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Trabajemos de la mano de la tecnología

Trabajemos de la mano de la tecnología

Históricamente hemos sufrido miedos sobre los avances tecnológicos. Un ejemplo es el invento del automóvil, que permitió limpiar las ciudades de la contaminación producida por los desechos de los caballos. Mientras que este invento eliminó muchos tipos de empleos, trajo muchos beneficios y facilitó el transporte en eficiencia, confort y distancia. Además, creó cuantiosos nuevos trabajos en manufactura y servicios, estableciendo además el paradigma de la producción en serie o masiva. Así como la de Henry Ford, muchas innovaciones visionarias son disruptivas y crean discontinuidades inimaginables, como se explica en su dicho: “Si le hubiera preguntado a la gente qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido”.

Si un trabajo es rutinario o mecánico, puede hacerlo una máquina. La tecnología eliminará muchos trabajos y creará disrupciones en casi todas las industrias. Esa es la verdad. Se teme que con la cuarta revolución industrial’, se producirán impactos disruptivos del empleo en todos los niveles educativos, de una profundidad y amplitud no antes vista. Ver en Lampadia: Organizaciones Exponenciales (I).

Sin embargo, como afirma el análisis del Banco Mundial, que publicamos líneas abajo, “A largo plazo, la innovación tecnológica generará mayores ingresos y calidad de vida. Incluso a la luz de los desafíos provocados por la Cuarta Revolución Industrial, esta predicción es alcanzable para toda la población y no solo para unos pocos privilegiados, pero solo si las instituciones públicas promueven la igualdad de oportunidades, generan un sistema educativo que favorece las habilidades flexibles y la creatividad, y usa políticas de redistribución para compartir el producto de ganancias tecnológicas. Con las instituciones públicas adecuadas, en lugar de enfurecerse o competir contra la máquina, podemos trabajar con las máquinas hacia un mejor futuro.”

Quizás la enseñanza más importante es que el sistema educativo necesita una revisión. Por el momento, el sistema está generando el tipo de trabajadores que necesitábamos hace 50 años. Estamos entrenando personas para que seamos buenos en cosas donde las máquinas son mejores, lo cual es un gran error. Necesitamos curiosidad intelectual, resolución de problemas, trabajo en grupo, creatividad y autodirección, muy, muy diferentes tipos de habilidades. Necesitamos aprender cómo educar y capacitar a las personas para que sean intelectualmente flexibles, para poder cambiar con el tiempo a medida que cambian los requisitos.

Uno de los puntos clave en los empleos del futuro son las habilidades blandas. Las habilidades blandas serán muy cotizadas en el futuro venidero, especialmente con el avance de la automatización y la cuarta revolución industrial. Se complementarán con las habilidades duras, que son las exigencias profesionales de un trabajo y conocimientos más académicos o cognitivos que, cada vez más, están al alcance de una tecla.

El libro ‘The Rise of the Robots’ de Martin Ford, reseñado en Lampadia en: El inexorable ascenso de los robots, refleja la creciente ansiedad sobre el posible impacto negativo de la automatización en el empleo, desde la fabricación hasta los servicios profesionales. El subtítulo de la edición del Reino Unido advierte sobre “la amenaza del desempleo masivo” y, la edición de EEUU, prevé “un futuro sin empleo”.

No podemos quedarnos con el miedo a los cambios y dejar que nublen nuestro criterio. La opción estratégica del Perú debe ser apostar por la tecnología. Tenemos que asumir el cambio con la mayor ambición posible. Solo así sacaremos el mayor provecho para crear mayor bienestar para los ciudadanos. Lampadia

El futuro del trabajo: Compitamos con (no en contra de) las máquinas

Lay Lian Chuah, Norman V. Loayza, y Achim D. Schmillen
Briefs de investigación y política
Publicado por el Banco Mundial de Malasia
Agosto de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

¿Acaso la revolución en las tecnologías digitales y de la información nos hará obsoletos?
¿Se perderán trabajos y nunca se reemplazarán?
¿Bajarán los salarios a niveles insostenibles?

La historia, la teoría económica y la evidencia sugieren que, a largo plazo, tales temores están fuera de lugar. Sin embargo, en el corto y mediano plazo, la disrupción puede ser grave para ciertos tipos de trabajo, lugares y poblaciones.

En el período de transición, se necesitan políticas para facilitar la flexibilidad y la movilidad del mercado laboral, introducir y fortalecer las redes de seguridad y protección social y mejorar la educación y las capacitaciones.

 

El miedo: ¿nos estamos quedando sin trabajos?

Existe un creciente temor de que los avances recientes en tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y la robótica lleven a la sustitución total de trabajadores humanos por máquinas y una era de desempleo masivo e incluso una mayor desigualdad de ingresos.

  • La revista estadounidense Mother Jones informa: “Las máquinas inteligentes probablemente no nos maten a todos, pero definitivamente nos quitarán nuestros trabajos y antes de lo que piensas”.
  • El periódico británico The Guardian argumenta, “La tecnología está vaciando a la clase media y creando una economía bifurcada”.
  • El Global Times de China señala: “No es del todo descabellado suponer que, bajo el dominio de los robots, los humanos se verían obligados a suplicar alimentos ya que no tienen ningún trabajo para hacer”.

Al menos desde la Primera Revolución Industrial en la década de 1750, los trabajos y los medios de subsistencia de los trabajadores se han visto amenazados por las máquinas que pueden reemplazarlos. Frente a esta amenaza, los luditas se organizaron para destruir maquinaria de tejido en Inglaterra a principios del siglo XIX. Más recientemente, los taxistas de París, Ciudad de México y Bogotá han bloqueado las calles y, a veces han recurrido a la violencia, para protestar contra el advenimiento de los servicios de viaje compartido con tecnología como Uber. Perder nuestros trabajos porque nos hemos quedado obsoletos puede ser uno de nuestros mayores temores, y por buenas razones: la pérdida de empleo tiene efectos negativos significativos y duraderos sobre el empleo futuro, las ganancias, el consumo, la salud e incluso la esperanza de vida. Para algunas personas, las tasas de mortalidad en el año posterior a la pérdida del empleo son hasta un 100% más altas (Sullivan y von Wachter 2009).

Estas preocupaciones han sido repetidas y estudiadas en economía. En su ensayo profético sobre las “Posibilidades económicas para nuestros nietos”, Keynes (1930) predijo el declive del empleo frente a las tecnologías modernas y lo denominó el “desempleo tecnológico”. Leontief (1983) se preguntó si los trabajadores seguirían “el mismo camino que los caballos”, reemplazados por máquinas.

En Estados Unidos y otros países desarrollados, el crecimiento del empleo ha seguido una forma de ‘U’ en las últimas décadas, aumentando para los trabajadores de baja y alta capacitación, pero disminuyendo para los trabajadores de capacidades medias, como los trabajadores de fábrica y administrativos (Autor, Katz y Kearney 2006; Goos y Manning 2007; Autor 2015b). Esto ha resultado en la polarización del empleo y los salarios. Mientras que otras tendencias como el cambio climático, el cambio demográfico y la globalización también han afectado el empleo, un estudio de los Estados Unidos encontró que los condados (jurisdicciones por debajo del nivel estatal) más “expuestos” a los robots han perdido más empleos que otros (Acemoglu y Restrepo 2017). También hay cierta evidencia de crecimiento del empleo en forma de ‘U’ para muchos países en desarrollo. Sin embargo, para este grupo de países, la evidencia general sobre la relación entre el crecimiento del empleo y la distribución de habilidades es más tentativa y mixta. Si bien la relación ha sido en forma de U para países tan diversos como Malasia, Polonia y Turquía, los patrones para China y una variedad de otros países en desarrollo han sido diferentes (figura 1). Esta diversidad probablemente esté relacionada con la interacción entre las condiciones del mercado laboral local, incluida la distribución de habilidades y las tecnologías que se adoptan.

El pasado del trabajo: ¿hemos estado aquí antes?

Una forma de estructurar la historia económica de los países desarrollados en los últimos 250 años es referirse a tres revoluciones industriales pasadas que ocurrieron en los años 1760, 1890 y 1970. A su vez, estas revoluciones pueden caracterizarse por la innovación tecnológica que las impulsó. Por lo tanto:

  • La Primera Revolución Industrial usó máquinas de vapor y fábricas para mecanizar la producción;
  • La segunda utilizó electricidad, petróleo y líneas de ensamblaje para generar producción industrial;
  • La tercera utilizó electrónica y tecnología de la información para automatizar la producción.

Las tres revoluciones industriales pasadas llevaron a grandes mejoras en la productividad. Esto, a su vez, elevó el bienestar en los países desarrollados a niveles inimaginables, tanto en términos de nivel de vida material como de ocio (desde la década de 1950, el promedio de horas por trabajador ha estado cayendo entre los países de la OCDE). En la actualidad, el nivel de vida y el ocio en los países en desarrollo van muy por detrás de los países desarrollados. Por lo tanto, los efectos del crecimiento futuro de la productividad sobre el bienestar pueden ser incluso más beneficiosos en los países en desarrollo que en los desarrollados.

Sin embargo, el aumento de la productividad toma tiempo en materializarse. En el caso de la electricidad, el auge de la productividad se produjo solo en la década de 1920, más de 30 años después de la electrificación de fábrica. Brynjolfsson, Rock y Syverson (2018) sostienen que lo mismo ha sucedido con las tecnologías de la información y las comunicaciones, que comenzaron en la década de 1970, pero solo en la década de 2000 han producido un notable aumento de la productividad. En 1987, Solow dijo, “Se puede ver la era de la informática en todas partes, pero en las estadísticas de productividad”. Esta pausa de productividad es común para la mayoría de las tecnologías, pero es particularmente pronunciada para tecnologías de propósito general como la máquina de vapor, electricidad, computadoras y el Internet. Usarlos de manera efectiva requiere una transformación del proceso de producción que puede llevar años, así como una inversión sustancial sin un beneficio inmediato.

Todas las revoluciones industriales han amenazado la transformación económica y al empleo. En los últimos 250 años, sin embargo, la innovación tecnológica no ha producido un desempleo masivo (Gordon 2016). Un bien específico, un tipo de trabajo, o incluso un sector en la economía puede disminuir e incluso desaparecer con la llegada de las nuevas tecnologías. Sin embargo, lo que es cierto para un sector, producto o trabajo no ha sido cierto para la economía en general (Autor 2015b).

El ejemplo de la agricultura en los países desarrollados es instructivo. En Estados Unidos, entre 1900 y 2000, la agricultura pasó de ser el principal empleador en la economía, con el 41 % de todos los empleos, a emplear solo el 2 % de los trabajadores, según datos del Departamento de Agricultura de EEUU. Durante este siglo, las ganancias de productividad permitieron que la agricultura alimentara a una población creciente con menos trabajadores, mientras que el aumento de nuevas actividades económicas creó puestos de trabajo y oportunidades mejor remunerados en las ciudades para todos los trabajadores. En los países en desarrollo, la agricultura todavía desempeña un papel relativamente importante. Sin embargo, incluso dentro de este grupo de países, su participación en el empleo general ha sido lento pero secular. Entre los países de ingresos bajos y medianos, el empleo en la agricultura como porcentaje del empleo total disminuyó del 53% al 32 % entre 1991 y 2016, según los Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial.

Aunque los efectos positivos en el sector laboral de las últimas tres revoluciones industriales se materializaron a largo plazo, hubo un período prolongado en el que los salarios y el empleo disminuyeron o permanecieron estancados a pesar de que se adoptaron nuevas tecnologías y aumentó la productividad. Allen (2009) apodó a este período “la pausa de Engels”, después de los ensayos de Friedrich Engels sobre la clase obrera británica. La “pausa de Engels” duró casi 80 años después del comienzo de la Primera Revolución Industrial y unos 40 años después de la Segunda. Causó trastornos en el trabajo y disturbios sociales (como lo ilustraron con perspicacia las historias de Charles Dickens) y, posiblemente, incluso revoluciones políticas, como las que recorrieron Europa en la década de 1840.

El futuro del trabajo: ¿esta vez es diferente?

Ninguna Revolución Industrial tiene exactamente los mismos efectos en el mercado laboral que las anteriores. Los avances en la inteligencia artificial, la robótica y otras tecnologías han llevado a afirmar que estamos en la cúspide de una nueva era de la máquina que eclipsará las anteriores olas de automatización en términos de escala, velocidad y alcance de la disrupción que causa. Una característica definitoria de la Cuarta Revolución Industrial parece ser que, aunque anteriormente la tecnología podía realizar tareas manuales y cognitivas de rutina, en la revolución informática y digital actual, las máquinas también pueden realizar algunas tareas no rutinarias que hasta ahora estaban reservadas para los humanos: la aplicación de lógica e información para proporcionar una amplia gama de productos y servicios, desde manufactura y transporte automatizados hasta contabilidad y decisiones judiciales (Brynjolfsson y McAfee 2011, 2014).

La disrupción causada por la Cuarta Revolución Industrial parece ser particularmente palpable en los países desarrollados, pero también hay signos crecientes de ello en el mundo en desarrollo. En los últimos años, en Filipinas, por ejemplo, la industria de subcontratación de procesos comerciales se ha convertido en un importante sector de actividad económica y fuente de empleos bien remunerados, que emplea a más de un millón de personas. Sin embargo, algunas empresas de la industria han invertido recientemente en tecnología y, por ejemplo, han comenzado a reemplazar a los agentes de call center por chatbots con sistemas de inteligencia artificial. Si bien el impacto del cambio tecnológico es, por el momento, más evidente en la subcontratación comercial “poco orientada a procesos”, relativamente poco calificada, existen temores generalizados de impactos más generales en el mediano plazo.

Esto no significa que las máquinas reemplazarán a todos los trabajadores o que los salarios se desplomarán en todos los ámbitos. Las computadoras basadas en inteligencia artificial son notablemente eficaces en la realización de tareas específicas en lugar de replicar la inteligencia humana. Los primeros intentos de imitar a los humanos en la década de 1970 descarrilaron a la IA durante décadas. Por el contrario, el éxito reciente de la IA se ha basado en un enfoque algorítmico que utiliza redes neuronales y aprendizaje profundo para tareas bien definidas y limitadas. Es probable que la contribución humana siga siendo el ingrediente crucial: el “anillo tórico”, como lo llama Autor (2015b). A través de esta ilustración y sus reflexiones sobre la paradoja de Polanyi (“Nuestro conocimiento tácito de cómo funciona el mundo a menudo excede nuestro entendimiento explícito”), Autor (2015a, 2015b) ha enfatizado la fuerte complementariedad entre las máquinas y los humanos.

La sustitución de mano de obra por máquinas lleva tiempo y depende de circunstancias específicas de un contexto dado. Las innovaciones tecnológicas tienden a ocurrir en los países desarrollados, y su adopción en los países en desarrollo generalmente ocurre con un retraso de tiempo. Generalmente, la mano de obra es mucho más barata en los países en desarrollo que en los desarrollados. Esto ralentiza aún más el ritmo relativo de adopción de nuevas tecnologías en los países en desarrollo, lo que implica que en muchas de ellas las preocupaciones sobre las implicaciones de la Tercera Revolución Industrial siguen pareciendo más urgentes que las relativas a la Cuarta. Sin embargo, incluso los bajos costos de mano de obra no detienen por completo la adopción de tecnología. Por ejemplo, Top Glove de Malasia es uno de los fabricantes de guantes de goma más grandes del mundo, con aproximadamente una cuarta parte de la participación de mercado global. Como los salarios en Malasia han aumentado gradualmente en los últimos 25 años, la empresa ha seguido siendo competitiva mediante la sustitución gradual de la mano de obra extranjera por la doméstica. Sin embargo, como varios factores han aumentado aún más el costo relativo de la mano de obra, la compañía ahora está buscando automatizar cada vez más.

Un marco para evaluar el impacto de la innovación tecnológica en el empleo y los salarios

Acemoglu y Autor (2011) y Acemoglu y Restrepo (2018) brindan un marco útil para evaluar los efectos laborales y salariales de la innovación tecnológica. De acuerdo con este marco, en términos generales hay dos tipos de innovaciones: tecnologías habilitantes y tecnologías de reemplazo.

  • Las tecnologías habilitantes amplían la productividad del trabajo y conducen a un mayor empleo y salarios. Los ejemplos modernos son el diseño asistido por computadora (CAT) y el software estadístico para el análisis económico y social.
  • Las tecnologías de reemplazo, por el contrario, sustituyen al trabajo, haciendo que los trabajadores sean menos útiles y bajando sus salarios. Ejemplos modernos son robots industriales para manufactura de automóviles y software para contabilidad e informes fiscales.

El efecto directo de reemplazar las tecnologías es negativo en los salarios y el empleo. Sin embargo, estas tecnologías aún pueden tener un efecto positivo en dos formas principales.

  • Primero, las nuevas tecnologías pueden generar tareas complementarias. En Estados Unidos, por ejemplo, después de que se introdujeron cajeros automáticos (ATM) hace 40 años, el número de cajeros de banco, lejos de reducirse, se duplicó; la función de los cajeros se volvió más orientada al servicio y a la información (Bessen 2015).
  • En segundo lugar, los efectos de productividad pueden ser lo suficientemente grandes como para crear riqueza y generar demanda para otros trabajos (por ejemplo, en turismo y hospitalidad).

La caracterización de las tecnologías habilitadoras y reemplazantes depende no solo de las propiedades técnicas de las innovaciones sino también de las habilidades de los trabajadores y las condiciones del mercado laboral donde se implementan. La misma tecnología puede reemplazar a los trabajadores en algunos casos y brindarles nuevas oportunidades en otros: aquellos bien preparados con habilidades complementarias se beneficiarían más de las innovaciones tecnológicas. Por lo tanto, un desafío importante para los responsables de las políticas, las instituciones educativas y los hogares es identificar estas habilidades complementarias para el futuro trabajo. Las condiciones del mercado laboral, por su parte, pueden afectar la forma en que las innovaciones afectan el empleo y los salarios. Los mercados laborales rígidos tenderían a ajustarse al perder la mano de obra, mientras que los mercados laborales más flexibles se ajustarían mediante reducciones salariales. Los mercados de trabajo flexibles también pueden inducir la reasignación y la movilidad de los trabajadores frente a las conmociones tecnológicas, mitigando los efectos negativos tanto en el empleo como en los salarios. Identificar las principales fuentes de fricción en los mercados laborales rígidos (fricciones reglamentarias y de comportamiento) puede orientar las reformas de política.

¿Qué políticas se necesitan? ¿Qué pueden hacer los países?

Hoy en día, más personas están empleadas que nunca. A la larga, se crearán nuevas tareas y nuevos puestos de trabajo que son difíciles de imaginar ahora (de la misma manera que incluso el observador más conocedor e imaginativo de principios del siglo XX no habría adivinado cómo se emplearían los trabajadores que abandonan la agricultura en las siguientes décadas). Al mismo tiempo, muchos de los avances tecnológicos actuales amplían la desigualdad. Los retornos a las tareas que complementan las nuevas tecnologías han crecido de manera espectacular, pero muchos puestos de trabajo de capacidades bajas y medianas corren el riesgo de ser reemplazados por la automatización. La perspectiva de una “pausa de Engels” se avecina en el horizonte. Esto plantea la pregunta de cómo mitigar, si no evitar, los efectos negativos del cambio tecnológico.

El cambio tecnológico promete enormes ganancias en productividad y bienestar. Por lo tanto, las políticas “neo-luditas” que apuntan a detener o retrasar la Cuarta Revolución Industrial parecen equivocadas. En cambio, la principal pregunta de política es cómo maximizar los beneficios sociales potenciales del cambio tecnológico. Esto requiere políticas que faciliten la flexibilidad y la movilidad del mercado laboral, introduzcan y fortalezcan las redes de seguridad y protección social, y mejoren la educación y la capacitación.

Las políticas que hacen que el trabajo sea excesivamente costoso inducen la adopción de tecnologías que reemplazan la mano de obra. La reforma del mercado laboral debería estar dirigida a facilitar la flexibilidad y la movilidad laboral, incluida la migración internacional. La evidencia reciente para Estados Unidos, por ejemplo, sugiere que la inmigración reduce los efectos negativos del cambio tecnológico para los trabajadores nativos en el extremo inferior de la distribución salarial. Esto se debe a que una afluencia de inmigrantes especializados en tareas manuales atenúa la degradación de los empleos de los trabajadores nativos y los salarios inducidos por el cambio tecnológico (Basso, Peri y Rahman, 2017). Lograr que el entorno empresarial sea adecuado para que las empresas inviertan y contraten trabajadores y reducir las fallas del mercado que obstaculizan las nuevas empresas, de manera similar, puede ayudar a capturar los beneficios del cambio tecnológico. El principio de política no debe ser proteger los empleos que se vuelven obsoletos e improductivos debido a los cambios tecnológicos sino a proteger a las personas (como ejemplifica el enfoque de flexiseguridad del mercado laboral danés, Banco Mundial 2013).

Un mercado laboral más dinámico requiere una mejor protección social para ser tanto factible como deseable. Las redes de seguridad, incluidas las transferencias de efectivo a los pobres y desempleados, son esenciales para apoyar a los trabajadores (y sus familias) que pueden verse desplazados o reemplazados cuando se implementan nuevas tecnologías. La evidencia de todo el mundo muestra que las redes de seguridad bien diseñadas contribuyen de manera sustancial a la lucha contra la pobreza y la desigualdad, tanto en el largo plazo como en el ajuste a grandes shocks tecnológicos (Banco Mundial 2013, 2018).

No menos importante, la reforma educativa -enfatizando habilidades científicas, matemáticas y de comunicación, así como también habilidades blandas como perseverancia, flexibilidad, creatividad, adaptabilidad y trabajo en equipo- es crucial para desarrollar las habilidades complementarias que los trabajadores necesitan para beneficiarse de todo tipo de máquinas y tecnologías. Complementar la educación con políticas activas del mercado de trabajo, capacitación laboral y otras oportunidades para el aprendizaje permanente puede alentar a los trabajadores a mantenerse comprometidos y continuar participando en los cambiantes mercados laborales (Card, Kluve y Weber 2018, OCDE 2017).

Tener las habilidades adecuadas puede transformar las tecnologías de “reemplazo” en tecnologías “habilitantes” para los trabajadores. El “movimiento de la escuela secundaria” en los Estados Unidos a principios del siglo XX (que ordenó y facilitó la estancia de los niños en la escuela hasta los 16 años) fue una gran inversión que preparó a varias generaciones para beneficiarse de la transformación estructural de la agricultura y la Revolución industrial. Más recientemente, la participación de la fuerza de trabajo de China con educación secundaria superior aumentó de 6 % a 29 % de 1980 a 2015. En paralelo, la proporción de la fuerza de trabajo del país con educación terciaria aumentó del 1 % a más del 12 %, mientras que la participación del empleo en el sector privado aumentó de prácticamente cero en 1978 a más del 83 % en 2014. Las mejoras resultantes en el capital humano y una asignación más eficiente del trabajo facilitaron la adaptación tecnológica efectiva y la transformación económica. Se puede considerar un factor clave detrás del éxito económico de China desde 1978 (Li et al., 2017).

El principio fundamental que subyace a estas políticas es que las tecnologías y los mercados no producen resultados; las personas y las instituciones lo hacen. La comparación con la riqueza de recursos naturales es informativa: dependiendo de las instituciones públicas, puede conducir a un aumento sustancial del bienestar social o al desperdicio y las ganancias plutocráticas.

Conclusión: compita con (no en contra de) las máquinas

El ensayo de Keynes sobre las “Posibilidades económicas para nuestros nietos” fue optimista, una voz de esperanza, ya que la economía mundial estaba a punto de sumergirse en la Gran Depresión. Predijo que el desempleo tecnológico sería un fenómeno temporal. A largo plazo, la innovación tecnológica generará mayores ingresos y calidad de vida, incluido más ocio. Incluso a la luz de los desafíos provocados por la Cuarta Revolución Industrial, esta predicción es alcanzable para toda la población y no solo para unos pocos privilegiados, pero solo si las instituciones públicas promueven la igualdad de oportunidades, generan un sistema educativo que favorece las habilidades flexibles y la creatividad, y usa políticas de redistribución para compartir el producto de ganancias tecnológicas. Con las instituciones públicas adecuadas, en lugar de enfurecerse o competir contra la máquina, podemos trabajar con las máquinas hacia un mejor futuro. Lampadia




Nos empeñamos en negar las evidencias sobre la automatización

Nos empeñamos en negar las evidencias sobre la automatización

Complementando nuestras publicaciones sobre los avances de la robótica y la inteligencia artificial y su impacto en los empleos del futuro, presentamos ahora, el último estudio del Centro de Investigación Pew sobre las fallas de percepción de la mayoría de la población sobre el impacto de la automatización del empleo.

Una reciente encuesta realizada  por el Centro de Investigación Pew afirma que aproximadamente la mitad de todos los empleos en Estados Unidos están en riesgo de automatización. Además, el mismo estudio afirma que dos tercios de los adultos estadounidenses esperan una sustitución por la automatización en la mayoría de sus trabajos, en los próximos cincuenta años.

Los datos, recopilados por el Centro de Investigación Pew mediante una encuesta nacional de más de 2,000 adultos, muestran que el 65% de los estadounidenses creen que los robots y las computadoras reemplazarán gran parte del trabajo realizado actualmente por los seres humanos, en los próximos 50 años. Sin embargo, casi contradictoriamente, nadie espera que les suceda a ellos: el 80% de los encuestados creen que su propia ocupación no se verá afectada.

Las expectativas de los encuestados son muy similares independientemente de la edad, los ingresos del hogar, tipo de empleo y el nivel de educación alcanzado. Hay un poco más de escepticismo entre los estadounidenses con ingresos relativamente altos, así como con los menores de 50 años de edad, los que tienen educación universitaria y los que trabajan en actividades sin fines de lucro, gubernamentales o de educación. 

Y a pesar de que la gran mayoría predice un aumento en la sustitución tecnológica y robótica en la fuerza de trabajo, pocos opinan que la automatización de la fuerza de trabajo sea una amenaza inminente. Una preocupación más inmediata para muchos (y más aún para aquellos cuyos trabajos implican principalmente el trabajo manual o físico) es la posibilidad de perder su trabajo por una la mala gestión de la empresa y competir con personas que acepten ingresos más bajos.

La automatización robótica es algo que la gente siente que va a ocurrir en un futuro lejano, pero no creen que necesariamente haya una conexión con sus propias perspectivas de empleo o las perspectivas de empleo de sus hijos“, dijo Aaron Smith, autor principal del la encuesta de Pew.

Las nuevas tecnologías han desplazado a trabajadores humanos durante generaciones, pero también han elevado el nivel de vida de las masas y creado nuevos empleos. Pero muchos economistas y académicos están en duda sobre el futuro del empleo con la próxima ola de máquinas inteligentes. Ver distintos análisis de Lampadia al respecto: Entrevista sobre la transformación del empleo y las industrias, El futuro del empleo con Robots e Inteligencia Artificial (II) y Apuntes para la creación de empleo al 2034 (II).

Por supuesto, también se están creando nuevos puestos de trabajo gracias nuevas tecnologías como Internet y el comercio electrónico. Pero estos trabajos (ya sea en marketing, en medios sociales o en programación de aplicaciones) son más propensos a tener una vida más corta que los trabajos tradicionales, dado que se basan en tecnologías que están en un proceso constante de cambios.

La cuestión más importante es, por supuesto, si los cambios hacia una creciente automatización de los puestos de trabajo van a transformar un gran número de puestos de trabajo más tradicionales; mediante, por ejemplo, la automatización del transporte con vehículos sin conductor que volverían redundantes a los conductores humanos.

En 2013, investigadores de la Universidad de Oxford publicaron un informe titulado “El futuro del Empleo: ¿Cuan susceptibles son los puestos de trabajo por la computarización?”, el cual afirma que el 47% de los puestos de trabajo, tanto manuales como cognitivos, están en riesgo de automatización en la próxima década o dos. El año pasado, los analistas de Nomura Research Institute determinaron que la mitad de la fuerza laboral de Japón sería sustituida por la inteligencia artificial en 2025. Hace unas semanas, la Universidad Tecnológica de Nanyang de Singapur publicó que está desarrollando geriatras con robots humanoides.

Incluso se está desarrollando una “ciudad de los robots” en Japón, con robots en puestos de asistencia médica, sector industrial y agrícola. Con un rápido avance de la inteligencia artificial, es fácil ver por qué la mayoría de los estadounidenses esperan que la robótica vuelva redundantes a los seres humanos en el tiempo.

Es importante recordar las afirmaciones de Klaus Schwab del Foro Económico Mundial (WEF), “Sin una acción urgente capaz de gestionar la transición a corto plazo y construir una fuerza de trabajo con habilidades del futuro, los gobiernos tendrán que hacer frente a un creciente desempleo y desigualdad, y las empresas a una base de consumidores reducida”.

En Davos 2016 se informó que los avances de la tecnología combinados con los cambios demográficos podrían conducir a una pérdida neta de 5 millones de puestos de trabajo en 15 de las principales economías en 2020. “Casi 7.1 millones de empleos podrían perderse por la redundancia, automatización o la desintermediación, siendo las mayores pérdidas en puestos de cuello blanco y funciones administrativas. Se prevé que la pérdida sea parcialmente compensada por la creación de 2.1 millones de nuevos puestos de trabajo, principalmente en computación, matemáticas, arquitectura e ingeniería“.

Independientemente de que la mayoría de personas sientan una extraña y dicotómica seguridad en que no van a ser obsoletos en el futuro, los hechos presentados cuentan una historia con una moraleja que todos los ciudadanos que trabajan harían bien en escuchar. Como dice The Economist Espresso: “La negación es una fuerza poderosa, pero la tecnología es más fuerte”.

Estas seguridades son meras ilusiones optimistas de las personas, que en una reacción característicamente humana, creen que nadie podría desempeñar mejor su puesto de trabajo que ellos mismos, mucho menos un robot. Pero los hallazgos de Pew resaltan lo que ya sabemos, tal como la historia de los avances tecnológicos nos ha demostrado una y otra vez: Al final las máquinas seguirán engrandeciendo y apoyando las capacidades humanas. Lampadia

 




El inexorable ascenso de los robots

El inexorable ascenso de los robots

Martin Ford, creador de una empresa de desarrollo de software en Silicon Valley ha escrito un último libro con el título de este artículo (Rise of the robots – Technology and the threat of a jobless future), que nos presenta sin miramientos el difícil mundo que está en pleno desenvolvimiento. (Ver comentario de Lampadia al final del artículo).

Ford nos alerta sobre la emergencia de un nuevo mundo, con nuevos paradigmas y con un ritmo de cambio acelerado e imprevisible. Para ilustrar a nuestros lectores hemos traducido y glosado la presentación del libro, algunas líneas de argumentación y aprovechado en explicar, con palabras de Ford, el significado de ‘Singularity’ (Singularidad):

La presentación:

“¿Cuales son los empleos del futuro? ¿Cuántos habrán? ¿Y quienes los tendrán? Podemos imaginar y esperar que la actual revolución industrial se desarrolle como la última: incluso mientras algunos empleos se eliminen, que más sean creados para manejar las innovaciones de una nueva era. En ‘Rise of the robots’, el emprendedor de Silicon Valley, Martin Ford argumenta que este no es el caso. Mientras la tecnología continua acelerándose y las máquinas empiezan a hacerse cargo de ellas mismas, menos gente será necesaria. La ‘Inteligencia Artificial’ está en curso de convertir los ‘buenos empleos’ en obsoletos: muchos asistentes legales, periodistas, trabajadores de oficina e incluso los programadores de computadoras están destinados a ser reemplazados por computadoras y software inteligente”.

“Mientras continua el progreso, los trabajos de ‘blue collar’ y ‘white collar’ [trabajos de cuello azul y de cuello blanco, referidos a trabajadores manuales, por un lado, y administradores y técnicos, por otro], se evaporarán, ajustando a las familias de clase trabajadora y de clase media aún más. Al mismo tiempo, las familias están siendo asaltadas por una explosión de los costos, especialmente de dos mayores industrias: educación y cuidado de la salud que, hasta ahora, no hayan sido transformadas por la tecnología de la información”.

“El resultado, bien puede ser, desempleo masivo y desigualdad al mismo tiempo que una implosión de la propia economía de consumo”.

“En ‘Rise of the robots’, Ford detalla lo que las máquinas inteligentes y los robots pueden alcanzar, e implora a los empleados, académicos y hacedores de políticas públicas a enfrentar las implicancias. Las anteriores soluciones para las disrupciones tecnológicas, especialmente las referidas a mayor educación y capacitación, no funcionarán y debemos decidir ahora, si el futuro verá una amplia prosperidad o niveles catastróficos de desigualdad e inseguridad económica”.

Algunas puntualizaciones:

  • En EEUU, en 1970, se empezó a disolver la relación simbiótica entre una creciente productividad y el aumento de los salarios.
  • El 2 de enero de 2010, el Washington Post reportó que durante la primera década del siglo XXI, la creación neta de empleo en EEUU fue cero.
  • Desde entonces, en el mismo país, la desigualdad aumentó hasta llegar a niveles no vistos desde 1929.
  • El acceso a mayor educación y capacidades, no necesariamente ofrecerá una protección efectiva contra la automatización del futuro.
  • El impacto de la tecnología de la información cubrirá todo el tablero y virtualmente, todas las industrias existentes serán menos intensivas en empleo mientras las nuevas tecnologías se absorben en los modelos de negocio.
  • La aterradora realidad es que si no la reconocemos y nos adaptamos a las implicancias del avance tecnológico, podemos tener que enfrentar una ‘tormenta perfecta’ con los impactos paralelos de un espiral de desigualdad, desempleo tecnológico y cambio climático, que podrían amplificarse y reforzarse mutuamente. 

La Singularidad (traducido y glosado por Lampadia):

En mayo de 2014, Stephen Hawking, el genio de la física, la madre de las ciencias, escribió con otros autores: “La creación de una auténtica maquina que piense sería el mayor evento de la historia humana”. Una computadora que exceda el nivel de la inteligencia humana puede ser capaz de “vencer a los mercados financieros, superar las invenciones de los investigadores humanos, sobre manipular a los líderes humanos y de desarrollar armas que no podamos, ni siquiera, entender”. Desmerecer esto como si fuera ciencia ficción, puede terminar siendo “potencialmente, el mayor error de la historia”.

La primera aplicación del término “singularidad” para un futuro evento impulsado por la tecnología se acredita generalmente al pionero de la informática John von Neumann. El tema se concretó en 1993 por el matemático de la Universidad Estatal de San Diego Vernor Vinge, quien escribió un artículo titulado ‘La Singularidad Tecnológica está en camino’, “dentro de treinta años, tendremos los medios tecnológicos para crear inteligencia sobrehumana. Poco después, será el fin de la era humana”.

En astrofísica, una singularidad se refiere al punto dentro de un agujero negro donde las leyes normales de la física no funcionan. Vinge visualiza la singularidad tecnológica en términos similares: representa una discontinuidad en el progreso humano que estaría fundamentalmente opacada hasta que se ocurra. El intento de predecir el futuro más allá de la singularidad sería como que un astrónomo intente ver el interior de un agujero negro.

La batuta pasó a Ray Kurzweil, que publicó su libro ‘La singularidad está cerca: Cuando los humanos trasciendan la biología’ en 2005. A diferencia de Vinge, Kurzweil, quien se ha convertido en el principal evangelista de la Singularidad, no tiene reparos en tratar de mirar más allá del horizonte de eventos y brindar una visión muy detallada de cómo se vería el futuro. La primera máquina verdaderamente inteligente, nos dice, será construida a finales de la década de 2020. La singularidad en sí ocurrirá alrededor de 2045. Kurzweil es un brillante inventor e ingeniero. La revista Inc. una vez se refirió a él como el “heredero legítimo” de Thomas Edison.

Una vibrante comunidad, poblada de personajes brillantes y coloridos, se ha unido en torno a Kurzweil y a sus ideas. Estos “Singularians” han llegado tan lejos como para establecer su propia institución educativa. Singularity University, con sede en Silicon Valley, ofrece programas no acreditados a nivel de postgrado centrados en el estudio de la tecnología exponencial y cuenta con el patrocinio corporativo de Google, Genentech, Cisco y Autodesk.

Entre las más importantes predicciones de Kurzweil está la idea de que, inevitablemente, nos vamos a fusionar con las máquinas del futuro. Los seres humanos serán mejorados con implantes cerebrales que aumentarán drásticamente la inteligencia. De hecho, esta amplificación intelectual es vista como esencial si queremos comprender y mantener el control de la tecnología más allá de la singularidad.

Quizá el aspecto más controvertido y discutible de la visión post-Singularidad de Kurzweil es el énfasis que sus adherentes ponen en la perspectiva inminente de la inmortalidad.

Mi propia opinión es que algo como la Singularidad es ciertamente posible, pero está lejos de ser inevitable. Podría resultar que el catalizador esencial para la Singularidad – la invención de la super-inteligencia – sea imposible o sólo se lograse en un futuro muy remoto. Varios de los mejores investigadores con experiencia en la ciencia del cerebro han expresado este punto de vista. Gordon Moore, cuyo nombre parece destinado a ser para siempre asociado con el avance exponencial tecnología, es escéptico de que algo como la Singularidad jamás ocurra. L

Nuestro comentario:

Más allá de las especulaciones más extremas, es muy claro que la propensión de los diversos sectores de la economía por crear empleo serán sustancialmente disminuidos.

El Perú sufre de muchas brechas y atrasos. En la medida que no seamos capaces de cerrarlas o acortarlas sustancialmente en un plazo corto, podremos quedar desplazados de la vida pos revolución tecnológica. Evidentemente, estamos hablando de nuestros pobres, pues los que tienen mejores estándares de vida no tendrán problema para ser parte de ese mundo.

Esto significa que si los peruanos entendemos esta amenaza en su debida proporción, debiéramos nuclearnos alrededor de nuestras agendas pendientes y dejar atrás las rencillas y juegos de poder de corto plazo y sin propósito cívico. El tablero de nuestra acción colectiva ha sido ampliado sustancialmente ante esta amenaza. No cerremos los ojos y cosechemos las oportunidades que esta nueva realidad trae a los pueblos responsables. Lampadia