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Aprendices de brujo

Aprendices de brujo

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Finalmente se anunció la cifra oficial de variación del PBI para abril 2020 y, como no podía ser de otra forma, el resultado fue una caída de 40.49%, lo que nos ha llevado en los primeros cuatro meses del año a caer 13.1%. Lo más lamentable, es que estos números han venido acompañados de una pérdida de 2.3 millones de puestos de trabajo, sólo para Lima metropolitana en el mes de mayo.

Lo más triste es que todo este sacrificio, hecho en nombre del control de la pandemia, no ha servido de nada, pues estamos “rankeados” entre los países del mundo con mayor número de infectados y número de fallecidos, entre otros indicadores. Más impactante aún, cuando lo medimos en índice por cada 100,000 habitantes. Es decepcionante este resultado, después de haber aplicado una de las cuarentenas más extensas y rígidas del planeta.

Entonces es legítimo preguntarse, ¿qué pasó? ¿Hemos sometido a la población a un encierro de más de 90 días, orden de inamovilidad y toque de queda, con apoyo de las Fuerzas Armadas, uso de toda la Policía Nacional con suspensión de garantías constitucionales y declaratoria de emergencia, para no tener ningún obstáculo en esta “Operación COVID-19” desde el 16 de marzo 2020, para nada?

Creo que la respuesta es sencilla, hemos querido manejar este problema con un equipo de “Aprendices de brujo”, con no poco aire de corrupción. A la cabeza de la operación, un presidente y un primer ministro que seguro pensaron estaban atendiendo un problema del tamaño de la municipalidad de Moquegua, que no convocaron a un equipo de expertos en todos los campos y experiencia suficiente para hacer un planeamiento adecuado (¿o no deseaban observadores extraños?). Aún sin un planeamiento integral, desecharon el esfuerzo hecho por la exministra Hinostroza, quien mal que bien, aprobó con Resolución Ministerial N. 039-2020/MINSA del 31 de enero de este año, el “Plan Nacional de Preparación y Respuesta frente al riesgo de introducción del Coronavirus 2019-nCoV”, con apego a las recomendaciones de la OMS y considerando el uso de pruebas moleculares.

No pretendo que este haya sido “el plan a ejecutar”, lo que podemos notar es que, si para enero ya se tenia una Resolución Ministerial al respecto, al menos dos semanas antes ya era un tema de discutido en el sector salud y compartido a nivel del gabinete, pero nadie (presidente, ni PCM) lo acogió debidamente, hasta que el 15 de marzo optaron por lo más efectista y sin mayor análisis; la cuarentena total por quince días. ¿Quién en su sano juicio, después de observar lo que venía ocurriendo en los países afectados más tempranamente, incluyendo a China, hubieran pensado en ese plazo?

Por otro lado, la cuarentena, en la historia, se concibe como el confinamiento de un enfermo para evitar que este transmita sin control la enfermedad contagiosa. Eso obligaba a ser muy estricto en la identificación de los portadores del virus, desde el momento más temprano posible e identificar a sus contactos, hacerles pruebas moleculares y si estaban contaminados, ponerlos también en cuarentena. Cerrar fronteras desde el primer día y hacer pruebas moleculares a quienes retornaron al país, en lugar de pagarles dos semanas en un hotel a ver cómo evolucionaban (más efectivo y económico).

Como hemos dicho, no se convocó a un equipo para el planeamiento integral y se cambió de ministro en el sector salud. Supongo habrán tenido muy buenas razones para el cambio (la ministra Hinostroza no aceptó cambiar las pruebas moleculares a rápidas, como en efecto se hizo), pero ¿nombrar a un médico que nunca ejerció como tal, sin experiencia en gestión y gerencia de ninguna institución, sino que se ha pasado la vida de asesor de organismos regionales, MIDIS u otros, que no tiene que ver con el sector?

La primera disposición de este ministro fue no comprar pruebas moleculares (mintió desde el primer día diciendo que Trump las había acaparado todas, mientras la representación diplomática de Corea del Sur ofrecía, sin limitación y con disponibilidad inmediata, las de empresas de su país) y dispuso “usar pruebas rápidas aplicadas sólo a quienes tengan síntomas”. Como sabe cualquier ciudadano, alguien puede estar infectado, no tener síntomas y estar contagiando a todos los que interactúan con él, aunque la prueba serológica reportará negativo durante los primeros 6 a 7 días de infectado.

Sobre ese “error” se optó por la cuarentena masiva. Un grave error, porque no se contempló las condiciones de vida de la población, de las casas habitación, ni las condiciones sanitarias de las mismas. Y como respuesta al encierro sumamente restrictivo (semana Santa y “pico y placa” por sexo incluidos), se desbordó la población, en particular los de menores recursos.

Para darles dinero crearon el bono, del cual hasta hoy, hay cerca de un millón de ciudadanos que no lo reciben, pero con eso destruyeron el principio básico de “la distancia social”. El MIDIS a cargo de una persona sin ninguna capacidad, el ministerio de la mujer igual. Ciertamente con gente incapaz de concebir y menos de manejar un proyecto logístico de entrega de alimentos o de alimentación con cocinas populares o distribución de dinero, como soluciones alternativas a ser aplicadas según el caso. Búsqueda de soluciones de agua potable que les permita lavado de manos frecuente, tampoco se plantearon y hasta hoy no se dan.

Mención especial merece el MEF, pues, por su gran inexperiencia, no sólo no fue capaz de darle velocidad al plan de rescate financiero concebido por el BCRP, sino que lo burocratizó demorando su aplicación. Tampoco fue capaz de analizar qué sectores de la actividad económica debían seguir operando. Verificar con países de estructura productiva similar a la nuestra qué harían. Tomar el liderazgo del aparato productivo para convocar a los gremios y ministerios sectoriales a un trabajo de equipo. Pedir a los gremios que establezcan protocolos de operación en lo inmediato para ponerlos a trabajar y que no se nos caiga la economía del país. El MEF no sólo tiene que manejar la caja y los presupuestos, es responsable fundamental de la marcha de la economía del país, por lo que, ante lo evidente, ha debido tomar medidas correctivas. Pero les faltó entender su rol…

Cuando designaron a la ministra, algún periodista me preguntó qué pensaba de su designación y comenté: “Entiendo que es una profesional con muy buena formación, grandes valores, pero su falta de experiencia podría ser una debilidad”. No me equivoqué, pues esto no hubiera ocurrido con alguien de más experiencia y peso personal.

Lo preocupante es que, hasta el día de hoy, insisten en tratar de solventar la salida de esta catástrofe económica amparados en la inversión pública. No dudo que es una oportunidad que trabajen por fin la reconstrucción con cambios que, el señor Vizcarra no trabajó como es debido durante su tiempo de ministro y menos como presidente, pero deben tener en cuenta que la inversión pública es sólo la quinta parte de la inversión total.

Otra preocupación es la reiteración de este gobierno en  pretender hacer inversión pública entregando dinero a los gobiernos locales y regionales, quienes no tienen capacidades técnicas,  les falta control y claro reporte de cumplimiento de metas, además de su altísimo nivel de corrupción.

Hasta aquí ya tenemos mucho material de trabajo para la Contraloría General de la República y para la Fiscalía de la Nación. Sería importante que lo vean ahora que el tema está fresco.

Finalmente, el Perú cuenta con un enorme portafolio de proyectos en el sector privado (varias veces mayor al de “Arranca Perú”), es tiempo de convocar y promover esa inversión privada y diseñar un plan de recuperación muy potente para salir de este caos. ¡El Perú lo necesita! Lampadia




El Oasis de Latinoamérica desciende al caos

El Oasis de Latinoamérica desciende al caos

El sorprendente caos en el que se vio envuelto Chile desde octubre pasado ha desestabilizado una nación sólida, más allá de que se le llame un oasis, como lo hizo el presidente Piñera, tan solo semanas antes del estallido social. Lo cierto es que el país ha sufrido un cambio de proporciones, una angustiante metamorfosis.

Como dice Axel Kaiser, autor del artículo que compartimos líneas abajo, en Chile, durante los últimos 20 años, ha percolado una narrativa anti sistema, que explica en gran medida lo que está detrás del caos y hace difícil una salida ordenada de la crisis.

Lo más llamativo es que la narrativa anti sistema desdibuja la realidad, pues las cifras objetivas de bienestar, de avances en la reducción de la pobreza, e incluso en la reducción de la desigualdad, ya no significan nada, lo que prevalece es la sensación de frustración y de venganza.

Veamos la explicación de Axel Kaiser, hecha para el público de EEUU, pues permite una perspectiva interesante. 

Fundación para el Progreso – Chile
Axel Kaiser
Publicado en The Wall Street Journal, 1.01.2020
Traducido y glosado por Lampadia

Chile, la nación más libre, estable y rica de América Latina, está en caída libre. El orden público se derrumbó, la violencia es rampante y el populismo es el nuevo credo de la clase política. Hay una recesión, caracterizada por la fuga de capitales y el aumento del desempleo. La desigualdad de ingresos podría aumentar a niveles no vistos desde la década de 1990, según una declaración reciente del Banco Central de Chile.

Tomó solo 40 días para que el “oasis” latinoamericano —como el presidente Sebastián Piñera llamó a Chile no hace mucho— desapareciera. Cómo un Chile estable y próspero cayó tan dramáticamente en un período tan corto es una lección para toda democracia occidental.

La causa inmediata de la crisis fue el pequeño aumento en el precio de los boletos de transporte público en Santiago. La subida de precios del 4 de octubre fue claramente impopular, pero inicialmente el gobierno no mostró voluntad de reconsiderar lo que correctamente llamó una medida “técnica”. Como resultado, cientos de estudiantes comenzaron a evadir el pago del metro. El 18 de octubre, dos semanas después del anuncio del aumento de precios, el país explotó. Grupos de protesta coordinados destruyeron casi 80 estaciones del metro, deteniendo el transporte público de Santiago. Los manifestantes atacaron la propiedad pública y privada.

Al final del día, la situación era tan desesperada que Piñera se vio obligado a declarar un estado de emergencia y poner a los militares en control. Siguieron manifestaciones masivas, y la violencia volvió tan pronto como se levantó el estado de emergencia. Unas semanas después, las consecuencias están en todas partes: más de $ 2 mil millones en pérdidas y daños, más de 1,200 tiendas minoristas saqueadas, aproximadamente 300,000 nuevos desempleados, 25 muertos, más de 2,000 policías heridos y una crisis política y económica sin final a la vista.

Una pequeña subida en el precio de los billetes de metro no es suficiente para causar tanta devastación. El dolor económico comenzó con las reformas anti-mercado del gobierno anterior bajo la presidenta socialista Michelle Bachelet, de 2014-18. Bachelet aumentó los impuestos corporativos en un 30%; firmó una ley que prohíbe el reemplazo de trabajadores en huelga, lo que aumenta drásticamente los costos de la mano de obra; aumento del gasto público a tres veces la tasa de crecimiento económico; y desató ejércitos de burócratas reguladores en el sector privado.

La inversión de capital cayó en cada año de su mandato. Una reducción tan consistente en la inversión no ha ocurrido desde la primera recopilación de datos, en la década de 1960. El crecimiento económico se derrumbó de un promedio anual de 5.3% bajo el gobierno anterior de Piñera (2010-14) al 1.7% bajo Bachelet. El crecimiento de los salarios reales recibió un golpe del 50%. (En su campaña para presidente en 2017, Piñera prometió traer mejores tiempos. Hasta ahora no ha podido cumplir).

Pero las políticas regresivas de Bachelet no son la causa última del problema. Las políticas son el resultado de una narrativa profundamente falsa que las élites chilenas se cuentan sobre el país. En los últimos 20 años, intelectuales, personalidades de los medios, líderes empresariales, políticos y celebridades en esta nación latinoamericana han comercializado el mito de que Chile es un caso extremo de injusticia y abuso. Comenzó en las universidades, donde los ideólogos progresistas difundieron la idea de que no había nada de lo que sentirse orgulloso cuando se trataba del historial social y económico de Chile. Según esta narrativa agresivamente igualitaria, el “neoliberalismo” había creado una sociedad de ganadores y perdedores en la que ninguno de los grupos merecía la posición en la que se encontraba.

El segundo mandato de Bachelet y su agenda impulsada por la justicia social fueron el resultado inevitable. Incluso Piñera, multimillonario, aceptó las premisas básicas de la narrativa de las élites progresistas. En su primer mandato, aumentó los impuestos para abordar lo que llamó uno de los principales problemas de Chile: la desigualdad.

Ahora está tratando de restablecer el orden comprando grupos de interés con más intervenciones económicas: un aumento sustancial en el gasto gubernamental para apoyar a los jubilados, mayores impuestos a la renta personal, esquemas de seguro de salud más generosos y un ingreso mínimo garantizado para todos los trabajadores chilenos.

Tampoco el daño causado por las narrativas progresivas se limita a la economía. Las élites chilenas están librando una guerra sostenida contra la policía. Muchos agentes de policía no se atreven a actuar por miedo a la cobertura sensacionalista de los medios y a los castigos de los tribunales bajo el dominio de las élites progresistas. Lo mismo es cierto para los militares. La tolerancia a la violencia, el desorden público y la delincuencia era la norma en Chile mucho antes de la reciente crisis. La celebración del fracaso de las élites impregna casi todas las partes de la vida pública chilena.

El libre mercado no le falló a Chile, digan lo que digan sus políticos, y el Estado no carece de los medios para restaurar el Estado de derecho. El problema central es que una gran proporción de las élites que dirigen instituciones clave, especialmente los medios de comunicación, el Congreso Nacional y el poder judicial, ya no creen en los principios que hicieron que el país fuera exitoso. El resultado es una crisis económica y política en toda regla. Otras naciones deberían tomar nota: esto es lo que el odio de élite puede hacer por usted.

Axel Kaiser es académico en la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago.




No necesitamos guasones

No necesitamos guasones

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para LAMPADIA

Desde el año 2012, en que un perturbado que se creía el Guasón ingresó al cine Century 16 en Colorado (USA), durante el estreno de la película El Caballero de la Noche Asciende y disparó matando a 12 personas e hiriendo a otras 58, se ha escrito mucho acerca de la influencia de este personaje en actos de violencia, caos y destrucción. El 30 de setiembre pasado que se estrenó la película El Guasón, donde el perturbado villano deja de tener un rol secundario y se convierte en el protagonista de la película, las alarmas se volvieron a encender en Los Ángeles, por el temor a nuevos actos de violencia. Sin embargo, la influencia de la película no se vio en Norteamérica (pese a la facilidad con la cual se puede apretar el gatillo en esa Nación) sino en otras partes del mundo, al punto que algunos consideran al Guasón como el símbolo global de las protestas, por razones muy distintas y en regiones tan distintas como Líbano, Hong Kong, Ecuador o Chile.

La taquilla de la película superó a mitad del mes de noviembre la barrera de los 1,000 millones de dólares en recaudación, de los cuales más del 65% se obtuvo fuera de los Estados Unidos. En Chile, por ejemplo, a la tercera semana del estreno según da cuenta el portal de Radio Cooperativa[i], un día antes que se inicien los actos vandálicos el 18 de octubre, más de un millón de personas ya habían visto el caos, la destrucción y la violencia generada por la psicosis antisocial del personaje que destruye ciudad gótica con la participación casi inconsciente de los ciudadanos. En Ecuador, los actos de violencia comenzaron días antes, el 02 de octubre y se mantuvieron hasta el 13 de octubre, sin embargo, a esa fecha las imágenes de violencia, caos y destrucción de la película también habían sido vistas por decenas de miles de ecuatorianos. Lo mismo se puede decir de Líbano, donde las protestas comenzaron el 17 de octubre y muchos de los jóvenes portaban máscaras del Guasón.

¿Estas cifras querrían decir que la explicación de las protestas es solamente psicológica? 

¿La pulsión psicológica impulsada por la película en muchos jóvenes explica la destrucción vista en estas regiones?

¿La violencia vista en las calles de Quito, Santiago de Chile o Líbano se deben a la ausencia de límites en la estupidez humana que los lleva a imitar la conducta tanática, destructiva y antisocial de un villano inventado por la ficción?

Una respuesta afirmativa cerrada a estas preguntas sería temeraria y dejaría de lado otros factores políticos, internacionales, sociales, antisociales y económicos que deben tomarse en cuenta para entender en serio estos hechos de violencia. Una respuesta de este tipo sería aún más temeraria para el caso de las protestas en Hong Kong que comenzaron a finales de marzo del 2019, mucho antes de que se estrene esta película o para el caso de las protestas en Bolivia contra el régimen de Evo Morales que no destruyeron instalaciones públicas ni generaron vandalismo, vandalismo que si desataron los narco seguidores del renunciante presidente, sin máscaras del Guasón y con wiphalas como símbolos cínicos del sitio a ciudades e instalaciones públicas.

Una respuesta afirmativa que solamente atribuya a lo psicológico la responsabilidad por la estupidez generalizada vista en Chile donde jóvenes se regocijan de la evasión de controles al metro y de la destrucción de la infraestructura pública que les sirve y los hacía sentirse superiores al resto de los latinoamericanos, dejaría de lado la responsabilidad criminal internacional que está quedando cada vez más en evidencia, con las pruebas de la injerencia cubana y venezolana en el encendido de estos actos de violencia y terrorismo.

Sin embargo, sería igualmente imprudente desconocer el poder que la literatura, la televisión y el cine pueden tener para convertir a un hombre que sufre de abusos y al que la sociedad le da la espalda en un líder y para mostrar que el caos, la muerte y la destrucción pueden ser formas para hacerse escuchar.

La variable psicológica resulta entonces necesaria, aunque no suficiente, para entender lo que ha sucedido en esos países y lo que puede suceder en nuestra Región. La agitación internacional, el narcotráfico, los guerreros digitales pagados, los remanentes subversivos, entre otros factores pueden encender el fuego, pero esto no causaría incendio si no hubiera un terreno propicio para las pulsiones violentas, terreno que se fertiliza con la trivialización de la conducta antisocial y la conversión del caos, la destrucción y la violencia en una “tendencia” o una forma de “fama”.

También hace daño en la comprensión de este problema el facilismo de quienes encuentran en las protestas la supuesta justificación para sus ideas de cambio político. Ese facilismo no ayuda.

En el Perú ya van por lo menos tres intentos de encender la llama del caos. Primero con el paro de autos colectivos, luego con las convocatorias a protestas contra el único sistema de transporte eficiente de la ciudad de Lima, el Metropolitano y más recientemente con el escrache a un canal de televisión. Las convocatorias a todo esto se hacen desde las redes sociales a estudiantes secundarios bajo el rótulo de un grupo denominado “secundaria combativa”, para que, provistos de máscaras del Guasón, griten, amedrenten y luego, como lógica consecuencia, destruyan infraestructura pública y privada.

En el Perú, no necesitamos Guasones, ni a quienes los alientan.

Necesitamos jóvenes que razonen, que entiendan la consecuencia de sus actos, que construyan su ciudadanía a partir de la dialéctica entre derechos y deberes, que aprendan la ecuación más importante de un país emergente y pobre como el nuestro al cual ellos pertenecen: el esfuerzo y el trabajo son los únicos antecedentes del éxito y el bienestar.

No necesitamos hordas de estupidez juvenil o de imitación irracional que se vanaglorien del caos destruyendo la poca infraestructura pública que tenemos como si luego de acabada la función todo volverá a la normalidad como sucede cuando acaba la función de una película. Frente a ellos necesitamos padres, madres, hermanos mayores, educadores, maestros y líderes de opinión que actúen, enseñen y encausen la energía juvenil por mejores caminos. Frente a quienes los incitan y manipulan, toda la sanción que corresponda. Lampadia




No al voto electrónico

No al voto electrónico

Republicamos nuestro rechazo al voto electrónico. Este ha sido prohibido en muchos países, notoriamente en Alemania y Holanda, por los riesgos de fraude a los que está sujeto.

Pero además, en el Perú, donde muchos funcionarios públicos entregan dinero u otras prestaciones a los ciudadanos más pobres, el voto electrónico se presta para la manipulación. “Yo voy a saber por quién votas”, puede ser la amenaza del funcionario público al ciudadano que no puede arriesgar la recepción del apoyo social que lo ayuda a mantener a su familia.

¡No al voto electrónico! Hagamos algo bien. Lampadia

Lima-Perú, 28/04/2016

Nuestro voto debe ser auditable, seguro y secreto
No más voto electrónico

Por primera vez en las elecciones generales pasadas, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) impuso el uso del voto electrónico. Pretendió que se aplicara para tres millones de votantes en Lima, y tuvo que retroceder, días antes de la elección, a menos de 700,000 personas. Aún así, la reorganización de locales y número de votantes por mesa originó un tremendo caos del que muchos huyeron sin votar y otros no alcanzaron a hacerlo por las interminables colas. No se pueden hacer experimentos mal diseñados en medio de un proceso electoral, uno de los eventos más importantes de la vida cívica de los peruanos.

En cuanto al voto electrónico, en Lampadia hemos advertido varias veces que su uso es inaceptable, por su naturaleza técnica y por el riesgo de manipulación política dada la extensión y calidad de los programas asistenciales del Estado.

Este sistema de votación electrónico puede torcer la voluntad popular, ya sea por falta de control ciudadano o por intimidación del elector. En el Perú, millones de ciudadanos reciben distintas prestaciones asistencialistas de programas sociales como Juntos, Beca 18, Qali Warma, Pensión 65 y otros. Múltiples funcionarios públicos nacionales y regionales entregan directamente los aportes asistenciales y es evidente que ellos podrían manipular muy fácilmente la votación con aseveraciones, que sin basarse en la realidad, intimiden a los votantes con la amenaza de retirarles los beneficios.

En El voto electrónico es inaceptable para el Perú, dimos un ejemplo para explicar este caso: ‘Cuidado, yo voy a saber por quién votas’, podría ser la aseveración que se dé al ciudadano, quién no tendría los elementos de juicio necesarios para saber si es cierta o no. Ante ello, es pues presumible, que muchos de los electores, podrían votar en la dirección de las ‘recomendaciones’ del funcionario público ‘benefactor’.

Así lo explicó también el especialista en sistemas y asuntos electrónicos, Franjo Kurtovic, en un artículo para Lampadia (ver: Votación “fraudelectrónica”: ¿Buena para quién?): “el voto electrónico es un sistema fácilmente manipulable, genera miedos, -a veces bien fundados como en el caso de Venezuela-, sobre la posibilidad de vincular al ciudadano con su voto, y esto se presta para una serie de manipulaciones políticas y manipulación psicológica del ciudadano votante que pueden alterar la voluntad en favor del gobernante manipulador”.

Además, en otras partes del mundo, estos sistemas han mostrado serias fallas y en Alemania ha sido prohibido por la Corte Constitucional, por su falta de transparencia como argumento central: “1. El principio (…) ordena que todos los pasos esenciales de la elección estén sujetos al control público (…). 2. En la utilización de aparatos electorales electrónicos, el ciudadano debe poder controlar los pasos esenciales del acto electoral y la determinación del resultado de manera fiable y sin conocimientos técnicos especiales.”

Es decir, al no permitir un control ciudadano efectivo y directo por parte de cualquier ciudadano y en especial de los personeros acreditados, el principio de transparencia se quiebra, lo que hace indeseable y peligroso este sistema.

En esta misma línea, compartimos un video de Franjo Kurtovic que explica detalladamente las falencias del voto electrónico, afirmando que este sistema no cumple con los requisitos de que nuestro voto sea auditable, seguro y secreto:

En Lampadia hemos reiterado nuestras llamadas de atención (ver: La peligrosa campaña por el voto electrónico) y, más recientemente, en enero de este año: ¡No al voto electrónico! Lamentablemente, en un país en el que la clase dirigente ha perdido su ‘capacidad de entusiasmarse e indignarse’, es muy poco lo que se analiza, debate y plantea. Pero la soledad de los que estamos comprometidos con la acción cívica, es seguramente compartida por millones de ciudadanos de las ‘mayorías silenciosas’, a quienes tenemos que seguir alertando tercamente.

Tanto por aspectos técnicos como políticos, hoy tenemos que reiterar nuestro llamado:

¡No al voto electrónico!

Lampadia

 

Otros artículos sobre el tema:

Lima-Perú, 22/01/2014 a las 10:01pm. por Lampadia
Peligro para la democracia
No al voto electrónico

https://www.lampadia.com/analisis/politica/no-al-voto-electronico

 

Lima-Perú, 04/02/2014 a las 05:02pm. por Lampadia
Los peligros del de digitalizar el voto
Votación “fraudelectrónica”: ¿Buena para quién?

https://www.lampadia.com/analisis/politica/votacion-fraudelectronica-buena-para-quien/

 

Lima-Perú, 26/01/2015 a las 06:01am. por Lampadia
¿A quién favorece esta trampa?
La peligrosa campaña por el voto electrónico

https://www.lampadia.com/analisis/politica/la-peligrosa-campana-por-el-voto-electronico/

 

Lima-Perú, 21/03/2016 a las 01:03pm. por Lampadia
¡No al voto electrónico!
El voto electrónico es inaceptable para el Perú

https://www.lampadia.com/analisis/politica/el-voto-electronico-es-inaceptable-para-el-peru/

 

Lima-Perú, 14/03/2017 a las 02:03pm. por Lampadia
No se quiere entender los riesgos
Voto Electrónico: De ninguna manera

https://www.lampadia.com/analisis/politica/voto-electronico-de-ninguna-manera/




No más voto electrónico

No más voto electrónico

Por primera vez en las elecciones generales pasadas, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) impuso el uso del voto electrónico. Pretendió que se aplicara para tres millones de votantes en Lima, y tuvo que retroceder, días antes de la elección, a menos de 700,000 personas. Aún así, la reorganización de locales y número de votantes por mesa originó un tremendo caos del que muchos huyeron sin votar y otros no alcanzaron a hacerlo por las interminables colas. No se pueden hacer experimentos mal diseñados en medio de un proceso electoral, uno de los eventos más importantes de la vida cívica de los peruanos.

En cuanto al voto electrónico, en Lampadia hemos advertido varias veces que su uso es inaceptable, por su naturaleza técnica y por el riesgo de manipulación política dada la extensión y calidad de los programas asistenciales del Estado.

Este sistema de votación electrónico puede torcer la voluntad popular, ya sea por falta de control ciudadano o por intimidación del elector. En el Perú, millones de ciudadanos reciben distintas prestaciones asistencialistas de programas sociales como Juntos, Beca 18, Qali Warma, Pensión 65 y otros. Múltiples funcionarios públicos nacionales y regionales entregan directamente los aportes asistenciales y es evidente que ellos podrían manipular muy fácilmente la votación con aseveraciones, que sin basarse en la realidad, intimiden a los votantes con la amenaza de retirarles los beneficios.

En El voto electrónico es inaceptable para el Perú, dimos un ejemplo para explicar este caso: ‘Cuidado, yo voy a saber por quién votas’, podría ser la aseveración que se dé al ciudadano, quién no tendría los elementos de juicio necesarios para saber si es cierta o no. Ante ello, es pues presumible, que muchos de los electores, podrían votar en la dirección de las ‘recomendaciones’ del funcionario público ‘benefactor’.

Así lo explicó también el especialista en sistemas y asuntos electrónicos, Franjo Kurtovic, en un artículo para Lampadia (ver: Votación “fraudelectrónica”: ¿Buena para quién?): “el voto electrónico es un sistema fácilmente manipulable, genera miedos, -a veces bien fundados como en el caso de Venezuela-, sobre la posibilidad de vincular al ciudadano con su voto, y esto se presta para una serie de manipulaciones políticas y manipulación psicológica del ciudadano votante que pueden alterar la voluntad en favor del gobernante manipulador”.

Además, en otras partes del mundo, estos sistemas han mostrado seria fallas y en Alemania ha sido prohibido por la Corte Constitucional, por su falta de transparencia como argumento central: “1. El principio (…) ordena que todos los pasos esenciales de la elección estén sujetos al control público (…). 2. En la utilización de aparatos electorales electrónicos, el ciudadano debe poder controlar los pasos esenciales del acto electoral y la determinación del resultado de manera fiable y sin conocimientos técnicos especiales.”

Es decir, al no permitir un control ciudadano efectivo y directo por parte de cualquier ciudadano y en especial de los personeros acreditados, el principio de transparencia se quiebra, lo que hace indeseable y peligroso este sistema.

En esta misma línea, compartimos un video de Franjo Kurtovic que explica detalladamente las falencias del voto electrónico, afirmando que este sistema no cumple con los requisitos de que nuestro voto sea auditable, seguro y secreto:

En Lampadia hemos reiterado nuestras llamadas de atención (ver: La peligrosa campaña por el voto electrónico) y, más recientemente, en enero de este año: ¡No al voto electrónico! Lamentablemente, en un país en el que la clase dirigente ha perdido su ‘capacidad de entusiasmarse e indignarse’, es muy poco lo que se analiza, debate y plantea. Pero la soledad de los que estamos comprometidos con la acción cívica, es seguramente compartida por millones de ciudadanos de las ‘mayorías silenciosas’, a quienes tenemos que seguir alertando tercamente.

Tanto por aspectos técnicos como políticos, hoy tenemos que reiterar nuestro llamado:

¡No al voto electrónico!

Lampadia