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La inversión privada no es una fuerza invasora

En el Perú hemos dejado que las prédicas anti inversión privada, distorsionen el sentido común sobre los elementos fundamentales del desarrollo, y en vez de entender la importancia del mercado para el bienestar general (de la ‘mano invisible’ de Adam Smith), nos dejemos llevar por los cantos de sirena del poder del Estado para resolver las necesidades de los ciudadanos a espaldas, y hasta en contra del sector privado. Un nefasto intervencionismo de los políticos, que configura una suerte de ‘mano negra’, que pretende diseñar nuestras vidas.

 

Ante la desaparición de los liderazgos políticos de PPK, el Presidente de la República, y de Keiko Fujimori, líder del partido mayoritario del Congreso de la República, y el abandono de la búsqueda de la ‘gobernanza’ y de toda iniciativa de reformas estructurales; estamos sufriendo una estampida de iniciativas que erosionan, desnaturalizan y paralizan, las actividades del sector privado. Se está exacerbando esa nociva tendencia de nuestros políticos, de buscar banderitas políticas, que enciendan los reflectores del facilismo populista, apoyados por las reverberaciones de las cajas de resonancia de los medios de comunicación.

La lista de iniciativas anti-inversión privada y anti-empresa es larguísima. Así tenemos, por ejemplo, el caso de los Fondos Privados de Pensiones, el etiquetado de alimentos, la canchita y los cines, las cadenas de farmacias, las tarjetas de crédito, los centros comerciales, los proyectos mineros, la leche en polvo, y tantos otros.

Lamentablemente, el sector privado, tanto desde la plataforma de sus gremios, como de las propias empresas, opta hace años por lo que llaman ‘el perfil bajo’, pasar desapercibidos; como si sus actividades no fueran legítimas, perdiendo la oportunidad de compartir con la opinión pública, sus aportes a la sociedad.

Pero, peor aún, dejando que los personajes que añoran el estatismo empobrecedor, que nos estancó por décadas hasta inicios de los años 90, recobre espacio en el pensamiento popular.

En Lampadia, estamos comprometidos con: La defensa de la economía de mercado, la inversión privada, el desarrollo y la modernidad, así como con la promoción del Estado de Derecho y la meritocracia de los funcionarios públicos. En general, no nos ocupamos de casos de empresas individuales, pero la situación que estamos viviendo, nos lleva a ampliar nuestra cobertura de análisis. 

La guerra contra la economía de mercado y la pasividad del sector empresarial, ya pasó de madura y vemos que algunas empresas, han decidido salir al frente y presentar sus casos con transparencia. Una de estas iniciativas es la de Southern Copper, que está divulgando con mucha solvencia los beneficios de su proyecto de Tía María en Arequipa.

Otro caso es el de Leche Gloria, atacada desde las veredas de reguladores estatales hasta una amplia convergencia de medios de comunicación.

Para difundir y apoyar el caso de Gloria, en la defensa de la leche evaporada, compartimos con nuestros seguidores el siguiente spot:

Lampadia




La convergencia anti-empresa apunta contra los cines

Después de los ataques irracionales contra los alimentos industriales, contra la industria lechera, y otros, les toca ahora el turno a las salas de cine, empresas a las que Indecopi ha afectado sustancialmente en su modelo de negocio.

Líneas abajo compartimos un artículo publicado en el Stanford Business, en diciembre 2009, que parece escrito para el Perú. En él, Marguerite Rigoglioso se pregunta: ¿Por qué cuesta tanto la canchita en los cines?

“Los cines son conocidos por cobrar a los consumidores precios altos por artículos como canchita, refrescos y dulces. ¿Acaso se les está estafando a los cinéfilos?

La investigación del GSB de Stanford y la Universidad de California en Santa Cruz sugiere que existe un método para la ‘locura de los cines’ y uno que, de hecho, beneficia al público espectador. Al cobrar altos precios en snacks y confitería, las casas de exhibición pueden mantener bajos los precios de los boletos.

Aunque los complementos representan solo alrededor del 20 % de los ingresos brutos, significan alrededor del 40 % de las ganancias de los cines”.

De hecho, en el Perú, según la cadena de cines Cineplanet, el 40.7% de sus ingresos provienen de la venta de snacks y confitería (S&C). Ver artículo del diario Gestión del 27 de febrero pasado, El 40.7% de los ingresos de cadena Cineplanet proviene de la venta de snacks y confitería.

Por lo tanto, queda claro que se ha afectado un modelo de negocio sin evaluar sus condicionantes fundamentales.

Además, como podemos ver en los siguientes gráficos publicados por Gestión, los precios de los cines en el Perú son los menores de la región, gracias a su modelo de negocio, el mercado se ha desarrollado notablemente. Veamos:

Nada de esto importa para que, en nuestro país, el regulador, impulsado por la nefasta asociación de supuestos protectores de los consumidores (que ya han hecho mucho daño a los consumidores), y, para variar, con la caja de resonancia de los medios; termine afectando el mejor interés de los propios consumidores, de las empresas, y de la sociedad en su conjunto.

Es sorprendente que el ‘pueblerino sentido común’ de muchos periodistas, aprovechen errores como estos, para armar fiestas de ‘qué horror’, sin analizar las cosas.

Esto se repite una y otra vez en muchos casos. Pareciera que los dueños de los medios habrían abandonado la conducción de sus empresas, donde ahora funciona una suerte de cooperativas de periodistas que han tomado a su cargo el desarrollo de los programas noticiosos, al ritmo de una competencia populachera.

No queremos mencionar casos concretos de periodistas, que están haciendo tremendas performances en esta línea de acción, porque son muy sensibles, las críticas las toman como algo personal. Pero nos preguntamos, en la medida en que, entre un gobierno que ha paralizado la inversión privada en el país, reguladores que salen con sus armas a crear más regulaciones y a cortar los espacios de negocio a las empresas, y periodistas que terminan de impulsar la destrucción de nuestra incipiente economía de mercado, ¿Quiénes van a ser los anunciantes del futuro? ¿Oxfam? ¿Grufides? ¿Cooperacción? ¿Indecopi? ¿Otros reguladores? ¿Aspec?

¿No será hora de organizar asociaciones de ciudadanos para protegernos de los reguladores y las asociaciones que nos dañan, ‘tratando de defendernos’? Lampadia

¿Por qué cuesta tanto la canchita en los cines?

Un profesor de marketing dice que el alto precio de la canchita en la mayoría de los puestos de venta de salas de cine, en realidad beneficia a los cinéfilos.

Marguerite Rigoglioso
Stanford Business
1 de diciembre de 2009
Traducido y glosado por Lampadia

Los cines son conocidos por cobrar a los consumidores precios altos por artículos como canchita, refrescos y dulces. ¿Acaso se les está estafando a los cinéfilos?

La investigación del GSB de Stanford y la Universidad de California en Santa Cruz sugiere que existe un método para la ‘locura de los cines’ y uno que, de hecho, beneficia al público espectador. Al cobrar altos precios en (S&C), las casas de exhibición pueden mantener bajos los precios de los boletos, lo que permite que más personas disfruten de la experiencia de la pantalla grande.

Los hallazgos responden empíricamente a la antigua pregunta de si es mejor cobrar más por un producto primario (en este caso, el boleto de la película) o un producto secundario (la canchita). Poner la prima en los artículos “complementarios”, de hecho, abre la posibilidad de que las personas sensibles al precio vean las películas. Eso significa que más clientes vendrán a los cines en general, y es un buen beneficio para aquellos que están dispuestos a gastarlo en los Gummy Bears.

De hecho, las casas de exhibición de películas dependen de las ventas de complementos para mantener viables sus negocios. Aunque los (S&C) representan solo alrededor del 20 % de los ingresos brutos, significan alrededor del 40 % de las ganancias de los cines. Esto se debe a que, si bien los ingresos por boletos deben compartirse con los distribuidores de películas, el 100 % de las concesiones van directamente a las arcas de los expositores.

En cuanto a los datos de ingresos detallados para una cadena de cines en España, Wesley Hartmann, profesor asociado de marketing en Stanford GSB, y Ricard Gil, profesor asistente de economía en la Universidad de California, Santa Cruz, demostraron que los altos precios de los (S&C) de precios en relación con los boletos de admisión tienen sentido.

Compararon las compras de  (S&C) en semanas con baja y alta asistencia a las películas.

El hecho de que las ventas de concesiones fueran proporcionalmente más altas durante los períodos de baja asistencia sugirió la presencia de cinéfilos “empedernidos” dispuestos a ver cualquier tipo de película, buena o mala, y dispuestos a comprar palomitas de maíz de alto precio. “La lógica es que, si están dispuestos a pagar, digamos, US$ 10 por una mala película, estarían dispuestos a pagar aún más por una buena película”, dijo Hartmann. “Esto se ve subrayado por el hecho de que pagan más, incluso por una mala película, como se ve en la compra de sus complementos. Por lo tanto, para las veces que están en el cine viendo películas buenas o populares, en realidad están obteniendo más calidad de lo que tolerarían en primer lugar. Eso significa que podrías haberles cobrado un precio más alto por el boleto”.

¿Acaso los cines deberían subir los precios de sus entradas? No, dice Hartmann. El grupo de fanáticos no representa al espectador promedio de películas. Si bien los cinéfilos podrían estar dispuestos a pagar, digamos, US$ 15 por un boleto de cine, un teatro que siga esa táctica de fijación de precios pronto se encontraría cerrando sus puertas.

“El hecho de que las personas que van solo para películas buenas o populares consuman mucha menos cantidad de canchita significa que el total que pagan es sustancialmente menor que el de las personas que vendrán a ver cualquier cosa. Si quieres atraer a más consumidores, necesitas mantener los precios de los boletos más bajos para atraerlos”. Los teatros sabiamente compensan el margen, dice, transfiriéndolo a la persona dispuesta a pagar US$ 5 por una caja de canchita.

El trabajo de Hartmann y Gil corrobora lo que los exhibidores de películas han intuido desde el principio. “El argumento de que el precio de los bienes secundarios más altos que los bienes primarios puede beneficiar a los consumidores ha estado circulando durante décadas, pero hasta ahora, nadie ha examinado los datos para ver si es cierto o no”, dice Hartmann.

En otro estudio que examinó teatros españoles, los investigadores descubrieron que los espectadores que compran sus boletos a través de Internet también tienden a comprar más artículos complementarios que aquellos que los compran en la puerta, por teléfono, en quioscos o en cajeros automáticos (esta última opción no tiene pegada en los Estados Unidos). Se necesita más investigación para averiguar por qué, pero por ahora esto sugiere que los cines pueden querer asegurarse de asociarse con un servicio de internet para que ese ticket esté disponible, o incluso realizar la función internamente.

Las personas que vienen al cine en grupos también tienden a comprar más canchitas, refrescos y dulces, encontraron Hartmann y Gil. Si bien esto también merece más investigación, es posible que tales grupos sean familias o adolescentes. “Si ese fuera el caso, es posible que los cines quieran realizar más películas orientadas a las familias o al adolescente para atraer a una multitud más compradora de concesiones”, dice Hartmann.

El análisis de los datos a lo largo de las líneas sugeridas por Hartmann y Gil también puede apoyar otros esquemas de fijación de precios para las empresas que venden complementos, como los parques de béisbol. Llevar a los niños a un juego de pelota puede ser una propuesta costosa para muchas familias, una vez que se tenga en cuenta todos los hotdogs y souvenirs. “Si descubrimos que el esquema de precios actual rechaza tal grupo, la teoría sugiere que la empresa podría querer regalar una gorra o bate de béisbol”, dice Hartmann. “Eso aumenta la calidad de la experiencia y proporciona un incentivo para que las familias vayan”. Lampadia




Una nueva imagen para el Perú

Una nueva imagen para el Perú

Alain Ducasse es el cocinero más idolatrado de Francia y, sin la menor duda, uno de los más admirados del mundo. Repartidos por las ciudades más importantes del planeta, sus restaurantes, cargados de estrellas Michelin, son poderosas embajadas de la excelencia francesa contemporánea, así como la demostración de que la cultura culinaria francesa, si bien no es más hegemónica, sigue brillando e inspirando a la gastronomía mundial. Por ello, como peruano, se imaginarán mi emoción al descubrir que este gran cocinero anunciaba el año pasado que uno de sus más exitosos restaurantes parisinos incluiría una barra de cebiches, inspirada en las cebicherías y cebiches del Perú.

Inmediatamente el anuncio me transportó a aquel sueño que tuvimos diez años atrás, cuando imaginábamos que un día el cebiche del Perú podría convertirse en una tendencia de consumo global presente en todas las mesas del mundo. Pero, sobre todo, me transportó 20 años atrás, cuando era un estudiante peruano que aprendía a ser cocinero en París. En aquel entonces, la cocina peruana no tenía ni la imagen ni la presencia que hoy tiene. Por ello, los aspirantes a cocineros que veníamos de Sudamérica teníamos que hacer un esfuerzo mucho mayor para poder ganarnos la confianza de los cocineros que nos abrían las puertas de sus restaurantes. No éramos aprendices venidos de la gran tradición culinaria japonés o italiana. No. Éramos del lejano y desconocido Perú, del cual, al menos culinariamente, jamás habían oído hablar. Nos levantábamos muy temprano para llegar al restaurante antes que nadie.

Y nos íbamos siempre al último, llegada la medianoche, para llegar a nuestros minúsculos cuartos de baño compartido en un octavo piso sin ascensor, a leer los libros y revistas de cocina que comprábamos durante el fin de semana con aquello que podíamos ahorrar de nuestro limitadísimo presupuesto. Y es que, a diferencia de hoy, cuando gracias a Internet uno puede acceder a millones de recetas y videos culinarios con solo una tecla, en aquellos días nuestro tiempo libre lo dedicábamos a buscar recetas en librerías, mirar vitrinas y menús caminando la ciudad, viviendo y bebiendo cada segundo la oportunidad irrepetible y privilegiada de aprender a ser cocineros en la capital gastronómica del mundo.

Han pasado 20 años desde aquellos días y muchas cosas han sucedido en el camino. Hoy, los jóvenes del Perú que llegan a París a estudiar la cocina son recibidos con respeto y curiosidad por ser hijos de esa tradición culinaria peruana de la que tanto se escucha, y, lo que es más hermoso, hoy jóvenes de todos los rincones del mundo vienen al Perú a querer aprender de su cocina y su cultura como parte esencial de su formación. Sin embargo, lo más importante es que hoy el cebiche es un plato que inspira al mundo. La apuesta de Alain Ducasse por nuestra insignia culinaria fue solo el comienzo de lo que hoy conocen los parisinos como el ‘plato vedette’ de estos tiempos. Si uno recorre el París de hoy, se sorprenderá al descubrir en los menús de los grandes restaurantes franceses un cebiche inspirado en nuestra tierra y se emocionará al encontrarse en el camino con cebicherías hechas por parisinos en las que la canchita, la leche de tigre, el chilcano y el pisco sour son productos que parecieran haber estado allí siempre, dentro de la oferta cotidiana local. Hoy, esto que ocurre en París sucede en todo el mundo. El cebiche avanza con paso firme en sus objetivos de ir mostrándole al mundo la nueva imagen del Perú y es por ello que es importante. Porque eso es lo que hemos venido buscando lograr desde hace mucho tiempo. Una nueva imagen del Perú en la que no solo el cebiche, sino todo aquello que forme parte de nuestra cultura y nuestra creatividad se sume a ese arsenal irresistible de historias, productos y experiencias peruanas capaces de seducir y conquistar a todos en este mundo global.

Soy cocinero peruano, miembro de la pandilla de la leche de tigre, y nuestra misión en los próximos meses es ir a las veinte ciudades más importantes del mundo llevando el mensaje y la bandera de nuestro país a través del cebiche. Nuestras armas son solo nuestros ajíes y limones. Nuestro objetivo, conquistar corazones, arrancar sonrisas, animar a quien se encuentre con nosotros a que visite el Perú y se enamore de lo nuestro. Veinte años atrás, esto hubiera sido una misión suicida. Hoy, la victoria puede ser nuestra.