Alejandro Deustua
14 de mayo de 2025
Para Lampadia
Si, por definición, la incertidumbre no tiene plazo inequívoco de caducidad, su intensidad parece ser cíclica. En un escenario incierto, esta semana la economía y las relaciones internacionales transitan por un ciclo menos pesimista.
En efecto, el sorpresivo entendimiento entre China y Estados Unidos para reducir aranceles estrambóticos ha mejorado el ánimo de los mercados.
Desde el ignominioso “día de liberación” cuando el Sr. Trump impuso los mal denominados “aranceles recíprocos” a sus socios comerciales, el escalamiento arancelario con China llegó a niveles de rompimiento: en el marco de una dudosa “emergencia nacional” Trump impuso progresivamente una tarifa de 145% a esa potencia induciendo una retaliación de 125%.
Aunque algunos productos fueron excluidos, el impacto al comercio bilateral puso proa al pleno desacoplamiento, a mayor disrupción global y, eventualmente, a un conflicto militar.
El mayor riesgo obligó luego al Secretario del Tesoro Bessent a definir el nivel arancelario como “insostenible”.
El exceso decisorio llevó a las partes a Ginebra donde encontraron súbitamente “intereses compartidos”. Así los extraordinarios aranceles fueron “suspendidos” y reemplazados por tarifas del 30% (Estados Unidos) y 10% (China) transitorios sin implicar a los aranceles sectoriales mientras China se comprometía, sin plazo, a eliminar controles no arancelarios.
Pero la incertidumbre se mantiene: nadie sabe qué ocurrirá cuando venzan los 90 días de vigencia de este régimen. Aunque se espera una distensión proteccionista, la resiliencia global será nuevamente probada por aún altos aranceles cuyo rumbo depende de la discrecionalidad norteamericana.
De otro lado, luego de que el presidente Zelensky suscribiera un acuerdo sobre recursos naturales requerido por Trump, las iniciativas de paz entre Ucrania y Rusia afloraron. Su encarrilamiento es, sin embargo, también incierto: Zelensky desea un cese de fuego por 30 días antes de proceder a negociaciones en Turquía mientras Putin ha descartado esa condición, optado por negociaciones directas y un alto al fuego posterior si cesa la provisión de armamentos a Ucrania. Un grupo de países europeos apoyó la iniciativa ucraniana implicando mayores sanciones a Rusia si ésta no es aceptada. Trump, que había respaldado la propuesta del cese de fuego, ahora apoya las conversaciones desprovistas de esa condicionalidad aunque con medidas punitivas si éstas fracasan. Para definir si un acuerdo de paz es posible Zelensky se ha comprometido a esperar a Putin en Turquía, Trump anuncia que podría asistir a la cita y Putin no responde. El suspenso califica la incertidumbre estratégica.
Debajo de ese escenario ha emergido un nuevo factor estabilizador: el “poder suave” de la Iglesia Católica acaba de renovar su influencia. La creación de puentes aludida por León XIV puede tener un rol en el término del conflicto. Tras la primera llamada del Papa a un líder extranjero Zelensky acaba de invitarlo a Ucrania. La esperanza acompaña acá a la incertidumbre. Lampadia