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Gastón Acurio – Entrevista Iluminadora

Gastón Acurio – Entrevista Iluminadora

En Lampadia queremos destacar algunos pasajes de la entrevista a Gastón Acurio publicada por la Revista Antifaz:

  • Ahí tienes dos opciones: o te la crees, con lo cual la vanidad y el ego empiezan a hacerte pensar que eres un elegido mesiánicamente para conducir el destino de tu pueblo, cosa que sería un gravísimo error; o usas estratégicamente ese mandato, entre comillas, que te ha dado el respaldo social, para influir de manera positiva en aquellas cosas que crees.
  • El mensaje que he repetido durante los últimos dos años es: señores políticos, ustedes ya no tienen el poder, la información está al alcance de todos.
  • Nunca hemos sido tan libres, porque podemos acceder a la información. ¿Y qué nos ha revelado? Que este es un país de empresarios. El señor que vende periódicos, el que tiene su carretilla en la esquina, su puesto en el mercado, el pequeño, mediano, micro y gran empresario… Este es un país de gente que quiere hacer sus sueños realidad y por sí mismos. A diferencia de otros países, en los que todavía hay una cultura en la que el Estado es el creador de riqueza, bienestar y demás. Aquí no, aquí le pedimos al Estado que nos deje trabajar.
  • El Perú ha avanzado porque los peruanos se han puesto a trabajar, no porque los políticos hayan hecho algo bueno. Lo mejor que han hecho los políticos es no hacer nada. Ahora el peruano cree en sí mismo, en su trabajo, no en ideologías.
  • El otro día estaba reunido en el Colegio Mayor Presidente de la República y los profesores me preguntaron lo siguiente: “¿Cómo has hecho para poner en valor la figura del cocinero como una actividad valiosa, respetable?”. Ellos se sentían frustrados porque la figura del maestro estaba venida a menos. Yo les conté, muy humildemente, lo que había visto desde chiquito en los años 80: un maestro que no hablaba de enseñar, sino de luchas sindicales, que alza el puño en señal de combate, ideologizado completamente.
  • ¿Tú sí tienes una [ideología]?
    Claro, la libertad. El ser humano como el conquistador de su propio destino.
  • Es muy americano, ¿no? Pienso desde Rodó en Argentina hasta Whitman, que tienen este canto a la libertad, a la tierra, al destino individual.
    Pero con una consciencia muy clara de que hay que buscar el bien común y no el individualismo y el consumismo salvaje (…). A veces vas por la derecha, a veces por la izquierda, otras por el centro, de eso trata el idealismo pragmático.

Leer para Comer

Entrevista a Gastón Acurio

Por Jerónimo Pimentel 

Revista Antifaz, Caretas

4 de setiembre de 2014

Anunciado su retiro de la cocina de Astrid y Gastón para dedicarse a recorrer el país a través de la “Expedición Perú 2015”, Gastón Acurio rasca la olla rescatando recuerdos y proyectos. Su recorrido contempla revisitar la memoria del sabor, recuperando recetas y productos perdidos para, a partir de ellos, explorar los caminos gastronómicos –o políticos– del futuro.

Donde has sido feliz, no vuelvas, advertía el escritor mexicano Juan Rulfo. Pero mucho antes Heráclito señalaba que esto no era posible: un hombre no puede cruzar dos veces el mismo río. Gastón Acurio asume el riesgo de resolver este entuerto entre pasado, presente y futuro recuperando aquello que la memoria cobijó como felicidad para traerlo a la mesa gracias al sentido más proclive a la evocación, el gusto. A partir de ahí, la tarea se vuelve titánica, pues el objetivo es alto: agradar la boca a la vez que se estimular la reflexión. ¿Pero cuál es el peligro de traer a la mesa una historia que está lejos de ser edénica? El cocinero más representativo de Sudamérica que acaba de anunciar un paso al costado respecto a su restaurante emblemático, contesta con sus dos herramientas favoritas: sabor y palabra. O lo que es lo mismo, cocina y política.

Has comentado alguna vez que utilizas 3 criterios para elaborar un nuevo plato: que sea único, rico pero con un grado de controversia, y consistente.

Porque si no, no es nuevo. En el mundo de la cocina, que es un mundo de creencias, es fácil recurrir a aquello que ya conoces para generar un cierto placer. A través de un huevo, por ejemplo. Hay que tratar de ir por territorios insospechados. En algunos casos a ti te gustarán algunos más que otros, por la propia estructura, digamos, de tu cerebro, de tus emociones, de tus recuerdos. Lo importante es no perder el hilo. Uno va a comer algo que debe estar rico, que debe ser elaborado con una coherencia ética, y tiene que estar sustentado en algunos principios ideológicos que hemos pregonado durante mucho tiempo.

¿Cuáles son esos principios?

Si en mi menú descubro que hay un pescado que es extraordinariamente rico, pero que está en vías de extinción, eso plantea un conflicto. En otros tiempos me hubiera importado un carajo y lo pongo, como hacen otros cocineros. Nosotros tenemos que tener cuidado con esas cosas. Lo que queremos es que cada historia te lleve a algo y te arranque una sonrisa. Pero no traer el recurso fácil sino… un poco como la escena de Anton Ego en ‘Ratatouille’.

Ahora, ¿de qué manera hacerlo? La recuperación de la memoria siempre es individual. Es decir, los platos que yo asocié con situaciones de comodidad, confort, cariño, amor, ¿cómo extrapolarlas a los demás?

Pensemos en los barquillos. Los barquillos vienen acompañados de un cuento pequeño, un relato de qué sucedía cuando sonaba el timbre del colegio y acababa la clase en el Inmaculado Corazón que, además, es el colegio donde hemos estudiado Diego Muñoz y yo. Cuando se abrían las puertas tú te encontrabas con una serie de personajes: una señora que tenía una caja llena de alfajores de miel; el barquillero, que en un barril de lata le daba la vuelta a la tapa y encima acomodaba sus barquillos, su maní; el chocolatero de D’Onofrio, con sus golosinas y con sus chocolates cuando estos todavía llevaban cacao; el churrero, que es una fábrica ambulante en carretilla. Si lees esto y además te llega el plato en una vajilla especial, en este caso, una especie de lata de golosinas, ya es irrelevante el sabor, ¿me explico? En este caso Diego Muñoz ha diseñado, conceptualizado y creado unos barquillos salados, pero ya te metiste a un mundo que es universal, que es el del niño saliendo de la escuela. Ya estás jugando un poco.

¿Cómo se moderniza una receta que quieres recuperar e intervenir? Tengo la sensación, por ejemplo, de que un chocolate hecho con cacao nativo de Jaén es más rico que el Sublime que comía de niño… 

Sin duda. Antes usaban cacao, pero el más barato. Hacer un Sublime con cacao nativo de Jaén debe ser una experiencia absolutamente inolvidable y, además, compatible en este menú.

Hay una experiencia serrana, selvática, que tiene que ver con otros sabores y otros colores. 

Bueno, la ventaja es que la mayoría de los padres de quienes han nacido en Lima son de otras partes del Perú. Por ejemplo, el shámbar, de Trujillo. Mi mamá, mi abuela, mis hermanos son trujillanos. Pero en mi casa nunca se hizo shámbar porque mi papá, que era cusqueño, lo odiaba. Entonces podemos jugar con esa idea y vamos a crear algo que no existe, un shámbar diferente. Y en el caso de mi lado paterno, claro, mi abuela hacía un relleno a la cusqueña que tiene un fallo técnico. El arequipeño es perfecto, pero en el rocoto relleno de mi abuela todo iba bien hasta que lo arrebozaban y lo freían, quedando todo grasoso. Estamos tratando de resolver el fallo técnico, de manera que este arrebozado termine enriqueciendo al rocoto relleno y no perjudicándolo.

¿En eso consiste la modernización, en limpiar técnicamente los platos?

En este caso sí. En otros el compromiso es con un producto perdido, como la macha. Diego está desarrollando un guiso que tiene el sabor muy parecido al picante de machas, pero donde se hace evidente que la macha no está, porque de lo que queremos hablar es de cómo podemos recuperar ese producto.

¿Esa es la idea? ¿Que los platos estén enraizados con iniciativas que excedan el menú?

Es un poco el objetivo. Siempre hay un acto político detrás. Deliberadamente vamos a hablar de la memoria. Viene la macha para que este sea el punto de partida que nos permita poner en agenda el tema de su recuperación. En el caso de la cojinova es igual. Hay que seguir poniendo en agenda la importancia de la pesca artesanal y por qué es necesario que el industrial, que se lleva el 98% de la torta, se preocupe por él. No son 30 familias, sino 30 mil, 40 mil o 50 mil en todo el Perú. Y así como los cocineros participamos activamente en el desarrollo de toda la cadena, el pescador industrial es el principal responsable de velar porque todos compartan algunos de los beneficios que tienen.

Pero eso ya es un programa político, como tú mismo has dicho. ¿Has visto las terribles discusiones que ha habido cuando se ha querido modificar la zonificación para la pesca de la anchoveta? 

Claro, es complicadísimo. Por eso estoy apelando a otro discurso. Nosotros, los cocineros, tenemos una alianza que se llama la Alianza Cocinero Campesina. ¿Por qué? Porque usamos los recursos del campo para nuestro beneficio y en consecuencia nos interesa que quienes trabajan en el campo tengan las mismas oportunidades que nosotros. Los cocineros tenemos una relación directa con el pescador artesanal y estamos intentando ayudarlos, pero la ayuda debería venir de quienes integran esa industria.

¿Y eso cómo se evidencia en el restaurante? 

No trata de que el mozo lo diga, es tu curiosidad la que te llevará a seguir escarbando dentro de las historias que presenta el menú.

Entonces, es la consistencia que lo que te obliga a tener un discurso político.

Son las acciones que haces fuera del restaurante las que lo legitiman y le dan profundidad, sentido. Ahora, no todo es político. Los barquillos claramente no lo son.

¿Pero cómo lidias con esa exigencia política? Si uno ve tu cuenta de Twitter existe casi un clamor para que hagas política de llano, frontalmente. 

Todo el tiempo me demandan.

Y te la pasas haciendo desmentidos. 

Todo es parte de, ¿no?

Pero no es parte de, porque no le ocurre a Rafael Osterling ni a Martín Morales, te ocurre a ti. 

Sí, a mí me tocó, seguramente, y quizás es porque tengo una formación política desde muy niño que me permite desarrollar esos temas. Desde pequeñito, mi padre me entrenó para ser político. A los 6 años iba a los mítines de Acción Popular y a los 13, a los debates en el Congreso. No lo hacían con mis hermanas, solo conmigo. Quizás por eso tengo una inclinación política que no sé separar de la cocina.

¿Te incomoda?

No.

¿Lo disfrutas?

Tampoco, pero he sabido utilizarla como una herramienta importante para llamar la atención del político. Disfruto haber logrado un respaldo poco usual de una sociedad hacia la cocina, cosa que no ocurre ni en Francia. Que un cocinero pueda confrontarse ante el más poderoso de los políticos y que la sociedad le crea más al cocinero que a él, es algo absolutamente inusual. Ahí tienes dos opciones: o te la crees, con lo cual la vanidad y el ego empiezan a hacerte pensar que eres un elegido mesiánicamente para conducir el destino de tu pueblo, cosa que sería un gravísimo error; o usas estratégicamente ese mandato, entre comillas, que te ha dado el respaldo social, para influir de manera positiva en aquellas cosas que crees.

Que en tu caso, no son pocas.

En el 2010, cuando Alan García era presidente, en la inauguración de Mistura fue él quien puso el tema en agenda públicamente: “Por favor, Gastón, no te metas en política”. La gente se mataba de la risa y el que menos decía “se muere de miedo”. Es ahí donde se empezó a crear esta idea de que se muere de miedo de mí. Él mismo lo ha hecho. En otro discurso, en la inauguración de la ampliación del Jockey Plaza, dijo: “Seguramente Gastón no está porque está preparando su campaña, ja, ja, ja”. Él solito hacía esas cosas.

Tú has hecho algo también, ¿no?

Claro. Lo hago deliberadamente para recordarles a los políticos que el poder no es de ellos, sino de nosotros, de la gente. Y no lo digo como cocinero, sino como empresario, como ciudadano y como compañero de ese pequeño agricultor que está ahí, que tiene una parcelita, que tiene sueños y que tiene ganas de chambear. El mensaje que he repetido durante los últimos dos años es: señores políticos, ustedes ya no tienen el poder, la información está al alcance de todos. Ya no nos pueden manipular, ya no nos pueden mentir, porque hoy en día se puede saber la verdad apretando un botón. Nunca hemos sido tan libres, porque podemos acceder a la información. ¿Y qué nos ha revelado? Que este es un país de empresarios. El señor que vende periódicos, el que tiene su carretilla en la esquina, su puesto en el mercado, el pequeño, mediano, micro y gran empresario… Este es un país de gente que quiere hacer sus sueños realidad y por sí mismos. A diferencia de otros países, en los que todavía hay una cultura en la que el Estado es el creador de riqueza, bienestar y demás. Aquí no, aquí le pedimos al Estado que nos deje trabajar.

Tú tienes un programa liberal.

Sí, la libertad. Yo lo llamo un idealismo pragmático. Somos dueños de nuestro destino, pero tenemos que ayudarnos mutuamente. Quien no tiene oportunidades las debe tener a partir de nuestro éxito. Yo crezco, pero siempre mirando a mi alrededor. Crezco, crezco, crezco y sigo mirando a mi alrededor. Tú vas a las universidades y esto lo enseñan ahora, no es nada nuevo.

¿Tú crees que la política peruana actual es una representación equívoca de nuestra sociedad?

Totalmente. El Perú ha avanzado porque los peruanos se han puesto a trabajar, no porque los políticos hayan hecho algo bueno. Lo mejor que han hecho los políticos es no hacer nada. Ahora el peruano cree en sí mismo, en su trabajo, no en ideologías. El otro día estaba reunido en el Colegio Mayor Presidente de la República y los profesores me preguntaron lo siguiente: “¿Cómo has hecho para poner en valor la figura del cocinero como una actividad valiosa, respetable?”. Ellos se sentían frustrados porque la figura del maestro estaba venida a menos. Yo les conté, muy humildemente, lo que había visto desde chiquito en los años 80: un maestro que no hablaba de enseñar, sino de luchas sindicales, que alza el puño en señal de combate, ideologizado completamente.

Lo que propones es un cambio de modelo, porque lo tuyo también es una ideología, una liberal. Tú exiges una presencia menor del Estado y te alineas con el emprendedurismo, el libre mercado

No sé si es menor. Es una presencia muy fuerte del Estado para administrar el caos.

Claro, pero si lo contrapones a tu ejemplo de los maestros, donde ha habido un arraigo marxista, sindicalista, lo que estás proponiendo es un cambio de ideología. Tú sí tienes una

Claro, la libertad. El ser humano como el conquistador de su propio destino.

Es muy americano, ¿no? Pienso desde Rodó en Argentina hasta Whitman, que tienen este canto a la libertad, a la tierra, al destino individual. 

Pero con una consciencia muy clara de que hay que buscar el bien común y no el individualismo y el consumismo salvaje, que es lo norteamericano, de lo que ya se están arrepintiendo. A veces vas por la derecha, a veces por la izquierda, otras por el centro, de eso trata el idealismo pragmático. Es tan sencillo como lo que hablamos de la pesca: “Yo tengo una fábrica, gano 25 millones de dólares y a mi costado hay 25 familias que no ganan ni un centavo pero se dedican a lo mismo que yo”. La opción es: “Váyanse a la mierda, que se mueran”; o lo que hemos hecho en la cocina todo este tiempo. Y mira los resultados.

¿Dirías que el rol social es el gran aporte de la cocina peruana a la gastronomía mundial? 

Es lo que dicen. Cada uno lo aplica a su manera, lo cual es bueno también. Los nórdicos lo hacen en el terreno ambiental: tienen muy pocos recursos y les dan el mayor valor posible.

Ahora, eso no lo hemos aprendido bien. No hay denominaciones de origen en el Perú. 

Porque tenemos el problema de tener muchos recursos.

Pero en Italia y Francia también tienen muchos recursos. 

Hay demasiados recursos. Una cosa es tener uvas y otra es tener uvas, melocotones y manzanas. No me refiero a las variedades, sino a la cantidad de especies. ¿Por dónde empiezas? Vas a Huaral y es un microclima de China, por eso todas las verduras chinas crecen ahí. Es la paradoja de los países con recursos naturales.

¿Extrañas el fogón, extrañas cocinar?

Sí, lo que no extraño es la adrenalina del servicio, nunca me gustó. Hay gente a la que le encanta. Se abre la puerta, llegan las comandas y empieza una vorágine. Es la parte que menos me gusta de la cocina. Es un estrés que te lleva a niveles de exaltación. Pero afortunadamente intento cocinar todos los días, pero ya no en el escenario, sino fuera del escenario. Cuando grabo ‘Aventura Culinaria’ es el día más bonito para mí.

¿Se puede tener el control de tantos restaurantes en tantas ciudades del mundo?

Cuando delegas, sí.

Pero cuando delegas, cedes el control.

Tienes que delegar en personas en las que crees. Yo he hecho el restaurante más caro en la historia del Perú, que es la versión mejorada por un millón de lo que tenía en Cantuarias, para dárselo a otro.

A Diego Muñoz. 

Delegar es parte de las responsabilidades, generar nuevos liderazgos. Tienes que ser pequeñito por más que tengas 5 mil restaurantes.

¿Cuántos restaurantes tienen tu nombre?

44, pero no es nada.

¿Te parece poco? 

No, porque detrás de ‘La Mar’ de Miami está Diego Oka, en ‘Tanta’ de Chicago está Victoriano López, en ‘Madam Tusan’ está Félix Lobo, en ‘Los Bachiche’ está Cinzia Reppeto, Diego Alcántara está en ‘Papachos’. Ellos tienen 5 o 6 principios y valores que cumplir y nada más, cada uno responde a mundos completamente diferentes.

¿De dónde te viene el optimismo, de casa? 

Sí.

¿De tu padre? 

Sí, a mi padre lo botaron, lo sacaron los tanques en el 68 y siguió avanzando y nunca en mi vida lo escuché hablar mal de otra persona.

Has tenido una infancia velasquista.

Velasquista, moralesbermudista, que fue lo opuesto, o sea, pasamos de la izquierda a la derecha en 24 horas. Luego la esperanza de la democracia, Sendero Luminoso, la hiperinflación de Alan García, Fujimori, la modernización del Estado con corrupción, todo.

Entonces, ¿qué memoria vamos a recuperar? 

A eso voy, ¿qué generación es la mía? La generación confundida, la generación pasmada. De chiquitos hubo un señor que nos trazó una raya de odio entre peruanos: el bueno y el malo. Estaban tan confundidos que querían hacer hablar a un aymara en quechua, como si el quechua fuese la única lengua originaria del Perú. Y así sucesivamente, confusión tras confusión, lo que nos hizo creer que no éramos importantes, que no éramos buenos.

Pero hay un largo camino de odio, desde Sendero Luminoso al robo mafioso de Fujimori y Montesinos. 

Quizás la virtud está en haber sido capaces de levantarnos, de rebelarnos ante nuestro miedo y nuestra confusión y decir bien, o seguimos creyendo que somos poca cosa y que debemos imitar a Miami o a Francia, o empezamos a hacer un cambio, aun sabiendo que a ese inseguro y confundido no lo vamos a poder matar porque sigue habitando dentro de nosotros.

¿Cuánto pesa que una parte tan grande de la autoestima peruana repose ahora en la cocina?

Pesa mucho porque genera dedos acusadores. Pero esa batalla ya acabó, no hace falta repetirla.

¿Te molesta verte tanto? ¿Que tu figura esté tan expuesta y que no necesariamente represente lo que eres o lo que sientes que eres? 

Ya me acostumbré.




No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza

No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza

Como hemos explicado anteriormente nuestra economía se frenó básicamente por la disminución de la inversión minera (el principal motor de la economía y un factor fundamental para el desarrollo de nuestro nuevo sector industrial y las mejoras de todos los indicadores económicos y sociales), y por la maraña de regulaciones que poco a poco nos ha ido inmovilizando (ver en Lampadia (L): Subdesarrollo por Ley, de Carlos Adrianzén, que nos comenta unas cifras de escándalo: en el 2013 se dieron 38,845 nuevas disposiciones legales y en los últimos cinco años 136,840).

La regulación se ha ido incrementado en los últimos cuatro gobiernos, pero específicamente se ha intensificado contra la inversión privada durante la gestión de Ollanta Humala, quien ´oficializó´ la prédica anti-minera (ver en L: El “Paquete Continuo” anunciado en la Hora N por el Ministro de Economía y Finanzas).

Una vez que la desaceleración se hizo evidente, le echamos la culpa al cobre, a China y a los malos vientos. No quisimos reconocer nuestro error y tampoco quisimos entender que, a diferencia de otros países, el Perú tiene una ´reserva productiva´ que nos permitiría multiplicar la producción en todos los sectores vinculados a los recursos naturales (RRNN) y compensar cualquier disminución de los precios de los commodities (ver en L: El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario).

Mucho menos, se quiso analizar nuestra realidad y ver que estaban haciendo, por ejemplo, Colombia, México y la India (con su nuevo Primer Ministro Modi). Preferimos, en cambio, creerle a nuestro Ministro de la Producción, Piero Ghezzi, quien manifestó que se había acabado nuestro ciclo de crecimiento impulsado por la minería y que teníamos que buscar “nuevos motores”. Nos dio a entender que con ellos creceríamos nuevamente entre 7 y 8%.

Buena parte del país, empezando por el gobierno y los medios, no tuvieron  entonces, el incentivo para pensar un poco más y seguir analizando nuestras opciones, porque la solución venía fácil del ministerio de la Producción y su Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP). A diferencia de los proyectos mineros y petroleros, aguantados por las regulaciones y el mal clima de inversión, los nuevos motores, sin duda, muchísimo más pequeños que nuestros RRNN, tardarán años en dar frutos.

Así, caímos en una trampa que nos llevará a la ´gran frustración´. Esta no es la primera vez que el país se equivoca por malas políticas públicas y por la anomia de su clase dirigente. Por ejemplo, ¿qué nos ha informado y advertido sobre todo esto la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo (SNMPE)? Nada.

No podemos dejar de notar que el líder de la nueva magia, el ministro Ghezzi, es un poco desconcertante: por ejemplo, cuando el 15 de julio pasado (2014), Alejandra Cruz, de la República le preguntó: “El Ministro de Economía ha dicho que el paquete de reactivación permitirá crecer de manera sostenida a tasas de 6%. ¿Cuándo veremos ese efecto?”. Ghezzi contesta: “La economía no es una ciencia exacta, es más bien un arte; al igual que lo es predecir. En ese sentido es difícil cuantificar el efecto o decir cuando se dará”. [Pero sí afirma que el PNDP nos dará 7 a 8% de crecimiento anual y que para el 2021, si hacemos lo que él dice, el PBI p.c. será de US$ 30,000]. Todavía más, llama la atención que el 6 de agosto pasado (2014), cuando Azucena León, de Portafolio de El Comercio le pregunta al mismo Ghezzi: “¿Seguirá como ministro de la Producción?”, el ministro responde: “Sí, claro, estoy feliz. No tengo que preocuparme por la ´caja´ y podría ser recordado como el ministro del desarrollo económico”.

Volviendo al tema de la pobreza, anunciado en el título de este artículo, nuestra idea es aprovechar un último artículo de The Economist. En él se  desmitifica las mediciones de la pobreza que pretenden crear indicadores sofisticados como el de la pobreza multidimensional (ver en L: El índice de Progreso Social y el PBI per cápita). Ahora que dejaremos de crecer por las razones arriba señaladas, también caerá el ritmo con el que se venía reduciendo la pobreza, por ello es importante que estemos mejor informados sobre las verdaderas causas del descenso de la economía y su impacto en el aumento de la pobreza  y de cómo se la debe medir. Así, evitaremos que algún otro mago se saque del sombrero una “solución” que supuestamente nos lleve al desarrollo integral. Lampadia

Artículo de The Economist 

Ancho, no profundidad

Medidas de Pobreza

Artículo de The Economist del 28 de Julio, 2014. Traducido por Lampadia

“Esta medida de un dólar al día”, dice Amartya Sen, premio Nobel de Economía, “no tiene en cuenta muchas variantes que influyen en la conversión de los ingresos en el buen vivir.” Sen sostiene que si simplemente nos centramos en la erradicación de la extrema pobreza (vivir con menos de 1.25 dólares al día), no nos enfocaremos en importantes problemas sociales que no están relacionadas con los ingresos. Por consiguiente, ha sido uno de los principales defensores de la elaboración de indicadores alternativos, como el Índice de Desarrollo Humano-cuya edición más reciente fue publicada la semana pasada. Pero ¿qué utilidad tienen estos índices?

El propósito del desarrollo alternativo y la data de la pobreza es mirar más allá del dinero y reconocer que las personas pueden estar en desventaja en áreas distintas a la de la renta, como la nutrición, la educación y la vivienda. El argumento es que el desarrollo económico no se traduce necesariamente en una mejora de estas medidas no económicas. La desnutrición infantil en la India, por ejemplo, ha sido persistente a pesar del rápido crecimiento económico del país y la impresionante reducción de la pobreza extrema. Esta fue la idea detrás del desarrollo del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que considera diez indicadores de la pobreza, incluyendo la nutrición, la mortalidad infantil, el saneamiento, la electricidad, el acceso al agua limpia y años de escolaridad.

Medir estas cosas es útil, pero ¿hasta qué punto pintan un cuadro de pobreza diferente a la de 1.25 dólares al día? A pesar de que es más completo, el IPM en realidad parece tener una relación estadística tan sólida con las mejoras en los ingresos, como la de la data de extrema pobreza [monetaria].

Datos recientes de la Iniciativa de Oxford sobre Pobreza y Desarrollo Humano muestran que la relación entre el monto de IPM y el ingreso por persona es tan robusta como la que existe entre la cantidad de pobreza extrema y el ingreso por persona. Los gráficos siguientes muestran estas dos relaciones para 97 países. Existe, como era de esperar, una asociación fuerte y negativa entre el índice de pobreza extrema y el PBI per cápita; ya que cuando los países se hacen más ricos, esperamos que los ingresos de los más pobres aumenten (véase el gráfico de la izquierda). Llama la atención, sin embargo, ver que existe una relación igualmente fuerte y negativa entre el número IPM y el ingreso por persona (véase el gráfico de la derecha).

Para los hacedores de políticas [autoridades y expertos], la data también sugiere que el aumento de los ingresos se traduce en menores niveles de pobreza multidimensional. A pesar de las preocupaciones de los economistas, el argumento de que [al medir] solo los ingresos monetarios se obvia mucha información, no parece tener mucho peso. El crecimiento económico puede, entonces, no sólo ser la mejor manera de superar la pobreza extrema, sino también de reducir los aspectos no económicos, como las terribles carencias sociales.




Como un buen economista puede perder perspectiva

Como un buen economista puede perder perspectiva

La verdadera materia prima de la riqueza Comentado por Lampadia

Ricardo Hausmann, Ex ministro de planeamiento de Venezuela, Jefe de Economía del BID y profesor de Harvard.

Publicado por Project Syndicate, julio 2014

Traducido del inglés por Ana María Velasco

TIRANA – Los países pobres exportan materias primas en bruto, como cacao, hierro y diamantes. Los países ricos exportan -con frecuencia a esos mismos países pobres- productos más elaborados, como chocolates, automóviles y joyas. Si los países pobres quieren hacerse ricos deberían dejar de exportar sus recursos naturales en bruto y concentrarse en agregarles valor. De lo contrario, los países ricos se quedarán con la mayor parte del valor y con todos los buenos empleos. Una forma de lograr esto es siguiendo el ejemplo de Sudáfrica y de Botsuana y emplear la riqueza natural para forzar la industrialización aguas abajo a través de restricciones a la exportación de minerales en bruto, una política que llaman “beneficiación”.

[Este pensamiento trae de regreso la concepción de la teoría de la dependencia, que asumía que el valor de los commodities bajaría cada vez más, mientras el valor de la tecnología subiría hasta producir una brecha que se podía denominar como la “Cruz de la Muerte”. La realidad de los largos últimos años, es lo contrario, los precios de la tecnología bajan aceleradamente mientras los de los commodities suben, una suerte de “Cruz de la Vida”. Ver en Lampadia: Grave error de lectura de América Latina y Más sobre los perjuicios de la Teoría de la Dependencia.

Además, este razonamiento asume que los commodities, por ejemplo, los concentrados de cobre en el Perú, tienen un bajo valor agregado. La realidad es todo lo contrario, ver: Más allá de los mitos – La minería tiene un alto valor agregado.]

¿Son estas ideas acertadas o erradas? La verdad es que hay ideas que son aún peor que erradas, son castrantes. Esas ideas hacen que uno enfatice las cuestiones secundarias -por ejemplo, la disponibilidad de materias primas- pero impiden ver las oportunidades más prometedoras que existen en otros ámbitos.

[Comentario que no es aplicable al Perú, pues a diferencia de casi todos los países del mundo, en esta tierra se proscribió la inversión privada por treinta años (60,70 y 80s). Como resultado de semejante política, nos empobrecimos, se sembró exclusión en las regiones (ricas en RRNN), solo se invertía algo en Lima, Arequipa y en las fronteras de la costa, Tacna y Tumbes, con tremendos subsidios. Adicionalmente a los impactos económicos y sociales, al dejar de invertir como el resto del mundo, acumulamos una “reserva productiva” que aún no hemos podido poner en valor. Al mismo tiempo, obviamente, acumulamos también, una gran brecha social y económica en educación, salud, instituciones, infraestructuras, pobreza y tecnología, que seguramente supera el 50% de nuestro PBI. Semejante brecha solo puede ser cerrada en un plazo razonable, poniendo en valor dichos RRNN.]

Tomemos como ejemplo a Finlandia, un país nórdico donde existe una enorme cantidad de árboles en relación a su escasa población. Un economista clásico diría que, en vista de esto, Finlandia debiera exportar madera, cosa que ha hecho. En contraste, un economista del desarrollo tradicional diría que Finlandia no debe exportar madera en bruto, sino agregarle valor, transformándola en productos como papel o muebles, cosa que este país también ha hecho. Sin embargo, los productos relacionados con la madera representan apenas el 20% de las exportaciones de Finlandia. [Pero, como lo explica el propio Hausmann, Finlandia siguió un proceso paulatino e incremental en su estrategia productiva.]

Esto se debe a que la madera abrió un camino diferente y mucho más próspero hacia el desarrollo. Talando árboles y cortando madera, los finlandeses encontraron que sus hachas y serruchos perdían el filo y se dañaban. Afilando y reparando estas herramientas, a la larga Finlandia se convirtió en un buen productor de máquinas para talar árboles y cortar madera.

Los finlandeses pronto se dieron cuenta de que también podían fabricar máquinas que cortaran otros materiales, ya que no todo lo cortable está hecho de madera. Su próximo paso fue automatizar las máquinas cortadoras, porque cortar todo a mano puede llegar a ser muy tedioso. De ahí pasaron a otras máquinas automatizadas porque, al fin y al cabo, no todo en la vida es cortar. Y de las máquinas automatizadas eventualmente terminaron en Nokia. Hoy en día, las máquinas de diferentes tipos constituyen el 40% de los bienes que exporta Finlandia. [Un proceso natural y de larga duración que debe seguirse desde el desarrollo de los mercados y las inversiones correspondientes, sin dar saltos aventureros. En el Perú esto ya está sucediendo con el sector industrial, el cual, por ejemplo, está exportando maquinaria minera a China y a varios otros países, justamente por haber seguido el mismo proceso de Finlandia. Este proceso no requirió de la intervención de ningún burócrata ni de ningún iluminado gobernante.]

La moraleja de esta historia es que agregarle valor a las materias primas que uno posee es uno de los posibles caminos hacia la diversificación, pero no necesariamente el más largo ni el más fructífero. [En el caso del Perú, la gran inversión minera de los últimos 20 años, ha ayudado a formar el sector industrial más grande, más fuerte, competitivo y exportador de nuestra historia.] Los países no están limitados por los recursos naturales que poseen. Al fin y al cabo, en Suiza no hay cacao y China no fabrica chips de memoria avanzados. Pero ello no ha impedido que estos países tengan una posición dominante en el mercado del chocolate y de las computadoras, respectivamente.

Tener la materia prima cerca es una ventaja sólo cuando el costo de trasladarla es muy alto, [o cuando la demanda internacional compensa los costos de  transporte y, cuando los desarrollos industriales sobre la base de las mismas materias primas, está más cerca de los mercados finales] lo que es más válido para la madera que para los diamantes o incluso el hierro. Australia, pese a su lejanía, es un importante exportador de mineral de hierro, pero no de acero, mientras que Corea del Sur exporta acero aun cuando debe importar hierro.

Lo que revela la experiencia de Finlandia es que los caminos más prometedores hacia el desarrollo no implican agregar valor a las materias primas, sino añadir capacidades a las capacidades ya existentes. Esto significa combinar capacidades nuevas (por ejemplo, la automatización) con las ya establecidas (como las que se utilizan para hacer las máquinas cortadoras), y así poder penetrar en mercados diferentes y más atractivos. En contraste, para obtener materias primas, basta con llegar al puerto más cercano.

Pensar el futuro en base a la ventaja de tener cerca cierto recurso natural limita a los países a productos que emplean de manera muy intensiva ese recurso, lo que resulta ser extremadamente restrictivo. Por ejemplo: ¿la cercanía a qué materia prima en particular hace que un país sea competitivo en la producción de automóviles, impresoras, antibióticos o películas? La mayor parte de los productos exige numerosos insumos y, en general, la proximidad a un par de ellos no marca una diferencia suficiente. [Otro razonamiento forzado, pues el acceso a teléfonos celulares, internet e impresoras 3D, es perfectamente compatible con la puesta en valor de RRNN,  máxime, si la riqueza que pueden generar se canaliza a las inversiones estratégicas que pueden crear capacidades ampliadas en la sociedad del conocimiento.]

La política de beneficiación obliga a las industrias extractivas a vender su producto localmente a precios más bajos que los de exportación, por lo cual opera como un impuesto implícito que sirve para subsidiar las actividades aguas abajo. En principio, no hay nada oprobioso en gravar eficientemente a las industrias extractivas, pues permite que las sociedades se apropien del valor que genera su riqueza natural. Pero no hay motivo para dedicar esa capacidad de gravar para favorecer a las industrias aguas abajo. [Tampoco es el caso del Perú, pues sus RRNN son para exportación y localmente se venden en base a las cotizaciones internacionales. Pero habría que preguntarle a los americanos que piensan de la posibilidad de reindustrializar su país con la explotación del Shale Gas y crear un camino de reducción de las desigualdades que generó la tercerización de dichos procesos.] Como mis colegas y yo hemos demostrado, estas actividades no son ni las más próximas en términos de capacidades, ni tampoco las más valiosas como trampolines hacia un mayor desarrollo. 

Se puede afirmar que el impacto económico más notable que tuvo la industria del carbón de fines del siglo XVII en Gran Bretaña, fue el haber fomentado el desarrollo de la máquina de vapor como solución al problema de bombear el agua fuera de las minas. Pero ese invento terminó revolucionando la manufactura y el transporte, lo que cambió la historia del mundo, el lugar que en ella ocupó la Gran Bretaña – y hasta la ventaja de tener carbón cerca.

En contraste, darle prioridad a plantas siderúrgicas o petroquímicas en países ricos en hierro o petróleo refleja una profunda falta de imaginación dado que a menudo los beneficios son muy limitados, pues la proximidad a la materia prima  no es una ventaja significativa. Mucho más creativos fueron los Emiratos Árabes Unidos, donde utilizaron los ingresos del petróleo para invertir en infraestructura y servicios, transformando así a Dubái en un exitoso centro turístico y empresarial.

Esta discusión es relevante hasta para Estados Unidos, donde está imperando desde hace pocos años y casi por casualidad, una importante política de beneficiación. En 1973, durante el embargo petrolero, el país restringió la exportación de crudo y gas natural. En los años subsiguientes, Estados Unidos se convirtió en un gran importador de energía, por lo que la restricción a las exportaciones se volvió irrelevante, aunque nunca se abandonó formalmente. Pero la reciente revolución energética producida por el shale o esquisto ha hecho que la producción de petróleo y de gas aumente dramáticamente en el último quinquenio. Ahora la restricción a la exportación causa que el precio interno del petróleo y sobre todo del gas natural esté hoy muy por debajo del precio de exportación.

Esto constituye un subsidio implícito a las industrias que emplean gas y petróleo de manera intensiva, y es posible que desplace ciertas inversiones hacia Estados Unidos. Pero ¿es ésta la mejor manera de emplear la capacidad del fisco de gravar o regular el comercio? ¿No estaría mejor Estados Unidos usando su capacidad de gravar el gas natural para estimular el desarrollo del equivalente tecnológico actual a lo que representó la máquina de vapor? [No lo creemos, su problema más álgido hoy, es la desigualdad de ingresos que pretenden aliviar con el uso interno de energías más económicas.]




Momento para romper mitos y dibujar líneas de desarrollo industrial

Momento para romper mitos y dibujar líneas de desarrollo industrial

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) actualizó el año base para la elaboración de las cuentas nacionales. La nueva Matriz Insumo-Producto (MIP) que describe las relaciones de consumo, producción, ingresos y el impacto de los encadenamientos intersectoriales en la economía peruana muestra una transformación en nuestro aparato productivo: la minería ha triplicado su participación en el PBI y el sector manufacturero ha crecido en participación, volumen y calidad en un periodo en el que la economía peruana se ha abierto a competir en los mercados internacionales. Pero no solo eso, la participación de las remuneraciones en el producto ha crecido 22% entre 1994 y el 2007, beneficiando a los trabajadores. Esta nueva información es una sólida base para evaluar nuestra estrategia de desarrollo, sobre todo, en lo que se refiere al sector industrial. El Perú necesita poner en valor sus recursos naturales y fortalecer los encadenamientos productivos en torno a estos sectores para generar una industrialización basada en nuestras ventajas, lo que en Lampadia hemos llamado la estrategia de los “binomios productivos”. 

NUEVAS CUENTAS NACIONALES

El cálculo de las cuentas nacionales se venía realizando asumiendo la estructura productiva y sectorial que tenía la economía peruana hace 20 años (1994). Ahora, el año base para la estimación de las cuentas nacionales será el 2007, para el cual se cuenta con información completa. Es evidente que en estas dos décadas la estructura de la economía peruana se ha transformado radicalmente, ganando mayor complejidad por la introducción de nuevas tecnologías, la llegada de nuevas inversiones, la diversificación de la demanda interna, la integración al comercio internacional y el incremento de la productividad. Uno de los aspectos que más se resalta es el gran aumento de la importancia de la minería en el producto, que ha pasado de 4.7% en 1994 a 14.4% en el 2007, al igual que los servicios financieros, y las telecomunicaciones, que casi han doblado su participación en el PBI. También se destaca el crecimiento que ha experimentado el comercio exterior, cuya importancia ha aumentado considerablemente. Así, las exportaciones han pasado de representar el 13% al 32% del producto, mientras que las importaciones aumentaron del 16% al 24%.

ROMPIENDO LOS MITOS DE LA IZQUIERDA SOBRE LA INDUSTRIA NACIONAL

Contrario a la prédica de la izquierda tradicional, el INEI muestra que no ha habido ningún proceso de desindustrialización. Es más, el sector manufacturero ha crecido en participación, volumen y calidad. En cuanto a participación, la ha acrecentado ligeramente como parte de un PBI 4 veces mayor. En cuanto a volumen, se ha más que duplicado, al pasar de US$ 7,170 en 1994 a US$ 16,900 millones el 2007. Y, en calidad, hemos pasado de una industria híper protegida, no competitiva,  de pésima calidad y altos costos para el consumidor, a una industria exportadora y competitiva a  nivel global. Además, nuestra nueva industria, se ha encadenado al resto de nuestros sectores productivos, especialmente al sector minero, que le compra el 10% de su producción, sin incluir el petróleo refinado.

Absurdamente, en el Perú, todos los días se repite el San Benito de que nuestra economía es primaria exportadora y que debe diversificarse. El gobierno ha anunciado un plan de desarrollo industrial, con el que nos viene amenazando y del cual nadie conoce su contenido, ni a sus gestores. Hay mucho temor de que se trate de un plan inspirado en una visión pre-globalización y apertura de la economía. El ex Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SIN), Pedro Olaechea, ha tenido que hacer públicas algunas ideas fuerza, como para que nos curemos en salud: “Nosotros creemos que un plan industrial es generar el entorno, que no haya sesgos en contra de un desarrollo de la industria. La industria en el Perú es del mismo tamaño que la minería, y ha venido creciendo de manera espectacular, han habido años de 9% anual con 1.25% de arancel. Entonces, ¿qué cosa es lo que requiere si se quiere hablar de un plan industrial? Es mejorar las eficiencias del entorno en el cual se va generar la industria, vale decir, buenas carreteras, buenos puertos, un servicio de electricidad confiable, que los haya a un costo competitivo. Entonces, ¿cuál es el mejor plan industrial?, ¿qué tan competitivo soy yo respecto a los otros países del mundo?, ¿qué tanto entorno genero yo para que venga acá el capital a instalarse? y a generar empleos de calidad, con contratos decentes y con todas las formas de contratación que son las que buscamos”.

ROMPIENDO LOS MITOS DE LA IZQUIERDA SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL EMPLEO

Otro mito común es que el modelo económico vigente solo beneficia a los empresarios (o al capital) a costa de los trabajadores. Sin embargo, la información oficial es contundente y contradice este mito: las remuneraciones han aumentando 22% su participación en el valor agregado, al representar ahora el 30.7% del producto (en 1994 sólo representaban el 25%). Igualmente, la nueva matriz insumo-producto confirma que la participación de los ingresos brutos de explotación se ha reducido de 64% (1994) al 60.5% (2007). Esto confirma que el modelo actual es pro pobre, pro clase media, y está fortaleciendo a los trabajadores.

INFORMACIÓN PARA ILUSTRAR NUESTROS JUICIOS

Todos queremos más industria, pero veamos algo de información, para educar nuestro criterio:

1-      Según la MIP 2007, el valor agregado del sector minero es de 68.1% y el del sector manufacturero 31.1%.

2-      Para desarrollar una mayor presencia en el refinado de nuestros productos minerales, necesitamos ser intensivos en energía y en capital. En los últimos años, hemos parado el desarrollo energético y desincentivado la entrada de capitales.

3-      Pero tal vez la mejor ilustración de la realidad se ve en el siguiente ejemplo: Si el 2013 (a noviembre), en vez de exportar concentrados de cobre, hubiéramos exportado mineral refinado, el valor de las exportaciones habría crecido solo en un 5.1%, y si hubiéramos exportado alambrón de cobre, el valor recibido hubiera crecido solo 14.5% adicional al de los concentrados. Estos márgenes adicionales fueron aún más pequeños en el 2010, según cálculos del IPE.

 

Por lo tanto, lo que queda claro es que, no se trata de agregar valor a los concentrados de minerales. Tampoco se trata de sustituir importaciones, como en el nefasto periodo de los gobiernos de Belaunde I, Velasco, Morales, Belaunde II y Alan I. Tampoco se trataría de establecer maquiladoras, o engancharse en las cadenas productivas internacionales, como dice Waldo Mendoza, que tendría un efecto menor. Necesitamos desarrollar una industria grande, sólida y competitiva.

¿DE QUÉ SE TRATA ENTONCES?

Pues de hacer lo que hicieron los países más avanzados. Desarrollaron la base de su industria, aprovechando sus recursos primarios. ¿Qué significaría eso en el Perú? Pues poner en valor nuestros recursos naturales y fomentar “Binomios Productivos”, cómo una de las principales líneas de trabajo para generar la industria que necesitamos:

  • Minero-Industria
  • Pesca-Industria
  • Agro-industria
  • Madera-Industria
  • Bio-Industria
  • Energo-Industria

Pero no solo necesitamos eso, también hay que fomentar otros desarrollos, pero que sean producto de la iniciativa privada y no del diseño de un burócrata, ya se ministerial o del Ceplán.

Por supuesto que no podemos olvidar del desarrollo de  infraestructuras eficientes y que lleven la modernidad a todos los peruanos, un sector público ´pro-inversión´, que facilite y resuelva los cuellos de botella o trabas regulatorias, un nuevo diseño filosófico de la Contraloría General de la República y, principalmente, gobernantes y líderes políticos y empresariales que empiecen a educar a la población sobre las relaciones causa-efecto que promueven la creación de riqueza, la prosperidad y la inclusión. Sin olvidar, por supuesto, los temas de educación, salud, seguridad y desarrollo tecnológico. Lampadia




La minería tiene un alto valor agregado

La minería tiene un alto valor agregado

Uno de los grandes mitos construidos en el Perú, es que la minería no tiene valor agregado, gente educada llega a decir que se exportan piedras. Esto no es cierto, ya que de cada sol producido en minería, el 67% corresponde a su Valor Agregado, mientras que el 33% restante proviene del Consumo Intermedio. En el sector manufacturero  esta proporción se invierte, siendo que su Valor Agregado llega solo a 33% de lo producido y 67% a consumos intermedios.

El Valor Agregado (VA) en un sector económico se define como la riqueza generada en la propia actividad, excluyendo la utilización de insumos o productos y servicios correspondientes a otros sectores, también denominados como Consumo Intermedio. En minería los insumos de terceros empleados son entre otros: explosivos, energía eléctrica y productos químicos; mientras que en los servicios encontramos actividades como transporte, ingeniería y financiamiento.  La suma del Valor Agregado y el Consumo Intermedio corresponde al Valor Bruto de la Producción, el volumen de la producidos a los precios del año base (en el Perú  sigue vigente la base de 1994).

Algunas críticas apuntan a que la producción de concentrados de minerales tienen poco valor agregado, como si todavía se hiciera pallaqueo o recojo de piedras mineralizadas, esto no es correcto. Veamos un ejemplo del valor agregado de la exportación de concentrados: Si a los concentrados de cobre exportados entre enero y noviembre de este año le añadimos procesos adicionales y producimos mineral refinado, el valor de exportación sería de solo un 5.1% adicional, si diéramos un paso adicional y producimos  alambrón de cobre, el valor se incrementaría en un 14.5% sobre el de los concentrados. Estos márgenes adicionales fueron aún más pequeños en el 2010, según cálculos del IPE.

No se puede dejar de notar que para que el Perú transforme sus minerales en productos refinados y otros de mayor valor, tendríamos que ser intensivos en la producción de energía eléctrica y en capitales financieros. Nuestro país no es aun intensivo en energía ni en capitales,  y una cosa es exportar un commodity y otra, muy diferente, productos terminados como cables y otros, que tienen condiciones de competencia diferentes y requieren capacidades comerciales que no tenemos aún.

Finalmente no perdamos de vista el bosque por mirar el árbol, el aporte de la minería a la economía, va más allá de su propio valor agregado, pues genera valor con los encadenamientos con los demás sectores de la economía. Así mismo, en términos de empleo, se puede apreciar que, según el IPE, por cada empleo generado por la minería, se crean nueve adicionales en otros sectores y por cada US$ 1,000 millones de exportaciones mineras se genera un incremento en el PBI de US$ 1,470 millones.

Contamos pues con un sector que aporta un gran valor agregado a la economía, generando valor a partir de terrenos eriazos, en zonas alejadas, convirtiéndolos en miles de millones de dólares de exportaciones. Pongamos en valor los recursos mineros que tenemos el privilegio de tener, y que tiene pendiente una cartera de inversiones de US$ 57 mil millones. Lampadia




Los errores de Francisco Durand

Los errores de Francisco Durand

En un reciente artículo en el diario La República, el sociólogo Francisco Durand le da con todo al modelo económico, desinformando mediáticamente y sin mostrar evidencias que respalden sus afirmaciones. La primera gran falacia que anuncia es que el modelo “nos hace vulnerables a un shock externo negativo: caída de los términos de intercambio y salida de capitales”.  Habría que explicarle al señor Durand que la agencia Moody’s, al distinguir entre los componentes asociados a la “exposición externa” de aquellos que denotan “resistencia”, considera que  el Perú tiene, junto a Chile, el nivel más bajo de vulnerabilidad en la región. En efecto, el modelo económico nos ha permitido acumular un impresionante nivel de reservas internacionales (US$ 67 mil millones, lo que representa 32% del PBI), las cuales cubren 7 veces la deuda externa pública y privada de corto plazo y respalda el 97% del total de las obligaciones del sector privado con las instituciones financieras.

Seguidamente, Durand confunde conceptos e infiere incorrectamente que el modelo “crea poco empleo formal por ser intensivo en capital, lo que favorece la informalidad”. De acuerdo a cifras del MINTRA, en la última década la PEA ha crecido 28%, mientras que el empleo adecuado ha aumentado en el mismo periodo en 96%, y el subempleo se redujo en 20%.  Esto significa que ya son 10 millones de peruanos los que tienen empleo adecuado, 4.8 millones más que hace una década. Estas cifras son el resultado del crecimiento de la economía peruana sustentado en el actual modelo, que en el mismo periodo, creció de $57 mil millones de dólares a $203 mil millones. Cabe recordar que los  sectores intensivos en capital son generalmente los que mejores trabajos ofrecen, y el aumento del empleo en la economía se debe a los encadenamientos de los sectores que jalan inversiones en el resto de la economía. Por otro lado, Durand pretende confundir al mezclar el fenómeno de la informalidad como una consecuencia de esto: la informalidad es consecuencia de la ineficiencia del Estado y el sistema político (no del modelo) para poder representar los intereses del mundo emergente, y eliminar los pesados sobrecostos que representan todas las gollerías laborales, beneficios e indemnizaciones que defiende la CGTP y Mario Huamán, al margen de los intereses y capacidades de la avalancha de nuestros empresarios emergentes.  

Los siguientes dos errores de Durand se refieren a que el modelo “privilegia la propiedad privada y dentro de ella  a la gran empresa”, y “favorece la concentración  económica  y tiende al abuso de la posición de dominio de mercado”. ¿Puede considerarse una falla del modelo que se privilegie la propiedad privada? ¿O es más bien una virtud, en cuanto permite capitalizar la fuerza y creatividad de  los ciudadanos, y generar incentivos para crear riqueza? Durand tiene que actualizarse un poco más sobre el rumbo que está tomando el mundo y las reformas pro mercado y propiedad privada que está emprendiendo el Partido Comunista chino, el más grande del planeta. Igualmente es falaz argumentar que el modelo económico es pro “concentración económica” y pro “abuso de posición de dominio”, ya que la economía de mercado endógenamente atrae capitales a aquellas actividades con mayor retorno, fomentando la competencia. Así, la apertura comercial, a diferencia del modelo de sustitución de importaciones de los 60’, 70’ y 80’ elimina los privilegios internos de unos pocos menguando la concentración industrial, y con ello fomenta la competitividad y brinda una mayor oferta de bienes y servicios -a mejor calidad y precio- a 30 millones de consumidores, que forman el Perú.

Nuestro autor también menciona que el modelo “reprimariza la economía en torno a la minería, la actividad extractiva más destructiva”. Eso es falso, ya que el modelo no tiene esta propiedad. El Perú ha sido bendecido con recursos naturales, que a buena hora los podemos aprovechar, ya que es la forma más rápida de salir del subdesarrollo. No obstante, ¿cómo va a ser destructiva la minería, si las provincias que tienen una mayor influencia minera registran los menores índices de desnutrición crónica infantil, y de acuerdo a la valuación Censal de Estudiantes (ECE) de Segundo Grado 2012, esas mismas zonas mineras también tienen los más altos rendimientos de aprendizaje escolar? Ver El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario.

Otra perla de Durand es su afirmación, de que  “la “competitividad” se basa en salarios bajos (cholo barato)”. Esto también es falso, ya que en los años en los que la economía estuvo cerrada a las inversiones, el ingreso rural crecía solo 1.4% al año. Es a partir de 1994, un año después del cambio constitucional que respalda nuestro actual modelo, que los ingresos rurales empiezan a crecer a una tasa de 7.2% cada año. Ciertamente nuestra competitividad aún no está basada en el conocimiento y la innovación, pero no se puede negar que la productividad total de factores (PTF) tuvo un crecimiento record durante la última década, alcanzando un promedio anual de 3%, el más alto de los últimos 60 años.

Invitamos a Francisco Durand a visitar nuestra publicación de Las cifras de la Prosperidad, y a debatir con los economistas de este portal. Lampadia




El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario

El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario

La izquierda tradicional suele difundir la equivocada idea de que el camino al desarrollo se encuentra a través de políticas activas del Estado para impulsar una “industrialización” en el sector manufacturero. Sin embargo, los dos países que encabezan el Índice de Desarrollo Humano son Noruega (1°) y Australia (2°), países que se caracterizan por sus extensas industrias extractivas, y que explotan y exportan más recursos naturales que el Perú.    

En efecto, en Noruega, solo la extracción de petróleo representa el 23% del PBI y, sus exportaciones de crudo y productos minerales, alcanzan al 55% de sus exportaciones.En Australia, la exportación de minerales metálicos y no metálicos y combustibles, representa el 65% de las exportaciones, mientras que las exportaciones agropecuarias alcanzaron el año pasado una participación de 13%. Sin embargo, en estos países no existe la “enfermedad holandesa”, tan mentada por la izquierda para contraindicar la promoción de la inversión privada en estos sectores.

A diferencia de lo que se observa en países como Noruega, Australia, Canadá y muchos otros países que están logrando progresar y desarrollarse utilizando como palanca la explotación de recursos naturales, en el Perú aún nos mantenemos en niveles de producción que están muy por debajo de nuestras capacidades potenciales. Así por ejemplo, en el 2012 ocupamos el décimo lugar en el ranking de los países con mayor extensión de bosques, con 68 millones de hectáreas (ha) y 17 millones de ha de bosques naturales capaces de producir madera sosteniblemente; sin embargo, nuestras exportaciones madereras apenas alcanzaron los US$ 470 millones, mientras que Chile -un país que no tiene bosques naturales- exporta cerca de US$ 6 mil millones. El potencial de desarrollo del sector forestal en el Perú debería ser del orden de cinco veces el de Chile, y constituye un buen ejemplo de la una magnífica oportunidad que se está desperdiciando para generar una producción forestal de más de US$ 25,000 millones anuales, dando empleo de calidad a toda la población de la selva y a buena parte de la sierra (ver: ¿Cómo impulsar el desarrollo en la selva?).

La eventual disminución de ingresos por exportaciones que se registró el año pasado-dada la disminución del nivel de precios- hubiese podido ser largamente compensada por el quantum; es decir, el mayor volumen de producción que exportaríamos si desarrollamos nuestros recursos con el propósito de acercarnos a nuestro verdadero potencial, seguramente el triple de nuestra producción actual. Y es que habida cuenta de los años perdidos en los 60, 70 y 80, cuando la economía estuvo prácticamente cerrada a la inversión para la explotación de recursos naturales, ya sea en madera, minerales o pesca, ya es el momento de diseñar políticas inteligentes que permitan acelerar la explotación racional de nuestros recursos naturales, y cerrar las brechas económicas y sociales que  generamos durante esos 30 años de políticas anti-inversión privada.

Según el IPE (Instituto Peruano de Economía), si desarrolláramos la cartera de proyectos mineros, que suma US$57,500 millones, muchos de los cuales se encuentran paralizados, se generarían 2.37 millones de empleos estables, el PBI crecería adicionalmente en US$44 mil millones, las exportaciones en más de US$30 mil millones anuales y los ingresos fiscales en S/.25 mil millones cada año. Es evidente que con estos recursos podríamos construir muchos hospitales, postas, escuelas y  carreteras, así como aumentar las remuneraciones de los servidores públicos.

El reto que tienen los economistas peruanos en el siglo XXI, ojalá antes del bicentenario,  ya no está centrado en el desarrollo de modelos macroeconómicos para controlar la inflación y los equilibrios agregados. Ahora el reto está puesto en pensar en términos de estrategias de desarrollo sostenibles que permitan la creación de un ambiente regulatorio y de negocios, que nos ayude a alcanzar el, aún lejano potencial productivo, sin llegar a caer en la “enfermedad holandesa”, corrupción, estancamiento de otros sectores, privilegios para una oligarquía, concentración del ingreso o dependencia, propiciando el encadenamiento de nuestras actividades primarias, con el sector industrial y de servicios. La evidencia sugiere que esto se logra con mercados y democracia y mucha comunicación.Una mirada desapasionada a la economía nos debería llevar a encontrar en la explotación racional de nuestros recursos naturales la gran “ventana de oportunidad” para el desarrollo integral del Perú.




Minería: ¿Exportación de piedras?

Minería: ¿Exportación de piedras?

Miguel Palomino, Director Gerente del IPE, en la presente entrevista desbarata las principales falsedades e imprecisiones del mito del “modelo primario exportador” acerca de que la producción minera no genera valor agregado, empleo ni eslabonamientos con otras actividades económicas y, en consecuencia, tampoco genera bienestar para los peruanos.

¿Es verdad que las exportaciones de nuestros minerales no tienen valor agregado?
Existe la percepción generalizada de que las actividades primarias, como la minería por ejemplo, tienen bajo valor agregado, que de alguna manera eso las hace poco deseables, que son actividades de segunda categoría, que no generan valor, como que no nos llevan a nada. Esta es una percepción muy equivocada, el valor agregado de una actividad uno lo puede medir fácilmente por cuanto paga el mercado por un producto. Al final de cuentas ésta es la única medida razonablemente objetiva de medir cuanto valor agregado hay en algo. Y comparar lo que se paga por un producto con lo que se pagaría por donde se arranca, es decir si yo tengo un pedazo de madera y luego lo tallo, lo trabajo, y lo vuelvo un producto de madera trabajado, la diferencia entre lo que me costó el pedazo de madera y lo que yo puedo vender la madera trabajada me dice cual es el valor agregado que yo he generado. Lo mismo es en minería: si yo veo cuánto vale tener la posesión o derechos sobre los minerales que puedan haber en un cerro en la puna es un valor bastante bajo. Si yo saco ese mineral, lo extraigo como concentrado minero y lo vendo, tiene otro valor, y el diferencial es muy grande, porque la minería, al contrario de lo que a veces cree mucha gente, es una actividad que en general – estoy hablando de la minería moderna, por supuesto – usa una alta tecnología, gran intensidad de capital, trabajadores en general muy bien calificados – por eso ganan en promedio 14 veces más de lo que ganan otros trabajadores – , y tiene un muy alto valor agregado: está transformando un cerro, que tiene un valor muy bajo, en minerales que tienen una cotización significativa, más aun en estos tiempos en que hay precios altos para los minerales.

¿Cómo se demuestra que nuestros minerales exportados tienen valor agregado?
Si tu comienzas a ver cuánto agrego si a este mineral, además, lo proceso en actividades manufactureras, ¿qué pasa si a este mineral lo fundo en una gran fundición y luego lo refino en una refinería,  y lo convierto en un concentrado que tiene un tercio de sobre y dos tercios de basura u otros productos que no sirven, en una plancha de cobre de 99.9999% de pureza? El incremento del valor del concentrado de cobre a este refinado es, dependiendo de como estén los tiempos, de entre diez y 15 centavos de dólar, sobre un precio de tres dólares y pico por el concentrado. Entonces no es ni 5% de incremento. Y si yo, además, a este cobre que ya lo he fundido y lo he refinado, lo convirtiera en alambre de cobre para darle un procesamiento manufacturero adicional, le agrego otro tres o cuatro por ciento más. Entonces, el valor más grande, como lo demuestra el mercado, está en la actividad minera misma. Las demás actividades agregan más valor, por eso también son buenas, pero la actividad que más valor agrega, largamente, es la actividad minera.

¿Cómo se explican entonces las posiciones que sostienen que la minería no tiene valor agregado?
Se tiene la percepción – una percepción que es mas bien decimonónica, anticuada – de que las actividades primarias no tienen valor agregado, nos son deseables, y entonces lo que un país debe tener son manufacturas, que eso es lo moderno. Agricultura, minería, no. Agricultura igual primitivo, manufactura igual moderno. Esto es de una mentalidad del Siglo XVIII o del XIX,  cuando en la Inglaterra que comenzó a realizar la Revolución Industrial pasaban los campesinos de un agro muy poco productivo a una actividad industrial mucho más productiva, y por eso la modernización se personificaba, se manifestaba entonces en la industrialización. Esto es lo que ha pasado en China en las últimas décadas. Los campesinos chinos, de muy baja productividad, pasan a volverse obreros industriales, aumentan muchísimo su productividad, y crecen la producción y la riqueza en China. Pero eso es porque estamos hablando de una actividad agrícola muy poco productiva, tradicional, incluso primitiva, a actividades modernas mucho más productivas. Entonces, lo mismo si esos campesinos agrícolas pasan a una minera moderna también su productividad es enormemente mayor, y también es un gran salto adelante hacia el progreso. Y si pasan a sectores de servicio modernos, si pudieran, o sea si estuvieran capacitados para ofrecer servicios modernos, entonces también lo serían. Entonces no hay que tener esta fascinación con que hay que tener una gran chimenea y una gran planta. Las chimeneas y las grandes plantas pueden ser muy buenas, pero también puede ser muy bueno procesar espárragos en sistemas de frío, o empaquetarlos bien, o tener una alta tecnología en la forma en que produces tus uvas, o en la minería o en cualquier producto en general. Ni los servicios, ni las manufacturas, ni las actividades extractivas primarias son actividades ni más ni menos buenas, todas tienen valor en la medida que lo hagas bien y generen mejoras en productividad.