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Cómo la “destrucción creativa” impulsa la innovación y la prosperidad

Cómo la “destrucción creativa” impulsa la innovación y la prosperidad

Esta defensa del capitalismo de Philippe Aghion y colaboradores también enfatiza la necesidad de regulación y de una red de seguridad social.

Líneas abajo glosamos un excelente artículo de Martin Wolf en el Financial Times, sobre el ‘Poder de la creación destructiva’, el término acuñado por el economista austríaco Joseph Schumpeter, para explicar la fuerza creativa del capitalismo.

Más allá de los enfoques ideológicos y de sus propias limitaciones y desviaciones, como cualquier creación humana, el capitalismo ha sido, sin duda, un motor extraordinario para el progreso de las sociedades donde se le dio espacio. Permitió la transformación de las sociedades de reyes y siervos en sociedades de empresarios y trabajadores, con los que pasamos de tener 90% de pobres, antes del capitalismo, a menos de 10% de pobres en los albores del siglo XXI.

En general en todo el mundo, y muy particularmente en el Perú, tendemos a culpar al capitalismo de todo lo que no funciona bien y de todo lo que nos falta crear en términos de bienestar.

Pero el sistema capitalista nos ha permitido pasar de modelos de la explotación laboral a las teorías y prácticas del ‘capitalismo consciente’, donde el obrero abusado es hoy un trabajador con amplios derechos y alta calidad de vida.

Lamentablemente, en los países pobres, como el Perú, las frustraciones y la política oportunista, generan el espacio para el cuestionamiento de todas las bases de la prosperidad y para evitar corregir y sumar. Esto lleva a grandes confusiones y a absurdos regulatorios que dañan a la mayoría de la población.

Veamos por ejemplo el tema de la estabilidad laboral absoluta y el fútbol:

¿Cual sería la suerte de un equipo de fútbol que tiene un defensa lateral que no está al nivel del resto del equipo, y genera, una y otra vez, derrotas que afectan al resto del equipo y a la afición, si el defensa tuviera estabilidad laboral y no pudiera ser cambiado por otro jugador?

Evidentemente, la protección del puesto del defensor llevaría al equipo a la derrota y hasta a la pérdida de la categoría. Por lo tanto, la defensa ha cambiado.

¿Por qué en una empresa tendría que ser diferente? Juzgue usted apreciado lector.

En estos casos, el buen capitalismo debería capacitar al trabajador para que pueda desempeñarse en otro deporte o en otra actividad. Así es como funciona un mercado laboral eficiente en los países donde se respeta la economía social de mercado, como en Dinamarca, donde lo importante es proteger al trabajador, no al puesto de trabajo. 

Veamos lo que dice Wolf sobre la ‘destrucción creativa’:

Martin Wolf
Comentarista jefe de economía de FT
Financial Times
11 de junio, 2021
Traducido y glosado por Lampadia

Alguien nacido en 1600 encontraría el mundo de 1800 bastante familiar. Pero alguien nacido en 1800 encontraría el mundo de hoy más allá de su capacidad de comprensión. ¿Qué explica esta transformación? La respuesta es: capitalismo de mercado.

En términos de “destrucción creativa”, China se clasifica como una economía de “puesta al día” en contraste con la economía de “frontera” de los EEUU.

¿Por qué el capitalismo de mercado ha demostrado ser tan dinámico? La respuesta es que contiene un poderoso motor de cambio. Eso no es solo libertad económica, aunque esto importa. Tampoco es ciencia y tecnología, aunque eso también importa. Es lo que el gran economista austríaco Joseph Schumpeter llamó “destrucción creativa”.

Philippe Aghion, profesor del Collège de France y de la London School of Economics, ha desarrollado una distinguida carrera al llevar el modelo de Schumpeter al riguroso mundo teórico y empírico de la economía moderna. En este importante libro, escrito con dos colaboradores, Céline Antonin y Simon Bunel, lleva su trabajo al público más amplio.

El poder de la destrucción creativa’, es lúcido, empíricamente fundamentado, amplio y bien argumentado. Como explican los autores, el modelo de crecimiento a través de la destrucción creativa tiene tres elementos.

  • En primer lugar, “la innovación y la difusión del conocimiento están en el centro del proceso de crecimiento”. El crecimiento es acumulativo, porque los innovadores de hoy están sobre los hombros de todos los científicos y tecnólogos que los precedieron.
  • En segundo lugar, los innovadores están motivados por la posibilidad de un monopolio lucrativo. Esas rentas deben protegerse mediante derechos de propiedad, incluidos los derechos sobre la propiedad intelectual.
  • Finalmente, la innovación amenaza a los incumbentes (empresas prevalecientes en el mercado), que lucharán por reprimirla. Así, “Por un lado, las rentas son necesarias para premiar la innovación; por otro lado, los innovadores de ayer no deben utilizar sus rentas para impedir nuevas innovaciones “. Una vez más, al evaluar el debate de hoy sobre por qué el crecimiento ha sido persistentemente decepcionante, los autores argumentan que una política de competencia que proteja a los participantes contra los operadores tradicionales es esencial.

Las nuevas empresas crean nuevos puestos de trabajo. Luego, muchas de estas empresas y empleos desaparecen. Pero cuanto más intenso es este proceso darwiniano, más rápido crece la economía.

Los autores también señalan la distinción entre economías de “puesta al día”, como China, y economías de frontera, como Estados Unidos. En el primero, el crecimiento se trata más de invertir en formas existentes de hacer las cosas. Pero las economías de frontera solo pueden crecer innovando. Si a los operadores tradicionales se les permite bloquear a los competidores, una economía de frontera está destinada a estancarse.

Por eso, la aparición de nuevos sectores industriales casi siempre significa la aparición de nuevas empresas. Por eso, una condición necesaria para la destrucción creativa es un sistema financiero capaz y dispuesto a invertir en nuevas empresas.

Los autores también argumentan que el impacto de la destrucción creativa es complejo. La competencia adicional estimula la innovación y la productividad en las empresas fronterizas, pero acaba con las más débiles. Las nuevas fortunas tienden a incrementar los ingresos más altos, empeorando ese aspecto de la desigualdad. Pero, señalan, esto es mucho mejor que la mayor desigualdad creada por el cabildeo dirigido a frustrar a los competidores.

El tipo correcto de innovación no sucederá sin la orientación de los incentivos, la regulación, el gasto público y la presión de la sociedad civil.

La globalización es otro tema controvertido. El libro concluye que la protección no es la respuesta correcta a una mayor competencia de las importaciones. La mejor respuesta es apoyar la innovación y así promover negocios nuevos y dinámicos sobre los más antiguos y no competitivos. Sin embargo, la aceptabilidad política de esto depende de la existencia de una red de seguridad que no esté vinculada a trabajos específicos.

Fundamentalmente, el éxito de la destrucción creativa depende de la existencia de un Estado eficaz, no corrupto, gobernado por la ley y que promueva la competencia. Esto solo es posible en una democracia constitucional, con una sociedad civil activa, instituciones independientes y medios de comunicación libres.

Tal Estado juega un papel central como estabilizador macroeconómico, subsidiario de la ciencia básica, promotor de la investigación y el desarrollo aplicados, inversor en nuevas tecnologías de riesgo, financiador de la educación y el seguro social, y promotor de la libre competencia.

Este es, en resumen, un análisis sutil de lo que ha hecho del capitalismo un sistema económico incomparablemente exitoso, pero también disruptivo. El éxito del sistema depende de lograr un equilibrio no solo entre la economía competitiva y la estabilidad social, sino también entre dejar que el capitalismo se desgarre y protegerlo de los capitalistas depredadores.

El mismo Schumpeter temía que el capitalismo pereciera. Hasta ahora, parece haberse equivocado. Otra posibilidad es que la democracia muera, ya que la plutocracia se alía con la demagogia. De cualquier manera, las civilizaciones de las democracias contemporáneas de altos ingresos perecerían. Al promover una mejor comprensión, este libro podría, con sabiduría y suerte, ayudarnos a evitar ese destino.




Estrategia para la creación de empleo y generación de riqueza en el Perú durante los próximos 20 años

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

El Mundo

Dentro de 20 años, el mundo habrá sufrido una gran transformación de sus procesos productivos, logrado un sustancial aumento de la productividad y mejorado el bienestar general.

La ‘cuarta revolución industrial’ habrá dejado de ser una fuente de especulación sobre sus impactos económicos y sociales. En el mundo, la robótica, la inteligencia artificial y los algoritmos habrán generado una sociedad con relaciones disruptivas entre la creación de riqueza, empleo, tecnología, ingresos y bienestar, tal como las vemos hoy día.

Las sociedades más ricas, aquellas que lideren la gran transformación productiva y marquen el acelerado cambio tecnológico, gozarán de condiciones de vida muy superiores a las de las sociedades que no estén en la frontera de desarrollo y adopción de las nuevas tecnologías.

El Perú

Nosotros estamos tarde como para ser parte de la vanguardia de dicha revolución. No hemos acumulado ni capital humano, ni físico, ni tecnológico; no hemos acumulado suficientes activos como para transformar aceleradamente nuevas formas de creación de riqueza.

Sin embargo, sí tenemos la capacidad de producir y de exportar muchos de los productos y servicios que las viejas y nuevas sociedades afluentes no producen (y que demandarán) para mantener sus altos niveles de bienestar.

El Perú puede producir y exportar las mejores frutas y hortalizas del planeta, magníficos peces y mariscos, buenas variedades de madera, diversidad de minerales y fuentes de energía, así como servicios de turismo y gastronomía.

Si nos dejamos de complejos y superamos los paradigmas que desvían la orientación de nuestras políticas productivas, podremos multiplicar nuestra oferta de dichos productos y servicios y recibir una compensación económica que nos permita:

  • Acumular capital
  • Mejorar nuestras infraestructuras
  • Desarrollar nuestro capital humano
  • Generar empleo en un mundo que sustituye empleo por máquinas
  • Dotar al Estado de los recursos necesarios para la gestión pública

Desde un punto de vista conceptual, la ‘cuarta revolución industrial’ transformará todos los procesos intermedios entre los elementos de la naturaleza y su usufructo por el ser humano. Los sectores de “servicios de alojamiento y alimentación”, manufactura y transporte serán particularmente vulnerables (como explica Martin Wolf del Financial Times).

En otras palabras, uno de los sectores que verá una mayor transformación será el sector industrial, donde los saltos de productividad generados por las nuevas tecnologías harán que sea muy difícil competir, sin su plena adopción.

Pero un buen mango, o una magnífica palta, uva, espárrago, arándano, alcachofa o melón, no serán producidos por máquinas, ni se sustituirá la participación de los seres humanos por las nuevas tecnologías. Como tampoco sucederá con los langostinos, erizos, lenguados o paiches, ni con nuestras variedades de madera y minerales. La sustitución tampoco se dará en los servicios que facilitan una visita a Machu Picchu, Kuelap y el Cañón del Colca, o el disfrute de un buen ceviche, lomo saltado, chupe de camarones o arroz con pato, por lo menos, no en un mediano plazo.

Todos estos productos y servicios son parte de ‘nuestra gran ventana de oportunidad’, un gran stock productivo, que debe ayudarnos a recuperar buena parte de los años perdidos, en los que impedimos la inversión privada (60s, 70s y 80s) y que después volvimos a malograr, multiplicando regulaciones que disuaden la inversión, sembrando una cultura anti-inversión privada en el sector público, permitiendo que pequeños grupos de poder saboteen las inversiones en nombre de sus falsos ídolos ambientales y sociales (paulatinamente desde el 2000 y a todo vapor desde el 2011).

Análisis

El Perú debe apoyarse en nuestra amplia y magnífica dotación de recursos naturales, cada vez más necesarios y valiosos para los países más ricos. Recursos que podemos producir y multiplicar, para traer del exterior (desde las empresas y consumidores más ricos del planeta) los recursos económicos que nos permitan avanzar hacia el pleno empleo y la mejora de capacidades humanas, en un mundo sin empleos.

Si les explicamos a nuestros ciudadanos los beneficios de asumir un desarrollo estratégico, que aproveche nuestro potencial en el nuevo mundo de la robótica y la inteligencia artificial, seguramente tendremos la comprensión y el apoyo para emprender la gesta del desarrollo sin avanzar un paso y retroceder dos, como venimos haciendo hace un buen tiempo.

No debemos dejar que grupos de interés político, ideologizados, sigan envenenando las mentes de nuestros ciudadanos sin contrarrestar sus mentiras y sus mitos. Estos grupos han capturado buena parte de los medios de comunicación, tanto a nivel nacional como en provincias. Además, tal como ha sucedido en otras sociedades, también cuentan con el apoyo de los académicos más activos en política (por ejemplo, los mediáticos profesores de economía de la PUCP), así como con la desidia de los líderes empresariales y sus gremios. 

Algo muy importante a registrar es que no nos queda mucho tiempo, por ello debemos trazar una estrategia de desarrollo que movilice, aceleradamente y consistentemente, nuestras capacidades durante los próximos 20 años.

  • Dentro de las dos siguientes décadas nuestra población seguirá envejeciendo hasta agotar nuestro bono demográfico
  • Las tecnologías seguirán evolucionando, y podrán empezar a aparecer las fábricas verticales de frutas y hortalizas mediante reproducción celular, la explotación masiva de minerales en los fondos marinos y en asteroides, eliminando nuestras actuales oportunidades de generar riqueza
  • Si no emprendemos cuanto antes una verdadera revolución educativa, corremos el riesgo de que las brechas que separen a nuestra población más pobre de los ciudadanos del nuevo mundo de la ‘cuarta revolución industrial, los dejen para siempre en la marginalidad social, como lo afirma el historiador israelita, Yuval Noah Harari.

En los próximos meses podemos movilizar el país hacia el crecimiento integral y sostenido, promoviendo agresivamente la inversión privada para desarrollar nuestros recursos naturales, las infraestructuras y el turismo; además de emprender las reformas políticas e institucionales que nos acerquen a los estados de derecho modernos; desburocratizando y simplificando drásticamente la paralizadora normativa actual y, por supuesto, alentando un salto cuántico en educación y salud.

Objetivo

Nuestra meta debe ser que el PBI crezca un 7% anual.

Un 7% de crecimiento anual da un crecimiento acumulado de 100% cada 10 años. Eso significa que podríamos llevar nuestro actual PBI de aproximadamente US$ 200,000 millones a US$ 800,000 millones en 20 años.

Además, con el mismo ritmo de crecimiento, nuestras exportaciones podrían pasar de los US$ 50,000 millones actuales a US$ 200,000 millones en 20 años. Lo interesante es que, si efectivamente privilegiamos la producción y exportación de frutas y hortalizas, madera y minerales, entre otros, dichas exportaciones dejarían en el Perú un porcentaje muy alto de su valor de venta en el extranjero, a diferencia de las exportaciones de productos manufactureros, que dejan un valor muy reducido en el país. Por ejemplo:

  • La exportación de un polo de buena confección, que se vende en Miami a unos US$ 80, le deja al productor local un 8 a 12% (según Oppenheimer, solo 8%)
  • Las frutas frescas, como la palta Hass, que se puede vender a unos dos euros por unidad en un supermercado inglés, deja en el Perú algo más de un 60% de su precio final.
  • Los concentrados de cobre, la exportación de minerales más básica, deja en el país aproximadamente un 86% de su valor en destino.

Por lo tanto, por donde se mire, tenemos que acumular la mayor riqueza posible en el menor tiempo posible y canalizarla para nivelar a nuestra población, especialmente a los más pobres, con los ciudadanos del mundo de la ‘cuarta revolución industrial’. 

Estrategia

Maximizar la creación de riqueza, volcando al país a poner en valor nuestros recursos naturales y nuestros servicios de turismo y gastronomía:

  1. Multiplicando los flujos económicos desde el exterior, mediante los altos márgenes de nuestras exportaciones, así como inversiones productivas y en infraestructuras.
  2. Incorporar a la sierra alto andina a los brazos de creación de riqueza de la gastronomía y las agro-exportaciones, apoyando el Programa de Sierra Productiva.
  3. Emprender una verdadera revolución educativa, dejando el paradigma de la educación masiva y centrando el aprendizaje en el liderazgo del alumno.
  4. Desburocratizando y simplificando la gestión del Estado.
  5. Imponiendo la meritocracia en todas las funciones del Estado.
  6. Emprendiendo la reforma política, del sistema judicial y de la descentralización.
  7. Imponiendo transparencia absoluta en los procesos de apropiación de recursos en el Estado y adoptando las mejores prácticas internacionales para el control de la corrupción.

“Hay, hermanos, muchísimo que hacer” (César Vallejo)
¡El mejor momento es hoy!

Lampadia




“Un futuro en el cual debemos pensar ahora”

“Un futuro en el cual debemos pensar ahora”

En estos nuevos tiempos de la política populista en los países más desarrollados, muchos culpan a la globalización y el comercio internacional por la pérdida de empleos en distintas industrias, principalmente la manufacturera, empezando por el lamentable nuevo presidente de EEUU. La verdad es que el fenómeno de pérdida de empleo en los países ricos, se explica hasta en un 80% por Cuarta Revolución Industrial, los avances de la tecnología y la automatización.

Según Martin Wolf en el Financial Times (leer líneas abajo), tarde o temprano vendrá el futuro de las máquinas inteligentes, en el cual, “este futuro [de la automatización] no vendrá de manera uniforme: algunos [trabajos] se verán más afectados mucho antes que otros”.

Algunos trabajos serán mucho más vulnerables que otros:

  • Trabajos físicos predecibles
  • Procesamiento de datos
  • Servicios de alojamiento y alimentación
  • Las manufacturas
  • Transporte y almacenamiento
  • Los trabajos menos remunerados
  • Las personas menos educadas

Al mismo tiempo, la automatización está creando nuevos puestos de trabajo, pero en gran medida con menores ingresos que el promedio, como para el caso de cuidados personales y cuidado del hogar.

Wolf enfatiza “la necesidad urgente de un mayor debate político sobre cómo preparar a los trabajadores para este nuevo mundo. El entrenamiento de la fuerza de trabajo necesita cambiar para inculcar más habilidades digitales.”

Este tema va muy ligado a nuestra propuesta, no respondida ni atendida por el gobierno ni la clase dirigente, de hacer un “salto cuántico”, o un “Big Bang”, una verdadera revolución educativa y no el mamarracho de Saavedra y Mora. Ver en Lampadia: Reflexiones sobre la educación para el futuro.

Ver artículo de Martin Wolf:

El trabajo en la era de las máquinas inteligentes

¿Cómo se organiza una sociedad en la que pocas personas hacen algo económicamente productivo?

Martin Wolf
Financial Times
26 de junio, 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

Ya en 1984, en su obra Paths to Paradise, André Gorz, un autoproclamado “revolucionario-reformista” declaró sin rodeos que la “revolución microeconómica anuncia la abolición del trabajo”. Incluso argumentó que “el trabajo asalariado”… puede dejar de ser una preocupación central para el final del siglo”. El momento en que lo dijo fue incorrecto. Pero los analistas serios piensan que la dirección en la que iba sí era correcta. Entonces, ¿qué podría significar un mundo de máquinas inteligentes para la humanidad? ¿Serán los seres humanos tan irrelevantes económicamente como los caballos? Si es así, ¿qué pasará con nuestra autoestima individual y la organización de nuestras sociedades?

En una reciente conferencia, Adair Turner, ex presidente del regulador financiero del Reino Unido y presidente del Instituto New Economic Thinking, aborda estas preguntas. Partió de la suposición de que las máquinas inteligentes finalmente podrán realizar la mayoría de los trabajos actuales mejor que las personas y a un menor costo. Esto, argumenta, es una cuestión de cuándo, no de si sucederá. Sucederá debido al avance progresivo de la potencia de procesamiento, la replicabilidad sin costo del software y el aumento del aprendizaje automático. Los dioses robots nos harán a todos redundantes.

Basándonos en ‘A Future that Works’, un informe publicado por McKinsey Global Institute el año pasado, Lord Turner agrega que este futuro no vendrá de manera uniforme: algunos se verán más afectados mucho antes que otros. Además, incluso si las máquinas inteligentes no pueden hacer todos los aspectos de un trabajo determinado, si pueden desplazar a muchos trabajadores.

Con la tecnología actual, las tareas físicas predecibles y la recopilación y el procesamiento de datos serán especialmente vulnerables. Por sectores, “servicios de alojamiento y alimentación”, la manufactura y el transporte serán particularmente vulnerables. De acuerdo con un artículo de Jason Furman, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos de EEUU y Robert Seamans de la Escuela de Negocios Stern, aquellos que ganan menos y aquellos con menos educación son más vulnerables.

Lord Turner argumenta que lo que está sucediendo también explica la “paradoja de la productividad” (innovación rápida, pero bajo crecimiento de la productividad) que discutí hace dos semanas. [Ver en Lampadia: Tecnología, ingresos y productividadLas incertidumbres sobre la economía global]. Una gran parte de la explicación puede ser un cambio de empleos relativamente bien remunerados en sectores con crecimiento relativamente rápido de la productividad, como la manufactura, hacia trabajos relativamente mal pagados en sectores con crecimiento de baja productividad, como cuidado personal, asistentes de salud en el hogar y retail. De los 10 sectores de EEUU con el mayor crecimiento pronosticado del empleo entre 2014 y 2024, que se espera que generen el 29 % de todos los empleos nuevos, ocho tienen salarios medios por debajo del promedio nacional. Esto, por supuesto, empeoraría la desigualdad y tendría implicancias fuertemente negativas para la productividad general. (Ver cuadros.)

Eso no es todo. Lord Turner también sugiere otras razones para el aumento de la desigualdad y el bajo crecimiento de la productividad promedio. El primero es el crecimiento de actividades de “suma cero (o casi cero)”, algunas de las cuales no se miden en el rendimiento económico y pocas de las cuales contribuyen al bienestar social: como lobistas, traders o abogados tributarios. Incluso la educación tiene un fuerte carácter de suma cero: es un bien posicional. Además, tales actividades de suma cero están bien pagadas y, por lo tanto, extraen una gran cantidad de renta. Los creadores exitosos de monopolios digitales también disfrutan de una gran cantidad de renta. Por lo tanto, y no menos importante, también sucede con los propietarios de dueños en conurbaciones prósperas. La nueva economía es entonces el paraíso del rentista.

El segundo es la sub-registro del valor de los servicios gratuitos. Esto es posible. Pero los servicios gratuitos (las redes sociales, por ejemplo) pueden, según él, contribuir poco al bienestar. En este momento, las contribuciones pueden ser mucha miseria personal y la destrucción de nuestras democracias.

Esta es la imagen para el futuro a mediano plazo: crecimiento lento de la productividad general y empeoramiento de la desigualdad. Esto es inconsistente con una democracia estable. Es más probable que sea un agravamiento de la política actual de codicia y agravio. El resultado podría ser la plutocracia, la autocracia populista o una mezcla. Si la automatización finalmente hiciera a la humanidad económicamente irrelevante, los desafíos serían aún más radicales.

En el mediano plazo, siempre que exista una perspectiva razonable de empleo para las personas que desean trabajar, la política crucial será subsidiar los empleos. También es vital financiar servicios públicos de alta calidad para todos, especialmente salud, educación y transporte. Además, como sostiene Dean Baker, la concentración de los ingresos provenientes de las rentas de escasez busca una mayor tributación de la riqueza e ingresos máximos, en particular la tierra y la propiedad intelectual. De hecho, es casi seguro que la propiedad intelectual esté muy altamente protegida ahora. Hay un caso de cierta protección, pero no demasiada. Creo que Adam Smith estaría de acuerdo.

A largo plazo, nuestros descendientes pueden enfrentar aún más decisiones existenciales (siempre que las máquinas les permitan hacerlo).

¿Cómo podría organizarse la sociedad en un mundo en el que pocas personas pueden hacer algo que obviamente sea económicamente productivo?

  • El mundo podría volverse tecno-feudal, con una elite propietaria contratando grandes cantidades de servidores humanos baratos, no por su valor, sino por el placer de la dominación.
  • O las personas también podrían compartir la abundancia de manera más equitativa.
  • Todos podrían disfrutar del ocio civilizado que una vez fue territorio de unos pocos.

La nuestra es la primera civilización en ver el trabajo como el llamado más elevado. Tal vez ese extraño prejuicio tendrá que ser descartado.

Eso es para un futuro lejano, sin embargo, es un futuro en el cual debemos pensar ahora.

Las tendencias en curso demandan acción. Si la tendencia natural de nuestras economías es hacia la creciente extracción de rentas y la desigualdad, con todos sus terribles resultados sociales y políticos, debemos responder de manera reflexiva y decidida. Ese es el gran desafío. Lampadia




Las incertidumbres sobre la economía global

Estamos en días futboleros, la esperanza y la alegría nos embargan, pero los tiempos no son fáciles. Hace pocos días explicamos el riesgo que significa para nosotros, tener tres autócratas como los más importantes líderes globales, Putin, Xi Jinping y Trump. (Ver en Lampadia: El ‘americano feo’ desestabiliza las relaciones económicas del mundo).

Una de las razones más importante que explica la involución de la política global, es justamente el impacto de la revolución tecnológica en los ingresos y en la productividad en los países más ricos, donde, por ignorancia o facilismo, que ha devenido en la ola populista que está destruyendo las estructuras económicas globales.

Líneas abajo compartimos el artículo, del brillante analista económico del Financial Times, Martin Wolf, que se mete de lleno en las incertidumbres alrededor de las interacciones entre tecnología, ingresos y productividad. De paso, Wolf destaca algo que en el Perú debemos aquilatar en su debida medida, la importancia del aumento de la productividad como determinante de la mejora del bienestar.  

La larga espera por el resurgimiento de la productividad

La mejora en los estándares de vida depende casi completamente de una mayor producción por trabajador.

Martin Wolf
Financial Times
12 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

“La era de las computadoras se ve en todas partes menos en las estadísticas de productividad”. Hoy podríamos repetir esta famosa declaración de 1987 de Robert Solow, el Premio Nobel que fundó la teoría moderna del crecimiento, sustituyendo “tecnología” por “computadora”.

Vivimos en una época de un cambio tecnológico emocionante, pero nuestras cuentas nacionales nos dicen que la productividad está casi estancada. ¿Es la ralentización o la innovación una ilusión? Si no, ¿qué podría explicar el enigma?

Si la ralentización es verdadera, importa. Como argumentó Paul Krugman, otro Premio Nobel: “La productividad no lo es todo, pero a la larga lo es casi todo”. Las mejoras en los niveles de vida dependen casi por completo del aumento del producto por trabajador.

La desaceleración de la productividad es una explicación importante del estancamiento de los ingresos reales y de la presión por austeridad fiscal en los países de altos ingresos. Gene Grossman de Princeton y tres coautores incluso sostienen que la marcada desaceleración en el crecimiento de los ingresos per cápita también explica la disminución de la participación del trabajo en el ingreso nacional en los países ricos.

Ningún economista ha hecho más para promover las revolucionarias implicancias de la tecnología de la información que Erik Brynjolfsson, del MIT. Sobre todo en libros con la coautoría con Andrew McAfee, también del MIT. Pero, en un interesante artículo reciente con dos coautores, él también reconoce la “paradoja de la productividad”. El documento no se aleja de la creencia en el poder transformador de los recientes avances tecnológicos, particularmente de la inteligencia artificial. Por el contrario, lo enfatiza, especialmente en el reconocimiento de imágenes traducciones. Sin embargo, admite que la desaceleración de la productividad es real.

Esto parece reflejar inversiones débiles y, sobre todo, un crecimiento decreciente de la “productividad total de factores” (PTF), una medida del producto por input de capital y de trabajo (ajustado por calidad). La PTF es una medida de innovación, de la capacidad de producir un producto más valioso con las cantidades de insumos dados. Sin innovación, la creciente prosperidad de los últimos dos siglos habría sido imposible. En verdad, la innovación, no la productividad, es casi todo.

También deberíamos centrar nuestra atención en los Estados Unidos, ya que este gran país ha estado impulsando la frontera de la innovación hacia el exterior desde finales del siglo XIX. Un estudio realizado por Nicholas Crafts de la Universidad de Warwick y Terence Mills de Loughborough muestra una disminución en el crecimiento tendencial de la PTF en EEUU desde un poco más del 1.5 % anual a principios de los años setenta hasta el 0.9 % más reciente. Otros, notablemente Robert Gordon de Northwestern University, en su obra maestra The Rise and Fall of American Growth, llegan a conclusiones similares sobre la reciente desaceleración, a partir del análisis de periodos de tiempo más largos. (Ver cuadros.)  

Una posible explicación es la mala medición. Es, y siempre ha sido, difícil medir el impacto de las nuevas tecnologías, particularmente ahora cuando muchos servicios son gratuitos y muchos se brindan, de manera invisible, desde fuera de EEUU. Sin embargo, es difícil aceptar que la medición de repente se volvió más difícil en 2005, cuando comenzó la desaceleración de la productividad en los Estados Unidos.

Además, incluso cuando se tienen en cuenta las posibles malas mediciones, en un estudio de David Byrne de la Reserva Federal y Dan Sichel de Wellesley College, el resultado es aumentar el crecimiento de la PTF en el sector tecnológico, pero disminuirlo en los demás, con efectos insignificantes en el conjunto de la economía. Una mala medición no es la explicación.

Una segunda posibilidad es que una menor competencia y la onerosa captura de rentas hayan disipado las ganancias potenciales. Así tenemos islas de innovación y gran riqueza, pero una economía débil. Varios investigadores tienen argumentos en estas líneas. Esto incluso puede ser una explicación parcial. Pero sería asombroso que solo los monopolios impidieran que las tecnologías innovadoras aporten beneficios de productividad a las economías abiertas de hoy.

Una tercera posibilidad es que las nuevas tecnologías simplemente no son lo que se dice que son, particularmente en comparación con la amplia gama de transformaciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: agua potable, electricidad, motor de combustión interna, vuelo, petróleo y productos químicos.

Todo eso lo tomamos por sentado, pero cambiaron todo, a diferencia de las tecnologías recientes que pueden no haberlo hecho. La inteligencia artificial puede ser una tecnología revolucionaria de propósito general, pero, hace un siglo varias tecnologías llegaron al mismo tiempo. Una visión complementaria es que ahora el progreso es más difícil: se necesitan más investigadores para avanzar en la tecnología que antes (aunque también podemos emplear a más investigadores). 

La última posibilidad -y lo que afirma el artículo de Brynjolfsson y sus coautores- es que esta es la calma antes de una tormenta. Sostiene que la misma pausa de productividad ocurrió con la electricidad en la década de 1920. Se necesita tiempo para que nuevas tecnologías de utilidad general, transformen la economía.

Hoy, la IA está en sus primeras etapas. Pronto cambiará todo, argumentan. Esto es consistente con el hallazgo de Profs Crafts and Mills de que la performance de la productividad pasada, es un pobre predictor del desempeño futuro.

Cuando observo en la economía moderna, el peso de los sectores de servicios intensivos en mano de obra, como la salud, la educación y la atención de niños y ancianos, concluyo que la transformación tecnológica será lenta. Si estoy equivocado, será disruptivo. Por el momento, sin embargo, tenemos lo peor de ambos mundos: una disrupción significativa con casi el estancamiento de los ingresos promedio.

Aún no sabemos si el futuro será lento o disruptivo. Pero nuestras sociedades se basan en una promesa implícita de crecimiento. Si la opción es entre un menor incremento de los ingresos y el avance disruptivo, debemos esperar lo último y hacer todo lo posible para gestionar las consecuencias. Lampadia




El fracaso de las élites trae anomia y populismo

En Lampadia hemos criticado muchas veces a nuestra clase dirigente, a unos por acción, los políticos; y a otros por omisión, las dirigencias gremiales, académicas y sociales.

Hoy nos encontramos en medio de una grave crisis de liderazgo, con el desprestigio generalizado de todos los políticos, y el consecuente vacío de referentes que puedan prender las luces que nos permitan evitar el caos y mantener un sentido de futuro común.

Para reflexionar sobre este tema, hemos rescatado un artículo del 2014, del principal columnista del Financial Times, Martin Wolf, titulado: Las élites fallidas amenazan nuestro futuro.

Wolf sostiene que cuando las elites fracasan son reemplazadas. A diferencia de los estados despóticos en los que este proceso se efectúa de manera sangrienta, en las democracias, las elites políticas son cambiadas de forma “rápida y limpia”. Y a pesar de los controles y los equilibrios de poder, de la prensa libre y otras instituciones, las elites están expuestas a llevar al desastre a los países que conducen.

En el Perú, estamos ad-portas de un segundo voto de vacancia del presidente de la República. El vacío de poder es casi absoluto, y el espectáculo de los miembros del partido de gobierno, con la congresista y primera ministra, Mercedes Aráoz a la cabeza, procurando destruir la figura del primer vicepresidente, Martín Vizcarra, es, por decir lo menos, clamoroso. Con el presidente cuestionado, se ataca al vicepresidente y se profundiza el vacío y la incertidumbre.

En Lampadia hemos opinado que la vacancia es algo que debiera evitarse por traumática y riesgosa. Pero tenemos que reconocer, que como dice Juan de la Puente en una reciente entrevista: “Ya se ha producido una vacancia simbólica en la mente de la gente”. Para la salida de un presidente gravemente cuestionado y debilitado, como es el caso de PPK, sería mucho mejor la renuncia. Pero parece que, por todos los lados, se llevarán las cosas a los extremos.    

La gran debilidad histórica de nuestra sociedad, es la debilidad de nuestra clase dirigente. Algo que denunciaron, Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y Jorge Basadre. En general nuestras elites siempre han estado ausentes, carentes de visión, compromiso cívico y de fallas de liderazgo.

Hoy no hay liderazgo, los políticos se atacan entre sí, la economía está parada, el desprestigio de las instituciones del Estado ha llagado a niveles absurdamente peligrosos, y los ciudadanos están perdiendo su esperanza de un futuro mejor. Pareciera que las cosas ya no pueden empeorar, pero si quienes están en el escenario político, no rescatan mayor cordura, podríamos tener aún mayores costos.

Pero también, este debiera ser el momento en que deben ponerse de pie nuestros mejores ciudadanos, aquellos que están en las reservas, y que pueden compartir sus pensamientos y su visión, para no perder de mira las grandes posibilidades de desarrollo del Perú. Como hemos dicho varias veces, ‘el Perú es infinito’. No nos dejemos amilanar.

Líneas abajo, presentamos el artículo de Martin Wolf, que nos muestra el daño que pueden hacer las malas élites.

Es hora de salir al frente y rescatar nuestros caminos a la prosperidad.  Lampadia

Las élites fallidas amenazan nuestro futuro

No se puede confiar en líderes mediocres y ricamente recompensados cuando las cosas van mal

Martin Wolf
Financial Times
14 de enero, 2014
Traducido y glosado por Lampadia

En el 2014, los europeos conmemoraron el cien aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Esta calamidad dio inicio a tres décadas de barbarie y estupidez, y a la destrucción de la mayoría de los aspectos positivos de la civilización europea de principios del siglo XX. Al final, como Churchill predijo en junio de 1940, “el Nuevo Mundo, con todo su poder y fuerza”, tenía que intervenir “para rescatar y liberar al antiguo”.

Los fracasos de las élites políticas, económicas e intelectuales de Europa crearon el desastre que afligió a sus pueblos entre 1914 y 1945. Su ignorancia y prejuicios permitieron la catástrofe: las ideas falsas y los valores equivocados intervinieron. Estos incluían la creencia atávica, no solo de que los imperios eran magníficos y rentables, sino también de que la guerra era algo glorioso y controlable. Era como si una voluntad de suicidio colectivo se habría apoderado de los líderes de las grandes naciones.

Las sociedades complejas dependen de sus élites para guiarlas, y, aunque los resultados no son necesariamente siempre perfectos, por lo menos no serán grotescamente malos. Cuando las élites fracasan, es probable que colapse el orden político, como les sucedió a las potencias derrotadas después de la Primera Guerra Mundial. Los imperios rusos, alemanes y austriacos se desvanecieron, y dieron paso a sucesores débiles y después al despotismo. La Primera Guerra Mundial también destruyó los cimientos de la economía del siglo XIX: el libre comercio y el patrón oro. Los intentos por restaurarlos produjeron más caídas de las élites, esta vez de la estadounidense y de la europea. La Gran Depresión contribuyó en gran parte en la creación de las condiciones políticas que dieron como fruto la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Fría, el conflicto de las democracias con una dictadura engendrada por la Primera Guerra Mundial, siguió.

Resultados terribles como consecuencia de los fracasos de las élites no son sorprendentes. Existe un acuerdo implícito entre las élites y el pueblo: los primeros obtienen los privilegios y prebendas del poder y la propiedad; los segundos, a cambio, obtienen seguridad y, en los tiempos modernos, un cierto grado de prosperidad. Si las élites fracasan, se exponen a su reemplazo. La sustitución de las élites fracasadas es siempre muy tensa. Pero en una democracia, la sustitución de las élites políticas, al menos, es un proceso rápido y limpio. En un entorno despótico, por lo general será lento y casi siempre sangriento.

Esto no es solo historia. Sigue siendo cierto hoy en día. Si buscamos las lecciones que dejó la Primera Guerra Mundial para nuestro mundo, las encontramos no en la Europa contemporánea, sino en el Oriente Medio, en las fronteras de India y Pakistán, y en las tóxicas relaciones entre una China creciente y sus vecinos. Existen las posibilidades de un error de cálculo letal en todos estos casos a pesar de que las ideologías del militarismo y del imperialismo son, afortunadamente, mucho menos prevalentes de lo que fueron hace un siglo. Hoy en día, los Estados poderosos aceptan la idea de que la paz es más conducente a la prosperidad que los botines ilusorios que deja la guerra. Sin embargo, esto no significa, por desgracia, que el Occidente es inmune a los fallos de sus élites. Por el contrario, vive con ellos. Pero sus fracasos son de una paz mal administrada, no la guerra.

Aquí hay tres fallas visibles.

En primer lugar, las élites económicas, financieras, intelectuales y políticas no comprendieron las consecuencias de la liberalización financiera en general. Arrulladas por fantasías de mercados financieros auto-estabilizantes, no solo permitieron, sino que estimularon una apuesta enorme y, para el sector financiero, sumamente rentable, por la expansión de la deuda. La élite diseñadora de políticas no valoró los incentivos que operaban y, sobre todo, los riesgos de un colapso sistémico. Cuando sucedieron, los frutos de esa ruptura fueron desastrosos en varias dimensiones: las economías se derrumbaron, el desempleo saltó y la deuda pública explotó. La élite hacedora de políticas públicas fue desacreditada por su fracaso en la prevención de desastres. La élite financiera fue desacreditada al necesitar ser rescatada. La élite política fue desacreditada por su voluntad de financiar el rescate. La élite intelectual (los economistas) fue desacreditada por no prever la crisis o ponerse de acuerdo con respecto a lo que debía hacerse cuando sucedió. El rescate era necesario. Pero la creencia de que las clases poderosas sacrificaron a los contribuyentes para ayudar los intereses de los culpables es correcta.

En segundo lugar, en las últimas tres décadas hemos visto el surgimiento de una élite económica y financiera global. Sus miembros se han separado cada vez más de los países que los vieron surgir. En el proceso, el pegamento que une a toda democracia (la noción de ciudadanía) se ha debilitado. La estrecha distribución de los beneficios del crecimiento económico aumenta en gran medida ese fenómeno. Esto, entonces, es cada vez más una plutocracia. Un cierto grado de la plutocracia es inevitable en las democracias construidas, como debe ser, sobre una economía de mercado. Pero siempre es una cuestión de grados. Si el pueblo ve su élite económica tan ricamente recompensada por un desempeño mediocre e interesada solo en sí misma, y esperando el rescate cuando las cosas le salen mal, los lazos se cortan. Podríamos encontrarnos justamente en el comienzo de esta decadencia a largo plazo.

En tercer lugar, al crear el euro, los europeos llevaron su proyecto más allá de lo práctico a algo mucho más importante para la gente: el destino de su dinero. Nada era más probable que las fricciones entre los europeos sobre cómo su dinero se estaba gestionando de manera adecuada o inadecuada. La probablemente inevitable crisis financiera ha dado ahora lugar a una serie de problemas aún no resueltos. Las dificultades económicas de las economías afectadas por la crisis son evidentes: grandes recesiones, una extraordinariamente alta tasa de desempleo, la emigración masiva y el sobreendeudamiento pesado. Todo esto es del saber general. Sin embargo, es el desorden constitucional de la Eurozona lo que menos se resalta. Dentro de la Eurozona, el poder se concentra en manos de los gobiernos de los países acreedores, principalmente Alemania, y de un trío de las burocracias no electas: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Los pueblos de los países afectados negativamente no tienen ninguna influencia sobre ellos, y tampoco la tienen sus representantes políticos. Este divorcio entre la responsabilidad y el poder afecta directamente el seno de cualquier noción de gobernabilidad democrática. La crisis de la Eurozona no es solo económica. También es constitucional.

Ninguna de estas fallas coincide en modo alguno con las locuras de 1914. Pero son lo suficientemente grandes como para provocar dudas acerca de nuestras élites. El resultado es el nacimiento de un populismo iracundo por todo Occidente, sobre todo el populismo xenófobo de la derecha. Si las élites continúan decepcionando, veremos el surgimiento del populismo rabioso. Las élites tienen que hacer un mejor trabajo. Si no lo hacen, la rabia podría abrumarnos a todos. Lampadia




Los mensajes de la Cumbre del Foro Económico Mundial

Los mensajes de la Cumbre del Foro Económico Mundial

Dado que el entorno mundial está lleno de fisuras geopolíticas, avances tecnológicos disruptivos y una economía compartida en gran medida, la reunión anual del Foro Económico Mundial que se llevó acabo en Davos, Suiza, con más de 3,000 de las personas influyentes del mundo provenientes de 100 países, se centró en el tema “Crear un futuro compartido en un mundo fracturado”, que plantea discusiones sobre posibles soluciones a las brechas que han surgido política, económica y socialmente.

“Crear un futuro compartido en un mundo fracturado requiere abordar los problemas en la agenda global de una manera holística, interconectada y orientada al futuro”, dijo Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo de WEF. “Nuestra reunión anual en Davos ofrece una plataforma excepcional de colaboración para crear nuevas iniciativas globales”.

Uno de los aspectos más destacados de la reunión de cuatro días fue la asistencia de importantes líderes políticos, incluidos el presidente francés Emmanuel Macron, el presidente de los EEUU, Narendra Modi, de la India, y la primera ministra británica Theresa May. Donald Trump, que fue el primer presidente estadounidense en asistir a la reunión del WEF desde Bill Clinton hace 18 años.

El presidente chino, Xi Jingping, se convirtió el año pasado en el primer presidente chino en asistir al foro de Davos y realizó declaraciones de apertura para defender la globalización. Las declaraciones de Xi fueron tomadas por los líderes mundiales como un fuerte mensaje de que China quiere asumir un rol de liderazgo global a medida que otras potencias mundiales luchan por abordar los problemas internos. Este año, otro de los gigantes de Asia deslumbró en Davos. El primer ministro indio Narendra Modi, fue un keynote speaker, ver en Lampadia: En defensa de la globalización y la integración.

La reunión de los principales líderes del mundo se da en un momento que Christine Lagarde, califica como un “sweet spot” (un momento dulce), con un record de crecimiento de la economía global que se estima en 3.9% para el 2018 y 2019. Donde unos 120 países han mejorado su crecimiento el año pasado, y solo un 20% de los países emergentes ha disminuído su crecimiento per cápita.

También se produce cuando la Unión Europea se enfrenta a las incertidumbres del proceso Brexit. En Asia, el problema nuclear de Corea del Norte persiste como una gran amenaza para la seguridad regional, mientras que Japón y Corea del Sur siguen enfrentados por cuestiones históricas.

En los últimos años, el WEF ha intensificado sus esfuerzos para colaborar con los líderes mundiales de inteligencia artificial y robótica. Abrió el Centro para la Cuarta Revolución Industrial en San Francisco en marzo para acelerar la cooperación intersectorial con nuevas empresas, compañías líderes en el mundo, expertos y gobiernos para elaborar políticas científicas y tecnológicas que puedan beneficiar a la sociedad mientras minimizan los riesgos a la baja. El centro tiene nueve áreas de enfoque, como inteligencia artificial, vehículos autónomos, cadena de bloques, flujos de datos transfronterizos y medicina de precisión.

El mensaje central de Davos 2017

“Mientras el mundo enfrenta el resurgimiento del nacionalismo y de movimientos anti-globalización, los participantes del WEF consideraron una novedosa “vieja” cura: distribución de la riqueza. Pero parecían divididos sobre el modelo (voluntario a través de impuestos), y si una receta más familiar era mejor: hacer que crezca la torta, en vez de darle a otros una mayor tajada”. (Distribuido por en el WEF 2018)

Christine Lagarde les recordó a los participantes que “el crecimiento no es inclusivo, no será sostenido”.

Pero, ojo, estos mensajes de la WEF, se refiere fundamentalmente a la preocupación de los países ricos por la desigualdad y pérdida de empleos de sus clases medias (ellos ya superaron, básicamente, sus problemas de pobreza).

Como hemos explicado anteriormente, en paralelo al aumento de desigualdad en los países ricos, en el resto del mundo se produjo una gran mejora de estándares de vida y una menor desigualdad. Sin embargo, estas mejoras de las últimas décadas, no han permitido aún, la superación de la pobreza.

Por lo tanto, nuestro análisis, en los países emergentes y en el Perú, no debe referirse a cómo evitar el deterioro de nuestras clases medias, que vienen mejorándose dinámicamente, sino, a diferencia de los países ricos, a cómo superar la pobreza. Y para ello, la principal respuesta es, hacer crecer la torta, privilegiar el crecimiento, dentro de una estrategia de desarrollo integral: económico, social e institucional.  

WEF 2018 – ¿Quiénes fueron algunos de los expositores?

Justin Trudeau                                                               

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se tomó un momento para destacar la lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad de género a los líderes internacionales. En su aparición en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza como primer ministro, Trudeau calificó de “inaceptable” el acoso sexual en el gobierno y el lugar de trabajo, mencionando los movimientos #MeToo y #TimesUp y las marchas internacionales de mujeres.

También instó a los líderes a contratar, promover y retener a más mujeres, citando un estudio que dijo que reducir la brecha de género en Canadá podría agregar US$ 150 mil millones a la economía para 2026. “Y no solo porque sea lo correcto, o lo bueno que se puede hacer, sino porque es lo más inteligente”.

Liu He (China)                                           

Este año en el WEF en Davos, Liu He, un alto funcionario chino, elaboró la planificación de alto nivel de la política económica de China para los próximos años. Liu, miembro del Buró Político del Comité Central del PCCh y director de la Oficina General del Grupo Líder Central para Asuntos Financieros y Económicos, prometió que China se abrirá más ampliamente al mundo.

En su discurso, Liu hizo hincapié en la necesidad de cambiar la economía china de una fase de rápido crecimiento a una de desarrollo de alta calidad. Dicha transición, dijo, es el contexto en el que China formula sus políticas macroeconómicas, estructurales, de reforma y sociales en los próximos años.

Dijo que China se integrará aún más con las reglas de comercio internacional y facilitará el acceso al mercado. China también abrirá sustancialmente el sector de servicios, el sector financiero en particular, y creará un entorno de inversión más atractivo.

Según el NYT, “En Davos, la verdadera estrella ha sido China, no Trump”. El Belt and Road ha sido una pieza central de la política exterior del presidente Xi Jinping, y sus promesas de un “Sueño de China” de restaurar a su nación a la grandeza pasada.

Christine Lagarde (FMI)

Ante una pregunta de Martin Wolf sobre que podía ir mal, Christine Lagarde señaló tres puntos:

  • Vulnerabilidad financiera, básicamente por los altos precios de los activos y la facilidad para encontrar financiamiento.
  • La desigualdad que en algunos países está creciendo.
  • La falta de cooperación internacional y los riesgos geopolíticos.

Por lo tanto, plantea que el desafío es hacer de 2018 un año en el que podamos responder a estas preguntas difíciles y continuar construyendo economías más inclusivas que realmente beneficien a todos.

Considera que es importante empezar por un mayor crecimiento global, ya que muchos países tienen la oportunidad de reducir los niveles de deuda peligrosos, mientras que otros tienen una oportunidad de oro para hacer nuevas inversiones en sus propios pueblos y economías.

¿Qué tipo de inversiones se necesitan? En muchas partes del mundo, la productividad sigue siendo obstinadamente baja y el envejecimiento de la población corre el riesgo de reducir las tasas de participación en la fuerza de trabajo. De modo que gastar dinero en investigación y educación, y aumentar el número de mujeres en la fuerza de trabajo, son estrategias inteligentes.

Donald Trump (EEUU)

Muchos estaban ansiosos por este discurso: el creador de “América Primero” tiene un estilo de gobierno extraño, impredecible, a menudo profundamente desagradable, basado en gran medida en tweets, y un odio desmedido.

Pero el discurso fue diseñado para una especie de unión virtual, una fusión de “América primero” con todos los demás como socios. Estados Unidos fue ciertamente el primero, y Trump dijo que lo había puesto allí: el mercado de valores había agregado US$ 7 mil millones, se habían creado 2.4 millones de nuevos empleos y el desempleo en Estados Unidos estaba en un nuevo mínimo “desde mi elección”. Esto es bueno para todos.

Las palabras del presidente de Estados Unidos han sido más tenues y menos conflictivas que anteriores veces, pero incluso cuando le dijo a los delegados de Davos que “América Primero no significa Estados Unidos solo”.

Conclusiones                                                                  

La globalización es tanto un movimiento político como económico, y al final requiere apoyo político. Los globalizadores necesitan al menos el apoyo pasivo de las personas que no han tenido éxito en la última década desde el colapso financiero y del resto del mundo. Todos los líderes democráticos deben buscar políticas que aborden los descontentos y los calmen, mientras tratan de evitar más aislamiento, proteccionismo y populismo. Como dijo Martin Wolf, necesitamos el libre comercio, pero también, que sea percibido como justo.

Esto no será fácil, y deben recurrir al apoyo de todos los asistentes a los nevados de los Alpes suizos. Lampadia




La economía global mejora y nos trae oportunidades

La economía global mejora y nos trae oportunidades

La economía mundial está disfrutando de una “recuperación sincronizada” según Martin Wolf, del Financial Times. El resultado de la economía mundial en 2017 fue significativamente mejor que el año anterior. Según las previsiones del Banco Mundial, es probable que el crecimiento económico mundial alcance el 3.6 % en 2017, ya que las economías de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón mostraron claros signos de mejora en el tercer trimestre con una tasa de crecimiento del 2.5 %, 2 % y casi 2 %, respectivamente.

Impulsado por la recuperación económica de los países desarrollados, el comercio y la inversión mundial han entrado en una nueva fase y la Organización Mundial del Comercio espera que la tasa de crecimiento del comercio mundial alcance el 3.2 % en 2017.

Pero aun cuando la economía mundial muestra todos los signos de una recuperación, la antiglobalización y el proteccionismo comercial siguen siendo las dos principales amenazas que causan gran preocupación y tienen el potencial de dañar el desarrollo de la economía y el comercio mundiales.

Por otro lado, una visión un poco optimista de Wolf afirma que: “Uno podría tener esperanzas de que, a medida que la economía mundial se recupere y que el optimismo acerca del futuro se arraigue, la destemplanza de la política en tantos países comience a sanar. Esto también podría comenzar a restablecer la confianza en las élites políticas y económicas. Eso podría hacer que la política fuera menos belicosa y más consensuada. También podría alejar el debate de los extremos más salvajes del populismo.”

El mayor crecimiento económico global es, sin embargo, una oportunidad para los países emergentes y en desarrollo, que actualmente están sufriendo por una desaceleración en la tasa potencial de crecimiento, principalmente debido a un debilitamiento en el crecimiento de la productividad.

Ya hemos comentado (En busca del tiempo perdido – ¡Ahora!) la tragedia que significa para el Perú, estar perdiendo estos años tan propicios para afirmar un desarrollo integral y sostenible. El siguiente artículo de Wolf debe ayudarnos a rteaccionar. No podemos seguir en esta suerte de inercia mazamorrera. Lampadia

Aunque la política no ayuda, la economía mundial mejora

Aun así continúa siendo vulnerable a las crisis financieras, a los choques inflacionarios y a la guerra

Martin Wolf
Financial Times
9 de enero, 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

Con el inicio de 2018, el mundo presenta un contraste entre su deprimente política y la mejora de la economía. ¿Es probable que esta divergencia se mantenga indefinidamente? ¿O es probable que la una abrume a la otra? Y, de ser así, ¿la mala política arruinará la economía o una buena economía curará la mala política?

Podemos identificar varias amenazas al orden político global cooperativo. La presidencia de Donald Trump, un nacionalista belicoso con limitado compromiso con las normas de la democracia liberal, pone en peligro la coherencia de Occidente. El autoritarismo está resurgiendo y la confianza en las instituciones democráticas disminuye en casi todas partes. Mientras tanto, gestionar un mundo interdependiente exige la cooperación entre los países poderosos, en particular EEUU y China. Lo peor de todo es que los riesgos de un conflicto abierto entre estas dos superpotencias son reales.

Y, sin embargo, la economía mundial hierve, al menos comparado con los estándares de la última década. Según las previsiones de consenso, el optimismo sobre las perspectivas de crecimiento de este año ha mejorado sustancialmente para EE.UU., para la eurozona, para Japón y para Rusia. El consenso también pronostica un crecimiento global, de 3,2% el próximo año (a precios de mercado), levemente por encima de la elevada tasas de 2017.

El economista Gavyn Davies es aún más optimista. Según su opinión, el consenso todavía está rezagado en relación con los números trimestrales excepcionalmente sólidos identificados en los nowcasts (pronósticos a corto plazo). Él anticipa revisiones al alza de los pronósticos. E incluso argumenta que la actividad mundial actualmente está creciendo a una tasa anualizada de alrededor del 5% (medida a paridad del poder adquisitivo, lo cual eleva las tasas del crecimiento mundial en cerca de medio punto porcentual por encima de la expansión a precios de mercado).

Esto también representaría más de un punto porcentual por encima del crecimiento tendencial. En vista de ello, esta tasa es insostenible. Una respuesta optimista podría ser que los pronosticadores subestimaron la tendencia. Más importante aún, la inversión está desempeñando un destacado papel en la generación de una demanda más fuerte, particularmente en la eurozona. A su vez, una demanda más fuerte impulsa una mayor inversión. En la segunda mitad de 2017, señala el Davies, la inversión en EE.UU., en la eurozona y en Japón aumentó a tasas reales anualizadas trimestrales de entre 8% y 10%, un resultado mucho mejor a lo observado desde 2010. Definitivamente es concebible un círculo virtuoso de crecimiento rápido que impulse un crecimiento potencial más rápido.

Si esta tasa de crecimiento resulta insostenible, la pregunta es si llegará a su fin sin problemas o con contratiempos. Los riesgos de los contratiempos son importantes, dados los elevados niveles de deuda y los altos precios de los activos, especialmente el de las acciones estadounidenses.

Mientras tanto, felizmente, la inflación continúa siendo moderada, y las tasas de interés reales y nominales bajas. Por el momento, estas últimas condiciones hacen que la deuda sea más soportable y que los elevados precios de los activos sean más razonables. Sin embargo, la interrupción podría fácilmente llegar, quizá por una inflación más elevada o por dudas acerca de la solvencia de los grandes deudores. También podría surgir del colapso de los precios de los activos sobrevalorados o de la agitación en los sobrecargados mercados de deuda. Si las economías comenzaran a desacelerarse sustancialmente, el margen para maniobrar en asuntos de política monetaria o fiscal de los países de altos ingresos parecería pequeño.

Sin embargo, tal como lo argumenté hace un año, estas disrupciones económicas tan grandes son eventos raros. Sorprendentemente, la economía mundial ha crecido cada año desde principios de la década de 1950. Además, se ha expandido por menos del 2% (medido a paridad del poder adquisitivo) durante sólo cinco años desde entonces: 1975, 1981, 1982, 1991 y 2009.

¿Qué ha creado desaceleraciones agudas (y generalmente inesperadas)? La respuesta es: las crisis financieras, los shocks inflacionarios y las guerras. La guerra es el mayor riesgo político para la economía. A principios del siglo XX, pocos europeos se imaginaban la devastación económica y social que les esperaba en el futuro. Una guerra nuclear podría ser dos órdenes de magnitud más destructiva.

Las guerras entre los productores de petróleo también han sido extremadamente disruptivas: consideremos las dos crisis petroleras de la década de 1970. Una guerra entre Irán y Arabia Saudita podría ser realmente devastadora. La política, y por lo tanto las políticas, también desempeñan un papel dominante en la generación de inflación y de los consiguientes shocks de desinflación. La política también impulsa el proteccionismo y la liberalización financiera irresponsable. En general, los riesgos de las políticas disruptivas podrían ser mayores actualmente de lo que han sido en décadas.

La política también moldea las políticas a más largo plazo que determinan el desempeño de las economías. Sabemos que las políticas a menudo están lejos de ser todo lo favorables al crecimiento compartido y sostenible que podrían serlo. Ni la idea de la derecha de que lo único necesario es reducir los impuestos y las regulaciones, ni la opinión de la izquierda de que un Estado más intervencionista resolvería todo tiene sentido. Reavivar el dinamismo representa un desafío.

Sin embargo, también es posible tener una perspectiva más optimista. La mala política de hoy en día es el resultado, en gran parte, de la mala economía del pasado, particularmente del malestar de la poscrisis en los países de altos ingresos y del impacto del colapso subsiguiente del precio de las materias primas en numerosos países emergentes y en desarrollo. Uno podría tener esperanzas de que, a medida que la economía mundial se recupere y que el optimismo acerca del futuro se arraigue, la destemplanza de la política en tantos países comience a sanar. Esto también podría comenzar a restablecer la confianza en las élites políticas y económicas. Eso podría hacer que la política fuera menos belicosa y más consensuada. También podría alejar el debate de los extremos más salvajes del populismo.

Por algún tiempo, entonces, la economía y la política pueden ir por caminos separados. Sin embargo, a largo plazo las preguntas deben ser si la economía fracasará por sí sola, si la política terminará arruinando a la economía o, si la economía curará a la política. Esperemos que la respuesta sea la última. Ésa es una opción por la que vale la pena luchar. Lampadia




La política británica al borde del abismo

El populismo ha sido una de las mayores plagas de la política latinoamericana durante casi cien años. En Lampadia lo hemos calificado como ‘una alianza entre la mentira y la esperanza’. La mentira, porque el político populista sabe que no va a cumplir con lo que ofrece, solo lo hace para conseguir votos de los más necesitados y carentes de alternativas. La esperanza, porque resulta ser como el último pedazo de madera del cual uno se puede agarrar en medio del mar, después de haber llegado a creer que ya nada puede darle algo que lo ayude a mejorar su situación.

Pero, lamentablemente, esta tendencia populista está propagándose por todo el mundo. En el Reino Unido, donde los populistas lograron el voto por el Brexit, el resultado marca un cambio dramático, que parece haberlos llevado a perder perspectiva y dejar que procesos como la migración y la pérdida de competitividad con EEUU y China los lleven a una crisis de identidad y a malograr sus políticas públicas con una retórica digna de falsos paradigmas políticos.

Las consecuencias a corto plazo ya se están viendo: La incertidumbre sobre los futuros acuerdos comerciales ya ha reducido la confianza en la libra esterlina, lo que vuelve menos atractivas las inversiones. El Banco de Inglaterra llamó al Brexit “el mayor riesgo para la estabilidad financiera nacional”.

Los efectos a largo plazo son más controvertidos, aunque la mayoría de los economistas consideran que también serán negativos. Económicamente es un problema grave que llega en un mal momento para Europa. Según Martin Wolf (compartimos su artículo líneas abajo) “Las ‘Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional’ pronostican un crecimiento para la economía del Reino Unido este año y el próximo, de 1.7% y 1.5% respectivamente, lo que lo situaría cerca de la parte inferior del ranking de la UE. En 2018, solo Italia estaría (marginalmente) por debajo. Sin embargo, esta desaceleración no es tan preocupante como las deficiencias económicas a más largo plazo, como lo demuestra el informe provisional de la Comisión de Justicia Económica del Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, con sede en Londres.”

Uno de los grandes problemas es que, como afirmó Wolf la polarización entre ‘perdedores’ y élites, duró mucho tiempo,  “los proyectos de la elite de derecha han sido bajar las tasas marginales de impuestos, inmigración liberal, globalización, cortar costosos ‘programas de ayuda social’, mercados laborales desregulados y buscar la maximización del valor para el accionista. (…) En el proceso, las élites se han desprendido de las lealtades y preocupaciones nacionales, formando en su lugar una súper-elite global. No es difícil ver por qué la gente común, en particular hombres nativos, se sienten alienados. Son perdedores, al menos relativamente; no comparten por igual las ganancias. Se sienten usados y abusados. Después de la crisis financiera y la lenta recuperación en los niveles de vida, ven a las elites como incompetentes y depredadoras. La sorpresa no es que muchos estén enojados, sino que no lo estén todos.”

Y es que, efectivamente, en los países ricos, desde la crisis del 2008/9, se descuidó a los segmentos de población que vieron debilitada su situación económica. Esto originó que estos países importen el populismo como base del nuevo discurso político, ocultando que buena parte de los impactos en la desigualdad se debían a los impactos de la ‘Cuarta Revolución Industrial’, que ha generado una inmensa ola de automatización y debilitamiento de los empleos tradicionales. Ver en Lampadia: Porqué el populismo le está ganando a los liberales.

Tomemos lo que está sucediendo en el Reino Unido como una señal de alarma para nosotros. Ahora, más que nunca, es muy importante que los países emergentes como el Perú, tomen una posición anti populismo y reafirmen su opción por un mundo más globalizado y una economía abierta, destacando la importancia del comercio internacional para nuestro desarrollo económico y para beneficio e inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado. Lampadia

Un Brexit herido podría naufragar la economía británica

Es absurdo sugerir que el RU podría soportar el impacto de menor acceso a los mercados

Martin Wolf
Financial Times
17 de noviembre, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

 

Los compradores en Petticoat Lane de Londres buscan mejores ofertas. Inner London es la región más rica de Europa, sin embargo, la economía del Reino Unido es una de las más divididas regionalmente, con una desigualdad en aumento © Bloomberg

La política británica está cerca del abismo. El país se ha embarcado en la separación de la UE con una primer ministra sin autoridad, y un gobierno sin unidad. Sería bueno si la economía del Reino Unido estuviera saludable. Desafortunadamente, sufre de profundas debilidades. Es probable que el Brexit muestre estos problemas con mayor claridad.

El desempeño económico de corto plazo del RU es decepcionante. Las ‘Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional’ pronostican un crecimiento para la economía del RU este año y el próximo de 1.7 % y 1.5 % respectivamente, lo que lo situaría cerca de la parte inferior del ranking de la UE. En 2018, solo Italia estaría (marginalmente) por debajo. Sin embargo, esta desaceleración no es tan preocupante como las deficiencias económicas a más largo plazo, como lo demuestra el informe provisional de la Comisión de Justicia Económica del Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, con sede en Londres.

Entonces, ¿cuáles son las debilidades?

Las secuelas de la crisis financiera han sido devastadoras. A pesar de las ventajas de un tipo de cambio flexible y autonomía monetaria y fiscal, la recuperación ha sido la más débil desde la segunda guerra mundial. Los ingresos medios reales disponibles de los hogares son solo 5% más altos que en 2007. Nuevamente, entre 2007 y 2016, los salarios reales crecieron 10.6% en Alemania y 6.4% en promedio en los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Pero, en el Reino Unido, cayeron un 2.6%. Solo Grecia, México y Portugal tuvieron un peor desempeño en los salarios reales.

También se ha abierto una brecha generacional significativa. Quienes tenían entre 22 y 39 años experimentaron una caída del 10% en las ingresos reales entre 2007 y 2017. También fueron particularmente afectados por el aumento en los precios promedio de las viviendas de 3.6 veces el promedio anual de ingresos de hace 20 años a 7.6 veces en la actualidad. No es de sorprender que la proporción de personas de 25 a 34 años que obtuvieron una hipoteca haya caído bruscamente, del 53 % al 35 %.

La economía del Reino Unido sigue siendo la más dividida regionalmente, de Europa. Inner London es la región más rica de Europa. Las otras regiones (aparte del resto de Londres y el sureste) son mucho más pobres, sin embargo, cabe señalar que Francia, Italia y España tienen regiones más pobres que las más pobres del Reino Unido. Además, el PBI per cápita solo ha recuperado los niveles previos a la crisis en Londres y el sureste.                                                                         

Además, si bien el historial de empleo del Reino Unido ha sido bueno, el empleo a tiempo parcial es relativamente alto y varios empleos de categorías ‘inseguras’ han aumentado considerablemente. En 2016, por ejemplo, el 2.8 % de todas las personas en el empleo tenían contratos de cero horas, comparado con el 0.6 % en 2007. Debe ser difícil para las personas que trabajan bajo tales contratos tener mucho control sobre sus vidas.

El nivel de desigualdad del Reino Unido se encuentra entre los más altos de Europa. Si bien la desigualdad general no ha aumentado mucho en las últimas décadas (a diferencia de EEUU), los salarios máximos se dispararon al alza: hace 30 años, a los directores generales de la empresa se les pagaba unas 20 veces el salario del trabajador medio. Ahora es aproximadamente 150 veces. La gente podría preguntarse, dado el desempeño del Reino Unido, qué han hecho estos líderes empresariales para justificar esos enormes incrementos.

También podrían señalarse que la productividad promedio, por horas trabajadas, del Reino Unido, se encuentra entre las más bajas entre los países de altos ingresos y, lo que es peor, la productividad se ha estancado desde la crisis. En ambas medidas, el rendimiento es bastante similar al de Italia. Este rendimiento extremo de la productividad refleja en parte la cola enormemente larga (y creciente) de los de bajo rendimiento.

Por último, pero no menos importante, en esta lista de debilidades, la inversión en el Reino Unido es excepcionalmente débil según los estándares de países comparables y ha tendido a caer como una parte del PBI durante tres décadas. El gasto en investigación y desarrollo también es relativamente débil. Esto, según algunos, refleja incentivos perversos, que recompensan a la administración por la medida en que elevan los precios de las acciones en el corto plazo, en lugar de determinar si mejoran el desempeño a largo plazo de las empresas.

Esta no es una economía vigorosa y saludable que pueda soportar el impacto de un acceso sustancialmente menor a sus mercados más importantes. Es absurdo sugerir lo contrario. El desprecio que muchos políticos de la derecha parecen sentir por los pares europeos del Reino Unido es particularmente inapropiado. Las políticas destinadas a mejorar el desempeño económico en todos los ámbitos son esenciales, sobre todo porque la decepción económica debe haber sido uno de los motivos de la votación del Brexit. Sin embargo, es probable que el impacto del Brexit, combinado con las debilidades subyacentes del Reino Unido, provoque una decepción aún más grave.

El Reino Unido se ha embarcado en un viaje arriesgado en un barco con coladeras. Cuidado con el naufragioLampadia

 




La encrucijada del comercio internacional

El 2016 se caracterizó por algunas derrotas del libre comercio y una mayor tendencia anti globalización. Este año será clave para el orden económico mundial ya que el impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. Esto es importante porque, como afirma Christine Lagarde, “el péndulo de las políticas públicas podría inclinarse en contra de la apertura económica, y si no se adoptan medidas de política contundentes, el mundo podría registrar tasas de crecimiento decepcionantes por mucho tiempo”.

Líneas abajo compartimos un ensayo colectivo de los colaboradores de Project Syndicate editado por Rohinton P. Medhora, presidente del Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional (CIGI). Este informe reúne los análisis de los líderes de opinión sobre la globalización y el comercio.

Como afirma Project Syndicate, “aquellos que defienden el libre comercio han perdido credibilidad con la gente que esperan persuadir”. Y esta falta de liderazgo está afectando el futuro del libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, que produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad global, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.

Hoy solo falta que menos de mil millones de personas salgan de la pobreza, lo que se estima pueda suceder para el 2030, de mantenerse las políticas de integración comercial. Sin embargo, si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Como afirma Martin Wolf (Ver en Lampadia: ¿El fin de la globalización?), “Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.”

En el ensayo de Proyect Syndicate, se destaca la importancia de actualizar las reglas actuales de la globalización. Dani Rodrik de Harvard considera que puede ser el momento de “considerar el cambio de las reglas de la globalización en sí misma”, agregó, “para compensar a los perdedores de la globalización”, Para asegurar la paridad y la equidad entre países y sectores. Según Project Syndicate, “Ese principio es aún más importante hoy en día, cuando los avances en la automatización y las nuevas tecnologías digitales amenazan cada vez más los empleos individuales en muchos sectores.”

Project Syndicate concluye que “las conversaciones futuras sobre el comercio tendrán que dar cuenta de estos cambios que se vienen y de la transformación conceptual en curso del propio comercio”. Según Tyson y Susan Lund del McKinsey Global Institute, los “flujos digitales transfronterizos ya tienen un impacto más grande en el crecimiento económico global que los flujos tradicionales de bienes comercializados”. Esto significa que el comercio del futuro estará en ideas, es decir en propiedad intelectual; y esto distinguirá el comercio de como tradicionalmente se ha entendido.

El mundo está cambiando y, de la misma manera tenemos que adaptarnos a él. Para esto, debemos actualizar las reglas del comercio internacional y, ante todo, mantenernos integrados y predispuestos a un mundo más globalizado y más unido que nunca. Solo así podremos sacarle el provecho a las ventajas que trae el futuro. Lampadia

El Futuro Del Comercio

El resurgimiento populista del año pasado ha puesto en relieve los actuales debates sobre el comercio y las preocupaciones del público sobre el internacionalismo. ¿Pueden rescatarse los mecanismos de globalización que dieron forma a la economía mundial del siglo XX para seguir produciendo prosperidad en las próximas décadas?

Rohinton P. Medhora
Project Syndicate
30 de junio, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

trade agreements

Con el estímulo del presidente estadounidense Donald Trump y otros demagogos populistas, la angustia pública por la globalización se ha convertido en uno de los temas que definen nuestra época. De hecho, de todas las manifestaciones en contra de la globalización, los populistas han dirigido una especial cantidad de críticas a los acuerdos de comercio internacional. Según  Trump, los “horribles” acuerdos comerciales son la culpa de casi todo lo que está mal en el mundo de hoy.

Es cierto que el nacionalismo populista parece haber sufrido un retroceso en los últimos meses, perdiendo en las elecciones nacionales de este año en Holanda, Francia y el Reino Unido [aunque Theresa May se ha acercado bastante]. Pero la globalización no está fuera de peligro. Las preocupaciones delaopinión pública sobre el impacto de la integración económica internacional se han estado acumulando durante años y no se disiparán simplemente como resultado de unas pocas elecciones o referendos.

Los debates sobre la globalización se han centrado en los acuerdos individuales de libre comercio y en los acuerdos comerciales bilaterales, como los que existen entre Estados Unidos y China. Pero también han abordado cuestiones más abstractas, como lo que puede ser el futuro de la globalización y, específicamente, si se puede forjar un nuevo consenso mundial basado en normas para el siglo XXI.

Los comentaristas de Project Syndicate han sido los principales participantes en estos debates; y, aunque tienden a apoyar la apertura política y económica en general, y el libre comercio en particular, sus opiniones no son monolíticas. En conjunto, sus diferentes perspectivas proporcionan un pronóstico matizado no sólo para el comercio internacional, sino también para el propio internacionalismo.

Acuerdos problemáticos

Una indicación crucial de a dónde se dirige el comercio mundial fue cuando Trump asumió el cargo y retiró inmediatamente a Estados Unidos de la Asociación Transpacífica (TTP) de 12 países. Pero otra indicación vendrá más tarde este verano, señala Christopher Smart, de Harvard, ex asistente especial del presidente estadounidense Barack Obama para la economía, el comercio y las inversiones internacionales, cuando la estrategia y los objetivos de la administración Trump entren en la renegociar del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN)”.

Durante su campaña electoral, Trump calificó al TLCAN como el “peor acuerdo de comercio” jamás firmado por Estados Unidos. Pero vale la pena recordar que cuando el tratado entró en vigor en 1994, fue mucho más allá de las normas y prácticas de comercio internacional vigentes en ese momento, y avanzó significativamente los objetivos del liberalismo económico. Esto fue especialmente importante para México, que señaló su intención de convertirse en una economía moderna y desarrollada. Como señala Laura Tyson, de la Universidad de California en Berkeley, “Después del paso del TLCAN en 1994, el comercio entre los Estados Unidos y México creció rápidamente”, de tal manera que hoy, “Estados Unidos y México no se limitan a intercambiar bienes entre sí; ellos están produciendo bienes entre sí”.

No es evidente que la Administración Trump entienda este hecho, sobre todo porque las cifras comerciales tienden a ocultar el impacto total de las cadenas de valor transfronterizas. Según una estimación que Tyson cita, “el 40% del valor agregado a los bienes finales que las importaciones estadounidenses de México vienen de Estados Unidos; México aporta el 30-40% de ese valor; el resto es proporcionado por proveedores extranjeros”. Cuando se considera esta dinámica de la cadena de valor, el déficit comercial de Estados Unidos con México cae a la mitad.

Y eso ni siquiera representa los millones de empleos estadounidenses que están directamente relacionados con las importaciones, señala Anne Krueger, ex economista jefe del Banco Mundial. Después de todo, “los automóviles extranjeros”, señala Krueger, “no serían vendidos [en Estados Unidos] si las piezas y los mecánicos no estuvieran disponibles”.

Si Trump impusiera un arancel más alto a las importaciones mexicanas, como ha amenazado repetidamente, las exportaciones estadounidenses de bienes intermedios a México y las exportaciones mexicanas a Estados Unidos disminuirían. El resultado, sugiere Daniel Gros, del Centro de Estudios Políticos Europeos en Bruselas, sería un mercado más pequeño para las exportaciones estadounidenses a México, insumos mexicanos más costosos en la producción estadounidense y mayores precios para los consumidores estadounidenses.

Según Frankel, estas medidas proteccionistas le han costado a los consumidores estadounidenses “unos 3,000 millones de dólares al año”, y al mismo tiempo alimentan la degradación ambiental y las pérdidas de empleos en otros sectores de la economía estadounidense.

Como señala Frankel, el acuerdo comercial (que tiene varias décadas de antigüedad) podría ser actualizado. Por ejemplo, el TLCAN no cubre actualmente el “comercio electrónico y localización de datos”, y podría hacer más por proteger el medio ambiente y los trabajadores. Además, Estados Unidos en particular se beneficiaría de los ajustes del actual sistema de resolución de disputas inversionista-estado y de una mayor protección de la propiedad intelectual (PI).

Asimismo, Smart argumenta que si Trump hubiera mantenido al TPP en el buen camino, podría haber mejorado no sólo la posición de Estados Unidos en Asia, sino también su propia posición en la renegociación del TLCAN.

Ten cuidado con lo que deseas

Esto señala las muchas consecuencias no deseadas que podrían derivarse del enfoque de Trump hacia el comercio en todo el mundo. Como advierte Stephen Roach de Yale, las apuestas son especialmente altas en el caso de China. Estados Unidos y China han tenido durante mucho tiempo lo que él llama “una relación altamente reactiva” de la codependencia económica, por lo que un movimiento equivocado podría desencadenar una destructiva espiral descendente. Keyu Jin, de la London School of Economics, ofrece un ejemplo: Si Trump actúa sobre las amenazas hechas en su campaña contra China, dice: “China podría dejar de comprar aviones estadounidenses, imponer un embargo a los productos de soya estadounidenses y descargar los títulos del Tesoro estadounidense y otros activos financieros”.

Hasta el momento, una guerra comercial entre Estados Unidos y China parece haber sido evitada, debido a la sesión del presidente chino Xi Jinping con Trump en Mar-a-Lago en abril. Pero eso no significa que los dos países no tengan fricciones en el futuro. Por otra parte, incluso sin una guerra comercial total, China podría frustrar la administración de Trump dejando que su moneda se deprecie.

Las autoridades chinas tienen todo el incentivo para hacer precisamente eso. Desde junio de 2014, señala Eswar Prasad, de la Universidad de Cornell, China ha gastado casi mil millones de dólares en apoyar el renminbi. Si Trump le da una razón para abandonar la intervención del mercado, el valor del renminbi caerá, la competitividad comercial de China aumentará y el déficit comercial de Estados Unidos con respecto a China crecerá aún más. Y, como Jin nota con ironía, nada enfurece más a Trump que el hecho de que “China exporta más a Estados Unidos que las exportaciones estadounidenses a China”.

Pero una China que ha sido innecesariamente provocada podría hacer mucho más que herir el orgullo de Trump. Kenneth Rogoff, de Harvard, por ejemplo, se preocupa de que “enormes franjas de Asia”, incluidos aliados y socios estadounidenses como Taiwán e India, ya sean “vulnerables a la agresión china”. Y, como señala Kaushik Basu de Cornell, la política exterior aislacionista de Trump alientan a China, así como a otros países emergentes como México y la India, a ser más nacionalistas y firmes.

Eso es lo último que necesita un mundo ya desordenado y multipolar. Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York, nos recuerda que “ayudó a sembrar las semillas de la Segunda Guerra Mundial”. Hoy en día, una política similar podría alentar a China a intensificar sus reivindicaciones territoriales en Asia y el Sur China Sea, o precipitar una carrera de armas nucleares entre Irán, Arabia Saudita, Turquía y Egipto. A pesar de una crisis geopolítica, señala el economista Joseph Stiglitz, premio Nobel, la presidencia de Trump ya ha introducido una incertidumbre que “desalentará la inversión, especialmente la inversión transfronteriza”, y hará que los negocios – muchos de los cuales emplean a estadounidenses – lo piensen dos veces”.

Sin embargo, una visión un poco más optimista sostiene que la presidencia de Trump impulsará al resto del mundo a forjar nuevos lazos. Por ejemplo, Joakim Reiter y Guillermo Valles de la UNCTAD ven una oportunidad para que “la Unión Europea y otras economías emergentes” formen una “alianza Norte-Sur de países dispuestos a defender y promover el comercio global”. De la misma manera, Andrés Velasco, Ex ministro de Hacienda de Chile, ha propuesto revivir un Plan George HW de la era Bush para un bloque de libre comercio en las Américas, que no necesita incluir a los Estados Unidos. Y al este, escribe Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, “China promoverá diversos mecanismos comerciales, de infraestructuras y de seguridad en Asia”, y “los 11 miembros restantes de la Asociación Transpacífica pueden iniciar su TPP sin Estados Unidos”.

Una confederación de burlas económicas

A pesar de la Sinophobia de Trump, muchos comentaristas de Project Syndicate ven en su política comercial una receta que involuntariamente haría a China grande y dejaría a América mucho peor. Esto se debe en gran medida al aparente analfabetismo económico de Trump y sus principales asesores. Jeffrey Sachs de la Universidad de Columbia y Pascal Salin, ex presidente de la Sociedad Mont Pèlerin, tienen puntos de vista muy diferentes sobre la formulación de políticas económicas. Pero ambos identifican el mismo defecto en la retórica proteccionista de Trump; un malentendido de lo que realmente significan los déficits comerciales. Como señalan Salin y Sachs, Trump y sus asesores rutinariamente atribuyen erróneamente el desequilibrio de cuenta corriente de Estados Unidos a “malos” acuerdos comerciales, cuando es realmente un resultado natural de la baja tasa de ahorro de los Estados Unidos.

Debido a que Trump está siguiendo los “sentimientos intestinales” en vez de una “teoría económica válida”, Salin se preocupa de que podría llevar a cabo políticas que harán “más difícil para los importadores comprar lo que necesitan de los exportadores” y como Barry Eichengreen de la Universidad de California, Berkeley, argumentó el año pasado, incluso si los políticos querían poner “presión al alza sobre los precios de EE.UU.” para empujar hacia atrás la deflación y la inminente trampa de liquidez, habría maneras mucho mejores de hacerlo. “La alternativa obvia a los aranceles de importación”, escribe Eichengreen, “es la simple política fiscal de reducciones de impuestos y aumentos en el gasto público”.

Además, Trump no tiene ninguna posibilidad realde cambiar el balance de cuenta corriente de los Estados Unidos. “No hay una razón en particular”, nos recuerda Sachs, para creer que “un aumento de las barreras comerciales de Estados Unidos tendría efectos de primer orden sobre las tasas de ahorro e inversión de Estados Unidos y, por lo tanto, sobre el saldo en cuenta corriente de Estados Unidos”. Puede ser lo mejor. Si los ex presidentes estadounidenses hubieran actuado con el mismo impulso para salvar “empleos de baja calificación”, la economía estadounidense de hoy “podría tener un sector manufacturero más grande y un uso intensivo de mano de obra”, señala Basu. “Pero también se parecería mucho más a una economía en desarrollo”.

Y Salin, por su parte, advierte que eliminar el déficit comercial de Estados Unidos significaría sacrificar “el nivel de vida que innumerables estadounidenses han llegado a disfrutar”. De hecho, según Martin Feldstein de Harvard, los estadounidenses podrían esperar ver sus ingresos reales “disminuir en cerca del 5%”.

Dado que Trump y sus asesores han aceptado lo que Sachs llama “una falacia económica que los estudiantes de primer año de economía aprenden a evitar”, no es sorprendente que también hayan propuesto políticas económicas equivocadas más allá del ámbito del comercio. Por ejemplo, Roubini predice que las “restricciones migratorias de Trump probablemente reducirán el crecimiento, erosionando la oferta de mano de obra”. Del mismo modo, J. Bradford Delong, también de la Universidad de California en Berkeley, argumenta que el impulso de Trump por estímulo fiscal y recortes de impuestos socavaría su propia agenda para el fortalecimiento del dólar, por lo que es más difícil para los fabricantes estadounidenses competir en el extranjero. Y, como lo demuestran Emmanuel Farhi y Gita Gopinath de Harvard y Oleg Itskhoki de Princeton, tales políticas “erosionarán la posición neta de activos externos de Estados Unidos” y darán como resultado una pérdida neta de capital.

Lamentablemente, el analfabetismo económico actual no se limita a Estados Unidos. Jim O’Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management, cree que los Brexiteers en el Reino Unido creen en muchas de las mismas falacias que la administración de Trump. Para empezar, O’Neill observa que “muchos políticos británicos -y todos los miembros de la campaña “Brexit” están ignorando los costos probables de salir del mercado único de la UE”, que establecerán barreras comerciales entre el Reino Unido y la UE.

Para empeorar las cosas, la actual estrategia del gobierno del Reino Unido después del Brexit se ha fijado en el despliegue de acuerdos comerciales “patrióticos” con países anglófonos como Australia, Canadá y Nueva Zelanda, cuando debería centrarse en llegar a acuerdos con China, India, y Nigeria. Al igual que Trump y su obsesión por el saldo de la cuenta corriente, la campaña Brexit parece creer que puede resolver todos los problemas británicos simplemente “retomando el control” del comercio y la inmigración. Pero como señala O’Neill, el Reino Unido, con o sin Brexit, seguiría teniendo “un crecimiento de la productividad persistentemente bajo, una educación y programas de capacitación de habilidades débiles y desigualdades geográficas”.

Salvando el internacionalismo

A pesar de sus obvios defectos, Trump y los argumentos económicos de los Brexiteers se han vuelto populares con mucha gente de Norteamérica y Europa. Para rechazar la narrativa peligrosamente engañosa de los populistas, los políticos que aún reconocen los beneficios del libre intercambio mundial tendrán que encontrar un nuevo camino.

En primer lugar, los líderes políticos, empresariales y de la sociedad civil deben reconocer que, como dice Ngaire Woods de la Universidad de Oxford, “aquellos que defienden el libre comercio han perdido credibilidad con la gente que esperan persuadir”. Para Gros, las élites políticas han sobrevendido durante años los beneficios del comercio y han creado “expectativas imposibles para la liberalización del comercio”. Su mayor error, sostiene, era ignorar el papel de los altos precios de las materias primas como un motor “del extraordinario crecimiento del comercio en las últimas décadas”. Cuando los precios de las materias primas cayeron finalmente, el comercio mundial se debilitó.

Sin embargo, tales afirmaciones de los defensores del libre comercio no son nada nuevo. En un próximo documento, examino las declaraciones de los líderes políticos sobre los acuerdos comerciales que se remontan al Tratado de Roma de 1957, y descubro que la sobreexcitación parece ser la norma. Rara vez los líderes reconocen los posibles efectos perturbadores de la apertura económica, o implementan políticas para mitigarlos. Pero, como sostiene Woods, evitar las verdades difíciles ya no es una opción. Las élites tendrán que ser mucho más directas sobre las consecuencias de la integración económica global, mientras que “también se ocupan de las preocupaciones más profundas de la gente”, como la pérdida de dignidad que viene con el desplazamiento económico. Si los líderes razonables no dicen la verdad, no deben sorprenderse cuando los demagogos nativistas presentan sus propios “hechos alternos”.

Además, los encargados de formular políticas deben respaldar la verdad con medidas concretas. Como lo demostró el Subdirector General de las Naciones Unidas, Jomo Kwame Sundaram y Vladimir Popov, de la Academia de Ciencias de Rusia, los países que más se beneficiaron del comercio lo hicieron “proporcionando una compensación de desempleo y capacitación adecuada y promoviendo oportunidades para empleos más remunerados”.

Con respecto a Estados Unidos en particular, Rogoff propone un impuesto al consumo progresivo para reducir la desigualdad, así como reformas para liberar la innovación tecnológica y la difusión. Del mismo modo, Salin recomienda menos impuestos y menos regulaciones, para impulsar la actividad económica y el crecimiento. En cualquier caso, una regla para las políticas sociales del siglo XXI, sugiere Richard Baldwin, del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra, es que deben adherirse al principio de “proteger a los trabajadores individuales, no a los empleos individuales”.

La globalización en el siglo XXI

Ese principio es aún más importante hoy en día, cuando los avances en la automatización y las nuevas tecnologías digitales amenazan cada vez más los empleos individuales en muchos sectores. Tampoco es un problema sólo para los países desarrollados. Brahima Coulibaly de la Brookings Institution advierte que “la caída de los costos de la tecnología” podría descarrilar la industrialización en gran parte de África antes de que incluso se inicie. Y así como las tecnologías de reemplazo de mano de obra no son estrictamente una preocupación para los países desarrollados, no pueden separarse de la globalización. Como muestra una reciente investigación del economista de Oxford, Adrian Wood, la lógica de la globalización económica activamente ayuda a la automatización.

Al igual que con los acuerdos comerciales, los gobiernos tienen la responsabilidad de abordar los efectos de las nuevas tecnologías. Tendrán que fomentar conversaciones honestas y desapasionadas sobre los riesgos y recompensas de un mundo hiperdigitado, para determinar cómo las nuevas tecnologías podrían ser reguladas y diseñadas para producir el mayor bien público. Más allá del diseño de las tecnologías individuales, observa Tyson, mucho dependerá también “del diseño de las políticas que las rodean”.

Dani Rodrik de Harvard es más escéptico. Con o sin medidas a nivel nacional para mitigar la interrupción del comercio y la tecnología, puede ser el momento de “considerar el cambio de las reglas de la globalización en sí misma”, agregó, “para compensar a los perdedores de la globalización”. Para asegurar la paridad y la equidad entre países y sectores. En opinión de Rodrik, la cooperación económica global ha sido desequilibrada, porque las finanzas y el capital pueden moverse mucho más rápidamente a través de las fronteras que los bienes, los servicios y especialmente la mano de obra. Y, por supuesto, las medidas reguladoras nacionales y supranacionales se mueven más lentamente.

Abordar estos problemas requerirá un sistema creíble para combatir la delincuencia financiera y los paraísos fiscales; un régimen fiscal global de ajuste de fronteras para las emisiones de carbono; un pacto internacional sobre los refugiados; y un acuerdo modernizado sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio. Para ello, Oonagh Fitzgerald y Hector R. Torresof del Fondo Monetario Internacional del Centro para la Innovación en Gobernanza Internacional llaman a la formación de una coalición de países, liderados por potencias medias, para reformar las instituciones de la globalización en 2018, cuando Canadá y Argentina liderarán el G7 y el G20, respectivamente.

Demostrar el valor de la cooperación multilateral será crucial para salvar políticamente la globalización. Un posible revestimiento de la decisión de Trump de retirar a los Estados Unidos del acuerdo climático de París de 2015 es que ha llevado a muchos otros países a reafirmar su compromiso de luchar contra el calentamiento global. Pero, como ya he dicho, la comunidad internacional también debe mantener el apoyo a acuerdos como el Acuerdo sobre Tecnología de la Información de la Organización Mundial del Comercio, mientras explora otras oportunidades similares de cooperación macroeconómica.

Al mismo tiempo, se debe recordar al público en cada oportunidad que no hay soluciones rápidas en los asuntos internacionales. Del mismo modo que la reacción contra la globalización tardó una década en estallar en la política nacional, tomará tiempo para que el péndulo vuelva hacia atrás. Como sostiene Basu, la “crisis económica en cámara lenta” de hoy ciertamente parece sombría; pero finalmente dará paso a una “Revolución Digital que promete elevar el crecimiento a nuevas alturas”.

Las conversaciones futuras sobre el comercio tendrán que dar cuenta de estos cambios que se vienen y de la transformación conceptual en curso del propio comercio. Según Tyson y Susan Lund del McKinsey Global Institute, los “flujos digitales transfronterizos” ya “tienen un impacto más grande en el crecimiento económico global que los flujos tradicionales de bienes comercializados”. Esto significa que el comercio del futuro estará en ideas,es decir en propiedad intelectual; y esto distinguirá el comercio de como tradicionalmente se ha entendido.

La propiedad intelectual se caracteriza por altos costos iniciales y bajos costos de reproducción. Y dado que eso implica una gran ventaja, el logro de la primacía nacional podría convertirse en el “Gran Juego” del siglo XXI. Desafortunadamente para los EEUU y el Reino Unido, Trump y Brexit difícilmente pondrán a cualquiera de sus países en la capacidad para ganarlo.Lampadia

 




China y EEUU están condenados a cooperar

La Casa Blanca anunció que el presidente Donald Trump recibirá en abril al presidente chino Xi Jinping,  para una cumbre de dos días en el complejo Mar-a-Lago de Florida. Esto podría ser un paso en la dirección correcta. Parece ser un intento de llegar a un acuerdo entre las dos naciones y se espera que logren superar los obstáculos que impiden la cooperación entre ambos.

Y es que, ambos países tienen que cooperar, como dice Martin Wolf en el artículo del Financial Times que glosamos líneas abajo: “Sin importar cuan diferentes parezcan los dos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump esté convencido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para persuadir a un presidente de los Estados Unidos de los méritos del comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas”.

Fuente: huffingtonpost

En la reunión de ministros de Finanzas del G20 que finalizó el sábado en Alemania, no pudieron ponerse de acuerdo sobre un compromiso contra el proteccionismo. Mientras tanto, los participantes del Foro de Desarrollo de China sí lo hicieron, y se enfocaron en la mejor manera de corregir los defectos de la globalización, buscando que las ganancias fueran compartidas más equitativamente.

La globalización y la integración económica mundial han sufrido retrocesos por una razón importante: la falta de beneficios compartidos y la polarización entre los que tienen y los que no tienen“, dijo Jin Liqun, presidente del Banco Asiático de Inversión de la Infraestructuras liderado por China. “Niego absolutamente que haya perdedores. Si hay perdedores, realmente no están haciendo algo bien en su política interna. Por favor, arréglenlo.”

Y no fue el único. El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, expresó: “Creo que es importante que China continúe abriéndose”. Por su lado, el viceprimer ministro de China, Zhang Gaoli dijo: “China está dispuesta a trabajar con otros países para oponerse a las variadas formas del proteccionismo en el comercio y las inversiones. Deberíamos impulsar sin descanso la globalización económica (…) no podemos detener nuestros pasos por dificultades temporales“.

Parece increíble, pero es necesario que el líder chino le dé una lección de economía y libre comercio y los beneficios de la globalización al presidente del país que lideró la política del libre mercado en el mundo. Como afirmó Martin Wolf anteriormente (Ver en Lampadia: ¿El fin de la globalización?): “El impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo”.

Así lo hemos explicado en nuestro artículo: The wind beneath our wings, en el que enfatizamos  que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo.

Desde el Ásia, Kishore Mahbubani ha sido muy claro en plantear la necesidad de la convergencia entre occidente y el Ásia, para consolidar la prosperidad del conjunto de la humanidad. Ver en LampadiaEEUU se encierra y China se postula al libre comercioWEF: ¿Se detendrá la gobernanza global en un mundo multipolar? Mahbubani: “No nos equivoquemos con China”.

Las acusaciones de mayor desigualdad que sustentan la ola anti globalización, deben circunscribirse a los países más ricos. Los peruanos no podemos perder la oportunidad de defender el libre comercio y la globalización, y cuidar así el crecimiento económico y la superación de la pobreza en el Perú. Lampadia

China y Estados Unidos: una extraña pareja condenada a cooperar

Puede ser que un líder comunista convenza a Donald Trump de los méritos del libre comercio

Martin Wolf
Financial Times
21 de marzo de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

El futuro de nuestro mundo depende en gran medida de las relaciones entre Estados Unidos, un país joven y superpotencia dominante, y China, un antiguo imperio y una superpotencia emergente. La elección de Donald Trump en EEUU, un xenófobo populista, y el ascenso de Xi Jinping, un autócrata centralizador en China, ha hecho que las relaciones entre ambos países sean particularmente desafiantes.

No menos contrastantes, sin embargo, son las perspectivas de estos dos países sobre la economía mundial. Hace 40 años, Mao Zedong gobernó China: su objetivo era la autarquía. Sin embargo, desde 1978, las palabras claves de la política económica de China han sido “reforma y apertura” propuestas por su sucesor, Deng Xiaoping. Mientras tanto, Estados Unidos, progenitor del internacionalismo liberal de la Pos Guerra, está consumido en dudar de sí mismo y, por lo tanto, ha elegido como líder a un hombre que considera que esta política excepcionalmente exitosa es hostil a los intereses de su país.

Una de las ironías de hoy es esta reversión de actitudes hacia la apertura de la economía mundial. Nada ilustra esto mejor que el contraste entre el fuerte apoyo a la globalización ofrecido por el Presidente Xi en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos en enero y la asombrosa afirmación de Trump de que “la protección llevará a una gran prosperidad y fortaleza“. Todavía se desconocen las implicancias del proteccionismo estadounidense. Pero son muy inquietantes. Lo último que necesita la frágil economía global es una guerra comercial entre EEUU y China.

Este año, la participación en el Foro de Desarrollo de China ha traído a casa algunas de las raíces más profundas del desencanto de hoy. Los participantes chinos me dijeron en privado que solían ver a EEUU como el modelo exitoso de capitalismo, democracia y apertura económica. La crisis financiera mundial, la elección de Trump y el proteccionismo estadounidense han devastado su prestigio en los tres aspectos.

Sin embargo, también es evidente que esta extraña pareja está condenada a cooperar si se van a garantizar los bienes públicos globales esenciales -la gestión de los bienes comunes mundiales, la seguridad internacional y la estabilidad de la prosperidad. Ninguno será capaz de entregar lo que quiere sin prestar atención a los intereses y puntos de vista de los demás. Es asombroso que hoy en día el liderazgo chino parece entender esto mejor que el de los EEUU.

Cuando los presidentes Xi y Trump se reúnan el próximo mes en Mar-a-Lago, la “Casa Blanca de invierno”, en la primera reunión entre los dos, es necesario que encuentren una base para cooperar. Los presagios no son buenos. Trump se ha centrado en las políticas comerciales y de divisas de China. Incluso ha coqueteado con desafiar la política de “Una China”.

Si nos limitamos a enfocarnos en la dimensión económica, ¿cómo podría salvarse este diálogo entre personas muy probablemente sordas?

Primero, los dos líderes necesitan convencerse mutuamente de que ninguno alcanzará sus metas si están en conflicto. Esto es evidentemente cierto para una guerra real. Pero también es cierto para una guerra comercial. Qué país perdería más es un ejercicio intelectual obsoleto. Sin duda, ambos perderían, directa e indirectamente.

En segundo lugar, Xi debe transmitirle a Trump que sus puntos de vista sobre las políticas de China están irremediablemente anticuados. China ha gastado mil millones de dólares de sus reservas de divisas para mantener el renminbi en alza desde junio de 2014. Entre 2006 y 2016, las exportaciones de China cayeron del 35% al ​​19% del producto bruto interno. La máquina de exportación que todo lo conquista es una vieja historia.

En tercer lugar, Trump debe decirle a Xi que las políticas industriales de China son un asunto legítimo que preocupa a otros países. China puede argumentar con razón que es un país en desarrollo. Pero también es un coloso económico. Sus políticas de desarrollo parecen a otros países, un mercantilismo depredador. China necesita reconocer que, en un mundo interdependiente, otros tienen un interés razonable en lo que hace. Esto se aplica también a la magnitud de sus superávit en cuenta corriente. Por supuesto, Trump tiene que entender puntos similares. Si no le importan las consecuencias globales de lo que hace, ¿por qué debería importarle a China? 

Cuarto, China puede ayudar a Trump a que consiga lo que quiere. El presidente de Estados Unidos quiere inversiones industriales en nuevas zonas de su país dañadas por la desindustrialización. Esto nunca puede ser revertido. Pero Xi seguramente puede encontrar negocios chinos felices de invertir en EEUU. A Trump le gustan esos anuncios. Xi debería ayudarlo.

Finalmente, Trump quiere un auge de infraestructuras en Estados Unidos. China es, lejos, el mayor exponente mundial de entrega rápida de infraestructuras. Debe ser posible unir las capacidades de China con los objetivos de Trump.

Sin importar cuan diferentes parezcan ambos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump sea persuadido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para convencer a un presidente de EEUU de los méritos de un comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas. Lampadia

 




Viendo el 2017 desde Occidente

En el 2016 se dio un punto de inflexión en la política y economía global que tendrá grandes impactos en el 2017, y esperemos que no se alarguen por mucho tiempo más. En los próximos meses tendremos mucho populismo, gobiernos más autoritarios, voluntarismo político, democracias a la defensiva, olas de crecimiento económico impulsadas por la oferta (supply side economics) y debilitamiento de las estructuras macroeconómicas globales con menor comercio internacional, entre otros impactos.

Notemos cómo Trump a torcido las decisiones empresariales de la industria del automovil, aún antes de asumir la presidencia – ¡Qué débiles se ven las empresas ante el poder político, ante el populismo! Puro mercantilismo –una vergüenza, por más entendible que pueda ser. El estilo de Trump nos hace recordar el de García I. Parece que tendremos un ‘wild horse’ (caballo loco) en EEUU. Ya sabemos que estos personajes duran poco, pero en el camino inflan ilusiones y cosechan grandes decepciones.

¿Cómo puede haberse producido semejante giro de los acontecimientos, a pesar de que en términos agregados la humanidad ha tenido décadas espectaculares en que junto con el crecimiento de la población, se ha logrado reducir la pobreza a menos del 10% de la población?

En los últimos meses hemos publicado una serie de artículos y opiniones que sustentan objetivamente las mejoras en todos aspectos de la vida humana. Ver:

Pues aparentemente, se ha producido una conjunción de factores que están desestabilizando la vida de la humanidad. Revisemos algunos de estos:

  • La emergencia de los insatisfechos
  • La crisis del 2008/9
  • La caída de la economía europea y el modelo de bienestar
  • La cuarta revolución industrial
  • La ausencia de las clases dirigentes en el quehacer de las sociedades modernas
  • La lejanía de los líderes políticos con los hechos y cifras concretas de la realidad
  • La ola antiglobalización y libre mercado
  • El fácil recurso del proteccionismo, ten asociado al populismo
  • La debilidad de los medios de comunicación
En el siguiente artículo del Financial Times, sus más destacados columnistas responden preguntas sobre lo que esperan en el disruptivo año 2017. En conjunto, configuran la visión occidental del mundo. Mañana presentaremos al visión oriental, en la entrevista de NHK World de Japón a Kishore Mahbubani, escritor, decano de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur y ex embajador en las Naciones Unidas. Lampadia

Los escritores del Financial Times pronostican el mundo en 2017

Financial Times
02 de enero de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia​

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Ilustraciones de Barry Falls

Robert Armstrong

El Financial Times tuvo más aciertos que desaciertos en sus predicciones para el 2016 – superficialmente, por lo menos. De las 16 predicciones en esta página hace un año, 9 o 10 fueron correctos (dependiendo de si  se considera que la popularidad de Pokémon Go significa que el 2016 fue “el año en que la realidad virtual se vuelve popular”).

Se destacan algunas predicciones: Roula Khalaf fue profética en la terrible capacidad de recuperación de Bashar al-Assad, John Paul Rathbone acertó en cuándo sería la caída de Dilma Rousseff, y James Kynge le dio en el clavo con respecto a la depreciación del renminbi (lo predice a la inversa en 2017 – tal vez nuestro pronóstico con menos consenso para el próximo año).

Pero tuvimos grandes desaciertos también. El Reino Unido no votó para permanecer en EU, Hillary Clinton no ganó, y eso es lo que más importaba. Cualquiera que crea que lo que importa en la historia no son las tendencias estables, sino las sacudidas sísmicas repentinas ha recibido una gran confirmación en el año 2016. Así que los lectores podrían tomar nuestros pronósticos del 2017 con desdén.

Hay, además, algo que decir acerca del aumento en la visión popular de que las predicciones políticas y económicas son cada vez más una pérdida de tiempo. Ciertamente, nuestros expertos y economistas políticos más famosos, serán tan buenos como puedan explicar las cosas después de que hayan ocurrido.

Se debería recalcar que hay una disciplina y base empírica para hacer predicciones que valen la pena – el psicólogo político Philip Tetlock lo ha descrito en estas páginas. Se trata de hacer varias predicciones precisas, asignándoles una probabilidad específica, que llevan la cuenta y hacen cuidadosos análisis de las que fallan.

Lo que los expertos del FT están haciendo aquí es más relajado y binario. Los escépticos concluirán que esto hace que nuestras predicciones anuales sean un ejercicio al azar. Tal vez – pero aquí hay un valor más allá del pronóstico. Cada una de las predicciones complementarias es un breve resumen de lo que un experimentado periodista piensa que son las cuestiones cruciales para el próximo año, y los factores que harán que suceda de una manera u otra. Son fabulosos estimulantes intelectuales, sean o no herramientas de la predicción del futuro. Así que siga leyendo, disfrutando y reflexionando.

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¿Se desencadenará el artículo 50 al final del primer trimestre?

Sí. La presión sobre la primera ministra, Theresa May, para salir de EU está llegando a punto de ruptura. Todos los planes para el Brexit del gobierno se basan en el artículo 50 que se envió a finales de marzo. Los eventos externos que podrían retrasarlo son: la sentencia del Tribunal Supremo en el proceso del artículo 50 de enero, por ejemplo, o la politiquería en la Cámara de los Lores. Pero salvo una crisis, el deseo de Navidad de los Brexiters se hará realidad muy pronto.

Sebastián Payne

¿Ganará Marine Le Pen la presidencia francesa?

No. La probabilidad no es cero, por supuesto. ¿Qué pasaría si la clase obrera desencantada, los jóvenes poco calificados y el 10 % de la población desempleada se unen en masa? ¿Y si, mientras tanto, los votantes de izquierda rechazan la segunda vuelta de las elecciones porque se oponen a las reformas del mercado de Francois Fillon? Aun así, sigue siendo poco probable la victoria de Le Pen por una razón: ella está abogando por un retorno al franco, y para un país de ahorradores, es demasiado parecido a un juego de azar.

Anne-Sylvaine Chassany

¿Ganará Angela Merkel la reelección en Alemania?

Sí. Merkel va a ganar las elecciones parlamentarias alemanas, pero con un menor número de asientos para su partido democristiano / Social Cristiano. A pesar del horrible ataque en el mercado durante Navidad, los votantes se tragarán sus dudas – no más grandes ataques seguirán. Con las altas probabilidades de que la Alternativa de derecha en Alemania entre al Bundestag y la previsión del regreso de los liberales demócratas, la formación de coaliciones será más difícil. Pero Merkel lo hará.

Stefan Wagstyl

¿El acuerdo nuclear de Irán colapsará?

No. Donald Trump ha amenazado con sacar a EEUU del trato, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Incluso si se retira EEUU, el acuerdo nuclear, firmado por Irán y seis potencias mundiales y consagrado en la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, se mantendrá. La administración Trump, sin embargo, todavía puede socavar la oferta al aumento de la presión sobre Teherán hasta el punto en que Irán niegue su cumplimiento. Así que es posible que el acuerdo empiece a desmoronarse en 2017, pero se espera que los otros firmantes – Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania – trabajen duro para contener el daño.

Roula Khalaf

¿Llegarán a un acuerdo Donald Trump y Vladimir Putin para hacer frente a Siria?

Sí. Pero no servirá de nada, quedará en papel. Dado que el gobierno sirio retomó Alepo, esto deja a Trump con casi ningún apalancamiento para Moscú – incluso si estuviera inclinado a usarlo. La meta de Trump es atacar al EI y ser visto haciéndolo. Él y Putin llegarán a un acuerdo dentro de los primeros 100 días del nuevo presidente de los Estados Unidos para lanzar una ofensiva conjunta contra la banda terrorista. Trump obtendrá sus titulares en Twitter. Siria continuará ardiendo.

Edward Luce

¿Construirá el presidente Trump el muro de la frontera mexicana?

Sí, pero solo un poco. El presidente electo Trump ha hecho tal alboroto sobre barricadas en la frontera de 2,000 millas que tiene que hacer algo. Recientemente, sin embargo, hizo promesas de un “alto, potente, hermoso muro de la frontera sur que será física impenetrable”. Por lo que se esperan algunas adiciones simbólicas a lo largo de la frontera – y al menos un tercio del total ya tiene algún tipo de barrera.

Jude Webber

¿Será destruido el Estado Islámico, como una fuerza global significativa?

No. El auto-declarado califato del Estado Islámico en Irak y Siria colapsará en 2017. Pero una vez que se extraiga de sus fortalezas urbanas en Mosul y, finalmente, Raqqa, mezclará insurgencias con agresiones de terror internacionales. La analogía es la forma en que al-Qaeda pudo reagruparse en el desierto sirio después de su experiencia cercana a la muerte en Irak en el período 2007-2009, regresando como ‘EI’ cinco años más tarde. El EI puede contar con poderes externos para actuar como ‘enganches’: regímenes chiítas respaldados en Damasco, Bagdad y Beirut mantendrán alienados a los sunitas. Todavía estaremos hablando del EI en 2018.

David Gardner

¿Se mantendrá Jacob Zuma como presidente de Sudáfrica?

Sí. Los escándalos que rodearán la presidencia de Zuma se apilan. En muchos sistemas democráticos, ya lo habrían hundido. Sin embargo, ha dedicado gran parte de su mandato a  garantizar su propia supervivencia, subvirtiendo a las instituciones del Estado y la carga de las estructuras dominantes del Congreso Nacional Africano con acólitos que dependen de él para su patrocinio. Así que va a sobrevivir como presidente, a costa de la profundización de divisiones dentro del Congreso Nacional Africano y la baja probabilidad de que uno de sus aliados sea el nuevo presidente en 2019.

William Wallis

¿Logrará Corea del Norte probar con éxito un misil con capacidad nuclear?

No. Después de dos bombas nucleares y más de 20 pruebas de misiles balísticos, el país ha preocupado al resto del mundo. Es una posición que Pyongyang probablemente disfruta. Sin embargo, ¿una prueba de misiles nucleares el próximo año? Es un paso demasiado lejos. Sería cruzar una línea roja internacional. En un momento de aumento de la volatilidad en EEUU, Pyongyang no sabe hasta qué punto podría extenderse la venganza.

Bryan Harris

¿Permitirá China que su moneda se devalúe en más del 10 por ciento?

No. Las presiones se están construyendo en el renminbi para que se deprecie frente al dólar estadounidense tras caer más de un 6 % durante el 2016. El capital está saliendo de China a pesar de los esfuerzos para impedirlo. El mercado inmobiliario se está enfriando rápidamente y las tasas de interés en dólares de los Estados Unidos pueden aumentar nuevamente. Y sin embargo, el renminbi no sufrirá una derrota el próximo año. Difícilmente se depreciará en absoluto. En 2017, todo en China girará alrededor de la estabilidad – por lo que Beijing mantendrá la moneda constante.

James Kynge

¿Pagará Venezuela su deuda?

No. Un default haría que los acreedores se apoderen del petróleo, terminando el flujo de petrodólares y por lo tanto el poder de patrocinio del gobierno corrupto. La disposición de Caracas para pagar sus deudas, por lo tanto, nunca está en duda. El reciente aumento de los precios del petróleo significa que su capacidad de pago también ha mejorado.

John Paul Rathbone

¿Caerá la tasa de crecimiento anual del Reino Unido por debajo de 1 por ciento en 2017?

No. El crecimiento será lento dada la realidad de que un Brexit duro es inminente. Pero el impulso ayudará a la economía a sobrevivir. El promedio de las previsiones en el Consensus Forecast de diciembre fue de 1.3%. Esto lo lleva muy cerca del 1.4% de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria. Ambos ven estimaciones centrales razonables. Sin embargo, las previsiones varían entre 0.6% y 2.7 ​%. Este rango no es sorprendente: la incertidumbre es enorme.

Martin Wolf

¿La tasa de fondos federales subirá más de 1.5 % al final de 2017?

No. La respuesta depende de si el plan de impuestos de Donald Trump puede entregar la prometida tasa de crecimiento de 3-4%. Sin embargo, las medidas que el Congreso republicano no aceptará pueden ser suficientes para compensar los vientos en contra, como la demografía y la productividad débil. La Reserva Federal de Estados Unidos otorgará las tres subidas que ha pronosticado, consiguiendo la tasa de 1.5%, pero no tendrá que ir más arriba.

Michael MacKenzie

¿Terminará el S&P 500 por encima de 2300 (el equivalente a su nivel actual) a fin de año?

No. Los inversores orientados por valoraciones -este escritor incluido- han sido bajistas durante años. Su escepticismo les ha costado muy caro. La elección de Donald Trump ha cambiado tres cosas, sin embargo. Se ha impulsado un mercado muy caro hasta en 5% a la espera de un estímulo fiscal que puede decepcionar. El dólar está creciendo más alto, lo que perjudicará los ingresos de los exportadores estadounidenses. Por último, los rendimientos de los bonos han subido. Los ‘Bulls’ dicen debe ser costoso cuando los rendimientos son bajos – un argumento imperfecto, pero si funciona, deben funcionar en ambos sentidos.

Robert Armstrong

¿Cerrará el año el petróleo sobre los $ 50?

Sí. Los niveles récord de producción de la OPEP y una oferta ineludible de fuera del cártel mantuvieron la presión sobre los precios en 2016. El acuerdo de corte de producción entre los grandes productores de petróleo le dio un impulso a fin de año. Si los países se adhieren a él y a los niveles de producción de petróleo esquisto de EEUU, esto va a determinar los precios de 2017. Los oficiales de energía se mantienen firmes en su visión de que los precios son todavía demasiado bajos como para permitir inversión. Esperamos que la industria mantenga su estabilidad, y los precios suban.

Anjli Raval

¿Será la inflación de la UE 1.5% o más a finales de año?

No. Esto no es un pronóstico de aflicción económica de la zona euro, pero uno de otro año no espectacular. La inflación ha aumentado de 0.1% en junio y a la última estimación de 0.6% en noviembre. Continuará subiendo, pero probablemente no lo suficiente como para volcar la tasa de 1.5%. El Banco Central Europeo volverá a tener que admitir que ha fracasado en mantener la inflación debajo pero cerca del 2%.

Chris Giles

¿Será Apple la empresa más valiosa del mundo a finales del año 2017?

Sí. La manera más fácil para que Apple pierda su corona es una flotación de Saudi Aramco. La petrolera tiene un valor estimado de más de US$ 2 trillones; la capitalización de mercado de Apple es un poco más de US$ 600 mil millones. Muchos analistas son pesimistas sobre las perspectivas de Apple, pero esto ya se está considerando. No saldrán nuevos aparatos en 2017, pero una reducción de impuestos en efectivo podría revitalizar la acción. Si Saudi Aramco se queda fuera, Apple seguirá siendo el número uno.

Tom Braithwaite

¿Saldrá Uber a la bolsa?

No. Uber cuenta con más de US$ 10 mil millones en su fondo de protección. Está ocupada solucionando litigios, construyendo autos sin conductor y camiones de transporte de mercancías de venta autónoma. Ah, y autos voladores. ¿Por qué, entonces, Uber se molestaría en hacerlo público? Y con US$ 2 mil millones en pérdidas durante los primeros nueve meses de 2016, la cuenta de resultados no es bonita. El Jefe de Uber, Travis Kalanick, se le compara a un estudiante que acaba de entrar en el noveno grado y todavía tiene un par de años antes de la graduación. No se graduará en 2017.

Leslie Hook

¿Acaso el CEO de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, o el jefe de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, renunciarán en 2017?

No. Blankfein y Dimon se ven seguros. Ambos han sido tratados por cáncer en los últimos años y han vuelto al trabajo. Y parece que les encanta su trabajo. Aunque el presidente electo Donald Trump le ofrecía un nombramiento político a Dimon, parece que este no aceptará. En Goldman, el número dos de Blankfein fue cortejado por Trump, y Gary Cohn dejó pasar la oportunidad. Blankfein no se va a ninguna parte.

Brooke Masters

¿Caerá el mayor banco europeo en 2017?

Sí, si el fallo incluye ser rescatado por el gobierno, teniendo pérdidas impuestas a los tenedores de bonos a través de la recapitalización, o alguna combinación de los dos. Muchos bancos europeos todavía se ven eclipsados ​​por las malas deudas dejadas por la última crisis, y una economía lenta en Europea les está haciendo favores. El italiano Banca Monte dei Paschi di Siena se aseguró el rescate estatal en 2016. Otros flotan cerca de la orilla como el New Banco de España, el Banco Popular de Portugal e incluso Co-operative Bank del Reino Unido.

Martin Arnold




Brexit: Metiendo ambas piernas al pantano

Los políticos proponen pero los mercados disponen. Las palabras imprudentes acarrean consecuencias. Las metas extremistas del gobierno del Reino Unido ya han quedado claras. Lógicamente, los inversionistas han reducido el valor de los activos del país.

El Reino Unido bajo la conducción de May está cometiendo un segundo error grave. Primero propiciaron el ‘accidente’ de la votación por el Brexit y, ahora, optan por un Brexit duro que puede dejarlos muy mal parados, ‘en el medio de un pantano profundo’.

El Reino Unido empieza a definir el camino del Brexit. Todo hace pensar que el país se mantendrá al margen del mercado único, por efecto de un ‘Brexit duro’. Esto implicaría que el Reino Unido podría estar fuera de la UE, para todo efecto práctico, a principios del año que viene. No solo implicaría salirse de la UE, sino también de las condiciones preferenciales de acceso a los mercados de la UE de las que dependen los inversionistas, tanto extranjeros como nacionales.

May quiere, por encima del mercado único, controlar las fronteras: restricciones a los visados de los estudiantes (restringir el número de estudiantes extranjeros en la universidades británicas), una sanidad pública con médicos y enfermeros británicos y la obligación de que las empresas publiquen listas de los extranjeros que tienen contratados o prevén contratar. Una postura dura, de una suerte de neo-nacionalismo británico que no se barajaba justo después del referéndum.

Sin embargo, sólo el proceso de negociación de nuevos tratados comerciales puede demorarse dos años en el más optimista de los escenarios. Casi de forma unánime se apunta que en ningún caso la salida definitiva se llevará a cabo antes de 2019, toda vez se hayan llegado a acuerdos en materias esenciales con Bruselas y con terceros países.

En su reciente columna de opinión, Martin Wolf deja claras las consecuencias inmediatas de las irresponsables acciones de May: “Los inversionistas han debidamente reducido el valor de los activos del país en la forma más sencilla: mediante la venta de la libra esterlina. El tipo de cambio real efectivo está cerca de donde estaba a finales de 2008, inmediatamente después de la crisis financiera. En términos de dólares, los índices bursátiles están más bajos que antes del referéndum y también en relación con otros mercados.”

Las perspectivas económicas de los inversionistas han empeorado. Si May continúa en su camino hacia un Brexit duro, el futuro se vuelve muy incierto para su economía.

Lampadia

Los mercados le han enseñado a Theresa May una dura lección sobre soberanía

El gobierno británico aprenderá acerca de los límites del control en una economía abierta.

Martin Wolf

Financial Times

13 de Octubre de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

Los políticos proponen; los mercados disponen. La semana pasada comenzó con una declaración de Theresa May, la primera ministra del Reino Unido, acerca de sus planes para el “Brexit”. Los mercados de divisas extranjeros respondieron reduciendo el valor de los activos del Reino Unido. El Reino Unido está decidido a “retomar el control” de su destino. Pero la soberanía formal no significa poder. El gobierno del Reino Unido anuncia sus intenciones. La reacción de terceros determina los resultados.

Los dos discursos de May durante la conferencia de su partido la semana pasada hacen parecer que un “Brexit duro” será lo más probable. Y es así tanto por razones procedimentales como sustantivas. La razón procedimental es que ella ha decidido desencadenar el procedimiento de salida del artículo 50 de la Unión Europea (UE) a más tardar en marzo del año próximo. Esto les daría la iniciativa a los otros miembros y concentraría las negociaciones en un divorcio que se finalizaría en sólo dos años. Dada la complejidad de la toma de decisiones de la UE, esto representa un período de tiempo demasiado corto para negociar un acuerdo ‘personalizado’.

La razón sustantiva por la que un “Brexit duro” es abrumadoramente probable es que la primera ministra también ha descartado todo menos un acuerdo ‘personalizado’. En sus propias palabras: “Vamos a ser un país soberano totalmente independiente, un país que ya no es parte de una unión política con instituciones supranacionales que pueden anular los parlamentos y los tribunales nacionales . . . Por lo tanto, no va a ser un ‘modelo de Noruega’. No va a ser un ‘modelo de Suiza’. Va a ser un acuerdo entre un Reino Unido independiente y soberano y la UE”.

El procedimiento y la meta que ella ha presentado en la práctica colocarían al país en un calendario para salirse no sólo de la UE, sino de las condiciones preferenciales de acceso a los mercados de la UE de las que dependen los inversionistas, tanto extranjeros como nacionales. Esto sería un “Brexit duro”.

Además, los negociadores comerciales del Reino Unido simplemente no podrían negociar acuerdos de compensación con el resto del mundo. Esto se debe en parte a que tal posibilidad no existe verosímilmente, ya que la UE es el destino de casi la mitad de las exportaciones del Reino Unido. También se debe a que el Reino Unido no se considerará como un interlocutor creíble hasta que se finalice el acuerdo con la UE. Para marzo de 2019, entonces, el Reino Unido probablemente se hallará sin acceso preferencial a ningún mercado.                

Sin embargo, la historia no termina allí. May también declaró que “si usted cree que es un ciudadano del mundo, usted no es un ciudadano de ninguna parte”. Ella negó la posibilidad de que alguien pudiera ser tanto un ciudadano del mundo como un ciudadano de algún lugar específico. La xenofobia también representó una parte importante de la campaña del “Brexit”. ¿Hay alguien que crea que este tipo de lenguaje no tiene ningún efecto sobre los trabajadores e inversionistas potenciales o, no menos importante, sobre nuestros socios de la UE?

Las palabras imprudentes acarrean consecuencias. Las extremas metas del gobierno del Reino Unido ya han quedado claras. Lógicamente, los inversionistas han reducido el valor de los activos del país en la forma más sencilla: mediante la venta de la libra esterlina. El tipo de cambio real efectivo está cerca de donde estaba a finales de 2008, inmediatamente después de la crisis financiera. En términos de dólares, los índices bursátiles están más bajos que antes del referéndum y también en relación con otros mercados.

Tal devaluación de los activos del Reino Unido era inevitable, y refleja la creencia correcta de los inversionistas de que sus perspectivas económicas han empeorado. Sin embargo, su mal desempeño en materia de exportaciones del pasado sugiere que la depreciación todavía no es lo suficientemente significativa como para generar el cambio necesario en la estructura de la economía que la impulse hacia la producción de bienes y servicios comercializables. Además, es muy probable que los enormes déficits en cuenta corriente actuales sean insostenibles después del “Brexit”. Si es así, el Reino Unido necesitará una enorme disminución del gasto agregado en relación con los ingresos. Es extremadamente improbable que la depreciación por sí sola logre este resultado. Puede que la política macroeconómica también tenga que ser más estricta. Pero un endurecimiento de este tipo es precisamente lo que el Banco de Inglaterra y el nuevo equipo del Tesoro desesperadamente desean evitar.

Es probable que las entradas de capital necesarias para financiar el enorme déficit externo del Reino Unido puedan continuar, apoyadas por la percepción de que de la libra esterlina depreciada se habría convertido en una ganga. Pero más bien supongamos que las entradas cesaran, debido a que los inversionistas se pusieran cada vez más nerviosos por el camino que el gobierno hubiera elegido. La moneda pudiera entonces colapsar. Los rendimientos de los bonos del Reino Unido también pudieran dar un salto. Los legisladores pudieran enfrentar un dilema familiar para las economías emergentes que pierden la confianza de los inversionistas: la necesidad de elevar las tasas de interés y cerrar el déficit fiscal durante una crisis. ¿Es probable? No. ¿La habladuría del gobierno lo está haciendo mucho más probable? Sí.

El gobierno entonces aprendería los límites de la soberanía en una economía abierta. Durante una crisis, lo impensable se vuelve pensable. Desencadenar el proceso del artículo 50, sin la aprobación del Parlamento, pudiera ser imposible. Ciertamente debería ser imposible. Por un estrecho margen, el país votó a favor de algún tipo de “Brexit”. Pero el gobierno no tiene autoridad para ejecutar la más bien extrema versión que está eligiendo. Además, los partidarios del “Brexit” insisten en que su meta es restablecer la soberanía del Parlamento. Entonces ¿por qué planea el gobierno ignorar al parlamento cuando se toman estas decisiones?

Lo que motivó a los partidarios del “Brexit” fue, también se nos dice, “el principio de que las decisiones sobre el Reino Unido se deben tomar en el Reino Unido”. Los mercados de divisas demuestran la futilidad de ese principio. Los socios de Gran Bretaña en la UE están a punto de hacer lo mismo. La premisa de la campaña a favor del “Brexit” era falsa: una serie de decisiones que afectan al Reino Unido siempre se tomarán fuera de él. Pero es poco probable que esta verdad detenga la partida del tren que se dirige hacia un “Brexit” completo según su trayecto programado. Detenerlo requeriría un milagro, o más bien una crisis. ¿Es eso probable? No. ¿Es posible? Sí.

Lampadia