país, con un aumento constante en los últimos 4 años (la mayoría desde empresas privadas y en segundo lugar desde el sector educación).

No nos olvidemos de que lo malo en el Perú no somos los peruanos, sino el sistema. Tenemos que invertir en nuestros jóvenes. Tenemos que prepararlos para el futuro del trabajo y para que contribuyan y lideren los cambios que adoptaremos. El rol del gobierno es apoyar a los jóvenes y creer en su capacidad de imaginar y crear una nación y un mundo en el que quieran vivir y trabajar. Estamos optimistas de sus capacidades y debemos apoyarlos en la construcción de un futuro sólido. 

Lampadia




Comprometidos con la Igualdad

Comprometidos con la Igualdad

La reducción de la desigualdad está en el centro de la agenda de la política económica actual en todos los países. Instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) han aceptado que la alta desigualdad conduce a inestabilidad macroeconómica y reduce el crecimiento y que una menor desigualdad ayuda a que estesea sostenible en el largo plazo.

Pero no hay una solución mágica. La reducción de la desigualdad requiere un duro y largo trabajo de construcción de instituciones sólidas y transparentes para mejorar las políticas de impuestos y gastos, la eficiencia de la redistribución, garantizando una mayor equidad. Además se necesita un Estado que diseñe políticas fiscales eficaces y proteja los intereses de los que luchan por proporcionar estabilidad económica y seguridad para sus familias, tanto en los países desarrollados como en el mundo emergente.

Según Nora Lustig, economista de la Universidad de Tulane y una de las primeras en documentar la reducción de las brechas de ingresos de la región en América Latina, hay dos factores principales que han logrado un gran impacto. Estos se analizan en su informe ‘Commitment to Equity’ (Comprometidos por la Igualdad) que todavía está en construcción mientras que analiza distintos aspectos en diferentes países (Brasil, Chile, Colombia, Indonesia, México, Perú y Sudáfrica). Ver en Lampadia: Comprometidos con la Desigualdad, por Nora Lustig.

En primer lugar, el aumento en la educación secundaria ha incrementado la oferta de trabajadores alfabetizados, razonablemente bien educados, y los años de crecimiento constante han elevado la demanda relativa de los menos calificados en el mercado laboral formal. En segundo lugar, los gobiernos de toda América Latina han reforzado la reducción de las diferencias salariales con el gasto social dirigido a las personas con ingresos más bajos. Estos incluyen pensiones más generosas y esquemas de transferencias condicionales de efectivo que ofrecen un pago a las familias más pobres a cambio de cumplir con condiciones específicas, tales como asegurarse de que sus hijos vayan a la escuela.

El cambio más notable ha sido en la educación. La inversión pública en la educación ha dado lugar a una expansión de la educación terciaria que redujo la desigualdad salarial en países como Brasil. Al mismo tiempo, al pasar de los subsidios generales a las transferencias de efectivo, se mejoró la focalización y aumentó la eficiencia de las políticas redistributivas.

Según Lustig, anteriormente los gobiernos latinoamericanos invertían gran parte de sus recursos en educación en las universidades. Las escuelas primarias y secundarias del Estado tenían bajos fondos y una calidad mediocre. Ese sesgo a favor de la educación terciaria benefició a los ricos, que habían asistido a las escuelas primarias y secundarias privadas. Pero desde principios de 1990, el gasto en educación se ha vuelto mucho más progresivo, con una enorme expansión en la educación secundaria pública entre los pobres. Según Karla Breceda, Jamele Rigolini y Jaime Saavedra, tres economistas del Banco Mundial, los gobiernos de América Latina, en promedio, gastan una mayor proporción de su PBI en educación para el 20% de niños más pobre.

Además, Lustig  presentó pruebas de que casi la mitad de los 78 países incluidos en el informe ‘Commitment to Equity’ han demostrado una disminución en la desigualdad, principalmente motivado por la actuación estelar de América Latina en los últimos 15 años.

De hecho, los datos muestran que hoy los países en desarrollo están gastando mucho más en la redistribución de los recursos fiscales que lo hecho por los países desarrollados cuando estaban en el mismo nivel de ingresos. El mensaje es que los políticos tienen las herramientas para reducir la desigualdad, si tuvieran la voluntad de hacerlo.

En el caso específico del Perú, el informe muestra un cuadro (reproducido líneas abajo) que contiene la incidencia de pobreza de acuerdo a las distintas líneas de pobreza internacionales de US$2.50 y US$4.00 por día y por persona, así como las estimaciones de pobreza extrema y moderada con líneas de pobreza nacionales para el ámbito rural y urbano. Estas estimaciones son comparadas al utilizar los conceptos de ingreso de mercado, disponible y post-fiscal (ver definición de los conceptos más abajo).

Hay tres principales resultados que vale la pena destacar. En primer lugar, sin importar la línea de pobreza y el ámbito geográfico, los niveles de pobreza disminuyen si se toman en cuenta las transferencias e impuestos directos (diferencia entre ingreso de mercado y disponible); en segundo lugar, estos niveles aumentan si se toman en cuenta impuestos al consumo y subsidios indirectos representados por la diferencia entre ingreso disponible y el ingreso post-fiscal para zonas urbanas; finalmente, la magnitud del impacto de transferencias directas y los impuestos al consumo es reducida. Existen diferencias notables en los niveles de pobreza de acuerdo al ámbito, por ejemplo, el porcentaje de la población con un ingreso disponible menor a US$2.50 PPP es de 3.8 por ciento para la población urbana y de 33.5 para la rural.Para un ingreso menor a US$4.00 PPP el resultado es de 11.7 y 58.4 por ciento respectivamente.

En el caso de la desigualdad, al utilizar el coeficiente de Gini (ver el cuadro inferior), los niveles de desigualdad son mayores en localidades urbanas si se toma en cuenta cualquiera de las  definiciones de ingresos indicadas. Sin embargo, la brecha de desigualdad entre un grupo población y el otro aumenta conforme se van tomando en cuenta impuestos directos, transferencias (ingreso de mercado a disponible), impuestos y subsidios indirectos (ingreso post-fiscal).

Como se ha observado, las diferencias en la incidencia de la pobreza extrema rural y urbana y la distribución de la población pobre muestran que el sector rural está en gran desventaja. Si bien las brechas en las incidencias de la pobreza con las cuatro líneas utilizadas se reducen por el efecto de la política fiscal, según Lustig, esto se debe en parte “a que la pobreza post-fiscal en zonas urbanas termina siendo más alta que la pobreza pre-fiscal”. 

El principal problema, entonces, es que “la política fiscal tiene un sesgo anti-pobres urbanos que se debiera corregir mediante la expansión de los programas de transferencias a zonas urbanas. Asimismo, el grado de reducción de la pobreza rural es bajo debido a que las transferencias, aun teniendo el sesgo pro-rural, son pequeñas y no cubren a toda la población en pobreza extrema en zonas rurales.”

En Lampadia asumimos que esta interpretación es resultado de una visión muy generalizada de Nora Lustig, ya que su análisis abarca a otros países del mundo, en los cuales la pobreza extrema urbana puede ser alta. Específicamente en el Perú, esto no es aplicable ya que la pobreza extrema urbana es casi nula y, más bien, ha habido una migración hacia la nueva clase media. Por su lado el BID, en su estudio La Clase Media en el Perú: Cuantificación y Evolución Reciente, destaca que, entre el 2005 y el 2011, la clase media aumento de 51% a 72%, debido a que “el crecimiento económico ha sido pro pobre, permitiendo salir de la pobreza a millones de peruanos, y ha sido pro clase media, permitiendo al mismo tiempo una expansión y consolidación de los estratos intermedios”. No olvidemos que “seis de cada diez peruanos pertenecen a la clase media”. Ver en Lampadia: El BID lo confirma: la clase media crece como espuma.

Deberíamos tomar en consideración este análisis a la hora de tomar medidas de política fiscal en el país. Hemos sido muy exitosos en la reducción de la pobreza y la desigualdad en los últimos años, esforcémonos en continuar con esta senda de desarrollo y aprovechemos los consejos que se nos están brindando. Lampadia