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Gigantes tecnológicos toman medidas para reducir la adicción a los celulares

Gigantes tecnológicos toman medidas para reducir la adicción a los celulares

El Internet y, particularmente, el smartphone parecen obstaculizar nuestra capacidad para administrar y equilibrar nuestro tiempo, energía y atención, y pueden ser adictivos. La sobrecarga digital puede ser un problema. Durante todo el día, las personas reciben mensajes y notificaciones en las computadoras, tablets y smartphones.

Esta cultura de conexión constante tiene un costo tanto profesional como personal. Muchas veces perdemos el tiempo, atención y energía en información e interacciones relativamente sin importancia, manteniéndonos ocupados, pero produciendo poco valor. Como han demostrado Clifford Nass y sus colegas de la Universidad de Stanford, las personas que hacen varias cosas a la vez regularmente no prestan atención, no asimilan bien ni administran sus tareas, al menos no tanto como aquellos que se enfocan en una cosa a la vez.

El resultado es una reducción en la productividad y compromiso, tanto en la oficina como en el hogar.

Pero el Smartphone es lo más preocupante. Nunca antes un dispositivo ha combinado todos los elementos de los medios de comunicación modernos: telefonía, mensajes de texto, música, video, internet, redes sociales, videojuegos, e incluso inteligencia artificial activada por voz. Edison Research, en una encuesta del año pasado, de aproximadamente 2,000 estadounidenses mayores de 12 años, descubrió que tres cuartas partes tenían Smartphones, solo nueve años después de la presentación del primer iPhone. Según Pew, un equipo de investigación, casi la mitad de los adultos estadounidenses dicen que no podrían vivir sin sus Smartphone. En dos estudios recientes, se descubrió que los adultos jóvenes usan sus Smartphone más de 80 veces al día (ver tabla).

Las sociedades están tratando de abordar el problema. Ahora, como afirma el Financial Times, Silicon Valley ha tomado el primer paso: admitir que tienen un problema. Pero hay un problema (o contradicción): las compañías de Internet como Google, Facebook y Twitter necesitan atraer la atención de los consumidores hacia los ingresos publicitarios.

Por ejemplo, una extraña similitud entre las próximas actualizaciones del iOS 12 y el Android P es: Nuevas herramientas para frenar nuestra creciente dependencia de nuestros smartphones. Así es como las gigantes compañías de tecnología móvil intentarán que pasemos menos tiempo en nuestros móviles. Y no es solo Apple y Google. Facebook ha confirmado que está trabajando en una función que les mostrará a los usuarios cuánto tiempo está utilizando (o desperdiciando) en la aplicación e Instagram también tiene una herramienta similar en sus planes.

Las aplicaciones de terceros para administrar el tiempo que pasamos en nuestros smartphones han existido durante años, pero ahora parece haber una comprensión colectiva por parte de los propios creadores de tecnología que todo este tiempo mirando las pantallas podría no ser tan bueno para nosotros.

Parte del problema es que todavía no comprendemos del todo cómo los smartphones están cambiando nuestros hábitos y nuestra manera de pensar. El primer iPhone salió en 2007, y las aplicaciones y el acceso a la web han existido por poco tiempo, lo que dificulta la organización de cualquier estudio a largo plazo.

Ciertamente, hay cierta evidencia de que estamos siendo dependientes de las redes sociales, el acceso a Internet y los juegos móviles diseñados para que los usemos más (y tal vez gastemos un poco más en el camino). Las notificaciones pueden actuar como ‘recompensas’ en el cerebro, por lo que a menudo nos encontramos inconscientemente buscando el móvil.

El resultado final puede ser un menor número de interacciones cara a cara y períodos de atención más cortos, pero los intervalos de tiempo en los que estamos usando nuestros teléfonos están causando incluso más problemas. La luz azul emitida por los dispositivos modernos se enreda con nuestros ritmos circadianos, poniendo en peligro nuestros patrones de sueño y aumentando el riesgo de todos los problemas de salud asociados con no obtener suficiente tranquilidad.

Sin embargo, uno de los problemas es que las mismas empresas que están tomando acciones para resolver este problema dependen, en gran parte, del aumento de las interacciones en las plataformas digitales para recibir mayores ingresos. Entonces, como afirma el Financial Times, “Es probable que los inversionistas vean un conflicto de intereses. (…) Las empresas de Internet alentarán a sus millones de usuarios para que aparten la vista de sus aplicaciones solo hasta que los accionistas comiencen a preocuparse por el impacto en los ingresos.”

Las aplicaciones que buscan mantener la concentración y reducir las distracciones han existido por mucho tiempo, por supuesto. Sin embargo, es revelador que las empresas de tecnología más grandes del mundo, las que diseñan nuestro software para dispositivos móviles, ahora se tomen en serio la tarea de ayudar a los usuarios a mantener un equilibrio sano entre la vida y la conectividad. Lampadia




Las incertidumbres sobre la economía global

Estamos en días futboleros, la esperanza y la alegría nos embargan, pero los tiempos no son fáciles. Hace pocos días explicamos el riesgo que significa para nosotros, tener tres autócratas como los más importantes líderes globales, Putin, Xi Jinping y Trump. (Ver en Lampadia: El ‘americano feo’ desestabiliza las relaciones económicas del mundo).

Una de las razones más importante que explica la involución de la política global, es justamente el impacto de la revolución tecnológica en los ingresos y en la productividad en los países más ricos, donde, por ignorancia o facilismo, que ha devenido en la ola populista que está destruyendo las estructuras económicas globales.

Líneas abajo compartimos el artículo, del brillante analista económico del Financial Times, Martin Wolf, que se mete de lleno en las incertidumbres alrededor de las interacciones entre tecnología, ingresos y productividad. De paso, Wolf destaca algo que en el Perú debemos aquilatar en su debida medida, la importancia del aumento de la productividad como determinante de la mejora del bienestar.  

La larga espera por el resurgimiento de la productividad

La mejora en los estándares de vida depende casi completamente de una mayor producción por trabajador.

Martin Wolf
Financial Times
12 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

“La era de las computadoras se ve en todas partes menos en las estadísticas de productividad”. Hoy podríamos repetir esta famosa declaración de 1987 de Robert Solow, el Premio Nobel que fundó la teoría moderna del crecimiento, sustituyendo “tecnología” por “computadora”.

Vivimos en una época de un cambio tecnológico emocionante, pero nuestras cuentas nacionales nos dicen que la productividad está casi estancada. ¿Es la ralentización o la innovación una ilusión? Si no, ¿qué podría explicar el enigma?

Si la ralentización es verdadera, importa. Como argumentó Paul Krugman, otro Premio Nobel: “La productividad no lo es todo, pero a la larga lo es casi todo”. Las mejoras en los niveles de vida dependen casi por completo del aumento del producto por trabajador.

La desaceleración de la productividad es una explicación importante del estancamiento de los ingresos reales y de la presión por austeridad fiscal en los países de altos ingresos. Gene Grossman de Princeton y tres coautores incluso sostienen que la marcada desaceleración en el crecimiento de los ingresos per cápita también explica la disminución de la participación del trabajo en el ingreso nacional en los países ricos.

Ningún economista ha hecho más para promover las revolucionarias implicancias de la tecnología de la información que Erik Brynjolfsson, del MIT. Sobre todo en libros con la coautoría con Andrew McAfee, también del MIT. Pero, en un interesante artículo reciente con dos coautores, él también reconoce la “paradoja de la productividad”. El documento no se aleja de la creencia en el poder transformador de los recientes avances tecnológicos, particularmente de la inteligencia artificial. Por el contrario, lo enfatiza, especialmente en el reconocimiento de imágenes traducciones. Sin embargo, admite que la desaceleración de la productividad es real.

Esto parece reflejar inversiones débiles y, sobre todo, un crecimiento decreciente de la “productividad total de factores” (PTF), una medida del producto por input de capital y de trabajo (ajustado por calidad). La PTF es una medida de innovación, de la capacidad de producir un producto más valioso con las cantidades de insumos dados. Sin innovación, la creciente prosperidad de los últimos dos siglos habría sido imposible. En verdad, la innovación, no la productividad, es casi todo.

También deberíamos centrar nuestra atención en los Estados Unidos, ya que este gran país ha estado impulsando la frontera de la innovación hacia el exterior desde finales del siglo XIX. Un estudio realizado por Nicholas Crafts de la Universidad de Warwick y Terence Mills de Loughborough muestra una disminución en el crecimiento tendencial de la PTF en EEUU desde un poco más del 1.5 % anual a principios de los años setenta hasta el 0.9 % más reciente. Otros, notablemente Robert Gordon de Northwestern University, en su obra maestra The Rise and Fall of American Growth, llegan a conclusiones similares sobre la reciente desaceleración, a partir del análisis de periodos de tiempo más largos. (Ver cuadros.)  

Una posible explicación es la mala medición. Es, y siempre ha sido, difícil medir el impacto de las nuevas tecnologías, particularmente ahora cuando muchos servicios son gratuitos y muchos se brindan, de manera invisible, desde fuera de EEUU. Sin embargo, es difícil aceptar que la medición de repente se volvió más difícil en 2005, cuando comenzó la desaceleración de la productividad en los Estados Unidos.

Además, incluso cuando se tienen en cuenta las posibles malas mediciones, en un estudio de David Byrne de la Reserva Federal y Dan Sichel de Wellesley College, el resultado es aumentar el crecimiento de la PTF en el sector tecnológico, pero disminuirlo en los demás, con efectos insignificantes en el conjunto de la economía. Una mala medición no es la explicación.

Una segunda posibilidad es que una menor competencia y la onerosa captura de rentas hayan disipado las ganancias potenciales. Así tenemos islas de innovación y gran riqueza, pero una economía débil. Varios investigadores tienen argumentos en estas líneas. Esto incluso puede ser una explicación parcial. Pero sería asombroso que solo los monopolios impidieran que las tecnologías innovadoras aporten beneficios de productividad a las economías abiertas de hoy.

Una tercera posibilidad es que las nuevas tecnologías simplemente no son lo que se dice que son, particularmente en comparación con la amplia gama de transformaciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: agua potable, electricidad, motor de combustión interna, vuelo, petróleo y productos químicos.

Todo eso lo tomamos por sentado, pero cambiaron todo, a diferencia de las tecnologías recientes que pueden no haberlo hecho. La inteligencia artificial puede ser una tecnología revolucionaria de propósito general, pero, hace un siglo varias tecnologías llegaron al mismo tiempo. Una visión complementaria es que ahora el progreso es más difícil: se necesitan más investigadores para avanzar en la tecnología que antes (aunque también podemos emplear a más investigadores). 

La última posibilidad -y lo que afirma el artículo de Brynjolfsson y sus coautores- es que esta es la calma antes de una tormenta. Sostiene que la misma pausa de productividad ocurrió con la electricidad en la década de 1920. Se necesita tiempo para que nuevas tecnologías de utilidad general, transformen la economía.

Hoy, la IA está en sus primeras etapas. Pronto cambiará todo, argumentan. Esto es consistente con el hallazgo de Profs Crafts and Mills de que la performance de la productividad pasada, es un pobre predictor del desempeño futuro.

Cuando observo en la economía moderna, el peso de los sectores de servicios intensivos en mano de obra, como la salud, la educación y la atención de niños y ancianos, concluyo que la transformación tecnológica será lenta. Si estoy equivocado, será disruptivo. Por el momento, sin embargo, tenemos lo peor de ambos mundos: una disrupción significativa con casi el estancamiento de los ingresos promedio.

Aún no sabemos si el futuro será lento o disruptivo. Pero nuestras sociedades se basan en una promesa implícita de crecimiento. Si la opción es entre un menor incremento de los ingresos y el avance disruptivo, debemos esperar lo último y hacer todo lo posible para gestionar las consecuencias. Lampadia




El alza del salario mínimo causará despidos y más informalidad

El alza del salario mínimo causará despidos y más informalidad

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Buscando apoyos sociales a fin de evitar la vacancia, al presidente Kuczynski no se le ocurrió mejor idea que proponer –ofrecer- el alza de la remuneración mínima vital. En la caja de herramientas populistas, el salario mínimo es la más facilista y la más socorrida, pese a que beneficia a muy pocos y perjudica a muchos. Lo que pasa, como siempre, es que los beneficiados y los interesados hacen bulla, y los perjudicados no saben que lo son o no están organizados.

El daño, sin embargo, de un alza indiscriminada del salario mínimo, es enorme. Baste con señalar, como podemos constatar en el siguiente cuadro de PLADES,[1] que el 49.4% -prácticamente la mitad- de la Población Económicamente Activa Ocupada percibe un ingreso que está por debajo del nivel del salario mínimo. ¿Cómo se puede subir el salario mínimo si la mitad de la población ocupada gana menos que él?

Para comenzar, todas esas personas pierden toda esperanza de alcanzar un trabajo formal con derechos si se sube la RMV. Y todos aquellos formales que están percibiendo la RMV en empresas que no pueden pagar más, serán despedidos o informalizados.

Como bien señalaba un informe de Apoyo, “el salario mínimo (SM) puede ser un instrumento útil para evitar que un empleador con mucho poder de negociación imponga salarios por debajo del nivel de productividad de sus trabajadores”,[2] situación que solo podría darse en alguna gran empresa. En realidad, el salario mínimo en el Perú, tal como está planteado, podría ser aplicable a la gran empresa y eventualmente a la mediana empresa, que podrían solventarlo, pero es muy alto para las micro y pequeñas empresas, que no pueden pagarlo debido a sus bajos niveles de productividad. Como dice Apoyo Consultoría, “fijar el SM por encima de la capacidad de pago de las empresas lo convierte en un serio obstáculo para la generación de puestos de trabajo formales y excluye así a millones de trabajadores de beneficios laborales básicos, como seguro de salud, derecho a pensión y vacaciones”.

Las grandes perjudicadas con un aumento de la remuneración mínima vital ahora serán todas aquellas pequeñas empresas que tienen parte importante de sus trabajadores percibiendo salario mínimo y que incurrirán en pérdidas si lo aumentan. Lo mínimo que necesitaríamos es darnos el trabajo de pensar en dos salarios mínimos, tal como propone Apoyo: uno para la gran y mediana empresa, y otro para las micro y pequeñas empresas. En realidad, lo mejor para estas últimas y sus trabajadores sería que no hubiese salario mínimo, porque de esa manera la formalización y el crecimiento empresarial y por lo tanto el de los propios salarios, serían mucho mayores. El mejoramiento de la productividad no se impone por ley ni por decreto. La ley y el decreto, sin embargo, sí pueden frenarlo, como ocurre en nuestro país.

Nuestros políticos y nuestros ideólogos solo trabajan con mundos ideales. Es como si para ellos sólo la gran empresa existiera. Ella es el modelo y el blanco a la vez. Debe haber algo de herencia colonial en esto de excluir sistemáticamente a las grandes mayorías informales, que constituyen el 72% de la PEA. 

No solo a ellas. Dentro de ellas, a quienes se perjudica más es a las mujeres. En el siguiente cuadro de PLADES podemos ver que la tasa de informalidad es mayor en las mujeres que en los hombres:

Y no es solo que el salario mínimo único e indiscriminado tiene efectos estructurales contraproducentes y negativos, sino que la coyuntura económica actual es la peor para adoptar una medida de esa naturaleza, pues no se puede subir el salario mínimo cuando se está destruyendo empleo formal. Hacerlo solo servirá para acelerar esa destrucción. Pues bien, la tasa de empleo formal en el área urbano bajó del 35.1% en diciembre de 1916 a 33.0% en diciembre del 2017[3]. Y, como vemos en el siguiente cuadro del INEI,[4] en el 2017 el empleo formal promedio en el área urbana, lejos de aumentar, cayó en -2.8%:   

Y lo que vemos es que esa caída del empleo formal afectó más a las mujeres –que constituyen el segmento más débil del mercado laboral- y a los jóvenes entre 25 y 44 años.

Además, como observamos en el siguiente cuadro, la caída del empleo formal ha sido mucho más fuerte en las empresas más pequeñas, las que tienen entre 1 y 10 trabajadores, donde se desplomó en -8.9%

¿Cuántos más se quedarán sin empleo formal –es decir, sin derechos laborales- si subimos el salario mínimo en estas circunstancias? ¿Cuántos  perderán su trabajo?

Todo esto es absurdo. Además, al salario mínimo hay que agregarle los distintos beneficios sociales. Y entonces resulta más alto aún. Como vemos en el siguiente cuadro preparado por el IPE,[5] en el régimen general, la Remuneración Mínima Vital, que es de 850 soles, se transforma en 1,230 soles. En el régimen de la pequeña empresa, se convierte en 1,075 soles. Y en el de la micro empresa, en 962 soles. Es decir, el salario mínimo en una microempresa es, en realidad, 962 soles. ¿Qué porcentaje de la PEA ocupada gana menos de 962 soles al mes? No tenemos el cálculo, pero no sería de extrañar que llegue a alrededor del 55% o 60%.

Según Elmer Cuba, “el punto acá es que el nivel actual del salario mínimo es muy alto”. Diego Macera, del IPE, opina lo mismo: “Nuestro estimado es que no debería ser mucho más de 600 soles”. Esto para las micro y pequeñas empresas, por supuesto. Que es donde está la gran cantidad de trabajadores.

Apoyo Consultoría propuso la siguiente reforma de la RMV:[6]

“(…) se proponen dos cambios… El primer cambio consiste en actualizar el salario mínimo, previo diálogo y debate en el Consejo Nacional del Trabajo, de manera diferenciada: por un lado, micro y pequeñas empresas y, por otro lado, las empresas medianas y grandes. El segundo cambio implica que al momento de actualizar el salario mínimo, se tome en cuenta el nivel de los salarios de mercado observados en cada uno de los dos segmentos mencionados. Así, solo se evaluará un aumento cuando el salario mínimo sea menor al 50% del salario promedio en cada segmento de mercado. Los cambios propuestos están en línea con las recomendaciones de la OCDE y de la OIT (Recomendación N°135 y Convenio N°131), y pueden implementarse en el corto plazo utilizando información de las encuestas a hogares del INEI.”

Si leemos la propuesta anterior a la luz del siguiente cuadro, veríamos que, efectivamente, el salario mínimo el 2014 estaba muy por encima de lo adecuado para las micro y pequeñas empresas, y que un aumento solo habría sido viable, en ese momento, para las medianas y grandes empresas.

Es hora de empezar a discutir estos temas con seriedad en lugar de jugar con el trabajo y los derechos de las grandes mayorías. Lampadia

[1] Informe sobre el Trabajo Decente en el Perú 2016 PLADES.  Ir a: https://drive.google.com/file/d/0B1L6UjYv4p-7WFZMQmcyU1ZFYlU/view
[2] Propuesta para mejorar la política de salario mínimo en el Perú, julio 2015, Apoyo Consultoría
[3] Comportamiento de los indicadores de mercado laboral a Nivel Nacional, INFORME TÉCNICO N° 01 Febrero 2018, INEI, p. 35. Ver: file:///C:/Users/Jaime/Downloads/01-informe-tecnico-n01_empleo-nacional_oct-nov-dic2017.pdf
[4] Idem, p. 14
[5] “La Valla Mínima”. Informe El Comercio-IPE, lunes 16 de enero del 2017. Ver: file:///C:/Users/Jaime/Downloads/2017-01-16%20-%20La%20valla%20m%C3%ADnima%20-%20Informe%20IPE%20-%20El%20Comercio.pdf
[6] Op. Cit




Dar el salto a la exportación de papa

Dar el salto a la exportación de papa

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Hace unos días los productores de papa de varias regiones efectuaron un paro de 72 horas debido a que el precio del kilo del tubérculo en chacra había caído a 20 céntimos. Atribuían la caída del precio a la importación de papa, y pedían prohibir tal importación.

La verdad, sin embargo, es que el volumen de importación de papa pre-frita para los fast food es mínimo en comparación al consumo total. La producción nacional alcanza a 4.6 millones de toneladas e importamos sólo 30 mil toneladas, apenas el 0.6%.  

Causas y respuesta del gobierno

Evidentemente, la causa de la caída del precio en chacra fue la sobreoferta. Según informes, se habría juntado la campaña chica de sierra con la campaña de costa. Pero resulta que a los pocos días el problema se resolvió porque precio subió por si solo a unos 50 céntimos el kilo. Así, ningún gobierno regional llegó a comprar el tubérculo, tal como lo había dispuesto el Decreto de Urgencia (DU) N° 001-2018, que autorizó a los gobiernos regionales a adquirir el excedente de papa blanca hasta por un millón y medio de soles “a fin de contribuir en la atención de programas sociales y/o asistenciales, conducidos a través de entidades públicas y/o privadas sin fines de lucro”.

Felizmente no lo hicieron. La medida era absurda. Los gobiernos regionales debían empadronar a los campesinos, pero solo podían comprar por un millón y medio de soles, de modo que la mayor parte se quedaría fuera. ¿A quiénes empadronar y a quiénes no? Luego, de los empadronados, ¿a quiénes comprar y a quiénes no? Si el precio se mantenía bajo, todos hubiesen querido que se les compre. Además, el gobierno regional debía fijar el precio de compra según los costos de producción. ¿Cómo haría ese estudio?

¿Qué hacer?

El problema se resolvió por sí solo –por lo menos hasta ahora, aunque los gremios, jaloneados por un par de dirigentes radicales, habrían roto el diálogo con el ministro-, pero el episodio nos obliga a ir al fondo del asunto para ver qué se puede hacer para prevenir caídas abismales del precio y mejorar las condiciones para los paperos. Y tratar de ver cuál es el estado de desarrollo del mercado papero en el Perú para ver hacia donde puede evolucionar.

Intenciones de siembra      

Miguel Ordinola, experto del Centro de Internacional de la Papa, nos dice que lo primero es que el Ministerio brinde información a los agricultores acerca de intenciones de siembra y cosecha. Lo increíble es que, según un ex funcionario del Ministerio de Agricultura, esto ya se hacía entre los años 1998 y 2005 aproximadamente, y con cierto grado de eficacia. Se publicaba las intenciones de siembra de los principales cultivos. Lo que pasó luego es que la política de divulgar las intenciones de siembra habría perdido fuerza y, de otro lado, los equipos que generaban información en el campo se debilitaron con la descentralización. Por lo tanto, en el ministerio no hay certeza de que información sea correcta y por eso no la difunden.

Ismael Benavides, ex ministro de Agricultura, agrega que también tienen responsabilidad los comerciantes que habilitan y promueven los cultivos sin evaluar las consecuencias, de modo que al final quien paga los platos rotos es el pobre mal informado productor.

Baja productividad, pero subiendo

El problema de fondo del sector papero, sin embargo, es la baja productividad de los cultivos –aunque esta ha venido subiendo- y la ineficiencia del sistema de comercialización. Si los rendimientos fueran mayores los agricultores tendrían más ingresos, aunque habría que desarrollar mercados externos porque la producción crecería. Esta es la etapa que se viene.

En realidad, la productividad ha venido creciendo de manera sostenida. Según nos refiere Ordinola, entre los años 2005 y 2015:

  • El área sembrada creció 23%
  • La producción se incrementó en un 43%
  • Eso significa que el rendimiento creció en 19%
  • Y el consumo per cápita 20% (de 60 a 85 kilos)
  • Los precios reales, por su parte, crecieron un 22%

Es verdad, sin embargo, que esas cifras esconden diferencias importantes. Ismael Benavides apunta que mientras en la costa los agricultores tienen rendimientos de 36 mil kilos por hectárea, en la sierra están alrededor de 6 mil, con mayor dificultad de acceso al mercado y costos más altos. “A 50 centavos kilo el ingreso del agricultor en la costa es 18 mil soles ha., y en la sierra apenas 3 mil”.

Benavides explica que los rendimientos en la sierra son pobrísimos “no solo porque no se ha logrado proteger con tecnología y dar valor a nuestras papas nativas, si no que no se han desarrollado nuevas variedades. Falta investigación. Nuestra papa serrana está llena de virus que la debilita y baja su producción, y el agricultor está sujeto a plagas como la rancha, el gorgojo y las heladas. El INIA saca una variedad a la muerte de un Obispo, cuando hoy la tecnología te permite sacar varias variedades al año. El Centro Internacional de la Papa (con sede en el Perú), ha sacado variedades de papa transgénicas que son resistentes a la rancha, las heladas, etc. Como no se pueden usar en el Perú por la retrógrada y frívola ley que prohíbe transgénicos, esa papa se siembra en África y otros lugares. Justamente la transgénesis y la biotecnología nos ayudarían a preservar nuestras papas nativas de los virus y plagas que la aquejan, lo que redundaría en mayor productividad y mejores ingresos para los paperos que son los más pobres de nuestros agricultores”.

Pese a todo ello, la productividad ha venido aumentando y somos ahora el primer productor de papa de Latinoamérica, superando a Brasil. Mejoras en la producción andina como las que propone Benavides harían aún más necesario abrir un buen canal exportador. Es obvio que, si no exportamos papa, pronto el mercado interno llegará a su límite y los momentos de sobreoferta se repetirán con mayor frecuencia.

Comercialización y mercado internos

Vamos a examinar las razones por las que exportamos muy poco, pero antes señalemos que hay mucho que hacer en la comercialización interna para mejorar los precios al productor. Fernando Cillóniz recuerda que uno de los problemas más serios de la post cosecha son los sacos de 120 kilos en los que se empaca la papa, que no solo rompen las espaldas de los estibadores, sino que ocasionan una merma de alrededor del 30%, lo que reduce también el precio en chacra. Lo increíble es que unos ocho años atrás se dio una ley que establece los sacos de 60 kilos, pero no se cumple. Incluso se dio un reglamento y una norma técnica, pero el ministerio no hace nada para implementar estas normas.

Vale la pena aquí hacer notar el contraste entre la pos cosecha de la agro exportación costera, absolutamente tecnificada y sofisticada, con cadena de frío y empaques diferenciados para cada mercado, y la pos cosecha de la papa. ¿No podría aprender algo la comercialización interna de la externa? Es el dualismo de siempre.

Algo que podría ayudar, sobre todo en momentos de sobreoferta, son campañas que fomenten el consumo de la papa.  Hubo una experiencia muy exitosa en los años 2007-2008, cuando Benavides era ministro. El lema de la campaña fue “Este pechito come papa”. Benavides recuerda que según José Chlimper, a la sazón director del BCR, hubo un aumento del consumo y de precios a los paperos que significó un traslado de recursos de la ciudad al campo del orden de 300 millones de dólares de esa época, según cálculos del BCR (más que los programas sociales). “La idea de nuestro equipo del MINAGRI en esa época fue promover el consumo de nuestro disminuido tubérculo, así como Alicorp y Molitalia promueven el consumo de fideos y harina. Hicimos una campaña en medios, acompañada con degustaciones, eventos y recetas, y el uso de figuras culinarias como Gastón Acurio. Gastamos 4 millones de soles y fíjate el retorno”, relata Benavides.

La exportación de papa amarilla                  

De todas maneras, el consumo interno, aunque puede subir, tiene un límite. La producción papera peruana, que se viene incrementando, tendrá cada vez más problemas si no exporta de manera consistente.

En la actualidad exportamos, pero muy poco. Miguel Ordinola explica que hay tres segmentos de papa, y en dos de ellos ya se exporta cantidades pequeñas. El primero es la papa amarilla pre-cocida congelada, cuya exportación no llega a 5 millones dólares al año, aunque viene haciéndose de manera regular. Las variedades son la Peruanita de Andahuaylas y la Tumbay de Huánuco. Se vende la libra a $3.20 y se cocina en un horno microondas durante 3 minutos.

Pero la cantidad exportada es relativamente pequeña y no crece porque se dirige sólo a los mercados étnicos (de peruanos y colombianos) en Estados Unidos, Japón y España. Para conquistar los mercados locales de esos países se necesitaría una estrategia de marketing, que tendría que impulsarla el Estado coordinado a los distintos actores, en combinación, por lo demás, con la expansión de la gastronomía peruana. Hay allí una tarea impostergable.

La pregunta es por qué no se puede exportar papa amarilla fresca, y la respuesta es que la FDA lo impide porque el Perú es considerado un país con mosca de la fruta. Este es un tema que debería poder rebatirse porque dicha plaga es costera, no existe en la sierra. Pero eso supone una negociación de gobierno a gobierno que el nuestro ni se ha planteado realizar. Sería una tarea para el Mincetur.

Exportación de Chips de papas nativas de color

Un segundo segmento es el de las papas nativas de color. Con ellas se elaboran chips que se exportan con certificación orgánica y de comercio justo a Bélgica, Alemania, Francia, y van a un mercado gourmet. Pero el esfuerzo es muy pequeño. Sólo lo hace la cooperativa Agropia, en Sapallanga, Huancavelica. Allí tiene su planta desde hace unos 8 años. Son 900 socios, pequeños productores, pero no exportan más de 200 mil dólares al año. Según Ordinola, esta experiencia se podría replicar.

Papa blanca pre-frita y congelada             

El tercer segmento es el de la papa blanca, que podría exportarse cortada y pre-frita. Según Ordinola, aquí el problema es de competitividad. No podríamos competir con las grandes empresas globales que exportan esa papa y que nuestros fast food precisamente importan. La diferencia radica en que mientras nuestros campos producen 15 TM en promedio, aunque haya algunos que llegan hasta 40 TM, en Estados Unidos están en 60 TM por ha. Si subimos a 20 TM por hectárea podríamos exportar quizá a países latinoamericanos, piensa Ordinola.

Para ello podríamos comenzar modernizando el mercado de pollerías, que consume unas 350 mil toneladas al año de papa nacional. La idea, piensa Ordinola, sería tratar de emular calidad de las importadas. En la actualidad pequeños empresarios compran papa en el mercado mayorista, la pelan y la venden a las pollerías. Sería cuestión de que evolucionen hacia la venta a las pollerías de papa pre-frita refrigerada (no congelada), por ejemplo. Es algo que podría promoverse.

¿Exportar al Brasil?                                

Una pregunta que nos hacemos es por qué no podemos aprovechar la Interoceánica para exportar papa a las regiones interiores de Brasil, que importan la papa de lugares muy lejanos. Según Eduardo Ferreyros, ministro de Comercio Exterior, “no hay ninguna restricción de acceso de la papa a Brasil. El asunto es meramente comercial y de preferencias de consumidor. Al consumidor brasilero no le gusta las papas de cáscara gruesa y muchos agujeros. Se ha identificado que la variedad que podría ingresar es la Canchán, pero en Perú no hay proveedores organizados para el comercio internacional. Promperú y OCEX estás conversando con los proveedores a supermercados para incentivar su interés en el mercado internacional”.

Otro problema es el falso flete, es decir, camiones que regresan vacíos. Ferreyros nos informa Mincetur y PROMPERU vienen organizando misiones logísticas para encontrar carga de Brasil (soya, carne, etc.) que vaya al ASIA por puertos peruanos.

Miguel Vega Alvear nos refiere que el Ministro de Agricultura de Brasil estuvo en Lima en noviembre acompañado de 40 empresas compradoras incluyendo las cadenas de Supermercados, pero el Ministro de Agricultura del Perú se excusó de la reunión que Vega Alvear convocó con todos ellos. Increíble.

Y según Miguel Ordinola en el Perú hay variedades blancas sin ojos o con muy pocos ojos que podrían ser exportadas a Brasil. Ellas son la Canchán, Unica y Yungay. “Se puede organizar la oferta. El MINAGRI tiene una línea de acción que promueve la asociatividad y con mercado seguro se puede articular estas acciones”, opina. Estas variedades servirían también para hacer papa cortada pre-frita.

Conclusión

La producción y rendimiento paperos del Perú se vienen incrementando de manera sostenida, de modo que el Perú tiene que dar ya el salto a la exportación si no quiere verse agobiado con sobreproducción y bajos precios cada vez más frecuentemente.

Eso supone una política de Estado, que puede tener varios componentes:

  1. Una campaña de marketing en Estados Unidos, Europa y Japón para ampliar el mercado de la papa amarilla pre-cocida más allá del mercado étnico peruano, para llegar al consumidor local.
  2. Negociar con Estados Unidos permiso para el ingreso de papa amarilla fresca con el argumento de que la mosca de la fruta no existe en la Sierra del Perú
  3. Potenciar la exportación de chips de papa nativa de color
  4. Abrir el mercado brasilero para la papa blanca Canchán y otras organizando la oferta y reduciendo el falso flete.
  5. Modernizar el abastecimiento a las pollerías nacionales evolucionando a la papa cortada pre-frita refrigerada, como un paso hacia la exportación de papa cortada pre-frita congelada a otros países latinoamericanos.
  6. Investigación y acciones para incrementar los rendimientos de la papa en la sierra, introducir nuevas variedades resistentes y modernizar la pos cosecha, a fin de que los productores incrementen sus ganancias.
  7. Implementar un sistema de información de intenciones de siembra y llevar a cabo campañas de consumo de papa

Lampadia




Aumentemos la productividad para ser más ricos

La economía sigue debajo de su ritmo de crecimiento natural. Poco a poco hemos transitado a un plateau de estancamiento relativo. Luego de cinco años de una creciente caída de la inversión privada y pública, en vez de corregir el clima de inversión y apostar a ganador activando los proyectos paralizados, tanto en minería como en infraestructuras, el nuevo gobierno parece contentarse con plantear un crecimiento de 4 a 5% hacia al 2021.

El 2016 cerró mal, con un tercer año de caída de la inversión privada (-5.5%) y de la pública de 0.1% (la inversión privada tuvo una caída acumulada de 11.8% en tres años y la pública de 9.3%), el crecimiento no llegó al 4% y la demanda interna se desbarrancó a menos de 1%. Según el Reporte de Inflación del BCRP, la inversión del sector privado se ha revisado a la baja para este 2017, pasando de 2.5 % a -1.8 %, principalmente por la paralización de obras de infraestructuras y por una caída de la inversión minera.

El Perú necesita un mayor crecimiento para cerrar nuestras brechas sociales y económicas, y para nivelar al paísantes de que el tren de la revolución tecnológica nos deje en una estación del pasado. Hace pocos  días, en el CADE 2017, Liliana Rojas-Suárez, reputada economista peruana, presentó un análisis muy oportuno sobre el ritmo de crecimiento necesario para que el Perú pueda cerrar las brechas de ingresos con respecto a los países más avanzados. Como puede verse en el siguiente cuadro resumen de los escenarios analizados por Rojas-Suárez, al ritmo actual de crecimiento de la economía, de alrededor de 4% anual, necesitaríamos entre 78 y 25 años para nivelarnos con los más avanzados o con los que recién lo lograron, respectivamente. Si crecemos a un 7% anual, necesitaríamos entre 28 y 13 años para nivelarnos.  Ver en Lampadia: ¿Cómo acortamos el tiempo para nivelarnos?

¿Qué tenemos que hacer para crecer sostenidamente?

El crecimiento económico del Perú en la primera década del siglo, es innegable. Nuestro desarrollo se llevó a cabo principalmente por un aumento sostenido en la productividad total de los factores (PTF), la cual contribuyó alrededor de un tercio del crecimiento. Esto se debe principalmente a la adopción de medidas de estabilización macroeconómica (por medio de un régimen cambiario más flexible, disciplina fiscal y baja deuda pública), además de reformas estructurales como la liberalización financiera, del comercio y regulaciones del mercado. Todo esto mejoró la eficiencia en la asignación de recursos y dio lugar a un notorio crecimiento de la productividad. Lo que contradice muchas críticas infundadas sobre el desarrollo de la economía peruana durante los primeros años del nuevo siglo. Ver el siguiente cuadro:

En el CADE, Luis Carranza también afirmó la necesidad de que el gobierno tenga la capacidad técnica de diseñar reformas que aumenten la productividad, afirmando “Todas las experiencias de rápido crecimiento, ya sea en Asia o en la Europa de la posguerra, están basadas en fuertes aumentos de productividad. Eso solo es posible si implementamos reformas estructurales y políticas públicas que faciliten la inversión y promuevan la competencia. Estas medidas no son fáciles de implementar porque afectan intereses creados, de allí que el siguiente gobierno deberá tener la capacidad técnica de diseñar las reformas y la capacidad política de aplicarlas, pero además es indispensable el respaldo político para sostenerlas en el tiempo. Nuestro país no se merece otro gobierno mediocre.”

Diversos reconocidos expertos como Julio Velarde, Liliana Rojas Suarez y Elmer Cuba, entre otros, también concuerdan en la necesidad de aumentar nuestra productividad para poder retomar nuestra senda de crecimiento sostenido.

Pero… ¿qué es la productividad?

La productividad se refiere a qué tan bien las personas combinan recursos para producir bienes y servicios. En términos generales, cuanto mayor es la productividad de un país, mayores son los niveles de vida que puede pagar y más opciones tienen para mejorar el bienestar. El bienestar se puede aumentar con cosas como atención médica de calidad y educación; transporte e infraestructuras; comunidades más seguras; etc.

La productividad es una medida de la eficiencia en el uso de recursos para la producción de un bien o servicio. De esta forma se mide cada factor empleado, por ejemplo, el trabajo de la fuerza laboral o la capacidad de la maquinaria u otros bienes de capital, y los mide en unidades de tiempo. Podemos querer ver la productividad mensual o anual de una economía de esta forma.

Una economía con un aumento en productividad es capaz de producir la misma cantidad de bienes o servicios en una menor cantidad de tiempo. De esta forma se convertirá en más competitiva ya que por lo general mejoras en productividad vienen acompañadas en reducciones de costos. Si una fábrica es capaz de producir el doble de productos en la misma cantidad de tiempo, muchos de sus gastos (supervisores, electricidad, gerencia general, etc.) serán diluidos en una mayor producción. Es fácil entender que una economía con mejoras en productividad es también una economía más competitiva, con mayor crecimiento y mayor bienestar.

¿Cómo se mide?

En simple, la productividad mide la relación entre la producción de cualquier bien o servicio y el esfuerzo requerido para lograr esa producción. La forma de medición de la productividad en el Perú se realiza de por lo menos dos formas, la productividad total de factores y la productividad por trabajador.

La primera se calcula restando la producción de la mano de obra y la del capital (fábricas, maquinaria, etc.) al total producido en el país, es decir, el PBI.

Consideremos la producción total (Y) como una función de los factores capital (K) y trabajo (L), por lo que podemos escribir, en forma (cuasi) lineal:

Donde:

F (.,.) es la función de producción total.

Kappa (.,.), es la participación del capital en la producción total, expresada en tanto por uno.

Lamda(.,.), es la participación del trabajo en la producción total, expresada en tanto por uno.

El segundo método divide el total del producto bruto interno por la fuerza laboral, llegando a una medición de la productividad del trabajo. Su fórmula es:

Donde:

K y L, son las cantidades totales de capital y trabajo usadas en la economía.

Alpha, es la proporción de capital usada en el trabajo.

A, es una función del resto de factores productivos como la tecnología, la cualidad de la mano de obra, etc.

¿Cómo se mejora la productividad?

No hay una fórmula simple. Mejorar la productividad es, en última instancia, el producto de muchas decisiones sobre cómo generar valor. Existen algunas bases generales para mejorar la productividad, como desarrollar un gobierno efectivo y un entorno empresarial atractivo, que incluye un entorno normativo de bajo costo y alta calidad. Estas bases requieren atención y mejora continua. Un gran número de otros factores también importan, como:

  • El grado de apertura y competencia en los mercados, que es importante para incentivar la innovación, mejorar la asignación de recursos y lograr un desempeño más dinámico;
  • Promoción de la Inversión, que dependen de la calidad del gobierno y la gestión;
  • La calidad de la educación y la actitud de los estudiantes hacia el valor del aprendizaje;
  • La calidad de las decisiones del gobierno (en todos los niveles), al establecer políticas y dar forma a los ambientes regulatorios, y al decidir dónde se gasta el dinero público

¿Qué ha pasado últimamente con la productividad en el Perú?

Lamentablemente, como hemos señalado en Lampadia, el 2011 se produjo un punto de inflexión en el crecimiento de la inversión, la anemia infantil y el aumento de la Productividad Total de Factores. (Ver: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo). 

La situación en el Perú viene desmejorando en los últimos años, y ya nos estamos acostumbrado a que los índices muestren un retroceso.

El Perú está creciendo menos. Las proyecciones siguen bajando, al igual que la inversión pública y privada. Así jamás recuperaremos el desarrollo del que tanto nos enorgullecíamos y con el que ganamos el nombre de “la estrella de Latinoamérica”.

De acuerdo a TheConferenceBoard, la Productividad Total de Factores (PTF) del Perú disminuyó en 7.8% entre 2011 y 2014, registrándose su peor caída en el último año (-4.5%), así lo reveló el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL).

¿Qué debe hacer el Perú para mejorar su productividad?

El Gobierno debe enfocar sus esfuerzos para concretar las reformas que den un mayor impulso al crecimiento de la productividad. Debiéramos crecer a tasas similares a las de los tigres asiáticos en su larga fase de despegue. En el caso del Perú, para lograr un crecimiento más pronunciado de la productividad, es preciso avanzar en las siguientes reformas:

Estado eficiente: contar con un poder judicial eficaz e independiente, derechos de propiedad bien delimitados, agilidad en los trámites burocráticos.

Infraestructuras: reducir la brecha de en infraestructuras, vía concesiones y Asociaciones Público Privadas (APP). Existe una importante oportunidad de financiamiento externo para este tipo de proyectos.

Educación: mejorar la calidad de la educación. Además, alentar la formación de carreras tecnológicas.

Tecnología: incrementar la colaboración de las empresas y las universidades. Alentar las carreras de ingeniería y ciencias. Generar incentivos para que las empresas incrementen su presupuesto en innovación.

Instituciones: mejorar las reglas de juego para facilitar una mejor convivencia de los ciudadanos, su protección contra el abuso del Estado, el clima de inversión y una mejor gobernanza.

En resumen, tenemos que elevar la productividad, la competitividad y multiplicar nuestros desarrollos productivos. Entre las propuestas de cómo lograrlo se encuentra la promoción de la competencia, la reducción de costos que genera el cumplir con regulación burocráticas anti-propósito, una mayor integración comercial con el resto del mundo, y la creación de un ambiente de inversión que permita transformar nuestras ingentes reservas de recursos en riqueza.

En Lampadia creemos que nada se puede hacer sin explicar y convocar a todos los ciudadanos a la gesta del desarrollo. Para ayudar al entendimiento de la productividad, líneas abajo presentamos tres ejemplos de la vida productiva que conllevan impactos en la productividad:

1. Agricultura

Las tecnologías del Programa Sierra Productiva permiten a los campesinos de los minifundios alto-andinos, dar un tremendo salto productivo instalando riego por aspersión. Por ejemplo, se construyen pequeños reservorios uni-familiares de agua, tubos de PVC y botellas agujereadas. Con ello se pueden retirar los pastos naturales que crecen 5 centímetros al año con el agua de lluvia, y sembrar pastos cultivados que con el riego permanente pueden dar hasta 5 cortes de un metro por año, desatando un salto de producción, que transforma la vida de sus familias.

2. Educación

Los beneficios económicos de la educación para la sociedad en general dependen en gran medida del impacto de la educación en las habilidades y la productividad de los trabajadores. Muchos investigadores han establecido la conexión entre el conocimiento, las habilidades y los hábitos de trabajo adquiridos por los estudiantes en la escuela y el crecimiento económico. Con escuelas sólidas en cada comunidad, podemos proporcionar a todos los niños la educación necesaria para tener éxito en sus vidas y participar activamente en la vida cívica del país. En general, los países con una fuerza laboral mejor educada tienen economías más fuertes y niveles de vida más altos.

3. Tecnología

La introducción de nuevos procesos de producción puede tener efectos dramáticos en la productividad. La mayoría de los aumentos en los niveles de vida humana no provienen de trabajar más horas o de usar más capital u otros recursos, sino que una mejor productividad proviene de la aplicación de nuevas tecnologías y nuevas técnicas de producción. Por ejemplo, el uso de un buen sistema de refrigeración en un restaurante, permite disminuir los desperdicios y aumentar la productividad.

Una de las reformas que más influencia tiene en términos de productividad es la reforma laboral, que tiene efectos contrarios a los nominales, reduciendo la productividad y la generación de riqueza.

Lampadia




Nueva Zelanda al Perú: el costo de quedarse a medias

Continuando con nuestra exploración sobre Nueva Zelanda, en Lampadia decidimos analizar específicamente la reforma económica de uno de los países más exitosos económicamente del mundo. En los últimos años, Nueva Zelanda se ha convertido en un país muy atractivo no solo para los ciudadanos que regresan de Australia (su país vecino donde muchos migraron en décadas anteriores), sino también para las personas de todo el mundo. Ver nuestro primer despacho en: ¿Qué sabemos de Nueva Zelanda?.

Fuente: vuelaviajes.com

¿Acaso siempre fue una economía con gran éxito? No.

A fines de los años 70, Nueva Zelanda tenía una de las economías más pobres del mundo occidental; no había lidiado bien con las crisis del petróleo; tenía aranceles elevados y otras barreras a la importación, altos niveles de subsidios agrícolas, una deuda nacional que se acercaba a las proporciones de países del tercer mundo y un sistema de bienestar que el país ya no podría pagar. De 1975 a 1983, la economía apenas creció; lo único que creció fue el desempleo.

En otras palabras, Nueva Zelanda estaba excesivamente regulado, centralizado y con tantas medidas proteccionistas como cualquier país de Europa del Este de esa época. Existían extensos controles de precios y, en promedio, un quinto de todos los productos de consumo tenía precios fijados por el Gobierno; las empresas nacionales tenían protección frente a la competencia de las importaciones; el mercado laboral tenía una pesada regulación basada en criterios redistributivos antes que en productividad; y abundaban numerosas empresas estatales mal administradas, entre otras agudas distorsiones. Entonces, las políticas de Nueva Zelanda, eran muy parecidas a las que sufrió el Perú, entre los años 60 y principios de los 90, que nos llevaron a 30 años de estancamiento.

La crisis fue de tal magnitud que el Gobierno del Partido Nacional tuvo que convocar elecciones anticipadas en julio de 1984. Estas elecciones las ganaría el partido Laborista de izquierda.

Una década de cambios

En 1984 comenzó un período de reformas que ha sido descrito por la OCDE como el más completo emprendido por cualquier país occidental en las últimas décadas. Había un consenso entre los líderes de Nueva Zelanda, tanto del sector público como del privado, de que se necesitaba un cambio drástico y exhaustivo en la gobernanza del país, que ningún grupo de interés único debería ser inmune a los cambios o debería permitirse dictar la agenda.

El cambio de gobierno en 1984 llevó al poder a un gobierno laborista que era una generación más joven que su predecesor, dispuesto a llevar a cabo un cambio drástico. Consideraron que las ideas, las energías productivas y la confianza para que Nueva Zelanda se abriera paso en el mundo solo surgirían de la apertura de todos los sectores de la economía a las fuerzas de la competencia.

Fuente: expansion.mx

El sector público en Nueva Zelanda manejaba todo, los ferrocarriles, la generación de electricidad, el sector de las telecomunicaciones, una caja de ahorros y las minas de carbón. El gobierno solía construir todos los caminos y represas. Algunas estimaciones sugieren que el gobierno participaba en el 60 % de la economía, sin duda en casi todas las principales decisiones de inversión.

En 1984, se adoptó el principio de que el Estado no debería involucrarse en ninguna actividad que el sector privado pudiera ejecutar de manera más eficiente y efectiva, el famoso ‘principio de subsidiaridad’, que el Perú recogió, a medias (para variar), en los años 90.

El primer paso fue la ‘corporativización’ de las empresas estatales, que implicó hacer funcionar a las empresas sobre una base comercial, liberándolas de la burocracia gubernamental, responsabilizando a una junta del sector privado, eliminando la interferencia política, exigiéndoles obtener un beneficio.

El segundo paso fue la privatización o la venta de las empresa estatales y el retiro del gobierno como propietario de desarrollos empresarialesUn principio importante que estuvo en el corazón del proceso de privatización, fue el de ‘regulación mínima pero competencia máxima’. No había ningún deseo de sustituir el monopolio gubernamental por el monopolio del sector privado. Por lo tanto, el gobierno intentó establecer un marco que generaría competencia.

Entre 1988 y 1989 se promulgaron dos leyes claves (la State Sector Act y la Public Finance Act – leyes del sector estatal y de las finanzas públicas respectivamente), que tuvieron como objetivo lograr mayor transparencia en la gestión, otorgarle a los gerentes públicos mayor libertad para cumplir sus metas (incluyendo mayor flexibilidad en el manejo de sus recursos humanos y financieros), y una orientación hacia el logro de resultados. El Gobierno logró además introducir un sistema de incentivos basado en bonos de desempeño o la posibilidad del despido ante los malos resultados. Las regulaciones laborales en el aparato estatal se empezaron a regir por las mismas normas que en el sector privado, acabando con la estabilidad laboral absoluta. El nombramiento de los gerentes se empezó a realizar por un periodo fijo, que no coincidía con el ciclo electoral, para separarlo del proceso político.

Implementando las reformas

El proceso de reforma se llevó a cabo bajo dos gobiernos diferentes. Desde 1984 hasta 1990, hubo un gobierno laborista; desde 1990 en adelante, el gobierno del Partido Nacional. Este retomó el proceso de reforma del trabajo y reformó el mercado laboral. La Ley de Contratos de Trabajo preveía una desregulación integral, no se requería que los empleados se unieran a ningún sindicato, y pocas restricciones legales externas además del derecho contractual y las normas mínimas. El gobierno nacional también reformó el sistema de bienestar. Redujo el valor de los beneficios del gobierno y los enfocó de manera más precisa, incluida la comprobación de medios para garantizar que la asistencia se dirigiera a los más necesitados.

Ambos partidos tomaron medidas para garantizar que, en el futuro, la gestión económica esté lo más separada posible de la política. La Ley del Banco de la Reserva de 1989 aumentó la independencia del Banco de la Reserva y estipuló que la función principal del banco, por la cual el Gobernador sería personalmente responsable, era el mantenimiento de la estabilidad de los precios dentro del 0% a 2%.

La Ley de Responsabilidad Fiscal de 1994 requiere que todos los informes financieros del gobierno estén de acuerdo con la práctica contable generalmente aceptada. Se requiere que el gobierno establezca objetivos a mediano plazo, que actualmente la deuda neta está entre 20% y 30 % del PBI, restableciendo el patrimonio neto del gobierno a niveles positivos, reduciendo el gasto gubernamental a menos del 30 % del PBI, sin aumentar la tasa del impuesto a la renta, y la gestión prudencial de los riesgos que enfrenta el gobierno. En virtud de la Ley de Responsabilidad Fiscal, el gobierno debe publicar un conjunto completo de cuentas anualmente y antes de cualquier elección.

Resultados de años de reforma

En 1994, Nueva Zelanda ya ocupaba el noveno lugar general entre la OCDE en el Informe de Competitividad Mundial. Ocupó el primer lugar en el mundo en políticas gubernamentales diseñadas para desarrollar un entorno empresarial competitivo.

Para el 2016, el fuerte crecimiento económico está siendo impulsado por el auge del turismo, la fuerte migración neta interna, la sólida actividad de construcción y la política monetaria. La posición fiscal es sólida, con una deuda pública baja y un presupuesto equilibrado.

Según el Doing Business, Nueva Zelanda es el mejor lugar del planeta para establecer un negocio. Los indicadores analizan cuánto tiempo se necesita para establecer un negocio, cuántos procedimientos existen, el costo inicial y el requisito de capital. Es el país más rápido (solo medio día), tienen menos procedimientos (solo uno), el costo con el Estado es cero.

Comparación con las reformas del Perú

Por el lado del Perú, nuestra recuperación arrancó en 1993 con la promulgación de la Constitución de 1993 y el regreso de la inversión privada. Los resultados fueron muy rápidos, entre 1993 y 1998, crecimos un promedio de 7.5% anual, hasta que en octubre del mismo año cortamos la cadena de pagos, por una combinación de miedo y torpeza. (Ver en Lampadia: ¡Qué “calato”… ni que ocho cuartos! ). Luego de superar ese bache, volvimos a crecer desde el 2003 hasta el 2013 a tasas muy superiores a las del resto del mundo y muy por encima de la performance regional.

Nuestras reformas en los años 1990, centradas en la reinserción de nuestra economía en el mundo global, la apertura comercial, privatizaciones, una cierta liberalización del mercado laboral y en menores regulaciones estatales, lograron elevar la productividad del país. Las inversiones en infraestructuras permitieron reducir los costos del comercio exterior, elevando la competitividad. Por su parte los servicios públicos privatizados, se tornaron más eficientes y de menores costos, con mayor cobertura y calidad. Mejoró la conectividad del país a través de nuevas redes de telecomunicaciones, se incrementó la generación, transmisión y distribución de energía y se favoreció el desarrollo del sector industrial. Se valoró el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, empezando por el de la minería, que fue el principal motor de la economía hasta la instalación del gobierno del nacionalismo. De esta manera se empezó a recuperar la productividad, cerrando la década con un crecimiento anual promedio de 0.8%, después de la caída de la década anterior.

El siguiente cuadro, muestra el impacto de las reformas de Nueva Zelanda y del Perú, comparando algunos indicadores pre y pos reforma para cada país. Pero, además, nos permite apreciar la posición de Nueva Zelanda con respecto al Perú de hoy

Lamentablemente, el Perú nunca completó su programa de reformas. Lo que, es más, desde el año 2000, con el gobierno de Paniagua, regresionamos, multiplicando las regulaciones estatales de las actividades productivas y llevamos el tema laboral al autodestructivo status de la mayor rigidez del mundo.

Una mirada al futuro

Nueva Zelanda ha sido visitada innumerables veces por misiones de muchos países de la tierra desde la década del 90s para evaluar el diseño, implementación y resultados de su gran reforma de Estado, uno de los mejores ejemplos de reformas exitosas. Como hemos manifestado en Lampadia, el Perú tiene la necesidad de re-emprender sus reformas, especialmente en lo laboral, en educación, institucionalidad, y clima de inversión, en todos los temas en los que Nueva Zelanda deslumbra a nivel mundial y tiene mucho que enseñarnos. Años después de la transformación de Nueva Zelanda, creemos que sería de extrema utilidad organizar visitas de estudio, del sector público y del privado, para recoger los elementos políticos y técnicos que hicieron posible el gran salto hacia la prosperidad de este país, que, en los próximos días, esperamos derrotar en las gestas futbolísticas. Lampadia




Derrumbando la ‘Trampa de los ingresos medios’

La denominada “trampa de ingresos medios” todavía genera una gran angustia entre muchos países de ingresos medios. Preocupados por el hecho de que puedan quedar “atrapados” en el nivel de ingresos medios, estos países están buscando un conjunto de políticas que les ayuden a lograr un crecimiento fuerte y sostenido y eventualmente les ayuden a unirse a la liga de los países de altos ingresos.

Un reciente estudio de The Economist trata de analizar este tema. Analicemos primero, la teoría. Los países ricos cuentan con las mejores tecnologías; los países pobres con los salarios más bajos. Los países de ingresos medios no tienen ninguno de los dos. Una visión simple sugiere que deben luchar para competir con los países por encima y por debajo de ellos. Los países pobres también se benefician de trasladar a los trabajadores de las zonas agrícolas a las fábricas, donde son muchas veces más productivos. Pero una o dos décadas de rápido crecimiento vaciará los campos de los trabajadores excedentes, obligando a los países a aumentar la productividad dentro de sus fábricas si quieren seguir avanzando. Sus economías parecen enfrentarse a un salto de un modelo de crecimiento a otro.

Pero esta visión puede ser engañosa. Tanto el salario como la productividad existen a lo largo de una continuidad. Los países pueden seguir siendo “competitivos” en cualquier nivel de salarios y productividad, siempre que uno se mantenga en línea con el otro. La evolución de un modelo de crecimiento a otro es también continua. Las fábricas no esperan hasta que el último trabajador subempleado haya abandonado la zona agrícola para comenzar a mejorar la productividad de los trabajadores que ya han llegado. Además, a medida que la mano de obra urbana crece en tamaño, un flujo constante de recién llegados de las aldeas produce un menor impacto proporcional. 

China es un buen ejemplo para explicarlo mejor. Muchos se preocupan de que ahora ha agotado su mano de obra excedente y se desacelerará bruscamente. Pero según el HSBC, el movimiento de trabajadores entre la agricultura, la industria y los servicios aportó sólo 1.4 puntos porcentuales del crecimiento anual de China de 1995 a 2012.

La verdad es que la trampa de ingresos medios rara vez se define con suficiente claridad como para haberse probado. Algunos de sus defensores argumentan que los países de ingresos medios suelen crecer más lentamente que las economías más ricas y pobres. Eso no es correcto. En realidad, crecen más rápido.

Los autores de la trampa de ingresos medios exploran por qué los países de ingresos medios se desaceleran, pero no analizan si son más propensos a hacerlo que otras economías. Además, como afirma The Economist, ignoran a cualquier país con un ingreso per cápita de menos de US$ 10,000. Dado que los países ricos rara vez sostienen un crecimiento del PBI per cápita de más del 3.5% y los países pobres son excluidos, no es de extrañar que las desaceleraciones resultantes los agrupen en los rangos de ingresos medios.

El desarrollo es un proceso largo y arduo, durante el cual las economías evolucionan continuamente. Las posibles trampas se esconden en todos los niveles de ingresos. Entonces, lo que se tiene que hacer es aplicar las reformas adecuadas que permitan generar un cambio cualitativo en la capacidad de realizar mejoras continuas en la competitividad de la economía, estimulando la productividad de la mano de obra.

En el caso peruano, además de las reformas en educación, salud, infraestructuras, e instituciones, tenemos un elemento adicional para tratar de no caer en un estancamiento futuro: no hemos llegado aún a nuestro potencial productivo. En efecto, dados nuestros enormes recursos minerales, forestales, pesqueros, agrarios y gasíferos; aislados durante largo tiempo de la inversión privada (60s a 80s), el Perú cuenta con un potencial gigante para aumentar su base productiva, generando industrias conexas a nuestros sectores primarios, sin que esto excluya los desarrollos industriales. No obstante, dada la “tramitología”, el ruido político y la ineficiencia del Estado para atraer inversiones, el reto de nuestros economistas sigue siendo cómo hacer que esto no sigamos solo con nuestro potencial, y podamos desarrollarlo sin afectar nuestros equilibrios macroeconómicos. Ver en Lampadia: Trampa del Ingreso Medio: Menor crecimiento por complacencia y falta de reformas.

No caigamos, ni nos amilanemos con los mitos o trampas mentales. Este es el momento de aplicar las medidas que nos permitan dar un gran salto al desarrollo integral y duradero, creciendo alto y sostenido, como lo hemos probado desde los 90s, hasta el punto de inflexión de la segunda década del siglo XXILampadia

Los mitos de ingresos mixtos

Hay poca evidencia detrás de la ‘trampa de ingresos medios’

Los países que no son ni ricos ni pobres pueden mantenerse a sí mismos contra rivales en ambos extremos

Reporte Especial de The Economist
7 de octubre, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Cada cierta cantidad de años, la revista Foreign Affairs, una revista sobre relaciones internacionales, provoca un frenesí sobre la economía internacional. En 1994 publicó un ensayo de Paul Krugman, “El mito del milagro de Asia”, que reexaminó la fuente del éxito de los tigres asiáticos. Luego, después de la crisis financiera asiática, surgió “The Capital Myth” de Jagdish Bhagwati, que reexaminó el caso de los flujos de capital libres, fuente de la humillación de los tigres asiáticos. En 2004, ofreció “Globalization’s Missing Middle” de Geoffrey Garrett, de la Universidad de California, Los Ángeles. Argumentaba que los países de rango medio estaban en una situación difícil, incapaces de competir con la tecnología de vanguardia de las naciones ricas o con los precios bajos de los pobres. “Los países de ingresos medios”, dijo, “no lo han hecho tan bien en los mercados globales como los países más ricos o los más pobres”.

Para demostrar su punto de vista, Garrett clasificó las economías del mundo según el PBI por persona en 1980, dividiéndolas en tres grupos: superior, medio e inferior. Luego comparó su crecimiento con ese indicador en las dos décadas siguientes, encontrando que las economías de rango medio crecieron más lentamente que las de arriba o de abajo. Tres años después, Homi Kharas e Indermit Gill, del Banco Mundial, citaron el ensayo de Garrett en un libro sobre las perspectivas de crecimiento de Asia oriental. Inventaron el término “trampa de ingresos medios”, que posteriormente adquirió vida propia.

La trampa puede ser interpretada en una variedad de maneras, que pueden ser la razón por la que tantas personas creen en ella. Algunos confunden la trampa con la simple lógica del crecimiento. Según esta lógica, los países más pobres pueden crecer más rápido que los más ricos, porque la imitación es más fácil que la innovación y porque el capital gana mayores retornos cuando es escaso. Por la misma lógica, el crecimiento de un país se desacelerará a medida que disminuya la brecha con las principales economías y disminuya el margen de recuperación. Si todo lo demás se mantiene igual, entonces, los países de ingresos medios deberían crecer más lentamente que los países más pobres. Pero Garrett estaba haciendo un argumento más audaz: que los países de ingresos medios tienden a crecer más lentamente que las economías más pobres y ricas.

La noción de una trampa resonó ampliamente entre los responsables políticos, señalan Kharas y Gill, especialmente en países donde el crecimiento había perdido su brillo. Najib Razak, primer ministro de Malasia, comenzó a hablar de ello en 2009. La trampa también separó a los líderes de Vietnam en 2009 y apareció en el plan de desarrollo nacional de Sudáfrica en 2012.

De lejos, el ‘observador de trampas’ más destacado es China, una de las pocas economías de ingresos medios que es más que de tamaño medio. En 2015, Lou Jiwei, entonces ministro de Finanzas de China, dijo que su país tenía un 50% de posibilidades de caer en la trampa en los próximos cinco a diez años. El mismo temor persigue a Liu He, un influyente asesor económico de Xi Jinping, presidente de China. Liu fue uno de los motores de un informe titulado “China 2030”, publicado en 2012 por su Centro de Investigación para el Desarrollo (DRC) y el Banco Mundial. El informe presentó un gráfico que muestra la idea de una trampa de ingresos medios (véase el gráfico). Se demostró que de 101 países que tenían ingresos medios en 1960, sólo 13 habían alcanzado un nivel de ingresos altos para el 2008. El resto pasó los 50 años intermedios atrapados en la mediocridad o peor.

Lento y complicado

La evidencia de la tabla y el ensayo de Garrett eran sugerentes pero apenas sistemáticos. Sin embargo, fue reforzada por un par de estudios más rigurosos de Barry Eichengreen de la Universidad de California, Berkeley, Park Donghyun del Banco Asiático de Desarrollo y Kwanho Shin de la Universidad de Corea, que llegaron a conclusiones similares. Buscaban economías de rápido crecimiento que posteriormente sufrieran una desaceleración sostenida (definiendo un crecimiento rápido como al menos 3.5% por persona y una desaceleración como una caída de dos puntos porcentuales en el crecimiento, ambos promediados en siete años). Su investigación indicó que estas desaceleraciones parecían agruparse a niveles de PBI de US$ 11,000 y US$ 15,000 por persona (convertidos en dólares a paridad del poder adquisitivo).

Tal vez el análisis más sofisticado fue publicado por Shekhar Aiyar y sus colegas en el FMI en 2013. Ellos trataron de distinguir entre las trampas de crecimiento y la desaceleración natural que cualquier país puede esperar, ya que converge con las principales economías. Para ello, primero calcularon la trayectoria de crecimiento esperada para cada país, en función de su ingreso por persona, así como de su capital humano y físico. En segundo lugar, buscaron países que estaban creciendo más rápido o más lentamente de lo esperado, dando lugar a brechas de crecimiento positivas o negativas. En tercer lugar, buscaron una desaceleración inusualmente severa y sostenida. Cuando estas brechas de crecimiento se ampliaron bruscamente, encontraron que los países de ingreso medio eran más propensos a sufrir tales contratiempos, sin importar cómo se definieran los ingresos medios.

El peso combinado de esta evidencia económica y la intuición de los políticos es difícil de ignorar y parece justificar el escepticismo sobre las perspectivas de crecimiento de China, Malasia, Tailandia y muchas otras economías emergentes. Pero ni la intuición ni las cifras son tan convincentes como parecen.

Intuitivamente, parece tener sentido que los países de renta media se vean intimidados entre rivales de alta tecnología y de salarios más bajos de uno y otro lado. Pero esos rivales confían en alta tecnología o bajos salarios por una razón. Las economías ricas necesitan tecnologías avanzadas y habilidades para compensar salarios altos. Los países pobres, por su parte, necesitan salarios bajos para compensar bajos niveles de tecnología y habilidad. La conclusión obvia es que los países de ingresos medios pueden competir con ambos, combinando salarios medianos con niveles medios de habilidad, tecnología y productividad.

Sin duda, esos niveles promedio enmascaran enormes variaciones. La mayoría de las economías tienen una mezcla de impresionantes empresas líderes y de algunos rezagados poco sofisticados. La productividad del top de las empresas estadounidenses es por lo menos 4.86 ​​veces la del grupo inferior, según un estudio de Eric Bartelsman, Jonathan Haskel y Ralf Martin publicado por el Center for Economic Policy Research. En los países en desarrollo las brechas son aún mayores. De hecho, los países de ingresos medios a menudo se describen con más precisión como economías de ingresos mixtos.

En conclusión, hay al menos cuatro posibles fuentes de crecimiento en el PBI por persona.

  • El primero es trasladar a los trabajadores del campo a las fábricas más productivas (transformación estructural).
  • La segunda es agregar más capital, como maquinaria por trabajador (profundización del capital).
  • El tercero es aumentar el capital o el trabajo, haciéndolo más sofisticado, tal vez adoptando técnicas que una empresa, una industria o un país no han adoptado previamente (difusión tecnológica).
  • La fuente final de crecimiento deriva de los avances en la tecnología que introducen algo nuevo en el mundo en general (innovación tecnológica).

Los economistas encuentran útil, en sus mentes, mantener separadas estas fuentes de crecimiento. El error es pensar que estas permanecen separados entre los países. En realidad, en la mayoría de los países, estas fuerzas actúan simultáneamente, a ritmos diferentes y en proporciones variables. Los países no esperan a que el último trabajador excedente haya abandonado los campos para comenzar la profundización del capital. Tampoco esperan hasta que los rendimientos de la acumulación bruta de capital se hayan agotado antes de que comiencen a aumentar la sofisticación de sus técnicas de producción. Por lo tanto, el desarrollo no se da en etapas discretas que requieren un salto a nivel nacional de una etapa a la siguiente. Es más como una carrera de larga distancia, con un grupo líder y muchos rezagados, en el que el resultado es un promedio de todos los tiempos de finalización. Cuantos más rezagados haya en la carrera, existe más espacio para mejorar.

Divisiones positivas

El trabajo estadístico de Eichengreen, Park y Shin muestra que los países de ingresos medios sufren una desaceleración. Pero como sólo se mira a los países con un ingreso por persona de más de 10,000 dólares, no puede decir si son más vulnerables a tales contratiempos que los países pobres. Ésa no era una pregunta que los autores intentaron contestar. Cuando su método se extiende a países más abajo de la escala de ingresos, resulta que las desaceleraciones entre las economías más pobres son al menos tan frecuentes como entre los de ingresos medios.

Los países en el medio se desaceleran con más frecuencia que los países ricos, pero en parte porque las economías ricas rara vez crecen lo suficientemente rápido (3.5% por persona en siete años) para ser elegibles para una desaceleración. Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán han sufrido por lo menos una desaceleración, y ninguno de ellos está atrapado en ingresos medios. El crecimiento del PBI de China por persona también se ha desacelerado, a un 7.6% en los últimos siete años, frente a más del 10% en comparación en los siete anteriores. Esto califica como una fuerte desaceleración por la definición de los autores. Pero China no está atrapada; sigue creciendo más rápido que la mayoría de los países, ricos o pobres.

Aiyar y sus colegas del FMI tienen un problema similar. Para ver por qué, supongamos que una economía milagrosa creciera mucho más rápido de lo que un economista esperaría, dado su nivel de ingresos, educación y capital. Imagine que luego su crecimiento se moderara a un ritmo más normal. Esto podría considerarse como una severa desaceleración por la definición de los autores (ya que la brecha de crecimiento altamente positiva del país se ha reducido a cero), a pesar de que la economía seguía convergiendo en ingresos altos a un ritmo normal.

O supongamos que un país aumentara rápidamente su inversión en educación y capital físico para evitar la trampa de ingresos medios. Si la estrategia tuvo éxito, podría dar lugar a un crecimiento constante. Sin embargo, con el método utilizado por el FMI, este crecimiento constante podría considerarse como una desaceleración severa, ya que, en igualdad de condiciones, su modelo espera una mejora de la educación y un capital más profundo para elevar el ritmo de crecimiento y no simplemente reforzarlo.

Ninguno de estos papers, entonces, demuestra la existencia de una trampa de ingresos medios, como se entiende comúnmente. De hecho, Eichengreen ha dicho que su línea de investigación tenía la intención de explorar diferentes cuestiones. Pero, ¿qué pasa con República Democrática del Congo y el gráfico del Banco Mundialde China 2030?

Sus criterios para ingresos medios son idiosincrásicos. Incluyen cualquier país con un PBI por persona entre 5.2% y 42.75% de EEUU, medido a paridad del poder adquisitivo. La buena noticia es que ocho países de la lista (entre ellos Turquía, Malasia, Omán y Polonia) han escapado desde entonces a la franja de ingresos medios gracias a mejores datos o a un mayor crecimiento. Otros diez, entre ellos la República Eslovaca, también han cruzado ese umbral, pero no se incluyeron en el gráfico porque los datos o los países mismos no existían en 1960.

Pero el gráfico contiene una falla más fundamental. Sus criterios para ingresos medios son demasiado amplios para ser útiles. Por su definición, un país con un PBI de sólo US$ 590 por persona (a precios de 1990) contó como ingreso medio en 1960. Eso incluye países como China en medio de su gran hambruna. En el otro extremo, un país con un PBI por persona de US$ 13,300 en 2008 también contó como ingreso medio. Este umbral superior para 2008 es más de un 2,000% más alto que el más bajo para 1960. No es de extrañar que muchos países permanezcan atrapados entre ellos.

Uno de ellos era China. Su PBI por persona se multiplicó por diez entre 1960 y 2008, a pesar del hambre y de la Revolución Cultural. Pero debido a que ese período comenzó por encima de US$ 590 y terminó por debajo de US$ 13,300, se mantuvo confinado en el cuadrado central de China 2030.

Uno de los funcionarios del Banco Mundial que participan en el informe China 2030 ha coescrito posteriormente un documento que investiga más de cerca la trampa de ingresos medios. No encontró “evidencia de estancamiento [inusual] en ningún nivel particular de ingresos medios”. Más recientemente, la investigación realizada por Xuehui Han del Banco Asiático de Desarrollo y Shang-Jin Wei de Columbia, y por separado por Lant Pritchett y Larry Summers de Harvard, también han puesto en duda la trampa. Otro economista de Harvard, Robert Barro, el decano de los estudios empíricos sobre el crecimiento, piensa que “esta idea es un mito.” La transición del ingreso medio al superior es ciertamente “desafiante”, escribe. Pero no es más difícil que la transición de bajo a medio.

Los mismos Kharas y Gill son agnósticos sobre la definición exacta y la saliencia empírica del término que inventaron. Lo introdujeron “con modestia, porque no habíamos establecido rigurosamente su prevalencia”, escribieron diez años después. Dado que algunos países de ingresos medios han permanecido innegablemente estancados, existen claramente barreras para su crecimiento. Como lo ven Kharas y Gill, lo que importa es si estas amenazas toman una forma distintiva de “ingresos medios”, no si son más comunes o severas que los peligros que enfrentan otras economías.

Agnosticismo trapista

El dúo surgió con el término principalmente porque la profesión de la economía parecía no ofrecer una receta de crecimiento clara o convincente para los países de ingresos medios. En parte como resultado, los políticos se sintieron a menudo atrapados entre dos opciones: o se aferraban a viejas estrategias de crecimiento (como la fabricación de gama baja) por demasiado tiempo, o adoptaban modelos sofisticados (como la “economía del conocimiento”) demasiado pronto. La trampa de ingresos medios es realmente un dilema de ingresos medios.

¿Qué hay del hallazgo original de Garrett en Foreign Affairs, que ayudó a informar el pensamiento de Kharas y Gill? Un esfuerzo para replicar ese ejercicio, con datos más recientes, que abarcan los mismos 20 años, muestra una brecha mucho más estrecha entre el crecimiento de ingresos medios y altos para el período de 1980 a 2000. Y esa brecha casi desaparece si los países se dividen en tres grupos de igual tamaño, en lugar de la versión un poco más arbitraria de Garrett 25% – 45% – 30%.

Más importante aún, los países de ingresos medios, incluso por su definición, crecieron más rápido que sus contrapartes de altos ingresos en las dos décadas de 1990 a 2010, así como de 1995 a 2015. Parece que en los 90s y 2000s, los países de ingresos medios eran claramente capaces de competir con economías de vanguardia. Entonces, ¿qué los hizo tropezar en los 80s? Parte de la respuesta puede estar en la Reserva Federal de Estados UnidosLampadia

 




¿Por qué algunos países son ricos y otros pobres?

La respuesta a esta pregunta es más complejo de lo que parece ya que hay varios factores que interactúan en un entorno dinámico y cambiante. Para entender todas las diferentes piezas del rompecabezas de la riqueza y cómo encajan, queremos compartir con nuestros lectores un video de Marginal Revolution University, una institución que crea videos interactivos sobre distintos temas económicos.

Este video explica por qué algunos países son ricos y otros pobres con cuatro piezas esenciales:

  1. La productividad
    Aquí se explica cómo el capital físico, el capital humano, el conocimiento tecnológico y los emprendedores encajan entre sí para estimular una mayor productividad en una población. El video se enfoca en mostrar el crecimiento económico como una función de los factores de producción de un país y qué inversiones se puede hacer para mejorar y aumentar estos factores de producción.
     
  2. Los incentivos
    Se muestra cómo diferentes incentivos producen resultados diferentes en distintos sectores de la economía.
     
  3. Las instituciones
    Las instituciones, mediante herramientas como los derechos de propiedad, normas culturales, leyes confiables y estabilidad política, crean incentivos de diferentes tipos.
     
  4. La riqueza
    Porque la pieza final del rompecabezas es la combinación de la historia, las ideas, la cultura, la geografía, etc.

En Lampadia queremos compartir con nuestros lectores este video para ayudar a explicar por qué algunos países siguen siendo relativamente pobres, mientras que otros son exitosos en la transición de ingresos medios y de ahí a la situación de ingresos altos. Esperamos que las lecciones sean iluminadoras y logren transmitir las necesidades de nuestro país para poder retomar la senda de crecimiento. Lampadia




7 cuadros muestran la realidad global

La economía mundial está mejorando. La pregunta es qué tan duradera será esta mejora. Lo ideal sería llegar a un período de crecimiento rápido y sostenido, pero según Martin Wolf esto es poco probable.

El año pasado, la economía mundial creció un 3.1 % (ajustado a PPP). El FMI prevé ahora un crecimiento del 3.5% en 2017 y de 3.6% en 2018. Estas previsiones son más o menos idénticas a las publicadas en octubre pasado. Como observa el WEO (World Economic Outlook), incluso el comercio mundial se está fortaleciendo. Sin embargo, según Wolf, esta subida tiene que ser puesta en contexto: viene después de muchos años de crecimientos reducidos.

Fuente: unsam.edu.ar

En general, se prevé que, a menos que existan acontecimientos imprevistos, continúe la recuperación y se achiquen las brechas de producción en muchas economías avanzadas en los próximos años. La pregunta más importante entonces es si las políticas monetarias darán el apoyo necesario a la economía.

Para explicar su punto de vista, Wolf (en un artículo compartido líneas abajo) comparte siete gráficos que muestran qué está sucediendo en la economía mundial. En resumen, afirma que “La “gran divergencia” de los siglos XIX y principios del XX, cuando las economías de alto ingreso de hoy en día estaban por delante del resto del mundo en términos de riqueza y poder, ahora está yendo en reversa rápidamente. Donde una vez hubo divergencia, ahora vemos una “gran convergencia”. El cambio trata sobre el ascenso de Asia y, más importante, de China.”

Según Wolf, los países emergentes se han vuelto cada vez más importantes en la producción y en la población mundial. Esta convergencia económica y los cambios en la población son elementos centrales en el gran panorama económico.

Para lograr una recuperación duradera, se necesitarán formular políticas que apoyen la inversión pública y privada, fomentar la innovación, mantener economías abiertas y competitivas y reducir la reglamentación cuando ésta sea excesiva. Sin embargo, los responsables de la formulación de políticas también deben asegurarse de que los beneficios del crecimiento, la globalización y el comercio global,sean mucho más ampliamente compartidos que antes.

Como dijo Nouriel Roubini, la semana pasada en Lima (Universidad del Pacífico), la economía global se está beneficiando de dos shocks de oferta, el desarrollo tecnológico y la incorporación a la economía de mercado y la producción de grandes poblaciones en China, India, Asia y también en América Latina. Más allá de eventos imprevistos, esto trae condiciones estructurales favorables al crecimiento y baja inflación.

Roubini también nos dijo que en gran medida, Latinoamérica ha aprendido sus lecciones, todos buscan estabilidad macroeconómica y crecimiento. Ya sufrieron los embates del populismo.

Este fue claramente el caso del Perú, que gracias a las reformas de los años 90, estuvo listo para aprovechar los mejores años de la globalización, el comercio internacional, los flujos de capital, las bajas tasas de intereses  y la mejora de los términos de intercambio. Esto nos permitió atraer inversiones, crecer y reducir la pobreza y la desigualdad.

Lamentablemente, este proceso se interrumpió con el gobierno del nacionalismo, algo que el gobierno de PPK no ha sabido remediar hasta ahora.

Hoy día, el crecimiento de los países emergentes y del mundo en su conjunto, es el doble de nuestro crecimiento. Un crimen para un país que tiene la mesa servida para desarrollar su inmenso potencial productivo. Veamos si el 28 de julio, PPK hace propósito de enmienda y recuperamos un proceso que jamás debimos suspenderLampadia

 

La gran lectura

Siete gráficos que muestran cómo el mundo desarrollado está perdiendo su ventaja

Martin Wolf
Financial Times 
19 de julio de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Fuente: twimg.com

La brecha entre las naciones ricas y las pobres se achica a medida que las fuentes de dinamismo en las economías de altos ingresos se frenan, escribe Martin Wolf.

¿Qué está pasando con la economía mundial? Aquí hay algunas respuestas, en siete cuadros que revelan un mundo que experimenta profundos cambios.

La transformación más importante de las últimas décadas ha sido la disminución del peso de los países de altos ingresos en la actividad económica mundial. La “gran divergencia” de los siglos XIX y principios del XX, cuando las economías de altos ingresos de hoy en día estaban por delante del resto del mundo en términos de riqueza y poder, ahora está yendo rápidamente en reversa. Donde una vez hubo divergencia, ahora vemos una “gran convergencia”. Sin embargo, también es una convergencia limitada. Todo el cambio trata sobre el ascenso de Asia y, más importante, el de China.

Nada ilustra mejor el avance de China que sus enormes ahorros. Estos son tan grandes, en parte porque la economía se ha vuelto tan grande y en parte porque los hogares y las empresas chinas ahorran mucho. Es probable que el capital chino, los mercados de capitales y las instituciones financieras se vuelvan más influyentes en la economía mundial en el siglo XXI, como el capital de Estados Unidos, los mercados de capitales y las instituciones financieras en el siglo XX.

Los países emergentes y en desarrollo no sólo se han vuelto cada vez más importantes en la producción mundial, sino que son cada vez más importantes en la población mundial. El descenso de los países de altos ingresos es dramático. Las Naciones Unidas pronostican que, para el año 2050, la población del África subsahariana será casi tan grande como la de todos los países de altos ingresos en 1950. Los desafíos creados por este cambio en la población mundial son evidentes.

La convergencia económica y los cambios en la población son elementos centrales en el gran panorama económico. Un tercero es el cambio tecnológico. La convergencia del procesamiento de datos con la comunicación nos ha llevado al Internet, la tecnología más importante de nuestra era. El colapso del costo relativo de los semiconductores es la base de esta revolución tecnológica, que intrigante y preocupantemente, parece haber disminuido.

Estados Unidos ha impulsado la frontera tecnológica global hacia el exterior desde finales del siglo XIX. Robert Gordon, profesor de ciencias sociales en la Universidad Northwestern, ha demostrado que la economía estadounidense no ha igualado la excepcional productividad alcanzada entre 1920 y 1970. También muestra que la explosión del crecimiento de la productividad entre 1994 y 2014, a menudo atribuida al Internet, ha terminado en un período extremadamente bajo de crecimiento de la productividad. La mitigación parece explicar, como máximo, sólo una pequeña parte de esta inquietante desaceleración. La débil inversión desde la crisis financiera es otra explicación parcial. 

La economía mundial no se está des-globalizando. Pero el rápido crecimiento tanto del comercio como de los activos y pasivos financieros transfronterizos y del comercio, en relación con la producción mundial, se ha detenido. En el caso de las finanzas, las explicaciones plausibles son la aversión al riesgo y a la re-regulación. En términos de comercio, el último acto importante de liberalización del comercio fue la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio, ocurrida ya en 2001. Muchas de las oportunidades que ofrece la integración transfronteriza de las cadenas de suministro también se han agotado.

El rápido cambio en el poder económico relativo y los enormes cambios en el tamaño relativo de las poblaciones dan forma a nuestro mundo. Al mismo tiempo, las fuentes de dinamismo -el cambio tecnológico, el crecimiento de la productividad y la globalización- se están desacelerando a una velocidad preocupante. Un resultado, fuertemente reforzado por la crisis (2008/9), ha sido el estancamiento real de los ingresos en muchos países de ingresos altos.

El aumento de la presión populista en las economías de altos ingresos hace que manejar estos cambios sea largamente más difícil. Entre los acontecimientos más significativos se encuentran los ingresos reales planos o descendentes desde la crisis financiera. Hasta dos tercios de la población de muchos países de altos ingresos parecen haber sufrido un descenso de los ingresos reales entre 2005 y 2014. No es de extrañar que muchos votantes estén descontentos. No están acostumbrados a esto ni desean acostumbrarse.

La producción entre 1990 y 2022 (la participación de los países de altos ingresos en la producción mundial) pronosticada por el Fondo Monetario Internacional, prevé que el porcentaje de la producción mundial de los países de ingresos altos, medido a paridad del poder adquisitivo, caería de 64 % a sólo 39 %. Cabe destacar que los países emergentes y en desarrollo de Asia representan la totalidad del aumento de la participación de los países emergentes y en desarrollo: se prevé que la proporción de países emergentes y en desarrollo de Asia aumente de 12% a 39% del total mundial en este periodo.

Para el año 2022, se prevé que la participación de los países emergentes y en desarrollo de Asia en la producción mundial sea la misma que la de los países de ingresos altos. El auge de China es la razón principal de este cambio dramático en el poder económico relativo, aunque el aumento de la India también es significativo. Se prevé que la participación de China en la producción mundial pasará del 4% en 1990 al 21% en 2022. La de la India aumentará del 4% a 10%.

Los ahorros brutos de China (a tasas de cambio del mercado) son casi tan grandes como los de Estados Unidos y la UE combinados. China ahorra casi la mitad de sus ingresos nacionales. Esta proporción extraordinariamente alta probablemente disminuirá, pero esa disminución se establecerá de manera gradual, ya que es probable que los hogares chinos sigan siendo frugales y la participación de los beneficios en el ingreso nacional es probable que siga siendo alta.

Entre 1950 y 2015, la proporción de los actuales países de ingresos altos en la población mundial cayó del 27% a 15%. Incluso la participación de China cayó del 22 % al 19 %. Se prevé que la India será el país más poblado del mundo en 2025. Las Naciones Unidas proyectan que la participación de África subsahariana alcanzará el 22% del total en 2050.

El colapso en el precio de los semiconductores es la fuerza impulsora detrás de la revolución en comunicaciones y procesamiento de datos. El precio relativo del procesamiento de la información ha disminuido casi un 96 % desde 1970. La pendiente de la línea en la escala logarítmica muestra la tasa de disminución relativa de los precios, que se redujo drásticamente después de 2010.

El economista Robert Gordon ha revelado que el desempeño de la productividad de los Estados Unidos entre 1920 y 1970 (como lo indica el crecimiento de la “productividad total de los factores” – una medida del crecimiento de la producción por unidad de insumos) no ha sido igualado desde entonces. También muestra que la explosión ascendente entre 1994 y 2014 se perdió en un período de crecimiento de productividad extremadamente bajo.

El rápido crecimiento de los activos y pasivos comerciales y financieros, en relación con la producción mundial, se detuvo después de la crisis financiera. El proteccionismo puede ser parte de la razón, pero no parece ser el factor dominante. El agotamiento de muchas oportunidades comerciales, la desaceleración de la liberalización y la debilidad de las inversiones parecen explicar esta desaceleración.

Alrededor de dos tercios de la población de 25 países de ingresos altos tuvieron ingresos reales planos o descendentes entre 2005 y 2014, según un análisis publicado en julio de 2016 por el McKinsey Global Institute. Este estancamiento fue particularmente fuerte en Italia y Estados UnidosLampadia

 




La Minería puede modernizar las regiones

La Minería puede modernizar las regiones

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para
Lampadia

Es conocido que el principal motor del crecimiento en el largo plazo es el incremento en la productividad del trabajo. Es decir, el desarrollo de un país está directamente ligado al aumento de la productividad de sus trabajadores.[i]Lo difícil es encontrar, en cada contexto económico y social, cuáles son los factores y las condiciones que estimulan el incremento de esa productividad. McKinsey ha realizado un estudio detallado de los factores que inciden sobre la productividad de los países ricos, medios y pobres (EEUU, Corea, Brasil, Rusia, etc.) mostrando lo decisivo que es la productividad para la creación de riqueza y la calidad de vida de los países.[ii]

Fuente:  pinterest.com

En el caso de Perú, la minería moderna es uno de esos factores que pueden dinamizar la productividad de las economías regionales. En mi último libro (Mendonca Ferreira, 2017, Lampadia) he explicado brevemente qué pasacuando una mina se instala en una zona rural de economía tradicional, y como se generan dos tipos de economías con grandes diferencias de productividad:[iii]

  1. Un cinturón de economía moderna ligada a la minería, con alta productividad.
  2. Una economía tradicional, básicamente agrícola, de baja productividad.

La alta productividad de la minería moderna es clave para superar la pobreza porque esa productividad se propaga en la economía regional. La alta productividad de la minería permite pagar sueldos mucho más altos y genera demandas para que se constituyan cientos de empresas modernas que comercializan productos, realizan obras y prestan servicios a la minería y al personal que trabaja en ella. Esas empresas locales, a su vez, contratan a miles de trabajadores locales, y generan demanda para empresas menores, motorizando varios niveles de las economías regionales. Cuando la minería es frenada por la conflictividad, como en el caso del proyecto Conga en Cajamarca, se genera recesión, millares de despidos y retorno de la pobreza, confirmando lo que acabamos de explicar. Si, además del bloqueo a Conga, sucediera que Yanacocha cerrara sus operaciones completamente e iniciara un proceso de cierre de mina, el impacto recesivo en la economía local sería aún mayor.

Mendoza y Collantes (2017)[iv] muestran que la diferencia de productividad por trabajador entre la agricultura nacional y la minería es de 88 veces. Si consideramos la agricultura andina, menos productiva que la costeña, esa diferencia en las zonas andinas resulta siendo aún mayor. Ello significa que 12 trabajadores en una mina moderna producen más riqueza que 1,000 agricultores tradicionales, trabajando en una cantidad similar de hectáreas. Esa superioridad productiva de la minería puede ser bien o mal aprovechada. Hoy día en Perú, tenemos las dos modalidades, la productiva y la destructiva o conflictiva. 

En las zonas mineras, los destinos económicos de la gran mayoría de las familias dependen de su grado de articulación con ese segmento de economía moderna creada por la minería en su entorno. Estar ligado a la minería resulta siendo, en la mayoría de los casos, la mejor ruta de capitalización de los productores y empresarios en las economías regionales, y en muchos casos, resulta siendo la única ruta realista de capitalización.[v] Quienes no logran articularse con la minería, de alguna forma, se quedan en la economía tradicional. Pueden obtener pequeñas mejoras, pero se mantienen cercanos a la línea de pobreza. Sufren la frustración de seguir siendo pobres entre amigos, parientes y vecinos que ya tienen capacidad de acumulación por estar ligados a la minería. Entonces, todos quieren sacar provecho de la minería para capitalizar, sea produciendo, empleándose, o generando conflictos.

La población de las regiones mineras sabe muy bien de los beneficios de estar ligados a ese sector moderno. Por esto no es difícil convencer a las comunidades que están fuera de las Áreas de Impacto Directo (AID)de las empresas mineras a que participen en conflictos. Basta decirles que, si participan de los conflictos ellos van a ser incluidos en las AID. Los ejemplos en Perú de conflictos para ser incluidos en las AID se cuentan por decenas.

Si uno reconstruye los procesos de los conflictos mineros, conversando directamente con los actores involucrados, encuentra que, en la mayoría de los casos, una de las principales razones detrás de los conflictos es el deseo de ser parte de ese sector moderno, o de sacar provecho de la actividad minera de alguna manera. También hay conflictos mineros generados por razones ambientales, pero ellos son mucho menos frecuentes de lo que se cree.[vi] Lo típico de los conflictos mineros son las comunidades exigiendo empleo y contratos a las empresas mineras, exigiendo ser parte de las AID, exigiendo inversiones sociales, o exigiendo la donación de fondos para sus organizaciones. Es esa situación la que aprovechan los emprendedores destructivos y los grupos hostiles a la minería (anti-mineros) para promover la conflictividad. La narrativa va ser siempre ambientalista, pues es creíble, pero como explicamos en un artículo anterior las causas reales pueden ser muy distintas de las narrativas (http://www.lampadia.com/analisis/mineria/los-conflictos-y-sus-discursos/).[vii]

El caso de Las Bambas es ilustrativo de la conflictividad como forma de sacar provecho de la alta productividad minera: El conflicto de fines de 2015 está ligado a culminación de los contratos con cientos de empresas locales, afectando a más de 12 mil empleos. Al perder los beneficios obtenidos en la etapa de construcción, se generó un ambiente propicio para la conflictividad y obtener beneficios adicionales. En el conflicto reciente, el disparador fue el bloqueo de una carretera, liderado por un par de emprendedores destructivos, con la finalidad explícita de extraer rentas a la empresa cobrando un peaje multi millonario. Hechos como estos, aunque de menor escala, ocurren en el entorno de todas las empresas mineras modernas del país.[viii]

La conflictividad social, en la mayoría de los casos, es una forma destructiva y violenta de ingresar a los sectores modernos de la economía regional, creado por la actividad minera, o de sacar algún tipo de provecho de la alta productividad de la minería.

El Perú tiene en la minería un motor para dinamizar las economías regionales e incorporar millones de productores y sus familias a la modernidad. La geografía desafiante del Perú hace difícil crear condiciones de desarrollo para de las poblaciones rurales de las zonas andinas. La minería, al generar una economía moderna en su entorno contribuye de forma importante a vencer ese desafío. La minería genera, además, los recursos (canon) para financiar las obras que se requiere para viabilizar el acceso a los mercados y a los servicios. Desperdiciar ese potencial transformador es una expresión de desinterés por las poblaciones rurales y un acto de desinteligencia económica.

La minería lleva dinamismo económico, tecnologías y conocimientos gerenciales de nivel global a zonas tradicionalmente pobres y aisladas de la sierra. Además, paga miles de millones de dólares en impuestos y canon, para financiar obras críticas para el desarrollo. Las fuerzas políticas y empresariales y las autoridades nacionales y regionales tienen, con las nuevas generaciones, la responsabilidad de generar las condiciones paraun aprovechamiento constructivo de la alta productividad minera. En vez de celebrar las formas destructivas de extracción de rentas, los conflictos mineros, lo que se necesita es viabilizar las formas constructivas de sinergia entre el sector moderno, creado por la minería, y la economía tradicional de las regiones minerasLampadia

[i]El aumento de la población joven y la migración de las zonas rurales hacia las zonas urbanas también contribuyen al crecimiento económico, pero esas dos variables son poco controlables en el caso peruano.

[ii]Lewis, W. (2004). The power of productivity: Wealth, poverty, and the threat to global stability. Chicago, USA: The University of Chicago Press.

[iii]Mendonca Ferreira, S. (2017). Para reducir la conflictividad minera. Lima, Perú: Lampadia.

[iv] Mendoza, W. & Collantes, E. (2017). La economía de PPK. Promesas y resultados: La distancia que los separa. (Documento de trabajo 440). Lima, Perú: Pontificia Universidad Católica del Perú.

[v] Las familias salen de la pobreza cuando encuentran una forma de capitalizar, es decir, de generar más riqueza de lo que necesitan para subsistir.

[vi] ¿Por qué entonces es tan común la narrativa ambiental? La respuesta es simple: porque es creíble. Si un grupo acusa una empresa minera de contaminación, la población local y nacional está inclinada a creer en ello,con pruebas o sin pruebas, siendo o no siendo verdad. Es decir, el uso de la narrativa ambiental funciona siempre, independiente de los hechos. Ello no quiere decir que no existan problemas ambientales y que las empresas mineras no tengan responsabilidad en ellos, sino que son mucho menos frecuentes de lo que se cree, y de lo que afirman las ONG hostiles a la minería.

[vii] Predomina en los textos sobre conflictividad mineras producidos en Perú la confusión entre las percepciones (discursos y rumores) con las causas reales. Es decepcionante encontrar en libre de “investigación” citas de rumores como explicaciones de los conflictos. Ello reduce notablemente la capacidad analítica de esos textos.

[viii] Las ONG hostiles a la minería, como Cooperación, han contribuido al emprendedorismo destructivo difundiendo una narrativa ambientalista que resultó muy funcional para ocultar los reales objetivos de los promotores del conflicto.

 




Radiografía de APPs para Infraestructuras

Uno de los tres factores que está haciendo inviable el gobierno de PPK es la falta de inversión pública, ejemplificada dramáticamente en la parálisis de los proyectos de infraestructuras. Esto además de la otra parálisis de la inversión, la de los proyectos mineros, más, por supuesto, el entrampamiento político que se ha ido urdiendo, con altísimos niveles de irresponsabilidad, por parte de los representantes del Ejecutivo y el Legislativo, junto con los aderezos aportados por nuestra pequeña izquierda; hacen temer, que durante el gobierno de PPK, en vez de corregir las deficiencias de los últimos cinco años de gobierno, acentuemos la falta de liderazgo, dejando que el Perú regrese al siglo XX.

En los próximos días analizaremos la inversión minera y la trampa política. En esta ocasión, presentamos nuestro análisis de las inversiones en infraestructuras sobre la base de la excelente publicación de The Economist Intelligence Unit. 

Una de las grandes falencias del Perú es su pobre nivel de infraestructuras. Estas brechas nos afectan de dos maneras: económica y socialmente. A nivel económico, no nos permiten mejorar nuestra competitividad en las actividades productivas del país y, a nivel social, son un obstáculo para que los pobres tengan acceso a un mejor nivel de vida y a la economía de mercado.

Fuente: Más blanco y negro, Richard Webb. El Comercio

 

Recientemente, el conocido think-tank Economist Intelligence Unit ha publicado el informe Infrascope 2017, el cual evalúa el entorno para las asociaciones público-privadas en América Latina y el Caribe. Este indicador es una herramienta diseñada para evaluar la capacidad de los países para implementar alianzas público-privadas (APPs) sostenibles y eficientes en infraestructura y mide la capacidad de un país para movilizar la inversión privada en infraestructura a través de estas APPs.
En la puntuación general del Infrascope 2017, Chile y Colombia continúan liderando en la región. Chile cuenta con más de 25 años de experiencia en la participación del sector privado en proyectos de infraestructuras y ha implementado más de 70 proyectos de APPs en los últimos cinco años. Por otro lado, Colombia cuenta con un entorno muy favorable de APPs, principalmente debido a un marco regulatorio fuerte que fue impulsado por una nueva ley de APPs implementada en 2012.

En la puntuación general del Infrascope 2017, Chile y Colombia continúan liderando en la región. Chile cuenta con más de 25 años de experiencia en la participación del sector privado en proyectos de infraestructuras y ha implementado más de 70 proyectos de APPs en los últimos cinco años. Por otro lado, Colombia cuenta con un entorno muy favorable de APPs, principalmente debido a un marco regulatorio fuerte que fue impulsado por una nueva ley de APPs implementada en 2012.

El Perú se encuentra en el puesto 5 de la región, el último dentro de la categoría de países ‘desarrollados’ en la región. Muchos países en América Latina han hecho esfuerzos para impulsar la participación del sector privado en proyectos de infraestructuras con la implementación de nuevas leyes de APPs, el establecimiento de unidades específicas de APPs y una mayor transparencia del proceso mediante la actualización de registros de APPs y contratos de publicación. Sin embargo, todavía hay una brecha importante entre la legislación (lo que está en los libros) y la madurez del sector en términos de proyectos de APPs implementados (lo que ocurre en la práctica).

 

La primera variable del indicador es Regulaciones. La región continúa progresando hacia el desarrollo y fortalecimiento de su marco legal específico de APPs. En los últimos cinco años, varios países de ALC han aprobado legislación específica sobre APPs, incluyendo Colombia (2012), El Salvador (2014) y Paraguay (2013). 

Perú, por su lado, se encuentra empatado en el puesto 10 junto con Paraguay. Su marco legal es relativamente nuevo, “En 2015, entró en vigor un nuevo marco de APPs (Decreto Legislativo No. 1224 y Decreto Supremo No. 410-2015) con el objetivo de reducir la brecha de infraestructuras, alinear las regulaciones de APPs con las mejores prácticas internacionales (es decir, la OCDE) y consolidando las regulaciones relacionadas con las APPs en un solo decreto. (…) Además, con el nuevo gobierno, se modificó el Decreto Legislativo Nº 1224 con el objetivo de optimizar aún más los procesos de APPs, estableciendo fronteras claras entre el MEF y Proinversión, modificando el gobierno corporativo y las funciones, introduciendo regulaciones para mejorar la transparencia y prevenir la corrupción, entre otras.”

Sin embargo, de poco sirven las regulaciones, incluso las mejores, si el gobierno no tiene capacidad de ejecución para hacer lo que le toca (manejar las expropiaciones, por ejemplo), ni fuerza política para comunicar los lineamientos de gobierno, las ventajas de los proyectos e implantar la fuerza de la ley.

 

La segunda variable es Instituciones. Dado que la gran mayoría de los países todavía dependen de instituciones multilaterales para financiar APPs de infraestructura, es necesario que adapten la legislación existente para permitir que los inversores institucionales participen. Según EIU, “La profundización de los mercados de capitales locales podría ayudar a aliviar la dependencia de la región de los prestamistas multilaterales para financiar la infraestructura. Asimismo, los cambios en las normas de algunos inversores institucionales, como los fondos de pensiones privados, también podrían ayudar a ampliar el conjunto de instrumentos de financiación disponibles.”

En el caso del Perú, “A pesar de la mejora continua del desarrollo de las APPs en el último decenio, persisten problemas institucionales y operativos sin resolver, como la falta de coordinación y las definiciones poco claras de la competencia y las competencias entre las entidades pertinentes; procesos de renegociación constantes

(particularmente en los primeros años de contratos de APPs); retrasos sustanciales en la fase de ejecución (por ejemplo, cuestiones relacionadas con la tierra, permisos y licencias); falta de contratos estándar; y la ausencia de planificación estratégica y priorización de proyectos.”

 

La tercera variable es Madurez, que se refiere a qué tan bien se desarrolla en la práctica el proyecto, más allá de la legislación y de lo que se tiene planeado. Proporcionar a los inversionistas una comprensión clara de los procedimientos de salida de proyectos o terminación de contratos dentro del marco regulatorio de APPs es un paso importante para fomentar la participación del sector privado. Antes de firmar acuerdos, los inversionistas deben entender las ramificaciones de eventos imprevistos que obligan a cambios en los proyectos.

La región de América Latina tiene un desempeño bastante bueno en términos de procedimientos de terminación de contratos. Nuevamente, Chile y Colombia empatan en los primeros puestos, pero el Perú no se queda atrás, empatando en quinto lugar con Costa Rica.

El cuarto indicador es Inversión y clima de negocios. El nivel de consenso político, o voluntad, para involucrar a las partes privadas en las APPs y proporcionar marcos de implementación favorables es también clave en el avance de los proyectos de APPs.

En este ranking, el Perú es un claro underperformer, obteniendo el puesto 12 junto con Paraguay. Su mayor problema es que los reglamentos y normas de la APPs son nuevos y/o pendientes de aplicación, y es demasiado pronto para evaluar su impacto. Otro desafío es la diferencia entre la capacidad técnica para desarrollar APPs en la capital, Lima, y ​​en otras regiones. Es evidente que se necesita un mayor apoyo a los gobiernos regionales y locales en la planificación, evaluación, formulación y monitoreo de los proyectos de APPs. Y por supuesto, como hemos explicado líneas arriba, capacidad política. Hemos pasado de un gobierno en el que por sus venas no corría el convencimiento de las bondades de la inversión privada para el desarrollo de las infraestructuras, a un gobierno que si lo entiende, pero es incapaz de comunicarlo eficazmente y de imponer el peso de la ley.

 

El quinto, y último indicador, es financiamiento. El financiamiento para apoyar a las APPs sigue siendo un desafío en la región, por lo que esta categoría es la que tiene la puntuación más baja en el Infrascope de las cinco categorías analizadas. Perú, Brasil y Chile lideran el desarrollo de las facilidades financieras para las APPs en el Infrascope 2017, dados sus fuertes mercados de capital y su líquidez, incluyendo bonos en moneda local libremente negociados por emisores públicos y privados y su bajo riesgo soberano. Según el informe “Su desempeño en esta categoría se beneficia de tener proporciones relativamente bajas de financiación mediante préstamos condicionales de Instituciones financieras internacionales y organizaciones multilaterales y bilaterales en los últimos cinco años. En Brasil, el 0.1% de la financiación se emite a través de estos tipos de préstamos, en Chile 9.9% y en Perú 18.9%.”

El potencial de los ‘bonos verdes’ y de los bonos de impacto sobre el desarrollo aún está por desarrollarse en los países de ALC. Ocho países han emitido bonos verdes (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá y Perú), aunque todavía no se han financiado infraestructuras con bonos de impacto al desarrollo. La profundización de los mercados de capitales locales podría ayudar a aliviar la dependencia de la región de los prestamistas multilaterales para financiar las infraestructuras. 

El EIU resalta que, según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), la inversión en infraestructura en la región alcanzó un promedio del 3.5% del PBI en los años ochenta, pero en las siguientes décadas disminuyó a un rango promedio del 2-3% del PBI. Por otra parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca que el nivel y la calidad de la infraestructuras en la región es “inadecuado y se identifica como una de las principales barreras al crecimiento y desarrollo, a pesar de las mejoras en la infraestructuras de la región durante la década pasada”.

En el Perú, además de la brecha de infraestructuras, tenemos grandes dificultades en el desarrollo de los proyectos de inversión. Primero en cuanto a la demora entre las adjudicaciones y los cierres financieros de los contratos de APPs, como puede verse en el siguiente cuadro comparativo con otros países. Además, una vez finalizados los convenios, se dan mil dificultades para el inicio de las obras, tanto por trámites con otras agencias del Estado, como los municipios y por inmensas dilaciones en los procesos de expropiación que son parte de los proyectos.

Tradicionalmente, el financiamiento de las infraestructuras ha quedado en el ámbito del sector público, pero ante la envergadura del reto y el desarrollo de esquemas contractuales eficientes entre el sector público y privado, han tomado mucha relevancia las APPs, los cofinanciamientos y las iniciativas privadas, lamentablemente más en la teoría que en la práctica. Una de las mayores ventajas de los contratos de concesión de infraestructuras es que incluyen las provisiones necesarias para el mantenimiento de las instalaciones correspondientes, con lo cual queda asegurada la calidad de los servicios en el tiempo y evitándose los desastres históricos en los que se rehacía las mismas obras varias veces por el típico abandono en su mantenimiento.

En Lampadia hemos insistido varias veces en la necesidad de ser ambiciosos e imaginativos para cerrar las brechas de infraestructuras en el menor plazo posible. Ver: Sobre cómo financiar e invertir US$ 80,000 millones y Estrategia para el financiamiento de las Infraestructuras. En esencia, nuestra propuesta de Lampadia pretendía inyectar unas chispas que enciendan el debate sobre cómo financiar nuestros requerimientos de infraestructuras aprovechando las condiciones estructurales, favorables de nuestra economía.

Fuente: Perú Construye

Lamentablemente, el gobierno ha dificultado las inversiones en infraestructuras, a veces por desconfianza en el sector privado (al que algunos consideran una suerte de fuerza de invasión extranjera) y otras por los absurdos procesos burocráticos que han crecido como frondosas hiedras. Esperamos que el gobierno de PPK reaccione y tenga la responsabilidad necesaria para priorizar adecuadamente y sin complejos, mejores acciones de gobierno.

El siguiente gráfico resume el ranking del Perú en los cinco factores:

Fuente: Infrascope 2017, Economist Intelligence Unit, Mayo 2017, Traducido y glosado por Lampadia

Breve descripción del avance de las infraestructuras y de las APPs

Perú ha adjudicado un total de 130 proyectos de infraestructura de APPs por un valor aproximado de US $ 48,700 millones durante el período 1990-2016. De acuerdo con la base de datos del Banco Mundial, los proyectos que alcanzaron cierre financiero durante ese período incluyeron:
  • Cuatro proyectos de aeropuertos por un valor de US $ 687 millones;
  • 75 proyectos de electricidad por un total de US $ 15,000 millones;
  • 9 proyectos de tecnología de la información y la comunicación (TIC) por valor de US $ 15,500 millones;
  • 3 proyectos de gas natural por US $ 1,800 millones;
  • 6 proyectos portuarios por un total de US $ 2,000 millones;
  • 5 proyectos ferroviarios por US $ 6,800 millones;
  • 21 proyectos viales por US $ 5,600 millones;
  • 7 proyectos de agua y  saneamiento por US $ 1,300 millones. 

Si bien los proyectos de TIC han representado la mayor participación de inversión desde 1990, más recientemente (entre 1995 y 2016) el sector eléctrico ha recibido la mayor inversión (US $ 14,600mn). Según Infralatam, en 2013, la inversión total de infraestructuras en Perú fue de US $ 11,700 millones (5.8% del PBI), frente a los US $ 9,800 millones (5.1% del PBI) del año anterior. Las inversiones públicas representaron el 55% del total y la inversión privada llegó al 45%. La inversión en el sector energético alcanzó los US $ 2,900 millones (o 1.5% del PBI), frente a los US $ 2,300 millones (o 1.22% del PBI) en 2012. Para 2013, la inversión en infraestructuras para el sector de agua y riego fue de US $ 1,900 millones, US $ 5,700 millones se gastaron en transporte y US $ 1,100 millones en telecomunicaciones.

Breve panorama del entorno para las APP

A principios de los años noventa, el gobierno peruano cambió su modelo económico y empezó a promover la inversión privada a través de procesos de privatización y concesión. En ese contexto, la Ley N ° 059-96 del 27 de diciembre de 1996 permitió la contratación de obras públicas para carreteras, proyectos de saneamiento y aeropuertos. Específicamente, esta ley consolidó las normas que regulan la entrega de concesiones al sector privado para obras públicas de infraestructuras y servicios públicos.

Sin embargo, no fue sino hasta 2008 que el primer marco de APPs fue promulgado por el Decreto Legislativo No. 1012, cuyo objetivo era regular la inversión privada y la participación de varios organismos gubernamentales en el proceso de aprobación de proyectos. Más recientemente, en 2015, entró en vigor un nuevo marco de APPs (Decreto Legislativo No. 1224 y Decreto Supremo No. 410-2015) con el objetivo de reducir la brecha de infraestructuras, alinear las regulaciones de APPs con las mejores prácticas internacionales (es decir, la OCDE) y consolidando las regulaciones relacionadas con las APPs en un solo decreto.

Este marco introdujo nuevos elementos como la creación del Sistema Nacional de Promoción de la Inversión Privada, herramientas de planificación como “Informes Plurianuales de Inversión” y procesos más simplificados y eficientes. Además, con un nuevo gobierno, el Decreto Legislativo Nº 251 del 30 de noviembre de 2016 (regulado por el Decreto Supremo Nº 068-2017-EF y pendiente de ratificación por el Congreso) modificó el Decreto Legislativo Nº 1224 con el objetivo de optimizar aún más los procesos de APPs, estableciendo fronteras claras entre el MEF y Proinversión, modificando el gobierno corporativo y las funciones, introduciendo regulaciones para mejorar la transparencia y prevenir la corrupción, entre otras.

Principales retos en términos de desarrollo de APPs (infraestructuras)

A pesar de la mejora continua del desarrollo de las APPs en el último decenio, persisten problemas institucionales y operativos sin resolver, como la falta de coordinación y las definiciones poco claras de la competencia y las competencias entre las entidades pertinentes; procesos de renegociación constantes (particularmente en los primeros años de contratos de APPs); retrasos sustanciales en la fase de ejecución (por ejemplo, cuestiones relacionadas con la tierra, permisos y licencias); falta de contratos estándar; y la ausencia de planificación estratégica y priorización de proyectos. El marco de APPs revisado recientemente y los nuevos reglamentos complementarios tratan de abordar estas cuestiones complejas, aclarando las funciones entre las partes pertinentes, creando mecanismos para desbloquear los proyectos de APPs adjudicados, sentando las bases de un Plan Nacional de Infraestructuras, entre otras cosas. Sin embargo, estos reglamentos son nuevos y/o pendientes de aplicación, y es demasiado pronto para evaluar su impacto. Otro desafío es la diferencia entre la capacidad técnica para desarrollar APPs en la capital, Lima, y ​​en otras regiones. Es evidente que se necesita un mayor apoyo a los gobiernos regionales y locales en la planificación, evaluación, formulación y monitoreo de los proyectos de APPs. Lampadia



Legislación laboral mal nacida y peor vivida

Como señala Macroconsult en su último comentario editorial, la legislación laboral peruana sigue preñada por el germen que inoculó la dictadura militar de Velasco Alvarado, que impuso la ‘estabilidad laboral absoluta’ hace más de 45 años. (Ver la opinión de Macroconsult en: La reforma pendiente).

Los daños causado por esta farsa son inmensos, produce los efectos contrarios a su enunciado, ‘debilidad del empleo’. Veamos:

  • Baja productividad laboral y su consiguiente efecto negativo en el nivel de ingresos
  • Informalidad laboral
  • Sobre protección y sobre costos al reducido sector formal de trabajadores, desincentivando la creación de empleo
  • Precariedad del empleo no formal y desprotección social
  • Cobardía de la clase política para cuestionar una práctica dañina
  • Ilusión popular sobre una protección ficticia
  • Aprovechamiento político de dirigencias enquistadas en los  gremios laborales que sin representación, manipulan a los políticos, a los medios de comunicación y a la opinión pública

Esta trampa de la estabilidad laboral absoluta se mantuvo y exacerbó durante los gobiernos democráticos de los años 80 (Belaunde II y García I). Se levantó en los 90s, como parte de las reformas económicas que llevaron nuestra economía de regreso a la racionalidad y al realismo normativo que produjo el gran salto de todos los indicadores económicos y sociales, el crecimiento del empleo, la mejora de los ingresos, el advenimiento de la clase media emergente, etc. Pero, por ‘obra y desgracia’ del Tribunal Constitucional, presidido por el nefasto populista, Javier Alva Orlandini, la ‘estabilidad laboral absoluta’ se coló de nuevo en el ordenamiento regulatorio del empleo, y desde entonces ha ido afirmándose en un nuevo período de despropósito normativo. “La vigencia de la estabilidad absoluta en el empleo se ha convertido en la norma jurídica regular”, Macroconsult.

‘Touché’. Incluso Francia, el gran propulsor del ‘Estado de Bienestar’ y la estabilidad en el empleo, ha tenido que reconocer el error que lo ha llevado a niveles altísimos de desempleo y bajo crecimiento económico. Ver en Lampadia: Francia opta por la flexibilidad laboral.

El altar del laboralismo se rinde a la ‘dura prueba de la realidad’. El gobierno socialista de Francia decidió seguir el camino de Alemania y España en la búsqueda de superar el desempleo y alcanzar mayor competitividad.

Alemania, que adoptó políticas similares a las del proyecto del ejecutivo francés, antes de la última crisis financiera global de 2008/9, logró capear los graves problemas de desempleo que destruyeron el clima social en Francia y España.

El primer país desarrollado en salir de la crisis fue EEUU, que siempre se caracterizó por su flexibilidad laboral y gran competitividad.

Después de muchas protestas y a pesar de ellas, el gobierno francés recurrió a un instrumento constitucional extremo para aprobar la reforma. Hollande invocó el artículo 49.3 de la Constitución (llamado coloquialmente la ‘bomba atómica’), que permite al Gobierno imponer un proyecto de ley de modo que se adopte sin necesidad de ser votado en la Asamblea Nacional.

Típicamente, en Francia, las protestas fueron lideradas por los sindicatos y por grupos de jóvenes que serían los beneficiados por la reforma. Un caso parecido al de la marcha de los ‘pulpines’ en el Perú. Es curioso, se supone que los jóvenes, especialmente los millennials, se caracterizan por su independencia de criterio, pero, en uno y otro caso, se ve que son manipulados en contra de sus propios intereses.

En el Perú, la inconsecuencia es de tal nivel, que cuando el gobierno socialista francés planteo su reforma laboral modernizante, la noticia no fue difundida por los medios nacionales, con excepción de Lampadia (ver: Reforma laboral francesa: flexibilidad o más desempleo). Solo cuando las protestas de los jóvenes franceses tomó cuerpo, algunos medios reportaron los desmanes.

Según el World Economic Forum, el Perú es uno de los países con mayor rigidez laboral en el mundo por sus normas de contratación y despido (ocupamos el puesto 14 de 144 donde el primero es el de mayor rigidez).

La revolución que planteó el gobierno socialista francés, debería hacernos  reaccionar sobre nuestras políticas laborales, para que permitan facilitar la creación de empleo de calidad y empezar a superar la perniciosa informalidad a la que hemos condenado, sin protección laboral efectiva, a la gran mayoría de nuestros trabajadores.

Pero, durante la última campaña electoral, ninguno de los candidatos se atrevió a tocar el tema por miedo a recibir un ‘bullying’ político y mediático.

Un gran impedimento a la reforma laboral es el poder que se ha concedido a los gremios laborales, sin que tengan una representación significativa de los trabajadores, pues solo representan a una minoría de los trabajadores formales, quién sabe si llegan al 5% del total de trabajadores.

Las dirigencias laborales se comportan peor cada día y no tienen nada que ofrecer a los ciudadanos. Ahora se están retirando del Consejo Nacional de Trabajo.

José Ignacio Beteta, Director de Contribuyentes por Respeto, escribe hoy en el diario El Comercio, su artículo, Modernización sindical, donde resalta algunos ejemplos de inconsecuencia de las dirigencias laborales que no podemos seguir pasando por alto. Veamos:

  • El 17 de marzo, el sindicato de trabajadores de la compañía Lindley se negó a trabajar horas extra, básicas para atender la demanda de agua y la necesidad de ayuda humanitaria en medio de El Niño costero. La razón: según sus líderes, el año anterior la empresa había tenido utilidades históricas, y como aún estaban negociando cuánto más debían recibir los trabajadores por este concepto, no trabajarían ni una hora más. Incluso amenazaron “a los afiliados que incumplan las medidas adoptadas [pues] se les aplicará el reglamento de disciplina”.
  • En abril, casi 3,000 trabajadores sindicalizados de la minera Southern estuvieron en huelga (declarada ilegal por el Ministerio de Trabajo). “Estamos afincados –afirmaba José Espejo, dirigente del sindicato– en cada lado de la línea férrea porque no vamos a dejar que pase el tren”. El motivo: percibir también un porcentaje mayor de utilidades. Para conseguir su meta, bloquearon el tren y, por lo tanto, detuvieron la producción que justamente genera las utilidades que reclaman.
  • En diciembre del año pasado, se descubrió una mafia –dirigida nada menos que por Gerson Gálvez, ‘Caracol’– que había constituido un sindicato de trabajadores en el Callao. Este sindicato, por cierto, implementaba un mecanismo bastante común en el puerto: cobraba cupos y extorsionaba a sus trabajadores para permitir que diversas obras, como la ampliación de la Costa Verde y el muelle de minerales de la Base Naval, se ejecuten.
  • En Chilca, se conformó otro sindicato para implementar el mismo modus operandi, pero esta vez para traficar con terrenos públicos o privados. El sindicato 15 de Enero, alrededor del cual se articulaban autoridades públicas, policías corruptos, sicarios, extorsionadores y traficantes de terrenos, servía como una organización de soporte para causar zozobra y miedo en la población de este distrito.

“Si todos nos esforzamos a trompicones por construir un país más democrático, moderno y transparente, bajo la perspectiva de un modelo económico e institucional que, aún con ciertos vacíos y ajustes pendientes, funciona bien, ¿por qué no podemos exigirle exactamente lo mismo a nuestras organizaciones sindicales?”, remarca Beteta.

Después de que el gobierno ha perdido en gran medida, la posibilidad de recuperar un crecimiento económico alto, es de esperar, que se aproveche la coyuntura para avanzar en una reforma laboral que alcance a todos los trabajadores y no solo a minorías privilegiadas. ¡Cuando uno está calato, ya no tiene nada que ocultar. Es momento para la verdad! Lampadia