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Visiones de un experto robotista hacia el 2069

Visiones de un experto robotista hacia el 2069

Como hemos escrito previamente en Lampadia: La ética en la inteligencia artificial (IA), de entre todas las tecnologías surgidas en la Cuarta Revolución Industrial (4IA), la IA probablemente es la más controversial, por las fuertes implicancias que tiene en la ética, al poder replicar numerosas actividades humanas de alto riesgo como el transporte autónomo, los servicios de salud o el manejo de armamento militar.

Otra cuestión importante que surge en esta discusión es en qué horizonte de tiempo esta tecnología puede efectivamente “conquistar” o “reemplazar” una gran cantidad de estas actividades, en particular, aquellas labores realizadas por los seres humanos en el día a día, como las domésticas – el planchado, la limpieza, entre otras – y las de transporte público. ¿20 años?, ¿50 años?

Para tener una mejor aproximación a la respuesta de esta pregunta, queremos compartir una reciente entrevista (ver artículo líneas abajo) realizada por Brian Bergstein, editor nacional de Tecnología de American Associated Press, a Rodney Brooks, ex jefe del laboratorio de Informática e Inteligencia Artificial en MIT y cofundador de dos empresas de robótica: iRobot y Rethink Robotics, publicada en la revista Medium Magazine.

La respuesta del prestigioso robotista ante la pregunta de cómo se verá el mundo hacia el 2069, en particular en lo concerniente al desarrollo de la robótica y de la IA, es que la evidencia de los últimos 50 años sugiere que el mundo ha pasado por un cambio tecnológico único en su historia, difícilmente de replicar en el futuro.

Así, la probabilidad de que se de un salto cuántico en el desarrollo tecnológico a nivel económico, social y cultural es muy baja, dado el crecimiento sin precedente que ya ha sufrido nuestro mundo actual. Aún cuando se diera el caso, se seguirían dependiendo de gran cantidad de tecnologías ya existentes. En sus palabras, “La economía exponencial está sobrevendida. No hay ningún proceso en el universo, nunca, que haya sido exponencial por un período de tiempo sostenido”.

Ello con el agravante de que no se ha tenido un gran avance en materia de IA en los últimos 9 años.

En ese sentido, hace hincapié en que hay mucho contenido de ciencia ficción en el pensamiento de las personas que creen que la IA puede realmente representar una amenaza para el ser humano; por el contrario, con los avances actuales, ni siquiera se ha logrado que esta llegase a tener la comprensión del mundo que tiene un joven de 18 meses.

En palabras de Brooks, aún cuando las máquinas programadas con IA hacia el 2069 podrán realizar labores de transporte, limpieza, entre otras, el mundo no parecerá muy distinto al del 2019, ya que tomarán la forma de muchos de los artefactos electrónicos que usamos hoy en día. Lampadia

Un robotista top dice que la inteligencia artificial (IA) no conquistará a la humanidad

Los autos se conducirán solos, los robots limpiarán tu inodoro, pero el progreso exponencial es poco probable

Photo by Lane Turner/The Boston Globe/Getty

Brian Bergstein
Medium Magazine
4 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Si te imaginas las tecnologías que definirán la vida cotidiana en 50 años, es tentador pensar en la opinión de Arthur C. Clarke de que la tecnología avanzada es indistinguible de la magia. Podría imaginar el mundo de 2069 repleto de cosas que hoy consideraríamos fantásticas.

El problema con eso es que las tecnologías no aparecen mágicamente. Provienen del ingenioso refinamiento y la recombinación de tecnologías previamente existentes. Incluso cuando surgen innovaciones poderosas, les puede llevar décadas reemplazar las cosas viejas que funcionan lo suficientemente bien.

Para concentrarme hacia lo que realmente estamos yendo, llamé a Rodney Brooks. Brooks, de 64 años, es tanto un optimista tecnológico como un realista. Es el ex jefe del laboratorio de Informática e Inteligencia Artificial en MIT y cofundador de dos empresas de robótica: iRobot, fabricante de los limpiadores de pisos Roomba, y Rethink Robotics, que hasta hace poco fabricaba robots que podían trabajar en estrecha colaboración con las personas. También ha escrito extensamente sobre por qué la inteligencia artificial (en adelante, IA) está sobrevalorada, y cómo las personas malinterpretan el ritmo desigual de la tecnología.

Medium: ¿Dónde empezarías a pensar cómo será la vida diaria en 50 años?

Rodney Brooks: Los autos automáticos serán una gran cosa dentro de 50 años. Creo que vamos a tener otra transformación de nuestras ciudades a partir de la conducción autónoma y del transporte personal, aunque pueden atorar tanto las cosas que obtendremos un transporte público mucho mejor. No lo sé aún.

La ciudad será bastante diferente, y habrá muchas más ciudades. Vamos a tener el doble de personas en las ciudades, en todo el mundo, como lo hacemos ahora. Y luego: el impacto del cambio climático, que es innegable.

¿Qué más?

En América del Norte, Europa, Japón y China, vamos a ser una población mucho mayor. En 50 años, África será la mitad de la población mundial y va a ser muy, muy joven. Entonces, tal vez toda la innovación venga de África dentro de 50 años.

Alguien que se quedó dormido hace 50 años y que se despertara hoy probablemente se sorprendería por los cambios sociales, las mejoras médicas y nuestros dispositivos de comunicación. Pero no creo que el mundo se vea fundamentalmente diferente para esa persona. Si nos quedáramos dormidos y nos despertáramos en 2069, ¿nos sentiríamos más perdidos?

Algunas cosas todavía estarán alrededor y se parecerán a las de hoy.

En los últimos 50 años, hemos visto un cambio tecnológico único, y ese es el sostenimiento de la Ley de Moore. Es un evento único en la historia que el cómputo mejoró de manera regular durante 50 años. La mayoría de la gente, si está pensando en el futuro, aplica la Ley de Moore a todas las tecnologías, lo cual es totalmente incorrecto. La Ley de Moore era única en cuanto a por qué podía suceder, y todo ese malentendido ha distorsionado nuestra visión de cómo cambiarán las cosas en el futuro.

¿Cómo fue engañosa la Ley de Moore?

La Ley de Moore se basaba en el hecho de que se podía cambiar la estructura física [de los circuitos de la computadora] sin cambiar el contenido de la información. Podrías reducir a la mitad la estructura física. ¿Hay un montón de arena en mi escritorio, o no? Me quitas la mitad de los granos, todavía hay un montón de arena en mi escritorio. Quitas la mitad del resto, todavía hay un montón de arena en mi escritorio. Y pudimos hacerlo, durante los 50 años, 25 veces más o menos. Hasta que llegamos a un solo grano, que es donde estamos ahora. Y ya no podemos dividir el montón de arena.

 No hemos visto el final del efecto de la Ley de Moore, ya que descubrimos cómo aplicar estas vastas cantidades de cómputo a más y más problemas. Ahí es donde todavía tendrá un impacto. Pero no ha habido una reducción sostenida o la duplicación en ninguna otra tecnología.

Entonces, la idea de que estamos entrando en un período de progreso exponencial – si es que fuera cierto – cada año habría una increíble cantidad de cambio tecnológico en el mundo.

Sí, creo que la economía exponencial está sobrevendida. No hay ningún proceso en el universo, nunca, que haya sido exponencial durante un período de tiempo sostenido, porque te quedas sin cosas a nivel local para hacerlas o usarlas.

No obstante, ¿podría ser cierto que el cambio tecnológico se acelerará ahora, porque todavía hay mucho espacio para que las aplicaciones de la tecnología de la información se difundan en toda la sociedad?

Estamos en una fase de explotación. En Massachusetts, el año anterior, nos deshicimos de las cabinas de peaje. No nos deshicimos de los cobradores de peaje haciendo que los robots cobren peajes a las personas.

Vamos a ver mucha explotación, donde las piezas nuevas se juntan con diferentes jugadores y cambiará la forma en que funcionan los servicios.

Pero no hemos tenido un gran avance en IA desde hace nueve años. La gente me dijo: “Pero, por supuesto, vamos a un gran avance todos los años”. No, lo que estamos viendo es la explotación del machine learning en este momento, a gran escala. No creo que podamos asumir automáticamente que vamos a obtener avances en cualquier programa. Y esa es otra razón por la que digo que la Ley de Moore era única. Se había programado avances. No hemos visto tecnologías con un horario en ningún otro momento.

¿La ficción también está haciendo tropezar a las personas cuando se trata de entender el camino que sigue la IA?

Bueno, repetidamente escucho a la gente decir: “La IA va a dominar el mundo y nos dominará”, y se refieren a historias de ciencia ficción.

¿Es justo decir que la IA ni siquiera existe en este momento?

Oh, no en la forma en que la gente lo piensa. En este momento, la IA es un sistema de clasificación con aprendizaje profundo; no hay intención, no hay comprensión del mundo. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) acaba de anunciar un programa de $ 2 mil millones cuyo objetivo, durante muchos años, es tratar de darle a la IA, la comprensión del mundo que tiene un joven de 18 meses. La idea de que seres inteligentes, pensantes y conniventes existen en la IA es total, total, ciencia ficción. No tenemos nada con la intención de una bala en este momento.

¿Podría ser eso todavía cierto en 2069?

Absolutamente, podría ser.

¿Crees que hacer que las computadoras sean verdaderamente inteligentes requerirá que tengan una presencia física en la vida diaria? Por ejemplo, el hecho que robots se muevan entre nosotros les daría la posibilidad de acumular más datos sobre el mundo que lo que podría simular en un servidor o en un centro de datos.

Eso es ciertamente lo que he estado discutiendo desde la década de 1980. Es lo que Alan Turing sugirió, en 1948, en un documento suyo que no vio la luz del día hasta 1970. Creo que, en última instancia, conseguir un robot con una base simple en realidad requerirá una presencia física. Pero puedo estar equivocado.

¿Podría posiblemente requerir una combinación de material biológico y electrónico, computadoras con células vivas o algo así?

Puede. Mi próxima publicación en el blog va a hablar de eso, en realidad. La mesa de mi comedor está cubierta de libros y papeles viejos, ya que estoy tratando de resolver esto.

Volviendo a los autos autónomos, y viendo la posibilidad de que estén en todas partes en el 2069. Hasta ahora, el lanzamiento ha sido más lento de lo que algunas compañías han prometido.

Bueno, ya hemos superado algunas de las fechas límite cuando dijeron que ibamos a tener autos autónomos en la carretera. Y si observa atentamente los últimos seis meses, lo que vienen diciendo los grandes jugadores de la industria es: “Nuestro primer lanzamiento será en un área geográficamente aislada o limitada, en buenas condiciones climáticas”. Y algunos de ellos están diciendo que todo los vehículos impulsados por humanos en ese espacio serán transportes conducidos por empleados. Por lo tanto, no es necesario interactuar con el público en general. Y muchos de los despliegues están en lugares donde el vehículo puede darse el lujo de detenerse en cualquier momento y no causar un accidente. No puedes hacer eso en la autopista, no puedes parar en seco.

Por lo tanto, en entornos similares a los campus, lo cambiaron de un problema dinámico a un problema estático, al menos inicialmente. Y creo que eso es inteligente. No estoy diciendo que no llegaremos en el futuro, pero va a tomar mucho más tiempo, y mucha más experiencia. Puede requerir la transformación de nuestras ciudades y nuestras carreteras para llegar a todas partes.

Una de las empresas que fundó, Rethink Robotics, cerró este otoño porque la demanda era demasiado suave para sus robots colaborativos que podían trabajar junto a personas en fábricas e instalaciones de envasado. ¿De qué manera el destino de Rethink da forma a tu pensamiento sobre el ritmo desigual del desarrollo tecnológico? Esta empresa en particular no funcionó, pero la idea más amplia detrás de ella se siente como un ganador a largo plazo.

La forma en que estoy empezando a pensarlo ahora es en términos del Segway.

El Segway fue una idea radical: un dispositivo eléctrico de transporte personal. Pero no fue lo que despegó. Ahora, estamos empezando a ver cómo despegan los dispositivos de transporte personal, estos scooters eléctricos que están en todas partes en algunas ciudades. Segway acertó algunas cosas, pero no acertó en otras.

¿Las casas del 2069 tendrán robots haciendo tareas?

Creo que tendremos más robots limpiando y más que solo pisos. Los inodoros se limpiarán con dispositivos robóticos, pero podrían estar conectados permanentemente a cada inodoro, en lugar de deambular. Estoy bastante seguro de que nuestros paneles solares y nuestras ventanas serán limpiados por robots. Y nuestras “granjas” interiores, que cultivan alimentos frescos en el lugar, serán atendidas por dispositivos robóticos.

Si la gente piensa en los dispositivos que lo hacen como robots es otra cuestión. ¿Recuerda en la década de 1970 cuando las computadoras estaban en gabinetes de cinta magnética? Si dijéramos que tendríamos computadoras en nuestras cocinas en 20 o 30 años, la gente, pensando en los gabinetes de cinta magnética, habría dicho “de ninguna manera”. Pero, por supuesto, ahora tenemos muchas computadoras en nuestras cocinas. – Los tengo en mi horno, mi microondas, mi lavaplatos, mi refrigerador, mi Alexa y, posiblemente, algunas en el sistema de iluminación que no he identificado, pero no se parecen en nada a los mainframes de los años setenta. Igualmente para los dispositivos robóticos que pueblan nuestras casas en 50 años. No se verán como los robots que imaginamos hoy. Lampadia

Brian Bergstein
Es periodista en Boston. Ha sido editor ejecutivo de MIT Technology Review y editor de tecnología y medios en Associated Press (AP). Es editor general en neo.life.




La naturaleza del trabajo está cambiando

La naturaleza del trabajo está cambiando

Los temores de que los robots les quitarán empleos a las personas es un tema muy debatido, sin embargo, según el más reciente Informe del Banco Mundial titulado ‘La Cambiante Naturaleza del Trabajo’ se afirma que, en general, este miedo parece ser infundado. En cambio, la tecnología estaría brindando oportunidades, allanando el camino para crear nuevos empleos, aumentar la productividad y mejorar la prestación de servicios públicos.

El Informe de Desarrollo Mundial de 2019 del Banco Mundial estudia cómo está cambiando la naturaleza del trabajo como resultado de los avances tecnológicos actuales. Argumenta que, a la luz de la disrupción del cambio tecnológico, se necesita un nuevo ‘contrato social’ para suavizar la transición y prevenir el aumento de la desigualdad. Para esto, las inversiones significativas en capital humano a lo largo del ciclo de vida de una persona son vitales para este esfuerzo. Si los trabajadores quieren seguir siendo competitivos frente a las máquinas, deben poder actualizar sus habilidades.

Entre los principales hallazgos del Banco Mundial tenemos que:

  1. Las empresas pueden crecer rápidamente gracias a la transformación digital, que cruza límites y desafía los patrones de producción tradicionales.
  2. El auge de las plataformas digitales y la globalización significa que los efectos tecnológicos llegan a más personas más rápido que nunca.
  3. La tecnología está cambiando las habilidades que buscan los empleadores. Los trabajadores deben ser buenos en la resolución de problemas complejos, el trabajo en equipo y la adaptabilidad.
  4. La tecnología está cambiando la forma en que trabajan las personas y los términos en los que trabajan. Incluso en las economías avanzadas, el trabajo a corto plazo, que a menudo se encuentra a través de plataformas en línea, plantea desafíos similares a los que enfrentan los trabajadores informales del mundo.

Los nuevos modelos de negocios, las start-ups de plataforma digital, están evolucionando de empresas locales a gigantes globales, a menudo con pocos empleados y activos tangibles. Esta nueva organización plantea cambios de política en las áreas de privacidad, competencia e impuestos.

Para que las sociedades se beneficien del potencial que ofrece la tecnología, necesitarían un nuevo ‘contrato social’ centrado en inversiones más grandes en capital humano y proporcionar progresivamente protección social universal, como se muestra en el cuadro inferior. Sin embargo, la inclusión social requiere espacio fiscal y muchos países en desarrollo carecen de recursos financieros debido a bases fiscales inadecuadas, grandes sectores informales y una administración ineficiente.

Como afirma el Banco Mundial, “Las economías emergentes se encuentran en medio de una disrupción tecnológica que está cambiando la naturaleza del trabajo. Sea lo que sea lo que depare el futuro, la inversión en capital humano es una política sin arrepentimientos que prepara a las personas para los desafíos futuros.”

Según el informe, en muchos países en desarrollo, una gran cantidad de trabajadores sigue ocupando puestos de baja productividad, a menudo en empresas del sector informal cuyo acceso a la tecnología es deficiente. La informalidad se ha mantenido alta en las últimas dos décadas a pesar de las mejoras en el entorno regulatorio de los negocios (como muestra el cuadro inferior).

De hecho, la proporción de trabajadores informales es tan alta como 90 % en algunas economías emergentes. En general, alrededor de dos tercios de la fuerza laboral en estas economías es informal. La informalidad se ha mantenido notablemente estable a pesar del crecimiento económico o la naturaleza cambiante del trabajo. El Banco Mundial da el ejemplo del Perú donde, a pesar de todas las medidas que se han intentado crear para luchar contra este tema, la informalidad se ha mantenido constante en alrededor del 75 % en los últimos 30 años.

¿Qué pueden hacer los gobiernos?

El Banco Mundial sugiere tres soluciones:

  1. Invertir en capital humano, especialmente en grupos desfavorecidos y en educación infantil temprana, para desarrollar las nuevas habilidades que cada vez son más demandadas en el mercado laboral, como las habilidades cognitivas y socio-conductuales.
  2. Mejorar la protección social para garantizar una cobertura y protección universales que no dependan completamente de tener un empleo asalariado formal
  3. Aumentar la movilización de ingresos mediante la actualización de los sistemas tributarios, donde sea necesario, para proporcionar un espacio fiscal para financiar el desarrollo del capital humano y la protección social.

El Informe concluye que los individuos, las empresas, los gobiernos y la sociedad en general pueden adaptarse a la naturaleza cambiante del trabajo. Las personas necesitan entrenar o reorganizar las habilidades existentes para mantenerse competitivas. Las empresas deben enfrentar el desafío del cambio tecnológico acelerado y los mercados altamente concentrados. Los gobiernos y las sociedades deben buscar políticas apropiadas que protejan contra la creciente desigualdad. A medida que la tecnología facilita más formas no tradicionales de empleo, la protección social se vuelve aún más importante.

Todas las recomendaciones del Banco Mundial son loables, sin embargo, su impacto es de mediano y largo plazo y no necesariamente permiten esperar una protección efectiva contra los movimientos tectónicos que trae la cuarta revolución industrial.

En el caso del Perú, lo urgente es crear riqueza en volúmenes y oportunidades que permitan que cerremos aceleradamente las brechas de educación, salud, infraestructuras y tecnología, que nos lastran y no permiten que enfrentemos el futuro tecnológico desde una plataforma razonable. Ver en Lampadia: Estrategia para la creación de empleo y generación de riqueza en el Perú durante los próximos 20 años.




Los impactos del cambio tecnológico

Los impactos del cambio tecnológico

Entrevista a José Ramón López Portillo
Autor del libro “La Gran Transición: Retos y Oportunidades del cambio Tecnológico Exponencial”, FCE
Entrevista de Jaime de Althaus y Pablo Bustamante

Lampadia

Un tema crucial de cuyo manejo en nuestro país dependerá si avanzamos hacia un nuevo mundo o nos hundimos en el atraso sin esperanza.

Todas las actividades humanas van a ser sustituidas por las máquinas

“¿Quién paga el ingreso básico universal? ¿Lo paga el Estado de cada país o lo paga una especie de caja de la totalidad de los países? ¿Las compañías norteamericanas van a pagar también el ingreso de los peruanos o los mexicanos?”

“La idea que tienen algunos es “Vamos a extraer de los grandes poseedores de tecnología, de los que se están beneficiando, una proporción cada vez menor y con eso sería suficiente para sacar al resto de la humanidad de la pobreza”. El problema es cómo organizamos tal cosa”.

“…entonces el proceso de industrialización para insertarnos en la economía mundial es cada vez menos significativo, estamos siendo irrelevantes”.

“Si cambiamos nuestra metodología y nuestras acciones y vamos a una política pública que oriente los esfuerzos y los recursos hacia la innovación, con objetivos claros, cuantificados, para hacer ciertas cosas que sean en beneficio de nuestras sociedades, podemos dar saltos cuánticos adelante”.

“…bastaría una proporción cada vez menor de esa riqueza generada para levantar a la totalidad de la humanidad de la pobreza y sacarla de la postración y ofrecer igualdad de oportunidades y de seguridades”.

“…países como China que dicen “Sí, yo podría ser un Estado autoritario digital, pero te voy a garantizar 2 cosas: te voy a garantizar un aumento en tu bienestar, te voy a garantizar paz, seguridad, educación, salud, etc., solo que tú vas a ser un ciudadano modelo”. Y el ciudadano modelo dice: “Sí, mejor lo soy porque ahí está el gran hermano, el big brother viéndome y no tiene sentido”

“Los cursos abiertos masivos en línea, que le permitían a cualquier persona capacitarse utilizando los programas digitales del Internet, vienen ahora acompañados de inteligencia artificial. Lo que hacen es que ven a cada estudiante como una persona a la cual van a adaptar la educación. Ahora, con los nuevos programas, la propia inteligencia artificial te va estimulando”.

– Lo que llamas el cambio tecnológico exponencial va a sustituir muchos empleos, pero va a generar nuevos. Ahora, no hay manera de predecir cómo se va a resolver esa ecuación, si finalmente va a desplazar mucho más de lo que va a generar o se van a generar más empleos.

– En primer lugar, quiero explicar que digo exponencial porque eso da la idea de que el cambio tecnológico crece cada vez más rápido, y muchos advierten que las fuerzas de la economía capitalista y también las del capitalismo de Estado, están generando las condiciones para un proceso de automatización creciente de actividades, no necesariamente de empleos, pero de actividades. Esto significa que, por ejemplo, si su ocupación es la contaduría, una parte del tiempo que dedica a sacar fotocopias o hacer cálculos que son predictivos, todo eso lo pueden hacer las máquinas; el resto del tiempo, digamos 60% del tiempo, no es todavía automatizable y, por tanto, no va a ser desplazado por las máquinas. Es así como tiene uno que concebir la automatización y el desplazamiento del empleo. Ahora, si me refiero a otros casos, como el electricista o el plomero o el agente legal o el agente literario o el que redacta o narra eventos deportivos, cada caso es distinto y la automatización ataca esas actividades de manera distinta.

– ¿Qué tipo de actividades serán afectadas?

Todo tipo de actividades. Hay 2 grandes tendencias. La primera es a la automatización o sustitución de las habilidades en la medida en que sean predecibles, repetitivas o peligrosas. ¿Por qué? Porque los robots, como sabemos, pueden soldar una pieza de un automóvil que se encuentra exactamente en tal posición, con una intensidad y efectividad mayor que ningún soldador. La segunda se refiere al contenido de valor de actividad de cada quien: uno puede ser un obrero de construcción que tenderá a ser automatizado, pero si el obrero posee capacidades especiales para hacer, por ejemplo, las cornisas, las esquinas, que son difíciles para los robots, uno va a preferir esa tarea más artesanal. O simplemente porque tiene un valor para nosotros de seguridad o no. Los aviones pueden volar completamente automatizados, pero yo preferiría que hubiera un piloto humano al mando que por lo menos pueda tomar el control. Entonces, depende de estas dos grandes variables.

– Ahora, todas aquellas esas actividades profesionales que puedan ser llevadas a cabo por inteligencia artificial, también van a ser reemplazadas: los médicos, los economistas en muchos casos…

Así es. Yo he leído lo que producen los expertos en la materia, utilizan grandes datos y llegan a conclusiones y lo que veo es que las conclusiones están disparatadas; unos dicen que el desempleo va a ser muy grande, otros dicen que va a ser menor, unos dicen que va a ser en ciertas áreas, otros dicen que van a ser en otras áreas.

– La gran mayoría dice que va a ser muy grande, ¿no?

La gran mayoría dice que va a ser muy grande, pero es un problema de tiempo, ¿cuándo? Porque esto es un tsunami que va elevando su nivel aceleradamente. El tsunami no acaba, no es una ola, y, por lo tanto, eventualmente en equis años -20, 50, 100-, no importa, eventualmente todos los trabajos, todas las actividades humanas van a ser sustituidas por las máquinas si continúa el tipo de economía en la que vivimos.

– ¿Y qué tipo de empleos se van a generar? Es decir, ¿qué nuevos empleos van a aparecer?

Cuando uno ve el tipo de nuevos empleos, están casi todos relacionados a actividades creativas y a altas habilidades. Puede ser un electricista y puede ser igualmente un artista, pero en la media en que haya creatividad, esas van a perdurar más tiempo; en la medida en que haya interacción humana, y eso no pueda ser reproducido por los robots, esos trabajos van a perdurar.

Pero se habla hasta de composiciones de música por inteligencia artificial, o pintura; en verdad no hay límite a la imaginación…

No hay límite a la automatización, no.

– Inclusive se ha tomado tan en serio este proceso de desplazamiento del trabajo tradicional y no tradicional, que se empieza a hablar de este bono ciudadano universal para remunerar a la gente que se quede sin trabajo…

Sí, el ingreso básico universal…

– …que es una propuesta un poco complicada porque es resignarse a vivir del subsidio toda tu vida, pero que tus hijos y tus nietos lo hagan igual, con lo cual la dignidad humana sufriría un tremendo shock. ¿Qué piensas sobre esas cosas?

Completamente de acuerdo. La preocupación es que, si eventualmente las máquinas van a automatizar la totalidad o prácticamente la totalidad de nuestras ocupaciones, nosotros perderemos necesariamente nuestros trabajos, y aun si no los perdemos completamente, nuestros ingresos tenderán a ser menores porque estaremos compitiendo con un enorme número de gente que va a querer hacer lo mismo. Entonces el efecto de esto es que se eleva la productividad para algunos, pero el resto de la gente no ve elevar su productividad. Se concentra el ingreso, la riqueza, el poder económico y político en cada vez menos manos y se está viendo ya que las empresas de alta tecnología están ocupando los primeros lugares en el rango de las más poderosas del mundo. Si comparas las 10 más importantes de hace 10 años con las 10 más importantes de ahora, antes eran petroleras, etc., ahora son básicamente las digitales. Lo que muchos han pensado es en un ingreso básico universal o en un bono ciudadano, el problema que tiene esto –y eso algo que precisamente Noah Yuyal Harari mencionó, junto con muchos otros- es que el ingreso básico universal tiene tres componentes: el ingreso, el básico y el universal. El ingreso está muy bien y es un estipendio que se le da a alguien por existir, por ser ciudadano, por lo que sea, pero el básico y el universal tienen dos características que son muy difíciles de ponderar. La primera, lo básico implica que puedes satisfacer las necesidades básicas…

– ¿Cuáles son?

…cuáles son esas necesidades y cómo se definen, en dónde se definen, en qué país, región, etc.; y la otra es la universalidad, que se refiere a quién lo paga. ¿Lo paga el Estado de cada país o lo paga una especie de caja de la totalidad de los países? ¿Las compañías norteamericanas van a pagar también el ingreso de los peruanos o los mexicanos?

– Por ejemplo, un país como Singapur o Finlandia puede establecer un impuesto a la alta productividad para repartir el impuesto básico universal, pero ¿quién va a generar el ingreso básico universal de los pobres de la India, de África o de América Latina? Es alarmante.

Exacto. Es alarmante porque si tenemos una dinámica de desigualdad creciente y acelerada, y si la economía está siendo cada vez más rica, entonces la idea que tienen algunos es “Vamos a extraer de los grandes poseedores de tecnología, de los que se están beneficiando, una proporción cada vez menor y con eso sería suficiente para sacar al resto de la humanidad de la pobreza”. El problema es cómo organizamos tal cosa.

– Además la automatización, la robotización, va a hacer posible que muchas fábricas que se han trasladado de los países desarrollados a los países emergentes, regresen a sus países de origen porque ya no hay el problema de la mano de obra barata, porque van a trabajar con robots precisamente. Entonces, probablemente los países emergentes van a perder sus ventajas competitivas y podrían al margen de la división mundial del trabajo…

Así es, usted lo describió perfectamente bien. El proceso de inserción de nuestros países al comercio internacional ha consistido en que no queremos ser nada más que proveedores de mano de obra barata y de recursos naturales simples, sino que queremos dar valor agregado a lo que generamos. Entendamos que las nuevas tecnologías desplazan y desechan ya esta contribución también, entonces el proceso de industrialización para insertarnos en la economía mundial es cada vez menos significativo, estamos siendo irrelevantes.

– Es una proposición obsoleta.

Es una proposición ya obsoleta, exactamente. Si uno ve en las cadenas globales de valor cuánto valor aporta qué clase de actividad, uno ve que las anteriores y las posteriores a la manufactura han cobrado cada vez más fuerza y, por tanto, la manufactura en esos países es cada vez menos importante. Esto significa que tenemos que modificar la manera en que debemos orientar nuestras economías. Y tiene razón, uno de los procesos de la automatización y de la aplicación de sistemas de inteligencia artificial y de cosas como energía solar, impresoras 3D, etc., es el reshoring, que es la reincorporación, como lo dijo usted, de la manufactura a los países de origen. Por ejemplo, recientemente Nike, que producía medio millón de zapatos, decidió cerrar una serie de fábricas y en vez de tener a miles de empleados, 160 van a producir medio millón ahora en Alemania, ya no más en otras partes.

– Inclusive en cosas como agro-exportación.

O la agro-exportación.

– Se habla, por ejemplo, de la producción de carne por reproducción celular, que es indispensable para evitar el metano, por ejemplo, o el requerimiento de tierras y agua, que no hay, para 9 mil millones de personas en los próximos años.

Así es.

– O se habla de la posibilidad de tener fábricas verticales en Nueva York o Chicago, de alcachofas y cebollas.

Exacto.

– Entonces en el largo plazo se vienen posibilidades que desplazan a los países en desarrollo de la división de trabajo o, mucho más que eso, de participar del mundo tecnologizado.

Correcto, completamente de acuerdo, el problema entonces está en nosotros. Eso va a ocurrir si nosotros insistimos en la forma de insertarnos en las cadenas de valor internacionales. Si cambiamos nuestra metodología y nuestras acciones y vamos a una política pública que oriente los esfuerzos y los recursos hacia la innovación, con objetivos claros, cuantificados, para hacer ciertas cosas que sean en beneficio de nuestras sociedades, podemos dar saltos cuánticos adelante. Y es lo que yo propongo un poco en este libro.

– Ahora, estas tecnologías nuevas van a permitir que las familias, las comunidades locales, puedan producir la mayor parte de cosas que necesitan. Con impresoras 3D voy a poder fabricar todo lo que quiera; entonces vamos a regresar a un paleolítico ultra-tecnificado, en el sentido de la autarquía de las unidades sociales. El comercio internacional se va a deprimir, porque todas las comunidades locales podrían ser eventualmente autosuficientes. Entonces, ¿cuál podría ser la ventaja competitiva de un país como Perú o como México? ¿O tendremos que desarrollar todas esas tecnologías para ser autosuficientes? ¿En qué va a consistir la globalización?

Exacto, eventualmente, es cierto, podemos regresar no al paleolítico, pero sí a un sistema de alto beneficio generalizado sin dejar a nadie atrás, lo que pensadores de izquierda y derecha llaman “los comunes colaborativos”. Es decir, no piensan como los marxistas, piensan en algo mucho más dinámico; la gente se organiza para cultivar en casa, producir sus satisfactores en casa, generar sus alimentos en casa…

…la energía.

…la energía solar, etc., eso es un poco la tendencia. Entonces, nomás para conectar la idea del ingreso básico universal con esto, en vez de dar un ingreso básico universal se puede generar un estipendio, como sugieren algunos pensadores, un estipendio para…

– ¿Generar capacidades?

Exacto, para generar las capacidades y para trabajar en las comunidades y para ayudar a los viejos, a los jóvenes, a educar, etc. Eso sería mucho más útil, la gente se sentiría también útil en ese sentido.

– Aunque por el momento las materias primas se convierten en un recurso estratégico para que los desarrollados puedan rehacerlas en sus productos de alta tecnología que nosotros todavía estamos lejos de poder hacer.

Sí. Por ejemplo, Perú ha exportado entre otras cosas cobre y ahora acaba de encontrar grandes cantidades de litio de alta calidad; ahora, el litio es un elemento cada vez más importante en baterías y en otros tipos de sistemas electrónicos, además de los medicinales y sicotrópicos, etc. Ustedes van a exportar litio seguramente de manera muy importante en los próximos años porque es conveniente.

– Por otro lado, si en Nueva York ofrecen una cebolla hecha en una fábrica vertical en Nueva York o una cebolla hecha en Ica, en Perú, la de Ica, en Perú, va a valer mucho más.

Por supuesto, exacto.

– Pero el cobre podría ser sustituido por el grafeno…

Es posible…

– … o la minería terrestre puede ser sustituida por la submarina o de meteoritos; están abiertos todos esos pasos.

Todas esas posibilidades están abiertas y el libro se llama “La gran transición” porque podemos llegar a un futuro o a otro. El futuro no existe, el futuro, cualquiera que lo pueda imaginar de una u otra manera, es simplemente eso: una imaginación. El futuro depende de nosotros y de lo que hagamos, y la gran transición es justamente este proceso, descubrir lo que viene, adecuar nuestras acciones para eliminar los futuros que no queremos e invertirle todo al futuro que sí queremos. Y eso lo podemos hacer nuestros países, porque podemos saltos cuánticos.

– ¿Cómo? ¿Qué deben hacer nuestros países? ¿Cómo se deben organizar para manejar este proceso y que no terminemos barridos por esta ola? Partimos con brechas, entonces, ¿el primer proceso es cerrar las brechas? ¿Generar riqueza aceleradamente?

Bueno, efectivamente, estamos trabajando inclusive en Oxford en un modelo sobre eso: ¿qué es mejor, apostarle a la igualdad ahora o apostarle a la igualdad o al mejoramiento de la vida más adelante? Aparentemente, la forma más rápida de que todos eleven su nivel de vida es un sistema en el que se genera tanta riqueza en el mundo, tan rápidamente, que bastaría una proporción cada vez menor de esa riqueza generada para levantar a la totalidad de la humanidad de la pobreza y sacarla de la postración y ofrecer igualdad de oportunidades y de seguridades. Esa es una visión.

– ¿Eso están pensando en Oxford?

No, es un modelo. El otro es que no podemos llegar allá sin fortalecer nuestro mercado interno; países como Perú, países como México, tienen un mercado interno muy desigual.

– Pero más que el mercado, ciudadanos que tienen niveles de educación muy bajos, niveles de salud muy bajos, accesos a infraestructura muy limitadas y eso es lo que habría que darles.

Sí, efectivamente. Entonces, en lugar de pensar en igualdad económica, hay que pensar en igualdad de oportunidades y de seguridades, y esto es lo que todo el mundo dice, de enseñarle a pescar a la gente en lugar de pescar. Pero, ¿cómo se puede hacer esto? Bueno, hay sistemas de educación, hay sistemas de capacitación, etc., que se pueden hacer cada vez más baratos y más accesibles a través de Internet, generalizar la capacidad de uso del Internet, digitalizar nuestras economías, la totalidad de nuestras economías…

– Sin celulares jamás hubiera habido la penetración de teléfonos que hay hoy día en el mundo, y no requieren cables de cobre.

Claro, y que tantos campesinos puedan conocer qué fertilizantes utilizar o qué cosechar el año siguiente. En fin, todo esto potencia las posibilidades creativas de toda la sociedad. Entonces, igualdad de seguridades, igual de oportunidades y orientar la economía hacia misiones de innovación, esto requiere una nueva gobernanza y marcos regulatorios. Es decir, adecuar la forma en que el Estado interactúa con el sector privado, con la academia, con la sociedad civil y con la comunidad internacional para generar el bien social.

– Como dices en el libro, las Naciones Unidas omitió en sus nuevos objetivos del desarrollo considerar el tema del salto tecnológico.

Es increíble, pero así es y yo luché por eso y México tomó la delantera, junto con otros países, como el Perú, de apoyar una resolución que introdujera estos temas en la Agenda 2030, porque lo cruza. Se tiene que hacer un mapa de ruta aquí, una hoja de ruta.

– Ahora, estos avances –el Internet, las redes- son ambivalentes. Por un lado, el desarrollo de las redes fomenta la desaparición de la intermediación política, de la intermediación periodística, fomenta el mundo de la pos-verdad, de las mentiras, del populismo, la democracia directa versus la democracia representativa, ¿no es cierto?

Correcto.

– Pero, por otro lado, todo lo que es digitalización, transparencia, estaría facilitando más bien un mundo cada más racional, decisiones cada vez más informadas basadas en inteligencia artificial, por ejemplo…

Pero mira la cultura: los idiomas que están desapareciendo dejarían de desaparecer, porque habría los traductores orales y escritos a cualquier lengua, por más que haya pocos habitantes que lo hablen.

– Mi pregunta iba a cómo esta transición tecnológica va a afectar a la política o va a afectar a la organización del Estado, a la relación entre Estado y sociedad. Por un lado, tenemos esta tendencia al populismo y, por otro lado, a decisiones cada vez más racionales, informadas. ¿Cómo ves eso?

Absolutamente, esa es la gran pregunta. Yo por eso escribí el libro en español, porque hay muy poco escrito o investigado sobre países hispanoparlantes y, en general, sobre países en desarrollo. Nuestros países tenemos los elementos y las instituciones suficientes para organizarnos y colaborar. Está la CEPAL, está también la Alianza del Pacífico y hay muchas otras organizaciones subregionales y regionales en donde nos podemos montar para hacer un trabajo colaborativo. Por ejemplo, en materia de digitalización creo que hay cierta tendencia que deja una luz de que vamos a poder hacer algo conjuntamente.

– ¿Cómo ves lo que está haciendo el Perú al respecto? ¿Es muy primitivo todavía?

Efectivamente, en el caso de Perú, la proporción de inversión en investigación y desarrollo respecto del PIB es muy baja, es de menos 0.25 %. En el mundo se ubica en un 1.6 o 7 % del producto interno bruto. En México, que la Ley de Ciencia y Tecnología decía 1 %, no hemos llegado allá, nos mantenemos en 0.55 %; Brasil tiene 1.1 % de su PIB. Toda nuestra región está por debajo de los niveles mundiales de investigación, de desarrollo y de innovación, y eso no deja muy mal capacitados para adaptar esta tecnología y traducirla a programas de bienestar social. Y esto da lugar, junto con lo que han dicho ustedes respecto de nuestra inserción en el comercio internacional, a que las clases medias que ya estaban logrando salir adelante, se vean otra vez rebasadas por los hechos y esto genera incertidumbre social y una reacción. Esto puede llevar a regímenes populistas que los vemos por todo el mundo. ¿Por qué está sucediendo en Estados Unidos, en Hungría, en Austria, en Polonia, en Italia? ¿Por qué está surgiendo el populismo en estos? Porque las clases medias han perdido su sustento y el populismo, asociado con los grandes poderes, tiende a autorizar sistemas autoritarios.

– Ahora, en nuestros países las empresas privadas han adaptado tecnologías de los países desarrollados, y eso no está computado en los indicadores de tecnología y ciencia.

No.

– Si no se computa, ¿no nos están haciendo equivocar en fomentar procesos de investigación y desarrollo a través de los Estados, cuando los Estados están más asociados a investigación básica y más bien necesitamos tecnología, que sea el sector privado el que lo absorba?

Exacto, yo estoy de acuerdo, pero hay que fomentar que el sector privado lo pueda hacer. Prácticamente ninguno de nuestros países ha respondido positivamente para tomar el riesgo de la innovación y de la investigación en desarrollo de tecnología; no encuentran financiamiento, no encuentran estímulos fiscales, no encuentran apoyo estratégico, no encuentran información, no encuentran mejores prácticas y no pueden hacerlo ellos solos. El papel del Estado tiene que modificarse. No puede ser el mercado el que dicta la política industrial, tiene que ser el Estado. Porque la alternativa es generar fuerzas hacia un autoritarismo digital. ¿Qué significa esto? Significa que se utilicen las herramientas que ya existen para monitorear a la población.

– Claro, el “ciber-Leviatán” como lo llama José María Lassalle.

Y ya existe, tiene razón. China lo hace. Acabo de estar con José María Lassalle: estamos formando una alianza para luchar contra eso. Hay países como China que dicen “Sí, yo podría ser un Estado autoritario digital, pero te voy a garantizar dos cosas: te voy a garantizar un aumento en tu bienestar, te voy a garantizar paz, seguridad, educación, salud, etc., solo que tú vas a ser un ciudadano modelo”. Y el ciudadano modelo dice: “Sí, mejor lo soy porque ahí está el gran hermano, el big brother viéndome y no tiene sentido”. El crimen en China ha colapsado como resultado de los 200 millones de cámaras que tiene una sociedad de inteligencia artificial.

– Increíble…

Y entonces me dirán, bueno, que quizás algunos Estados pensarán “Nos toca hacer lo mismo”, pero por las razones equivocadas, porque ellos van a querer controlar sin dar las garantías de mayor bienestar.

– Las regulaciones económicas, las regulaciones laborales, ¿cómo deberían ser? ¿Deberían ser lo más flexibles posibles para facilitar el desarrollo de estas cosas?

Yo creo que sí, creo que no hay que interferir con el cálculo que hace el mercado, sino que hay que interferir en el apoyo de las cosas que queremos. Por ejemplo, en el caso de los trabajadores, muy bien que ellos busquen su trabajo, pero hay que apoyarles en ser capacitados, que se puedan reinsertar al mercado laboral.

– En el Perú la informalidad es altísima. Es un obstáculo para la incorporación tecnológica…

Exacto.

– Corremos el riesgo de que todo ese sector quede al margen. ¿O no?

Por supuesto.

– ¿Qué hay que hacer?

Hay 2 grandes procesos, uno, ocuparnos de la niñez, aprender a aprender, darle a la gente los instrumentos para adaptarse, para ser absolutamente cambiante, versátil ante un futuro que es incierto. En El Salvador, por ejemplo, una comunidad que redujo el crimen y se organizó mejor, elevó su nivel de vida y contagió a otras comunidades a hacer lo mismo. Lo otro es capacitarlos en lo básico y lo básico es acceso a Internet, manejo del Internet, mayor conectividad, programas sociales de apoyo…

– ¿Cómo se puede revolucionar la educación aprovechando las nuevas tecnologías?

Los cursos abiertos masivos en línea, que le permitían a cualquier persona capacitarse utilizando los programas digitales del Internet, vienen ahora acompañados de inteligencia artificial. Lo que hacen es que ven a cada estudiante como una persona a la cual van a adaptar la educación. Ahora, con los nuevos programas, la propia inteligencia artificial te va estimulando. Esos ya existen, están ahí y se pueden adaptar…

– El regreso a la educación 1 a 1, como era en la época de los griegos.

Exactamente, educación 1 a 1 y mejor todavía, porque te va a dar ejemplos visuales físicos de mil tipos y asociativos también con otras personas, porque la enseñanza…

– …en lo que te interesa.

En lo que te interesa, porque la enseñanza básica formal está caduca, hay que readaptar completamente los currículos de las universidades y de las escuelas; y existen los instrumentos, hay cientos de programas digitales para la enseñanza. Y estos programas son tan efectivos que los estudiantes, cuando terminan, salen suficientemente preparados, de tal suerte que no requieren de un certificado para presentarse y tener un empleo.

– Pero esta metodología basada en la inteligencia artificial, en la que es one to one y todo eso, ¿cómo hacer para que el Ministerio de Educación incorpore eso? ¿Qué hace, una licitación internacional?

Estoy terminando un estudio para el gobierno de México sobre estos temas y uno de los capítulos es justamente de la hoja de ruta tecnológica, qué tecnologías existen y qué compañías las tienen, las están auspiciando para hacer qué cosas. Y hay una cadena de empresas sobre educación. Pero el secreto no es “Ah, esta empresa hace tal cosa, qué bien” y traerla, no; lo más importante es innovar para adaptar lo que hacen esas empresas y esas tecnologías para lo que uno quiere. Los niños peruanos y los profesionales peruanos necesitan de un tipo de capacitación apropiada a su país, a su cultura, a sus necesidades, a sus comunidades, etc.; y nuestra inteligencia y nuestra creatividad están en adaptar esas tecnologías a ellos. Que ahí están, sí están allí. Lampadia




El peligro de una guerra entre grandes potencias

El peligro de una guerra entre grandes potencias

La geopolítica global se vuelve cada vez más complicada. The Economist analiza la posibilidad de una  ‘próxima gran guerra’, entre EEUU y sus eternos rivales: Rusia y China.” Argumenta que “los poderosos cambios a largo plazo en geopolítica y la proliferación de nuevas tecnologías erosionan el extraordinario dominio militar que EEUU ha gozado con sus aliados”.

El final de la Guerra Fría provocó un momento en el que no había una alternativa creíble al capitalismo democrático liberal. Rusia estaba aparentemente fatalmente debilitada y China aún no era la potencia económica en la que se convertiría años más tarde.

A fines de la década de 2000, Rusia, con poder y recursos concentrados en las manos de Vladimir Putin, se mostró recientemente asertivo en sus inmediaciones y se impuso sobre Georgia y Ucrania. Por su parte, China finalmente afirmó sus supuestas ambiciones regionales y comenzó esfuerzos firmes para construir infraestructura física en las disputadas islas en el Mar del Sur de China.

La nueva estrategia nacional de defensa de EEUU delineada por el Pentágono coloca a China y Rusia como las principales amenazas. La administración Trump ha promocionado su nueva política nuclear, lanzada a fines de la semana pasada por el Pentágono, como una evaluación dura y realista de las amenazas extranjeras y las capacidades de EEUU. The Nuclear Posture Review supuestamente describe “el mundo tal como es, no como deseamos que sea”, y pide una expansión del arsenal nuclear de Estados Unidos para enfrentar las capacidades en evolución de otras potencias nucleares.

El presidente Trump también afirmó el nuevo enfoque durante el discurso del Estado de la Unión de la semana pasada. “Debemos modernizar y reconstruir nuestro arsenal nuclear, con la esperanza de nunca tener que usarlo, pero haciéndolo tan fuerte y poderoso que disuada cualquier acto de agresión de cualquier otra nación o de cualquier otra persona”, dijo.

Como dice The Economist “Hoy, Trump dice que quiere hacer que Estados Unidos vuelva a ser grandioso, pero lo está haciendo de una manera incorrecta. Rechaza a las organizaciones multilaterales, trata las alianzas como un equipaje no deseado y admira abiertamente a los líderes autoritarios de los adversarios de Estados Unidos. Es como si Trump quisiera que Estados Unidos dejara de defender el sistema que creó y se uniera a Rusia y China, como otro truculento poder revisionista.”

Dada esta situación, The Economist advierte que “un conflicto en una escala e intensidad no vistos desde la segunda guerra mundial es de nuevo plausible”, y agrega que “el mundo no está preparado para ello”.

El mundo ha entrado en una situación muy precaria. Podría, como afirma el artículo de The Economist líneas abajo, llevarnos a otra guerra. pero también podría generarse una nueva geopolítica global que tendrá la obligación de proteger la democracia liberal y el libre mercado. 

Por lo tanto, como hemos afirmado en Lampadia anteriormente, alguien deberá ocupar el enorme espacio de liderazgo, que defienda el Estado de Derecho, la globalización y el proceso de integración, para así poner fin al eventual conflicto entre grandes potencias. Lampadia

La próxima guerra

El creciente peligro de un conflicto entre grandes potencias

Cómo los cambios tecnológicos y la geopolítica están renovando las amenazas

The Economist
25 de enero, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

En los últimos 25 años, la guerra ha cobrado demasiadas vidas. Sin embargo, a pesar de que las luchas civiles y religiosas se han desatado en Siria, África central, Afganistán e Irak, un enfrentamiento devastador entre las grandes potencias mundiales se ha mantenido como algo casi inimaginable.

No más. La semana pasada, el Pentágono emitió una nueva estrategia de defensa nacional que coloca a China y Rusia por encima del jihadismo como la principal amenaza para Estados Unidos. Esta semana, el jefe del estado mayor de Gran Bretaña advirtió sobre un ataque ruso. Incluso ahora, Estados Unidos y Corea del Norte están peligrosamente cerca de un conflicto que corre el riesgo de involucrar a China o convertirse en una catástrofe nuclear.

Como sostienemos en el informe especial sobre el futuro de la guerra, los cambios poderosos a largo plazo en la geopolítica y la proliferación de nuevas tecnologías están erosionando el extraordinario dominio militar del que disfrutaron EEUU y sus aliados. Conflictos de una escala e intensidad no vistas desde la segunda guerra mundial, son posisible una vez más. Y el mundo no está preparado. 

Las penas de la guerra

El peligro más acuciante de este año es una guerra en la península coreana. Donald Trump ha prometido evitar que Kim Jong Un, el líder de Corea del Norte, pueda atacar a Estados Unidos con misiles balísticos y armas nucleares, una capacidad que puede que obtenga en los próximos meses como sugieren sus recientes pruebas, si no es que ya la tiene. Entre muchos planes de contingencia, el Pentágono está considerando un ataque preventivo incapacitante contra las instalaciones nucleares de Corea del Norte. A pesar de la baja confianza en el éxito de semejante ataque, debe estar preparado para llevarlo a cabo, si el presidente lo ordena.

Incluso un ataque limitado podría desencadenar una guerra total. Los analistas reconocen que la artillería norcoreana puede bombardear Seúl, la capital de Corea del Sur, con 10,000 rondas por minuto. Los drones, los submarinos enanos y los comandos de tunelización podrían desplegar armas biológicas, químicas e incluso nucleares. Decenas de miles de personas perecerían; y muchos más si se usan armas nucleares.

Esta revista ha argumentado que la perspectiva de tal horror significa que, si la diplomacia falla, Corea del Norte debería ser contenida y disuadida. Aunque defendemos nuestro argumento, la guerra es una posibilidad real. Trump y sus asesores pueden concluir que un Norte nuclear sería imprudente, y probable de causar una proliferación nuclear, y que es mejor arriesgar una guerra en la península de Corea hoy que un ataque nuclear en una ciudad estadounidense mañana.

Incluso si China se mantiene al margen de una segunda guerra de Corea, tanto el gigante asiático como Rusia están entrando en una competencia de renovación de grandes potencias con Occidente. Sus ambiciones serán aún más difíciles de tratar que las de Corea del Norte. Tres décadas de crecimiento económico sin precedentes han proporcionado a China la riqueza para transformar sus fuerzas armadas, y han dado a sus líderes la sensación de que ha llegado su momento. Rusia, paradójicamente, necesita afirmarse ahora porque, a largo plazo, está en declive. Sus líderes han gastado mucho para restaurar el poder duro de Rusia, y están dispuestos a tomar riesgos para demostrar que merecen respeto y un asiento en la mesa.

Ambos países se han beneficiado del orden internacional que Estados Unidos estableció y garantizó. Pero ven sus pilares -los derechos humanos universales, la democracia y el imperio de la ley- como una imposición que excusa la intromisión extranjera y socava su propia legitimidad. Ahora son estados revisionistas que quieren desafiar el status quo y ver a sus regiones como esferas de influencia para ser dominadas. Para China, eso significa Asia Oriental; para Rusia: Europa del Este y Asia Central.

Ni China ni Rusia quieren una confrontación militar directa con Estados Unidos (seguramente perderían). Pero están utilizando su creciente poder duro de otras maneras, en particular explotando una “zona gris” donde la agresión y la coerción funcionan justo por debajo del nivel que podría poner en riesgo la confrontación militar con Occidente. En Ucrania, Rusia ha mezclado la fuerza, la desinformación, la infiltración, la ciberguerra y el chantaje económico en formas que las sociedades democráticas no pueden copiar y son difíciles de impedir. China es más cautelosa, pero ha reclamado, ocupado y guarnecido arrecifes y cardúmenes en aguas disputadas.

China y Rusia han aprovechado las tecnologías militares inventadas por Estados Unidos, como la guerra de precisión de largo alcance y la guerra de espectro electromagnético, para aumentar drásticamente el costo de la intervención en su contra. Ambos han utilizado estrategias de guerra asimétrica para crear redes de “acceso / negación de área”. China apunta a empujar a las fuerzas navales estadounidenses hacia el Pacífico, donde ya no pueden proyectar con seguridad el poder en los mares de China Oriental y Meridional. Rusia quiere que el mundo sepa que, desde el Ártico hasta el Mar Negro, puede invocar una mayor potencia de fuego que sus enemigos, y que no dudará en hacerlo.

Si Estados Unidos permite que China y Rusia establezcan hegemonías regionales, ya sea conscientemente o porque su política es demasiado disfuncional para obtener una respuesta, les habrá dado luz verde para perseguir sus intereses mediante la fuerza bruta. Cuando se intentó por última vez, el resultado fue la primera guerra mundial.

Las armas nucleares, fueron en gran medida una fuente de estabilidad desde 1945, pueden ahora aumentar el peligro. Sus sistemas de comando y control se están volviendo vulnerables a la piratería mediante nuevas armas cibernéticas o el “cegamiento” de los satélites de los que dependen. Un país bajo tal ataque podría encontrarse bajo presión para elegir entre perder el control de sus armas nucleares o usarlas.

Ciudadelas vanidosas

¿Qué debería hacer Estados Unidos? Casi 20 años de deriva estratégica han jugado a favor de las manos de Rusia y China. Las guerras fracasadas de George W. Bush fueron una distracción y minaron el apoyo en casa para el rol global de Estados Unidos. Barack Obama siguió una política exterior de reducción de personal y se mostró abiertamente escéptico sobre el valor del poder duro. Hoy, Trump dice que quiere hacer que Estados Unidos vuelva a ser grandioso, pero lo está haciendo de una manera incorrecta. Rechaza a las organizaciones multilaterales, trata las alianzas como un equipaje no deseado y admira abiertamente a los líderes autoritarios de los adversarios de Estados Unidos. Es como si Trump quisiera que Estados Unidos dejara de defender el sistema que creó y en cambio, se uniera a Rusia y China como otro truculento poder revisionista.

Estados Unidos necesita aceptar que es un beneficiario principal del sistema internacional y que es el único poder con la capacidad y los recursos para protegerlo de un ataque sostenido. El poder blando de la diplomacia paciente y constante es vital, pero debe estar respaldado por el poder duro que China y Rusia respetan. Estados Unidos conserva mucho de ese poder duro, pero está perdiendo rápidamente la ventaja en tecnología militar que inspiró confianza en sus aliados y miedo en sus enemigos.

Para igualar su diplomacia, Estados Unidos necesita invertir en nuevos sistemas basados ​​en robótica, inteligencia artificial, big data y armas de energía dirigida. Con retraso, Obama se dio cuenta de que Estados Unidos necesitaba un esfuerzo concertado para recuperar su liderazgo tecnológico, sin embargo, no hay garantía de que sea el primero en innovar. Trump y sus sucesores necesitan redoblar el esfuerzo.

El mejor garante de la paz mundial es un EEUU fuerte. Afortunadamente, todavía disfruta de ventajas. Tiene aliados ricos y capaces, las fuerzas armadas más poderosas del mundo, una experiencia de guerra sin rival, los mejores ingenieros de sistemas y las empresas tecnológicas más importantes del mundo. Sin embargo, esas ventajas podrían fácilmente derrocharse. Sin el compromiso de Estados Unidos con el orden internacional y el poder duro para defenderlo de los desafíos decididos y capaces, los peligros crecerán. Si lo hacen, el futuro de la guerra podría estar más cerca de lo que crees.

Líneas abajo glosamos algunos pasajes del reporte especial de The Economist sobre: El futuro de la guerra.

De: Los nuevos campos de batalla El futuro de la guerra

The Economist, 25 de enero, 2018. Traducido y glosado por Lampadia

La guerra sigue siendo una competencia de voluntades, pero la tecnología y la competencia geopolítica están cambiando su carácter, argumenta Matthew Symonds.

Este informe especial, ofrecerá sus predicciones con humildad. También las limitará a los próximos 20 años más o menos. No especulará sobre el presente peligro de que estalle la guerra por las armas nucleares de Corea del Norte. Describirá las tendencias a largo plazo de las guerras que pueden identificarse con cierta confianza.

En el último medio siglo, las guerras entre estados se han vuelto extremadamente raras, y aquellas entre grandes potencias y sus aliados casi inexistentes. Por otro lado, las guerras intraestatales o civiles han sido relativamente numerosas, especialmente en estados frágiles o fallidos, y generalmente han demostrado ser duraderas. Es probable que el cambio climático, el crecimiento de la población y el extremismo sectario o étnico garanticen que tales guerras continúen.

Cada vez más, se lucharán en entornos urbanos. El número de megaciudades con poblaciones de más de 10 millones se ha duplicado a 29 en los últimos 20 años, y cada año casi 80 millones de personas se mudan de áreas rurales a urbanas. Las intensas guerras urbanas, como lo demostraron las recientes batallas de Alepo y Mosul, continúan siendo implacables e indiscriminadas, y continuarán presentando problemas difíciles para las bienintencionadas fuerzas de intervención occidentales. La tecnología cambiará la guerra en las ciudades tanto como en otros tipos de guerra, pero todavía tendrá que combatirse en lugares cercanos, bloque por bloque.

Aunque la guerra interestatal a gran escala entre las grandes potencias sigue siendo improbable, todavía hay margen para formas menos graves de competencia militar. Tanto Rusia como China ahora parecen reacios a aceptar el dominio internacional de Estados Unidos. Ambos han demostrado recientemente que están preparados para aplicar la fuerza militar para defender lo que ven como sus intereses legítimos: Rusia al anexar Crimea y desestabilizar a Ucrania y China mediante la construcción de islas artificiales militares y ejerciendo fuerza en las disputas con los vecinos de la región en los mares de China Meridional y Oriental.

En la última década, tanto China como Rusia han gastado mucho en una amplia gama de capacidades militares para contrarrestar la capacidad de Estados Unidos de proyectar el poder en nombre de aliados amenazados o intimidados. Su objetivo no es ir a la guerra con Estados Unidos, sino hacer que la intervención estadounidense sea más riesgosa y más costosa. Eso ha permitido cada vez más que Rusia y China exploten una “zona gris” entre la guerra y la paz. La zona gris se presta a una guerra híbrida, un término acuñado por primera vez hace unos diez años. Las definiciones varían, pero en esencia es una confusión de medios militares, económicos, diplomáticos, de inteligencia y criminales para lograr un objetivo político.

La principal razón por la que las grandes potencias tratarán de alcanzar sus objetivos políticos sin tener la intención de llegar a una guerra abierta es la amenaza nuclear, pero de ello no se deduce que el “equilibrio del terror” que caracterizó a la guerra fría seguirá siendo tan estable como en el pasado. Rusia y Estados Unidos están modernizando sus fuerzas nucleares a un costo enorme y China está ampliando su arsenal nuclear, por lo que las armas nucleares pueden estar vigentes por lo menos hasta finales de siglo. Tanto Vladimir Putin como Donald Trump, en sus diferentes formas, disfrutan un poco sus competencias en temas nucleares. Los acuerdos existentes de control de armas nucleares se están deshilachando. Los protocolos y entendimientos que ayudaron a evitar el Armageddon durante la guerra fría no han sido renovados.

Rusia y China ahora temen que los avances tecnológicos puedan permitir que Estados Unidos amenace sus arsenales nucleares sin recurrir a un primer ataque nuclear. Estados Unidos ha estado trabajando en un concepto conocido como Conventional Prompt Global Strike (CPGS), aunque las armas aún no se han desplegado. La idea es entregar una cabeza armada convencional con un alto grado de precisión, a velocidades hipersónicas. Rusia y China están desarrollando armas similares.

Otras posibles amenazas a la estabilidad nuclear son los ataques a los sistemas nucleares de comando y control con armas cibernéticas y antisatélite en las que todos invierten, que podrían utilizarse para desactivar temporalmente las fuerzas nucleares. Fundamentalmente, la identidad del atacante puede ser ambigua, dejando a los atacados inseguros sobre cómo responder.

La aparición de los robots asesinos

El mundo sabe lo que es vivir a la sombra de las armas nucleares. Existen interrogantes mucho mayores sobre cómo los rápidos avances en la inteligencia artificial (IA) y el ‘deep learning’ afectarán la forma en que se llevan a cabo las guerras, y tal vez incluso la forma en que la gente piensa en la guerra. La gran preocupación es que estas tecnologías pueden crear sistemas de armas autónomas que puedan tomar decisiones sobre la muerte de humanos independientemente de quiénes los crearon o desplegaron. Una “Campaña internacional para detener a los robots asesinos” está tratando de prohibir las armas letales autónomas incluso antes de que aparezcan. En 2015, más de 1,000 expertos en inteligencia artificial, entre ellos Stephen Hawking, Elon Musk y Demis Hassabis, firmaron una carta a tal efecto, en la que advirtieron sobre una próxima carrera armamentista en armas autónomas.

Es improbable que se presente tal prohibición, pero hay espacio para el debate sobre cómo los humanos deberían interactuar con máquinas capaces de diversos grados de autonomía. Los establecimientos militares occidentales insisten en que para cumplir con las leyes del conflicto armado, un ser humano siempre debe estar al menos en el circuito. Pero algunos países pueden no ser tan escrupulosos si se considera que los sistemas completamente autónomos confieren ventajas militares.

Dichas tecnologías se están desarrollando en todo el mundo, la mayoría de ellas en el sector civil, por lo que están destinadas a proliferar. En 2014, el Pentágono anunció su “Tercera estrategia de compensación” para recuperar su ventaja militar mediante el aprovechamiento de una gama de tecnologías que incluyen la robótica, los sistemas autónomos y Big Data, y para hacerlo de manera más rápida y efectiva que los adversarios potenciales. Pero incluso sus defensores más ardientes saben que Occidente nunca podrá volver a confiar en su tecnología militar superior. Robert Work, el subsecretario de Defensa que abogó por la tercera compensación, argumenta que la ventaja militar más duradera de Occidente será la calidad de las personas producidas por las sociedades abiertas. Sería reconfortante pensar que el factor humano, que siempre ha sido un componente vital en guerras pasadas, aún contará para algo en el futuro. Pero hay incertidumbre incluso sobre eso. Lampadia

 

 

 

 

 




Un paso más hacia el transporte autónomo y la economía compartida

Un paso más hacia el transporte autónomo y la economía compartida

El cambio tecnológico en la industria automovilística está acelerándose globalmente. Además de responder a las necesidades del consumidor en un futuro bajo en carbono, se ha abierto otro espacio de innovación, la autonomía y la seguridad de los nuevos autos.

Los vehículos de conducción autónoma ofrecen importantes beneficios para la sociedad. Es probable que los autos equipados con esta tecnología ayuden a reducir los accidentes, el consumo de energía y la contaminación, así como  reducir los costos asociados con la congestión. De acuerdo con el Instituto de Seguros para Seguridad en las Carreteras (Insurance Institute for Highway Safety en inglés), casi un tercio de todos los accidentes podrían evitarse si todos los vehículos tuvieran un sistema de alerta que avise de una posible colisión y faros adaptativos.

Los vehículos autónomos tienen el potencial de proporcionar una mayor movilidad para los ancianos, los discapacitados y los ciegos. Los costos asociados a la congestión del tráfico podrían reducirse debido a que los conductores podrían hacer otras tareas durante el transporte.

Además, los autos totalmente autónomos también podrían mejorar el uso del terreno de varias maneras. En la actualidad, alrededor del 31 % del terreno en los distritos financieros de 41 grandes ciudades está dedicado a estacionamientos, pero los vehículos autónomos serían  capaces de dejar a los pasajeros y luego estacionarse ellos mismos, con controles satelitales.

La tecnología también podría reducir la necesidad de poseer un automovil y promover la economía compartida (ver en Lampadia: El futuro de las economías compartidas), lo cual traería algunos beneficios: el consumidor paga para usar vehículos sólo cuando sea necesario y renuncia a las responsabilidades y beneficios de la propiedad individual. Se espera que la utilización compartida de vehículos, que permiten a las personas hacer una reserva de auto con tan solo un toque en un smartphone, crezca significativamente en los próximos dos años, con un aumento espectacular en el número de usuarios. Esto se debe a que la “generación del milenio” (entre 18-34 años) que parece darle menor importancia a la propiedad de automóviles. Ellos son más abiertos a compartir y al creciente número de “servicios de movilidad”, como Uber y Lyft.

Según McKinsey, esta tendencia “podría reducir sustancialmente la venta de vehículos de uso privado. Más del 30% de los kilómetros recorridos en vehículos nuevos podría ser para movilidad compartida. Uno de cada tres coches nuevos podría ser un vehículo para compartir, tan pronto como en 2050.”

Sin embargo, también hay posibles consecuencias negativas. Entre ellas está la posibilidad de que la tecnología fomente un mayor uso de los vehículos y aumente el total de millas recorridas por vehículo, lo que llevaría a una mayor congestión. Si el software del vehículo autónomo se estandariza, un solo error podría dar lugar a muchos accidentes. Los sistemas conectados a Internet también podrían ser ‘hackeados’ causando enormes daños.

Lo que no se puede negar es que el futuro del sector automovilístico ya está aquí. Cada vez aumentan los esfuerzos de los fabricantes para tratar de reinventarse como empresas dedicadas al “transporte” de personas. General Motors ha invertido este año 500 millones de dólares en la empresa de taxis Lyft. Además, adquirió una empresa desarrolladora de software para autos autónomos. Toyota anunció hace poco que había realizado una inversión en Uber, que es la competencia de Lyft. Google, quien ha inaugurado un centro de desarrollo de tecnología para vehículos autónomos en Novi (es un suburbio de Detroit) ha decidido asociarse con Fiat Chrysler para hacer pruebas de software en 100 minivans.

Kirk Steudle, que es el director del Departamento de Transporte de Michigan, habló sobre la fusión de la tecnología entre Silicon Valley y Detroit, declarando lo siguiente: “Ya viene y viene rápido”. Después añadió, “la tecnología se encuentra en un punto en el que será incorporada a un artículo de producción masiva”.

Por su lado, Mercedes Benz ha lanzado un nuevo modelo Clase E que pareciera ser una ventana al futuro. A las ya conocidas capacidades de estos vehículos de gama alta,  se le suman ahora nuevas tecnologías de ayudas a la conducción que no requieren de acción alguna del conductor, tan solo su activación, como parquearse sin conductor. O por ejemplo, el Drive Pilot, que permite al Clase E ‘perseguir’ a un vehículo, hasta a 210 km/h, a una distancia uniforme, de tal manera que el conductor no tenga que preocuparse de acelerar o frenar, pues el vehículo lo hace solo, hasta un trazado de curvas más suaves. El vehículo llega a pararse en situaciones de alta densidad de circulación, y vuelve a ponerse en marcha si la parada no ha sido superior a 30 segundos. Además, alerta de posibles impactos y ante la desatención del conductor, procede incluso a parar la marcha y, puede también cambiar el color del auto a voluntad del piloto. Ver líneas abajo, el ilustrativo video del Mercedes Clase E: 

El transporte ya se está transformando, con la aparición de combustibles alternativos y vehículos eléctricos, interconexiones y vehículos de auto-conducción. “Las empresas orientadas hacia el futuro van a redefinirse a sí mismas y pasar de ser sólo fabricantes de automóviles y camiones se convertirán en empresas de movilidad personal. Henry Ford redefinió la movilidad para la gente promedio, y ahora nosotros tenemos la oportunidad de hacer lo mismo”, afirmó recientemente Bill Ford, Presidente Ejecutivo de Ford Motor Co., en el New York Times.

El futuro de la industria del automóvil tiene por delante muchos desafíos, pero también muchas nuevas oportunidades. Este sector tiene mucho por desarrollar y esperamos ansiosos a ver qué novedades traerá. Lampadia




Otra mirada al raudo cambio tecnológico

Otra mirada al raudo cambio tecnológico

Todo el mundo pontifica sobre la velocidad y ritmo de cambio tecnológico que vemos todos los días, como un fenómeno nuevo, único. Sin embargo, Robert Gordon, en su libro: “El Auge y la Caída del crecimiento estadounidense”, según John Kay del Financial Times, nos afirma que el siglo del gran cambio se dio de 1870 a 1970, en que pasamos de la tracción animal al automóvil y el avión, los antibióticos, las vacunas, el servicio de agua doméstica y la televisión a colores.

Interesante planteamiento que por lo menos nos inyecta un poco de humildad.

Otro aporte parecido, esta vez desde las redes sociales, es un supuesto diálogo entre un ‘Millennial’ y un adulto mayor: El joven alardea de todos los avances que usa su generación y que los mayores no pudieron gozar. Ante ello, el mayor le dice: “tienes toda la razón, nosotros no teníamos nada de lo que tienen ustedes, pero nosotros inventamos todo eso para ustedes. ¿Qué están haciendo hoy los jóvenes para quienes vengan después?

Un mensaje sutil y elegante. Lampadia

Prepárense para el amanecer de un segundo siglo especial

Escrito por John Kay

Financial Times

1 de marzo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

La tesis del libro magistral de Robert Gordon “El Auge y la Caída del crecimiento estadounidense” contrasta fuertemente con el optimismo tecnológico que burbujea en Silicon Valley. El argumento es que entre los años entre 1870 y 1970 fueron el “siglo especial”.

Alguien nacido cuando Benjamin Disraeli fue primer ministro y que vivió para ver a Edward Heath en Downing Street [la casa de gobierno del Reino Unido] fue testigo de como el transporte pasó de los caballos a autos y aviones. Nacido cuando los servicios médicos eran en gran medida inútiles, habría visto el descubrimiento de curas para la mayoría de las enfermedades infecciosas y experimentado la introducción de la luz eléctrica, agua corriente en los domicilios y la televisión a color.

Los últimos 50 años, según Gordon, han sido “deslumbrantes, pero decepcionantes”. Estamos deslumbrados porque nuestra atención se centra en los avances de entretenimiento, comunicaciones y tecnología de la información. La decepción es en la parte estadística: el crecimiento de la productividad se ha desacelerado. Y mirando más allá del ámbito de las TI, argumenta, no se han producido avances en materiales, tecnologías de combustible o la producción de alimentos y distribución comparables a los del siglo especial.

El Boeing 747 voló por primera vez en 1969 y los jets jumbo de hoy son reconociblemente similares. Al parecer, los grandes medicamentos de mayor éxito ya habían sido descubiertos. Mientras que la productividad de Estados Unidos disfrutó de una racha en la década de 1990, cuando las innovaciones digitales transformaron nuestras vidas, es improbable que el siglo especial se repita. Dado que la población que está envejeciendo y tenemos un sistema educativo inadecuado, no deberíamos esperar un aumento significativo en los niveles de vida de Estados Unidos.

Los avances en la introducción de la robótica en las actividades de servicio es “extremadamente lento”, observa el profesor Gordon. Amazon emplea recolectores de productos; los conductores de entrega todavía cargan y descargan sus camiones manualmente. A pesar de su escepticismo sobre los autos sin conductor, les pregunta a los pasajeros lo que realmente van a hacer con el tiempo que no tienen que pasar detrás del volante. Su escepticismo, sin duda, se ha agravado por un accidente reciente relacionado con uno de los autos sin conductor de Google.

Sin embargo, si es que parece no haber sucedido mucho, quizás sea porque vemos que mucho está aún por llegar. No se requiere un gran esfuerzo de imaginación para visualizar máquinas que descarguen barriles de cerveza o que organicen estanterías en los supermercados. Y si confiamos en robots para que nos hagan cirugías, ¿por qué no ofrecerían pedicuras o cortes el cabello mientras que mano de obra humana se vuelve más cara y las maquinas más baratas? Tal vez el progreso del futuro radica en la aplicación de las TI para hacer cosas que a primera vista no parecen tener mucho que ver.

Estas oportunidades son de dos tipos. Actualmente, las computadoras pueden sustituir a los operarios humanos en tareas repetitivas bien definidas. Los ejemplos incluyen agentes de propiedad computarizados, un robot-asesor como gestor de cartera y un médico digital. Muchas ocupaciones tradicionales de la clase media serán eliminadas de esta manera.

El desarrollo más sutil, y tal vez más profundo, será la capacidad del procesamiento digital para ayudar al descubrimiento de las cosas que van a formar la base de las nuevas tecnologías. La secuenciación de genes y grandes volúmenes de datos son propensos a dar forma al futuro de la medicina. Los avances en la tecnología de baterías están avanzando a pasos agigantados gracias a las capacidades analíticas de los investigadores de hoy en día. Si el mundo se cableó en el “siglo especial”, tal vez en el siguiente, se convierta en inalámbrico.

Y no hay que subestimar la cada vez mayor velocidad en que se adoptan las innovaciones. Benjamin Franklin descubrió la electricidad en 1752 y el auto de Richard Trevithick, el ‘Puffing Devil’, salió a las calles de Cornualles en 1801. Pero fue sólo hacia el final del siglo especial que la electricidad y los automóviles estuvieron disponibles para la mayoría de los hogares. El primer teléfono inteligente fue vendido en 2007 y hoy en día se usan 1,500 millones.

Los límites del crecimiento de la productividad se establecen sólo por los límites de la inventiva humana.

 




El achicamiento de la clase media en EEUU

El achicamiento de la clase media en EEUU

La evolución de la clase media en el Perú ha sido uno de los temas en los que más hemos batallado los últimos años. Ver nuestro repositorio: Libro Blanco de la Nueva Clase Media Peruana.

El colofón del desarrollo de un país se aprecia en el fortalecimiento de su clase media. Y así lo hemos comprobado en nuestro país desde que regresó la inversión privada y logramos un crecimiento alto y sostenido que produjo muy buenos indicadores económicos y sociales (ver en Lampadia: Cifras de la Prosperidad) hasta inicios del gobierno de la ‘inclusión’, del nacionalismo, que se apresta a terminar su mandato después de haber quebrado nuestro ciclo de desarrollo (ver: Punto de Inflexión).

Más allá de nuestras claras deficiencias institucionales y de las subyacentes brechas en educación, salud e infraestructuras (ver: La agenda pendiente), el indicador más claro del proceso de crecimiento de nuestra clase media es la proyección del HSBC, que hace un par de años sentenció que manteniendo un crecimiento de 5.5% anual, podríamos ser la economía número 26 para el año 2050 y, produjo una proyección de nuestra clase media que llegaba al 70% de la población para el 2030 y de 50% para el 2050, en que estaría acompañada por un 40% de la población en el segmento de altos ingresos. Ver el gráfico siguiente:  

El fenómeno peruano ha sido parte de la gran expansión de la clase media de los países emergentes, liderado en buena medida por China e India. Pero a contramano de este proceso, los países más desarrollados, como EEUU, han sufrido un achicamiento de su clase media y la ampliación de las desigualdades económicas.

Esto ha sido ampliamente debatido en los escenarios globales, pero, muchas veces, como en el caso de Piketty (ver: Sala i Martin calatea a Thomas Piketty), se ha hecho usando generalizaciones y confundiendo los problemas de los países ricos con la realidad de los emergentes. Es claro que buena parte de la producción global se ha desplazado a estos últimos países mediante ‘deslocalizaciones’ o tercerizaciones. Sin embargo, nosotros, los de los países emergentes, no debemos caer en la misma confusión y alterar las políticas que nos han permitido crecer.

El artículo del Financial Times, que compartimos líneas abajo, muestra este fenómeno para EEUU. Mientras tanto, nosotros debemos apuntar a crecer por lo menos un 5.5% por año, dar buena educación a nuestros jóvenes y seguir fortaleciendo nuestra clase media para ser un país sin pobreza a mediados del siglo. 

La caída de la Clase Media en EEUU: se reduce al 50% hogares

Escrito por Sam Fleming y Shawn Donnan

Financial Times

9 de diciembre 2015

Traducido y glosado por Lampadia

La clase media de EEUU se ha reducido a sólo la mitad de la población por primera vez en (al menos) cuatro décadas, mientras las fuerzas del cambio tecnológico y la globalización abren una brecha entre los ganadores y los perdedores en una sociedad estadounidense astillada.

Esta situación está ayudando a alimentar la cólera popular que ha impulsado las políticas populistas personificadas por Donald Trump.

Pew (El Centro de Investigación Pew comparte sus datos con el Financial Times –FT, para el análisis de la situación de la clase media americana), utiliza una de las clasificaciones de ingresos más amplias de la clase media, en un nuevo análisis que detalla el “estrechamiento” del grupo considerado como la base del éxito de la posguerra de EEUU.

El núcleo de la sociedad estadounidense representa ahora el 50 por ciento o menos de la población adulta, en comparación con el 61 por ciento a finales de la década de 1960. Sorprendentemente, el cambio ha sido impulsado, parcialmente, por el rápido crecimiento de estadounidenses prósperos por encima del nivel de la clase media, al igual que por la expansión en el número de ciudadanos más pobres.

El reciente debate político ha estado dominado por la idea de que la sociedad estadounidense se ha distorsionado por las ganancias asombrosas del 1% del país a expensas del  restante 99%.

Sin embargo, la investigación de Pew da una imagen más matizada. Los hogares bien establecidos económicamente, definidos por Pew como los que ganan más de US$ 125,608 al año, son más del 20% de la población estadounidense. Esa es la proporción más alta del estudio; ya que los estadounidenses, educados desde las finanzas a la programación informática y la biotecnología, disfrutan perspectivas positivas. “A final de cuentas, hay más progreso económico que regresión”, dice el informe.

Pew divide la población en dos grupos menores: la clase media y dos niveles superiores. Pew define la clase media como con un ingreso familiar de dos tercios o el doble que la mediana. Para una familia de tres personas, es decir US$ 41,869 a US$ 125,608 al año.

La investigación también rastrea los diferentes grupos demográficos para encontrar a los ganadores y perdedores en las últimas décadas. Los estadounidenses mayores fueron los principales ganadores, por mucho, en términos de su progresión hasta los niveles de ingresos durante el siglo actual y también en comparación con el inicio de la década de 1970. El grupo de 18 a 29 años ha visto la mayor caída.

Un factor clave que impulsa la brecha entre los estadounidenses de éxito y los que están luchando es la descomunal prima de los lugares del mercado de trabajo con respecto a las habilidades y la educación superior. Los graduados universitarios son ocho veces más propensos a vivir en los niveles de ingresos más altos que los adultos que no terminaron la escuela secundaria y tienen el doble de probabilidades que un adulto que sólo tiene un diploma de escuela secundaria, afirma Pew.

“Los estadounidenses sin un título universitario destacan por tener una pérdida sustancial en su situación económica”, dice el informe.

“No ha habido un crecimiento muy marcado en los salarios, pero sigue ocurriendo que el retorno de la inversión en educación es muy alto para las personas que asisten a universidades razonables y terminan su educación”, dice Autor, profesor del MIT.

Centrarse exclusivamente en la disparidad entre el 1% y el 99% es engañoso. “Le da a la gente el mensaje equivocado de que si no eres Mark Zuckerberg o Bernie Madoff estás fuera del juego”, añade Autor. “Eso no es correcto”.

El sentido de polarización en la sociedad estadounidense está acompañado por el rápido crecimiento visto en los extremos ricos y pobres del espectro. “La distribución de los ingresos de los adultos se está adelgazando en el medio y está adquiriendo más volumen en los bordes”, dice el informe de Pew. Los hogares por encima de la clase media están en la cúspide del grupo de más ingresos que todos los demás hogares combinados, sugiriendo que las ganancias se están concentrando en pocas manos.

Los estadounidenses de ingresos superiores han más que duplicado su brecha de riqueza, frente a la clase media, pasando de tres a más de siete veces, según el informe.

La investigación de Pew encuentra que el estrechamiento de la media estadounidense ha estado en marcha de manera constante desde la década de 1970, en lugar de ser un fenómeno repentino y reciente.

La clase media estadounidense no es tan cuello azul como lo era antes. En 1971, el 28 por ciento de los adultos en los hogares de ingresos medios estaban en el sector manufacturero. Hoy, esa cifra es de 11 por ciento.

Mientras que las personas mayores de 65 años han hecho los mayores avances en la escala de ingresos desde principios de la década de 1970, las estadísticas indican que más estadounidenses en edad de jubilación están buscando trabajo. El grupo demográfico de gente mayor a los 65 años es el único grupo que ha visto un aumento en su tasa de participación laboral desde el inicio de la década.

Las proyecciones del Instituto Global McKinsey sugieren que entre 2015 y 2030, no menos de la mitad del crecimiento del gasto de los consumidores se verá impulsado por las personas de 60 años o más.

Hay una gran cantidad de maneras de definir la clase media – puede ser un estado de ánimo, o un reflejo de si alguien es dueño de su propia casa, o si lo hacen el trabajo de cuello blanco. Las definiciones del Centro de Investigación Pew se basan estrictamente en los grupos de ingresos, ajustados por el tamaño del hogar, en 2014 dólares:

  • Ingresos más bajos: hogares con menos de la mitad del ingreso medio total. (Menos de US$ 31,000 al año en 2015).
  • Renta media-baja: hogares de la mitad a menos de dos tercios de los ingresos medios en general. (Entre US$ 31,000 a US$ 42,000 al año en 2015).
  • Ingresos medios: hogares con un ingreso que es de dos tercios al doble del ingreso medio general. (Entre US$ 42,000 a US$ 126,000 al año en 2015).
  • Renta Media-alta: hogares con un ingreso que es entre dos y tres veces el general medio. (Entre US$ 126,000 a US$ 188,000 al año en 2015).
  • Mayores ingresos: hogares con un ingreso que es más de tres veces la media, o más.  (Más de US$ 188,000 al año en 2015).

Lampadia