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El regreso de Lula

Por: Alejandro Deustua
Gestión, 5 de Enero del 2023

“En un escenario de división interna, el consenso necesario para recuperar la paz social y mejorar la suerte de los marginados será difícil de lograr”.

Lula ha iniciado su tercer período presidencial con un épico llamado a la reconstrucción nacional. Esa convicción no alcanzó, sin embargo, a la recuperación del rol internacional del Brasil.

Aunque la prioridad local sea evidente y sensata, la naturaleza del discurso del 1 de enero no pareció convergente con la amplia convocatoria que éste debía merecer. En efecto, reconociendo que el electorado brasileño está dividido entre dos visones del mundo, Lula se ha presentado como representante de los valores de la solidaridad y la civilidad democrática que se opone a los del individualismo, la negación de la política y la destrucción del Estado que representa Bolsonaro.

Con esa percepción maniquea en que los demócratas confrontan a autoritarios y fascistas, Lula pareció dirigirse sólo al 50.9% que votó por él en segunda vuelta olvidando que dentro del 49.1% que prefirió a su rival hubo millones que votaron así sólo por no optar por el sindicalista.

Como en el caso de Castillo que recibió los votos de los que no desearon optar por Fujimori, Lula olvidó decir que asumía como presidente de todos los brasileños mientras que su cuestionado rival, refugiado en Florida, se negaba a los protocolos de entrega del cargo.

En ese escenario de división interna, el consenso necesario para recuperar las instituciones, la paz social y mejorar la suerte de los marginados será difícil de lograr. Peor aún con un Congreso fuertemente fragmentado.

Especialmente si la prioridad social asumida reclamará mayor gasto en subsidios para “terminar” con el hambre y atenuar la pobreza entre otras prioridades redistributivas mientras la inversión pública reclamará mayor endeudamiento y la recuperación del Estado implicará el final de las privatizaciones y la restauración indiscriminada de empresas y banca públicas.

En tanto los lineamientos económicos señalados en el discurso mostraron disconformidad aparente con el presupuesto logrado en el Congreso para el gasto social (quizás debido al sobredimensionamiento del margen expansivo que permite un déficit fiscal e inflación bajando a 4.5% y 5.7%) mientras se radicalizaba el rol económico del Estado, el mercado bursátil cayó -3.1% y el real se depreció.

Por lo demás, el efecto externo de la corrupción vinculada a las empresas públicas brasileñas durante los anteriores mandatos de Lula y la Sra. Rousseff (Petrobras, BNDES) tampoco fue considerado. Esa omisión no puede pasar desapercibida en el Perú ni en la región.

Especialmente cuando la referencia a la política exterior brasileña fue raquítica. Unas cuantas líneas para referirse al combate de la deforestación amazónica y a otras obligaciones ambientales, a la integración escurridiza (salvo con Argentina); al UNASUR hoy tan disfuncional como sus fundadores; a sus relaciones con Estados Unidos, China y los BRICS que tiene efectos sistémicos fueron un descuido mayor. La esperanza de que Brasil desempeñe un rol de balance político en la región tan necesario para el Perú sigue en pausa.




Triunfó el delincuente antiperuano en Brasil

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 31 de Octubre del 2022

“En lo moral, (Lula) corrompió aquí hasta el tuétano a políticos, técnicos y periodistas (…)”.

Ganó Lula, el delincuente que armó, junto a las constructoras brasileñas, esa gigantesca maquinaria de corrupción que arrasó con Brasil y con casi toda Latinoamérica. Tal como la chusma necia gritó “¡Libera a Barrabás!” para que Pilatos tenga que soltar a un antisocial, casi un 51% de brasileños ha optado adrede por ese criminal, con pleno conocimiento de que votaron por un mafioso. Ciertamente, Bolsonaro no es el Jesús bíblico y tiene cosas terribles, pero como peruano no podía querer que gane un tipo que tanto daño nos hizo, pues ese delincuente de Lula metió completamente sus narices inmundas en nuestro país (yo mismo fui una víctima de estos mafiosos lulistas y perdí un trabajo que me gustaba mucho por ellos).

No olvidemos el impacto tan perverso de Lula en el Perú. En lo político, estuvo detrás de los corruptos e ineptos Ollanta Humala y Susana Villarán, enviando incluso a asesores (como Luis Favre, el gran amigo de Mirko Lauer) y mucho dinero para estos. En lo económico, nos significó irrecuperables despilfarros gigantescos en miles de millones de dólares con esas carreteras interoceánicas, que tan solo han servido para la expansión de las mafias de mineros y madereros ilegales. En lo moral, corrompió aquí hasta el tuétano a políticos, técnicos y periodistas (muchos conchudos que por allí siguen pontificando) a través de sus socios de Odebrecht y el resto. En suma, Lula pudrió a todo a lo que se le acercó en el Perú. Lo único que me alegra es que Lula la va a tener sumamente difícil con el Congreso y la mayoría de las gobernaciones en manos de la oposición y con la mitad de Brasil decididamente en contra de él. Ojalá le hagan la vida a cuadritos desde el primer día.

No faltarán los peruanos malnacidos que hoy saldrán celebrando públicamente su victoria, pero ya sabemos que la mayoría de ellos –aparte de los eternos socialconfusos y “tontos útiles”– serán zurdos y no por nada una palabra que define precisamente al detrito humano rima con la palabra “izquierda”.




¿Hacia dónde se moverá Brasil?

La segunda vuelta en Brasil se realizará este 30 de octubre.

RPP, 25 de octubre de 2022
Por Sebastião Mendonça Ferreira
Centro Wiñaq

La segunda vuelta en Brasil se realizará este 30 de octubre. No se sabe quién ganará las elecciones, si Lula o Bolsonaro. En la primera vuelta Lula casi ganó sacando 48% frente a 43% de Bolsonaro. Sin embargo, en la noche del 2 de octubre, al anunciar los resultados, los electores de Lula se sentían decepcionados por no haber alcanzado más de 50% en la primera vuelta y los electores de Bolsonaro celebraban la posibilidad de disputar una segunda vuelta.

Las encuestadoras brasileñas son muchas y es difícil saber en cuáles confiar. A pocos días de la primera vuelta, el IPEC (antes IBOPE) daba 54% para Lula y 35% para Bolsonaro. Data Folha daba 54% para Lula y 39% para Bolsonaro. Estas dos son las encuestadoras más reconocidas en el Brasil. Las dos empresas anunciaban como altamente probable la victoria de Lula en la primera vuelta. Sus errores (14% y 10%, respectivamente) han estado muy por encima de los márgenes de error y se ha puesto en duda la idoneidad de sus métodos estadísticos.

A menos de una semana de la segunda vuelta, en las diversas encuestas predominan resultados ligeramente favorables a Lula, pero ahora las diferencias entre los dos candidatos están dentro de los márgenes de error. Es decir, están técnicamente empatados. Lo que llama la atención son las tendencias. En la mayoría de las encuestas Bolsonaro está subiendo y Lula está estancado o está cayendo, haciendo difícil predecir cuál será el resultado. Desde el fin de la primera vuelta, las tendencias vistas muestran cambios ligeros en las preferencias del electorado. Existe la duda si, aun con una tendencia ligera, Bolsonaro conseguirá o no alcanzar a Lula al momento de las elecciones

Independiente de los resultados de este domingo 30, los cambios políticos que ya ocurrieron en Brasil no son menores.

Por primera vez, después del regreso de la democracia en 1985, hay un claro predominio de los sectores conservadores y liberales de derecha en las dos cámaras, cerrando décadas de predominio de la izquierda y del centro. En la cámara de diputados la alianza de la centroderecha y la derecha ha elegido a 274 diputados (53%), mientras que la alianza de las izquierdas, incluido el PT de Lula, eligió a 130 diputados (25%) y los sectores de centro eligieron a 109 (21%). En el Senado la derecha y centroderecha eligieron a 43 senadores (53%), mientras las izquierdas eligieron solamente a 14 (17%) y el centro eligió a 25 (30%) (ver gráficas). El Partido Liberal, de Bolsonaro, será la primera fuerza en las dos cámaras. El Partido de los Trabajadores, con todos sus aliados, no supera 25% en ninguna de ellas.

Si bien el PT ha conservado sus fuerzas a lo largo del tiempo, sus aliados de centro (PSDB de Fernando Henrique Cardoso y el MDB de Michel Temer), han reducido su presencia política a nivel congresal menos de la mitad de lo que eran 10 años atrás. Ahora, el PT aliado con el centro no puede usar el congreso como herramienta de oposición a un gobierno de derecha.

En el otro lado de la mesa, el Partido Liberal, de Bolsonaro, se ha fortalecido y sus aliados (União Brasil, Partido Popular, Republicanos, etc.) han crecido significativamente. Además, Deltan Dallagnol, el fiscal que dirigió Lava Jato ha salido elegido diputado federal, y Sergio Moro, el juez que condenó a Lula en primera instancia, ha sido elegido senador. Ambos han expresado su apoyo a Bolsonaro frente a Lula en esta segunda vuelta.

A nivel de gobernadores de estado la correlación de los ya elegidos y candidatos con mayor potencial, la derecha se ha fortalecido. Bolsonaro cuenta con el respaldo de los estados de Minas Gerais, Paraná y Río de Janeiro, y muy probablemente de Sao Paulo, Rio Grande del Sur y Santa Catarina, es decir del centro-sur que representan 50% de la población de Brasil. El PT contará con el apoyo de los estados del noreste, que representan 27% de dicha población.

El tercer cambio, probablemente el más relevante, es la unificación y desarrollo de un movimiento social conservador que antes estaba concentrado en las iglesias evangélicas y tenía una expresión política débil y dispersa en una diversidad de partidos de centro, de derecha y de izquierda. Ahora ese movimiento se ha estructurado alrededor de Bolsonaro, ha ampliado su alcance a los sectores católicos conservadores y ha adquirido un protagonismo político pocas veces visto en la historia de la república brasileña. En Brasil, a diferencia del Perú, los sectores socialmente conservadores están alineados con la derecha, mientras que los sectores liberales en lo social están alineados con la izquierda.

Ese movimiento se ha movilizado para impulsar la campaña electoral de Bolsonaro y los resultados de la primera vuelta no pueden ser entendidos si no se considera el soporte de los activistas de ese movimiento. Fueron los conservadores, articulados vía redes sociales y el surgimiento de canales y blogs digitales que han reducido el impacto de los medios tradicionales que en general han sido adversos a Bolsonaro.

Para ese movimiento la defensa de la familia y de sus valores morales son muy importantes y ellos perciben al enfoque de género como una amenaza. No es raro que miembros de ese movimiento sean críticos a Bolsonaro, pero consideren que solo él puede ayudarlos a proteger la formación moral de sus hijos y, por esto, lo prefieren como presidente del Brasil. Para estos sectores conservadores la izquierda brasilera impulsa la desestructuración de los valores morales básicos desde el estado.

El cuarto cambio es crecimiento de los medios digitales con claro predominio de las corrientes conservadoras y liberales: WhatsApp, Youtube, Facebook, etc. El liderazgo de los influenciadores favorables a Bolsonaro, en esos nuevos medios, es notorio. Sin embargo, el gigante mediático de Brasil es el Grupo Globo y continúa liderando la audiencia nacional sin rival que le acerque. Globo ha tenido una postura crítica a Bolsonaro durante buena parte de su gobierno y en la actual campaña electoral.

A nivel de narrativas, Lula prioriza la justicia social, recuerda como en su gobierno los pobres progresaron y advierte de los riesgos que Bolsonaro puede representar para la democracia y para los derechos de las poblaciones vulnerables. Lula cuenta además con la simpatía de la población de bajos ingresos, especialmente de los nordestinos, desde donde él migró para trabajar en las fábricas de Sao Paulo.

Bolsonaro, por su lado, habla de los logros económicos y sociales de su gobierno, de los valores morales que él defiende, de cómo la economía brasileña está mejorando y del futuro de progreso que los brasileños pueden alcanzar, si su gobierno continúa. Menciona también la importancia de una política de mano dura contra el crimen en Brasil y acusa a la izquierda de preocuparse más por el bienestar de los delincuentes que por la seguridad de los ciudadanos honestos.

Aparentemente la disputa es entre dos candidatos, pero una observación más cuidadosa de la campaña sugiere que es principalmente una batalla entre valores morales y formas de entender el progreso social. Cuando uno conversa con los electores, ambos lados se enfocan en la defensa de los valores con los cuales se identifican y de cómo ellos creen que pueden mejorar sus vidas. Se puede decir que, hoy, la sociedad brasileña está polarizada en dos grupos de valores e ideas.

Lula está haciendo muchas promesas, pero si es elegido, él no va a contar con el factor dinamizador generado por el crecimiento chino, que lo ayudó mucho a inicios del siglo, él va a tener que enfrentar la oposición de Bolsonaro, un congreso con la mayor representación de derecha democráticamente electa en casi un siglo, a un movimiento social militante y a canales digitales cada día más fuertes, pero va a tener el respaldo de Globo y otros medios tradicionales y de la capacidad creativa de una amplia capa de intelectuales y artistas afines.

Si Bolsonaro es elegido, él va a contar con el apoyo del congreso y del movimiento conservador en crecimiento, pero va a tener que enfrentar la oposición del stablishment mediático, de la mayoría de los artistas e intelectuales del país y la cúpula del poder judicial que le han sido hostiles durante su gobierno.

En cualquiera de los casos, la sociedad brasileña, en los próximos años, va a encarar un nivel muy alto de polarización política, pues las dos fuerzas principales son profundamente distintas, están casi empatadas y las posturas de centro se están debilitando.




Sector privado y plataforma geo-localizadora para que funcione Te Cuido Perú

Sector privado y plataforma geo-localizadora para que funcione Te Cuido Perú

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Como sabemos, el cierre de la economía fue mucho más eficaz que la cuarentena. En el Perú la economía cayó en marzo -16.3%. En Brasil -1.5%, en Chile -3.5% y en Colombia -4.9%. Somos el país que más cerró su economía y el que más infectados tiene por millón de habitantes. El enorme sacrificio económico no tuvo un correlato sanitario.

La causa de esto último es conocida: la altísima informalidad, las aglomeraciones en los mercados, la falla en la distribución de víveres y bonos y la ausencia de una estrategia sanitaria inteligente. El problema es que la misma configuración estructural va a acompañar la reapertura de la economía y la salida de la cuarentena: mientras la economía formal se reabre por fases -cuando deberían abrir simultáneamente todas las empresas que puedan aplicar protocolos eficientes-, y con requisitos y exigencias excesivas, la informal se reabre de golpe a partir del 24 y sin protocolos.

Por lo tanto, si no se aplica estrategias sanitarias inteligentes, la pandemia puede rebrotar fácilmente.

Mercados

Se ha empezado, por fin, con mucho retraso, a intervenir algunos mercados. Los cierran y para reabrir deben cumplir condiciones de salubridad y aforo, al mismo tiempo que PRODUCE empadrona y formaliza a los comerciantes por medio del programa Tu Empresa, en coordinación con Sunat, Sunarp y el Colegio de Notarios. Eso está bien. Además, se pretende llevar a los ambulantes que circundan los mercados a otros espacios, formalizándolos, lo que ya está produciendo resistencia.

Si todo esto llega a funcionar relativamente bien, se reducirá en alguna medida la tasa de contagios, pero de todos modos la cantidad de gente que acude a los mercados hace muy difícil asegurar que se mantenga, por ejemplo, el distanciamiento necesario. Y de los 2,400 mercados están interviniendo sólo algo más de 30.

Te Cuido Perú muy lento

Por eso, se requiere ir más allá: ejecutar una estrategia transversal orientada a cortar las cadenas de contagios. Aislar a las familias de todos los contagiados de los últimos 14 días a nivel nacional, llevándoles alimentos a sus casas para que no salgan, y vigilando que no lo hagan. Es lo que están haciendo con los infectados de los mercados, pero debe ser general.

Para eso se creó “Te cuido Perú”, pero el jueves 14, exactamente un mes después de su lanzamiento, sólo había logrado abastecer a 6,353 familias con canastas de víveres y abarrotes, cuando los infectados de los últimos 14 días sumaban ese día 43,628. Es decir, muy lejos de la meta.

Sector privado, brigadas juveniles y plataforma geo-localizadora

Es obvio que el Indeci no tiene capacidad para avanzar a la velocidad necesaria. Está repartiendo alrededor de 600 canastas por día. Tendría que multiplicar por 10 esa velocidad para atender a los infectados restantes en un plazo de 6 días, por ejemplo. El gobierno debe solicitar el auxilio del sector privado. Grandes empresas de alimentos que tienen sistemas de distribución, lo harían mucho más eficientemente.

Y el alcance sería mucho más rápido aun si se entregara las canastas a brigadas juveniles, que a su vez las lleven a las casas, que tendrían que estar bien geo-localizadas. Una alternativa sería que los comerciantes de los mercados preparen y lleven canastas a las familias de los infectados. Como fuere, todo esto se puede manejar y monitorear perfectamente con una plataforma de geolocalización e interacción de datos que ha construido Leopoldo Monzón de Proesmín que Lampadia ha conocido y cuya presentación publicamos mañana.

Ese sistema puede ubicar a los contagiados y sus viviendas y a los jóvenes que integrarían las brigadas, por ejemplo. Podría decir cuántos jóvenes hay en la manzana o en un conjunto de manzanas, si son universitarios o profesionales y qué edad tienen. Puede monitorearlos por medio del celular, indicarles en qué viviendas tienen que entregar y saber dónde están cuando les toque entregar los productos. Y verificar si se entregaron. Lo mismo podría hacer con los comerciantes de ellos mercados, si ese fuere el caso.

Hábitos instintivos

La plataforma tiene también el registro de las organizaciones o juntas vecinales, que podrían seleccionar a los jóvenes. Puede, además, mediante mensajes de texto y WhatsApp enviados a los ciudadanos según la situación particular de cada uno, infundir e inyectar hábitos preventivos casi a nivel instintivo para que todos sean su propio policía y haya un control recíproco de las normas de distanciamiento, lavado de manos, etc. Esto es fundamental sobre todo para el sector informal y la pequeña y microempresa.

Cuarentenas focalizadas

Y debe servir luego cuando pasemos, acaso a partir del 24 de mayo, a una estrategia de cuarentenas regionales, distritales y barriales en las áreas de mayor tasa de contagio, para aislarlas y mantener a las personas en sus casas, llevándoles alimentos también, con este mismo sistema. Ricardo Fort y Álvaro Espinoza de Grade también tienen una aplicación para el manejo territorial.

Si no usamos este tipo de herramientas para que Te Cuido Perú y cuarentenas focalizadas funcionen, no vamos a ganar la batalla, y la pandemia puede recrudecer. Eso sería catastrófico. La economía formal tiene que abrirse más rápidamente y con menos profusión de requisitos y exigencias, pero la estrategia sanitaria tiene que ser mucho mas sofisticada y efectiva. Lampadia




El primer año de Jair Bolsonaro

El primer año de Jair Bolsonaro

El primer año de Jair Bolsonaro al mando de la presidencia de Brasil ha estado cargado de críticas favorables y desfavorables a su gestión. Si bien la prensa internacional ha puesto mayor énfasis en ciertas declaraciones provocadoras que realizó a lo largo del año, que ponen en tela de juicio su compromiso con el medio ambiente y su respeto a las libertades democráticas, su trabajo en el ámbito económico le ha vuelto dar impulso a la alicaída inversión en Brasil que venían lastrando su crecimiento en años previos (ver gráfico a continuación).

Fuente: The Economist

Como explica un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, de consolidarse este comportamiento de la inversión en los próximos meses, Brasil podría terminar siendo uno de los países candidatos a liderar el crecimiento económico de la región este año.

Ello sin mencionar uno de los grandes aciertos de su ministro de Economía Paulo Guedes que fue poner en discusión en el congreso la reforma de un sistema de pensiones, que constituye el centro de los problemas fiscales y deuda pública de nuestro vecino oriental (ver Lampadia: El avance de Bolsonaro). Si bien el plan inicial de Guedes que contemplaba el paso de un sistema de reparto a uno de capitalización individual fue frustrado en las sesiones del congreso, el incremento pactado de la edad de jubilación a los 65 y 62 años para hombres y mujeres respectivamente frente a un sistema que prometía indulgentemente jubilaciones a mitad de los años 50, ahorrará al gobierno federal unos 900,000 millones de reales ($230 mil millones) durante los próximos diez años. Asimismo, calmará a los inversionistas privados impulsando así el crecimiento.

Esperamos que en los próximos meses el presidente Bolsonaro logre una mejor relación con un congreso que hace tambalear su agenda económica. Moderar sus discursos impopulares además podría reestablecer sus relaciones con importantes socios estratégicos como la UE que se han venido a menos por declaraciones relacionadas a la deforestación en la Amazonía. Por lo demás consideramos que el solo espíritu liberal que emana el presidente brasileño de lejos ya debería cimentarlo como el mejor presidente del Brasil en el presente siglo, tras casi dos décadas de corrupción y despilfarro de las arcas fiscales de la izquierda política impulsada por Lula Da Silva y Dilma Rouseff. Lampadia

Por favor, no dejes que me malinterpreten
El polémico primer año de Jair Bolsonaro en el cargo

La imagen global de Brasil es peor; su economía está mejor

The Economist
4 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Desde que Jair Bolsonaro se convirtió en presidente de Brasil el 1 de enero de 2019, se ha peleado con una impresionante variedad de líderes y celebridades extranjeras. Después de que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, lo acusó de alentar la deforestación de la Amazonía, Bolsonaro llamó fea a su esposa. Cuando Greta Thunberg, una joven activista climática sueca, destacó el asesinato de indígenas en la Amazonía, el presidente brasileño la llamó “mocosa”. Michelle Bachelet, comisionada de derechos humanos de la ONU (y ex presidenta de Chile), criticó el aumento de los asesinatos por parte de la policía en Brasil. Bolsonaro respondió elogiando la dictadura de Chile de los años setenta y ochenta, que torturó a su padre.

Estas disputas son una señal del abismo entre el presidente de extrema derecha de Brasil, que ha hecho una carrera al atacar las ideas liberales sobre la tolerancia, los derechos humanos y la conservación, y las élites que las defienden. Las humillaciones de Bolsonaro sugieren que no le importa causar ofensa. Pero los altos funcionarios de su gobierno se preocupan, especialmente cuando las ONG amenazan con promover el boicot a los productos brasileños y los gobiernos reconsideran si ratifican los acuerdos comerciales.

El mundo está “malinterpretando” a Bolsonaro, dijo el ministro de economía, Paulo Guedes, durante una entrevista en Brasilia, la capital del país, el mes pasado. Tiene “malos modales, pero grandes principios”. Guedes espera cambiar la conversación cambiando el enfoque de la deforestación y la brutalidad policial a lo que considera el proyecto principal del presidente, una transformación radical de la economía que enriquecerá a todos los brasileños, incluidos los más pobres. “En lugar de tirar piedras a Brasil”, la gente debería aplaudir, dice.

Hay mucho que admirar en los planes que describió Guedes. Pero no responden algunas de las mayores dudas sobre la presidencia de Bolsonaro. Y no está claro cuánto del programa llevará a cabo. Los aplausos pueden tener que esperar.

La visión es sin disculpas liberal, o “neoliberal”, como lo llaman sus críticos de izquierda. Guedes culpa a la mayoría de los problemas de Brasil, incluido su alto nivel de desigualdad de ingresos, del estado descuidado, que “gasta mucho dinero en las cosas equivocadas”. Desde la década de 1980, el gasto público como porcentaje del PBI se ha triplicado al 42%, un nivel similar al de los estados de bienestar europeos. La calidad de los servicios es la de los países mucho más pobres.

La burocracia y un complejo sistema impositivo frustran la empresa privada, pero el estado también ataca a algunas industrias a expensas de todos los demás. “Cuarenta años de mercados cerrados” han protegido las industrias de búsqueda de rentas, dice. “Imagínese, seis millones de tontos siendo explotados por seis bancos, seis compañías navieras. Todo en Brasil es seis”. La seguridad social y las universidades gratuitas benefician a los relativamente acomodados más que a los pobres.

Guedes quiere revertir todo esto. Propone simplificar radicalmente el sistema tributario, mientras reduce las tasas y expande la base; privatizar casi todas las empresas estatales; y, después de reducir la burocracia para permitir a las empresas resistir la competencia, abrir la economía al mundo. Los brasileños comunes, afirma, se beneficiarán de dos maneras: de los empleos que creará una economía más libre y del gasto que se concentre más en lo que necesitan, como infraestructura y educación. Idealmente, los estados asumirían más responsabilidad del gobierno federal. Guedes pide “más Brasil, menos Brasilia”.

El gobierno de Bolsonaro comenzó con esta agenda, con una reforma constitucional del sistema de pensiones. Esto ahorrará al gobierno 855,000 millones de reales (US$ 210,000 millones) durante diez años y disminuirá el peligro de que la deuda pública alcance niveles paralizantes. A medida que la reforma tomó forma en 2019, la confianza creció, lo que condujo a una recuperación de la inversión (ver gráfico líneas abajo). La economía creció un 0.6% entre el segundo trimestre y el tercero, más de lo esperado. Se pronostica que el crecimiento anual para 2020 será de al menos 2%. Eso puede hacer de Brasil una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina.

Pero hay razones para retener los aplausos. Una es que los gobiernos democráticos que se hicieron cargo después del fin del gobierno militar en 1985 lograron más de lo que Guedes les da crédito. Fue el Plan Real de Itamar Franco, presidente de 1992 a 1994, el que finalmente aminoró la inflación. La reforma de las pensiones comenzó bajo el Partido de los Trabajadores de izquierda, que gobernó de 2003 a 2016, y el predecesor de Bolsonaro, Michel Temer, puso un tope constitucional al gasto público.

No está claro qué seguirá a la reforma de las pensiones. Los planes de Guedes son una “lista de deseos, más que una estrategia de reforma”, dice Ricardo Sennes de Prospectiva, una consultora. En noviembre, Guedes presentó al Congreso propuestas para tres enmiendas constitucionales que frenarían el gasto para cumplir el límite constitucional. El Congreso puede diluirlos.

Bolsonaro le dijo recientemente a Guedes que postergue una reforma del sector público que habría debilitado la seguridad laboral de los funcionarios. El ministro de economía no ha respaldado una propuesta de reforma tributaria que tenga apoyo en la cámara baja del congreso, pero aún no ha presentado una alternativa. El presidente del Senado dijo recientemente que una propuesta para privatizar Eletrobras, la empresa eléctrica estatal, no se aprobaría en el Congreso.

La defensa de Guedes del historial democrático de Bolsonaro es menos convincente que la de su programa económico. “Somos un régimen democrático”, dice. Pero muchos brasileños temen que el compromiso del presidente con esa idea sea débil. Continúa expresando admiración por los generales que gobernaron Brasil desde 1964 hasta 1985. Uno de sus hijos, Eduardo, un congresista, dijo recientemente que si las protestas de izquierda se extendían a Brasil y se salían de control, el gobierno podría emitir un decreto como uno que cerró el congreso durante la dictadura. Bolsonaro respondió a la cobertura negativa en Folha de S.Paulo, un periódico, amenazando con cancelar las suscripciones del gobierno. “Si Brasil toma un giro autoritario, miraremos hacia atrás y diremos que todas las señales estaban aquí”, dice Pedro Abramovay de Open Society Foundations, una ONG.

Hasta ahora, el Congreso ha contenido los instintos autoritarios de Bolsonaro. Ha rechazado o no está programando debatir una docena de propuestas radicales, como un proyecto de ley que permitiría a millones de brasileños portar armas y un proyecto mal concebido para purgar las escuelas de ideología izquierdista.

Los críticos extranjeros se centran menos en el destino de la democracia que en el del bosque. De enero a noviembre de 2019, el Amazonas perdió 8,974 km cuadrados (3,465 millas cuadradas) de bosque, un aumento del 80% durante el mismo período en 2018, según datos preliminares de satélite. Grupos verdes acusan al gobierno de debilitar la aplicación de las leyes ambientales y alentar a los madereros y ganaderos a destruir el bosque. Eso puede asustar a los inversores extranjeros. “Tienen miedo de ser fotografiados con Bolsonaro”, dice Matías Spektor de la Fundação Getulio Vargas, una universidad en São Paulo.

Tales preocupaciones también podrían destruir las esperanzas de Guedes de abrir la economía a través de acuerdos comerciales. El Mercosur, un bloque dominado por Brasil y Argentina, firmó un acuerdo largamente esperado con la Unión Europea en junio. Pero la ira europea por las políticas ambientales de Brasil podría poner en peligro su ratificación (al igual que la reciente elección de Alberto Fernández, un proteccionista de izquierda, como presidente de Argentina).

El progreso en temas económicos puede estar ayudando a la reputación de Bolsonaro en casa. También lo es una reducción en el número de asesinatos en 2019, aunque eso tiene poco que ver con las políticas del presidente. Hasta ahora, Brasil se ha librado de la ola de protestas que azotó a países vecinos como Chile y Ecuador a fines de 2019. Eso puede deberse en parte a que Brasil tuvo tales convulsiones en 2015 y 2016, cuando la economía estaba en recesión y algunos de los poderosos políticos fueron arrestados por corrupción. La ira pública ayudó a provocar la destitución de una presidenta, Dilma Rousseff, y finalmente condujo a la elección de Bolsonaro.

Ahora su familia es perseguida por el escándalo, y sus votos para combatir la corrupción parecen vacíos. Un hijo, Flávio, un senador de Río de Janeiro, está siendo investigado por lavado de dinero. El presidente amenazó con reemplazar al director de la policía federal después de que la investigación revelara vínculos entre Flávio y los grupos de la milicia de derecha. Sergio Moro, el ministro de justicia, no logró aprobar la mayoría de sus propuestas del Congreso para frenar la corrupción. Su credibilidad se vio socavada por las revelaciones de que cuando era un juez de lucha contra la corrupción había cerrado tratos indebidamente con los fiscales.

Hace seis meses, parecía que los escándalos retrasarían las reformas económicas y posiblemente terminarían la presidencia de Bolsonaro antes de tiempo. Se habla poco de eso ahora. Las calles son tranquilas. El índice de aprobación de Bolsonaro cayó en la primera mitad del año, pero se ha estabilizado en alrededor del 30%. El público parece dispuesto a aceptar reformas, incluso si están desencantados con los políticos que los dirigen. “Los brasileños están viviendo un momento social distinto en el que la sociedad es favorable al cambio”, dice Paulo Hartung, ex gobernador de Espírito Santo, un estado que sufrió un duro ajuste fiscal en 2015. Brasil puede avanzar, a pesar de su reñido presidente. Lampadia




El equipo Lavajato sí ha realizado una gran labor, pero en el tema que no debía

El equipo Lavajato sí ha realizado una gran labor, pero en el tema que no debía

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Los fiscales anti corrupción tienen detractores y defensores. Entre estos últimos el apoyo se ha vuelto más matizado y se puede glosar así: “no cabe duda que los fiscales del grupo especial Lava Jato han realizado una gran labor, le han dado un gran impulso a la lucha contra la corrupción, aunque han cometido algunos errores que deberían corregir o moderar para que sus logros no sean cuestionados”.

¿Es verdad que han realizado una gran labor? La realidad ha definido dos grandes áreas de investigación: los sobornos a autoridades y funcionarios por obras públicas -que es lo grave-, y los aportes de campaña, que no eran delito, por más que fueran ocultos e indebidos. En ambos casos la información sobre los receptores de coimas y donaciones vino principalmente del Brasil. ¿Cuál fue el mérito de los fiscales peruanos?

Si bien los fiscales realizaron algunas gestiones propias en el área de sobornos, como veremos, la “gran labor” que sí hicieron se concentró principalmente en el área de las donaciones de campaña. Esa labor ha consistido en convertir en delito algo que no lo era, forzando la figura del lavado de activos. Como ya hemos demostrado en otras columnas y como sostiene la mayor parte de penalistas, no se puede confundir las modalidades de disposición de los aportes de campaña, que eventualmente se usan en el lavado de activos, con este delito, cuyo contenido y finalidad es completamente diferente.

En eso, sin embargo, los fiscales han sido obsesivamente diligentes: en investigar todas las formas de pitufeo e identificar quiénes aportaron a nombre de otros y en buscar colaboradores eficaces que señalaran incluso supuestas acciones de obstrucción de la justicia.

En eso han sido aplastantes. Han desplegado una actividad febril para descubrir modalidades de ejecución de un delito que no existía. Más allá de las intenciones o los propósitos, el hecho concreto resultante es que se inventa un delito para encarcelar y perseguir a opositores políticos. Quizá el único delito imputable en todo esto sea el de declaración falsa, que recién la fiscalía ha incluido.  

Buena parte de aura heroica y justiciera de la lucha contra la corrupción viene de estas imputaciones y prisiones preventivas contra políticos que recibieron donaciones de campaña, sobre todo contra Keiko Fujimori. Inversamente, la destrucción de la imagen de la lidereza de Fuerza Popular se debió a la manera como día a día se mostraban testimonios de nuevas formas de ocultar donaciones que ella supuestamente había ordenado, presentándolas como delito. Por eso ella es percibida hoy como el personaje más negativo del país, según encuesta de IPSOS. Y por eso la población rechaza que haya sido liberada, pues las filtraciones mediáticas de los “hallazgos” de la fiscalía han convencido a la población de que efectivamente ella es corrupta.

Por cierto, la revelación de esos hechos se superpuso a la conducta de su bancada en el Congreso, para configurar una combinación mediática demoledora en la opinión pública. Así, la lucha anti corrupción se convirtió, entonces, casi en sinónimo de acusaciones contra la lidereza de Fuerza Popular y otros miembros de su agrupación, y rechazo al comportamiento de su bancada, lo que a la postre, de paso, facilitó la disolución del Congreso, que fue sentida como un acto de justicia y un gran alivio. 

En lugar de priorizar la demostración de las modalidades de ocultamiento de los aportes de campaña, el equipo especial Lavajato debió concentrarse principalmente en los casos de sobornos a autoridades y funcionarios por obras públicas. En este campo, su logro principal y muy positivo sin duda, ha sido haber conseguido la colaboración eficaz de Josef Maiman para corroborar las denuncias de Barata sobre los cuantiosos sobornos al ex presidente Alejandro Toledo.

César Azabache apunta además lo siguiente: “Los montos subieron de 29 millones de dólares a más de 80 millones en un juego en pared revelaciones de Brasil / hallazgos fuera de control (en el Perú hay colaboradores brasileños no controlados por Curitiba, como por ejemplo en el caso de la carretera Chacas)”. Y agrega que el equipo ha conseguido fuentes propias en lo del Club de la Construcción, donde tendría alrededor de 5 colaboradores eficaces peruanos. 

Pero casi todo ha venido del Brasil. Por eso, el acuerdo de colaboración con Odebrecht, muy cuestionado por el bajo monto de la reparación civil y que tenga que pagarse en 15 años, es visto por los defensores del equipo Lavajato como un logro importante.  Carlos Rivera, del IDL, señala: “Si bien en este momento la fiscalía ha logrado diversos elementos de corroboración en los casos más importantes, sin la información de Brasil difícilmente lograrían avanzar. Las decisiones se tomaron allá y la plata salió de allá. Por eso la declaración de Odebrecht como organización criminal y el acuerdo de colaboración es fundamental”.

Sí es cierto que el equipo Lavajato es laborioso -pese a que se demora demasiado en acusar o no lo hace, cometiendo el abuso del recurso a las prisiones preventivas-, y es distinto, en el sentido de que ingresa a la arena política y ejerce un liderazgo mediático. Con frecuencia filtra informaciones y confesiones, para generar presión de la opinión pública sobre los jueces. Ese alto perfil público no tiene precedentes. Pero sería bueno que se use para perseguir a los verdaderos delincuentes. Lampadia




Incendios amazónicos y responsabilidad internacional

Embajador ® J. Eduardo Ponce Vivanco
Para Lampadia

Los incendios en la Amazonía afectan vastas zonas de selva en las sequías de verano. Los que asolan el Brasil ahora son de magnitud comparable a los ocurridos en 2016 que, sin embargo, no suscitaron una alarma internacional  tan notoria.  El primer pronunciamiento del G-7  sucedió a la declaración del Presidente del Consejo Europeo sobre el acuerdo de libre comercio UE-MERCOSUR:  “resulta difícil imaginar el proceso armonioso de ratificación por los países europeos, mientras el Gobierno brasileño permite la destrucción de los pulmones verdes de la Tierra”. En calles y plazas resuenan indignadas protestas ciudadanas por la aceleración del cambio climático. Pero  ¿a qué se debe que la reacción actual sea mucho mayor que la de 2016?

A Trump y Bolsonaro, sin duda.  El primero cumplió sus ofertas electorales de terminar “la guerra contra el carbón” y denunciar el Acuerdo de París.  Y aunque Bolsonaro renunció a su promesa de retirar al Brasil del mismo acuerdo, sí cumplió con una frase lamentable que repitió en su campaña, anunciando que no protegería “ni un milímetro” de tierra que pudiera explotarse en la Amazonía. Al populista norteamericano le divierte provocar y ser criticado. Pero Bolsonaro ha comenzado a pagar facturas por imitar a su mentor de la Casa Blanca, justo cuando Europa bate records de calor y las presiones de Trump para comprar Groenlandia se suman al deterritimiento del hielo en el  Artico.  

La modesta rebaja del interés de la FED, la caída de Wall Street y la guerra comercial con China agudizan los presagios de recesión global. El impacto es duro en la economía brasileña, pero no tanto como el desprestigio diplomático de Itamaraty  por haber dado a Macron el mejor pretexto para soliviantar a los europeos contra el TLC con MERCOSUR que aterroriza a la agricultura francesa por la competitividad de las exportaciones mercosureñas, que amenazan con liquidar un sector fuertemente subsidiado en Europa. Más aún, la política amazónica de Bolsonaro afecta las expectativas de sus socios argentinos, uruguayos y paraguayos en el acuerdo con Europa.

Paradójicamente, la idea de organizar un sistema de cooperación entre los países sudamericanos de la inmensa cuenca hidrográfica que ayuda a respirar al mundo provino de los mentores ideológicos del controversial mandatario brasileño.  Cuando el General Morales Bermudez gobernaba el Perú y el General Ernesto Geisel presidía Brasil,  Itmaraty lanzó la iniciativa que culminó con la firma del Tratado de Cooperación Amazónica suscrito en julio de 1978, después de una ardua negociación que me tocó coordinar con el Embajador Hubert Wieland (logramos evitar que Ecuador avanzara su aspiración de  conquistar una cabecera en la ribera peruana del Amazonas).  El TCA – cuya Secretaría (OTCA) tiene sede en Brasilia –  reafirma la soberanía sobre los territorios amazónicos de las Partes y proclama “el necesario equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación del medio ambiente”. Era urgente entonces que los Cancilleres se reunieran para cooperar frente a los incendios que podrían transponer  fronteras en la Amazonía (Perú limita con con los Estados de Acre y Amazonas, lo que podría afectar a Madre de Dios, Ucayali y Loreto).

Lamentablemente, esa posibilidad se frustró por una cínica operación de propaganda montada por Maduro y Evo Morales para denunciar a Bolsonaro y, después,  convocar el encuentro ministerial que ellos mismos habían petardeado*. Una infamia más del populismo bolivariano-boliviano con el apoyo de Cuba y Rusia (evidenciado en el diario comunista Granma y la potente TV rusa RT, imitación moscovita de la CNN).

Es deplorable que la ideología perturbadora de esos regímenes antidemocráticos haya bloquedado el funcionamiento armónico del organismo sudamericano de cooperación amazónica, pero no debe ser un obstáculo para que nuestra Cancillería coordine acciones eficaces con Colombia, Ecuador y Brasil. No solo se trata de proteger nuestra propia región amazónica sino de asumir la responsabilidad que nos corresponde frente a una comunidad internacional angustiada por la preservación de un  ecosistema vital para el planeta. Gracias al oportuno pedido de Bogotá, el G-7 acaba de ofrecer ayuda para sofocar los incendios amazónicos.

COOP 20, la reunión preparatoria más importante del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, se celebró en Lima (2014) bajo la presidencia y responsabilidad de Torre Tagle. El prestigio diplomático cosechado entonces debería servir para gestionar la cooperación de Estados y organizaciones internacionales no solo para luchar contra eventuales incendios en nuestra Amazonía sino para monitorear el control ambiental en proyectos mineros como Tía María y La Tapada, que son cruciales para el desarrollo nacional. Lampadia 

*http://mppre.gob.ve/comunicado/venezuela-ofrece-ayuda-para-el-amazonas/
http://mppre.gob.ve/comunicado/gobierno-bolivariano-paises-miembros-grupo-lima/




Sobre el populismo y América Latina

Entrevista de ANIMA a Alex Kaiser y Gloria Álvarez

En Espacios Inseguros, programa de discusión política español, se invitó a Alex Kaiser y Gloria Álvarez a expresar su opinión sobre el escenario político en América Latina y cómo el populismo afecta al desarrollo, no solo económico, sino integral de todo un país.

Primero tocan la situación complicada de Venezuela y cómo es muy difícil que esta se normalice por la vía pacífica, destacando las peligrosas relaciones que tiene su gobierno con figuras perniciosas como organizaciones terroristas, narcotráfico y potencias mundiales. Álvarez, particularmente, indica que lo principal es analizar qué es lo que pasará con la gente en que está en Venezuela.

En cuanto al caso de México, la reciente llegada de André Manuel Lopez Obrador no augura algún cambio positivo para su país. Prueba de esto son sus accidentadas declaraciones en su propio programa y el sentimiento paternalista que ostenta hacia las personas más pobres de su propio país. Después, se indica que estos disparates no serían lanzados inocentemente, sino que son parte de una cortina de humo mejor planeada con la que AMLO busca apartar la vista de los errores de su Gobierno; por ejemplo, la cancelación de proyectos de inversión.

Llegando al caso de Chile, Kaiser plantea las bases del desarrollo – y la alta productividad – de su país. Se resaltan algunos puntos. En primer lugar, desde su concepción, la economía chilena ha tenido un fuerte componente liberal a favor de la actividad de mercado y las libertades individuales de la población. Es así como Chile se convierte en una de las economías con mayor ingreso per cápita en el mundo emergente. Kaiser hace énfasis el componente democrático que garantizó la existencia de las instituciones, lo cual preparó el campo para un mercado sumamente eficiente. Para concluir su discurso, Kaiser resalta que el pertenecer a la cultura latinoamericana implica tener que enfrentar unos costos de transacción muy altos.

Posteriormente, los invitados resaltan los efectos negativos que han sido causados por algunas políticas asistencialistas en Argentina y Brasil. Los puntos más importantes llegan cunado Kaiser y Álvarez analizan la situación de España, de Podemos y sus políticas. Se resalta el mal manejo que se ha hecho del presupuesto fiscal en España y un pésimo sistema de distribución que no ha generado un crecimiento auspicioso en el país. Además, se brindan ciertos datos importantes para tomar en cuenta y que develan la naturaleza irregular (y hasta ilegal) del manejo de fondos del Estado por parte de los políticos españoles. También se hace hincapié en que estas ineficaces políticas tienen mella en la percepción del español hacia su Gobierno y promueven otras iniciativas más extremas como el independentismo catalán.

Finalmente, se hace una conclusión más general, con la cual se puede ver que las naturalezas populistas de distintos Gobiernos en varios países crean un sentimiento de envidia hacia el sector de la población que ha salido de la pobreza y ahora es considerado como “ricos”. Esto se ve potenciado por las trabas que imponen distintos Gobiernos al libre mercado y las colusiones que este tiene con las élites empresariales. De tal forma, el énfasis de los invitados es que uno no debería culpar a los políticos que están a cargo de las arcas del Estado, sino que deben tomar al toro por las astas y hacerse cargo de su propio destino. Esto se podría ver plasmado en el espíritu emprendedor de cada persona y su afán por entrar a competir al mercado para buscar un mayor bienestar económico. Más detalles se encuentran en la misma entrevista y se recomienda dicho material a fin de comprender mejor por qué para América Latina, y otros países del mundo, se le es tan complicado llegar a un auténtico progreso económico.

Ver:

Lampadia




La excesiva burocracia de Brasil

El populismo de izquierda – liderado por Lula da Silva y su sucesora Dilma Rousseff – del que fue víctima Brasil en los últimos casi 20 años de historia política le trajo innumerables desgracias en el ámbito económico.

Después de haber sufrido una severa recesión entre los años 2015 y 2016, hoy es una economía que – a pesar de haber cambiado de mando hacia un gobierno de orientación liberal – a duras penas puede sostener un crecimiento que bordea el 1%. Algunos trascendidos ya hablan de la década 2010 como la década pérdida del Brasil, sólo comparable a la que padeció en la década de los 80, cuando el PBI crecía a una tasa de 1.6% promedio anual, una cifra imperdonable para un país emergente con mucho potencial exportable en la región, concretamente en sectores clave como el agropecuario y en minería e hidrocarburos.

¿Por qué pues persiste el estancamiento económico en Brasil, a pesar de los esfuerzos de Bolsonaro para reformar el país?

Uno de los principales problemas, y que además es de carácter estructural, es el insostenible nivel de deuda pública y gasto estatal corriente – en su mayoría, salarios – que hasta el día de hoy emula el gobierno brasilero. Esta es una herencia de la administración anterior que extremó el incremento del tamaño del Estado. Ello con el agravante de que varios estados emblemáticos que circundan el país, como Río de Janeiro y Minas Gerais, adoptaron esta nefasta práctica, en particular, el aumento desenfrenado de la burocracia gubernamental y la consecuente deuda pública.

Y en el centro del problema del déficit fiscal se encuentran las pensiones, que como hemos escrito extensamente en anteriores publicaciones (ver Lampadia: El avance de Bolsonaro, Primeros pasos de Bolsonaro en reforma de pensiones, La necesaria reforma de pensiones de Brasil), tiene como única solución ir hacia un sistema de capitalización individual por los insostenibles niveles de gasto público que ella implica (ver gráfico).

¿Qué puede hacer el gobierno de Bolsonaro para salir de este entrampamiento?

Ciertamente, una política de austeridad es la salida. La reforma de pensiones que se encuentra haciendo el gobierno es un buen primer paso, pero no será suficiente mientras no se ataque el otro gran impasse: la enorme masa salarial de la burocracia. Según estimados de The Economist, esta representa – junto al gasto pensionario – el 80% del gasto público de Brasil.

Para ayudar en esta discusión, compartimos a continuación un reciente artículo publicado por The Economist, en el que se explora una buena práctica de la gestión pública, contra todo pronóstico, en un estado del mismo Brasil: Espírito Santo. Superávit fiscal y altos niveles de inversión caracterizan a dicho estado, entre tanto desorden económico en el país, como hemos mencionado líneas arriba. Esperemos que el presidente Bolsonaro lo pueda tomar como ejemplo, si realmente quiere realizar un cambio de paradigma en nuestro vecino oriental. Lampadia

Esfuerzo enérgico
Un estado brasileño se destaca como modelo de eficiencia

Espírito Santo ha logrado mantenerse al margen de la deuda, a diferencia de la mayoría de Brasil

The Economist
10 de agosto, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

La moqueca en Espírito Santo, un estado de 4 millones de personas en la costa del sudeste de Brasil, es más ligera que el estofado de pescado en Bahía, su vecino del norte, explica un camarero de esmoquin en la capital, Vitória. Capixabas, como se les llama a los residentes de Espírito Santo, así les gusta. Sus playas son más pequeñas que las de Río de Janeiro, al sur; sus ciudades coloniales más planas que las de Minas Gerais, al oeste. Antes considerados signos de inferioridad, ahora parecen símbolos de frugalidad. Otros estados están tan endeudados que no pueden pagar salarios, pero las cuentas de Espírito Santo están en orden.

Eso es gracias en gran parte al último gobernador, Paulo Hartung, quien dirigió el estado desde 2003 hasta 2010 y luego nuevamente desde 2015 hasta el año pasado. Hartung se mantuvo en 2014 en una plataforma de austeridad, argumentando que “el gasto es tomar el elevador mientras que los ingresos suben las escaleras”. Al asumir el cargo, comenzó a reducir el gasto en un 14%. Su trabajo significa que Espírito Santo es ahora un modelo a seguir para otros estados brasileños.

La incontinencia fiscal de Brasil es legendaria. El número de funcionarios públicos creció un 60% entre 1995 y 2016, a 12 millones. Dado que los trabajadores del sector público no pueden ser despedidos o reducir sus salarios, se convierten en un gasto permanente una vez contratados. Las ventajas, como los aumentos por antigüedad, pueden incluso extenderse a las pensiones de viudedad, produciendo la exclusiva “promoción pos mortem”. Casi el 80% del gasto público en Brasil se destina a salarios y pensiones, en comparación con un promedio mundial del 50-60%. “En lugar de un Estado que sirve al público, tienes un Estado que sirve al Estado”, dice Samuel Pessôa, del Instituto Brasileño de Economía de la Fundação Getúlio Vargas, una universidad.

En estos días, la crisis es peor a nivel estatal. El déficit de pensiones combinadas de los 27 estados por sí solo está creciendo en 140 mil millones de reales ($ 35 mil millones) al año, más que el del gobierno federal. El déficit se ha duplicado en los últimos cinco años. Siete estados ya no tienen suficiente efectivo para pagar los salarios; 12 más están cerca.

Bajo el mandato de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil de 2011 a 2015, estados como Río de Janeiro dependían de préstamos con garantía del Tesoro de los bancos estatales para seguir gastando. Pero el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha prometido reducir el tamaño del Estado. Su jefe de tesorería, Mansueto Almeida, ha condicionado el alivio de la deuda a los esfuerzos para cumplir con una ley de responsabilidad fiscal, aprobada en 2000 pero ignorada durante mucho tiempo, que restringe el gasto en personal.

Entonces, ¿cómo se ha mantenido Espírito Santo en “números azules”? Una cosa que distingue al estado fue la previsión sobre la profundidad de la peor recesión de Brasil, que comenzó en 2014. Otros gobernadores creyeron que la entonces presidenta Rousseff, quien prometió una recuperación rápida. “Subestimamos el tamaño de la crisis”, admite Julio Bueno, el secretario del Tesoro en Río de Janeiro en ese momento. El PBI de Brasil cayó un 3,8% en 2015 y un 3,6% en 2016. Río terminó con un déficit presupuestario de 11,000 millones de reales. Espírito Santo terminó ambos años con un superhabit.

La audacia es lo segundo que distingue a Espírito Santo. “El ajuste fiscal es una receta de pastel, no una bala de plata”, dice Hartung. Puede salir mal fácilmente. Además de recortar los presupuestos, incluso para el poder judicial y la legislatura, tuvo que enfrentarse a los sindicatos, anunciando el congelamiento salarial en su primer día. Incluso cuando dos años después los policías se declararon en huelga y 200 fueron asesinados, Hartung no dio marcha atrás.

Finalmente, Espírito Santo estaba mejor ubicado para reducir el personal. Su burocracia incluye una gran proporción de trabajadores temporales, incluido aproximadamente el 60% de los docentes. A diferencia de los funcionarios públicos, pueden ser despedidos. Hartung eliminó más de 7,000 puestos, o aproximadamente el 12% de la burocracia. En Río de Janeiro, menos del 3% de los trabajadores del gobierno son temporales.

La austeridad ha sido dolorosa. Sergio Majeski, un congresista estatal que se opuso al ajuste fiscal, dice que los recortes a la inversión pública hicieron que fuera más difícil salir de la recesión. Pero a pesar de despedir maestros y cerrar escuelas, Espírito Santo saltó del noveno lugar al primero en un examen nacional de escuela secundaria entre 2013 y 2017. Majeski dice que esto se debe a que los estudiantes más débiles comenzaron a faltar a clases. Pero según Marco Aurélio Villela, director de una escuela gubernamental en Vitória, los maestros con contratos a corto plazo tienden a desempeñarse mejor porque saben que pueden ser despedidos.

Y reducir el personal ha ayudado al estado a mantener un nivel relativamente alto de inversión. Según un estudio de la tesorería de Brasil, tres estados que limitaron el gasto en salarios (Espírito Santo, Alagoas y Ceará) pudieron invertir, en promedio, 304 reales por persona en 2018. Río de Janeiro, Minas Gerais y Rio Grande do Sul, los estados más endeudados, solo gastaron 91 reales.

¿Pueden otros estados emular a Espírito Santo? Será difícil sin cambios en las leyes federales. La reforma de pensiones de Bolsonaro, que se está abriendo camino en el Congreso, solo puede aplicarse a los trabajadores federales. La corte suprema pronto decidirá si permite a los estados endeudados reducir los salarios y las horas de los funcionarios. Eso proporcionaría algo de alivio, al igual que un proyecto de ley para permitir que las personas sean despedidas por su persistente bajo rendimiento. Pero la mayoría de los políticos se resistirán a los recortes impopulares. Un proyecto piloto dirigido por Ana Carla Abrão, economista de Oliver Wyman, una consultora, descubrió que la ciudad de São Paulo podía reducir su nómina en un 30% sin despedir a nadie, recortando beneficios para todos menos los empleados con mejor desempeño. El proyecto fue archivado por un nuevo alcalde en 2018.

El año pasado, Hartung decidió no postularse para la reelección. Hubiera enviado un mensaje mejor si lo hubiera hecho y hubiera ganado, dice Cristiane Schmidt, secretaria del Tesoro de Goiás, un estado en graves problemas fiscales. Los brasileños tienden a culpar a la corrupción por sus problemas económicos, a pesar de que se pierde más dinero debido a la burocracia inflada. Mientras que Sergio Moro, un juez, ganó fama internacional por liderar la extensa investigación anticorrupción Lava Jato, pocos fuera de Espírito Santo han oído hablar de Paulo Hartung. Eso puede cambiar a medida que más estados encuentren sus arcas vacías. Lampadia




El avance de Bolsonaro

En contra de todos los pronósticos Jair Bolsonaro parece estar cerca de lograr los acuerdos necesarios con el Congreso para reformar el muy oneroso sistema de pensiones brasileño.

Se estima que esta reforma es el punto de partida para el reacomodo de la estructura económica de Brasil.

Hasta el momento, Bolsonaro sigue teniendo una muy mala prensa internacional, producto de sus expresiones políticamente incorrectas, algo que ha venido enturbiando el análisis de su gobierno.

Después del tema de pensiones hay un largo camino que recorrer. Esperamos que el resto del camino tenga mejores informes.

Caos y progreso
A pesar de las turbulencias, Brasil está empezando a arreglar su sistema de pensiones

El Congreso se ha hecho cargo de la reforma económica más importante

The Economist
22 de junio de 2019

A Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, le gustan las metáforas románticas. “Nuestro matrimonio es más fuerte que nunca”, dijo en mayo, después de que la prensa especulara que estaba en desacuerdo con el ministro de economía, Paulo Guedes. “El matrimonio terminó sin resentimientos”, dijo este mes después de despedir a Carlos Alberto dos Santos Cruz, un ministro que había dicho que otros en el gobierno deberían ser más cuidadosos en las redes sociales, suelen molestando a los fans de Bolsonaro que tuitean sobre las virtudes del gobierno de las fuerzas armadas y los horrores de la homosexualidad.

Cuando Bolsonaro asumió el cargo en enero, los inversores pensaron que podría permitir que Guedes, de orientación de libre mercado, reformara el inasequible sistema de pensiones, liberalizara la economía y restaurara un crecimiento robusto. Escándalos, y las relaciones rocosas del presidente con el Congreso y sus propios ayudantes, han estropeado ese estado de ánimo. A mediados de mayo, Bolsonaro remitió un artículo de opinión a sus contactos de WhatsApp diciendo que el Congreso estaba haciendo que Brasil fuera “ingobernable”. Por primera vez más brasileños desaprobaron a su gobierno que lo apoyaron. La moneda, el real, alcanzó un mínimo de ocho meses. Rumores de inminente Impeachment se multiplicaron. Junio trajo la dimisión del respetado director del banco estatal de desarrollo, Joaquim Levy, y filtraciones que avergonzaron al ministro de justicia, Sérgio Moro. “El gobierno es una fábrica de crisis”, dijo Rodrigo Maia, presidente de la cámara baja del Congreso.

La incertidumbre está frenando la economía. El PBI se contrajo un 0.2% en el primer trimestre, la primera vez que se ha reducido desde que terminó una severa recesión en 2016. Un desastre minero en enero y una recesión en la vecina Argentina fueron en parte culpables. Es probable que los economistas revisen a la baja su sombría predicción de que el crecimiento será inferior al 1% este año. Capital Economics, una consultora, llama a la década de 2010 una “década perdida” para Brasil.

A pesar del caos que rodea a la administración de Bolsonaro, han mejorado las opciones de que el Congreso reforme el sistema de pensiones, condición previa para resucitar la confianza de los inversores y, por lo tanto, el crecimiento. Las pensiones engullen el 44% del gasto federal, o el 8.5% del PBI. Los programas de pensiones de Brasil son sorprendentemente indulgentes. Permiten que los trabajadores se jubilen a mediados de los años cincuenta y permiten que las viudas y viudos reciban todos los beneficios de sus cónyuges, lo que alienta a los matrimonios de mayo a septiembre. Brasil dedica siete veces más a sus ciudadanos mayores que a programas para los más jóvenes, como la educación. El promedio regional es de cuatro.

Esto está perjudicando el crecimiento futuro de Brasil. Sin reforma, el gasto en pensiones se duplicará como proporción del PBI para 2060. La deuda pública ha pasado del 52% del PBI en 2013 al 78% ahora, y pronto superaría el 90%. La difícil situación de los gobiernos estatales y municipales es especialmente mala. Siete de los 27 estados dicen que no pueden pagar salarios.

El 23 de mayo, Bolsonaro propuso un “pacto de entendimiento” con los dirigentes de ambas Cámaras del Congreso y el presidente del Tribunal Supremo para cooperar en la reforma de las pensiones y otras medidas a favor del crecimiento. De hecho, ha cedido el control a la legislatura. El congresista a cargo del comité de la cámara baja que se ocupa de las pensiones recomendó cambios en el proyecto del gobierno el 13 de junio. Se espera que el comité vote su plan a finales de mes. Luego irá a la casa llena. Dado que la reforma requiere enmiendas a la constitución, tanto la cámara como el Senado deben aprobarla dos veces con mayorías de tres quintas partes.

La propuesta del Congreso ahorraría al gobierno federal unos 900,000 millones de reales ($230 mil millones) durante diez años elevando la edad de jubilación para la mayoría de los trabajadores, a 65 para los hombres y 62 para las mujeres, aumentando las contribuciones y cerrando lagunas. Es menos ambicioso que el plan de Guedes, que pretende salvar 1.2trn reales. Es más generoso con los pensionistas más pobres y antiguos y con los trabajadores rurales. Recorta la idea de cambiar gradualmente de un sistema de pago por uso a uno basado en cuentas de ahorro individuales. No incluye a los trabajadores gubernamentales de los estados y municipios. Guedes se quejó de que la comisión había “abortado” su reforma. Su plan exagera el dinero que ahorraría, dice.

Su veredicto puede ser excesivamente duro. La mayoría de los analistas piensan que el plan del Congreso ahorraría lo suficiente para tranquilizar a los inversionistas. “El día después de que pase la reforma de las pensiones será el comienzo de un nuevo Brasil”, dice Luiz Franco, de la Asociación Brasileña de Desarrolladores Inmobiliarios. “Todos tenemos un proyecto de 400 m o 500 m de reales sentado en un cajón esperando a que la economía repunte”, dice Carlos Jereissati, CEO de Iguatemi, una cadena de centros comerciales de lujo.

Por sí sola, la reforma de las pensiones puede no restaurar la salud de la economía. Aunque fomentar la inversión, también podría perjudicar el gasto de los consumidores, ya que los trabajadores tendrán que ahorrar más para la jubilación, dice Antonio Spilimbergo, del FMI. La economía italiana recibió un gran impacto porque promulgó una reforma de las pensiones sólo después de una larga espera y durante una recesión. Los recortes en otros gastos, necesarios para cumplir con una congelación de 20 años promulgada por el gobierno anterior de Brasil, están pesando sobre el crecimiento este año. Jereissati mantiene sus millones en el cajón hasta que ve un año de crecimiento del 2% o más.

Otra preocupación es que la disfunción en Brasilia impedirá otras reformas. Para privatizar las empresas estatales y reducir los aranceles de importación, el gobierno tendrá que luchar contra intereses especiales. Bolsonaro necesitará la cooperación del Congreso para renovar el sistema tributario y reducir la ley salarial del sector público. Una reforma de las pensiones “podría hacer que el partido comience”, dice Tony Volpon, economista de UBS, un banco. “Pero estamos a una tormenta de Twitter de todo esto que se va al infierno”. Lampadia




Se profundiza el populismo en América Latina

Se profundiza el populismo en América Latina

“Tal como están las cosas, parece que América Latina seguirá siendo la región del futuro por tiempo indefinido”. Esa es la frase con la que finaliza un reciente artículo escrito por el notable economista Kenneth Rogoff – publicado en la revista Project Syndicate y que compartimos líneas abajo – en el que analiza cómo el reciente ascenso de diversos líderes populistas en la región – entre los que destaca a AMLO, en México y a Bolsonaro en Brasil, así como al dictador Maduro en Venezuela – prolongaría su estancamiento económico y su crisis democrática (ver Lampadia:  Estancamiento de América Latina) a la luz de las políticas emprendidas por dichos gobiernos.

Esto no debería sorprendernos. En el caso de AMLO, como auguramos en Lampadia:  El populismo de AMLO en sus 100 primeros días, las políticas emprendidas por su gobierno en los primeros 3 meses – entre las que destacamos la cancelación de notables proyectos de infraestructura, como el aeropuerto internacional de México iniciado en el 2014, el bloqueo de ductos de combustible y el plantear la posibilidad de un control de precios en una serie de alimentos básicos –  constituían una oda al socialismo latinoamericano del siglo XXI que, como ha sido demostrado históricamente en nuestra región y del cual Venezuela sigue siendo el ejemplo emblemático, conduce a generar una desaceleración económica con alta inflación en el mediano-largo plazo, así como un endeudamiento del fisco a niveles insostenibles.

En el caso de Bolsonaro (ver Lampadia:  Los grandes retos de Bolsonaro, La democracia brasileña en riesgo, ¿Del populismo de izquierda al populismo de derecha?), si bien sostuvimos que en el ámbito económico se encontraba por el camino adecuado – al promover la privatización y el libre mercado en una economía que se encontraba entrampada durante dos décadas debido al proteccionismo, el asistencialismo y la corrupción heredados por Lula Da Silva – el populismo de derecha que ostentaba era sumamente peligroso para la democracia brasileña. Sus declaraciones homofóbicas y misóginas le han valido un rotundo rechazo de la población. Además, su falta de capacidad política y persistente confrontación con el Congreso no le ha permitido, a la fecha, avanzar con las reformas económicas que necesita Brasil. Nuestro país se encuentra en una situación similar, por ende, no debería sorprendernos la situación que aqueja a nuestro vecino oriental.

Sin embargo, los desastrosos resultados a los que llevarán dichos actos políticos en ambos países sí debieran llamar la atención a los votantes respecto de qué políticas son las adecuadas para alcanzar un eventual desarrollo económico y social, así como para consolidar los sistemas democráticos. Es fundamental que nuestra región sea consciente de la crisis democrática en la que se encuentra (ver Lampadia: Las democracias están en peligro en América Latinay se dé cuenta que los populismos tanto de derecha como de izquierda no representarán una solución a sus problemas. Lampadia

A medida que los populistas aumentan, las economías de América Latina caerán

Project Syndicate
5 de junio, 2019
Kenneth Rogoff
Traducido y glosado por Lampadia 

En el transcurso de un año, los populistas con tendencias autocráticas han asumido el poder en México y Brasil, y han sentado las bases para volver al poder en Argentina. Con las tres economías más grandes de América Latina destinadas a una mayor mala gestión, las perspectivas de crecimiento en la región son poco favorables.

Aunque el presidente de los EEUU, Donald Trump, tiende a apoderarse de la mayoría de los titulares, no es una excepción global. Los autócratas populistas han disfrutado de un impresionante ascenso al poder en países de todo el mundo, y en ninguna parte la tendencia es más pronunciada que en América Latina tras las elecciones del presidente de izquierda de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y el presidente de derecha de Brasil, Jair Bolsonaro. Los estadounidenses tienen razón al quejarse de las tendencias autocráticas de Trump, pero, como les recordaría el ex ministro de Finanzas de Chile, Andrés Velasco, Trump es un mero aprendiz en comparación con los populistas de América Latina.

Sin duda, esto no significa que las economías de México y Brasil compartan la misma suerte que la de Venezuela bajo Hugo Chávez y su dictador actual, Nicolás Maduro. Chávez y Maduro lograron llevar al país más rico de América Latina, hogar de una cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo probadas, y convertirlo en un caso perdido con una inflación de más de 1,000,000% y una tasa de pobreza de más del 90%. Al menos 4 millones de los 32 millones de habitantes de Venezuela han huido del país, y las proyecciones sugieren que este número podría duplicarse este año si Maduro sigue en el cargo. Venezuela debe su difícil situación no tanto a las sanciones económicas de la era Trump, sino a sus propios líderes populistas. El país ha estado deteriorándose durante años, y la mayor parte de la caída en sus indicadores sociales y económicos es muy anterior al gobierno de Trump.

AMLO, como el carismático Chávez hace dos décadas, asumió el cargo el año pasado con la promesa de que mejoraría las vidas de la gente común. Uno de sus primeros actos oficiales fue cancelar la construcción de un nuevo aeropuerto que se necesitaba desesperadamente en la Ciudad de México, a pesar de que el proyecto ya estaba completo en un 30%, debido a que las aerolíneas son para los ricos. Luego lanzó un nuevo proyecto de aeropuerto en un lugar montañoso, poco práctico, más lejos, donde tiene menos posibilidades de terminar.

Aunque AMLO hizo campaña con la promesa de acabar con la corrupción, su gobierno ha rechazado la licitación competitiva por más del 70% de los contratos que ha adjudicado. Al igual que Trump, rechaza a los críticos de los medios como “noticias falsas” y advierte a los reporteros que “se comporten bien” o “sabes lo que te sucederá”. Sin embargo, los inversores globales se sienten alentados por el hecho de que AMLO ha dejado solo al banco central, al menos hasta ahora.

Pero incluso si el mercado no está evaluando un “riesgo de Venezuela” masivo para México, muchas de las celebridades, escritores, académicos y políticos de tendencia izquierdista que elogiaron a Chávez en los cielos se han mostrado notablemente reticentes a animar a AMLO. Después de haber visto a Trump convertir la tragedia venezolana en su ventaja política, los forasteros que pueden simpatizar con las ambiciones socialistas de AMLO son prudentes. La única excepción, por supuesto, es el líder de la extrema izquierda del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, un partidario del corrupto régimen chavista de Venezuela, quien asistió a la toma de posesión de AMLO en diciembre de 2018.

Mientras que AMLO representa una amenaza para la segunda economía más grande de América Latina, Bolsonaro está poniendo en peligro a la más grande. Como dice el viejo y triste refrán, Brasil, con sus abundantes recursos naturales y su gente talentosa, “es el país del futuro, y siempre lo será”. Su nuevo presidente, un ex capitán del ejército que quiere armar a los ciudadanos y arrasar grandes barrios de La Amazonía (que aceleraría significativamente el calentamiento global), se ha convertido en un pararrayo para protestas estudiantiles, ambientalistas y activistas de los derechos de los homosexuales. Anticipándose a las protestas masivas, recientemente canceló un viaje a Nueva York después de recibir críticas mordaces de su alcalde, Bill de Blasio.

Las cosas no están mucho mejor en casa. Los índices de aprobación de Bolsonaro se han reducido a la mitad desde que asumió el cargo a principios de año. Los primeros escándalos dejan en claro que está muy lejos de limpiar la corrupción endémica que paraliza la gobernanza de Brasil, y mucho menos demostrar las habilidades de formación de coaliciones necesarias para implementar la ambiciosa agenda de reformas económicas de su gobierno.

Para empeorar las cosas, la tercera economía más grande de América Latina, Argentina, se enfrenta ahora a la perspectiva de un retorno al gobierno socialista corrupto y autocrático después de una elección presidencial en octubre próximo. El actual presidente del país, Mauricio Macri, asumió el cargo en 2015, prometiendo un retorno a la salud económica después de que el ex presidente Nestor Kirchner y su sucesora / esposa, Cristina Fernández de Kirchner, despilfarraran los beneficios de un auge de las exportaciones agrícolas a principios de la década del 2000. Sin embargo, Macri, quien heredó una situación extremadamente difícil – no solo un gran déficit presupuestario y una capacidad de endeudamiento limitada – también ha cometido algunos errores críticos.

Para reducir la inflación, que probablemente había alcanzado alrededor del 30%, el gobierno de Macri trató de reducir la tasa de crecimiento del dinero y encontrar fuentes alternativas de financiamiento. Pero los funcionarios optaron por recurrir a préstamos a corto plazo en dólares extranjeros (un error clásico), y Argentina pronto se vio incapaz de pagar sus deudas. El tipo de cambio ahora se ha derrumbado, la inflación ha subido a más del 50% y el partido de los Kirchner está listo para recuperar el poder.

Si todos los líderes autocráticos fueran tan competentes como el fallecido Lee Kuan Yew, el padre fundador de Singapur, los recientes desarrollos políticos en las Américas podrían no ser tan preocupantes. Lamentablemente, este no es el caso, particularmente cuando se trata de los populistas en México, Brasil y Argentina. Tal como están las cosas, parece que América Latina seguirá siendo la región del futuro por tiempo indefinido. Lampadia

Kenneth Rogoff, profesor de economía y políticas públicas en la Universidad de Harvard y ganador del Premio Deutsche Bank 2011 en Economía Financiera.




BRI: La inversión trasnacional de China

La lucha por la hegemonía global de China – potenciada en los últimos años por la guerra comercial que disputa con EEUU (ver Lampadia: La Guerra contra Huawei, EEUU vs. China: ¿Una Nueva Guerra Fría?, Se agrava la guerra comercial EEUU – China) – incluye iniciativas estatales que abarcan diversos campos como el tecnológico, con iniciativas como “Made in China 2025”, y el campo de la seguridad y defensa como los convenios de armas nucleares firmados con Rusia recientemente, por destacar algunos.

En el campo de la inversión en infraestructura, se destaca la “Belt and Road Initiative” (en adelante, BRI), que consiste en brindar financiamiento para la construcción de grandes proyectos en varios países, a través de inversiones o la toma de deuda con China, constituyéndose como una importante herramienta de política que ha permitido al gigante asiático canalizar sus excedentes recursos financieros.

¿Cuál es la naturaleza del BRI, cuyo origen se remonta al 2014, y cuáles son sus prospectos a futuro? ¿Podría potenciar la inversión en infraestructura de nuestro país si formásemos parte de dicha iniciativa?

Un reciente artículo escrito por Yasheng Huang – Profesor del Programa Internacional en Economía y Negocios Chinos y Profesor de Economía Internacional y Gestión en la MIT Sloan School of Management – y publicado por Project Syndicate (ver artículo líneas abajo), destaca al BRI como un fondo dedicado a proyectos de infraestructura en países con poco potencial económico e inclusive con regímenes autoritarios y con un stock de capital humano de baja calidad. Sin embargo, es esta misma característica la que refleja el alto riesgo del que son capaces de asumir los acreedores chinos, además del carácter de muy largo plazo sobre el cual realizan sus inversiones.

Y es esta misma característica también la que nuestro país puede aprovechar para potenciar su inversión en infraestructura.

¿En qué sentido?

Los grandes proyectos en infraestructura de largo plazo en nuestro país lamentablemente han sido desechados en el pasado. Un ejemplo emblemático de ello fue el Tren China-Brasil-Perú (ver Lampadia: Perú impide desarrollo ferrocarrilero con China y Brasil), un proyecto ferroviario con un impacto ambiental mínimo, a cero costo para el Perú y que hubiera creado una vía eficiente de transporte para el emporio selvático peruano del Valle del Huallaga, la zona minera del norte y los fosfatos de Bayovar, hacia Brasil. Lamentablemente el proyecto del tren – que podría haber consolidado nuestra relación económica y de inversiones con el gigante asiático por su interés en apoyarlo – fue saboteado por el gobierno de PPK-Vizcarra, lo cual habría beneficiado a EEUU al limitar el avance de China en nuestro país para potenciar el crecimiento.

En ese sentido y ante la falta de decisión de otras naciones extranjeras para contribuir con el financiamiento de este tipo de inversiones en nuestro país, urge pues retomar nuestra relación con China; y una vía podría ser a través del BRI, lo cual impulsaría los proyectos de infraestructura de largo plazo – como el Tren Perú-Brasil-China – que tanta falta hacen en nuestro país, y no estar jugando a favorecer los proyectos bolivianos. Lampadia

 

¿Puede el Belt and Road convertirse en una trampa para China?

Yasheng Huang
Project Syndicate
22 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

A través de su Iniciativa Belt and Road (BRI por sus siglas en inglés), China está estableciendo vínculos con algunos de los países más autoritarios, económicamente opacos y económicamente atrasados. En lugar de exponerse a riesgos políticos, económicos y de impago masivos, los responsables políticos chinos deberían buscar reparar las relaciones con Occidente.

Los críticos a menudo afirman que China está utilizando su masiva “Iniciativa Belt and Road”(en adelante, BRI) como una forma de “diplomacia de trampa de deuda” para ejercer el control sobre los países que se unen a su esquema de inversión transnacional en infraestructura. Este riesgo, como señaló recientemente Deborah Brautigam de la Universidad John Hopkins, es a menudo exagerado por los medios de comunicación. De hecho, el BRI puede tener un tipo de riesgo diferente, para la propia China.

En la reciente cumbre del BRI en Beijing, el presidente chino Xi Jinping pareció reconocer la crítica de la “trampa de la deuda”. En su discurso, Xi dijo que “construir una infraestructura de alta calidad, sostenible, resistente a los riesgos, de precio razonable e inclusiva ayudará a los países a utilizar plenamente sus dotaciones de recursos”.

Esta es una señal alentadora, ya que muestra que China se ha vuelto más consciente de las implicaciones de la deuda del BRI. Un estudio realizado por el Centro para el Desarrollo Global concluyó que ocho de los 63 países que participan en el BRI están en riesgo de “problemas de deuda”.

Pero como John Maynard Keynes lo expresó de manera memorable: “Si le debes a tu banco cien libras, tienes un problema. Pero si usted le debe a su banco un millón de libras, él lo tiene”. En el contexto del BRI, China puede convertirse en el banquero a quien se le debe un millón de libras.

En particular, China puede ser víctima del “modelo de negociación obsolescente”, que establece que un inversor extranjero pierde poder de negociación a medida que invierte más en un país anfitrión. Los proyectos de infraestructura como los del BRI son un ejemplo clásico, porque son voluminosos, están atornillados al suelo y tienen un valor económico cero si se dejan incompletos.

Como era de esperar, algunos países socios del BRI ahora exigen renegociar los términos, y generalmente después de que los proyectos han comenzado. China puede verse obligada a ofrecer concesiones cada vez más favorables para mantener los proyectos en marcha. A mediados de abril, por ejemplo, Malasia anunció que un importante proyecto ferroviario BRI, suspendido por el gobierno después de las elecciones del año pasado, ahora se llevaría a cabo “después de la renegociación”. Es probable que otros países BRI también soliciten el perdón de la deuda y las cancelaciones, cuyos costos serán en última instancia a cargo de los ahorradores chinos.

El BRI puede tener costos ocultos adicionales para China en el futuro. Para empezar, es extraordinariamente difícil ganar dinero en proyectos de infraestructura. Existe la creencia generalizada de que la inversión en infraestructura potencia el crecimiento económico, pero la evidencia de esto es débil. De hecho, la propia China construyó gran parte de su infraestructura actual después de que su crecimiento hubiera despegado. En los años 80 y 90, por ejemplo, China creció mucho más rápido que India a pesar de tener una red ferroviaria más corta. Según el Banco Mundial, en 1996 China tenía 56,678 kilómetros (35,218 millas) de líneas ferroviarias, e India tenía 62,915 kilómetros. El crecimiento chino no fue impulsado por la infraestructura, sino por reformas e inversiones de capital humano. Si el crecimiento no se materializa en los países BRI, las empresas chinas pueden terminar soportando los costos.

Además, muchos de los países socios del BRI de China son riesgosos, incluido Pakistán, uno de los principales receptores de inversiones en el marco del plan. Además de sus altos riesgos políticos, económicos y de incumplimiento, el país también puntúa mal en los indicadores de educación. Según un informe, Pakistán ocupó el puesto 180 entre los 221 países en alfabetización. Esta es una bandera roja potencial para las inversiones chinas en Pakistán, porque la investigación sugiere que las inversiones en infraestructura física promueven el crecimiento solo en países con altos niveles de capital humano. La propia China se benefició de sus inversiones en infraestructura porque también había invertido mucho en educación.

Tampoco debe compararse el BRI con el Plan Marshall, el programa de ayuda de EEUU para ayudar a reconstruir Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial, como un ejemplo de cómo los proyectos de inversión a gran escala pueden impulsar el crecimiento. El Plan Marshall fue tan exitoso – y a una fracción del costo del BRI – porque ayudó a los países generalmente bien gobernados que habían sido interrumpidos temporalmente por la guerra. La ayuda actuó como un estímulo que desencadenó el crecimiento. Varios de los países BRI, por el contrario, están plagados de problemas económicos y de gobernabilidad y carecen de requisitos básicos para el crecimiento. Solo construir su infraestructura no será suficiente.

Finalmente, el BRI probablemente fortalecerá aún más el sector estatal de China, aumentando así una de las amenazas a largo plazo para su economía. Según un estudio realizado por el American Enterprise Institute, las empresas privadas representaron solo el 28% de las inversiones del BRI en el primer semestre de 2018 (últimos datos disponibles), un 12% menos que en el mismo período de 2017.

La escala masiva del BRI, junto con la falta de rentabilidad del sector estatal de China, significa que los proyectos bajo el esquema pueden necesitar un apoyo sustancial de los bancos chinos. Las inversiones del BRI inevitablemente competirían por los fondos, y por los cada vez más valiosos recursos de divisas, con el sector privado nacional de China, que ya enfrenta una alta carga fiscal y las tensiones de la guerra comercial con EEUU.

Además, las empresas occidentales, un componente importante del sector privado de China, se están retirando del país. Varias compañías estadounidenses, entre ellas Amazon, Oracle, Seagate y Uber, así como Samsung y SK Hynix de Corea del Sur, y Toshiba, Mitsubishi y Sony de Japón, han reducido sus operaciones en China o han decidido retirarse por completo. En parte como resultado, la inversión extranjera directa de EEUU en China en 2017 fue de US$ 2,600 millones, en comparación con US$ 5,400 millones en 2002.

Este es un desarrollo preocupante. A través del BRI, China está estableciendo vínculos con algunos de los países más autoritarios, opacos financieramente y económicamente atrasados. Al mismo tiempo, una guerra comercial, un sector estatal cada vez más fuerte y el proteccionismo están alejando a China de Occidente.

China ha crecido y desarrollado la capacidad para emprender proyectos BRI precisamente porque abrió su economía a la globalización, a la tecnología y los conocimientos occidentales. En comparación con sus compromisos con Occidente, el BRI puede conllevar riesgos e incertidumbres que podrían llegar a ser problemáticos para la economía china. A medida que la economía china se desacelera y sus perspectivas de exportación están cada vez más nubladas por factores geopolíticos, vale la pena repensar el ritmo, el alcance y la escala del BRI. Lampadia

Yasheng Huang es Profesor del Programa Internacional en Economía y Negocios Chinos y Profesor de Economía Internacional y Gestión en la MIT Sloan School of Management.