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El cuento de la asamblea constituyente

El cuento de la asamblea constituyente

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

Entre todos los cuentos y relatos construidos en nuestra política reciente, la necesidad de una asamblea constitucional es el más artero. Busca que el ciudadano crea que esa es la salida a los graves problemas sanitarios, económicos y morales que aquejan a nuestra nación.

Decimos que es un cuento artero por lo siguiente:

  • Una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución no resolverán esos problemas. Convocar a un centenar de peruanos a redactar una nueva Constitución les dará empleo y figuración a esos compatriotas, pero no acelerará la vacunación, no incrementará camas UCI, ni hará que un estado ineficiente que no construyó hospitales ni compró pruebas pese a tener recursos lo haga más rápido. Una asamblea constituyente, a la chilena, lejos de resolver la crisis económica originada por el mal manejo de la crisis sanitaria, ahondará la inestabilidad económica, ahuyentará la inversión y agravará el desempleo. Una asamblea constituyente y una nueva constitución no hará que el peruano que no acata las reglas sanitarias lo haga, no convertirá al peruano pilló en un prohombre, ni hará que nuestros alcaldes, regidores, gobernadores, funcionarios y congresistas corruptos se vuelvan unos ángeles. Quien crea ese relato es además de ingenuo, limitado.
  • Para hacer algunas reformas políticas a nuestra Constitución no necesitamos de una asamblea paralela al Congreso. Basta que se presente una iniciativa de reforma constitucional al Congreso y que éste la debata conforme al artículo 206 de la Constitución. El Congreso podrá aprobarla por mayoría absoluta y luego someterla a Referéndum o aprobarla por mayoría calificada de más de 87 votos en dos legislaturas ordinarias.  Esa reforma, como está dicho en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (STC 014-2002/PI/TC, STC 50-2004-AI/TC, entre otras), deberá respetar los límites formales (personas legitimadas, mecanismos, quórums, votaciones, etc.)  y materiales (las cláusulas peteras o intangibles de nuestra Constitución que son inmodificables como la separación de poderes, el gobierno republicano, los derechos fundamentales, el estado de derecho, el régimen político, la libertad o dignidad de las personas, el derecho a la vida, entre otros) y, sobre todo, no puede alterar el propio procedimiento de reforma.
  • Una asamblea constituyente y una nueva constitución surgida de ella son inviables desde el punto de vista constitucional. La Constitución de 1993, al igual que la carta de 1979, tienen un procedimiento de reforma. Sustituirlo por el procedimiento que le antoje al político de turno o al criterio de sus asesores rentados es una violación abierta a la Constitución, un golpe de Estado. Ya sabemos, por lo demás, donde terminan aquellos que dejan de lado la Constitución para imponer sus propias reglas.
  • La propuesta de convocar a una asamblea constituyente y de redactar una constitución por esa vía tiene en realidad otros propósitos políticos subalternos y protervos.  Es parte de un libreto autoritario como el seguido en Bolivia, Venezuela, Ecuador y otros países, donde lo que se busca es en primer lugar crear un poder paralelo al Congreso para debilitarlo o deslegitimarlo y, en segundo término, acomodar las reglas políticas y económicas del país a la medida de los intereses políticos del régimen, de su clientelismo y sobre todo de su reelección permanente. La asamblea constituyente será el camino para lograr que quien lo proponga se mantenga en el poder ad infinitum.

Por todo lo anterior, proponer el 28 de julio una asamblea constituyente inconveniente, innecesaria, inconstitucional y con un fin político protervo y subalterno, no es solamente un despropósito político, sino que sería la evidencia escrita y documentada de una infracción a la constitución. Si quien lo plantea es el presidente de la República, sería una clara muestra de su incapacidad moral permanente para continuar al frente del país, una justificación constitucional para su vacancia inmediata y para su procesamiento y enjuiciamiento por infracción a la Constitución. La historia peruana nos muestra cual es el fin de presidentes como Leguía, Velasco o Fujimori que siguieron el camino de pisotear la Constitución.

El cuento de la asamblea constituyente no es por lo tanto un cuento con final feliz. Se trata de un relato que no conduce a nada bueno al país, que mina la gobernabilidad inmediata de estos momentos y que podría ser el camino más corto para la vacancia, el procesamiento y la prisión de quien lo proponga. Destruir las reglas de juego de la Constitución no puede ser algo de lo cual se quede impune y sin sanción. Lampadia




No Culpemos a la Constitución

No Culpemos a la Constitución

Javier Tovar Gil

Ella, la constitución, comienza diciendo: ” la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y el Estado.”  Es un punto de partida inspirador, una piedra angular que es la base para todo lo que viene después. Ella desarrolla un catálogo completo de derechos fundamentales, se protege la vida, la integridad, las libertades de conciencia, religión y opinión, el derecho a informarse, la no discriminación, la presunción de inocencia, la identidad étnica y cultural, la propiedad y la herencia, la igualdad ante la ley, el debido proceso, el libre tránsito, la libertad de creación artística e intelectual, entre otros derechos. Es un catálogo de garantías que reconoce plenamente el respeto a los valores propios de una sociedad democrática, donde la persona es el centro de gravedad. No el Estado, ni la empresa, ni otras organizaciones.

A lo largo de su texto Ella desarrolla un conjunto de derechos sociales y económicos que cubren prácticamente todas las demandas que hemos visto recientemente expresadas en cartelones, marchas y “slogans” electorales. Los derechos de acceso a la salud y educación están reconocidos y garantizados; el acceso equitativo a la seguridad social, el derecho al trabajo, a la sindicación y negociación colectiva, el sueldo mínimo, están previstos; la no discriminación, la protección del medio ambiente, la defensa del patrimonio cultural, y un largo etcétera, configuran un balance equilibrado entre lo individual y lo colectivo. Un Estado que   trabaje para garantizar una genuina igualdad de oportunidades para todos, que le permita a cada uno desarrollar sus diferencias individuales.

Si uno la lee con calma se dará cuenta que los reclamos ciudadanos de hoy ya son, en gran medida, recogidos por Ella. No hace falta cambiarla, sólo hace falta ponerla en práctica.

Me sorprende especialmente la relación que se intenta crear entre Ella y la corrupción. Nada hay en su texto que de manera alguna pueda relacionarla con este vicio. Nada hay en Ella que impida implementar la mayoría de propuestas que vienen circulando. Algunos señalan, simplemente, que es una constitución ” fujimorista”, esto no es un argumento, es una obsesión que se ha convertido en trauma. La realidad es que Ella tiene poco o nada que ver con las causas de la corrupción, hay que buscarlas en otra parte.

En materia económica Ella es acusada de promover un modelo ” neoliberal”, sin más. Refrescando la memoria recordemos que su capítulo económico fue una reacción natural frente a la situación heredada del primer gobierno de Alan García. Una vacuna contra aquello que no debía volver a pasar. En su capítulo económico Ella parte del concepto de economía social de mercado, dándole cabida a todas las formas de emprendimiento y propiedad, defendiendo la propiedad privada y el derecho a desarrollar empresa, prohibiendo los monopolios legales y regulando los monopolios de hecho, garantizando la responsabilidad fiscal, manteniendo la responsabilidad por el funcionamiento de los servicios públicos en cabeza del Estado, sin dejar de alentar la participación privada. Lo cierto es que desde que Ella está vigente el tamaño de nuestra economía se multiplicó por casi diez veces (en dólares nominales), el presupuesto del Estado, que sirve para atender los derechos sociales, por casi siete, mientras la población sólo creció media vez. Hoy tenemos un Estado que, desde lo económico, debería estar en mucho mejor capacidad de atender las necesidades de la población. La pobreza bajó, aunque no es suficiente. Creo que Ella ha cumplido con poner el marco para que las cosas puedan ocurrir, pero que ocurran no depende de Ella. De alguna forma me recuerda un expresivo lema de campaña de un querido presidente: un gobierno que trabaje y que deje trabajar.         

Ya en lo personal, en materia económica, hay cuatro derechos económicos que no quiero perder:       

El derecho a ser dueño de mis ahorros. Los peruanos tenemos el derecho a ser dueños de nuestros ahorros en sus distintas modalidades.  Comprende el derecho a ser dueños de los dólares que ahorramos, muchos o pocos, son de los ciudadanos, no del Estado. Es bueno recordar que antes no era así. El Estado era, en la práctica, el dueño de los dólares de las personas y empresas, los distribuía de acuerdo a sus criterios, a través de sistemas de control del tipo de cambio, discriminando y asignándole valores en función de las prioridades que juzgaba convenían. El resultado fue tan nefasto que el Perú se quedó sin reservas, sin dólares, logrando el efecto contrario al que supuestamente perseguía. Desde que Ella entró en vigencia la cosa ha cambiado, hoy el país, gracias al régimen de libertad de cambio y autonomía real del BCR, tenemos más de setenta y cinco mil millones de dólares de reservas internacionales (impensable antes de que Ella entró en vigencia).

 El derecho a que no exista inflación causada por el Estado. Garantizar la responsabilidad presupuestal, la estabilidad monetaria y la independencia del Banco Central son claves para nuestra economía, para la de todos. Se traduce en el derecho de los peruanos a que la inflación esté bajo control, a que la subida de los precios no golpee a quienes no pueden defenderse. Se trata de un antídoto contra la tentación populista de ofrecer pan para hoy pero hambre para mañana. Como en cualquier presupuesto familiar que funcione el Estado debe manejarse como una responsable madre de familia, que vela por el presente y el futuro de los suyos, que sabe que la irresponsabilidad la llevaría al descalabro (eso ya lo hemos experimentado en carne propia).          

El derecho a que las personas cumplan sus compromisos. Tenemos el derecho a que se cumpla la palabra empeñada. Que no nos cambien los contratos que celebramos todos nosotros. Este derecho no es una prerrogativa de grandes compañías, es de todos los ciudadanos. En una sociedad desarrollada la confianza en lo pactado, la palabra empeñada, la seguridad de que los contratos se cumplen, son pilares esenciales para explicar su éxito, traducido en el bienestar colectivo.

El derecho a que el Gobierno dedique los recursos a lo Prioritario. Es muy importante que el Estado no se embarque en aventuras empresariales que pongan en riesgo los recursos del presupuesto, que son escasos. El Estado no debe distraer esfuerzos y dinero en actividades que debidamente reguladas pueden ser asumidas por la gestión privada. Hay demasiado que hacer para desenfocarse. Es indispensable que nuestro Estado se dedique a garantizar, de verdad, tal como Ella dispone, el pleno acceso a la educación y salud de calidad, la seguridad ciudadana, o que concentre su energía en la construcción de las redes de caminos que logren conectar a todos los pueblos del Perú con los mercados. La llegada de una carretera afirmada, unida a una estación celular, puede cambiar dramáticamente la vida de las personas. Deje usted que las carreteras donde el peaje es viable las gestionen los privados, con adecuada regulación. Que el Estado dedique su principal esfuerzo a incluir a quienes están marginados, a quienes debemos dar un ambiente de igualdad de oportunidades, como Ella persigue, objetivo que está todavía lejos de lograrse.             

A sus detractores decirles que Ella tiene sus propios mecanismos de cambio que permiten adecuarla a los nuevos vientos y tiempos, hay mucho espacio para el ajuste y la mejora. Ella no es la misma que nació hace 28 años, ha sido modificada muchas veces, también maltratada. Las constituciones de los países más exitosos son longevas, se adaptan a las nuevas circunstancias y tiempos. Ella es todavía joven, tiene muchos derechos por implementar.

Por favor, no culpemos a la constitución de nuestras incapacidades como país para implementar aquello que ya está escrito. Ella no tiene la culpa. Asumamos nuestras propias culpas y carencias.  Las constituciones no tienen un efecto mágico sobre los países, hacen falta las personas que las pongan en marcha. Cree usted que   basta con adoptar constituciones de países exitosos para convertirnos en Suecia o en Japón. Bueno fuera, pero así no funciona la cosa.




Globalización 4.0

Es innegable que la economía de libre mercado, el libre comercio y, en particular, la globalización ha traído innumerables beneficios políticos, económicos, sociales y culturales a los países.

La globalización no solo ha permitido un mayor intercambio cultural entre las sociedades, sino que también ha dado lugar al intercambio de conocimientos en áreas como la ciencia y la tecnología y ha posibilitado la búsqueda de una mejor calidad de vida a partir de la libre movilidad de personas entre países.

Sin embargo, recientes movimientos políticos populistas de corte aislacionista y antiinmigración – como el Brexit y los movimientos euroescépticos de extrema derecha en la Unión Europea –, en un contexto de recuperación económica desigual, especialmente al interior de los países más ricos, tras la crisis financiera del 2008, han puesto en tela de juicio las bases que sostienen el sistema económico mundial y la globalización misma.

En esta línea, Klaus Schwab, Presidente Ejecutivo del World Economic Forum, presenta el tema de la próxima reunión anual del foro (ver artículo líneas abajo), planteando repensar la globalización a partir de una redefinición de la gobernanza en los Estados que pase por “forjar un nuevo pacto social entre los ciudadanos y sus líderes”, como se hizo tras la Segunda Guerra Mundial. Ello permitiría darle una mayor seguridad a la gente en una época en que se tiene la percepción que “las fuerzas globales lo dominan todo”.

Peor aún, esta percepción se ve reforzada, como señala Schwab, con la cada vez más notoria Cuarta Revolución Industrial (4IR), que, si bien puede generar enormes ganancias de eficiencia para las empresas, y por ende, ampliar las posibilidades de producción y de consumo de la gente; puede tener un efecto pernicioso sobre la desigualdad de las micro y pequeñas empresas, frente a las grandes, dado que no puedan optar por modelos de negocio “4.0”. Ello puede tener fuertes implicancias en la desigualdad al interior de cada país (“nacional”), aún cuando a nivel global se ha producido una gran reducción de la desigualdad.

Es por ello que Schwab propone que esta nueva gobernanza venga acompañada de arreglos institucionales –que en algunos casos implicarán el diseñar desde cero instituciones existentes- que permitan abordar el progreso tecnológico en todas las grandes áreas en las que se mueve el ser humano, llámese, salud, educación, transporte, comunicación, etc.

En este marco, el caso de la educación es particularmente importante ya que implica preparar a las nuevas generaciones de jóvenes para un mercado laboral en el que la automatización de tareas implicará el desarrollo de ciertas habilidades como la creatividad y la innovación.

Todo ello es posible, pero es vital reconocer la importancia no solo de la cooperación público-privado sino también de la cooperación internacional ya que los cambios que ocurren en un país no están aislados al mundo y, por ende, se justifica la colaboración y el constante diálogo con la comunidad internacional para dar una respuesta adecuada.

Esta es una razón más para desechar las opciones nacionalistas y proteccionistas que hoy en día pululan en el mundo político.

En ese sentido, creemos al igual que Schwab, que para lograr reformar la globalización se requerirán dos cosas por parte de la comunidad internacional:

  • Un compromiso más amplio, en el sentido, de promover una participación masiva de los países en esta discusión.
  • Una mayor imaginación, en el sentido, de pensar sistémica y estructural, más allá de las propias consideraciones institucionales y nacionales a corto plazo. Lampadia

Globalización 4.0: qué significa y cómo podría beneficiarnos a todos

Imagen: REUTERS/Carlo Allegri

Klaus Schwab
Fundador y Presidente Ejecutivo del World Economic Forum
World Economic Forum Annual Meeting 2019
5 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Después de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional se unió para construir un futuro compartido. Ahora, debe hacerlo de nuevo. Debido a la lenta y desigual recuperación en la década transcurrida desde la crisis financiera mundial, una parte sustancial de la sociedad se ha visto afectada y enfurecida, no solo con la política y los políticos, sino también con la globalización y todo el sistema económico que la sustenta. En una era de inseguridad y frustración generalizadas, el populismo se ha vuelto cada vez más atractivo como alternativa al status quo.

Pero el discurso populista elude -y a menudo confunde- las distinciones sustantivas entre dos conceptos: globalización y globalismo.

  • La globalización es un fenómeno impulsado por la tecnología y el movimiento de ideas, personas y bienes.
  • El globalismo es una ideología que prioriza el orden global neoliberal sobre los intereses nacionales.

Nadie puede negar que estamos viviendo en un mundo globalizado. Pero el que todas nuestras políticas deben ser “globalistas” es altamente discutible.

Después de todo, este momento de crisis ha planteado preguntas importantes sobre nuestra arquitectura de gobernanza global. Con más y más votantes que exigen “recuperar el control” de las “fuerzas globales”, el desafío es restaurar la soberanía en un mundo que requiere cooperación. En lugar de cerrar las economías a través del proteccionismo y la política nacionalista, debemos forjar un nuevo pacto social entre los ciudadanos y sus líderes, para que todos se sientan lo suficientemente seguros en casa como para permanecer abiertos al mundo en general. Si esto falla, la continua desintegración de nuestro tejido social podría, en última instancia, conducir al colapso de la democracia.

Además, los desafíos asociados con la Cuarta Revolución Industrial (4IR) coinciden con el rápido surgimiento de restricciones ecológicas, el advenimiento de un orden internacional cada vez más multipolar y la creciente desigualdad [al interior de los países más ricos]. Estos desarrollos integrados están marcando el comienzo de una nueva era de globalización. Si mejorará la condición humana dependerá de si la gobernabilidad corporativa, local, nacional e internacional se puede adaptar a tiempo.

Mientras tanto, un nuevo marco para la cooperación público-privada global ha ido tomando forma. La cooperación público-privada consiste en aprovechar el sector privado y los mercados abiertos para impulsar el crecimiento económico para el bien público, teniendo siempre en cuenta la sostenibilidad ambiental y la inclusión social. Pero para determinar el bien público, primero debemos identificar las causas de la desigualdad.

Por ejemplo, aunque los mercados abiertos y la mayor competencia sin duda producen ganadores y perdedores en el ámbito internacional, estos pueden tener un efecto aún más pronunciado sobre la desigualdad a nivel nacional. Además, la creciente división entre los que tienen vidas precarias y los privilegiados se está reforzando con los modelos de negocios de a 4IR, que a menudo derivan rentas de la propiedad de capital y/o de la propiedad intelectual.

Cerrar esa brecha requiere que reconozcamos que vivimos en un nuevo tipo de economía impulsada por la innovación, y que se necesitan nuevas normas, estándares, políticas y convenios globales para salvaguardar la confianza del público. La nueva economía ya ha interrumpido y rediseñado innumerables industrias, y ha dislocado a millones de trabajadores. Está desmaterializando la producción, al aumentar la intensidad del conocimiento en la creación de valor. Está aumentando la competencia dentro de los mercados nacionales de productos, capitales y trabajo, así como entre los países que adoptan diferentes estrategias de comercio e inversión. Y está alimentando la desconfianza, particularmente en las compañías de tecnología y su administración de nuestros datos.

“La Globalización 4.0 recién empieza, pero nosotros estamos muy
poco preparados para ella”. Klaus Schwab (WEF)

El ritmo sin precedentes del cambio tecnológico significa que nuestros sistemas de salud, transporte, comunicación, producción, distribución y energía, por nombrar algunos, se transformarán por completo. Gestionar ese cambio requerirá no solo nuevos marcos para la cooperación nacional y multinacional, sino también un nuevo modelo de educación, completo con programas específicos para enseñar nuevas habilidades a los trabajadores. Con los avances en robótica e inteligencia artificial en el contexto del envejecimiento de las sociedades, tendremos que pasar de una narrativa de producción y consumo a una de compartir y cuidar.

La globalización 4.0 acaba de comenzar, pero nosotros estamos muy poco preparados para ella. Aferrarse a una mentalidad obsoleta y jugar con nuestros procesos e instituciones existentes no funcionará. Más bien, necesitamos rediseñarlos desde cero, para poder aprovechar las nuevas oportunidades que nos esperan, mientras evitamos el tipo de interrupciones que estamos presenciando hoy.

A medida que desarrollamos un nuevo enfoque hacia la nueva economía, debemos recordar que no estamos jugando un juego de suma cero. Esto no es una cuestión de:

  • libre comercio o proteccionismo,
  • tecnología o empleos,
  • inmigración o protección de los ciudadanos, y
  • crecimiento o igualdad.

Esas son todas falsas dicotomías, que podemos evitar al desarrollar políticas que favorezcan “y” sobre “o”, permitiendo que todos los conjuntos de intereses se persigan en paralelo.

Sin duda, los pesimistas argumentarán que las condiciones políticas se interponen en el camino de un diálogo global productivo sobre la Globalización 4.0 y la nueva economía. Pero los realistas utilizarán el momento actual para explorar las brechas en el sistema actual e identificar los requisitos para un enfoque futuro. Y los optimistas mantendrán la esperanza de que las partes interesadas orientadas hacia el futuro crearán una comunidad de interés compartido y, en última instancia, un propósito compartido.

Los cambios que están en curso hoy no están aislados en un país, una industria o un problema en particular. Son universales, y por lo tanto requieren una respuesta global. No adoptar un nuevo enfoque cooperativo sería una tragedia para la humanidad. Para redactar un plan para una arquitectura de gobernanza global compartida, debemos evitar estar atascados en el momento actual de gestión de crisis.

Específicamente, esta tarea requerirá dos cosas de la comunidad internacional: un compromiso más amplio y una mayor imaginación. La participación de todas las partes interesadas en un diálogo sostenido será crucial, al igual que la imaginación para pensar de manera sistémica, y más allá de las propias consideraciones institucionales y nacionales a corto plazo.

Estos serán los dos principios organizadores de la próxima Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos-Klosters, que se reunirá entre el 22 y 25 de enero, bajo el tema “Globalización 4.0: Formando una nueva arquitectura en la era de la Cuarta Revolución Industrial”. Listos o no, un nuevo mundo está sobre nosotros. Lampadia




Davos en búsqueda de la inclusión y la globalización

Davos en búsqueda de la inclusión y la globalización

Más de 3,000 de los líderes políticos y económicos más influyentes del mundo, así como un puñado de celebridades, llegaron ayer a la ciudad suiza de Davos esta semana para la reunión anual que marca la agenda del año.

El Foro Económico Mundial, que comenzó el martes, ha reunido a élites de todo el mundo desde que comenzó como una pequeña reunión en la década de 1970. Este año, más de 900 directores ejecutivos y 70 líderes mundiales asistirán, entre ellos el controversial presidente estadounidense Donald Trump.

El tema de la cumbre del 2018, “Crear un futuro compartido en un mundo fracturado”, apunta a centrarse en hacer que la globalización funcione para aquellos que sienten que el sistema actual los está dejando atrás. La elección del tema viene de la elección de Trump, Brexit y el ascenso de la extrema derecha en algunas partes de Europa.

Este año, la atención se centrará en personas como el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro indio Narendra Modi. Otras figuras clave que asistirán incluyen a la primera ministra Theresa May, el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro canadiense Justin Trudeau.

Ayer, el líder indio Narendra Modi advertió que la “globalización pierde lentamente su brillo en favor de proteccionismo”. Modi afirmó a los delegados que “las fuerzas del proteccionismo están alzando la cabeza” contra el comercio y el comercio internacional. “Las negociaciones comerciales bilaterales y multilaterales han llegado a una especie de estancamiento”, dijo.

Modi, el primer primer ministro indio, que visita una cumbre del WEF en más de dos décadas, pidió la reforma de las instituciones internacionales, el compromiso continuo con un orden mundial basado en reglas y un mayor enfoque en la inclusión en la economía global durante su discurso. “Para una sociedad con diversas religiones, culturas, idiomas, atuendos y cocinas, la democracia no es solo un sistema político, sino una forma de vida”, dijo, y agregó que la inclusión es el “principio más importante” de su gobierno.

Por su lado, Justin Trudeau llamó la atención a otro tema vital, las campañas como #MeToo y Time’s Up. El primer ministro canadiense declaró que “Estos movimientos nos muestran que debemos tener una discusión crítica sobre los derechos de las mujeres, la igualdad y las dinámicas de poder del género. El acoso sexual en los negocios y en el gobierno es un problema sistémico y es inaceptable. Como líderes, debemos reconocer y actuar para demostrar verdaderamente que el tiempo se acaba.”

Entre los temas centrales en el mundo actual se encuentra el acoso sexual y el movimiento #MeToo, que comenzó en Hollywood pero se extendió rápidamente en otras industrias y en toda la sociedad en su conjunto. La política y la industria de servicios financieros no se han escapado del escándalo de acoso sexual.

Quizás tomando en cuenta esta tendencia global, por primera vez en sus 48 años de historia  los siete copresidentes de la conferencia (que suele ser abrumadoramente masculina) son mujeres. Dicho esto, solo el 21 por ciento de los asistentes son mujeres y la brecha salarial de género en muchas de las empresas representadas permanece firme.

Erna Solberg, primera ministra de Noruega, y Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), encabezan la dirección de este Davos. Solberg afirma que “Estoy especialmente preocupada por la necesidad de crear una sociedad del bienestar sostenible. El crecimiento inclusivo es esencial para alcanzar ese objetivo. Y eso significa, entre otras cosas, que tanto hombres como mujeres deben ser capaces de formar parte del mercado de trabajo en los mismos términos”.

En otros temas, como sugiere la temática de la conferencia, lograr que la recuperación económica mundial actual funcione para todos es también una de las principales preocupaciones en Davos de este año. Uno de los eventos más destacados tendrá lugar el jueves, cuando la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el canciller estadounidense Philip Hammond y el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, comparecerán en una mesa redonda sobre la reconstrucción de las finanzas globales.

Con los titulares probablemente dominados por la agenda proteccionista de Trump, dirigida directamente a los votantes que lo llevaron a la victoria en 2016, esperamos que se evidencie la necesidad de un mensaje más amplio sobre cómo más personas pueden cosechar los frutos de la globalización. Lampadia