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¿Justicia?

¿Justicia?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 20 de diciembre de 2019
Para Lampadia

La justicia es un don. Y como tal, debe estar al servicio del bien. La justicia debe estar basada en la verdad, solo la verdad, y nada más que la verdad. Abusar de ella sería desnaturalizarla. Sencillamente, porque todo lo abusivo es – en esencia – injusto. ¿Acaso podría haber justicia injusta?

En ese sentido, mucho de lo que estamos viendo en nuestro país no es justicia. Los más de 35,000 presos sin sentencia – muchos de los cuales ni siquiera han sido acusados – constituyen la máxima expresión de la injusticia en nuestro país. Por más que la cantidad era mayor en el pasado, el número de presos sin sentencia sigue siendo aterrador. ¿Cuántos serán inocentes?

Por otro lado ¿qué decir de la inoperancia del Estado en materia de administración de justicia? Belaunde Lossio saliendo de la cárcel impunemente – por exceso de carcelería, sin haber sido acusado – es un escándalo. Cinco años preso y la Fiscalía… no pasa nada. Ahora resulta que Belaúnde Lossio es una víctima de la justicia. Por todo ello, ese fiscal – el del caso Belaúnde Lossio – merece una drástica sanción.

Pero sigamos. Además de basarse en la verdad, la justicia debe ser misericordiosa. Está claro que la justicia debe castigar al delincuente. Pero – a la vez – debe tratar de rehabilitarlo. Y esto último no está ocurriendo.

La corrupción enquistada en la Policía Nacional, el Ministerio Público, el Poder Judicial, y el Instituto Nacional Penitenciario ha destruido el concepto de justicia en nuestro país. No sólo por las coimas que van y vienen como Pedro en su casa en casi todas nuestras instituciones públicas. Tampoco por el abuso de autoridad, tan propio de muchos malos funcionarios. Sino – sobre todo – para la falta de misericordia.

O sea, por la inexistencia de un genuino propósito de rehabilitación de los delincuentes. Como que nuestro sistema de justicia vive de la delincuencia. Y – peor aún – la alimenta para medrar de ella.

El odio y sed de venganza que denotan algunos fiscales respecto de sus presas – también – desnaturalizan el concepto de justicia. Lo acontecido recientemente entre el Fiscal José Domingo Pérez y la Asociación Reflexión Democrática así lo demuestra.

¡Cómo puede ser posible que becar y capacitar a postulantes al Congreso de la República resulte – para el Fiscal Pérez – criminalidad organizada! Una causa noble, una loable iniciativa, pluralidad y neutralidad comprobadas, buena fe por donde se le mire… todo ha sido trastocado y desnaturalizado por la obsesión justiciera del señor Fiscal.

¡Qué problema! Muchos peruanos vimos en él – y su equipo – una esperanza. ¡Por fin aparecía la justicia para luchar contra la corrupción… caiga quien caiga! La juventud – íntegra y valiente – salvaría al Perú. ¡Esa era la esperanza! Pero no. Una vez más, parece que ese no es el caso. Lo del Fiscal Pérez y Reflexión Democrática es puro odio justiciero. Eso no es justicia.

Es evidente. Estamos muy lejos respecto de un buen sistema nacional de justicia. Pero por algo había que empezar. Y ese algo era el equipo especial del caso Lava Jato. Pero, así como van las cosas… hasta en ello vamos a fracasar.

Repito. La justicia es un don. Vamos por el bien y la verdad. Vamos por el castigo a los delincuentes. Pero sin abusos, ni odios justicieros. Lampadia