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El cierre de escuelas puede ser devastador

El cierre de escuelas puede ser devastador

A pesar del levantamiento de la cuarentena y el reinicio casi pleno de actividades económicas, el cierre de escuelas continúa en nuestro país, y si bien el mes pasado el MINEDU emitió una norma que establece los protocolos para el reinicio de las instituciones educativas en zonas rurales sin conectividad de internet y casos de covid 19, esta no es vinculante pues queda a criterio de las DRE autorizar el retorno.

Probablemente, al igual que muchos otros gobiernos de la región, se tiene la creencia que, gracias al dictado de clases a distancia, como está sucediendo con la estrategia pedagógica Aprendo en Casa, los muchachos podrán empalmar sin ningún problema cognitivo el próximo año sus clases presenciales.

Pero la realidad es que este desfase de hasta un año de paro educativo presencial, como parece será el caso por la suspensión del año escolar, no solo destruirá capital humano, que de por si ya es deficiente en un país de tercer mundo como el nuestro, sino que exacerbará las desigualdades ya existentes sobretodo en los primeros años de escolaridad (ver Lampadia: El prejudicial cierre de escuelas). La educación a distancia nunca se comparará a la presencial no solo por las obvias carencias de infraestructura y equipamiento digital en los hogares más remotos y pobres, sino porque hasta hoy en día, en ningún país del mundo – ni en los más avanzados como Corea del Sur en este ámbito – la educación a distancia tiene mejores resultados en los aprendizajes que la presencial.

Cabe resaltar que hay muchos otros efectos colaterales, a su vez, que no hemos nombrado y que aflorarán tanto en el corto como en el largo plazo, con especial énfasis en los países de bajos ingresos. Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo incide en varios de ellos, a destacar, aumento del embarazo adolescente e incremento del trabajo y abuso infantil en el corto, y pérdida de salarios futuros e incremento en la deserción escolar en el mediano-largo.

Así como las pésimas cifras de crecimiento del PBI y de empleo en Lima de los últimos meses volcó al gobierno a levantar la cuarentena rápidamente, las advertencias de The Economist deberían dirigirlo a diseñar e implementar a la brevedad un plan de reinicio de colegios, considerando aforos máximos y redistribución de mobiliario en las aulas, así como protocolos sanitarios que permitan prever los contagios. No podemos despojar a nuestros chicos de la mejor arma para salir adelante en sus vidas como es la educación. Lampadia

Aprende hoy, gana mañana
El cierre de escuelas en países pobres podría ser devastador

Y los gobiernos están confundiendo su respuesta

The Economist
18 de julio, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

De los 1,500 millones de niños obligados a abandonar la escuela por cierres de seguridad en todo el mundo, 700 millones se encuentran en países en desarrollo. Al igual que los alumnos de los países ricos, su educación está sufriendo. Pero las consecuencias en los lugares pobres serán mucho peores. Antes de la pandemia, había más niños en la escuela que nunca, según Robert Jenkins, jefe de educación de Unicef, el fondo para niños de las Naciones Unidas. Después de esto, casi 10 millones de niños en 40 países podrían nunca volver a la educación formal, estima Save the Children, una organización benéfica.

El impacto económico de la pandemia ha obligado a muchos a abandonar sus estudios a favor del trabajo. Entre 2000 y 2020, el número de niños en el trabajo en todo el mundo cayó en un 40%, principalmente porque más iban a la escuela. El covid-19 está deshaciendo ese progreso. En la República Democrática del Congo, un número creciente está ayudando a sus padres en las minas, dice Stephanie Shumsky del Pact, un grupo de ayuda. Otros están siendo reclutados en milicias. En Jordania, los jóvenes refugiados sirios trabajan en granjas.

Los expertos están más preocupados por el efecto en las niñas. En los pocos lugares que han reabierto las escuelas, como Vietnam y Costa de Marfil, los maestros dicen que las niñas están notablemente ausentes. Algunas se casan o están siendo casadas. Snehalaya, una ONG india, dice que su línea directa de emergencia ha sido inundada con informes de esto desde que las escuelas cerraron en marzo. Entregar una hija a un nuevo esposo significa una boca menos para alimentar. Con las escuelas cerradas, las hijas ociosas pueden entablar un romance o ser víctimas de asalto sexual. Los padres que trabajan obligados a dejar a sus hijas en casa todo el día solos preferirían casarlas antes que arriesgarse a la vergüenza del sexo premarital, dice Girish Kulkarni, fundadora de Snehalaya.

Otras están quedando embarazadas, algunas después de ser violadas por familiares o vecinos mientras estaban en cuarentena en su hogar, dice Alice Albright de Global Partnership for Education, un grupo paraguas con sede en Washington, DC. Mientras las escuelas están cerradas, las niñas ya no están en contacto con maestros que podrían ayudarlas en tales circunstancias. Durante la crisis del ébola en Sierra Leona en 2014, cuando también se cerraron las escuelas, los embarazos adolescentes aumentaron entre un 11% y un 65%, según una variedad de estudios. Extrapolando a partir de estos datos, los investigadores de Save the Children creen que podrían aumentar en un 25% como resultado de covid-19.

El daño económico de los niños que abandonan la escuela será enorme. El Banco Mundial estima que, si las escuelas permanecen cerradas durante cinco meses, los alumnos perderán US$ 10 trillones de ganancias futuras en el dinero de hoy. Eso podría aumentar si covid-19 no se frena y las escuelas permanecen cerradas por más tiempo.

A muchos gobiernos les resulta difícil lograr que los niños aprendan nuevamente. Los países más pobres enfrentan desventajas obvias al enseñar lecciones de forma remota. En algunos lugares, el acceso a Internet es irregular. En la capital indonesia, Yakarta, el 87% de los niños pueden conectarse en línea, dice Nadia Fairuza, del Centro de Estudios de Política de Indonesia, un think tank, pero en Papua, la provincia más grande de Indonesia, la cifra es inferior al 30%.

Por lo tanto, la pandemia está ampliando la brecha preexistente entre la cantidad de niños ricos y pobres que aprenden. Una encuesta realizada el mes pasado por Datafolha, un encuestador, reveló que mientras el 74% de los alumnos en Brasil participan en algún tipo de aprendizaje a distancia, a menudo a través de WhatsApp, que se reduce a solo el 52% en el pobre norte amazónico.

Se les pide a muchos padres y estudiantes que hagan lo imposible. Francis Aruo, un padre de 32 años y padre de cinco hijos de Rumuruti, un pequeño pueblo en el centro de Kenia, recibió la orden del director de sus hijos de comprar una computadora. Le costaría más del triple de sus ahorros. Incluso si pudiera pagar la computadora, una conexión a Internet confiable no es fácilmente accesible en Rumuruti. Aruo puede permitirse el lujo de tener suficientes datos para ejecutar WhatsApp en su teléfono; no puede permitirse el lujo de descargar lecciones.

Algunos gobiernos han fallado incluso en tratar de ayudar a los niños a aprender desde casa (ver mapa). Otros han tardado en ponerse en marcha. El gobierno de Ghana solo lanzó su programa de radio a distancia el 15 de junio, tres meses después del cierre de las escuelas.

Reabrir las escuelas también es difícil. En junio, solo alrededor de la mitad de los países pobres dijeron que tenían un plan para hacerlo, según una encuesta de la ONU y el Banco Mundial. El distanciamiento social es complicado cuando 50 o 60 alumnos a menudo se agrupan en una sola clase. En África subsahariana, menos del 30% de las escuelas tienen instalaciones para lavarse las manos.

Los gobiernos están abriendo muchas otras cosas antes de las escuelas. En Kenia, los juerguistas pueden ir al pub por una cerveza y un poco de nyama choma (carne a la parrilla), pero el gobierno dice que las escuelas permanecerán cerradas hasta 2021. En Pakistán, el gobierno ha permitido que se abran madrassas, dirigidas por poderosos grupos religiosos, pero no instituciones mainstreams. Las fábricas de ropa abrieron en Bangladesh hace más de dos meses, pero las escuelas permanecen cerradas. Los escolares y sus padres carecen de la influencia política de los propietarios de las fábricas, o de hecho, de los sindicatos de docentes, que generalmente se resisten al regreso al trabajo.

Poner en marcha las escuelas requerirá dinero, lo cual es escaso. Solo el 8% de los países más pobres informan que están reclutando nuevos maestros para ayudar con la reapertura, en comparación con casi el 40% de los ricos, según la misma encuesta realizada por la ONU y el Banco Mundial. Los gobiernos con problemas de liquidez están más preocupados por impulsar sus sistemas de salud ya sobrecargados. En el nuevo presupuesto de Bangladesh, anunciado el mes pasado, la cantidad asignada a la educación no se modificó como parte del PBI.

Aún así, algunos gobiernos están haciendo progresos. Los ministerios de educación en Dominica, Granada, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas en el Caribe oriental están trabajando con proveedores privados de telecomunicaciones para implementar Internet gratis para estudiantes y distribuir dispositivos móviles a los más pobres. Ruanda espera que una oferta de almuerzos gratis lleve a los niños a la escuela. Mozambique está dando a las niñas productos sanitarios. Incluso repartir bocadillos o lápices puede marcar la diferencia.

Aprendizaje de la vieja escuela

La experiencia ayuda. Sierra Leona usó la programación de radio durante el brote de ébola del país en 2014. Fue fácil reiniciarlo, dice David Moinina Sengeh, ministro de educación del país. La preparación para la reapertura de las escuelas comenzó incluso antes de que cerraran. Sengeh reclutó a un ejército de conductores de autobuses para transportar a los niños, cuyas familias se habían mudado durante el encierro, de regreso a las aldeas y pueblos donde estaban sus escuelas.

También se apresuró a revocar una ley que prohíbe que las niñas embarazadas vayan a la escuela, ofreciendo incentivos a las madres adolescentes para que regresen a sus estudios y agregando clases de educación sexual a las lecciones transmitidas por radio para reducir la probabilidad de que las niñas queden embarazadas. Sengeh ve la pandemia como una oportunidad para garantizar que todos, en todas partes, reciban una buena educación. El covid-19 le ha dado al gobierno el “empuje” que necesita para que esto suceda, dice. Otros podrían aprender de él. Lampadia




El perjudicial cierre de las escuelas

El perjudicial cierre de las escuelas

En Lampadia: Se generan importantes daños y desigualdad advertimos de los grandes costos que entraña el cierre de escuelas para los países en vías de desarrollo como el Perú, en particular, por el estancamiento de la movilidad social que se genera producto de interrumpir el cierre de brechas de capital humano de los primeros años de escolaridad.

“La reapertura de las escuelas puede parecer un experimento precipitado con vidas jóvenes. De hecho, es un ejercicio de equilibrio de riesgos. Las escuelas son los motores más poderosos de movilidad social en cualquier sociedad. Deje entrar a los niños y déjelos aprender”.

A estos costos, cabe agregar otros de carácter colateral como por ejemplo la pérdida de productividad – y por ende de ingresos – de los padres que, por no poder solventar un cuidador/a, tienen que sustituir horas de trabajo por horas de cuidado de sus hijos. Otro aspecto a tener en cuenta también es que ante una recesión económica, como la que se está produciendo por el covid 19, se generan choques negativos en el gasto de los hogares lo cual produce una menor provisión de adecuada alimentación  hacia los niños, algo que los colegios podían proveer de mejor manera. En muchos casos, por la misma precaria situación económica, los niños podrían verse obligados por los padres al trabajo infantil, exacerbando las desigualdades anteriormente descritas.

Si es que se tiene en cuenta que la evidencia disponible al momento presenta poca letalidad del covid 19 hacia los niños además de una baja probabilidad de contagio de ellos hacia sus familias, se puede concluir que los costos de cerrar los colegios en la presente crisis sobrepasan largamente a los beneficios.

El MINEDU pues debería reflexionar una vez más sobre la decisión del cierre total de escuelas y por el contrario, diseñar un plan progresivo de reinicio del sector, considerando por supuesto ciertos protocolos de seguridad y sanidad que eviten los contagios. Un reciente artículo de The Economist,  que compartimos líneas abajo, presenta algunas ideas sobre cómo podría estructurarse este plan, dividido en varios fases y priorizando en la fase inicial a los niveles educativos más primarios, que es donde la literatura ha enfatizado como fases críticas en los procesos de aprendizaje y que además comprometen el potencial durante toda la vida de las personas. Lampadia

Los niños no están bien
Al facilitar los desbloqueos, los gobiernos deberían abrir primero las escuelas

Los costos de mantenerlos cerrados son demasiado altos

The Economist
30 de abril, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

El covid-19 ha cerrado las escuelas del mundo. Tres de cada cuatro niños viven en países donde todas las aulas están cerradas. La interrupción no tiene precedentes. A menos que termine pronto, su efecto en las mentes jóvenes podría ser devastador.

Durante algunas epidemias es sabio mantener a los niños en casa; son propagadores eficientes de enfermedades como la gripe estacional. Sin embargo, parecen ser menos propensos a la captura y transmisión de covid-19. El cierre de las escuelas puede traer algún beneficio al frenar la propagación de la enfermedad, pero menos que otras medidas. Contra esto, se acumulan los altos costos para el desarrollo de los niños, para sus padres y para la economía.

Algunos países, como Dinamarca, están reabriendo gradualmente las escuelas. Otros, incluida Italia, dicen que no lo harán hasta el otoño. En EEUU, a pesar de los recientes llamamientos del presidente Donald Trump para que se abran las escuelas, la mayoría de los estados planean mantener sus aulas cerradas por el resto del año académico, y posiblemente más tiempo. Eso es un error a medida que los países alivian el distanciamiento social, las escuelas deberían estar entre los primeros lugares para desbloquear.

Considere los costos de excluir a los niños del aula. Ninguna cantidad de crianza en helicóptero o videoconferencia puede reemplazar a los maestros de la vida real o las habilidades sociales adquiridas en el patio de recreo. Incluso en los países mejor preparados para el aprendizaje electrónico, como Corea del Sur, la escuela virtual es menos buena que la realidad.

Los niños más pobres son los que más sufren. Las lecciones de zoom son de poca utilidad si su casa carece de una buena conexión Wi-Fi, o si tiene que pelear con tres hermanos por un solo teléfono. Y mientras que las familias más ricas a menudo incluyen padres bien educados que incitan a sus hijos a hacer su tarea y ayudar cuando se quedan atascados, las familias más pobres pueden no hacerlo.

La escuela también es importante para los padres, especialmente aquellos con niños pequeños. Aquellos que trabajan en casa son menos productivos si se distraen con fuertes lamentos y el misterioso silencio que presagia la mermelada que se extiende en el sofá. Los que trabajan fuera del hogar no pueden hacerlo a menos que alguien se preocupe por su descendencia. Y dado que la mayoría del cuidado infantil lo realizan las madres, perderán terreno en el lugar de trabajo mientras las escuelas permanecen cerradas.

En los países pobres los costos son aún mayores. Las escuelas a menudo ofrecen almuerzos gratis, evitan la desnutrición y sirven como centros para vacunar a los niños contra otras enfermedades. Los alumnos que se quedan en casa ahora nunca pueden regresar. Si el encierro empuja a sus familias a la penuria, es posible que tengan que salir a trabajar. Es mejor volver a abrir las escuelas, para que los padres puedan ganar y los niños puedan estudiar.

La réplica obvia es que cerrar las escuelas trae beneficios. El covid-19 puede ser mortal. Los padres no quieren que sus hijos lo contraigan o se lo den a la abuela.

De hecho, aunque los niños son muy susceptibles a la gripe, el covid-19 es diferente. Dos estudios de China que rastrean los contactos de personas infectadas encuentran que, en el peor de los casos, los niños no tienen más probabilidades de contraer la enfermedad que los adultos, y posiblemente menos. Si lo consiguen, tienen 2.000 veces menos probabilidades de morir que alguien mayor de 60 años.

Tampoco hay evidencia de que los niños que terminan contagiando la enfermedad sean propagadores silenciosos que la transmiten a sus familias. Los investigadores en Islandia y los Países Bajos no han encontrado un solo caso en el que un niño haya traído el virus a su familia. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, la agencia de salud pública de la Unión Europea, dijo la semana pasada que la transmisión de niño a adulto “parece ser poco común”.

Algunas de estas conclusiones se basan en pequeñas muestras. Tal vez no se haya visto a los niños transmitir la enfermedad porque las escuelas cerraron temprano y no porque no representen una amenaza especial. Quizás comenzarán a esparcirlo en el patio de recreo.

Por lo tanto, las escuelas deberían volver a abrir por etapas. Los niños más pequeños deben regresar primero, a guarderías y escuelas primarias. Tienen los cerebros más sedientos y parecen tener el menor riesgo. También exigen la mayor parte de sus padres, ya que pocos han comprendido los principios del aprendizaje autodirigido. Es poco probable que los niños pequeños mantengan su distancia de nadie. Las clases deben dividirse a la mitad para que puedan asistir en días alternos.

Los que se enfrentan a los exámenes deberían venir después. Varios países han cancelado pruebas importantes; otros las han pospuesto. Los estudiantes mayores pueden estar en mayor riesgo que los más jóvenes, pero también son más capaces de seguir nuevos protocolos. El distanciamiento social es posible en las escuelas secundarias, particularmente si se reduce el tamaño de las clases.

Las aperturas escolares deberán ser monitoreadas. Los científicos deben ajustar las reglas si es necesario. Los niños que deben quedarse en casa deben ser contactados directamente por la escuela. Los maestros necesitarán apoyo. Las personas más vulnerables a las infecciones, como los diabéticos, deberían poder enseñar de forma remota. El resto necesitará orientación sobre higiene y el distanciamiento social. Deben ser probados regularmente por el covid-19.

Es comprensible que los gobiernos desconfíen de ser llamados mandones: ningún político quiere dar órdenes que puedan ser ampliamente desobedecidas. Francia está considerando reabrir escuelas pero hacer que la asistencia sea voluntaria. El problema con este enfoque es que puede afianzar la desigualdad educativa. Una encuesta reciente sugiere que el 48% de las familias acomodadas enviarían a sus hijos de regreso; solo el 17% de los pobres lo haría. Bajo el cierre de Gran Bretaña, más de 500,000 niños vulnerables han podido ir a la escuela, incluidos aquellos con necesidades especiales; solo el 5% ha aparecido.

El mejor enfoque sería aplicar las reglas de asistencia de manera sensible. Insista en que la educación es obligatoria, pero no sancione a los padres asustados involuntariamente, especialmente si tienen razones adicionales para temer la infección. A medida que regresen las clases, los padres verán que es seguro y se les ocurrirá la idea de enviar a sus propios hijos. Los gobiernos deberían ayudar a los niños a recuperar las lecciones perdidas con escuelas de verano gratuitas, vacaciones más cortas y días escolares más largos.

La reapertura de las escuelas puede parecer un experimento precipitado con vidas jóvenes. De hecho, es un ejercicio de equilibrio de riesgos. Las escuelas son los motores más poderosos de movilidad social en cualquier sociedad. Deje entrar a los niños y déjelos aprender. Lampadia




Cierran más, abren y se formalizan menos empresas

Cierran más, abren y se formalizan menos empresas

La desaceleración de la economía peruana es cada vez más pronunciada. Como hemos señalado (ver en Lampadia (L): Hay que prender el motor de la inversión privada), esta se debe en gran medida por la caída de inversión privada y  pública que el año pasado tuvieron un ratio negativo de 1.6% y 3.6%, respectivamente. El freno de la inversión privada se debe en gran medida a que varios proyectos del clave sector minero y de infraestructura no salieron.

 

 

Una demostración de que la inversión privada ha caído es que, “las expectativas empresariales se han deteriorado dela mano de la fuerte desaceleración económica. La prueba más palpable de esta situación es que el número de empresas cerradas ha llegado a su mayor nivel desde que se tiene registro.El año pasado se cerraron 163,729 empresas, 6.7% más que en el 2013, en una coyuntura de menor demanda tanto interna como externa, según el boletín “Demografía Empresarial en el Perú”, del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).Pero fue hacia el cuarto trimestre del año en que se llegó al punto más álgido,con hasta 46,370 empresas dadas de baja, lo que representó un 58.6% más que en el mismo periodo del 2013”, según Gestión.

Habría que hacer notar que los “sectores más vulnerables al cierre de empresas fueron el comercio al por menor (17% del total de bajas en el último trimestre), seguido de comercio al por mayor (16.6%), servicios prestados a empresas (14.7%) y otros servicios (12.5%)”. Este golpe se ha sentido mayormente en Lima que concentra el 44.3% del total de compañías desaparecidas. Las regiones parecen haber soportado mejor esta situación aunque las más golpeadas,entre ellas, son “Arequipa (5.3%), La Libertad (5.2%), Cusco (3.8%) y Junín (3.6%), zonas donde se registra un alto dinamismo empresarial”.

La situación económica, como no podía ser de otra manera “afectó el ritmo de creación de empresas.El año pasado se registraron 262,973 firmas nuevas en todo el país, un 8.2% menos que durante el 2013”. Esta situación está, indudablemente, afectando la creación de empleo.

Asimismo, mientras el Ministerio de Economía y Finanzas, trata de dejar más dinero en  manos de los ciudadanos y empresas, la Sunat hace lo contrario, al crear mayor rigidez para los procesos de fraccionamiento de las deudas tributarias. Esto obliga, como hemos señalado, a que muchas empresas cierren, despidan trabajadores o terminen informalizándose. Además, la Sunat está restringiendo los gastos que se pueden imputar como descuentos fiscales, con lo cual, se retira, adicionalmente, más caja a las empresas.(Ver en Lampadia: El MEF y la Sunat tiran de la cuerda en distintas direcciones).

En el tema laboral, una primera reforma podría ser el evitar lo que Pedro Olaechea llama “el valle de la muerte”, que es el abismo en que cae una empresa que decide formalizarse. El problema es que una vez formalizada es posible de que una eventual inspección laboral termine acotando a la empresa multas y recargos por los incumplimientos laborales en que incurrió mientras era informal. Como es fácil de entender, las eventuales cargas pueden ser tan onerosas que ninguna empresa se arriesga a pasar por el proceso. Las más ingeniosas abandonan su RUC y empiezan a trabajar con uno nuevo. Pero eso crea otros problemas y costos. ¿Cómo hacer? Pues, mediante cierto compromiso de la empresa, se le debería eximir de los eventuales cargos, estableciendo un plazo límite para que estas se acojan a una promoción práctica de la formalidad.

En cuanto a la Sunat, esta debiera desandar sus recientes acciones para dificultar los fraccionamientos. Además, cómo cualquier acreedor bancario, no debiera limitar la posibilidad refinanciar las pérdidas de fraccionamientos, una y otra vez, cobrando algo de cuotas iniciales cada vez que el deudor tributario necesite refinanciar. De lo contrario, si los deudores no cuentan con recursos suficientes para pagar de una sola vez el íntegro de sus deudas, no les queda otra alternativa que volverse informales o quebrar.

En las actuales circunstancias, es necesario que se haga una estrecha coordinación del objetivo de las normas del MEF, el Ministerio de Trabajo y la Sunat para establecer un período de facilitación de la formalización laboral y tributaria. Lampadia