1

¿Es posible acabar con la contaminación del aire al 2050?

¿Es posible acabar con la contaminación del aire al 2050?

Contra todo pronóstico y a la luz de un creciente calentamiento global cuyos efectos se van haciendo presentes con mayor y menor intensidad en varias regiones de nuestro mundo, las condiciones de nuestros ecosistemas están dadas para que al 2050 las emisiones netas de dióxido de carbono se reduzcan a cero e incluso se tornen negativas hacia el futuro. Pero para lograr ello, será necesario emprender esfuerzos coordinados desde el sector público y privado. Este es el principal mensaje que deja un reciente artículo escrito por el prestigioso economista Jeffrey Sachs, Profesor de Desarrollo Sostenible y Profesor de Política y Gestión de Salud en la Universidad de Columbia, en la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo).

En él, Sachs señala en primer lugar que tal hecho se haga realidad, previamente se debe dar una transformación en dos frentes principalmente: el sector energético y el sector alimentario. Destaca “La transformación energética y alimentaria combinada permitiría reducir a cero la emisión neta de gases de efecto invernadero a mediados de este siglo, y luego negativizarla conforme los bosques y suelos absorban el dióxido de carbono atmosférico”.

En el frente energético, incidió en la necesidad de que las actividades económicas pasen de abastecerse con fuentes de energía provenientes de combustibles fósiles y generadoras de contaminación, principalmente petróleo y derivados, a fuentes de energía ecoamigables y descarbonizadas como la solar y eólica. A esta opinión queremos complementar que, en el caso del transporte, resulta crítico el impulsar la industria de las baterías de ión-litio, de manera que pueda masificarse el uso de vehículos eléctricos, otra importante alternativa ecoamigable (ver Lampadia: El futuro promisorio de las baterías, Las baterías del futuro de China y EEUU).

En el frente alimentario, propuso una transición de industrias enfocadas en toda la cadena de valor del sector ganadero – uno de los principales responsables de de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial (ver  Lampadia: Las gratas y no gratas sorpresas de la Fundación Gates en el 2018) – hacia la producción de alimentos más sanos y nutritivos, de alto contenido vegetal. Esto no solo ayudaría a detener eventualmente el calentamiento global sino también a prevenir millones de fallecimientos producidos por enfermedades relacionadas a la mala alimentación, así como por las cardiovasculares.

Sin embargo, ambas transiciones se ven limitadas, con especial énfasis la del sector energético, tanto por la falta de pericia por parte de los políticos que aún se muestran obsesionados por el uso de combustibles fósiles, pero también por un sector privado que aún muestra cierta resistencia al cambio, aún cuando no hay región en el mundo que no cuente con suficiente potencial en términos de generación de energía limpia con el consecuente empleo y bienestar que podría generarse a partir de este.

Ante ello, Sachs propone las siguientes acciones conjuntas que apuntan a “educar” tanto al sector público y privado en el uso de energías limpias:

  • Determinar el potencial energético renovable de cada país y difundir los potenciales beneficios de su uso.
  • Aumentar el financiamiento en investigación y desarrollo para apuntalar la eficiencia en costos de las energías renovables.
  • Limitar la emisión de dióxido de carbono así como nuevas instalaciones que usen energías carbonizadas.

En esta línea, consideramos que también podrían explorarse beneficios tributarios en el uso de energías limpias, como una solución de mercado que podría traer interesantes resultados.

En el caso del sector alimentario, como sugiere un ejemplo brindado por Sachs, el camino sería profundizar la investigación en campos como la biología sintética (ver Lampadia: Los avances de la Biología sintética), de tal manera que sea posible “producir” alimentos saludables y altos en proteínas sin derrochar recursos de la ganadería. Todo ello permitirá, con mucha decisión y constancia, tener un mundo libre de emisiones al 2050. Lampadia

Nuestro futuro libre de emisiones

Jeffrey D. Sachs
Project Syndicate
15 de abril, 2019
Glosado por Lampadia

La solución al cambio climático antropogénico por fin está a la vista. Gracias a rápidos avances en tecnologías de generación limpia de energía y en sistemas alimentarios sostenibles, el mundo tiene una oportunidad realista de poner fin a las emisiones de gases de efecto invernadero a mediados de este siglo, por un costo incremental pequeño o nulo, y con beneficios indiscutibles para la seguridad y la salud. El principal obstáculo es la inercia: algunos políticos siguen apoyando a la industria de los combustibles fósiles y a la agricultura tradicional, lo que se debe ante todo a la ignorancia o a la venalidad.

La mayor parte del calentamiento global, y una inmensa carga de contaminación del aire, son resultado de la quema de combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. La otra gran fuente de destrucción ambiental es la agricultura, lo que incluye la deforestación, el uso excesivo de fertilizantes y las emisiones de metano procedentes del ganado. El sistema energético debe pasar del uso de combustibles fósiles altamente contaminantes a fuentes de energía limpias descarbonizadas como la solar y la eólica, y el sistema alimentario debe pasar de la producción de granos para forraje y ganado a otros productos más sanos y nutritivos. Esta transformación energética y alimentaria combinada permitiría reducir a cero la emisión neta de gases de efecto invernadero a mediados de este siglo, y luego negativizarla conforme los bosques y suelos absorban el dióxido de carbono atmosférico.

Alcanzar una emisión neta nula a mediados de siglo, seguida por un nivel de emisión negativo, permitiría limitar el calentamiento global a no más de 1,5 °C respecto de la temperatura preindustrial de la Tierra. Lo preocupante es que el calentamiento ya llegó a 1,1 °C, y la temperatura global aumenta alrededor de 0,2 °C cada década. Por eso el mundo debe llegar a un nivel nulo de emisión neta a más tardar en 2050. La adopción de la energía limpia evitaría cientos de miles de muertes al año derivadas de la contaminación del aire, mientras que el paso a una dieta sana y ambientalmente sostenible puede evitar alrededor de diez millones de muertes al año.

El enorme abaratamiento de la energía solar y eólica y los avances en almacenamiento de la energía ya hacen posible una adopción barata de la energía limpia en todas las regiones del mundo. El costo total de los sistemas de energía renovable, incluida la transmisión y el almacenamiento, ya es comparable al de los combustibles fósiles. Pero los gobiernos siguen subsidiándolos, lo que se debe al cabildeo incesante de las grandes empresas extractoras y a falta de planificación para las alternativas renovables.

El paso fundamental que hay que dar es un aumento masivo de la generación de energía a partir de fuentes renovables, sobre todo la eólica y la solar. Para algunos usos finales de la energía, por ejemplo en motores de autos y calefactores hogareños, se consumirá electricidad directamente; en otros (en industria, navegación, aviación y transporte en camión) se usarán combustibles limpios producidos mediante la electricidad de fuentes renovables. Algunos de los combustibles con emisión neta nula incluyen el hidrógeno, fluidos sintéticos y el metano sintético. En tanto, los establecimientos agrícolas deben pasar a la producción de alimentos vegetales.

La continuidad de la construcción de centrales a carbón en Asia y la deforestación incesante en el sudeste de Asia, África y Brasil suponen un riesgo inmenso y totalmente innecesario para el clima, el aire y la nutrición. A este absurdo se suman la promoción de los combustibles fósiles que hace en EEUU el gobierno de Trump (pese al inmenso potencial que tienen las energías renovables en este país) y la insistencia del nuevo presidente populista brasileño, Jair Bolsonaro, en desarrollar (es decir, deforestar) el Amazonas.

¿Qué hacer entonces?

El paso más urgente ahora es educar a gobiernos y empresas. Los gobiernos nacionales deben elaborar informes técnicos de la capacidad de sus países para poner fin a las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a mediados de siglo. Y empresas y bancos deben examinar con urgencia los fuertes argumentos tecnológicos para la adopción de sistemas energéticos y alimentarios no contaminantes y seguros.

Un importante nuevo estudio muestra que todas las regiones del mundo cuentan con suficiente potencial de generación eólica, solar e hídrica como para descarbonizar el sistema energético. Los países situados a mayor latitud, como EEUU, Canadá, los del norte de Europa y Rusia, tienen una disponibilidad de viento relativamente mayor que los países tropicales. Y todos pueden adoptar el auto eléctrico y usar los nuevos combustibles limpios para impulsar camiones, barcos, aviones y fábricas.

Esta transición energética creará millones de empleos más que los que se pierdan en las industrias basadas en los combustibles fósiles. Los accionistas de empresas como ExxonMobil y Chevron que se nieguen a reconocer la inminente transición energética terminarán pagando un alto precio. En los próximos años, las inversiones que siguen haciendo en combustibles fósiles se convertirán en activos inmovilizados.

Los gobiernos y las autoridades a cargo de los servicios públicos deben exigir que todas las nuevas instalaciones de generación de energía sean descarbonizadas. Conforme las viejas centrales impulsadas por combustibles fósiles envejezcan y se cierren, hay que reemplazarlas con energía limpia en forma competitiva, por ejemplo mediante licitaciones para la generación de energía renovable. China y la India, en particular, deben dejar de construir nuevas centrales a carbón dentro de su territorio, y países exportadores de capital como China y Japón deben dejar de financiar esas centrales en el resto de Asia, por ejemplo en Pakistán y Filipinas.

Las empresas privadas competirán intensamente para reducir todavía más los costos de los sistemas de energía renovable, incluido en esto la generación de energía, su almacenamiento y su uso final en vehículos eléctricos, calefactores y cocinas eléctricas y la nueva economía del hidrógeno. Los gobiernos deben poner límites a las emisiones, y el sector privado debe competir para ofrecer soluciones de bajo costo. Y ambos sectores deben colaborar en la financiación de nuevas iniciativas de investigación y desarrollo que permitan reducir todavía más los costos.

Lo mismo vale para el uso de la tierra. Si Bolsonaro realmente piensa que conseguirá un auge económico en Brasil permitiendo una mayor deforestación del Amazonas para el cultivo de soja y la cría de ganado, se equivoca. Ese plan aislará a Brasil y pondrá a las principales empresas fabricantes de alimentos ante la disyuntiva de dejar de comprar productos brasileños o arriesgarse a una reacción mundial masiva de los consumidores.

La industria de los alimentos ya va en otra dirección: la gran noticia es que Burger King, en un nuevo emprendimiento con Impossible Foods, tiene planes de adoptar la hamburguesa vegetal. Las hamburguesas de Impossible saben igual que las de carne, pero gracias al uso inteligente de la química sobre la base de ingredientes vegetales, los amantes de las hamburguesas pueden disfrutar de su comida favorita y al mismo tiempo salvar el planeta.

La transformación de los sistemas energéticos y alimentarios nos permitirá disfrutar de energía barata y dietas sanas y sustanciosas sin arruinar el medioambiente. Los chicos de secundaria que se manifiestan por la seguridad climática hicieron la tarea. Es hora de que políticos como Trump y Bolsonaro hagan la suya o dejen de ser un impedimento. Lampadia

Traducción: Esteban Flamini

Jeffrey D. Sachs, Profesor de Desarrollo Sostenible y Profesor de Política y Gestión de Salud en la Universidad de Columbia, es Director del Centro de Desarrollo Sostenible de Columbia y de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Sus libros incluyen The End of Poverty, Common Wealth, The Age of Sustainable Development, Building the New American Economy, y más recientemente, A New Policy Foreign: Beyond American Exceptionalism.




Transformemos nuestros ecosistemas educativos

En Lampadia hemos insistido en la necesidad de emprender una verdadera revolución educativa si queremos nivelarnos con los estándares educativos de los países más avanzados y enfrentar los retos que traerá la cuarta revolución industrial a nuestros pobres. Hemos hablado de un ‘shock educativo’, un ‘big bang’, un ‘pacto social por la educación’. Este reto se da en un contexto en el que el mundo está todavía tratando de acomodarse a la necesidad de cambio, lo que lo dificulta y hace más urgente.

Como afirma el Foro Económico Mundial (en un reciente artículo que compartimos líneas abajo), “Es el camino más difícil de seguir, no hay duda al respecto. La transformación de los ecosistemas educativos, la creación de una economía asistencial y la gestión de la transición hacia un nuevo mundo del trabajo requieren voluntad política, políticas innovadoras, nuevos modelos de financiación y, lo que es más importante, una nueva mentalidad.”

Y es que el mundo está cambiando a gran velocidad pero, como afirmó la ex Secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright (en: “Fuera de control en términos de las fuerzas desplegadas”): “la gente está hablando con sus gobiernos con tecnología del siglo 21; los gobiernos escuchan en la tecnología del siglo 20 y proporcionan respuestas del siglo 19”. Esta frase puede aplicarse en muchos escenarios, como por ejemplo el sector educación en el Perú. En nuestro país hemos terminado de debatir el tema educativo con la censura al ministro Saavedra, sin que si quiera se hablara sobre los temas de fondo: de la revolución que se viene y de la revolución que no emprendemos.

A pesar de los grandes miedos sobre la disrupción en los empleos por la era de la Cuarta Revolución Industrial, el Foro Económico Mundial tiene una perspectiva proactiva y optimista, afirmando que “Si los líderes actúan ahora, utilizando este momento de transformación como un ímpetu para abordar la reestructuración tan esperada, tienen la capacidad no sólo de frenar el flujo de tendencias negativas, sino de acelerar las positivas y crear un entorno en el que más de 7 mil millones de personas en el mundo pueden alcanzar su máximo potencial.”

Esta visión va muy ligada a  nuestra propuesta de que los jóvenes requieren un “salto cuántico”, como se propuso en CADE 2014 en la presentación de la “Visión del Perú para el tercio de siglo” y en los consejos de Lant Pritchett, Presidente de la Maestría en Políticas Públicas del programa de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard para el Desarrollo, en el mismo evento, respectivamente y como aconseja Sir Ken Robinson. Ver en Lampadia: Educación y Habilidades para el Futuro y Líneas de acción y compromisos para la educación del siglo XXI y ¿Las escuelas matan la creatividad?

El futuro del Perú depende de cómo formemos a nuestros jóvenes. Esperamos que el gobierno  pueda tomar conciencia de las reformas que necesitamos asumir para iniciar la inmensa tarea de dar a las nuevas generaciones los beneficios y capacidades que nos ofrece el mundo del siglo XXI. Lampadia

Puede que tengamos menos de 5 años para cambiar la manera en que aprendemos, ganamos y nos cuidamos

Estamos en medio de una revolución laboral. ¿Cómo nos preparamos? Fuente: Cel Lisboa

Saadia Zahidi, Jefe de Educación, Género y Trabajo y Miembro del Comité Ejecutivo
Foro Económico Mundial, Ginebra
4 de enero de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Durante el último año, en el Foro Económico Mundial y en otros lugares, he hecho dos preguntas a los participantes. En primer lugar, pido que alcen las manos quienes se sienten seguros de sus habilidades actuales para el resto de sus carreras – alrededor de uno de cada cinco levanta la mano. Entonces les pregunto si se sienten seguros de aconsejar a sus hijos sobre su educación para que preparen su propio futuro: ninguno levanta la mano. Estas personas son algunas de las figuras más destacadas del mundo y, sin embargo, como muchos de nosotros, no estan seguros de cómo será el futuro de los mercados laborales.

Esto no es sorprendente.

La globalización y la tecnología están acelerando tanto la creación de empleo como su destrucción. Algunas estimaciones ven que el riesgo de la automatización de los empleos alcance a casi la mitad de los trabajos actuales, mientras que otros pronostican un valor considerablemente más bajo de 9%. Sin embargo, todas las ocupaciones pasarán por un cambio: encontramos que, en promedio, un tercio de las habilidades necesarias para realizar los trabajos de hoy serán completamente nuevas para 2020.

Al mismo tiempo, los sistemas de educación y formación no están siguiendo el ritmo de estos cambios. Algunos estudios sugieren que el 65% de los niños que actualmente ingresan a la escuela primaria tendrán empleos que aún no existen y, por lo tanto, su educación no los preparará, exacerbando las carencias de habilidades y el desempleo en el futuro. Incluso muchos de los sistemas de formación y calificación de los adultos no pueden apoyar el aprendizaje de los actualmente activos de casi 3,000 millones de personas.

Además, las anticuadas normas culturales y la inercia institucional están creando obstáculos para la mitad del talento del mundo y empeoran en el nuevo contexto. A pesar del salto de las mujeres en la educación, su participación en la fuerza de trabajo remunerada sigue siendo baja; y el progreso se está estancando, estimando previsiones actuales de paridad económica en 170 años.

Los resultados a corto plazo de estas dinámicas, combinados con otros factores demográficos, geopolíticos y económicos, son profundamente desafiantes. Incluyen brechas en las habilidades y capacidades que son difíciles de cubrir, para los empleadores y los trabajadores por igual, el desempleo y el desplazamiento de puestos de trabajo, en particular en el trabajo de los obreros y los servicios, el creciente temor de un mayor desempleo tecnológico. En conjunto, estos factores están exacerbando la desigualdad de ingresos y creando una crisis de identidad.

Sin embargo, la mayoría de estas terribles predicciones no tienen por qué dejarse de lado. Si los líderes actúan ahora, utilizando este momento de transformación como un ímpetu para abordar la reestructuración tan esperada, tienen la capacidad no sólo de frenar el flujo de tendencias negativas, sino de acelerar las positivas y crear un entorno en el que más de 7 mil millones de personas en el mundo puedan alcanzar su máximo potencial.

En cambio, en varias economías avanzadas, estamos viendo las consecuencias políticas y sociales de un pensamiento a corto plazo, emotivo -y en ocasiones insincero-. Para aquellos que se están perdiendo de los cambios en curso, el miedo es una respuesta comprensible. Pero alejar a los inmigrantes, el comercio o la tecnología en sí, y desvincularse del mundo, es una distracción, en el mejor de los casos. En el peor, creará aún más consecuencias negativas para aquellos que ya están perdiendo – y para muchos más. Corresponde a líderes y ciudadanos valientes, responsables y comprometidos el tomar una visión a largo plazo y emprender caminos hacia reformas más fundamentales y relevantes y un futuro inspirador.

¿Cómo? Invirtiendo en capital humano y preparando a la gente para las nuevas oportunidades de la cuarta revolución industrial. El Foro Económico Mundial ha trabajado con líderes, expertos y profesionales para crear una visión común y un programa de cambio compartido centrado en cómo aprendemos, trabajamos y nos cuidamos.

  1. Transformar los ecosistemas educativos. La mayoría de los sistemas educativos están tan atrasados ​​versus el ritmo de cambio de hoy y tan desconectados de los mercados de trabajo, que nada menos que una revisión fundamental será suficiente en muchas economías. Las ocho áreas clave de acción son la educación para la primera infancia, los planes de estudios preparados para el futuro, la mano de obra docente profesionalizada, la exposición temprana al lugar de trabajo, la fluidez digital, la sólida y respetada educación técnica y profesional, la apertura a la innovación educativa y, el aprendizaje permanente.
     
  2. Facilitar la transición a un nuevo mundo del trabajo. Si bien hay opiniones profundamente polarizadas sobre cómo la tecnología afectará al empleo, hay un acuerdo en que estamos en un período de transición. La política necesita ponerse al día y facilitar esta transición. Proponemos cuatro ámbitos de actuación: reconocimiento de todos los modelos de trabajo y aplicación ágil de nuevas normas, protección social actualizada, aprendizaje de adultos y re-capacitación continua, y servicios proactivos de empleo.
     
  3. Avanzar en la economía de la atención. A menudo es un sector subvalorado y no regulado, pero en realidad es una de las necesidades fundamentales entre las poblaciones jóvenes y viejas. Tiene un fuerte impacto en la educación, y tiene potencial de crecimiento. Proponemos seis áreas de acción: reconocer y valorar ‘el cuidado’ como un sector vital de la economía, profesionalizar la fuerza de trabajo, reequilibrar las responsabilidades laborales pagadas y no remuneradas, ampliar la infraestructura de atención de alta calidad, crear nuevas disposiciones financieras para facilitar la atención y utilizar la tecnología como una herramienta para equilibrar el cuidado y el trabajo.

Para hacer esto -y para que sea rentable- es fundamental que el diseño de políticas incluya una  gobernabilidad ágil de múltiples partes interesadas, el empoderamiento del individuo, la medición objetiva, el acceso universal y la planificación a largo plazo como principios fundamentales.

El rápido ritmo del cambio significa que necesitamos actuar con urgencia. Según algunas estimaciones, la oportunidad actual de acción es de tres a cinco años. Esto puede sonar desalentador, pero hay una gran variedad de historias de éxito de las que se puede aprender y emular. También hay nuevas oportunidades comerciales sustanciales -como la educación de adultos, los servicios de ‘cuidados’, los servicios de empleo- que hacen que este espacio esté listo para la colaboración público-privada.

Es el camino más difícil de seguir, no hay duda al respecto. La transformación de los ecosistemas educativos, la creación de una economía asistencial y la gestión de la transición hacia un nuevo mundo del trabajo requieren voluntad política, políticas innovadoras, nuevos modelos de financiación y, lo que es más importante, una nueva mentalidad.

Pero este es también el único camino viable si queremos salir adelante de la transición en curso y convertir este momento de flujo en una oportunidad para revitalizar el crecimiento y la realización del potencial humano en la era de la cuarta revolución industrial.

El ‘libro blanco’ de “Logrando el Potencial Humano en la Cuarta Revolución Industrial”: Una Agenda para que los Líderes puedan desarrollar el Futuro de la Educación, Género y Trabajo puede encontrarse aquí. Saadia Zahidi es Jefa de Educación, Género y Trabajo y Miembro del Comité Ejecutivo del Foro Económico Mundial. Lampadia

 




Los retos de la Cuarta Revolución Industrial

Los retos de la Cuarta Revolución Industrial

El 13 de enero pasado publicamos en Lampadia nuestro artículo World Economic Forum – 2016 – El Foco en la Cuarta Revolución Industrial, en el que comentamos que hace un tiempo veníamos siguiendo este tema tan importante y de tanto alcance, pero que “nuestro esfuerzo de divulgar información al respecto, ha sido poco exitoso en términos de lo que otros medios han asumido. Esperamos que el WEF ponga este tema por todo lo alto en la atención de nuestra clase dirigente”. Pues, efectivamente, como esperábamos, por fin el tema de la gran disrupción tecnológica que ya estamos viviendo ha entrado a los medios locales.

Lo que debemos buscar ahora es debatir sobre sus implicancias, riesgos y oportunidades, y acomodar nuestros esfuerzos colectivos y nuestras políticas públicas para enfrentar este tremendo reto. Por nuestra parte, ofrecemos nuestro espacio para facilitar el debate y la difusión de ideas.

Líneas abajo presentamos nuestro artículo sobre los retos de la ‘Cuarta Revolución Industrial’.

Hoy en día, estamos en el comienzo de la cuarta revolución industrial. Como se ha dejado en claro el Foro Económico Mundial (ver en Lampadia: El Foco en la Cuarta Revolución Industrial), este es un tema crucial para nuestro futuro, ya que marcará indeleblemente la vida de las personas, empresas y naciones.

Mientras que el mundo ya ha sido testigo de grandes cambios, en el futuro inmediato éstos serán más rápidos y amplios. Como dice Nicholas Davis en un blog del WEF, “La primera revolución industrial tuvo lugar en el siglo 18, cuando la humanidad se mudó de confiar en el poder de los animales al poder mecanizado, la segunda se produjo a finales del siglo 19 y principios del 20, cuando una gran cantidad de avances condujeron al mundo a la producción en masa y a la comunicación, y la tercera ocurrió en el último medio siglo, cuando las computadoras abrieron el mundo digital”.

En comparación con las revoluciones anteriores, la cuarta revolución industrial está ocurriendo a un ritmo más rápido (exponencial) y cubre una zona más amplia. Hoy tenemos la oportunidad de hablar de ella mientras sucede, lo que nos permite dar forma a sus oportunidades y mitigar sus riesgos.

Esta revolución sentará las bases para una transformación más amplia y global que cualquier cosa que hayamos visto jamás. Sistemas inteligentes en casas, fábricas, granjas o hasta ciudades ayudarán a abordar los problemas que van desde la gestión de suministros hasta el  cambio climático. El auge de la economía compartida (Ver en Lampadia: El futuro de las economías compartidas) permitirá a las personas obtener beneficios económicos por medio de todo, desde su casa vacía hasta su coche.

Mientras que este cambio inminente representa una gran promesa, también plantea grandes retos para los patrones de consumo, producción y empleo, que requieren la adaptación proactiva de individuos, corporaciones y gobiernos.

Mientras que industrias enteras se ajustan, la mayoría de los empleos están experimentando una transformación fundamental. Mientras que algunos trabajos se ven amenazados por ser redundantes, otros crecen rápidamente y muchos de los empleos existentes también están pasando por un cambio en las habilidades necesarias para hacerlos. (Ver en Lampadia: Apuntes para la creación de empleo al 2034 (I)). El debate sobre estas transformaciones es a menudo polarizado entre los que prevén ilimitadas nuevas oportunidades y los que prevén la dislocación masiva de puestos de trabajo. (Ver: El futuro del empleo con Robots e Inteligencia Artificial (II))

Otra preocupación es la futura desigualdad entre los países. Aquí, tanto las políticas públicas como las etapas de desarrollo actuales de los países tendrán un gran impacto. Mientras que la información y el talento se convierten rápidamente en el mayor valor para las empresas, será muy importante que los gobiernos mantengan ecosistemas de innovación locales para tomar rápidamente las ventajas de las nuevas eficiencias habilitadas por la cuarta revolución industrial.

Un tercer tema son los riesgos globales, los cuales se materializan en formas nuevas e inesperadas y son cada vez más inminentes ya que sus consecuencias llegan a personas, instituciones y economías. El último ‘Global Risks Report 2016’ del WEF muestra como cada vez somos testigos de más efectos del cambio climático, inundaciones y tormentas en todo el mundo. Además, sociedades estables se están volviendo cada vez más fragmentadas en muchas regiones. Ver el siguiente gráfico sobre las percepciones de 750 miembros globales de la comunidad del WEF, en el cual mencionan hasta 5 riesgos en cada período de tiempo:

Al mismo tiempo, los avances en la tecnología y la rápida digitalización están transformando radicalmente las sociedades, las economías y las formas de hacer negocios. Por lo tanto, esta Cuarta Revolución Industrial presenta grandes oportunidades para todos los actores involucrados y un espacio de solución previamente inimaginable para algunos de los problemas más apremiantes del mundo.

Entonces, la pregunta ahora es cómo las empresas, el gobierno y los individuos reaccionarán a estos desarrollos y transformaciones. Para evitar un caso extremo negativo (cambios tecnológicos acompañados de escasez de talentos, desempleo masivo y una creciente desigualdad), lo primordial será la constante actualización de conocimientos y la mejora de las habilidades de los trabajadores de hoy.

Aunque mucho se ha dicho acerca de la necesidad de una reforma en la educación básica a futuro, simplemente no es posible detener la actual revolución tecnológica para esperar a la fuerza laboral de la próxima generación. En lugar de ello, es fundamental que las empresas tomen un papel activo en el apoyo a sus empleados actuales a través de re-entrenamiento y que los individuos adopten un enfoque proactivo para su propio aprendizaje durante toda sus vida, además de que los gobiernos creen un ambiente propicio para incentivar estos esfuerzos.

Según dos investigadores de Oxford, Benedikt Frey y Michael Osborne, existen dos estrategias principales para prepararnos para el futuro: Invertir en desarrollar habilidades dirigidas a la ciencia, tecnología y diseño para equiparnos para el futuro de las máquinas y, el segundo, enfocarnos más en las cualidades que nos vuelven más humanos que máquinas (como por ejemplo las características empáticas, inspiraciones, creatividad y sensibilidad).

En palabras de Klaus Schwab, “la revolución tecnológica actual no tiene por qué convertirse en una carrera entre los humanos y las máquinas, sino más bien debería ser una oportunidad para que el trabajo sea verdaderamente un canal a través del cual la gente reconoce su potencial. Para asegurar que logremos esta visión, debemos ser más específicos y mucho más rápidos en comprender los cambios en curso y ser conscientes de nuestra responsabilidad colectiva para dirigir nuestros negocios y comunidades a través de este momento de transformación.”

Necesitamos forjar un futuro que ponga en primer lugar a las personas y empoderarlas para llevar acabo todo su potencial. Eso tiene que hacerse desde la comprensión del mundo en que vivimos y debe basarse en el esfuerzo conjunto de los peruanos en pos de una visión estratégica común que tenemos que construir. Lampadia




Acuicultura: enfrentando el futuro

Acuicultura: enfrentando el futuro

Por: Tomás Unger

(El Comercio, 15 de Julio del 2014)

La agricultura, además de requerir áreas de cultivo, que hoy ya ocupan 40% de la tierra   disponible, supone la destrucción de bosques. Esta situación ha forzado a poner creciente énfasis en los alimentos de origen acuático, sobre todo marino. Por otra parte, la pesca ha alcanzado un crecimiento insostenible. Los avances tecnológicos, con sonar y embarcaciones refrigeradas, han llevado al límite la extracción, acabando en algunas partes con las especies. Esto ha llevado a una nueva forma de procurar alimentos del agua, que tiene ventajas determinantes.

Las ventajas

Hace más de 2.000 años los chinos comenzaron a criar carpas cuando inundaban sus campos de arroz, creando ecosistemas que combinaban patos y cerdos usando los desperdicios para alimentar algas, que a su vez mantenían a las carpas. Este pez carnívoro además se alimentaba de los insectos que perjudican al arroz, microsistemas ecológicos de gran eficiencia. Hoy China produce 1,5 mlls. de toneladas de tilapia al año.

La ventaja básica del pez, o para el caso de todo alimento acuático, es su menor consumo de energía. Toma aproximadamente un kilo de alimento para producir un kilo de pescado, a diferencia de las cantidades que requieren los animales terrestres. En el caso del pollo se necesita casi dos kilos por cada kilo de animal, tres en el caso del cerdo y para producir un kilo de carne de res se necesitan siete kilos de comida.

Esto se debe principalmente a dos factores físicos: la sangre fría de los animales marinos y su falta de necesidad de combatir la gravedad, porque flotan. Un problema está en lo que comen. Los alimentos marinos más buscados son generalmente carnívoros y requieren ser alimentados si es que se cultivan. Otros, en cambio, aunque menos buscados en los mercados, se alimentan de productos vegetales. Esto ha dado lugar a una nueva industria que ha tenido un crecimiento explosivo: la acuicultura.

Crecimiento espectacular

Desde que comenzó a tener impacto, principalmente proporcionando langostinos, salmón y tilapia, envasados al vacío y congelados en los años 80, la acuicultura ha crecido más de 10% al año y hoy es 15 veces mayor que en los 80. Se cultiva toda clase de alimentos acuáticos, tanto marinos como de agua dulce. Por primera vez su producción ha excedido a la de carne de res.

Otro hito notable es que hoy, por primera vez, la acuicultura ha sobrepasado los 70 millones de toneladas y representa más de la mitad del consumo de productos acuáticos. Hay quienes aseguran que lo que ha contribuido al mayor consumo es el hecho de que los alimentos del agua, y en especial los marinos, han adquirido la reputación de ser más sanos. Esto se debe en parte a la presencia del tan buscado aceite omega 3.

La comida de los peces

A pesar de que los peces requieren menos calorías para crecer y producir carne comestible, requieren comida. Esto en el caso de los peces omnívoros presenta menos problema que en el caso de los carnívoros. Estos últimos son los principales consumidores de harina de pescado. Hoy el cultivo más grande de peces se encuentra en el Caribe frente a Panamá donde se cultiva un animal llamado bonito negro o pejepalo, que no existe en nuestras costas y que puede vivir 15 años, alcanzar dos metros y pesar más de 65 kilos. Su principal alimento son la harina y aceite de pescado, complementados con nutrientes a base de grano.

Como sabemos bien, la harina y el aceite de pescado vienen de anchovetas y sardinas; lo que sorprenderá a muchos es que hoy la acuicultura consume casi el 70% de la harina de pescado y casi el 90% del aceite de pescado que produce el mundo. Es más, ya se está explorando la obtención de krill de la Antártida para alimentar peces, en desmedro de las ballenas y pingüinos.

Esta es la razón por la cual es tan popular la tilapia que es omnívora y consume soya. Otro esfuerzo se está haciendo para reducir la cantidad de harina de pescado requerida para peces carnívoros como el salmón, reduciendo por consiguiente el número de peces que requiere su cultivo. El gran debate es sobre con qué tipos de nutrientes se puede mantener el cultivo de mariscos y peces.

Ostras, conchas y algas

Antiguo y menos problemático es el cultivo de moluscos, en especial el de ostras con una larga tradición. Estos cultivos incluyen desde choros y conchas hasta los llamados equinodermos pepinos de mar o cohombros, favoritos de chinos y japoneses. Ubicadas a diversas profundidades, las ostras filtran los desperdicios de otros cultivos, lo que también hacen las algas.

Consumidas casi exclusivamente en el este de Asia, las algas tienen un muy alto valor nutritivo, con algunas que incluyen el tan buscado omega 3. Por otra parte, lejos del problema del alimento, las algas tienen aparentemente un espectacular futuro como proveedores de biocombustible. Los resultados todavía no están, pero hay gran expectativa.

Y los problemas…

Como sucede con todas las actividades humanas que modifican los sistemas naturales, se crean problemas. Por lo pronto, los científicos norteamericanos que han estudiado la acuicultura, a pesar de miles de kilómetros de litoral, han prohibido el cultivo de granjas de peces en sus costas. No así en estanques y lagos. Esencialmente los problemas surgen por la alteración de ecosistemas.

La concentración de cierto tipo de peces, sus desperdicios y el cambio de la fauna, desde el fitoplancton hasta los depredadores, tienen consecuencias directas en los ecosistemas. Otro aspecto es la introducción de productos químicos en los criaderos de peces donde la densidad es alta. En más de un caso se han producido epidemias, que han requerido antibióticos para detener su expansión. Por otra parte, medios artificiales para acelerar el

crecimiento de los peces han tenido un impacto negativo en la fauna marina aledaña.

En el Perú tenemos una experiencia en el lago Titicaca, donde la introducción de especies foráneas carnívoras ha acabado con parte de la fauna original. En Chile hubo dramáticas extinciones en criaderos de salmón y se han requerido medidas drásticas para detenerlas. Estos son solo algunos ejemplos de una industria en rápida evolución, cuyos tropiezos no detienen su progreso. No cabe duda que, ante la dramática expansión de las áreas de cultivo y su contribución a la generación de CO2 , a la vez que la reducción de las selvas que lo reciclan, se requieren alternativas.

Sin lugar a dudas, la acuicultura presenta una solución real, con grandes proyecciones. Lo que nació hace unas décadas con la producción industrial de langostinos, hoy se ha vuelto una industria que supera en el suministro de proteínas a la de la ganadería, y sigue en aumento. Si bien la corvina y el lenguado se han vuelto un lujo limitado para los consumidores de alto poder adquisitivo, todo parece indicar que la solución más realista a la futura demanda de alimentos está en el agua, principalmente en el mar.