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Cinco años con freno de mano

Desde el regreso del Perú al mundo moderno a fines del siglo pasado, luego de 30 años en que se impuso un socialismo ajeno a nuestra realidad (primero mediante la tiranía militar y luego por la torpeza de sus herederos de la democracia de los años 80), en que se trataba al sector privado como una suerte de fuerza de ocupación extranjera, empezamos la reconstrucción del país y de los caminos que permitieron que nos acercáramos a la prosperidad.

Efectivamente, desde la promulgación de la Constitución de 1993, empezamos un proceso de crecimiento (1993-1998 – 7.5% del PBI p.a.), interrumpido por la auto infligida recesión de 1998 y continuado con creces desde principios del nuevo siglo.

Los resultados de desarrollo del Perú hasta el 2011 fueron espectaculares, tanto en aspectos leconómicos como sociales. Así lo recogimos y demostramos en nuestra publicación de noviembre del 2013: Las Cifras de la Prosperidad. Ver resumen gráfico en la siguiente ilustración:  

Lamentablemente, este proceso social y económico impulsado por el dinamismo de la inversión privada, que nos permitió alejarnos del estancamiento y avanzar hacia la prosperidad, no fue acompañado por reformas institucionales que permitieran nivelar la calidad de nuestra democracia con las mejores del planeta.

Sin embargo, a pesar de todo lo que aún teníamos que mejorar, estos avances generaron un proceso de inclusión nunca antes visto en nuestra historia. Hubo crecimiento, reducción de pobreza, desigualdad, mortalidad infantil, mejoraron los ingresos y el empleo fuera de Lima, el crecimiento llegó al sector rural (Webb), aumentó la productividad y se creó una dinámica clase media emergente.

Al mismo tiempo, hubieron varios interesados en negar nuestras realizaciones, entre ellos, por supuesto, los grupos de las izquierdas tradicionales que seguían atrapados en las ‘ideas muertas’, y con bombos y platillos, acompañado por esas izquierdas, el llamado ‘nacionalismo’ liderado por Ollanta Humala, que ya había perdido un proceso electoral y se aprestaba a tomar la presidencia del país el 2011 con el compromiso de hacer ‘el gobierno de la inclusión’.

Esta oferta seguía los lineamientos de la política de Lula da Silva en Brasil, que como demostramos en Lampadia durante su visita al Presidente García, era menos exitosa que la lograda por el Perú en base al crecimiento. Ya hemos visto como terminó el asistencialismo brasileño.

Lo lamentable, es que más allá de algunos aspectos positivos de su gobierno, en términos de crecimiento e inclusión, el presidente Ollanta Humala nos ha dado un gobierno ‘sin crecimiento y sin inclusión’. 

Desde el inicio de su gobierno, intrínsecamente enfrentado a la inversión privada, se produjo un punto de inflexión en nuestro proceso de desarrollo que se puede apreciar en varios aspectos. Veamos:

Parálisis de la inversión minera (el mayor motor de crecimiento de la economía):

Regresión de la anemia infantil (por mala gestión de los programas sociales):

La asfixia regulatoria, la tramitología (ver ejemplo para el sector minero):

Colapso de la inversión pública y privada:

La parálisis del crecimiento de la economía:

La pérdida de confianza en el futuro:

Algo que hay que reconocer al gobierno de Humala es que a pesar de su orientación política, supo tratar de entender la necesidad de ir rectificando el camino, desde las orientaciones del socialismo del siglo XXI del chavismo, que inspiraron su campaña con la llamada ‘gran transformación’, pasando por la ‘hoja de ruta’ y recalando, ya sin el apoyo de la izquierda, en un manejo económico que se alejó del radicalismo y aterrizó en una mediocridad agridulce.

Esperamos que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski tenga mejores luces sobre las políticas públicas que traigan nuevamente el crecimiento y la inclusión. Que aliente el  que todos nos ubiquemos al mismo lado de la mesa y rememos en la misma dirección. Ha llegado el momento de entender que los retos que tenemos por delante, solo pueden ser enfrentados en armonía, con muchísimo esfuerzo y constancia, con el compromiso y acción de todos los peruanos. 

Lampadia