1

Proyecto de ley afectaría gravemente la jubilación

Recientemente, la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Congreso emitió un dictamen a favor del Proyecto de Ley N°3060/2017-CR presentado en agosto del 2018, que permite a todo afiliado al Sistema Privado de Pensiones (SPP), no menor de 45 años, el retiro íntegro de los aportes, siempre que acredite encontrarse desempleado por un período mínimo de 12 meses. Ello aún cuando entidades de vasto prestigio técnico del sector público -como el MEF y la SBS- e importantes gremios del sector privado –como la Asociación Peruana de Empresas de Seguros y la Asociación de AFP- mostraron su rotundo rechazo a dicho proyecto de ley.

Una vez más el Congreso quiere inducir de manera irresponsable y demagógica -al igual que con el proyecto de ley que permitió el retiro anticipado del 95.5% de los fondos desde el 2016- un mayor deterioro y – por qué no decirlo – un desmoronamiento de un sistema que ha demostrado ser, en el ámbito de su cobertura, de los más eficientes a nivel mundial – reporta la cuarta rentabilidad real a 15 años más alta a nivel mundial, además ser largamente superior a la de otros productos financieros como los depósitos a plazo, fondos mutuos, entre otros – y cuyas comisiones cobradas se encuentran entre las más competitivas de la región (ver Lampadia: Lo importante es lograr cobertura universal). Asimismo, como indicaría recientemente Giovanna Prialé, presidenta de la Asociación de AFP, los ahorros administrados por el sistema representan la principal fuente de ahorro interno en el Perú, la cual asciende al 22% del PBI.

Sin embargo, aún con todos estos atributos que saltan a la vista, nuestros políticos insisten en destruir un sistema de cuentas individuales que, a la fecha, ya protege a 7 millones de peruanos de una situación económica adversa –que puede desembocar en pobreza – en la etapa posterior a la jubilación.

Peor aún, el Congreso no puede pretender llevar a cabo la promulgación de dicha ley, si, como señaló Jaime de Althaus recientemente, en el Perú son pocos los que cuentan con pensiones –solo 1 de cada 4 peruanos que trabajan aportan al SPP- , además de la inminente bomba fiscal que heredaremos ya no solo con la ONP –cuya deuda para con sus aportantes asciende a medio PBI- sino con los peruanos que, en ausencia de ahorro previsional, no podrán contar con recursos una vez entrados a la jubilación.

En ese sentido, reiteramos que el centro del debate de la reforma previsional no debe ser más el retiro anticipado de los fondos –como ha estado pretendiéndolo hacer el Congreso en los últimos años – sino el incremento de la cobertura, de manera que nuestro país pueda tener un verdadero sistema de pensiones formalizador, voluntario y sobretodo, universal. Esto se puede hacer a través de aportes individuales de canjes parciales de los pagos del IGV (ver Lampadia: El IGV como aporte al Fondo de Pensiones y formalización del empleo).

Urge pues, hacer un llamado al Congreso a desechar dicho proyecto de ley. Esta impronta populista no puede concretarse, en pos del bienestar de nuestros futuros pensionistas y jubilados. Ellos merecen un sistema que pueda garantizarles una buena calidad de vida, inclusive en los últimos años de su existencia. Siempre velaremos por ello. Lampadia




¿Cómo resolver las disputas comerciales entre Occidente y Oriente?

La guerra comercial EEUU-China es el vivo reflejo del creciente conflicto entre Occidente y Oriente que viene experimentando en los últimos años el mundo, ante el temor de que una u otra potencia económica desplace o asuma las riendas de la soberanía global. Como hemos escrito anteriormente en Lampadia: La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China, dicha disputa se fundamenta además en un conflicto de seguridad, ante el asentamiento de un número cada vez mayor de instalaciones militares  chinas a nivel mundial, y en menor medida, de un componente ideológico.

Sin embargo, lo que no están visualizando los líderes políticos occidentales, en particular, el presidente Donald Trump y el Representante de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, es que este proceso de ascenso, y por ende de convergencia, en la participación del PBI global por parte de Asia emergente, ante el inminente avance de China y la India, es un proceso natural, frente a la “aberración histórica” – como la denomina Kishore Mahbubani– observada en los últimos 200 años, en los que EEUU y Europa dominaron la escena mundial, tras 1,800 años de dominación oriental (ver Lampadia: La divergencia del ‘nuevo orden global’). Con lo cual estaríamos ante la fase final de dicho período anómalo al visualizarse una menor desigualdad en lo pesos relativos de los países anteriormente mencionados.

Y no solo esto es consecuente con lo observado en los datos. La teoría económica de crecimiento siempre fue clara, desde sus inicios con la escuela neoclásica, en explicar los procesos de convergencia entre las economías cuyo stock de capital diferían en el tiempo. Desde los primeros trabajos de Robert Solow publicados en la década de los 50, que después fueron refinados con el desarrollo teórico de Mankiw, Romer y Weill a inicios de los 90, la idea de la convergencia siempre estuvo presente, primero a nivel de países y después a nivel regional, lo cual explica lo observado con el PBI mundial actual.

Dicho esto, ¿Qué estrategia debe implementar EEUU y Europa ante la creciente dominación económica por parte de China, siendo este un proceso orgánico e inevitable tal como sugieren la evidencia empírica y la teoría económica?

La respuesta a esta pregunta la dio brillantemente Mahbubani en una entrevista publicada recientemente en la revista India Forbes (ver artículo líneas abajo): “Occidente deben repensar sus objetivos estratégicos para Asia”.

En ese sentido, él propone que los gobernantes occidentales, tanto de EEUU como de Europa, opten por lo que él denomina como las “3-m”, en su libro “¿Ha perdido Occidente?”:

  • Ser minimalistas, es decir,  no involucrarse innecesariamente en innumerables guerras, teniendo en cuenta que China no participa en ninguna de ellas desde hace 40 años.
  • Ser multilaterales, es decir, fortalecer los organismos multilaterales, que actualmente se encuentran debilitados por la reservada colusión que tiene EEUU con Europa.
  • Ser maquiavélicos, en el sentido de ser pragmáticos, tal como fue en su tiempo Nicolás Maquiavelo, lo cual implica abrir más sus mercados, en un contexto de desaceleración global, y desarrollar alianzas con China que les permitan abordar problemas que están próximos a afectar al mundo desarrollado como la explosión demográfica de África.

Occidente puede y debe adecuar sus estrategias a este nuevo sistema global competitivo en el que la tendencia es a ceder un mayor espacio económico a una China más dinámica y con buenos prospectos futuros de desarrollo. Pero como señala The Economist, “se trata de trabajar con China y no contra China”.

A la larga, si EEUU y Europa profundizan más sus políticas de apertura comercial con China, conforme el gigante asiático expanda su frontera de posibilidades de producción, se generará una mayor variedad de importaciones de productos de buena calidad y de menor precio, que beneficiarán a las poblaciones de dichos países, en especial, las de menores ingresos.

Asimismo, los países emergentes de nuestra región, con especial énfasis, en los productores de commodities, se beneficiarán del desarrollo chino, ya que se encontrarán en un contexto de mayor demanda mundial de productos manufactureros, que requerirán, a su vez, de una mayor demanda de materias primas para su fabricación. Es, sin lugar a dudas, un círculo virtuoso de prosperidad y crecimiento para todos. Lampadia

Kishore Mahbubani: Occidente necesita repensar sus objetivos estratégicos para Asia

Al igual que EEUU se resiste a enfrentar la posibilidad de que China los supere, los chinos se muestran reacios a enfrentar la perspectiva de convertirse en el número uno.

Dominic Morgan
India Forbes
27 de febrero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Occidente necesita repensar radicalmente sus objetivos estratégicos para el siglo asiático, argumenta Kishore Mahbubani, asesor principal y profesor en la práctica de políticas públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
Imagen: Cortesía CKGSB

Pocos pensadores pueden hablar sobre el gobierno global con tanta autoridad como Kishore Mahbubani. Fue ex presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, secretario permanente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Singapur y decano de la renombrada Escuela de Política Pública Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur. Fue nombrado “la musa del siglo asiático” y figura entre Los 100 intelectuales públicos más influyentes del mundo por Financial Times, Foreign Policy y Prospect.

En su último libro, que se publicará este año, Mahbubani planea abordar las crecientes tensiones entre EEUU y China, y el ex diplomático tiene algunos consejos francos para Occidente. Como explica, la elección del presidente Donald Trump y el lanzamiento de una guerra comercial con China deben considerarse como síntomas de la negativa de los EE.UU. A aceptar su inevitable declive como la economía número uno del mundo. En lugar de aullar a la luna, EE.UU. debería adoptar un enfoque más minimalista y estratégico en la política exterior para maximizar sus intereses en una era de dominación asiática [Ver en Lampadia: La divergencia del ‘nuevo orden global’ ].

P: En su último libro, ¿Ha perdido Occidente?, usted señala que ha habido una mejora notable en la calidad de vida de las personas en todo el mundo durante los últimos 30 años, pero el discurso público en Occidente se ha vuelto cada vez más pesimista. ¿Qué hay detrás de esta contradicción?

R: La gran paradoja, como enfatizo en el libro, es que la mejora dramática en la condición humana es el resultado de los generosos regalos de Occidente al resto, especialmente el regalo del razonamiento. Y, francamente, los historiadores futuros que miran hacia atrás a nuestro tiempo dirían que los 30 años que van desde 1980 hasta 2010 vieron probablemente la mejora más dramática en los estándares de vida en la historia humana. Entonces, este debería ser un momento de gran celebración en Occidente, el gran proyecto occidental de mejorar la condición humana ha tenido éxito.

Paradójicamente, Occidente nunca ha estado más deprimido. Creo que la única razón para esto es que Occidente cometió un gran error estratégico al final de la Guerra Fría en 1989: fue seducido por el ensayo de Francis Fukuyama, “¿The End of History?”, que básicamente decía que Occidente había derrotado a la Unión Soviética y solo podía encender el piloto automático, mientras que el resto del mundo necesitaba hacer ajustes estratégicos a este nuevo mundo.

El ensayo de Fukuyama hizo mucho daño mental a Occidente. Puso a Occidente a dormir precisamente en el momento en que China e India se estaban despertando.

Durante 1,800 de los últimos 2,000 años, las dos economías más grandes del mundo siempre han sido esos dos países. Los últimos 200 años han sido una gran aberración histórica. Y, por supuesto, todas las aberraciones eventualmente llegan a un final natural.

Imagen: Shutterstock

Pero lo que nadie podría haber previsto en 1989 fue la velocidad a la que China y la India han resurgido. En 1980, en términos de paridad de poder adquisitivo, la participación de los EEUU en el PBI mundial (producto bruto interno) era del 21,7% y la participación de China era del 2,3%, lo que significa que la participación de China era de alrededor del 10% de los EE.UU. Para 2014, sorprendentemente, la participación de China se había vuelto más grande. Por eso es un período tan dramático en la historia de la humanidad.

P: Usted describió dos factores clave que han desestabilizado a Occidente: primero, una disminución en los salarios reales tras la entrada de China y Europa del Este en el sistema de comercio mundial; y segundo, la comprensión de que los gobiernos nacionales se están volviendo impotentes para controlar las fuerzas de la globalización. ¿Cuál de estos es el más importante?

R: Ambos están relacionados. Creo que justo cuando Occidente cometió un gran error estratégico al final de la Guerra Fría, otro error estratégico se cometió en 2001 cuando ocurrió el 11 de septiembre. En realidad, estuve en Manhattan el 11 de septiembre, por lo que comprendí el impacto que sintió América. Lo que sucedió como resultado del 11 de septiembre fue que EEUU decidió que su mayor desafío estratégico iba a venir del mundo islámico, por lo que lanzó guerras en Afganistán e Irak.

Fue un error porque el evento estratégico más importante que ocurrió en 2001 no fue el 11 de septiembre, sino la admisión de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC). La entrada de China inyectó a 800 millones de trabajadores en el sistema capitalista global y, como nos enseñó Joseph Schumpeter, eso llevaría a la destrucción creativa. Entonces, no es sorprendente que en la década siguiente, muchas personas en los EEUU y Europa perdieron sus empleos. Pero como las élites se estaban beneficiando de la expansión de la economía global, no notaron que sus propias masas estaban sufriendo.

P: Recientemente, muchos comentaristas en los EEUU han estado debatiendo si fue un “error” permitir a China unirse a la Organización Mundial de Comercio en 2001. ¿Cuál es su opinión sobre este debate?

R: Hay una maravillosa expresión occidental: “no tiene sentido cerrar la puerta después de que el caballo haya huido”. Esta es una demostración clásica de lo que se dice. China ya se ha unido a la OMC; es parte del sistema de comercio global y está increíblemente integrado en él. No hay nada que puedas hacer al respecto.

Lo que necesita hacer Occidente, y especialmente EEUU, es adaptarse a este nuevo sistema global competitivo. Creo que puede ajustarse y puede hacerlo bien, pero se trata de trabajar con China y no contra China, por lo que la actual guerra comercial está mal orientada. De hecho, cualquier economista occidental sensible le dirá que el déficit comercial de EEUU no es el resultado de que China juegue de manera injusta. En realidad, es el resultado de que EEUU tenga la moneda de reserva global, lo que le permite consumir más de lo que produce. Eso es en realidad un privilegio.

P: En un artículo reciente de Project Syndicate, usted dijo que fue atacado durante un año sabático reciente en los EEUU por el sentimiento decisivo entre la élite de los EEUU , la cual se ha vuelto contra China. ¿Qué ha causado este cambio?

R: No lo sé, es desconcertante, pero ha sucedido. Creo que hay una creciente conciencia de que China se está haciendo más grande y más fuerte. Aunque a los estadounidenses no les gusta que EEUU se convierta en el número dos, subconscientemente deben darse cuenta de que EEUU se está moviendo hacia ese estado. En lugar de mirarse al espejo y preguntar qué errores ha cometido, siempre es más fácil encontrar un chivo expiatorio, y China es el más obvio. El peligro es que cuando busca un chivo expiatorio, ignora los problemas estructurales centrales con los que EEUU tiene que lidiar en esta nueva era.

P: ¿Qué tan receptivo debería ser China ante las quejas de los EEUU sobre sus prácticas económicas y comerciales?

R: Creo que los chinos deberían averiguar qué reclamos son válidos y cuáles no. Lo inválido es que el déficit bilateral es el resultado de que los chinos juegan de manera injusta, eso no es cierto en absoluto. De hecho, el déficit comercial, paradójicamente, ayuda a los trabajadores estadounidenses de alguna manera. A pesar de que sus ingresos no han aumentado, pueden comprar más cosas, más barato gracias a los productos Made-in-China.

Pero, por supuesto, también hay quejas válidas. Primero, China pudo haber estado robando propiedad intelectual de firmas estadounidenses. En segundo lugar, China ha insistido en que si las empresas estadounidenses invierten en China, deben transferir tecnología a China. En tercer lugar, hay barreras no arancelarias. China redujo sus barreras arancelarias y cumplió con sus obligaciones con la OMC, pero existen barreras no arancelarias que han obstaculizado las exportaciones occidentales a China.

Creo que lo que China debe hacer es responder con cierta generosidad de espíritu, porque China lo ha hecho muy bien gracias a que Occidente ha abierto sus mercados. Ahora, China puede corresponder abriendo aún más sus mercados. Eso también le daría a EEUU y Europa un mayor interés estratégico en mantener buenos lazos con China.

P: EEUU está centrando cada vez más su ira en la estrategia de China “Made in China 2025”. ¿Cuál es su opinión sobre esta estrategia?

R: Creo que es legítimo que China aspire a convertirse en una superpotencia tecnológica por derecho propio. Francamente, creo que China va a tener éxito. Los EEUU no deben quejarse de lo que está haciendo China y, en cambio, preguntarse cuál debería ser la respuesta estadounidense. Pero aquí, la ideología de personas como el Representante de Comercio de los EEUU, Robert Lighthizer, que cree que no funcionan todas las políticas industriales dirigidas por el gobierno, se interpone en el camino.

Si las políticas industriales no funcionan, ¿por qué no permitir que falle esta? Si te quejas al respecto, eso sugiere que crees que va a funcionar. Ahora, si va a funcionar en China, ¿por qué EEUU no lanza su propia estrategia nacional integral para mantener su liderazgo tecnológico? En lugar de quejarse de Made in China 2025, deberían tener un Made in America 2025.

P: Si China emerge como la principal economía del mundo, ¿cómo espera que China reformule el orden global?

R: Así como EEUU se resiste a enfrentar la posibilidad de que China los supere, creo que los chinos se muestran reacios a enfrentar la perspectiva de convertirse en el número uno. Los chinos deberían pensar más en esto, porque es muy importante que China haga un gran esfuerzo para asegurarle al mundo que mantendrá el orden actual basado en reglas que Occidente le ha dado al mundo. Esto es esencialmente lo que Xi Jinping prometió en sus dos discursos en Ginebra y Davos en enero del año pasado. Y ese es el mensaje que China debe repetir al mundo.

Sería prudente que China fortalezca la OMC, las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero eso requerirá que Occidente ceda el control.

P: ¿Cómo deberían posicionarse EEUU y Europa en un sistema global dominado por Asia?

R: Europa y EEUU deben enfrentar el hecho de que los dos últimos siglos de dominio occidental han sido una aberración histórica, y que la aberración está llegando a un final natural. Deben estar listos para lidiar con un mundo en el que permanecen fuertes, pero en el que su participación relativa en el PBI mundial ha disminuido. Si su participación en el PBI se reduce, debe adoptar un nuevo enfoque estratégico, y lo que sugiero en “¿Ha perdido Occidente?” es una nueva estrategia de “tres-m” para Occidente.

• La primera “m” es “minimalista”. Occidente debería preguntarse: ¿debería involucrarse en tantas guerras? ¿Debería intervenir en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, etc.? Los chinos no han disparado en 40 años, desde el final de la guerra con Vietnam en 1979, mientras que incluso durante el último año de la presidencia de Barack Obama, un hombre pacífico que ganó el Premio Nobel de la Paz, EEUU lanzó 26,000 bombas en siete países. Eso es una locura.

• La segunda “m” es multilateral. Aquí, me baso en el consejo del ex presidente Bill Clinton, quien les dijo a sus compatriotas que si se puede concebir un mundo en el que EEUU sea el número dos, entonces es de interés de EEUU fortalecer el orden multilateral del mundo, más allá de limitar el siguiente número uno, China. La tragedia es que aunque las instituciones multilaterales del mundo son el regalo de Occidente al mundo, es EEUU con la silenciosa colusión de Europa lo que las ha debilitado. Eso es imprudente.

• Y la tercera “m” es maquiavélica, que es la abreviatura de “ser pragmático”. Centrarse en sus propias prioridades y hacer lo que es importante para usted. Así, por ejemplo, el desafío a largo plazo de Europa no vendrá de Rusia, los tanques rusos no van a invadir Alemania. Pero lo que obtendrás es una explosión demográfica en África que será un desafío. Va a recibir más refugiados y hemos visto lo que le ha sucedido a Europa políticamente debido a los refugiados. Por lo tanto, a Europa le interesa ver a África desarrollarse, y el mejor socio para desarrollar África es China. EEUU temen la influencia de China en África y condenan la inversión china allí, y los europeos, como están subordinados a EEUU, también critican a China. Pero la inversión estratégica a largo plazo de China en África es un regalo para Europa. A eso me refiero con pensar en términos maquiavélicos acerca de dónde se encuentran sus intereses. Lampadia




El legado del liberalismo de Margaret Thatcher

Como hemos advertido previamente en Lampadia: Trampa ideológica, política y académica, en los últimos años la producción de artículos con sesgos antiglobalización y anticomercio ha crecido formidablemente, ahora, a cargo de prestigiosos académicos. Ello no debería terminar por nublar nuestro entendimiento de que ambos procesos generan desarrollo. Al respecto, queremos hacer referencia a uno en particular publicado recientemente en la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo) y analizarlo a la luz de la evidencia empírica presentada en nuestras publicaciones previas.

En esta ocasión, el ataque se enmarca en una fuerte crítica de lo que su autora, Paola Subacchi – profesora visitante de la Universidad de Bolonia – denomina como “thatcherismo”, que es básicamente el conjunto de lineamientos de política que implementó la primera dama del Reino Unido, Margaret Thatcher, a finales de la década de los 70 en su país, caracterizado por una reducción notable del tamaño del Estado en la economía y por la ejecución de reformas a favor del libre mercado y de la iniciativa privada. Como señala Subacchi, fue tal la influencia de Thatcher en la política internacional que no solo países desarrollados como EEUU -con el entonces presidente Reagan- y Alemania adoptaron su enfoque sino que su filosofía se extendió masivamente alrededor del mundo, alcanzando inclusive a los países emergentes.

La tesis central de la crítica de la mencionada académica sostiene que, si bien las políticas introducidas por Thatcher han aportado en diseminar el comercio internacional a un sinnúmero de países y a generar cierto consenso en torno a la mejor manera de hacer política macroeconómica de corto plazo, tanto fiscal como monetaria, no abordan por sí solas el impacto que genera la globalización en la desigualdad al interior de los países tanto desarrollados como emergentes. Asimismo, destaca con especial animadversión la desregulación financiera – introducida por las políticas thatcherianas – como principal causante de la crisis financiera del 2008.

Al respecto tenemos tres atingencias que señalar para rebatir dichos argumentos:

  • En primer lugar,  Subacchi descalifica el enfoque adoptado por Thatcher, sin considerar el adverso contexto económico, político y social que enfrentaba el Reino Unido de finales de los 70, el cual fue determinante para su ascenso al poder como primera ministra. El país no solo enfrentaba una aguda crisis económica, que terminó con un préstamo otorgado por el FMI, sino también por una crisis política reflejada en un Partido Laborista, que había dominado toda la escena política en el período de la posguerra y cuyas políticas de corte socialista sólo habían generado trabas en la economía. Como la historia demostró después, la salida de la crisis del Reino Unido gracias a las reformas de mercado emprendidas por Thatcher – que no menciona Subacchi – explican gran parte de su éxito en la adopción de su filosofía política en Occidente. Esta es una primera falla de comunicación que comete Subacchi en su argumentación.
  • En segundo lugar, no es cierto que la globalización ha generado un aumento notable de la desigualdad al interior del mundo desarrollado, ni en el Tercer Mundo. Por el contrario, como hemos explicado en Lampadia: Trampa ideológica, política y académica, Retomemos el libre comercioOtra mirada al mito de la desigualdad, no solo EEUU ha experimentado un aumento nada despreciable de los ingresos familiares –51% entre 1979 al 2014- sino que más de la mitad de la clase media en América Latina se ha duplicado en la última década, gracias al crecimiento económico impulsado por la globalización y el libre comercio. Dada la evidencia, es hasta irresponsable darle la espalda a ambos procesos que han generado un círculo virtuoso de prosperidad para todos estos países.
  • Y finalmente, no es cierto que la desregulación financiera fue la principal causante de la crisis financiera del 2008. Como otrora en 1963, el economista anarcocapitalista Murray Rothbard demostrara en su obra seminal “America’s Great Depression” que la crisis del crack del 29, fue inducida por la política monetaria y no por el mercado de valores, las causales de la crisis del 2008 también pueden ser explicadas en los mismos términos. Fue, pues, la expansión monetaria inducida por la FED, a través de recortes sucesivos de tasas en los 6 años previos a la crisis, las que indujeron a la economía estadounidense a operar fuera de sus límites de equilibrio, precipitando en el 2008, una crisis financiera de enormes magnitudes. No se puede hablar de un desregulación financiera per sé, cuando la oferta de dinero se determina endógenamente ante movimientos de la tasa de interés generados por una entidad estatal.

En conclusión, no es la globalización la que genera los problemas de distribución del ingreso y menos las llamadas crisis del capitalismo. Por el contrario, de no ser por este proceso, el crecimiento económico mundial probablemente solo hubiera podido beneficiar a aquellos países que llegaron primero a los estratos altos de la distribución del ingreso, mientras que aquellos emergentes seguirían en niveles muy bajos en cuanto a PBI per cápita.

Y en lo que respecta a Margaret Thatcher, fue gracias a su vehemencia e insistente entrega, que las políticas en torno al libre mercado, la globalización y el libre comercio siguen teniendo vigencia en Occidente y en muchos países de nuestra región, aún con todos los ataques que siguen recibiendo en el día a día desde todos los flancos de la sociedad. Nosotros seguiremos en esta cruzada a favor de ellas. Lampadia

El Camino desde el Thatcherismo

Este año se cumplen cuatro décadas desde que Margaret Thatcher llegó al poder como la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Gran Bretaña, inaugurando una era de fundamentalismo de mercado que aún hoy sigue presente. ¿Por qué una ideología tan obviamente agotada mantiene su control sobre los responsables políticos en todo el mundo?

Paola Subacchi
Project Syndicate
15 de febrero, 2019 
Traducido y glosado por Lampadia

Los últimos años, con el auge del populismo en todo el mundo desarrollado, han parecido el fin de una era. Esto es quizás lo más cierto de la economía, donde la revolución del libre mercado que surgió hace cuarenta años ahora parece haberse desvanecido en denuncias, dudas y recriminaciones.

En mayo de 1979, Margaret Thatcher se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Gran Bretaña, después de haber sido elegida líder por el Partido Conservador cuatro años antes. A pesar de ser rechazado inicialmente por muchos de sus colegas masculinos, Thatcher se convertiría en una de las líderes políticas más influyentes y controvertidas de la historia.

Cuando Thatcher llegó al poder, fue la primera líder nacional de una gran economía desde el final de la Segunda Guerra Mundial en exigir un papel más pequeño para el estado y un papel más importante para el mercado. Su gobierno inauguró una nueva era de formulación de políticas económicas guiada por el principio de laissez-faire.

En breve, la administración entrante de Ronald Reagan en los Estados Unidos adoptó un enfoque similar. Al igual que el Thatcherismo, el Reaganismo se basó en la idea de que los mercados siempre lo resuelven mejor. Después de la estanflación y aparente ruptura del consenso keynesiano de la posguerra en la década de 1970, la marca del fundamentalismo de mercado de Thatcher y Reagan, que pronto se conoció como neoliberalismo, se arraigó y se extendió a los países desarrollados y en desarrollo.

A pesar de varias mutaciones a lo largo de los años, los principios fundamentales del neoliberalismo (privatización, desregulación de los mercados de productos y trabajo, bajos impuestos, libre comercio y liberalización del mercado de capitales) siguen siendo los mismos. Y, no por casualidad, las décadas de su reinado han estado marcadas por la inestabilidad financiera, la creciente desigualdad y, en última instancia, el descontento político. Con la aceleración del cambio tecnológico junto con los grandes cambios en el orden económico mundial, existe una demanda creciente de políticas de ingresos, mercado laboral e industriales más activas. Pero el Thatcherismo sigue estando muy presente entre nosotros.

La confianza cerebral

Cuando Thatcher llegó al poder, Gran Bretaña estaba profundamente dividida y sometida a una economía en crisis. Era considerado como el “enfermo de Europa”. Luego, en 1976, la libra esterlina se desplomó alrededor de un 25% frente al dólar, lo que obligó al gobierno a pedir prestamos Fondo Monetario Internacional.

Este episodio socavó gravemente la credibilidad del Partido Laborista como un administrador competente de la economía. Durante el ‘invierno de descontento’ en 1978, las huelgas del sector público pusieron al país de rodillas. Los votantes estaban listos para el cambio, y Thatcher estaba lista para aprovechar la oportunidad con el mensaje poderoso y conciso “El laborista no está dando resultados”.

Una vez en el cargo, Thatcher siguió una política económica “neo-conservadora” que se había forjado en los think tanks a favor del mercado, como el Institute of Economic Affairs (IEA) en Gran Bretaña y la Fundación Heritage en los EEUU.

Thatcher confió en los economistas de la IEA que habían sido fuertemente influenciados por Friedrich Hayek y Milton Friedman.

El tiempo de TINA

Thatcher presentó su nueva agenda conservadora como una respuesta práctica a circunstancias dramáticas. En Gran Bretaña, se necesitaba reducir la inflación, aumentar el empleo e impulsar el crecimiento económico. El enfoque de Thatcher se volvió casi inevitable, lo que se reflejó en su famoso eslogan: “No hay alternativa” (There is no alternative, o TINA, como se hizo ampliamente conocido).

La solución de Thatcher para los problemas económicos de Gran Bretaña fue reducir el gasto público y los programas de asistencia social, frenar el poder sindical, restringir los salarios, privatizar las empresas de propiedad pública y recortar los impuestos. [Y que tuvo buenos resultados ya que se salió exitosamente de la crisis económica].

Para 1989, los ingresos de la privatización ascendieron a £ 24 mil millones ($ 49 mil millones). Pero en lugar de invertir estos fondos en educación y desarrollo del país, Thatcher los utilizó para financiar más recortes de impuestos. A finales de la década de 1980, los altos ingresos que habían pagado un impuesto del 83% sobre su ingreso marginal, en 1979 pagaban solo el 40%.

Desde entonces, el paradigma de los mercados eficientes dominó casi todos los debates de política económica en Occidente. En el Reino Unido, las políticas a favor del mercado y la probidad fiscal se convirtieron en una realidad en todo el espectro político. En Gran Bretaña, un gobierno laborista del Primer Ministro Tony Blair fue responsable de la desregulación del sector financiero. En los Estados Unidos, el presidente Bill Clinton, un demócrata, hizo lo mismo con Wall Street y recortó los beneficios de asistencia social. Y en Alemania, los socialdemócratas del canciller Gerhard Schröder impusieron un tope al crecimiento salarial [origen del éxito económico de Alemania].

Beneficios y pauperización

Y, sin embargo, en la patria de la revolución neoliberal, el neoliberalismo no logró un crecimiento más fuerte. Entre 1980 y 1989, el PBI real anual (ajustado por inflación) creció en promedio un 2,6%, tal como lo había hecho entre 1970 y 1979. Lo que sí cambió fue la distribución del producto, y no para mejorar. En la década de 1980, el PBI per cápita apenas aumentó, después de haber crecido alrededor del 50% entre 1958 y 1973. El coeficiente de Gini del Reino Unido (donde 0 representa la igualdad absoluta y 1.0 significa que una sola persona posee todo) aumentó de 0.25 en 1979 a 0.32 en 1992.

Durante este período, Gran Bretaña, como los EEUU, estaba atravesando un cambio estructural. En 1948, el 42% del PBI del Reino Unido provino de la manufactura y el 15% de los servicios; sin embargo, en la actualidad, los servicios representan alrededor del 79% del PBI, en comparación con solo el 15% de la manufactura.

Técnicamente, el neoliberalismo, a través de la desregulación y la sindicalización del mercado laboral, ha ayudado a lograr el pleno empleo, que fue el objetivo principal de las políticas keynesianas de posguerra que Thatcher, Reagan y sus seguidores dejaron de lado. Pero no ha llevado a una prosperidad generalizada ni a una distribución más justa de los recursos. De hecho, los trabajadores se encuentran cada vez más atrapados en la pobreza como resultado de los bajos salarios y los altos costos de vida.

En el Reino Unido, la desigualdad agregada no ha aumentado significativamente en las últimas décadas, por lo que el coeficiente de Gini del país está alineado con el promedio de la OCDE, y solo ligeramente por debajo del promedio en relación con la UE.

Haciendo al mundo un espacio del deudor

En general, las sociedades que han abrazado el neoliberalismo se han dividido cada vez más en términos de poder económico, influencia, educación y salud. Esto, a su vez, ha producido una profunda polarización política y una sensación de falta de poder e inseguridad generalizadas. Si la ingeniería social, la pesadilla de la nueva agenda conservadora, fue en realidad el objetivo final, ha sido un éxito rotundo.

Aunque esa agenda a menudo se asocia con el libre comercio y la integración en el mercado internacional (es decir, la globalización), su principal imperativo siempre ha sido la desregulación financiera. Desde la revolución de Thatcher, la ingeniería financiera, en lugar de la política social, se ha mantenido como la única solución para fallas de mercado masivas como las descritas anteriormente.

Además, después del impulso de Thatcher por la desregulación financiera, un enorme auge de los préstamos facilitó el examen de los problemas emergentes. Si bien los ingresos se quedaron por detrás del crecimiento de la productividad, las personas pudieron obtener préstamos para comprar casas y luego financiar el gasto de los hogares. Por lo tanto, en el momento de la crisis del 2008, la deuda de los hogares británicos había alcanzado el 160% de los ingresos, en comparación con el 100% de la década anterior; hoy en día, se mantiene en torno al 130%.

Desde entonces, la liberalización de la cuenta de capitales, junto con la privatización y los profundos recortes en el gasto público, han llegado a resumir los programas del FMI para los países que necesitan apoyo financiero. El llamado Consenso de Washington exportó la austeridad de Thatcher y los recortes de impuestos de Reagan al resto del mundo, imponiendo políticas de libre mercado a los países en desarrollo que luchan con los problemas de la balanza de pagos.

El legado global del thatcherismo

El récord internacional del thatcherismo es mixto. La expansión del comercio en las últimas cuatro décadas ha contribuido inequívocamente al crecimiento económico y al desarrollo en todo el mundo. Y los marcos macroeconómicos que comprenden bancos centrales independientes, una política fiscal prudente y una buena gobernanza han sustentado la estabilidad y el crecimiento en muchos países.

El problema es que estos marcos no abordan el impacto distributivo de la globalización. [Falso, excepto en el análisis parcial en los propios países más ricos]. Después de Thatcher, la opinión predominante ha sido que los gobiernos no deberían intervenir para corregir las fallas del mercado, financiar o invertir en bienes públicos, o redistribuir los ingresos para reducir la pobreza y la desigualdad.

El legado de la desregulación financiera no es mejor. La crisis de 2008 mostró que los mercados no siempre se ajustan solos, ya que están plagados de intereses creados, riesgos morales y deshonestidad impulsada por la avaricia. En el evento, las medidas para detener la crisis finalmente apuntalaron un sistema que debía ser reformado fundamentalmente. El rescate masivo de las instituciones financieras privadas por parte de los contribuyentes, junto con la austeridad fiscal, el crecimiento económico deprimido y la penalización de los hogares de bajos ingresos, socavan gravemente la legitimidad de los sistemas políticos nacionales.

A nivel internacional, la crisis de 2008 se encontró con una agenda de reforma incremental centrada principalmente en el fortalecimiento de la regulación. Y, sin embargo, el enfoque de política prevaleciente sigue alineado con la doctrina neoliberal de reformas estructurales de la oferta, mercados laborales flexibles (que conducen a menores costos laborales) y gasto público restringido.

¿A dónde va la contra-revolución?

En 1979, Thatcher aprovechó el descontento popular con el gobierno disfuncional y promovió una visión de la sociedad basada en individuos libres y autorrealizados. Como ella dijo de la famosa “sociedad”, “No hay tal cosa”. “Hay hombres y mujeres individuales y hay familias, y ningún gobierno puede hacer nada excepto a través de las personas, y las personas se miran a sí mismas primero”.

A diferencia de las crisis económicas de la década de 1970, el desplome de 2008 no llevó a un replanteamiento radical de la economía política. Lo que siguió fue la negación de la necesidad de nuevas políticas de distribución y formas de gestión económica. El resultado de esta complacencia se hizo evidente en 2016, con el referéndum Brexit en el Reino Unido y la elección del presidente Donald Trump en los Estados Unidos.

Existe un tradeoff entre mantener las economías de mercado abierto y garantizar la estabilidad política. A menudo, las medidas para redistribuir recursos y apoyar las economías domésticas son tanto necesarias como apropiadas. El impulso de pretender que este tradeoff no existe, y que los mercados se regulan a sí mismos, es uno de los legados perdurables del Thatcherismo. También es el colmo de la pereza intelectual.

Asegurar que una ciudadanía democrática siga comprometida con los valores liberales requiere que las transiciones económicas y políticas sean administradas por los estados y las instituciones públicas. Resulta que hay una cosa tal como la sociedad después de todo. Lampadia

Paola Subacchi es investigadora principal en Chatham House y profesora visitante en la Universidad de Bolonia. Es la autora, más recientemente, de The People’s Money: Cómo China está construyendo una moneda global.




Hacia una teoría económica ajustada

La ciencia económica, cuyo origen histórico se remonta a la publicación de aquella famosísima obra del filósofo y economista escocés Adam Smith publicada en 1776, “La riqueza de las naciones”,  se ha caracterizado por ser objeto de una constante lucha de diversas escuelas de pensamiento que buscaban su predominio en su enseñanza tanto en el método como en la teoría.

En lo concerniente a la teoría, tras la publicación del libro de Smith a finales del siglo XVIII, el pensamiento de la escuela clásica predominó durante todo el siglo XIX y una pequeña parte del siglo XX, hasta la llegada de la crisis del crack del 29 en EEUU, la cual puso en tela de juicio uno de los principales supuestos de la teoría clásica: los mercados son eficientes.

A partir de ahí, el keynesianismo empezó a ser la regla de política económica en prácticamente todo el mundo desarrollado, hasta la llegada de la estanflación en la década de los 70 – inflación con estancamiento del PBI- un fenómeno que esta escuela no podía explicar con su instrumental teórico vigente, y que, la teoría de expectativas racionales, liderada por el Nobel de Economía Robert Lucas Jr. pudo explicar.

Es a partir del éxito de Lucas que, aunque implícito en la escuela clásica, se introduce fuertemente el supuesto de racionalidad de los individuos, sobre el cual descansa toda la teoría económica “mainstream” que, hasta el día de hoy, domina la enseñanza de la gran mayoría de facultades de economía en las universidades.

Sin embargo, este supuesto, aunque predominante en la academia, ha sido objeto de duras críticas recientemente por parte de economistas que argumentan que fue el principal causante de que la teoría económica no pudiera predecir la crisis financiera mundial del 2008, debido al comportamiento errático observado en los agentes económicos.

Ante ello, hay quienes proponen que se empiece a reformular la teoría relajando este supuesto y las alternativas no se han hecho esperar. La más famosa es la revolución generada por la economía del comportamiento, liderada por los economistas Daniel Kahneman, Richard Thaler y Robert Shiller.

Como indica un reciente artículo de Fareed Zakaria, titulado “¿Es el fin de la teoría económica? (ver artículo líneas abajo) en la revista Foreign Policy, “Lo que mostraron los economistas del comportamiento es que el supuesto de racionalidad en realidad produce malentendidos y malas predicciones”.

Como Zakaria indica, asumir que los individuos maximizan su utilidad y/o beneficios durante todo momento en el tiempo, no parece ser una forma útil de comprender por qué las sociedades actúan de la manera en que lo hacen.

De hecho los individuos no solo pensamos, también sentimos y parecería razonable que la teoría económica pudiese modelar estos comportamientos emocionales, de manera que mejore sus dotes predictivos y sea de mayor utilidad para los tomadores de política.

La discusión, sin embargo, sigue siendo cuál es la manera adecuada de hacerlo. El supuesto de racionalidad, con todas las limitaciones que ostenta, ha sido muy útil, en particular, para formular política macroeconómica tanto monetaria como fiscal, dada la simplicidad matemática que provee a los modelos. Por ello, consideramos que no debería ser descartado en el ámbito de la macroeconomía, por lo menos.

Por otra parte, en el ámbito de la microeconomía, en los hogares, la economía del comportamiento puede brindarnos nuevas reflexiones y de hecho, podría revolucionar esta rama desde sus cimientos, si es que ya no lo está haciendo.

Otra discusión que Zakaria también pone en la mesa es que se debe recurrir a las otras ciencias como la sociología o la ciencia política, además de la economía, que fue la panacea para comprender los fenómenos sociales.

En este respecto, no podemos estar más de acuerdo. Siempre el ámbito multidisciplinario permite acércanos más a la realidad, y más aún si estudiamos la realidad humana. Por ello, bien haría la ciencia económica en incorporar conceptos de estas otras ciencias sociales, como lo viene haciendo con la sicología, a través de la economía del comportamiento.

Todo sea para que la teoría económica pueda ser una verdadera expresión del mundo y se conduzca hacia el que debería ser su principal objetivo: generar bienestar y mejorar la calidad de vida. Lampadia

¿El Fin de la Teoría Económica?

Los seres humanos rara vez son racionales, así que es hora de que todos dejemos de fingir que lo son

El 29 de marzo de 2018, la estatua de Fearless Girl mira la escultura de Wall Street Charging Bull en Nueva York. (Volkan Furuncu/Anadolu Agency/Getty Images) 

Fareed Zakaria
Foreign Policy
22 de enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

En 1998, cuando la crisis financiera asiática estaba causando estragos en lo que habían sido algunas de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, el New Yorker publicó un artículo que describía los esfuerzos de rescate internacional. Presentó el perfil del super diplomático de la época, un hombre de gran idea que The Economist había comparado recientemente con Henry Kissinger. El neoyorquino fue más allá y observó que cuando llegó a Japón en junio, este oficial estadounidense fue tratado “como si fuera el general [Douglas] MacArthur”. En retrospectiva, tal reverencia parece sorprendente, dado que el hombre en cuestión, Larry Summers, era un nerd desaliñado y algo incómodo que servía como secretario adjunto del Tesoro de los EEUU. Su extraordinario estatus se debe, en parte, al hecho de que Estados Unidos era entonces (y sigue siendo) la única superpotencia del mundo y el hecho de que Summers era (y sigue siendo) extremadamente inteligente. Pero la razón principal de la bienvenida de Summers fue la percepción generalizada de que poseía un conocimiento especial que evitaría el colapso de Asia. Summers era un economista.

Durante la Guerra Fría, las tensiones que definían el mundo eran ideológicas y geopolíticas. Como resultado, los expertos superestrellas de esa época fueron aquellos con experiencia especial en esas áreas. Y los formuladores de políticas que podrían combinar un entendimiento de ambos, como Kissinger, George Kennan y Zbigniew Brzezinski, ascendieron a la cima del montón, ganándose la admiración de los políticos y el público. Sin embargo, una vez que terminó la Guerra Fría, los problemas geopolíticos e ideológicos se desvanecieron en importancia, eclipsados ​​por el mercado global en rápida expansión a medida que los países anteriormente socialistas se unieron al sistema de libre comercio occidental. De repente, el entrenamiento intelectual más valioso y la experiencia práctica se convirtieron en la teoría económica, que se vio como la salsa secreta que podía hacer y deshacer a las naciones. En 1999, después de que la crisis asiática disminuyera, la revista Time publicó un artículo de portada con una fotografía de Summers, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Robert Rubin, y el Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, y el titular “El Comité para Salvar el Mundo”.

En las tres décadas transcurridas desde el final de la Guerra Fría, la economía ha disfrutado de una especie de hegemonía intelectual. Se ha convertido en el primero entre iguales en las ciencias sociales y también ha dominado la mayoría de las agendas políticas. Los economistas han sido muy buscados por las empresas, los gobiernos y la sociedad en general, y sus perspectivas se consideran útiles en todos los ámbitos de la vida. La economía popularizada y el pensamiento de tipo económico han producido un género completo de libros más vendidos. La raíz de toda esta influencia es la noción de que la economía proporciona el lente más poderoso a través del cual entender el mundo moderno.

Esa hegemonía ya ha terminado. Las cosas comenzaron a cambiar durante la crisis financiera mundial de 2008, que tuvo un impacto mucho mayor en la disciplina de la economía de lo que se entiende comúnmente. Como señaló Paul Krugman en un ensayo de septiembre de 2009 en el New York Times Magazine, “pocos economistas vieron venir nuestra crisis actual, pero este fallo predictivo fue el menor de los problemas del campo. Más importante fue la ceguera de la profesión ante la posibilidad misma de fallas catastróficas en una economía de mercado”. El izquierdista Krugman no fue el único en hacer esta observación. En octubre de 2008, Greenspan, un libertario de toda la vida, admitió que “todo el edificio intelectual… se derrumbó en el verano del año pasado”.

Para Krugman, la razón era clara: los economistas habían confundido “la belleza, vestida con matemáticas de aspecto impresionante, con la verdad”. En otras palabras, se habían enamorado del supuesto rigor que se deriva de la suposición de que los mercados funcionan perfectamente. Pero el mundo había resultado ser más complejo e impredecible que las ecuaciones.

La crisis de 2008 puede haber sido la llamada de atención, pero fue solo la última señal de advertencia. La economía moderna se había basado en ciertas suposiciones: que los países, las empresas y las personas buscan maximizar sus ingresos por encima de todo lo demás, que los seres humanos son actores racionales y que el sistema funciona de manera eficiente.

Pero en las últimas décadas, un nuevo y convincente trabajo de estudiosos como Daniel Kahneman, Richard Thaler y Robert Shiller ha comenzado a mostrar que los seres humanos no son predeciblemente racionales; de hecho, son predeciblemente irracionales. Esta “revolución del comportamiento” dio un golpe debilitante a la economía dominante al argumentar que lo que quizás fue el supuesto central de la teoría económica moderna no solo era incorrecto sino, aún peor, inútil.

En las ciencias sociales, generalmente se entiende que las suposiciones teóricas nunca reflejan la realidad, son abstracciones diseñadas para simplificar, pero proporcionan una forma poderosa de entender y predecir. Lo que mostraron los economistas del comportamiento es que el supuesto de racionalidad en realidad produce malentendidos y malas predicciones. Vale la pena señalar que uno de los pocos economistas que predijeron tanto la burbuja punto-com que causó el colapso del 2000 como la burbuja de la vivienda que causó el colapso del 2008 fue Shiller, quien ganó el Premio Nobel en 2013 por su trabajo en economía del comportamiento.

Los eventos recientes han clavado aún más clavos en el ataúd de la economía tradicional. Si la gran división de la política del siglo XX fue sobre los mercados libres, las divisiones clave que surgieron en los últimos años incluyen inmigración, raza, religión, género y todo un conjunto de temas relacionados con la identidad y la cultura. En el pasado uno podía predecir la elección de un votante en función de su posición económica, hoy en día los votantes están más motivados por las preocupaciones sobre el estatus social o la coherencia cultural que por el interés propio económico.

Si la economía no ha logrado captar con precisión los motivos del individuo moderno, ¿qué pasa con los países modernos? En estos días, la búsqueda de maximizar las ganancias no parece ser una forma útil de comprender por qué los estados actúan de la manera en que lo hacen. Muchos países europeos, por ejemplo, tienen una mayor productividad laboral que los Estados Unidos. Sin embargo, los ciudadanos deciden trabajar menos horas y tomar vacaciones más largas, disminuyendo su producción, porque, podrían argumentar, priorizan la satisfacción o la felicidad sobre la producción económica. Bután ha decidido explícitamente buscar la “felicidad nacional bruta” en lugar del producto interno bruto. Muchos países han reemplazado los objetivos orientados exclusivamente al PBI con estrategias que también hacen hincapié en la sostenibilidad ambiental. China aún coloca al crecimiento económico en el centro de su planificación, pero incluso tiene otras prioridades iguales, como preservar el monopolio del poder del Partido Comunista, y utiliza mecanismos de libre mercado para hacerlo. Mientras tanto, los populistas de todo el mundo ahora otorgan mayor valor a la conservación de empleos que a la creciente eficiencia.

Permítanme ser claro: la economía sigue siendo una disciplina vital, una de las formas más poderosas que tenemos para entender el mundo. Pero en los precipitados días de la globalización posterior a la Guerra Fría, cuando el mundo parecía estar dominado por los mercados y el comercio y la creación de riqueza, se convirtió en el dominio dominante. La disciplina, la clave para entender la vida moderna. El hecho de que la economía se haya deslizado de ese pedestal es simplemente un testimonio del hecho de que el mundo está desordenado. Las ciencias sociales difieren de las ciencias duras porque “los temas de nuestro estudio piensan”, dijo Herbert Simon, uno de los pocos académicos que sobresalieron en ambos. A medida que intentemos comprender el mundo de las próximas tres décadas, necesitaremos desesperadamente la economía, pero también la ciencia política, la sociología, la psicología, y quizás incluso la literatura y la filosofía. Los alumnos de cada una deben retener algún elemento de humildad. Como dijo Immanuel Kant, “De la madera torcida de la humanidad, nunca se hizo nada recto”. Lampadia




Desaceleración global es altamente probable en 2019

Desaceleración global es altamente probable en 2019

El renombrado economista Nouriel Roubini, más conocido como “Dr. Doom” -seudónimo que le otorgó la prensa internacional por haber predicho la crisis subprime del 2008- , ha ofrecido recientemente sus pronósticos sobre el desempeño que tendría la economía mundial en el 2019 (ver artículo líneas abajo).

Si bien el economista destaca que una recesión global es poco probable, existen suficientes indicios para pensar que el presente año se experimentará una desaceleración mundial sincronizada, es decir, una caída en las tasas de crecimiento del PBI con respecto al 2018, de prácticamente todas las grandes regiones del globo. Este planteamiento también se confirmaría con los últimos pronósticos del FMI, de los cuales escribimos en Lampadia: Perú crece por debajo de su potencial.

Así, Roubini apoya su argumento central basándose en los siguientes hechos que ocurrirían en el presente año:

  • Temores de aumento de tasa por parte de la FED, lo cual endurecería las condiciones financieras mundiales.
  • Preocupaciones en torno a una desaceleración más pronunciada de China.
  • Un conflicto comercial China-EEUU aún latente.
  • Desaceleración de la eurozona y posibilidad de que su crecimiento potencial esté cayendo.
  • Un Brexit duro, que implicaría que Reino Unido se quede sin acuerdo de salida de la UE.
  • Incertidumbre respecto a la determinación del presupuesto y del techo de la deuda en EEUU tras cierre del gobierno federal.
  • Acciones en los mercados financieros aún sobrevaloradas, aún con la corrección experimentada el año pasado.
  • Caída del precio del petróleo ante un exceso de oferta mundial.
  • Desaceleración de las economías emergentes, de ocurrir todos los factores anteriormente mencionados.

La interrogante relevante para el Perú, sin embargo, es la siguiente: ¿Nuestros gobernantes están tomando medidas sensatas para anticipar y mitigar a tiempo los efectos que esta desaceleración global tendrá en nuestra economía?

Lamentablemente no. Como ya hemos escrito previamente en Lampadia: Aterrizaje en la mediocridad, en un contexto internacional adverso como el anteriormente descrito, no es concebible que nuestros políticos no estén dando luz verde a los grandes proyectos mineros –como Conga y Tía María – y de infraestructura – como Majes Siguas II – que son fundamentales para nuestro crecimiento y por ende, fundamentales para la generación de empleo y reducción de la pobreza en el corto-mediano plazo.

Han sido estas indecisiones del Ejecutivo que han generado que el Perú venga reportando tasas de crecimiento cada vez menores en los últimos años, inclusive por debajo de las que debería tener para su nivel de desarrollo, comprometiendo su enorme potencial como país.

En este sentido, consideramos que el diagnóstico de Roubini debería ser un llamado de atención hacia nuestros gobernantes a la acción. Esperemos que lo escuchen. Lampadia

Perspectivas económicas mixtas para el 2019

Nouriel Roubini
Project Syndicate
8 de Febrero, 2019
Glosado por Lampadia

Después de la expansión económica mundial sincronizada de 2017, vino el crecimiento asincrónico de 2018, cuando la mayoría de los países, además de Estados Unidos, comenzaron a experimentar desaceleraciones. Las preocupaciones sobre la inflación en Estados Unidos, la trayectoria de la política de la Reserva Federal, las guerras comerciales en curso, el presupuesto italiano y sus problemas de deuda, la desaceleración de China y las fragilidades de los mercados emergentes condujeron hacia el final del año a una fuerte caída en los mercados.

La buena noticia a inicios de 2019 es que el riesgo de una recesión absoluta es bajo. La mala noticia es que nos estamos dirigiendo hacia un año de desaceleración global sincronizada: el crecimiento caerá por debajo de las proyecciones en la mayoría de las regiones y, en algunos casos, todavía más.

El año comenzó con un repunte en los activos de riesgo (capital estadounidense y mundial) después del baño de sangre del último trimestre de 2018, cuando las preocupaciones sobre los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal y sobre el crecimiento de China y Estados Unidos destrozaron muchos mercados. Desde entonces, la Reserva Federal se ha volcado hacia una renovada moderación, EEUU ha mantenido un sólido crecimiento, y la flexibilización macroeconómica de China ha mostrado cierta esperanza de contener la desaceleración.

Son muchos los factores de los que dependerá que estas condiciones relativamente positivas sean duraderas.

  • Lo primero a considerar es la FED. En la pausa de la política monetaria de la FED durante todo el año, los mercados ahora están descontando los precios, pero el mercado laboral de Estados Unidos sigue siendo sólido. Si los salarios se aceleraran y produjeran incluso una inflación moderada por encima del 2%, los temores de al menos dos aumentos de tasas durante este año volverían, lo que podría impactar a los mercados y llevar a un endurecimiento de las condiciones financieras. Eso, a su vez, reavivaría las preocupaciones sobre el crecimiento de Estados Unidos.
  • En segundo lugar, mientras continúa la desaceleración en China, la actual combinación de estímulos monetarios, crediticios y fiscales del gobierno podría resultar inadecuada, dada la falta de confianza del sector privado y los altos niveles de exceso de capacidad y apalancamiento. Si las preocupaciones sobre una desaceleración china vuelven a aparecer, los mercados podrían verse gravemente afectados. Por otro lado, una estabilización del crecimiento renovaría debidamente la confianza del mercado.
  • Un factor importante es el comercio. Si bien una escalada del conflicto chino-estadounidense obstaculizaría el crecimiento mundial, la prolongación de la tregua actual a través de un acuerdo sobre el comercio tranquilizaría a los mercados, incluso a medida que la rivalidad geopolítica y tecnológica de los dos países continúa creciendo.
  • Cuarto, la eurozona se está desacelerando y queda por ver si se dirige hacia un crecimiento potencial más bajo o a algo peor. El resultado se determinará tanto por variables a nivel nacional, como los desarrollos políticos en Francia, Italia y Alemania, y a factores regionales y globales más amplios. Evidentemente, un Brexit “duro” afectaría negativamente la confianza de las empresas y los inversores en el Reino Unido y en la Unión Europea. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, extendiendo su guerra comercial al sector automotriz europeo socavaría gravemente el crecimiento de toda la UE, no solo de Alemania. Por último, mucho dependerá de cómo evolucionen los partidos euroescépticos en las elecciones al Parlamento Europeo de este mes de mayo. Y eso, a su vez, aumentará la incertidumbre que rodean al sucesor del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y el futuro de la política monetaria de la eurozona.
  • En quinto lugar, la política doméstica disfuncional de Estados Unidos podría aumentar la incertidumbre a nivel mundial. El reciente cierre del gobierno sugiere que cada próxima negociación sobre el presupuesto y el techo de la deuda se convertirá en una guerra de desgaste partidista. El informe esperado del abogado especial, Robert Mueller, puede o no conducir a procedimientos de juicio político contra Trump. Y para fines de año, el estímulo fiscal de los recortes de impuestos republicanos se convertirá en un lastre fiscal, lo que posiblemente debilitará el crecimiento.
  • Sexto, los mercados de acciones en EEUU y otros lugares aún están sobrevalorados, incluso después de la reciente corrección. A medida que aumentan los costos salariales, las ganancias y márgenes de ganancia más débiles de los EEUU en los próximos meses podrían ser una sorpresa no deseada. Con firmas altamente endeudadas que enfrentan la posibilidad de aumentar los costos de endeudamiento a corto y largo plazo, y con mucho capital tecnológico que necesita correcciones adicionales, no se puede descartar el peligro de otro episodio de riesgo y la corrección del mercado.
  • Séptimo, el precio del petróleo puede verse reducido por un exceso de oferta, por la producción en EEUU, por un posible cambio de régimen en Venezuela (que llevaría a una mayor producción a largo plazo), y a los fracasos de los países de la OPEP para cooperar entre sí para minimizar riesgos. Si bien los bajos precios del petróleo son buenos para los consumidores, tienden a debilitar las acciones y los mercados de EE. UU en las economías exportadoras de petróleo, lo que aumenta la preocupación por los incumplimientos corporativos en los sectores relacionados con la energía (como sucedió a principios de 2016).
  • Finalmente, las perspectivas para muchas economías en mercados emergentes dependerán de las incertidumbres globales mencionadas anteriormente. Los riesgos principales incluyen la desaceleración en EEUU o China, una mayor inflación en los EEUU y un ajuste posterior por parte de la FED, guerras comerciales, un dólar más fuerte y la caída de los precios del petróleo y los productos básicos.

Aunque hay una nube sobre la economía global, el lado positivo es que ha hecho que los principales bancos centrales sean más moderados, empezando por la Reserva Federal y el Banco Popular de China, y seguido rápidamente por el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón y otros. Sin embargo, el hecho de que la mayoría de bancos centrales se encuentren en una posición muy acomodada significa que hay poco espacio para una mayor relajación monetaria. E incluso si la política fiscal no estuviera restringida en la mayoría de las regiones del mundo, los estímulos tienden a producirse solo después de que el estancamiento del crecimiento ya está en marcha, y generalmente con un retraso significativo.

Puede haber suficientes factores positivos para hacer de este año un año relativamente decente, aunque mediocre, para la economía global. Pero si algunos de los escenarios negativos descritos anteriormente se materializan, la desaceleración sincronizada de 2019 podría llevar a un estancamiento del crecimiento global y una fuerte desaceleración del mercado en 2020. Lampadia

Nouriel Roubini, es un profesor de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y CEO de Roubini Macro Associates, fue Economista Principal para Asuntos Internacionales en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca durante la Administración Clinton. Ha trabajado para el Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal de los EE. UU. y el Banco Mundial.




El Reino Unido tendiendo al suicidio económico y político

El Reino Unido tendiendo al suicidio económico y político

El hecho de que Gran Bretaña se quede sin un acuerdo de salida de la UE para el 29 de marzo –  fecha límite establecida para la negociación final de este – parece no quitarle el sueño a los “honorables” miembros del Parlamento inglés,  aún cuando ello podría generar un golpe fulminante a su economía y a su política en Europa, además de la posible crisis política que surgiría con un país vecino que aún quiere pertenecer al bloque, Irlanda del Norte (ver Lampadia: La crisis del Brexit continúa).

Pero, ¿cuál es la explicación de la falta de preocupación por parte de esta clase política dirigente, tanto de derecha como de izquierda, ya no para dar marcha atrás al Brexit – pues este camino parece que ya ha sido completamente descartado – sino para diseñar un acuerdo de salida sensato y que sea razonable en el poco tiempo que queda para hacerlo?

Esta falta de racionalidad fue explicada brillantemente por Ian Buruma, ex–editor de The New York Review of Brooks, en un reciente artículo de la revista Project Syndicate (ver artículo líneas abajo).

La hipótesis de Buruma descansa sobre la premisa de que es el espíritu del patriotismo británico, alimentado por los medios de prensa y el juego político reinante en el Parlamento, lo que estaría determinando este comportamiento errático de los políticos. Peor aún, este comportamiento, en sus palabras, los estaría condenando a un suicidio masivo tanto económica como política y culturalmente.

Lo interesante de su análisis es que hace una analogía con movimientos similares en el pasado como el movimiento nacionalista japonés que alimentó la euforia del ataque de Pearl Harbor. Como señala enfáticamente Buruma, “Como los británicos, los japoneses sienten una atracción perversa hacia un “espléndido aislamiento””.

Este fenómeno de una suerte de suicidio colectivo de algunas naciones, va mucho más allá de Gran Bretaña y Japón. En Latinoamérica hay casos clásicos de sociedades que dan un giro negativo para sus propios intereses, y a sabiendas perseveran en el error, o en el suicidio.

El caso más notorio es el de Argentina, que a principios y entrado el siglo XX, era uno de los cinco países más ricos del mundo, para terminar atrapado 60 años por un populismo que lo empobreció dramáticamente.

También se pueden mencionar los casos de Cuba con los Castro, de Brasil con el PT y de Venezuela con el socialismo del siglo XXI.

En el Perú tampoco estamos lejos de intentonas suicidas, como los 30 años, entre los 60 y 90, que nos empobrecieron crecientemente, o después de nuestra maravillosa recuperación, desde los 90s hasta el 2011, cuando volvemos a iniciar un camino de pérdidas de oportunidades de crecimiento, de reducción de la pobreza y pérdida de confianza y sentido de dirección.

Ya vemos que ningún país esta libre de caer en intentos suicidas. Lo importante es reaccionar a tiempo. Lampadia

Las tendencias suicidas del Reino Unido

Ian Buruma
Project Syndicate
6 de Febrero, 2019
Glosado por
Lampadia

Observar a una sociedad democrática sofisticada caminar a sabiendas hacia un desastre nacional predecible y evitable es una experiencia única y alarmante. La mayoría de los políticos británicos saben que dejar la Unión Europea sin acuerdo sobre la relación posterior al Brexit causará un enorme daño a su país. No avanzan al abismo como sonámbulos, sino con los ojos muy abiertos.

  • Hay una minoría de ideólogos crédulos que no se sienten afectados por la perspectiva de que Gran Bretaña se salga de la UE sin acuerdo alguno.
  • Unos cuantos soñadores de derechas, cobijados por secciones de la prensa, creen que el tenaz espíritu de Dunquerque superará los primeros reveses y que Gran Bretaña pronto volverá a regir los mares como una gran potencia cuasi-imperial, aunque sin imperio.
  • Y por la izquierda, neo-trotskistas como Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista, el principal de la oposición, parecen pensar que la catástrofe impulsará al pueblo británico a exigir al fin un verdadero socialismo.

La mayoría de los políticos de izquierdas y derechas son lo bastante grandecitos como para saber todo esto, y eso incluye a la Primera Ministra Theresa May, que antes del Brexit era partidaria de que el Reino Unido permaneciera en la UE. Y, sin embargo, casi todos se niegan a mover un dedo para evitar resbalar hacia una catastrófica salida sin acuerdo. Las propuestas que se han planteado en el Parlamento para buscar un retraso o contemplar alternativas a la impopular estrategia de salida de May han sido rechazadas. Pareciera que la voluntad colectiva de los políticos británicos ha quedado paralizada por las tácticas partidistas, los medios de comunicación patrioteros y una extraña indiferencia a todo lo que ocurra fuera de las Islas Británicas. En lugar de tomar medidas para evitar lo peor, se autoengañan pensando en que más conversaciones y concesiones de Bruselas de alguna manera salvará al Reino Unido en el último minuto.

Aunque inusual, este peculiar espectáculo de suicidio nacional no carece de precedentes. La deriva de Japón hacia una calamitosa guerra con Estados Unidos en 1941 es un ejemplo. Es cierto que hay diferencias obvias: a pesar de toda la nostalgia acerca de Spitfires y Dunquerque, Gran Bretaña no amenaza con ir a la guerra con nadie, mientras que la democracia japonesa estaba sofocada por facciones militares y un control estatal autoritario. Aun así, los parecidos son notables.

Una cantidad relativamente pequeña de militares exaltados, acicateados por ideólogos cuasi fascistas y funcionarios de rango medio, realmente querían ir a la guerra con Occidente. La mayoría de los políticos, incluidos generales y almirantes, sabían que era una locura provocar un choque con una potencia militar e industrial vastamente superior. Pero de alguna manera no pudieron o no quisieron pararlo. Incluso hubo quienes repitieron la retórica extremista de los exaltados sin creerla… un poco como May les ha seguido la corriente a los partidarios del Brexit duro.

El principal estratega del ataque a Pearl Harbor, el Almirante Yamamoto Isoroku, un personaje altamente inteligente que había estudiado en Harvard y conocía muy bien los Estados Unidos, había sido un abierto oponente a la guerra. Con la vana esperanza de que las negociaciones evitaran una guerra desatada, cumplió con su deber y diseñó el plan. El Primer Ministro, Príncipe Konoe Fumimaro, cuyo hijo era estudiante en Princeton, también quería evitar la guerra. Siguió pidiendo más reuniones a los estadounidenses, al tiempo que enviaba señales confusas y esperaba las concesiones imposibles que exigían los extremistas japoneses frente a los que era demasiado débil e indeciso.

Mucho se habló de plazos que cumplir o que se podían ampliar. Como con las negociaciones del Brexit con la UE, los estadounidenses nunca tuvieron muy claro qué querían realmente los japoneses. De hecho, ni siquiera los japoneses mismos lo sabían. La última esperanza de los hombres que vieron la inminencia del desastre, pero se negaron a actuar fue que más conversaciones con los estadounidenses los salvaran. Al final, estos se cansaron de conversar, millones de personas murieron y Japón casi desapareció del mapa.

La respuesta inmediata entre los japoneses al recibir la noticia del ataque a Pearl Harbor fue una especie de alivio. Al fin había algo de claridad. Cualquier cosa era mejor que el inacabable tira y afloja. Ahora que Japón estaba de verdad valiéndose por sus propios medios, tal vez la versión japonesa del espíritu tenaz podría sacarlos del atolladero. Como los británicos, los japoneses sienten una atracción perversa hacia un “espléndido aislamiento”. Y luchar contra los imperialistas occidentales al menos era más honorable que intentar someter a los chinos a punta de masacres.

Es bastante posible que un Brexit sin acuerdo tenga un efecto similar sobre los británicos. No se puede culpar a la gente por terminar hartándose de las discusiones en el Parlamento y las inacabables negociaciones con la UE que nunca parecen ir a ninguna parte. La gente puede resistir hasta un determinado nivel de incertidumbre, y después prefiere prepararse para lo peor.

Gran parte de la prensa británica, aunque sin sufrir la censura que amordazó la opinión pública japonesa en los años 30 y 40 del siglo pasado, ha sido tan patriotera como los medios japoneses de los años de guerra. Es posible que décadas de propaganda anti-UE hayan persuadido a muchos británicos a soportar las privaciones que provocará un Brexit duro. Sin duda, muchos culparán a esos malditos extranjeros por la escasez de bienes, la suba de precios, las largas filas en los puertos de entrada y la pérdida de empleos. (Los nacionalistas japoneses todavía culpan por Pearl Harbor a la intransigencia estadounidense.)

Pero incluso si todo eso se desvanece en el tiempo, la desilusión pronto llegará, como ocurrió en Japón una vez pasada la euforia de Pearl Harbor. No habrá bombardeos a ciudades británicas ni se invadirá ni ocupará el Reino Unido. Cabe esperar que nadie muera. Pero la influencia de Gran Bretaña disminuirá mucho, su economía decrecerá y la mayoría de la gente irá a peor. Probablemente, las principales figuras tras un Brexit duro (como Boris Johnson, Nigel Farage y Jacob Rees-Mogg) no resulten muy afectadas. Tampoco servirá de mucho culparles solo a ellas. La gente que sabía las consecuencias y no hizo nada por evitarlo es quien más avergonzada se debería sentir. Lampadia

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Ian Buruma es autor de numerosos libros, entre ellos Murder in Amsterdam: The Death of Theo Van Gogh y The Limits of Tolerance, Year Zero: A History of 1945 y, más recientemente, A Tokyo Romance.




Peligra el desarrollo minero en las regiones

Peligra el desarrollo minero en las regiones

Como ya hemos comentado anteriormente (ver Lampadia: La Minería en el 2019, Mesías Guevara desconoce la realidad minera de su región) varias regiones con alto potencial minero al interior del país, tanto en el sur (Arequipa, Moquegua y Puno) como en el norte (Cajamarca) y el centro (Junín)  del territorio nacional,  se encuentran pasando por una situación política compleja, desde que las nuevas autoridades regionales asumieron funciones el pasado 1 de enero.

El discurso anti-minero que durante el gobierno de Humala provocó un aumento considerable de la conflictividad social en las regiones y que redundó en la paralización de grandes proyectos del sector como Tía María en Arequipa y Conga en Cajamarca – que eran fundamentales para el crecimiento de la economía peruana – ha resurgido en mayor y menor medida en varios de los discursos de los gobernadores regionales de las regiones anteriormente mencionadas. Veamos:

  • El pasado 19 de enero en TV Perú, Mesías Guevara, gobernador regional  electo por la región Cajamarca afirmó “La minería solo ha traído conflicto, pobreza y desigualdad en Cajamarca”.
  • El 18 de noviembre del 2018, en las postrimerías de las campañas electorales, el ahora gobernador regional electo por la región Arequipa Elmer Cáceres, declaró: “Tía María, no va; Zafranal, no va; Tambomayo, no va”.
  • El pasado 20 de enero en una entrevista en Canal N, el gobernador regional electo por la región Puno, Walter Aduviri se mostró a favor de crear una nueva Constitución ya que consideró que en las zonas geográficas donde opera la minería se viola el derecho legítimo de las comunidades como el derecho a la consulta previa. 
  • Vladimir Cerrón, gobernador regional electo por la región Junín, además de haber denunciado públicamente a empresas mineras de no pagar regalías ni canon, pretende imponer la creación de un nuevo currículo escolar regional, rechazando el currículo escolar del MINEDU.
  • En Moquegua, el nuevo gobernador, Zenón Cuevas, pretende aplicar un impuesto a las utilidades de las industrias extractivas, en el orden del 10%, aumentando la contribución que actualmente pagan estas empresas por concepto de impuesto a la renta (29.5%).

Todas estas declaraciones claramente reflejan una completa incomprensión y una falta de entendimiento del potencial que ha generado y podría seguir generando la minería en esas regiones en materia económica y social. Antes bien, pareciera que quisieran impulsar agendas políticas extra regionales con las que pretenderían ganar notoriedad nacional, sacrificando a la población de sus propias regiones.

La minería ha demostrado ser una importante fuente de generación de empleo formal (directo e indirecto) y un motor protagónico de la reducción de  la pobreza fuera de la capital – tal como, por ejemplo, lo ha evidenciado el impacto del desarrollo minero en Apurímac y Arequipa. Mientras que, aquellas regiones que no han impulsado su potencial en este sector, como es el caso de la agenda anti-minera de Cajamarca, han terminado con un mayor empobrecimiento de sus comunidades.

Sin embargo ¿Por qué es especialmente relevante esta discusión para la economía nacional, específicamente, hacia al 2020?

Como bien ha advertido Macroconsult recientemente en uno de sus reportes económicos semanales, probablemente este  fenómeno, que eventualmente podría paralizar más proyectos en los próximos años-  es uno de los grandes riesgos que enfrentará la economía peruana en el corto-mediano plazo – por no decir el más álgido – conforme la cartera de proyectos  mineros aprobados se va agotando y el stock de proyectos de envergadura a la fecha ya experimentaron su fase máxima de producción.

Por otra parte, como hemos señalado también en Lampadia: Aterrizaje en la mediocridad , el sector minero se encuentra paralizado, tras haber caído en 1.1%  en el 2018, producto de una debilidad del gobierno por promover la inversión minera. Esta debilidad se ha puesto en evidencia con la marcha atrás del proyecto Tía María, que a pesar de que las encuestas sugerían que más de la mitad de la población de Arequipa estaba  favor del proyecto a setiembre del año pasado, el Ministerio de Energía y Minas no le otorgó la licencia de construcción a la empresa Southern (ver en Lampadia: El Gobierno no da luz verde  a Tía María pese a cambios en el valle).

Todo ello con el agravante de que el FMI prevé para este año y para el próximo una desaceleración de la economía mundial – principalmente por una mayor tensión comercial entre EEUU y China – lo cual indudablemente impulsará los precios de las materias primas a la baja, agravando aún más las condiciones de crecimiento de nuestra economía.  (ver Lampadia: Perú crece por debajo de su potencial).

En este escenario, consideramos que el presidente Vizcarra, dado el enorme capital político que ostenta, además de darle luz verde al proyecto Tía María, haría bien en desarrollar un discurso que promueva la minería y que explique a todos los peruanos los beneficios que ha tenido esta actividad, de manera que las poblaciones en las regiones entiendan que para que nuestra economía pueda retomar la senda del crecimiento alto de años pasados, el desarrollo minero es esencial.

No podemos seguir perdiendo la generación de riqueza y menos en las regiones, que es donde la pobreza está más presente. Si se promueve frontalmente la minería desde el Ejecutivo, los gobiernos regionales eventualmente podrían alinear su discurso al del presidente, considerando su enorme popularidad en varias regiones del país. Lampadia




La responsabilidad del empresario en la movilidad social

En Lampadia siempre hemos creído en el rol protagónico que tiene el empresario en la economía, no solo para generar valor -de cara a sus accionistas- y producir productos de calidad- de cara a sus consumidores- sino también porque es un importante agente de la movilidad social en los países, ya que brinda empleo y por ende, crea oportunidades de crecimiento en las personas.

Sin embargo, tal como hemos venido planteando en anteriores ocasiones (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo, Compromiso Cívico), es necesario reformular la manera de hacer negocios, de manera que se explicite en la misión y visión el verdadero sentido de la empresa, que es la de ser una fuerza creadora de bienestar. Y esto debe venir acompañado, como corresponde, de una difusión permanente de las iniciativas emprendidas que den el ejemplo a otras organizaciones del sector privado para aportar lo propio.

En esta línea, Chuck Robbins, Presidente y Director Ejecutivo de Cisco, brinda  una serie de recomendaciones a los grandes líderes empresariales de hoy (ver artículo líneas abajo), a la luz del trabajo que ha venido realizando su empresa en el sector de la economía digital. Su mensaje es claro: “Como líderes empresariales, debemos asumir la responsabilidad de ayudar a quienes se quedan atrás”.

En primer lugar, Robbins enfatiza el hecho de que la globalización debe obligar a los empresarios a hacer que el crecimiento económico sea más inclusivo. Esto es de vital importancia dado que, como hemos escrito anteriormente, actualmente nos encontramos ante una alta percepción ciudadana mundial de que los gobiernos están haciendo muy poco o nada para que los  beneficios de la globalización se traduzcan en mejores oportunidades en términos de educación, salud y acceso a servicios digitales para todos (ver Lampadia: La Globalización 4.0 en 13 gráficos).

Para hacer efectiva esta inclusión, Robbins hace un llamado a impulsar una mayor colaboración entre el sector privado y el sector público, con asociaciones público privadas (en adelante, APP) por ejemplo,  de manera que se logre una mejor provisión de servicios públicos y se ofrezcan verdaderos resultados a las poblaciones.

Desde Lampadia, saludamos este tipo de iniciativas porque creemos que reflejan la imagen del empresario como un verdadero agente de cambio en la sociedad, la cual debería tomada como ejemplo por parte del empresariado peruano. Lampadia

Así es cómo las empresas pueden impulsar el crecimiento para todos

Reliance Jio proporciona acceso a los datos a bajo costo y ha puesto en línea a millones de personas en la India. Shailesh Andrade.

Chuck Robbins
Presidente y Director Ejecutivo de Cisco
Foro Económico Mundial
21 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Imagina vivir con menos de 2 dólares al día. Toda la innovación tecnológica en el mundo no importaría mucho, si no tuvieras los medios para mantenerte con un trabajo estable, tener comidas regulares o un techo sobre tu cabeza. Esa es la realidad para casi el 10% de la población mundial, las personas que luchan por sus necesidades básicas a diario.

Para nosotros que lideramos negocios en todo el mundo, tal realidad probablemente esté lejos de nuestros pensamientos diarios. Estamos enfocados en brindar innovación a nuestros clientes, generar valor para nuestros accionistas y hacer crecer nuestros negocios. Nuestros esfuerzos han dado sus frutos: el crecimiento económico mundial en 2017 se acercó al 3%, la tasa más alta desde 2011.

Pero ¿y si cambiamos nuestro enfoque? ¿Qué pasaría si pensáramos más ampliamente sobre lo que podríamos hacer para ayudar a los necesitados en todo el mundo, a ser aún más inclusivos y sostenibles, y realmente hacer una diferencia?

El impacto podría ser enorme. Los estudios demuestran que el crecimiento inclusivo no solo puede brindar oportunidades a quienes lo necesitan, sino que también puede mejorar la estabilidad económica y política.

Como líderes empresariales, debemos asumir la responsabilidad de ayudar a quienes se quedan atrás. No hay duda de que siempre debemos estar profundamente centrados en impulsar el crecimiento de nuestras propias empresas. Pero en esta era posterior a la globalización, también tenemos la obligación de abordar el cómo hacer que el crecimiento sea inclusivo, extendiéndolo a quienes más necesitan oportunidades para mejorar sus vidas, educar a sus hijos, acceder a la atención médica y beneficiarse de la economía digital. Para crear oportunidades para que todos prosperen, independientemente de su sexo, antecedentes o ubicación, las empresas deben desempeñar un papel cada vez más importante.

Hacerlo depende de muchos factores, pero quizás uno de los más importantes, y el más impactante, es la estrecha colaboración entre los sectores público y privado. Hacer que los gobiernos y el sector privado colaboren estrechamente tiene la capacidad no solo de brindar oportunidades a quienes los necesitan, sino también de ofrecer verdaderos resultados.

Considere el problema de la falta de vivienda: muchos gobiernos de ciudades y estados de los Estados Unidos gastan para apoyar a quienes no pueden pagar una vivienda, sin embargo, el problema sigue creciendo e impactando a más personas.

De hecho, alrededor de 553,000 personas en todo EEUU se quedaron sin hogar en una sola noche en enero de 2018, y el estado de California propone gastar $ 700 millones para abordar el problema de la falta de vivienda el próximo año.

El impacto positivo en un tema tan complejo que requiere no solo disponer de fondos, sino también hacerlos efectivos, trabajando con los socios adecuados.

Cisco ha trabajado en estrecha colaboración con Destination: Home, una asociación público-privada con sede en San José que ha demostrado que proporcionar vivienda permanente a las personas sin hogar crónicas les brinda la estabilidad que necesitan para cambiar la trayectoria de sus vidas.

Trabajar con organizaciones sin fines de lucro que están directamente involucradas para atender a los necesitados también puede ser increíblemente efectivo.

Muchas organizaciones con experiencia en abordar necesidades críticas necesitan los recursos y la financiación que las empresas pueden aportar. El soporte para hacia las organizaciones sin fines de lucro les ayuda a racionalizar y automatizar los procesos de eficiencia, impulsar el ahorro de costos y la productividad, y escalar para llegar a personas particularmente vulnerables que aún no se han beneficiado de la economía digital.

Un ejemplo de esto es Living Goods, una empresa social sin fines de lucro, que capacita a una red de mujeres, conocida como Promotoras de Salud Comunitaria, o CHP, para mejorar la salud de las familias en sus comunidades al brindar educación sobre la salud y distribuir productos esenciales como fortificados. Alimentos, luces solares y medicinas, todo habilitado por la tecnología.

Los CHP se enfocan en áreas que precipitan la mayoría de las muertes infantiles, pero pueden abordarse a bajo costo: complicaciones de malaria, diarrea y neumonía. Los CHP se ganan la vida con los productos que venden, lo que proporciona una importante fuente de ingresos para satisfacer mejor las necesidades de sus familias.

El año pasado, Living Goods llegó a 6 millones de personas en Uganda y Kenia, y un ensayo aleatorio de control encontró que Living Goods está reduciendo la mortalidad infantil en un 27%. Su objetivo es llegar a 25 millones de personas en cuatro países para 2021. Con un impacto y alcance de este tipo, está claro que la inversión directa puede marcar una gran diferencia.

Diseñar un modelo de negocio para impulsar el crecimiento inclusivo también puede crear un impacto real. En India, Reliance Jio, la red IP más grande del mundo, que se basa en la tecnología de Cisco, proporciona acceso a datos a bajo costo y ha conectado a millones de personas en la India en línea.

A los seis meses del lanzamiento de Jio, India se convirtió en el usuario de datos móviles más alto del mundo, y consumió más de mil millones de GB de datos. El bajo costo de los datos a su vez produjo $ 10 mil millones, el ahorro anual de toda la economía de la India.

Como líderes empresariales, tenemos una verdadera oportunidad por delante. Millones de personas en todo el mundo quieren participar, involucrarse y participar en la economía digital; solo se les debe dar una oportunidad. En Cisco hemos establecido el objetivo de impactar positivamente a mil millones de personas para el año 2025, y estamos bien encaminados para alcanzar ese hito.

Al expandir nuestro enfoque más allá de nuestros propios balances y pensar más ampliamente acerca de cómo se puede extender el crecimiento, podemos ayudar a crear un entorno que sea aún más propicio para el crecimiento empresarial y un mayor poder de compra de los consumidores.

Esos son objetivos en los que todos creemos e invito a otros líderes empresariales a que se unan a mí para ver cómo podemos crear oportunidades para todos en todo el mundo. Lampadia




Perú crece por debajo de su potencial

Perú crece por debajo de su potencial

El pasado 21 de enero el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó su informe Actualización de Perspectivas de la Economía Mundial, enero 2019 en el que reveló algunas revisiones a la baja de las cifras de crecimiento mundial que vale la pena señalar, de cara al contexto económico internacional que enfrentará el Perú este año y el 2020.

Como se desprenderá del análisis, el Perú no solo enfrentará un contexto complejo en estos años, sino que sus tasas de crecimiento proyectadas son poco competitivas a la luz de su nivel de desarrollo.

En primer lugar, el informe destaca una revisión a la baja de las cifras de crecimiento de la economía mundial en los años 2019 y 2020 en 0.2 y 0.1 puntos porcentuales respectivamente, ubicándolas en 3.5% y 3.6% respectivamente, tras haber crecido 3.7% en el 2018. A continuación, el análisis del desagregado regional, que es relevante para nuestro país:

  • En relación a EEUU, el informe proyecta una caída en sus tasas de crecimiento en el 2019 y 2020, ubicándolas en 2.5%, y 1.8% respectivamente, tras haber crecido 2.9% en el 2018. Esta proyección a la baja obedece a un retiro progresivo del estimulo fiscal en esos años, además de que la tasa de fondos federales superará temporalmente su tasa de interés neutral.
  • En relación a la zona euro, se prevé un crecimiento de 1.8% en 2018 y una desaceleración en 2019 y 2020, con 1.6% y 1.7%, respectivamente. El informe destaca que esta región es la que más bajas ha sufrido en las proyecciones respecto a Octubre, en particular, Italia por el encarecimiento en el costo de su endeudamiento público y Francia, debido a la crisis política y social que enfrenta Macron.
  • En relación a China, se proyecta una desaceleración en su crecimiento con una tasa de 6.2% en el 2019 y 2020, tras haber crecido 6.6% en el 2018. Esto se debe, principalmente, a una mayor regulación financiera hacia la banca paralela y a un agravamiento del conflicto comercial con EEUU.
  • En relación a América Latina y el Caribe, se proyecta un crecimiento de la región en el orden del 2% y 2.5% en los años 2019 y 2020 (0.2 puntos porcentuales menos en ambas tasas respecto al reporte de Octubre) y se estima que el 2018 cerró con un 1.1%. Las revisiones a la baja se deben principalmente a un menor crecimiento proyectado para México y  a una contracción más severa de Venezuela.
  • Finalmente, el FMI proyecta un crecimiento para los países emergentes y en desarrollo en el orden del 4.5% en el 2019 y 4.9% en el 2020, tras haber crecido 4.6% en el 2018. Lo relevante de esta cifra es que el Perú creció y crecerá por debajo del promedio de estos países en los próximos años (3.8% en el 2018 y 3.7% en 2019 y 2020).

Nota: Estimados de crecimiento para el Perú incluidos por Lampadia.

En los años 2019 y 2020, el Perú no solo enfrentará la desaceleración de sus principales socios comerciales, sino que su crecimiento proyectado ni siquiera le permitirá competir en la liga de los países emergentes.

Como hemos señalado recientemente en Lampadia: Aterrizaje en la mediocridad, este crecimiento mediocre de la economía peruana que, alguna vez llegaría a tasas del 9% en la segunda mitad de la década pasada, se debe a una cada vez más notoria debilidad del gobierno, reflejada en su falta de entendimiento de que lo que realmente genera riqueza es la inversión y que, por ende, una estrategia de desarrollo que no implique convocar al sector privado no puede tener éxito. Es irresponsable no desarrollar la demanda interna de nuestra economía, apoyada por la inversión, en un contexto internacional desfavorable.

Por otra parte, diversos economistas como Roberto Abusada destacan que una tasa de crecimiento de 4% apenas alcanza para absorber los 300 mil jóvenes que entran al mercado laboral anualmente, pero sin ninguna garantía de acceso a un trabajo formal.

En ese sentido, urge elevar la tasa de crecimiento potencial de la economía, ubicada en 3.5%, según estimaciones del BCRP, de manera que el Perú retome la senda de crecimiento alto de la década pasada y permita generar empleo de calidad y reducir con una mayor rapidez la pobreza.

Ello implica hacer una serie de reformas estructurales que incluyen la reforma laboral, tributaria, educativa, entre otras. Y muy especialmente, viabilizar los proyectos de inversión mineros, como Tía María, y de infraestructuras. Esperemos que el Gobierno pueda emprender acciones al respecto sino el mundo, más que un socio estratégico, terminará complicando la situación de nuestro país en los próximos años. Lampadia

Compartimos a continuación el resumen de la Actualización de Perspectivas de la Economía Mundial, enero de 2019 presentada por el FMI el pasado 21 de enero:

Perspectivas de la Economía Mundial
Debilitamiento de la expansión mundial

FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
GLOSADO POR Lampadia

  • La expansión mundial se ha debilitado. Se estima que en 2018 el crecimiento mundial fue de 3.7%, conforme a lo pronosticado en la edición de octubre de 2018 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), a pesar del desempeño más flojo de algunas economías, particularmente en Europa y Asia. Se proyecta que la economía mundial crezca 3.5% en 2019 y 3.6% en 2020, es decir, 0.2 y 0.1 puntos porcentuales menos que lo proyectado en octubre pasado.

Fuente: Actualización de Perspectivas de la Economía Mundial, enero de 2019 – FMI

  • Los pronósticos de crecimiento mundial correspondientes a 2019 y 2020 ya se revisaron a la baja en el último informe WEO, en parte a raíz de los efectos negativos de los aumentos de aranceles introducidos en Estados Unidos y China previamente en el año. La revisión adicional a la baja desde octubre refleja las consecuencias de una moderación del ímpetu en el segundo semestre de 2018 —como por ejemplo en Alemania, tras la adopción de nuevas normas sobre emisiones para vehículos de combustión, y en Italia, donde las preocupaciones en torno a los riesgos soberanos y financieros han constituido un lastre para la demanda interna—, pero también obedece a un debilitamiento de la actitud de los mercados financieros y a una contracción en Turquía que ahora se proyecta que será más profunda de lo previsto. 

Fuente: Actualización de Perspectivas de la Economía Mundial, enero de 2019 – FM

  • Los riesgos para el crecimiento mundial se inclinan a la baja. Un recrudecimiento de las tensiones comerciales que vaya más allá de lo contemplado en el pronóstico sigue siendo una importante fuente de riesgo para las perspectivas. Los resultados definitivos siguen estansujetos a un proceso de negociación posiblemente espinoso en el caso de la disputa entre Estados Unidos y China y a procesos internos de ratificación en el caso del T-MEC. Por lo tanto, el comercio, la inversión y el producto a escala mundial siguen estando amenazados por la incertidumbre de las políticas y otras tensiones comerciales actuales. De no resolverse las diferencias y de materializarse el consiguiente aumento de las barreras arancelarias, aumentarían los costos de los bienes intermedios y de capital importados y los precios de los bienes finales para los consumidores.
  • Las condiciones financieras ya se han tornado más restrictivas desde octubre. La intensificación de las tensiones comerciales, sumada a las inquietudes en torno a la política fiscal italiana y las preocupaciones acerca de varios mercados emergentes y, hacia finales del año, de un cierre del gobierno de Estados Unidos, contribuyó a que los precios de las acciones bajaran en el segundo semestre de 2018. Una gama de eventos catalizadores en economías clave de importancia sistémica podrían provocar un deterioro más generalizado de la actitud de los inversionistas y una revaluación repentina y drástica de los precios de las acciones en un entorno de fuerte carga de la deuda. El crecimiento mundial probablemente se situaría por debajo de la proyección de base si cualquiera de esos eventos se materializara y precipitara un episodio generalizado de aversión al riesgo: 
  • Varios factores, aparte del recrudecimiento de las tensiones comerciales, podrían provocar un deterioro aun mayor de la actitud frente al riesgo, lo que incidiría negativamente en el crecimiento, especialmente en vista de los altos niveles de deuda pública y privada. Entre esos posibles factores están la salida del Reino Unido de la Unión Europea sin que medie un acuerdo y una desaceleración más importante de lo previsto en China.
  • La principal prioridad común en materia de políticas es que los países cooperen y resuelvan pronto sus desavenencias comerciales y la resultante incertidumbre en torno a las políticas, en lugar de elevar más las barreras perniciosas y desestabilizar una economía mundial que ya está desacelerándose. En todas las economías es fundamental adoptar medidas para estimular el crecimiento del producto potencial, lograr una mayor inclusión y reforzar los defensas fiscales y financieras, en un entorno caracterizado por una pesada carga de la deuda y condiciones financieras más restrictivas.



Trump, Macron y la pobreza del liberalismo

Project Syndicate
22 de enero, 2019
Kishore Mahbubani
Singapur
Glosado por Lampadia

Desde DAVOS – Ningún liberal occidental discreparía en que la elección de Donald Trump fue un desastre para la sociedad norteamericana, mientras que la de Emmanuel Macron fue un triunfo para la sociedad francesa. En verdad, tal vez sea exactamente al revés, por más hereje que suene.

La primera pregunta para hacerse es por qué la gente participa en protestas callejeras violentas en París, pero no en Washington. Yo personalmente he experimentado esas protestas de París, y el olor a gas lacrimógeno en los Campos Elíseos me recordó los disturbios étnicos que me tocó vivir en Singapur en 1964. ¿Y por qué protestan los Chalecos Amarillos? Para muchos, al menos en un principio, es porque no creían que a Macron le importara, o entendiera, su padecimiento.

Macron intenta implementar una reforma macroeconómica sensata. Los incrementos propuestos en los impuestos al combustible diésel habrían reducido los déficits presupuestarios de Francia y ayudado a reducir sus emisiones de dióxido de carbono.

Su esperanza era que una posición fiscal más sólida hiciera crecer la confianza y la inversión en la economía francesa como para que el 50% inferior de la sociedad terminara beneficiándose. Pero para que la gente tolere un sufrimiento a corto plazo a cambio de un beneficio a largo plazo, debe confiar en su líder. Y Macron, al parecer, ha perdido la confianza de gran parte de ese 50% inferior.

Por el contrario, Trump conserva la confianza de la mitad inferior de la sociedad estadounidense, o al menos de la porción blanca de esa mitad. A primera vista, esto parece extraño y paradójico: el multimillonario Trump está socialmente mucho más alejado del 50% inferior que Macron de la clase media. Pero cuando Trump ataca al establishment liberal y conservador de Estados Unidos, se lo ve como si estuviera desahogando la furia de los menos acomodados hacia una elite que ha ignorado su padecimiento. Su elección, por lo tanto, puede haber tenido un efecto catártico en el 50% inferior, lo que puede explicar la falta de protestas callejeras en Washington u otras ciudades importantes de Estados Unidos.

Y estos norteamericanos tienen muchos motivos para estar furiosos. Como señal más evidente, Estados Unidos es la única sociedad desarrollada importante donde el ingreso promedio de la mitad inferior no sólo se ha estancado, sino que ha caído marcadamente, como ha documentado Danny Quah de la Universidad Nacional de Singapur. Aún más preocupante, el ingreso promedio del 1% superior de la población fue 138 veces superior al del 50% inferior en 2010, comparado con 41 veces más alto en 1980.

No existe una explicación única sobre por qué la desigualdad en Estados Unidos se ha disparado mientras que los intereses económicos del 50% inferior de la sociedad se han ignorado. Pero podemos obtener por lo menos una respuesta parcial si analizamos los dos principios de justicia que articuló el filósofo John Rawls de Harvard en su famoso libro Teoría de la justicia:

  • El primer principio enfatiza que cada persona debería tener “un derecho igual a la libertad más amplia”
  • El segundo dice que las desigualdades sociales y económicas han de ser conformadas de modo tal que sean “ventajosas para todos”.

El hecho innegable es que los liberales occidentales han enfatizado el primer principio por sobre el segundo, tanto en la teoría como en la práctica, priorizando la libertad individual y preocupándose mucho menos por la desigualdad. Creen que mientras haya elecciones y la gente pueda votar libre y equitativamente, están dadas las condiciones para una estabilidad social. Por lo tanto, se deduce que quienes fracasan económicamente lo hacen por incompetencia personal, no por las condiciones sociales.

Sin embargo, no había ninguna duda cuando China se sumó a la Organización Mundial de Comercio en 2001 de que lo que vendría después era una “destrucción creativa” en las economías desarrolladas, con los consiguientes millones de pérdidas de empleo. Las elites de esas economías –ya sea en Estados Unidos, Francia u otra parte- tenían la responsabilidad de ayudar a quienes estaban perdiendo sus empleos. Pero esa ayuda no era inminente.

La teoría macroeconómica convencional sigue siendo sólida. La política de Trump de tener déficits presupuestarios más grandes en los buenos tiempos traerá sufrimiento después, mientras que las políticas económicas de Macron terminarán dando resultados si los franceses son pacientes. Pero Macron claramente no cuenta con la confianza del 50% inferior de la sociedad, mientras que Trump sí.

Por esta razón, los liberales pueden haber cometido un error estratégico al centrar su furia en el propio Trump. Por el contrario, deberían preguntarse por qué gran parte del 50% inferior confía en él (y hasta puede reelegirlo). Y si fueran honestos, los liberales admitirían que efectivamente ellos han desilusionado a la mitad inferior de la sociedad.

Si los liberales quieren derrotar a Trump, existe un único camino: recuperar la confianza de los votantes que conforman gran parte de su base. Esto les exigirá reestructurar sus sociedades de manera que el crecimiento económico beneficie a la mitad inferior más que al 1% superior. En teoría, esto se puede lograr fácilmente. En la práctica, sin embargo, los grandes intereses creados invariablemente intentarán bloquear la reforma. La opción para los liberales es clara: pueden sentirse bien condenando a Trump, o pueden hacer el bien atacando los intereses de la elite que contribuyó a su elección.

Si los liberales pueden hacer esto último, la elección de Trump sería vista por los historiadores futuros como una llamada de atención necesaria, mientras que la de Macron simplemente creó la ilusión de que todo estaba bien. Esos historiadores luego podrían concluir que la elección de Trump, en definitiva, fue mejor para la sociedad norteamericana de lo que la de Macron fue para Francia. Lampadia




Organizando a las Pymes para promover la reforma laboral

Organizando a las Pymes para promover la reforma laboral

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Ya sabemos que la razón por la que los gobiernos y los políticos se asustan frente a la necesidad de aprobar una reforma laboral integral es que apenas se menciona el tema, la CGTP amenaza con movilizarse. Y, pese a su escasísima representatividad, posee capacidad de organización y movilización.

En cambio, quienes se verían beneficiados por una reforma laboral integral –en realidad, hasta la propia CGTP resultaría beneficiada-, los informales, los micro y pequeños empresarios, no se movilizan porque no están organizados y porque quizá prefieran permanecer en la informalidad precisamente por el costo prohibitivo de la formalidad.

Si se movilizaran, el gobierno encontraría respaldo político para plantear una reforma y los propios partidos presentes en el Congreso se animarían a acoger sus propuestas. Porque los partidos responden a la acción de los grupos organizados, a quienes ven como bolsones electorales de los cuales pueden obtener votos. En cambio, un sector difuso y desorganizado, por más que sea mayoritario, no es una clientela política.

Pero ha emergido una novedad en este panorama, que podría cambiar el escenario. Resulta que por primera vez los gremios de micro y pequeños empresarios han firmado y publicado, el 20 de diciembre, junto con la Sociedad Nacional de Industrias, un pronunciamiento demandando una reforma laboral.

Como vemos, el pronunciamiento incluso enumera los puntos que debería contener la mencionada reforma laboral, que revelan un esfuerzo de reflexión sobre ese tema que no tiene precedentes a ese nivel:

Son 20 gremios de micro y pequeños empresarios los que firman. Ricardo Márquez, presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), nos informa que este pronunciamiento es solo el primer paso, pues lo que se viene es un programa de trabajo sostenido. “Hoy las pymes están agrupadas pero no unidas. Nuestra colaboración con ellas recién comienza. Ya hemos tenido dos reuniones. Vamos a formar tres comisiones: compras estatales, financiamiento y laboral”.

Si la SNI tiene éxito en organizar y potenciar la capacidad de acción de los gremios de micro y pequeños empresarios al punto que puedan eventualmente movilizarse para demandar la aprobación de una reforma laboral propuesta por ellos mismos, pues entonces las condiciones políticas para que el gobierno y el Congreso aborden el tema con seriedad estarían dadas.

Es lo único que puede cambiar la estructura del problema. Porque el diálogo al interior del Consejo Nacional de Trabajo, postulado por la Política Nacional de Competitividad y productividad aprobada el 31 de diciembre, es casi una ilusión. Cada vez que se ha planteado el tema, la CGTP se ha retirado. Salvo, por supuesto, que el presidente logre poner su liderazgo al servicio de ese diálogo y milagrosamente lo consiga, aprovechando para presentar una propuesta integral de protección social e inclusión económica.

La imagen del bien limitado

Pero para que una iniciativa de diálogo como esa pueda tener éxito es importante entender por qué el mencionado diálogo es tan difícil de lograr, es decir, a qué se debe la resistencia de las dirigencias sindicales a llegar a ningún acuerdo que permita ayudar resolver el problema de la altísima informalidad y de las bajas tasas de crecimiento en nuestro país. Tal como sostuve en mi libro “La Revolución Capitalista en el Perú”, estaríamos ante un caso no esperado de aplicación de la teoría del bien limitado que el antropólogo George Foster (1972) desarrolló para explicar la conducta y actitudes de los campesinos en Tzintzuntzan, México. Foster observó que el comportamiento de los campesinos partía del supuesto de que casi todas las cosas en la vida existen en cantidad pequeña y limitada, de modo que cualquier mejoramiento o incremento en la posesión de un bien sólo puede darse a expensas de los otros, y cualquier cambio o innovación contiene el riesgo de perder lo que se tiene.

En efecto, lo que tenemos acá es un caso agudo del círculo vicioso del síndrome de la imagen del bien limitado. El trabajo formal y protegido es tan escaso y la necesidad de una reforma de las regulaciones laborales que incluya a la gran masa de los desprotegidos es tan grande, que lleva a los dirigentes a querer aferrarse al statu quo levantando barreras y seguridades aún más altas. Lo que, a su vez, agrava la informalidad y la presión sobre los puestos formales, despertando más respuestas defensivas aún. Son tan pocos los que gozan de protección laboral formal, que esos pocos buscan incrementar constantemente la seguridad legal de sus empleos, incrementando artificialmente sus beneficios o incrementando las compensaciones por despido, creyendo que así los van a conservar. Es como una pequeña aldea sitiada por un ejército enorme de desposeídos que, para defenderse, trata de levantar lo más que pueda las murallas.

Cualquier cambio en la legislación que favorezca el acceso de los excluidos a niveles mínimos de derechos laborales, es percibido como una amenaza, como una estrategia malévola para despojar a los trabajadores formales de sus derechos actuales. No existe la menor apertura a entender que la competencia global y la conquista de mercados externos exige sistemas flexibles y libres en todo orden de cosas, con el objeto de operar con las mejores combinaciones de factores que nos hagan competitivos y ganadores a nivel mundial, y a fin de incorporar a la formalidad a los excluidos y mejorar los ingresos de los propios trabajadores protegidos, que sería el resultado natural si el mercado fuera más libre.

La imagen del bien limitado equivale a lo que en economía se denomina “juego de suma cero”, propio de las economías pre capitalistas, que no crecen. Si una economía no crece o es permanentemente estacionaria, como la tribal o la medieval, por ejemplo, una persona sólo puede incrementar su riqueza quitándosela a otra. Y es esa la concepción que está detrás de la ideología clasista: lo que tiene el capitalista se lo ha quitado al trabajador. Por eso, esa es una ideología que refuerza la imagen del bien limitado. Esa es la manera como el sindicalismo clasista ha visto siempre las cosas. De modo que no se puede ceder jamás. Por el contrario, hay que “arrancarle” cada vez más ventajas a la ley o a la patronal, más protecciones, más seguridades. Cualquier aligeramiento de los costos no salariales o flexibilización de las reglas laborales, es visto como una pérdida a favor del capital y no como un medio para que la empresa pueda producir más y mejor a fin de crecer, acumular e invertir luego en más capacidad, más empleo y mejores remuneraciones para los mismos trabajadores. Pues a mayor flexibilidad, más trabajo y mejores salarios a la larga.

El paradigma de la lucha de clases, derivado en última instancia del síndrome medieval del bien limitado, no ha sido sustituido todavía por un paradigma de colaboración, capacitación, mejoramiento continuo e incremento de la productividad –a cambio de adecuada retribución- para ampliar espacios en el mercado. No se quiere ver que el enemigo no está dentro de la empresa, sino fuera, en el mercado, en la competencia. Desde que la economía no está protegida y hay competencia abierta, no queda sino integrar trabajo y capital para sacar adelante la empresa. Por eso las empresas que tienen más éxito suelen ser las que mejor trato dan a sus trabajadores, las que crean el mejor ambiente laboral posible.

Organización para romper el círculo vicioso

Si esas condiciones ideológicas se mantienen, la única manera de romper el círculo vicioso de imagen del bien limitado que lleva a mas protecciones y consecuentemente a mas exclusiones, es desarrollar una capacidad de propuesta, organización y movilización por parte de los amplios sectores que serían beneficiados con un mercado laboral libre que proteja al trabajador, pero no al puesto de trabajo.

Porque el problema es que los grupos de interés estrechos o coaliciones distributivas, como los llama Mancur Olson, que se organizan para capturar rentas de la sociedad (protección en este caso), no tienen contrapeso en ella porque, como decíamos, los beneficiarios de reglas más inclusivas no están organizados.

La democracia es un sistema de contrapesos entre poderes del Estado, pero no entre grupos de interés, que, por lo tanto, tienden a ganar privilegios crecientes a costa del bienestar público. Sobre todo, cuando hay políticos que tienen clientelas particulares de ese tipo. La única manera de despertar el interés del gobierno y de las propias bancadas del congreso, es que el sector excluido pueda organizarse para tener voz y convertirse también, es lamentable decirlo, en clientela política sea del gobierno o de los partidos políticos. Con la diferencia que lo que buscaría no son normas excluyentes que le permitan capturar rentas de la sociedad a expensas de los demás, sino lo contrario: un sistema de reglas que fomente un mercado dinámico que mejores los ingresos de todos y proteja realmente a todos los trabajadores. Lampadia




Los grandes retos de Bolsonaro

Los grandes retos de Bolsonaro

Los retos que tiene que enfrentar el entrante presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, son complejos e innumerables, dado el contexto económico y político adverso heredado de los fallidos gobiernos del Partido de los Trabajadores (Lula y Dilma), y del gobierno de transición de Michel Temer.

Sin embargo, como deja entrever un reciente artículo de The Economist (ver líneas abajo), existen dos problemas estructurales que Bolsonaro no puede dejar de abordar, ya que han sido un verdadero lastre para la economía brasilera durante las últimas dos décadas: la reforma del sistema de pensiones y la lucha contra la corrupción.

Es de resaltar, no obstante, que el presidente brasilero y ex capitán del ejército ha nombrado a dos ministros con muy buenos pergaminos, en las carteras de Economía y Justicia, para lidiar con ambos problemas, lo cual nos induciría a pensar que los cauces irían por buen camino.

En el caso de la cartera de Economía, Bolsonaro ha nombrado a Paulo Guedes, doctor en economía por la Universidad de Chicago y fundador de uno de los bancos de inversión más grandes del Brasil, BTG Pactual.  Lo relevante de su perfil es que el economista es un fiel creyente de los mercados y prueba de ello, es que fue cofundador del Instituto Millenium, un think tank liberal brasileño con sede en Rio de Janeiro. Como indica The Economist, “Guedes quiere desregular, simplificar el aplastante código fiscal de las empresas, privatizar las empresas estatales y reducir el enorme déficit presupuestario, que se estimó en un 7% del PBI el año pasado”.

Como ya hemos escrito previamente en Lampadia: La necesaria reforma de pensiones en Brasil, el principal problema que enfrentará Guedes en el gobierno será el de frenar un gasto anual en pensiones que asciende al 12% del PBI y que ha generado un endeudamiento público del 74% del mismo. Al respecto, consideramos que su propuesta de crear un modelo privado de capitalización individual con una edad de jubilación mínima es una solución sensata para empezar a lidiar con este problema.

En el caso de la cartera de Justicia, Bolsonaro nombró a Sergio Moro, conocido por ser el juez que condujo la efectiva investigación del escándalo de Lava Jato y que sentenció al ex -presidente Lula Da Silva a 9 años y medio por corrupción y lavado de dinero. Las investigaciones de los fiscales sugirieron que Lula había sido parte de una red criminal, en la que su papel consistía en colocar a dedo directores en la petrolera Petrobras, dándole la posibilidad de negociar contratos de construcción con empresas brasileras a cambio de coimas.

Dicho esto, es innegable la enorme contribución que hizo Moro al probar la culpabilidad del centro de gravedad de la corrupción en América Latina, con lo cual su nombramiento como ministro de justicia de Brasil está más que merecido. Por ende, Moro haría bien en capitalizar su enorme aprobación ciudadana para mejorar las leyes y reformar al poder judicial, limpiando las planillas de funcionarios corruptos.

Al igual que The Economist, consideramos que si “Bolsonaro logra reformar la economía y limpiar Brasil, podría desatar el potencial de su país”.

Si bien esto no tendría fuertes implicancias para la economía peruana –puesto que el comercio con Brasil no es tan pronunciado- sí las tendría para la geopolítica en América Latina, ya que implicaría la victoria de la derecha liberal conservadora frente a una izquierda progresista y/o radical que se ha dedicado en las últimas dos décadas a saquear las arcas del Estado y a promover el mercantilismo en los países, con su famoso discurso de “inclusión social” y a favor de las minorías. Lampadia

La agenda radical del nuevo presidente de Brasil
Lo bueno, lo malo y lo aterrador

Tiene la oportunidad de transformar su país, pero puede hacerle un daño grave

The Economist
3 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

“La esperanza, finalmente, derrotó al miedo”, declaró Luiz Inácio Lula da Silva al convertirse en presidente de Brasil hace 16 años. Muchos brasileños saludaron la elección de Lula, un ex líder sindical de izquierda que se comprometió a mejorar a los pobres, con un optimismo que bordeaba el éxtasis. El gobierno liderado por el Partido de los Trabajadores (PT) al principio trajo prosperidad, pero sus 13 años en el poder terminaron en una pesadilla de depresión económica y corrupción. Dilma Rousseff, la sucesora elegida por Lula, fue acusada en 2016. El propio Lula cumple una condena de 12 años de cárcel por corrupción.

El temor y la rabia que esto causó han llevado al poder a Jair Bolsonaro, quien asumió el cargo el 1 de enero. Será un tipo de presidente diferente: ferozmente conservador socialmente, fanático de la dictadura militar de Brasil de 1964-85, confrontación en la que la mayoría de los predecesores eran conciliadores. Y, sin embargo, los brasileños lo saludan con algo de la esperanza que le dio la bienvenida a Lula. El 75% dice que les gusta lo que han visto desde su elección.

En muchos aspectos, estas esperanzas parecen estar fuera de lugar. Bolsonaro tuvo un récord sin distinción durante siete períodos en el Congreso. A menudo menosprecia a las mujeres, ha elogiado a los torturadores del antiguo régimen militar e incita a la policía a matar a más sospechosos. Sus nuevos ministros de asuntos exteriores, educación, medio ambiente y derechos humanos parecen hacer más daño que bien. Sin embargo, en algunas áreas, él propugna ideas sensatas. En particular, en lo que se refiere a la economía. Si puede poner en práctica sus planteamientos de políticas, podría terminar mejorando la suerte de Brasil. Los brasileños tienen derecho a la esperanza. Un repunte cíclico, que ya ha comenzado, lo ayudará.

Como ex capitán del ejército, Bolsonaro no es instintivamente un liberal económico. Sin embargo, ha confiado la política económica a un verdadero creyente en los mercados libres. Paulo Guedes, un ex banquero con un doctorado de la Universidad de Chicago, quiere aligerar muchas de las cargas que han afectado a la economía. Desde 1980, el crecimiento del PBI ha promediado solo el 2.6%, muy por debajo del de muchas otras economías de mercados emergentes. Guedes quiere desregular, simplificar el aplastante código fiscal de las empresas, privatizar empresas estatales y reducir el enorme déficit presupuestario, que se estimó en un 7% del PBI el año pasado.

Reconoce que la reforma más importante es reducir los costos de las pensiones, que, con un 12% del PBI, son aproximadamente del mismo tamaño en Brasil que en los países más ricos y más viejos y está en vías de volverse asombrosamente más grande. Los cambios serán dolorosos. Incluyen el aumento de la edad efectiva de jubilación (Bolsonaro comenzó a cobrar una pensión militar cuando tenía 33 años) y cambiar la regla para ajustar el salario mínimo, al que están vinculadas las pensiones. Sin esto, el gobierno tiene pocas esperanzas de contener su creciente deuda pública o cumplir con una enmienda constitucional que congela el gasto en términos reales. Una reforma ambiciosa, por el contrario, podría mantener la inflación y las tasas de interés bajas, acelerando la recuperación de Brasil y acelerando el crecimiento a largo plazo.

El movimiento de Moro

La otra oportunidad de Bolsonaro es asegurar los beneficios que Brasil ha logrado en la lucha contra la corrupción. Los escándalos que tanto enfurecieron a los votantes fueron sacados a la luz principalmente por la policía, los fiscales y los jueces, especialmente los encargados de las investigaciones de Lava Jato de los últimos cuatro años. Bolsonaro nombró al juez más prominente en la lucha contra la corrupción, Sérgio Moro, para dirigir un ministerio de justicia ampliado, que combatirá todo tipo de delitos. El señor Moro fue el primer juez en encontrar culpable a Lula. Al unirse al equipo de Bolsonaro, se abrió al cargo del que siempre tuvo una agenda política. Su respuesta es que la lucha contra el crimen y la corrupción necesita mejores leyes junto a un poder judicial enérgico. El nuevo ministro de justicia debe ahora demostrar que lo dice en serio.

Si Bolsonaro logra reformar la economía y limpiar Brasil, podría destrabar el potencial de su país. Nada le daría más placer a The Economist. Pero para hacerlo, debe terminar su carrera como provocador y convertirse en estadista. Debe renunciar a tener solo un respeto selectivo por la ley. Y debe dejar de ser tibio con la reforma de las pensiones, la política más importante de su gobierno, y darle su pleno apoyo. Bolsonaro todavía tiene que demostrar que puede dar malas noticias a los votantes, como que sus pensiones son inasequibles, o que puede trabajar con el Congreso. A menos que aprenda rápidamente, los brasileños se sentirán decepcionados nuevamente. Lampadia