Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
El ser humano es el único animal que, siendo aparentemente racional, actúa y reacciona movido fundamentalmente por pasiones.
Cómo explicarse que, seres aparentemente pensantes, capaces de observar la realidad de países vecinos con pensamiento de izquierda, donde hay gran pobreza, injusticia, hambre y opresión, pretendan elegir candidatos sin valores y con esas ideologías, que restringen la libertad, no respetan la propiedad y necesitan imponer restricciones para que sus ciudadanos no fuguen.
Agustín Laje comentaba en una conferencia que, además, el socialismo es una doctrina que tiene un gran desprecio por la vida y los derechos humanos.
Podemos observar que normalmente, la izquierda recurre a atentados contra candidatos liberales o de derecha. Los casos de Trump en USA, Bolsonaro en Brasil, Miguel Uribe recientemente en Colombia y el candidato Fernando Villavicencio asesinado en Ecuador en 2023, son claros ejemplos. Mientras que, en la historia, no se ven atentados causados por los liberales contra personajes de izquierda.
En el pasado, hemos podido observar la imposición del socialismo por la fuerza. Pero, para mantener esa situación, hubo que llegar al punto de construir el tristemente recordado “Muro de Berlín”, que separaba la República Democrática Alemana (Alemania del Este), de la República Federal Alemana (Alemania del Oeste). Obviamente, el muro estaba construido para que la gente no fugara del comunismo a la libertad, porque, a nadie en su sano juicio, se le ocurría trasladarse de la libertad occidental, al comunismo.
Algo parecido ocurre en la frontera de Corea del Norte (comunista) con Corea del Sur (libre y democrática).
Es tan notorio el contraste entre estos dos últimos países, que es suficiente ver una fotografía satelital nocturna, para reconocer los dos países. Uno luminoso, brillante, activo y lleno de una vibrante actividad económica, Corea del Sur; mientras Corea del Norte, es oscuro, sin iluminación, señal inequívoca de su postergación y limitaciones económicas.
Siempre repetimos, que la economía de mercado está guiada por la ambición, una fuerza que activa la imaginación y que libera los “espíritus animales” empresariales. Nadie actúa por buena gente, sino por su ambición y deseo de ganar, lo que despierta y estimula la creatividad.
En la economía de mercado, el empresario está atento a las necesidades de las personas y busca satisfacerlas y, aunque sea un descubrimiento especial y diferenciado (breakthroug), inmediatamente aparecen los competidores que mejoran el producto, bajan los precios o agregan atributos y funcionalidades, además de estar siempre innovando.
El sueño de cualquier empresario, es ofrecer un bien o servicio diferenciado, creando con ello un monopolio temporal, que lo haga ganar. Pero como vemos, sobre todo en tecnología, el tiempo de vida de esos monopolios es efímero, por lo que se traducen en beneficio permanente para el usuario. Ellos satisfacen necesidades con sus nuevos productos, mejora constante de calidad y menores precios. La competencia es despiadada para beneficio del cliente y, para eso, invierten, arriesgan, crean puestos de trabajo y no parasitan del Estado.
Como podemos apreciar, el monopolio no es malo per se, el único monopolio que es malo, es el monopolio que se impone. Los peruanos hemos vivido y conocemos perfectamente de esos monopolios impuestos por los gobiernos de izquierda: (i) ECASA, ENCI, únicos canales para la comercialización de arroz y leche, entre otros; (ii) Compañía Peruana de Teléfonos, cuyo servicio era una tragedia y la organización, altamente corrupta (listas de espera por años para obtener una línea y costos “ocultos” altísimos para acceder a ellas); (iii) ENAPU, SEDAPAL, CORPAC, Petroperú, Sider Perú, entre otras.
Lamentablemente, la gente joven, menor de 40 años, nació cuando la constitución de 1993 ya había eliminado esos monopolios impuestos, y pudimos acceder a más y mejores productos y servicios a precios mucho más competitivos, propios de la competencia del mercado internacional y en tiempos increíblemente rápidos. Aprendimos a apreciar el valor del tiempo de disponibilidad, acompañado de calidad y precio competitivo.
Desafortunadamente, como en el cuento de “la rana en la olla”, desde el año 2011, con Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti, Castillo y Dina, hemos ralentizado todo gradualmente.
Ahora, ya no nos sorprende la ineficiencia, tardar años para disponer de colegios y hospitales, reemplazar puentes caídos y toda la infraestructura de agua y desagüe.
No sorprende retrasarse más de una década para construir un aeropuerto, ni para darle conectividad a este y a los puertos, con el mercado final al que deben servir.
Tenemos la obligación de enseñarle a la gente joven, todo aquello de lo podríamos sentirnos orgullosos si actuamos correctamente, con diligencia y respetando las instituciones.
Invoco a todos los ciudadanos de bien, a los profesionales comprometidos con el Perú y a la prensa, para que hagamos un apostolado de cara a las elecciones 2026.
Necesitamos sacar de la carrera electoral a la gente sin valores, con antecedentes policiales, judiciales y mal comportamiento crediticio. Todos ellos son altamente proclives a la corrupción e introducen grandes ineficiencias a nuestro sistema.
Hagamos un análisis del comportamiento de los actuales congresistas y funcionarios públicos que quieran ser elegidos. Mostremos públicamente a los congresistas extorsionadores (generosamente llamados “mocha sueldo”), a los que han inflado, sin razón, el presupuesto del congreso, creando plazas innecesarias e incorporando gente que no aporta a la tarea, y a los que han tratado de legalizar la ilegalidad.
Los peruanos somos gente digna y, no podemos permitir ser representados por gente ligada al delito.
¡Esta es una Batalla Cultural! Lampadia