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Política ambiental para multiplicarnos por cinco

Política ambiental para multiplicarnos por cinco

Después de la COP20, el gobierno festeja su éxito mientras unos aplauden y otros critican. Sin embargo, pocos explican a los ciudadanos las implicancias de los acuerdos y desacuerdos de la cumbre. Mucho menos los impactos que tendrían en nuestros intereses de largo plazo, más allá del tema ambiental.

El Perú tiene por delante imperiosas agendas de acción en distintos planos que, para el caso, podemos resumir en: lograr un mayor crecimiento económico (o creación de riqueza), superar la pobreza y disminuir la desigualdad en forma duradera, y alcanzar un desarrollo social y ambiental sostenible.

De hoy al 2050 el Perú deberá multiplicar su PBI per cápita por cinco y nuestra PEA se incrementará en 40%. ¿Podemos hacerlo sin mayores emisiones de CO2? ¡NO! A diferencia del Perú, Alemania disminuirá su población en edad de trabajar (PEA) en un 30%, Japón en un 40%, Corea del Sur en 30% y China en 7%. (Ver en Lampadia (L): HSBC “The World in 2050”). Dichos países si pueden disminuir emisiones “brutas”, nosotros no.
En este contexto, ¿Cómo debemos abordar el tema ambiental?
Como hemos señalado antes del evento (ver en (L): El Perú tiene que abordar la COP20 con sus cinco sentidos bien puestos), nuestra posición sobre el tema ambiental debiera ser producto de un análisis estratégico que sepa conjugar los distintos intereses nacionales. Puede ser entendible, que el Perú como país anfitrión, haya tenido que navegar con la corriente prevaleciente durante la COP20 y no haya podido plantear una posición singular.
Pero ahora, ya no podemos saltarnos la obligación de promover un debate “multi-objetivo” que permita asumir una posición ambiental compartida de largo plazo en el contexto del conjunto de nuestros intereses. Con esta mentalidad, Lampadia presenta a continuación unos lineamientos de las acciones estratégicas que debiéramos resolver antes de llegar a la COP21 en París con compromisos serios.
Acciones Estratégicas

  1. Proyección de la actividad económica para que, al 2050, podamos multiplicar nuestro PBI per cápita por cinco.
  2. Cálculo del impacto en emisiones adicionales (brutas) para lograr el objetivo anterior.
  3. Inventario de la capacidad del Perú para compensar o contrarrestar las emisiones adicionales de modo que nuestras “emisiones netas” puedan ser iguales a cero. (Para este propósito definimos una emisión neta como una emisión de CO2 compensada mediante acciones que disminuyan los impactos ambientales). 
  4. Elementos a considerar en el inventario de compensación:
    • Reforestación
    • Limpieza de todas nuestras aguas: Mar, ríos y lagos o cochas
    • Reciclaje de las aguas servidas
    • Disminución de la pérdida de agua dulce:
      • Reestructuración de Sedapal y de todas las empresas de saneamiento
      • Construcción de reservorios
      • Transvases de aguas
      • Aprovechamiento de las aguas permanentes apoyando el  desarrollo de “Sierra Productiva”
    • Mejoramiento del transporte público y masificación del uso de gas natural
    • Construcción de vías férreas que privilegien el uso de gas natural
    • Desarrollo de nuestro potencial hidroeléctrico
    • Promoción del uso de fuentes no tradicionales de energía
  5. Incluir en la agenda climática la necesidad de invertir y desarrollar tecnologías que permitan:
  6. OFRECER: “Emisiones Netas Cero”
  7. Si el inventario lo permite, ofrecer:
    “El compromiso de que por cada parte de emisión bruta que generemos, compensemos o hagamos las acciones que la contrarresten en 1.5 o 2.0 partes equivalentes”.

Los peruanos tenemos que diseñar nuestro futuro con imaginación, análisis y acciones conjuntas que nos lleven al bienestar general. Cuidado con el tema ambiental, todavía hay mucho por evaluar. Lampadia




El Perú tiene que abordar la COP20 con sus cinco sentidos bien puestos

El Perú tiene que abordar la COP20 con sus cinco sentidos bien puestos

Este diciembre, 195 países, más la Unión Europea, se están reuniendo en Lima durante dos semanas para la ‘Conferencia de las Partes’ de la ONU sobre el Cambio Climático, conocidos como la COP 20. La esperanza es producir el primer borrador completo de un nuevo acuerdo climático global para la reunión de próximo año en París.

Sin embargo, esto es como escribir un libro con 195 autores. Después de cinco años de negociaciones, hasta ahora sólo hay un esquema del acuerdo y un par de secciones en borrador.

Y es que es un acuerdo muy polémico, en términos de la cantidad de emisiones que cada país debe reducir y para cuándo. Está claro que las emisiones globales de CO2 deben empezar a disminuir antes de 2020 ya que, de lo contrario, un eventual aumento de la temperatura del planeta en 2C° sería muy peligroso. Sin embargo, esto ha llevado a crear una presión a todos los países a reducir sus emisiones en la misma proporción.

En el caso del Perú, en la COP 16 nos comprometimos a reducir las emisiones hacia el 2021, incluyendo deforestación cero, diversificación de la matriz energética (para alcanzar el 40% de participación de energías renovables) y llegar al 100% del tratamiento adecuado de residuos sólidos.

Estos objetivos, asumidos sin mayor análisis no se han cumplido, en parte por lenidad, pero en gracias a Dios no se realizaron porque nunca debimos habernos comprometido a efectivizarlos.  Hacia el 2050 Alemania disminuirá su población en edad de trabajar en un 30%, Japón en un 40%, Corea del Sur en 30% y China en 7%, mientras que el Perú la aumentará en casi 40%, según la publicación de la HSBC “The World in 2050”. No solo eso, el Perú es un país emergente con un déficit de desarrollo inmenso. Por lo tanto, sería sensato que nuestro país no reduzca sus emisiones y no debe comprometerse a hacerlo hasta que hayamos alcanzado un umbral de desarrollo e ingresos que permita que nuestra población goce de los mismos niveles de confort y bienestar que el mundo desarrollado. ¡¿Anatema?! – ¡NO!

No se trata de darle las espaldas al esfuerzo conjunto de evitar el calentamiento global. Hay que adoptar procesos productivos y sociales (saneamiento) limpios, hay que promover fuentes renovables de energía (hidráulica, eólica y solar), pero no se puede condenar a nuestra población a que viva en condiciones infrahumanas.

El problema de la COP20 radica en la formulación de los objetivos. Estos tienen que fijarse en función del nivel de emisiones actuales, con su correlato en el nivel de desarrollo, la evolución del perfil poblacional y en la capacidad de compensar las emisiones que pueda tener cada país.

En el caso del Perú, nuestros objetivos tienen que basarse en el binomio: “Emisión-Compensación”.

Si nos podemos comprometer a que nuestras mayores emisiones sean compensadas en  paralelo. Un factor de emisión con un factor de compensación. O, inclusive: Un factor de emisión con 1.5 o 2.0 factores de compensación.

Solo reforestando y sembrando bosques primarios de alto metabolismo, en la sierra y en la selva, y cuidando nuestro mar (sin verter desechos que destruyan las algas y el plancton),  podemos compensar  gran parte, sino todas nuestras emisiones. Pero, además, esto nos permitiría disminuir la pobreza y generar empleo adecuado, así como producir más agua dulce.

Otro aspecto que ha sido difundido con ferocidad en esta cumbre es el de la supuesta altísima vulnerabilidad del Perú, “uno de los diez países más vulnerables al cambio climático”, “especialmente por una supuesta futura escasez de agua”.

Estas afirmaciones deben ser tomadas con mucho cuidado. La fuente de estas aseveraciones es un estudio hecho por el Centro Tyndall de Investigación de Cambio Climático de Inglaterra, “Nuevos indicadores de vulnerabilidad y la capacidad de adaptación” (New indicators of vulnerability and adaptive capacity), del año 2004.

Dicho estudio fue realizado hace 10 años y no ha sido validado, solo ha sido difundido por el látigo de la autoflagelación que promueven algunos medios y los enemigos del crecimiento del Perú. Un desarrollo que es urgente, especialmente para los más pobres. El Perú, y el mundo, han cambiado considerable en una década. Las capacidades tecnológicas son tremendamente distintas (y las que se vienen, aún más), por tanto no se pueden considerar hoy los resultados del trabajo del Centro Tyndall como una verdad revelada.

Como señala The Economist en su edición de noviembre, hoy día se generan muchos índices comparativos que no tienen ningún valor, pues no son verificados por técnicos imparciales y no son, necesariamente, representativos de las diversas realidades de muchos países, entre ellas la del Perú. “A los gobiernos, think-tanks y activistas les encanta la sencillez y la claridad de un índice; cuando está bien hecho, puede iluminar fallas, sugerir soluciones y provocar una tomar de decisiones. (…) Algunos índices son inútiles o francamente engañosos.” dice The Economist. “Hay que recordarque se puede elegir qué poner en un índice, por lo tanto uno define el problema y dicta la solución. Medidas de democracia que se basan en la participación ignoran la capacidad de los autócratas de votar. Los índices de condición de la mujer basados en los niveles de educación olvidan que, en Arabia Saudita, las mujeres superan a los hombres en las universidades, ya que es una de las pocas actividades que se les permite hacer. La crítica siempre se puede descartar como uvas agrias y defensa especial. Los números, después de todo, están de su lado. Uno se asegura de eso.”

Por lo tanto, sería importante validar “estudios” en los que se basan políticas y acuerdos tan importantes como los del clima. El Perú debe que invertir lo mejor que tiene, en recursos humanos, técnicos y financieros para evaluar cuidadosamente su realidad. Analizarla en profundidad y contrastarla con el conjunto de objetivos que debemos priorizar para lograr el mayor bienestar posible, para la mayor cantidad de ciudadanos, en el menor plazo posible y con los menores costos.

Mientras tanto luchemos contra los jinetes del apocalipsis invocando al coro de ángeles que traen las buenas nuevas (ver en (L), por ejemplo la conferencia de Diamandis: La abundancia es nuestro futuro. Lampadia.




Hasta ahora somos solo parte de la comparsa de abstencionistas

Hasta ahora somos solo parte de la comparsa de abstencionistas

Ni en el sector público, ni en el sector privado se viene reflexionando en profundidad sobre cómo un país como el Perú, pleno de recursos naturales, desde minerales, petróleo y agua, debe diseñar las políticas públicas que permitan lograr el balance correcto entre la transformación de nuestros recursos en riqueza y eliminación de la pobreza, y el cuidado y preservación de un medio ambiente sano y sostenible.

 

Para poder hacer buenos balances hay ciertos requisitos que un país debe establecer. En el caso del Perú creemos que deben ser cuatro:

 

  • Fijar prioridades
  • Hacer las cosas bien (evitar daños o compensarlos)
  • Ser realistas
  • Adoptar las tecnologías adecuadas

Prioridades: En cuanto a las prioridades, no creemos que sea moralmente correcto, que pudiendo aprovechar nuestros recursos para eliminar la pobreza extrema en un plazo relativamente corto, no lo hagamos, sin haber extremado todas las opciones sanas, correctas o compensadas.

Hacer las cosas bien: Cada día mejor. Evitar todos los daños posibles o compensarlos. Por ejemplo, reforestando parte de las millones de hectáreas peladas, con bosques primarios de alto metabolismo en la fijación del CO2. Los bosque son los que limpian el ambienta captando el CO2, la flora marina, plancton y algas, produce hasta el 90% del oxígeno de nuestro planeta. Hace rato le hemos propuesto al Ministerio del Ambiente que plantee un lema que nos ayude a los ciudadanos a ubicarnos en el manejo de nuestras acciones ambientales: “El Ministerio de Ambiente existe para que las cosas se hagan bien, NO para que no se hagan”.

Ser realistas: Debemos evitar posiciones inocentes o románticas, especialmente en el sector privado, que es el que tiene que crear riqueza, y que tiene la obligación de hacer una evaluación correcta de la realidad. Por ejemplo: a pesar de todo lo invertido en producir energía limpias que sustituyan a los hidrocarburos, se ha logrado muy poco, no más de un 5%. Con el desarrollo del shale gas será inevitable que EEUU se abstenga de usarlo al máximo de su potencial, pues le puede permitir un proceso de reindustrialización que ayude a disminuir la desigualdad de ingresos interna que lo aqueja. De igual modo, será muy difícil que China deje de usar carbón para producir electricidad y especialmente, sería un crimen, evitar que el África use carbón, su única fuente abundante y económica para producir electricidad. No podemos condenar a los africanos a continuar en la Edad Media.

Por lo tanto, en vez de caer en el típico abstencionismo y desconfianza en el avance de la tecnología, debemos proponer en la COP20 que la humanidad invierta más dinero en producir energía limpia desde los hidrocarburos. Ver en L: ¡Cuidado que en el África hay mucho verde y mucha pobreza! Comentario editorial de Lampadia al artículo “Vitrina Verde” de Diego de La Torre, en el que proponía un Perú verde, con bajas huellas hídricas y de carbono.

Posteriormente hemos podido evaluar el documento producido por Confiep y otras instituciones con el liderazgo de de la Torre: “Rumbo a una economía sostenible en el Perú – Oportunidades de negocios bajos en emisiones de carbono”. Curiosamente, el documento empieza con las siguientes palabras de Diego de La Torre: “El objeto de este informe, el primero sobre este tema en el Perú, es demostrar que es totalmente falsa la oposición entre economía verde y desarrollo. (…)”.  Como cualquiera podrá comprobar, lamentablemente, en dicho documento se listan una serie de opciones que no crean PBI, que no crean riqueza. La propuesta ambiental del sector empresarial peruano está en cero.

Adoptar las tecnologías adecuadas: Así como a principios del siglo XX, Henry Ford ayudó a limpiar las invivibles ciudades de Nueva York y Londres de los desechos de los caballos y sus pestilencias con su Ford Modelo T, hoy debemos invertir en limpiar la producción de hidrocarburos, de otra manera, si no lo hacemos, no vamos a poder evitar una alteración grave de nuestro entorno de vida.

Veamos más abajo la simbiosis del ser humano con la tecnología y un impresionante ejemplo de mejora ambiental en las arenas bituminosas del Canadá. Lampadia

El hombre evoluciona a través de la tecnología

Fernando Savater nos dijo en una charla magistral en la UPC el 2005 “Antropología de la Libertad” que la evolución del animal y el hombre son diferentes: “Los animales evolucionan y llegan a su punto más alto de perfección, que consiste en su adaptación al medio. (…) Existe una correspondencia evidente, que la teoría evolutiva explica, entre los animales y su medio. Sin embargo, una vez llegados a ese punto (…) llega a su punto de perfección.

El ser humano, (…) ha evolucionado menos, (…). El ser humano es el animal dispuesto a hacer cosas distintas, diferentes, en el lugar donde se encuentre. Sin embargo también ha sufrido una evolución. ¿Cuál es la evolución del ser humano? La técnica, la evolución de los instrumentos, de las herramientas, de las moradas y, sobre todo, la evolución de su herramienta por excelencia, la sociedad. La técnica tiene muchas ventajas frente a la evolución natural. Primero, es mucho más rápida. (…)”.

Un excelente ejemplo

En el siguiente artículo de The Economist podemos ver como la producción más sucia y contaminante  del planeta, la que se saca de la arenas bituminosas de Canadá, están atravesando el impacto de la tecnología humana y transitando aceleradamente hacia procesos limpios.

Nuevas tecnologías más limpias para extraer el bitumen de las arenas petrolíferas

Publicado por The Economist como “The steam from bellow” el 6 de setiembre del 2014.

Traducido y glosado por Lampadia

Una de las escenas más tristes de la destrucción causada por el hombre es la minería a tajo abierto de las arenas con alquitrán en los bosques de Alberta, Canadá. La arena está impregnada de bitumen natural, un tipo de petróleo con consistencia de mantequilla de maní. Una vez extraída de la superficie, la arena se transporta a una planta de extracción donde se mezcla con una gran cantidad de agua caliente y productos químicos para liberar el aceite y lograr que fluya en oleoductos o ser tomado por los petroleros a las refinerías. No toda el agua se puede reciclar y lo que queda es un residuo tóxico pegajoso en unos 170 kilómetros cuadrados de estanques artificiales.

No es extraño que los ambientalistas quieran restringir o eliminar la creciente industria de “arenas bituminosas” (…). Sólo Arabia Saudita y Venezuela tienen mayores reservas de petróleo que Canadá, pero el 97% de los 174 mil millones de barriles de Canadá se encuentran en las arenas bituminosas, principalmente en Alberta.

En la última década, los altos precios del petróleo han hecho que la explotación de las arenas petrolíferas sea muy rentable. Pero la industria del petróleo, cuya reputación de proteger el medio ambiente ya es pobre, ha estado bajo mayor presión para encontrar formas más eficientes y menos contaminantes de extraer el aceite. Los resultados de esa innovación están empezando a desarrollarse.

Muchos operadores extraen ahora el bitumen sin tajos abiertos. La producción “in situ”, como se le llama, consiste en inyectar vapor de alta presión, se calienta a más de 300 °C, en pozos profundos. El vapor (…) liquidifica el bitumen y permite que éste sea bombeado a la superficie.

[Esto] implica que nueve décimas partes de la tierra que había que remover, se puede ser dejada intacta. No hay necesidad de estanques de desecho, porque la arena se deja bajo tierra y la mayor parte del agua recuperada a partir del bitumen puede ser limpiada mediante la destilación para su reutilización.

Actualmente, la proporción de bitumen producido con vapor es de 53% y seguirá aumentando, (…). Uno de los métodos más novedosos, drenaje de gravedad asistido por vapor, ha demostrado ser particularmente eficaz. Implica la perforación de dos pozos horizontales a través de un yacimiento de petróleo, uno a cinco metros por debajo del otro. Entonces el vapor se libera del pozo superior y en pocas semanas puede derretir bitumen hasta a 50 metros por encima y a los lados de la perforación. A continuación, el bitumen se filtra hacia abajo, hacia el pozo inferior, del cual se bombea a la superficie.

La generación de vapor, sin embargo, requiere de la quema de una gran cantidad de gas natural, y esto crea emisiones. Otra innovación promete reducir la energía y las emisiones. Suncor comenzará su producción comercial dentro de un año utilizando disolventes que incluyen butano, propano y una sustancia patentada que debilita la tensión superficial entre líquidos y sólidos. Otra firma de Alberta, Laricina Energy, reconoce que puede reducir la cantidad de agua que necesita ser calentada en un 25% o más. Tales reducciones prometen bajar los costos.

Los costos y las emisiones podrían reducirse aún más en una prueba de 100 millones de dólares iniciada este año cerca de Cold Lake. Imperial Oil, con sede en Calgary, ha reemplazado el vapor por completo mediante la inyección de disolventes con alta presión, pero a temperaturas mucho más bajas.

Más procesos radicales están en el camino. Este año Suncor comenzó a construir instalaciones en Alberta para intentar derretir el bitumen con microondas. (…) Las pruebas de laboratorio sugieren que esto podría reducir los costos de energía en un 80%.

La empresa alemana Siemens está desarrollando un sistema que inunda un cable de cobre espeso con una corriente eléctrica para crear un campo magnético alterno para derretir bitumen. (…).

El uso de las nuevas tecnologías se está extendiendo rápidamente, (…) gracias en parte a un órgano llamado el Oil Sands Innovation Alliance canadiense, en el que las empresas que lo componen comparten información sobre sus avances.

El Perú no es cualquier país que puede albergar una reunión internacional, tan importante como una vinculada al cambio climático, sin hacer un excelente análisis estratégico y bien fundamentado de sus objetivos nacionales. Asimismo, en nuestra casa, nos corresponde hacer una propuesta inteligente al resto de la humanidad. Lampadia