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Mejorar – No destruir

Mejorar – No destruir

EDITORIAL DE Lampadia

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Parafraseando a Dan Hammarskjold, (sobre las Naciones Unidas), podemos decir que: “La Constitución de 1993 no se hizo para llevar a los peruanos al cielo, sino para evitar que vayamos al infierno”.

A ese infierno en el que vivimos en los años 60s, 70s y 80s.

Por eso es que lo que debemos hacer es mejorar nuestras instituciones y nuestro modelo de desarrollo. Destruir lo avanzado es una traición contra los pobres. Contra aquellos que no llegaron a salir de la pobreza a pesar de haberla reducido de 60 a 20%. Una traición contra la clase media que aún estaba afirmándose.

Esa Constitución de 1993 no solo permitió la reducción de la pobreza, también permitió bajar la desigualdad, eliminar la inflación, aumentar la esperanza de vida, llevar, de la mano de la inversión privada, más empleo a las regiones, y bajar la mortalidad infantil.

Nos permitió salir de ese infierno de las décadas perdidas (60s, 70s y 80s), en las que la inflación desaparecía nuestros ingresos, en que sufríamos terribles escaseces de bienes básicos, como hoy sufren los venezolanos. Entonces, en el Perú, todos éramos pobres:

  • los ciudadanos, con un PBI per cápita de 968 dólares (1989);
  • el Estado, que el año 1990 tuvo una presión tributaria de 3.7% del PBI; y
  • las empresas, la más grande facturaba 600 millones de dólares anuales, mientras las empresas ecuatorianas llegaban a vender 1,500 millones por año.

Hacia el año 2011, el Perú había dejado de ser un ‘Estado Fallido’, para convertirse en una gran promesa de desarrollo, según todos los analistas internacionales. Veamos algunas evidencias:

Desgraciadamente, desde el proceso electoral del 2011, se empezó una campaña negacionista, de confusión y de odio, que devino en la elección de Ollanta Humala, cuyo gobierno desandó buena parte de nuestros avances, especialmente en la promoción de la inversión privada, se multiplicó la burocracia y los trámites, y se llenó el Estado de burócratas anti economía de mercado.

Así fue cayendo la inversión privada y el crecimiento. El Estado desperdició los recursos presupuestales sin corregir nuestras deficiencias en educación, salud e infraestructuras. Perdimos la oportunidad de consolidar nuestro desarrollo integral, sobre la base de los logros de la primera década del siglo.

Ese triste espacio de deterioro, que no supimos evitar, fue heredado por PPK, que en vez de corregirlo lo entronizó hasta entregando más espacios a la izquierda. Y no digamos nada del gobierno de Vizcarra, que le ha entregado ministerios y el manejo de la crisis sanitaria a gente vinculada al Frente Amplio, el partido de la izquierda anti sistema y anti inversión privada, de ideas pre Muro de Berlín.

Por eso en Lampadia insistimos que destruir es una traición al Perú, una traición a los pobres. Por eso, a diferencia de Vergara, d’Argent, Ganoza y Ghezzi, insistimos en ver el vaso medio lleno, en negar la confusión, y en apostar por el empuje y entereza de los peruanos. En recuperar la memoria de lo que somos capaces de hacer, asumiendo, cada uno de nosotros, la gesta del desarrollo que demandan nuestros hijos y nuestros nietos. Lampadia




¿Cómo hubiese sido el Perú hoy sin las reformas estructurales de la Constitución de 1993?

¿Cómo hubiese sido el Perú hoy sin las reformas estructurales de la Constitución de 1993?

La reducción de la pobreza monetaria sin el cambio constitucional de 1993 habría sido más lenta. Se requiere avanzar en reformas para continuar creciendo.

Si bien se llevaron a cabo reformas estructurales desde el inicio de la década de los noventa, la Constitución de 1993 sentó las bases para el nuevo sistema económico. (Foto: Archivo GEC)

El Comercio, 05 de enero de 2020
(Informe El Comercio / IPE)

Las reformas económicas que inició el Perú en la década de 1990 –algunas de ellas consignadas en la Constitución de 1993– han sido seguidas de un crecimiento económico extraordinario basado en la estabilidad macroeconómica, la limitación de la actividad empresarial del Estado, la promoción de la inversión privada y de la competencia, y el desarrollo de las exportaciones.

Mientras que el crecimiento promedio anual del Perú entre 1975 y 1993 fue de apenas 0,7%, el más bajo de Sudamérica, desde 1994 hasta el 2018 el país lideró la región con un crecimiento promedio de 4,9%.

Sin embargo, la convulsión política y social que se vive en otros países latinoamericanos –en particular en Chile– ha abierto nuevamente el debate sobre la naturaleza del régimen económico peruano y sus resultados. A tres semanas de las elecciones legislativas extraordinarias 2020, vale la pena revisar algunos de sus alcances.

En este contexto, el Instituto Peruano de Economía (IPE) ha estimado un escenario alternativo, teórico, de crecimiento para el Perú en el cual las reformas estructurales de los noventa no se hubieran implementado. Los resultados apuntan a que el marco económico moderno ha permitido un mayor avance en términos de riqueza promedio de los peruanos y reducción de la pobreza monetaria del que se hubiera logrado si continuaba con el modelo económico previo.

¿QUÉ MODIFICACIONES SE HICIERON EN 1993?

Si bien se llevaron a cabo reformas estructurales desde el inicio de la década de los noventa –la eliminación de controles de precios y simplificación tributaria y arancelaria, por ejemplo–, la Constitución de 1993 sentó las bases para el nuevo sistema económico.

Los principios generales del régimen económico actual respaldan la libertad empresarial, la libre competencia y la libertad de contratación como pilares del funcionamiento de la economía. Además, el artículo 60 establece que el Estado solo puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, a diferencia de la Constitución de 1979 que permitía con más holgura la actividad empresarial del Estado.

Para promover la estabilidad macroeconómica, el artículo 84 estableció la autonomía del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), lo que se tradujo en la prohibición de que la autoridad monetaria sea fuente de financiamiento del Gobierno, como lo había sido durante los años ochenta. Así, se definió que el propósito principal del BCRP es preservar la estabilidad monetaria y controlar la inflación. Otras reformas clave siguieron a partir de 1998.

UN PERÚ SIN REFORMAS

Para evaluar el impacto de estos cambios, el modelo genera un escenario alternativo sin reformas sobre el cual comparar. Un procedimiento para lograrlo es el método de control sintético (MCS), el cual construye este escenario –un “Perú sintético”– sobre la base de un promedio ponderado de países similares al Perú en sus características económicas antes de la Constitución de 1993. Por lo tanto, el impacto estimado será la diferencia entre los resultados del Perú real y el “Perú sintético”.

En este ejercicio, la medida de bienestar analizada es el PBI real per cápita. Entre 1975 y 1993, el nivel de riqueza promedio del Perú real y del control sintético fue muy similar, lo que apunta a que la comparación es adecuada.

Los resultados de la estimación muestran que el crecimiento promedio del PBI per cápita peruano luego del cambio constitucional (3,8%) fue casi 2 puntos porcentuales superior a lo que hubiera sido sin el cambio de modelo. Asimismo, entre 1994 y el 2016, el nivel de riqueza promedio por año de los peruanos fue casi 17% mayor al del Perú alternativo sin reformas.

Como una extensión a este impacto, se pueden inferir también los efectos que el régimen ha tenido sobre la reducción de la pobreza monetaria. Para ello, se estima una medida de elasticidad entre el crecimiento del PBI per cápita y la pobreza durante 1991 y 2016. Es decir, se calcula la relación entre la expansión de la economía y la caída de la pobreza. El ejercicio muestra que, si el PBI per cápita hubiese crecido al ritmo del Perú sintético, la reducción de la pobreza hubiese sido más lenta y se encontraría alrededor del 35%, cerca de 14 puntos porcentuales por encima de la cifra observada en los últimos años. La pobreza en el 2018 alcanzó al 20,5% de la población nacional.

AGENDA PENDIENTE

Continuar con la senda de crecimiento requiere un nuevo impulso de reformas, principalmente aquellas destinadas a incrementar la productividad. Según el BCRP, entre el 2016 y el 2020, la productividad del trabajo y capital tan solo contribuirá 0,2 puntos porcentuales al crecimiento promedio anual del período (3,6%), muy por detrás de la contribución de 2,4 puntos porcentuales entre el 2001 y el 2010. La agenda pendiente pasa por mejorar la calidad del sistema laboral, de la infraestructura, de la educación, de la gestión pública, y de la regulación estatal en general. Todo ello, sin embargo, se debe lograr cuidando lo ya avanzado.

Lampadia




Justicia en déficit

Justicia en déficit

Fausto Salinas Lovón
Cusco
Para Lampadia

El ministro de Justicia, Vicente Zeballos Salinas, ex alcalde en Moquegua, ex congresista por Solidaridad Nacional y ahora congresista independiente por haber renunciado a PPK, declaró recientemente a la prensa acerca de la conveniencia de que el Estado participe en ‘actividades estratégicas’ entre las cuales mencionó a la actividad portuaria, propuso que el Estado tenga ‘injerencia en los servicios públicos’, que ‘participe en la actividad petrolera y minera’ y afirmó, sin rubor, que ‘no se le debe tener miedo al Estado empresario’. Se preguntó también, para ratificar que no se trataba de un error, ‘¿cuantas líneas aéreas se están instalando en el Perú? eso despierta la inquietud de por qué no tener nuestra propia línea aérea?’

Conviene alcanzar al señor ministro y congresista algunas ideas y datos que lo ayuden a revisar su punto de vista. No me ha resultado difícil hacerlo ya que a inicios de los 90s me gradué de abogado en la PUC con una tesis precisamente referida a la actividad empresarial del Estado en el marco del proceso de regionalización y pude estudiar, las luces y sombras del estado empresario.

Augusto Álvarez Rodrich en Empresas Estatales y Privatizaciones graficó en aquellos años, mejor que nadie, los problemas de las empresas estatales: imprecisión de objetivos, deficiencias en su vinculación con el gobierno, inadecuados sistemas de control, interferencia política, deficiente evaluación de gestión y descapitalización. Uno de los cuadros más ilustrativos en el que figura en la página 31 de este libro, que desnuda los inmensos déficits de la aventura empresarial del Estado:[i]

Este cuadro muestra que en 5 años, los resultados positivos fueros esporádicos, mientras que los resultados deficitarios fueron mayoritarios. El déficit total en el quinquenio fue de 1,653 millones de dólares, a valor de 1989[ii], es decir una cifra mucho mayor a 3,438 millones de dólares a valor presente. En ninguno de esos 5 años, el holding empresarial estatal tuvo resultados positivos, hubo déficit en cada uno de estos años.

Lampadia, en su artículo ZAPATERO A TUS ZAPATOS de la semana pasada incluye entre otros datos, un cuadro del tweet de DIEGO MACERA, Gerente General de IPE, que amplía la perspectiva entre 1970 y el 2018, mostrando el carácter crónico del déficit entre 1970 y 1990 y la persistencia del mismo en los remanentes de la actividad empresarial subsistentes a la Constitución de 1993.

Fue precisamente el concepto de ‘actividades estratégicas’ al que alude el ministro Zeballos el que llevó al general Velasco a crear la mayor parte de estas empresas. Sólo la actividad petrolera del Estado generó entre 1985 y 1989 405 millones de dólares en déficit que pagamos con impuestos directos todos los peruanos, equivalentes a 842 millones de dólares actuales. Para comparar esta cifra con cifras actuales, ese déficit es mayor que el aporte del CANON GASIFERO de los años 2016 y 2017[iii]. Dicho de otro modo, significa no haber recibido canon gasífero por 2 años.

Si revisamos en el cuadro la actividad minera del Estado, también aludida por el ministro, veremos que esta fue la única actividad que generó resultados positivos netos en el período 1985-1989 del orden de los 26 millones de dólares (sumando CENTROMIN y MINERO PERU) cifra que a valor presente significaría 54 millones de dólares. Sin embargo, esta cifra en azul, equivale apenas al 5.6% del CANON MINERO aportado por las empresas mineras privadas en el año 2018[iv]. Dicho de otro modo: en 5 años las empresas estatales reportaban ingresos equivalentes al 5.6% de lo que aportan las empresas privadas sólo por canon en un año.

Podríamos seguir en el análisis por sectores y actividades y en la comparación de los déficits estatales versus los aportes privados y llegaríamos a la misma conclusión obvia: la actividad empresarial del Estado no genera ingresos ni beneficios y la privatización de estas actividades ha dado resultados positivos para el país. La pregunta es entonces, ¿porque el ministro lanza una iniciativa de este tipo contra una evidencia empírica incuestionable? ¿Como es que ni siquiera matiza su punto de vista con algunas actividades empresariales municipales que debido a la independencia y mercadización de sus procesos de gestión pueden exhibir mejores resultados? [v]

La ignorancia de estas cifras no es admisible en alguien que ingresa al ejercicio del poder. Sería una falta de respeto imperdonable. Sólo queda pensar entonces que se trata de una posición ideológica. La pregunta que se formula el ministro respecto a las líneas aéreas delata esta posición ya que si hay una razón por la cual el Estado no podría ingresar a un sector económico es precisamente porque este tenga muchos actores en juego, no siendo válida la premisa del razonamiento ministerial según la cual el hecho de que haya muchas empresas interesadas en ingresar al Perú nos debería llevar a pensar en crear nuestra aerolínea nacional. Precisamente cuando hay muchos ofertantes de bienes y servicios (que curiosamente no es el ejemplo que cita el ministro) es donde el Estado no puede entrar porque solo puede hacerlo bajo un rol Subsidiario, es decir cuando no haya quien lo haga.

La constitución de 1993 no fue ajena a la tragedia generada por el déficit fiscal que graficó oportunamente Álvarez Rodrich y precisamente por eso, modificó algunos aspectos del Régimen Económico de la Constitución de 1979 y estableció ese carácter subsidiario del estado en la economía y limitó la actividad empresarial del estado.

  • ¿Se puede admitir entonces que mi posición ideológica pueda estar en contra de la Constitución?
  • ¿Es válido esto para quien es el abogado del presidente?
  • ¿Es aceptable esto en quien juró el cargo ante la Constitución?

A nuestro juicio no.

Por eso creemos en este comentario que en justicia hay déficit, no solamente en alusión a las cifras ocasionadas por el estado empresario al que se quiere volver, sino también en el respeto a la Constitución que al parecer sólo sirve para jurar el cargo de congresista y ministro y luego hacer o decir lo que les parece. Si no creen en la Constitución y en sus límites, no la juren y no accedan a los cargos que ella provee y sigan en la cátedra, en la calle o en la política bregando por un modelo diferente. Lampadia

[i] ALVAREZ RODRICH, Augusto. Empresas estatales y privatización. Lima, Editorial APOYO, 1991, pag 31.

[ii] Se usa como factor de actualización la inflación en USA en el período que nos da un factor de 2.08 entre 1989 y 2019

[iii] Según cifras de la SNP el 2016 el CANON GASIFERO fue de 1286 mm soles y el 2017 de 1,295 mm soles, cifra que acumulada representa 2,581 millones de soles, es decir cerca de 782 millones de dólares.

https://www.snmpe.org.pe/informes-y-publicaciones/canon/canon-hidrocarburos/5136-reporte-canon-gasifero-2018.html

[iv] Según cifras de la SNMP, el año 2018 el aporte del CANON MINERO fue de 3,158 mm soles, equivalentes a 956 millones de dólares.

[v] Me refiero a las Cajas Municipales que son las pocas actividades empresariales estatales remanentes que tienen resultados positivos por su estructura de gestión independiente de los órganos políticos de gestión y actúan con sensibilidad al mercado, producto de la cual las más ineficientes han cerrado y han sido absorbidas por otras, lo cual no ocurre en las empresas estatales que parchan sus défitis con el presupuesto público.




Zapatero a tus zapatos

Zapatero a tus zapatos

Sobre la desbarrada del ministro de justicia

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

“Es necesaria la presencia del Estado en algunas “actividades estratégicas”.

“Me parece que podemos ver el tema de los servicios públicos, y que el Estado tenga injerencia en algunos servicios públicos”.

“El Estado debería tener participación en la actividad petrolera o minera, lo dejo ahí, como una interrogante”.

Mencionó que “no se le debe tener miedo al Estado empresario”, pues hay –aseguró- “experiencias gratas” que generan recursos al país.

Hay algunas actividades como la productiva minera, que podría ser un sector en el que podrían entrar. Momentos antes había mencionado a la actividad petrolera.

También considera al tema portuario como una actividad estratégica para el país.

“Revisemos desde un punto estratégico, desde la región, en el que el Estado debe tener una empresa aérea”.

Declaraciones de Vicente Zeballos, Ministro de Justicia y Derechos Humanos. GESTIÓN, 03 de junio, 2019 – Glosado

Estas declaraciones del ministro Zeballos son una barbaridad. El presidente Vizcarra se ha visto forzado a declarar en sentido contrario:

El presidente de la República calificó como una “opinión personal” lo expresado por el ministro de Justicia, Vicente Zeballos de que el “Estado tenga injerencia en algunos servicios públicos”.

“La política económica de nuestro país está claramente definida. Como Gobierno no hemos tomado ninguna decisión al respecto”, argumentó desde Tacna.

Es una opinión de carácter personal que respetamos; pero ahorita lo que estamos viendo es el tema legal y en eso sí, el Minjus representa la opinión del Gobierno peruano, por ejemplo, en los temas legales o políticos, pero en el tema económico no hay una posición del Gobierno y por el contrario (el modelo económico) se mantiene”, manifestó.

Gestión – Glosado

Pero el daño está hecho. La agenda está abierta. Y la única manera de cerrar el tema es retirar a Zeballos del ministerio.

Así empiezan las maniobras políticas. Así empezó, con una pregunta ‘inocente’ de una encuestadora irresponsable, el tema del cierre del Congreso que ahora nos embarga.

Esperamos que esto no quede en solo lo dicho. Esperamos mayor contundencia y liderazgo. De lo contrario no podemos estar seguros de que la tesis esgrimida con tanto desenfado por el ministro Zeballos no forme parte del ‘pensamiento Vizcarra’.

Veamos que implica un eventual retorno al estatismo:

“Ahora que el ministro Zeballos plantea regresar al Estado empresario, veamos cómo le fue antes.

Esto es lo que perdieron las empresas públicas X año, en % del PBI.

Si el Estado no puede dar adecuadamente agua, seguridad o salud, ¿qué nos hace pensar que puede gestionar una aerolínea??”

Tweet de Diego Macera (Gerente General del IPE)

En diciembre de 2010, escribí en Diario 16: ¡Que buena década! – ¡Queremos otra!

“Todos los peruanos mayores tenemos apreciaciones y recuerdos de lo que han sido las últimas cinco décadas, desde 1960 al 2010, (…) La última década está terminando en condiciones extraordinarias. A pesar de que ésta se inició con problemas muy graves, políticos, institucionales, sociales y económicos, los logros de los últimos años están marcando toda la década, y hasta los últimos veinte años, de un halo que los peruanos no conocíamos.

(…) nuestra realidad de estancamiento de décadas, nos han hecho vivir mirando siempre el lado vacío del vaso. Es hora de mirar el lado lleno. Esta década está terminando de marcar nuestra transición desde una sociedad cerrada, estancada, a una sociedad abierta, de crecimiento.

  • Estamos empezando a dejar atrás las actitudes del modelo mental ganar-perder, la suma cero, y adoptando las del modelo ganar-ganar, la suma positiva.
  • Nuestros ciudadanos están pasando del oportunismo a la confianza en sí mismos,
  • Nuestros empresarios están terminando de transitar del mercantilismo a la competencia,
  • Nuestros políticos, hay nuestros políticos, todavía muy pocos se alejan de la demagogia, el populismo, y el cortoplacismo, y pasan a la visión de futuro y la concordancia entre palabra y obra.

Quiero enfatizar que aún estamos lejos de resolver nuestros grandes problemas institucionales, sociales y económicos, pero si antes, la posibilidad de enfrentarlos y resolverlos, era una ilusión, un sueño o una promesa, hoy está en nuestras capacidades, hoy podemos dar un gran salto adelante para superarlos.

Por fin estamos aprendiendo a crear riqueza, base esencial del bienestar, estamos viendo cómo, con la inversión privada que se multiplica a lo largo y ancho del país, junto con la inversión pública en las regiones, que se hace posible gracias al crecimiento de la economía, se empieza a transformar nuestro perfil, y lo que es más importante, empieza a cambiar el sentimiento nacional.

(…) Este nuevo sentimiento, esta posibilidad de pararnos frente a la historia, no para reclamarle nada, sino para conquistar nuestro futuro, con inteligencia, esfuerzo, imaginación y compromiso; está hoy día en el Perú real, en las mentes de nuestros ciudadanos, especialmente en los jóvenes, y en nuestros empresarios. Miremos el lado lleno del vaso”.

Gracias a la Constitución de 1993, pudimos recuperar al Perú de ser un Estado fallido, veamos ‘Las cifras de la prosperidad’.

El Estado no puede cumplir con sus funciones básicas en educación, salud, seguridad e inversión pública. Todavía tenemos dos ejemplos vivos de empresas públicas que causan mucho daño, como son Petroperú y Sedapal. Hoy día adolecemos de limitaciones graves en la lucha contra la anemia, la inseguridad civil y la reconstrucción del norte. Es una locura querer un Estado empresario. ¡Zapatero a tus zapatos!

El estatismo es la puerta más corta al estancamiento económico y la disfuncionalidad social. Los peruanos lo hemos superado con gran sufrimiento, no volvamos a caer en la misma trampa.

¡Queremos otro ministro de Justicia! Lampadia




El ciclo de crecimiento del Perú empezó en 1993

El ciclo de crecimiento del Perú empezó en 1993

A los peruanos no nos basta con el mito de los Hermanos Ayar, ni con el hundimiento de la barra de oro de Manco Capac, 700 años después seguimos construyendo mitos y leyendas.

Hace pocos días editorializamos sobre el mito de la ‘Hija de la Laguna’ (7/8/15): Ministerio de Cultura apoya falta de cultura – El negocio de la fabricación de mitos, un video sobre la supuesta oposición de la población local al proyecto de Conga, cuando la verdad es todo lo contrario.

En cuanto a la economía, con la disminución del crecimiento de China y la reducción de los precios de los commodities, se está fabricando un nuevo mito: que nuestro crecimiento económico del 2004 al 2013 se debió al boom de precios. Pues en Lampadia afirmamos que eso no es cierto. Nosotros postulamos que el crecimiento extraordinario del Perú se debió más bien al clima de negocios que se desarrollo después de la promulgación de la Constitución de 1993.

Veamos: En los años 90 se produjo la verdadera “Gran Transformación” del Perú. Todo empezó con la Constitución del 93, la cual permitió el regreso de la inversión privada, que junto con la inversión pública, llegó hasta el 28.5 % del PBI (2013). Esto produjo el crecimiento de la economía, la creación de empleo y la recuperación de los ingresos del Estado (21.6% del PBI). Veamos el siguiente cuadro: 

Ver en LampadiaLa Constitución del 79 consolidó el empobrecimiento general de los peruanos – Quieren bajarle la llanta a la prosperidad.

La Constitución del 93 fue el “primer punto de quiebre” en la vida reciente del país y el origen del ciclo de crecimiento que duró hasta el “segundo punto de quiebre” de nuestra economía, el 2011, como veremos más adelante.

Efectivamente, el ciclo de crecimiento se inició el mismo año 93, con la nueva Constitución, el regreso del país al mundo global y la captura del genocida Guzmán y de buena parte de sus secuaces (setiembre de 1992).

Entre 1993 y 1997, el Perú creció en promedio 7.5% por año y se empezó a disminuir la pobreza de manera importante.

Lamentablemente, el proceso descrito líneas arriba se interrumpió exactamente el 10 de octubre de 1998 a las 3pm, en el local del Banco Central de Reserva (BCR). En ese momento y en ese lugar el Ministro de Economía (Baca Campodónico) originó la ‘ruptura de la cadena de pagos’ al decretar que desde el día siguiente, el BCR decidiría, cada día, si le daba o no crédito a los bancos. En ese preciso instante y contra la opinión de los Presidentes de todos los bancos, se cortó el crédito a la economía, por el susto y la incapacidad de nuestras autoridades para enfrentar la crisis asiática, que tuvo una cortísima duración.

Para entender lo ocurrido se tiene que comprender que entender que entonces, el 90% de los depósitos del sistema financiero era a un plazo de 90 días y por lo tanto, los créditos se renovaban con la misma frecuencia. Ante esta absurda e innecesaria medida, los bancos tuvieron que suspender la renovación de sus créditos, pues no podían correr el riesgo de perder liquidez. La ruptura de la cadena de pagos se extendió paulatinamente por toda la economía como un hongo atómico al revés. ¿Qué implicó esto? Por ejemplo, el zapatero de Comas que le vendía a las zapaterías de la calle Shell en Miraflores, no pudo cobrar, pues el crédito que el daba no pudo ser honrado por la zapatería, a su vez el zapatero de Comas no pudo pagarle al vendedor de cueros de Caquetá, y así sucesivamente (como si fuera un dominó) se fueron cortando los pagos y,  consiguientemente, se fue paralizando toda la economía.

Se suspendió la inversión y el crecimiento y sufrimos una recesión de aproximadamente cuatros años. La crisis asiática pasó rápido, pero el Perú se desmoronó y con él nuestros indicadores económicos y sociales. Es por ello que los números de la década de los 90, vistos de punta a punta, no reflejaron la transformación que vivió el país. Perdimos, así la oportunidad de entender cómo se producen las relaciones causa-efecto, y realmente darnos cuenta como las políticas implementadas desde los años 60 hasta 1990 nos habían empobrecido, mientras que las aplicadas a partir de esa fecha (especialmente con la Constitución del 93) nos habían devuelto a la senda de la prosperidad.

La recesión duró hasta entrado el gobierno de Alejandro Toledo. Luego, la coyuntura internacional mejoró: los precios de nuestras exportaciones subieron, diversificándose su oferta (agro exportaciones, confecciones, productos químicos y maquinaria minera, entre otros), contrariando otro mito, la falta de diversificación de la economía. Además, bajaron las tasas de interés y aumentó la liquidez internacional.

Al mantenerse la vigencia de la buena Constitución del 93 y dado nuestro regreso a los circuitos financieros internacionales, pudimos aprovechar el viento a favor. A esto se sumó nuestra integración comercial al mundo global con la firma  de acuerdos de libre comercio. De esta forma, a diferencia de muchos de nuestros vecinos, crecimos alto y sostenidamente por las buenas decisiones que tomamos.

Tal comportamiento ha sido reconocido ampliamente. Por ejemplo, en marzo del año 2014, Nouriel Roubini declaró: “La suerte ha sido solo una parte pequeña de su éxito, lo principal han sido las buenas políticas públicas”.

Posteriormente, Paul Krugman, durante su visita al Perú, nos dio su punto de vista. Ante una  pregunta de  Augusto Townsend: “Hace algunos días Nouriel Roubini nos dijo que el crecimiento del Perú se debía más a méritos propios que a la buena suerte. ¿Qué opina? Krugman respondió: “Ciertamente han tenido suerte (…). La buena performance del Perú no se puede explicar solo diciendo que se trata de una economía razonablemente orientada a la exportación, sino que se ha visto una clara restauración de un ambiente interno positivo para los negocios”. Ver mayores detalles en LampadiaPaul Krugman rompe mitos. Krugman agregó: “El Perú ha atravesado por varios ciclos de política irresponsables.Pero ahora último ha experimentado un lapso relativamente largo de políticas razonables”.

Enfatizó además que: “las trabas a la inversión sin duda  son un problema, pero también lo es la deficiente educación. (…) Por ejemplo, el Perú brinda menos años de educación que sus vecinos”.

Así mismo indicó a Gestión: “Se preocupan demasiado por la dependencia en la exportación de los commodities, pero no es necesario migrar hacia una estructura exportadora manufacturera en el corto plazo. La historia económica demuestra que esto no es tan crítico como la gente piensa. Más que la composición de los envíos al exterior, lo que realmente importa es que la economía sea productiva. Tener exportaciones con valor agregado no es necesariamente crucial. (…) La fijación de los peruanos con la industrialización es una prioridad mal puesta (…). Ser una nación industrializada no es necesariamente el camino que deben seguir. Perú puede ser una nación productiva con un sector de servicios altamente productivo, sin tener que tener una gran base industrial”.

En otro artículo de LampadiaUna Roca contra Krugman, recogimos del Premio Nobel que: “estábamos haciendo bien las cosas”. Al igual que lo hizo Roubini días antes, indicó: “que si bien habíamos tenido suerte con la economía global de los últimos años, la misma suerte la tuvo toda la región, así como varios de nuestros agonizantes vecinos, que no supieron establecer y mantener políticas públicas sensatas y realistas”.

Más claro el agua: Entre 1993 y 1997 crecimos un promedio de 7.5%, sin boom de precios de los commodities. A principios del nuevo siglo retomamos el crecimiento alto gracias a que habíamos fomentado el regreso de la inversión privada. Evidentemente, sin inversión no habríamos tenido el crecimiento.

Ahora bien, ¿por qué dejamos de crecer? Porque paramos la inversion privada, especialmente en minería, como se puede apreciar en el siguiente gráfico: 

Pero no solo paramos la inversión, también descuidamos la acción social con impacto en uno de sus indicadores más sensibles, la desnutrición infantil. Ver el siguiente gráfico:

Finalmente, para demostrar que la parálisis de la economía no se hubiera dado de no haber parado la inversión minera, podemos apreciar el siguiente gráfico del IPE:

Cómo puede verse en el gráfico, debimos seguir creciendo más allá de la caída de los precios de nuestras exportaciones y reduciendo la pobreza y la desigualdad como lo hicimos hasta la parálisis creada por el desconcierto y falta de luces de nuestro gobierno. ¡No nos dejemos engañar! Lampadia