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La construcción de la Pos–Verdad

En su libro, 21 lecciones para el siglo xxi, Yuval Noah Harari, nos da unos ejemplos de construcción de la pos-verdad. Si bien Harari explica que el homo sapiens es la especie pos-verdad:

“De hecho, los humanos siempre han vivido en la era de la pos-verdad. El Homo sapiens es una especie pos-verdad, cuyo poder depende de la creación y la creencia en ficciones”.

Es especialmente llamativa, una construcción muy reciente, que se ha hecho delante de nuestros ojos, y se ha dejado pasar sin mayor escándalo, la invasión y apropiación de Crimea (2014) por parte de la Rusia de Putin, organizada con asombrosas mentiras desde hace solo cuatro años.

Seguramente, la verdad es la que explica Harari, la pos-verdad es consustancial a la naturaleza del ser humano, sin embargo, lo reciente o lo nuevo, puede ser la velocidad con la que se puede construir una pos-verdad, como en el caso de Crimea.

En el Perú también tenemos un par de casos recientes de pos-verdad:

  • La devaluación de la imagen de Claudio Pizarro
  • La destrucción de la imagen de Keiko Fujimori, quién más allá de sus errores de acción y omisión, ha sido convertida, sin haber sido gobierno, sin manejar recursos públicos, en el personaje más corrupto del país.

Algo que no resiste el menor análisis, pero fue labrado a pulso, en poco tiempo entre los medios y las redes sociales.

Por todo esto, es tan necesario reclamar la presencia de líderes nacionales que puedan discernir e iluminar nuestro criterio. ¡Queremos una mejor clase dirigente! Lampadia  

Algunas Noticias Falsas duran para siempre

Yuval Noah Harari
Contribuido al Globe and mail
7 de setiembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

FOTO DE EVAN ANNETT/THE GLOBE AND MAIL (SOURCE: REUTERS)

Yuval Noah Harari es el autor de Sapiens: Una breve historia de la humanidad, Homo Deus: Una breve historia de mañana, y 21 Lecciones para el Siglo XXI, del cual sale el siguiente ensayo.

En estos días se nos dice repetidamente que estamos viviendo en una nueva y aterradora era de “pos-verdad”, y que las mentiras y la ficción están todas a nuestro alrededor. Los ejemplos no son difíciles de mostrar.

El caso de la invasión de Crimea en Ucrania

A finales de febrero de 2014, las unidades especiales rusas que no llevaban insignias del ejército invadieron Ucrania y ocuparon instalaciones clave en Crimea. El gobierno ruso y el presidente Vladimir Putin negaron reiteradamente que se tratara de tropas rusas, los describían en su lugar como “grupos de autodefensa” espontáneos que podían haber adquirido equipos de aspecto ruso de las tiendas locales. Al expresar esta afirmación bastante absurda, Putin y sus colaboradores sabían perfectamente que estaban mintiendo.

Los nacionalistas rusos pueden excusar esta mentira argumentando que sirvió una verdad más alta. Rusia estaba comprometida en una guerra justa, y si está bien matar por una causa justa, seguramente también está bien mentir.

La causa más elevada que supuestamente justificó la invasión de Ucrania fue la preservación de la ‘sagrada nación rusa’. De acuerdo con sus mitos nacionales, Rusia es una entidad sagrada que ha aguantado durante 1,000 años los repetidos intentos por parte de enemigos viciosos de invadirlo y desmembrarlo. Siguiendo a los mongoles, los polacos, los suecos, el gran ejército de Napoleón Bonaparte y la Wehrmacht de Adolf Hitler. En la década de 1990 fue la OTAN, los Estados Unidos y la Unión Europea quienes intentaron destruir a Rusia desvinculando partes de su cuerpo y formándolos como “falsos países” como Ucrania. Para muchos nacionalistas rusos, la idea de que Ucrania es un país separado de Rusia constituye una mentira mucho más grande que cualquier cosa pronunciada por Putin durante su santa misión de reintegrar a la nación rusa.

Los ciudadanos ucranianos. los observadores externos y los historiadores profesionales bien pueden estar indignados por esta explicación y considerarlo como una especie de “mentira del tamaño de una bomba atómica” en el arsenal ruso de engaño. Afirmar que Ucrania no existe como nación y como país independiente ignora una larga lista de hechos históricos – por ejemplo: que, durante los 1,000 años de la supuesta unidad rusa, Kiev y Moscú formaron parte del mismo país sólo por unos 300 años. También viola numerosas leyes y tratados internacionales que Rusia ha aceptado y que garantizan la soberanía y las fronteras de la Ucrania independiente. Lo más importante es que ignora lo que millones de ucranianos piensan de sí mismos. ¿No tienen una opinión sobre quiénes son?

Los nacionalistas ucranianos ciertamente coincidirían con los nacionalistas rusos en que hay algunos países falsos alrededor. Pero Ucrania no es uno de ellos. Más bien, estos países falsos son la República Popular de Luhansk y la República Popular de Donetsk, que Rusia ha creado para enmascarar su invasión no provocada de Ucrania.

Más allá del lado que apoyes, parece que de hecho estamos viviendo en una aterradora era de la pos-verdad, cuando no sólo incidentes militares particulares, sino historias y naciones enteras pueden ser falsificadas. Pero si esta es la era de la pos-verdad, ¿cuándo, exactamente, fue la era de la verdad? ¿En los años 80? ¿Los años 50? ¿Los años 30? Y ¿Qué ha desencadenado nuestra transición a la era de la pos-verdad? ¿Internet? ¿Los medios sociales? ¿El ascenso de Putin y de Donald Trump?

FOTO DE EVAN ANNETT/THE GLOBE AND MAIL (SOURCE: REUTERS)

Una mirada curiosa de la historia revela que la propaganda y la desinformación no son nada nuevo, e que incluso el hábito de negar naciones enteras y crear países falsos tiene un largo Pedigrí. En 1931, el ejército japonés escenificaba simulacros de ataques sobre sí mismo para justificar su invasión de China, y luego creó el falso país de Manchuria para legitimar sus conquistas. La propia China ha negado por mucho tiempo que el Tíbet haya existido como un país independiente. El establecimiento británico en Australia fue justificado por la doctrina legal de ‘terra nullius’ (tierra de nadie en latín), que borró con eficacia 50,000 años de la historia aborigen.

A principios del siglo XX, un eslogan favorito del sionismo hablaba del regreso de “un pueblo sin tierra [los judíos] a una tierra sin pueblo [Palestina]”. La existencia de la población árabe local fue convenientemente ignorada. En 1969, la primera ministra israelí Golda Meir dijo que no hay un pueblo palestino y que nunca lo hubo. Tales puntos de vista son todavía muy comunes en Israel, incluso hoy en día, a pesar de décadas de conflictos armados contra algo que no existe. Por ejemplo, en febrero de 2016, la miembro del Knesset, Anat Berko, pronunció un discurso ante sus compañeros parlamentarios en el que dudaba de la realidad del pueblo palestino. ¿Su prueba? La letra P ni siquiera existe en árabe, entonces, ¿cómo puede haber un pueblo palestino? (En árabe, F significa lo que en otros idiomas se pronuncia P, y el nombre árabe para Palestina es Falastin).

De hecho, los humanos siempre han vivido en la era de la pos-verdad. El Homo sapiens es una especie pos-verdad, cuyo poder depende de la creación y la creencia en ficciones. Desde la Edad de Piedra, los mitos que se refuerzan a sí mismos han servido para unir a los colectivos humanos. El Homo sapiens conquistó este planeta gracias, sobre todo, a la capacidad humana singular para crear y difundir ficciones. Lampadia

Ver también de Harari: ¿Qué permitió que los humanos controlemos el mundo?




ISIS, terrorismo y violencia, nos alejan de la paz

El régimen genocida de Bashar al-Assad en Siria y la emergencia de ISIS, el terrorismo asesino que se arroga la representación de un nuevo califato islámico de vocación imperial, han producido alteraciones profundas de la paz en el mundo y han creado procesos como la masiva migración hacia Europa de poblaciones desplazadas del propio Siria, Medio Oriente y el norte de África.

De alguna manera, este proceso se agrava ante el desencuentro estratégico de los líderes de EEUU y Rusia, Barak Obama y Vladimir Putin, ante el genocidio criminal de Assad en Siria. Recordemos que Obama amenazó con intervenir si se probaba el uso de gases en la matanza de sectores de la población siria, pero ante el paralé que le puso Putin defendiendo a  Assad, Obama terminó retrocediendo.

En algo más de 10 años, las víctimas mortales en Siria se estiman en 250,000 más unos 180,000 desaparecidos y la mitad de su población de 22 millones de personas se habría desplazado, generando una crisis humanitaria de proporciones trágicas.

Durante sus ocho años de gobierno, Obama ha ido replegando a los EEUU en varios eventos de crisis como la débil reacción contra Putin por la anexión de Crimea y la infiltración violenta en Ucrania, dejando que el autoritario y abusivo Putin, fuera tomando cada día más espacio en el liderazgo global.

En este contexto de debilidad política de EEUU, del nuevo imperialismo ruso y de la crisis financiera y existencial de Europa, ISIS, ha venido cobrando vigencia y enfrentando a todo el planeta.

ISIS, llamado indebidamente Estado Islámico por Estado Islámico de Irak y el Levante o EIIL, o EI, es un grupo terrorista vinculado a Al-Qaeda y Boko Haram en partes de África. Es un grupo fundamentalista y yihadista wahabita formado por fieles leales a Abu Bakr al-Baghdadi, que en el 2014 proclamó un nuevo califato y pidió a todos los musulmanes lealtad absoluta para una ‘nueva guerra santa contra los infieles’.

Además de la guerra civil que lidera en Siria contra Assad, el ISIS ha desatado una cadena de atentados terroristas que se han multiplicado en Europa, EEUU, Turquía, Afganistán, Irak y otros países de la región. En la mayoría de los casos, estos crímenes son cometidos por militantes directos y en otros por simpatizantes espontáneos que muchas veces son ciudadanos de occidente con ascendencia musulmana.

El terrorismo de ISIS, junto con se la imparable marea migratoria a Europa ha cambiado y alterado completamente las expectativas de vida y desarrollo del siglo XXI. Por ejemplo, en el caso de Europa, Arturo Pérez-Reverte nos dice, en su artículo: Los godos del emperador Valente: “A ver si nos enteramos de una vez: estas batallas, esta guerra, no se van a ganar. Europa o como queramos llamar a este cálido ámbito de derechos y libertades, de bienestar económico y social, está roído por dentro y amenazado por fuera. Los ‘godos’ seguirán llegando en oleadas, anegando fronteras, caminos y ciudades. Cuando esto ocurre hay pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o la destruyen. No en un día, por supuesto. Los imperios tardan siglos en desmoronarse. No hay forma de parar la Historia. Mucho quedará de lo viejo, mezclado con lo nuevo; pero la Europa que iluminó el mundo está sentenciada a muerte. Ni ustedes ni yo estaremos aquí para comprobarlo. Nosotros nos bajamos en la próxima estación”.

Hace pocos días hicimos en Lampadia un llamado a una gran conferencia global para coordinar los esfuerzos de la humanidad en la lucha contra este flagelo, ver: Acción global para enfrentar el terrorismo y el radicalismo nacionalista.

Lamentablemente, más allá del terrorismo que está destruyendo la paz global, la multiplicación de los actos de violencia están creando una nueva suerte de cultura de la violencia. Es como si la cotidianidad de la violencia estuviera haciendo viable que cualquier individuo, afectado en su naturaleza personal, e inspirado en temas políticos, religiosos, raciales, o étnicos, pueda desarrollar un acto de violencia contra ciudadanos inocentes sin que le importe su propia vida.

Ya hemos visto varios de estos casos. Lamentablemente, en 7,000 millones de habitantes en el mundo, tenemos varias personas con suficientes debilidades sicológicas como para desgraciarse en actos de lesa humanidad.

La convivencia con la violencia es muy perniciosa para la formación de nuestros jóvenes. No debemos permitir que esta forma de vida se empiece a ver como algo normal y cotidiano sin que mostremos indignación y rechazo. Este lamentable desarrollo global, coincide, en el caso del Perú, con un aumento notorio de la victimización criminal, con la multiplicación del sicariato y con actos que equiparan una vida con un celular. 

Esperamos que el tema de seguridad ciudadana sea tratado por el nuevo gobierno con la perspectiva y profundidad más amplia posibles, sin sensacionalismo y con muchísima seriedad. ‘Despacio, que estamos apurados’.

Por lo tanto, no solo es necesario desarrollar una urgente estrategia y campaña para eliminar el terrorismo de ISIS y de Boho Haram, también tenemos que contrarrestar la epidemia de violencia que empieza a hacerse posible en cualquier esquina de nuestro planeta. ¿Cómo podemos evitar que individuos enfermos a los que no les importa su propia vida, dejen de optar por actos meta-surrealistas? No lo sabemos, pero no podemos dejar que las cosas sigan empeorando. 

Lampadia




Obama duda, Putin se atreve y el mundo observa

Obama duda, Putin se atreve y el mundo observa

La anexión de Crimea a Rusia, el paralé que le puso a Obama en Siria a pesar de la comprobación del hallazgo de armas químicas y la última agresiva intervención militar rusa en Siria para apuntalar al gobierno genocida de Bashar Al-Assad con la disculpa del Estado Islámico (EI), ha puesto en jaque la presencia política de EEUU en el mundo y la capacidad de Barack Obama para acomodarse a la nueva realidad global. El conflicto generado por el EI es uno de los más brutales de la historia y Obama está conduciendo una suerte de ‘retirada a casa’ en muchos aspectos de los temas internacionales, dejando vacíos que crean mucha incertidumbre.

 

En lo militar, las tácticas de Putin, primero en Ucrania y ahora en Siria, son completamente inversas a las de Obama. El nuevo Zar ruso es rápido y decidido, mientras que las acciones del presidente de EEUU han sido débiles y tardías.

La situación actual es que Rusia afirma luchar contra el Estado Islámico (EI) o ISIS, cuando en realidad ataca a los enemigos de su cliente y socio, el dictador sirio Bashar Al-Assad, mientras que los EEUU bombardean a ISIS en Siria y tratan el conflicto como derivado y anexo al conflicto principal, el del vecino país de Irak.

Sin embargo, el 30 de octubre, la Casa Blanca habría cambiado de rumbo al declarar que “el presidente Obama está ordenando al Pentágono que envíen fuerzas especiales (terrestres) a Siria para ‘asesorar’ a la oposición en su lucha contra ISIS”. Esto tras haber declarado múltiples veces que Obama estaba en contra de tomar un rol más protagónico en el conflicto sirio y de haber afirmado que las acciones de Rusia son un error estratégico (y llamaba a esta conducta “paciencia estratégica”, una suerte del ‘appeasement’ de Chamberlain antes de la Segunda Guerra Mundial).

¿Qué motivó al líder americano a cambiar de opinión? Probablemente, las acciones de su contraparte, Vladimir Putin. Obama estaba perdiendo tanto relevancia como influencia en temas estratégicos como en la sangrienta guerra civil siria o la interminable lucha contra el Estado Islámico.

Pero a pesar de haber tomado un paso en la dirección correcta, ha rechazado todas las propuestas del Pentágono. No va a crear una zona de exclusión aérea en Siria para proteger a los refugiados y a los rebeldes anti-Assad (probablemente porque corre el riesgo de enfadar a Rusia y a su base doméstica en la zona) y no va a desplegar helicópteros Apache de ataque para ayudar a las fuerzas terrestres de la coalición (porque iría muy en contra de sus antiguas afirmaciones con las que acabó la guerra de Irak).

Increíblemente, su propuesta es enviar a 50 soldados estadounidenses de las fuerzas especiales para ayudar a las tropas kurdas que se encuentran luchando contra el Estado Islámico. No está claro cuál será su misión o en qué parte de Siria estarán, pero una fuerza tan pequeña es mucho más vulnerable a ser asesinada o capturada por las fuerzas del EI. El despliegue más parece ser un intento de la Casa Blanca de responder a su humillación frente a las acciones de Rusia, mostrando que al menos están haciendo algo en contra del Estado Islámico. Pero no parece tener la fuerza que debería.

En realidad, la Casa Blanca parece estar apostando a que Rusia cometa algún error en Siria. Pero si Putin tiene éxito, y aprovecha las ganancias del campo de batalla en su estrategia política, entonces “tendrá una influencia mucho mayor en el Medio Oriente, que se traducirá en una Rusia mucho más envalentonada en Asia y Ucrania”, dijo Vali Nasr, un ex alto funcionario del Departamento de Estado en el gobierno de Obama y ahora decano del departamento de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins.

El objetivo de Rusia “es apuntalar a Assad y consolidar su posición en la parte occidental del país y lograr una posición ventajosa en cualquier proceso internacional para resolver el conflicto”, dijo Stephen Hadley, quien se desempeñó como asesor de seguridad nacional durante el segundo mandato del presidente George Bush. “Creo que Rusia ya está en camino para lograr ese objetivo.” Como tan elocuentemente lo describió The Economist, “como judoka, Putin sabe el arte de explotar la debilidad de un rival: cuando Estados Unidos da un paso atrás, él empuja hacia adelante.”

No se puede negar el eventual beneficio personal de Putin si tiene éxito en Siria. En palabras de The Economist, “Aún más importante para Putin es su permanencia en el poder en su país y Siria puede ser de utilidad. El bombardeo ofrece un nuevo espectáculo y uno muy necesario en un momento en que la guerra en Ucrania, que dominó los medios por un tiempo, está empezando a congelarse y la euforia por la anexión de Crimea se está desvaneciendo. Además, la economía rusa, afectada por las sanciones y la caída de los precios del petróleo, se ha ido contrayendo rápidamente. Durante sus dos primeros mandatos presidenciales, Putin pudo jactarse de los crecientes ingresos. En su tercer mandato, parece confiar más en el teatro de la guerra y en un falso orgullo [nacionalista] fabricado para desafiar a EEUU. Siria ofrece una distracción útil de Ucrania, pero estratégicamente se trata de Estados Unidos.”

No se puede negar que se está haciendo un esfuerzo para lograr una solución o tomar mayores acciones con respecto al conflicto de Siria. Cuando diplomáticos de diecisiete países se sientan juntos por primera vez y tienen “un debate franco y constructivo” durante más de siete horas para emitir una declaración conjunta explicando en nueve puntos su “comprensión mutua” sobre Siria, significa que hay un encomiable esfuerzo, aunque tal vez tardío.

Sin embargo, la declaración conjunta elude, estratégicamente, la controvertida cuestión del futuro del presidente Bashar Al-Assad y se centra en la búsqueda de un acuerdo para la lucha contra el terrorismo. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon afirmó que “el futuro de Siria o el futuro de todas estas conversaciones de paz y negociaciones no deben centrarse en el futuro de un solo hombre. Básicamente, creo que depende del pueblo sirio, ellos tienen que decidir el futuro del presidente Assad”.

Según un reciente artículo de The Economis (ver enlace más abajo) “En Siria, el titubeo de Obama significa que sus opciones se vuelven cada vez más difíciles y más arriesgadas. Putin defiende descaradamente a un tirano y está profundizando una división entre los sunitas y chiítas de la región. Estados Unidos debe mantenerse firme en que Assad no permanezca en el poder y establecer una visión de qué debería hacerse. Se necesita hacer más para proteger a la población mayoritariamente sunita: crear zonas protegidas; imponer zonas de exclusión aérea para detener el bombardeo de Assad y promover una fuerza sunita moderada. Esto bien puede significar forzar a que los aviones rusos no vuelen.”

Parece que el enfoque general de la administración de Obama está en una difícil disyuntiva sobre Siria tras la intervención militar rusa. Está claro que Obama está intentando ver cómo proceder y no está seguro de las posibles consecuencias de las operaciones militares rusas. La gran pregunta es, ¿qué harán ahora? El tiempo pasa y cada vez la decisión se torna más difícil. Lampadia

Ver en Lampadia los siguientes enlaces: Putin se atreve, Obama titubea y Un nuevo espectáculo para las masas

 




Ucrania no puede convertirse en Siria

Ucrania no puede convertirse en Siria

El camino para alcanzar un acuerdo de paz y desbloquear la situación puede resumirse en 14 palabras: Putin debe retirar sus fuerzas, y Kiev recuperar el control de su frontera oriental.

Por Timothy Garton Ash. Catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige en la actualidad el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford

(El País, 17 de Febrero del 2015)

“¡Nunca más!”, gritaron los europeos tras la Primera Guerra Mundial. Y volvió a suceder. “¡Nunca más!”, gritaron los europeos en 1945; y volvió a ocurrir. “¡Nunca más!”, gritaron los europeos después de Bosnia, en 1995; y ahora ha vuelto a pasar. Espero y dudo, en igual medida, que el acuerdo de alto el fuego de Minsk, logrado gracias a los heroicos esfuerzos de Angela Merkel, permita alcanzar la paz. Pero, aun en el improbable caso de que así sea, vean lo que ya hemos permitido que ocurra.

Otro país europeo desgarrado por la fuerza. Según los cálculos de la ONU, han muerto al menos 5.400 personas, alrededor de 13.000 han resultado heridas y 1,6 millones han tenido que abandonar sus hogares. Rusia se ha anexionado oficialmente Crimea, que formaba parte de un Estado soberano vecino. El acuerdo de alto el fuego de la semana pasada, Minsk 2, establece que Ucrania no recuperará el pleno control de su frontera oriental con Rusia hasta finales de este año, y solo si celebra elecciones en las regiones de Donetsk y Lugansk y les concede un estatus especial constitucional. También dice que el Gobierno de Kiev debe seguir pagando las pensiones, los salarios y los servicios de esas regiones. Imagínense que solo tienen permiso para cerrar la puerta posterior de su casa si ceden el cuarto de estar a una persona que les está apuntando con una pistola a la cabeza, y además deben seguir pagando sus facturas.

Las personas razonables podrán discrepar sobre la mejor forma de defenderse contra una agresión tan descarada, pero, por lo menos, no debemos hacernos ilusiones sobre lo que está sucediendo delante de nuestras narices. Vladímir Putin está retando deliberadamente a la Unión Europea con una manera de hacer política diferente, antigua y peor. La fuerza impone su razón. Lo negro es blanco. La guerra vuelve a mandar, y el derecho se arrastra como puede hasta una zanja, como un refugiado herido.

Todo ello, en un país cuya integridad territorial juraron solemnemente proteger Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña —claro que, ¿a quién le importa lo que diga hoy Gran Bretaña?— de acuerdo con el memorándum de Budapest de 1994, a cambio de que Ucrania, recién independizada, aceptara entregar uno de los mayores arsenales de armas nucleares del mundo. Cito: “La Federación Rusa, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Estados Unidos reafirman su compromiso… de respetar la independencia y la soberanía y las fronteras actuales de Ucrania”. Firmado por Borís Yeltsin, Bill Clinton y John Major. Imaginen la lección que este quebrantamiento de promesa enviará a otras potencias nucleares o que pretenden serlo: hagas lo que hagas, no te creas una palabra de lo que te garanticen y no renuncies a tus armas nucleares.

La ley de la jungla de Moscú contra la jungla de leyes de Bruselas. ¿Quién está ganando? “Rusia”, responde el conocido realista estadounidense John Mearsheimer. ¿Y qué podemos hacer? “Occidente debe intentar que Ucrania sea un Estado neutral que sirva de tapón entre Rusia y la OTAN. Que sea como Austria durante la Guerra Fría. Para ello, Occidente debería abandonar de forma explícita la ampliación de la Unión Europea y la OTAN”. Vale, gracias, profesor realista. ¿Quizá le gustaría encargarse usted de hacerlo? Tenemos el sitio perfecto para que celebre su cumbre de realpolitik: Yalta, donde, en 1945, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill dieron una ambigua legitimidad a la ocupación soviética del este de Europa. Yalta, en la anexionada Crimea.

¿Qué derecho tenemos a ordenar a unos países independientes y soberanos que sean Estados tapones neutrales? Gary Kaspárov, que conoce Rusia un poco mejor que Mearsheimer, tuiteó recientemente: “Los realistas parecen tan contentos de condenar a millones de ucranios a vivir como prisioneros en un territorio ocupado. En Europa, en pleno siglo XXI”. El otro día hablé con Kaspárov sobre Ucrania. Me dijo que había estado en Kiev para conmemorar el 20º aniversario del memorándum de 1994; su opinión sobre la tragedia es audaz y original, como su forma de jugar al ajedrez. Insiste en que no se trata de un conflicto entre Ucrania y Rusia, sino entre dos Rusias, que equipara, con licencia poética, con el Rus de Kiev y la Horda Dorada.

Aunque las encuestas que muestran la increíble popularidad actual de Putin en Rusia son creíbles, no debemos cometer el error de identificar al político con el país. También Adolf Hitler gozó de enorme popularidad durante un tiempo, igual que Slobodan Milosevic. Los pueblos pueden dejarse llevar por rumbos desastrosos, sobre todo cuando una hábil propaganda sabe explotar los mitos y los agravios nacionales más arraigados. Entonces, unos años después, la gente se despierta y empieza a pagar el precio. Estar en contra de Putin no es estar en contra de Rusia. Es defender el futuro de Rusia a largo plazo y apoyar a los ciudadanos más acosados, que representan la otra Rusia.

Putin está infringiendo precisamente el principio que siempre ha dicho que debía constituir la base de las relaciones internacionales: la soberanía incondicional de los Estados. ¡Pero qué desfachatez —exclamarán—, que unos países que invadieron Irak critiquen a otros por violar la soberanía de un Estado! A lo cual respondo que tienen razón, que la invasión angloamericana de Irak estuvo mal, desde el punto de vista legal, moral y estratégico, pero que eso no es excusa para volver a hacer lo mismo en este caso.

En Siria, dirán quizá otros, tenemos unos campos de exterminio que hacen que Ucrania parezca casi un país pacífico, y la ONU habla nada menos que de 3,8 millones de refugiados. ¿Qué está haciendo Occidente al respecto? ¿Es que las vidas de los árabes valen menos que las de los europeos, las de los musulmanes, menos que las de los cristianos? Cada 15 días me despierto pensando: “¿No debería escribir sobre Siria?”. Pero, aparte de que sé mucho menos sobre Oriente Próximo que sobre Europa, lo que he aprendido de los expertos no indica ninguna forma clara de avanzar. Da la impresión de que hay demasiados grupos sobre el terreno, envueltos en el conflicto, y que cuentan con el respaldo de demasiadas potencias extranjeras (entre ellas Rusia, que apoya a Bachar el Asad).

Aquí, en cambio, a pesar de la complejidad de Ucrania, existe una manera de desbloquear la situación, que se puede resumir en 14 palabras: Putin debe retirar sus fuerzas y Ucrania recuperar el control de su frontera oriental. De modo que, a diferencia de Siria, la clave está en que un actor político cambie de comportamiento. Por supuesto, eso no detendría de la noche a la mañana a los airados separatistas que luchan en nombre de la República Popular de Donetsk. En el este de Ucrania, como en Bosnia y en Siria, la radicalización provocada por la brutalidad de la guerra ha transformado a los vecinos en enemigos. Kiev tendría que demostrar un enorme sentido político y mucha imaginación para reconstruir un Estado verdaderamente federal, en el que los que se identifican como rusos puedan volver a sentirse razonablemente a gusto. Pero el camino para alcanzar cualquier acuerdo de paz comienza con esas 14 palabras.




De BRIC (ladrillo) a ADOBE

De BRIC (ladrillo) a ADOBE

Parece que la emergencia del neo-imperio ruso se estrella con sus propias limitaciones: El rublo ha perdido más de la mitad de su valor, su economía está en crisis y su agresión a Ucrania ha convertido al país en un paria internacional.

Rusia, uno de los llamados BRIC, está tambaleándose bajo el peso de una de sus peores crisis financieras de los últimos años y, al igual que Brasil, definitivamente ya no es una de las economías emergentes que pueda liderar el mundo financiero del siglo XXI. A pesar del aumento a las tasas de interés por el Banco Central Ruso, de 10.5% a 17%, el rublo se les desplomó en caída libre. Esto tiene graves implicancias para la economía y la política del país, que podría llegar a sumirse en una profunda recesión.

La economía rusa se está contrayendo, así como sus reservas de divisas, al tiempo que Rusia se enfrenta a pagos de deuda externa de más de US$ 700 mil millones y sanciones que han ahogado el acceso a los mercados de capitales globales. “Los vínculos económicos y financieros directos entre Rusia y gran parte del resto del mundo son relativamente pequeños”, dice The Economist. Sin embargo, “las consecuencias devastadoras que el precio actual del petróleo tendrá sobre la economía de Rusia y su sistema financiero cargado de deuda en dólares, sugieren que este problema no podrá ser completamente restaurado en el corto plazo.” El mismo Putin ha advertido ayer (18/12/14) que la crisis durará por lo menos dos años.

Las sanciones a Rusia y a sus empresas, dirigidas principalmente a los sectores de defensa, energía y banca, por su anexión de Crimea han afectado su economía y los vínculos con los demás países de Europa y Estados Unidos. Según el ministro de economía ruso, el país habría sufrido pérdidas de más de US$ 40 mil millones en inversiones extranjeras este año, debido a las sanciones de Occidente.

Además, la reciente caída del precio del petróleo, una de las principales exportaciones de Rusia, de más de US$ 100 el barril a US$ 56 en los últimos seis meses ha exacerbado aún más el problema. Rusia recibe alrededor de la mitad de sus ingresos presupuestarios del petróleo y el gas natural. El Banco Central ha advertido que la economía rusa podría contraerse hasta en un 4.7 % en el 2015 si el precio del petróleo se mantiene en US$ 60 dólares el barril. Eso significaría la peor recesión de Rusia desde la crisis financiera global.

En el gráfico de abajo se puede observar que el precio del rublo ha ido disminuyendo constantemente desde finales de junio, en relación con el precio del petróleo.

Este colapso de la moneda ha elevado la inflación por encima del 9%. Por otra parte, el riesgo de una crisis financiera interna, con los bancos y otros grandes prestatarios sin poder refinanciar sus deudas en moneda extranjera, ha ido creciendo con la caída de cada punto porcentual en el valor de la moneda. Los precios suben todos los días y tanto los pobres como los ricos se hacen de todo lo que pueden.

Es importante recordar que la última vez que Rusia elevó sus tasas de interés a niveles tan altos fue durante la crisis financiera de 1998. La disminución de la productividad y un tipo de cambio desfavorable ayudaron a desencadenar la crisis. Cuando la demanda del crudo bajó, el Banco Central elevó las tasas dramáticamente, pero la economía rusa sólo se recuperó una vez que la demanda de petróleo se elevó.

En medio de este colapso, la imagen de Putin y su lema de ‘estabilidad’ se han visto dañados. Ahora, Putin se enfrenta a una difícil elección estratégica: revertir su agresión en el este de Ucrania. Si cumpliera plenamente con el alto al fuego, Occidente podría levantar sus sanciones. Mientras que el daño causado por los bajos precios del petróleo se mantenga, podría restablecerse gradualmente la confianza del mercado. Si la alternativa fuera continuar en su camino actual, esto llevaría a Rusia a una eventual “economía de guerra aislacionista cada vez más represiva, más aferrada a las aventuras militares que compran el apoyo público a corto plazo” (Financial Times).

Por su lado, Barak Obama ha escogido un momento estratégico para anunciar que EEUU y Cuba empezarán a trabajar hacia el establecimiento de relaciones diplomáticas. Esto es claramente un intento de no dejarle la cancha libre a Rusia en una Cuba que ha perdido buena parte del apoyo de la debilitada Venezuela y de fortalecer la ascendencia de EEUU en Latinoamérica. Además, se espera que Obama firme una ley de apoyo a la libertad de Ucrania, un proyecto de ley congresal que impondría nuevas sanciones a Rusia, lo que deterioraría aún más la economía rusa.

La pérdida de influencia internacional de Rusia parece inminente, cambiando, intempestivamente, las recientes estructuras geopolíticas que empezaban a marcar el ritmo de los acontecimientos globales del siglo XXI. Lampadia




Ucrania: la pasión europea

Ucrania: la pasión europea

Por Mario Vargas Llosa

(La República, 30 de Noviembre del 2014)

Quienes se sienten desmoralizados con la construcción de la Unión Europea deberían ir a Ucrania; verían cómo este proyecto concita una enorme ilusión en muchos millones de ucranianos que ven en la Europa unida la única garantía de supervivencia de la soberanía y la libertad que conquistaron con la gesta del Maidán contra el gobierno corrupto de Yanukóvich y que hoy amenaza la Rusia de Putin, empeñado en la reconstitución del imperio soviético (aunque no se llame así). Verían también la serenidad estoica que muestra una sociedad invadida por una potencia extranjera, que se ha apoderado ya de la quinta parte de su territorio, y cuyas fronteras orientales, donde mueren a diario más voluntarios de los que indican las estadísticas oficiales, siguen transgrediendo centenares de blindados  y millares de soldados rusos.

“Doscientos tanques sólo en los últimos dos días y, con ellos, unos dos mil militares, sin sus uniformes”, me precisa el presidente Petro Poroshenko, en el gigantesco y pesado edificio que ocupa, y que fue construido para el Comité Central del Partido Comunista de Ucrania. “Rusia no respetó ni un solo día el acuerdo de paz que firmamos en Minsk. Pero la invasión rusa ha servido para unirnos. Ahora, el ochenta por ciento del país rechaza la intervención y está dispuesto a pelear”. Habla con mucha calma, en un inglés cuidado –es un industrial próspero, rollizo y amable y todo el mundo conoce sus fábricas de chocolates– y está convencido de que Europa y Estados Unidos no permitirían la ocupación colonial de su país.

 Se dice que entre el presidente Poroshenko y su primer ministro, Arseny Yatseniuk, hay diferencias, pues este último sería más radical que aquél. Conversando con ambos, por separado, apenas las noté. Ambos creen que la agresión rusa continuará y que Ucrania, para Putin, es sólo un primer paso en su desafío al sistema democrático occidental, al que percibe como un adversario esencial de Rusia y del orden autoritario e imperial que preside; y que, en las actuales circunstancias, el jerarca ruso se siente envalentonado por la impunidad con que ha actuado creando los enclaves pro rusos de Georgia –Abjasia y Osetia del Sur-, apoderándose de Crimea e infligiendo una humillación al presidente Obama en Siria, saltándose alegremente, sin el menor perjuicio, las ‘líneas rojas’ que éste estableció.

En lo que Poroshenko y Yatseniuk se diferencian es en que el primer ministro, raro hombre público, no trata de ser simpático a su interlocutor y habla con una franqueza cruda que cualquier político consideraría suicida. “Nadie va a ir a la guerra por Ucrania, lo sabemos de sobra. Ojalá que, por lo menos, nos den armas para defendernos.” Es delgado, calvo, con unas gruesas gafas de miope, muy delgado y, se diría, un asceta.

Economista destacado, dirigió el Banco Central, ha sido Ministro de Economía y rara vez sonríe. “No soy pesimista sino realista”, asegura. “Los zares, Lenin, Stalin, trataron de desaparecernos. Ahora todos ellos están muertos y Ucrania sigue viva. ¿Qué debemos hacer, pese a la desigualdad de fuerzas con Rusia? Luchar, no hay alternativa”. Piensa que si Ucrania cae, las próximas víctimas serán los países bálticos, Polonia, las otras ex “democracias populares”. “Putin no puede dar marcha atrás, en Rusia lo matarían. Ha hecho tragar a su pueblo que todo esto es una conjura de la CIA y los Estados Unidos. Y, por ahora, los rusos le creen y están dispuestos a sufrir todas las sanciones económicas que les inflija el mundo democrático”. Estas sanciones están afectando seriamente la economía rusa, pero Yatseniuk no cree que ello mermará la vocación imperialista de Putin. “Su principal objetivo no es económico sino político e ideológico”.

A la ciudad de Dnipropetrovsk, extendida a ambas orillas del majestuoso río Dniéper, han llegado en las últimas semanas más de 40 mil refugiados de las provincias orientales donde se  combate. El alcalde me dice que esperan otros 40 mil en las próximas semanas. Aunque las migraciones forzadas por causa de la guerra son difíciles de cuantificar, la cifra de ucranianos que han abandonado las ciudades y pueblos de la frontera debe haber ya excedido el millón. Para albergar este gigantesco éxodo hay una movilización ciudadana que apoya y a veces suple al Estado precario, que se va reconstituyendo a saltos luego del cataclismo que significó el desplome de la dictadura de Yanukóvich gracias al levantamiento del Maidán.

En la enorme plaza de este nombre hay fotos de todos los muertos durante las acciones. Hablo con varios líderes de la revuelta y el que me impresiona más es Dimitri Bulatov. Organizó las caravanas de automóviles que iban a hacer manifestaciones de repudio pacíficas ante las casas de los jerarcas del régimen y aseguró las comunicaciones rebeldes. Nada más comenzar las protestas fue secuestrado, en plena calle, por individuos que –supone– pertenecían a las “fuerzas especiales” del Gobierno. Durante ocho días fue torturado: le acuchillaron la cara, le cortaron media oreja y, finalmente, lo crucificaron. Sus verdugos querían que confesara que el Maidán era financiado por la CIA. “Les confesé todos los disparates que querían pero, aun así, estaba seguro de que me matarían”. Sin embargo,  al octavo día, misteriosamente, sus captores desaparecieron.  Ahora es ministro de Juventud y Deportes. Joven y jovial, luce sin la menor incomodidad su oreja cortada, su gran cicatriz en la cara y sus manos trituradas. Me informa con lujo de detalles sobre los esfuerzos que hacen él y sus colegas en el Gobierno para acabar con la corrupción, grande todavía en la burocracia oficial. Le pregunto si es verdad que, apenas liberado del secuestro, fue a pelear como voluntario a la frontera. “Sí, y mi mujer me dijo que si volvía vivo ella me mataría. Pero no lo hizo”. Su mujer, que está a su lado, joven, bonita y risueña, asiente: “Da, da”.

El Ejército ucraniano que se enfrenta a los rusos ha renacido prácticamente de la nada; está conformado en parte por voluntarios y, dada la precariedad de los fondos de que dispone el Gobierno, existe en buena medida gracias al apoyo de la población civil. Julia, mi traductora, me cuenta que ella y sus hijos están encargados de las colectas en su calle para ayudar a los soldados y que, cada semana, van ellos mismos en vehículos alquilados a la frontera llevando las provisiones, mantas, colchones y dinero que permiten a los combatientes subsistir.

El único escritor ucraniano que he leído, Mijaíl Bulgákov, se sentiría orgulloso en estos días de la resistencia y el heroísmo tranquilo de sus compatriotas. Él fue una víctima de Stalin y del régimen comunista que censuró casi todos sus libros; su obra maestra, El maestro y Margarita, sólo apareció en los años setenta, muchos años después de su muerte.

En lugar de mandarlo al Gulag, Stalin tuvo el refinamiento de darle un trabajito miserable en el mismo teatro donde se habían estrenado sus obras más exitosas, como para que se muriera a pocos de nostalgia y frustración.

Voy a visitar su casa-museo en la bonita cuesta de San Andrés, donde hay una bella iglesia ortodoxa, pintores callejeros y quioscos llenos de camisetas con insultos contra Putin y rollos de papel higiénico impresos con su cara. La casa del escritor es pulcra, blanca, llena de íconos –sus seis hermanas y sus padres eran muy religiosos– y ahí están sus cuadernos de estudiante de medicina, su título, sus libros póstumamente publicados que él nunca vio. Visitar esta casa, este país, aunque sea sólo por cinco días, me entristece, me alegra, me subleva. Una visita tan corta le llena a uno la cabeza de imágenes confusas y sentimientos exaltados. Pero de una cosa estoy seguro: los ucranianos son ahora libres y a Vladimir Putin le costará muchísimo arrebatarles esa libertad.




Las armas nucleares están otra vez sobre la mesa

Las armas nucleares están otra vez sobre la mesa

Escrito por Gideon Rachman, publicado por The Economist el 17 de noviembre del 2014.

Traducido y glosado por Lampadia.

Tanto en privado como en público, Rusia está haciendo referencias explícitas sobre su arsenal nuclear.

Han pasado treinta años y la paz nuclear todavía está en pie. Pero estoy perdiendo seguridad en mi creencia de que nunca se utilizarán armas nucleares.

Hay tres razones para mi ansiedad. En primer lugar, la proliferación de armas nucleares en países inestables como Pakistán y Corea del Norte. En segundo lugar, la creciente evidencia sobre lo cerca que el mundo ha llegado, en varias ocasiones, a un conflicto nuclear. Mi tercera razón para la preocupación es más inmediata: un aumento significativo en conversaciones sobre una amenaza nuclear de Rusia.

Tanto en privado como en público, los rusos están ahora haciendo referencias cada vez más explícitas sobre el arsenal nuclear en su país. Hace un par de semanas, fui testigo de la advertencia que dio un destacado ruso al público, en un seminario privado en Washington: el presidente [Vladimir] Putin ha puesto el arma nuclear sobre la mesa.” En efecto, el presidente ruso le ha dicho a una audiencia en su país que los extranjeros no deben “meterse con nosotros”, porque “Rusia es una de las principales potencias nucleares”.

La semana pasada, Pravda publicó un artículo titulado, “Rusia prepara una sorpresa nuclear para la OTAN”. Se dijo que Rusia tiene paridad con los EE.UU. en las armas nucleares estratégicas y se jactó: “En cuanto a las armas nucleares tácticas, la superioridad de Rusia sobre la OTAN es muy fuerte. Los estadounidenses son muy conscientes de esto. Antes estaban convencidos de que Rusia nunca resucitaría. Ahora ya es demasiado tarde”.

Mi única duda en escribir acerca de esto es que no tengo duda de que uno de los objetivos de la postura nuclear de Moscú es, precisamente, conseguir que los comentaristas occidentales hablen de una amenaza nuclear rusa. Rusia está desesperada por detener el suministro de ayuda militar del oeste a Ucrania. Así, quieren transmitir el mensaje de que cualquier escalada provocaría una reacción feroz de Moscú y – quién sabe – tal vez incluso el uso de armas nucleares.

Putin parece adherirse a lo que Richard Nixon llamó  la “teoría del loco” de liderazgo. El ex presidente de Estados Unidos explicó: “Si el adversario siente que eres impredecible, incluso precipitado, será disuadido de presionar demasiado. Las probabilidades de que desista aumentan en gran medida”. El presidente Putin puede estar en lo cierto en el cálculo de que, al poner el arma nuclear sobre la mesa, siempre será más loco que, Barack Obama, que tiene una frialdad racional.

No obstante, aun suponiendo que la charla nuclear rusa sea un bluff, sigue siendo peligrosa – ya que para hacer intimidante un bluff, los rusos tienen que aumentar las tensiones y tomar riesgos. La semana pasada, el general Philip Breedlove, comandante de las fuerzas de la OTAN en Europa, dijo que Rusia había “trasladado fuerzas que son capaces de ser nucleares” en Crimea. Mientras los combates en Ucrania continúan, el peligro de que Rusia y la OTAN malinterpreten las intenciones del otro aumenta.

Los historiadores de la guerra fría han demostrado que los errores y los problemas de cálculo han llevado al mundo a acercarse a una guerra nuclear accidental con más frecuencia de lo que comúnmente se cree. Varios de los más peligrosos ´cuasi accidentes´ tuvieron lugar durante los períodos de tensión política entre Moscú y Washington. El más famoso de estos incidentes fue la crisis de los misiles de Cuba de 1962. Un ejemplo más reciente – con una resonancia contemporánea fuerte – fue el incidente ‘Arquero Capaz’ de noviembre de 1983.

En septiembre de ese año, la Unión Soviética había derribado un avión civil Korean Air, matando a 267 personas. Esa tragedia, como el derribo del vuelo de Malasia Airways sobre Ucrania este año, elevó significativamente las tensiones este-oeste con los rusos, entonces como ahora, acusando a Estados Unidos de militarismo y de planes para la dominación del mundo.

En este contexto, la OTAN organizó un ejercicio militar que desarrollo un escenario de ataque nuclear en el oeste de la URSS. La operación Able Archer fue tan completa y realista que muchos en Moscú la interpretaron como la preparación de un primer ataque de la OTAN. En respuesta, los rusos prepararon sus propias armas nucleares. Parece que los servicios de inteligencia alertaron al oeste de cómo Able Archer estaba siendo visto en Moscú, lo que permitió una de-escalada.

Una de las lecciones de este episodio es que la existencia de una “línea directa” entre Moscú y Washington no garantizarían que ninguna las dos partes pueda cometer un error. Otra es que movimientos ambiguos, con armas nucleares, pueden causar un pánico peligroso.

La generación de mis padres se acostumbró a vivir en la sombra de una posible bomba. Pero para mi generación, la idea de una guerra nuclear parece como algo de ciencia-ficción o incluso una comedia negra, como el Dr. Strangelove. Pero los arsenales nucleares del mundo no fueron abolidos después de la guerra fría. Lamentablemente, puede que volvamos a una era en la que la amenaza de la guerra nuclear ya no puede ser tratada como cosa de ciencia ficción.




Putin desata su furia contra EEUU

Putin desata su furia contra EEUU

Comentario de Lampadia

El siguiente artículo del Financial Times (Putin unleashes fury at US ‘follies’), escrito por Neil Buckley, el 24 de octubre pasado, muestra a un Putin que ha sorprendido a propios y extraños por la virulencia de sus expresiones. No solo no hace ninguna autocrítica por los recientes acontecimientos en Siria y Ucrania, sino más bien acusa a los EEUU de romper todas las reglas de convivencia internacional y se presenta como una víctima del imperialismo yanqui.

Algunos comentaristas especulan que esto refleja la furia de Putin después que Obama haya renqueado a Rusia al lado de ISIS y el virus del Ebola, como las tres peores amenazas globales. Pero el tono de Putin ha sorprendido incluso a sus admiradores. “Muy duro acerca de los EEUU, primera vez que es tan duro”, tuiteó” Margarita Simonyan, editor en jefe del ardiente  y pro-Kremlin canal de televisión. “Nuestra respuesta a Obama”.

Este artículo muestra que la polarización entre Rusia y EEUU está escalando a niveles alarmantes, que van mucho más allá de los casos específicos que han desatado esta situación. Recomendamos su lectura.

Putin desata su furia contra EEUU

Publicado en Financial Times el 24 de octubre del 2014. Traducido por Lampadia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una reunión de la

“Valdai International Discussion Club” en la localidad del Mar Negro de Sochi

El presidente ruso, Vladimir Putin, acusó el viernes a los EEUU de socavar el orden mundial post-Guerra Fría, advirtiendo que sin un esfuerzo activo para establecer un nuevo sistema de gobernanza mundial, el mundo podría colapsar en la anarquía y el caos.

Putin, en uno de sus discursos de mayor fuerza anti-EEUU en 15 años como el político más poderoso de Rusia, insistió que las acusaciones de que su anexión de Crimea muestra que está tratando de reconstruir el imperio soviético son “infundadas”. Rusia no ha tenido ninguna intención de invadir la soberanía de sus vecinos, insistió.

Al contrario, el líder ruso culpó a los EEUU de desencadenar la ruptura de Crimea de Ucrania y los miles de muertos en la guerra al este del país, respaldando lo que Putin llama un golpe armado contra el ex presidente Viktor Yanukovich en febrero.

“No empezamos esto”, dijo Putin. Citando una serie de intervenciones militares lideradas por Estados Unidos desde Kosovo a Libia, insistió que los EEUU se había declarado vencedor cuando la Guerra Fría terminó y “decidió… remodelar el mundo para satisfacer sus propias necesidades e intereses”.

“Esta es la forma en que los nuevos ricos se comportan cuando adquieren repentinamente una gran fortuna – en este caso, en la forma de liderazgo y dominación mundial. En lugar de administrar su riqueza sabiamente… creo que han cometido muchos disparates “, dijo en una conferencia de académicos y periodistas extranjeros en una sede de esquí Olímpico, cerca de Sochi.

El discurso fue una de las declaraciones más importantes de Putin sobre política exterior desde el 2007 en Munich, donde sorprendió al oeste acusando a los EEUU de “extralimitarse en sus funciones en todos los sentidos” y de crear nuevas líneas divisorias en Europa.

Algunos comentaristas especularon que este discurso refleja la furia de Moscú las recientes declaraciones del presidente estadounidense, Barack Obama, clasificando a Rusia junto al Estado Islámico de Irak y el Levante, conocida como Isis, y el virus Ebola entre las tres principales amenazas mundiales. Pero su tono sorprendió incluso a los partidarios.

“Muy duro acerca de los EEUU, primera vez tan [duro],” tuiteó Margarita Simonyan, la jefa de redacción de la fervientemente pro-Kremlin cadena de televisión RT. “Nuestra respuesta a B Obama.

Putin señaló que creía que los EEUU y Rusia deberían trazar una línea tras los recientes acontecimientos y sentarse con otras grandes economías para rediseñar el sistema de gobernanza global a lo largo de líneas “multipolares”.

Si bien reconoció que esto podría ser una tarea larga y agotadora, Putin advirtió que el no hacerlo podría traer serios conflictos que involucren a los principales países. También evocó el peligro de una nueva Guerra Fría, diciendo que los tratados de control de armas existentes corrían el riesgo de ser violados.

Sin embargo, cualquier esfuerzo dejuntar a los dos países para las negociaciones podría ser complicado por la insistencia del oeste que la anexión rusa de Crimea es una ocupación ilegal, y por la ira de Moscú sobre las resultantessanciones de la UE y EEUU.

Putin dijo que las sanciones socavan las reglas del comercio mundial y la globalización, pero afirmó que Rusia era un país fuerte que podía resistir las medidas, y que no “mendigarán” para conseguir que se levanten.

El presidente de Rusia propuso que la ONU podría “adaptarse a las nuevas realidades”, mientras que “pilares” regionales de un nuevo sistema, como la Unión Euroasiática planificada por Rusia formada de ex estados soviéticos, podría ayudar a mejorar la seguridad.

Pero insistió que estos movimientos sólo se volvieron necesarios desde que los EEUU pisotearon las normas existentes – por ejemplo, cuando invadió Irak sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.

“Si el actual sistema de relaciones internacionales, el derecho internacional y los pesos y contrapesos… se interpusieran en el camino de los objetivos de [los Estados Unidos], este sistema es declarado sin valor, anticuado y en necesidad de demolición inmediata”, dijo.

La fuerza del lenguaje de Putin también tomó por sorpresa a los oyentes estadounidenses., Toby Gati, un ex funcionario de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton, dijo dirigiéndose al Presidente durante la sesión de preguntas que “no reconoció” como su propio país al que el presidente ruso afirmó estar describiendo.