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Aprender en cabeza ajena

Aprender en cabeza ajena

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

He tenido la oportunidad de releer el libro “Why Australia prospered” (Por qué prosperó Australia), escrito por Ian W. McLean. En términos generales describe la historia política y económica de Australia, sus valores, instituciones y circunstancias que hicieron de este un país próspero, a pesar de los eventos negativos que tuvo que enfrentar desde el año 1820 hasta nuestros días. Lo más interesante es que el autor compara Australia con la evolución del propio Reino Unido (UK), Canadá, Estados Unidos (USA) y Argentina. No obstante, este libro y sus comparaciones que muestran por qué algunos países son ricos y otros pobres, me ha hecho pensar en el Perú y se puede observar cómo nuestro acercamiento (o alejamiento), a los criterios, principios, valores e institucionalidad de alguno de estos países, se reflejó inmediatamente en la economía de nuestro país.

Un hecho por muchos conocido es que, los primeros migrantes a Australia fueron; convictos, emancipados e inmigrantes libres del Reino Unido a un territorio inmenso. Gente joven, educada, mayoritariamente hombres, quienes se vieron obligados a trabajar muy fuerte para instalarse y producir, que adoptaron (y adaptaron) la institucionalidad británica. 

Resulta muy interesante que, contrario a lo pregonado por muchos “pensadores económicos”, la economía de Australia se sustenta mucho en sus recursos naturales y dos siglos después, su economía sigue dependiendo de estos recursos. Igualmente interesante es la flexibilidad para adaptar la institucionalidad británica a sus circunstancias y poder así promover su prosperidad, accediendo al mercado de capitales y tomando ventaja de su mercado. Inicialmente, el trabajo en grandes extensiones de terreno los llevó a tener un desarrollo muy importante en la producción lanar, con ello para 1850 alcanzaron un ingreso per cápita 20% menor al de UK y los Países Bajos, pero 9% superior al de USA. 

Para 1851 se dio en Australia un gran impulso a la minería de oro, con eso su ingreso per cápita sobrepasó al de UK en 1860 y para 1880 lo superó en 20%, manteniendo una superioridad del orden del 10% aún en 1890. Debo hacer notar que el ingreso per cápita australiano se amplió de 25% a 30% por encima del ingreso per cápita de USA entre 1860 y 1890. En el tiempo USA creció más y ya para el año 2000, el ingreso per cápita de Australia alcanzó al 76% del de USA, pero fue similar al de Canadá. Un caso patético es el argentino, quien siendo uno de los países más ricos del mundo hacia 1913, su ingreso per cápita pasó de ser en ese entonces el 73% del de USA, a sólo el 30% de este para el año 2000. Lo interesante es que estas mediciones en términos de ingreso per cápita, se corroboran con los reportes comparables de “Índice de desarrollo humano”.

He escogido este tema porque hay una desafortunada tendencia a confundir desarrollo industrial con modernidad y crecimiento económico. Debemos insistir que, la industrialización de los países no debe confundirse con crecimiento o prosperidad. Definitivamente Australia no lideró el desarrollo científico y tecnológico, pero destacó como eficiente productor de recursos naturales. McLean clasifica los países que se especializaron y crecieron a base de

  • manufactura como UK y Japón,
  • los que lideraron en la producción de recursos naturales, como Australia y Noruega y
  • aquellos que sobresalieron en el sector servicios como los Países Bajos y Singapur.

Se puede decir que Australia es un país afortunado por su clima favorable, su aislamiento respecto a conflictos en el mundo, su estabilidad política y sin divisiones sociales. Todo esto le ha permitido aprovechar condiciones favorables para la expansión de su producción lanar, pasando de 70,000 cabezas de ganado en 1816 a 16 millones de cabezas en 1850, con lo que pasó de abastecer sólo el 8% de la lana al UK, lejos de Alemania que proveía el 71% en 1831, a desplazarla en 1850 quien retrocedió al13% permitiendo a Australia abastecer el 53% de la lana. 

Como mencionamos, para 1851 hubo un boom de oro y, además, para 1870 South Australia fue el mayor productor de cobre del Imperio Británico, debiendo mencionar que la tradición cuprífera de Australia venía de antes del boom de oro de 1851.

En términos generales, no fue sólo gente joven, sinceramente esforzada a la búsqueda de oportunidades y con muchas ganas de trabajar en un país “afortunado”. Las estadísticas reportan que en 1861 la productividad australiana en el agro era 76% superior a la del agricultor británico, pero que tres décadas después, en 1891, fue 252% superior a la del productor británico. Esto se confirma también en aproximadamente los mismos niveles cuando se compara la productividad del agricultor australiano, con la del canadiense y del norteamericano.

Ciertamente, la historia del crecimiento australiano descansa mucho en la abundancia de recursos naturales, tierra fértil y minerales, que han sido explotados en la medida que se fueron descubriendo. Dicho esto, hay que resaltar que fueron de los primeros beneficiarios de la globalización al ser capaces de poner en valor sus recursos minerales y otros, con gran eficiencia y en base al aprovechamiento de una adecuada institucionalidad, diseñada con miras a la prosperidad, el mayor desarrollo humano y crecimiento económico.

Cuando vemos el lado financiero, Australia pasó de muy bajos niveles de deuda externa como porcentaje del PBI hasta antes de 1861, a más del 100% del PBI durante el boom, pero con la depresión de 1890 ésta llegó al 150% del PBI. La deuda pública aquí incluida, pasó de 3% del PBI en 1855 a 123% del mismo en 1895.

Australia no fue ajeno a las crisis económicas, lo que se puede apreciar en una caída dramática del número de ovejas entre 1892 y 1903, cuando cayó de 106 millones a 54 millones, no obstante compensó en parte la producción del menor número de ovejas, con mayor productividad y mejoras genéticas.

Retomando las comparaciones, esta vez con Argentina, observamos que antes de 1890 esta disfrutó de un boom en base a comercio e inversión ligada a UK, la expansión rural en las pampas y mucha construcción urbana para acoger a una importante migración concentrada en Buenos Aires. El boom en Argentina y Australia fue comparable y el origen de la crisis financiera de 1890 impactó a ambos, pero con diferentes reacciones.

Mientras Argentina (ojo, tome nota el lector, ya en 1890), negoció la refinanciación de su deuda, reprogramando los vencimientos, obligando a bajar los intereses cobrados y prolongando los plazos de pago (una maniobra estándar para un país impactado por una crisis severa de deuda), lo que trajo desde ese entonces un impacto en la reputación de Argentina, creando una historia de “debt default” que aumentó su riesgo soberano, impactando negativamente futuras oportunidades de endeudamiento. Ciertamente, esto no estaba dentro de los esquemas posibles en Australia, quien se impuso un programa de ajuste económico, tomó un nuevo crédito y honró sus compromisos.

Leía el informe de Reuters respecto a la renegociación de la deuda argentina de hoy (ya llevan 4 meses en eso) y lamentablemente la misma actitud y mala práctica de hace 130 años se sigue aplicando. Es que los países, así como las personas, si no reconocen sus compromisos y obligaciones, no valen nada.

La otra herramienta argentina fue la creación de dos monedas, el “peso oro” y el “peso papel”.  Sólo el primero era convertible y el segundo no, generándose para esta moneda una devaluación de 50% respecto al “peso oro”. Esto encarecía las importaciones y creaba espacio para producir localmente en Argentina productos que, por calidad, eficiencia, costo y productividad jamás hubieran podido producir.

¿Todo esto no nos recuerda al primer gobierno aprista? ¿Al dólar MUC? ¿La refinanciación forzada de deuda? Gracias a Dios desde 1990 el Perú adoptó medidas duras (que correspondían al daño profundo infligido a nuestra economía y reputación) y estableció un manejo macroeconómico que, felizmente se viene respetando durante 30 años. Esto, a diferencia de otros países, nos permite salir al mercado a levantar deuda en este mes de abril y en medio de la crisis global COVID-19, siendo bien acogidos (demandaron esta vez más de 8 veces lo requerido), a plazos largos y tasas bajas correspondientes al “grado inversión” de nuestra deuda y a nuestra buena imagen de país responsable, cumplidor y serio. 

El Perú tiene muchas de las características de Australia, empezando por su potencial geológico y su gente trabajadora y esforzada, por lo que su ejemplo nos debe inspirar. Por otro lado, ya en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, cometimos las torpezas de Argentina (con asesor económico argentino incluido, Daniel Carbonetto para los que no lo recuerden), no volvamos a cometer ese terrible error que nos costó muy caro, pero sigamos observando atentos los manejos buenos y malos de otros países, para aprender en cabeza ajena. Lampadia