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Fobia empresarial en el agro peruano

Fobia empresarial en el agro peruano

Fernando Cillóniz B.
CÍLLONIZ.PE
Ica, 5 de marzo de 2021
Para Lampadia

Según la Real Academia Española (RAE) “fobia” significa aversión o rechazo. “Fobia” también significa odio o antipatía por alguien o por algo. En el caso concreto del presente artículo, “fobia” significa odio y envidia por el éxito empresarial en el agro peruano.

Efectivamente, una vez más – como tantas veces en el pasado – la envidia y la mediocridad están al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más, el populismo, la demagogia y la politiquería pretenden malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.

Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria – la recientemente derogada – y su complemento el Régimen Laboral Agrario, constituyeron dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de Ica y Chavimochic están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la aplicación de las dos leyes en cuestión.

La agricultura empresarial peruana es un éxito a nivel mundial. Excepto para ciertos políticos locales – incluidos algunos periodistas, académicos y dirigentes sociales – que jamás han visto lo que ha pasado en los estupendos huertos frutícolas y hortícolas de nuestra Costa.

La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.

Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!

En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo. La pequeña agricultura – incluso, la de la Sierra y la Selva – está cada vez más presente en las exportaciones de paltas, mangos, bananos, granadas, cítricos, espárragos, alcachofas, quinua…

La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, EsSalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y la dignidad también. ¡Cuántas mentiras se han vertido en torno a las notables mejoras en las condiciones de trabajo en el campo, y en el trato a los trabajadores y sus familias!

Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en Ica y La Libertad! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.

El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.

La agricultura empresarial de nuestro país – grande, mediana, y pequeña – constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, genética de plantas y animales, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben – fundamentalmente, por el aumento de las remuneraciones de los trabajadores – pero también sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.

Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!

Pues bien. La fobia al éxito empresarial en el agro y el populismo político… eso que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder, ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.

Muchos peruanos estamos indignados a este respecto. Y yo – como hombre de campo que he sido toda mi vida – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender – y respaldar – a quienes propiciaron tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestro país. Me refiero a empresarios, técnicos, científicos, docentes, trabajadores, funcionarios, proveedores, comerciantes, consumidores… a TODOS.

¡No al populismo político! ¡No a la fobia empresarial en el agro peruano! Lampadia




La destrucción de la agricultura moderna

La destrucción de la agricultura moderna

Pablo Bustamante Pardo
Para Lampadia

Lamentablemente en el Congreso de la República, respondiendo a las presiones políticas de corto plazo, se pretende legislar apuradamente sobre un sector de la economía que tiene el mayor bolsón de empleo formal en el ámbito rural. El sector de la agricultura moderna ha mostrado un muy buen desarrollo, tanto por el crecimiento de las exportaciones, como por la mejora y el crecimiento del empleo.

Si se dictaran por ley, nuevas remuneraciones mínimas, como se han adelantado en este proceso, se podría destruir el sector. Veamos el siguiente cuadro:

Como puede verse en el gráfico si se fija el jornal diario en 65.07 soles, se quebraría la industria. La destrucción de la viabilidad económica del sector se daría incluso con menores aumentos, como los voceados para las empresas medianas y chicas.

Algo que también se puede apreciar de las cifras del cuadro superior es que la rentabilidad para los inversionistas es bastante módica. Si consideramos que el stock de inversión en la agricultura moderna es del orden de US$ 13,000 millones, sin incluir el valor de la tierra, tendríamos una rentabilidad (2019) de 5%.

Ver en Lampadia: Resultados de la ley de promoción agraria

Veamos también, cómo ha evolucionado la pobreza en Ica, en comparación con la del Perú:

Ica es el departamento con menor pobreza en el Perú. El cuadro superior, con cifras del 2018, muestra que la pobreza de Ica es del orden de 3%, mientras el conjunto del país se mantenía en 20%.

¿Qué más pruebas queremos sobre la bondad del régimen agrario para la mejora del bienestar de los paruanos? Lampadia




Agroexportación de alimentos frescos de nivel mundial

Durante miles de años, la quinua apenas salió de su origen en los Andes. Hace unos años, sin embargo, el grano andino ha sido  reconocido como un “súper alimento” con renombre internacional y, el 2013, a instancias de la FAO,  fue declarado por la ONU: Año Internacional de la Quinua, gracias a sus enormes beneficios para la salud y nutrición (ver en Lampadia: La Quinua lleva a la sierra a los mercados globales y al desarrollo). En realidad, durante los últimos años, el Perú se ha convertido en una de los diez primeros países proveedores de alimentos en el mundo. 

Nuestra agricultura moderna creció a una tasa anual de 6.6% entre el 1990 y 2015 y la tradicional creció en 2.2% en el mismo periodo. En promedio, entre el 2000 y el 2015, la agricultura creció en 5%. Este sector se ha convertido en una de las principales actividades económicas que impulsan el desarrollo del Perú, acompañando a la minería en la generación de empleo formal rural y divisas para nuestro país.

Un campo de Quinua en la sierra peruana
Fuente: finedininglovers

Todo esto se debe a la globalización. En una reciente publicación de The Economist (compartida y traducida líneas abajo), se celebran los beneficios de la globalización, ya que gracias a ella ha habido una “creciente prosperidad y expansión de la elección. La difusión de mejores técnicas agrícolas ha aumentado los rendimientos, ayudando a la humanidad a alimentarse a pesar de la creciente población.” Específicamente, la globalización ha contribuido a “una reducción impresionante del hambre en el mundo”.

Entonces no nos dejemos convencer por estas tendencias anti-globalización que vienen contagiando el mundo. No nos dejemos engañar por las poses políticas ni por el manejo mediático de nuestros izquierdistas de las ‘ideas muertas’, quienes son enemigos del desarrollo; pues en nombre de los pobres, plantean su empobrecimiento eterno. Ver en Lampadia: Pos-Extractivismo: Autarquía y empobrecimiento y Agroexportación: Una industria de clase mundial:

Lo que el pos-extractivismo no quiere ver es que el sector agrícola solo puede crecer sostenidamente y generar riqueza para los campesinos, llegando a muchos  estómagos. Como un agricultor peruano decía hace algunos años: una persona solo puede comer un kilo por día. ¿Cómo puede entonces mejorar sus ingresos un agricultor peruano, si los 3 millones de agricultores tuvieran que abastecer solo a 27 millones de peruanos? Sus ingresos estarían limitados a un promedio de 9 consumidores o 9 kilos por agricultor. Pero si operamos en el mundo global y exportamos a mercados de unos 2,700 millones de personas o más, en teoría, cada agricultor podría abastecer más de 900 consumidores, 100 veces más. Ese es el potencial de este sector, y la única manera de enriquecer a nuestros campesinos.

Por lo tanto, podemos afirmar con toda la fuerza del mundo, que al pretender limitar la producción agrícola, la izquierda tradicional quiere condenar a nuestros campesinos a la pobreza eterna.

Según The Economist, un estudio realizado por Marc Bellemare de la Universidad de Minnesota encontró que “los hogares peruanos mejoraron por el auge de la quinua, incluso para quienes no lo cultivaron, ya que los nuevos y prósperos agricultores de quinua compraron más bienes y servicios de sus vecinos”. Esto termina de probar de los grandes beneficios de la globalización en todos los sectores de la economía, en este caso en la agricultura.

Quinua en un supermercado en Filipinas
Fuente: mommylace

Algo muy importante de esta industria para un país pequeño como el Perú es que las agro exportaciones conectan al sector rural peruano (cuya población tiene mayores niveles de pobreza que el sector urbano) con los consumidores más ricos de los países más ricos (que son, en gran mayoría, los clientes finales de nuestras exportaciones). En otras palabras, crea un encadenamiento que va de los consumidores más ricos del mundo hasta los más pobres del sector rural.

Por ello que debemos defender la globalización y desarrollar el gran potencial del Perú en agroexportaciones, para el beneficio de nuestros pobres y de todo nuestro país. Lampadia

Reflexionando sobre la comida

Alabando a la quinua

La difusión de los granos exóticos es una prueba de que la globalización funciona
 
Fuente: zululandobserver
 
The Economist
9 de marzo de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

La quinua, este grano sudamericano recibe una publicidad particularmente mala. Para sus fans, es un súper alimento. Para sus detractores, es como los murales eróticos de ciencia ficción encontrados en los palacios de Saddam Hussein, pretenciosos e insípidos. Un anuncio para Big Macs una vez se burlaba de este prejuicio. “Los gastrónomos y los gastronautas amablemente apartan sus ojos. No se puede obtener jugos como este de la soja o la quinua”, dijo, agregando que “mientras que [un Big Mac] es masivo, su ego no lo es”. Incluso los amantes de la quinua a veces se preocupan de que puede no ser ético. ¿Qué sucede si la creciente demanda hace subir el precio, obligando a los andinos a comer menos de su amado grano? ¿O qué pasa si el precio cae, haciendo más pobres a los campesinos andinos? Un titular de Mother Jones, una revista de izquierda, capturó perfectamente la confusión de los bien intencionados gourmets occidentales: “Quinoa: ¿bueno, malo o simplemente muy complicado?”

Esta revista no tiene ninguna opinión sobre si la quinua sabe bien. Pero su propagación es un síntoma de una tendencia feliz. Más y más personas están comiendo granos desconocidos. Los occidentales ricos están comiendo menos trigo y más de los cereales que cultivan las personas en los países tradicionalmente pobres, como el mijo, el sorgo, el teff y sí, la quinua. Los asiáticos de clase media comen más trigo, en forma de fideos o pan, en lugar de arroz. Los africanos del oeste están comiendo 25% más arroz por cabeza que en 2006; el consumo de mijo ha disminuido en la misma proporción.

Todo esto debe ser celebrado, porque es un síntoma de la creciente prosperidad y la expansión de la elección. La difusión de mejores técnicas agrícolas ha aumentado los rendimientos, ayudando a la humanidad a alimentarse a pesar de la creciente población. La rápida urbanización significa que menos personas crecen su propio grano, y más tienen el dinero para probar nuevas variedades. La globalización ha permitido que las técnicas alimentarias y agrícolas atraviesen las fronteras, lo que significa que las personas de todos los continentes pueden experimentar nuevos sabores y texturas. La migración y el turismo han ampliado los horizontes culinarios de la gente: los visitantes chinos que visitan Francia regresan a casa anhelando baguettes; los estadounidenses que viven cerca de inmigrantes etíopes aprenden a amar el injera (un pan plano suave que se sirve como un plato comestible).

Pensando en comida

La globalización y la modernización de la agricultura han contribuido a una reducción impresionante del hambre en el mundo. Entre 1990 y 2015, la proporción de niños menores de cinco años que estaban desnutridos disminuyó de 25% al ​​14%. Las personas que todavía están subalimentadas lo son con menor severidad: su déficit promedio de calorías cayó de 170 por día a 88 en 2016. Y entre 1990 y 2012 la proporción de los ingresos de los pobres del mundo que tuvieron que gastar en alimentos se redujo de 79% a 54 %. En cuanto a los agricultores de quinua, no te preocupes. Un estudio realizado por Marc Bellemare de la Universidad de Minnesota encontró que los hogares peruanos mejoraron por el auge de la quinua, incluso para quienes no lo cultivaron, ya que los nuevos y prósperos agricultores de quinua compraron más bienes y servicios de sus vecinos.

Por supuesto, el aumento de la prosperidad ha permitido que un número creciente de personas aumenten de peso, que es poco saludable. Pero la solución a esto no es hacerlos más pobres, que es lo que haría la reacción anti-globalización si tiene éxito. En lugar de criticar el gusto de Donald Trump por los filetes bien cocidos con ketchup, los liberales deberían preocuparse por los planes del gobierno de levantar barreras comerciales y posiblemente iniciar una guerra comercial. Eso haría que el mundo sea más pobre y más hambriento.Lampadia