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La puerta de la verdad

Líneas abajo compartimos otro informe de Bjørn Lomborg, uno de los pocos (pero poderosos) analistas globales que nos demuestran con cifras, con hechos y con la verdad, los indicadores sobre el progreso de la humanidad en los planos económicos, sociales, ambientales e institucionales. Para una mejor ilustración sobre nuestra realidad, ver en Lampadia: 7 ensayos sobre la prosperidad

Las noticias malas nos ganan el ojo todos los días y por eso es que hay que hacer un cierto esfuerzo consciente para no dejar de ver los procesos de mejora de la humanidad en los planos indicados. Lampadia

Vivimos en un mundo mejor
16 de agosto, 2018
Bjørn Lomborg
Profesor Visitante del Copenhagen Business School, director del Copenhagen Consensus Center
Project Syndicate
Glosado por Lampadia

Es muy fácil formarse la opinión de que el mundo moderno se está desmoronando. Nos enfrentamos constantemente a un ataque de negatividad: titulares que amedrentan, resultados de investigaciones alarmantes y estadísticas miserables.

En verdad, existen muchas cosas en el planeta por las que deberíamos estar profundamente preocupados. Pero obsesionarnos con las historias de terror significa que nos perdemos el panorama más amplio.

Las Naciones Unidas se centran en tres categorías de desarrollo: social, económico y ambiental. En cada categoría, mirando en retrospectiva los últimos 25 años, tenemos muchos más motivos para celebrar que para alarmarnos. Por cierto, estos años han sido un período de progreso extraordinario.

A nivel social, el indicador más importante es cuántos años vive cada uno de nosotros. En 1990, la expectativa de vida promedio era de 65 años. En 2016, subió a 72.5 años. En apenas 26 años, ganamos 7.5 años de vida.

Un pesimista podría sugerir que esto significa que tenemos 7.5 años más para estar enfermos y sentirnos miserables, pero no es el caso. En 1990, pasábamos casi el 13% de nuestra vida enfermos, y ese porcentaje no ha aumentado. Y si bien se habla mucho sobre que la desigualdad está peor que nunca, en esta medición más vital, la desigualdad está disminuyendo: la brecha entre la expectativa de vida en los países pobres y ricos se ha achicado drásticamente.

En términos de desarrollo económico, uno de los indicadores más importantes es el porcentaje de personas que viven en la pobreza. Hoy mucha menos gente vive en una condición de necesidad deplorable. En 1990, el 37% de la gente vivía en condiciones de extrema pobreza; hoy es menos de una persona de cada diez. En apenas 28 años, más de 1.250 millones de personas han sido sacadas de la pobreza –un milagro que recibe demasiado poca atención.

Si miramos el medio ambiente, uno de los principales asesinos es la contaminación del aire en lugares cerrados causada por gente pobre que utiliza estiércol y madera para cocinar y mantenerse abrigados. En 1990, esto causó más del 8% de las muertes; ahora es el 4,7%. Eso equivale a que son más de 1.2 millones de personas menos que mueren por contaminación del aire en lugares cerrados cada año, a pesar de un incremento de la población.

Existe una tendencia similar en muchas otras estadísticas de desarrollo ambiental. Entre 1990 y 2015, el porcentaje del mundo que practicaba defecación al aire libre se redujo a la mitad, al 15%. En el mismo período, 2,600 millones de personas más tuvieron acceso a mejores fuentes de agua, alcanzando un porcentaje del 91%. Más de un tercio de toda la población del mundo ganó acceso a un agua de mejor calidad.

Las mejoras no terminan ahí: el mundo está más alfabetizado; el trabajo infantil ha venido cayendo; vivimos en uno de los momentos más pacíficos de la historia, y la mayoría de los gobiernos del mundo son regímenes democráticos.

Max Roser de la Universidad de Oxford ha creado un sitio web integral para explorar datos como estos. Curiosamente sugiere que podríamos pensar en estos cambios que se produjeron en 25 años en términos de lo que sucedió en las últimas 24 horas. Visto de esta manera:

  • Sólo en el último día, la expectativa de vida promedio aumentó 9.5 horas
  • 137,000 personas salieron de la pobreza extrema
  • 305.000 tuvieron acceso a agua potable más segura.

Los medios podrían haber contado cada una de estas historias todos los días desde 1990.

Pero las buenas noticias no son tan noticiosas como las malas noticias. Esto no es sólo culpa de los medios. Es más difícil contar una historia positiva. En muchos casos, la “noticia” no es que sucedió algo, sino que algo malo ya no está sucediendo. No capta nuestra imaginación de la misma manera. Un estudio interesante de 2014 determinó que inclusive cuando los participantes decían que querían leer historias positivas, su comportamiento revelaba una preferencia por el contenido negativo (una preferencia de la que ni siquiera eran conscientes).

Todos deberíamos proponernos prestar más atención a los hechos positivos. Cuando a la gente se le pregunta si las condiciones de vida en el mundo serán mejores en 15 años, el 35% cree que sí, y el 29% cree que empeorarán –esencialmente un cincuenta-cincuenta-. Pero entre la gente que entiende que muchas cosas en el planeta ya están mejor que antes, el 62% cree en el progreso. Ese porcentaje cae a apenas 17% entre quienes desconocen los hechos. La percepción de que todo está empeorando pinta un panorama distorsionado de lo que podemos hacer, y nos hace sentir más temerosos.

Consideremos el escenario bastante frecuente en el que los políticos y los medios despiertan el miedo a la delincuencia, inclusive cuando las estadísticas demuestran que las tasas de criminalidad a nivel nacional son bajas o están cayendo. Finalmente, se puede terminar dedicando la atención y los recursos escasos a solucionar un desafío equivocado, y ponemos más policía en la calle o reducimos las libertades civiles, en lugar de implementar más políticas que favorezcan el bienestar –pero que son menos noticiosas- como mejorar la pre-escolaridad o la atención médica.

Mientras que entender mal los hechos puede resultar fácilmente en políticas equivocadas basadas en el miedo, un reconocimiento más equilibrado basado en los hechos de lo que la humanidad ha logrado nos permite centrar nuestros esfuerzos en aquellas áreas en las que podemos obtener los mejores resultados (muchas veces donde ya nos está yendo bien). Esto garantizará que el futuro pueda ser aún más brillante. Lampadia




¿Cuáles son los países más ricos del mundo?

Recientemente el Global Finance Magazine publicó la lista de los países más ricos del mundo, basada en información del Fondo Monetario Internacional. La lista de los 30 países más ricos está compuesta mayormente por naciones pequeñas.

¿Cómo se calcula la riqueza de un país? Mediante el PBI o Producto Bruto Interno, que a su vez, se calcula en base al valor de todos los bienes y servicios producidos por un  país, expresado en dólares internacionales, en función de la paridad del poder adquisitivo (PPA) per cápita.

Como ilustración, la cifra comparable del Perú es de $ 13,019 (al 2016).

Entre los resultados más interesantes tenemos que los países pequeños ocupan los 12 primeros lugares del ranking.

Singapur, en el puesto 4, un modelo de desarrollo que hemos presentado varias veces en Lampadia, una ciudad-estado que destaca en cuanto a meritocracia, Estado de Derecho, gobernanza y economía globalizada. Ver en Lampadia: 10 razones que explican el éxito de Singapur, Singapur piensa y planea su futuro y El verdadero modelo de Singapur.

Otro país interesante a analizar es Noruega. Como el principal productor de petróleo y gas de Europa Occidental. Un país que en el Perú, los profesores de economía de la PUCP calificarían como primario exportador, tiene uno de los mejores niveles de vida del planeta, pues supo maximizar su producción primaria para convertirla en desarrollo integral. Ver en Lampadia: Exitoso modelo que aprovecha sus RRNN.

Una de las relaciones más interesantes que se pueden observar es la del binomio de globalización y riqueza, la cual muestra la relación directa que existe entre el grado de apertura de los países al mundo con su crecimiento económico.

Como se puede ver en el gráfico superior, de los 10 países, 8 aparecen dentro de los más ricos del mundo, según el Índice de Globalización 2017 (IG), que desde hace muchos años realiza el think tank suizo KOF Swiss Economic Institute. En el tope está Holanda, con un indicador de globalización de 92.8. Lo siguen Irlanda (92.1), Bélgica (91.7), Austria (90.1), Suiza (88.8), Dinamarca (88.4), Suecia (88), Reino Unido (87.3), Francia (87.2) y Hungría (86.6).

El estudio calcula cuán “globalizado” es un país a partir de una combinación de datos estadísticos: económicos (grado de apertura comercial y de inversiones extranjeras), social (turismo internacional y proporción de inmigrantes) y político (participación en organismos internacionales y tratados con otros países).

Y es que el libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

En palabras de Bjorn Lomborg (Director del Concenso de Copenhague), “Los beneficios del libre comercio, siendo muy importantes, no son tan obvios. Los consumidores obtienen una variedad mayor de bienes a menor precio: se estima que el estadounidense de clase media típico deriva del comercio internacional un 29% de su poder adquisitivo; es decir, puede comprar un 29% más con cada dólar que si no hubiera comercio internacional. El efecto es aún mayor (62%) para el decil más pobre de los consumidores estadounidenses. (…) La oposición al libre comercio ignora la interconexión del mundo en que vivimos. Según un informe de la ONU publicado en 2013, un 80% del comercio internacional se produce a lo largo de las cadenas de suministro de las empresas transnacionales.”

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá  algunos despistados políticos y economistas están en contra  con la apertura comercial. Ver en Lampadia: Porqué el populismo le está ganando a los liberales.

En América Latina y el Caribe, el más globalizado es Chile, que ocupa el puesto 40° a nivel mundial. Lo siguen Uruguay (55º), República Dominicana (59º), Perú (60º) y Panamá (62º).

Los resultados son claros: a medida que los países suben en el nivel de globalización, también crece su riqueza. Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización para proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza de los países emergentes como el Perú. Lampadia




Mayor globalización generará mayor bienestar

La semana pasada terminó Davos 2017, y la sensación principal a lo largo de la reunión fue que estamos viviendo un cambio geopolítico muy importante, pasando de un mundo unipolar a uno multipolar. “Nos estamos moviendo hacia un mundo en el que tenemos muchas grandes potencias”, afirmó el economista Nouriel Roubini. “Estas grandes potencias o bien trabajan juntas, o habrá fricciones y conflictos cada vez mayores sobre comercio y divisas, sobre economía y finanzas”.

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Fuente:  The Telegraph

La pregunta principal que apareció durante la conferencia fue ¿Qué sucederá ahora? El aumento de la tendencia populista parece poner en duda los beneficios de la globalización y se nutre de los miedos de las personas para el ascenso al poder de los contestatarios populistas.

Donald Trump fomentó una ola de populismo que lo llevó a la Casa Blanca. Lo mismo sucedió en el Reino Unido, donde los populistas lograron el voto por el Brexit. Las próximas elecciones en Francia y Alemania están yendo en la misma dirección. Al parecer, los votantes están hartos de las elites tradicionales y de la política dominante y prefieren ir con movimientos que creen que escucharán sus preocupaciones. “Hay una tendencia populista que no hemos visto en décadas”, dijo Eric I. Cantor, Vicepresidente y Director Gerente de Moelis & Company, USA en la charla “¿Política del miedo o rebelión de los olvidados?” (Politics of Fear or Rebellion of the Forgotten?). “Hay una sensación de que el establishment, la clase gobernante, se equivocó.”

Muchos analizaron el tema del populismo, pero quizás la opinión más resaltante vino del presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, quien advirtió que las soluciones populistas por sí solas son insuficientes para hacer frente al reciente recrudecimiento del populismo global y la búsqueda de respuestas más individualistas a los problemas del mundo. “Sin desarrollo económico, el progreso social no es posible y sin progreso social, el desarrollo económico no es sostenible”, afirmó Schwab.

“Cada economía de mercado producirá ganadores y perdedores, pero el sistema sólo será sostenible si hay suficiente solidaridad entre los ganadores y los perdedores”, advirtió el cofundador del WEF al enfatizar la necesidad de hacer que el capitalismo de mercado sea más inclusivo. “Los problemas que enfrentamos tecnológica, económica, social y políticamente son tan grandes, que las soluciones sostenibles requieren un enfoque sistémico y holístico … Y en particular la colaboración de todos los actores globales, unidos en una misión: mejorar el estado del mundo”, concluyó.

El mayor proteccionismo y el discurso populista son justamente los causantes de parte del freno al crecimiento mundial, como afirmó el Centro para la Investigación de Política Económica, el cual estima que sólo durante los primeros ocho meses de 2016, los gobiernos del G-20 implementaron casi 350 medidas que afectaban los intereses extranjeros. “Los saltos en el proteccionismo del G-20 en 2015 y 2016 coinciden ominosamente con el freno en el crecimiento de los volúmenes de crecimiento del comercio global”, afirmó el centro europeo (al que los europeos no hacen caso). Ver en Lampadia: Es importante defender el libre comercio (y …).

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

En palabras de Bjorn Lomborg, “Los beneficios del libre comercio, aunque mucho mayores, no son tan obvios. Los consumidores obtienen una variedad mayor de bienes a menor precio: se estima que el estadounidense de clase media típico deriva del comercio internacional un 29% de su poder adquisitivo; es decir, puede comprar un 29% más con cada dólar que si no hubiera comercio internacional. El efecto es aún mayor (62%) para el decil más pobre de los consumidores estadounidenses. (…) La oposición al libre comercio ignora la interconexión del mundo en que vivimos. Según un informe de la ONU publicado en 2013, un 80% del comercio internacional se produce a lo largo de las cadenas de suministro de las empresas transnacionales.” Ver en Lampadia: La globalización es la mayor fuente de bienestar.

Ahora, mientras EEUU y partes de Europa contemplan el proteccionismo, y la globalización y el libre comercio se ven amenazados, ¿puede China sobresalir como un líder en el nuevo orden mundial? China ya es la segunda mayor economía del mundo, contribuyó con el 39% al crecimiento mundial en 2016, según el FMI, y su influencia en la economía mundial está creciendo. La participación del presidente Xi Jinping en la Reunión Anual de Davos 2017 fue la primera vez que un presidente chino ha asistido al evento del WEF y ha sido visto como una señal de su creciente compromiso con los asuntos mundiales (Ver en Lampadia: Davos 2017 en defensa de la globalización y libre mercado). Además, debemos recalcar el que hecho que China está promoviendo la globalización y la capitalización del mercado libre en un momento en el que el nuevo presidente de EEUU ( país líder histórico del capitalismo) se muestra en contra de la competencia, la globalización y el libre comercio.

Los líderes en Davos parecen estar de acuerdo en que la globalización es la mejor manera de generar riqueza y bienestar para la mayoría de los ciudadanos del mundo. Sin embargo, los políticos y líderes actuales parecen no querer escuchar estos argumentos. ¿Qué sucederá?  En palabras del profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, “Lo único claro es que nada está claro”. Lampadia

 




La globalización es la mayor fuente de bienestar

El Fondo Monetario Internacional advirtió recientemente sobre cómo las dificultades económicas globales están impulsando una ola populista que está en contra de la globalización  y del comercio internacional. El discurso anti libre comercio y anti globalización viene expandiéndose en el mundo, sobre todo en los países ricos, sumado a la inestabilidad e incertidumbre política, generada por el aumento de la desigualdad en las economías avanzadas, la migración y por el impacto del Brexit. Estos ‘scapegoats’ (chivos expiatorios) de los países ricos  pueden tener consecuencias irremediables para la economía mundial, los mercados financieros y sobre todo para los países emergentes, como el Perú, pues sus políticos populistas tienen socios ideológicos locales, nuestras ominosas izquierdas de las ideas muertas. (Ver: El sándwich que amenaza a los países emergentes).​

Fuente: pinterest.com

En una reciente publicación del Financial Times, “El vice Primer Ministro de Singapur advierte sobre el retiro de Estados Unidos en Asia”, Tharman Shanmugaratnam, el segundo hombre en el gobierno, se refirió al aumento del populismo como consecuencia del surgimiento de políticos que están promoviendo un discurso contra el libre comercio y lo que calificó como anti-globalización. “Hay una tendencia de un populismo profundamente anti-globalización que ha llevado a algunos políticos a usar esa retórica para ganar apoyo y eso está provocando incertidumbre”, dijo.

Pero esto ya no es novedad. Tanto EEUU como en Europa han aumentado las voces políticas y sociales contrarias al futuro tratado de comercio trasatlántico (TTIP, en sus siglas en inglés), cuya negociación ha entrado en vía muerta. Y el Acuerdo Pacífico que firmó Barack Obama (el TPP) está en tela de juicio en la campaña presidencial estadounidense: Trump lo ha amenazado y la demócrata Hillary Clinton también cree que debe cambiarse.

Como afirma Paola Subacchi, en su columna “El Libre Comercio Encadenado” publicada en Project Syndicate, “Las encuestas de opinión en ambos lados del Atlántico identifican el comercio como una de las principales fuentes de descontento en las democracias desarrolladas del mundo. Una encuesta realizada por YouGov se afirma que aproximadamente el 71% de los estadounidenses y el 58% de los alemanes creen que sus países deberían adoptar políticas comerciales más restrictivas para proteger sus economías de la competencia extranjera.”

Según Bjørn Lomborg en su artículo de opinión de Project Syndicate, El milagro del libre comercio, afirmó que: “en 2015 las medidas proteccionistas crecieron un 50% respecto del año anterior, llegando a superar por tres a uno a las liberalizadoras. Los miembros del G20 (las principales economías avanzadas y emergentes del mundo, que representan más de cuatro quintas partes del PIB global y tres cuartos del comercio internacional) fueron responsables del 81% de las medidas punitivas.”

Ahora, el FMI muestra su preocupación en su informe de previsiones, donde se calcula un crecimiento del 1.6% para este año en Estados Unidos, seis décimas por debajo de lo que esperaba en julio, y un 2.2% para 2017, tres décimas menos. Por su lado, el PBI mundial avanzará un 3.1% este año, una décima menos que en 2015 (que ya fue un año de débil crecimiento). Ver las previsiones del FMI:

El FMI teme una ola de populismo por la debilidad económica global

El mayor proteccionismo es justamente el causante de parte del freno al crecimiento mundial, como afirmó el Centro para la Investigación de Política Económica, el cual estima que sólo durante los primeros ocho meses de 2016, los gobiernos del G-20 implementaron casi 350 medidas que afectaban los intereses extranjeros. “Los saltos en el proteccionismo del G-20 en 2015 y 2016 coinciden ominosamente con el freno en el crecimiento de los volúmenes de crecimiento del comercio global”, afirmó el centro europeo (al que los europeos no hacen caso). Ver en Lampadia: Es importante defender el libre comercio (y …).

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

En palabras de Bjorn Lomborg, “Los beneficios del libre comercio, aunque mucho mayores, no son tan obvios. Los consumidores obtienen una variedad mayor de bienes a menor precio: se estima que el estadounidense de clase media típico deriva del comercio internacional un 29% de su poder adquisitivo; es decir, puede comprar un 29% más con cada dólar que si no hubiera comercio internacional. El efecto es aún mayor (62%) para el decil más pobre de los consumidores estadounidenses. (…) La oposición al libre comercio ignora la interconexión del mundo en que vivimos. Según un informe de la ONU publicado en 2013, un 80% del comercio internacional se produce a lo largo de las cadenas de suministro de las empresas transnacionales.”

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá  algunos despistados economistas están en contra  con la apertura comercial. Hay algunos ciertos economistas que lo consideran “aberrante”, como, por ejemplo los economistas más representativos de la PUCP (Jimenez, Fairly, Francke e Iguiñez). Durante el debate del TLC con EEUU, gran parte del establishment peruano estaba en contra del acuerdo, sin embargo, el 75% de la población lo aprobó.

El tema de la apertura de la economía es un tema pendiente en el debate político. Recordemos que hace muy pocos años, en sus respectivas campañas, García y Humala amenazaron con revisarlo. Afortunadamente, una vez sobre el caballo, no se atrevieron a cambiar de política. Actualmente, está pendiente la aprobación del tratado Transpacífico y sus opositores en el Perú, ya nos han amenazado con todos los males posibles.

En Lampadia hemos explicado que el gran soporte del crecimiento de nuestra economía son el comercio internacional y la globalización, sin ellos no es posible traer la riqueza que nos permita superar la pobreza. Ver: The wind beneath my wings. Así mismo, hemos propuesto que en el próximo APEC, a celebrarse en Lima, el Perú levante con mucha fuerza las banderas del libre comercio y la globalización.

Debemos destacar la importancia del comercio internacional para nuestro desarrollo económico y para beneficio e inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado. Lampadia




La verdad sobre las emisiones de los autos eléctricos

Algo más de 100 años después de la revolución del automóvil, liderada por Henry Ford, quien transformó el transporte, hoy se desenvuelve una nueva revolución en el sector: la de los automóviles eléctricos y la de los vehículos sin conductor. En esta ocasión veremos el primer caso.

Así como la revolución de Ford se expresa con la célebre cita “si le hubiera preguntado a la gente qué necesitaban, me hubieran pedido caballos más rápidos”, la nueva revolución se ha disparado de la mano de los innovadores, las empresas de tecnología como Tesla, que han tenido un desarrollo sorprendente. Hoy, muchas las empresas automovilísticas ya se han embarcado en una carrera por desarrollar vehículos eléctricos que prometen ser ‘cero emisiones’

Pero es importante recalcar que el sector automovilístico todavía atraviesa el catastrófico escándalo de Volkswagen, en el que los vehículos fueron diseñados para engañar a las pruebas de emisiones, arrojando niveles de emisiones peligrosamente altas, las cuales contribuyen a una mayor contaminación, humo y problemas respiratorios. (Ver en Lampadia: Las sucias mentiras de VW exigen un escarmiento ejemplar). Increíblemente, lo mismo sucedión con Mitsubishi en Japón. Ahora, tras un artículo de Bjorn Lomborg, el presidente del Consenso de Copenhague, vuelve la incertidumbre sobre qué tan ‘limpios’ o ‘verdes’ son realmente los autos eléctricos.

Tesla, una pequeña empresa con una enorme influencia. Su desarrollo más espectacular es el de las baterías domiciliarias y para los vehículos eléctricos. Ver en Lampadia: La  ansiada energía renovable del futuro está en la puerta. En la industria automovilística, Tesla fue pionera en entrar en un mercado que los principales fabricantes habían ignorado: el de personas conscientes y preocupadas por el medio. El auto Tesla más conocido es el de Tesla Modelo S, un sedán con motor eléctrico, con una pantalla de computadora portátil y una aceleración tan feroz que se le ha llamado “Insane Mode” (Modo de locura).

Tesla afirma que sus autos son mucho más limpios que los de sus competidores, principalmente porque funcionan con baterías y son muy eficientes en la conversión de la energía almacenada. Un Tesla Modelo S puede viajar más de 425 kilómetros con una sola carga de batería de 85 kilovatios por hora, lo que equivale a menos de 3 galones de gasolina. Su equivalente (según EPA, United States Environmental Protection Agency) es de 142 kilómetros por galón, mucho mayor que el alcance del Toyota Prius.

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Los autos eléctricos Tesla pueden ser el comienzo de una revolución en la industria de los automóviles. Su éxito puede llegar a ser el punto de inflexión en el mercado, cambiando los criterios para la adquisición de automóviles. Ver en Lampadia: Tesla también innova en el mundo del automóvil.

Sin embargo, Bjorn Lomborg, presidente del Consenso de Copenhague y autor de The Skeptical Environmentalist y Cool it, publicó un artículo el 6 de abril en The Telegraph de Reino Unido (que fue reproducido en todo el mundo) afirmando que los autos eléctricos contaminan más que los de gasolina, puesto que la matriz energética sigue basándose en el uso del carbón, lo que indirectamente, es una emisión marginal por el consumo de electricidad de los autos eléctricos. En Lampadia nos queda claro que hasta que la electricidad no se genere con fuentes renovables y limpias, algo que ya está en proceso, ver: El futuro de la energía según Bloomberg.

Sus argumentos son contundentes. Con una vida útil de más de 150,000 kilómetros, un Tesla Modelo S va a emitir unas 13 toneladas de CO2 por generación de electricidad. La producción de baterías agregará otras 14 toneladas, con más de 7 más generadas por su producción. Esto totaliza unas 34 toneladas comparadas con lo que él llama un Audi A7 sport a gasoil, que emite 35 toneladas.

Líneas abajo compartimos un didáctico video de Bjorn Lomborg en el que explica todos sus argumentos de una manera fácil de entender, que hemos transcrito y traducido.

Ya han salido varios analistas a contradecir a Lomborg. Según Luke Tonachel, director del proyecto de vehículos y energías limpias del NRDC (Natural Resources Defense Council) de EEUU, afirma que “Lomborg saca a relucir la idea falsa de que las plantas de carbón son una fuente primaria de producción de energía para los vehículos eléctricos. En realidad, en los Estados Unidos, la principal fuente de energía del vehículo eléctrico no es el carbón. Como hemos comentado anteriormente, la nueva demanda de electricidad de los vehículos eléctricos se está cumpliendo en su mayor parte con las centrales eléctricas de gas natural y generación de energía renovable, como la solar y eólica.” En verdad, Lomborg equipara la producción marginal de autos eléctricos con la producción marginal de energía sucia (carbón), pues si no se demandara más energía por los nuevos autos, lo que se cortaría sería la más sucia.

¿Cuál es la verdad de los vehículos eléctricos? En nuestra opinión, debemos contradecir a Lomborg, pues si bien es cierto que su análisis basado en relaciones marginales es correcto (hoy marginalmente un auto eléctrico produce más contaminación), el uso del carbón disminuirá sustancialmente en los próximos años y, sería absurdo esperar al cambio de la matriz eléctrica para desarrollar los autos eléctricos. Con un costo marginal ‘cero’ de electricidad producida con energía solar, es indudable que esta va a tomar mucho espacio adicional en el consumo final. Por lo tanto, en el mediano plazo, los automóviles eléctricos serán efectivamente mucho más limpios.   

Lampadia

Líneas abajo compartimos el video de Bjorn Lomborg y su último artículo:

¿Realmente ayudan los autos eléctricos al medio ambiente? El presidente Obama cree que sí. Lo mismo piensa Leonardo DiCaprio y muchos otros. El argumento es el siguiente:

Los autos normales funcionan con gasolina, un combustible fósil que bombea CO2 directamente del tubo de escape a la atmósfera. Los autos eléctricos funcionan con electricidad. No quemen gasolina. Ni gas, ni CO2. De hecho, a menudo los autos eléctricos son promocionados como “cero emisiones”. Pero, ¿lo son realmente? Miremos más de cerca. 

En primer lugar, se necesita energía para producir un auto. Más de un tercio de las emisiones de dióxido de carbono producidas en la vida útil de un auto eléctrico proviene de la energía utilizada para crear el auto en sí, especialmente la batería. La minería de litio, por ejemplo, no es una actividad verde. Cuando un auto eléctrico sale de la línea de producción, ya ha sido responsable de más de 25,000 libras de emisiones de dióxido de carbono. La cantidad utilizada para la fabricación de un auto convencional: sólo 16,000 libras.

Pero ahí no acaba la historia de las emisiones de CO2. Porque, si bien es cierto que los autos eléctricos no funcionan con gasolina, sí funcionan con electricidad que, en los EEUU, se produce mayormente gracias a otro combustible fósil: el carbón. Como le gusta señalar al capitalista de riesgo ‘verde’, Vinod Khosla, ” los autos eléctricos son autos cuya verdadera fuente de energía es el carbón”. El auto eléctrico más popular, el Nissan Leaf, emitirá 31 toneladas métricas de CO2 durante toda su vida útil de 90,000 millas (basado en las emisiones de sus producciones, su consumo promedio de energía eléctrica y su eventual desarme). Un auto comparable, el Mercedes A160 CDI, durante toda una vida útil similar emitirá sólo 3 toneladas más en total, considerando su producción, consumo de diésel y eventual desarme.

Los resultados son similares para un auto de última generación de Tesla, el rey de los autos eléctricos. Emite alrededor de 44 toneladas, que es tan sólo 5 toneladas menos que un Audi A7 Quattro. Por lo que, a lo largo de la vida útil de un auto eléctrico, emitirá sólo tres a cinco toneladas menos de CO2. En Europa, gracias al Sistema Europeo de Comercio, reducir una tonelada de CO2 actualmente cuesta US$ 7. Por lo tanto, el beneficio total de un auto eléctrico para el medio ambiente es de aproximadamente US$ 35. Sin embargo, el gobierno federal de Estados Unidos proporciona un subsidio de hasta $ 7,500 a los compradores de vehículos eléctricos. Pagar US$ 7,500 por algo que se podría conseguir por US$ 35 es una oferta muy pobre. Y eso no incluye los miles de millones más en subvenciones federales y estatales, créditos y deducciones fiscales que van directamente a los fabricantes de baterías y autos eléctricos.

La otra ventaja principal de los autos eléctricos es que supuestamente contaminan menos. Pero recordemos la observación de Vinod Khosla: ” los autos eléctricos son autos cuya verdadera fuente de energía es el carbón”. Sí, puede que sean alimentados con carbón, dirán los defensores, pero a diferencia de un auto normal, las emisiones de las plantas de carbón están muy lejos del centro de la ciudad, donde vive la mayoría de gente y donde los daños causados ​​por la contaminación del aire son mayores.

Sin embargo, una nueva investigación en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias encontró que mientras que los autos de gasolina contaminan más cerca de casa, la energía de carbón en realidad contamina más, mucho más. ¿Cuánto más? Bueno, los investigadores estiman que, si hay un aumento de 10% en la cantidad de autos que usan gasolina en 2020 en EEUU, 870 personas más morirán cada año por motivos de la contaminación adicional del aire. Si EEUU aumenta su total de vehículos eléctricos en 10%, 1,617 personas más morirán cada año por motivos de la contaminación adicional. El doble.

Pero, por supuesto, la electricidad procedente de fuentes de energía renovables como la energía solar y eólica generan energía sin emisiones de CO2para los autos eléctricos. ¿Entonces el proyectado aumento de estas fuentes de energía renovables hará que los futuros autos eléctricos sean mucho más limpios? Por desgracia, esto es todavía un pensamiento muy optimista. Hoy en día, EEUU obtiene el 14% de su energía eléctrica de fuentes renovables.

En 25 años, la Administración de Información de Energía de Obama estima que cifra habrá subido sólo 3 puntos porcentuales, llegando a 17%. Mientras tanto, los combustibles fósiles que generan el 65% de la electricidad de EEUU actualmente todavía generarán aproximadamente el 64% en 2040. A pesar de que los propietarios de autos eléctricos sientan una sensación virtuosa al usarlos, la realidad es que los autos eléctricos casi no reducen las emisiones de CO2, les cuesta una fortuna a los contribuyentes y, sorprendentemente, genera más contaminación que los autos tradicionales de gasolina.

Soy Bjorn Lomborg, presidente del Consenso de Copenhague.

 

Video producido por Prager University con Bjorn Lomborg

Presidente del Consenso de Copenhague

8 de febrero de 2016

Transcrito y traducido por Lampadia

 




La economía del optimismo

La economía del optimismo

The Economist

(Gestión, 27 de enero del 2015)

Se intensifica el debate en torno a los objetivos que el mundo debe fijarse para el 2030.

NUEVA YORK

Edición impresa

“En los próximos quince años, las vidas de las personas en países pobres mejorarán más rápidamente que en cualquier otra época de la historia. Y mejorarán más que las del resto”. Así lo predicen Bill y Melinda Gates en su carta anual, publicada el 22 de enero, quienes esperan que la tasa de mortalidad infantil se reduzca a la mitad para el 2030: desde un niño entre 20 que fallece antes de cumplir los cinco años hasta uno entre 40.

También proyectan la erradicación de la polio y quizá de otras tres enfermedades mortales. Los avances en la agricultura harán que África alcance la autosuficiencia alimentaria, la seguridad financiera mejorará a medida que los 2,000 millones de personas que no poseen una cuenta bancaria comiencen a ahorrar y a realizar sus pagos con sus teléfonos móviles.

Y la asequibilidad de los cursos online abrirá las oportunidades educacionales para los pobres, especialmente para las niñas.

Pero sorpresivamente, la carta no dice mucho sobre la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuya intención es hacer realidad tales predicciones: los “Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)” que serán acordados por los líderes mundiales en la Asamblea General de la ONU en setiembre próximo.

Los Gates son grandes fans de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales serán reemplazados por los ODS, y los describen en su carta como “una de las mejores ideas para el desarrollo que hemos visto”.

Varios de los ocho ODM han sido alcanzados —el plazo para su cumplimiento vence este año—, incluida la reducción a la mitad del porcentaje de personas en situación de pobreza extrema. Además, se han dado enormes pasos hacia la mayoría de los otros tales como la reducción a la mitad del porcentaje de gente que pasa hambre. Una de las fortalezas de los ODM es que eran pocos (los ocho objetivos comprenden solamente 18 metas) y fueron lo suficientemente claros para convertirse en bases para la acción.

Esto contrasta con los ODS, de los que se han propuesto 17 que contienen 169 metas asociadas y cubren de todo, desde la calidad del agua potable a la inequidad en la distribución del ingreso. Quizá por ello los Gates dicen en su carta, con poco convencimiento, que esperan que los ODS continúen el buen trabajo de los ODM.

El 17 de enero, Action/2015, una coalición de más de 1,000 ONG y celebridades, iniciaron una campaña para los ODS que sean inspiradores, financiados adecuadamente y monitoreados con data confiable —principios sólidos, pero que no ayudarán mucho en reducir el número de objetivos y metas—. Los idealistas, incluido Ban Ki-Moon, el secretario general de la ONU, quieren mantener las propuestas actuales.

Otros, no obstante, desean enfocarse en lo que es más práctico, enfoque que podría ganar adeptos en julio, cuando los ministros de Finanzas se reúnan en Addis Abeba (Etiopía) para discutir cómo financiar los ODS.

El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, ha señalado que hay muchos ODS propuestos “para comunicar con efectividad” y cree que deberían ser entre diez y doce.

Uno de quienes abogan por un mayor enfoque en pocos objetivos es el economista danés Bjorn Lomborg, quien ha lanzado el Consenso Post-2015, un esfuerzo para diseñar una lista de objetivos y metas cuyos beneficios, si se logran, sean muy superiores a sus costos.

Esta es una versión actualizada del Consenso de Copenhague que ha manejado la última década, reuniendo a economistas líderes para calcular las formas más baratas de mejorar la situación del mundo.

Lomborg ha encargado a cerca de 60 equipos de economistas, más representantes de la ONU, ONG y empresas, la revisión de las metas propuestas a fin de definir cuáles podrían generar los resultados más eficientes (el investigador considera que menos de una décima parte tiene una rentabilidad social “fenomenal”).

Las evaluaciones finales están previstas para febrero y a partir de ellas, un panel de tres economistas ganadores del Premio Nobel redactará un resumen general del trabajo y hará recomendaciones en torno a cómo gastar con eficiencia los US$ 2.5 millones de millones en asistencia internacional para el desarrollo que Lomborg estima estarán disponibles hasta el 2030.

Algunos de los resultados son sorprendentes. Por ejemplo, un reciente artículo de Bjorn Larsen analizó formas para reducir las muertes por contaminación del aire, que actualmente mata a cerca de 7 millones de personas por año. El estudio halló que si se cambian los métodos tradicionales de cocina para 1,400 millones de personas, por cocinas con sistemas de ventilación exterior, se podrían salvar medio millón de vidas anualmente y generar un beneficio económico para el mundo de US$ 10 por cada dólar gastado.

El uso de cocinas de alta tecnología libres de humo produciría una reducción aún superior en el número de muertes. Pero el costo sería mucho más elevado, de modo que el beneficio sería de solamente US$ 2 por cada dólar gastado.

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez

© The Economist Newspaper Ltd,

London, 2014