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Pretenden destruir una joya regada por millones de peruanos

Pretenden destruir una joya regada por millones de peruanos

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

El gobierno pretende destruir algo de lo mejor que se ha desarrollado en el Perú, la agricultura moderna, que lleva frutas y hortalizas de primera calidad a los mercados más lejanos y sofisticados del mundo, creando empleo formal en el sector rural y transformando el campo, el espacio de mayor pobreza en un creciente emporio de prosperidad.

Así lo hemos denunciado hace pocos días. Ver en Lampadia: La finta de la 2da reforma agraria – Gobierno juega a la política con el sector agrario.

Hoy queremos compartir con nuestros lectores un magnífico artículo de Carlos Amat y León de junio de 2017: El gran cambio en el comercio exterior del agro – La Nueva Agricultura Peruana, en el que muestra la gran productividad de la agricultura peruana, que en 180,000 hectárias puede producir el mismo valor que otros países en 2’570,000 hectáreas.

La maniobra política del gobierno se ensaña con el sector que debe concentrar todos los esfuerzos para insertarlo en los mercados internacionales, que permite una transferencia de riqueza desde los consumidores más ricos del mundo, a los productores pobres del Perú.

El desarrollo de las agroexportaciones está a medio camino. Ya cubre gran parte de la costa, la vertiente oriental de los andes con el cacao y el café, y ya empieza a abrcar la sierra con la quinua, la tara, y la papa entre otros. El potencial de desarrollo en la sierra es inmenso, especialmente con los granos andinos y las raíces. Camino ya abierto en los mercados internacionales por la quinua.

Cortar este proceso es un crimen social, que debemos rechazar con toda nuestras fuerzas.

Veamos el artículo de Amat y León:
El gran cambio en el comercio exterior del agro
La Nueva Agricultura Peruana

Carlos Amat y León
Profesor  Emérito Universidad del Pacífico
Ex Ministro de Agricultura
Para 
Lampadia

En aquellos tiempos, hasta mediados del siglo pasado, reinaban los  “Barones del azúcar y del algodón”. La Sociedad Nacional Agraria ponía y deponía presidentes según las circunstancias, manejaban las mayorías parlamentarias, controlaban el Banco Central de Reserva y ejercían una gran influencia en los medios de comunicación. Por entonces, a fines de los años 50´,  los agro-exportadores generaban el 46 % de las divisas y la minería y el petróleo aportaban el resto. Es decir,  la Cerro de Pasco Corporation y la Internacional Petroleum Company. Sin duda, este grupo era la base moderna de la economía nacional y el motor del crecimiento del país. Los  protagonistas políticos de la época fueron el General Manuel Odría, quien derrocó al ilustre jurista José Luis Bustamante al atreverse controlar el tipo de cambio en 1948. Y, por supuesto, el presidente Dr. Manuel Prado (1956–1961) y su Ministro de Hacienda Pedro Beltran, propietario de la hacienda algodonera Montalván, en el valle de Cañete.

Sin embargo, durante las últimas seis décadas, hemos experimentado todo tipo de revoluciones y en todas las dimensiones de la vida nacional. Este orden económico y social ha sido transformado en sus fundamentos  productivos, en la composición y dinámica social y en sus articulaciones con la economía global. En este corto período de historia hemos vivido lo que en Europa ocurrió en seis siglos.

Efectivamente, nuestra más alucinada creatividad no hubiera imaginado en 1960 la metamorfosis de la revolución cubana hasta la Venezuela contemporánea,  la explosión demográfica urbana de  Lima Metropolitana y su transporte público, la reforma agraria y el éxodo campesino, la brutalidad de Sendero Luminoso simultánea con la demolición financiera  del sector público y la hiperinflación de Alan García, la estrangulación y mercantilización del Estado por Fujimori y Montesinos y la sistemática corrupción corporativa, pública y privada, durante los últimos 4 gobiernos, con la excepción de  la primavera cívica de Valentín Paniagua. Y tampoco hubiéramos previsto la masificación del celular y el uso generalizado de internet.

Sin embargo,  en los últimos veinte años, también hemos sido capaces de sostener un crecimiento económico acumulativo, con una tasa promedia anual de 6 %. Esta es una experiencia inédita en la historia de la república. Quizás esta sorprendente acumulación del capital productivo ha rebasado y, en muchos casos asfixiado, la capacidad institucional y la habilidad de las personas para gestionar una actividad económica más compleja y dinámica. Es un hecho que este crecimiento ha reducido notablemente el índice de pobreza a 21%, aunque se debe reconocer la persistente informalidad del 70 % de la economía y de la sociedad, a pesar de las sistemáticas reformas laborales y tributarias para superarla.

Pero en este artículo queremos llamar la atención sobre los cambios en el comercio exterior del agro y el surgimiento de un  nuevo empresariado – los agro-exportadores-, durante este último período. Ellos son uno de los protagonistas de la transformación del país y de la inserción de la actividad productiva en la economía global.

En el cuadro adjunto hemos organizado la información del Boletín Estadístico del Comercio Exterior Agrario del Perú del año 2016, (SIEA- Minagri), seleccionando en la columna de las exportaciones los productos agrícolas cuyo valor(FOB) de exportación se aproximan al valor (CIF) de los  productos importados más importantes.

Por ejemplo, con el valor de la exportación de uva de mesa  (US$ 646 millones) más el valor de los arándanos (US$ 237 millones), se obtiene US$ 883 millones. Con ese monto se puede financiar los US$ 885 millones que cuesta importar los productos derivados de la soya: granos, harinas, torta y aceites.  La cantidad importada equivalente en granos de soya es aproximadamente 2.1 millones de TM.

Lo interesante del cuadro son los términos de Intercambio de recursos. En este caso, el área cultivada que se utiliza en el Perú para exportar ese valor de  uva y arándanos son 30 mil hectáreas. El cultivo de esa área se intercambia con 1 millón de hectáreas que tienen que ser cultivadas por los otros países, para producir la soya que consumimos por un valor de US $ 885 millones. Si quisiéramos producir lo que consumimos (autosuficiencia alimentaria), tendríamos que utilizar algo más de un millón de hectáreas en nuestro país, ya que tenemos rendimientos menores en soya que USA, Brasil y Argentina. En resumen, en el caso de la soya,  la seguridad alimentaria para nuestro pueblo la conseguimos cultivando 28 mil hectáreas de uva de mesa y 2 mil hectáreas de arándanos y nos ahorramos el uso de 1 millón de hectáreas. 

Debemos advertir que este intercambio del uso de áreas cultivadas tiene mayores impactos, ya que también se intercambia el uso hídrico, fertilizantes, pesticidas, herbicidas y la energía para aplicarlas en los campos de cultivo. Además, en los países señalados, se cultiva la soya a escala continental, con un despliegue impresionante de vehículos, maquinaria y equipos para la siembra, cultivo y la cosecha. Adicionalmente al trabajo en el campo, se debe añadir el uso de edificios, instalaciones, almacenes y el transporte para llegar a los mercados. Para construir todo ello, se requiere extraer fierro, producir acero y fabricar la maquinaria, utilizando principalmente energía fósil: carbón y petróleo. Obviamente, la huella de carbono y el efecto invernadero de este millón de hectáreas es enorme.

También habría que hacer el balance entre el intercambio de mano de obra y el tipo de organización empresarial.  Se nos viene a la mente la comparación de la pequeña y mediana agricultura y su impacto en los centros poblados como Ica, Trujillo y Piura, con las empresas corporativas de gran escala en Estados Unidos, Brasil y Argentina.

Un balance similar se muestra con la suma del valor de la exportación del espárrago más el mango por un valor de US$ 850 millones. Esta cifra es muy similar a los  US$ 852 millones que se paga por la importación de trigo.  En términos de recursos, intercambiamos las 34 mil has de espárragos más las 22 mil has de mango que se cultivan en el Perú, con 1´100,000 has que tienen que cultivar los otros países para producir el trigo que nos venden.

En la exportación de palta más capsicums (páprica y pimiento piquillo), obtenemos un ingreso de US $ 526 millones, valor aproximado a los US $ 580 millones que requiere la importación de maíz amarillo. En términos del área utilizada, intercambiamos 52 mil hectáreas por las 390 mil hectáreas cultivadas en los países vendedores de maíz amarillo.

De igual manera se compara en la parte inferior, dos grupos de productos de menor intercambio. Primero se contrasta el valor de la exportación de mandarinas y maracuyá con el valor de la importación de azúcar; y, de otro lado, se compara el valor de la exportación de alcachofa más cebolla con el valor de la importación de arroz.

En síntesis, el 2016, la exportación de diez frutas y hortalizas generan las divisas necesarias para financiar  la importación de los principales alimentos industriales, como la soya, el trigo, maíz amarillo, azúcar y arroz. Y se muestra sobre todo, un extraordinario intercambio de recursos en el mercado internacional: en el Perú usamos 180 mil hectáreas de cultivo, a cambio de 2`570.000 hectáreas que cultivan en el resto del mundo, para abastecer nuestro mercado interno. Pero también es el  intercambio de la pequeña y mediana agricultura peruana con la agricultura internacional corporativa, de grandes extensiones, mecanizada y el uso intensivo de energía fósil.

Especial mención merece el café y el cacao. El primero es el principal producto de exportación con US$ 756 millones y se cultiva en 394 mil hectáreas. El segundo se cultiva en 131 mil hectáreas y se exporta por un valor de US$ 210 millones. Los actores empresariales  en estos casos son el pequeño y el mediano agricultor. Ambos son estratégicos para desarrollar la economía de la ceja de selva y la mejor alternativa para combatir el narcotráfico.

La agro-exportación no se reduce a estos productos. Se exporta 638 partidas arancelarias a 142 países e importamos alimentos de 106 países. Sin duda, nuestro posicionamiento en el mercado es global y creciente. Según ComexPerú, en el primer cuatrimestre de 2017, la agro-exportación se ha incrementado en 5% en un entorno de desaceleración de la economía nacional.

Ciertamente la sociedad y la economía de los “barones de la azúcar y el algodón” no es lo que el tiempo se llevó. Son los agro-exportadores peruanos los que están construyendo un nuevo país.

Se debe aprovechar los Tratados de Libre Comercio para ampliar, diversificar y profundizar la aceptación de nuestros productos en esos mercados, de manera creciente y sostenida.  Por otro lado, se debe reconocer que los procesos de comercialización de las frutas y hortalizas son más complejos y  los protocolos de cumplimiento de las  normas sanitarias, sociales y ambientales son más estrictas. Así mismo, los consumidores de estos productos en los países desarrollados son más exigentes en la certificación de la calidad e inocuidad de los mismos.

Perú ya se posicionó en estos mercados. Utilizando un reducido  número de hectáreas, ya ocupa en la actualidad los primeros puestos como exportador de espárragos, uvas, paltas y mango.  Duplicar o triplicar la superficie cultivada en estos productos no será fácil. Aunque no hay restricción de tierra, ni de agua, ni de energía, ni de tecnología. La tarea es desplazar de los mercados  la producción de los otros países competidores en base a la mejor calidad,  menor precio y oportunidad de venta de los productos.

El gran desafío será el de imprimir en la mente y en el corazón de los consumidores que nuestras frutas y hortalizas “valen un Perú”, al igual que la gastronomía. Pero también debemos garantizar el cumplimiento de nuestros contratos. Por lo tanto, la respuesta consistirá en construir la infraestructura que reduzca los costos de logística, organizar las plataformas institucionales regionales para ofrecer los servicios de gestión de segundo piso, instalar parques empresariales integrados con centros de innovación tecnológica y promover la red de centros de capacitación para formar el staff profesional y técnico calificado. Lampadia




2021… un buen año de agua

2021… un buen año de agua

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 28 de mayo de 2021
Para Lampadia

El tema preferido de los agoreros del clima es la sequía. Hay quienes dicen que con el calentamiento global habrá escasez de agua para toda la humanidad. Para esos videntes de desdichas, la agricultura peruana está condenada a una sequía apocalíptica.

El problema es que luego de los anuncios agoreros, no solo no aparece la sequía, sino todo lo contrario; los ríos se cargan de bote a bote – inclusive algunos se desbordan – y los agricultores brindamos por ello.

A los hechos me remito. Todos fuimos testigos de la gran cantidad de agua que transcurrió por nuestros ríos – entre diciembre y abril pasados – camino al mar. Incluso, muchos no ven – seguramente por temas de soroche – la belleza de las lagunas altoandinas llenas, las pasturas de la Sierra verdes y frondosas, y el ganado sano y bien nutrido. Además ¡qué grato resulta medir la recuperación de los acuíferos subterráneos de la Costa, luego de meses de abundancia de aguas de avenida!

Ahora – acabada la temporada de lluvias – entramos al estiaje, y muchos se lamentarán por la escasez de agua. Pregunto: ¿qué hicieron esos quejumbrosos para retener parte de las abundantes aguas de lluvias que tuvieron frente a sus narices y que se perdieron en el mar? La respuesta es… nada.

Entonces, en vez de quejarse – más bien – hay que actuar como corresponde. Desde las cabezadas de nuestras cuencas – en hermandad entre la Costa y la Sierra, tal como lo hicimos entre Ica, Huancavelica y Ayacucho en el período 2015 / 2018 – hasta las desembocaduras de nuestros ríos en el mar, debemos llevar a cabo lo que se denomina la “Siembra y Cosecha de Agua”.

Arriba – donde más llueve – debemos construir muchos reservorios; pequeños, medianos, y grandes. No importa el tamaño, sino el volumen de agua almacenable por todos los reservorios en conjunto. De eso se trata; de guardar la mayor cantidad de aguas de lluvias posible, para disponer de ellas en los estiajes.

También debemos reforestar y revegetar todas las cabezadas y quebradas. La tala indiscriminada de los últimos años ha dejado a nuestros cerros pelados, lo cual – ante cualquier lluvia, por más pequeña que sea – deviene en mortíferos huaicos que arrasan con todo lo que encuentran en su camino. La vegetación compuesta de bosques y pastizales se constituiría así en una gigantesca esponja natural, que retendría el agua de lluvias, y evitaría la erosión de nuestras quebradas.

La agricultura de secano debe cederle el paso a la agricultura bajo riego. Y el riego en sí, debe tecnificarse a todo nivel. Hay que instalar aspersores de agua en las planicies y quebradas altoandinas, y riego por goteo en las partes medias y bajas de nuestros valles estupendos.

Los acuíferos deben manejarse sosteniblemente. En efecto, el subsuelo sirve muy bien para almacenar grandes cantidades de agua. En ese sentido, los acuíferos se rellenan naturalmente; a través flujos de aguas superficiales (ríos, acequias, surcos, etc.) y artificialmente; a través de procesos de infiltración inducida, tal como se está haciendo en Ica, con resultados muy favorables.

Pero el manejo eficiente del agua implica – también – acciones administrativas innovadoras, tales como tarifas diferenciadas, o lo que en su momento planteamos como “tomas libres”. ¿Qué significa eso? Pues que en épocas de abundancia – llámese, en las temporadas de lluvias, como la que acaba de pasar – casi no se debe cobrar por el agua. Y todas las compuertas deben abrirse para que el agua discurra libremente por todos los cauces y acequias.

En cambio, el agua regulada; aquella proveniente de reservorios y represas debe cobrarse a tarifas que cubran los costos de inversión y distribución del agua. De esa forma, promovemos la infiltración de las aguas de avenida, para – precisamente – recargar al máximo los acuíferos, y hacer uso de las aguas subterráneas en los estiajes. Y todo ello, sin afectar las finanzas de las Juntas de Usuarios

Dicho esto, no podría concluir este artículo sin dar gracias a Dios y a la madre naturaleza, simplemente porque después de un 2020 realmente seco, dispusieran que este año 2021… sea un buen año de agua.

La del estribo. ¡No al estatismo controlista e inoperante! ¡No al totalitarismo opresor y corrupto! ¡No al populismo demagógico! ¡No al marxismo – leninismo fracasado en todo el mundo! ¡No al terrorismo sanguinario y su aliado el narcotráfico! ¡No al candidato violentista que con su matonería – en el 2017 – amenazó y forzó a la bruta a los maestros y escolares de Ica para que no vayan a clases!

Este domingo ¡votemos por la democracia! ¡votemos por la libertad! ¡votemos por el Perú! Lampadia




Empresas creadas por la reforma agraria

Empresas creadas por la reforma agraria

Giovanni Bonfiglio
Para Lampadia
Mayo 2021

Con la reforma agraria de 1969 se han expropiado las mejores tierras del país y han sido entregadas a empresas asociativas (básicamente cooperativas). En total fueron constituidas 671 empresas asociativas, donde la propiedad de la tierra era común, fue la mayor experiencia de colectivismo agrario de América Latina.

Pocos años después de haber sido constituidas, la gran mayoría de esas empresas entraron en crisis y fueron disueltas por sus propios dueños. Más allá de las intenciones políticas y sociales de la reforma, cabe hacer la pregunta: ¿A qué obedeció el masivo colapso de empresas autogestionarias? ¿Qué lecciones deja esa experiencia para el presente de la agricultura peruana? Para responder esas preguntas, en 2018 se llevó a cabo un estudio, que ha consistido en visitar una muestra de 155 de esas empresas (24% del total), seleccionadas con criterios de representatividad. El resultado del estudio ha sido expuesto en el libro “Las empresas de la reforma agraria peruana. 40 años después”[1]. Lo que sigue es un apretado resumen de las conclusiones del mencionado estudio.

El 99.4 % de las empresas de la reforma agraria fueron liquidadas a lo largo de un proceso iniciado en 1980 (en algunos casos desde antes) y culminado en 1990. Fue un proceso de descolectivización democrático, pues en todos los casos la decisión fue tomada libremente en asambleas de trabajadores socios.

Razones del colapso

Las razones del masivo colapso empresarial han sido diversas y complejas. En primer lugar, se debe mencionar el afán de autonomía de los trabajadores agrarios, así como el deseo de ser propietario de la tierra individualmente. Ese afán no se mostraba con claridad desde el inicio, sino al cabo de algunos años. Es que frente a la propiedad colectiva de la tierra hubo una actitud cambiante: al inicio se la aceptó, como se acepta un caballo sin mirarle los dientes. En realidad, se aceptaba la tierra y los recursos afectados, mas no las empresas.

Otros elementos que han estado a la base de las empresas asociativas colectivas ha sido la ausencia de mérito en el desempeño de cada uno de sus miembros. Pues los que trabajaban menos recibían la misma remuneración de los que trabajaban más, ello derivó en desaliento en el conjunto de trabajadores y desinterés por lo colectivo, con la consiguiente reducción de la productividad y la crisis económica de las empresas, que ya a fines de la década de 1970 con pocas excepciones se encontraban en situación de falencia.

En última instancia, lo que derivó en la inviabilidad del modelo empresarial fue la dificultad de poder ejercer capacidades de gestión a su interior. Ello era consecuencia del hecho que no se concedía autoridad a quienes debían gestionar las empresas, fuesen gerentes contratados o dirigentes de los trabajadores. Esta situación se ha dado en todos los tipos y tamaños de empresas, tanto en la costa como en la sierra; incluso en empresas que estaban bien articuladas, con buena dotación de recursos productivos y con acceso a mercados. 

Otro hallazgo del estudio es que el colapso empresarial no se dio de inmediato, sino que, mientras no se daba la posibilidad jurídica (y política) de parcelar las tierras, las empresas se mantenían en medio de un “equilibrio de bajo nivel” que implicaba sub utilización de sus recursos, con gran reducción de la productividad.

Las sorprendentes analogías entre la gobernanza de cooperativas con la gobernanza nacional

Un resultado sorprendente del estudio ha sido encontrar que en las cooperativas se daban formas de gobernanza que son análogas a las que se dan a nivel nacional.  Es que en las empresas asociativas hay dos tipos de órganos: los de gobierno y los ejecutivos. Es la clásica división de poderes al interior de toda empresa, solo que en las empresas autogestionarias, lo órganos de gobierno están en manos de los mismos trabajadores, que tenían capacidad de decisión. Esta división de poderes es análoga a la que se da en los órganos del estado nacional: el parlamento en cuanto representante del pueblo, es análogo a la asamblea de socios de una empresa autogestionaria. Por otro lado, el poder ejecutivo a nivel nacional es análogo a la gerencia de una empresa.

En el estudio realizado se encontró que en las empresas asociativas autogestionarias la división de poderes llevaba a situaciones de equilibrios inestables y a veces oscilantes. Por lo general predominaba un poder sobre el otro, difícilmente había un equilibrio entre ambos. Cuando predominaban los órganos de gobierno (asamblea de socios y consejo directivo), las decisiones llevaban a desorden y crisis económica de la empresa. Luego de producirse la crisis y el desorden, se daba un período de predominio del poder ejecutivo (gerentes), para intentar el reflotamiento de la empresa y sobre todo, asegurar el pago de salarios.

Cuando no había posibilidad de que gerentes eficientes asuman el poder ejecutivo, la empresa no necesariamente entraba en colapso inmediatamente, sino se mantenía con un “equilibrio de bajo nivel” que implicaba baja productividad y reducción de la producción. Hay que tener en cuenta que durante el período del gobierno militar muchas empresas eran subsidiadas, vía préstamos que no eran devueltos. Ello explica el colapso del Banco Agrario en esos años. El movimiento pendular entre predominio de un poder sobe el otro hace recordar la historia política nacional que muestra oscilación entre períodos más democráticos y otros más autoritarios. 

En las cooperativas, cuando las crisis llevaban a la posibilidad de colapso empresarial (y por tanto al no pago de salarios), los socios entregaban todo el poder a un gerente que pudiera reflotar la empresa o a un dirigente que asumía funciones ejecutivas. Esa es la figura del líder providencial, carismático y “bonapartista” a quien, en momentos de crisis nacional se le entrega todo el poder.

La corrupción no fue una causa, sino un síntoma

La corrupción en las empresas de la reforma fue algo bastante extendido. Ello no significa que los trabajadores del campo fuesen deshonestos por naturaleza, sino que no había capacidad de controlar los recursos de las empresas (“en arca abierta el justo peca”).

Las acusaciones de corrupción no siempre estaban fundadas, muchas veces eran una coartada o un recurso en la competencia por el poder. Ahí también se encuentra una analogía con el sistema político nacional, donde ha propagado lo que se llama la judicialización de la política, donde los adversarios políticos no son combatidos con ideas, sino con acusaciones de corrupción. Desde este punto de vista vale la apreciación según la cual las empresas autogestionarias expresan en “micro”, lo que se da a en nivel “macro”, a nivel nacional. Al igual de lo que sucedía en las empresas de la reforma agraria, a nivel nacional asistimos al hecho que el mayor problema percibido por la población es “la corrupción”; se siguen confundiendo los síntomas con las causas de los problemas.

La falta de cultura de mérito y la consiguiente anomia

Cuando se analiza lo que ocurría en las empresas de la reforma agraria, se nota claramente la recurrencia de situaciones de desorden que bien pueden ser interpretadas como expresión de anomia social. La situación típica de la anomia es la falta de controles y la imposibilidad de sancionar faltas, tanto en positivo como en negativo. Ello se expresaba no solo en la falta de control sobre los recursos de las empresas, sino en la falta de mérito en las retribuciones: lo que recibían los flojos era lo mismo de lo que recibían los que se esforzaban en trabajar o que cumplían sus jornadas de trabajo, cosa que derivaba en reducción del esfuerzo productivo y en la dilagación de actitudes de aprovechamiento personal de los recursos de las empresas. En última instancia, la anomia derivaba en vacío de poder, no solamente al interior de las empresas sino también en el entorno social.

La conversión de cooperativas en comunidades campesinas en la sierra, se explica en buena medida por la búsqueda de orden. Ello no significó incremento de comunitarismo productivo, como aparece a primera vista, sino es justamente lo contrario: dilagación del minifundismo y del individualismo productivo, pues en las comunidades se acepta la individualización de parcelas y hasta su diferenciación. Además, la constitución de comunidades campesinas venía a suplir la falta de capacidades del Estado de titular pequeñas propiedades, cosa que querían los trabajadores del campo.

La anomia que se daba al interior de las empresas contagió al resto de la sociedad, en la medida en que hubo masiva migración del campo a la ciudad en un contexto de debilidad del Estado y retracción de las autoridades públicas en general. No es casualidad que desde la década de 1980 se instaló en todas las ciudades del país la “cultura combi”, es decir, desorden y resistencia a cumplir normas de tránsito. Desde entonces, la “falta de seguridad ciudadana” fue el mayor problema percibido por la población, incluso más que la pobreza.

Así como en la década de 1980 se dio el “enrejamiento” de las propiedades y las casas en las ciudades, se ha dado un “enrejamiento” de parcelas y las propiedades agrarias. Al viajar actualmente por el campo peruano se ven por todas partes cercos espinosos y pircas que marcan el límite de parcelas. Solo donde la tierra es poco productiva no hay linderos, porque en realidad no hay mucho interés en cercarla. Incluso en la costa hemos encontrado rondas campesinas, como en la provincia de Huarmey y de Santa. Desde ese punto de visa, la aparición de rondas campesinas es expresión de la debilidad e incapacidad del Estado en dar seguridad a la población rural.

La capacidad de gestión: el “bebito” que estaba dentro del agua sucia que se botó

Con la reforma agraria se buscó superar situaciones de injusticia y desigualdad, que eran reales. Había que mejorar las condiciones de trabajo y salariales en las empresas agrarias privadas. Eso se pretendió eliminar al expulsar a propietarios privados (denominados en conjunto como “gamonales”), pero al mismo tiempo se eliminó algo que en ese momento no se valoraba: la capacidad de gestión que tenían esos empresarios. Se eliminaron ambas cosas a la vez: la propiedad privada de la tierra y junto a ella la capacidad de gestión. Hay que aclarar que en la década de 1960 la gran mayoría de los empresarios agrarios eran modernos, solo en lugares apartados de la sierra había algunos hacendados tradicionales; en ninguna parte había una dominación y sujeción personal de los trabajadores como se daba en la época de feudalismo agrario. Ya antes de la reforma, en el campo peruano predominaban relaciones laborales capitalistas, como mencionan todos los estudios llevados a cabo. En realidad, la reforma quiso “voltear la tortilla” social utilizando y manipulando sentimientos de revanchismo étnico, con un alto costo en términos de descapitalización del campo y colapso de la producción. La experiencia indica que los intentos “revolucionarios” generan más problemas de los que pretenden resolver. Pues la situación de pobreza y marginación del campesinado se mantuvo luego de la reforma.

Actualmente, en el período post reforma, todos los programas de apoyo a la competitividad agraria buscan fijar capacidades de gestión en el campo. El minifundismo requiere que pequeños productores se asocien, pero cualquier forma de asociación supone también capacidades de gestión. La prueba es que las únicas cooperativas que funcionan son aquellas donde hay gerentes eficientes y con capacidad de orientar el proceso productivo o de comercialización conjunta. Hoy estamos a la búsqueda del “bebito” que se botó junto al agua sucia hace 50 años. 

La Reforma agraria no ha contenido el terrorismo, más bien ha generado las condiciones para que dilague, en el campo y las ciudades.

El vacío de poder que se dio en el campo (anomia) y que luego contagió a las ciudades, intentó ser llenado por fuerzas políticas en auge que ingresaron a la pugna de poder; no solo del poder local sino del poder del Estado. Entre esos grupos, el más exitoso fue SL, que se introdujo en las empresas asociativas, acelerando su liquidación y planteando las consignas de “muerte a los corruptos” (la coartada perfecta). Desde ese punto de vista, hay relación entre el vacío de poder generado por la reforma agraria y el terrorismo de la década de 1980. Un Estado en retirada y colapsado económicamente, no tenía recursos económicos ni políticos para enfrentar ese embate.

La gran conclusión en vistas del futuro del campo

Con la reforma agraria se pretendió resolver el problema de la pobreza en el campo. Pero solamente fue beneficiada una parte minoritaria de los trabajadores agrarios, aquellos que trabajaban desde antes en las haciendas y una parte de las comunidades campesinas que fueron incluidas en sociedades agrícolas de interés social. Pues desde antes, la mayoría de los campesinos eran independientes y no formaban parte de ninguna empresa. La reforma agraria no creó empresas, sino las transformó en cooperativas.

El reto que enfrentamos hoy en el campo no es tanto el de redistribuir propiedad, sino de llevar capacidades de gestión en el campo, junto a servicios de asistencia técnica y crediticia, así como facilitar acceso a mercados. Eso es lo que demandan campesinos y pequeños productores agrarios.

Lampadia

[1] Giovanni Bonfiglio. “Las empresas de la reforma agraria peruana. 40 años después”. Fundación Bustamente de la Fuente. Lima, 2019, 323 p.




La agricultura de hoy en el mundo

La agricultura de hoy en el mundo

Uno de los principales cambios en el mundo es la migración de más de la mitad de la población mundial de zonas agrícolas a zonas urbanas. Esto se debe al progreso económico de las ciudades, pero un inconveniente es la falta de priorización de la agricultura, un sector económico crucial que proporciona alimentos para alimentar a la humanidad.

Un reciente artículo del Brookings Institute titulado “¿Dónde se produce la mayoría de los alimentos?” afirma que “la naturaleza de la agricultura es especialmente importante cuando se considera la posibilidad tentadora de eliminar la pobreza extrema dentro de una generación”. Por lo tanto, considera importante hacer un análisis sobre el sector en un informe titulado “¿Qué significa ‘agricultura’ hoy? Evaluando viejas preguntas con nueva evidencia”, que proporciona una visión general de los tipos de cultivos en los países emergentes, basado en los datos de la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO).

En el informe, se destacan cinco conclusiones principales:

1. Los cereales son fundamentales en la mayoría de los países

El cuadro inferior muestra hasta qué punto, en los países en desarrollo, los cereales representan la mayor parte del área cosechada. De hecho, se puede ver claramente que la mayoría países tienen más de la mitad de sus tierras de cultivo cosechadas en cereales, como es en el caso del Perú.

Cultivo con mayor proporción de superficie cosechada

2. El tipo de cereal cultivado está relacionado con la geografía

Diferentes plantas crecen en diferentes lugares. El cuadro inferior muestra patrones geográficos claros para los cultivos de cereales. El Perú, específicamente, aparece como no tener un cereal predominante en este mapa, pero es importante recalcar que en los últimos años la Quinua se ha vuelto un cereal andino muy codiciado a nivel mundial. Otros granos andinos que cultivamos son la kiwicha (o amaranto), la qañiwa y el tarwi, estos productos tienen un alto valor proteico, mayor al de los demás cereales y un gran potencial de popularizarse a nivel mundial.

Cereales predominantes en cada país

(donde cada uno representa al menos el 20 % del área cosechada)

3. Solo unos pocos países lideran la producción de cultivos comerciales

Los cultivos comerciales son más prominentes en la región de América Latina, donde 20 de los 29 países producen más del 15% del área cosechada con productos como el azúcar, el café y el cacao, principalmente. El Perú, como se puede observar, se especializa en la producción del café. Recordemos que el Perú es el sexto exportador de café en el mundo y el primer abastecedor de cafés especiales a Estados Unidos.

Con esta información, el informe busca brindar un breve resumen de la diversidad de la agricultura en el mundo en desarrollo en la actualidad. También señalan como importante el hecho que las áreas cosechadas y las mezclas de cultivos continúan evolucionando en distintos patrones en todo el mundo y “a medida que el mundo se enfrenta a una nueva generación de desafíos económicos, sociales y ambientales, debemos prestar mucha atención a los contornos cambiantes de donde realmente crecen los alimentos”.

Agricultura en el Perú

En el Perú, por ejemplo, ha crecido increíblemente en los últimos años. Mientras que, en 2000, las empresas agroexportadoras peruanas exportaban bienes por menos de US$ 700 millones, valor que para el año 2017 bordea los US$ 6,000 millones (en términos reales las exportaciones se cuadriplicaron).

La agricultura peruana ha convertido al Perú en uno de los diez primeros países proveedores de alimentos en el mundo y es una de las principales actividades económicas que impulsan el desarrollo del Perú, acompañando a la minería en la generación de empleo formal rural y divisas para nuestro país.

En Lampadia publicamos un artículo: La Nueva Agricultura Peruana, en el que se muestra que en solo 180 mil hectáreas de uvas, arándanos, espárragos, mangos, paltas, capsicum, mandarinas, maracuyá, alcachofas y cebollas, generamos exportaciones de US$ 2,600 millones; que equivalen a importaciones por el mismo monto de soya, trigo, maíz amarillo, azúcar y arroz, pero que para producirse, los países que nos abastecen necesitan usar 2’570,000 hectáreas. Esta industria de exportaciones de alimentos es muy sofisticada, de alto valor agregado y muy alta productividad.

Quizás más importante es que el desarrollo de este sector no se ha quedado en la costa, también la sierra viene incorporándose al proceso de manera importante. Por ejemplo, el éxito de la quinua peruana en los mercados internacionales es el pasaporte para el desarrollo exitoso de la exportación de los demás granos andinos y mañana de los tubérculos y raíces. Ver en Lampadia: La Quinua lleva a la sierra a los mercados globales y al desarrollo.

El desarrollo de la agricultura en el Perú es un brazo paralelo de la revolución de la gastronomía, pues sin nuestros ingredientes locales, esta no podría haber llegado a generar una oferta tan singular y valiosa. Por eso, es importante apoyar a este sector que tiene tanto potencial. Lampadia




Otro complot contra la agroexportación

Otro complot contra la agroexportación

Telesur, la cadena de televisión bolivariana se suma al complot contra las agroexpoertaciones peruanas. Ver el video a continuación:

En verdad, no se puede esperar nada de dicho canal, pero lo más lamentable es que un peruano se sume al complot. Jaime Delgado, el ex congresista que hace más mal que bien con sus campañas para supuestamente defender al consumidor, se despacha con la siguiente barbaridad:

“En el campo, lamentablemente, por la falta de formación, falta de cuidado, de control, echan la bomba atómica todos los días, con tal de librarse de las plagas y eso luego está quedándose en el producto, ¿cómo saberlo? Nadie no los está informando, esa es una información oculta lamentablemente, en estas circunstancias lo que correspondería es declarar en emergencia el sistema de control y sanidad agrario”.

Jaime Delgado, que se presenta como ‘experto’ en Derechos del Consumidor

Delgado comete TRES grandes e inaceptables errores:

  • Primero hace generalizaciones inaceptables con las que desprestigia toda la agricultura peruana.
  • Segundo, miente al decir que SENASA oculta información.

  • Tercero, lo más grave, plantea: “en estas circunstancias lo que correspondería es declarar en emergencia el sistema de control y sanidad agrario”.

La afirmación de Jaime Delgado en el video, conllevaría la paralización de las agroexportaciones. Un crimen contra el país, y espacialmente contra nuestros pobres en el campo. 

La agroexportación es una de las industrias más sofisticadas y exigentes, pues es muy difícil poner frutas y hortalizas frescas ene las mesas más exigentes del mundo. 

Líneas abajo presentamos el artículo de nuestro colaborador, Benjamín Cillóniz, sobre la realidad de la inocuidad alimentaria en el Perú:

La inocuidad alimentaria nos involucra a todos

Benjamín Cillóniz
Especialista en producción y comercialización agrícola
Para Lampadia

Hace unos días circuló a través de la “nube” un video de la cadena Telesur con respecto a la contaminación de alimentos en Perú, con algunas afirmaciones que valdría la pena aclarar.

Se aseguró que las autoridades ocultan resultados de análisis de residuos de pesticidas y al mismo tiempo indicaron que solo se analiza los productos de agroexportación. Faltó mencionar que:

  • Los análisis se hacen a pedido de los exportadores para definir si es viable o no, exportar sus productos.
  • Luego de recibir sus resultados, deben cruzarlos con los límites máximos de residuos (LMR) de pesticidas que son fijados para cada producto y cada país de destino.
  • Si el país de destino no ha fijado el límite para un ingrediente activo determinado, en un producto determinado, simplemente la materia no puede ser detectada en destino.
  • De ser detectado, el lote será rechazado.
  • Ese fue justamente uno de los motivos por el cual, las exportaciones de quinua peruana tuvieron un final no muy feliz hace unos años, cuando los productores cayeron en que, al ser un producto poco cultivado en otros países del mundo, casi no tiene límites definidos.
  • Debido a esto, muchos lotes fueron rechazados ni bien se detectó alguna parte por billón de algún pesticida.
  • No podemos decir que la quinua peruana era menos inocua que otros alimentos, simplemente no podía tener rastros de pesticidas por falta de regulación en sus LMRs.

Extrañamente, en el video, también se habló de micotixinas en páprika. Para ser más específicos hablemos de aflatoxinas y ocratoxinas. Ambas toxinas son generadas por hongos oportunistas de los géneros Aspergillus y Penicillium que están en el ambiente y son los mismos que aparecen en el pan o algunas frutas que guardamos demasiado tiempo en nuestras cocinas. No tienen nada que ver con las aplicaciones que hace el agricultor.

Estos hongos se desarrollan mayoritariamente durante el proceso de secado al sol, luego de la cosecha. De hecho, una posible forma de reducir estas toxinas sería aplicando fungicidas que eviten el desarrollo de estos hongos, pero al hacer esto, superaríamos los LMRs de esos fungicidas y elevaríamos los costos de producción. Justamente la determinación de límites máximos de estas toxinas, ha sido uno de los motivos por los cuales el Perú pasó de exportar poco menos 60 millones de Kg de paprika en el año 2008, a no poder superar los 40 millones de Kg en los últimos años.

El mercado mundial de alimentos funciona con normas claras y estrictas. No hay alcaldes mafiosos, ni jueces que por unos verdecitos te declaren inocente. Si no cumples las reglas, estás afuera.

Al igual que el laboratorio de SENASA hay al menos otros tres laboratorios privados que brindan este servicio en el país y ninguno de ellos puede divulgar los resultados sin la autorización del solicitante, así que vale aclarar que SENASA no ha ocultado nada y más bien parece haber cedido a la presión mediática para entregar resultados, lo cual, ciertamente, no va a generar ningún problema porque no hay nada que ocultar. Distinto será cuando se ejecute el plan de inocuidad solicitado por algunos países importadores, en donde SENASA deberá realizar, obligatoriamente, un numero de análisis al año para monitorear la evolución de la industria. El problema es que esto cuesta y SENASA anda corto de fondos. Es por ello que los gremios agroexportadores tienen que financiar algunas actividades que, por ley, corresponden al SENASA, pero no pueden realizarse por falta de fondos o lentitud en su aprobación.

La agroexportación peruana es una historia de éxito ya que ha sido un motor de crecimiento cumpliendo con las normas súper estrictas de los países de destino, tanto en calidad, inocuidad, responsabilidad social y medioambiental.

De ahí que a muchos de nosotros nos molesta que nos tilden de explotadores, cuando cumplimos con un nivel de control que ninguna empresa que se limita al mercado local, lo hace. Dicho esto, es importante decir que, en todos estos años, Perú ha tendido muy pocos casos de rechazo de productos frescos en destino – ya sea por residuos, presencia de plagas o falta de documentación – y la mayoría de los rechazos, fue debido a turistas despistados que llegan a los aeropuertos de destino con productos que solo pueden ingresar cumpliendo los protocolos fitosanitarios establecidos por cada país. Aun así, los gremios agroexportadores – conformados por agroexportadores serios y responsables –  junto al SENASA, están siempre atentos a cualquier requerimiento que tenga la industria para garantizar la viabilidad del sector.

Por lo tanto, hemos y seguiremos siendo un país confiable para todos aquellos que tienen la suerte de deleitarse con nuestras espectaculares y deliciosas uvas, espárragos, paltas, cítricos, arándanos, etc, etc. Esto es sin duda alguna, algo que nos debe llenar de orgullo y no debe ser usado para fomentar enfrentamientos inútiles.

En el mismo video-  y de manera extensa – se habló de la situación del mercado local. Es cierto, en Perú no se tienen determinados los límites máximos de residuos de pesticidas, por lo tanto, es muy probable que buena parte de los alimentos que consumimos superen los LMR fijados en otros países. Sin embargo, ahora me toca defender a mis colegas productores. Gran parte de la culpa la tenemos todos, como sociedad, por castigar productos solo por su apariencia. Si vemos una mandarina que tenga una mancha, no la llevamos. Si vemos una lechuga con un gusano, probablemente le tomemos una foto y trataremos de denunciar hasta al policía de la esquina, y así, les puedo dar muchos ejemplos más, de falta de consecuencia, donde queremos alimentos inocuos, pero bajo nuestras condiciones de apariencia y precio.

La sociedad ha empujado a los agricultores – en especial a lo de escasos recursos – a quitarse estos problemas a como dé lugar. [Por ejemplo, prohibiendo el uso de transgénicos que justamente harían innecesario el uso de varios agroquímicos].

Asumamos que el día de mañana hacemos algo simple y aplicamos, de la noche a la mañana, los LMR que usa Estados Unidos (principal importador de productos de agroexportación peruana). De pronto, buena parte de los agricultores que abastecen el mercado local, no podrán vender sus productos, con lo cual les pondremos la estocada final a miles de peruanos. Ante la caída en la oferta, los precios se dispararán. ¿Se acuerdan del Limón durante y luego las lluvias del norte?. Aun así, no conseguiremos todos los productos que solemos comprar. Habrá que importar muchos alimentos que tendrán que cumplir con los mismos límites.  ¿Qué haremos como consumidores? ¿Asumiremos el aumento en el precio y la escasez de productos con una sonrisa en la cara? ¡Lo dudo mucho! Así que antes de apuntar con un dedo, preguntémonos cómo podemos contribuir.

Regresando a nuestra salud, debo decirles que yo estoy tranquilo. Hoy en día, el mundo es mucho más seguro en cuanto a inocuidad alimentaria. Los pesticidas han evolucionado gracias a la preocupación que el mundo muestra y debe seguir mostrando. Las tecnologías de aplicación son cada vez más eficientes.  La frase: “todo tiempo pasado fue mejor” trata de explicar esa extraña necesidad que tiene el ser humano para convencerse de que estamos empeorando y créanme que en este caso, hemos evolucionado para bien. El arseniato de plomo, DDT y otros, abundaban en los platos de los peruanos que hoy tienen más de 50 años y al menos yo, no veo humanos con cola de chancho. ¿y el cáncer que mencionan en el video?.  Ese es – en mi opinión – uno de los peores argumentos que se usan para culpar cualquier motivo (porque se usa para muchos). La esperanza de vida en el mundo ha aumentado porque cada día encontramos la cura de muchas enfermedades que antes se llevaban a varios a la tumba, y si un numero baja, otro tiene que subir. De algo nos tenemos que morir y si no me voy a morir de rubiola, sarampión, lupus, tuberculosis, neumonía, etc, entonces las probabilidades de que me muera de cáncer, aumentan.  ¿Quieren reducir este porcentaje a como dé lugar? Quiten los cinturones de seguridad de los carros y van a ver lo rápido que baja. Para asegurar que los pesticidas están generando un aumento del cáncer tendríamos que fijar todas las demás variables (ceteris paribus) pero eso no es posible en la vida real. No digo que sea imposible que los pesticidas generen más cáncer, pero tampoco debemos afirmar, tan ligeramente, que sean la causa de un aumento porcentual.  ¿Acaso han descartado que sea por el uso de celulares, no usar bloqueadores solares, drogas nuevas, etc, etc? Por supuesto que debemos preocuparnos por mejorar la inocuidad de nuestros alimentos, pero ¿realmente creen que definir y hacer cumplir LMRs sería la primera prioridad en Perú? ¿Cómo son nuestros mercados? ¿Cómo funciona la cadena logística? ¿Qué se les puede pedir a los agricultores que abastecen el mercado local?

Ojalá que los que declaran en ese video vayan a Coccachacra a decirle a los agricultores del Tambo que una semana antes de iniciar sus cosechas deben hacer – para cada lote y variedad – un análisis que cuesta aproximadamente US$ 200 + IGV por cada muestra, y si el análisis arroja algún ingrediente activo que supere su LMR, tendrá que elegir entre las siguientes opciones:

a) Enviar su producto asumiendo que su lote no será analizado.

b) Rezar que el pesticida logre degradarse completamente desde que tomó la primera muestra, hasta que la autoridad competente tome una nueva muestra.

c) Enterrar su producción antes de generar mayores costos.

Créanme que cuando lo hagan, lo único que querrán declarar en emergencia, será su vida.

En conclusión:

  1. La agroexportación peruana es segura y exitosa (mientas no cambiemos las reglas de juego).
  2. Podemos ayudar a reducir el problema como consumidores, al no castigar productos por defectos cosméticos.
  3. El reto de sacar de la pobreza a los pequeños agricultores será una tarea titánica y muy compleja.
  4. El mundo es cada día más responsable en cuanto a inocuidad alimentaria y eso nos beneficia a todos. Debemos seguir por ese camino, siendo consecuentes e informándonos bien.
Lampadia



El 8º gran desafío de la agricultura peruana… el populismo político

El 8º gran desafío de la agricultura peruana… el populismo político

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 1 de junio de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

¡Qué problema! Una vez más, el populismo político está al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más – el populismo, sólo el populismo, y nada más que el populismo – pretende malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.

Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria y – su complemento – el Régimen Laboral Agrario constituyen dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de la Región Ica están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la dación de las dos leyes en cuestión.

Por lo visto, estábamos en lo correcto – los iqueños – en consignar al POPULISMO POLÍTICO como el 8º gran desafío de nuestra agricultura. Recordemos. La agricultura empresarial peruana – y sobre todo la iqueña – es un éxito a nivel mundial. No obstante – como todo en la vida – enfrentamos ciertos desafíos.

Los 8 grandes desafíos identificados últimamente son:

  1. El agua
  2. La tierra
  3. La sanidad
  4. La mano de obra
  5. Los mercados
  6. La tecnología y la gestión empresarial
  7. La infraestructura y
  8. El POPULISMO POLÍTICO

Los primeros 7 desafíos han sido – y siguen siendo – afrontados con mucho esfuerzo e imaginación.

  • La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.
  • Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!
  • En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo.
  • La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, Essalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en nuestra región! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.

  • Los productos agrícolas peruanos están en todo el mundo. El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.
  • La agricultura empresarial de nuestro país constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, biogenética, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben… pero más sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.
  • Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, en Ica tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!
  • Pues bien. El POPULISMO POLÍTICO… el 8º gran desafío de la agricultura peruana. Ese que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder… ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.

Últimamente, he hablado con muchos paisanos a este respecto, y todos están indignados. Y yo – como Gobernador Regional de Ica – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender la legislación que propició tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestra región. ¡No al populismo político! Lampadia