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En 1895 Argentina tuvo el PBI per cápita más alto del mundo, ¿qué salió mal?

A fines del siglo XIX, Argentina tenía el PBI per cápita más alto del mundo, seguido por Estados Unidos, Bélgica, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.

Pero en 1945 llegó al poder el General Juan Domingo Perón quién instaló el estatismo, el déficit fiscal y la inflación, llevando a Argentina a una fracción del PBI per cápita de EEUU.

La herencia del peronismo no deja, hasta estos días, que Argentina construya su potencial de desarrollo. Pasa de crisis en crisis, siempre dando saltos atrás, como parece será en las próximas elecciones con los Fernández-Fernández del peronismo duro y corrupto.

Veamos la nota de Marcelo Duclos sobre como Argentina perdió el tren del desarrollo, convirtiéndose en el ejemplo perfecto del des-desarrollo.

Por Marcelo Duclos
INFOBAE
17 de abril de 2018

 

 

 

 

 

Es sabido que hacia finales del siglo XIX Argentina había logrado posicionarse como uno de los países más ricos del planeta. A la hora de elegir, por aquellos años, un destino para emigrar, daba exactamente lo mismo ir a Nueva York o a Buenos Aires. Muchas familias que salían de Europa u Oriente Medio quedaron divididas entre Estados Unidos y Argentina, ya que un destino u otro se podía decidir a partir de un boleto más económico o a un horario de salida del barco.

Se ubica ese proceso virtuoso entre 1880 y 1940, años en que la mayoría de inmigrantes decidieron que Argentina sería un buen lugar para vivir, con oportunidades laborales, paz, libertad religiosa y un porvenir para la familia.

Los recién llegados seguramente no imaginaron que el “sueño argentino” se convertiría en la realidad muy pronto. De la mano del esfuerzo y el trabajo la mayoría se convirtió en propietarios y comerciantes exitosos. Pero probablemente lo más difícil de advertir era que todo quedaría en la nada. Que ese crecimiento se estancó y que el país que se convirtió en una potencia desarrollada, en un par de décadas pasó a ser el único caso de estudio de “desdesarrollo”, como alternativa a los países desarrollados, en desarrollo y no desarrollados.

Lo que siempre se comentó acerca de la opulencia argentina de aquellos años era que el país se encontraba en una élite de cinco países de posición privilegiada. Sin embargo, una actualización del Maddison Historical Statistics reveló que en 1895 y 1896 Argentina no era uno de los países más ricos, sino el número uno, con el PBI per cápita más alto del mundo.

Los siguientes puestos fueron para Estados Unidos, Bélgica, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.

El historiador económico Angus Maddison (1926-2010) se dedicó a recolectar los datos para la realización de estadísticas, con importantes investigaciones, sobre todo previas a 1960. Luego de su muerte, la Universidad de Groningen continuó con su legado con el “Proyecto Maddison”.

¿Cómo se explica el éxito?

Luego de la Revolución de Mayo en 1810 y la Independencia en 1816, Argentina no pudo encontrar fácilmente un modelo de prosperidad. Luego de los gobiernos de Juan Manuel de Rosas, y su derrocamiento en la Batalla de Caseros (1852), el país tomó el proyecto de Constitución de Juan Bautista Alberdi (1853/60), de clara orientación liberal. El nuevo marco político y legal fue proinmigración, defendió la libre empresa, mantuvo al Estado apartado del desarrollo productivo y se limitó a ofrecer el marco jurídico apropiado dentro de un Estado de derecho. Los resultados en materia de atracción de inmigrantes, en crecimiento, desarrollo económico y ahora en estadísticas son tan claros, que no merecen ninguna explicación. La relación entre las políticas aplicadas y los resultados son tan evidentes como el caso opuesto en la Venezuela actual.

¿Cómo se explica la decadencia?

Como hacen falta pocos años para cosechar buenos resultados, también en poco tiempo se puede arruinar un proceso virtuoso. Luego de las tres presidencias constitucionales, producto de elecciones libres y democráticas, en 1930 Argentina sufre su primer golpe de Estado militar. El daño institucional fue aún mayor cuando la Corte Suprema de Justicia de entonces avaló la figura del gobierno de facto que cortó con la democracia incipiente. Luego de la lucha entre radicales y conservadores, un nuevo alzamiento militar en 1945 terminó con la llegada de Juan Domingo Perón al año siguiente a la presidencia.

Allí se cambió la Constitución, que pasó de un modelo liberal a desconocer la inviolabilidad de la propiedad privada, en el marco de un fascismo inspirado en el modelo italiano de Benito Mussolini. Luego del golpe que derrocó a Perón en 1955, ya la Constitución que se puso en vigencia era un híbrido entre las de Alberdi y Perón. Aunque estaba el espíritu liberal de los Artículos 14 y 19 , apareció el 14 bis con los “derechos sociales”, herencia del peronismo.

A partir de ese momento todo fue estatismo, crisis de déficit, inflación y parches insuficientes que se convirtieron en soluciones tan precarias como contraproducentes en el largo plazo. La solución para el futuro, aunque resulte paradójico, está en los libros de historia. La única diferencia con relación al boom que vivió la Argentina fundacional con el que puede venir en el futuro, es que la tecnología y la globalización podrían hacerlo mucho más fácil, rápido, sencillo y exponencial.

¿Es demasiado tarde para retomar el rumbo?

Si no nos conformamos con la nostalgia y queremos aprovechar las oportunidades y potenciales que tenemos para volver a ser, debemos tener en claro el camino, con la misma claridad conceptual de un Alberdi o un Sarmiento, que hasta se daban el lujo de pelearse entre ellos. Cuando vemos las discusiones y las aptitudes intelectuales de nuestra clase política actual, el panorama parece sombrío.

La Argentina de hoy nos muestra una discusión entre una oposición que propone la más impúdica decadencia y un oficialismo que manifiesta buenas intenciones y poco más, porque considera que no es momento político de algo mínimamente más audaz. Julio Argentino Roca, que se le plantó a la Iglesia Católica en 1884 para quitarle el registro de personas y crear un registro civil laico, se revuelca en la tumba. Las autoridades de hoy le tienen más temor al sindicato docente que lo que en su momento le tuvieron los héroes de la patria al ejército de Rosas.

Seguramente las dos primeras asignaturas que tenemos son las de poner el Estado en su lugar y cambiar la concepción acerca del comercio. Dejar de mirar el libre intercambio (interno y externo) como algo digno de sospecha y abrazarlo como un salvavidas en aguas profundas, porque es lo que es.

Cuando un trabajador pueda pasar por la puerta de un comercio que tenga en su vidriera el famoso letrero de “Se necesita personal” para ingresar y trabajar, y se pueda emprender y producir sin la pesada carga gubernamental, volveremos a ser lo que fuimos… y más. Lampadia




Desarrollo humano es más igualitario

La prosperidad económica provista por la globalización y el libre comercio sigue expresándose en mejoras sustanciales de diversos indicadores de bienestar mundiales, que incluyen el PBI per cápita, los ingresos reales de los hogares, el empleo e inclusive la calidad de este (Ver en Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo, Auge de empleo en países ricos, EEUU: Crecen salarios de los menos remunerados, Retomemos el libre comercioOtra mirada al mito de la desigualdad). Hasta en aquellos indicadores, que podrían considerarse de corte más social, como el Índice de Desarrollo Humano (en adelante, IDH) – compuesto por no solo el PBI per cápita, sino también por los años de escolarización y la esperanza de vida – se ve reflejada una notable mejora, prácticamente en todas las regiones del globo. Ello ha permitido que, en este indicador, los países de menores ingresos se nivelen con aquellos más desarrollados, un hecho que se ve reflejado en el siguiente gráfico que muestra cómo ha caído notablemente la desigualdad del IDH en los últimos 100 años.

Fuente: Juan Ramón Rallo – El Confidencial (2018)

Esta es el principal mensaje que deja un artículo escrito en el 2018 – con mucha vigencia aún – por Juan Ramón Rallo – profesor de Economía de la Universidad Francisco Marroquín y uno de los principales exponentes del liberalismo en España – y publicado en el blog de opinión El Confidencial (ver artículo líneas abajo). Ello en contra de todos los críticos y académicos que actualmente pululan en diversos medios especializados (ver Lampadia: Trampa ideológica, política y académica) que – haciéndose los ciegos y despistados – desacreditan estos avances de los procesos arraigados a la globalización y ponen en tela de juicio al mismo sistema capitalista.

Confiamos en que difundir este tipo de evidencias reconfirman nuestro compromiso de hacer frente a estos embates ideológicos, que, lamentablemente, aprovechan la coyuntura política internacional – Guerra Comercial EEUU-China, Brexit, Socialismo del Siglo XXI, por destacar los más importantes – para asentarse en la agenda de los gobiernos y de la academia. Lampadia

Desigualdad de desarrollo humano: un siglo reduciéndose

En contra del manido discurso de los agoreros catastrofistas, el mundo no va a peor. Va a mejor cada vez para un mayor número de sociedades.

Juan Ramón Rallo
El Confidencial
11 de mayo, 2018
Glosado por
Lampadia

La renta per cápita de Singapur es de 85,500 dólares internacionales: muy superior a la de Suecia (46,800 dólares internacionales) o a la de Finlandia (40,400 dólares internacionales). Pero “alto ahí” —se suele objetar— “lo realmente relevante para aproximar el bienestar de una sociedad no es su renta per cápita, sino su índice de desarrollo humano (IDH)”. Dejando de lado que el IDH de Singapur (0,925) también sea superior al de Suecia (0,913) y al de Finlandia (0,895), la réplica contiene una objeción potencialmente relevante: los ingresos que recibe un ciudadano no miden todos los aspectos que influyen en su calidad de vida (aunque sí correlaciona muy bien con casi todos ellos); en consecuencia, puede ser conveniente utilizar otros parámetros complementarios —como el IDH— para conocer el grado de desarrollo de esa sociedad.

Sin embargo, semejante objeción no suele plantearse contra muchos de los indicadores habituales de desigualdad, los cuales tratan de medir el grado de dispersión de los ingresos dentro de un país. ¿Por qué la renta no nos sirve para conocer el grado de desarrollo de una sociedad pero sí como base para cuantificar su desigualdad? Un más que probable motivo es la carga ideológica que incorporan muchas de esas críticas: si quieres empeñarte en demostrar que el mundo va a peor, entonces deberás desdeñar aquellos marcadores que evolucionan en una buena dirección (como el crecimiento sostenido de la renta per cápita a escala global) y, al tiempo, abrazar aquellos que evolucionan aparentemente mal (como el aumento de la desigualdad de ingresos dentro de muchos países).

Un mínimo ejercicio de coherencia, empero, debería llevarnos o bien a aceptar la información que nos proporciona el sostenido incremento de la renta per cápita en prácticamente todo el mundo durante el último medio siglo o bien a elaborar indicadores alternativos de desigualdad que no contemplen solo la desigualdad de renta sino, por ejemplo, la desigualdad en el índice de desarrollo humano.

El economista Leandro Prados de la Escosura acaba de publicar un ensayo en el que trata de medir la desigualdad mundial del índice de desarrollo humano entre 1870 y 2015. El resultado es evidentemente llamativo: mientras que la desigualdad de la renta per cápita entre países aumentó cuasi ininterrumpidamente desde 1870 a 1990, la desigualdad del IDH comenzó a descender sostenidamente desde comienzos del siglo XX. Las diferencias no son menores: si tomamos como punto de partida la renta per cápita, deberíamos sostener que el siglo XX fue un siglo de desarrollo polarizado por el aumento permanente de la desigualdad; tomando el IDH, en cambio, deberíamos afirmar que el siglo XX fue un siglo de desarrollo convergente debido a unas diferencias cada vez más estrechas en el bienestar de las distintas sociedades.

Como es sabido, el índice de desarrollo humano se compone de tres indicadores: la renta per cápita, los años de escolarización y la esperanza de vida. Por tanto, si hasta finales del siglo XX la desigualdad de la renta per cápita entre países no se estrechó (sino que mantuvo una trayectoria ascendente) y, en cambio, el IDH se redujo de manera ininterrumpida, por necesidad habrá de ser porque la desigualdad en la esperanza de vida y en los años de escolarización se hundió a lo largo del siglo XX. Y, en efecto, así fue.

Por un lado, la desigualdad entre países en años de esperanza de vida se redujo desde la década de los treinta hasta finales del siglo XX (momento en el que ha experimentado un muy leve repunte).

Por otro, la desigualdad en los años de escolarización también ha ido reduciéndose sin pausa desde el inicio de la Primera Guerra Mundial y hasta la actualidad.

Por supuesto, caben interpretaciones muy diversas sobre las causas de esta reducción global de la desigualdad en el desarrollo humano. Los socialdemócratas tenderán a pensar que se debe a la progresiva extensión del Estado de bienestar: la gradual implantación de la educación y de la sanidad públicas habrían logrado mejorar la esperanza de vida y el acceso a la enseñanza. En cambio, los liberales tenderán a asociarlo al proceso de globalización: la expansión mundial de la división del trabajo y la internacionalización de la tecnología han contribuido a elevar los ingresos de cada vez más ciudadanos en todos los puntos del orbe (cosa que, en efecto, ha sucedido), lo que les ha permitido costearse (ya sea directamente o indirectamente a través del Estado de bienestar) el acceso a una mejor sanidad y una mejor educación.

Sea como fuere, lo cierto es que en contra del manido discurso de los agoreros catastrofistas, el mundo no va a peor. Va a mejor cada vez para un mayor número de sociedades. Y, por eso, la desigualdad internacional del desarrollo humano lleva más de un siglo disminuyendo. Lampadia




La clave del éxito de Juan Guaidó

La repentina aparición de Juan Guaidó en la escena política venezolana ha generado múltiples reacciones de los principales líderes políticos en nuestra región y en el ámbito internacional.

Desde que se autoproclamara presidente de Venezuela el pasado 23 de enero, en su condición de jefe de la Asamblea Nacional, 41 países que incluyen a importantes miembros de la UE (Alemania, Francia, España, entre otros), EEUU, Canadá, y la gran mayoría de los países latinoamericanos, incluido el Perú, han reconocido su legitimidad como auténtico líder de su país.

Fuente: Elaboración de 20minutos.es más Lampadia

A esto se ha sumado un reciente aval y llamado del Parlamento Europeo el pasado 31 de enero, que insta a los demás países de la UE a que se sumen al reconocimiento de Guaidó, por lo que se espera que su apoyo crezca aún más en los próximos días.

Este apoyo es relevante ya que Guaidó ha despertado las esperanzas de millones de venezolanos que han vivido y siguen sufriendo en carne propia la miseria generada por la perversa dictadura del chavismo liderado por Nicolás Maduro, el cual pretende enquistarse en el poder por 6 años más tras obtener la victoria en unas elecciones presidenciales fraudulentas y altamente cuestionables de mayo pasado. (ver LampadiaDándole la estocada final a la crisis venezolana)

Un desplome del PBI per cápita y del poder adquisitivo del bolívar, un aumento desenfrenado de la mortalidad infantil, una explosión de las solicitudes de asilo y de la inmigración hacia varios países de la región, son algunos de los indicadores que reflejan la gravedad de la crisis económica, política y social que enfrenta nuestro país vecino, Venezuela. Ver algunos indicadores:

En este contexto, Guaidó se presenta como una alternativa de cambio, que, de presentarse la renuncia de Maduro, asumiría plenamente la presidencia interina y se convocarían a nuevas elecciones, facilitando un proceso democrático y libre de violencia. Este es el camino que la comunidad internacional que avala a Guaidó espera y consideramos que es el adecuado, de cara una vez más a la larga crisis que ha enfrentado nuestro país vecino.

Sin embargo, como indicó recientemente un artículo de The Economist, aún cuando Guaidó pueda aglutinar mayor apoyo diplomático de más países a nivel internacional, su principal reto seguirá siendo el de calar en las fuerzas del ejército venezolano, ya que este apoyo presionará aún más a Maduro a renunciar al poder tiránico que detenta.

Consideramos que el internalizar este problema y abordarlo con una debida persuasión por parte de Guidó hacia las fuerzas militares, será clave para el éxito de una eventual salida de la crisis humanitaria de Venezuela.

No podemos dejar de poner el acento en la dificultad de la situación política, con unas Fuerzas Armadas corrompidas en gran medida, la presencia del narcotráfico internacional y la presencia y el soporte de todos los recursos de inteligencia del régimen cubano.

Líneas abajo reproducimos parte del pronunciamiento del Grupo de Lima en Canadá:

DECLARACIÓN DEL GRUPO de LIMA 4 de FEBRERO 2019

Los Gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú, miembros del Grupo de Lima, expresan lo siguiente:

1.  Reconocer y respaldar a Juan Guaidó

2.  Acoger a Venezuela en el Grupo de Lima.

3. Reconocer a los representantes designados por Guaidó.

4. Observar que las iniciativas de diálogo propiciadas por diversos actores internacionales fueron manipuladas por el régimen de Maduro.

5. Llamado al restablecimiento inmediato de la democracia.

6. Condenar las serias violaciones a los derechos humanos.

7. Urgir el restablecimiento de la plena libertad de prensa.

9. Preocupación por la situación de los presos políticos.

10. Profunda preocupación por la grave situación humanitaria.

11. Llamado a la Fuerza Armada de Venezuela para que manifieste su lealtad al Presidente Encargado.

12. Reiteran su preocupación por el éxodo provocado por la crisis política, económica y social en Venezuela.

(…) Siguen otros puntos (Ver en CNN)

DECLARACIÓN de OTTAWA POR VENEZUELA
OTTAWA, 4 de FEBRERO 2019

A continuación, compartimos el mencionado artículo de The Economist que brinda mayores detalles acerca de la figura política de Juan Guaidó y el principal reto que enfrentará en los próximos días, para darle punto final a la dictadura de Nicolás Maduro. Lampadia

Una república, dos presidentes
Juan Guaidó gana reconocimiento diplomático como presidente de Venezuela

Pero Nicolás Maduro todavía controla el ejército

The Economist
26 de Enero, 2019
Caracas
Traducido y glosado por Lampadia

La multitud lo instó a seguir. “¡Juramente! ¡Juramente!”, Gritaban. Y luego lo hizo. Juan Guaidó, el político larguirucho de 35 años, desconocido para la mayoría de los venezolanos hace un mes, levantó su mano derecha y se declaró a sí mismo como presidente en funciones de la República. Decenas de miles de personas, reunidas en Caracas el 23 de enero como parte de una manifestación nacional contra el desastroso régimen de Nicolás Maduro, ahora considerado un usurpador, lanzaron un grito de alegría.

Al final de la tarde, el hombre que Maduro y sus amigos intentaron despedir como un “niño pequeño” había sido reconocido internacionalmente como el líder legítimo de un país con algunas de las reservas de petróleo más grandes del mundo. El presidente Donald Trump fue el primero en respaldarlo; Canadá y todas las principales economías de América del Sur siguieron.

El ascenso de Guaidó a la prominencia ha sido espectacular. El 5 de enero fue elegido como jefe de la Asamblea Nacional de Venezuela como parte de un acuerdo para compartir el poder entre los principales partidos de oposición. Parecía casi el presidente accidental, seleccionado en gran parte debido a la falta de otras opciones. De los dos candidatos más obvios en su partido, Voluntad Popular, uno está bajo arresto domiciliario y el otro se refugió en la embajada chilena. La asamblea ha estado inactiva desde 2016. Después de que la oposición ganó la mayoría en la cámara el año anterior, Maduro la neutralizó, reemplazándola por un seudo parlamento que obedece sus órdenes.

Pero Guaidó ha usado hábilmente su posición como un recién llegado con aparentemente pocos enemigos para suspender las disputas internas dentro de la oposición y revitalizar las esperanzas de todos aquellos que quieren ver el fin del gobierno de Maduro. Su aparición se produce en un momento en que los vecinos de Venezuela, incluido Estados Unidos, buscan urgentemente una solución a la crisis del país. La incompetencia de Maduro ha empobrecido a los venezolanos, obligando a alrededor de una décima parte de la población a emigrar. El año pasado, celebró elecciones fraudulentas y se otorgó un período adicional de seis años, que comenzó el 10 de enero. La constitución venezolana dice que, si el puesto del presidente está vacante, como afirma la oposición, el jefe de la Asamblea Nacional debería asumir el cargo.

De una familia de clase media en el estado costero de Vargas, Guaidó, un ex estudiante de ingeniería, no tiene ninguno de los aires elitistas de la generación mayor de líderes de la oposición. Él y su familia perdieron su hogar en un desastre catastrófico en 1999, que mató a decenas de miles de personas. Esa experiencia, y el mal manejo de las consecuencias por parte del gobierno de Hugo Chávez, el mentor de Maduro, lo llevaron a la política. Se unió a Voluntad Popular cuando fue fundado en 2009 por Leopoldo López (quien sigue siendo el líder del partido, pero está bajo arresto domiciliario). Se ha centrado en rastrear los miles de millones de bolívares robados bajo las administraciones de Maduro y Chávez.

Guaidó se negó repetidamente a declararse presidente, diciendo que necesitaba el apoyo tanto de la gente como de las fuerzas armadas. Las crecientes protestas son evidencia de que cuenta con el respaldo de la gran mayoría de los venezolanos, incluso de los barrios pobres de Caracas, donde el hambre y la ira han vencido el temor del régimen. Pero Guaidó todavía no puede afirmar que cuenta con el apoyo del ejército. Hubo pequeñas revueltas militares, recientemente el 21 de enero, cuando 27 guardias nacionales robaron armas y se declararon en rebelión antes de ser arrestados. Los líderes militares, que controlan áreas clave de la economía, desde el petróleo hasta la minería y la distribución de alimentos, permanecen leales a Maduro.

Guaidó está ofreciendo amnistías a quienes desertan. Sin embargo, hasta que eso suceda, Venezuela tendrá dos presidentes: uno con la legitimidad y el otro con las armas. Lampadia




Haciendo más consecuentes las inversiones éticas

Los estándares o criterios sociales, ambientales y de gobierno (por sus siglas en inglés ESG) han permitido articular a las empresas en torno a las tendencias y compromisos globales como el cuidado del medio ambiente o la promoción de la ética. Hoy en día, estos estándares están presentes en el ámbito de las inversiones a través de índices bursátiles como el índice universal MSCI de ESG o los índices de sostenibilidad del Dow Jones. Así, los rendimientos de estos índices son los principales referentes de la llamada “inversión ética”.

Al respecto, un reciente artículo de The Economist ha puesto en evidencia ciertas desventajas que estos índices otorgan a diversos países, en particular, a economías emergentes puesto que comprometen su atractivo de inversión y por ende, sus oportunidades de crecimiento. Peor aún, esto también genera que dichos países tampoco se desarrollen en los ámbitos ambiental, social y de gobierno, generándose un círculo vicioso.

Como bien señala el profesor Robertson, citado en el mencionado artículo, si bien la inversión ética permite prevenir que las inversiones se dirijan hacia países con tendencias autoritarias (como Arabia Saudita), genera “un sesgo de los flujos de capital hacia las partes más privilegiadas del mundo”. Ello porque los países emergentes tienen poco peso en los índices ESG, al ser relativamente menos éticos que países como Suecia o Finlandia. Esto finalmente compromete fuertemente el volumen de dinero involucrado en las inversiones hacia los países emergentes y por ende sus oportunidades de inversión y de crecimiento se ven perjudicadas.

Ante ello, el Prof. Robertson propone una medida más objetiva para la inversión ética, que permite otorgarle un mayor beneficio a los mercados emergentes más cercanos a niveles de institucionalidad adecuados u óptimos: el PBI per cápita.

En el caso del Perú por ejemplo, si solo usáramos una medida que resumiese los criterios ESG para evaluar su potencial de inversión, la precariedad institucional, que ha sido puesta en evidencia en los últimos años por los recientes escándalos de corrupción, sería suficiente para descalificarlo de las grandes ligas. Sin embargo, si complementáramos esta medida con el PBI per cápita probablemente tendría una calificación mucho más competitiva, dado el crecimiento sin precedentes que ha tenido en los últimos 25 años. Este mismo análisis podría aplicarse a muchos países en la misma situación, que por las faltas éticas de unos cuantos “inescrupulosos”, ven restringido el ingreso de flujos de capitales de largo plazo. Lampadia

Inversiones éticas
¿Las inversiones éticas alejan el capital de quienes más lo necesitan?

Los inversores éticos están empezando a tomar en cuenta el nivel de ingresos de un país

Edición impresa | Finanzas y economía
THE ECONOMIST, Oct 27 2018
Traducido y glosado por Lampadia

¿Qué quiere decir ESG? Para la mayoría de las personas se refiere a los estándares ambientales, sociales y de gobierno que guían a un número creciente de inversores éticos. Pero Charlie Robertson, de Renaissance Capital, un banco de inversión, indica que ESG corre el riesgo de convertirse en un código para otra cosa: una excusa para que los inversores depositen todo su dinero en Escandinavia.

Los paraísos prósperos tienen una alta calificación ESG, según los criterios que emplean los inversores. Por el contrario, las economías emergentes que le interesan al señor Robertson lo hacen mal. A menudo son sucias y corruptas, al menos en comparación con Suecia. Sus compañías más líquidas tienden a ser campeonas nacionales o conglomerados en expansión que descuidan a los accionistas minoritarios y se involucran de cualquier manera con sus gobiernos. A menudo, los mercados soberanos emergentes incumplen su deber de proteger los derechos humanos. Arabia Saudita, por ejemplo, ingresará en el índice MSCI de acciones de mercados emergentes en junio. Eso obligará a muchos inversionistas a invertir fondos en el reino, sin importar lo que piensen de sus gobernantes.

La inversión impulsada éticamente puede evitar tal desagrado. Pero una adhesión ciega a los criterios de ESG, argumenta Robertson, podría sesgar los flujos de capital hacia las partes más privilegiadas del mundo. Eso haría más difícil que las economías más pobres escapen de la pobreza, un fracaso que, a su vez, podría inhibir su progreso en asuntos verdes, de gobernanza y de justicia social.

¿Están justificados los temores del señor Robertson? Los mercados emergentes tienen menos peso en los índices bursátiles y de bonos que incorporan criterios éticos. El índice universal MSCI de ESG, por ejemplo, otorga a las acciones de los mercados emergentes solo un peso de 9%. Eso se compara con el 11% en el convencional índice global de capital. La brecha puede no sonar grande. Pero significa un 18% menos de dinero de cualquier inversor siguiendo el índice ético en lugar del amoral.

Robertson sostiene que, en cambio, los inversores éticos deberían adoptar un tipo de relativismo económico, juzgando a los países en relación a su PBI per cápita. Su equipo considera que Chile, Indonesia y Polonia son inusualmente virtuosos dada su etapa de desarrollo. (En contraste, Estados Unidos parece algo poco ético dada su riqueza). O los inversionistas podrían recompensar a las naciones más mejoradas en lugar de a las altamente calificadas. Eso favorecería a los mercados emergentes con espacio para mejorar sobre países más cercanos a la perfección moral.

El señor Robertson puede estar abriendo una puerta. Muchos inversores de ESG administran fondos que se dedican a mercados maduros o emergentes, en lugar de a ambos. Es decir, están juzgando implícitamente a los países y empresas en relación con sus pares. El índice MSCI también analiza la tendencia en los puntajes de ética, así como sus niveles.

El capital extranjero también puede ser sobrevalorado como fuente de crecimiento. Una investigación realizada por Ayhan Kose y Ashley Taylor del Banco Mundial y Eswar Prasad de la Universidad de Cornell sugiere que las economías emergentes se benefician de ello solo después de superar un cierto umbral de calidad institucional.

La mayoría de los grandes mercados emergentes, incluidos Brasil, Rusia, India y China, no alcanzan este umbral. Si los escrúpulos de los inversionistas privan a estas economías de dinero extranjero voluble, puede ser una bendición disfrazada. Lo único peor que una economía sucia, corrupta y mal administrada es una que también está profundamente endeudada con los extranjeros. Lampadia




No nos olvidemos que también sabemos hacerlo bien

Hace pocos días, el Banco Mundial publicó un gráfico que muestra a todos los países del mundo en función del crecimiento de su riqueza per cápita, durante 20 años, entre 1995 y 2014. El promedio mundial de crecimiento fue de 31% pocos países superaron el 100%, notoriamente: China, India, Chile y el Perú.

Un tremendo éxito de nuestro país, que no se produjo por obra y gracia del Espíritu Santo. Solo el año 1990, éramos un ’Estado Fallido’, sin esperanza de ser viables económica y socialmente. 20 años después, fuimos una ‘Estrella Internacional’. ¿Hay algo que puede explicar este gran salto adelante?

Casi sin dudas, podemos decir que esto se basó en:

  • El marco regulatorio de la Constitución de 1993
  • La apertura de la economía
  • El regreso de la inversión privada
  • Las privatizaciones y el régimen laboral agrario
  • La desregulación y simplificación regulatoria
  • El impulso multiplicador de la inversión minera
  • El trabajo de millones de peruanos
  • Y la gran riqueza de un país lleno de oportunidades

Qué lejos estamos hoy día de ese Perú brioso, que, en poco tiempo, superó treinta años de parálisis y empobrecimiento.

Qué fácil parecía aprender la lección, solo comparando un antes y un después. Solo apreciando que la orientación estatista e izquierdizante de la economía entre los años 60 y los 80s, sin inversión privada, con millones de regulaciones, etc., produjo pobreza, deuda y estancamiento. Pero, desde los años 90, explicados líneas arriba, crecimos, redujimos la pobreza, disminuimos la desigualdad, mejoramos nuestros indicadores sociales, y más.

Qué fácil parecía para los peruanos saber lo que teníamos que seguir haciendo. Pero desde el albor del nuevo milenio, empezamos a prestar oídos a los negacionistas, que, ya sea porque no habíamos resuelto todas nuestras necesidades económicas y sociales, o porque manteníamos grandes problemas institucionales sin resolver, despreciaron las mejoras y debilitaron las líneas de acción. También sufrimos los embates de los que, en un país que invertía y crecía, veían diluirse sus espacios políticos de convivencia con su ambiente ideal: la pobreza y falta de esperanza.

Peor aún, todos los gobiernos, desde el de Valentín Paniagua, por un juego político de corto plazo, y otros por resentimientos u odios, empezaron a hacer ascos a las políticas públicas que nos estaban sacando de pobres.

Además, nuestra clase dirigente, no política, se abstuvo de marcar las lecciones de la prosperidad, de explicar las relaciones causa-efecto que permitieron las mejoras, de participar en el debate nacional, que poco a poco nos quedamos solo en manos de los políticos busca-votos y de los periodistas busca-rating.

Así fue que empezamos a desandar las buenas políticas públicas que, sin ser suficientes, aumentaron el bienestar. Nos volvimos a llenar de regulaciones absurdas, le hicimos ascos a la inversión minera, origen del gran impulso de crecimiento, y en uno de los períodos de mayor inclusión social y económica, elegimos a Ollanta Humala, que ofrecía ‘crecimiento con inclusión’, y no nos dio ni crecimiento, ni inclusión.

Luego recalamos en el gobierno de PPK, que tenía que ser el mejor gobierno de nuestra historia, pues podía hacer la síntesis de nuestros errores y aciertos, y marcar una línea sólida hacia la prosperidad. Y podía haber desatado un shock de inversiones, de desregulación y de reformas.

Lamentablemente, el gobierno ‘de lujo’, optó por la mediocridad y por las peores juntas, manteniendo en el gobierno a los funcionarios de Humala-Heredia, haciendo cariño a los izquierdistas anti-inversión y anti-desarrollo, llenándose de asesores que podemos llamar, con propiedad, caviares y social-confusos, y dejando de explicar a los ciudadanos de donde veníamos, porqué tropezamos, y que teníamos que corregir.

Y así PPK perdió la oportunidad de presidir el mejor gobierno de nuestra historia, para, tristemente, presidir uno de los peores gobiernos de nuestra historia.

¿Y ahora qué?

Pues, todos los peruanos, ya perdimos años y oportunidades maravillosas. Lo perdido, perdido está. Como se dice en finanzas: ‘realize your loss’ (reconoce tu pérdida). PPK también perdió. Perdió la oportunidad de seguir gobernando con el mismo estilo y la misma gente.

Lo primero que tiene que hacer, es convocar, de urgencia, a un Primer Ministro independiente, que ojalá pueda convocar un gabinete de peruanistas capaces, que nos conduzcan hasta el 2021.

No podemos hacer caso a los cantos de sirena de las izquierdas que piden la vacancia presidencial, para ir a nuevas elecciones generales y cambiar la Constitución. Eso es todo lo contrario de lo que necesitamos, y debemos repudiarlo con todas nuestras fuerzas y estado de ánimo.

Si eventualmente, se produjera la vacancia del Presidente, o su tan mencionada renuncia, de igual manera, el Vicepresidente Martín Vizcarra tendría que conducir el país hasta el 2021, con un Primer Ministro independiente, tanto porque así lo establece la Constitución y el calendario electoral, como porque, durante estos días de profunda crisis política, a diferencia de otros personajes del gobierno, está mostrando seriedad y sentido de responsabilidad.

El Perú es muy grande en sus posibilidades de encaminarse a la prosperidad. Los peruanos sabemos lo que tenemos que hacer. No nos amilanemos con la crisis de estos días. Respetemos nuestra Carta Magna y pongamos el hombro para retomar la gesta del desarrollo. ¡El Perú es Infinito! Lampadia     

Nota: El cuadro que mostramos líneas arriba, es parte de la siguiente publicación del Banco Mundial, que analizaremos próximamente.     

Lampadia




Sentido de dirección, coherencia y consistencia

Sentido de dirección, coherencia y consistencia

En Lampadia venimos afirmando que, a pesar de sus limitaciones, el mejor índice para medir el desarrollo de un país es el PBI y el PBI per cápita. Sin recurrir a mayores complejidades, este indicador permite:

  • Medir la posición relativa de un país en el concierto global
  • Apreciar la evolución de una economía
  • Marcar la dirección básica de sus políticas, y sobre todo,
  • Privilegiar el crecimiento de la economía y
  • Evitar confusiones de política que terminan ralentizando el crecimiento

Eso no quiere decir que no deban usarse otros indicadores para, bajo la dirección básica de la búsqueda del crecimiento, complementar las políticas públicas y destacar objetivos como la mejora de la educación, la salud, las infraestructuras, y, por supuesto, las instituciones que permiten la buena gobernanza, la transparencia y la justicia. 

Nuestra opinión al respecto es muy firme, tanto por un simple enfoque estratégico pro desarrollo, como por la experiencia de observar, a lo largo de muchos años, la forma en que cada cierto tiempo se introducen nuevos índices, que siempre quitaron importancia al crecimiento económico.

Uno de los ejemplos más claros fue el del Índice de Desarrollo Humano, del PNUD, que, a pesar de que el PBI per cápita, abarcaba un tercio de su formulación, solo se destacaban los otros factores, con lo cual se llevaba a confusión a los hacedores de políticas públicas y al ciudadano, que necesita entender las relaciones causa-efecto de las políticas públicas, empezando por las líneas matrices. Otro ejemplo de esto es el Índice de Progreso Social (IPS), que llega a omitir el crecimiento económico y el PBI per cápita como el indicador fundamental del progreso de sus países. Ver en Lampadia: El Índice de Progreso Social es engañoso.

Lamentablemente, estamos acostumbrados a que, para destacar algún desarrollo, se devalúe o se pretenda sustituir lo existente, perdiendo la oportunidad de mejorar las cosas, presentándolas como capas de una construcción. Permitiendo así, que todos los ciudadanos entiendan los medios básicos para lograr el desarrollo, y evitar que se terminen alejando del seguimiento de la cosa pública, por la dificultad de tener que estar entendiendo y optando por enfoques y visiones alternativas.   

El mismo The Economist desmitifica las mediciones de la pobreza que pretenden crear indicadores sofisticados como el de la pobreza multidimensional, puesto que, en el largo tiempo, según sus análisis, el PBI per cápita da los mismos resultados. (Ver en Lampadia: No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza).

Y es que la verdad es bastante simple: el Crecimiento Económico no se opone al Progreso Social, es su fuente. Los peruanos necesitamos información clara sobre la realidad global y sobre nuestras políticas que nos permitan emprender un proceso sostenido de convergencia hacia las condiciones de vida de los países más ricos.

Evidentemente, es muy difícil medir la condición de vida de las personas y más difícil aún compararla con la de los ciudadanos de economías y culturas distintas. Los requisitos para lograr el desarrollo de un país deben ser integrales (económicos, sociales e institucionales) y duraderos, algo que hemos recalcado múltiples veces en Lampadia. Fijar metas coherentes para alcanzarlo es muy difícil, pero si no tenemos claro que el crecimiento económico es la base indispensable para lograr todo lo demás, llámese calidad de vida, buena educación y salud, empleo adecuado y acceso a la modernidad, difícilmente los lograremos.

Por lo tanto, en Lampadia consideramos que, bajo el paraguas de la búsqueda del crecimiento de la economía, para el diseño de políticas públicas holísticas del bienestar, es conveniente monitorear indicadores que tienen la ventaja de mostrar con mayor detalle la situación de la pobreza en un país y es de gran utilidad para formar las políticas macroeconómicas y microeconómicas necesarias para luchar contra la pobreza y brindar las mayores oportunidades a todas las personas.

Por eso, compartimos con nuestros lectores esta interesante propuesta de Urs Rohner, colaborador del Project Syndicate, quien afirma que “En lugar de buscar un marco nuevo y disruptivo para reemplazar los datos actuales y las técnicas analíticas, debemos centrarnos en realizar cambios reflexivos e incrementales al sistema existente.” Lampadia

Ver artículo líneas abajo:

El PIB debe corregirse, no reemplazarse
17 de enero, 2018
Urs Rohner, Chairman of the Board of Credit Suisse
Project Syndicate
Traducción del inglés: Rocío L Barrientos
Glosado por Lampadia

ZÚRICH – Durante mucho tiempo economistas de renombre han venido señalado que el Producto Interno Bruto (PIB) es una medida inadecuada del desarrollo económico y el bienestar social; y, por lo tanto, no debería ser la única obsesión de los formuladores de políticas. Sin embargo, todavía no hemos avanzando en cuanto a encontrar una alternativa viable al PIB.

Una de las reconocidas deficiencias del PIB es que ignora el valor del trabajo dentro de los hogares, incluido el trabajo de cuidado de niños y ancianos que son miembros de la familia. Aún más importante, la asignación de un valor monetario a tales actividades no resolvería una falla más profunda en el PIB: su incapacidad para reflejar adecuadamente la experiencia vivida de los miembros individuales de la sociedad. Una corrección relativa al trabajo en los hogares inflaría el PIB, mientras que al mismo tiempo no crearía una diferencia real en los niveles de vida. Y, las mujeres, quienes conforman una proporción predominante del grupo de personas que realizan tareas domésticas, continuarían siendo tratadas como voluntarias, en lugar de que se las trate como a verdaderas contribuyentes de la economía.

Otra reconocida falla del PIB es que no toma en cuenta la destrucción del valor, tal como cuando los que los países manejan mal su capital humano al no brindar educación a ciertos grupos demográficos, o al agotar recursos naturales para obtener un beneficio económico inmediato. Considerando todo lo antedicho, se llega a la conclusión de que el PIB tiende a medir los activos de forma imprecisa, y no mide los pasivos en lo absoluto.

No obstante, si bien no ha surgido un consenso internacional sobre una alternativa al PBI, ha habido un avance alentador hacia una forma de pensar más considerada con respecto a la actividad económica. En el año 1972, los economistas de la Universidad de Yale William Nordhaus y James Tobin propusieron un nuevo marco: la “medida del bienestar económico” (MBE), con el propósito de dar cuenta de diversas actividades no remuneradas. Y, más recientemente, China estableció un índice de “desarrollo verde”, que considera el desempeño económico de manera conjunta con varios factores ambientales.

Además, los responsables de la toma de decisiones en los sectores público y privado tienen hoy en día muchas más herramientas para tomar decisiones sofisticadas que en el pasado. En el lado del inversor, la demanda de datos ambientales, sociales y de gobierno está aumentando abruptamente. Y, en el sector público, organizaciones como el Banco Mundial han adoptado métricas distintas al PIB para evaluar la calidad de vida, incluida la esperanza de vida al nacer y el acceso a la educación.

Al mismo tiempo, el debate sobre el Ingreso Nacional Bruto (INB) ha estado ganando fuerza. Aunque comparte elementos fundamentales con el PIB, el INB es más relevante para nuestra era globalizada, ya que se ajusta a los ingresos generados por las empresas de propiedad extranjera y los residentes extranjeros. Por consiguiente, en un país en el que las empresas extranjeras poseen una parte importante de los activos manufactureros y otros activos, el PIB se inflará, mientras que el INB sólo mostrará los ingresos que el país realmente retiene (véase el gráfico).

Irlanda es un ejemplo destacado sobre cómo se ha utilizado el INB para corregir las distorsiones en el PIB. En el año 2015, el PIB informado de Irlanda aumentó en un sorprendente 26,3%. Como señaló en octubre de 2016 un documento de trabajo de la OCDE, el episodio planteó serias dudas sobre la “capacidad del marco conceptual de contabilidad que se utiliza para definir el PIB con el propósito de reflejar adecuadamente la realidad económica”.

El documento de la OECD llegó a la conclusión de que el PIB no es un indicador confiable del bienestar material de un país. En el caso de Irlanda, su único año de asombroso crecimiento del PIB se debió a que las empresas multinacionales “reubicaron” ciertas ganancias económicas – es decir, los rendimientos de la propiedad intelectual – en su contabilidad general. Para abordar la creciente disparidad entre el desarrollo económico real y el PIB informado, la Oficina Central de Estadísticas de Irlanda presentó una versión modificada del INB (conocido como INB*) para el año 2016.

La brecha entre el PIB y el INB probablemente también se cerrará pronto en otras jurisdicciones. En un documento de trabajo, reciente, Urooj Khan de Columbia Business School, Suresh Nallareddy de Duke University y Ethan Rouen de Harvard Business School destacan una desalineación en “el crecimiento de las ganancias corporativas y la economía general de Estados Unidos” entre los años 1975 y 2013. Ellos determinan que durante ese período, el crecimiento promedio de las ganancias corporativas superó al crecimiento del PIB cuando la tasa del impuesto a la renta corporativa nacional excedió la de otros países de la OCDE.

De cara al futuro, sugiero que los formuladores de políticas se concentren en tres puntos. En primer lugar, como se demostró líneas arriba, las partes interesadas pertinentes ya abordan varios de los defectos del PIB, lo cual es alentador. En segundo lugar, los responsables de la toma de decisiones en el sector público y el sector privado ahora tienen una multitud de instrumentos disponibles para evaluar mejor las ramificaciones sociales y ambientales de sus acciones.

Y, tercero, en los negocios no se debe permitir que lo perfecto se convierta en enemigo de lo bueno. No hemos resuelto todos los problemas relacionados con el PIB, pero hemos recorrido un largo camino para reducir muchas de sus distorsiones. En lugar de buscar un marco nuevo y disruptivo para reemplazar los datos actuales y las técnicas analíticas, debemos centrarnos en realizar cambios reflexivos e incrementales al sistema existente. Lampadia




¿Por qué cayó el crecimiento en Chile?

Durante los últimos años hemos seguido de cerca los impactos del segundo gobierno de Michelle Bachelet, quién regresó al gobierno, recargada de una izquierda decimonónica después de su paso por las Naciones Unidas.

Ahora, a punto de pasar a la fase de ‘lame duck’ (pato rengo), el Centro de Estudios Públicos (CEP), ha publicado el magnífico análisis de Raphael Bergoeing, sobre las razones de la frenada económica de Chile, que glosamos líneas abajo.

Invitamos a nuestros lectores a leer la publicación del CEP, pues su análisis también parece hecho para el Perú:

  • Cayó nuestro crecimiento
  • Se responsabilizó de la caída al precio de los commodities
  • Se vendió la idea de que las condiciones internacionales eran negativas
  • Se pretendió liberar de culpa a la gestión del gobierno del nacionalismo

La verdad calata, como en Chile, es que los commodities no justificaban el nivel de caída de la economía; las condiciones internacionales siguieron siendo positivas, y otros países no dejaron de aprovecharlas;y se desalentó la inversión privada, tanto por actos específicos vinculados a determinados proyectos, como por el ambiente de incertidumbre que se generó.

“Al revisar la evidencia, se concluye que el factor principal es local y endógeno: un ambiente incierto que llevó a postergar generalizada y persistentemente inversiones.

La hipótesis del ciclo externo adverso omite que, durante los últimos cuatro años, las condiciones internacionales han sido favorables en el contexto histórico.

El daño mayor del complaciente discurso oficial, que asocia la desaceleración con factores incontrolables, es generar la equivocada idea de que el destino económico del país no nos pertenece. Chile se estancó recientemente porque ha hecho las cosas mal, pero volverá a crecer con fuerza si las hace bien”.

Lamentablemente, el gobierno de PPK no supo (o no quiso) marcar distancia con el de Humala, no hizo inventario y mantuvo parte del discurso confusionista, lo que aún no permite que lleguemos a recuperar el crecimiento de la economía. Veamos el caso chileno:

¿Por qué cayó el crecimiento en Chile?

Raphael Bergoeing
Centro de Estudios Públicos
Noviembre 2017

Glosado por Lampadia

 

Resumen

Crecer poco importa, porque cuando se acumula en el tiempo genera diferencias significativas en el PIB per cápita.Los efectos en la calidad de vida son muy distintos, tanto por su impacto en las oportunidades para las personas, como por los recursos que generan al Estado para su política social.

Hay varias causas posibles para esta desaceleración reciente: convergencia, ciclo externo adverso y problemas domésticos, asociados a una reducción de la capacidad productiva y/o a un mal clima de negocios.

Al revisar la evidencia, se concluye que el factor principal es local y endógeno: un ambiente incierto que llevó a postergar generalizada y persistentemente inversiones.

Primero, dado el nivel de desarrollo de Chile, y a la luz de la evidencia internacional, nuestro país debería crecer sobre 4% al menos durante 15 años más. Segundo, la hipótesis del ciclo externo adverso omite que, durante los últimos cuatro años, las condiciones internacionales han sido favorables en el contexto histórico.

El daño mayor del complaciente discurso oficial, que asocia la desaceleración con factores incontrolables, es generar la equivocada idea de que el destino económico del país no nos pertenece. Chile se estancó recientemente porque ha hecho las cosas mal, pero volverá a crecer con fuerza si las hace bien.

El Contexto

Los países con mayor PIB per cápita tienen, en general, mayores salarios y mejores oportunidades laborales; acceso a más bienes y servicios, más variados y de mayor calidad, para las personas, además de más tiempo libre; más y mejor salud y educación; más infraestructura, como puertos y carreteras; más bienes públicos, como seguridad y parques; finalmente, un entorno menos contaminado y más sustentable.

Explicaciones posibles para la desaceleración

Existen al menos tres hipótesis principales, no necesariamente excluyentes, para explicar el enfriamiento reciente de nuestra economía: convergencia, ciclo externo adverso y problemas domésticos, aso-ciados a una reducción de la capacidad productiva y/o a un mal clima de negocios. Este diagnóstico importa, porque las implicancias de política son muy distintas en cada caso, y su potencial efecto para el sector privado (consumidores, productores e inversionistas) es también muy diferente.

Explicación por Convergencia

La capacidad productiva de un país depende de la cantidad de factores productivos disponibles, la manera como estos recursos se asignan entre sectores y empresas, y la eficiencia tecnológica.

Una pregunta obvia hoy en Chile es si la desaceleración reciente es estructural (es decir, resultado de un menor producto potencial) o cíclica (por factores transitorios, sean estos externos o domésticos).

Dada la profunda agenda de reformas que se aplicó durante los últimos años, y su foco hacia objetivos redistributivos, más que hacia crecimiento, sumados a sus problemas de diseño, podrían explicar, conceptualmente, la reducción en la capacidad de la economía chilena para generar ganancias sustanciales de productividad.

Explicación Minera

Una explicación alternativa para la desaceleración surge de la normalización que experimentó el precio del cobre a partir de 2014.

Si bien efectivamente el precio real del cobre se ajustó de manera significativa durante los últimos años, la explicación minera no calza:

  • Este sector representa hoy una parte menor de la actividad agregada. La minería completa —no solo la cuprífera— explica en torno a 10% del PIB total.
  • La inversión no minera también se ajustó a la baja.
  • Durante estos años el precio del cobre ha estado 25% sobre su valor real promedio desde 19559.
  • Otros países, como Australia, enfrentaron un choque global similar a Chile, e hicieron una reasignación productiva hacia otros sectores con rapidez, evitando que su crecimiento se desacelerara tanto.
  • Actualmente el precio del cobre está en su mayor valor desde comienzos de la década y, sin embargo, Chile crecerá 1,5%, la menor tasa de los últimos cuatro años.

Según el ranking de atractivo minero del FraserInstitute, Chile cayó desde el cuarto lugar en 2013 al 39 en la actualidad.

Explicación Internacional

Lo que ocurre afuera nos afecta. Durante estos años, el resto del mundo no nos ha perjudicado. Por el contrario, el escenario externo ha sido, en términos históricos, incluso favorable.

El mensaje es claro: Chile se desaceleró más. Chile pasa de crecer 0,7 más durante el periodo 2010-13, a 0,6 menos desde entonces.

Durante los últimos cuatro años volvimos a perder terreno en comparación con los diversos grupos de países reportados por el FMI, desacelerándonos en la gran mayoría de los casos, mucho más que ellos.

La única excepción relevante ha sido América Latina.

Reflexiones Finales

Una lección del episodio reciente de desaceleración económica en Chile es que, para crecer rápida y sostenidamente, la estabilidad importa. Los países desarrollados enfrentan ciclos, pero estos son menos profundos y más infrecuentes que los observados en los países en desarrollo. Porque cuando el entorno económico fluctúa en exceso, el futuro se torna incluso más incierto y las inversiones se estancan.

Lamentablemente, durante los últimos años en Chile, ante un entorno hostil y más incierto, los inversionistas optaron, naturalmente, por esperar. Así, el trienio 2014-16 fue el primero con inversión cayendo cada año desde 1971-7313.

Pero el ajuste sí ha sidolo suficientemente sostenido y amplio como paraproducir un estancamiento de nuestro producto.

Con todo, el daño mayor del complaciente discursooficial, que asocia la desaceleración con factoresexternos, y, por ende, no controlables, es generarla equivocada idea de que el destino económicodel país no nos pertenece, que avanzar es fruto delazar. Las experiencias exitosas durante el siglo XX, yla propia más reciente, muestran que ello no es así. Chile se estancó recientemente porque ha hecholas cosas mal, pero volverá a crecer con fuerza si lashace bien.Lampadia

 




Reflexiones sobre la política de nuestros días

Pablo Bustamante Pardo
Director de
Lampadia

La elección por el voto popular no conlleva la ‘iluminación’ por parte del Espíritu Santo. Más bien, en el mundo en general, y en el Perú en particular, los ciudadanos que acceden a la política, y ocupan las curules parlamentarias, llegan cada vez menos preparados para entender y diseñar las políticas públicas que permitan emprender y consolidar los caminos de la prosperidad.

Los problemas más complejos de los seres humanos, como la derrota de la pobreza, no se resuelven por arte de magia, ni de un día a otro, su superación supone procesos largos y consistentes, y más esfuerzos que celebraciones.

Sin embargo, el perfil de los políticos modernos, desde el Reino Unido, España y EEUU, hasta Chile, Brasil y Perú, es de personajes más osados que ponderados, con menor preparación y menos experiencia, y completamente orientados al corto plazo; a diferencia de los ‘políticos por vocación’, que, en décadas no muy lejanas, comprometían su vida a la política, desde la base de partidos políticos que hacían gala de visiones e idearios de largo plazo.

Hoy la política se aloja solo en el corto plazo. Los partidos políticos no representan cuerpos de pensamiento, son solo vehículos de acceso al poder. La multiplicación de movimientos políticos y la alta rotación de congresistas, de un período a otro, no permiten el empoderamiento de políticos experimentados, que ostenten liderazgos amplios.

Hoy día, además de los retos tradicionales del desarrollo, tenemos que enfrentar, adaptarnos y sacar provecho, de la ‘cuarta revolución industrial’, que está transformando dramáticamente la vida de los países, las empresas y las personas, en todo el espacio global.

Las tecnologías que configuran un nuevo mundo, avanzan exponencialmente, y el cambio es paradigmático. Si en 1920, la vida de una empresa era en promedio de 67 años, hoy día no pasa de 15. En los próximos siete años, 4,200 millones de personas se incorporarán al mundo híper conectado, trayendo una fuerza inmensa de innovación y cambio, como explicó hace pocos días en Lima, Peter Diamandis, en el Sura Summit.

Con esta revolución estamos transitando al mundo de la abundancia, donde puedes apostar por crecer diez veces en vez de 10%, donde aumentará la longevidad, y donde podremos empoderar a las mentes más jóvenes en todas partes del planeta.

Algunas evidencias de la Abundancia, según Diamandis

  • Durante los últimos 200 años el PBI global se multiplicó por 100
  • En 300 años, el índice de mortalidad ha caído precipitadamente
  • Hace 30 años se firmó el Protocolo de Montreal para prevenir la pérdida de ozono y mejorar el ambiente
  • El acceso a la electricidad es un indicador clave del crecimiento económico, calidad de vida y superación de la pobreza. Al 2017, la energía eólica ya es más barata que la energía nuclear en el R.U. (con la mitad de subsidios)
  • A pesar de los titulares, mejoramos continuamente con menor escasez de alimentos y menos hambre. La desnutrición en el mundo global ha bajado de 18.6% en 1991, a 10.8% en el 2015

Esta nueva realidad global, hace cada vez menos adecuada la capacidad y el carácter de nuestros políticos para entender el mundo y los caminos de la prosperidad. Ya podemos ver que la política desaprensiva y disfuncional de nuestros días, produce resultados contrarios al bien común, pero eso sí, llamativamente desplegables en la llamada ‘sociedad del espectáculo’.

En este entendimiento y reflexión es que en Lampadia, insistimos en exhortar a la clase dirigente a participar activamente en el debate nacional. Pues solo exponiendo visiones de largo plazo, estudios, análisis y benchmarks; desde la sociedad civil, desde el conocimiento del nuevo mundo real, podremos evitar que las políticas públicas sean producto de la inspiración de una noche o la expresión de ruidosas movilizaciones callejeras, recogidas por los intonsos de la política; y ver más bien, que estas se nutran de la rica y amplia oferta de bienestar del mundo exponencial.

En el mundo exponencial, no llegaremos a ninguna parte con políticos de pensamiento lineal. Necesitamos mejorar la calidad de los partidos políticos, atraer a las mentes de avanzada a la política, y comprometer a la clase dirigente en el pensamiento y acción que nos hagan un país próspero para todos. Lampadia




La hora de la igualdad de género es hoy (8:00 a.m.)

La hora de la igualdad de género es hoy (8:00 a.m.)

El Foro Económico Mundial estimó recientemente que nos tomarán 79 años más lograr la paridad de género global en el empleo, según su más reciente Global Gender Gap Report 2015. Son 79 años más hasta que las empresas y los gobiernos sean dirigidos por igual por hombres y mujeres. ¿Deberíamos esperar tanto?

Han pasado más de 200 años desde que la Revolución Industrial incorporó a las mujeres occidentales a la fuerza laboral en grandes números y más de 80 años en algunas partes de América del Sur desde que las mujeres obtuvieron el derecho al voto (61 años en el Perú). Y todavía hay muchos lugares alrededor del mundo donde las mujeres no tienen derecho a votar o mantener un trabajo, asistir a la universidad, crean un negocio o tomar posiciones de liderazgo en las empresas o países, e inclusive hay lugares donde se les prohíbe estudiar. (Ver en Lampadia: Derechos de la Mujer: Arabia Saudita y más allá).

79 años más son cuatro generaciones antes de lograr la paridad de género en la fuerza laboral.

EY sacó recientemente un informe titulado ‘Empowering women: Uncovering financial Inclusion Barriers’ (Empoderando mujeres: desnudando las barreras financieras a la inclusión), en el que analizan la lógica económica de optimizar el talento mediante la igualdad de género. Entre las principales razones se encuentran:

  • Más igualdad, mayor PBI: Existe una correlación positiva entre el PBI per cápita y la igualdad de género. De hecho, un aumento en la tasa de participación laboral de las mujeres con respecto a la tasa de participación masculina tendría un impacto neto positivo sobre el PBI tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados.
  • Más igualdad, más productividad: A nivel mundial, las mujeres en la fuerza de trabajo contribuyen directa e indirectamente a las ganancias de productividad. Ganancias indirectas provienen de la mayor inversión en la salud, la educación, el bienestar de sus hijos y otros conductores de éxito.

  • Un mejor equilibrio de género en los directorios implica un mejor precio de las acciones y mejores resultados financieros: Empresas con mujeres en el directorio también superan a las que no lo tienen en el rendimiento sobre el capital y en el crecimiento neto de los ingresos. 
  • Mayor equilibrio de género en el liderazgo, mejor rendimiento: Las empresas con más mujeres en puestos de liderazgo incrementan el enfoque en la gestión empresarial, responsabilidad corporativa, dinámica de talento y visión del mercado.
     
  • Más mujeres en puestos de liderazgo político, mayor prosperidad: Cuando las mujeres son elegidas para cargos públicos en países con disturbios internos, estas economías pueden experimentar una mejora significativa en comparación con los resultados obtenidos por líderes masculinos.

Según el informe de EY, las empresas de mayor rendimiento están tomando más medidas para fomentar la equidad de género. Para esto, ofrecen arreglos flexibles de trabajo para hombres y mujeres, tienen metas para la representación de las mujeres en el liderazgo y ofrecen programas que incluyen a las mujeres en todas las operaciones y funciones de la empresa. Esto ayuda a que las mujeres adquieran la experiencia y los conocimientos necesarios para convertirse en CEOs, un papel que aún está fuera del alcance de muchas. El énfasis en la igualdad de género ayuda a construir una cultura de empresa más saludable, lo que conduce a un mejor rendimiento general y mejora la última línea. Más abajo compartimos un gráfico que muestra los resultados de la encuesta hecha por EY, que muestra las principales medidas de las empresas para fomentar la equidad y las respuestas de los encuestados sobre si es algo que practican en sus empresas:

Además, el reporte incluye un análisis de las principales acciones de las empresas para acelerar el rol de la mujer en los negocios:

  1. Esclarecer el camino al liderazgo

Las mujeres tienen que tomar un rol más proactivo para ser consideradas (68%), pero las organizaciones también deben esclarecer las oportunidades profesionales que respondan a sus habilidades y ambiciones. Programas de liderazgo (internos y externos) pueden ayudar a las mujeres a adquirir posiciones de liderazgo una vez que vean cuál es el camino a seguir.

  1. Acelerar el cambio de cultura en las empresas con una política corporativa progresiva
    Para combatir la escasez de tiempo que sufren las mujeres, algunas empresas han fomentado acuerdos de trabajo flexibles para hombres y mujeres. Cuando los hombres tienen una mayor flexibilidad, pueden dedicarle más tiempo a la atención de los niños y a las responsabilidades del hogar, así como otros intereses. Eso puede ayudar a las mujeres a dedicar más tiempo a sus carreras.
     
  2. Construir un ambiente de apoyo y trabajar para eliminar el sesgo consciente e inconsciente

Es importante concientizar a todos los hombres y mujeres sobre el sesgo consciente e inconsciente de la diferencia de género. Una de las maneras más eficaces de apoyo a las mujeres es a través del “sponsorship”. La ayuda de un consejero o patrocinador para apoyar en el ascenso de una persona es de gran ayuda. Puede tener un impacto muy rápido en las carreras de los individuos y, con el tiempo, puede transformar la cultura de una organización.

En Lampadia nos esforzamos constantemente por lograr comunicar la importancia de la igualdad de género. Ojalá logremos que las empresas y todos los peruanos se concienticen de la importancia y las oportunidades de incluir de manera equitativa a las mujeres en las empresas, como una fuerza democratizadora que asegure que sus líderes, inversores y emprendedores provienen de la más amplia fuente de talento. 

Las mujeres peruanas han sido determinantes para la armonía y soporte social de los peruanos en muchas ocasiones. Trabajan largas horas, muchas de ellas mantienen a sus familias y han organizado el soporte social de todas las crisis que hemos afrontado durante los últimos 50 años. No podemos seguir sin reconocer la extraordinaria contribución de nuestras mujeres al bienestar de los peruanosLampadia

*Este artículo ha sido modificado desde su publicación para actualizar la cifra del tiempo estimado para lograr la paridad de género global en el empleo, publicado durante las reuniones del Foro Económico Mundial. Ya no corresponde a 79 años (como se indica en el artículo) sino que equivale a 117 años.




El Perú según el Índice de Progreso Social de Michael Porter

El Perú según el Índice de Progreso Social de Michael Porter

En Lampadia venimos afirmando que el mejor índice para medir el desarrollo de un país y la pobreza, vìs-a-vìs el resto del mundo, es el PBI per cápita. Este indicador cumple con dos condiciones principales: mostrar la evolución y compararla performance de un país. El mismo The Economist desmitifica las mediciones de la pobreza que pretenden crear indicadores sofisticados como el de la pobreza multidimensional, puesto que en el tiempo, el PBI per cápita da los mismos resultados. (Ver en Lampadia: No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza).

Sin embargo, en términos del diseño de políticas públicas holísticas del bienestar, si es conveniente monitorear otros indicadores. El nuevo Índice de Progreso Social (IPS) preparado por el Profesor de Harvard, Michael Porter (ver en la sección Índices y Estadísticas: Índice de Progreso Social 2015), tiene la ventaja de mostrar con mayor detalle la situación de la pobreza en un país y es de gran utilidad para formar las políticas macroeconómicas y microeconómicas necesarias para luchar contra la pobreza y brindar las mayores oportunidades a las personas. A diferencia de otros intentos de medir el bienestar, como El Índice de Progreso Social y el PBI per cápita (ver nuestro comentario en Lampadia), éste sí incluye el PBI per cápita y por lo tanto es más comprehensivo y útil.

El IPS evalúa 52 elementos, que incluyen desde la criminalidad, pasando por la igualdad de género, hasta los niveles de alfabetización, los cuales ponen sobre la mesa la capacidad de los países de cumplir con las necesidades básicas de sus ciudadanos y darles las oportunidades para que puedan mejorar dentro de sus sociedades.

El creador de este ranking asevera que el progreso social no sólo puede ser medido a través del crecimiento económico de un país. De hecho, se ven en el ranking países que han tenido un desempeño económico pobre (o han pasado por crisis o austeridad) y, a pesar de ello, están en una posición de “progreso alto”, como es el caso de Portugal (18), España (20), Italia (31) y Grecia (34).

El enfoque utilizado por este indicador para determinar el rendimiento relativo de un país a su PBI es comparar su rendimiento con otros 15 países con un PBI per cápita similar. Una ‘fortaleza’ es un rendimiento significativamente mayor que el promedio de la puntuación de este grupo, mientras que una ‘debilidad’ es un rendimiento significativamente inferior al promedio de la puntuación. Un rendimiento ‘neutral’ es ni fuerte ni débil, sino que está ubicado en el mismo rango que sus pares.

Sólo 15 países de los 133 medidos por el IPS son ‘overperformers’, es decir, han logrado un puntaje significativamente mejor que los países con ingresos similares. Cuatro de los países ‘overperformers’ están en América Latina y el Caribe (Costa Rica, Uruguay, Jamaica y Chile). Según Porter, son los constantes esfuerzos durante las tres últimas décadas en construir instituciones democráticas, así como fuertes movimientos cívicos que defienden causas sociales y ambientales, lo que les ha permitido a muchos países de América Latina obtener buenos resultados en comparación con sus pares de ingresos globales.

Argentina se ubica en el puesto 38 del ranking,  mientras que Panamá y Brasil están en los puestos 41 y 42, respectivamente. Colombia ocupa la posición 49 de los países con mayor progreso social en este año; Ecuador en el puesto 51; México, Perú y Paraguay, están en los lugares 54, 55 y 56 respectivamente. Estos países son considerados como naciones con un progreso social medio alto. El Salvador (68), Venezuela (72), Bolivia (73), República Dominicana (77), Nicaragua (78) y Guatemala (79), están en el segmento de progreso social medio bajo.

En un análisis más detallado, el Perú se encuentra en el puesto 11 en América Latina. En la dimensión de Necesidades Humanas Básicas, el Perú tiene mejor desempeño en Nutrición y asistencia médica básica (llega al nivel de ‘overperformer’) y tiene la mejor oportunidad de mejorar en el componente de Seguridad Personal. En la dimensión de Fundamentos para el Bienestar, el Perú tiene mejores resultados en Acceso a conocimientos básicos pero sus resultados son más bajos en Sostenibilidad del ecosistema. En la dimensión de Oportunidades, Perú tiene resultados más fuertes en Derechos Personales y puede mejorar su desempeño en Acceso a Educación Superior.

Los indicadores del Perú se ven en el siguiente gráfico:

Para desarrollar el índice, Porter a trabajado con instituciones locales. En el caso del Perú lo ha hecho con los siguientes “partnered networks” (redes asociadas):

  • El Ministerio de Cultura
  • El Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social
  • CIES
  • Fundación Avina
  • Grupo Radio Programas del Perú
  • Perú 2021
  • Sociedad Nacional de Industrias
  • Soluciones Empresariales contra la Pobreza
  • UNACEM
  • Universidad del Pacífico

Porter espera que el Índice de Progreso Social pueda ser una herramienta útil que impulsará a distintos países en la dirección correcta. Actualmente está trabajando con los líderes a nivel nacional de varios países, entre ellos Brasil, Colombia y Paraguay, donde el IPS es un elemento central de sus planes nacionales de desarrollo. “Ahora, la conciencia general es que se trata de una herramienta fundamental y una necesidad. La gente está empezando a usarlo para reflexionar sobre la forma en que se puede lograr el progreso social en nuestro país, en nuestra sociedad, en nuestra región, en nuestra ciudad”, dice.

La conclusión final del reporte afirma que el desarrollo económico es necesario pero no suficiente para el progreso social. El nivel de desarrollo general de un país puede no mostrar claramente las fortalezas y los desafíos sociales y ambientales. A nivel desagregado, el índice de progreso social muestra áreas de bajo rendimiento y de éxitos en todos los países con diferentes niveles de ingresos.

El Índice de Progreso Social ofrece un muy buen complemento para evaluar una serie de políticas e iniciativas destinadas a hacer frente a la pobreza y proporciona una poderosa herramienta para que los líderes de los gobiernos identifiquen las prioridades en sus presupuestos y planes de acción. No dejemos de tomarlo en cuenta en los próximos análisis de las políticas públicas del país. Lampadia




El Índice de Progreso Social es engañoso

El Índice de Progreso Social es engañoso

Nuevamente los peruanos recibimos información engañosa sobre el progreso y el bienestar. Esta vez a través de la entrevista a Alexandra Ames Brachowicz en la sección Portafolio de El Comercio del 10 de mayo 2015, que el diario presenta bajo la falsa disyuntiva de: CRECIMIENTO ECONÓMICO VS. PROGRESO SOCIAL.

La entrevistadora, Élida Córdova, titula la entrevista con una frase ingeniosa de la guapa Alexandra Ames: “Necesitamos más empresarios con visión de país y más políticos con visión empresarial”, que al final no tiene más contenido que su música.

El punto concreto es que el Índice de Progreso Social (IPS) es un nuevo intento para que los países se alejen de usar o privilegiar el crecimiento económico y el PBI per cápita, como el indicador fundamental del progreso de sus países y en especial el nivel de vida de su población. El IPS excluye  expresamente los indicadores económicos y se presenta como fundamento de políticas públicas, prestándose a grandes confusiones, como explicaremos más adelante.

En la entrevista, Ames dice: “Sucede que el crecimiento económico, por sí solo, no asegura progreso social. (…) el éxito de un país no debería medirse solo por la cantidad de PBI que produce, sino por el nivel de bienestar o calidad de vida que es capaz de generar para sus ciudadanos. (…) Sin duda, existe una correlación muy fuerte entre PBI per cápita y progreso social. Pero el crecimiento económico no es una condición sine qua non para producir progreso social”.  

Primera Confusión

Nadie pretende que el desarrollo se produzca solo con el crecimiento económico. El desarrollo implica mejoras sustanciales en la Cultura, los Derechos Humanos, la Salud y el Medio Ambiente, pero el medio para lograrlos pasa necesaria y principalmente por el Crecimiento Económico, más la Educación y la Gobernanza, especialmente para los países  más pobres. Ver el siguiente gráfico de Hans Rosling:

 

 

Ver en Lampadia: Sin crecimiento económico no hay desarrollo.

Por lo tanto, un indicador que excluye las variables económicas es engañoso (misleading), y puede sesgar el diseño de las políticas públicas, sobre todo en países como el Perú, donde tenemos cúpulas ideologizadas que combaten el crecimiento.

Veamos además el ranking del IPS del año pasado (las cifras son muy parecidas a las que publica Ames para este año) y la comparación del IPS con los indicadores económicos para apreciar que indicador nos pone mejores y más exigentes metas: 

 

 

Como podemos ver en el gráfico, el IPS nos dice que estamos en la posición 55, pero los indicadores económicos, dependiendo de la definición y la fuente (Ingreso Bruto Interno per cápita y el PBI per cápita ppp 2005) nos dicen que estamos en el lugar 106 o 110. En consecuencia, nuestras políticas públicas y nuestro esfuerzo para progresar, según los indicadores  económicos, deben ser mucho más exigentes. Ver en Lampadia: El Índice de Progreso Social y el PBI per cápita.

Segunda Confusión

Alexandra Ames afirma: “Una vez que desagregamos el índice [IPS], podemos ver dónde estamos mejorando y qué nos falta trabajar mejor. (…) Nuestra prioridad, sin duda, es enfocarnos en los indicadores como acceso a agua, nutrición y seguridad. (…) Tenemos un enfoque holístico [¿?] y buscamos que esté en el diseño de las políticas”.

Ames agrega: “No olvidemos que el progreso social puede traer progreso económico, pero necesitamos más empresarios con visión de país y más políticos con visión empresarial”. ¡Linda frase! Pero planteada sobre prioridades equivocadas y usada para vender esquemas débiles.

De los cuadros presentados, tenemos que concluir que la prioridad tiene que ser el crecimiento económico, pero, evidentemente, eso no es suficiente. Por lo tanto habría que plantear que el IPS, que se presenta como la base de las políticas públicas, se proponga, más bien, como un complemento del objetivo principal: Promover el Crecimiento Económico, fuente del empleo y la recaudación del Estado. Solo así podríamos conseguir “acceso al agua, nutrición y seguridad”, y además mejor educación, salud, infraestructuras y mayores inversiones en desarrollo tecnológico.

Tercera Confusión

Ames continua: “El objetivo es promover que los países empiecen a tener nuestra mirada holística e integradora en vez de seguir mirando solamente a la pobreza o a sus brechas de acuerdo con los ingresos. La tarea de los países es empezar a trabajar para impactar de verdad en la calidad de vida o bienestar de los ciudadanos”.

No nos equivoquemos: Tengamos las cosas claras, lo fundamental para el Perú es reducir la pobreza y la desigualdad. Últimamente se han hecho una serie de intentos por diseñar todo tipo de indicadores para alejar el foco del Estado del aumento del PBI, como las propuestas de medir la pobreza multidimensional.

The Economist reportó el 28 de julio del 2014 un estudio del Oxford Poverty and Human Initiative en 97 países que demostraba que los resultados de usar indicadores de pobreza multidimensional versus el ingreso por persona no llevan a conclusiones distintas sobre la verdadera situación de pobreza. “La conclusión para los creadores de políticas, sugiere que los mayores ingresos también se trasladan, de hecho, a menores niveles de pobreza multidimensional” (traducción de Lampadia). Ver el siguiente gráfico:

 

 

Ver los detalles en Lampadia: No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza.

En conclusión, el Crecimiento Económico no se opone al Progreso Social: ES SU FUENTE. Los peruanos necesitamos información clara sobre la realidad global y sobre nuestras posibilidades. Si antes teníamos unos 20 años para ponernos al día con los países más desarrollados, ahora, con la “Tercera Revolución Industrial”, solo nos quedan: ¿5 años? Ver en Lampadia: Visión estratégica de la coyuntura peruana.

Ya no podemos perder más tiempo inventando la pólvora o debatiendo temas ya superados en el mundo moderno. Es hora de actuar, y para ello necesitamos: ideas claras (visión de futuro), liderazgo y convergencia en la acción. Lampadia




Dos modelos contrapuestos

Dos modelos contrapuestos

El ex presidente estadounidense Bill Clinton describió la Zona Desmilitarizada de Corea (ZDC) como “el lugar más espantoso en la Tierra.” La ZDC es una franja de cuatro kilómetros que divide la península coreana casi por la mitad, la división más prominente entre Corea del Norte y Sur que ha existido desde el armisticio que puso fin a la Guerra de Corea en 1953. Ahora, casi 60 años después, la República Democrática de Corea (Corea del Sur) y la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte) se han distanciado tanto que es difícil de creer que alguna vez fueron un solo país. El cuadro inferior, publicado por The Economist, muestra gráficamente las grandes diferencias entre ambas naciones.

Corea del Norte

Corea del Norte, un país comunista liderado por una política autocrática, populista y hereditaria es una de las economías más aisladas en el mundo. A menudo se la etiqueta como una economía dictatorial sin reformar.

La fase inicial del desarrollo económico de Corea del Norte estuvo dominada por una industrialización bajo el modelo soviético. Hizo hincapié en el desarrollo de la industria pesada, logrando como resultado un cierto avance en los sectores de hierro, acero, cemento y de maquinarias pesadas. Este modelo funcionó durante la década de los 60s, en la cual hubo un aumento constante de la producción industrial, pero cayó desde 1970.

Corea del Norte, apenas era capaz de gestionar su deuda, se vio afectado por la crisis del petróleo que aumentó rápidamente los precios del crudo. Los precios de las principales exportaciones de Corea del Norte cayeron en picada, y a la vez tuvieron que enfrentar un mayor costo por sus importaciones. Su déficit comercial debilitó su capacidad de pago, lo que agravó aún más el problema de la deuda externa. Desde este punto comenzó a desacelerarse su economía.

Para 1980 su economía mostraba síntomas de mal funcionamiento por su sistema centralizado: escasez de suministros, ineficiencia sistémica, obsolescencia mecánica y deterioro de la infraestructura. Se negaron a abrir la economía o liberar su gestión económica y esta rigidez los llevó hacia el estancamiento.

La economía de Corea del Norte entró en una de sus peores etapas en la década de 1990. Sufrieron una severa crisis alimentaria debido a una serie de desastres naturales (granizadas en 1994, inundaciones en el período 1995-1996, y sequías en 1997). El país pasó a depender casi íntegramente de la ayuda internacional para evitar una hambruna generalizada, ayuda de la cual se benefician hasta la actualidad.

Al ser una de las economías más centralizadas y menos abiertas del mundo, se enfrentan a problemas económicos crónicos. Su infraestructura se encuentra en una situación casi irreparable como resultado de años de falta de inversión, escasez de repuestos, y falta de mantenimiento. El gasto militar a gran escala utiliza recursos necesarios para la inversión y el consumo civil. La producción industrial y de energía se han estancado durante años a niveles comparables con la década de los 90s. Frecuentes pérdidas de cosechas relacionadas con el clima agravan la ya existente escasez crónica de alimentos causadas por problemas del sistema, como la falta de tierras de cultivo, las prácticas agrícolas colectivas, la mala calidad del suelo, la fertilización insuficiente y la persistente escasez de tractores y combustible.

La historia económica de Corea del Norte retrata desaceleración, estancamiento y crisis con fases intermitentes de lenta recuperación y crecimiento económico. Su prioridad de hacer de Corea una ‘economía de defensa’ ha eclipsado los temas de desarrollo, alimentación, nivel de vida y derechos humanos. Corea del Norte vive en el aislamiento y las dificultades con su economía presentan una imagen dicotómica con armamento nuclear a un lado y hambruna en el otro. Encima de todo, no tienen libertad.

Corea del Sur

El “milagro del río Han,” como se le llama popularmente al espectacular crecimiento económico de Corea del Sur, ha transformado a una nación que alguna vez fue sacudida por el caos político y la pobreza en una economía exitosa. Corea del Sur en las últimas cuatro décadas ha demostrado un increíble crecimiento e integración global para convertirse en una economía abierta,  industrializada y de alta tecnología.

En la década de 1960, el PBI per cápita era comparable con los niveles de los países más pobres de África y Asia. En 2004, Corea del Sur se unió al club de los países con economías multimillonarias, y actualmente es la 12ª economía más grande del planeta. El país ha registrado una tasa promedio de crecimiento anual de 7%, durante más de 30 años, experimentando una contracción sólo durante dos años. Corea del Sur fue aceptada a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 1996, un hito que marcó su desarrollo como una nación industrializada exitosa.

Inicialmente, un sistema de cercana relación entre entidades gubernamentales y empresariales hizo posible su éxito. El gobierno promovió la importación de materias primas y la tecnología a expensas de los bienes de consumo, e incentivó los ahorros y la inversión sobre el consumo. La crisis financiera asiática de 1997-1998 expuso las debilidades en el modelo de desarrollo de Corea del Sur. El PBI se desplomó un 6.9% en 1998, y luego se recuperó en un 9% en el período 1999-2000. Desde entonces ha adoptado numerosas reformas económicas, como una mayor apertura a la inversión extranjera y a las importaciones.

La economía de Corea del Sur es varias veces (36.7 vecesmás grande que Corea del Norte en términos de PBI (según las cifras del 2013 del cuadro de The Economist). Al 2013, el PBI de Corea del Norte se estima en US$ 30,000 millones, mientras que la de Corea del Sur es US$ 1’300,000 millones. El PBI per cápita es de US$ 26,200 en Corea del Sur, mientras que en el Norte es de US$ 1,200. El comercio de Corea del Sur fue de US$ 1,070,000 millones el 2013. Corea del Norte tuvo solamenteUS$ 7,300  millones.

Mientras que Corea del Norte sufre un enorme déficit comercial, las exportaciones (de bienes y servicios) juegan un papel importante en la historia de crecimiento de Corea del Sur. De acuerdo con datos del Banco Mundial, las exportaciones de bienes y servicios representaron el 53.9% del PBI en 2013. La contribución al PBI de Corea del Sur por sectores: agricultura (24.4%), industria (47.2%) y servicios (29.4%), mientras que en Corea del Norte son 6.9%, 23.6% y 69.4% respectivamente (según cifras del CIA World Factbook). Corea del Sur tiene hoy marcas de nivel global como: Samsung Electronics, HK Hynix, Samsung Life Insurance, LG Chem, Hyundai Mobis, Kia Motors, POSCO, Hyundai Heavy Industries, Shinham Financial Group, y Hyundai Motors.

Foto nocturna de las dos Coreas        Fuente: NASA

Conclusión

Corea del Norte se ha mantenido al margen de la influencia exterior, viviendo bajo la absoluta dominación de un entorno controlado. Entre su empobrecimiento y su armamento nuclear, es difícil decir cuál será el futuro de Corea del Norte. Pero, por ahora, es un ejemplo clásico de una economía fallida, totalitaria y aislada, uno de los pocos dinosaurios sobrevivientes de la era sino-soviética. La República de Corea del Sur, por otra parte, es occidentalizada y avanzada. Ha desarrollado muy rápido, desde un estado devastado por la guerra a una potencia económica. La enorme brecha de desarrollo económico entre el Norte y el Sur refleja el fracaso absoluto de la economía de planificación central de Corea del Norte desde 1945. Es un ejemplo claro de dos modelos contrapuestos, que muestra  como las mismas personas, que partieron del mismo punto, están en situaciones completamente opuestas, aclarando que la libertad política y el libre mercado te llevan al desarrollo, mientras que la falta de ellos, la autarquía, elpopulismo y el comunismo te condenan a la miseria individual y social.

Una prueba más de que las buenas políticas hacen la diferencia, como enseña Arnold Harberger. Lampadia