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Crece la competencia en la computación cuántica

Crece la competencia en la computación cuántica

Las computadoras han cambiado radicalmente la sociedad. Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, los científicos usaban computadoras para resolver todo tipo de problemas. El progreso fue increíblemente rápido. Sin embargo, a pesar de todo ese progreso, algunos problemas siguen siendo realmente difíciles de resolver. No importa cuán buenas sean las computadoras, los desafíos como factorizar grandes cantidades u optimizar las rutas de mensajería siguen siendo difíciles.

Pero los bits no son la única forma de calcular. Estamos en la cúspide de una nueva era de la informática, con Google, IBM y otras compañías tecnológicas que utilizan una teoría creada por Einstein para construir máquinas capaces de resolver tareas aparentemente imposibles. La mecánica cuántica, las reglas que rigen el mundo de los átomos y las moléculas, se puede usar para hacer cálculos. Y esos cálculos tendrán la capacidad de ayudarnos a resolver problemas aún más complejos.

A pesar de darnos la ola más espectacular de innovación tecnológica en la historia de la humanidad, hay ciertos problemas de cómputo que la revolución digital parece no poder resolver. Algunos de estos problemas podrían estar reteniendo avances científicos clave. Aunque las computadoras convencionales se han duplicado en potencia y velocidad de procesamiento casi dos años durante décadas, todavía no parecen estar más cerca de resolver muchos problemas complejos.

¿Por qué? Porque las computadoras digitales y convencionales actuales se basan en un modelo de computación clásico y limitado. A largo plazo, para resolver de manera eficiente los problemas informáticos más persistentes del mundo, tendremos que recurrir a una máquina completamente nueva y más capaz: la computadora cuántica.

La diferencia entre una computadora clásica y una computadora cuántica no es como la diferencia entre un carro viejo y uno nuevo. Más bien, es como la diferencia entre un caballo y un ave: mientras uno puede correr, el otro puede volar. Las computadoras clásicas y las computadoras cuánticas son realmente muy diferentes.

¿Cómo funciona? Una computadora clásica funciona a través del sistema binario (o es 0, o es 1); el hardware de una computadora cuántica funciona con ambos al mismo tiempo, lo que le permite estar en dos estados simultaneamente.

Gigantes como Google y Microsoft vienen invirtiendo grandes cantidades de dinero en lo que será la computadora del futuro, aquella que permitirá realizar operaciones de forma simultánea y navegar a una velocidad inimaginable. “La computación cuántica nos permitirá almacenar más información en espacios más pequeños. El despliegue de esta tecnología será un momento clave en la revolución publicitaria bajando aún más los costos de la industria”, afirma el CEO de Google.

En Lampadia nos parece interesante difundir este tipo de información que muestra los impactos positivos para la humanidad que se pueden generar con las nuevas tecnologías. Anteriormente compartimos el ejemplo de IBM: Impactos positivos de nuevas tecnologías.

Líneas abajo compartimos un importante informe de The Economist, al respecto:

Arrancó la carrera para dominar la computación cuántica

Pero esta tecnología puede pasar un invierno antes de entrar al verano

Las computadoras cuánticas están en la mira de todos, ya que tanto los gigantes tecnológicos como las startups
están trabajando para impulsar la próxima revolución informática. Fuente: Getty Images

The Economist
18 de agosto, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Probablemente, la computació  siempre estuvo destinada a ser electrónica. Sin embargo, incluso en la década de 1930, esto no estaba del todo claro. A principios de esa década, Vannevar Bush, un ingeniero estadounidense, construyó una computadora mecánica con engranajes, poleas y ejes girados por motores eléctricos. Su “Analizador Diferencial”, que ocupaba el espacio de una habitación pequeña, podía resolver ecuaciones con hasta 18 variables.

La computación cuántica, que tiene la promesa de superar incluso a los supercomputadores más rápidos del mundo, al menos para ciertos tipos de problemas, se encuentra ahora en una etapa similar de desarrollo. Los prototipos funcionan, pero no está claro qué forma tomarán las máquinas. Una gran pregunta, por ejemplo, es si los “qubits”, que son el equivalente cuántico de los transistores, vivirán en pequeños bucles de alambre enfriado a temperaturas ultrabajas, serán iones atrapados en campos magnéticos o dependerán de alguna otra tecnología.

Incluso mientras las computadoras cuánticas mejoran lentamente, está surgiendo un ecosistema de nuevas empresas de software. Las grandes corporaciones, los capitalistas de riesgo y los gobiernos nacionales están invirtiendo, proporcionando el dinero para un número creciente de nuevas empresas. “The Quantum Computing Report”, un sitio web, recientemente enumeró más de 70 empresas, muchas de las cuales buscan escribir software para las nuevas computadoras cuánticas (más de un tercio de ellas tienen nombres que comienzan con Q).

Esta incipiente industria está viendo el comienzo de una batalla entre gigantes tecnológicos como Google, IBM y Microsoft, que compiten entre sí para atraer a los desarrolladores a sus respectivas plataformas cuánticas. Algunos expertos ya han comenzado a advertir que el sector se está adelantando a un futuro incierto, prediciendo un “invierno cuántico” provocado por una promesa incumplida.

Sería fácil descartar la emoción sobre la computación cuántica como el inicio de otra burbuja creada por la exageración. Pero esta tecnología tiene un enorme potencial, por lo que debe tomarse en serio.

  • Las computadoras clásicas piensan en “bits”, que pueden tener un valor de 0 o 1.
  • Los Qubits tienen la capacidad para la “superposición”, lo que significa que pueden estar en ambos “estados” al mismo tiempo.
  • Otro concepto cuántico clave es la ‘alambrada’ (entanglement). Los Qubits se pueden conectar, de modo que operar en uno tiene un impacto en los ‘alambrados’, lo que permite que su potencia de procesamiento se aproveche en paralelo.

La primera característica hace que las computadoras tengan una gran memoria. La superposición significa que la capacidad de almacenar datos se duplica con cada qubit. Una computadora de 64 qubits tiene suficiente memoria para 18 quintillones de números. La alambrada permite operaciones a la velocidad del rayo. Los Qubits se configuran según un algoritmo adecuado para un problema elegido; el sistema aplica las reglas de la mecánica cuántica hasta que alcanza un estado que representa la respuesta.

Alcanzar este punto será diabólicamente difícil. Aunque los investigadores han dominado el arte de establecer qubits, conseguir que funcionen sin problemas sigue siendo un problema sin resolver. Dado que cualquier influencia externa, como la vibración o el calor, puede hacer que estas delicadas bestias pierdan su mundo de binomios de 1 y 0s, tienen que mantenerse en completo aislamiento (de ahí las temperaturas ultrabajas, que ralentiza el movimiento de los átomos).

Los errores también necesitan ser detectados y corregidos con la ayuda de muchos otros qubits. Dado que grandes cantidades de qubits parecen inalcanzables durante al menos una década, la cuestión de cómo las computadoras cuánticas podrían ponerse en práctica no había estado en la mente de los investigadores hasta hace poco. Esto comenzó a cambiar hace un par de años, cuando los fabricantes de hardware lograron construir máquinas con más de un par de qubits.

Saltando la Q

IBM lideró el camino en 2016 con una computadora de 5 qubits y luego una de 20 qubits en 2017 (en la foto de arriba). Su última “unidad de procesamiento cuántico” (QPU), que se anunció en noviembre pasado, tiene 50, un qubit más que Intel. Ambos fueron superados en marzo por Bristlecone de Google, con 72 qubits. Rigetti, una startup, dijo recientemente que está construyendo un sistema de 128 qubits (aunque más no significa necesariamente mejor: algunos qubits son más propensos a errores que otros y no existen puntos de referencia comúnmente aceptados para medir su calidad). Mientras tanto, las computadoras clásicas han mejorado en la simulación de las cuánticas (de hasta alrededor de 50 qubits), por lo que es más fácil probar algoritmos y aplicaciones.

Este ritmo de desarrollo ganó recientemente la bendición de una luminaria del campo cuántico, John Preskill del Instituto de Tecnología de California. “Las computadoras cuánticas con 50-100 qubits pueden realizar tareas que superan las capacidades de las computadoras digitales clásicas de hoy en día”, escribió en un artículo, llamando a tales dispositivos “quantums ruidosos de escala intermedia” (o NISQ, se les dice “ruidosos” porque los qubits seguirán siendo propensos a errores por un tiempo).

Las grandes firmas están tratando de descubrir lo que la informática cuántica podría significar para ellos, dice Michael Brett de QxBranch, una startup. Los gigantes químicos como BASF y DowDuPont quieren entender si la tecnología podría ayudarlos a “calcular” las estructuras de nuevos materiales útiles, como los catalizadores para reducir la energía utilizada para producir fertilizantes. Los bancos, incluidos Barclays y JPMorgan Chase, esperan usarlos para tareas tales como el ajuste del riesgo de la cartera. Los fabricantes de juegos también están interesados ​​en utilizar la computación cuántica para hacer que los videojuegos se comporten más como el mundo real.

Dado que el talento cuántico es muy escaso, las empresas suelen contratar la ayuda de nuevas empresas, que desempeñan el papel de consultoras. Esto aporta dinero para las nuevas empresas y también les permite adquirir la propiedad intelectual para desarrollar software real más adelante.

Cosecha cuántica

El campo ha sido bien financiado por capitalistas de riesgo, con entradas de capital que llegaron a casi US$ 250 millones el año pasado. Las empresas tecnológicas también están poniendo recursos. IBM ha estado trabajando en el área por más tiempo. Arvind Krishna, director global de su división de investigación, compara sus esfuerzos con la forma en que IBM creó un mercado para computadoras mainframe en la década de 1960. Comenzó la investigación cuántica en la década de 1970; en 2016 colocó su computadora cuántica de 5 qubits online para que otros pudieran usarla y comenzar a escribir programas (algo que llama Q Experience). Desde entonces, ha diseñado herramientas para programadores, ha ayudado al MIT a desarrollar clases cuánticas en línea y ha creado una red de empresas y otras universidades para explorar aplicaciones prácticas.

La competencia no se queda atrás. El mes pasado, Google lanzó Cirq, un kit de herramientas de software. Rigetti ha puesto en línea una máquina con una QPU de 16 qubits. IonQ, otra startup de hardware, ha construido una máquina de iones que es más fácil de programar. Y luego está Microsoft. Al igual que IBM, quiere construir un “sistema de extremo a extremo”, en palabras de Todd Holmdahl, jefe de su área cuántica. De nuevo, como IBM, ofrece un “kit de desarrollo cuántico” e incluso un lenguaje de programación especial llamado Q#. Pero cualquier código escrito en él tendrá que ejecutarse en un software de simulación durante años. La computadora cuántica de Microsoft todavía es un trabajo en progreso, ya que la firma está apostando por un qubit “topológico” que no ha sido probado, pero que podría mucho menos propenso a errores.

IBM, Google y Microsoft están gastando mucho para atraer desarrolladores y aplicaciones a sus respectivas plataformas. IBM enfatiza el uso intensivo de Q Experience: ahora cuenta con más de 90,000 usuarios, que han ejecutado 5 millones de experimentos y publicado 110 artículos. Hartmut Neven, quien encabeza los cuantiosos esfuerzos en Google, dice que su kit de herramientas está dirigido a “programadores profesionales”. Insiste en que su equipo pronto alcanzará la “supremacía cuántica”, lo que significa que demostrará que su computadora cuántica es capaz de resolver un problema más rápido que uno clásico (los críticos de una hazaña ya lo llaman un truco, porque es poco probable que sea relevante en la práctica). Microsoft, por su parte, ha integrado estrechamente sus herramientas cuánticas con otro software de programación para que sea más fácil para los desarrolladores clásicos usarlas.

Cualquiera que sea el resultado, ninguno de los equipos terminará en los centros de datos de otras empresas, y mucho menos en los escritorios de las personas, en el futuro cercano. En cambio, las computadoras cuánticas encontrarán un hogar en el cómputo de nubes operadas por Google, IBM y Microsoft (y también por Amazon y Alibaba, que tienen programas cuánticos más pequeños). Dado que las máquinas serán buenas solo en tareas muy específicas durante muchos años, las firmas pretenden utilizarlas principalmente como “aceleradores”, que se harán cargo cuando se necesiten específicamente, al igual que las computadoras con chips súper rápidos de inteligencia artificial (IA) hoy.

Aparte de estas empresas, solo las agencias gubernamentales probablemente tengan sus propias computadoras cuánticas en las próximas décadas. Las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia, especialmente los de EEUU y China, han financiado durante mucho tiempo el campo y es probable que continúen haciéndolo. Les preocupa que las máquinas de computación cuántica algún día puedan descifrar la mejor encriptación del mundo, lo que podría darle al país que llega primero la capacidad de descodificar comunicaciones secretas o entrar a bancos.

Al igual que en IA, China tiene la intención de liderar el mundo en tecnología cuántica. El país anunció planes para gastar más de US$ 10,000 millones para construir un laboratorio nacional de ciencia cuántica, que se abrirá en 2020. Esto ha desencadenado esfuerzos en Washington, DC, para crear una “Iniciativa Cuántica Nacional”, que algunos observadores han comparado con el programa nuclear de Estados Unidos de la década de 1940. La Unión Europea lanzó una iniciativa de investigación cuántica en 2016 y la respaldó con más de US$ 1,000 millones.

El flujo de dinero del gobierno ya es tal que algunos capitalistas de riesgo se quejan de que se los ha excluido. Pero la creciente excitación acerca de todas las cosas cuánticas también ha alimentado los temores de que el campo se está sobrevalorando y que, al igual que la IA en los años 70 y 80, después de que no cumplió sus promesas, se dirige hacia un “invierno”; un largo período de financiación e interés reducidos.

Algunas nuevas empresas están seguras de que habrá un retroceso en unos pocos años y están cubriendo sus apuestas. Michael Marthaler, cofundador de Heisenberg Quantum Simulations, espera que su empresa esté lo suficientemente establecida como para poder “hibernar”. Otros observadores de la escena de la computación cuántica advierten que gran parte del software escrito hoy puede quedar obsoleto si la tecnología cuántica toma un giro inesperado.

Pero incluso si la primavera de Quantum se convierte en invierno, las probabilidades de que llegue el verano son altas. Eso ha sucedido con bastante frecuencia en el pasado. Para utilizar un concepto desarrollado por Carlota Pérez, una historiadora económica, las tecnologías revolucionarias siempre pasan por una “edad dorada”, a menudo acompañada de una burbuja de inversión que aparece, antes de entrar en una “edad de oro” de despliegue generalizado. Hay pocas razones para creer que la computación cuántica se desvíe hacia ese camino. Lampadia




Las tecnologías permiten saltos cuánticos a los pobres

Compartimos las reflexiones de Tony Blair, ex Primer Ministro Laborista del Reino Unido sobre el impacto de las nuevas tecnologías en el despegue de los países pobres del África. 

Además del tema tecnológico que revisaremos líneas abajo, el otro desarrollo espectacular en el África es el de la introducción de vacunas, medicinas, control de la malaria y el SIDA, con un apoyo muy importante de los nuevos filántropos. El siguiente cuadro de Bill Gates muestra el gran éxito que se está teniendo con la erradicación de la polio. Ver en Lampadia: Las buenas noticias de Bill Gates.

Tony Blair: Por qué la revolución digital de África será impulsada por las asociaciones

Fuente: REUTERS / Afolabi Sotunde

Por Tony Blair, representante del Cuarteto para Oriente Medio

Publicado por el Foro Económico Mundial

10 de mayo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

La génesis intelectual de la revolución digital fue la colaboración; personas que trabajan juntas para liderar los primeros avances tecnológicos que les ha permitido nutrir su propia imaginación y aliarse creativamente con los demás.

Los elementos más importantes provienen de una combinación público privada, humanidades y la ciencia pura, aficionados y académicos; diferentes elementos de la sociedad que buscan hacer frente a los mismos problemas, y en el proceso crean un acceso sin precedentes a ideas y conocimiento y un potencial inigualable para la innovación. Actualmente, este mismo espíritu de cooperación se plantea la posibilidad de viajes a las estrellas y la existencia de múltiples planetas. Más cerca de casa, ofrece algo más simple pero igual de importante: una oportunidad para que el mundo en desarrollo de un salto hacia adelante.

Esto está sucediendo con la tecnología móvil. Al otro lado del mundo hemos adoptado, y luego adaptado, esta tecnología por lo que es mucho más que un simple dispositivo de comunicaciones. Es casi seguro que va a ser el primer producto de tecnología universal del mundo. En el África subsahariana, el crecimiento móvil es tan fuerte que la construcción de la red fija ya no es necesaria. Con uno de cada cinco cuentas también conectadas al dinero móvil – la mitad del PBI de Kenia se maneja a través de él – está ayudando a descomponer los modelos convencionales de la banca y mantener el dinero en efectivo fuera de las manos de los militantes, estafadores y los corruptos.

En un lugar donde el acceso a la banca es baja, la tecnología móvil ha revolucionado el comercio local. Pero los países africanos también tienen la posibilidad de utilizar la última tecnología en el desarrollo de los sectores financieros de manera más amplia.

También tiene potencial en áreas como la emisión de pasaportes, la recaudación de impuestos y el cotejo de las listas electorales. El punto de partida para los países en desarrollo es el siguiente: en la construcción de nuevos sectores y sistemas, pueden utilizar las últimas innovaciones, asociándose con empresas de tecnología y naciones occidentales, en lugar de tener que empezar de abajo hacia arriba.

Ruanda ya ha comenzado a avanzar por este camino: la red 4G se puso en marcha hace dos años a través de un joint venture. El país ahora se ha asociado con la Universidad Carnegie Mellon para establecer un campus para enseñar grados técnicos. Y, junto con los arquitectos y universidades internacionales, un nuevo proyecto construirá el primer puerto de drones del mundo en Kigali, para apoyar en la distribución de medicamentos y suministros médicos urgentes a áreas remotas, superando las brechas de infraestructura que han impedido el desarrollo .

El país también está construyendo escuelas que se centran en la programación de computadoras. Un ejemplo es la Academia Gashora de niñas, que enseña la codificación y empodera a las mujeres jóvenes a asumir funciones de alta tecnología después de graduarse.

Estos son prometedores comienzos. Sin embargo, aprovechando el potencial de la tecnología para mejorar la vida y las perspectivas de todo el continente requiere una nueva forma de trabajar juntos.

Después de mi desempeño como primer ministro de Gran Bretaña, instauré la Iniciativa de Gobierno de África con la creencia de que la vieja manera de fomentar el desarrollo, en el que el mundo rico da y el mundo pobre recibe pasivamente, es obsoleto. Los países africanos deben liderar su propio desarrollo, estableciendo prioridades y tomando decisiones. Y lo que Occidente debe hacer es asegurarse de que nuestros conocimientos – las firmas tecnológicas, inversionistas, así como apoyo y desarrollo – estén disponibles para cualquier gobierno que lo desee.

Primero y ante todo, esto es necesario para ayudar a las naciones a desarrollar su infraestructura tecnológica básica.

En Occidente, se trata de servidores y de datos; el tráfico de Internet se reducirá significativamente si una web tarda más de dos segundos en cargar. Pero para muchos en África, trata simplemente de tener una fuente de energía. Actualmente, sólo uno de cada cuatro africanos tiene acceso a la electricidad. Y todos los presidentes con  los que trabajo consideran el acceso a la electricidad como una de las principales prioridades.

Esto es extraordinario si se considera que en 1940, casi el 100% de los hogares urbanos de Estados Unidos tenía electricidad. Una vez más la tecnología ofrece soluciones. Incluso en una era de petróleo barato, la energía renovable continúa expandiéndose rápidamente.

En segundo lugar, para fomentar este tipo de innovación, así como asegurar que se dé  una capacidad empresarial colectiva, también tenemos que seguir trabajando con los países africanos para promover el buen gobierno, asegurándonos de que hay un fuerte estado de derecho y sistemas establecidos para que los gobiernos puedan cambiar las plantas de energía a las centrales eléctricas.

En tercer lugar, en un momento en que los populistas de la izquierda y la derecha generan la ira pública en Occidente, no debemos perder de vista el hecho de que el éxito en la era moderna requiere estar abierto al mundo; la construcción de alianzas, la integración de las ideas y la garantía de que atraviese fronteras de naciones o culturas.

La colaboración, la apertura, la circulación del conocimiento, la investigación y la información han ayudado a fundar la era digital. También serán las bases para seguir el progreso de hoy. En África, hay una nueva generación de líderes, que está empujando hacia delante el continente, confiando en su futuro. Este optimismo los ha visto adoptar la tecnología y lo utilizan como una fuerza para el bien. Esto es correcto, porque si la historia nos ha enseñado algo, es que los pesimistas tienden a ser pobres guías para el futuro.

Lampadia




Aprovechar la tecnología digital para beneficiar el desarrollo

Aprovechar la tecnología digital para beneficiar el desarrollo

A pesar de las transformadoras innovaciones impulsadas por las tecnologías digitales, la brecha digital en el mundo sigue siendo considerable. (Ver en Lampadia: La transformación digital: Migrando hacia las redes, Los retos de la Cuarta Revolución Industrial, Entrevista sobre la transformación del empleo y las industrias) ¿Cómo podría ampliarse el alcance de los dividendos digitales (es decir, ampliar los beneficios del desarrollo de las tecnologías digitales)? ¿Cómo pueden contribuir las tecnologías digitales a los objetivos del Grupo del Banco Mundial de erradicar de la pobreza extrema y aumentar de la prosperidad?

Estas son las preguntas que el reciente informe del Banco Mundial sobre el desarrollo global titulado “Dividendos Digitales” intenta responder. Si bien hay muchos casos de éxito, el impacto agregado de las tecnologías digitales hasta ahora ha sido menor de lo previsto. ¿A qué se debe esto? Los motivos son dos (ver gráfico inferior)

Primero: la brecha digital sigue siendo grande. La vida de la mayor parte de la población mundial permanece en gran medida inalterada por la revolución digital. Solamente alrededor del 15% puede costear el acceso a Internet de banda ancha. La telefonía móvil, a la que tienen acceso casi cuatro quintos de la población mundial, constituye el principal medio de acceso a Internet en los países en desarrollo. Pero aun así, casi 2,000 millones de personas no poseen un teléfono móvil  y casi el 60 % de la población mundial aún no tiene conexión a Internet y no puede participar plenamente en la economía digital. 

Segundo: algunos beneficios de las tecnologías digitales se ven contrarrestados por nuevos riesgos. Según el informe : “En ausencia de instituciones responsables, las inversiones del sector público en estas tecnologías amplifican la voz de las élites y dan lugar a un aumento del control. Se están creando nuevos puestos de trabajo, pero la automatización de los empleos de nivel medio ha contribuido al vaciamiento del mercado de trabajo. Y dado que la economía de Internet favorece los monopolios naturales, la falta de un entorno de negocios competitivos da como resultado una mayor concentración de los mercados, lo que beneficia a las empresas ya establecidas en ellos. Lógicamente, las personas más instruidas, las mejor conectadas y las más capaces han recibido la mayor parte de los beneficios, y los dividendos de la revolución digital no están bien distribuidos.” [Este párrafo del informe del Banco Mundial es verdaderamente sorprendente, hace una generalización de los impactos negativos que pueden crearse en algunos países que adolezcan de malos gobiernos, pero no se puede plantear así. Parecería que esto está inspirado en las objeciones al desarrollo de las telecomunicaciones en México].

Uno de los principales mensajes del informe es que el desarrollo digital no es solo una cuestión de acceso. La conectividad digital es clave, pero es sólo un punto de partida para un desarrollo digital exitoso. Existen otros factores igual de importantes que interactúan con la tecnología (como la regulación responsable y las instituciones responsables) con el fin de hacer que las tecnologías digitales beneficien a los pobres. El Informe ‘Dividendos Digitales’  llama a estos otros factores ‘complementos analógicos’ a los digitales, que se dividen en tres categorías: regulación, las habilidades y las instituciones (ver gráfico inferior).

Como muestra el gráfico, las inversiones digitales necesitan el apoyo de: la regulación, a fin de que las empresas puedan sacar provecho de Internet para competir e innovar; mejores habilidades de los ciudadanos, para que se puedan aprovechar plenamente las oportunidades digitales, e instituciones responsables, con el fin de que los Gobiernos atiendan a las necesidades y demandas de los ciudadanos. Las tecnologías digitales pueden, a su vez, acrecentar y fortalecer estos complementos, y acelerar el ritmo del desarrollo.

Además el informe sugiere que para ampliar el acceso y ayudar a que más personas accedan a los beneficios o ‘dividendos’ de la tecnología es necesario que la competencia de mercado, las alianzas público-privadas y la regulación eficaz de Internet y de operadores de telefonía móvil promuevan la inversión privada, que es quien finalmente puede hacer que el acceso sea universal y asequible. La inversión pública a veces será necesaria y se justificará cuando permita obtener grandes beneficios sociales.

Este video muestra cuatro historias sobre lo que es posible y lo que se necesita para hacer los dividendos digitales al alcance de todos, en todas partes:

En el caso del Perú, tenemos que tomar conciencia que aun tenemos brechas económicas y sociales que debemos superar. Por lo tanto, debemos apurar nuestras acciones para ello, y así poder ser parte del nuevo mundo que terminará de perfilarse muy pronto.

Ya se están tomando algunas medidas. Por ejemplo, recientemente se lanzó la billetera electrónica como un mecanismo de facilitación del acceso a los servicios financieros de las poblaciones no bancarizadas, sin embargo es algo que todavía debe mejorar según lo comentamos en nuestro artículo por el costo que representa para los más pobres. A pesar de todos los avances del microcrédito en el Perú y de ser catalogado como uno de los países más avanzados en la calidad de la oferta de servicios financieros, desarrollados fundamentalmente por la iniciativa privada, aún estamos muy lejos de los estándares de acceso globales y regionales. Ver en LampadiaLa billetera digital llega al Perú – buena iniciativa.

Para el Banco Mundial, la conectividad es un objetivo universal importante y un gran desafío. Sin embargo, los países también deben crear condiciones favorables para que la tecnología sea eficaz. Si faltan los complementos analógicos, el impacto en el desarrollo no será suficiente. Pero, si sientan bases analógicas sólidas, los países obtendrán grandes dividendos digitales en términos de mayor crecimiento, más empleo y mejores servicios. Lampadia




Innovación: Actitudes y capacidades internas

Innovación: Actitudes y capacidades internas

El mundo productivo está en un proceso acelerado de cambio. Empresas muy grandes y tradicionales dejan de existir, de la noche a la mañana, aparecen nuevos productos que obliteran a los existentes o que crean nuevas necesidades que pronto se tornan universales. Este proceso está fundamentalmente comandado por empresas emergentes que no llevan el peso de su propio éxito de ayer como un freno a la aventura y la innovación.

En el siguiente artículo, John Thornhill, del Financial Times, analiza con precisión las actitudes necesarias para ajustar los instrumentos de navegación de las empresas, tanto en los que miran al exterior como al interior de las mismas.

El camino a la iluminación y al beneficio empieza dentro de la oficina

John Thornhill

Financial Times

1 de febrero 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Las estructuras de incentivos de muchas empresas minimizan riesgos en vez de maximizar oportunidades 

La competencia solía ser fácil. Hasta hace poco, las empresas más competentes tenían una idea clara de quiénes eran sus rivales, cómo debían competir y en qué campo debían luchar.

Una de las más crudas – y más temibles – declaraciones de intención de competencia fue la de Komatsu, el fabricante de equipos de construcción japonés en la década de 1970: Cuando los empleados ingresaban al trabajo, cruzando las alfombras de la empresa gritando: “¡Matemos a Caterpillar”. Las empresas marcaban sus operaciones y participación de mercado frente a sus competidores para saber dónde se estaban.

Hoy esa claridad estratégica se ha vuelto borrosa en muchas industrias, hasta el punto de la invisibilidad, gracias a la revolución digital y la globalización. Volando a ciegas, las empresas parecen estar más felices reduciendo costos y recomprando sus acciones que invirtiendo para el futuro. Tomemos como ejemplo el sector de las telecomunicaciones en Europa. Hace no mucho, la mayoría de compañías de telecomunicaciones eran monopolios nacionales con poca, o ninguna, competencia. Hoy en día, es difícil predecir dónde erupcionará la siguiente amenaza.

WhatsApp, el servicio de mensajería con sede en California, fundado en 2009, sólo tomo relevancia para la mayoría de las empresas cuando la adquirió Facebook por más de US$ 19 mil millones en 2014. Sin embargo, en su corta vida, WhatsApp ha tenido enormes y lucrativos ingresos en el mercado de la mensajería. Hoy, WhatsApp tiene cerca de 1,000 millones de usuarios enviando alrededor de 30,000 millones de mensajes al día. El mercado mundial de la mensajería de texto SMS es de tan sólo 20 mil millones al día.

Los fabricantes de automóviles se han percatado rápidamente de la amenaza planteada por la nueva generación de empresas de tecnología como Tesla, Google y Uber, todas con la intención de desarrollar “aplicaciones sobre ruedas” (apps on wheels). Empresas chinas e indias, de las cuales no conocíamos nada, están emergiendo de sus propios mercados como audaces competidores globales.

Como la fuerza motriz del capitalismo, la competencia le ofrece a las empresas un propósito, una misión y un sentido de dirección. Pero, ¿cómo pueden competir las empresas en un entorno de este tipo, que cambia de forma constantemente? Quizás hay dos respuestas (parciales).

La primera es hacer de todo para entender los cambios tecnológicos que están transformando el mundo, para identificar tempranamente las amenazas y oportunidades.

Gavin Patterson, director ejecutivo de BT, el grupo de telecomunicaciones británico, afirma que una de las funciones de los líderes corporativos es escanear el horizonte como nunca antes. “El CEO, tiene que estar en el puente mirando hacia el exterior,  buscando señales de lo que algo pueda pasar, tratando de adelantarse a los cambios, antes de que se conviertan en un peligro.”

Para ello, BT ha formado “equipos de exploradores” de innovación en Silicon Valley e Israel, y ha formado alianzas tecnológicas con universidades de China, EEUU, Abu Dhabi, India y Reino Unido.

Pero incluso si se prevés el peligro, no significa que puedas lidiar con él. Kodak inventó la primera cámara digital, pero falló en explotar la tecnología. Las estructuras de incentivos de muchas empresas están establecidas para minimizar riesgos en vez de maximizar la oportunidades. A menudo, la innovación es el juego de una empresa joven.

La segunda respuesta es que las empresas deben mirar hacia el interior, tan intensamente como lo hacen al exterior. Las empresas bien gestionadas disfrutan de muchas ventajas: marcas fuertes, gran cantidad de datos sobre consumidores, valiosos conjuntos de datos históricos, redes de personas inteligentes y fácil acceso a capital. Pero lo que a menudo falta es la ambición que distingue a las nuevas empresas de tecnología, su Habilidad de innovar rápidamente y su extraordinaria conexión con los consumidores. En ese sentido, la competencia principal de muchas empresas establecidas se encuentra dentro de sus propias organizaciones.

Larry Page, cofundador de Google, insta constantemente a sus empleados a seguir siendo radicales. En su carta de los fundadores de 2013, advirtió que las empresas tienden a crecer cómodamente haciendo lo que siempre han hecho y sólo de vez en cuando hacen cambios incrementales. “Esto… conduce a la irrelevancia en el tiempo “, escribió.

Google opera una regla de ‘70/20/10’, por la que los empleados son incentivados a pasar el 70% de su tiempo en su objetivo principal, 20% trabajando con otros equipos y 10% en ‘moonshots’ (proyectos que se consideran imposibles de alcanzar) ¿Cuántas empresas tradicionales se centran tanto en aventuras tan radicales?

Vishal Sikka, director ejecutivo del grupo de TI indio, Infosys, dice que las restricciones internas pueden ser mucho más dañinas que las amenazas externas. “La definición tradicional de la competencia es irrelevante. Cada vez competimos más contra nosotros mismos “, dice.

Citando a Siddhartha, el libro del alemán Hermann Hesse, Sikka argumenta que independientemente de las presiones del mercado las empresas siguen siendo los dueños de su propia salvación: “El conocimiento puede ser comunicado. La sabiduría no.” Y añade: ” Cada empresa tiene que encontrar su propia y única sabiduría.” Lampadia

 




La transformación digital: Migrando hacia las redes

La transformación digital: Migrando hacia las redes

En Lampadia hemos enfatizado en muchas ocasiones los distintos aspectos y consecuencias de la Revolución Tecnológica en los sectores económicos, sociales y políticos del mundo, además de su impacto en el Perú y cómo debemos prepararnos para aprovecharla al máximo.

Es por eso que consideramos que la reciente presentación “La Transformación Digital: Ahora es el momento” del Director General Unidad de Consumo de Telefónica en Perú, Michael Duncan, en el último CADE Ejecutivos 2015, es especialmente importante y relevante en la coyuntura actual. 

Como afirma Duncan, “vivimos en medio de una revolución digital sin precedentes”. El mundo es cada vez más cambiante y requiere de una adaptación constante, innovadora y disruptiva. Por eso, la transformación digital es crucial para la adaptación de los negocios al nuevo entorno digital que requiere un nuevo uso de la tecnología disponible.

Esto trae consigo grandes oportunidades para aprovechar la ventaja competitiva de los emprendedores que sepan desenvolverse. Es por eso que los peruanos debemos mantenernos actualizados y preparados para el despliegue de las potencialidades de las tecnologías emergentes y tomar conciencia de esta realidad que trae la ‘tercera revolución industrial’ que ya está entre nosotros. Ver en Lampadia: La Tercera Revolución Industrial. Eso implica repensar nuestras prioridades y cambiar la velocidad en que diseñamos políticas públicas y las llevamos a la práctica.

Como muestra la presentación, el Perú sigue atrasado en la digitalización comparado con el resto de América Latina, quedándose en el puesto 90. Nos queda mucho por hacer y no podemos perder el tren de la transformación digital. 

En palabras del historiador israelí, Yuvah Noah Harari: “Países que, como China, perdieron el tren de la Revolución Industrial, 150 años más tarde han conseguido recuperar el terreno perdido, en gran medida, en términos económicos, gracias a la mano de obra barata. Esta vez, quienes pierdan el tren no tendrán una segunda oportunidad. Hoy en día, si un país, un grupo de personas, se queda descolgado, no tendrá una segunda oportunidad, en particular porque la mano de obra barata no tendrá ninguna relevancia.”

“¡Ahora es el momento actuar!” Lampadia

Ver la presentación completa aquí:

La Transformación Digital: Ahora es el momento




Reminiscencias noventeras

Reminiscencias noventeras

En el 2015, la economía mundial mostrará preocupantes similitudes con lo vivido a fines de la década de 1990.

The Economist

(Gestión, 23 de Diciembre del 2014)

Crisis financiera en Rusia, precios del petróleo a la baja y un dólar fuerte, un nuevo boom en Silicon Valley y una resurgente economía estadounidense, debilidad en Alemania y Japón, divisas tambaleantes en los mercados emergentes, un demócrata en problemas en la Casa Blanca. ¿Es esta una proyección del mundo para el 2015 o un retrato de fines de los noventa?

La reciente historia económica ha estado tan dominada por la contracción del crédito del 2008-09 que es fácil olvidar lo que sucedió en las décadas previas. Pero mirar lo que sucedió hace quince años es instructivo, en términos de lo que hay que hacer y lo que se debe evitar.

Así como entonces, ahora Estados Unidos se halla a la vanguardia de una revolución digital y, en 1999, su PBI crecía más de 4% al año, casi el doble del promedio de los países avanzados, y el desempleo cayó a 4%, el nivel más bajo en 30 años. Los inversionistas extranjeros hacían cola, impulsando tanto el dólar como los precios de las acciones.

El optimismo sobre este país contrastaba con el pesimismo en el resto de la economía global, igual que hoy. La economía de Japón entró en deflación en 1997 y en Alemania, sus empresas sufrían estancadas por un rígido mercado laboral y otros costos. Los mercados emergentes estaban en crisis: entre 1997 y 1999, desde Tailandia hasta Brasil, las monedas colapsaron, mientras el capital extranjero huía y las deudas en dólares se volvían impagables.

A la larga, Estados Unidos también acusó problemas, pues la burbuja de las “dotcom” estalló y causó una caída bursátil generalizada, así como una retirada de la inversión privada, particularmente en tecnología. Para principios del 2001, ya estaba en recesión (aunque una moderada), junto con la mayoría de economías desarrolladas. Es inevitable que los paralelos no sean perfectos. La principal diferencia es China, que en 1999 era un actor pequeño, pero hoy es la segunda economía más grande del mundo.

Son tres las tendencias que desestabilizaron la economía global en esa época y que podrían hacerlo de nuevo. La primera es la brecha entre Estados Unidos, donde el crecimiento se está acelerando, y el resto, donde se está ralentizando. En ese entonces se advirtió que la economía mundial volaba “con un solo motor” y, para el 2015, el panel de expertos de The Economist proyecta un 3% de expansión en Estados Unidos y de 1.1% para Japón y la eurozona. En China, la tasa podría reducirse a 7%.

El segundo paralelo preocupante es la pésima perspectiva de las otras dos grandes economías avanzadas. El crecimiento de Alemania se ha derrumbado a alrededor de 1% y existe una profunda perturbación causada por años de escasa inversión y un gobierno demasiado obsesionado por sus metas fiscales y temeroso de continuar con sus reformas estructurales. Por su parte, Japón ha repetido el error que cometió en 1997: destruyó su escape de la estagnación con un incremento prematuro del impuesto a las ventas. El tercero es el peligro en los mercados emergentes. A fines de los noventa, fueron los tipos de cambio fijos y la excesiva deuda pública externa; ahora el cambio es flotante y las deudas son más bajas, pero existen muchas señales preocupantes, sobre todo en Rusia y otros exportadores de materias primas, especialmente en África.

En otros países, el peligro reside en el sector corporativo. Muchas empresas brasileñas están altamente endeudadas en dólares y una racha de incumplimientos podría ser menos espectacular que las crisis de deuda soberana de Asia hace década y media, aunque harían que los inversionistas se pongan nerviosos y empujen una subida del dólar.

Todo esto hace prever que el 2015 será escabroso. Los apostadores esperarán que un dólar al alza, emparejado con el adormecimiento de la eurozona y unas cuantas crisis en el mundo emergente causarán una nueva recesión en Estados Unidos. Pero por el lado optimista, hay que notar que los mercados bursátiles no se ven tan burbujeantes como antaño y aunque muchas empresas tecnológicas están invirtiendo de manera descontrolada, la mayoría presenta estados financieros decentes.

Además, el sistema financiero global se encuentra menos apalancado y, por tanto, menos vulnerable al contagio. En 1998, el incumplimiento del pago de la deuda rusa causó la caída del fondo de coberturas estadounidense LTCM. Hoy, tales efectos de repercusión son menos probables.

Si la economía mundial tambalea, restaurar la estabilidad será más difícil porque los gobiernos tienen menos espacio de maniobra. En 1999, la tasa de interés de la Reserva Federal era alrededor de 5%, lo que permitía recortarla cuando la economía se enfriaba, pero hoy las tasas en los países ricos están cercanas a 0%.

El escenario político también es distinto, y nada positivo. Entonces, la mayoría de habitantes en el mundo avanzado había recibido los frutos del boom: los salarios reales en Estados Unidos crecieron 7.7% en el periodo 1999-2000, pero desde el 2007, se han estancado, y han caído en Reino Unido y gran parte de la eurozona.

Hoy, los electores en esos países están enojados con sus gobiernos y lo muestran sus intenciones de voto por partidos de oposición. Si se les vuelve a sacudir el próximo año, su descontento se transformará en ira. La economía del 2015 puede lucir similar a la de fines de los noventa, pero probablemente la política será peor.