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Los grandes retos de Bolsonaro

Los grandes retos de Bolsonaro

Los retos que tiene que enfrentar el entrante presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, son complejos e innumerables, dado el contexto económico y político adverso heredado de los fallidos gobiernos del Partido de los Trabajadores (Lula y Dilma), y del gobierno de transición de Michel Temer.

Sin embargo, como deja entrever un reciente artículo de The Economist (ver líneas abajo), existen dos problemas estructurales que Bolsonaro no puede dejar de abordar, ya que han sido un verdadero lastre para la economía brasilera durante las últimas dos décadas: la reforma del sistema de pensiones y la lucha contra la corrupción.

Es de resaltar, no obstante, que el presidente brasilero y ex capitán del ejército ha nombrado a dos ministros con muy buenos pergaminos, en las carteras de Economía y Justicia, para lidiar con ambos problemas, lo cual nos induciría a pensar que los cauces irían por buen camino.

En el caso de la cartera de Economía, Bolsonaro ha nombrado a Paulo Guedes, doctor en economía por la Universidad de Chicago y fundador de uno de los bancos de inversión más grandes del Brasil, BTG Pactual.  Lo relevante de su perfil es que el economista es un fiel creyente de los mercados y prueba de ello, es que fue cofundador del Instituto Millenium, un think tank liberal brasileño con sede en Rio de Janeiro. Como indica The Economist, “Guedes quiere desregular, simplificar el aplastante código fiscal de las empresas, privatizar las empresas estatales y reducir el enorme déficit presupuestario, que se estimó en un 7% del PBI el año pasado”.

Como ya hemos escrito previamente en Lampadia: La necesaria reforma de pensiones en Brasil, el principal problema que enfrentará Guedes en el gobierno será el de frenar un gasto anual en pensiones que asciende al 12% del PBI y que ha generado un endeudamiento público del 74% del mismo. Al respecto, consideramos que su propuesta de crear un modelo privado de capitalización individual con una edad de jubilación mínima es una solución sensata para empezar a lidiar con este problema.

En el caso de la cartera de Justicia, Bolsonaro nombró a Sergio Moro, conocido por ser el juez que condujo la efectiva investigación del escándalo de Lava Jato y que sentenció al ex -presidente Lula Da Silva a 9 años y medio por corrupción y lavado de dinero. Las investigaciones de los fiscales sugirieron que Lula había sido parte de una red criminal, en la que su papel consistía en colocar a dedo directores en la petrolera Petrobras, dándole la posibilidad de negociar contratos de construcción con empresas brasileras a cambio de coimas.

Dicho esto, es innegable la enorme contribución que hizo Moro al probar la culpabilidad del centro de gravedad de la corrupción en América Latina, con lo cual su nombramiento como ministro de justicia de Brasil está más que merecido. Por ende, Moro haría bien en capitalizar su enorme aprobación ciudadana para mejorar las leyes y reformar al poder judicial, limpiando las planillas de funcionarios corruptos.

Al igual que The Economist, consideramos que si “Bolsonaro logra reformar la economía y limpiar Brasil, podría desatar el potencial de su país”.

Si bien esto no tendría fuertes implicancias para la economía peruana –puesto que el comercio con Brasil no es tan pronunciado- sí las tendría para la geopolítica en América Latina, ya que implicaría la victoria de la derecha liberal conservadora frente a una izquierda progresista y/o radical que se ha dedicado en las últimas dos décadas a saquear las arcas del Estado y a promover el mercantilismo en los países, con su famoso discurso de “inclusión social” y a favor de las minorías. Lampadia

La agenda radical del nuevo presidente de Brasil
Lo bueno, lo malo y lo aterrador

Tiene la oportunidad de transformar su país, pero puede hacerle un daño grave

The Economist
3 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

“La esperanza, finalmente, derrotó al miedo”, declaró Luiz Inácio Lula da Silva al convertirse en presidente de Brasil hace 16 años. Muchos brasileños saludaron la elección de Lula, un ex líder sindical de izquierda que se comprometió a mejorar a los pobres, con un optimismo que bordeaba el éxtasis. El gobierno liderado por el Partido de los Trabajadores (PT) al principio trajo prosperidad, pero sus 13 años en el poder terminaron en una pesadilla de depresión económica y corrupción. Dilma Rousseff, la sucesora elegida por Lula, fue acusada en 2016. El propio Lula cumple una condena de 12 años de cárcel por corrupción.

El temor y la rabia que esto causó han llevado al poder a Jair Bolsonaro, quien asumió el cargo el 1 de enero. Será un tipo de presidente diferente: ferozmente conservador socialmente, fanático de la dictadura militar de Brasil de 1964-85, confrontación en la que la mayoría de los predecesores eran conciliadores. Y, sin embargo, los brasileños lo saludan con algo de la esperanza que le dio la bienvenida a Lula. El 75% dice que les gusta lo que han visto desde su elección.

En muchos aspectos, estas esperanzas parecen estar fuera de lugar. Bolsonaro tuvo un récord sin distinción durante siete períodos en el Congreso. A menudo menosprecia a las mujeres, ha elogiado a los torturadores del antiguo régimen militar e incita a la policía a matar a más sospechosos. Sus nuevos ministros de asuntos exteriores, educación, medio ambiente y derechos humanos parecen hacer más daño que bien. Sin embargo, en algunas áreas, él propugna ideas sensatas. En particular, en lo que se refiere a la economía. Si puede poner en práctica sus planteamientos de políticas, podría terminar mejorando la suerte de Brasil. Los brasileños tienen derecho a la esperanza. Un repunte cíclico, que ya ha comenzado, lo ayudará.

Como ex capitán del ejército, Bolsonaro no es instintivamente un liberal económico. Sin embargo, ha confiado la política económica a un verdadero creyente en los mercados libres. Paulo Guedes, un ex banquero con un doctorado de la Universidad de Chicago, quiere aligerar muchas de las cargas que han afectado a la economía. Desde 1980, el crecimiento del PBI ha promediado solo el 2.6%, muy por debajo del de muchas otras economías de mercados emergentes. Guedes quiere desregular, simplificar el aplastante código fiscal de las empresas, privatizar empresas estatales y reducir el enorme déficit presupuestario, que se estimó en un 7% del PBI el año pasado.

Reconoce que la reforma más importante es reducir los costos de las pensiones, que, con un 12% del PBI, son aproximadamente del mismo tamaño en Brasil que en los países más ricos y más viejos y está en vías de volverse asombrosamente más grande. Los cambios serán dolorosos. Incluyen el aumento de la edad efectiva de jubilación (Bolsonaro comenzó a cobrar una pensión militar cuando tenía 33 años) y cambiar la regla para ajustar el salario mínimo, al que están vinculadas las pensiones. Sin esto, el gobierno tiene pocas esperanzas de contener su creciente deuda pública o cumplir con una enmienda constitucional que congela el gasto en términos reales. Una reforma ambiciosa, por el contrario, podría mantener la inflación y las tasas de interés bajas, acelerando la recuperación de Brasil y acelerando el crecimiento a largo plazo.

El movimiento de Moro

La otra oportunidad de Bolsonaro es asegurar los beneficios que Brasil ha logrado en la lucha contra la corrupción. Los escándalos que tanto enfurecieron a los votantes fueron sacados a la luz principalmente por la policía, los fiscales y los jueces, especialmente los encargados de las investigaciones de Lava Jato de los últimos cuatro años. Bolsonaro nombró al juez más prominente en la lucha contra la corrupción, Sérgio Moro, para dirigir un ministerio de justicia ampliado, que combatirá todo tipo de delitos. El señor Moro fue el primer juez en encontrar culpable a Lula. Al unirse al equipo de Bolsonaro, se abrió al cargo del que siempre tuvo una agenda política. Su respuesta es que la lucha contra el crimen y la corrupción necesita mejores leyes junto a un poder judicial enérgico. El nuevo ministro de justicia debe ahora demostrar que lo dice en serio.

Si Bolsonaro logra reformar la economía y limpiar Brasil, podría destrabar el potencial de su país. Nada le daría más placer a The Economist. Pero para hacerlo, debe terminar su carrera como provocador y convertirse en estadista. Debe renunciar a tener solo un respeto selectivo por la ley. Y debe dejar de ser tibio con la reforma de las pensiones, la política más importante de su gobierno, y darle su pleno apoyo. Bolsonaro todavía tiene que demostrar que puede dar malas noticias a los votantes, como que sus pensiones son inasequibles, o que puede trabajar con el Congreso. A menos que aprenda rápidamente, los brasileños se sentirán decepcionados nuevamente. Lampadia




¿Del populismo de izquierda al populismo de derecha?

Es difícil que una nación grande y dominante, no desarrolle una vocación imperial. Algo que lamentablemente, parece darse con Brasil, nuestro gran vecino oriental. Pasó con la dictadura militar brasileña derechista del siglo pasado, y más recientemente, con más fuerza, con la izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Dilma, que recurrió a la más ominosa corrupción, para socavar la vida económica y política de sus vecinos, y favorecer a sus socios locales.

Ahora, parece empoderado para jugar un rol importante en la política brasileña, un extremista de derecha, que añora la dictadura militar brasileña, Jair Bolsonaro, que se perfila para pasar a la eventual segunda vuelta electoral, en la próximas elecciones generales.

Brasil, con sus 200 millones de habitantes, a diferencia del Perú, tiene una cierta capacidad de jugar a políticas internas para manejar, o más bien, pretender manejar, su desarrollo. Así lo hizo Lula, que desestabilizó la Iniciativa de las Américas, de mediados de los años 90, optando por una economía cerrada; igual que con la creación del Foro de Sao Paulo, junto con Fidel Castro, optando por un socialismo decimonónico.

Líneas abajo, compartimos un último artículo de The Economist sobre las elecciones brasileñas, que al igual del resto de sus reportes sobre Latinoamérica, está teñido de una visión socialista que The Economist no luce cuando reporta sobre Europa, EEUU o China; pero que de todas maneras, ante la ausencia de interés de los medios locales, sobre la política brasileña, nos permite, con pensamiento crítico, ponernos al día.

No podemos ignorar la política brasileña y sus impactos en la región. Tampoco podemos dejar que pasen los impactos de sus afrentas, como si nada. Hasta ahora, el gobierno peruano, no ha exigido disculpas al Brasil, por los daños que nos perpetraron Lula y sus socios empresariales corruptos.

Que sepa el siguiente gobernante de Brasil, que tienen una gran deuda con el Perú. Lampadia    

Brasília, temenos un problema
El peligro que trae Jair Bolsonaro

Segundo en las encuestas, el candidato presidencial populista es una amenaza a la democracia

The Economist
11 de agosto, 2018
Traducido y Glosado por Lampadia

A dos meses de la primera vuelta de las elecciones en Brasil, nadie tiene idea de lo que sucederá. El que lidera las encuestas es Luiz Inácio Lula da Silva, el ex presidente de izquierda, que está en la cárcel; quién seguramente será impedido de postular oficialmente, por la corte judicial. El resto de la competencia presidencial está fragmentado: ningún candidato marca más del 20%. Si ninguno obtiene la mayoría, la votación pasará a una segunda ronda el 28 de octubre. Por el momento, cualquiera de cuatro o cinco podría ganarlo.

La posible descalificación de Lula es solo una de las muchas razones por las cuales esta elección es especialmente preocupante. Sus partidarios están convencidos de que ha sido injustamente acusado, que los cargos de corrupción en su contra están falsificados y que su sentencia de 12 años es excesiva. Su eliminación de la carrera socavará su confianza en ella. Pero bajo una ley que el mismo Lula firmó cuando era presidente, los convictos no pueden postularse para un cargo. Y. los tribunales deberían cumplirlo así.

Su salida aumentaría un segundo peligro: que Jair Bolsonaro (en la foto), un tira-fuego del ala derecha, que está segundo en las encuestas, se convertiría en el favorito. Un ex capitán del ejército que se ha metido en las primeras filas de los candidatos a través de una combinación de provocaciones escandalosas y el manejo de las redes sociales. Incluso si no gana, el hecho de que haya llegado tan lejos muestra que el centro de la política se está desmoronando. Rechazar a Bolsonaro por completo sería la mejor manera de apuntalarlo.

Hasta hace poco, era un oscuro congresista cuyo mayor talento era ofender.

  • En 2011, dijo que preferiría un hijo muerto a uno gay.
  • En 2014, dijo de una congresista que no la violaría porque era “muy fea”.
  • El año pasado, un tribunal lo multó por insultar a las personas que viven en quilombos, los asentamientos humanos fundados por esclavos fugitivos.

Bolsonaro habría seguido siendo una figura marginal, salvo por los traumas que Brasil ha sufrido en los últimos cuatro años.

  • La economía sufrió su peor recesión en 2014-16 y solo se está recuperando levemente.
  • En 2016, un récord de 62,517 brasileños fue asesinado.
  • Los casos de corrupción Lava Jato (“lavado de autos”) han dado lugar a investigaciones y acusaciones contra figuras destacadas de todos los grandes partidos políticos y han desacreditado a toda la clase política.

Bolsonaro propone soluciones brutales a los problemas de su país. Él piensa que “un policía que no mata no es un policía” y quiere reducir la edad de responsabilidad penal a 14. Este puño de hierro pertenece a una cosmovisión autoritaria. En 2016, dedicó su voto a enjuiciar a la entonces presidente, Dilma Rousseff, y a apoyar a Carlos Alberto Brilhante Ustra, comandante de una unidad de policía responsable de 500 casos de tortura y 40 asesinatos durante la dictadura de Brasil. El cargo contra Dilma Rousseff, que pertenece al Partido de los Trabajadores de Lula, no tuvo nada que ver directamente con Lava Jato. Pero al rendir homenaje a Ustra, Bolsonaro afirmaba que los valores de la dictadura, que gobernó en 1964-85, son el antídoto contra la corrupción actual.

Bolsonaro ha reforzado ese mensaje al nombrar a Hamilton Mourão, un general retirado, como su compañero de fórmula. El año pasado, mientras aún vestía uniforme, Mourão sugirió que, si otras instituciones no lograban resolver los problemas de Brasil, el ejército sí podría. La izquierda es la principal culpable de los males del país, desde el punto de vista de Bolsonaro, teñido de una visión de la guerra fría.

Para los brasileños hartos de los políticos, Bolsonaro suena como un anti-político. Algunos hombres de negocios están coqueteando con él. Les gusta la retórica de su pistola contra el crimen y están intrigados por su reciente conversión al liberalismo económico (favorece la privatización de algunas empresas estatales).

Genuflexión ante los generales

Sin embargo, Bolsonaro sería un presidente desastroso. Su retórica muestra que no tiene suficiente respeto por una buena parte de los brasileños, incluidos los homosexuales y los negros. Hay pocas pruebas de que comprenda suficientemente los problemas económicos de Brasil, como para resolverlos. Sus genuflexiones hacia la dictadura lo convierten en una amenaza para la democracia en un país donde la fe en ella ha sido sacudida por la exposición de la miseria en la recesión económica.

Más del 60% de los brasileños dicen que nunca votarán por él, más del triple que los que dicen que tiene su respaldo. Carece de apoyo de cualquier partido político fuerte. Si llega a la segunda ronda, es probable que los votantes elijan a regañadientes la alternativa, tal vez Geraldo Alckmin, un candidato centrista. Bolsonaro no merece llegar tan lejos.

No hay sitio para la complacencia. Otros países con la mezcla de Brasil de crimen, de fracaso de la élite, y la agonía económica, han elegido a líderes radicales a quienes los expertos rechazaron como no esperanzadores. Podría pasar de nuevo. Lampadia




La Era del PT en Brasil

Con este artículo, nuestro colaborador Sebastiao Mendonca, inicia una serie de artículos para describir el origen, formación, gobierno y debacle del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fundado y destruido por Luiz Inácio Lula da Silva.

Con la carcelería de Lula, se termina una larga época de penetración del socialismo de viejo cuño en toda la región latinoamericana, que promovió financió y corrompió por doquier, haciendo méritos al dictum comunista de ‘el fin justifica los medios’.

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Creado en 1980, el Partido de los Trabajadores (PT), llegó a ser la principal referencia ideológica de la izquierda latino americana, ocupando el vacío dejado por el fracaso del castrismo y el colapso del comunismo soviético. Partido de un líder, Lula, el PT llegó a gobernar el Brasil por 13 años, pero terminó en medio de una grave crisis económica y moral, dejando un legado problemático para la democracia brasileña y un sabor a decepción para quienes creyeron en los discursos de su líder.

Movimientos políticos previos

Para entender como surgió el PT hay que regresar al pasado, a los momentos previos a su fundación, cuando el Brasil estaba convulsionado por las corrientes populistas herederas del caudillo nacionalista Getúlio Vargas, y con una clase media ideologizada y radicalizada.

Al principio de los años 60, se combinaron dos procesos: la radicalización de la izquierda brasileña y la exportación de la revolución cubana. Diversos grupos (comunistas, trotskistas y católicos) optaron por la violencia para imponer sus ideas sobre la sociedad y pudieron contar con el entrenamiento militar y apoyo financiero de Cuba. Esos movimientos pro-violencia nacen en los sectores medios urbanos que creían que el Brasil vivía una “crisis revolucionaria”, y que tenían la oportunidad de capturar el poder en poco tiempo.

Mientras esto sucedía en el centro-sur del país, en el noreste, grupos radicales se dedicaron a organizar un movimiento de tomas de tierra con organizaciones de campesinos, las llamadas Ligas Camponesas. El propósito de todos esos movimientos (MNR[i], ALN[ii], VAR-Palmares[iii], Ligas Camponesas,[iv] AP[v], etc.) era instalar una dictadura socialista en Brasil, al estilo de Cuba, de la Unión Soviética o de China. Dilma Rousseff (posteriormente presidente de Brasil), era militante del grupo que se conoció como VAR-Palmares, liderado por Carlos Lamarca un ex-capitán del ejército, que se dedicaba a realizar atentados y asaltos.

En esa época, el Brasil estaba siendo gobernado por Joao Goulart, heredero político de Getúlio Vargas. Desde el gobierno, Goulart se estaba promoviendo la estatización de sectores económicos enteros (energía eléctrica, refinado de petróleo, químico-farmacéutico, etc.) y se había puesto en marcha de una serie de reformas que alteraban completamente las reglas de la democracia (al estilo de Velasco Alvarado en Perú): expropiación masiva de tierras agrícolas, ideologización de la educación básica, incremento de los impuestos, modificación de la legislación electoral, control de la actividad bancaria y expropiación de predios urbanos. Para defender sus reformas, Goulart organizó un movimiento político con los sindicatos, los grupos de izquierda y los estratos inferiores de las Fuerzas Armadas: sargentos y marineros.

Siendo el Brasil un país democrático, la política local estaba muy influenciada por el pensamiento marxista y hegemonizada por corrientes nacionalistas y populistas. Sus ideas eran poco o nada democráticas. De haberse aplicado las propuestas de esos movimientos, el Brasil no sería hoy una democracia, pues las ideas predominantes en la época implicaban la instauración de una institucionalidad tanto o más autoritaria que la dictadura militar como la que chocarían en breve.

Esos jóvenes que dicen que combatían en nombre de la democracia eran financiados por regímenes totalitarios descarados y, de haber vencido, seríamos hoy una gran Cuba”, Luis Felipe Pondé, reconocido filósofo y periodista.

En ese contexto de creciente caos político y social, y de deterioro de la institucionalidad democrática, el 31 de marzo de 1964, los militares toman el poder en Brasil[vi]. Lo que se suponía ser una intervención breve para normalizar el clima político y convocar elecciones en poco tiempo se transformó en una serie de cinco gobiernos dictatoriales de las Fuerzas Armadas[vii], por un período de 21 años.

Para completar la figura de la época, es necesario recordar que el marco internacional era el de la guerra fría entre los EEUU y la Unión soviética, y de propagación del castrismo en Latino América.  Los análisis políticos de la época muestran abundante evidencia de múltiples intervenciones de Cuba, Rusia y China en la política brasileña.[viii]

La formación del Partido de los Trabajadores (PT)

La industria metalúrgica, especialmente automovilística, se desarrolló en forma notable en los años 50 y 60, ampliando el número de trabajadores de ese ramo en las grandes capitales del país, especialmente en región del Gran Sao Paulo, donde nació el PT.

Después de siete años consecutivos de rápido crecimiento, conocidos como “El Milagro Brasileño”, la economía se desestabilizó y decayó, generando insatisfacción en los trabajadores industriales y en la población. En los años 1978 y 1979 se desencadenaron una serie de huelgas por todo el país. Se estima que más de 3 millones de trabajadores entraron en huelga. Uno de los líderes de ese movimiento fue un obrero metalúrgico inmigrante del noreste del país, Luis Inácio Lula da Silva, quien aparecía como una nueva figura en el escenario nacional.

Finalmente, después de la derrota de los 60 y de 15 años de gobierno militar, surgía un movimiento social de trabajadores que, por sus reivindicaciones salariares, resultaba desafiando la autoridad de los gobernantes. Para la intelectualidad de izquierda, derrotada en la década anterior, ese movimiento sindical representaba la posibilidad de obtener un aliado importante en su lucha contra el capitalismo y el gobierno militar. El alineamiento era natural, pues ambos compartían un enemigo común, el gobierno militar.

El PT surge en la fase final de los gobiernos militares brasileños, cuando las principales fuerzas políticas del país iniciaban su recuperación y aspiraban el regreso al protagonismo político. Era un momento muy propicio, y en poco tiempo, el PT logró compartir con el MDB, el partido de Michel Temer, el liderazgo de la oposición al gobierno militar, contribuyendo así al retorno de la democracia.

Fue una alianza entre intelectuales de izquierda, dirigentes sindicales, iglesia católica y congresistas del MDB que dio origen al PT. Muchos contribuyeron, pero Lula resultó siendo su principal líder. El ex-presidente Fernando Henrique Cardoso también participó de la creación del PT, en más de una oportunidad, pero no ingresó al partido.[ix]

El PT fue fundado el día 10 de febrero de 1980 por un grupo heterogéneo, formado por militantes de oposición a la Dictadura Militar, sindicalistas, intelectuales, artistas y católicos ligados a la Teología de la Liberación, (Wikipedia).[x]

El PT se posicionó a la izquierda de la social democracia de Fernando Henrique Cardoso afirmando en sus bases programáticas que la social-democracia no representaba una perspectiva de superación real del capitalismo imperialista. Aún que el PT nunca se declaró oficialmente marxista, su postura era claramente anti-capitalista. La temprana alianza de Lula con Fidel Castro, y posteriormente con Hugo Chávez, ilustra el significado del anti-capitalismo del PT y de su concepción de la democracia.

Un rasgo de la ideología del PT que merece destaque es la incorporación de las ideas del marxista italiano Antonio Gramsci quien planteaba la necesidad de lograr la hegemonía ideológica como mecanismo para conquistar y permanecer en el poder. Por esa razón, los líderes del PT darían una gran importancia a la construcción de narrativas y a la manipulación política de la población, utilizando los programas sociales, medios de comunicación y universidades para influenciar el pensamiento de la clase media y de los sectores pobres, y reproducir masivamente su ideología.

Cuando nace el PT, en 1980, el gobierno militar ya estaba en crisis. Los políticos populistas aliados de Joao Goulart (Miguel Arraes, Leonel Brizola, etc.) y los militantes de los grupos que habían optado por la violencia estaban regresando al país para reinsertarse en la política.

 

El PT sale a la escena cuando las condiciones eran muy favorables para un movimiento de oposición. La economía se había desacelerado y el sentimiento de rechazo al gobierno militar era mayoritario. Las ideas autoritarias de los líderes del PT, estaban ocultas detrás de la imagen que habían logrado participando de la lucha contra el gobierno militar.

Compartiendo el liderazgo de la oposición al gobierno militar el PT adquirió una gran ventaja moral ante la sociedad. La ilusión promovida por el PT era que, si ellos estaban en contra del gobierno militar, entonces ellos aspiraban a la democracia. Sin embargo, una vez en el poder, el PT haría lo imposible para destruir la alternancia democrática y eternizarse en el poder. Para lograrlo, el PT montó el mayor esquema de corrupción de la historia de Brasil, involucrando a sus principales líderes y ministros de estado, terminando su ciclo político con su líder en prisión por corrupto y una imagen de bandidos de la política.

En un próximo artículo trataré el proceso por el cual el PT llegó al poder en Brasil. Lampadia

[i] MNR: Movimiento Nacionalista Revolucionario, grupo armado, liderado por Leonel Brizola, ligado al ex-presidente Getúlio Vargas y a Joao Goulart.

[ii] ALN: Acción Liberadora Nacional, organización liderada por Carlos Marighella, dedicada la realización de asesinatos a militares, asaltos a bancos, secuestros de autoridades, y propaganda política.

[iii] Var-Palmares: Vanguardia Armada Revolucionaria-Palmares, organización liderada por el capitán del ejército Carlos Lamarca, era fusión de dos grupos radicales VPR y MR-8 y era similar en propósitos y accionar a ALN. Dilma Rousseff fue una de sus principales militantes.

[iv] Ligas Camponesas: Ligas Campesinas, organización dedicada a la invasión de tierras y asalto a sus propietarios. Francisco Juliao fue su principal líder.

[v] AP: Acción Popular, grupo político ligado a la iglesia católica. Herbert de Souza, Betinho, fue uno de sus fundadores y principales líderes. AP que también realizó atentados y asaltos en los años 60s.

[vi] Mientras los cubanos apoyaban los preparativos conspirativos de la izquierda, el gobierno americano apoyaba a los militares que tumbaron a Joao Goulart. Los principios de respeto a la soberanía, aprobados en el tratado de Westfalia (1648), no se conocían o no se respetaban.

[vii] Castelo Branco, Costa e Silva, Garrastazu Medici, Geisel, y Figueiredo. 

[viii] Rollemberg, D. (2001). O apoio de Cuba à luta armada no Brasil: o treinamento guerrilheiro. Rio de Janeiro: Mauad.

[ix] Keck, M. (2010). O movimento sindical e a formação do PT. Accesible el 16 de abril de 2018 en: http://books.scielo.org/id/khwkr/pdf/keck-9788579820298-04.pdf

[x] https://pt.wikipedia.org/wiki/Partido_dos_Trabalhadores

 




Lula da Silva tras las rejas

Lula da Silva tras las rejas

La Corte Suprema de Brasil dictaminó el jueves por la mañana que el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva deberá ser encarcelado y cumplir una pena de 12 años y un mes por delitos de corrupción y blanqueo de dinero, extinguiendo efectivamente su carrera de 40 años en la política brasileña.

La decisión final la dio la presidenta del Tribunal Supremo Federal, Carmen Lúcia Antunes, quien rechazó el recurso de ‘habeas corpus’ preventivo (una petición para evaluar la legalidad de un arresto) presentado por los abogados de Lula después de 11 horas de deliberaciones. La conclusión: Lula fue condenado a la cárcel con el ajustado resultado de seis votos a cinco.

Días antes, un pronunciamiento preliminar del TSF en el sentido de que se podría favorecer a Lula, generó reacciones muy fuertes en el sistema judicial, donde más de 5,000 jueces (un 30% del total), hizo un pronunciamiento absolutamente inusual, criticando al tribunal supremo, pues semejante decisión hubiera generado un grave precedente para la administración de justicia al debilitar la prisión preventiva.  Además, también hubo fuertes reacciones de las fuerzas armadas brasileñas.

Posteriormente, el juez Sergio Moro, líder del proceso del Lava Jato, quien condenó a Lula en primera instancia a nueve años, ordenó su ingreso a prisión para el día de hoy a las 5pm, hora en la que Lula deberá ponerse a disposición de la justicia.

El país está aún más profundamente dividido, después de la acusación contra la sucesora elegida de Lula, Dilma Rousseff, quien fue destituida de su cargo en 2016 bajo la acusación de manipular el presupuesto federal para ocultar los crecientes problemas económicos del país. Su derrocamiento puso fin a 13 años de gobiernos liderados por el Partido de los Trabajadores.

Pero los enormes escándalos de corrupción y la peor crisis económica en décadas dejaron a Rousseff y su partido mal parados. Desde entonces da Silva, conocido comúnmente como Lula, ha estado tratando de reclamar la presidencia. Pero en julio pasado fue declarado culpable de corrupción y lavado de dinero y sentenciado a casi 9 años de prisión. En enero, un tribunal de apelaciones confirmó unánimemente la condena y aumentó la sentencia a 12 años.

Recordemos que Lula viene del noreste brasileño, donde la política ha estado siempre dominada por caciques regionales que adoptaron una serie de acciones de corrupción para controlar y mantener el poder. De alguna manera se puede decir que Lula llevó las prácticas corruptas de sus socios políticos del noreste brasileño al gobierno central, donde entronizó la cooptación de críticos y opositores, y habría participado en el montaje de los circuitos de corrupción de Petrobras y los más grandes grupos empresariales brasileños del sector de la construcción.  Ver en Lampadia: La caída de un gigante crea incertidumbre en la región.

Lula, que gobernó el país durante ocho años y lo llevó hacia el proteccionismo y el asistencialismo, cooptando a sus opositores y promoviendo altísimos niveles de corrupción gubernamental, fue detenido brevemente el 4 de marzo, como parte de la operación de Lava Jato. Fue interrogado por acusaciones de haber recibido “beneficios ilícitos” del esquema de sobornos de Petrobras. Los fiscales presentaron cargos de lavado de dinero en contra suya.

Todavía hay quienes apoyan a Lula porque, durante sus años como jefe del Ejecutivo, Lula estableció el Programa de Subsidio Familiar (Bolsa Família, en portugués), un programa de transferencia monetaria condicional que beneficia a familias de bajos ingresos.

Sin embargo, fue también durante la presidencia de Lula que estalló un importante escándalo de corrupción, conocido como “Mensalão”. Los fiscales dijeron que la administración del ex presidente sobornó a los legisladores para que aprueben proyectos de ley propuestos por el gobierno. José Dirceu, jefe de gabinete de Lula, fue sentenciado a la cárcel, así como algunos legisladores.

Después del final de su mandato, Lula fue acusado de encabezar un esquema de corrupción aún mayor, donde las constructoras brasileñas -incluida la más grande del país, Odebrecht- se organizaron en cárteles y pagaron sobornos a altos ejecutivos de Petrobras y otros funcionarios del gobierno. Lula terminó controlando una gran maquinaria que debemos llamar ‘Corrupción de Estado e Imperialismo’. Esto fue la hipocresía política llevada a su máxima expresión, un movimiento de izquierda que capturó grandes empresas para corromper y reinar. Adiós las ideas del socialismo, adiós los pobres de la región, adiós los valores de la democracia. Era un inmenso juego político para apoderarse del subcontinente. Ver en Lampadia: La peor Red de corrupción latinoamericana.

Ahora, el líder de la izquierda brasileña ha sido acusado de recibir de manos de la empresa OAS (una de las implicadas en la gigantesca trama corrupta destapada por la Operación Lava Jato) un apartamento de lujo en la ciudad de Guarujá, en el estado de São Paulo. Según las investigaciones este inmueble sería una especie de agradecimiento por los favores prestados dentro de la petrolera Petrobras.

El juez federal Sergio Moro ya decretó la prisión del expresidente brasileño y le ha concedido un margen de un día para entregarse. “Al condenado, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, le concedo, en atención a la dignidad del cargo que ocupó, la oportunidad de presentarse voluntariamente a la Policía Federal en Curitiba hasta las 17:00 (hora local), del día 06/04/2018, cuando deberá ser cumplido el mandato de prisión”, señaló Moro en su decisión.

Lula ha sido el padrino de las izquierdas latinoamericanas, fundador del Foro de Sao Paulo con Fidel Castro, y auspiciador y financista de los partidos de izquierda en varios países, incluyendo el Perú; donde, con sus brazos empresariales corruptos montó una estrategia de penetración imperialista absolutamente repudiable.

Esperamos que esta sea la oportunidad para limpiar a Brasil de la corrupción en el mayor escándalo de la historia de Latinoamérica y para quitarle a esas malas izquierdas, las banderas hipócritas de la moralidad, que solo eran señuelos para la toma de poder. ¡Viva la Justicia! Lampadia