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Sobre el combate de la minería ilegal

Sobre el combate de la minería ilegal

El tema del combate a la minería ilegal ha estado en los medios durante los últimos meses. Ha habido contribuciones conceptuales como las de Augusto Baertl en Caretas, de Roberto Abusada en El Comercio y de Pablo Bustamante en Lampadia. Luego, durante el Simposium del Oroy las de la Plata, celebrado hace un par de semanas en Lima, se desarrolló una mesa de análisis en la que el General Daniel Urresti expuso, en representación del Estado, sus planes para el combate de esta delincuencial actividad.

La mesa del Simposium fue dirigida por Cecilia Valenzuela de Willax y contó con la presencia del propio General y con los comentarios de Thomas Hentschel, director de Better Gold Initiative de Suiza y de Pablo Bustamante, director de Lampadia.

El General Urresti explicó el proceso de combate que está desarrollando contra dicha actividad, basado fundamentalmente en la destrucción física (voladuras) de las instalaciones ilegales usadas por los mineros contaminan el ambiente, abusando del empleo juvenil y albergando todo tipo de delitos conexos.

El General se mostró dispuesto a mantener sus operaciones seudo militares y a reiterarlas cuantas veces sea necesario: “si tengo que regresar 30 veces, lo haré” y “que me esperen en Piura, también iré por allá”, señaló.Ante estas declaraciones, Bustamante la calificó como la campaña del “General Patton”, la cual tendría que multiplicarse y perennizarse para tener éxito, asumiendo que esta fuera la mejor solución.

Antes del evento, Augusto Baertl había declarado: “¿Estamos en Guerra? Estamos bombardeando plantas de procesamiento, que los peruanos necesitamos, estamos combatiendo a sangre y fuego”.

Por su lado, Roberto Abusada había escrito “(…) que había que formalizar  a los mineros (…) prohibir el uso de mercurio y cianuro fuera de plantas
formales, ambientalmente apropiadas y controladas”.

Bustamante, que ya había escrito sobre esto en Lampadia, hizo hincapié en que la minería ilegal: “Es un fenómeno económico y social que va mucho más allá de un aspecto de formalización, que no era una ola, sino una marea imparable que debía ser enfrentada de otra forma”. Recordó el inicio de la imparable “Fiebre del Oro de California” y el eventual nacimiento de la ciudad de San Francisco, según el relato de Stefan Zweig, en su maravilloso libro, “Momentos estelares de la humanidad”.(Ver: La minería ilegal es una marea).

Así como en California no se pudo parar las invasiones, en el caso de Madre de Dios, la cosa es parecida, difícil de combatir con un precio muy alto del oro y un país que hasta hace poco no tenía nada alternativo que ofrecer a esa población empobrecida.

Sin embargo, hoy, después de nuestros avances económicos y sociales de los últimos 20 años si tenemos mucho que ofrecer. Ver sustento en: La minería ilegal es una marea (páginas 4 a 7). Para empezar, el país tiene los recursos como para instalar plantas propias, o dadas en concesión, que tengan estándares de operación limpios, que no usen cianuro ni mercurio, no contraten trabajo infantil y estén debidamente controladas por el Estado. En estas plantas se podría procesar el material de los mineros a costos adecuados. La formalización, entendida en su acepción tradicional, de permisos, RUCs, etc., sería sustituida por los registros de procesamiento de las plantas. 

Esto implica hacer un buen mapeo del fenómeno, diseñar una estrategia integral, conseguir el financiamiento necesario, divulgar oportunamente las nuevas reglas y ponerlas en práctica bajo responsabilidad del Estado. Idealmente, al mando de un plenipotenciario debidamente empoderado, alejado de la politiquería, con capacidad de decisión y firmeza de carácter.

Establecidas las plantas formales indicadas, no habría justificación social alguna para que los mineros ilegales, supuestamente empobrecidos y sin alternativas de ingresos, sigan operando por su cuenta. Ahí si bastaría con un General Patton que ponga en la cárcel a los que pretendan incumplir las nuevas reglas. Lampadia