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El Perú no es igual a ningún otro país

El Perú no es igual a ningún otro país

Informalidad

Últimamente se está discutiendo sobre el tema de la informalidad, muchas veces calificándola como un problema o como “un elefante que todavía no hemos sacado del closet” y hasta dándole un tinte delictivo. Otras veces se le confunde con actividades abiertamente delictivas como el narcotráfico asociado al terrorismo, la tala ilegal, la minería ilegal y el contrabando armado.

El 70% del empleo es informal según las cifras oficiales, pero eso no nos hace un país informal. El empleo adecuado llega al 65% de la PEA (se ha duplicado durante los años de crecimiento de la economía). Más allá del proceso histórico que dio origen a este fenómeno, es evidente que ha llegado el momento para superar esta situación que tiene más que ver una “formalidad excluyente” y con normas laborales que están entre las más rígidas del planeta.

Pero también tiene que ver con la naturaleza de los peruanos, con su vocación por ser independientes, empresarios o emprendedores. En el siguiente cuadro podemos ver que el 93% de la élite universitaria, recientemente convocada por IPAE al último CADE Universitario, desea ser empresario:

Ver aqui encuesta del CADE Universitario 2014

Otro ángulo de las recientes discusiones, es que se sigue creando mitos sobre la supuesta incultura, falta de respeto por las normas y tolerancia de los peruanos con la corrupción. Esto es solo producto de análisis superficiales que se entretienen en los aspectos negativos, sin mirar el conjunto de la sociedad e información que amplíe el horizonte de análisis. Por ejemplo, veamos un reciente editorial de El Comercio que comentamos en Lampadia, ver: Roban pero hacen obra.

El Comercio comentó: “Aún una tercera explicación puede tener que ver con la informalidad. Una especie de “a mí no me importa lo que ese señor haga con mis impuestos porque yo no pago impuestos”.  (…) Naturalmente, caben varias explicaciones más. Pero una cosa es segura en todas las opciones: esta desvalorización de – o este cinismo frente a– la decencia significa, por un lado, un problema para nuestra democracia. Pocos incentivos hay en nuestra política para que las personas realmente rectas entren en ella, (…) al menos como sociedad, (…) no parecemos tener mucho autorrespeto. (…) el hecho es que no aspiramos a tener como líderes a personas que podamos realmente respetar”.

En Lampadia agregamos. “¿Qué reflexión habría que agregar al comentario del editorial, sobre los peruanos (3´000,000) que viven en el extranjero? Ellos no se pasan las luces rojas; cumplen las leyes; son solidarios, pues remiten unos US$ 3 mil millones anuales a sus familiares en el Perú. Incluso, algunos de ellos llegan a ser alcaldes y representantes políticos, sin que nadie los tilde con él: “roban pero hacen obra”.

Lo que está muy mal en el Perú no es el ciudadano, sino el sistema: La estructura política, el sistema electoral, la desacreditación de los partidos políticos (que se la ganaron solos), una pésima regionalización, ausencia de un servicio civil meritocrático que se aleje del compadrazgo y el favor político de turno, un buen sistema de control que no debe ser un impedimento a las buenas decisiones públicas, superar los niveles de corrupción y la impunidad en los estamentos del Estado.

Veamos otros datos de la encuesta que hizo IPSOS en el CADE Universitario, que reflejan que nuestros jóvenes están listos para superar las limitaciones comentadas:

La informalidad debería ser analizada desde una perspectiva más amplia, tal vez desde el siguiente enfoque: “Formalidad Excluyente e Informalidad Limitante”.

Un apagón de 30 años

Algo parecido sucede cuando se compara al Perú con otros países sin reparar que acá se “apagaron las luces” durante 30 años (60s, 70s y 80s). Se prohibió la inversión privada en el campo, la minería, la pesca y hasta en el turismo. Se condenó a las regiones a la exclusión y se empobreció a todo el país: ciudadanos, empresas y Estado. Por esta razón es que tenemos agendas pendientes que todavía no hemos podido superar a pesar de los grandes avances de los últimos 20 años.

Tenemos una agenda pendiente que podríamos llamar “social”, pues abarca a la educación, salud, instituciones, infraestructuras, tecnología y pobreza. Pero también tenemos otra agenda pendiente, que podríamos llamar “productiva”, que explica el atraso productivo en la puesta en valor de nuestros abundantes recursos naturales en minería, pesca, energía, forestería y biodiversidad.

En resumen se puede decir que hablar de los problemas y oportunidades del Perú, requiere miradas amplias y profundas. Nuestro país está destinado a ser uno muy exitoso, sin pobreza y con bienestar general, solo tenemos que hacer las cosas relativamente bien. Por eso es muy importante hacer un esfuerzo para entenderlo y explicarlo mejor. Lampadia




“Hay jóvenes líderes, y su momento es hoy”

“Hay jóvenes líderes, y su momento es hoy”

Entrevista a Carlos Lozada Mendívil, Presidente de CADE Universitario.

Autor: Gonzalo Pajares.

(Perú 21, 04 de Septiembre del 2014)

“El Perú que queremos, #cómolahacemos” es el nombre del CADE Universitario 2014. Reunirá, del 10 al 13 de setiembre, a más de 700 universitarios de todo el país. Su objetivo es pensar en el Perú del futuro. Conversamos con Carlos Lozada, presidente del comité organizador.

¿Cómo nace su interés por la educación?

Siempre he estado vinculado en proyectos de distintas instituciones preocupadas por el Perú y sus problemas. En 2013, Gonzalo Quijandría me invitó a formar parte del CADE Universitario e hicimos muchísima química, pero, sobre todo, con el grupo de jóvenes que integran el comité organizador: de los 12 que lo integramos, ocho no llegan a los 30 años, lo que nos obliga a retarnos constantemente y, así, transmitir adecuadamente el mensaje del CADE Universitario.

¿Cuál es ese mensaje?

Queremos que los jóvenes reflexionen sobre sus condiciones y responsabilidades de líderes para sacar adelante al país. No podemos esperar que el trabajo lo hagan otros, que nos demos cuenta tarde de lo que debimos hacer para estar mejor. Por eso, el CADE Universitario es un espacio de reflexión, de motivación, de capacitación, para que, así, los jóvenes que destacan en las universidades miren con más entusiasmo el país.

¿Tenemos jóvenes líderes?

Sin duda.

¿Nos faltarán líderes en el mañana?

No, y queremos que esos “líderes del mañana” empiecen a ser líderes hoy: este es su momento.

Se acusa a esta época de nihilista, egocéntrica…

El CADE Universitario promueve la creatividad, el liderazgo y el trabajo en equipo. Desde la experiencia le digo que hay muchísimos jóvenes dispuestos a sacrificarse y a entregar parte de su vida para una causa más grande que la propia: el país. Repito: uno de nuestros principales objetivos es fortalecer el liderazgo, ayudar a que los jóvenes se sientan más seguros y que, en efecto, “sí se puede”. ¿Cómo? Teniendo como ponentes y presentándoles a personas que triunfaron como profesionales, empresarios, etcétera.

¿Los jóvenes de hoy tienen la cancha más pareja? Ya no hay violencia subversiva, crisis económica…

Tenemos las condiciones adecuadas para que el joven que quiera atreverse ‘la haga’. Hoy tenemos un país con una estabilidad envidiable, con una cantidad inmensa de oportunidades por desarrollar. Sin embargo, nuestro principal problema es que somos una sociedad muy egoísta e indiferente. Mientras no rompamos estas taras, se hará más difícil salir adelante. No obstante, tenemos algo que nos ayuda: están cambiando los modos de relacionarse de las personas. Para mi generación el cara a cara era indispensable. Hoy los jóvenes tienen al Internet, una conectividad distinta. Nuestro desafío es ser capaces de ingresar a su mundo y hablarles en su lenguaje. De lo contrario, quedaremos afuera.

¿Los jóvenes de hoy ven con optimismo el futuro? ¿Son más emprendedores, con mentalidad empresarial?

Hay muchos que quieren ser empresarios, que se ven como emprendedores, que quieren hacerla solos y conectarse al mundo por su cuenta. Ahora son muchos, pero no son los más. Tenemos un país muy grande, muy diverso, y no todos tienen esa visión compartida de éxito. Uno de los desafíos que nos hemos planteado es ayudar a que los jóvenes del CADE vean y entiendan un solo país. Este país con carencias… pero también con bondades. En resumen, el Perú es un país con oportunidades, pero que exige sacrificios: unos la van a tener más fácil, a otros les va a costar más, pero lo importante es compartir una misma idea de país.

CADE Universitario 2014 habla del futuro…

En CADE nos preguntaremos qué tipo de país queremos y cómo lo construiremos. No queremos quedarnos solo en plantear un ‘modelo bonito’ de Perú, uno donde todos somos felices. Eso no es realista. Lo que planteamos es ‘qué vas a hacer para construir el Perú que deseas’. Por eso, escuchar a los 700 jóvenes que asistirán al CADE es muy importante. Hemos creado un segmento al que hemos llamado “Veinte sesiones para cranear #cómolahacemos”. En estas 20 sesiones, los jóvenes se reunirán con especialistas de diferentes sectores –minería, banca, agricultura, turismo, medio ambiente, etcétera– para analizar, primero, cómo está cada uno de ellos y, luego, cómo los ven los jóvenes y, sobre todo, cómo los desarrollarían.

¿Hay mucha diferencia entre la educación de un universitario limeño y la de uno de provincia?

Hay diferencias, estas se notan, pero no son diferencias de capacidades, sino de oportunidades. Nuestra gran tarea educativa es hacerla mejor y más pareja, que todos en verdad recibamos una educación de calidad. Hay muchachos llegados de provincia que son espectaculares, de gran proyección y creatividad.

Y en cuanto a sus preocupaciones, ¿son las mismas?

Hay diferencias. Primero, porque la forma de vivir en Lima es distinta al del resto del país, pero sí hay preocupaciones comunes que quizá hoy no son tantas, pero este es otro de nuestros desafíos: encontrarlas para, sobre ellas, construir. Ahora, nuestra tarea tampoco es uniformizar, las diferencias son saludables.