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Estancamiento en América Latina

Estancamiento en América Latina

Como escribimos en Lampadia: Las democracias están en peligro en América Latina, a lo largo del siglo XXI, los sistemas democráticos de nuestra región se han visto constantemente amenazados – y siguen estándolo – por el ascenso de líderes populistas que, aprovechando el contexto de corrupción que los precede, han llevado a cabo medidas autoritarias y que han vulnerado las libertades individuales.

Ello indudablemente ha repercutido negativamente en el desempeño económico reciente de países como Venezuela, Argentina, Brasil y Nicaragua, generando una suerte de “estancamiento regional”, del cual el FMI ya viene advirtiendo en sus informes coyunturales. Sin embargo, es menester señalar que este estancamiento es previo al siglo actual, un hecho que puede constatarse en el siguiente gráfico elaborado por The Economist, que muestra cómo el PBI per cápita de América Latina sigue bordeando el 30% del PBI per cápita de EEUU desde los años 40.

No obstante, también se debe mencionar que hay ciertos grupos de países – de los cuales, el Perú ha sido parte – que, a pesar del ruido político, exceptuando los últimos años, han logrado sostener altas tasas de crecimiento, permitiéndoles acortar sus brechas de desarrollo justamente con países de altos ingresos como EEUU.

¿Qué medidas económicas han implementado estos países para crecer en mayor proporción que sus pares regionales?

Un reciente estudio citado en The Economist (ver artículo líneas abajo) señala enfáticamente que el éxito de tales economías se debe principalmente a su profunda apertura comercial, a las exportaciones de bienes y servicios, pero también a la responsable política fiscal contra-cíclica que les ha permitido amortiguar los choques externos, tales como caídas en los precios internacionales.

El camino entonces para salir del estancamiento de los ingresos en América Latina, provendría de abrir más las economías al comercio internacional, desechando toda clase de medidas proteccionistas, que, históricamente han demostrado ser nefastas para los consumidores y la industria nacional. Lampadia

¿Por qué las economías de América Latina están estancadas?

Exportar más es la manera de contrarrestar la tendencia

The Economist
30 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Los pronosticadores que recortan sus predicciones de crecimiento económico en América Latina se han convertido en un ritual anual deprimente. Este año no es diferente. El FMI al principio esperaba un crecimiento del 2%. En abril se había convertido en 1.4%. Incluso este número puede ser demasiado optimista. En los primeros tres meses del año, las tres economías más grandes (Brasil, México y Argentina) parecen haberse contraído y otras tuvieron un desempeño débil. Dado que la economía mundial se ha expandido relativamente fuerte en los últimos años, esto significa que América Latina se está quedando atrás.

Por supuesto que hay algunos puntos brillantes. Muchas economías latinoamericanas son al menos más resistentes y menos volátiles que antes, gracias a una política fiscal más responsable. Aquellos países donde los líderes pensaban que la política macroeconómica prudente era para los tontos, Hugo Chávez en Venezuela, Dilma Rousseff en Brasil y Cristina Fernández en Argentina, han sufrido caídas. Pero lo realmente preocupante es que el desempeño económico rezagado de América Latina ha durado varias décadas (ver gráfico líneas abajo). La brecha entre el ingreso promedio por persona de la región y el de los EEUU es más amplia que en la década de 1950. Dos nuevos estudios intentan explicar este fallo relativo y cómo podría revertirse.

En un artículo para el Diálogo Interamericano, un think tank en Washington, Augusto de la Torre y Alain Ize analizan qué distingue a los países latinoamericanos cuyo PBI per cápita ha crecido significativamente más rápido que el de EEUU en este siglo. Eso se aplica a Perú, Chile y Uruguay, que son exportadores de productos básicos, y a Costa Rica, República Dominicana y Panamá, que son exportadores de servicios. Llegan a la conclusión de que el éxito en los mercados internacionales, medido por una creciente participación de las exportaciones mundiales, ha sido el camino hacia la convergencia de ingresos. Esto se debe en parte a que la exportación es una forma de aprendizaje, como han señalado otros economistas. Hay una preocupante excepción a esta regla: México ha ganado cuota de exportación, pero sus ingresos se han estancado en gran medida porque el resto de su economía es muy ineficiente.

Las políticas macroeconómicas contra-cíclicas también son cruciales, especialmente en los países que exportan productos, cuyos precios pueden fluctuar enormemente. Pero la extrema desigualdad de ingresos y la pobreza generalizada dificultan que los gobiernos latinoamericanos resistan la presión pública para gastar durante los períodos de auge. Esto significa que, en lugar de una idea de último momento, una buena política social debe considerarse un componente central de la gestión económica. Claramente, no todos los países pueden ampliar su participación en las exportaciones mundiales; esto es especialmente difícil cuando el proteccionismo está en aumento. Pero América Latina tiene mucho margen para expandir las exportaciones de servicios, como el cuidado de los ancianos y el turismo, siempre que reduzca la delincuencia.

Los investigadores del Instituto Global McKinsey analizan la falta de convergencia de América Latina desde un ángulo diferente. Centrándose principalmente en Brasil, México y Colombia, identifican dos “centros intermedios perdidos”. El primero es la escasez de empresas medianas. En relación con el tamaño de la economía, América Latina tiene aproximadamente la mitad de las compañías con ventas entre US$ 10 a US$ 500 millones por año como un grupo comparador de diez economías emergentes en otros lugares. Los latinoamericanos tienden a obtener mayores ganancias, una señal de que enfrentan menos competencia.

El lado opuesto es la falta de empleos bien remunerados y, por lo tanto, “una cohorte desaparecida de consumidores de clase media con ingresos suficientes para mantener una demanda interna sólida”, según el informe. Las tres cuartas partes más pobres de los latinoamericanos representan solo el 40% del consumo total, en comparación con las dos terceras partes del consumo en el grupo comparador. La falta de demanda de los consumidores disuade a las empresas de invertir.

A menos que las empresas latinoamericanas se vuelvan más productivas, la perspectiva de la región es débil. Según McKinsey, el 72% del crecimiento económico de la región entre 2000 y 2016 se debió a la expansión de la fuerza laboral en lugar de a una mayor productividad. Las mujeres latinoamericanas ahora tienen menos bebés, por lo que la fuerza laboral pronto dejará de crecer.

Se destacan dos lecciones políticas. La izquierda debe entender que la disciplina fiscal y las exportaciones son vitales para lograr un crecimiento sostenido de los ingresos. Pero la derecha debe aprender que los monopolios frenan las economías, que los trabajadores deberían compartir los aumentos de productividad y que los impuestos deben ajustarse para que no caigan de manera desproporcionada sobre el consumo en lugar de los ingresos. De lo contrario, América Latina corre el riesgo de quedar atrapada en un círculo vicioso de estancamiento económico y conflicto social y político. Lampadia




¿Las propuestas de la SNI suponen el cambio del modelo vigente?

Jaime de Althaus
Para Lampadia

El sector industrial en el Perú no pasa por un buen momento. Ha sufrido tres años de recesión continua con una caída acumulada del orden del 7%, y en los últimos 5 años ha perdido 150 mil empleos y las exportaciones no tradicionales no agrarias han disminuido en 20%, al punto que empieza a haber dudas acerca de la viabilidad de ramas emblemáticas como la exportación de textiles y confecciones.

La discusión implícita en las propuestas que formula la Sociedad Nacional de Industrias y que de alguna manera ha empezado a considerar el gobierno en el reciente Foro de Reactivación Industrial, es si el modelo de desarrollo industrial de las últimas dos décadas, que ha sido exitoso, ha llegado a su límite y necesita un cambio pasando, por ejemplo, a políticas activas de promoción e incentivo, o más bien se trata de completar el modelo en todo aquello que no se hizo o retomarlo en lo que se retrocedió.

Ese modelo ha sido el de la apertura comercial plena orientada al arancel cero, sin incentivos ni ventajas de ninguna clase. El principio subyacente es que la libre competencia en el mercado internacional y nacional permitirá desarrollar nuestras ventajas comparativas y competitivas. Y así venía ocurriendo. La industria nacional hoy es mucho más sana, fuerte y vinculada a nuestros recursos naturales que la industria ensambladora protegida que teníamos cuando aplicamos el modelo de sustitución de importaciones. Y mucho más exportadora. Su peso en el PBI, lejos de disminuir, incluso se había incrementado en una ligera medida hacia el 2007, en comparación a los 80[1] -pese a no estar protegida-, aunque recientemente se redujo un par de puntos. 

Hasta hace solo cuatro años, la industria venía creciendo a tasas muy altas sin protección alguna y podía penetrar mercados externos compitiendo con éxito. Pero esa certidumbre ha empezado a flaquear luego de los resultados de los últimos tres o cuatro años, arriba mencionados.  

La señal más preocupante es la que se advierte en la caída abrupta de las exportaciones no tradicionales no agrarias. Como vemos en el cuadro, las exportaciones de textiles y confecciones han caído casi 40% en los últimos cinco años. Y ocurre algo parecido aunque menos acentuado con las demás ramas. Estos datos llevarían a poner en cuestión la viabilidad misma del modelo actual de crecimiento industrial porque en un mercado libre, abierto y pequeño como el peruano, el crecimiento industrial está íntimamente vinculado al crecimiento del mercado externo, sólo puede darse exportando cada vez más. Y eso es lo que venía ocurriendo desde los 90, hasta el 2012.

Pero la caída en las exportaciones no tradicionales a partir del 2013 no se explica por el hecho de que el modelo ya no puede responder a las nuevas condiciones del mercado mundial, sino, más bien, por lo mismo que ha pasado en el conjunto de la economía: que en los últimos años la actividad productiva se ha repoblado de regulaciones que le restan competitividad, de modo que lo que lo que ha llegado a su límite no es el modelo sino, por el contrario, el restablecimiento de lo que hemos llamado un intervencionismo de baja intensidad, e incluso las supervivencias del modelo anterior a los 90, tales como la extremada rigidez de la legislación laboral que encarece y desalienta la contratación y desvinculación de trabajadores. En una economía abierta y competitiva, una amarra como esa vuelve inviable la producción cuando la competencia en el mercado mundial se agudiza. Pero no es solo eso, como veremos. Y allí viene la discusión.

El menor crecimiento del sector manufacturero también se explica por el debilitamiento de los encadenamientos inter-sectoriales, generado por la drástica disminución del ritmo de inversión del sector minero desde el 2011 y por la caída de la inversión pública. No deja de llamar la atención que, a diferencia de lo que enfatizaba un anterior presidente de la SNI, Pedro Olaechea, hoy el gremio no reclame el regreso de la inversión minera. Además, otro factor de pérdida de competitividad que no puede dejarse de lado es la apreciación del Sol versus el dólar.

En cuanto al tema regulatorio, Rafael Vera Tudela, gerente de normas y regulaciones de la Sociedad Nacional de Industrias, señala que lo que resta competitividad a la industria peruana es básicamente el alto costo de las regulaciones en general, y de las tributarias y laborales en particular. Según el World Economic Forum (WEF), el Perú ocupa el puesto 134 de 138 países en cuanto a carga regulatoria, que se ha incrementado profusamente en los últimos 5 o 7 años precisamente. Ese es el intervencionismo de baja intensidad del que hablábamos, que recién empezaría a ser desbrozado con los recientes decretos legislativos y por algunas normas dadas en la última etapa del gobierno anterior. Lo interesante es que la SNI formula un conjunto de propuestas específicas en este campo[1], que van incluso más allá de lo que el gobierno ha dictaminado y que deberían tomarse en cuenta.

Pero también tenemos el alto costo de las regulaciones laborales, y la extremada dificultad para contratar y desvincular trabajadores, donde estamos en el puesto 130 de 138 economías. Tenemos un mercado laboral mucho más rígido que cualquiera de nuestros socios de la Alianza del Pacífico, de modo que cualquier inversión que quisiera venir a estos lares preferirá irse a uno de esos países en lugar de venir o quedarse en el Perú. Es cierto que esto no perjudica de manera notoria a las exportaciones de textiles, por ejemplo, que tienen un régimen que les permite los contratos a plazo fijo (aunque con un límite de tres años), pero sí al resto de la industria para el mercado interno, que entonces no puede competir con las importaciones de productos similares o debe trabajar en la informalidad laboral. 

Como decíamos, la estabilidad laboral absoluta, que es lo que tenemos cuando la indemnización por despido no basta y el juez puede imponer la reposición del trabajador, es una institución supérstite del anterior modelo proteccionista, que en una economía abierta y competitiva impide a las empresas adaptarse a los cambios en la demanda y en la tecnología, condenándolas a la quiebra o a la informalidad.

Vera Tudela refiere que, según datos del WEF y del Banco Mundial, 121 economías (64%) permiten la contratación a plazo fijo para labores permanentes, 105 países (55%) no imponen límites a la renovación de contratos a plazo fijo, y 155 economías (82%) no exigen la aprobación de un tercero para desvincular a un trabajador.

En tal sentido, la Sociedad Nacional de Industrias reclama una reforma laboral que nos ponga en una posición mucho más competitiva en todos esos indicadores. Reforma que, de otro lado, permitirá el incremento del empleo, la formalización de los trabajadores, su acceso a derechos y a la negociación colectiva. Algo con lo que deberían estar de acuerdo los sindicatos, no solo por justicia laboral sino porque en última instancia les conviene desde el punto de vista de su propio crecimiento e influencia.  

La SNI propone además priorizar la negociación colectiva versus el arbitraje potestativo, otra desviación introducida a comienzos del gobierno de Ollanta Humala, que afecta la relación laboral en las empresas y promueve la ruptura de la negociación colectiva para buscar el arbitraje. Y que la SUNAFIL desempeñe una función educadora y no simplemente sancionadora.

Todo esto tiene que ver con retomar, completar y profundizar el modelo de libre mercado. Donde comienza una discusión algo distinta, es cuando la SNI pide, por ejemplo, la reducción del impuesto a la renta, que evoca las demandas de privilegios o ventajas rentistas del pasado. Pero no es así. Lo que la SNI propone, en realidad, es un impuesto competitivo, similar al promedio mundial. Como puede verse en el siguiente gráfico, dicho promedio es del orden del 23%, mientras en el Perú para la industria asciende al 37%, incluyendo el reparto obligatorio de utilidades.

Lo que propone la SNI es, entonces “establecer un programa de convergencia de la nueva tasa de IR hacia la media mundial (23%)”, considerando, adicionalmente, que el mundo marcha hacia la reducción impuesto a la renta empresarial: el 93% de países del mundo lo ha reducido (51%) o mantenido (42%) en la última década. Pide asimismo la depreciación acelerada a la inversión en activos fijos, como tiene la minería, por ejemplo, si queremos atraer nueva inversión.

Los industriales demandan, además, un papel más decidido del Estado en la defensa de la producción nacional respecto de la competencia desleal de importaciones subvaluadas o con dumping. Muestran un gráfico que señala que mientras en el mundo se aplican cada vez más medidas antidumping, en el Perú menos. Solicitan, entonces, un mecanismo anti dumping más eficiente y rápido.

 

Explican, sin embargo, que en las categorías arancelarias en las que ingresan sistemáticamente productos cuyo precio está por debajo del costo de producción, como textiles, confecciones, calzado, metalmecánica y otras, debería aplicarse un impuesto por volumen (o unidad). Jorge Peschiera, presidente del Comité de Calzado va más allá y reclama un arancel más alto para el calzado -que llega a precios irrisorios-, tal como lo hacen Colombia y México, que integran la Alianza del Pacífico e imponen aranceles de entre 30 y 40% a esos productos. Esto, señala, simplemente para emparejar la cancha, para suprimir la competencia desleal. 

La última modificación arancelaria se hizo en abril del 2011, y consistió en incrementar el número de partidas arancelarias con arancel cero y bajar otras de 13 a 11%, manteniendo las que estaban en 6%. Fue una reforma en el sentido de aproximarse al ideal del arancel cero (el arancel promedio ponderado es 1.9%). La estructura resultante podemos verla en el cuadro siguiente, extraído de la página web del MEF. Observamos que más del 70% del valor de las importaciones paga arancel cero, y las que pagan 11% no llegan al 5% en cuanto a valor. 

Evidentemente las propuestas de la SNI implicarían una cierta reversión del movimiento al arancel cero, pero se trata de cambios muy acotados a los casos de competencia desleal, donde mecanismos como el de imponer aranceles anti dumping no resultan suficientemente operativos o eficaces. Debería quedar absolutamente claro que esas modalidades arancelarias excepcionales sólo se aplican en determinadas circunstancias demostrables, porque de lo contrario podría desatarse una presión por subir aranceles ya de manera indiscriminada.

Pero, lógicamente, la prioridad debería ser la de disminuir los impactos negativos en la competitividad del sector manufacturero generados por los costos regulatorios, laborales, cambiarios. Y también logísticos, que se han vuelto crecientemente asfixiantes.  En ese sentido la SNI pide definir un Plan de Infraestructura inter-modal, crear la Autoridad Única de Transporte de Lima y Callao, aplicar acciones de reingeniería de tránsito para mejorar el flujo de vehículos, implementar un corredor segregado para camiones de carga en el Callao, eliminar cargos de la tarifa eléctrica no asociados directamente al servicio, y otras medidas de ese tipo. 

También formula propuestas para reforzar todo lo que son normas técnicas, calidad, capacitación, innovación e investigación, a fin de desarrollar nuevos productos y procesos. En la exportación de confecciones, por ejemplo, ya no podemos competir con El Salvador y países asiáticos emergentes no solo por el costo de la mano de obra, sino por el atraso productivo en el algodón agravado por la imposibilidad de producir algodón transgénico. Habría que levantar esa prohibición. E incluso empezar a desligarse de la materia prima natural. Ricardo Briceño nos decía que las exportaciones de confecciones solo serán viables y retomarán impulso si dan el salto hacia la fabricación de prendas con fibras artificiales o sintéticas modernas, esas que se usan ahora en las competiciones e incluso en el uso diario, que pesan nada, previenen la sudoración, no se arrugan, son más resistentes a las lavadas, se amoldan mejor al cuerpo, entre otras propiedades. Hay mucha investigación y tecnología al respecto. Producirlas acá supone invertir en patentes, equipos y demás, lo que requiere condiciones de competitividad. Lo que tenemos es una amplia mano de obra de costureras y bordadoras plenamente capacitadas que pueden hacer lo mismo con las nuevas telas.

Fuera de esto, la SNI propone ciertas políticas que podríamos llamar activas, tales como el establecimiento de “Zonas Económicas Especiales” tales como las que existen en muchísimos países, incluyendo los otros tres de la Alianza del Pacífico, y que tienen como particularidad un impuesto a la renta cero o 15% como máximo. También la promoción de parques industriales modernos, con mecanismos de inversión simplificados.

Nos parece que la Sociedad Nacional de Industrias ha alcanzado un mayor  grado de maduración en sus propuestas. Estas no consisten en un listado de pedidos mercantilistas, sino en un conjunto de medidas orientadas a restablecer la operatividad del modelo de economía libre y abierta, afectado por sobre regulaciones y trabas diversas y por rezagos de políticas del modelo proteccionista que no caben en un esquema de competencia abierta en el mundo. Contienen también un conjunto de propuestas orientado a mejorar la productividad de la economía, tanto en lo logístico como en la formación de recursos humanos e investigación a fin de avanzar en nuevos productos y procesos. Todo esto complementado con algunas medidas arancelarias heterodoxas que atienden a casos específicos que podrían justificarlas, y por determinadas políticas activas de creación de espacios que atraigan la inversión industrial.

También ha desarrollado la SNI una batería de propuestas para sectores específicos, tales como el textil-confecciones, pesca y acuicultura, alimentos, etc.

En tal sentido, nos parece que la importancia del tema justificaría la creación de una mesa ejecutiva en el ministerio de la Producción, con participación del ministerio de Economía y el de Transportes, para acordar un plan de implementación de estas u otras medidas cuya finalidad sea crear condiciones que permitan elevar la competitividad de nuestra industria a fin de atraer inversión y relanzar una industria fuertemente exportadora. Lo que no podemos hacer es dejar que siga languideciendo la producción industrial y cayendo la exportación no tradicional sin hacer nada. Necesitamos un plan con parámetros claros para reimpulsarla con más fuerza. Lampadia

[1] Con lo que hay que tener cuidado es con las comparaciones de más largo plazo, como lamentablemente sigue haciendo la SNI, pues antes de la liberación de la economía peruana, la industria nacional, que estaba signada por el proteccionismo y el mercantilismo, registraba cifras de producción distorsionadas tanto por los altísimos aranceles que la protegían, como por los altos márgenes de los productores que no tenían competencia. Ambos temas iban en detrimento, obviamente, del ciudadano-consumidor.

[2] Ver Presentación: “Aportes para la reactivación industrial”, Foro Ejecutivo: Reactivación industrial, Febrero 2017




Viendo el 2017 desde Oriente

La gran pregunta en los países asiáticos en este momento es qué sucederá tras la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. Según Kishore Mahbubani, escritor, decano de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur y ex embajador en las Naciones Unidas, el centro de la atención debería estar en el cambio geopolítico que se viene.

Según Mahbubani, China e India son una fuerza que no puede seguir siendo tratada con desdén o desprecio. Incluso su pequeño país, Singapur, también tiene importantes lecciones que occidente debiera aprender. Mahbubani afirma que Singapur no tendrá las mejores empresas del mundo, pero tiene las mejores políticas públicas.

En Lampadia queremos compartir con nuestros lectores una reciente entrevista de NHK World (uno de los principales canales de Japón), a Mahbubani, que nos muestra una visión  qué es fundamental para entender el mundo de nuestros días.

Como afirmó Martin Wolf en ¿El fin de la globalización?), el impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.

Así lo hemos explicado en Lampadia en nuestro artículo: The wind beneath our wings, en el que explicamos que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo. Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización para proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza de los países emergentes como el Perú.

Ayer compartimos con nuestros lectores la visión occidental del 2017, hoy tenemos la visión oriental. Lampadia

Las perspectivas para 2017 desde Asia

NHK WORLD – Tokio
4 de enero de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Entrevista de Sho Beppu (NHK) a Kishore Mahbubani

La xenofobia y la frustración con la globalización se están extendiendo en países que son considerados modelos de democracia. ¿A dónde se está dirigiendo el mundo? ¿Está en el camino correcto? Le preguntamos a uno de los pensadores más importantes de Asia, su punto de vista sobre las perspectivas para el año 2017.

“Ha llegado el momento para que los líderes occidentales e intelectuales sean más humildes y acepten que tienen varias lecciones que aprender del resto del mundo”, dice el profesor Kishore Mahbubani, decano de la Escuela Lee Kuan Yew de Política Pública en Singapur. “Sólo quieren escucharse a sí mismos, y eso es muy peligroso.”

Tenemos un proverbio en Japón que dice que “no permitamos que lo inaceptable se vuelva la norma.” He encontrado esta frase particularmente relevante el año pasado.

Me pregunto, ¿acaso no nos estamos acostumbrando demasiado en escuchar los comentarios xenófobos de algunos políticos occidentales, tanto así que comenzamos a perder nuestro sentido de indignación?

Algunos dicen que nuestra democracia está en el borde, mientras que otros dicen que es un fenómeno en declive en Occidente, y sólo tendrá un impacto limitado en el resto del mundo.

Beppu: Podríamos caracterizar el año 2016 con 2 grandes conmociones políticas. Una de ellas es Brexit y la otra es la victoria de Trump en la elección presidencial de Estados Unidos. Hay muchas maneras de interpretar estos dos acontecimientos políticos. ¿Qué le impactó más?

Mahbubani: Bueno, creo que tienes toda la razón cuando dices que son “conmosiones” que ocurrieron en 2016. Se han producido cambios fundamentales en el orden mundial. Tres grandes cambios estructurales han tenido lugar al mismo tiempo y han afectado gravemente las condiciones de las personas que viven en Occidente.

Y los 3 grandes cambios estructurales son: Nº 1, el regreso de Asia, lo que ha significado que una gran cantidad de chinos e indios se han unido a la economía global y que ha llevado a la destrucción creativa y a que muchas personas pierdan sus puestos de trabajo. Luego tenemos la globalización, y el tercer cambio es, por supuesto, el rápido avance de las nuevas tecnologías, que ha hecho que el mundo sea más pequeño y más interconectado.

Los políticos occidentales han intentado continuar fingiendo que todo está igual. Y debido a que los líderes occidentales no lograron preparar a su población, entonces la gente se ha hartado de los políticos y dicen que nunca más confiarán en ellos. Nosotros decimos, traduciendo ligeramente, “arrojemos a los bastardos y probemos algo nuevo.” Y así fue como sucedió con Donald Trump.

Beppu: ¿Cree usted que esto representa la decadencia en el propio sistema democrático occidental?

Mahbubani: Bueno en realidad soy optimista con el Occidente, porque el Occidente ha pasado por un montón de retos, ha superado los desafíos y ha resurgido de nuevo. Así que este es otro reto importante. La diferencia hoy es que todavía no han reaccionado ante este desafío. Pero para hacer eso, tienen que cambiar su modo de pensar en primer lugar, y aceptar que el regreso de Asia es real y que ahora tienen que hacer frente a los asiáticos como iguales y no como inferiores. Y ese cambio de mentalidad no ha sucedido todavía.

Beppu: ¿Qué está obstaculizando que logren comprender completamente lo que está sucediendo ahora?

Mahbubani: Bueno, yo creo que el problema es que, sencillamente, si estás acostumbrado a ser número 1 durante tanto tiempo, y todo el mundo te dice que eres el No.1, ¿cómo entonces, psicológicamente, puedes adaptarte y aceptar que tal vez eres el No.2? Eso es muy difícil, sabes.

Una de las razones por las que a veces soy poco popular, especialmente con los intelectuales norteamericanos, es que expongo sus dobles estándares. Son muy rápidos para criticar a otros países cuando piensan que ellos se están cerrando. Pero la paradoja de Estados Unidos es que se trata de una sociedad abierta con una mente cerrada. Y su prensa, por desgracia, no se está abriendo a escuchar otros puntos de vista. Sólo quieren escucharse a sí mismos y eso es muy peligroso.

Beppu: ¿Qué piensas que ellos pueden aprender de la dinámica que estamos viendo ahora en Asia, particularmente la experiencia de Singapur, por ejemplo?

Mahbubani: Bueno, creo cuando Singapur cumplió 50 años en 2015 publiqué un artículo en el Huffington Post que decía algo muy extravagante. Decía que en toda la historia humana, desde hace miles de años, una sociedad nunca ha mejorado el nivel de vida y de integración de su gente con la rapidez que Singapur lo ha hecho. Y el artículo fue viral, conseguido 400,000 vistas, que es increíble, ¿verdad?

Pero si vas donde un líder estadounidense o los líderes europeos y dices: “¿Por qué no aprenden de Singapur?” La idea es casi inconcebible para ellos. Así que creo que ha llegado el momento de que los líderes occidentales e intelectuales sean más humildes y acepten que tienen lecciones que aprender del resto del mundo. Puede que no tengamos las mejores empresas del mundo en Singapur, pero tenemos algunas de las mejores políticas públicas en el mundo.

La experiencia de Singapur

Beppu: ¿Puede decirnos más acerca de la fuerza de las políticas de Singapur para la armonización de las distintas comunidades?

Mahbubani: Definitivamente, como usted sabe, es bastante notable. Yo soy étnicamente sindhi. Mi familia vino de Sindh, que ahora es parte de Pakistán. Y los sindhi son una minoría dentro de la comunidad indígena y la comunidad india es una minoría dentro de Singapur. Así que pertenezco a una minoría dentro de la minoría en Singapur, y sin embargo, me convertí en embajador en las Naciones Unidas en dos ocasiones.

Singapur es realmente una sociedad meritocrática, y mientras que Singapur siga siendo una sociedad meritocrática, va a estar bien. Además, proporcionará oportunidades para las minorías, y un modelo para otras sociedades multiculturales del mundo.

Beppu: ¿Qué hay de las políticas del país hacia los que perdieron en la globalización? Muchas personas se aprovecharon de la globalización – América, por ejemplo – pero no todos. Les pasa a otros países también. Que está haciendo su país para ayudar o ¿cómo lidiar con las personas que se sadrán de la competencia debido a la globalización?

Mahbubani: Bueno, creo que también en este caso vale la pena que las sociedades occidentales estudien lo que se ha hecho en Singapur, porque en Occidente tienen el concepto de ‘bienestar’ (wellfare). Singapur tiene el concepto de ‘prestaciones sociales condicionadas’ (más conocido como workfare), y la diferencia entre workfare y wellfare es que el wellfare te apoya cuando estás desempleado. El workfare trata de mantenerte empleado.                                                                                                                                    

Así, por ejemplo, en lo más alto de la crisis financiera de 2008-2009, el gobierno de Singapur pagó parte de los salarios de la gente en los niveles más bajos. Así incentivó que el empleador mantenga a la persona empleada por un par de años hasta superar la recesión y luego, cuando la economía se elevó nuevamente, el gobierno de Singapur detuvo el workfare y la gente siguió trabajando todo el tiempo.

Beppu: Cuando se trata de Singapur, muy a menudo se oyen críticas de que el sistema carece de la libertad de prensa. ¿Qué opinas de Singapur con respecto a si es que esta noción de libertad de la prensa es tan buena como otros aspectos del sistema de el país?

Mahbubani: Puede parecer como si Singapur está en desventaja, pero la paradoja es que el Reino Unido tiene la prensa más libre y tiene Brexit. Estados Unidos tiene la prensa más libre y elige a Donald Trump. Así que dime, ¿cuál es la virtud de tener libertad de prensa, si al final del día la gente está en una peor situación? Así que creo que en realidad el sistema de Singapur puede funcionar mejor para Singapur y, ya sabes, las diversas restricciones a la libertad de prensa en Singapur son a menudo diseñadas teniendo en cuenta las circunstancias especiales de Singapur.

Por ejemplo, en Francia se puede dibujar caricaturas del profeta Mahoma. En Singapur no se puede porque se deben respetar las sensibilidades religiosas de cada una de las religiones en Singapur. Si vives en una sociedad multicultural, tienes que imponer algunas restricciones sobre lo que las personas pueden o no pueden decir cuando se habla de otras religiones.

Beppu: ¿Crees que la diplomacia de los Estados Unidos bajo la próxima presidencia de Donald Trump haría que Asia florezca independientemente de -si lo ves desde ese ángulo- la intervención de los Estados Unidos? ¿O piensas que si hay un retiro de Estados Unidos de esta parte del mundo habrá más confusión en esta parte del mundo?

Mahbubani: Bueno, para empezar creo que nadie sabe qué va a hacer Trump y Trump  no sabe lo que Trump va a hacer. Pero al mismo tiempo, ha hecho una locura, alejarse del TPP. Y eso es un gran error, porque si Estados Unidos ya no está participando activamente en el juego económico de esta región, China va a dominar. Por lo que China ha ganado cuando Estados Unidos se alejó del TPP. Gran error.

Desafíos de Asia

El año 2017 puede ser un reto para Asia con respecto a que tendrá que hacer frente a sus propios problemas, y uno se refiere a las disputas territoriales en el Mar del Sur de China.

Es una situación lejos de ser ideal para Asia, ya que trata de volver a la etapa de centro del mundo, y luego está la difícil cuestión de las relaciones internacionales en el noreste de Asia.

Mahbubani: Cuando viajé en Europa y América, todo el mundo pensaba que estaba a punto de estallar la guerra en el sur de China. Así que cada vez que doy un discurso en el sudeste de Asia, le digo a mi público americano, te voy a dar una sorpresa… No habrá guerra en el Mar del Sur de China.

Ahora, ¿por qué puedo predecir con confianza que no habrá guerra en el Mar del Sur de China? Porque, mientras que las disputas continuarán, no es de interés de nadie iniciar la guerra en el Mar del Sur de China, por lo que al final del día predigo que se llegará a varios acuerdos bilaterales. Por ejemplo, podría haber una distribución de los recursos. Podrían  haber acuerdos de pesca.

Beppu: ¿Qué hay de las relaciones entre Japón y China? ¿Cuál podría ser la solución entre los dos países para mejorar sus relaciones?

Mahbubani: Por desgracia, en el caso de China y Japón, el rol de la historia es mucho más fuerte, y, francamente, no hay absolutamente ninguna razón para que algo que pasó hace 70 años siga dominando el futuro de las relaciones entre Japón y China. Así que creo que ambos lados deberían encontrar una manera de lidiar con la historia y decir que el pasado pertenece al pasado. No discutamos sobre la historia.

Beppu: Por lo tanto, profesor Mahbubani, para concluir la entrevista, mi pregunta es acerca de sus perspectivas de este nuevo año 2017 en términos del futuro de la propia globalización. ¿Cree que la tendencia de la globalización está en un punto de inflexión o piensa que a pesar de todo lo que está sucediendo, los acontecimientos políticos de 2016, es un proceso inevitable que va a continuar?

Mahbubani: Se está llevando a cabo una fusión de la civilización y si nos fijamos en las estadísticas, el mundo está cada vez mejor y mejor, en parte a través de la globalización. Y sobre la tendencia a largo plazo, soy optimista que la globalización va a continuar. Pero en 2017, en los primeros 6 meses, habrá mucha incertidumbre. Y la incertidumbre se debe a que no sabemos qué hará Donald Trump. Él será el líder del país más poderoso del mundo. Así que espero que después de los 6 meses, el mundo se asiente de nuevo en un ritmo constante de crecimiento y desarrollo más cómodo.

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Lo que es interesante es que muchas personas parecen aliarse a la globalización al largo plazo mientras que consideren que recibirán ganancias, pero empiezan a odiarlo cuando ven que otros la disfrutan más. Lampadia

 




El libre comercio benefició a los países emergentes

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad global, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.

Hoy solo falta que menos de mil millones de personas salgan de la pobreza, lo que se estima pueda suceder para el 2030.

Lamentablemente, los países más ricos como EEUU y los europeos, donde la globalización permitió la deslocalización del empleo a países emergentes, empezando por China, la crisis financiera del 2008/9 y la aparición de un neo populismo político, siendo Trump, su peor y más grande expresión, están macerando una reacción popular, aderezada por académicos poco rigurosos como Piketty, que podría estar llevando al planeta a regresar al proteccionismo regresivo de los años 60.

ALERTA GLOBAL: Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.

Afortunadamente, el Perú, casi por accidente, supo aprovechar la ventana de oportunidad que se produjo después del fracaso de la apertura comercial multilateral (bombardeada en buena medida por el proteccionista Brasil), para celebrar acuerdos comerciales bilaterales. Los famosos TLCs, que hoy cubren más del 90% de nuestro comercio internacional.

Estos acuerdos constituyen una sólida protección de nuestras relaciones comerciales que serán la visa para continuar exportando nuestros productos a todos los mercados globales. Otro aspecto que nos protege, es que hemos diversificado nuestro comercio exterior en proporciones parecidas con los tres grandes bloques económicos: EEUU, Europa y el Asia.

Ahora debemos prepararnos para defender el libre comercio en todos los foros internacionales y cuidar nuestros acuerdos de libre comercio.

Líneas abajo, compartimos las recientes reflexiones sobre los riesgos que enfrenta el comercio global, del Financial Times y de The Economist. 

La política de EEUU está cerrando la puerta al libre comercio

Por Philip Stephens

Publicado en Financial Times

07 de abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Sin Estados Unidos, se perderá el ‘momentum’. El peligro será un deslizamiento hacia un proteccionismo abierto.

El resto del mundo debe estar alerta. Esto va más allá de unas emociones políticas agitadas por una carrera presidencial en EEUU. La fallida Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) trajo el final de la liberalización multilateral del comercio. El fracaso del TPP afectaría las alternativas de los grandes acuerdos plurilaterales. El libre comercio ha sido una poderosa fuente de prosperidad, pero ha perdido la legitimidad política. Y no sólo en los EEUU: los populistas europeos de la izquierda y la derecha comparten la disposición Trumpiana sobre las barricadas al comercio.

El libre comercio siempre ha creado perdedores, pero ahora parece que superan en número a los ganadores. No hay nada de populista en notar que la globalización ha visto al 1% superior agarrar una parte cada vez mayor de la riqueza de EEUU.

Los acuerdos de libre comercio solían ser sobre aranceles. Ahora se centran en normas reglamentarias y políticas, derechos de propiedad intelectual, privacidad de datos y protección de inversiones. Estos son asuntos que cortan profundamente las preferencias políticas y culturales

El cálculo geopolítico también ha cambiado. Para las democracias avanzadas del mundo, la liberalización del comercio de la posguerra era evidentemente ‘ganar-ganar’. Era por su propio interés, pero también sirvió para generar un bienestar más amplio. La entrada de China en la OMC en 2001 cambió las cosas. Beijing se ha convertido en el mayor beneficiario del sistema de comercio abierto.

El libre comercio es bueno para el mundo – para los consumidores occidentales y para miles de millones de personas que están saliendo de la pobreza en economías emergentes. El peligro entonces será el de un deslizamiento gradual hacia atrás, hacia el proteccionismo abierto.

No hay una solución rápida. El tener un período sostenido de crecimiento y aumento de los ingresos ayudaría. También lo harían políticas proactivas para amortiguar el impacto de la liberalización en los perdedores. Los EEUU podrían empezar por el relanzamiento del programa de asistencia por los ajustes del comercio introducido a raíz del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1993.

Pero la actual política con una clase media descontenta, exige una respuesta mucho más allá de tener mejores planes de reentrenamiento y programas de empleo. Mientras la globalización sea vista como un proyecto de las élites políticas y de los ricos, ésta llevará las semillas de su propia destrucción.

El libre comercio en América

La defensa del libre comercio es abrumadora. Pero los perdedores necesitan más ayuda

Publicado en The Economist

02 de abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

La magnitud de las pérdidas de empleo no es sorprendente: la dinámica economía de los EEUU crea y destruye alrededor de 5 millones de puestos de trabajo cada mes. Sin embargo, unos recientes estudios realizados por economistas en las principales universidades de EEUU han encontrado algo perturbador. Una quinta parte de la disminución de empleos en las fábricas entre los años 1999 y 2011 fue causada por la competencia china y, generalmente, quienes perdieron sus puestos de trabajo no encontraron nuevos cerca a sus hogares.

Las actuales preocupaciones por tales hallazgos han avivado el debate sobre el comercio en la elección presidencial de EEUU. Donald Trump, el favorito entre los republicanos, promete instaurar aranceles prohibitivos a las importaciones de China y México. Bernie Sanders, el rival a Hillary Clinton y candidato demócrata, ha mostrado  su oposición a los acuerdos comerciales como una insignia de orgullo. Clinton, por su lado, se ha apartado de su antiguo apoyo a la Asociación Trans-Pacífico (TPP), un acuerdo comercial negociado por Barack Obama.

Un comercio más libre fue uno de los motores de prosperidad en las décadas después de la segunda guerra mundial, en los Estados Unidos y en otros países. Sin embargo, ahora los principales políticos no sólo temen apoyarlo, sino que avivan el debate en contra. Eso es lamentable. El libre comercio aún merece un apoyo a pleno pulmón, aunque se debe tener mayor cuidado con aquellos a quienes les afecta negativamente. Quienes apoyaron el libre comercio siempre han sabido que algunos pierden aun cuando beneficie a la mayoría.

La peor respuesta a tales temores es el proteccionismo que Trump está vendiendo. Un estudio realizado por economistas de la Universidad de California y la Universidad de Columbia calcula que la clase media en los EEUU perdería el 29% de su poder adquisitivo si América se cerrase al comercio, pero que los más pobres perderían hasta el 62%, porque gastan proporcionalmente más en bienes que son objeto de comercio.

Pero, ¿qué se debería hacer para proteger a los trabajadores que han perdido a causa de la competencia del exterior? La red de seguridad proporcionada por la asistencia a ajustes del comercio, un programa federal, es mínima – por lo que muchos trabajadores estadounidenses desplazados optan por beneficios de invalidez más generosos y se salen del mercado de trabajo. En realidad, EEUU ha importado algunos de los peores aspectos de Europa ignorado los mejores.

Lampadia

 

 




La Sabiduría del Libre Comercio

La Sabiduría del Libre Comercio

Comentario de Lampadia

Más abajo reproducimos un artículo del economista Mankiw de Harvard, que explica que en una de las pocas cosas en que todos los economistas estadounidenses están de acuerdo es en las ventajas del comercio internacional, pero, lamentablemente, los políticos y muchos ciudadanos todavía son víctimas de prejuicios que nublan su razón.

Mankiw sustenta con mucha claridad los elementos que hacen de la apertura comercial una muy buena política económica y explica el detalle de los problemas políticos que aún enfrenta.

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá ni siquiera los economistas están de acuerdo con la apertura comercial. Hay algunos que lo consideran aberrante, como, por ejemplo economistas representativos de la PUCP (Jimenez, Fairly, Francke e Iguiñez). Durante el debate del TLC con EEUU, gran parte del establishment peruano estaba en contra del acuerdo, sin embargo, el 75% de la población lo aprobó.

El tema de la apertura de la economía es un tema pendiente en el debate político. Recordemos que hace muy pocos años, en sus respectivas campañas, García y Humala amenazaron con revisarlo. Afortunadamente, una vez sobre el caballo, no se atrevieron a cambiar de política.

Actualmente, está pendiente la aprobación del tratado Transpacífico y sus opositores en el Perú, ya nos han amenazado con todos los males posibles.

Como podemos ver en el siguiente artículo, “en todas partes se cuecen habas”, pero en el Perú, como repetía Alonso Polar, “solo se cuecen habas”.

 

Economistas coinciden en algo: La Sabiduría del Libre Comercio

Por N. Gregory Mankiw,  Profesor de Economía en Harvard,  The New York Times, 24 de abril 2015

Traducido, glosado y comentado por Lampadia

 

Si se le tomase un examen de Economía 101 al Congreso [EEUU], ¿pasaría? Estamos a punto de averiguarlo.

El tema en cuestión es si el Congreso le brindará al presidente Obama la autoridad de “vía rápida” para negociar un acuerdo comercial con nuestros socios comerciales en el Pacífico. La aprobación final del Congreso está lejos de ser certera.

Entre economistas, el tema es obvio

 

Descarga de un barco de contenedores en Tokio el año pasado. El economista del siglo 18, Adam Smith, escribió que las naciones pueden beneficiarse tanto de las importaciones como de las exportaciones, cambiando la visión de la sabiduría convencional. Fuente: TOSHIFUMI KITAMURA / AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

 

Escribimos, “El comercio internacional es fundamentalmente bueno para la economía de Estados Unidos, beneficioso para las familias estadounidenses a través del tiempo, y acorde con las prioridades nacionales. Por eso apoyamos la renovación de Trade Promotion Authority (TPA) para hacer posible que Estados Unidos llegue a acuerdos internacionales con nuestros socios económicos en Asia a través del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) y en Europa a través de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI). “

Los economistas son famosos por estar en desacuerdo entre ellos. Pero ellos tienen un acuerdo casi unánime en algunos temas, como en el comercio internacional.

El argumento económico para el libre comercio se remonta a Adam Smith, el autor de “La Riqueza de las Naciones”. Smith reconoció que el caso del comercio con otras naciones no era diferente al caso del comercio con otros individuos dentro de una sociedad. Smith estaba respondiendo a una doctrina entonces prevaleciente llamada mercantilismo, que favorecian las exportaciones, pero desconfiaban de las importaciones.

Smith cambió esta perspectiva. Una nación se beneficia de las importaciones, argumentó, porque amplía sus oportunidades para el consumo.

En la actualidad el fetichismo sobre el oro casi no existe, pero hay una nueva forma de mercantilismo que impregna el debate moderno sobre el comercio. A menudo los políticos y expertos retroceden ante las importaciones debido a que “destruyen” puestos de trabajo nacionales, mientras que aplauden las exportaciones, ya que crean puestos de trabajo.

Los economistas responden que el pleno empleo es posible con cualquier patrón de comercio. El problema principal no es el número de puestos de trabajo, sino qué puestos de trabajo. Los estadounidenses deberían trabajar en aquellas industrias en las que tenemos una ventaja en comparación, y debemos importar los productos que se pueden producir de forma más barata allí.

Si los economistas están tan seguros acerca de los beneficios del libre comercio, ¿por qué es que el público y sus representantes electos son escépticos? Una posible respuesta está en el   libro (2007) de Bryan Caplan, llamado “El mito del votante racional: por qué las democracias elijen malas políticas.”

Caplan argumenta que los votantes son peores que simplemente ignorantes con respecto a los principios de las buenas políticas. La ignorancia sería aleatoria en una población grande podría promediarse. En vez de ser simplemente ignorantes, los votantes se aferran a creencias erróneas.

Los políticos, cuyo objetivo principal es ser elegido, moldean esas creencias erróneas en una mala política. Caplan escribe: “¿Qué pasa si políticos plenamente racionales compiten por el apoyo de votantes irracionales – específicamente, votantes con creencias irracionales sobre los efectos de las diversas políticas? Es una receta para la mentira”.

En el caso del comercio internacional, él identifica tres prejuicios muy relevantes.

El primero es un prejuicio anti-extranjero. La gente tiende a ver su propio país en competencia con otras naciones y subestima los beneficios de tratar con extranjeros. Sin embargo, la economía enseña que el comercio internacional no es como la guerra, ambos lados pueden ganar.

El segundo es un prejuicio anti-mercado. La gente tiende a subestimar los beneficios de los mecanismos del mercado como una guía para la asignación de recursos. Sin embargo, la historia ha enseñado repetidamente que la alternativa – una economía planificada – actúa de manera deficiente.

El tercero es un prejuicio contra el “make-work” (un puesto de trabajo que no tiene un beneficio financiero inmediato para la economía). La gente tiende a subestimar el beneficio de la conservación de la mano de obra y por lo tanto se preocupa de la destrucción de empleos que generan las importaciones en las industrias que compiten con importaciones. Sin embargo, el progreso económico de largo plazo encontrará maneras de reducir el factor trabajo y logrará la redistribución de los trabajadores a nuevas industrias en crecimiento.

Una vez, el economista de Princeton Alan Blinder propuso la ley de Murphy de la política económica: “Los economistas tienen la menor influencia en la política en lo que saben más y están más de acuerdo; y tienen la mayor influencia en la política donde saben menos y están en desacuerdo vehementemente”.

El debate sobre el comercio internacional es un ejemplo de ello. 




Chile hace peligrar Alianza del Pacífico

Chile hace peligrar Alianza del Pacífico

La Alianza del Pacífico es una iniciativa de integración regional, que fue promovida por el Estado peruano y que está conformada por cuatro países: Chile, Colombia, México y Perú. Estos se caracterizan por tener las mismas políticas macroeconómicas, haber negociado tratados de libre comercio (TLC) con economías desarrolladas, mantener TLC entre sí, y mirar al Asia-Pacífico. Además, 24 países de América Latina, Europa, Asia y Oceanía se encuentran en calidad de observadores del acuerdo, y Costa Rica y Panamá se encuentran en pleno proceso de incorporación. De esta forma, la Alianza del Pacífico constituye una plataforma de integración económica y comercial que se proyecta al mundo.

Es decir, estos países comparten una misma visión sobre cómo llegar al desarrollo y se encuentran enfocados en conseguirlo promoviendo el crecimiento de sus economías mediante la inversión privada, sin descartar la presencia de estados sólidos. Por eso llama la atención que Chile, con el nuevo gobierno de Bachelet, pretenda abrirle las puertas de la Alianza del Pacífico a Argentina y Brasil. Dos países que tienen una posición absolutamente contraria a la visión de los miembros de la alianza.

En América Latina existen otras iniciativas, más políticas que comerciales, que son cerradas a la globalización. Ejemplos de estos acuerdos son el ALBA, Unasur, Aladi o Mercosur, este último integrado por Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay y Paraguay. En efecto, en Lampadia ya hemos comentado que, a diferencia de la Alianza del Pacífico, el Mercosur constituye básicamente un bloque que defiende posturas políticas y se halla poco interesado en profundizar una agenda comercial de apertura al mundo (Ver: Medias verdades y grandes mentiras).

Por ello, la posible entrada de Brasil y Argentina a la Alianza del Pacífico desnaturalizaría a este bloque económico. Es imposible que la alianza avance “a dos ritmos”, como lo ha planteado Heraldo Muñoz, ministro de Relaciones Exteriores de Chile. Tanto Brasil como Argentina, que son los que lideran el bloque del Mercosur, han dado varias señales en los últimos años de su poca apertura comercial, al proteger sistemáticamente sus mercados para apuntalar sus industrias con medidas que han sido reclamadas ante la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por el contrario, los países que conformamos la alianza tenemos las economías más abiertas de la región, y mantenemos políticas económicas que promueven el mercado y la inversión privada.

La semana pasada, José Antonio Meade, secretario de Relaciones Exteriores de México, lanzó un claro mensaje a Brasil al recordarle que la Alianza del Pacíficono es un foro político sino pragmático. Con ello, queda claro que México no dejará que Brasil, cuya agenda se basa en el distanciamiento de EEUU y el proteccionismo, tome eventualmente las riendas de la alianza. Si bien el realismo político nos obliga a mantener una política de buena vecindad con todos, debemos tener claro qué políticas (y socios) son los que nos llevan al desarrollo.

En la actualidad, la Alianza del Pacífico es considerada la octava economía mundial y representa la séptima potencia exportadora del orbe, se estima que en el 2018 se constituirá en el tercer bloque económico del planeta, solo superado por los países que integran el acuerdo Asia-Pacífico (Asean) y los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Por ello, Juan Manuel Santos, recientemente reelegido Presidente de Colombia, ha descrito al bloque como el nuevo “motor del desarrollo y la prosperidad”. A pesar de esto, en nuestro país, la izquierda ha intentado, permanentemente, bajarle la llanta a este acuerdo comercial.

La Alianza del Pacífico construye un orden económico y social en el que la libre iniciativa florece y los países integrantes avanzan hacia el desarrollo. Y cuando eso pasa, todas las aventuras estatistas, como las bolivarianas, quedan descartadas. Como dice Andrés Oppenheimer,en un momento en el que los inversores mundiales desconfían de los mercados emergentes, lo que más le convendría a Chile [y a Perú y a los otros miembros de la Alianza] sería promover la imagen de la Alianza del Pacífico como el dream team de las economías estrellas de Latinoamérica”.




La desigualdad en perspectiva

La desigualdad en perspectiva

El tema de la desigualdad está nuevamente tratándose en todos los medios. Sin embargo, cuando se sigue el debate en los medios internacionales, hay que tener cuidado en distinguir la realidad de los países desarrollados de aquella de los emergentes.

Recientemente Barack Obama declaró que la desigualdad es “el mayor desafío de nuestro tiempo”, y tiene razón para la realidad de su país. La distancia entre ricos y pobres ha venido aumentando en EEUU como resultado de: 1) un desempleo que se ha mantenido al borde del 10% durante varios años; y, 2) el efecto de las mismas fuerzas de mercado que han generado un importante ascenso en los países emergentes que compiten en el mercado global de empleo. El destacado economista Tyler Cowen, en su libro Average is Over (publicado el año pasado) explica que EEUU ha entrado en una etapa de “híper-meritocracia” en la que una nueva división del trabajo generada por la revolución tecnológica, la mecanización del trabajo y las posibilidades de la tercerización en mercados internacionales ha hecho que la fuerza laboral norteamericana tenga que competir con los salarios más bajos que se pagan en India o China, o incluso con un increíble avance tecnológico que está logrando mecanizar el trabajo humano. Pero ojo que estamos hablando de una realidad muy diferente a la nuestra. Como señala John Stossel de Fox Business Network en un potente artículo sobre la desigualdad en EEUU, el 90% de los americanos ubicados debajo de la línea de pobreza posee Smartphones, televisión por cable y automóviles. De hecho, el 70% posee hasta dos automóviles.

La realidad es otra para los países emergentes abiertos a la economía global. La globalización ha permitido un proceso acelerado de convergencia entre los países en desarrollo y los países avanzados de Europa y Norteamérica. Pero lo que vemos acá es un aprovechamiento de un sector de la izquierda local para extrapolar incorrectamente el contexto de la desigualdad del hemisferio norte con el objetivo de desacreditar el modelo de desarrollo peruano, incluso afirmando con mentiras, como lo hizo el jueves 23 de enero una columnista de La República, que: “En el contexto del crecimiento económico peruano la tendencia no es diferente, amenazando la gobernanza democrática y la inclusión social”. Esta es una mentira descarada que debemos denunciar. Como hemos reportado anteriormente en el artículo “Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú”, numerosos estudios del tema muestran que la distribución del ingreso en el Perú ha mejorado en el contexto actual de alto crecimiento económico (Lopez-Calva y Lustig– 2010, Jaramillo y Saavedra – 2011), mientras que también se encuentra  evidencia de que la desigualdad se deterioró entre 1970 y 1993, es decir, en las décadas en las que primó el modelo estatista, con controles de precios, reforma agraria y barreras proteccionistas al comercio. Pero lo más destacable es que incluso se encuentra evidencia (Ver Yamada y Castro) que en el periodo 2006-2010, los programas de transferencias como JUNTOS solo explicaron un cuarto de la mejora en la distribución, mientras que las fuerzas del mercado y el crecimiento económico generaron el 75% de la reducción de la desigualdad en el ingreso y el consumo.

Como señala Augusto Townsend en un reciente artículo publicado en El Comercio sobre el tema, EEUU ha sido históricamente un país tolerante con la desigualdad por ser congruente con el ideal de libertad del “sueño americano” y la posibilidad de progresar con el esfuerzo individual. Sin embargo, con el extenso programa de rescate del Gobierno al sistema financiero luego de la crisis del 2008 empezó a primar una percepción negativa del origen de esta desigualdad. En cambio, en el caso peruano, lo que apreciamos son grandes prejuicios anti-empresariales y la agenda ideologizada de un sector que arguye que las reformas de mercado han incrementado la desigualdad, cuando las cifras oficiales del INEI y todos los estudios independientes evidencian lo contrario.

El Perú aún tiene mucho que avanzar para reducir la única desigualdad en la que debería concentrarse el Estado: la desigualdad de oportunidades. Para ello, aún queda pendiente el impulso a una verdadera agenda de reformas basada en el perfeccionamiento de las instituciones públicas, la reducción de la brecha de infraestructuras y una gesta nacional por la Educación. El crecimiento económico impulsado por la inversión privada, la apertura comercial y la competencia han logrado reducir la desigualdad en términos económicos y sociales, logrando la convergencia de grupos que históricamente han vivido excluidos y en pobreza, pero urge aplicar las políticas adecuadas que permitirían una inclusión más agresiva. (Ver Triángulos del Futuro, acción para el desarrollo).  Lampadia




Crecimiento permite notables avances en ODM

Crecimiento permite notables avances en ODM

A pesar de que el Perú es en la actualidad uno de los pocos países que ha logrado cumplir anticipadamente algunos de Los Objetivos del Milenio (ODM),la señora Rebeca Arias del PNUD le baja la llanta a los logros alcanzados por nuestro país contradiciendo la evidencia mostrada por el INEI, CEPAL, y el BID en lo relacionado a reducción de la desigualdad. 

Es un logro importante que nuestro país haya tenido éxito en reducir dramáticamente los indicadores de pobreza, mortalidad infantil, y desnutrición, entre otros. El Perú se había comprometido a disminuir la pobreza y la pobreza extrema a la mitad de los niveles registrados en 1991 para el año 2015; es decir, a tasas de 27.3% y 11.5%. Esta meta se ha cumplido con creces antes del “deadline”, ya que al 2012 la pobreza total alcanzóel 25.8% y la pobreza extrema el 6% de la población. Igualmente, al 2012 la desnutrición crónica se redujo en el área urbana un 62% mientras que en las zonas rurales -más alejadas del mercado-, un 32%. Lo destacable es que el milagro económico peruano, que sorprende al mundo con sus altas tasas de crecimiento del PBI y de inversión privada e inclusión social, se ha dado en un proceso sostenido de reducción de la desigualdad, algo que Rebeca Arias, coordinadora residente del PNUD, también debería destacar.

Además sorprende que El Comercio, en vez de destacar tremendos logros, enfatice en un titular que el Perú es un país desigual, desnaturalizando una noticia que debería alegrarnos.En Lampadia ya hemos explicado que en un contexto comparado, el Perú es uno de los países con más éxito en reducir la desigualdad, al pasar de tener un coeficiente de GINI de0.545 en 1,999 a uno de 0.45 para el 2,012, según datos del INEI y de la CEPAL. ¿Cuándo vamos a aprender a informar a la opinión pública sobre los logros de nuestro país con objetividad y sin meterle cabe a nuestro modelo de desarrollo?

El crecimiento económico experimentado en los últimos 15 años por el Perú no solo ha sido solo pro pobre y ha reducido la desigualdad, sino que se ha llegado a la situación de que sean los pobres los que más se beneficien. Así, de acuerdo al BID, entre el 2005 y el 2011, el crecimiento de los ingresos de la población fue mayor en los deciles más pobres, los del 1 al 5, mejoraron en promedio en 10.9%, mientras que los menos pobres lo hicieron en 7.8%, ¿Dónde está la desigualdad?

Rebeca Arias se equivoca también al enfatizar la importancia de JUNTOS, ya que varios estudios reseñados en notas anteriores dan cuenta de que este programa solo explicó un cuarto de la reducción de la desigualdad, mientras que las fuerzas del mercado y el crecimiento económico explicaron el 75% de la mejora en la distribución del ingreso y el consumo.

Los reconocimientos a los logros del Perú no nos inhiben de plantear la necesidad y urgencia de que afrontemos cuanto antes, y con la mayor dedicación posible, una agenda pendiente en reformas vitalesen educación, infraestructuras e instituciones para la construcción de un mejor futuro para todos y seguir mejorando la igualdad de oportunidades.




Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú

Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú

En el artículo “Todos somos prisioneros del aumento de la desigualdad” el columnista británico Tim Harford analiza la evolución de la desigualdad en EE.UU. y otros países avanzados para concluir falazmente que: “La verdad incómoda es que las fuerzas del mercado -es decir el resultado de contratos libremente acordados-  son probablemente la razón fundamental de una gran parte de la desigualdad. ”Sin embargo, esta afirmación no se condicecon la reducción de las tasas de pobreza a nivel mundial y la significativa reducción de la desigualdad entre países ricos y pobres.

Si bien es cierto que dentro de EE.UU. la distancia entre los ricos y los pobres ha aumentado, como consecuencia dela nueva división del trabajo generada por la revolución tecnológica, el ascenso de países emergentes que compiten en el mercado global, y el desempleo que en EE.UU. se ha mantenido cerca del 10% varios años, la globalización ha permitido un proceso acelerado de convergencia entre los países emergentes y los países desarrollados. En el caso de Europa, el extenso “Estado de Bienestar” mal manejado y políticas fiscales insostenibles tuvieron como consecuencia la generación de más desigualdad en el largo plazo, al estancarse el producto y aumentar el desempleo, que en España bordea el 25% y 55% en el caso de los jóvenes.  

Por ello, es irresponsable que la izquierda no pensante utilice la evolución de la desigualdad en los países de Europa y EE.UU. como un ejemplo para desacreditar el modelo de economía de mercado y apertura comercial en el caso peruano, arguyendo equivocadamente, que las reformas de mercado han incrementado la desigualdad, cuando las cifras oficiales del INEI y todos los estudios independientes evidencian lo contrario.

Así por ejemplo, estudiosos del tema,reportan que la distribución del ingreso en el Perú, mejoró hacia finales de la década pasada, en un contexto de alto crecimiento económico (Lopez-Calva y Lustig– 2010, Jaramillo y Saavedra – 2011).Por el contrario, el estudio de Figueroa (1993) sostiene que la desigualdad se deterioró entre 1970 y 1993, es decir, en las décadas en las que primó el modelo estatista, con controles de precios y barreras proteccionistas al comercio. Es destacable que otro estudio (Yamada y Castro)encuentra evidencia que en el periodo 2006-2010, desde la entrada en vigencia del TLC con EEUU, la desigualdad del ingreso medida con el coeficiente de Gini se redujo entre 8% y 11%, mientras que el consumo se desconcentró entre 10% y 11%. Este estudio muestra, además, que los programas de transferencias como JUNTOS solo explican un cuarto de la reducción de la desigualdad, mientras que las fuerzas del mercado y el crecimiento económico explican el 75% de la mejora en la distribución del ingreso y el consumo. También se destaca que el crecimiento del ingreso en este periodo se concentró en los percentiles 20 al 50, lo cual es consistente con el crecimiento de la clase media emergente.

Entonces, queda claro que la apertura comercial y la economía de libre mercado no han generado una mayor concentración de la renta en los ricos, haciendo a los pobres más pobres. Por el contrario, el crecimiento económico impulsado por la inversión privada y la competencia ha tendido a generar empleos más productivos y con ello a incrementar los ingresos laborales, reduciendo el subempleo y la informalidad.

En la última década, hemos experimentado un crecimiento más beneficioso para los pobres de lo que usualmente ocurría, incluso de lo que es usual en el mundo. No solo ha sido solo pro pobre sino que se ha llegado a la situación de que sean los pobres los que más se beneficien. Así, por ejemplo Richard Webb documenta que el jornal agrícola más que se duplico en la última década, mientras que la tasa de crecimiento promedio del sector rural en los últimos 20 años ha sido de 7.2%, muy por encima del promedio de solo 1.4% registrado entre 1900 y 1994. Igualmente, en las zonas rurales se ha registrado en el último lustro un aumento muy significativo en la demanda por vehículos, sobre todo por mototaxis y bicicletas, cuya tasa de crecimiento se encuentra sobre el 40%.

Lo paradójico es que siendo el Perú un país tan heterogéneo en la dimensión geográfica, étnica y cultural, ha sido a través de la economía de mercado que se está logrando reducir la desigualdad,logrando la convergencia de grupos que históricamente han vivido excluidos y en situación de pobreza. El mercado ha hecho su trabajo en reducir el nivel de desigualdad en términos económicos y sociales, pero es tarea del Estado impulsar las reformas en educación, infraestructuras e instituciones, así como en el mercado laboral, para reducir también lapeor de las desigualdades: la de oportunidades.