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Chile apuesta a ganador

Como hemos explicado desde el 11 de abril 2016, luego de la primera vuelta electoral, el Perú estaba llamado a remontar la regresión política del gobierno de Ollanta Humala, pero PPK, su partido y sus asesores prefirieron inaugurar una confrontación política suicida (para el país) con Fuerza Popular. Confrontación, que luego de un espacio de solo tres meses, retomó viada en el gobierno de Martín Vizcarra, con el entusiasmo del partido PPK y más asesores.

A diferencia del Perú, Chile, luego del gobierno regresionista de Michelle Bachelet, bajo la conducción de Sebastián Piñera, una suerte de sosías (doble) de PPK, se dirige a recuperar el tiempo perdido y a enrumbarse al desarrollo.

Confrontación antes que desarrollo integral (económico, social e institucional). Grave responsabilidad del gobierno que nos hará aterrizar en nuestro bicentenario. Sin caer en hipocresías ni en sobonerías, tenemos que decir, que mientras nuestros adelantados vecinos apuestan por un mejor futuro, nosotros apuntamos a completar una década perdida.

Líneas abajo compartimos un artículo de The Economist sobre ‘Cómo sacar a Chile de la trampa de los ingresos medios’. Analicemos sus posibilidades.   

La denominada “trampa de ingresos medios” todavía genera una gran angustia entre muchos países de ingresos medios. Preocupados por el hecho de que puedan quedar “atrapados” en niveles insuficientes de ingresos. Estos países están buscando un conjunto de políticas que les ayuden a lograr un crecimiento fuerte y sostenido y eventualmente les ayuden a unirse a la liga de los países de altos ingresos.

La ‘receta’ para evitar caer en la Trampa del Ingreso Medio es aplicar las reformas adecuadas que permitan generar un cambio cualitativo en la capacidad de realizar mejoras continuas en la competitividad de la economía, estimulando el aumento de la productividad. Sin descuido, por supuesto, de las reformas institucionales.

The Economist explica cómo debe Chile enfrentar el reto, con un crecimiento del PBI de 5.3% en el segundo trimestre del año y un salto de 7.1% en la inversión, indicadores positivos que califica afirmando que “no son un retorno a los días de gloria”. El crecimiento se ha recuperado en parte porque han subido los precios del cobre”. En atención a los bajos niveles de productividad, alerta que “el sueño de Chile de convertirse en una economía completamente desarrollada parece elusivo”.

En este escenario es que el diario británico habla de la reforma tributaria del gobierno, señalando que “los empresarios celebran el retorno del modelo integrado, pero están decepcionados de que Piñera no haya mantenido su promesa de reducir las tasas de los impuestos corporativos”. El reportaje concluye con una advertencia: “La ventana para implementar políticas ambiciosas no estará abierta mucho tiempo (…) El entorno económico se vuelve menos amigable justo mientras la luna de miel de Piñera se acerca a su fin. Si quiere virar y alejarse de la trampa del ingreso medio, tendrá que actuar rápido”.

Y si bien reconoce que el alza de tasas globales y la guerra comercial aún no han perjudicado a la economía chilena (destacando las finanzas “sólidas” y el régimen de flotación del tipo de cambio).

El esfuerzo chileno debe además enfrentar una oposición que controla el Congreso, pero Piñera y su equipo están dando la batalla buscando armonía y alertando a la población sobre sus desarrollos potenciales. (Que envidia, ¿no?).

En Lampadia hemos propuesto una “Estrategia para la generación de empleo y creación de riqueza en el Perú durante los próximos 20 años”. Pero, no se escucha, la confrontación es primero. También hemos propuesto un “Pacto social por la educación”. Tampoco se escucha, la discusión sobre género estás antes que la calidad educativa.

El mensaje de The Economist es claro, anima a Chile a verse como un futuro tigre, pero a pesar de su emprendimiento, se manifiesta algo pesimista. Estudiemos el caso de Chile y aprendamos de él. Lampadia

Adelante, sé un tigre
Guiando a Chile lejos de la trampa de los ingresos medios

Sebastián Piñera tiene la oportunidad de llevar adelante grandes reformas, pero no durará mucho

The Economist
29 de setiembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El 5 de octubre de 1988 fue un buen día para Chile. En un plebiscito, los votantes rechazaron una propuesta de Augusto Pinochet, que había tomado el poder 15 años antes, para extender su gobierno dictatorial.

Eso llevó a elecciones libres un año después y a más de dos décadas de fuerte crecimiento económico, respaldado por políticas favorables al mercado, reformas sociales y, desde principios de la década de 2000, un auge de las materias primas (ver gráfico).

La economía se triplicó en tamaño y la tasa de pobreza cayó de casi 40% a menos del 10%. Los economistas apodaron a Chile como “el tigre de América Latina”.

Los últimos años han sido menos de tigre. El precio del cobre, la mayor exportación, comenzó a caer fuertemente en 2014. Michelle Bachelet, presidenta de 2014 a 2018, reescribió el código tributario, fortaleció a los sindicatos y propuso una nueva constitución. Su objetivo era reducir la desigualdad, pero también desconcertó a los negocios. La inversión se contrajo durante cuatro años consecutivos. El crecimiento económico cayó de un promedio de 5% en los años posteriores a Pinochet a 1.7% en 2013-17.

Bajo Sebastián Piñera, quien tomó el relevo de Bachelet en marzo, la economía ha comenzado a ronronear nuevamente. El PIB en el segundo trimestre de este año fue 5.3% más alto que en el mismo trimestre del año pasado, la tasa de crecimiento más rápida desde su primer período como presidente en 2010-14. La inversión creció en 7.1%. El banco central elevó su pronóstico de crecimiento este año a 4-4.5%.

Pero esto aún no es un regreso a los días de gloria. El crecimiento se ha recuperado en parte porque el precio del cobre sí lo ha hecho. El crecimiento potencial -la capacidad de la economía para crecer sin presión inflacionaria- es solo de alrededor del 3%. En los últimos 15 meses, las tres grandes agencias de calificación crediticia han rebajado la calificación de la deuda soberana de Chile. Esta ha crecido del 4.9% del PIB en 2008 al 23.5% en marzo de este año. Aunque eso no es alto, las agencias temen que el crecimiento no sea lo suficientemente rápido como para justificar las sólidas calificaciones crediticias de Chile.

La fuerza de trabajo se reducirá a medida que la población envejece a menos que se unan más mujeres, jóvenes e inmigrantes. La productividad es “baja y estancada”, según la OCDE. Esto frena el crecimiento potencial. Por lo tanto, el sueño de Chile de convertirse en una economía completamente desarrollada parece difícil de alcanzar. Su mayor desafío “es evitar caer en la trampa del ingreso medio”, dice Rodrigo Aravena, economista jefe de Banco de Chile, un banco comercial.

Los votantes eligieron a Piñera, un empresario multimillonario, para alejar a Chile de esa trampa. Sus críticos dicen que ha sido lento en agarrar el volante. Él reveló su primera gran propuesta de reforma, una reorganización del impuesto corporativo, en agosto. Enfrenta resistencia en el Congreso, donde su coalición de centroderecha carece de mayoría. El crecimiento de la economía hasta ahora no ha producido muchos más empleos. La confianza del consumidor cayó en territorio negativo en agosto; la confianza empresarial también está baja. El ritmo de las reformas y la recuperación económica han rezagado las expectativas, dice Jorge Desormeaux, ex vicepresidente del Banco Central.

“Nuestro trabajo es vencer este pesimismo con acción”, dice José Ramón Valente, el ministro de Economía. Está a cargo de tres nuevas unidades, para inversión, productividad y “la economía del futuro”, que tienen la tarea de alentar a los empresarios y reducir la dependencia de la economía del cobre. El gobierno quiere mantener el crecimiento de la inversión en un 6-7% anual. El objetivo para la productividad es un crecimiento del 1% anual. Si todo va bien, la tasa de crecimiento potencial aumentará del 3% al 4%.

Lograr esa ambición requerirá avances en varios frentes. Algunos encontrarán resistencia; otros tardarán años en producir resultados. Los planes incluyen un programa de concesiones de cinco años, en virtud del cual los inversores gastarán casi US$ 15 mil millones, aproximadamente el 6% del PBI de este año, para construir carreteras, aeropuertos y hospitales. El propio gobierno invertirá US$ 8 mil millones en la región de la Araucanía, la más pobre de Chile. Quiere proporcionar guarderías gratuitas para cada niño, lo que debería atraer a más mujeres a la fuerza de trabajo y aumentar la productividad a largo plazo. Los empleadores pagarán en un fondo para eso. El gobierno también planea reducir la regulación de los negocios, que es más compleja que en cualquier otro miembro de la OCDE. Más controvertido es un esquema para hacer que las reglas para emplear a los estudiantes sean más flexibles que para otros trabajadores.

El gobierno eligió como su primera gran batalla un asalto al sistema impositivo de aniquilación de la confianza presentado por Bachelet. Será uno de los más difíciles de ganar. La reforma fiscal de Bachelet elevó los impuestos corporativos para proporcionar más dinero para la educación. Trajo dos regímenes de impuestos corporativos, que confundieron tanto a la gente de negocios como a los inspectores de impuestos. También limita el alcance de los dueños de negocios para deducir de sus facturas de impuestos personales el impuesto que su compañía ha pagado sobre sus ganancias. Entre los empresarios enojados están 80,000 propietarios de pequeñas empresas, que anteriormente no pagaban ningún impuesto.

La reforma propuesta por Piñera restablecería un “modelo integrado”, restaurando la capacidad de los accionistas de deducir los impuestos pagados por la compañía. También eximiría de impuestos a los propietarios de empresas de bajos ingresos que fueron atrapados en la red tributaria de Bachelet. Para estimular la inversión, el nuevo esquema permitiría a las empresas acelerar la depreciación. Con más dinero en sus bolsillos, los dueños de negocios, tanto prósperos como pobres, gastarán más, predice el gobierno.

La propuesta de reforma ha tenido revisiones mixtas. Los empresarios animan el regreso del modelo integrado, pero están decepcionados de que Piñera no haya cumplido la promesa de reducir las tasas de impuestos corporativos (27% para las grandes empresas). Las grandes empresas obtendrán una depreciación acelerada por solo dos años, lo que disminuirá el impulso a la inversión en el largo plazo, dice Claudio Agostini, un experto en impuestos de la Universidad Adolfo Ibáñez. La intención comercial de la reforma fiscal ha despertado sospechas en el Congreso, donde la oposición, dividida entre los partidos de centro y de izquierda, se ha unido para luchar contra ella. Ellos afirman que aumentará la desigualdad.

También puede aumentar la deuda. El gobierno, que promete reducir el déficit fiscal de 1.8% del PIB este año a 1% para el 2022, cuando termine el mandato de Piñera, afirma que el plan fiscal generará un poco de ingresos. Dice que el esquema compensará cualquier déficit haciendo que las facturas electrónicas de impuestos a las ventas sean obligatorias. Muchos observadores lo dudan. Chile no tiene una agencia independiente como la Oficina de Presupuesto de Gran Bretaña para estimar los ingresos y el gasto, señala Eduardo Engel, director de Espacio Público, un grupo de expertos. El gobierno desaprovechó la oportunidad de establecer el impuesto al diésel al mismo ritmo que el de la gasolina y dejó las lagunas ampliamente utilizadas.

Si la reforma tributaria no se amortiza, el gobierno tendrá menos dinero para gastar en políticas más populares, como la inversión en Araucanía. A Engel le preocupa que la batalla por la reforma fiscal consumirá el capital político necesario para abordar las quejas de la clase media de Chile, especialmente el crimen, la atención médica de baja calidad y los beneficios de pensión que ellos lo consideran demasiado bajo. Ni Piñera ni sus ministros han sido gerentes políticos astutos. El ministro de educación sugirió en julio que las escuelas deberían organizar juegos de bingo para pagar las reparaciones, una metida de pata que condujo a su despido.

La ventana para promulgar políticas audaces no permanecerá abierta por mucho tiempo. Las crecientes tasas de interés mundiales y la guerra comercial entre Estados Unidos y China aún no han perjudicado a la economía, gracias a las finanzas relativamente sólidas de Chile y a un tipo de cambio flotante, lo que ha permitido que el peso se deprecie. Pero el ambiente económico se está volviendo hostil justo cuando la luna de miel de Piñera está llegando a su fin. Si quiere alejarse de la trampa del ingreso medio, tendrá que actuar rápido. Lampadia




La flexibilidad laboral no es una monserga ‘neoliberal’

Las consecuencias de las malas políticas laborales de Francia, llevaron al gobierno socialista a plantear una reforma laboral liberalizadora que permita retomar la competitividad de la economía y generar más demanda de empleo, especialmente para los jóvenes. Pues, luego de muchas protestas y a pesar de ellas, el gobierno usó un instrumento constitucional extremo para aprobar la reforma. 

Manuel Valls, este martes, en la Asamblea Nacional de Francia. Philippe Wojazer Reuters

Tras meses de violentas protestas en todo el país, la Asamblea Nacional de Francia se aprobaron las muy necesarias reformas laborales del presidente Francois Hollande que, según el gobierno, frenará las elevadas tasas de desempleo, haciendo que sea más fácil para los empleadores contratar y despedir trabajadores y establecer unilateralmente las horas de trabajo y los salarios.

Típicamente, las protestas fueron lideradas por los sindicatos y por grupos de jóvenes que serán los beneficiados por la reforma. Un caso parecido al de la marcha de los ‘pulpines’ en el Perú. Es curioso, se supone que los jóvenes, especialmente los millennials se caracterizan por su independencia de criterio, pero, en uno y otro caso, se ve que son manipulados en contra de sus propios intereses. Tendremos que reflexionar sobre esto en otra ocasión.

El Gobierno de Hollande invocó el artículo 49.3 de la Constitución (llamado coloquialmente la ‘bomba atómica’), que permite al Gobierno imponer un proyecto de ley de modo que se adopte sin necesidad de ser votado en la Asamblea Nacional. Los diputados tenían hasta este miércoles para presentar una moción para revocarlo, sin embargo, no consiguieron las 58 firmas necesarias para llevarlo a cabo.

Los estudiantes franceses queman contenedores de basura en la ciudad de Nantes durante una protesta contra las reformas laborales el 24 de marzo de 2016. Fuente: France24

Recordemos que en Francia, al igual que la mayoría de países europeos, el presidente es elegido mediante una elección indirecta. Esto significa que los ciudadanos eligen a los miembros de la Asamblea o Parlamento y es éste órgano el que elige entre ellos al jefe del poder ejecutivo. De igual manera ocurre en algunos sistemas republicanos democráticos en los que el Jefe del Estado no es elegido directamente por los ciudadanos, sino que estos eligen primero representantes que se constituyen como los electores finales. Este es el caso de la eleción del Presidente de los Estados Unidos.

En Francia, el Primer Ministro, Manuel Valls, invocó la cláusula de poderes especiales (artículo 49,3) porque los legisladores de izquierda habían amenazado con votar en contra del proyecto y era necesario imponer una flexibilización laboral que facilite la contratación y el despido de trabajadores y otros. 

Y es que existen muchas razones por las que se considera necesaria la reforma. En los últimos años, Francia ha quedado sistemáticamente detrás de sus pares de la zona euro en términos de creación de empleo y tasa de desempleo, que actualmente es de 10.2%. El mercado laboral está afectando la competitividad y el bienestar de la población. Ver en Lampadia: Reforma laboral francesa: flexibilidad o más desempleo.

Además, como muestra el gráfico inferior, una de las grandes razones por las que el mercado laboral de Francia ha fracasado es que muchas personas sin empleo no tienen un incentivo real para trabajar en un trabajo que consideran mal pagado. Las cargas fiscales sobre los trabajadores franceses son las más altas de cualquier país de la OCDE.

Con excepción de Lampadia, en el Perú, lamentablemente, la noticia no ha sido difundida por los medios nacionales. Se puede entender que, por miedo, haya sido obviada por los candidatos, pero no que luego se siga ignorando algo tan importante para la salud de largo plazo de nuestros trabajadores.

Los manifestantes en una manifestación contra la reforma de la legislación laboral en la capital francesa de París en marzo. Fuente: TheEpochTimes

La importancia de esta revolución es que nos debería hacer reaccionar sobre nuestras propias políticas laborales, para facilitar la creación de empleo de calidad y empezar a superar la perniciosa informalidad a la que hemos condenado, sin protección laboral efectiva, a la gran mayoría de nuestros trabajadores. (Ver en Lampadia: El altar del laboralismo se rinde a la ‘dura prueba de la realidad’ y Sin flexibilidad laboral perdemos empleo y productividad). Nuestras regulaciones laborales y sus impactos en el mercado de trabajo son muy similares a las de Francia antes de la reforma histórica que está entrando en vigor.

Así como seguimos a Francia cuando levantamos los muros que desincentivaron la creación de empleo, ahora nos toca acompañarlos en una reforma efectiva que corrija nuestra rigidez laboral, una de las más extremas del mundo. (Ver en Lampadia: Por décadas, nos equivocamos siguiendo a los franceses). 

Policías y estudiantes heridos, decenas detenidos tras tornarse violentas las protestas laborales francesas. Fuente: The Independent

En el Perú, el 73% de la Población Económicamente Activa (PEA) empleada es informal. Esto se debería en gran medida a la rigidez laboral del país, por lo que se deberían implementar reformas que permitan reducir los niveles de informalidad que además afectan la productividad de una buena parte de las empresas que operan en ese ambiente societario.  Este es uno de los principales problemas del mercado laboral peruano y será uno de los grandes retos para el próximo gobierno.

Como se puede observar en el gráfico inferior, en los últimos 5 años hemos retrocedido en casi todos los indicadores de eficiencia del mercado laboral con respecto al 2011. Además, en los últimos años, hubo un deterioro considerable en las prácticas de contratación y despido. Nos encontramos entre los países con peores prácticas de contratación y despido en el mundo (puesto 133 de 140 según el WEF).

Está comprobado que la sobre regulación afecta el normal desenvolviendo de los mercados y el laboral no es una excepción. Por tanto es urgente realizar cambios que no sólo nos hagan más competitivos. Para ello, el gobierno debe crear una formalidad más accesible, explicar a empleadores y a la población los beneficios de un sistema más flexible y establecer procesos de transición no punitivos.

Ayer hemos hecho una propuesta que plantea tratar la formalización del trabajo en vinculación al tema de las pensiones y el IGV.  Ver en Lampadia: Sobre formalización, pensiones e IGV. En el Perú no tenemos la ‘bomba atómica’ de Francia, pero el que se haya usado demuestra la extraordinaria importancia del tema laboral. En nuestro caso se impone un amplio debate nacional que es ideal que coincida con el inicio del nuevo gobierno. 

Lampadia

Valls acude de nuevo al decretazo para la definitiva aprobación de la reforma laboral

Los sindicatos amenazan con más protestas ante la “deriva autoritaria” del Gobierno

Carlos Yárnoz

El País de España

París, 6 de Julio 2016

Glosado por Lampadia

 

Por cuarta vez en esta legislatura, el Gobierno francés anula el voto parlamentario y echa mano del decretazo para sacar adelante una reforma.

Valls ha anunciado este martes en la Asamblea Nacional el recurso al extraordinario artículo 49.3 de la Constitución –permite suspender el trámite parlamentario de una ley y aprobarla por decreto– después de una tensa reunión con su dividido grupo parlamentario. “Basta de jugar. Yo no juego. Asumo mis responsabilidades en interés del país”, les espetó el jefe del Gobierno.

Para el jefe del Gobierno, el fracaso parlamentario del proyecto de ley es achacable a “una alianza de conservadores y de inmovilistas” -la derecha y sus diputados críticos-, pese a que el proyecto recoge “un texto de progreso” necesario para Francia. “El país debe avanzar”, ha afirmado.

Con este recurso al decreto, Hollande y Valls pretenden dar carpetazo a su proyecto más polémico y convertido desde marzo pasado en todo un símbolo de la pugna de los sindicatos mayoritarios y de la izquierda radical contra la política económica del Gobierno socialista.

LOS CAPÍTULOS MÁS CONTESTADOS

Prioridad a la empresa. Los acuerdos entre propietarios y empleados en cada empresa tendrán más fuerza legal que los pactados en el sector. Es un cambio radical en el principio de jerarquía legal.

Indemnizaciones. Baja general en caso de despido. Se reducen a 15 meses de salario –en lugar de 27- para empleados con más de 20 años de antigüedad. Son baremos “indicativos”, no obligatorios, como decía la primera versión de la ley.

Despidos. Se facilitan en caso de degradación de cifra de negocios durante cuatro trimestres o pérdidas durante un semestre. Y por cambios tecnológicos o reorganizaciones.

Horas extraordinarias. Su pago podrá ser de solo un 10% superior a las horas ordinarias, no 25% como hasta ahora, si así se pacta en cada empresa.

35 horas. El principio sagrado en el límite laboral semanal queda de hecho dinamitado por la ley porque se podrá ampliar más fácilmente que ahora por acuerdo interno en las empresas.

Los diputados rebeldes y la izquierda radical también intentaron entonces presentar esa moción. Les faltaron dos firmas de las 58 exigidas para conseguirlo. Ahora dicen tener suficientes apoyos para hacer frente a “la máquina infernal” del 49.3, en palabras de Christian Paul, líder de los rebeldes.

Los Republicanos (196 escaños) han dicho que no presentarán la censura. Dejarían así en evidencia la brecha interna en la izquierda y, de paso, se reservan la opción de apoyar la censura de la izquierda, si es que la presentan.

El paso dado por Valls ha coincidido con una nueva jornada de movilización contra la reforma dentro de la mayor movilización social registrada en Francia en las últimas décadas. La mayor manifestación se ha registrado en el centro de París -entre 7,500 y 45,000 asistentes, según la policía o los organizadores- a la misma hora en que Valls anunciaba su decisión. La CGT, el mayor sindicato del país, prepara nuevas protestas ante “la deriva autoritaria” y “una rentrée potente y ofensiva para impedir la aplicación de la ley” que es rechazada por cerca del 70% de los franceses, según los sondeos.

Junto con la reforma laboral, la otra hecha por François Hollande ha sido la de la liberalización de la economía. También por la rebelión de diputados socialistas, la ley fue aprobada en las dos lecturas por decretazo. En ambos casos, Valls superó con holgura las correspondientes mociones de censura de Los Republicanos.

La opción constitucional de aprobar una ley por decreto sin debate ni votación la ha utilizado el Gobierno francés en 84 ocasiones desde el arranque de la V República en 1958. La izquierda lo ha hecho en 52 ocasiones y la derecha, en 32.

La mayor crítica contra el uso de semejante arma nuclear la hizo en 2006 el hoy presidente Hollande: “El 49.3 es una brutalidad. El 49.3 es una negación de la democracia”.

Lampadia