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América Latina: La carrera para ver quién pierde más

América Latina: La carrera para ver quién pierde más

Muchos calificaron al decenio pasado como la década de América Latina. Efectivamente, en los 90 la región ajustó sus economías para pagar los errores de las décadas pasadas que generaron: parálisis económica, alta inflación, déficits fiscales, populismos desbocados, grandes deudas públicas, etc. En el nuevo siglo, en que tuvimos muy buenos precios de los commodities, abundante inversión, financiamiento internacional y bajas tasas de interés, la región estaba preparada para cosechar.

Sin dudas, el país que mejor aprovechó las oportunidades de la primera década del presente siglo fue el Perú al consolidar su exitoso modelo de libre mercado. Gracias a él tuvimos el mayor crecimiento económico de la región, una acelerada reducción de la pobreza y la disminución de la desigualdad, entre otros muchos desarrollos sociales y económicos (ver en Lampadia (L): Las Cifras de la Prosperidad.

También, se manejaron adecuadamente Chile y Colombia con economías de mercado, así como México y Brasil. Estos últimos apuntalaron sus inmensas economías congrandes programas sociales de reparto. Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, los países del Alba, también pudieron beneficiarse inicialmente, del aumento del precio de los commodities, pero sus políticas híper populistas, especialmente las de Argentina y Venezuela, a pesar de los precios de sus exportaciones  terminaron por hundirlos en la miseria.

Hacia la segunda década del siglo, pareciera que la región pierde la fe en sus propias capacidades y la línea de la prosperidad. Esta situación estaría gatillada por una serie de eventos internos, los cuáles se amparan  en la disculpa del cambio de condiciones de la economía internacional, como la baja del precio de los commodities, la crisis europea, la ralentización del crecimiento chino y la disminución y encarecimiento de los flujos financieros internacionales.

Brasil se desploma víctima de una visión pro Estado que les hizo creer que la plata iba a seguir cayendo del cielo (boom de commodities) y que no necesitaban promover una economía dinámica y competitiva basada en el mercado. Esto acompañado por una feria de corrupción generada por el exceso de poder político del partido de Lula y Rousseff (irónicamente llamado ¡de los trabajadores!). México, con Peña Nieto, inaugura un ambicioso programa de reformas que permitían esperar grandes resultados. Lamentablemente, el asesinato de 43 estudiantes, el pobre manejo del tema por parte del Presidente y las acusaciones de corrupción, han puesto a las reformas en segunda fila.

A Colombia la fue muy bien con Uribe y Santos, especialmente los últimos años, pero el precio del petróleo desacelerará su crecimiento. Lo mismo le pasará a Ecuador, pero agravado por el abusivo ejercicio del poder de su Presidente, Rafael Correa.

Chile, el país más inteligente de la región, según el historiador británico, Niall Ferguson, “está ejerciendo su derecho a ser estúpido”. Efectivamente, después de dos décadas de exitosos gobiernos de la Concertación izquierdista y del interregno de la derecha con Piñera, elige un segundo gobierno de la Presidenta  Bachelet quien parece empeñada en seguirla ruta inversa de Alan García en el Perú. Ella tuvo un primer gobierno, que si bien debilitó la economía del país, no la sacó del carril de la economía de mercado. Ahora, en cambio, aprovechando las protestas estudiantiles (que empezaron en su primer gobierno, y que con Piñera dejaron un tufo de desencanto que no supo contrarrestar), se alía con el partido comunista donde milita la carismática líder estudiantil, Camila Vallejo, ha decidido “refundar el país” sacándolo de la economía de mercado para llevarlo a un socialismo trasnochado. Ver comentarios al respecto en Lampadia: Des (Grecia) y reflexiones para el Perú y Dos nuevas repúblicas, del chileno Gonzalo Rojas.

En cuanto a Venezuela y Argentina, ya casi no hay nada que agregar, sus regímenes están “in artículo mortis” después de colapsar a sus países económica, social y políticamente. Por si fuera poco, ambos tienen niveles de corrupción insostenibles.

El caso del Perú es parecido al de Chile. Nunca habíamos tenido un ciclo virtuoso como el de la primera década del siglo, pero elegimos un gobierno que negaba todos los avances y proponía un programa chavista. Sin embargo, para acceder al poder tuvo que entrar, sin convicción, por el aro de la “hoja de ruta”. Lamentablemente, así como se dice que la comunicación del ser humano es en un 80% corporal y gestual, así también, el gobierno del Presidente Ollanta Humala comunicó con gestos y actitudes a inversionistas y funcionarios públicos sus sentimientos anti inversión privada y sus anhelos pro Estado populachero y nacionalista (en el mal sentido de la palabra), con su mirada más provinciana que global.

Ya hemos comentado como se detuvo nuestro más espectacular ciclo virtuoso. Desgraciadamente, la cosa no termina con la frenada de la economía y su negativo impacto social, a esto hay que sumarle el desbarajuste político que está terminando de destruir la confianza de peruanos y extranjeros en la recuperación de nuestra economía. Ver al respecto en (L): Cese del fuego de Jaime de Althaus y El político sin convicción del Perú, de The Economist.

Por más agua que haya pasado debajo del puente, todavía estamos a tiempo de “enmendar entuertos”. Señor Presidente de la República, líderes políticos de los partidos más representativos: ¡Prométannos que después del Carnaval, tendremos Pascua de Resurrección! Lampadia




El futuro de México necesita se resuelva tragedia de estudiantes

El futuro de México necesita se resuelva tragedia de estudiantes

El gobierno de Enrique Peña Nieto atraviesa por un momento complicado. La desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa (Iguala en el Estado de Guerrero) ensombrece un mandato que despertó el entusiasmo de importantes analistas y publicaciones internacionales y fortalece la resistencia de las mafias afectadas por sus reformas. La revista Time, por ejemplo, calificó a México como “el nuevo mercado emergente de moda”. La publicación apuntaba que a pesar de que “sus desafíos son complicados: un narcotráfico poderoso y organizado, una corrupción galopante y atrasos sociales considerables. El presidente y su equipo de reformadores han logrado poner en marcha un paquete de reformas cruciales, destinadas a transformar el país y colocarlo en una posición expectante en el concierto global”.

Algunas de estas reformas son: revolución educativa, de telecomunicaciones, bancarias, fiscales, políticas y energéticas. Afectan a los intereses ligados a las fuentes de corrupción enquistadas en la educación pública, la baja productividad del monopolio petrolero estatal y los monopolios privados y el abuso de posiciones de dominio en los negocios de telecomunicaciones, televisión y banca.  Están diseñadas para desideologizar la gestión de gobierno y modernizar el país. Ver Lampadia (L): La Nueva Misión de México.

Tales transformaciones parecían imposibles. Aún así, Peña Nieto las emprendió dando pruebas de gran destreza política. Andrés Oppenheimer definió bien esta cualidad: “De todas las cosas que pasaron en Latinoamérica el 2013, lo que podría tener el impacto más positivo es el Pacto por México de los tres principales partidos políticos mexicanos”. Ver en (L): México, capaz de lo políticamente imposible.

Como señala el Time: “Peña Nieto se presenta como un reformista nuevo y joven, pero es un producto de la elite gobernante que ayudó a llevar a México al borde de la ruina. Tanto su tío como su padrino fueron gobernadores del estado de México, un puesto que él mismo asumió en 2005 cuando tenía 38 años. Es miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó el país durante 71 años —a menudo con la ayuda de resultados electorales considerados fraudulentos— hasta que perdió del poder en el año 2000. Peña Nieto resucitó al PRI prometiendo resultados audaces y tangibles a un país en gran medida resignado a la corrupción y la estasis. Peña Nieto prometió reformar el sector energético, manejado por el Estado, y el sistema tributario, y contener la brutalidad de la guerra del narcotráfico”.

El presidente ha ido adelante con la reforma educativa, encarceló a Elba Gordillo, líder del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Además puso en marcha la reforma energética y tributaria. Pero el tema del narcotráfico y la violencia asociada a él, no llega a tomar cuerpo. En un reciente editorial titulado “From bad to worse” (De mal en peor), The Economist señala que esta es la peor crisis de la administración de Peña Nieto. En el artículo indica “se ha centrado únicamente en materia económica, pero este enfoque no ha hecho que los niveles de extorsión y secuestro hayan disminuido, a pesar de haber reducido un poco los niveles de violencia”. Agrega, que su imputada inacción “ante el caso de Ayotzinapa, es un símbolo de la falta del gobierno federal en poner el tema de seguridad como una prioridad”.

Pareciera que se está juzgando con apuro y excesiva severidad a Peña Nieto. La enorme inseguridad que sufre México no es responsabilidad de su gobierno y, está claro, que no podrá erradicarse de la noche a la mañana a los cárteles de narcotráfico que están fuertemente enraizados en la política, economía y sociedad mexicana; cuya estructura de gobierno federal, introduce una mayor dificultad para un liderazgo efectivo desde el gobierno central.

Como bien ha señalado Enrique Krauze en su artículo México Bárbaro: “La espantosa masacre de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa ha provocado una indignación social sin precedente desde 1968. Es una reacción justificada y natural. Dada la historia remota y reciente de Guerrero, la tragedia tenía fatalmente que ocurrir, lo extraño es que no ocurriera antes y que las diversas instancias de gobierno no la previeran y evitaran (…). [Los narcos están arraigados en este estado debido a]: una geografía accidentada (intrincadas e incomunicadas serranías), una ancestral cultura de violencia, una sociedad resentida por las secuelas de la guerra sucia y tan pobre —en algunos sitios— como las zonas más depauperadas del África. Pero algo más atrajo irresistiblemente al crimen organizado: la corrupción política. En muchos municipios de Guerrero (y del país) los presidentes municipales y sus aparatos policíacos [dependientes de los municipios], cobijan a los señores del narco, se asocian con ellos o, en algunos casos (como en Iguala), son ellos. En Guerrero, el Gobierno estatal del PRD, que lleva casi diez años al mando de la entidad, contempló este vínculo de la política con el crimen sin inmutarse (eso en el mejor de los casos). El poder federal fue, cuando menos, omiso e ineficaz. Y el Ejército, que tiene una base importante cerca de Iguala, inexplicablemente dejó que la alianza perversa asentara sus reales”.

En el caso de Iguala, el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas es el principal responsable. De hecho, Abarca, el alcalde acusado (y quién a todas luces ordenó la matanza) de la desaparición de los estudiantes postuló por este partido izquierdista. Hoy el PRD está totalmente desacreditado.

Peña Nieto, no es responsable directo de lo ocurrido en Iguala, pero siendo el Presidente de la República, y dada la magnitud de la indignación ciudadana, no podía evitar ser salpicado. Además, como aparentemente no se compró el tema oportunamente y con suficiente energía,  ha sido tomado como un símbolo de lenidad, hábilmente aprovechado por los enemigos de sus reformas, sobre todo los vinculados a los antiguos círculos de corrupción.

Lo lamentable es que si no logra superar este problema, puede perder legitimidad para seguir profundizando o mantener sus reformas. Peña Nieto ha dado pruebas de ser capaz de crecerse ante la adversidad y se espera que pueda superar este momento y liderar una lucha inteligente contra la violencia. Si alguien tiene las condiciones para hacerlo es él. Por el bien de este gran país y el de todo Latinoamérica, esperamos que nuestro socio en la Alianza del Pacífico, tenga éxito. Lampadia




La meritocracia es la clave para mejorar la educación

La meritocracia es la clave para mejorar la educación

Como se ha planteado en Lampadia anteriormente, una de las estructuras estatales que necesita ser reformada con urgencia es la educativa. Es imperioso para salir de los pauperrimos niveles en los que nos encontramos (últimos en el Pisa) y establecer la meritocracia como principio rector de la gestión pedagógica, contra viento y marea.  (Ver en Lampadia (L): Una impostergable revolución educativa).

Días atrás, en Lampadia, señalábamos que de acuerdo al libro que acaban de publicar John Micklewait y Adrian Wooldridge (“The Fourth Revolution – The Global Race to Reinvent the State” (La cuarta revolución – La Carrera Global para Reinventar el Estado) en el Asia se viene produciendo una enorme transformación del aparato estatal y que se está formado lo que hemos llamado: El Estado Meritocrático. Es decir un Estado que cuenta con funcionarios públicos de primer nivel, bien educados, empoderados, respetados y muy bien remunerados. (Ver en LInstalemos un Estado Meritocrático en el Perú.

En Singapur seleccionan a sus futuros funcionarios públicos desde el colegio. Identifican a los mejores alumnos, les dan todas las becas posibles y gastan una fortuna entrenándolos. La capacitación y la formación permiten a esta élite estatal estar al tanto de las últimas y mejores prácticasdel mundo en aspectos de gerenciay del sector privado, las cuales no dudan en implantar en sus organismos públicos.

Este tipo de mentalidad es la que debiera regir en la educación nacional. Los maestros peruanos tendrían que estar entre los más altos estratos sociales y económicos de la sociedad, respetados y bien compensados. Por su parte el Estado peruano ha efectuado importantes esfuerzos para mejorar la situación de los maestros. Se han duplicado las remuneraciones, pero la educación sigue igual. Se mejoró la infraestructura, pero nada cambió. Se pretendió establecer la meritocracia, pero el sindicato de maestros se resistió y los ministros cedieron ante el Sutep, que volvió a empoderarse. Especialmente durante la gestión de Patricia Salas, que al peor estilo de gestión estatal, hizo borrón y cuenta nueva de todo lo avanzado, en vez de mejorar los procesos. Años perdidos y más niños condenados a un futuro sin capacidades.

Esta situación no es aceptable. Si queremos avanzar no nos queda otra alternativa que la de  enfrentar al Sutep, un sindicato clasista y comprometido con la “lucha de clases”, antes que con un verdadero espíritu magisterial. Para ello hay que empoderar a los padres de familia, no a los actuales APAFAS, ya politizadas y coactadas por el Sutep. Padres individuales, que puedan controlar la educación de sus hijos. Tan importante como esto es fortalecerel rol de los directores (cosa que acaba de anunciar el ministro Saavedra y que esperamos, no se quede solo en palabras).

Además debemos ser conscientes que si hoy estamos atrasados, en el mundo del futuro, que está a la vuelta de la esquina por el avance tecnológico que se está produciendo, mañana será mucho peor. La adopción de las nuevas tecnologías educativas, productivas y de vida creará tal salto de estándares, que los que no podamos ser parte de ello, estaremos condenados a brechas en calidad de vida que es difícil imaginar, pero serán  casi insalvables.

México es el ejemplo que debiera seguir el Perú. Ha enfrentado al poder sindical corrupto que, durante décadas, gobernó de facto la educación pública en ese país, y lo ha arrancado de raíz, como primer paso ineludible para llevar adelante una reforma educativa basada en el mérito, la alta calificación profesional y la adopción de las últimas tecnologías. (Ver en L: Educación: El ejemplo mexicano).

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, le quebró el espinazo al sindicato magisterial más poderoso del mundo, el cual decidía quienes debían ocupar las plazas de directores, maestros y funcionarios, heredaban los puestos e incluso decidían cuánto debían ganar.

Es posible, pues apartar a un sindicato retardatario y politizado de las decisiones en educación. Está bien que opine y defienda las condiciones remunerativas y de trabajo de los maestros, pero de ninguna manera puede obstruir las legítimas decisiones del Estado en un tema crucial para el futuro del país y el desarrollo de sus ciudadanos. Solo alejando al Sutep se podrá establecer un auténtico régimen meritocrático y únicamente de esta forma se podrá mejorar la calidad de nuestros maestros para consecuentemente elevar los niveles educativos del país.

Pilvi Torsti, secretaria de Estado (Viceministra) de Educación de Finlandia, señalaba en una entrevista publicada en Lampadia (ver: Finlandia alcanzó la prosperidad con educaciónque la explicación de los primeros lugares que alcanza su país en las pruebas Pisa se debe a una profunda reforma educativa que empezaron luego de la Segunda Guerra Mundial. Aclara que una de las claves de la reforma finlandesa reside en el papel de los maestros, todos cuentan con maestrías y representan una de las élites más respetadas con permanente actualización y capacitación.

Efectivamente, en un reciente artículo publicado en TED, se señalaba que los finlandeses y los surcoreanos (dos sistemas educativos exitosos, pero completamente diferentes), tienen en común el profundo respeto por los maestros y sus logros académicos.“En Finlandia, sólo uno de cada diez aspirantes a los programas de enseñanza es admitido”.

Es pues imprescindible que se realice un exhaustivo proceso de selección para determinar que personas deben ingresar al magisterio público. Solo los más capaces y compromentidos debieran pertenecer a este grupo que tendrá el delicado encargo de formar a las generaciones futuras. Al igual que en el Asia y en Filandia, los maestros deben ser alta y permanentemente capacitados.

Deben conocer los avances globales y ser capaces de determinar hacia dónde se dirige el mundo.  En el Perú existen experiencias educativas sumamente exitosas. Por ejemplo, hemos dado cuenta de Innova Schools (Ver en L: La Capacitación produce milagros). Una cadena de 23 colegios privados creada por el Grupo Interbank de Carlos Rodríguez Pastor, la cual ofrece educación de alta calidad en las zonas emergentes.

Quienes imparten esta enseñanza de alta calida son maestros formados en las mismas “normales” públicas en las que se grandúan los profesores de nuestras escuelas fiscales. La diferencia está en la capacitación y motivación que reciben, así como la promesa de una carrera profesional en la que van asecendiendo por sus méritos y esfuerzos. Allí esta la clave en la meritocracia. Además, es de resaltar el uso de tecnología de punta en las aulas.

Nos comprometemos en hacer llegar al Ministro de Educación los comentarios que hagan a este artículo los jóvenes y padres de familia que siguen a nuestro portal. (Ver en L: Sobre educación, capacitación y capacidades – Perfilemos una Gesta por la Educación). La ciudadanía tiene que empezar a exigir metas más ambiciosas, mayor celeridad y valentía en la “Gesta Educativa”que debemos emprender para salvar a nuestros hijos de su inhabilitación. Lampadia




Los Charros apuestan por la Inversión Privada

Los Charros apuestan por la Inversión Privada

El presidente mexicano Enrique Peña Nieto logró que se apruebe una de las grandes reformas que seguramente convertirán a México en un líder del siglo XXI. El lunes 11 de agosto, Peña Nieto promulgó la reforma energética, con la cual se abolía uno de los más antiguos y poderosos monopolios estatales (PEMEX) y abría el sector petrolero y eléctrico a la inversión privada nacional y extranjera. “Logramos concretar las reformas que el país necesitaba para asegurar el bienestar de ésta y las futuras generaciones”,  señaló con satisfacción evidente. Así, tras casi año y medio de arduas negociaciones, debates y enfrentamientos políticos, finalmente vio la luz su reforma más audaz: la energética.

Este no es solo un cambio de corte económico. Es mucho más. Una transformación dramática en la forma en la que los mexicanos conciben y creen que debe funcionar el Estado. Y hasta, según varios entendidos, un asunto de identidad nacional.

La frase que mejor resume la importancia de este acto, es la del ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000): “Ni en mis más salvajes sueños esperé ver los cambios constitucionales alcanzados”.

Ni Zedillo, ni su antecesor, Carlos Salinas de Gortari (quien firmó el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y el Canadá) osaron tocar a la poderosa y monopólica empresa petrolera estatal (PEMEX). Un monopolio que se había convertido en “símbolo” de la dignidad revolucionaria mexicana y que había postergado el desarrollo petrolero del país por 30 años.

La ineficiencia y corrupción son dos de los mayores lastres y que se expresan: en la forma en que ha caído la producción de barriles (26% entre el 2001 y el 2011 de 3.4 millones a 2.6), y en la inmensa deuda laboral y pensionaria (68 mil millones de euros, 12% de PBI mexicano). Además, acumula pérdidas de 2.7 dólares por barril que refina. Ver en Lampadia (L): Incentivos perversos de la burocracia. Este último link se refiere a un documento que se encuentra en la sección Presentaciones y Documentos de Lampadia, que es un power point que presentó Luis Pazos, economista y político mexicano, en el foro “América Latina: Oportunidades y desafíos”, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad – Lima, 21 de marzo del 2013. Esta presentación es muy ilustrativa del problema mexicano pero también de la imperiosa necesidad de contar con funcionarios públicos de primer nivel, aspecto que esperamos sea primera prioridad de la política peruana.

Como lo explicó a la BBC el periodista Alberto Najar, “durante casi 70 años los mexicanos aprendieron que la expropiación del petróleo decretada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas fue, después de la Revolución [de 1911], la mayor gesta heroica del siglo XX”. Lázaro Cárdenas, como se sabe, no es un presidente cualquiera, es una de las figuras constitutivas del PRI (Partido Revolucionario Institucional). Un intocable al que no se le puede criticar dentro de este partido, aunque su ideario ha sido fuertemente combatido por quienes deseaban modernizar el país. La reforma de Peña Nieto (líder de un renovado PRI), no es una más. Cierra un capítulo que ha durado 76 años.

Como ha señalado la revista Time (ver en L: La Nueva Misión de México): “Peña Nieto es un reformista nuevo y joven, prometió resultados audaces y tangibles a un país en gran medida resignado a la corrupción y la estasis. (…) el sector energético, manejado por el Estado, y el sistema tributario, (…)”. Él es miembro del partido que llevó  a México al borde de la ruina. Resucitó al PRI, que había perdido el poder después de 70 años, en manos de Vicente Fox (ex presidente de Coca Cola México), que tomó el control hace 14 años, pero no pudo hacer las reformas que ofreció, pues no logró control parlamentario.  

Los logros reformistas, y hasta revolucionarios, de Peña Nieto, se basan en los acuerdos políticos que logró con la oposición. En corto tiempo ha realizado reformas estructurales profundas y significativas en áreas clave: educación, telecomunicaciones, banca, tributos, políticas y, ahora, en energía y petróleo. Todas diseñadas para modernizar a México y convertirlo en un jugador global de primer orden.

La reforma le permitirá rápidamente a México empezar a producir el petróleo y la energía que necesita. Como señala El País “es una invitación a la inversión extranjera (…). [México] que cuenta con reservas  (3P = probadas, probables y posibles) de 44,530 millones de barriles, la decimocuarta nación con más crudo en el mundo. El mayor tesoro energético, el 52% del crudo, se hallaría en la parte profunda del golfo de México. (…) Cuando comience la explotación el esquema que entra en vigor será el de  regalías, un canon variable que oscilará con el precio de los hidrocarburos. Si el barril de crudo se encuentra por debajo de los 48 dólares, la regalía será del 7.5% del total. (…)”. Para precios superiores, según la opinión de varios analistas, las regalías suben al extremo de que algunos las consideran desincentivadoras.

Como de la reforma educativa Mexicana, el Perú tiene muchas lecciones que sacar de esta transformación (ver en L:  Educación: el ejemplo mexicano  e India, México y Colombia apuntan al futuro del nuevo mundo – La visión de país y reformas que el Perú necesita).

Mientras gran parte de los países del mundo, liderados por el Asia, pero seguidos por países como Polonia (ver en L: Polonia la nueva estrella europea), y más cerca nuestro Colombia y México apuestan por el desarrollo y bienestar de sus poblaciones, adoptando las mejores prácticas de gobierno, imitando y copiando las normas más modernas, alejándose de la ideología como fuente del desarrollo de políticas, rompiendo los mitos más acendrados; el Perú, que acaba de tener una milagrosa recuperación de 20 años en la que logramos salir del sétimo círculo del infierno, sigue contaminado por ideas del pasado y una filosofía política castrante y retardataria.

Por ejemplo, en educación, nos hemos acomodado con un sindicato monopólico como el Sutep, cuyo proyecto es la “lucha de clases” y no el magisterio. Basados en los mitos más torpes, hemos despreciado la inversión minera que nos ayudó a dar un salto socio-económico admirado en todo el mundo, y mantenemos los servicios de agua y desagüe en manos del Estado, arriesgando a toda nuestra población, desperdiciando el 40% del agua y, cargando a los pobres costos que multiplican por décuplos el que pagan los pobladores de más recursos.

Nuestro gobierno parece querer ubicarse en el camino de salida, pero todavía le quedan dos años, ¿se animarán por lo menos a convertir a Sedapal en un pool de concesiones que nos permita alcanzar un mejor servicio, mayor calidad y seguridad, con alcance pleno, costos uniformes y una buena supervisión del Estado? ¡Hagan algo, por favor, no podemos regresar a la cola de Latinoamérica nuevamente! Lampadia




La Nueva Misión de México

La Nueva Misión de México

La revista TIME realiza un análisis de la situación de México, país al que califica como “el nuevo mercado emergente de moda”. Los desafíos de México son complicados: un narcotráfico poderoso y organizado que reta la autoridad estatal, una corrupción galopante y con un atraso considerable en muchos campos. Aún así, el presidente, Enrique Peña Nieto y su equipo de reformistas ha logrado gracias a su habilidad política y capacidad de gestión, poner en marcha un paquete de reformas cruciales destinadas a transformar al país y colocarlo en una posición expectante en el concierto global. El artículo que reseñó Lampadia brevemente la semana pasada (Ver Despegue y caída de dos grandes de AL), lo presentamos completo en la propia traducción de la revista TIME. 

A las 9 en punto de una noche de febrero, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto todavía estaba trabajando en Los Pinos, su residencia oficial en Ciudad de  México. Afuera, soldados con fusiles automáticos hacían guardia. Para el mandatario de 47 años, era un recordatorio de que la presidencia es un trabajo de enorme importancia, especialmente en este momento clave de la historia mexicana.

Hace cinco años, la violencia producto del narcotráfico estaba explotando, la economía mexicana tambaleaba y un reporte del Pentágono comparaba al país azteca con Pakistán, una nación infestada de terroristas, al decir que ambos corrían el riesgo de un “rápido y súbito colapso”. Cuando Barack Obama se preparaba para asumir la presidencia en 2008, uno de sus altos asesores de política exterior de manera privada nominó a México como el problema más subestimado del gobierno de Estados Unidos.

Hoy las alarmas están siendo reemplazadas por aplausos. Después de un año en el gobierno, Peña Nieto logró aprobar el paquete de reformas sociales, políticas y económicas más ambicioso del que se tenga memoria. Las fuerzas económicas globales también han cambiado a favor de su país. A eso hay que sumarle la apertura de las reservas de petróleo a la inversión extranjera por primera vez en 75 años y que los entendidos han comenzado a apostar por el poder del peso. “Entre los inversionistas de Wall Street, diría que México es por lejos la nación favorita en este momento”, dice Ruchir Sharma, jefe de mercados emergentes de Morgan Stanley. “Pasó de ser un país que la gente daba por perdido a convertirse en el favorito”.

¿Pruebas? El 5 de febrero, los bonos soberanos de México recibieron una calificación A3 por primera vez en la historia cuando Moody’s revisó su evaluación de las perspectivas del país, ubicándolo por encima de Brasil, el país que alguna vez fuera el preferido de los inversionistas internacionales, y convirtiéndolo en solo la segunda nación latinoamericana después de Chile en recibir una A.

“Creo que las condiciones son muy favorables para que México crezca”, dijo Peña Nieto a TIME en una entrevista en Los Pinos. “Soy muy optimista”.

Y compartirá ese optimismo con Obama cuando el presidente de Estados Unidos llegue a México para la Cumbre de Líderes de América del Norte el 19 de febrero. Obama probablemente asentirá: un auge en México —integrado con la economía estadounidense en una infinidad de maneras— impulsaría el crecimiento económico de EE.UU. y reduciría aún más el ya decreciente flujo de inmigrantes ilegales que cruza los 3.110 kilómetros de la frontera que comparten.

Pero el “momento de México”, como muchos lo llaman, podría ser una decepción. La corrupción y los malos manejos son endémicos a la política mexicana. Algunas de las reformas de Peña Nieto generan una feroz resistencia. Y el narcotráfico, con el crimen y la violencia que lo acompañan, continúan siendo un hecho decisivo. Después de su entrevista con TIME, Peña Nieto fue directo a una reunión para planear su viaje del día siguiente a Michoacán, un estado cercano en donde se han formados grupos de civiles armados —que se identifican como “autodefensas”— para combatir a los jefes narcos que han tomado el control de sus pueblos.

Funcionarios y expertos tanto en México como en EE.UU. describen un país en un momento bisagra. “Esto es dramáticamente diferente de lo que hemos visto antes”, dice Duncan Wood, director del Mexico Institute en el Wilson Center. “Me reservo el juicio por el momento acerca de si todo esto va a resultar”.

Una nueva generación

Peña Nieto se presenta como un reformista nuevo y joven, pero es un producto de la elite gobernante que ayudó a llevar a México al borde de la ruina. Tanto su tío como su padrino fueron gobernadores del estado de México, un puesto que él mismo asumió en 2005 cuando tenía 38 años. Es miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó el país durante 71 años —a menudo con la ayuda de resultados electorales considerados fraudulentos— hasta que perdió del poder en el año 2000. Peña Nieto resucitó al PRI prometiendo resultados audaces y tangibles a un país en gran medida resignado a la corrupción y la estasis. “Entre 2000 y 2012, los partidos de oposición deliberadamente bloquearon las grandes reformas que eran necesarias”, dice Wood. Peña Nieto prometió reformar el sector energético, manejado por el Estado, y el sistema tributario, y contener la brutalidad de la guerra del narcotráfico.

A las ambiciosas promesas se le sumó el atractivo del candidato: los mítines de Peña Nieto a veces estaban cargados de una sutil energía sexual. O no tan sutil: “Peña Nieto, bombón, te quiero en mi colchón”, cantaban las mujeres.

Los rivales de Peña Nieto hicieron su mejor esfuerzo para usar esto en su contra y calificarlo como un niño bonito y superficial. Así gozaron cuando, durante un evento en la Feria del Libro de Guadalajara, sufrió para nombrar tres libros que han marcado su vida (“y eso que está la Biblia”, dice entre risas un ex funcionario estadounidense).

Al final, en el verano de 2012 en una elección con tres candidatos, Peña Nieto ganó con sólo el 38% de los votos, lo que no es precisamente un mandato para un cambio generacional. El secreto de su reciente éxito está en la manera en que construyó una poderosa coalición legislativa tras ser elegido. Después de reunirse en secreto con los dos principales partidos de la oposición, logró el gran pacto legislativo que ha eludido a Obama al norte de la frontera. El resultado, el llamado Pacto por México, dejó contentos a los liberales al aumentar los impuestos a los más ricos y a los conservadores al poner fin a la prohibición de la reelección política, mientras que Peña Nieto obtuvo el respaldo para una serie de reformas, entre ellas la apertura del monopolio petrolero del país.

Incluso después de que el acuerdo se anunciara, los cínicos dudaron de que el sistema político mexicano pudiera cumplir. Pero todo lo que pueda faltarle en conocimiento literario, Peña Nieto lo compensa con habilidad política. Es asesorado por un grupo de jóvenes tecnócratas, muchos con títulos avanzados que obtuvieron en el extranjero, quienes le dieron una cara más moderna a la muy vieja y poco creíble maquinaria del PRI. Entre ellos están Luis Videgaray Caso, un economista de 45 años con un doctorado de MIT que hoy es el secretario de Hacienda y quien es el principal asesor del Presidente desde hace mucho tiempo, y Emilio Lozoya Austin, que con 39 años y una maestría de Harvard es el nuevo director general de la petrolera estatal Pemex. A cargo de la poderosa Secretaría de Gobernación (equivalente a un Ministerio del Interior) está Miguel Ángel Osorio Chong, quien a sus 49 años tiene la tarea de liderar la guerra de México contra el narcotráfico. Todos ellos se reunieron recientemente con TIME en Ciudad de México.

Sentado en una oficina personal cerca de un teléfono rojo que lo comunica directamente con el Presidente, Videgaray asegura que los comentarios que  dicen que él es el verdadero cerebro detrás de las reformas de Peña Nieto “no son para nada la realidad”. Y agrega que “el momento era el correcto. México necesitaba cambios  fundamentales”.

La nueva política del petróleo

“¡Traidores! ¡Traidores!” eran los gritos que se escuchaban desde el interior del Congreso mexicano el 12 de diciembre. Los opositores a una medida que permitía la inversión extranjera en el sector petrolero del país habían puesto barricadas y bloqueado los accesos a la Cámara de Diputados, lo que obligó a trasladar la discusión a un auditorio cercano. Un legislador se desnudó y quedó solo en ropa interior mientras reclamaba desde el estrado acerca del despojo que había sufrido el país.

Esta pasión surge de la historia políticamente cargada que tiene el petróleo en México, que ocupa el undécimo lugar en la lista de las mayores reservas del mundo, justo detrás de Brasil en el hemisferio occidental. Un enorme monumento y una fuente cerca del centro de Ciudad de México conmemoran el día de 1938 en que el presidente Lázaro Cárdenas, harto de que las petroleras estadounidenses y británicas se llevaran las ganancias lejos de México, declarara que el petróleo del país pertenecía a sus ciudadanos y que no podía ser propiedad de extranjeros. México celebra cada año el 18 de marzo la nacionalización del petróleo como un feriado cívico.

Pero respetar el orgullo nacional significó que México se perdiera el auge energético mundial. Mientras el precio del petróleo se ha casi cuadruplicado en la última década y ha enriquecido a los grandes productores, la producción mexicana ha caído en 25%, debido a que la esclerótica Pemex carece del capital y de la experiencia para explotar las reservas del país. “Reconocieron que los monopolios gubernamentales han dejado de funcionar y que no han aprovechado el aporte del espíritu emprendedor y el capital privado”, dice Ed Morse, jefe de estudios globales de commodities de Citibank. Mientras tanto, el boom de la producción petrolera de EE.UU. ha reducido las exportaciones mexicanas de crudo a los 48 estados contiguos de EE.UU., lo que los ha forzado a buscar otros mercados.

Bajo la nueva ley, los extranjeros podrán volver a explorar petróleo en México y extraer crudo mexicano con fines de lucro, aunque técnicamente éste siga perteneciendo al pueblo, algo que Peña Nieto se cuida de resaltar. “El mundo ha cambiado, y sobre todo el sector de la energía ha cambiado”, dice el presidente mexicano para refutar a quienes lo acusan de despojar al país de sus recursos naturales. “El Estado no transa en su lectura de que la propiedad sigue siendo de México. Pertenece a todos los mexicanos”.

A pesar de todo el dramatismo, la reforma petrolera quizá no sea la victoria más importante de Peña Nieto. De hecho, el revuelo que levantó su reforma educativa fue aún mayor que la lucha por el petróleo. La ley que reformó la educación pública –un sistema absurdo en el cual los puestos de profesores son heredados generación en generación y a veces incluso vendidos—enfureció al poderoso sindicato de maestros, cuyos miembros paralizaron el pasado septiembre el centro de Ciudad de México con masivas manifestaciones callejeras.

Hay indicios también de que Peña Nieto enfrentará a los poderes más afianzados de México. El año pasado ordenó el arresto de la poderosa líder del sindicato de maestros, acusada de malversar millones en fondos gremiales. Y algunos observadores del mercado dicen que su plan para reformar las telecomunicaciones no es del agrado del magnate de ese sector Carlos Slim, el hombre más rico del país.

Si a eso se le suman una ley que ajusta el código tributario y una reforma que permite la reelección de todos los políticos federales, puede que estemos hablando de la sesión legislativa más productiva del mundo de la historia reciente. “Hay que darles notas extraordinarias tanto por instinto político como por gestión del proceso”, dice Tony Garza, el embajador estadounidense en México durante la presidencia de George W. Bush.

Peña Nieto además ha demostrado manejar bien los tiempos. El alza de los costos laborales en China ha abaratado los sueldos mexicanos, lo que revierte una tendencia que se dio durante la mayor parte de la década del 2000. En tanto, una desaceleración ha desanimado el entusiasmo extranjero por la economía brasileña, con lo cual México se ve aún más atractivo. Incluso los detractores de Peña Nieto no niegan que ha cumplido con los cambios que podrían transformar la economía mexicana. “La cuestión”, dice el senador Manuel Camacho Solís, del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), “es si dará el resultado que quieren”.

Camacho Solís sospecha que el programa de Peña Nieto es más popular en Davos que en Xico. “Los inversionistas aplauden. Los periódicos fuera del país aplauden. ¿Entonces por qué sigue cayendo la imagen del presidente?”, sostiene el senador, apuntando a la caída de varios puntos porcentuales por debajo del 50% que ha sufrido el índice de aprobación de Peña Nieto. (Algunos adjudican la caída a la reciente pausa del crecimiento económico que algunos economistas consideran temporal).

En un país donde reina la corrupción, un crecimiento acelerado probablemente producirá una oligarquía en vez de una prosperidad generalizada, advierte Camacho Solís. Afirma que Peña Nieto debe cumplir con su promesa de combatir la corrupción, aunque duda que eso vaya a ocurrir. “Si no hay voluntad política, entonces el resultado no será Noruega. Será la Rusia de Yeltsin”.

¿Un camino a la modernidad?

Incluso la Rusia de Yeltsin no tenía a criminales sicópatas como los que abundan hoy en México y amenazan con coartar su potencial. El narcotráfico tuvo su auge en el país a fines de los noventa, después de que una ofensiva encabezada por Estados Unidos cortara las rutas caribeñas y obligara a los narcotraficantes a encontrar nuevas vías en Centroamérica. La violencia extrema se instaló a la vez que los carteles luchaban por el negocio y el territorio. En 2009, la policía mexicana atrapó a un sicario del narcotráfico que parecía salido de la serie Breaking Bad: El Pozolero, como se le conocía, supuestamente disolvió unos 300 cuerpos en ácido. El punto más bajo quizá ocurrió una noche de 2006, cuando la concurrencia de un club nocturno de Michoacán vio rodar por la pista de baile cinco cabezas decapitadas.

Posteriormente, ese mismo año, el antecesor de Peña Nieto, Felipe Calderón, lanzó una enorme ofensiva contra los carteles y una campaña para poner fin al narcotráfico. Bush y Obama apuntalaron a 50.000 efectivos del Ejército mexicano con más de mil millones de dólares en financiamiento, equipamiento militar y aviones no tripulados. Pero al margen de noticias sobre los arrestos de varios capos, la iniciativa solo generó más violencia. Desde el inicio de la ofensiva de Calderón, la guerra contra las drogas ha cobrado la vida de más de 60.000 mexicanos.

Peña Nieto prometió hacerle frente a la violencia. Pero una vez en el poder pareció quitarle énfasis a la guerra contra las drogas. Las autoridades estadounidenses temen que los capos de los carteles entienden que la presión cederá sobre el narcotráfico siempre y cuando las cabezas –por así decirlo— paren de rodar. “El mensaje del gobierno en el exterior es acerca de cambiar la conversación sobre los carteles por el potencial económico de México”, afirma Wood.

Chong insiste en lo contrario. “No estamos mezclando seguridad con política”, dice el secretario de la Gobernación, quien, cabe destacar, tiene experiencia política al ser el ex gobernador del estado de Hidalgo. En una entrevista en su oficina privada –para evitar una parte de la ciudad paralizada por manifestaciones callejeras—, añade que la lucha contra el narcotráfico se lleva adelante con la centralización de la autoridad bajo su mando y que el gobierno ha capturado a capos de alto perfil, incluido el sádico líder del cartel de los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, detenido en julio de 2013.

Los más escépticos se burlan de este relato optimista. Los asesinatos han disminuido en ciertas áreas, pero otros crímenes han aumentado. A fines de enero el presidente anunció una nueva iniciativa para combatir la reciente epidemia de secuestros.

Un caso aparte es la crisis en Michoacán, donde la aparición de los grupos armados de autodefensa tiene una preocupante similitud con la situación que vivió Colombia en los años ochenta con una guerra civil de baja intensidad. “Nadie sabe quién diablos es esta gente: si son grupos honestos y genuinos de autodefensa o si es un cartel que lucha contra otro”, indica Jorge Castañeda, ex canciller mexicano.

“Lo que ocurre en Michoacán es muy preocupante”, dice Shannon O’Neil, del Consejo de Relaciones Exteriores estadounidense. “Si no se puede arreglar el estado de derecho, no veo cómo puede prosperar la parte económica”.

Peña Nieto no niega la gravedad del problema. “Necesitamos restablecer el estado de derecho” en Michoacán, dice. (Al día siguiente anunció inversiones sociales y de infraestructura por US$ 3.400 millones). Pero, añade, “estamos recobrando el control territorial”. Toma un gráfico de su jefe de gabinete que muestra la disminución de la violencia en varias ciudades problemáticas.

Se trata de una queja muy común entre funcionarios mexicanos: que los amplios avances en materia de seguridad se ven eclipsados por crímenes espeluznantes, pero acotados. “A veces la gente se fija en los eventos pero no en las estadísticas”, dice Chong.

Un alto funcionario del gobierno de Obama se muestra solidario. “Es un país grande”, dice, y recuerda el llamado nervioso de un ejecutivo de la industria automotriz estadounidense que se dirigía a una convención en una importante ciudad mexicana. ¿Qué consejo le dio el funcionario? Relájate. “Es el equivalente a ir a Los Ángeles a una convención y escuchar acerca de un tiroteo o un secuestro en Alabama. ¿Te sentirías inseguro?”.

La seguridad no es el único obstáculo para el auge económico. En primer lugar, las reformas del año pasado aún requieren una serie de legislaciones secundarias para delinear los detalles. Aprobarlas tomará mucho trabajo, aunque la buena noticia es que —a diferencia de las reformas constitucionales del año pasado a través de leyes marco que requirieron mayorías de dos tercios en el Congreso— estas leyes sólo requieren una mayoría simple.

Peña Nieto hace una lectura a largo plazo. “No estamos [trabajando] sólo con un objetivo a corto plazo”, dice. “Tenemos un horizonte más amplio, sin pensar en lo que dicen las encuestas”.

Incluso si algunas reformas se quedan cortas, ha pasado mucho tiempo desde que México tuvo grandes pactos políticos, una economía en alza y optimismo acerca del futuro. La idea podría haber sido irrisoria hasta hace poco. ¿Pero será posible que los líderes de EE.UU. tal vez tengan que aprender un par de cosas del renacer de su vecino del sur?

–  reportado por Dolly Mascareñas/Ciudad de México




México, capaz de lo políticamente imposible

México, capaz de lo políticamente imposible

En el 2013, el Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) impulsaron las reformas estructurales más significativas de dicho país en décadas. Las reformas educativas, de telecomunicaciones, bancarias, fiscales, políticas y energéticas están diseñadas para modernizar a México y convertirlo en un jugador global de primer orden.

Nada de esto hubiera sido posible si es que los partidos políticos de dicho país no hubiesen llegado a acuerdos históricos. Es por ello que tanto The Economist (ver cuadro más abajo de la edición del 23 de noviembre) como el prestigioso columnista de El Nuevo Herald, Andrés Oppenheimer, alaban este acto de madurez política.

“De todas las cosas que pasaron en Latinoamérica el 2013, lo que podría tener el impacto más positivo es el Pacto por México de los tres principales partidos políticos mexicanos”, asegura Oppenheimer. Un pacto que ha sido calificado por el presidente de la Comisión de Energía del Senado Mexicano, David Penchyna (cuyo artículo sobre el particular aparecido en el diario La Reforma de México reproducimos aquí), como políticamente imposible”.

Que tres partidos antagónicos se hayan unido para aprobar reformas como la educativa que le arrebata el poder sobre la designación y contratación de maestros al todopoderoso sindicato de profesores mexicano, regule el mercado de las telecomunicaciones y sobre todo permita el ingreso de inversiones privadas al sector de hidrocarburos es casi un milagro de San Martín de Porres. Y todo conseguido a través del diálogo, la concertación e incluso el disenso, como bien señala Penchyna, al saludar la actitud abiertamente opositora (en especial a la última de la reformas) de la izquierda mexicana.

Cuanto bien le haría al Perú un pacto de esta naturaleza.