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Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Estabilizar la economía argentina es un reto que el presidente Fernández se ha propuesto enfrentar en el plazo inmediato, sin embargo, con medidas equivocadas a nuestro parecer, dado el accionar que ha tomado en la línea de política fiscal y monetaria en el primer mes que viene gobernando.

Un reciente artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, incide sobre cómo la administración de Fernández persiste en controles de precios que son fundamentales en la asignación de recursos en una economía como son los salarios y el tipo de cambio. Lo que es peor, en el frente monetario, se ha convenido por seguir expandiendo la oferta de dinero con la justificación de incentivar el consumo, a la vez que se utiliza para financiar el creciente déficit presupuestario.

Un país como Argentina que enrumba hacia la hiperinflación -el año pasado la inflación fue del 54% anual, la más alta en casi tres décadas – esta estrategia no haría más que consolidar un suicidio económico que propendería más indigencia y pobreza en los próximos meses.

Finalmente consideramos que en el frente fiscal también se visualizan errores de política. En vez de darle respiro a la economía de la excesiva carga fiscal de la cual es víctima, además considerada entre las más altas en el mundo, se persiste en aumentar impuestos a las exportaciones agrícolas. A la par se propone hacer frente al pago del principal adicional pedido por el gobierno de Macri al FMI – de US$ 11,000 millones – lo cual hace menos creíble el honrar la deuda pública hacia los inversionistas tenedores de bonos.

En ese sentido, persistimos que la única salida para el problema económico de Argentina es un plan de ajuste (ver Lampadia: Un análisis del plan económico de Fernández), reflejado fundamentalmente en una liberalización de precios y corte de la emisión monetaria. Si bien esto tendría un impacto negativo en el corto plazo como todo programa de shock, en el mediano y largo plazo aliviaría sobremanera a una economía que sigue enferma por la persistencia de políticas populistas en las últimas 7 décadas de su historia. Lampadia

El nuevo gobierno de Argentina se enfrenta a la economía
Los peronistas son confusos sobre sus planes a largo plazo

The Economist
18 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Hace un mes que Alberto Fernández asumió el cargo de Mauricio Macri como presidente de Argentina y, contrariamente a lo que se pronostica, el cielo sobre la Pampa aún no se ha derrumbado. Después de haber heredado una situación económica grave, que incluía lo que Fernández, un peronista, llamó un “incumplimiento virtual” de las deudas del país, su gobierno ha comenzado haciendo más o menos lo que dijo que haría. Adoptando casi el enfoque opuesto a su predecesor, ha presentado una política fiscal dura y una política monetaria laxa y aún no ha dicho mucho sobre cómo manejará la deuda. Los controles de cambio y precios, y la calma del verano del sur, se han combinado para comprar el tiempo del nuevo equipo. ¿Pero lo usarán sabiamente?

Intentaba ganar tiempo para reformar una economía enferma que puso a Macri en problemas. Un conservador de libre mercado, acumuló deuda para financiar un ajuste fiscal gradual hasta que los inversores se asustaron, lo que provocó una carrera por el peso y obligó al gobierno a los brazos del FMI. La economía cayó en recesión, la inflación aumentó al 54% el año pasado y Macri perdió las elecciones presidenciales. El primer objetivo del nuevo equipo, según Martín Guzmán, el ministro de economía, es “detener la caída”.

Han impulsado rápidamente un paquete de emergencia de medidas principalmente fiscales. Estos incluyen aumentos de impuestos sobre las exportaciones agrícolas y los viajes al extranjero, y una congelación de seis meses de muchos precios, salarios y pensiones. El impacto en los argentinos más pobres se ha atenuado con pagos adicionales. Según la Fundación Capital, una consultora en Buenos Aires, las medidas se suman a una restricción fiscal de alrededor del 1,5% del PBI. Si se implementan completamente, equilibrarían los libros antes de los pagos de la deuda este año.

Esto ha sido compensado por una opaca política monetaria. El banco central ha dicho que su intención es mantener tasas de interés reales positivas y evitar préstamos “excesivos” al gobierno. En la práctica, el banco está impulsando las tasas de interés hacia territorio negativo y es “la imprenta del gobierno”, como lo expresa un economista que trabajó para una administración peronista anterior. Los funcionarios piensan que esta expansión monetaria revivirá el consumo y, por lo tanto, la economía. Confían en los controles de precios para mitigar su impacto inflacionario. Los críticos creen que simplemente ampliará la brecha entre la tasa de cambio oficial de 60 pesos por dólar y la tasa de libre mercado (en 77 esta semana). Esto impulsará la inflación.

Tanto Fernández como sus funcionarios insisten en que Argentina quiere pagar sus deudas (a diferencia de 2001, cuando los peronistas aplaudieron el incumplimiento) pero que necesita más tiempo para hacerlo. Eso es ampliamente aceptado por sus acreedores. Se espera que una misión del FMI visite Buenos Aires en las próximas semanas. Guzmán, un estudioso de las crisis de la deuda sin experiencia en el mercado financiero o el gobierno, dice que quiere un acuerdo con los tenedores de bonos por $ 100,000 millones para fines de marzo.

El tiempo es la esencia. Si el gobierno se mueve rápidamente, los bonos seguirán en manos de inversionistas institucionales en lugar de fondos de buitres litigiosos, señala Héctor Torres, quien era el director de Argentina en el directorio del FMI. Con el propio FMI, el gobierno probablemente buscará un nuevo acuerdo de reserva para extender los US$ 43,000 millones que debe pagar en 2022-23. Ha evitado retirar US$ 11,000 millones pendientes del préstamo del FMI de Macri. Eso es un error, argumenta Torres, ya que el dinero podría hacer que sea más fácil llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos. Sería arrojar dinero bueno después del malo, reconoce el nuevo equipo de gobierno.

“Estamos navegando por un pasaje estrecho”, según Guzmán. Falta una tabla para el otro lado del corredor. A menos que sean estrictamente temporales, los controles crearán grandes distorsiones del tipo que se acumuló bajo Cristina Fernández de Kirchner, la poderosa vicepresidenta, que ocupó el cargo principal de 2007 a 2015. El gobierno aún no ha vinculado sus medidas de emergencia a un plan macroeconómico. Esto puede deberse a que Fernández, un moderado pragmático, debe negociar no solo con los acreedores sino también con su vicepresidenta, una populista de izquierda.

Su postura es, pues, ambigua. Por un lado, ha subrayado acertadamente que Argentina necesita aumentar sus exportaciones, y ha pedido un consenso nacional sobre un plan a largo plazo. Por otro lado, en referencia al FMI, arremetió contra “recetas que siempre han fallado”. De hecho, siempre han fallado solo en Argentina, que siempre ha querido jugar según sus propias reglas. “El mundo, desafortunadamente, es real”, como lo expresó el escritor Jorge Luis Borges. Es tarea de Fernández persuadir a los argentinos de eso. Lampadia




¿Quién será Alberto Fernandez?

¿Quién será Alberto Fernandez?

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

Esta semana asumió la presidencia argentina Alberto Fernández, junto a su vice Presidenta (y para algunos, presidenta de facto) Christina Kirchner. Junto con el volvieron al poder en Buenos Aires las barras bravas de la política porteña:

  • los íntimos de Cristina como Carlos Zanini, quien estuviera procesado y preso por corrupción vuelve nada menos que como Jefe de los Abogados del Estado Argentino;
  • la Cámpora, el grupo peronista que conduce Máximo Kirchner (hijo de los  ex presidentes) paso a manejar dos instituciones claves para el clientelismo peronista: las pensiones y los subsidios  sociales[i], colocando en este último lugar nada menos que a su novia Luana Vulnovich[ii].
  • Los empresarios acusados de corrupción y que estuvieron presos por esta causa, como Cristóbal López, acusado de los “cuadernos de la corrupción argentina” y de haber lavado el dinero para la compra de los departamentos del edificio donde vive Cristina[iii], también volvieron a la Casa Rosada.

Alberto Fernández, al asumir el cargo a través de su discurso intentó por un lado llamar a la unidad y por otro no dejó dudas de que hará todo lo que este a su alcance para que a justicia no persiga a su vice presidenta. Ambas cosas, pese a sus gestos de cordialidad con el saliente presidente Macri, llevan a pensar que Alberto Fernández no será el presidente real de la Argentina, sino un émulo más de Cámpora, el breve presidente argentino que puso Perón desde el exilio y que fue, un testaferro político muy leal. La frase de aquella época era: “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder”. La frase de hoy sería obviamente Alberto al Gobierno, los Kirchner al poder.

¿Sin embargo, este es el destino ineludible de Alberto Fernández?  ¿Haber sido únicamente el velo necesario para conseguir los votos que le faltaban a Christina para legar al poder? ¿Ser el testaferro político del Peronismo siglo XXI? O, lo que es peor, ¿ser solamente el puente hasta que Christina se deje de disimulos y tome las riendas del poder por mano propia, como lo hizo Perón en 1973?

Creemos que no.

Alberto Fernández puede seguir un destino propio. Puede ser el Lenin Moreno de la Argentina. El mandatario a quien se digitó para una conducción calculada y a quien pensaba dirigir desde Bruselas el ex gobernante Rafael Correa, pero que resulto tener juego propio, iniciativa, autonomía y coraje para ejercer el poder conseguido del voto popular. Contra esta posibilidad en la Argentina, de un Alberto Fernández autónomo, conspirará como siempre la tenaza peronista que aprieta desde el congreso, los sindicatos y hasta las uniones empresariales mercantilistas. Contra esa posibilidad jugarán desde luego los peronistas afines a Christina, quienes no dudarán en cesarlo. Por esta razón, no es casual que, pese a los malos modales de Christina con el presidente saliente, Alberto Fernández si se haya fundido en una largo abrazo con Mauricio Macri en la toma de poder y haya aludido en más de una ocasión los slogans del partido radical opositor, para enviar una señal en ambos casos a la oposición argentina. Alberto, puede comenzar su propio juego antes y no esperar a sentir tras la nuca la respiración cercana de sus partidarios que vendrán a anunciarle el relevo. Allí puede ser demasiado tarde. Puede actuar con sus cercanos dentro del peronismo y la oposición y pasar de ser un Cámpora del siglo XXI a ser un émulo de Lenin Moreno.

Sin embargo, también cabe una posibilidad un poco más dramática. Que Alberto Fernández sólo siga los destinos de Alberto Nisman, el Fiscal que se “suicido”[iv] en la víspera del día que iba a acusar a la ex presidenta Cristina. No se puede saber si el “suicidio” sería personal o político, pero puede ser una posibilidad en la trama política Argentina, que no se guarda nada. Por esta misma razón, tal vez a Alberto, no le quede otro camino que ser Alberto Fernández, como en Ecuador no le quedó otro camino a su presidente que ser Lenin Moreno y librar a esa nación también del designio de otros.

¿Tendrá el coraje de hacerlo? Sólo el tiempo lo dirá. Lampadia

[i] https://marcelobonelli.cienradios.com

[ii]  Los otros funcionarios del nuevo equipo económico de Alberto Fernandez. www.infobae.com

[iv] Las investigaciones realizadas por este hecho concluyeron luego de que se trató de un homicidio y los policías encargados de su custodia se hallan procesados por tal hecho.