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Hacia nuevos estándares de salud

Hacia nuevos estándares de salud

La ‘cuarta revolución industrial’ avanza inconteniblemente en todos los frentes. Uno de los de mayor impacto en la vida de los seres humanos es el de la salud. Esta revolución nos ofrecerá entre otros, mejores tratamientos preventivos en línea, mejores sistemas de dosificación de medicinas, vidas más sanas y más años de vida. Tal vez, muchos más.

Como explica The Economist en el siguiente artículo, esto traerá grandes beneficios para quienes tengan acceso a las nuevas tecnologías. Pero puede hacer crecer las brechas entre los más pudientes y los más pobres, llegándose a hablar de la posibilidad de que en el futuro tengamos Hombres y Superhombres, como lo explica Yuval Noah Harari, ver en Lampadia: Del Homo Sapiens al Súper- Humano.

Este eventual desarrollo es la principal razón por la que en Lampadia seguimos la ‘cuarta revolución industrial’ e insistimos en la necesidad de llevar nuestra economía al máximo de crecimiento posible, pues así podremos conseguir los recursos necesarios para cerrar las brechas sociales y económicas que aún mantenemos y, podríamos permitir que nuestros pobres tengan acceso a las tecnologías que transformarán la vida en el planeta.

Como dice The Economist, “La ciencia está llegando a entender maneras de retrasar el envejecimiento. Alégrate, mientras se puedan manejar los efectos secundarios”.

 

Envejecimiento: Engañando a la muerte

The Economist

13 de agosto, 2016

Traducido y glosado por Lampadia

Imagínese un mundo en el que puede colocarse un nuevo corazón, hígado o un  conjunto de riñones a la medida. Todos cultivados a partir de sus propias células, con la misma facilidad con la que hoy se reemplaza una rodilla y cadera. O uno en el que celebre su cumpleaños 94 en una maratón con sus amigos de la escuela. Imagínese, en otras palabras, un mundo en el se haya abolido el envejecimiento.

Ese mundo aún no está en oferta. Sin embargo, algo parecido podría serlo un día. La senescencia, el envejecimiento, o la mengua general de destrezas experimentada por todos con la edad, viene siendo estudiada médicos y biólogos. Suspenderla, no está aún sobre la mesa, pero desacelerarla probablemente sí. Los promedios de vida han aumentado mucho durante el siglo pasado, pero eso fue gracias a una mejor alimentación, vivienda, la salud pública y algunos medicamentos. El nuevo aumento de vida sería producido por medicamentos anti-senescencia, algunos de las cuales pueden existir ya.

Los optimistas afirman, que la vida de muchas personas se extenderá hasta el techo actual de 120 más o menos. Pero puede ser sólo el principio. En la siguiente fase, no sólo subirán los promedios de vida, sino también la vida útil máxima. Si una parte del cuerpo se desgasta, será reparada o reemplazada por completo. El ADN será optimizado para vidas largas. Añada medicamentos anti-envejecimiento y los centenarios se convertirán en algo común.

Hombre y superhombre

Con este fin, muchos esperanzados ‘reparadores’ están preparando sus proyectos. Algunos quieren mejorar tejidos gastados utilizando células madre (precursoras de otros tipos de células). Tal bio-renovación es la base de un no probado, casi vampírico tratamiento de moda en algunos círculos: la transfusión al viejo de sangre joven. El negocio de cultivar órganos de cero también está dándose. Por el momento, estos “organoides” son pequeños, imperfectos y mayormente utilizados para pruebas de drogas. Pero eso seguramente cambiará. La longevidad es conocida por darse en ciertas familias, lo que sugiere que variedades particulares de genes prolongan la vida. Algunos están investigando esto, con la idea de que las técnicas modernas de edición  de genes podrá un día ser utilizada para hacer ajustes cruciales para extender la vida.

Desde el punto de vista de una persona, esto suena muy deseable. Para la sociedad como un todo, sin embargo, tendría profundos efectos. La mayoría de ellos serán buenos, pero no todos.

Una de las preocupaciones es que las vidas más largas exacerbarán los problemas sociales y económicos existentes. El reto más inmediato será el acceso a tratamientos anti-envejecimiento. Si una vida larga es cara, ¿quién la conseguirá primero? Ya hoy día,  los ingresos son uno de los mejores predictores de la esperanza de vida. Ampliar la brecha con tratamientos inaccesibles para los pobres, podría profundizar las divisiones que ya están creando tensiones en las democracias.

¿Serán discriminados los trabajadores de mayor edad, o los números les darán a ellos el látigo en la mano sobre los jóvenes? ¿Se aferrarán los jefes, aguantando las carreras de sus subordinados, o se aburrirán y harán algo completamente distinto? ¿Y todas aquellas personas de edad, dejarán de considerarse a sí mismos personas de edad avanzada, conservando actitudes mentales y físicas vigorosas, o serán más conservadores (porque las personas de edad tienden a serlo)?

Una razón para esperar que los ancianos sean menos rígidos es que la vida misma sería más que una sola historia, una serie de nuevos inicios. Las crisis de mediana edad podrían ser no tanto sobre la recaptura de la juventud perdida, sino sobre  elucubraciones sobre  cómo hacer lo mejor en el siguiente medio siglo.

El retiro se convertiría en una opción más lejana para la mayoría, ya que los pozos de pensiones tendrían que ser enormes para soportar vidas útiles extendidas. Con este fin, el portafolio de la carrera se convertiría en la regla y la educación tendría que cambiar en consecuencia. La gente podrá volver a la escuela a los 50 años para aprender algo completamente diferente. Sin duda el obrero necesitará un descanso físico. El contador podría convertirse en un médico. El abogado, un trabajador de la caridad. Tal vez algunos tomen largas pausas entre las carreras y se diviertan salvajemente, sabiendo que la medicina les puede ofrecer reparaciones sobre la marcha.

El aburrimiento y la necesidad de variedad, alterarían también la vida familiar. ¿Cuántos atarán el nudo en sus años 20 en la expectativa de estar con la misma persona 80 años después? El socio (pareja) de por vida, ya en declive, podría convertirse en una rareza, siendo reemplazado por una serie de relaciones, cada una de una duración considerada hoy como un período decente de convivencia. En cuanto a la reproducción, presumiblemente los testículos de los hombres sigan funcionando indefinidamente y, a pesar de que se considera que los ovarios de la mujer tienen un número finito de los óvulos, sin duda la tecnología sería capaz de crear nuevos. Los que quieran podrán así seguir procreando durante décadas. Eso, y el matrimonio en serie, hará que sea más difícil hacer un seguimiento de quién está relacionado con quién. Las familias empezarán a parecerse más a las redes laberínticas. En un mundo donde los matrimonios no duran, las mujeres de todo el mundo tendrán mayor libertad para divorciarse y los patriarcas de edad, perderán finalmente su hegemonía.

Esta especulación es divertida, y básicamente optimista. La promesa de una vida más larga, bien vivida, redondearía a una la persona, pero esta visión del futuro depende de una cosa: que la larga existencia sea también sana. La humanidad debe evitar la trampa que cayó sobre Titán, el troyano mítico al que los dioses le concedieron vida eterna, pero se olvidó de pedir también juventud eterna.

Remitir a Matusalén

La trampa de Titán ha surgido porque los cuerpos han evolucionado para ser vehículos  de usar y tirar para llevar los genes de una generación a la siguiente. Los biólogos tienen una frase para ello: el soma desechable. Explica no sólo la senescencia en general, sino también por qué la demencia, el cáncer, problemas cardiovasculares, artritis y muchas otras cosas se evitan en la juventud, pero se embuten en la vejez una vez que termina la reproducción. Esto, también, deben ser tratado si una vida larga y saludable se convierte en lo normal. Además, incluso el cerebro sano puede envejecer mal. Un órgano evolucionado para dar cabida a 70 u 80 años de recuerdos puede no ser capaz de lograrlo para 150 años.

Sin embargo, el entendimiento biológico está avanzando a buen ritmo. La longevidad está a nuestro alcance, aún si la inmortalidad puede no estar cerca o no ser tan interesante como a algunos fantasiosos les gusta creer. Asegúrese de elaborar una lista muy larga de deseos.

Lampadia




Un debate técnico sobre el futuro de las pensiones

Un debate técnico sobre el futuro de las pensiones

Compartimos con nuestros lectores el magnífico ensayo que David Tuesta, experto internacional en inclusión financiera y conocedor de los sistemas de pensiones de todo el mundo, ha preparado para Lampadia sobre los incentivos de ahorro para la vejez.

Como hemos indicado anteriormente, lo natural del ser humano es preferir el goce actual versus el futuro. Tuesta nos explica esto y otros factores que los Estados deben considerar para velar por la mejor condición de sus poblaciones mayores.

La política menuda nos puede estar empujando a cometer un gran error en el tema previsional. Aún estamos a tiempo de evitarlo.

El Caballo de Troya, ejemplo clásico de un disparate (folly en ingles)

Esta publicación se inscribe en nuestro esfuerzo por promover un debate serio sobre el tema pensionario, antes de que el Congreso apure una norma votada sin ningún sustento técnico. Esperamos que el Presidente del Congreso, Luis Iberico, pueda manejar adecuadamente esta imperiosa necesidad. Veamos qué nos dice Tuesta:

El poder de los incentivos para incrementar el ahorro para la vejez en el Perú

Por David Tuesta, Jefe de la Unidad de Inclusión Financiera del BBVA Research, Madrid

En un país donde cerca del 70% de los trabajadores están en la informalidad, traduciéndose en un ridículo ratio de cobertura pensionaria, preocupa enormemente la viabilidad futura del Perú desde una perspectiva económica y social. Algunos dirán que esto es exagerado y que hasta hoy no ha pasado ninguna catástrofe, pues las redes familiares se encargan del que no tiene pensión y así seguirá. Yo diría que esa afirmación es muy cándida e imprudente, si se tiene en cuenta que la población en vejez es hoy sólo el 3% de la población y que en 35 años cuando empiecen a jubilarse los que hoy ingresan a trabajar, este porcentaje se aproximará al 10% del total de la población. ¿Seguiremos pensando que en un país donde más que se triplicará el porcentaje de ancianos, las cosas seguirán igual? ¿Queremos cargarles un mayor problema a nuestros hijos y nietos? Hay que actuar pronto en promover en las personas un mayor ahorro para la jubilación. Solucionar el problema de la informalidad será clave, pero no podemos esperar a que ese día llegue. Se debe y se puede actuar desde ya.

¿Qué puede hacer el Estado para que la gente ahorre más para la vejez? El Estado tiene responsabilidad para solucionar una falla de mercado existente. Los agentes económicos no están suficientemente informados ni capacitados para tomar las decisiones más eficientes en este ámbito. Malas decisiones significarán luego mayores costes para otros colectivos como los datos demográficos anteriores nos lo indicaban, y que eventualmente puede terminar costándole más al contribuyente y por ende al Estado.

Adicionalmente, la teoría del comportamiento económico confirma que el comportamiento de los seres humanos al tomar decisiones no es el más afortunado, por decir lo menos. Como hallarían reputados economistas (Kanheman, Tversky, Thaler, Shiller, entre otros), los agentes económicos racionales que aparecen en los libros de economía, son cualquier otra cosa menos seres humanos (Thaler hablaba de los Econs versus los Humans). Los seres humanos suelen tomar decisiones de manera impulsiva y dejando para después algunas que son importantes (sorprendentemente, de manera consciente). Solemos priorizar el consumo presente antes que el futuro. Este ser humano está muy alejado de aquel individuo que tomaría decisiones al estilo del “ciclo vital” o basados en la “teoría del ingreso permanente”. En el caso de pensiones, nuestro ser humano tiene problemas de inconsistencia temporal (prefiere más el presente que el futuro) y va a preferir consumir más que ahorrar. Varios estudios de experimento de campo demuestra esto recurrentemente. Por tanto, pregonar el argumento de la “libertad de elegir” no es lo más recomendable para la sociedad en el caso de pensiones.

Lo anterior no significa que el Estado deba adoptar un rol intervencionista. El espacio para la obligatoriedad podría existir para que los individuos ahorren en sus pensiones bajo una tasa de aporte razonable. Pero también debemos entender que el pragmatismo sugiere que el cumplimiento de “deberes” requiere un marco económico-institucional que lo haga factible. La informalidad se constituye en un obstáculo para que esta intervención directa bajo criterios de obligatoriedad funcione en este amplio colectivo de la sociedad peruana.

Adicionalmente los desincentivos para ahorrar para la vejez de forma regular y constante para un trabajador informal que recibe su paga de manera irregular, no guardan consistencia. Así mismo, si este tuviera posibilidades de destinar 10% a algún tipo de ahorro/inversión tendría una lista larga de preferencias muy importantes para la familia antes que ahorrar en pensiones: comprarse una casa, educación para sus hijos, salud, entre otros. La primera conclusión al respecto es que “el mismo traje o vestido no le acomoda a todo el mundo”.

Por tanto, deberemos entender que al sector informal no podremos emplearle el mismo “traje” que le aplicamos al sector formal. El sector formal, en su mayoría trabaja para una empresa bajo una ley laboral que le permite percibir determinados beneficios sociales contemplados en la ley, y donde la firma se encarga del trámite de retenerle su porcentaje de ahorro para la jubilación obligatoria y trasladársela a su fondo de pensiones. En el sector informal, nada de lo anterior sucede, y el Estado no tiene capacidad de control.

Dicho lo anterior, hay que pensar en un sistema de pensiones a la medida del colectivo informal. Se necesita empezar a construir un sistema de pensiones donde la clave sea una participación voluntaria muy bien incentivada, tomando ventaja de todo lo que nos vienen enseñando la teoría del comportamiento.

Lo primero que habría que pensar, es en la búsqueda de un circuito masivo donde los trabajadores informales interactúen con la formalidad. Hay algunas pistas respecto a actividades por donde este colectivo transita: el pago por el consumo de minutos para comunicación celular, consumo de telefonía fija, consumo de luz, entre otros. Otros circuitos pueden ser el uso de servicios financieros. Finalmente, otra vía de transito es el que tiene el Estado, a través del pago de tasas municipales, tasas por circulación vehicular y licencias de conducir. El pago del IGV (IVA en otros países) puede ser otra vía a considerar para este esquema de ahorro voluntario.

Por tanto, habría que pensar cómo hacer operativa estas vías para incorporar en su circuito de valor un “porcentaje de ahorro para las pensiones”. El uso de estas vías masivas ya viene siendo testeado en forma de programas pilotos de ahorro en algunos países, tales como recordatorios de ahorro a través de mensajes de mensajes SMS  que ayuda a la gente a planificarse y automatizar el ahorro (http://juntosglobal.com/blog/), o mecanismos de descuento el recibo de telefonía para el ahorro para el retiro (http://www.ideas42.org/wp-content/uploads/2015/11/I42_571_MexicoPensionsReport_ENG_final_digital.pdf).

Los ejemplos anteriores tienen el objetivo de movilizar, darle un “empujón” (nudge), al comportamiento de los individuos, tomando ventaja de la “inercia” que manifiestan sus acciones. Por ejemplo, imaginemos que se pueda incorporar “por descarte” un incremento para todos de un 3% en el recibo del celular, o en el recibo de la tarjeta, el mismo que se transfiera directamente a su cuenta de ahorro para pensiones en la institución financiera de su preferencia, dándole al mismo tiempo, la opción de poder renunciar expresamente a dicha retención. Esta “afiliación automática a pensiones”, ha demostrado en varios países que funciona para diferentes fines que las personas consideran útiles e importantes, y que las tasas de renuncia al descuento suelen ser bajas. El caso de enrolamiento automático a pensiones en Inglaterra bajo el sistema NEST, viene mostrando tasas de renuncia a la contribución bajísimas. Se puede también aplicar esquemas del tipo “Save More Later”, en el que automáticamente le programen una mayor tasa de contribución a su fondo de pensiones, digamos por ejemplo, de 2 puntos porcentuales más cuando usted cumpla los 40 años, siempre con la opción de decir que no en cualquier momento. La clave de hacer automático este ahorro y dejar que la intervención de la medida sobre la inercia en las acciones del individuo haga el resto.

Otros incentivos que pueden ayudar a complementar esto es el de los esquemas de transferencias de recursos o apoyo, sujeto a un compromiso de ahorro de las personas. Los esquemas de matching contributions para pensiones, han venido incorporándose paulatinamente en varios países del mundo tal como se observa en un libro que edité con colegas del Banco Mundial (https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/11968). Buscar un esquema en el cual las personas contribuyan un determinado aporte y el Estado se comprometa a realizar otro similar que lo acompañe (que haga el matching), ha sido la base de esquemas como el 401K en los Estados Unidos, el Reister en Alemania, y en otros esquemas de pensiones como en Nueva Zelandia, Japón, Corea y China. En Colombia, recientemente han incorporado el esquema de los Beneficios Económicos Periódicos (BEPs), con un esquema de matching para incentivar a los trabajadores informales (http://www.beps.gov.co/inicio/index.php) y cuenta ya con casi 200 mil personas del mundo informal activamente vinculadas a este programa. Chile desde hace algunos años ha incorporado también un esquema de matching para incentivar el ahorro a pensiones de los trabajadores jóvenes que se ha implementado gradualmente (https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/11968).

Otra medida para fortalecer el poder de los incentivos, es el de hacer más tangible para las personas el ahorro en pensiones. El ahorro para la vejez suele verse como un tema muy lejano y que compite directamente con otras necesidades de gasto-inversión más urgentes como el ahorro para la compra de una vivienda, la inversión en educación para los hijos (que a la postre puede ser el “plan de pensiones” de muchos padres) o el capital de trabajo para el pequeño negocio familiar. En ese sentido, es necesario que los fondos de pensiones logren alinear los objetivos de corto y largo plazo. Por ejemplo, se podría pensar en que si las personas ahorran durante 10 años continuos, se pueda permitir que un porcentaje de su cuenta se use para la cuota inicial de una vivienda; incluso el Estado podría pensar en que el crédito tenga algún tipo de subsidio por parte del gobierno como lo fueron los programas Mivivienda. También se podría pensar que el matching a pensiones otorgado por el Estado a la fecha pueda ser usado en su totalidad para la compra de vivienda. Similar esquema podría pensarse con salud, educación o el pequeño negocio. Esta “apertura mental” de los hacedores de política para permitir que una parte de los fondos de pensiones se utilicen para otros fines, existen en los modelos del Kiwi Saver en Nueva Zelanda (https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/11968) así como los BEPs en Colombia mencionado arriba.

El poder que tienen los incentivos para intervenir positivamente sobre las decisiones económicas de los agentes es sorprendentemente muy efectivo. Hay muchas ideas y medidas ya aplicándose en el mundo que pueden valorarse para ayudar a incrementar la participación para el ahorro en la vejez en el Perú, en particular en el amplio colectivo informal que no contribuye. La experiencia internacional es una excelente vitrina para brindar inspiración a los hacedores de política económica en el Perú. Si hay ganas de mejorar la cobertura en el Perú esta es una vía que nuestros políticos y técnicos deberían revisar pronto. Lampadia