1

La incompetencia e incapacidad en el Sector Educación

La incompetencia e incapacidad en el Sector Educación

Guillermo Molinari Palomino
Ex Viceministro de Gestión Pedagógica
Para Lampadia

A casi un mes de iniciada las labores escolares cada día se hace más evidente la incompetencia del sector educativo al no tener listos los programas de educación remota de “Aprendo en Casa” para radio y TV, y a pesar de haber anunciado el 25 de febrero en las diferentes redes sociales que se entregarían 7 millones de cuentas con dominio @aprendoencasa.pe entre estudiantes y docentes, así como el acceso a las plataformas Google Classroom y  Google Meet para complementar los aprendizajes a distancia que además venía acompañado con un programa de capacitación a docentes, se hace importante conocer el estado de ese convenio. Pero no solo eso, nadie da cuenta del anuncio del presidente que en la quincena de abril debían estar entregadas todas las tablets y componentes adquiridos en el 2020 demostrando después de un año la incapacidad para hacer efectiva la entrega.

Hoy se reciben la denuncia de diferentes lugares del país, un ejemplo lo tenemos en el Sutep La Libertad y provinciales indican que cerca de 400 maestros contratados son obligados asistir a las aulas desde el inicio del año académico, que se encuentran dando clase a aproximadamente a 2,500 niños en la provincia de Pataz y también se reportan clases en la provincia de Bolívar en aulas con 1,000 alumnos contraviniendo la R.V.M. 121-2021-MINEDU. Cabe precisar que en lo que va del año 2021 se reportan 65 profesores que perdieron la vida por la COVID-19, que sumados a los del año pasado suman 165 fallecidos.

El 2 de abril el Ministro de Educación Ricardo Cuenca indica que no es posible seguir sosteniendo la enseñanza remota, pero lo más delicado es que indica que la campaña de vacunación para los trabajadores del sector aún no tiene fecha programada, y que, ante un eventual retorno de los millones de estudiantes a la educación presencial, no existirá ningún requisito que exija a los docentes y directores haber sido inoculados con una vacuna contra la COVID-19.

Si esta es la situación en la educación pública, más delicada es la situación de la educación privada que no solo ha debido asumir la situación de la crisis económica de las familias que les confían la formación de sus hijos sino fundamentalmente hacer frente a una híper reglamentación y controlismo que no solo empuja a la informalidad y la reafirma, van a hacer imposible una escuela libre, innovadora y variada en su oferta. En pocas palabras, la realidad presente será aun peor.

Seguramente la burocracia del MINEDU afirmará que no les queda otra alternativa ya que tienen que cumplir y hacer cumplir las leyes vigentes, pero eso no es cierto. Está en su poder modificar y derogar la multitud de ataduras administrativas existentes y llevar la simplificación al Congreso cuando estas residan en leyes, pudieron además aprovechar con el D.U. N° 002-2020 y el DL N° 1476 para simplificar las cosas, en lugar de eso modificaron lo que les pareció necesario para controlar más a la escuela privada. Nadie puede entender porque si el Decreto Supremo N°005-2021-MINEDU si es tan bueno y las condiciones que exige el proyecto de reglamento son tan básicas, no se entiende por qué se otorga un plazo de tres años para adecuarse, con posibilidades incluso de extenderlo a cinco.

Lo que va a ocurrir es que muchos colegios tendrán muchas dificultades para acogerse a esta intrincada normatividad porque es inútil para mejorar el servicio que brindan a sus estudiantes y además extremadamente onerosa. Es imposible asumir todos los costos que implica. En la fecha en que las escuelas ya no se les permita funcionar, estas cerraran y veremos como el estado ineficiente no podrá atender la demanda con sus instituciones educativas , como lo que ya viene ocurriendo ahora, en que no tienen la capacidad de recibir a los estudiantes que solicitan su traslado de las escuelas privadas y en donde inclusive se reciben denuncias de que se está cobrando por los cupos y que los padres están solicitando extensión de los plazos para matricular a sus hijos en el presente año escolar.

Finalmente indicar que si estas mismas condiciones básicas de calidad se aplicaran a las escuelas públicas tendríamos que cerrar muchas de ellas, complicando aún más la situación de la educación en el país; compleja situación que le corresponderá al próximo gobierno afrontar. Lampadia




Los estudiantes deben estar aprendiendo

Los estudiantes deben estar aprendiendo

Jorge Ferradas
Subdirector de Trener y consultor en temas educativos
Para Lampadia

A pesar de que a los esfuerzos del MINEDU por armar el programa “Aprendo en Casa” como una plataforma multicanal, dotarla de contenido y ponerla rápidamente a disposición, se sumó la dedicación de muchísimos maestros y el trabajo de muchos estudiantes, la deserción escolar en la escuela pública se ha incrementado a lo largo del año. La calidad de los aprendizajes se ha deteriorado aún más y estamos ante una tragedia educativa que se suma a la de salud y a la económica.

Lo que fue una buena solución de emergencia se convirtió en permanente y, como era previsible, los canales unidireccionales (TV y radio) implicaban una dedicación que, en medio de angustias sanitarias y económicas, iba a ser muy difícil de mantener durante todo el año escolar. El canal bidireccional necesita organización, conectividad y dispositivos adecuados. Los planes de datos de un celular y el WhatsApp no lo son y una sola estrategia central no es una propuesta suficiente. Así, las primeras señales de “éxito” ya eran muy preocupantes. Si el 94% de la población escolar de los colegios públicos estaba conectada de alguna de las maneras, aproximadamente 360,000 estudiantes habían quedado fuera.

Frente a esta situación, también han existido propuestas educativas que han evitado la deserción y han logrado el desarrollo de los aprendizajes esperados. Si bien la solución perfecta no existe, numerosas instituciones educativas privadas están dando un servicio de calidad que, además de un horario estructurado de clases virtuales sincrónicas y de un permanente apoyo y capacitación de sus profesores, incluye diversas actividades dedicadas al aspecto más difícil de abordar: el de la cercanía con las alumnas y alumnos, es decir la atención a las necesidades denominadas “socioemocionales”. Obviamente nada reemplaza a la presencialidad, al contacto cercano y a la mirada, sin pantalla de por medio; pero dadas las circunstancias, es mucho lo que se puede hacer y lo que se ha hecho.

Ante el gravísimo problema de deserción de la escuela pública, originado por la imposibilidad de sus alumnas y alumnos de recibir esa educación a distancia, apareció la solución mágica: regresar a las clases presenciales en marzo del 2021. Es decir, pensar que el problema de salud se puede enfrentar con “protocolos estrictos”, música celestial para la burocracia y que, dicho sea de paso, ya se intentaron probar. Se crearon para abrir escuelas rurales y fracasaron por incumplibles: las condiciones para abrir garantizaron el cierre. Adicionalmente, es claro que poner a cientos de miles de escolares y profesores en el transporte público, después pretender que cumplan en aulas y patios normas estrictas de higiene y distanciamiento social y que, al regresar a sus casas, muchísimas viviendas multifamiliares donde conviven con padres, tíos y abuelos, cumplan nuevos protocolos de desinfección, es un despropósito. Como si esto fuera poco, ¿qué pasaría si una nueva ola obligara a volver a cerrar los locales escolares?

No se trata, pues, de encontrar la solución simple, fácil, económica y… equivocada. Más bien, es momento de pensar qué es lo que realmente ha faltado. No es la inexistencia de actividades de aprendizaje retadoras, ni de software educativo gratuito y disponible, ni la vocación de los profesores, ni el esfuerzo de las y los alumnos. Todo esto ha languidecido ante una única propuesta central y la soledad que implica la radio o la TV o la dificultad de interacción a través de la pequeña pantalla del celular. Resulta indispensable que cada institución educativa pública, o una red debidamente articulada, desarrolle su propuesta de educación virtual y que cada profesor y estudiante cuente con conectividad y dispositivo apropiado.

De hecho, el MINEDU comprendió la importancia de contar con dispositivos adecuados. Después de un primer fracaso, anuncia ahora que a partir de este mes serán repartidas “de manera progresiva”. Sin embargo, se ha refugiado en “Aprendo en Casa” y no ha generado la movilización de sus escuelas ni dice nada respecto a la universalización de la conectividad: ¿Cada escuela pública tiene un horario de clases sincrónicas? ¿Todo director sabe cómo están desarrollando sus clases sus profesores? ¿Cada profesor sabe cómo están sus estudiantes y qué están aprendiendo? ¿Existe un esfuerzo multisectorial para dotar de Internet de calidad a todas y todos? ¿Qué fue de la red dorsal de fibra óptica?

Si se quiere evitar la deserción escolar y volver a niveles de aprendizaje similares, no hay que abrir los locales, hay que poner en funcionamiento cada escuela pública. Para esto es indispensable que cada uno de sus profesores y alumnos tengan acceso a internet, a un dispositivo pertinente conectado a la red y, sobre todo, que el MINEDU deje de pretender resolver todo centralizadamente, dé autonomía a las escuelas públicas y empodere a cada director para que pueda garantizar el hecho educativo. Vale decir, que cada niña, niño o adolescente esté atendido y aprendiendo; y que cada profesor y profesora esté pensando y haciendo lo mejor para el bienestar de cada uno de sus estudiantes. ¿Quién está trabajando en la solución real del problema? Lampadia