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“¡Es el Estado, …estimado!”

“¡Es el Estado, …estimado!”

Algunos analistas creen ingenuamente que el contexto externo es el principal factor que explica la desaceleración de la economía peruana, y es a partir de este diagnóstico que el Gobierno tendría que expandir el gasto y relajar la política monetaria para hacer frente al menor ritmo de crecimiento. Este diagnóstico equivocado olvida que la inversión privada (el principal motor del crecimiento), se encuentra paralizada por la maraña burocrática, la “normatitis” recrudecida y las señales erróneas del Gobierno.

Durante el primer trimestre del año, el crecimiento del PBI fue de 4.9%, nivel inferior al esperado (5.5%). Esta desaceleración se explica por una menor inversión privada, que constituye entre el 80-85% de la inversión total y es uno de los principales motores de nuestro crecimiento.Así, entre los años 2010 y 2012 esta variable creció a tasas que superaban el 15% anual, pero el año pasado lo hizo solo a un ritmo de 3.9%, terminando el último trimestre en 0.5% (Ver: Volvamos a prender el motor de la economía).

¿Cuáles son las causas que explican la caída de la inversión? Algunos analistas creen que la respuesta está en el contexto externo. Explican que debido a una reducción de 12% en los precios de las exportaciones en el primer trimestre del año, y una reducción en el ingreso de capitales de corto y largo plazo (esta última asociada a inversión extranjera directa) se está afectando el crédito, sobre todo en moneda extranjera, y esto sería evidencia de que un choque externo estaría causando el enfriamiento. En efecto, el crecimiento del crédito en dólares se ha reducido a 4%, y en el primer trimestre del año solo ingresaron US$ 131 millones de préstamos de largo plazo, cuando en el año pasado entraron US$ 486 millones en el mismo periodo.

Pero este diagnóstico no es el más preciso. La demanda interna, impulsada principalmente por el comercio y el consumo, sigue mostrando un importante dinamismo. El crédito bancario total al sector privado ha crecido en promedio 19.3% en el primer trimestre, y el crédito en soles lo ha hecho en 26.2%. Entonces no hay un problema de “demanda insuficiente”. El remedio del libro de texto de Introducción a la Macroeconomía, recomendado por algunos ingenuos, asociado a la expansión del gasto público y relajación monetaria, solo inflaría transitoriamente la demanda interna sin corregir la fuente de la desaceleración: la contracción de la inversión privada.

Buena parte de esta contracción se debe alas trabas y la incapacidad del gobierno para permitir el desarrollo de los sectores: minero, energéticoy el de hidrocarburos. Consiguientemente se prevé una contracción de 7% en la inversión minera y una caída de 30% en la inversión eléctrica;dramático para un país con el potencial minero e hidroenergético del Perú. Este panorama contrasta significativamente con las cifras registradas entre el 2010 y 2012, en los que las inversiones minerasy energéticas crecieron en 15% y 27% anual respectivamente, impulsadas por los proyectos que se encontraban en marcha.

Pero también se ha hecho casi imposible invertir en el Perú tanto en negocios grandes como en pequeños: desde abrir una mina hasta poner un restaurante, o poner una antena de celulares hasta tramitar un cambio de uso de terrenos, conseguir permiso para abrir un nuevo colegio o un centro de salud, e inclusive, poner un letrero en la fachada de una bodega. (Ver: Otra vez la Parada…esta vez de la inversión) El efecto negativo sobre la inversión se incrementa por las normas contra-propósito y los temas como: Bear Creek, Ley de comida chatarra, Sunafil, Ley de seguridad y salud en el trabajo, Conga, el nuevo marco legal laboral, la exagerada regulación ambiental (Ver: Radicalismo ambiental en el ministerio), entre otros.

Como lo han señalado diversos economistas, el principal factor que nos está golpeando es la desaceleración de la inversión privada causada por el deterioro de la confianza, las expectativas y el clima de inversión. Es por ello que la principal receta para la reactivación implica tomar medidas de emergencia necesarias en el corto plazo para al menos facilitar el impulso de cinco grandes proyectos, así como generar una campaña de información y concientización en todos los ciudadanos sobre las relaciones causa-efecto que existen entre la inversión y el bienestar. Pero nada de esto será suficiente, si el gobierno no propicia un mejor clima político y un shock de confianza. Lampadia




El Perú renuncia al desarrollo y al bienestar general

El Perú renuncia al desarrollo y al bienestar general

A principio de año dijimos que el 2014 no era un año cualquiera: era crucial para el desarrollo integral, el último en el que el gobierno de Ollanta Humala podía emprender las reformas que mantengan el crecimiento económico adecuado y nos permitan dar el salto cualitativo al desarrollo integral. Dijimos que esto no era responsabilidad exclusiva del gobierno, sino de toda la clase política y las fuerzas vivas de la sociedad como el empresariado, la intelectualidad y los gremios.

Después de haber vivido activamente los primeros 5 meses del 2014, y de seguir varios eventos de debate sobre temas nacionales y participado la semana pasada en el Simposium del Oro y la Plata, tenemos que concluir que “el país no se está encaminando a que al cierre de este período de gobierno hayamos fortalecido nuestro camino al bienestar general”.

Cada día se hace más clara nuestra incapacidad para leer la realidad, apreciarla como un proceso y no con la noticia de la mañana (película y no foto), entender nuestro potencial, recoger las experiencias exitosas de otros países, y tal vez lo más importante, entender que todos los peruanos estamos al mismo lado de la mesa, de cara al futuro.

Veamos algunos elementos que nos han llevado a una conclusión tan dramática:

La película de nuestros avances

Durante los últimos 20 años, hemos crecido bien: a una alta tasa promedio, más en provincias, más en la sierra y la selva y más en las zonas rurales (ver: Sierra y selva rurales lideran crecimiento por primera vez en nuestra historia). Hemos disminuido la pobreza con mayor impacto entre los pobres y las regiones más atrasadas. Hemos creado una pujante clase media. Ha disminuido la mortalidad y la desnutrición infantil. Se han cumplido las Metas del Milenio (sociales) dos años antes. Disminuido la desigualdad en cualquiera de sus mediciones. Se ha aumentado la productividad a niveles record. Invertido alto, principalmente en las regiones. Se ha creado empleo de calidad. Hemos formado el sector industrial más fuerte de nuestra historia. Diversificado la economía el galope. Le hemos dado un impulso extraordinario a la sierra rural. Nuestra deuda externa es mínima. Hemos creado un potencial de desarrollo integral, que solo podíamos soñar. El prestigio del Perú en el exterior, es magnífico, entre inversionistas y agentes multilaterales.

Lo qué dice el Perú oficial y la izquierda tradicional

El primer gabinete de este gobierno oficializó el lenguaje anti-minero. La educación y la salud no son negocio, dijo el Presidente de la República después del último Cade. Ahora nos dicen que nuestro último ciclo de crecimiento se parece al que tuvimos con el guano y el caucho (¿Qué se puede hacer con el Perú? Ghezzi-Gallardo). La informalidad es el gran elefante en el clóset que no hemos tocado como país (P. Ghezzi –Perú Summit). Crecimos porque tuvimos suerte. Se acabó el viento a favor. La productividad, el empleo y la distribución no han sido satisfactorios (Ghezzi-Gallardo, página 97). Nuestra producción no tiene valor agregado. Estamos entrando en la trampa de los ingresos medios. Nuestra producción está concentrada en minería, tenemos que diversificarla (Ver: entrevista a Piero Ghezzi, Perú21, 18/5/14).

A dos años del cambio de gobierno, sin liderazgo y con la anomía de la clase dirigente

Hemos parado el crecimiento de la inversión privada (Volvamos a prender el motor de la economía).

Establecido las regulaciones ambientales más exigentes del planeta (Radicalismo ambiental en el Ministerio).

Hemos parado el desarrollo de los proyectos mineros, petroleros y energéticos, como lo ha  hecho ver el ex ministro Luis Carranza: “La cartera de proyectos está estancada”.

Según Ricardo Briceño (en el Simposium indicado): “En minería, hemos pasado del ´Texto Único Ordenado´ de los años 90 y dos instancias oficiales, que permitieron la gran inversión en la minería moderna y responsable, a 180 regulaciones en muchas instancias distintas y en diferentes niveles de gobierno (nacional, regional, local y “social”). ´Hemos pasado de un Gantt a un plato de espaguetis´.

No queremos abrazar la viabilidad de nuestro crecimiento minero: Carranza: “El Perú tiene una ventana de oportunidad e 15 años para beneficiarse de su minería”.

Roberto Abusada: “La minería ha sido el centro de la cultura peruana por miles de años”.

María Alejandra Zegarra: “las inversiones mineras tendrían un impacto macroeconómico apreciable hasta el 2024 (…) agregarían alrededor de 2% al PBI (…) incrementarían el aporte al fisco en 143% hasta el 2024”.

Hemos apurado una regionalización (Toledo) que no definió correctamente las instancias de decisión, distribuyó funciones sin capacidades, regionalizó los departamentos sin fomentar sinergias económicas y sociales, se crearon señoríos feudales con capacidades discrecionales absolutas, sin pesos y contrapesos y sin segundas instancias. Se desarticuló la estructura del Estado y se eliminaron las capacidades de gobierno de un país unitario.

Al mismo tiempo hemos debilitado nuestras instituciones (Desaprobación general del sistema político). Dejado de reformar la educación pública (Ver: Una impostergable revolución educativa). No hemos avanzado lo suficiente en infraestructuras (Ver: “Infraestructuras: menos pobreza y más desarrollo”). Finalmente, hemos profundizado la distancia entre la política y la economía y la sociedad. Hemos debilitado la confianza (Ver: “Sin instituciones no hay desarrollo”) en nuestras instituciones, nuestros líderes políticos, el futuro del país y entre los propios peruanos.

Lo que se dice y se hace en el mundo emergente

Bill Gates: “En el mundo también hay buenas noticias que explican cómo, cada día, la humanidad está construyendo una sociedad más justa, más sana y con mejores oportunidades de realización personal”.

Sala i Martín: “¡No! El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”.

China: “en lugar de obtener aprobaciones, las empresas pueden hacer lo que no está prohibido”.

Neranda Modi, nuevo Primer Ministro de India, ha prometido regresar a un crecimiento económico alto, comprometiéndose a seguir la máxima de: “no red tape, only red carpet for investors” (nada de papeleo, solo alfombra roja para los inversionistas).

¿Queremos ser parte del mundo moderno y eliminar la pobreza extrema?

Cuando en CADE 96 se planteó la “Visión del Perú al año 2020”, teníamos que hacer un gran esfuerzo de imaginación, esperanza y optimismo. Hoy hemos construido la posibilidad de superar nuestros sueños más audaces.

Según el banco global HSBC en su publicación “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”), el Perú puede ser uno de los países que más crezca durante los próximos cuarenta años, alcanzando el lugar 26 entre las economías más grandes del planeta.

“Tener la capacidad de sacar al Perú de la pobreza y de aliviar el sufrimiento de millones de peruanos, sin dar la batalla con todas nuestras armas; a pesar de las evidencias, las oportunidades y las advertencias es: INMORAL”. Lampadia




El Perú de espaldas a la minería

El Perú de espaldas a la minería

Durante el 11° Simposium Internacional del Oro y de la Plata, el capaz y valiente ex ministro de Economía, Luis Carranza se apartó del discurso de “tenemos una cartera de proyectos mineros” que nos garantizan se continúe con la inversión que necesitamos. Efectivamente, la realidad es que la inversión en el sector está sustancialmente parada.

A muchos les cuesta reconocer que el principal motor de nuestro crecimiento (pro-pobre, pro-clase media y pro-menor desigualdad) de los últimos 20 años, ha sido la inversión privada, y dentro de ella, la inversión de la minería moderna. Ya hemos mostrado en “Volvamos a prender el motor de la economía”, cómo el crecimiento de la inversión privada ha colapsado de dos firmes dígitos a cero y hemos alertado, que más allá de las alergias de nacimiento, o de los irresponsables intereses políticos de los anti-mineros, para arrancar de nuevo un crecimiento sólido, debemos empezar por la minería.

Como venimos machacando, una y otra vez, después de haber apagado las luces en el Perú, después de haber proscrito la inversión privada en la agricultura, la minería, la pesca y hasta el turismo (años 60,70 y 80), hemos emprendido la gran tarea de rehacer el país durante ya más de veinte años, pero no logramos aún, “recuperar el tiempo perdido”. Después de haber obtenido logros económicos y sociales extraordinarios (LAS CIFRAS DE LA PROSPERIDAD), estamos parando a mitad del camino con un discurso equivocado que tiene varios matices: “no a la minería”, “exportamos piedras”, “no tiene valor agregado”, “agua si, oro no”, “tenemos que diversificar la producción”, etc.

Todavía tenemos que poner en valor nuestros recursos naturales que son la mejor base de crecimiento inclusivo, para industrializarnos(no la única), y para obtener los recursos necesarios que cierren las brechas económicas y sociales que acumulamos en los tiempos de la oscuridad, tal como ha venido ocurriendo en los últimos 20 años.

El Perú tiene dos “GRANDES AGENDAS” pendientes, la de la educación-salud-instituciones-infraestructuras-ciencia y tecnología, y la de desarrollar nuestro potencial productivo.

Así lo ha hecho ver Carranza en su reciente presentación, como ha sido recogido por la prensa nacional: “El Perú tiene una ventana de oportunidad e 15 años para beneficiarse de su minería”, “Normas ambientales y tributarias afectan en 20% rentabilidad de la gran minería”, “Tenemos que aprovechar nuestro bono demográfico” (tres lustros según Carranza, hasta el 2050, según el HSBC  -sin tomar en cuenta el aumento de la esperanza de vida-, que pronto va a tener que ampliar la vida útil de los ciudadanos, más allá de los 65 años). “La cartera de proyectos está estancada”.

A continuación mencionamos los nombres de una serie de proyectos mineros que entendemos, están paralizados, o no logran echarse a andar, por diversas razones:

Conga, Quilich, Haquira, Tía María, Cañariaco, Caña Chacapaca, San Luis, Galeno, Río Blanco, Michiquillay, San Gregorio, Mar Cobre, Quellaveco, Santa Ana, y muchos otros proyectos de exploración.

En lugar de entender esta alarmante realidad, el gobierno se ha dedicado a promover el ahora llamado Plan de Diversificación Productiva. Para ello hasta el propio ministro de Energía y Minas se ha dedicado a publicitarlo, tal y como hizo en el Simposium del Oro y la Plata. Al respecto, en el mismo evento, Roque Benavides, CEO de Compañía de Minas Buenaventura, dijo: “Para que el Plan de Diversificación Industrial propuesto por el Gobierno tenga éxito, primero se debe acabar con la permisología y destrabar las inversiones que necesita el país para asegurar su crecimiento sostenido”.

Recientemente, una joven profesional peruana, María Alejandra Zegarra Díaz, ha producido en Londres un estudio “The contribution of mining in Peru: 2013-2024“, que demuestra el impacto positivo de la inversión minera para el Perú. Lampadia publicó dicho estudio y su resumen como (“El impacto macroeconómico de la minería”). Por ejemplo, Zegarra muestra que si se ponen en marcha los proyectos de cobre, los aportes al fisco se incrementarían hasta en 143% al 2024. Lampadia




Volvamos a prender el motor de la economía

Volvamos a prender el motor de la economía

Hace pocos días publicamos nuestra nota: Otra vez La Parada (esta vez en la inversión), en la que advertimos que,  lamentablemente, la economía peruana estaba bajando su ritmo de crecimiento. Tal situación se debe en gran medida a que la inversión privada (que entre el 2010 y el 2012 se expandía a tasas que superaban el 15% anual), en el 2013 creció apenas 3.9% y el último trimestre de dicho año, se incrementó un raquítico 0.5%. 

Sobre las razones de este “frenazo” se ha escrito varias veces. Para entenderlo, no pueden dejar de mencionarse: la pérdida de confianza en el futuro de la economía, tanto por las fuerzas externas, como las internas. En los últimos tiempos se ha producido un desorden interno casi generalizado. Al ciudadano de a pie y al inversionista, le resulta difícil saber hacia dónde vamos. Es indudable que la disminución del precio de los commodities, ha jugado un rol muy importante, pero tenemos que reconocer, que cuando todavía no habían bajado se desató una campaña anti-minera, que detuvo una serie de proyectos.

Peor aún, el primer gabinete del Presidente Ollanta Humala, presidido por Salomón Lerner Ghitis, “oficializó” el discurso anti-minero. Manejó muy mal el proyecto de Conga, que tenía en regla todos los requisitos legales y sociales, dejando tomar la iniciativa revoltosa a un presidente regional que tiene una agenda política radical. Por supuesto que el señor Lerner no es culpable del todo. Su error fundamental radicó en hacer eco del discurso anti-minero que consiste en: subir los impuestos, tildar de contaminante a esta industria y hacerla ver como sedienta de agua. Faltó perspectiva de análisis y un liderazgo educador, o sobró el basamento de una agenda política que entonces se desconocía.

El mismo Premier, suspendió el otorgamiento de nuevas concesiones en Apurímac y forzó una negociación con el sector privado para subir la carga tributaria. Eliminó el Aporte Voluntario, cuya aplicación se coordinaba con las autoridades locales y las propias empresas, para reemplazarlo por un nocivo impuesto a las sobreganancias del sector, que quedaría en manos del gobierno central. Este impuesto llevó la carga total del sector, hasta el 50% de la utilidad gravable. Desde entonces, el gobierno se ha puesto de espaldas a la minería, abandonándola a su suerte. Así es que teniendo un gran potencial de desarrollo, a pesar de la reducción de precios, es pertinente decir que el menor ritmo de inversión puede deberse en mayor medida a los factores internos, que a los externos.

¿Por qué tanta monserga con la minería, si estamos hablando de la parálisis de la inversión en general? Porque el principal motor de la economía desde hace unos 20 años ha sido la inversión privada, y su principal componente, la inversión minera.

Entonces, si queremos reactivar la economía, debiéramos entender que tenemos que recuperar un mayor ritmo de inversión. Y, nos guste o no, eso pasa por promover, con urgencia y sentido de importancia, la inversión minera.

Pero a un sector del país parece no agradarle que se ponga en marcha esta iniciativa. ¿Cómo podemos arreglar este gran inconveniente? Pues con lo único que se puede hacer para conducir un país: con liderazgo. No se trata de hacer campañas publicitarias, se trata de que gobierno y empresa se comuniquen con la población para explicar las relaciones causa-efecto de lo avanzado en los últimos años, no más negacionismo. Se trata de explicar cómo invirtiendo en minería podemos generar un importante crecimiento en el sector industrial, construcción, transporte, servicios portuarios, etc. También se trata de exponer que el Perú está atrasado en su desarrollo minero, que haciendo más minería podemos compensar la caída de los precios y mantener los recursos fiscales que necesitan las regiones y el gobierno central para cerrar las brechas sociales y económicas (educación, salud, instituciones, infraestructuras, ciencia y tecnología y superación de la pobreza),  que hemos acumulado en las décadas perdidas (60, 70 y 80).

Es evidente que no solo debemos promover la inversión en minería, pero ese motor nos ayudará a encender muchos más. Por otro lado, como explicamos en: Paul Krugman rompe mitos, y Piñera, Calderón, Krugman, industrialización y diversificación, no solo se trata de industrializarnos y de diversificar nuestra economía sobre la base de la minería y los demás recursos naturales, pero es un excelente trampolín, para dar un primer gran salto en la dirección del desarrollo integral e inclusivo. Lampadia




Otra vez La Parada (esta vez en la inversión)

Otra vez La Parada (esta vez en la inversión)

El panorama económico que se presenta este año no es de los mejores. A pesar de las optimistas proyecciones oficiales para la economía (expansión de 6%) y nuestro consuetudinario esfuerzo por ver siempre el vaso medio lleno, nuevamente los analistas han empezado a corregir sus estimaciones de crecimiento hacia la baja. Por ejemplo el BCP proyecta una desaceleración de los principales motores de la economía: la inversión privada y el consumo, (después de haberse frenado el motor de las exportaciones).

La inversión privada (entre 80-85% de la inversión total) ha sido uno de los principales motores de nuestro crecimiento llegando al 28% del PBI (US$ 53,000 millones el 2013). Entre el 2010 y el 2012, la inversión privada se ha expandido a tasas que superaban el 15%, sin embargo el año pasado, apenas creció 3.9% y el último trimestre solo 0.5%. El BCP estima que este año crecerá solamente 3.3%, cayendo aún más. Buena parte de esta desaceleración se debe al descuido en el que el gobierno tiene a los sectores minería, energía e hidrocarburos. Un reflejo de ello es que para el presente año se prevé una contracción de 7% en la inversión minera y una caída de 30% en la inversión eléctrica. Una situación dramática para un país con un enorme potencial minero e hidroenergético. Esta vergonzosa performance contrasta radicalmente con las cifras registradas entre el 2010 y 2012, en los que la inversión en minería creció 15% y la inversión eléctrica 27% impulsada por los proyectos que se encontraban en marcha.

Por su parte, el consumo privado, que venía registrando tasas de crecimiento de dos dígitos (se incremento en 6.4% entre el 2010-2012) tendría un frenazo en el presente año, creciendo apenas 4.8% luego de haberse desacelerado a 5.2% el año pasado.

Como lo han venido señalando economistas como Roberto Abusada, Hugo Santa María, Carlos Adrianzén y Luis Carranza, el principal factor que está golpeando a la economía es el deterioro de la confianza y las expectativas. Tal situación se debería a fallas sistémicas del Gobierno a la hora de dar mensajes claros a la población, la falta de liderazgo del gobierno y las debilidades de nuestra burocracia para impulsar los grandes proyectos. Luis Carranza, sostiene al respecto que el Gobierno “pensó, desde un inicio, que el crecimiento estaba garantizado y la inversión privada iba a continuar”.  

En este contexto, el BCP estima que la economía peruana crecerá 5.3% el presente año, y estará impulsada por el gasto público, el aumento de la producción de cobre por el inicio del proyecto  Toromocho, y el incremento de las exportaciones tradicionales. Pero este escenario base no está exento de riesgos. Actualmente se proyecta que China crecerá 7.5% este año, pero de desacelerarse al 6%, el Perú solo registraría una modesta expansión de 4.4%. (Cabe señalar que las proyecciones del BCP no incluyen el escenario confirmado de un Fenómeno del Niño, que aunque débil, afectaría a los sectores productivos).

El problema con una eventual desaceleración de la economía es que produce una sensación de frustración y debilita la capacidad de disminuir la pobreza. Además, como ya hemos mencionado antes en Lampadia, el costo de oportunidad de reducir un punto el crecimiento es enorme en términos de generación de empleo, impuestos y bienestar. (Ver: Los costos de la desaceleración).

La razón de la parálisis de la inversión no es porque no se quiera invertir en el Perú. Es porque se ha hecho casi imposible invertir, tanto en negocios grandes como en pequeños. Desde abrir una mina hasta poner un restaurante, o poner una antena de celulares hasta tramitar un cambio de uso de terrenos, conseguir permiso para abrir un nuevo colegio o un centro de salud, e inclusive, para poner el letrero en la fachada de una bodega.

En este proceso de parálisis no podemos dejar de considerar el impacto que tienen las normas contra-propósito y los temas como: Bear Creek, Ley de comida chatarra, Sumafil, Ley de seguridad y salud en el trabajo, Conga, el nuevo marco legal laboral, la tramitologia ambiental, entre otros.

Urge, entonces hacer un llamado a todas las instancias de gobierno, desde la Presidencia de la República hasta el municipio del distrito más pequeño del país. Este llamado debe incluir a la oposición, líderes gremiales y líderes de opinión, para diligentemente apostar por crear un clima favorable a las inversiones, como lo acaba de recomendar Paul Krugman. Además, tomar medidas de emergencia necesarias en el corto plazo para al menos facilitar el impulso de cinco grandes proyectos, así como generar una campaña de concientización en todos los ciudadanos sobre las relaciones causa-efecto que existe entre inversión y bienestar. Pero nada de esto será suficiente, si el Presidente de la  República no propicia un mejor clima político y de confianza mutua. Lampadia




Momento para romper mitos y dibujar líneas de desarrollo industrial

Momento para romper mitos y dibujar líneas de desarrollo industrial

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) actualizó el año base para la elaboración de las cuentas nacionales. La nueva Matriz Insumo-Producto (MIP) que describe las relaciones de consumo, producción, ingresos y el impacto de los encadenamientos intersectoriales en la economía peruana muestra una transformación en nuestro aparato productivo: la minería ha triplicado su participación en el PBI y el sector manufacturero ha crecido en participación, volumen y calidad en un periodo en el que la economía peruana se ha abierto a competir en los mercados internacionales. Pero no solo eso, la participación de las remuneraciones en el producto ha crecido 22% entre 1994 y el 2007, beneficiando a los trabajadores. Esta nueva información es una sólida base para evaluar nuestra estrategia de desarrollo, sobre todo, en lo que se refiere al sector industrial. El Perú necesita poner en valor sus recursos naturales y fortalecer los encadenamientos productivos en torno a estos sectores para generar una industrialización basada en nuestras ventajas, lo que en Lampadia hemos llamado la estrategia de los “binomios productivos”. 

NUEVAS CUENTAS NACIONALES

El cálculo de las cuentas nacionales se venía realizando asumiendo la estructura productiva y sectorial que tenía la economía peruana hace 20 años (1994). Ahora, el año base para la estimación de las cuentas nacionales será el 2007, para el cual se cuenta con información completa. Es evidente que en estas dos décadas la estructura de la economía peruana se ha transformado radicalmente, ganando mayor complejidad por la introducción de nuevas tecnologías, la llegada de nuevas inversiones, la diversificación de la demanda interna, la integración al comercio internacional y el incremento de la productividad. Uno de los aspectos que más se resalta es el gran aumento de la importancia de la minería en el producto, que ha pasado de 4.7% en 1994 a 14.4% en el 2007, al igual que los servicios financieros, y las telecomunicaciones, que casi han doblado su participación en el PBI. También se destaca el crecimiento que ha experimentado el comercio exterior, cuya importancia ha aumentado considerablemente. Así, las exportaciones han pasado de representar el 13% al 32% del producto, mientras que las importaciones aumentaron del 16% al 24%.

ROMPIENDO LOS MITOS DE LA IZQUIERDA SOBRE LA INDUSTRIA NACIONAL

Contrario a la prédica de la izquierda tradicional, el INEI muestra que no ha habido ningún proceso de desindustrialización. Es más, el sector manufacturero ha crecido en participación, volumen y calidad. En cuanto a participación, la ha acrecentado ligeramente como parte de un PBI 4 veces mayor. En cuanto a volumen, se ha más que duplicado, al pasar de US$ 7,170 en 1994 a US$ 16,900 millones el 2007. Y, en calidad, hemos pasado de una industria híper protegida, no competitiva,  de pésima calidad y altos costos para el consumidor, a una industria exportadora y competitiva a  nivel global. Además, nuestra nueva industria, se ha encadenado al resto de nuestros sectores productivos, especialmente al sector minero, que le compra el 10% de su producción, sin incluir el petróleo refinado.

Absurdamente, en el Perú, todos los días se repite el San Benito de que nuestra economía es primaria exportadora y que debe diversificarse. El gobierno ha anunciado un plan de desarrollo industrial, con el que nos viene amenazando y del cual nadie conoce su contenido, ni a sus gestores. Hay mucho temor de que se trate de un plan inspirado en una visión pre-globalización y apertura de la economía. El ex Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SIN), Pedro Olaechea, ha tenido que hacer públicas algunas ideas fuerza, como para que nos curemos en salud: “Nosotros creemos que un plan industrial es generar el entorno, que no haya sesgos en contra de un desarrollo de la industria. La industria en el Perú es del mismo tamaño que la minería, y ha venido creciendo de manera espectacular, han habido años de 9% anual con 1.25% de arancel. Entonces, ¿qué cosa es lo que requiere si se quiere hablar de un plan industrial? Es mejorar las eficiencias del entorno en el cual se va generar la industria, vale decir, buenas carreteras, buenos puertos, un servicio de electricidad confiable, que los haya a un costo competitivo. Entonces, ¿cuál es el mejor plan industrial?, ¿qué tan competitivo soy yo respecto a los otros países del mundo?, ¿qué tanto entorno genero yo para que venga acá el capital a instalarse? y a generar empleos de calidad, con contratos decentes y con todas las formas de contratación que son las que buscamos”.

ROMPIENDO LOS MITOS DE LA IZQUIERDA SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL EMPLEO

Otro mito común es que el modelo económico vigente solo beneficia a los empresarios (o al capital) a costa de los trabajadores. Sin embargo, la información oficial es contundente y contradice este mito: las remuneraciones han aumentando 22% su participación en el valor agregado, al representar ahora el 30.7% del producto (en 1994 sólo representaban el 25%). Igualmente, la nueva matriz insumo-producto confirma que la participación de los ingresos brutos de explotación se ha reducido de 64% (1994) al 60.5% (2007). Esto confirma que el modelo actual es pro pobre, pro clase media, y está fortaleciendo a los trabajadores.

INFORMACIÓN PARA ILUSTRAR NUESTROS JUICIOS

Todos queremos más industria, pero veamos algo de información, para educar nuestro criterio:

1-      Según la MIP 2007, el valor agregado del sector minero es de 68.1% y el del sector manufacturero 31.1%.

2-      Para desarrollar una mayor presencia en el refinado de nuestros productos minerales, necesitamos ser intensivos en energía y en capital. En los últimos años, hemos parado el desarrollo energético y desincentivado la entrada de capitales.

3-      Pero tal vez la mejor ilustración de la realidad se ve en el siguiente ejemplo: Si el 2013 (a noviembre), en vez de exportar concentrados de cobre, hubiéramos exportado mineral refinado, el valor de las exportaciones habría crecido solo en un 5.1%, y si hubiéramos exportado alambrón de cobre, el valor recibido hubiera crecido solo 14.5% adicional al de los concentrados. Estos márgenes adicionales fueron aún más pequeños en el 2010, según cálculos del IPE.

 

Por lo tanto, lo que queda claro es que, no se trata de agregar valor a los concentrados de minerales. Tampoco se trata de sustituir importaciones, como en el nefasto periodo de los gobiernos de Belaunde I, Velasco, Morales, Belaunde II y Alan I. Tampoco se trataría de establecer maquiladoras, o engancharse en las cadenas productivas internacionales, como dice Waldo Mendoza, que tendría un efecto menor. Necesitamos desarrollar una industria grande, sólida y competitiva.

¿DE QUÉ SE TRATA ENTONCES?

Pues de hacer lo que hicieron los países más avanzados. Desarrollaron la base de su industria, aprovechando sus recursos primarios. ¿Qué significaría eso en el Perú? Pues poner en valor nuestros recursos naturales y fomentar “Binomios Productivos”, cómo una de las principales líneas de trabajo para generar la industria que necesitamos:

  • Minero-Industria
  • Pesca-Industria
  • Agro-industria
  • Madera-Industria
  • Bio-Industria
  • Energo-Industria

Pero no solo necesitamos eso, también hay que fomentar otros desarrollos, pero que sean producto de la iniciativa privada y no del diseño de un burócrata, ya se ministerial o del Ceplán.

Por supuesto que no podemos olvidar del desarrollo de  infraestructuras eficientes y que lleven la modernidad a todos los peruanos, un sector público ´pro-inversión´, que facilite y resuelva los cuellos de botella o trabas regulatorias, un nuevo diseño filosófico de la Contraloría General de la República y, principalmente, gobernantes y líderes políticos y empresariales que empiecen a educar a la población sobre las relaciones causa-efecto que promueven la creación de riqueza, la prosperidad y la inclusión. Sin olvidar, por supuesto, los temas de educación, salud, seguridad y desarrollo tecnológico. Lampadia




Perú sigue retrasándose en inversión minera

Perú sigue retrasándose en inversión minera

La inversión en exploración minera en el Perú se redujo el año pasado 24%, pasando de US$ 1,000 millones en el 2012 a US$ 760 millones al cierre del 2013. Este es un fenómeno mundial, según un estudio de SNL-Metals Economics Group, ya que los montos invertidos en la exploración de nuevos yacimientos ascendieron a  US$ 15,200 millones en el 2013, frente a los US$ 21,500 millones del año 2012 (una caída global de 29%).

El informe da cuenta que en este contexto de contracción mundial, el Perú es uno de los países más perjudicados, ya que desde el año 2009 viene reduciendo sistemáticamente su capacidad de atraer nuevas inversiones para exploración en minería. Precisamente, en el año 2009 el Perú logró ocupar la tercera posición en el ranking mundial de inversión en exploración, mientras que en el 2013 fue desplazado al séptimo lugar.

Estos niveles de inversión contrastan con nuestro potencial, como puede verse en el siguiente cuadro:

Varios son los factores que explican esta tendencia en el mundo. Las fluctuaciones de los precios internacionales de los minerales (con tendencia a la baja) ajustaron los gastos en exploración de las principales firmas mundiales. Además, el mercado internacional ha sido muy selectivo para otorgar financiamiento a emprendimientos de alto riesgo, como la exploración minera. En el caso peruano, además de la menor propensión a invertir de los grupos mineros internacionales, hemos sufrido el embate de una campaña anti-minera por parte de grupos radicales que han obstaculizado sistemáticamente el desarrollo del sector. Lamentablemente, el gobierno peruano, especialmente a través de su primer gabinete, presidido por Salomón Lerner Ghitis, desencaminó el manejo gubernamental en el caso de Conga, suspendió la actividad minera en Apurímac y deseducó a la población, dejando consentir que la minería contaminaba, competía por el agua y era reemplazable por otros sectores económicos.

A pesar de este panorama poco alentador vivido el año pasado, un reciente sondeo realizado por Reuters entre firmas canadienses reveló que más de la mitad de las empresas mineras de la Bolsa de Toronto consideraron que era “muy probable” que busquen financiamiento en los próximos 12 meses para nuevos proyectos, mientras que el 90% percibía como “algo probable” la ejecución de nuevas inversiones. Esto sería una señal de que el flujo de capitales volvería con fuerza próximamente al sector, en una nueva ola de inversiones que no deberíamos desaprovechar.

En Lampadia hemos remarcado que aún nos encontramos lejos de llegar a nuestro potencial productivo, habida cuenta de los años perdidos en los 60, 70 y 80, cuando la economía estuvo prácticamente cerrada a la inversión privada en minería, agricultura, pesca y madera. Con una cartera de inversión de más de US$ 28 mil millones solo en exploración minera, es evidente que tenemos todo a nuestro favor para seguir incrementando nuestro volumen de producción de minerales y aprovechar la ola de inversión en exploración que podría volver a presentarse.

Precisamente esta semana se está llevando a cabo la convención de exploración minera más grande del mundo en Toronto, Canadá. Se trata del Prospectors & Developers Association of Canada (PDAC, por sus siglas en inglés), en la que el Perú ha sido nominado como el primer país minero auspiciador, y está participando con una delegación de más de 500 delegados para promocionar toda la riqueza geológica de nuestro país. 

Según el IPE (Instituto Peruano de Economía), si desarrolláramos nuestra cartera de proyectos mineros, que suma US$ 59,500 millones -muchos de los cuales se encuentran paralizados-, se generarían 2.37 millones de empleos estables, el PBI crecería adicionalmente en US$ 44 mil millones, las exportaciones en más de US$ 30 mil millones anuales y los ingresos fiscales en S/.25 mil millones cada año.

Si los peruanos fuéramos capaces de reconocer los aportes de la minería en generación de empleo de calidad, en transferencia de tecnología, en generación de producción industrial peruana, en los múltiples encadenamientos que tiene con otros sectores, en generación de divisas y en aportar importantes recursos fiscales; mediando por supuesto, los mejores estándares ambientales y sociales; en vez de tener movimientos anti-mineros, debieran  proliferar las marchas pro-minería y el apoyo abierto de la población, a lo que puede ser una de sus palancas más efectivas de desarrollo. Lampadia




Un plan de desarrollo productivo es más que un plan industrial

Un plan de desarrollo productivo es más que un plan industrial

Cuando se habla de políticas para industrializar un país, se transita sobre una delgada línea que separa ideas que podrían catapultar el desarrollo duradero, de aquellas ideas trasnochadas que nos llevaron a décadas de atraso productivo (60’s, 70’s y 80’s). La semana pasada, en el marco de la XV Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), llevado a cabo en Lima, el Presidente Humala declaró que es un objetivo nacional el fortalecimiento del desarrollo industrial, y adelantó algunos elementos que tomará en cuenta el Plan Nacional de Desarrollo Industrial que será publicado próximamente.

El primer elemento adelantado por Humala, es la eliminación de trabas que generan obstáculos a la inversión. Para ello propone la creación de un Observatorio de Obstáculos, el cual servirá para desburocratizarprocedimientos y dar rápida solución a la “tramitología” que desincentiva la ejecución de inversiones. El segundo eje señalado por el mandatario es la interconexión de las regiones con los mercados a través de inversiones en infraestructuras. El tercer punto es la atracción de inversión extranjera, y el cuarto eje gira en torno a recuperar técnicas productivas ancestrales para incluir a las regiones menos favorecidas.

Ronald Hartwell, uno de los más prestigiosos historiadores económicos -conocido por sus trabajos sobre el proceso  de industrialización inglés-, señalaba que la acumulación de capital es una de las características esenciales de los procesos de industrialización. En esta línea, una de las claves para estimular de forma inteligente una alta tasa de formación de capital en los sectores donde tenemos ventajas (ante el insuficiente ahorro interno), es a través de la atracción de la inversión extrajera. La plataforma de los TLC y acuerdos de integración económica que el Perú viene profundizando, como el Acuerdo Trans-Pacífico de Integración Económica , brindan el marco jurídico adecuado para incentivar la llegada de capitales de largo plazo en todos los sectores productivos. Esta estrategia ha sido seguida, por ejemplo, por Costa Rica, que ha podido consolidarse como un importante exportadorde piezas y partes de computadoras, al atraer inversión en sectores de alto valor agregado, lo que a su vez ha generado externalidades en la sociedad, al conseguir transferencia tecnológica, apertura de institutos técnicos y mejoras en la educación de la población.

Por otro lado, la competitividad de cualquier industria o actividad productiva puede ser potenciada perfeccionando los encadenamientos verticales y horizontales, referidos a la articulación con el sector primario -donde tenemos muchas ventajas- y el acceso a los llamados “insumos complementarios”, referidos a las infraestructuras necesarias para disponer de energía y conectar de manera económica las actividades productivas. De esta forma, se empezaría a  viabilizar el establecimiento de industrias complementarias.

El Perú cuenta con claras ventajas para generar industrias sostenibles en torno a la minería, el sector forestal, la transformación petroquímica, la pesca, las agroindustrias, la energía y el turismo. Un plan industrial moderno debería ser enfocado como un “Plan de Desarrollo Productivo”, pensado sobre la base de los limitantes al crecimiento regional, y dirigido a alcanzar el potencial productivo de los sectores donde tenemos ventajas. Esto llevaría por ejemplo, a la creación de un cluster de producción maderera de alto valor agregado en Pucallpa, una industria metal mecánica para el desarrollo minero y pesquero, la transformación de nuestros desiertos costeros en vergeles de agroexportación en base a la regulación de nuestros recursos acuíferos y, en el futuro, en base a la desalinización. Más productos turísticos como Kuelap, Chavín y Choquequirao, o los especializados en aves, vivencial y otros. Asimismo debemos promover las inversiones de las empresas chinas cuya cartera asciende a US$ 12 mil millones en sectores extractivos y la atracción de capitales para la creación de un complejo petroquímico, que ponga en valor nuestro recurso gasífero.

En el pasado, la política de industrialización ha sido sinónimo de medidas orientadas a la protección del aparato manufacturero desconectado de los sectores primarios, encareciendo las importaciones y cerrando la economía. Esta industrialización artificial venía impulsada por subsidios y beneficios tributarios que no solo no tenían el efecto esperado, sino que además beneficiaban únicamente a unos pocos privilegiados a costa de los ciudadanos (consumidores) y la competitividad de nuestra economía.  En contraste con esto, la experiencia ha enseñado que una política industrial moderna debe buscar aumentar la competitividad mirando al mundo, sin elegir grupos “ganadores” ex-ante e incentivando de forma inteligente la acumulación de capital en torno a los sectores con mayor potencial. 




Los errores de Francisco Durand

Los errores de Francisco Durand

En un reciente artículo en el diario La República, el sociólogo Francisco Durand le da con todo al modelo económico, desinformando mediáticamente y sin mostrar evidencias que respalden sus afirmaciones. La primera gran falacia que anuncia es que el modelo “nos hace vulnerables a un shock externo negativo: caída de los términos de intercambio y salida de capitales”.  Habría que explicarle al señor Durand que la agencia Moody’s, al distinguir entre los componentes asociados a la “exposición externa” de aquellos que denotan “resistencia”, considera que  el Perú tiene, junto a Chile, el nivel más bajo de vulnerabilidad en la región. En efecto, el modelo económico nos ha permitido acumular un impresionante nivel de reservas internacionales (US$ 67 mil millones, lo que representa 32% del PBI), las cuales cubren 7 veces la deuda externa pública y privada de corto plazo y respalda el 97% del total de las obligaciones del sector privado con las instituciones financieras.

Seguidamente, Durand confunde conceptos e infiere incorrectamente que el modelo “crea poco empleo formal por ser intensivo en capital, lo que favorece la informalidad”. De acuerdo a cifras del MINTRA, en la última década la PEA ha crecido 28%, mientras que el empleo adecuado ha aumentado en el mismo periodo en 96%, y el subempleo se redujo en 20%.  Esto significa que ya son 10 millones de peruanos los que tienen empleo adecuado, 4.8 millones más que hace una década. Estas cifras son el resultado del crecimiento de la economía peruana sustentado en el actual modelo, que en el mismo periodo, creció de $57 mil millones de dólares a $203 mil millones. Cabe recordar que los  sectores intensivos en capital son generalmente los que mejores trabajos ofrecen, y el aumento del empleo en la economía se debe a los encadenamientos de los sectores que jalan inversiones en el resto de la economía. Por otro lado, Durand pretende confundir al mezclar el fenómeno de la informalidad como una consecuencia de esto: la informalidad es consecuencia de la ineficiencia del Estado y el sistema político (no del modelo) para poder representar los intereses del mundo emergente, y eliminar los pesados sobrecostos que representan todas las gollerías laborales, beneficios e indemnizaciones que defiende la CGTP y Mario Huamán, al margen de los intereses y capacidades de la avalancha de nuestros empresarios emergentes.  

Los siguientes dos errores de Durand se refieren a que el modelo “privilegia la propiedad privada y dentro de ella  a la gran empresa”, y “favorece la concentración  económica  y tiende al abuso de la posición de dominio de mercado”. ¿Puede considerarse una falla del modelo que se privilegie la propiedad privada? ¿O es más bien una virtud, en cuanto permite capitalizar la fuerza y creatividad de  los ciudadanos, y generar incentivos para crear riqueza? Durand tiene que actualizarse un poco más sobre el rumbo que está tomando el mundo y las reformas pro mercado y propiedad privada que está emprendiendo el Partido Comunista chino, el más grande del planeta. Igualmente es falaz argumentar que el modelo económico es pro “concentración económica” y pro “abuso de posición de dominio”, ya que la economía de mercado endógenamente atrae capitales a aquellas actividades con mayor retorno, fomentando la competencia. Así, la apertura comercial, a diferencia del modelo de sustitución de importaciones de los 60’, 70’ y 80’ elimina los privilegios internos de unos pocos menguando la concentración industrial, y con ello fomenta la competitividad y brinda una mayor oferta de bienes y servicios -a mejor calidad y precio- a 30 millones de consumidores, que forman el Perú.

Nuestro autor también menciona que el modelo “reprimariza la economía en torno a la minería, la actividad extractiva más destructiva”. Eso es falso, ya que el modelo no tiene esta propiedad. El Perú ha sido bendecido con recursos naturales, que a buena hora los podemos aprovechar, ya que es la forma más rápida de salir del subdesarrollo. No obstante, ¿cómo va a ser destructiva la minería, si las provincias que tienen una mayor influencia minera registran los menores índices de desnutrición crónica infantil, y de acuerdo a la valuación Censal de Estudiantes (ECE) de Segundo Grado 2012, esas mismas zonas mineras también tienen los más altos rendimientos de aprendizaje escolar? Ver El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario.

Otra perla de Durand es su afirmación, de que  “la “competitividad” se basa en salarios bajos (cholo barato)”. Esto también es falso, ya que en los años en los que la economía estuvo cerrada a las inversiones, el ingreso rural crecía solo 1.4% al año. Es a partir de 1994, un año después del cambio constitucional que respalda nuestro actual modelo, que los ingresos rurales empiezan a crecer a una tasa de 7.2% cada año. Ciertamente nuestra competitividad aún no está basada en el conocimiento y la innovación, pero no se puede negar que la productividad total de factores (PTF) tuvo un crecimiento record durante la última década, alcanzando un promedio anual de 3%, el más alto de los últimos 60 años.

Invitamos a Francisco Durand a visitar nuestra publicación de Las cifras de la Prosperidad, y a debatir con los economistas de este portal. Lampadia




Diseñemos un Fondo de Estabilización

Diseñemos un Fondo de Estabilización

El año pasado el canon minero total ascendió a S/. 5,170 millones lográndose las mayores transferencias de la historia. Sin embargo, la caída no esperadade los precios de los metales en el 2012 llevó a que este año el canon haya disminuido en más de mil millones de soles, y en algunas regiones como en Cusco, la caída de las transferencias fue mayor al 90%, dañando las finanzas sub-nacionales y la programación de algunos proyectos de inversión.

El malestar social, el oportunismo político ante las menores transferencias, y las movilizaciones regionales contra el Gobierno Central -en especial contra el Ministro de Economía- evidenciaron que la bonanza (no esperada) de los últimos años, que incrementó el canon y regalías de S/.285 millones en 2003 a S/. 5,700 millones en el 2012, había acostumbrado a los gobiernos sub-nacionales a recibir crecientes transferencias. Sin embargo, el Gobierno Central también ha fallado en su estrategia de comunicación para hacer entender la naturaleza volátil y transitoria de estos recursos. De hecho, entre el 2004 y el 2012, las transferencias por canon minero y regalías han mostrado una correlación de 0.9 con la evolución del índice de precios de los metales, lo cual revela la elevada sensibilidad de las finanzas de los perceptores de estos recursos a las fluctuaciones de los precios de los commodities. Esta situación es más grave si consideramos que las circunscripciones que dependen delos recursos naturales muestran altas tasas de necesidades básicas insatisfechas (NBI), y que muy pocos de estos distritos (en su mayoría rurales) están en la capacidad de recaudar impuestos directos sosteniblemente, mostrando bajo grado de autonomía fiscal y alta dependencia de transferencias del gobierno central.

Ante esta situación, la creación de un Fondo de Estabilización Sub-nacional (FES), que se extienda sobre los ciclos presupuestarios con depósitos hechos durante los años de boom y retiros durante los años de vacas flacas, permitiría suavizar la volatilidad de los precios de los commodities a los presupuestos sub-nacionales, haciendo más previsible y estable el flujo de recursos disponibles por canon y regalías, y con ello se facilitaría una mejor planificación y programación de los presupuestos locales y regionales. No solo eso, también podría funcionar como un fondo para encarar emergencias (por ejemplo, por desastres naturales), y además facilitaría la ejecución de políticas anti cíclicas por parte del Gobierno Central, ya que este nivel de gobierno tendría más control sobre el gasto agregado.

Las fuentes que alimenten el FES podrían estar asociadas a apropiaciones discrecionales del presupuesto sub-nacional, parte del superávit (cuando se genere) o transferencias basadas en una fórmula predeterminada. Igualmente, los retiros del FES podrían estar sujetos a la aprobación de una mayoría calificada o de acuerdo a una fórmula que refleje la caída de los ingresos. En general, la recomendación es que se utilice -tanto para los depósitos como para los retiros- una fórmula predeterminada, sencilla y fácil de entender, sobre las transferencias generadas por las industrias extractivas, ya que el uso de una regla no solo reduce la interferencia política, incrementando las propiedades estabilizadoras de los fondos (genera menos control discrecional), sino que la fórmula puede forzar a los gobiernos locales a realizar depósitos incluso en años en los cuales las transferencias se reducen, si es que desde un horizonte de largo plazo el canon y las regalías son aún elevadas. Además, los superávit presupuestarios (generación de saldos) no necesariamente son adecuados para alimentar el FES, ya que estos pueden ser consecuencia de la manipulación política más que de la evolución de la economía y el manejo financiero apropiado.

 

Los depósitos tendrían que estar en cuentas individuales a nombre de cada gobierno local o regional, ya que la normativa constitucional establece que el canon es de propiedad de cada circunscripción; no obstante, el manejo financiero tendría que hacerse en conjunto para buscar mayores retornos por estos recursos. Dado que el objetivo del FES es reducir la volatilidad de las transferencias de recursos naturales, y no actuar como un “fondo de riqueza” de largo plazo, se deben establecer ciertos techos en su stock, puesto que el FES debe ser suficientemente grande como para financiar la menor disponibilidad de recursos, pero no tan grande como para perder retornos importantes en su uso, dada las altas necesidades en los distritos más dependientes del canon.




El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario

El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario

La izquierda tradicional suele difundir la equivocada idea de que el camino al desarrollo se encuentra a través de políticas activas del Estado para impulsar una “industrialización” en el sector manufacturero. Sin embargo, los dos países que encabezan el Índice de Desarrollo Humano son Noruega (1°) y Australia (2°), países que se caracterizan por sus extensas industrias extractivas, y que explotan y exportan más recursos naturales que el Perú.    

En efecto, en Noruega, solo la extracción de petróleo representa el 23% del PBI y, sus exportaciones de crudo y productos minerales, alcanzan al 55% de sus exportaciones.En Australia, la exportación de minerales metálicos y no metálicos y combustibles, representa el 65% de las exportaciones, mientras que las exportaciones agropecuarias alcanzaron el año pasado una participación de 13%. Sin embargo, en estos países no existe la “enfermedad holandesa”, tan mentada por la izquierda para contraindicar la promoción de la inversión privada en estos sectores.

A diferencia de lo que se observa en países como Noruega, Australia, Canadá y muchos otros países que están logrando progresar y desarrollarse utilizando como palanca la explotación de recursos naturales, en el Perú aún nos mantenemos en niveles de producción que están muy por debajo de nuestras capacidades potenciales. Así por ejemplo, en el 2012 ocupamos el décimo lugar en el ranking de los países con mayor extensión de bosques, con 68 millones de hectáreas (ha) y 17 millones de ha de bosques naturales capaces de producir madera sosteniblemente; sin embargo, nuestras exportaciones madereras apenas alcanzaron los US$ 470 millones, mientras que Chile -un país que no tiene bosques naturales- exporta cerca de US$ 6 mil millones. El potencial de desarrollo del sector forestal en el Perú debería ser del orden de cinco veces el de Chile, y constituye un buen ejemplo de la una magnífica oportunidad que se está desperdiciando para generar una producción forestal de más de US$ 25,000 millones anuales, dando empleo de calidad a toda la población de la selva y a buena parte de la sierra (ver: ¿Cómo impulsar el desarrollo en la selva?).

La eventual disminución de ingresos por exportaciones que se registró el año pasado-dada la disminución del nivel de precios- hubiese podido ser largamente compensada por el quantum; es decir, el mayor volumen de producción que exportaríamos si desarrollamos nuestros recursos con el propósito de acercarnos a nuestro verdadero potencial, seguramente el triple de nuestra producción actual. Y es que habida cuenta de los años perdidos en los 60, 70 y 80, cuando la economía estuvo prácticamente cerrada a la inversión para la explotación de recursos naturales, ya sea en madera, minerales o pesca, ya es el momento de diseñar políticas inteligentes que permitan acelerar la explotación racional de nuestros recursos naturales, y cerrar las brechas económicas y sociales que  generamos durante esos 30 años de políticas anti-inversión privada.

Según el IPE (Instituto Peruano de Economía), si desarrolláramos la cartera de proyectos mineros, que suma US$57,500 millones, muchos de los cuales se encuentran paralizados, se generarían 2.37 millones de empleos estables, el PBI crecería adicionalmente en US$44 mil millones, las exportaciones en más de US$30 mil millones anuales y los ingresos fiscales en S/.25 mil millones cada año. Es evidente que con estos recursos podríamos construir muchos hospitales, postas, escuelas y  carreteras, así como aumentar las remuneraciones de los servidores públicos.

El reto que tienen los economistas peruanos en el siglo XXI, ojalá antes del bicentenario,  ya no está centrado en el desarrollo de modelos macroeconómicos para controlar la inflación y los equilibrios agregados. Ahora el reto está puesto en pensar en términos de estrategias de desarrollo sostenibles que permitan la creación de un ambiente regulatorio y de negocios, que nos ayude a alcanzar el, aún lejano potencial productivo, sin llegar a caer en la “enfermedad holandesa”, corrupción, estancamiento de otros sectores, privilegios para una oligarquía, concentración del ingreso o dependencia, propiciando el encadenamiento de nuestras actividades primarias, con el sector industrial y de servicios. La evidencia sugiere que esto se logra con mercados y democracia y mucha comunicación.Una mirada desapasionada a la economía nos debería llevar a encontrar en la explotación racional de nuestros recursos naturales la gran “ventana de oportunidad” para el desarrollo integral del Perú.




Este es el momento de reformar el canon

Este es el momento de reformar el canon

En un artículo previo publicado en Lampadia explicamos que los crecientes recursos públicos (no esperados) recibidos por los gobiernos subnacionales en calidad de canon, debido al gran impulso que ha tenido en los últimos años la actividad minera en el país, ha generado fuertes desbalances entre las circunscripciones productoras y no productoras, al punto que el 60% del canon total se concentra en distritos de solo 16 provincias. Existen disparidades dentro de los mismos departamentos productores -en Pasco un distrito productor recibe un ingreso per cápita 106% mayor que un distrito no productor-, al tiempo que la mayor afluencia de estos recursos han incrementado la presión para gastar con una deficiente planificación; en otros casos se registró una baja ejecución con una creciente acumulación de saldos de balance -que ascendieron a S/. 4,162 millones a diciembre de 2012-, y una elevada fragmentación de la inversión local, además del descontento social de las circunscripciones que no reciben canon.

Como se aprecia a continuación, en la actualidad el canon sigue un esquema de reparto en capas que prioriza fuertemente a las zonas productoras: 

Esto quiere decir que un distrito productor como San Marcos, que alberga a la compañía minera Antamina, recibe un 10% del canon total generado por esta mina (50% de su IR) por ser distrito productor, más parte del 25% a ser repartido entre todos los distritos de la provincia de Huari, más una participación sobre el 40% a ser repartido entre todos los distritos del departamento de Ancash. La participación que San Marcos obtendrá por ser parte de la provincia productora y del departamento productor dependerá de los factores de asignación provincial y departamental construidos sobre la base de su población y el Indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas. Así, este año este distrito se benefició en neto con el 14,4% del canon repartido en Ancash.

La problemática mostrada indicaría la necesidad de ir hacia una reforma que apunte a mejorar la distribución relativa al interior de los departamentos productores, de forma que se logren mayores niveles de equidad dentro del ámbito territorial productor y se asegure una mayor participación de los distritos más pobres. Pero se debe ponderar las restricciones de naturaleza constitucional, política y social que existe en torno a la distribución del canon, por lo cual la reforma no debería ampliarse para distribuir estos recursos más allá del propio departamento productor.

Consideramos conveniente elevar la participación de los gobiernos regionales a 25%, ya que es la instancia sub-nacional con la capacidad de articular la planificación del desarrollo a nivel departamental -por el alcance territorial de sus funciones-, y adecuar el equilibrio territorial y político entre los diferentes gobiernos locales. El nivel regional cuenta con mayor facilidad para ejecutar proyectos de envergadura alineados a las políticas nacionales y demandas territoriales -de impacto interdistrital- aprovechando economías de escala. Así por ejemplo, en promedio la inversión por proyecto de los gobiernos regionales es de S/. 5 millones mientras este monto asciende a S/. 1,1 millones para el nivel distrital. El distrito productor debería mantener un porcentaje fijo de asignación, no solo por consideraciones políticas, sino también económicas, pero reduciendo su participación global para desconcentrar las transferencias. Lo mismo debe suceder con la segunda capa, a ser distribuida entre los distritos (productores o no) localizados en la provincia productora. De esta forma, se liberalizarían mayores recursos concentrados en los distritos cercanos a la zona productora para ser repartidos dentro del ámbito departamental. La construcción de fórmulas de reparto interdistrital del canon que incorporen factores que potencien la compensación por capacidad fiscal, necesidades de gasto o niveles de pobreza redundarían en una significativa mejora de la eficiencia asignativa y con ello también se optimizarían los niveles de ejecución.

El tema de la reforma del canon es complejo por las múltiples dimensiones que abarca la distribución, uso, manejo y ejecución de las rentas generadas por las industrias extractivas (en un contexto descentralizado), así como las consideraciones constitucionales y políticas en torno al canon, y los problemas adicionales de la alta volatilidad de estos recursos. Sin embargo, en relación a la distribución de los recursos, el Gobierno podría aprovechar la actual coyuntura para implementar una reforma que apunte a una mayor equidad. Es el momento, tomando en cuenta que el canon minero del presente año ya fue repartido y el MMM 2014-2016 considera una reducción estimada de cerca del 10% para el canon minero del 2014.