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La admirable evolución de la India

A medida que la India consolida el crecimiento de su economía, aumentando su  importancia global y se constituye como un balance en los desarrollos geopolíticos del Asia.

En Lampadia hemos seguido a Narendra Modi desde su postulación a uno de los gobiernos más difíciles y complejos de la tierra. Los mensajes de Modi, nos hacían prever un giro sustancial hacia la economía de mercado, con especial énfasis en el sector privado. Bastaba ver su lema: “No red tape, only red carpet for investors” (nada de tramitología, solo alfombra roja para los inversionistas). Ver: La visión de país y reformas que el Perú necesita.

Hoy queremos difundir un reciente artículo de Arvind Subramanian, asesor económico en jefe del gobierno, quien después de publicar el Estudio Económico de la India del 2018, dio a conocer cómo ha cambiado la actitud y la percepción de la opinión pública sobre el sector privado, que ha transitado del “socialismo de compinches” al “capitalismo estigmatizado”.

En el artículo, explica cómo la India está llevando a cabo su transformación, con una serie de medidas audaces hacia la apertura económica y el libre mercado. Esta compleja democracia, que abarca diferentes razas, religiones y castas, gracias a su rápido crecimiento, pronto será el país más poblado del mundo, con un auspicioso modelo de desarrollo, en democracia. Un desarrollo que todos observan.

El Gobierno de Narendra Modi, en el poder desde mayo de 2014, ha marcado una decisiva diferencia en la trayectoria económica de India. Sin embargo, fue tras la crisis de divisas de 1991, que se produjo el cambio más decisivo en las políticas económicas y en el rendimiento de India. La versión india de la ‘reforma y apertura’ elevó el crecimiento medio del PBI per cápita a cerca del 5% anual entre 1992 y 2017, con picos de hasta 7.2%.

El análisis de la Encuesta Económica recientemente publicada en la India, indica que es importante avanzar en la reducción de los costos de hacer negocios, ‘creando un entorno regulatorio y fiscal claro, transparente y estable’, lo cual resalta Subramanian, instando a limpiar los balances no saludables (algo que ya está en marcha). Modi, en su discurso del mes pasado en la reunión del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en Davos,  reafirmó su determinación de implementar vitales reformas estructurales.

Su agenda es impresionante y amplia. La Encuesta Económica sostiene que la desaceleración de la economía india en 2016 y a principios de 2017 ya se ha revertido: actualmente está avanzando a toda velocidad. Sin embargo, basado en lo que ha sucedido hasta ahora, una apuesta razonable pudiera ser que el crecimiento se estabilice en algún punto entre el 7 y el 8% anual, siempre y cuando el entorno siga siendo favorable.

Considerando todo, India debería recuperar de China, este año, el título de ’gran economía de más rápido crecimiento en el mundo’.

Subramanian señala obstáculos como la actual reacción negativa en contra de la globalización en los países más ricos, la cual pudiera desacelerar el crecimiento de las exportaciones; la tendencia del crecimiento de la industria a alcanzar un pico cada vez más tempranamente en el proceso de desarrollo, o ‘desindustrialización prematura’, en cuanto a su impacto en la creación de empleo; el reto de actualizar las capacidades de sus recursos humanos; y el impacto negativo del cambio climático sobre la productividad agrícola.

Lo cierto es que en la India parece estar instalándose una nueva idea de cómo deben hacerse las cosas en el plano económico. Sus repercusiones se sentirán seguramente en todo el mundo, y esperamos que se aquilaten debidamente en el Perú. La aceleración de su ritmo de crecimiento puede ser enormemente favorable para nuestra economía, abriéndose un mercado prácticamente virgen para nuestras exportaciones. Miremos más de cerca de la India y a Modi, también llamado como el ‘modifier’ (modificador). Lampadia

El recorrido de la India del socialismo de compinches al capitalismo estigmatizado

8 de febrero, 2018 
ARVIND SUBRAMANIAN
Asesor Económico en Jefe del Gobierno de India
Project Syndicate
Glosado por Lampadia

Este comentario está basado en la reciente Encuesta económica de la India

NUEVA DEHLI – ¿La India está a punto de recuperar su magia? Mientras las exportaciones del país se aceleran gracias a la expansión económica global simultánea de hoy, los efectos negativos de la desmonetización de noviembre de 2016 de los billetes de alto valor y la implementación el pasado julio de un nuevo impuesto sobre los bienes y servicios (IBS) están esfumándose. En tanto se puedan contener las presiones macroeconómicas de los precios altos del petróleo, y se puedan manejar las fuertes correcciones de los precios de activos elevados, la India va camino a recuperar su condición de economía principal de más rápido crecimiento del mundo.

Pero los esfuerzos en curso por parte del gobierno serán esenciales para reanimar la inversión privada y sustentar un crecimiento a mediano plazo. Específicamente, los responsables de las políticas económicas deben abordar el problema de larga data de empresas excesivamente endeudadas y bancos públicos descapitalizados -el llamado “problema de los balances mellizos”.

Para tal fin, muchas empresas en problemas se han visto obligadas a limpiar sus balances según un nuevo código de quiebras que fue adoptado en diciembre de 2016, y es probable que más compañías hagan lo mismo este año. Mientras tanto, el gobierno también ha anunciado un gran paquete de recapitalización (aproximadamente 1,2% del PIB) para apuntalar a los bancos del sector público, para que puedan amortizar sus activos en riesgo.

Mientras estas reformas se afianzan, las empresas indias finalmente deberían poder reanudar el gasto, y los bancos una vez más podrán prestar a los sectores de infraestructura e industria actualmente endeudados. La implementación de las reformas económicas de la India ha llevado mucho tiempo. Pero si éstas siguen siendo exitosas, ofrecerán lecciones valiosas para los futuros líderes sobre el papel apropiado del sector privado no sólo en la India sino en todo el mundo.

En la India, el sector privado -y el capitalismo en general- evocan sentimientos de profunda ambivalencia. Esto tiene razón de ser, dado que el sector privado de la India todavía lleva sobre sus hombros el estigma de haber nacido bajo el sistema “License Raj” anterior a los años 1990 -una era recordada por su burocracia y corrupción-. Hasta hoy, se cree que algunos de los legendarios emprendedores de la India han construido un imperio simplemente dominando las minucias de los códigos arancelarios e impositivos de la India, y luego manipulándolos descaradamente a su favor.

Parte del estigma del sector privado se limpió gracias al auge de la tecnología de la información y las comunicaciones que comenzó en los años 1990. El sector de TIC se había desarrollado en virtud de su distancia del gobierno, más que de su proximidad. Las empresas de TIC indias adoptaron estándares de gobernancia ejemplares, empezaron a cotizar en las bolsas internacionales y prosperaron en el mercado global. Y, por extensión, mejoraron el prestigio del capital indio.

Pero después de esa era de capitalismo bueno el estigma regresó. Durante el boom de la infraestructura de mediados a fines de los años 2000, los recursos públicos fueron capturados bajo un “Rent Raj”, que puso a disposición las rentas terrestres (tierra y permisos ambientales), las rentas subterráneas (carbón) y hasta las rentas etéreas (espectro). Es más, las inversiones en infraestructura de este período estuvieron financiadas por un préstamo descuidado e imprudente de bancos del sector público, que muchas veces canalizaban recursos a prestatarios de alto riesgo con conexiones políticas.

En consecuencia, la población india concluyó que los accionistas mayoritarios (“promotores”) arriesgaban poco y que la “responsabilidad limitada” en verdad significaba que no existía ninguna responsabilidad. Y ahora que el cambio tecnológico rápido está amenazando el modelo comercial del sector de TIC -al ofrecer servicios de programación de bajo costo a clientes extranjeros- hasta la industria capitalista “más limpia” de la India enfrenta retos de gobernancia.

En términos más generales, se podría decir que la India ha pasado de un “socialismo de compinches” a un “capitalismo estigmatizado”. Y en el capitalismo estigmatizado, el espíritu prevaleciente ha perjudicado los esfuerzos de los responsables de las políticas por ocuparse del problema heredado de los balances mellizos que, a su vez, ha limitado el crecimiento.  

Por cierto, la simple idea de que las deudas de los accionistas principales serían perdonadas a expensas de los contribuyentes ha creado una parálisis política durante años. Después de todo, ¿por qué la gente común y corriente debería asumir la carga de los peces gordos que se van riendo de camino al banco?

En este contexto, es más fácil entender por qué se ha tardado tanto tiempo en adoptar las reformas económicas de la India, y por qué han sido tan difíciles de implementar. Al mismo tiempo que el gobierno ha tenido que resolver el problema de los balances mellizos, ha tenido que garantizar que los promotores no puedan volver a ganar acceso a sus activos, elevando los costos fiscales. 

La experiencia temprana de la India con el capitalismo tiene lecciones que otros países deberían atender en una era de crecientes gigantes tecnológicos. El modelo indio, por el cual los bancos públicos le prestaron a empresas privadas, demostró ser tan tóxico y difícil de reemplazar que la propiedad de bancos públicos ha perdido gran parte de su atractivo socialista tradicional. La ironía es que después de una experiencia larga y traumática con el capitalismo de compinches, lo mejor para la India ahora podría ser más capitalismo, empezando por el sector financiero. Lampadia




La visión de Arvind Subramanian

La visión de Arvind Subramanian

Arvind Subramanian, asesor económico principal del gobierno de India y, por lo tanto asesor de una de las naciones más importantes del mundo, tiene una perspectiva visionaria. Anteriormente, en Lampadia ya hemos publicado sus opiniones.

Subramanian afirmó “que los países, a cualquier nivel de ingresos, son hoy menos dependientes de la manufactura, tanto en términos de producción como de empleo. Y que el nivel de ingreso por persona, basado en la manufactura, llega a su pico cada vez a niveles más bajos”. Él llama a esto la “prematura no-industrialización.” Ver en L: Apuntes para la creación de empleo al 2034 (I) y la segunda parte (II).

Es por esto que creemos en su importante y valiosa visión. Ahora compartimos un artículo suyo publicado en Project Syndicate el pasado 18 de abril de este año, siguiendo su línea de pensamiento sobre el desarrollo y manejo económico de un país.

Arvind Subramanian en una conferencia en China sobre la dominancia asiática y la G20         Fuente: Poptech

 

El problema del estancamiento persistente

Escrito por Arvind Subramanian.

Publicado por Project Syndicate el 18 de abril, 2015.

 

En un intercambio reciente entre el ex Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke y el ex Secretario del Tesoro del mismo país Larry Summers sobre la posibilidad de un estancamiento persistente, un aspecto en el que convenían era el de la necesidad de una perspectiva mundial, pero desde dicha perspectiva la hipótesis de un estancamiento persistente en el período inmediatamente anterior a la crisis financiera mundial no cuadra con un dato fundamental: el crecimiento mundial ascendió, por término medio, a más del cuatro por ciento, la mayor tasa registrada.

El mismo problema rodea la hipótesis de Bernanke de que el crecimiento lento reflejaba una “saturación del ahorro mundial”. Desde una perspectiva keynesiana, un aumento del ahorro no puede explicar el incremento repentino de la actividad que el mundo presenció a comienzos del decenio de 2000.

Parece que los partidarios de la hipótesis del estancamiento persistente no han entendido en qué consiste el problema. Desde una perspectiva de verdad mundial y duradera, la dificultad estriba en explicar el auge anterior a la crisis. Más concretamente, radica en explicar la conjunción de tres importantes acontecimientos mundiales: un aumento repentino del crecimiento (no un estancamiento), un descenso de la inflación y una reducción de los tipos de interés reales (ajustados a la inflación). Cualquier explicación convincente de ellos debe dejar de insistir exclusivamente en un marco de demanda agregada y centrarse en el aumento de los mercados en ascenso, en particular China.

Esencialmente, el mundo presenció una gran sacudida positiva de la productividad procedente de los mercados en ascenso, que aceleró el crecimiento mundial, al tiempo que reforzaba el proceso desinflacionario que ya había puesto en marcha la llamada gran moderación en la inestabilidad del ciclo económico. Ese dato fundamental permite conciliar dos de los tres importantes acontecimientos mundiales: un mayor crecimiento y una inflación menor.

Entonces el problema estriba en cuadrar el aumento de la productividad mundial con la bajada de los tipos de interés reales. Bernanke puso de relieve correctamente que los tipos de interés reales a largo plazo van determinados por el crecimiento real. Así, pues, la sacudida positiva de la productividad debería haber aumentado el rendimiento del capital y, por tanto, el equilibrio real de los tipos de interés. Además, el hecho de que la sacudida de la productividad reflejara una reducción del coeficiente entre el capital y la mano de obra mundiales debida a la integración de los trabajadores chinos e indios en la economía mundial debería haber acentuado esa tendencia, pero no fue así: al contrario, los intereses reales mundiales bajaron. 

Para entender ese misterio resultan fundamentales dos rasgos distintivos de la sacudida de la productividad de los mercados en ascenso: su origen y consecuencias fueron el gran consumo de recursos y su carácter mercantilista. Esos dos rasgos aumentaron el ahorro mundial.

Para empezar, como los motores del crecimiento mundial fueron países relativamente pobres, pero grandes –la India y en particular China–, que estaban ávidos de recursos, los precios mundiales del petróleo se pusieron por las nubes, lo que redistribuyó los ingresos mundiales hacia países con mayor propensión a ahorrar: los exportadores de petróleo.

Más importantes aún fueron las políticas mercantilistas. China y otros países con mercados en ascenso aplicaron una estrategia económica que desafiaba los postulados habituales de la teoría del crecimiento y del desarrollo. El crecimiento mercantilista se basó –porque en parte así lo requería– en impulsar el capital hacia fuera, en lugar de atraerlo. Al limitar las entradas de capitales extranjeros y mantener bajos los tipos de interés internos, China pudo mantener una divisa relativamente débil, lo que sirvió para sostener el modelo de crecimiento impulsado por la exportación y, a su vez, contribuyó a unos enormes superávits por cuenta corriente (más del diez por ciento del PIB en determinado momento), que enviaron capital flotante al resto del mundo.

El reconocimiento de la importancia de esa estrategia revela una falacia común por la cual se atribuye la saturación del ahorro al deseo de los mercados en ascenso de asegurarse contra la agitación financiera comprando dólares de reserva. Eso puede haber sido cierto inmediatamente después de la crisis financiera asiática de finales del decenio de 1990, pero no tardó en prevalecer el imperativo del crecimiento. Dicho de otro modo, el motivo de la autoseguridad podría explicar el primer billón de dólares de China en títulos de reserva, pero nada tiene que ver con los tres billones posteriores.

El propio crecimiento contribuyó también a la saturación del ahorro. Al aumentar los ingresos, los ya prudentes asiáticos se volvieron aún más prudentes y las empresas rentables resultaron aún más rentables. Esa reacción endógena ante el rápido aumento de la productividad fue un factor decisivo que contribuyó a la saturación del ahorro. Hubo que revisar antiguas verdades sobre el desarrollo, en el sentido de que el ahorro es un motor del crecimiento, porque el crecimiento de los mercados en ascenso fue, hasta cierto punto, el motor del ahorro.

En eso estriba la explicación del problema de los tipos de interés. Al aumentar el ahorro (y, por tanto, la oferta mundial de fondos prestables), los tipos reales experimentaron una presión que los hizo bajar. Los tipos bajos, a su vez, brindaron la lubricación necesaria para financiar la burbuja de los activos en los Estados Unidos y en otros países. Según Summers, la magnitud del ahorro causó una debilitación del crecimiento; según la explicación substitutiva aquí ofrecida, fue primordialmente el crecimiento rápido –y sus rasgos distintivos– el motor de la magnitud del ahorro.

Actualmente, al desacelerarse el crecimiento mundial, una vez más parece posible el estancamiento persistente, pero éste es una dolencia de los países que se encuentran en la frontera económica. Para el resto del mundo en desarrollo, la verdadera preocupación no es una escasez de demanda, sino la necesidad de mantener unos niveles elevados de aumento de la productividad a fin de que puedan alcanzar a las economías avanzadas. Cuando los encargados de la formulación de políticas se reúnan en Washington esta semana para celebrar sus conversaciones rituales, no deberían perder de vista esa distinción fundamental.