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¿Por qué no construimos reservorios en la Sierra?

¿Por qué no construimos reservorios en la Sierra?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 11 de febrero de 2022
Para Lampadia

Desde diciembre pasado tenemos agua en todos nuestros ríos. En unos más, en otros menos. El hecho es que mucha agua dulce está perdiéndose en el mar. La pregunta es ¿acaso la situación no se repite año a año, desde que tenemos uso de razón?

La respuesta es sí; todos los años es la misma historia. Todos los años, a partir de noviembre, los agricultores de Ica – y de todo el Perú – aguardamos con impaciencia el inicio de la temporada de lluvias. Y semanas más, semanas menos, las aguas de lluvia siempre llegan a los valles de la Costa. Siempre.

Ahora, con los ríos cargados – y superada la angustia de la espera del agua – estamos en el segundo capítulo de la historia: la preocupación por los desbordes de ríos, o – lo que es peor – las inundaciones o huaicos. O sea, pasamos de un extremo a otro: de la sequía a las inundaciones.

 

Así las cosas, el desafío del agua es el siguiente:

  • ¿Qué hacer para tener control de la situación durante las temporadas de lluvias?
  • ¿Qué hacer para tener agua en los estiajes?
  • O mejor dicho ¿qué hacer para tener agua todo el año?

Y la respuesta es muy sencilla: reservorios, reservorios y más reservorios… tal como hicimos en Ica, durante el período 2015 – 2018, bajo el liderazgo de la Dirección Regional de Agricultura.

Efectivamente, en aquel entonces construimos muchos reservorios – pequeños y medianos – sobre todo en las nacientes de nuestras cuencas. Arriba, en la cordillera… donde llueve. Asimismo, sembramos muchas plantaciones forestales y cercamos muchos pastizales para retener el agua de lluvias, y evitar la erosión de nuestras quebradas y laderas. Así se soluciona la escasez de agua en los estiajes. Así se evitan los huaicos y desbordes de ríos en las avenidas.

Efectivamente, debemos desterrar de nuestras mentes aquella idea equivocada de que sólo las grandes represas solucionarán nuestros problemas de escasez de agua en los estiajes. Conste que no me opongo a los grandes proyectos de irrigación… pero peor es nada. En todo caso, muchos pequeños y medianos reservorios – sumados – pueden almacenar tanta o más agua que pocos grandes reservorios.

Por lo demás, las grandes irrigaciones son muy costosas, muy riesgosas, y de larguísimo plazo. Algunas – como Alto Piura, Pampas Verdes, etc. – sólo quedan en ofrecimientos politiqueros. Nunca se construyen. O, peor aún, algunas quedan truncas, como Majes Siguas II, Chinecas, Chavimochic III… Oh políticos, periodistas, académicos… ineptos, demagogos y corruptos ¡cuánto daño nos hacen a los peruanos! En fin…

Pero sigamos. También debemos trasvasar aguas sobrantes de cuencas que vierten al Atlántico, hacia cuencas deficitarias que vierten al Pacífico. Olmos… por ejemplo. ¡Un proyecto extraordinario que algunos amargados envidiosos no quieren reconocer! Incluso, hay que trasvasar aguas sobrantes entre cuencas que vierten al Pacífico, como es el caso – también exitosísimo – de Chavimochic (etapas I y II) en La Libertad. Para ello tenemos que establecer lo que hemos denominado “La Hermandad del Agua” entre la Costa y la Sierra.

¿En qué consiste la hermandad del agua?

  1. En dialogar con respeto y cordialidad con nuestros pares andinos.
  2. En crear los Consejos de Cuenca de manera equitativa. Es decir, con el mismo número de representantes de la Costa y de la Sierra.
  3. En compartir las aguas trasvasadas y almacenadas a lo largo de todas las cuencas… de arriba a abajo.
  4. En mantener los ecosistemas naturales de nuestras cuencas; desde las nacientes hasta las desembocaduras. Y
  5. En establecer un Canon Hídrico – que provendría de los impuestos que pagan las empresas agrarias de la Costa – para financiar los reservorios y plantaciones forestales antes mencionadas.

Por otro lado, en las partes bajas de nuestras cuencas, debemos infiltrar la mayor cantidad de agua posible durante las avenidas. Dar tomas libres en épocas de abundancia – levantar todas las compuertas – para que los agricultores rieguen sin ninguna limitación. Así rellenaríamos los acuíferos y guardaríamos agua para los estiajes.

Incluso, debemos diferenciar las tarifas de agua, según sean aguas de avenida o aguas reguladas. Las aguas de avenida deben costar poco… o nada, mientras que las aguas reguladas deben costar más. Cuidar cada gota de agua regulada… esa es la idea.

Además, debemos tecnificar el riego mediante aspersores y / o goteros para mejorar el uso del agua… sobre todo del agua regulada. Ciertamente, debemos explotar racionalmente los acuíferos mediante redes de pozos – ojalá, interconectados entre sí – para complementar las dotaciones de agua superficial, y poder regar todos los días del año.

He ahí una política sensata respecto al agua para nuestra agricultura. Una política orientada a aumentar la disponibilidad de agua – todo el año – sobre todo para la pequeña agricultura. Una política de mejora de la productividad y competitividad del agro a través de un vasto programa de Siembra y Cosecha de Agua, y la tecnificación del riego en todo el país.

La idea es cambiar la historia de los últimos 50 años – o más – la cual podría sintetizarse así: muchos ministros de Agricultura, muchos cambios de funcionarios, mucha politiquería barata, mucho floro y demagogia, mucho gasto burocrático, muchas consultorías, muchos huaicos e inundaciones, mucha agua dulce perdida en el mar… pero muy pocos reservorios.

En base a todo lo dicho, pregunto: ¿acaso no tenemos agua en abundancia? ¿Acaso todos los años – en esta época del año – no botamos cualquier cantidad de agua dulce al mar? ¿Por qué – en vez de criticar – no construimos reservorios en la Sierra? Lampadia




El triunfo del marxismo

El triunfo del marxismo

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia
 

La victoria de Gabriel Boric en Chile ha sorprendido a muchos, porque la experiencia de ese país en el último medio siglo muestra claramente el fracaso del socialismo que intentó aplicar una coalición marxista en 1970, que desató una crisis económica atroz y un caos social espantoso, y el éxito de una política económica de mercado que, adoptada tanto por la dictadura de Augusto Pinochet como por los gobiernos democráticos que lo sucedieron, llevó a nuestro vecino del sur a una prosperidad sin precedentes. A tal punto que se creía que Chile estaba camino a convertirse en un país del primer mundo.

Hoy día está a punto de entrar en la senda que varios otros países de la región, arruinados por políticas populistas de izquierda.

  • En el título de este artículo no me refiero en verdad al éxito de Boric, que además de pertenecer a la nefasta corriente del Socialismo del Siglo XXI, es muy joven, sin experiencia y con una trayectoria que se reduce a la agitación estudiantil. 

  • Un partidario de las políticas más extremistas y un radical crítico de todos los valores de la Civilización Occidental y Cristiana que, además, jamás ha trabajado en su vida ni ha gestionado nada. Es decir, ideológicamente extraviado y sin ninguna trayectoria que muestre que podría liderar su país hacia la prosperidad.

Aludo más bien al triunfo de las ideas del marxismo heterodoxo, encarnado en la escuela de Frankfurt, que desde hace un siglo sostiene que la batalla contra el capitalismo y la democracia se da en el terreno de las ideas, de la cultura y el arte, en los medios de comunicación y las universidades. Los de Frankfurt, brillantes filósofos alemanes, entendieron desde principios de la década de 1920 que Carlos Marx se había equivocado, que el proletariado no era el sujeto revolucionario, que no se empobrecía ni luchaba por destruir el sistema, sino que prosperaba y peleaba por mejorar sus condiciones de vida. Y que en los países ricos del norte lo conseguía y cada vez se integraba más.

Ellos se dieron cuenta que había que cambiar de discurso, convencer a los intelectuales, a las clases medias, soliviantar a los jóvenes, a las mujeres, a las minorías, etc. Y, sobre todo, interpretar el mundo de manera sesgada, repitiendo historias falsas o medias verdades para socavar el sistema, ganando las mentes de sus adeptos. (En el caso de Chile, por ejemplo, el cuento de la desigualdad, que, por supuesto existe como en todas las sociedades humanas, ocultando el hecho de que todos han mejorado sustancialmente y que las propuestas socialistas conducen inevitablemente a empeorar la vida de la inmensa mayoría).

Por el contrario, las derechas asumieron una suerte de marxismo vulgar, creyendo que el crecimiento económico determinaba completamente la superestructura, las ideas y valores de la gente. Así, si un país crecía y prosperaba, los ciudadanos espontáneamente serían conscientes de eso y respaldarían el libre mercado y la democracia, rechazando a los comunistas, revolucionarios, socialistas del siglo XXI y toda la fauna que intenta destruirlos.

Desde mediados del siglo pasado, por ejemplo, se popularizaron las teorías que supuestamente demostraban que los países que alcanzaban un determinado nivel de prosperidad, un cierto ingreso per cápita que superaba un umbral, se convertían en democráticos y eran inmunes al virus comunista y totalitario. Ahora está claramente comprobado que no es así. 

Paradójicamente la escuela de Frankfurt fue financiada desde sus orígenes por las grandes fortunas del mundo y por los gobiernos de las democracias avanzadas. Y así sigue ocurriendo hoy día, con sus herederos, ONG, think tanks, universidades, medios de comunicación y personas.

Es indispensable que no se pierda de vista la necesidad de enfrentar al comunismo, al socialismo del siglo XXI y al marxismo heterodoxo, desde el campo de las ideas, que la urgencia de las importantes batallas políticas del momento no postergue para más tarde un combate que es decisivo para poder derrotarlos ahora y mañana. Lampadia

 



Despintando la prosperidad del Perú

Despintando la prosperidad del Perú

Pablo Bustamante Pardo
Director de
Lampadia

Hace años que venimos bregando por defender nuestro modelo de desarrollo, que desde los años 90 nos regresó de ser un ‘Estado Fallido’, a ser considerado por muchos, una estrella internacional.

Ya nos hemos olvidado que nos puede ir muy bien. Hoy, junto con Moody’s, debemos lamentar que, en el mejor de los casos, vamos camino a la mediocridad (ver la nota de SE que compartimos líneas abajo).

 

 

Veamos algunos elementos de esta historia:

  • El año 90 teníamos 60% de pobres, el Estado recaudaba 3.8% de un PBI diminuto, y la empresa más grande facturaba US$ 600 millones -mientras las empresas ecuatorianas facturaban entre US$ 1,500 y 2,000 millones.

  • Hasta los 90s, estaba prohibida la inversión privada en las regiones, no se podía invertir en el campo, la minería, la pesca y el turismo.

  • Desde la Constitución de 1993, regresó la inversión privada a invertir en actividades productivas en las regiones, trayendo tecnología, empleo formal y mejores ingresos, que en conjunto hicieron crecer la economía, bajar la pobreza de 60 a 20%, y reducir la desigualdad, incluso en el sector rural.

  • Con todo ello pudimos bajar la deuda externa, acumular reservas de divisas, generar ahorro fiscal, acumular fondos privados de inversión y lograr el grado de inversión, accediendo a financiamiento internacional público y privado en muy buenas condiciones.

  • A diferencia de otros países de la región, aprovechamos el boom de commodities, y trajimos muchas inversiones que generaron recursos fiscales como nunca los habíamos tenido. Lamentablemente, mucho de ellos se desperdiciaron por malas inversiones (Talara y todo lo demás), y por la ineptitud y corrupción de la gran mayoría de autoridades regionales. 

  • Desarrollamos los sectores que pueden hacer la diferencia en nuestro futuro, abriendo el camino del crecimiento alto y sostenido, principalmente con el impulso de la minería, la agroexportación y el turismo.

Entonces, en defensa de nuestras realizaciones, en Lampadia, en noviembre de 2013, publicamos: Las Cifras de la Prosperidad. 

 

 

Pero no faltaron los enemigos del Perú, las izquierdas decimonónicas que predican el pos-extractivismo – la autarquía del ‘buen vivir’, el regreso del Estado empresario, y la presencia de las manos negras en la economía. Ellos, con sus narrativas de resentimientos, llevaron a los peruanos del ambiente del vaso medio lleno, que nos llenaba de confianza en el futuro hasta el 2010, al del vaso medio vacío, que se entronizó con Humala, se mantuvo con PPK, se desbordó con el desastroso gobierno de Vizcarra y su cola con Sagasti, y finalmente hizo carne con el desgobierno de Castillo y Perú Libre.

Tampoco faltaron los tontos útiles que, con sus dudas o afanes de lucimiento, validaron las narrativas perversas de las izquierdas. Economistas destacados que negaron nuestras realizaciones y hasta compararon a la minería moderna con la explotación de guano de las islas y del caucho en la selva. Ver, por ejemplo:

Además, adolecimos la ausencia de una clase dirigente consecuente con el éxito de la transformación del país, que se comprometiera con nuestro desarrollo, que viera más allá de sus ‘tiendas’, y compartiera las bases de sus esfuerzos de crecimiento, con el conjunto de la población, que dejamos, no a la buena de Dios, sino a la mala de los enemigos de la prosperidad.

En la guerra de realizaciones versus narrativas, ganaron las últimas, que lograron impregnar la mente de muchos peruanos con las negaciones de sus prédicas perversas o con resentimientos fratricidas.

Para que no vayan a pensar que las realizaciones no fueron tales, y esto es solo un empeño de Lampadia, no queremos dejar de mostrar el aporte de Iván Alonso e Ian Vásquez, del Cato Institute, que en junio pasado publicaron: La prosperidad sin precedentes del Perú. Ellos presentaron 38 gráficos que:

“Demuestran una notable mejoría del bienestar en amplios sectores de la población. La prosperidad ha aumentado, la desigualdad ha caído y los pobres han visto elevar su nivel de vida. Y, a diferencia de otros episodios de crecimiento en la historia del Perú, el progreso no ha estado limitado geográficamente; más bien, el sector rural, tanto como el sector urbano, se ha beneficiado, como lo ha hecho la mayor parte del interior del país, además de Lima y las ciudades de la costa”.

Jaime Reuche, de Moody’s, dice: “Las condiciones estaban dadas para crecer a un 6% el próximo año […] si se prendía el motor de la inversión privada”. Nosotros pensamos igual. El 22 de noviembre pasado, publicamos en Lampadia: Se cayeron todas las caretas, donde decíamos que el Perú puede crecer al 7% por año.

No nos olvidemos que nos puede ir muy bien. No necesitamos genios, solo gente decente, que de verdad ame al Perú, no a los falsos ídolos de las ideologías, y que sepa rodearse de los peruanos más capaces. Lampadia 

Moody’s: “Perú se empieza a parecer a un mediocre más de Latinoamérica. Ya no es la estrella que era” 

En el 2022 el PBI crecería 3%. Sin incertidumbre política la tasa de expansión sería de 6%, señaló Jaime Reusche, analista senior de crédito.

De Semana Económica

Moody’s prevé que la incertidumbre política continuará afectando el desempeño económico y fiscal del Perú. Tras caer 11% en el 2020, este año el PBI crecería 13.5% producto del rebote de la actividad y del impulso externo favorable, indicó Jaime Reusche, analista senior de crédito de Moody’s durante un evento de la agencia calificadora. Hacia el 2022 el crecimiento se desacelerará a 3%.

La proyección incorpora un consumo privado “relativamente fuerte”, que aun se beneficiará de las transferencias del gobierno, mientras que prevé que la inversión privada —en particular la inversión privada no minera— se contraerá. En caso las señales de gobierno sean negativas hacia la inversión privada, esta caería más y el crecimiento se podría acercar a 2%, acotó Reusche.

“Las condiciones estaban dadas para crecer a un 6% el próximo año […] si se prendía el motor de la inversión privada”, lamentó Reusche. El país, según consideró, “está desperdiciando un contexto internacional extraordinario” producto de la inestabilidad política y la falta de claridad en las políticas públicas del gobierno.

El ejecutivo subrayó que la administración de Castillo no avanzaría en reformas que promuevan el crecimiento económico, sino que apunta a realizar cambios negativos, lo cual lleva a un escenario de estancamiento. “Perú se empieza a parecer a un mediocre más de Latinoamérica, ya no es la estrella que era gracias a ese modelo económico que tenemos”, afirmó.

Por otro lado, Reusche indicó que considera improbable que el pedido de vacancia del presidente Castillo prospere. De ocurrir, “tal vez habría un alivio momentáneo porque el privado percibe que la mucha de la inestabilidad política radica en la cabeza del gobierno, que en este caso es el presidente”. No obstante, ello sería un alivio transitorio pues bajo el escenario de la toma de mando de la vicepresidenta Dina Boluarte, no se sabe cómo sería su gestión.

Perspectivas fiscales

El déficit fiscal, que cerró en 8.9% del PBI en el 2020, se reduciría a 4% este año gracias al incremento de los ingresos fiscales [de las exportaciones de cobre], según Moody’s. Hacia el 2022 el déficit se aproximaría a 3%. “El déficit fiscal se esta cayendo solo, pero por ingreso. No hay ningún esfuerzo de gastos, de volverlo eficiente o bajar la corrupción. Esto se termina en un par de años; una vez que el déficit fiscal llegue el 2023 a 3%, yo no veo cómo va a seguir bajando a partir de ese momento”, advirtió Elmer Cuba, socio de Macroconsult. “Del 2023 en adelante, un déficit fiscal de 3%, y una deuda de 35% solamente va a ser sostenible si crecemos rápido. Si el Perú comienza a crecer 1% al año, eso comienza a ser explosivo”. agregó Cuba.

La deuda pública se estabilizaría alrededor de 35% y 36% del PBI y continuaría siendo una de las más bajas de la región, dijo Reusche. Sin embargo, el aumento de transferencias y de gasto público, aun con una reforma fiscal, así como vientos en contra del crecimiento global, pondrán presión sobre la consolidación fiscal.

Calificación crediticia

Reusche indicó que el principal riesgo que pesa sobre la perspectiva estable de la calificación crediticia —hoy en ‘Baa1’— es la Asamblea Constituyente. “Si la hay inmediatamente la perspectiva tendría que reaccionar”, sostuvo. La perspectiva estable se mantiene pues Moody’s asume que el modelo económico e instituciones fiscales y monetarias no van a ser modificadas de acuerdo al ejecutivo. Otro riesgo es que la desaceleración económica sea mayor a la esperada, lo que pondría presión sobre las cuentas fiscales. Lampadia




Corrijan el rumbo

Corrijan el rumbo

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Hoy presentamos una nueva encuesta que hemos encargado a Ipsos. Se han entrevistado presencialmente a 1,213 personas mayores de 18 años de todos los NSE en el ámbito nacional urbano-rural entre el 24 y 25 de septiembre del 2021.

Encontramos, tal como hemos visto en las encuestas anteriores, que Castillo-Cerrón-Bellido están gobernando para un país que solo está en sus designios políticos. Los peruanos no somos tontos. Hemos aprendido con mucho dolor, los impactos de la inflación, de la falta de inversión y empleo, de la escasez de alimentos y medicinas, y del abuso de los malos funcionarios públicos.

I. Veamos que quieren los peruanos del gobierno

  • Los peruanos no queremos que nos desunan.
  • Necesitamos un presidente que lidere.
  • No queremos que Cerrón tenga influencia en el gobierno.
  • No queremos que se cree inestabilidad con el cambio de Constitución.
  • No queremos que se ahuyente la inversión privada que crea empleo.
  • La prioridad del gobierno debe ser transmitir confianza.
  • También alejar a personas vinculadas al terrorismo.
  • Queremos que se nombre funcionarios capaces y honestos.

Los siguientes cuadros presentan los detalles de todos estos temas:

II. Otros mensajes importantes para el gobierno

  • El 83% considera que Cerrón es un sentenciado que debe alejarse del gobierno.
  • El 89% considera que Castillo no tiene suficiente fuerza para alejar a Cerrón del gobierno, o no rompe con el porque necesita sus votos en el Congreso, o son simplemente aliados, o Cerrón lo tiene amenazado con temas comprometedores.
  • El 65% rechaza la reunión de Castillo con el dictador Maduro.
  • El 90% desaprobaría el modelo venezolano para el Perú.
  • El 68% considera que los militantes de SL y Movadef, deben ser apartados del gobierno.

Veamos los detalles a continuación.

III. Educación, salud y libertad de prensa

  • El 71% cree que lo que se necesita es una mejor gestión publica en educación y salud, en vez de estar pensando en cambiar la Constitución.

Esto es unánime en todas las zonas del país, en todos los niveles socioeconómicos, géneros y edades.

  • El 80% dice que el gobierno debe respetar plenamente la libertad de prensa.

Veamos:

Pueden revisar la encuenta completa en el siguiente enlace: Opinión pública en el Perú

Esperamos que esta información ayude al gobierno a enmendar entuertos y a tomar el rumbo de la prosperidad. No se pueden hacer cambio improvisados, ni imponerlos. Los peruanos quieren más trabajo y la tranquilidad, que solo pueden lograrse con mayor confianza en el futuro y con mucha más inversión privada. Lampadia




Cambie ministros y abra la economía

Cambie ministros y abra la economía

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Continuando con nuestra misión de difundir las líneas de acción política que deben conducirnos a la prosperidad, en esta ocasión presentamos el reclamo ciudadano para que el gobierno de Castillo cambie su gabinete de ministros y oriente la economía hacia el exterior, promoviendo el comercio internacional y la inversión extranjera.

La encuesta de Datum que presentamos a continuación muestra claramente dichos reclamos, en la misma línea de pensamiento de la anterior que desarrollamos con Ipsos. Ver en Lampadia: Lejos del radicalismo – El ‘Pueblo’ piensa distinto.

Por ahora, la popularidad de Castillo se mantiene en 41%, pero la desaprobación de su gobierno ha aumentado 5% en un mes. Este nivel de popularidad es muy bajo para un gobierno tan reciente, que ya muestra a una población, o al ‘pueblo’, como dice Castillo, muy lejos de su prédica nacionalista, estatista y socialista.

En nuestra opinión, Castillo todavía tiene un cierto ascendiente en la población, pero se le está diciendo que corrija muchas de sus acciones de gobierno, de lo contrario su popularidad y la prosperidad de los peruanos se verán seriamente melladas.

Por ejemplo, en el siguiente cuadro, por sus acciones de gobierno, el 58% de los peruanos considera que no está capacitado para gobernar, con niveles de desaprobación por NSE, que van de 84% en A/B, 63% en C, 53% en D, y 52% en E.

Igualmente, el rechazo de la presencia de Cerrón llega a un 78% de la población, incluyendo un 66% entre los que votaron por él en la segunda vuelta.

Uno de los aspectos más dramáticos de su gobierno es el reclamo para que reemplace a sus ministros, que llega al 79%.

Contrario a la prédica oficial del gobierno, los peruanos consideramos que en los últimos 20 años, nuestras familias han mejorado. En el voto de investidura en el Congreso, Bellido reafirmó esa falseante narrativa de nuestras izquierdas retrógradas: “La Constitución de 1993, en 20 años, no solo no ha solucionado la situación de marginación de las mayorías, sino la ha profundizado… “.

Lo mismo, aunque en menor proporción se considera con respecto al conjunto del país.

Donde claramente, el gobierno está absolutamente desconectado del sentir ciudadano es en cuanto a la apertura al comercio internacional, pues el 73% de la población la considera buena para el país. Este se ve en todas las regiones, en todos los NSE e inclusive (en 80%) entre los que votaron por Castillo en la segunda vuelta.

Igual sucede, aún en mayor proporción, en cuanto a los beneficios de la inversión extranjera para los peruanos, que en un 83%, dice que sí trae beneficios, incluyendo al 81% que votó por Castillo, y por supuesto a todas las regiones y NSEs.

Ver la encuesta de Datum en el siguiente enlace: Estudio de opinión pública – Datum setiembre 2021 – LAMPADIA 

Una vez más, queda muy claro que los peruanos no favorecemos las acciones de gobierno de Castillo. Esperamos que el presidente sepa leer estas indicaciones y corrija el rumbo, por su propio bien y el de todos los peruanos. Lampadia




Argentina y Venezuela a la cabeza

Argentina y Venezuela a la cabeza

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Según el Índice Mundial de Miseria, Venezuela figura en el primer lugar, como el país más miserable del mundo, y Argentina en el séptimo puesto. Ambos países extraordinariamente ricos, pero que han caído en las garras del socialismo, que en los dos casos, ha sido especialmente dañino.

El caso venezolano tiene ya 22 años de una forzada aplicación del llamado socialismo del siglo xxi, que solo ha traído empobrecimiento, corrupción y pérdida de soberanía en manos de los agentes cubanos.

Como vemos en el siguiente cuadro, la pobreza afecta a más del 96% de los venezolanos, y la pobreza extrema al 79%. Su riqueza ha sido dilapidada en un profundo fango de corrupción. Chávez, quien encontró la producción petrolera en 3.5 millones de barriles por día, ofreció llevarla a 5 millones, pero terminó reduciéndola a 350,000 barriles diarios.

Esta situación de pobreza y la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela fueron originadas por la aplicación del socialismo del siglo xxi.

La tragedia de Argentina data de mucho tiempo atrás. Resulta que desde el gobierno peronista de mediados del siglo pasado, luego de optar por una suerte de populismo y socialismo nacionalista, Argentina interrumpió su desarrollo y cayó de su posición de privilegio como uno de los países más ricos del mundo, a lo que es hoy día, un país que a pesar de sus riquezas naturales, no puede dar un buen estándar de vida a su población.

En el siguiente gráfico podemos ver que hacia 1947, Argentina tenía un PBI per cápita que lo ubicaba como el sexto del mundo; pero desde entonces cayó sin parar, a su pobre nivel actual cercano al puesto número 75.

Así tenemos que dos de los países más ricos de América Latina, por obra y gracia de sus malas políticas públicas, se distinguen como los países más miserables del mundo.

Ellos aplicaron políticas como las que hoy tiene Perú Libre en su plan de gobierno. No permitamos que el Perú se vuelva a acercar a ese socialismo que solo destruye. Necesitamos políticas públicas que construyan, que sumen. Los peruanos queremos prosperidad para todos. Lampadia

Aleteia
Macky Arenas
01/05/21

Es triste el dato en el caso de estos dos países, uno petrolero que nadó en la abundancia y el otro que figura entre los diez países con más riquezas naturales

 

RONALDO SCHEMIDT – AFP.jpg

Lo publica The National Revue y se elabora en la Universidad de Baltimore –Maryland- en Estados Unidos, donde su director, Steve Hanke es profesor de economía e investigador. Se llama Índice de Miseria. Se llama Misery Index -de Hanke- y acaba de conocerse su edición 2021.

Venezuela aparece en primer lugar y Argentina en el séptimo. Dos países que hasta hace poco eran prósperos debido al petrolero, el uno, y a la excelente ganadería y demás recursos el otro. Brasil está en el puesto 11, Uruguay en el 33, Colombia en el 35 y Chile en el 75.

Entre los 10 primeros en desdicha se ubican, detrás de Venezuela y en este orden: Zimbabue, Sudán, Líbano, Surinam, Libia, Irán, Argelia y Madagascar. En estos países se comprende, pues muchos de ellos están afectados por graves conflictos tanto bélicos como civiles. En el caso del Líbano, agravado por la inesperada explosión que los sumió en un desbarajuste mayúsculo.

Oportunidades perdidas y gobiernos erráticos

Pero Venezuela y Argentina, con riquezas y recursos, no obstante, acumulan oportunidades perdidas y gobiernos erráticos en el manejo de sus políticas públicas. Son países, ambos, cuyos gobernantes no leen las condiciones del entorno lo cual es esenciales para un proceso sólido de toma de decisiones. No descomprimen al Estado, no dejan respirar a la economía y sus medidas responden más a criterios ideológicos que a las demandas reales del país o a las normas del funcionamiento económico. La incertidumbre es el resultado, lo que genera desinversión y desencadena todos los vicios que conducen…a los primeros puestos en los índices de miseria.

El mito de Sísifo

Argentina tiene la crisis del peso y una seguidilla de crisis económicas acumuladas desde 1876 hasta el 2019. La inflación de marzo en Argentina registró su nivel más alto desde el 2018. Los colapsos de la moneda, las altas tasas de interés y ahora el desempleo agrega carga en sus alforjas.

Hace poco, el diario El País publicaba un reportaje donde recordaba que “desde hace un siglo, cuando era uno de los países más ricos del mundo, ha experimentado una inflación anual media del 105% y ha tenido que cambiar cinco veces de moneda. Hoy es el principal deudor del Fondo Monetario y sufre una de las contracciones más graves de América por la pandemia”. Y se preguntaba: “¿Dónde anida la maldición de la economía argentina?”.

Primero, en habituarse a la quiebra y la recuperación, al «declive relativo», a no resolver el tema de fondo sino ir arreando con lo que viene. “Como vaya viniendo vamos viendo”, es un refrán muy latinoamericano. Improvisación versus continuidad y seriedad. Pero los países siguen funcionando. Entran en caos, pero no se acaban, no se borran del mapa. Pero, como Sísifo, están condenados a vidas sin sentido, a subir cuestas a diario rodando la misma piedra.

En segundo lugar hay razones para el cerco inflacionario, como que su economía está poco conectada con el comercio internacional aparte de que, en opinión de expertos, el país no logra superar la contradicción histórica entre las necesidades de su agricultura y su industria. Eso tan atávico de proteger lo propio y confiarse en que «somos más baratos» ha perjudicado mucho al crecimiento y solidez de las economías latinoamericanas.

Nuestras políticas macroeconómicas son inconsistentes, altamente dependientes de las divisas y, por tanto, de las oscilaciones del comercio global, con las dificultades que ello conlleva.

Con respecto a Argentina, dijo Diego Sánchez-Ancochea, profesor de Economía Política para el Desarrollo en la Universidad de Oxford: “Es una suma de crisis. Se crean espacios de tranquilidad, pero no se resuelven nunca los problemas estructurales. Las crisis regresan porque nunca se fueron”.

Países en donde las sociedades, más que las economías, son las que parecen estar enfermas. Tal vez echan mano del más despreciable de los recursos: vivir culpando al gobierno anterior de todos los males.

Vale para Argentina, pero también para Venezuela.

Primer lugar en miseria

Venezuela, de nuevo, ocupa el primer lugar en los rankings de miseria de Hanke, teniendo en cuenta las cifras de desempleo, inflación, crecimiento real del PIB y tasa de crédito bancarias, todos índices claves de la economía para poner cara a cara miseria y felicidad en un país.

Curiosamente es Cuba el país mejor posicionado de la región, seguido por Ecuador, Chile y México. Y la explicación está en que lo que se indica es la coyuntura y no la estructura, y lo que se toma es la tasa de desempleo y no la de pobreza, la variación del PBI y no la competitividad o solidez de una economía. Así, con un “Índice de Miseria” de 3.827,6 puntos, Venezuela encabeza, dejando muy atrás a los que siguen debido a una tasa de inflación de 3.713% (en 2019 había sido de 7.374%), de interés del 33,1%, de desempleo del 50,3% (más del doble que en 2019) y una caída del PBI per cápita del 30,9 por ciento.

Desde la medición presentada en 2019, Venezuela, donde los ciudadanos protestan contra la falta de servicios básicos como la electricidad, gas y agua, encabezaba la lista de los países más desdichados. La nación sudamericana ocupa el primer lugar entre los países más miserables del mundo, liderando el Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI) como el país más miserable del mundo en 2020, un título que se le ha asignado desde hace cinco años.

Mario A. Torres-cc

Las siete plagas

Ciertamente, podríamos apelar al simbolismo bíblico de las siete plagas, o más. Venezuela no sólo tiene inflación, escasez, crisis de efectivo, destrucción del aparato productivo y desmantelamiento de las industrias básicas, sino restricciones bancarias en el exterior, acreedores al acecho, despilfarro de los dineros públicos y una corrupción voraz junto a una severa crisis inmobiliaria.

El gobierno, en lugar de revisar sus políticas y evaluar seriamente los daños, sólo alega que los problemas son el resultado de una “guerra económica contra Venezuela”; pero lo cierto es que la gobernanza antidemocrática, la corrupción y la mala gestión de la economía son las causas principales de la crisis. La desinversión, por ejemplo, se acentuó debido a la hostilidad de Maduro contra las empresas extranjeras, lo que produjo un éxodo corporativo. Pepsi, General Motors y United Airlines fueron algunas de las empresas pioneras en mermar su presencia o salir de todo del país. Luego, siguieron otras, y otras, y otras.

De hecho, desde 2013 existe una crisis económica en Venezuela, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, las expropiaciones, las restricciones del control de cambio de la moneda y la corrupción, entre otros. Desde entonces, se ha producido una aguda y sostenida recesión económica que ha sido una de las más largas en la historia económica del país, al igual que más de dos años de hiperinflación.

El resultado es el caos

Venezuela es hoy un pandemónium. Un ejecutivo extranjero indicaba que “para mantenerse a flote, Maduro aumentó el salario mínimo varias veces. Esta estrategia proporciona un poco de alivio a corto plazo para los pobres, pero los expertos sostienen que a largo plazo ha terminado por crear más dolor a través de una moneda sin valor”. En esa horca caudina, el mandante venezolano optó por pagar las deudas a China y Rusia, dejando de lado los acuciantes problemas de las mayorías como el acceso a alimentos y medicinas.

Además de ello, ha negado sistemáticamente la posibilidad de entrada de ayuda humanitaria y ahora se muestran reticentes, con terquedad digna de mejores causas, a distribuir vacunas de manera equitativa. Sólo quienes están registrados en el sistema de discriminación que han impuesto están siendo llamados a recibir las dosis.

Pobre país rico

En líneas generales, estos datos del Índice de Miseria, coinciden con las cifras de la más reciente y prestigiosa Encuesta Nacional de Condiciones de Vida -Encovi-, cuya sola existencia representa un esfuerzo mancomunado de distintas universidades venezolanas -entre las cuales está la Católica Andrés Bello dirigida por los jesuitas- por documentar los indicadores que nos permitan saber cómo va cambiando la vida de los venezolanos. Ya sabemos que durante 20 años en Venezuela el poder ha sido opaco. La ausencia de transparencia es una constante adosada a su proceder, más cuando se trata de datos que visibilicen su incompetencia.

Ver en Lampadia: El desastre del socialismo del siglo XXI – La ominosa pobreza en Venezuela.

“La encuesta ha demostrado –se lee en la reseña de Equipo Cinco8- que Venezuela es ahora parte de ese club de países de la antigua órbita soviética o de África donde la población se encoge a causa de la emigración. El estudio pone en evidencia que el número de familias venezolanas que no pueden pagar un estándar de vida básico ha ido creciendo desde 2012, dos años antes de que el país entrara en recesión y mucho antes de que llegaran las sanciones internacionales contra Maduro y su régimen”.

Pobreza estructural

Justo antes de que la pandemia se declarara, documentaron que había en Venezuela 639.000 niños con desnutrición crónica. Y una conclusión escalofriante: Si la comida que hay en Venezuela se repartiera por igual entre todos sus habitantes, igual estos estarían desnutridos pues existe un crecimiento generalizado y estructural de la pobreza. El promedio de desnutrición infantil en el país empuja hacia abajo el promedio latinoamericano.

Han establecido que ser pobre no solo implica que tú y tu familia no tienen plata suficiente para comer, sino también que las condiciones en que viven no son las que deben ser. Y eso es lo que pasa con, al menos, 6 de cada 10 familias venezolanas. Otro número que ha ido subiendo desde 2014, y que hoy es parte de los indicadores que muestran a Venezuela como el país más pobre en América Latina y el Caribe. Es decir, íbamos directo al último puesto, lo que comprensiblemente hoy ha colocado a Venezuela en el primero de miseria y desdicha. Lampadia




El circuito virtuoso de una buena economía de mercado

El circuito virtuoso de una buena economía de mercado

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Hace 250 años, con la revolución industrial, la humanidad encontró el camino de la prosperidad de sus pueblos.

Desde entonces, con la formación de mercados libres, el capitalismo y el desarrollo del sector empresarial, la humanidad ha transitado desde espacios donde el 95% vivía en la más abyecta pobreza, hacia la prosperidad.

Hoy día, menos del 10% de la población mundial se mantiene en la pobreza. El resto de la población tiene una calidad de vida difícil de imaginar hace 50 años y se ha desarrollado una clase media global de 3,000 millones de personas. Ahora estamos en la cuarta revolución industrial, que ofrece mejoras tecnológicas que pueden mejorar sustancialmente la educación, la salud y la calidad de vida, para lograr mejores democracias y más libertad individual.

Ha habido, por supuesto, otras propuestas de organización de las economías, empezando por el comunismo. Pero ningún país que se haya cerrado al desarrollo de los mercados, ha logrado la prosperidad. La gran mayoría de ellos ha terminado condenando a su población a la pobreza, la escasez y la falta de libertad.

Para mantenernos como parte de este nuevo mundo, necesitamos lograr niveles de ingreso muy superiores de los que tenemos. No se trata de que solo los más pudientes tengan acceso a los beneficios de la modernidad, tenemos que propiciar el acceso de todos los peruanos.

No queremos que nuestros pobres estén excluidos del nuevo mundo. Queremos que todos puedan ser parte del nuevo desarrollo económico y social.

Para ello tenemos que hacer lo que han hecho los países más prósperos en todas las regiones del mundo, crecer y fomentar la inversión privada, invertir en educación, salud, infraestructuras y tecnología.

También necesitamos mejores instituciones y un Estado más eficiente, que brinde buenos servicios públicos, de acceso a una buena justicia y garantice la seguridad pública.

Veamos en el frente económico, como podemos dar ese salto de riqueza. Para ello tenemos que crecer y eso solo se puede lograr promoviendo la inversión privada.

Con más inversión privada podemos generar empleo de calidad y recursos fiscales para tener un Estado fuerte y eficiente, que de buenos servicios y que remunere adecuadamente a los servidores públicos. Se trata de generar el circuito virtuoso de una buena economía de mercado, que genere mejores ingresos y condiciones de vida.

Una buena economía de mercado implica tener reglas claras bajo las cuales se desarrollen las inversiones. Las empresas deben ser consecuentes con su responsabilidad en aspectos sociales y ambientales, y en su capacidad de contribuir al bienestar general.

Pero las reglas que establezca el Estado para regular a las empresas, deben ser sensatas y basadas en criterios técnicos, restando espacios de discrecionalidad a los funcionarios públicos, que son justamente, los espacios de la corrupción.

Una pregunta que cabe hacerse es si el Perú tiene la capacidad de generar riqueza. Y la respuesta es que el Perú es uno de los países con más capacidades para generar riqueza. Tenemos todos los recursos naturales habidos y por haber, y una población esencialmente trabajadora, creativa y longánima.

Lamentablemente, la gran mayoría de candidatos a la presidencia de la República, por no decir todos, está muy lejos de estas ideas. Ven el país como una pequeña parroquia aislada donde se puede gobernar con imaginación y voluntarismo. No salen de enfoques de corto plazo y caen en el inmediatismo de falsas soluciones mágicas.

Los electores tenemos que pensar muy bien por quién votar. Veamos quienes tienen un pensamiento moderno y desarrollista. Difundamos en las redes sociales las ideas de la prosperidad. Nosotros, los ciudadanos comunes, tenemos que crear el espacio de ideas que nos lleven a ser parte del mundo del bienestar. Lampadia




Fobia empresarial en el agro peruano

Fobia empresarial en el agro peruano

Fernando Cillóniz B.
CÍLLONIZ.PE
Ica, 5 de marzo de 2021
Para Lampadia

Según la Real Academia Española (RAE) “fobia” significa aversión o rechazo. “Fobia” también significa odio o antipatía por alguien o por algo. En el caso concreto del presente artículo, “fobia” significa odio y envidia por el éxito empresarial en el agro peruano.

Efectivamente, una vez más – como tantas veces en el pasado – la envidia y la mediocridad están al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más, el populismo, la demagogia y la politiquería pretenden malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.

Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria – la recientemente derogada – y su complemento el Régimen Laboral Agrario, constituyeron dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de Ica y Chavimochic están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la aplicación de las dos leyes en cuestión.

La agricultura empresarial peruana es un éxito a nivel mundial. Excepto para ciertos políticos locales – incluidos algunos periodistas, académicos y dirigentes sociales – que jamás han visto lo que ha pasado en los estupendos huertos frutícolas y hortícolas de nuestra Costa.

La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.

Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!

En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo. La pequeña agricultura – incluso, la de la Sierra y la Selva – está cada vez más presente en las exportaciones de paltas, mangos, bananos, granadas, cítricos, espárragos, alcachofas, quinua…

La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, EsSalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y la dignidad también. ¡Cuántas mentiras se han vertido en torno a las notables mejoras en las condiciones de trabajo en el campo, y en el trato a los trabajadores y sus familias!

Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en Ica y La Libertad! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.

El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.

La agricultura empresarial de nuestro país – grande, mediana, y pequeña – constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, genética de plantas y animales, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben – fundamentalmente, por el aumento de las remuneraciones de los trabajadores – pero también sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.

Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!

Pues bien. La fobia al éxito empresarial en el agro y el populismo político… eso que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder, ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.

Muchos peruanos estamos indignados a este respecto. Y yo – como hombre de campo que he sido toda mi vida – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender – y respaldar – a quienes propiciaron tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestro país. Me refiero a empresarios, técnicos, científicos, docentes, trabajadores, funcionarios, proveedores, comerciantes, consumidores… a TODOS.

¡No al populismo político! ¡No a la fobia empresarial en el agro peruano! Lampadia




Constitución y desempeño económico

Líneas abajo reproducimos la presentación de José Luis Sardón, Magistrado del Tribunal Constitucional, sobre el desempeño económico y la Constitución. Esta presentación es particularmente relevante, cuando se quieren sembrar dudas sobre el rol del Estado en la economía, como lo ha hecho el propio ministro de Justicia, Vicente Zeballos.

El producto de la vida económica y social no es casual, sino producto, en gran medida, de la estructura normativa que la define. Las dos últimas constituciones peruanas han producido resultados diametralmente diferentes y hasta opuestos, como puede verse en el siguiente cuadro:

Ver en Lampadia: El ciclo de crecimiento del Perú empezó en 1993.

Como dice el Magistrado Sardón, “Felizmente, la Constitución de 1993 —en el Capítulo I de su Título III— elevó las normas contenidas en ellos —principalmente, en los Decretos Legislativos 668 y 757— a la máxima jerarquía normativa.

Estas normas consolidaron la liberalización de la economía peruana, estableciendo un marco de protección jurídica a lo siguiente:

  • Libre iniciativa privada y economía social de mercado;
  • Libertad de trabajo y de empresa;
  • Límites formales y sustantivos a la actividad empresarial del Estado;
  • Prohibición de los monopolios legales;
  • Libertad contractual y estabilidad jurídica;
  • Libre comercio exterior e igualdad de trato a la inversión extranjera;
  • Libre tenencia de moneda extranjera; y,
  • Protección al consumidor”.

Recomendamos pues leer la reflexión de Sardón y estar alertas al contrabando ideológico que está detrás de revivir la discusión sobre el rol empresarial del Estado.

José Luis Sardón
Magistrado del Tribunal Constitucional

Buenos días.  Para mí, es muy honroso poder compartir con ustedes una breve reflexión por el vigésimo tercer aniversario del Tribunal Constitucional.  Agradezco a mis colegas por este gentil encargo.

Quisiera centrar esta reflexión en el vínculo que existe entre las Constituciones y la prosperidad de los países.  Especialmente, me referiré a la Constitución de 1993 y su impacto sobre el proceso de desarrollo peruano.

Parafraseando respetuosamente al Nuevo Testamento (Hechos 17:28), podemos decir:

En la economía, vivimos, nos movemos y somos.

Todas las normas constitucionales tienen impacto en la economía. La multiplicación de derechos, por lo pronto, amplía el ámbito de responsabilidad estatal.  Una definición más sobria de estos, en cambio, concentra al Estado en sus tareas esenciales.

Más importante aún, la separación de poderes busca lograr el equilibrio de poderes, para tener así gobierno limitado.  De esta manera, se busca, a su vez, proteger la libertad de los ciudadanos.

Las Constituciones pueden también facilitar o dificultar la formación de los partidos políticos.  Ellos son asociaciones privadas pre-estatales, pero su conducta es afectada por las reglas electorales.

Todas estas cuestiones han sido objeto de estudio en la literatura de la elección pública.  En ella, destaca el trabajo reciente del sueco Torsten Persson y del italiano Guido Tabellini, El efecto económico de las Constituciones.

Al evaluar los pros y contras de la democracia sobre el desarrollo económico, concluyen que “el diablo está en los detalles”: determinados esquemas institucionales potencian el impacto positivo de la democracia en el desarrollo; otros, no.

Particularmente, son relevantes los que facilitan la formación de “capital democrático”, que no es sino la acumulación de experiencia democrática en un país y su vecindario.  Las democracias prósperas son las democracias estables.

¿Qué necesidad había, entonces, de incluir un Régimen Económico en la Constitución de 1993?  La respuesta es clara: se buscaba hacer un segundo intento por alcanzar el fin anhelado por su propulsor original, Ernesto Alayza Grundy.

En la Asamblea Constituyente 1978-79, este propuso incluir normas que evitaran que volviéramos a aventurarnos en reformas estructurales como las de los 1970s.  Lamentablemente, no tuvo respaldo político suficiente.

La Constitución de 1979, por el contrario, consagró tales reformas, incluyendo a las dos más destructivas, la agraria y la de la empresa.  Así, lejos de ayudar a revertir el decaimiento económico heredado del gobierno militar, contribuyó a agravarlo.

Entre 1988 y 1990, la economía peruana se encogió un tercio.  La responsabilidad de ello recae no solo en la Constitución de 1979.  Desde que en 1982 México dejó de pagar su deuda externa, los 1980s fueron conocidos como “la década perdida” de la región.

En 1980, por otro lado, Sendero Luminoso desató una embestida que pretendía aniquilar a la sociedad peruana.  Hubo, pues, factores extra constitucionales —para no hablar de la pésima política económica de la segunda mitad de los 1980s— que incidieron en ello.

Sin embargo, la Constitución de 1979 contribuyó a que ocurriera tal situación, por los conceptos económicos equivocados que contenía y por las reglas barrocas e inoperantes con las que estructuró al Estado.

En 1990, consciente de la necesidad de efectuar una profunda reforma constitucional, Mario Vargas Llosa pidió a los peruanos no solo ser elegido Presidente de la República sino que el Fredemo obtuviera la mayoría de los asientos del Congreso.

Al conseguir solo un tercio, de hecho, quiso declinar su participación en la segunda vuelta.  Con ese nivel de respaldo congresal, pensó, le sería imposible emprender las reformas imprescindibles.

En todo caso, un paquete de decretos legislativos promulgados en 1991 por el gobierno de Alberto Fujimori se inspiró en las ideas del Fredemo.  Empero, ellos empezaron a ser declarados inconstitucionales por el Tribunal de Garantías Constitucionales.

A mi juicio, ese Tribunal actuó bien: no le competía resolver lo que, a su criterio, sería bueno para el país, sino solo señalar lo que era inconsistente con la Constitución.  Dichos decretos, en efecto, contradecían a la Constitución de 1979.

Felizmente, la Constitución de 1993 —en el Capítulo I de su Título III— elevó las normas contenidas en ellos —principalmente, en los Decretos Legislativos 668 y 757— a la máxima jerarquía normativa.

Estas normas consolidaron la liberalización de la economía peruana, estableciendo un marco de protección jurídica a lo siguiente:

  • Libre iniciativa privada y economía social de mercado;
  • Libertad de trabajo y de empresa;
  • Límites formales y sustantivos a la actividad empresarial del Estado;
  • Prohibición de los monopolios legales;
  • Libertad contractual y estabilidad jurídica;
  • Libre comercio exterior e igualdad de trato a la inversión extranjera;
  • Libre tenencia de moneda extranjera; y,
  • Protección al consumidor.

Algunas sentencias constitucionales han hecho prevalecer estas normas.  La emitida en el expediente 0008-2003-PI/TC, por ejemplo, defendió la libertad de precios, con los que se logra la asignación eficiente de los recursos productivos escasos de la sociedad.

Empero, el sistema de precios requiere que no haya emisión de moneda.  Desde que el déficit de las empresa estatales fue la causa principal de la inflación de los 1980s, deben destacarse también aquellas que han controlado la actividad empresarial del Estado.

Las sentencias emitidas en los expedientes 00034-2004-PI/TC y 00019-2006-PI/TC marcaron una línea jurisprudencial, que ha sido respetada por las sucesivas composiciones de este Tribunal Constitucional, incluyendo a la actual.

Al insistir en que la actividad empresarial del Estado debe ser autorizada por ley expresa del Congreso, y desarrollada solo subsidiariamente, esas sentencias han apuntalado el equilibrio presupuestal y, por ende, la estabilidad monetaria.

Finalmente, deben destacarse las sentencias emitidas en los expedientes 00018-2003-PI/TC y 00013-2007-PI/TC, referidas a la igualdad de trato a la inversión nacional y extranjera.

Carlos Adrianzén ha recogido evidencias abrumadoras del contraste existente entre el desempeño del Perú bajo la Constitución de 1993 y el registrado bajo sus predecesoras, en términos de integración comercial con el mundo.

Dentro de los aportes de la Constitución de 1993 al proceso de desarrollo peruano, destacan, pues, la estabilidad de nuestra moneda y la apertura de nuestra economía a los productos e inversiones extranjeras.

Debemos apreciar debidamente los frutos de este marco constitucional.  En los últimos 25 años, los niveles de pobreza y de extrema pobreza se han reducido de 53% a 20% y de 23% a 3%.

Esta reducción ha sido fruto, principalmente, de nuestro crecimiento económico.  En millones de soles constantes de 2007, nuestro PBI de 1993 ascendía a 162,093; en esos mismos términos, el 2018 llegó a 535,255.  Hemos tenido un crecimiento de 228%.

Lo que es más notable aún es que este crecimiento ha sido pro-pobre.  Como han demostrado Gustavo Yamada y Hugo Ñopo, en estos años los hogares más pobres han experimentado un crecimiento varias veces superior al de los más ricos.

Durante este tiempo, el Régimen Económico de nuestra Constitución ha sido, pues, una de nuestras fortalezas.  Empero, nuestra Estructura del Estado no ha facilitado el surgimiento del estado de Derecho.

En una escala vigesimal, en el índice internacional de libertad económica obtenemos ahora una nota de 13.6.  3 años atrás llegamos a 13.9, pero hemos tenido un ligero retroceso.

La explicación radica en el componente más institucional de la libertad económica, Estado de Derecho, en el que apenas conseguimos 08.1.  Dentro de sus sub-componentes, especialmente grave es la disminución en Integridad Gubernamental.

El índice internacional de derechos de propiedad, por su parte, nos da una perspectiva complementaria.  En este, el sub-componente Estabilidad Política es particularmente bajo.  Este es nuestro talón de Aquiles.

Un hecho insoslayable es la volatilidad de los partidos políticos que han llegado al gobierno.  Tres de los cuatro últimos desaparecieron tan rápido como antes habían irrumpido en la escena política.  Una democracia constitucional no puede funcionar así.

La democracia constitucional se caracteriza por la alternancia ordenada de partidos en el poder.  Ello simula —hasta donde cabe— la estructura de la economía de mercado, puesto que implica competencia, pero también un sentido de continuidad en el gobierno.

La democracia constitucional facilita el surgimiento del estado de Derecho, ya que hace que quienes están en el poder traten a los otros como esperan que ellos les traten mañana.  El estado de Derecho implica que todos seamos medidos con una misma vara.

La lección fundamental de la política comparada es, pues, que no hay democracia constitucional sin partidos y sin sistemas de partidos.  Descalificar apresuradamente a estos como organizaciones criminales es abrirles paso a aventuras autoritarias.

Donde no hay partidos, su lugar es ocupado por los grupos de presión, que articulan intereses de un sector de la sociedad, pero sin agregarlos con los del resto.  Un proceso político mangoneado por estos es, por definición, menos transparente.

Debe valorarse debidamente la continuidad en el tiempo de algunas organizaciones políticas y censurarse el aventurerismo de otras.  El dinamismo económico requiere apoyarse en instituciones políticas estables; de lo contrario, no llegará a florecer plenamente.

Debemos revisar el diseño de nuestras instituciones políticas a la luz de lo vivido.  En los últimos 25 años, nuestro crecimiento económico ha sido importante, pero ha podido ser mayor, considerando que teníamos lo que Erich Weede llamó la ventaja del atraso.

Esta revisión, sin embargo, ha de hacerse con cuidado, introduciéndose cambios puntuales muy pensados.  Hacer “fuego a discreción” contra nuestras estructuras políticas es irresponsable y tendrá consecuencias negativas en el futuro.

Roger Scrutton ha dicho: “Las instituciones, una vez destruidas, no pueden ser recreadas.”  Y, parafraseando a Wittgenstein, ha agregado: “revivir una tradición es como tratar de reparar una telaraña con las manos desnudas”.

En todo caso, el rediseño institucional debe hacerse sub specie aeternitatis.  Como dijo John Rawls en su teoría de la justicia, esta perspectiva no es un punto fuera de la historia sino una que puede alcanzarse cuando hay desinterés y pureza de corazón.

Confío en que el amor al Perú nos hará capaces de lograrlo.  Proclamo mi fe en la democracia constitucional y mi esperanza en el fortalecimiento del estado de Derecho en el Perú.

Muchas gracias.

Lampadia




Ley de Promoción Agraria propició prosperidad

Ley de Promoción Agraria propició prosperidad

Los beneficios tributarios y laborales provistos por la Ley 27360, más conocida como Ley de Promoción Agraria, han sido artífices de una de las recientes historias de éxito de uno de los sectores económicos de alto valor agregado y empleo intensivo en nuestro país: la agroexportación.

Hagamos un breve repaso de tales beneficios – los cuales abarcan a toda la actividad agropecuaria, no solo a la agroexportación – antes de exponer dicha historia de éxito.

Beneficios provistos por la Ley de Promoción Agraria

Beneficios tributarios  

Beneficios laborales

  • Pago del 15% por concepto de impuesto a la renta.
  • Posibilidad de recuperar anticipadamente el IGV en la etapa preoperativa

 

 
  • Pago de una remuneración diaria (RD), que incluye la CTS y las gratificaciones de julio y diciembre, y que se ajustará en el mismo porcentaje que los incrementos en la remuneración mínima.
  • Descanso por vacaciones remunerado de 15 días calendario.
  • Indemnización por despido arbitrario equivalente a 15 RD por cada año de servicio.
  • Aporte mensual al seguro de salud a cargo del empleador, equivalente a un 4% de la remuneración mensual.

Fuente: Comex

Como lo demuestra el comportamiento de una serie de indicadores económicos y sociales de la actividad agraria en el país, desde la entrada en vigencia de este régimen especial en el año 2001, se ha observado un crecimiento inusitado y exponencial de la agroexportación, algo jamás antes visto en toda nuestra historia republicana. Estos hechos los ha reflejado muy bien la Sociedad de Comercio Exterior – ComexPerú en una reciente presentación que compartimos al final del artículo.

Veamos los indicadores más destacables:

  • Un incremento de la formalidad en el empleo del sector, que ascendió a casi 20 puntos porcentuales en la costa.

  • Posicionamiento de las empresas agrarias entre los principales empleadores a nivel nacional. Entre las empresas del rubro a destacar se encuentran Complejo Agroindustrial Beta (5°), Camposol (7°), Danper Trujillo (8°), Sociedad Agrícola Virú (9°) y Sociedad Agrícola Drokasa (19°).

  • Un aumento considerable de la participación de la mujer en la fuerza laboral del sector, la cual está considerada entre las más altas en toda la economía.

  • Un incremento significativo de la contribución a las arcas del Estado por parte del agro gracias al crecimiento económico experimentado por dicho sector.

  • Un crecimiento exponencial de las agroexportaciones las cuales se multiplicaron por 10 en las últimas dos décadas.

  • Exportaciones que además son altamente productivas, lo cual se sustenta en su formidable capacidad para equilibrar la balanza comercial (ver Lampadia: La Nueva Agricultura Peruana), y por ende, en constituirse como importantes fuentes de divisas. Así, en el Perú usamos tan solo 180,000 hectáreas de cultivo de productos agroindustriales, a cambio de 2’570,000 hectáreas de cultivo en productos tradicionales que se cultivan en el resto del mundo, lo cual nos hace 14 veces más productivos respecto al resto del globo en este rubro.

  • Ello sin mencionar nuestro posicionamiento como líderes mundiales en varios de los mercados internacionales de agroexportación.

Sin embargo, a pesar de todo este círculo virtuoso de prosperidad en términos de crecimiento del empleo formal, de los ingresos tributarios, de las agroexportaciones e inclusive un mayor empoderamiento de la mujer en el ámbito laboral, muchos de nuestros políticos siguen haciéndose de la vista gorda y no discuten la permanencia de dicho régimen especial.

Así, recientemente se vienen discutiendo algunos cambios a la ley, así como su prórroga por 10 años más, a propósito del dictamen emitido por el Ministerio de Agricultura y Riego (en adelante, Minagri); sin embargo, ambas iniciativas no están encausadas hacia lo que debiera ser por amplio margen la prioridad de este sector: la vigencia permanente del régimen especial agrario.

Según cálculos de ComexPerú, la renovación de la Ley de Promoción Agraria, dándole un horizonte de largo plazo, permitiría alcanzar un millón de puestos de trabajo directos y dos millones de puestos indirectos, en un sector (agroexportación) que además representa el 3% del PBI y el 11.4% del trabajo formal del sector privado. Asimismo, permitirá:

  • Duplicar el empleo formal en los próximos 5 años.
  • Potenciar los beneficios para los peruanos en las zonas más alejadas del país ej. Inversiones de palmito en selva (Amazonas).
  • Acercar al ciudadano oportunidades de empleo y esperanza de un futuro mejor.
  • Otorgar seguridad jurídica y predictibilidad a las inversiones para asegurar la ejecución de los proyectos de irrigación.
  • Consolidar al Perú como potencia agroexportadora y proveedor de alimentos a nivel global.

Por otra parte, es menester señalar que entre los aciertos de esta discusión impulsada por el Minagri, es que la ministra ha mostrado la intención de hacer efectiva su aplicación al sector forestal y acuícola. Consideramos que de darse tal suceso, se promovería una mayor dinámica económica a ambos sectores, cuyo enorme potencial aún ha sido poco explorado por nuestras autoridades, en particular, el sector forestal.

Lamentablemente la ministra ha declarado: “El dictamen es por 10 años y nosotros hemos conversado con el Congreso, porque lo que tenemos que encontrar es un régimen, que vaya acercándose al general, porque ya sabemos que es temporal”.

Lo que quiere decir que Fabiola Muñoz no entiende la importancia del sector para las más caras necesidades del país, empleo y formalización.

Esperamos que la discusión en torno a la vigencia permanente del régimen especial agrario pueda ser ponderada en las sesiones próximas que se darán en el Congreso. Aún estamos a tiempo de seguir generando desarrollo en el sector que más empleo genera en nuestro país. Lampadia

A continuación, compartimos la presentación completa elaborada por ComexPerú respecto del éxito del sector agroexportación en las últimas dos décadas.




Continúan los ataques a la globalización

Continúan los ataques a la globalización

Pareciera que los ataques hacia los progresos generados por la globalización y el libre comercio fueran imperecederos e intencionales, lo cual no hace más que confirmar la confabulación que tienen ciertos grupos políticos e intelectuales para detener el círculo virtuoso de crecimiento  y prosperidad (ver Lampadia: Trampa ideológica, política y académica) que han generado ambos fenómenos alrededor del mundo sin distinguir el grado de desarrollo entre países.

En esta ocasión, el golpe viene dado por el reconocido economista y profesor de la prestigiosa Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, Dani Rodrik. En un reciente artículo publicado por la revista Project Syndicate – denominado “El Caso de una Economía Audaz” (ver artículo líneas abajo) – hace un llamado a los economistas académicos a no temer en introducir cambios institucionales radicales en los sistemas económicos, ante la presencia de:

  • Grandes segmentos de la fuerza laboral que parecen estar aislados del progreso económico.
  • Niveles récord de desigualdad y malas perspectivas de ganancias para los trabajadores más jóvenes y menos educados.
  • Un cambio climático que asola nuestra existencia.

Todos estos puntos, según Rodrik, justificarían la necesidad de reformar la globalización desde sus cimientos.

Analicemos y rebatamos punto por punto:

  • En relación al hecho de que existen grandes segmentos de la fuerza laboral estén aislados del progreso económico, esto no es verdad. Como hemos demostrado en Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo, probablemente no existe ningún segmento de la población que no se haya beneficiado del enorme progreso del capitalismo, de la globalización y del libre comercio en los últimos 200 años. Más aún, en los últimos 50 años, período en el que Rodrik concentra su crítica, la reducción de la pobreza, el aumento de la esperanza de vida, la alfabetización y el aumento de ingresos de los ciudadanos, se aceleraron notoriamente.
  • En relación a los niveles récord de desigualdad y las malas perspectivas de ganancias hacia los trabajadores más jóvenes y menos educados, esto tampoco es verdad. Por el contrario, como hemos explicado en Lampadia: Retomemos el libre comercioOtra mirada al mito de la desigualdad, no solo la gran potencia económica mundial, EEUU, ha experimentado un incremento de los ingresos familiares –51% entre 1979 al 2014- con la conducente reducción de su desigualdad, sino que además, más de la mitad de la clase media en América Latina se ha duplicado en la última década, ambos progresos producto del crecimiento económico, sustentado por la globalización y el libre comercio. Este proceso de crecimiento por supuesto que también benefició a los trabajadores que recién se insertaban en los mercados laborales.
  • En relación al cambio climático, como hemos escrito en Lampadia: El socialismo de los Millenials, El futuro promisorio de las baterías, existen instrumentos de mercado que permiten palearlo, además de alternativas ecológicas que el mismo capitalismo ya se encuentra suministrando y que servirían también para tal fin. Ambas ideas no implican realizar ajustes significativos a los procesos de la globalización, como sugiere hacer el profesor Rodrik.

Pero el embate del mencionado economista no solo termina ahí, puesto que su llamado también pretende persuadir a la academia – en lo concerniente a la investigación económica- a utilizar un enfoque  basado en la evidencia, pero con un foco especial en la experimentación. Es decir, utilizar el criterio de la prueba y error para determinar la idoneidad de una política pública particular.

Esto no solo es sumamente peligroso porque implicaría dejar de lado toda la evidencia empírica en torno a las buenas prácticas de política pública en el pasado– como por ejemplo los impactos positivos que generan las reformas de mercado en la mejora de una serie de indicadores de bienestar en los países – sino que además, haría posible la implementación de ciertas políticas que, en el proceso de prueba y error, podrían perjudicar sobremanera a una población objetivo, sino cumplen con su cometido.

La ciencia económica a diferencia de las ciencias naturales no lidian con objetos carentes de razón sino con seres humanos y por ende, no podemos dejar a su suerte una iniciativa que tenga efecto en un colectivo determinado.

Por todas las razones anteriormente expuestas, seguiremos defendiendo el uso de la evidencia empírica para la recomendación de políticas públicas, enmarcando siempre el desarrollo hacia más globalización y más libre comercio, en los futuros embates que la prensa internacional nos ponga en frente. Lampadia

El Caso de una Economía Audaz

Dani Rodrik
Project Syndicate
11 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Aunque los economistas están bien posicionados para imaginar nuevos arreglos institucionales, su hábito de pensar al margen y de mantenerse cerca de la evidencia disponible fomenta una aversión al cambio radical. Pero, cuando se les presentan nuevos desafíos, los economistas deben imaginar nuevas soluciones, como un nuevo grupo está decidido a hacer.

CAMBRIDGE – A fines de 1933, John Maynard Keynes envió una notable carta pública al presidente de los EEUU, Franklin Delano Roosevelt (en adelante, FDR). FDR había asumido el cargo a principios de ese año, en medio de una crisis económica que había empujado a una cuarta parte de la fuerza laboral al desempleo. Había lanzado sus ambiciosas políticas del New Deal, que incluían programas de obras públicas, subsidios agrícolas, regulación financiera y reformas laborales. También había retirado a EEUU del patrón oro para dar más libertad a la política monetaria interna.

Keynes aprobó la dirección general de estas políticas, pero también tuvo algunas críticas agudas. Le preocupaba que FDR complicara el esfuerzo de recuperación económica al ampliar innecesariamente su programa de políticas. FDR estaba haciendo muy poco para aumentar la demanda agregada y demasiado para cambiar las reglas de la economía. Keynes se centró especialmente en la Ley Nacional de Recuperación Industrial (en adelante, NIRA), que, entre otras cosas, amplió en gran medida los derechos laborales y fomentó los sindicatos independientes. Le preocupaba que la NIRA socavara la confianza empresarial y pesara en la burocracia federal, sin hacer una contribución directa a la recuperación. Se preguntó si algunos de los consejos que FDR estaba recibiendo “no eran tan ingenuos ni tan extraños”.

Keynes no pensaba mucho en la economía de FDR, pero al menos era un crítico comprensivo. Debido a que gran parte del New Deal se aplicó a la ortodoxia económica predominante, las políticas de FDR tuvieron poco apoyo de los principales economistas de la época. Por ejemplo, como explica Sebastián Edwards en su fascinante libro reciente American Default, la opinión predominante entre los economistas era que romper el vínculo del dólar con el oro crearía caos e incertidumbre. El único economista fidedigno en la “confianza mental” de FDR fue Rexford Tugwell, un profesor de Columbia de 41 años poco conocido que ni siquiera enseñaba a estudiantes de posgrado.

¿Los economistas demostrarán ser más útiles hoy, en un momento en que los desafíos que enfrentamos son casi tan apremiantes como los de la Gran Depresión? El desempleo puede no ser un problema grave en la mayoría de los países avanzados en la actualidad, pero grandes segmentos de la fuerza laboral parecen estar aislados del progreso económico. Los niveles récord de desigualdad y las malas perspectivas de ganancias para los trabajadores más jóvenes y menos educados están erosionando los cimientos de las democracias liberales. Las reglas que sustentan la globalización necesitan urgentemente una reforma. Y el cambio climático sigue planteando una amenaza existencial.

Estos problemas exigen respuestas audaces. Sin embargo, en su mayor parte, los economistas de la corriente principal parecen preocupados por arreglos marginales —una modificación del código fiscal aquí, un impuesto al carbono allí, tal vez una rociada de subsidios salariales— que deja intactas las estructuras de poder que respaldan las reglas del juego económico.

Los economistas pueden enfrentar el desafío adoptando una visión más amplia. El mes pasado, me uní a un grupo de destacados economistas para lanzar una iniciativa que hemos denominado “Economía para la Prosperidad Inclusiva” (EfIP). Desde los mercados laborales y las finanzas hasta las políticas de innovación y las reglas electorales, el objetivo es promover ideas políticas ambiciosas que presten mucha más atención a la desigualdad y la exclusión, y a los desequilibrios de poder que las producen.

Como Suresh Naidu, Gabriel Zucman y yo explicamos en nuestro “manifiesto”, ni la economía sólida ni la evidencia convincente respaldan muchas de las ideas políticas dominantes de las últimas décadas. Lo que se ha llamado “neoliberalismo” es, en muchos sentidos, una derogación de la economía dominante. Y la investigación económica contemporánea, desplegada apropiadamente, es de hecho completamente conducente a nuevas ideas para crear una sociedad más justa. La economía puede ser un aliado de la prosperidad inclusiva. Pero depende de nosotros los economistas convencer a nuestra audiencia de los méritos de estas afirmaciones.

Nuestra red está formada por economistas académicos que creen que se pueden desarrollar nuevas ideas sin abandonar el rigor científico. El eslogan de nuestros días es “política basada en evidencia”. Por consiguiente, nuestros resúmenes de política se basan en análisis empíricos, utilizando herramientas de la economía general. Pero, para nosotros, un enfoque “basado en la evidencia” no es uno que refuerce un sesgo conservador a favor de las políticas al margen de los acuerdos institucionales existentes; es uno que fomenta la experimentación. Después de todo, ¿cómo podemos desarrollar nuevas pruebas sin intentar algo nuevo?

Los mercados dependen de una amplia gama de instituciones para crearlos, regularlos y estabilizarlos. Estas instituciones no vienen con formas predeterminadas. La propiedad y los contratos, las instituciones más elementales requeridas para hacer que los mercados funcionen, son construcciones legales que pueden diseñarse de muchas maneras. A medida que lidiamos con las nuevas realidades creadas por la innovación tecnológica y el cambio climático, las preguntas sobre la asignación de derechos de propiedad entre los diferentes reclamantes se vuelven cruciales. La economía no proporciona respuestas definitivas aquí, pero proporciona las herramientas necesarias para identificar las compensaciones relevantes.

Un tema común en nuestro conjunto inicial de propuestas de políticas son las asimetrías de poder que dan forma al funcionamiento de la economía global contemporánea. Muchos economistas descartan el papel de tales asimetrías porque hay poco margen para el poder en condiciones de competencia perfecta e información perfecta. Pero en el mundo real que examinamos, abundan las asimetrías de poder.

¿Quién tiene la ventaja en la negociación de salarios y beneficios laborales? ¿Quién domina los mercados y quién debe someterse a las fuerzas del mercado? ¿Quién puede moverse a través de las fronteras y quién está atascado en casa? ¿Quién puede evadir impuestos y quién no? ¿Quién puede establecer la agenda de negociaciones comerciales y quién está excluido? ¿Quién puede votar y quién está efectivamente marginado? Argumentamos que abordar tales asimetrías tiene sentido no solo desde el punto de vista de la distribución, sino también para mejorar el desempeño económico general. Los economistas tienen un poderoso aparato teórico que les permite pensar en tales asuntos.

Si bien los economistas están bien posicionados para desarrollar arreglos institucionales que van más allá de lo que ya existe, su hábito de pensar en el margen y de mantenerse cerca de la evidencia disponible alienta una aversión al cambio radical. Pero, cuando se les presentan nuevos desafíos, los economistas deben imaginar nuevas soluciones. La imaginación es crucial. No todo lo que intentemos tendrá éxito; pero si no redescubrimos el valor del credo de FDR, “experimentación audaz y persistente”, ciertamente fracasaremos. Lampadia

Dani Rodrik es profesor de economía política internacional en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Es el autor de La Paradoja de la Globalización: La Democracia y el Futuro de la Economía Mundial, Reglas Económicas: Los Derechos y los Males de la Ciencia Triste y, más recientemente, Charla Recta sobre el Comercio: Ideas para una Economía Mundial Sana.




Aterrizaje en la mediocridad

Aterrizaje en la mediocridad

En un contexto en el que subsiste un débil e insuficiente crecimiento de la economía peruana – en enero fue de 1.58% y recientes proyecciones sugerirían un crecimiento para febrero en torno al 2.10% – vemos necesario republicar este artículo.

Hace siete años desconectamos al Perú de su circuito virtuoso de crecimiento económico y reducción de la pobreza. (Ver en Lampadia: Las Cifras de la Prosperidad). Efectivamente, el 2011 ungimos el gobierno del nacionalismo para que nos diera crecimiento con inclusión, y no nos dio ni crecimiento, ni inclusión.

Así fue cómo el 2011 se produjo un punto de inflexión en nuestro desarrollo económico y social. Disminuimos el ritmo de inversión, paramos la reducción de la pobreza y de la desigualdad, el crecimiento de la clase media, e imbuimos a la administración pública de una explícita animadversión contra la inversión privada. (Ver en Lampadia: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo).

El siguiente gráfico muestra la caída del crecimiento hacia un plató algo menor de 4%. Un ritmo de crecimiento insuficiente para la reducción de la pobreza y la absorción de la demanda de empleo.

Como consecuencia de la caída del crecimiento, podemos ver como, después de tres lustros, vuelve a crecer la pobreza en el 2017.

Todo esto es consecuencia directa de la menor inversión, tanto la pública como la privada. El siguiente gráfico muestra como ha caído la inversión desde el año 2013. Pasamos de invertir hasta US$ 55,000 millones anuales a US$ 45,000 millones el 2017 y un estimado de US$ 48,000 millones el 2018. Pero si tomamos como base el porcentaje de inversión sobre el PBI del 2013 de 26.9%, y lo proyectamos al 2018 tenemos una brecha de menor inversión, con respecto al 2013, de US$ 12,000 millones anuales. US$ 10,000 millones menos de inversión privada y US$ 2,000 menos de inversión pública.

Peor que lo acontecido es que la perspectiva hacia adelante es más de lo mismo, un crecimiento mediocre y muy por debajo de lo que el Perú puede lograr. Veamos las estimaciones del BCRP.

En el siguiente gráfico podemos apreciar que el motor que nos dio un gran crecimiento hace algunos años, el sector minero, está prácticamente parado. La minería cayó un 1.3% el 2018, el Banco Central proyecta un crecimiento de 3.2% para el año actual y un crecimiento de 3.6% para el 2020, ambas tasas bajas que no reflejan nuestro enorme potencial minero. Todo ello producto exclusivamente de la debilidad del gobierno para impulsar la inversión minera. Por ejemplo, el presidente Vizcarra, para curarse en salud, ha declarado que el proyecto de Tía María no ha levantado aún sus observaciones, cuando en verdad, a fines del año pasado, todo estaba listo para que el gobierno le diera la autorización de inversión.  

Insistimos, esto se debe a la debilidad del gobierno. No se debe al nivel de cotizaciones de los metales, ni se debe a falta de proyectos. Todo lo contrario, el Perú es un destino privilegiado para las inversiones mineras. Inversiones que toman tiempo en concretarse y que, al perderlas, nos pasarán la factura, en forma de estancamiento, más adelante.

Ese estancamiento debe ser contrastado con nuestro potencial de crecimiento, que más allá de los cálculos económicos, apreciando nuestro potencial de crecimiento productivo, es seguramente del orden de 6 a 7% anual.

Hoy estas cifras pueden sonar altas, lo que pasa es que ya nos estamos olvidando que lo podemos hacer muy bien. Como lo hicimos hasta el 2011.

No faltan por supuesto, los que en aras de focalizar nuestro atraso institucional, siguen desconociendo los beneficios de crecer alto y sostenidamente. Atraso real y muy pernicioso, por cierto, pero no hay que olvidar que la mejor plataforma para hacer reformas es la abundancia y no la escasez.

El Perú, su gente y sus recursos son bastos como para sustentar, en paralelo a los temas institucionales, un mejor futuro económico y social. No podemos seguir perdiendo tantas oportunidades para consolidar el bienestar general. Lampadia