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¿Un modelo antisocial?

¿Un modelo antisocial?

Richard Webb
Editado por Lampadia

Hace 30 años se puso en marcha el modelo económico aún vigente. Su inicio se identifica especialmente con el dramático anuncio de un paquete de duras medidas por el ministro Juan Carlos Hurtado Miller, incluyendo una gigante devaluación de la moneda. El anuncio de Hurtado cerró con las palabras, “qué Dios nos ayude,” frase que quizás le dio un cariz humano al nuevo gobierno de Fujimori y que contribuyó a la aceptación de la dura medicina. Con el tiempo se ha ido formando un veredicto poco cuestionado de ese modelo – que en lo económico fue un acierto, pero en lo social un retroceso. Si bien se acepta la realidad de una significativa reducción de la pobreza, se aduce que el modelo habría elevado la desigualdad, agravando las tensiones sociales y amenazando la gobernabilidad. Si bien los cálculos estadísticos de desigualdad tienen mucho de adivinanza, el actual desorden político se considera una confirmación de la crítica al modelo.

Pero las encuestas de hogares en todo el país no coinciden con esa crítica. Las familias que más se han levantado durante el régimen del actual modelo económico han sido las más pobres.

  • Si nos fijamos en el decil más pobre de todos los hogares (casi un millón de familias), su ingreso promedio se elevó en 6.2 por ciento al año entre 2001 y 2019.
  • El siguiente decil en la escala de ingresos, un toque menos pobre, también gozó un fuerte aumento en su ingreso promedio, de 5.4 por ciento al año.
  • Por comparación, el ingreso promedio del decil más rico del país gozó una mejora de sólo 1,5 por ciento al año, y
  • el segundo decil más rico, una mejora de 3.0 por ciento.

Esas diferencias a favor de los de abajo, acumuladas a lo largo de dos décadas, han significado una importante reducción en la desigualdad nacional.

¿Cómo es posible que los de abajo se hayan beneficiado mucho más que los de arriba? Habría que buscar esa explicación en las estructuras de la economía. Así, la pobreza extrema se vincula especialmente con dos categorías de trabajador.

Una es el trabajador del campo en la Sierra, que depende mayormente de la agricultura. Su pobreza se basa en gran parte en las condiciones físicas de su lugar de trabajo – tierras poco productivas, desgastadas además por un mal aprovechamiento durante siglos, clima incierto, superficie quebrantada, además de enormes distancias entre poblaciones que limitan las posibilidades para la tecnificación y la especialización, todo lo cual hace extremadamente difícil superar la extrema pobreza. Podría decirse que el pobre rural es el pecado original de la pobreza nacional, y ha sido siempre la categoría más grande y más difícil de socorrer. De allí la conclusión del historiador Carlos Contreras que “Las desigualdades en el Perú son el resultado de una geografía también desigual.”

Un segundo grupo de pobres es más bien relativamente moderno – el informal urbano – cuya pobreza se explica por la falta de empleo productivo y formal, además de su bajo nivel de educación y otras barreras a un empleo más productivo.

En el otro extremo de la distribución de ingresos – los no pobres – encontramos a los trabajadores de empresas formales que se benefician de una alta y creciente productividad.

¿Cuál ha sido la evolución de los ingresos de estos tres grupos? Un cálculo es posible desde el año 2007, cuando el INEI empezó a distinguir entre los formales e informales. Sorprendentemente,

  • desde 2007 el ingreso promedio de los trabajadores formales de Lima se ha mantenido estancado en términos reales,
  • el de los limeños informales se elevó 1.2 % al año,
  • mientras que el trabajador informal rural de la Sierra vio mejorar su ingreso a una tasa promedio de 3.4 % anual en ese periodo.

Todo indica que la informalidad, sea urbana o rural, no es la barrera absoluta que se cree, aunque falta un mejor entendimiento de sus respectivas dinámicas.

Personalmente, no me sorprende el dinamismo estadístico de los más pobres de la Sierra, habiendo visitado diversos distritos en algunas de sus zonas más pobres. En todas, estaban a la vista nuevos negocios y formas de vivir. Pero, ¿por qué el ingreso familiar de los informales de Lima se mejora más que el del formal? Es evidente que hace falta más estudio de las distintas dinámicas de la población. Lo que queda claro es que las encuestas familiares contradicen la acusación al modelo iniciado en 1990 de ser un creador de desigualdad. Incluso, la evidencia sugiere lo contrario. Si nos guiamos por los datos disponibles, el modelo económico no sólo no agravó la desigualdad sino parecería más bien estar reduciéndola.  Lampadia




La libertad económica reduce la corrupción y redistribuye

La libertad económica reduce la corrupción y redistribuye

 

Jaime de Althaus
Para Lampadia

En este proceso electoral competirán, a grandes rasgos, dos propuestas distintas para lograr la recuperación económica y aliviar el costo social ocasionado por la pandemia: la que se basa en liberar la iniciativa privada versus la que se apoya en la iniciativa pública. Es decir, la libertad económica versus la intervención estatal; la generación de riqueza popular versus la redistribución de la riqueza existente. 

La ventaja de la primera no es solo que es mucho más eficaz para conseguir el resultado económico, sino que, de paso, tiene otros dos efectos: reduce o elimina la corrupción y es socialmente redistributiva, ayuda a reducir la desigualdad.

Elimina corrupción

En efecto, parte importante de la corrupción es la consecuencia del costo de cumplir las disposiciones legales. Si las regulaciones son muy onerosas, es preferible o necesario pagar un soborno para poder operar. Ese soborno es una suerte de impuesto informal o de seguro que se compra para ejercer la actividad sin tener que cumplir con las disposiciones normativas.[1]

Eliminar regulaciones, requisitos y obligaciones caras e inútiles, que poseen un costo mayor al beneficio que producen, no solo libera a los emprendimientos de una carga que les impide despegar y crecer, sino que elimina ocasiones de corrupción. Elimina peajes. La mayor parte de micro y pequeños empresarios por lo general no pueden cumplir con todas las regulaciones municipales, sectoriales y laborales existentes. Entonces deben pagar a los inspectores para desarrollar su actividad.

Y es por eso que la corrupción está mucho más extendida en los sectores populares.[2] Una empresa grande suele tener capacidad económica suficiente para cumplir con las regulaciones existentes, muchas veces diseñadas precisamente para excluir competencia. Por lo tanto, no necesita realizar pagos ilegales. Una micro o pequeña empresa o un informal no pueden darse ese lujo.

Discriminación, desigualdad y redistribución

Las leyes costosas impactan, pues, de manera asimétrica. A los pobres les cuestan más, mucho más. Por eso, son intrínsecamente discriminatorias e injustas. Engendran desigualdad.

De aquí se desprende un tercer efecto de esta política: redistribuye ingresos a favor de los que tienen menos. Porque los más afectados con toda esta carga regulatoria son los que menos pueden pagarla: los informales, las micro y pequeñas empresas.

La estructura que profundiza esa desigualdad es la exclusión de la legalidad, del Estado legal. Es decir, de la protección y beneficios de la legalidad. Esto lo hizo notar claramente Hernando de Soto.[3] Los informales no tienen acceso al crédito comercial ni al mercado de capitales, de modo que tienen que pagar tasas de interés mucho más altas en el mercado negro; sus contratos y sus derechos de propiedad no son exigibles ante los tribunales, lo que les inhibe de invertir; tampoco pueden asegurar sus propiedades o sus talleres; no tienen acceso a la sociedad anónima para separar la inversión de su capital personal o asociarse con terceros de manera protegida, etc. Sus palancas de crecimiento no son del tamaño del mercado sino de sus círculos familiares. Son parias de la economía de mercado y del Estado legal.

Redistribución de privilegios rentistas

Una formalidad inclusiva, entonces, es profundamente redistributiva. Y lo es más precisamente porque anula el mecanismo generador de esa legalidad costosa, que suele ser el rentismo o el mercantilismo. Muchas regulaciones no reflejan simplemente el buen deseo del burócrata o del legislador. Son el producto de la presión de intereses particulares, que de esa manera protegen su actividad de la competencia o de la exigencia de productividad. Son regulaciones rentistas. Transfieren ingresos de los sectores excluidos a los protegidos. La eliminación de esas normas tiene, por esa razón también, un claro sentido redistributivo: redistribuye privilegios.  

El problema es encontrar el mecanismo preventivo. Porque así como la democracia limita el poder político mediante el sistema de pesos y contrapesos entre instituciones, no tiene manera de contrapesar la acción organizada de grupos de interés cuando el costo de las rentas o privilegios que estos obtienen se disuelve en toda la sociedad tocándole a cada uno una porción mínima.[4] Se requiere un sistema muy serio e intenso de análisis de calidad regulatoria (RIA) y de pre-publicación y consultas de todas las normas que se emitan, y del stock de normas existente.[5]   

Las excesivas regulaciones municipales, laborales y sectoriales condenan a los pobres a ser corruptos. En ese sentido, son moralmente degradantes. Pero con frecuencia degradan también a sus beneficiarios, porque construyen su poder en virtud de privilegios, no de esfuerzo digno. Lampadia

[1] Ver Enrique Ghersi, “Economía de la Corrupción”, CEDICE Libertad, 2013

[2] Ver Pablo Sánchez Nassif, “Justicia a la Venta”, Unión Editorial 2019.

[3] Ver “El Otro Sendero” y “El Misterio del capital”

[4] Ver Mancur Olson, “La Lógica de la Acción Colectiva. Bienes Públicos y Teoría de Grupos”. Noriega Editores, Buenos Aires, 1992.

[5] Enrique Ghersi cita a Henri Lepage explicando que hay dos tipos de normas:  las de carácter general, con supuestos de hechos abstractos, aplicables a una pluralidad de personas, generalmente ordenadas en razón de la naturaleza de las cosas y no de los individuos, y las normas de carácter particular, generalmente con supuestos de hecho concretos, propósitos distributivos, limitado rango de aplicabilidad y ordenadas en atención a las diferencias entre las personas y no de las cosas. A las primeras, Lepage las llama “normas” A las segundas, “privilegios”

En las segundas, los costos y beneficios de los “privilegios” se reparten asimétricamente. Es decir, mientras que los costos están diluidos entre una gran cantidad de personas, los beneficios sólo favorecen a un grupo concreto y definido. Esto, de hecho, plantea un fuerte incentivo para reclamar la multiplicación de “privilegios”: como las rentas que éstos generan van a manos de un número reducido de personas y los costos de sufragarlos se difunden entre todas las demás, aquéllas tendrán un estímulo mayor para obtenerlas que el de quienes deben soportarlas. (Enrique Ghersi: “El Costo de la Legalidad”, CEP, Chile, 2016)




El poder de la Palabra es inmenso

El poder de la Palabra es inmenso

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Que difícil es interpretar los tiempos presentes, especialmente cuando son cambiantes y turbulentos.

Veamos el caso de Chile, un país que se convirtió en el modelo de desarrollo, no solo en América Latina, sino en el mundo entero, incluyendo a los países de la ex órbita soviética.

Veamos primero las realizaciones objetivas de Chile con su Constitución:

  • La inflación  alcanzó un pico de más del 500% en 1973, cayó por debajo del 10% en la década de 1990 y por debajo del 5% en los años 2000 (Banco Mundial 2019).
  • Entre 1975 y 2015, el ingreso per cápita en Chile se cuadruplicó hasta alcanzar los 23,000 dólares, el más alto de América Latina.
  • Desde principios de la década de 1980 hasta 2014, la pobreza se redujo del 45% al 8%.
  • En 1982 sólo el 27% de los chilenos tenía un televisor. En 2014, el 97% lo tenía.
  • Lo mismo ocurre con los refrigeradores (del 49% al 96%), lavadoras (del 35% al 9%), los automóviles (del 18% al 48%).
  • La esperanza de vida aumentó de 69 a 79 años.
  • El hacinamiento en las viviendas se redujo del 56% al 17%.
  • La clase media aumentó de 23.7% en 1990 a 64.3% en 2015.
  • la pobreza extrema se redujo del 34.5% a 2.5%.
  • El acceso a la educación superior se multiplicó por cinco, beneficiando principalmente al quintil más bajo, cuyo acceso a la educación superior se multiplicó por ocho.
  • Entre 1990 y 2015 los ingresos del 10% más rico crecieron un total de 30%, los ingresos del 10% más pobre experimentaron un aumento del 145%.
  • El índice de Gini cayó de 52.1 en 1990 a 47.6 en 2015.
  • La desigualdad de ingresos dentro de diferentes generaciones, tuvo una mayor la reducción.
  • El índice de Palma, que mide la desigualdad de ingresos del 10% más rico en relación con el 40% más pobre, se redujo de 3.58 a 2.78 mientras que la relación entre los ingresos de los quintiles más bajos y los más altos disminuyó de 14.8 a 10.8.
  • La OCDE (2017) mostró que Chile tenía mayor movilidad social que todos los demás países de la OCDE.
  • Chile también ocupaba la posición más alta entre las naciones latinoamericanas en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas.

Ver fuente en Lampadia, en el ensayo de Axel Kaiser, publicado en el Cato Journal: La paradoja del bienestar y la furiaLa Caída de Chile.

Por otro lado, Darío Paya, Presidente del Leadership Institute de Chile, nos dice que:

  • Si ves las generaciones como la mía y posteriores, los niveles de desigualdad en Chile nos ponen en el sétimo lugar de la OCDE, equivalentes a Francia.
  • La verdad es que nos estábamos haciendo más iguales, generación por generación; pero la izquierda repite y repite lo contrario al punto que gente de la derecha lo empezó a repetir.
  • En política, las cosas que son falsas, pero que la gente cree que son ciertas, producen el mismo efecto que producirían si fueran ciertas.
  • Entonces al final nosotros hemos llegado a donde llegamos por una mezcla de mentiras y falta de coraje y perseverancia de la gente que sabía que no era verdad, una espiral de silencio.
  • La crisis estalla no tanto por la desigualdad, si no por una sensación de desconfianza en la que se piensa que no te va bien porque alguien es culpable.
  • Se construyó una narrativa de que algunos pocos controlaban todo y se aprovechaban de tu suerte.
  • Piñera en su primer gobierno hizo suya esta agenda anti abusos y la validó políticamente.

Ver en Lampadia: Chile al borde del abismo.

¿Qué nos dice Kaiser (Presidente de la Fundación para el Progreso – Chile) sobre esa contradicción entre un país que prosperó como pocos en el mundo y el ensañamiento de las hordas destructoras de la paz en Chile?

  • Parte de la explicación de la rabia mostrada por la población chilena tiene que ver con el colapso de la confianza pública en las instituciones cívicas y estatales tradicionales, incluyendo la democracia.
  • Chile también ha experimentado un descenso sistemático en la percepción de corrupción.
  • La ineficiencia crónica contribuyó a la pérdida de legitimidad de las instituciones estatales.
  • La reciente disminución de la confianza pública en el sector privado y en las instituciones estatales de Chile contribuyó al clima de descontento y frustración.
  • Pero esto por sí solo no puede explicar la salida de Chile de la fórmula de libre mercado que lo hizo tan exitoso. Si las élites y la población general de Chile entendieran realmente que las instituciones de libre mercado son cruciales para que el país continúe su camino hacia la prosperidad, entonces grandes grupos entre los manifestantes y las élites políticas e intelectuales, no estarían exigiendo cambios drásticos en lo que se denomina despectivamente como el sistema “neoliberal” de Chile.
  • La igualdad material, la vieja obsesión de la izquierda, se convirtió en el credo de la mayoría de la clase política e intelectual de Chile.
  • Los resultados de esta narrativa igualitaria fueron cambios institucionales graduales que, a lo largo de los años, llevaron a la disminución de las tasas de crecimiento económico.
  • Debido a la persistencia de la narrativa igualitaria a lo largo de los años, gran parte del público compró la idea de que el neoliberalismo había llevado a más desigualdad e injusticias a pesar de que la desigualdad de ingresos estaba disminuyendo. 
  • La centroderecha tampoco se dedicó a una fuerte defensa de los principios de mercado.
  • El poder de las ideas e ideologías es mucho mayor que el atractivo de los hechos.
  • Chile confirma la vieja lección liberal clásica de que no hay esperanza para la supervivencia del libre mercado sin el argumento moral de la libertad económica. Dicho caso moral y cultural a favor de la libertad económica, que debe ser aceptado por el público, debe ser ante todo generado —al menos en parte— por la élite intelectual, política y económica.

Ver en Lampadia: La paradoja del bienestar y la furiaLa Caída de Chile.

El caso de Chile, por la contundencia de sus realizaciones económicas, sociales e institucionales es el mejor ejemplo de que todos los logros se pueden opacar con el inmenso poder de la palabra, si se logra introducir una narrativa persistente y efectiva. Algo que requiere tiempo, por supuesto, y dos socios importantes: el silencio de los intelectuales,  académicos y empresarios conocedores y partícipes del desarrollo, y la debilidad de los tontos útiles que terminan asumiendo el lenguaje de las narrativas interesadas, como en Chile, con la persistencia de la prédica de la desigualdad, que fue asumida incluso por el empresario presidente Sebastián Piñera.

Lamentablemente, los gobiernos liberales y de centro derecha, a diferencia de los gobiernos de izquierda, no se caracterizan por promover la difusión de sus logros, como lo hacen los segundos. Llegando a los casos extremos de las izquierdas más radicales y empobrecedoras, que viven de la mentira, que viven reescribiendo la historia, e inventando enemigos.

En el Perú ya hemos sido víctimas de narrativas perversas, como las referidas a la explotación de los recursos naturales, con el verbo del pos-extractivismo, que han parado buena parte de nuestros proyectos productivos.

Ningún país, por más exitoso que sea, puede dejar de comunicarse con su población y de educar a sus jóvenes sobre las ideas fuerza de sus caminos de prosperidad. Veamos sino, los traspiés de EEUU con Trump y del Reino Unido con el Brexit.

Analicemos pues con cuidado el caso chileno. No nos dejemos llevar por las envolturas mediáticas ni por el aprovechamiento político de fenómenos complejos. Lampadia




La reversión de los progresos educativos

La reversión de los progresos educativos

A pesar de las crecientes advertencias por parte de diversos organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID, los gobiernos de América Latina – salvo raras excepciones – no terminan de internalizar la gravedad del cierre prolongado de los colegios acometido por la pandemia, puesto que ni siquiera ensayan reinicios con protocolos y aforos máximos como se ha hecho con otras actividades económicas.

Ya hemos dedicado líneas anteriores a exponer algunos de estos impactos, llámese incremento de la desigualdad, fuerte pérdida de ingresos futuros, creciente trabajo y abuso infantil, por destacar solo algunos de ellos (ver Lampadia: El cierre de escuelas puede ser devastador, El perjudicial cierre de escuelas). Impactos que no se justifican pues la evidencia disponible hasta el momento no sugiere una alta probabilidad del traspaso del coronavirus desde los niños hacia los padres de familia, más aún si se puede prever con medidas sanitarias.

Pareciera pues que no se contempla a la actividad educativa igual o más esencial que otras, puesto que tampoco se visibiliza, como sucede en nuestro país, una fecha clara del retorno a las clases presenciales en los planes de reactivación económica. Y a pesar de los esfuerzos del MINEDU para preservar la educación – con modalidades a distancia y vía estrategias multicanal – se ha seguido observando un escalamiento en las tasas de deserción en todos los niveles de la educación, con especial énfasis en la universitaria, lo cual guarda sentido con una recesión que ha obligado a los jóvenes a intercambiar horas de estudio por trabajo para apoyar un mellado sustento de sus familias (ver Lampadia: Un grave problema: La deserción infantil).

Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo realiza un extenso análisis de cómo el ausente accionar por parte de la mayoría de gobiernos para realizar esfuerzos en reactivar el sector educación, está dilapidando todos los progresos respecto a la cobertura que experimentó nuestra región en las últimas dos décadas. Una llamada de atención adicional que debe llevar a los gobiernos a poner entre sus prioridades un reinicio progresivo de los colegios lo más pronto posible, tal vez experimentando con turnos y aforos máximos, con realocamiento de mobiliario y protocolos, pero finalmente volviendo a la presencialidad.

Es necesario que se entienda que la educación a distancia – si bien es una herramienta importante en estos tiempos – no puede terminar de acaparar toda las modalidades de enseñanza, pues nunca se comparara a la presencial, siendo esta última mejor en cuanto a logros en los aprendizajes. Lampadia

La pandemia debilita aún más las escuelas de bajo rendimiento de América Latina

Antes del covid-19, asistían a la escuela más niños que en décadas pasadas. Muy pocos estaban aprendiendo

The Economist
12 de setiembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

La universidad siempre fue el plan para Camila Dantas, una estudiante de secundaria de 19 años de Cidade de Deus, una favela de Río de Janeiro. Su padre, que trabaja en la construcción, fue la primera persona de su familia en ir a la universidad. Su madre plancha la ropa. Dantas trabaja en un salón de manicura y estudia para el examen de ingreso por la noche. Los favelados, o residentes de asentamientos informales, son todavía una pequeña minoría de estudiantes universitarios. Dantas y sus amigos ven la educación superior como un “paso necesario” para mejorar sus vidas.

La pandemia y la recesión que ha provocado amenazan sus planes. Todos menos diez de los 50 y pico estudiantes del curso de preparación para exámenes en la línea de Dantas han abandonado. Su novio eligió trabajar en un salón de tatuajes en lugar de un título en bellas artes para ayudar a su madre a pagar las cuentas. Una encuesta publicada en junio por la American University en Washington, DC, encontró que el 84% de las universidades latinoamericanas esperan que las inscripciones caigan este año, y la mitad anticipa una disminución del 10-25%.

América Latina, con menos de una décima parte de la población mundial, tiene un tercio de las muertes registradas por covid-19. Aunque la tasa de nuevas infecciones se está desacelerando, la mayoría de las escuelas están cerradas en todos los países excepto en dos, Uruguay y Nicaragua. Más del 95% de los 150 millones de alumnos de la región se quedan en casa.

La mayoría de los países no han fijado una fecha para la reapertura. En muchas partes de México, es posible que las escuelas no vuelvan a abrir hasta que haya una vacuna disponible, lo que deja que los alumnos aprendan de unas pocas horas de programación televisiva diaria. Bolivia no ofrecerá ni formación presencial ni remota hasta 2021. Cuando las escuelas en São Paulo y Río de Janeiro, las ciudades más grandes de Brasil, reabran el próximo mes, menos de la mitad de los alumnos asistirán en persona.

Si las escuelas permanecen cerradas durante siete meses a partir de marzo de este año, lo que parece seguro en la mayoría de los lugares, y los gobiernos no compensan, los niños podrían perder el equivalente a un octavo de sus años de escolaridad, estima el Banco Mundial. Los ingresos de por vida por alumno podrían disminuir en más de US$ 15,000 (ajustados por paridad de poder adquisitivo). La proporción de personas que no cumplen con los estándares de competencia en lectura y matemáticas podría aumentar del 53% al 68%. La interrupción de la educación agravará la desigualdad de ingresos en la región más desigual del mundo. “Es una crisis silenciosa”, dice Emanuela di Gropello, experta en educación del banco.

Las familias ricas pueden compensar las vacaciones forzadas. En Brasil, están contratando maestros de escuelas privadas despedidos para que tomen a sus hijos en grupos pequeños, o “módulos de aprendizaje”. Los pobres carecen de computadoras y conexiones a Internet en casa. Sus hijos también se están perdiendo las comidas escolares, un sustento en muchos países. Estarían completamente aislados de no ser por WhatsApp, que los profesores de América Latina utilizan para enviar tareas. Juliana Rohsner, directora de una escuela en las afueras de Vitória, la capital del estado brasileño de Espírito Santo, supervisa 37 grupos de chat, en los que el personal responde a mensajes de alumnos y padres a todas horas. Le preocupa que los profesores se agoten.

Aunque el 74% de los alumnos brasileños ha participado en algún tipo de aprendizaje a distancia durante la pandemia, la proporción se reduce al 61% en el norte y al 52% en el noreste. El resto no recibe ninguna instrucción. Los alumnos de las zonas rurales y los que viven en favelas son los más propensos a perderse esta oportunidad. Perú anunció en abril planes para comprar 800,000 tabletas para alumnos de zonas rurales, pero el primer envío no llegará hasta octubre.

Los desafíos fiscales exacerban los digitales. En Brasil, los ingresos municipales, que proporcionan el 40% del financiamiento escolar, podrían caer entre un 20% y un 30% debido a la recesión. Las escuelas públicas de América Latina esperan un aumento en la matrícula ya que los padres de clase media se vuelven incapaces de pagar las cuotas de las escuelas privadas. Eso presionará aún más los presupuestos.

La pandemia interrumpe tres décadas de progreso en la educación. A medida que el auge de las materias primas impulsó las economías, los gobiernos gastaron más en educación. La matrícula en la escuela primaria es ahora casi universal en la mayoría de los países. En México, la proporción de niños que terminan esa etapa se duplicó a dos tercios entre 1990 y 2015. Una mayor asistencia a la escuela primaria ha llevado a una mayor matrícula en las escuelas secundarias, aunque las tasas de graduación varían de alrededor de una cuarta parte en países pobres, como Guatemala, a más del 80% en los más ricos, como Chile.

Alentada por el crecimiento económico y las crecientes expectativas de los padres de clase media baja, la proporción de jóvenes de 18 a 24 años en la universidad se duplicó entre 2000 y 2013 a 43%. Esa es una expansión más rápida que en cualquier otro lugar del mundo. Mientras que los estudiantes de la mitad más pobre de la población representaron el 16% del total en 2000, constituyeron el 25% en 2013. En Brasil, las cuotas para estudiantes negros y de bajos ingresos aumentaron su representación.

La calidad no mejoró a medida que se expandió la matrícula. Las pruebas PISA, que miden el aprendizaje entre los jóvenes de 15 años de todo el mundo, muestran que América Latina está casi al final, aunque las regiones más pobres no se miden en gran medida (ver gráfico). En 2018, los jóvenes latinoamericanos estaban tres años por detrás de sus pares en los países de la OCDE (es decir, los ricos). La brecha de competencia entre los que están en la parte superior de la pirámide social y los que están en la parte inferior es amplia. En Brasil, Argentina, Perú y Uruguay, la quinta parte más pobre de los estudiantes tiene, en promedio, cuatro años de escolaridad por detrás de la quinta más rica. Padres que pueden permitirse enviar casi siempre a sus hijos a escuelas privadas. América Latina tiene la tasa más alta de matrícula en escuelas primarias privadas del mundo.

Dado que las personas acomodadas no envían a sus hijos a las escuelas públicas (que enseñan a las cuatro quintas partes de los alumnos), no les preocupa especialmente mejorarlos. El gasto público por estudiante, en relación con los ingresos promedio, es menor en América Latina que en la OCDE.

La formación de profesores se descuida en toda la región. En México, los maestros son contratados y promovidos basándose en conexiones sindicales más que en méritos. El año pasado, el presidente populista de México, Andrés Manuel López Obrador, revirtió una reforma promulgada en 2013 para mejorar su calidad. Algunos lugares han sostenido reformas. Chile ha duplicado su presupuesto de educación desde 2005. Sus puntajes PISA son los más altos de la región, aunque todavía están por debajo del promedio de la OCDE. Ceará, un estado pobre en el noreste de Brasil que supera a los estados más ricos, tiene un historial de reformas que se remonta a 15 años, incluida la ampliación de las horas de clase diarias en las escuelas primarias de cuatro (la norma latinoamericana) a siete. Es una excepción.

Las escuelas latinoamericanas no preparan a los alumnos para el trabajo, dice Miguel Székely, ex funcionario de educación en México. Al no estar preparados para la universidad, la mitad de los estudiantes abandonan, lo que hace que la expansión de la matrícula en la región sea menos impresionante. Los estudiantes que terminan la universidad ganan grandes salarios. Aquellos con solo una educación secundaria tienden a no hacerlo. Un brasileño de 25 a 34 años con una licenciatura gana 2.3 veces más que un graduado de secundaria de la misma edad (en los EEUU la proporción es 1.7).

Para que los estudiantes no pierdan todo un año de aprendizaje, los gobiernos tendrán que adaptar los planes de estudio y capacitar a los maestros para ayudarlos a ponerse al día. Hasta ahora, han hecho poco.  Lampadia




Medidas de corto plazo para la reactivación económica

Medidas de corto plazo para la reactivación económica

Líneas abajo presentamos la propuesta desarrollada por IPAE con miras a rectivar la economía. Propuestas de este tipo toman especial relevancia ante la renuncia del gobierno a desarrollar una estrategia inteligente para controlar la pandemia y reactivar la economía.

Antes de la pandemia, el Perú tenía solidez macroeconómica y financiera marcada; sin embargo, también mostraba una desaceleración en su ritmo de crecimiento económico. Mantenía, además, problemas estructurales como la informalidad laboral y empresarial, la reducida base tributaria, la deficiente provisión de bienes y servicios públicos, y la alta vulnerabilidad de la clase media ante shocks adversos y, a pesar de una sostenida reducción de la pobreza y la pobreza extrema, alta desigualdad de ingresos y oportunidades.

A lo anterior se sumó una crisis económica por la pandemia y el distanciamiento social, que está lejos de terminar.

Se presentan 10 medidas de corto plazo para procurar que la recuperación de la economía sea lo más rápida y sostenible posible:

Ver la propuesta de IPAE:

https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/02991-ruta-ipae-reactivacion-economica.pdf




Dad tregua a la política

Dad tregua a la política

EDITORIAL DE LAMPADIA

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

“Dad tregua a la política
y consagraos a conocer vuestro país
y los inmensos recursos que tiene”
Antonio Raimondi
1824 – 18901

Contrario a las enseñanzas de nuestro sabio Antonio Raimondi, que hace 150 años nos pidió que no confundiéramos nuestros esfuerzos y nos concentráramos en ver nuestros recursos como mecanismo para desarrollar al país, los peruanos parecemos empeñados en cortarnos los pies y sabotear nuestro gran potencial de desarrollo.

Es cierto que este no es el sentir general, pero sí es el de buena parte de la clase política y de los despistados medios de comunicación que han abandonado la formación de ciudadanos informados por el vil negocio del rating.

Como decía Napoleón: “Diez personas que hablan, hacen más ruido que diez mil que callan”.

Veamos un poco de información sobre el sentir ciudadano: “Ocho de cada diez peruanos cree que la minería formal es el motor económico que necesita la reactivación” (IPSOS, última encuesta nacional), según nos recuerda Rolando Arellano en su presentación: Cómo perciben los peruanos al sector empresarial.

Pero como hemos podido presenciar en los comentarios de varios congresistas a raíz de la presentación del Primer Ministro Cateriano en el Congreso, y posteriormente en el rebote mediático, la sola explicación de Cateriano sobre la necesidad de desarrollar la minería formal, y la inconsecuencia sobre el daño que produce la minería ilegal, desató una reacción negativa, que entre otros temas, explicaría el voto en contra de la ratificación del gabinete Cateriano.

La verdad es que el Perú tiene muchos recursos naturales como para poder emprender una gesta de desarrollo y ambicionar al bienestar general. Tenemos un gran potencial para el desarrollo de la minería, las agroexportaciones, la pesca, forestería, fuentes de energía, etc., etc.

De entre estos sectores, el que más potencial tiene para activarse rápidamente y generar una gran riqueza, es el sector minero, que tiene más de US$ 50,000 millones de inversiones potenciales, que podrían asegurar un ritmo de crecimiento muy importante por los próximos 10 años.

La minería moderna y formal, en contra de los gritos de los anti mineros pos-extractivistas, sabe cuidar el medio ambiente, y desarrollar buenas relaciones con las comunidades de su entorno.

Su potencial aporte es tan grande, justamente porque tiene un altísimo valor agregado. Según el IPE, la minería tiene un Valor Agregado Bruto (VAB) de 69%, expresado en remuneraciones, rentas de terceros e impuestos; mientras el sector industrial no alcanza el 40%.

Veamos, por ejemplo, ¿cuanto de nuestras exportaciones queda en el Perú?:

  • Polo de algodón: se vende a US$ 80 en Miami.       Nos deja: 10%
  • Una palta: se vende a 2.5 libras en Londres.            Nos deja: 60%
  • Concentrados de cobre vendidos en China.              Nos deja: 86%

Dada esta realidad es que tenemos la gran oportunidad de generar riqueza en forma importante y bastante rápido, ya que tenemos varios proyectos que están a ‘punto de caramelo’, como Tía María, Conga, y varios más.

Lo que es más, hoy día, y por el futuro mediato, se estima que seguiremos teniendo buenos precios de los minerales. El cobre ha vuelto a superar los US$ 2.90 por libra, la plata US$ 24 la onza y el oro ha batido record superando los US$ 2,000 por onza, y ya se habla de la posibilidad de ver un precio de US$ 3,000 la onza.

No se puede negar que una minería bien manejada en términos ambientales y sociales, puede transformar el país para bajar la pobreza, la desigualdad, y generar recursos fiscales para mejorar la salud, la educación y las infraestructuras. Además de multiplicarse con encadenamientos productivos en otros sectores.

En resumen, se puede decir que el Perú tiene la capacidad de salir de pobres si permitimos el crecimiento de la inversión privada, especialmente en minería. Tener la capacidad de lograrlo y no hacerlo, es un crimen, una inmoralidad, que debe ser enrostrada a quienes pretenden frustrarla.

No nos dejemos llevar por esas minorías gritonas, interesadas en su futuro político, que le dan las espaldas a los pobres que dicen defender. Lampadia

1 Giovanni Antonio Raimondi dell’Acqua (Milán, Italia; 19 de septiembre de 1824m – San Pedro de Lloc, Perú; 26 de octubre de 1890) fue un prominente investigador, naturalista, geógrafo, explorador, escritor y catedrático italiano naturalizado peruano, su especialidad consistió en un profundo y esmerado estudio de la fauna, la flora y la geología peruanas. Radicando en Perú, fue catedrático de la Universidad de San Marcos en Lima. (Wikipedia).




Es hora de una Iniciativa Nacional para la Inversión Privada y el Empleo

Es hora de una Iniciativa Nacional para la Inversión Privada y el Empleo

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

La pandemia ha desempleado a 400 millones de personas a nivel mundial y ha disparado a 41 millones el número de desempleados en América Latina, según cifras conservadoras de la OIT de esta semana. En el Perú, se calcula que sólo en Lima se han perdido 2.3 millones de empleos a raíz de esta crisis. A nivel nacional, considerando la informalidad de nuestra economía y a los 800,000 venezolanos invisibles en las estadísticas oficiales, la cifra de personas desempleadas es sin duda mucho mayor. Basta ver nuestras calles…

Los que hemos sido críticos de las medidas del gobierno frente a la pandemia advertimos que estas iban a originar una grave crisis económica en el país, desempleo y quiebras, el incremento de la pobreza y que la cura sería peor que la enfermedad. Lamentablemente, no fuimos oídos.

Ahora que la OIT, que no puede ser acusada de “neoliberal” o “aprofujimorista”, señala que la “ola de desempleo” y “la cifra más alta de desocupación” ha sido causada por las restricciones al comercio, a la vida laboral y el turismo para frenar el Covid 19” espero que se entienda la necesidad de cambiar el rumbo de las medidas económicas que han restringido la actividad productiva, incrementado los controles y regulaciones, castigado a las empresas de todo tamaño y a causa de ello, generado estos millones de desempleados y condenado a la pobreza a millones de peruanos.

¿Qué hacer ante la crisis? ¿caridad o empleo?

Para unos, dentro de los cuales está el gobierno, el aparato estatal nacional, la burocracia mundial y por supuesto el pensamiento intervencionista de izquierda que los alienta, la solución son bonos, subsidios, canastas familiares, todo lo cual no es otra cosa que caridad. Le pueden poner otro nombre políticamente correcto, pero es eso. Sin embargo, cuando la caridad no es filantropía privada basada en la libertad y la solidaridad que deriva de ella (tan necesaria en esta época) es simplemente asistencialismo, clientelismo que no saca a las personas de la pobreza. Esta es la receta de la izquierda, ya se probó en épocas de normalidad y fracasó. En épocas de crisis no será la excepción. Esta receta descuida lo elemental, “sin vacas que ordeñar, no hay leche que repartir”.

Para otros, entre los que me cuento, la filantropía es una expresión de la libertad y es imprescindible en tiempos de crisis como estos, pero es una medida temporal y no puede ser el eje de la política pública. Por esta misma razón, los bonos, subsidios y canastas deben ser temporales y debemos ir a la solución real del problema: tener inversión privada y generar empleo.

En la primera receta, el gobierno te da, tú le debes y le tienes que agradecer, normalmente con votos. Te da leche porque hay vacas.  Pero cuando no exista qué darte, se lo quitará a otros para darte. Cuando eso tampoco exista, habrás llegado a la meta: el paraíso socialista donde no hay pan, ni hay libertad. “Sin vacas que ordeñar, no hay leche que repartir”

En la segunda receta no le debes nada al gobierno. Te lo debes a ti mismo, a tu esfuerzo, a tu talento y a tu trabajo. El papel del gobierno no consiste en matar a las vacas para repartir su carne, sino dejar que haya muchas vacas y que haya mucha leche para repartir.  No tienes a quien agradecer, serás tú el dueño de tu futuro, por el cual no tienes que pagar ni con votos, ni con aplausos, ni con tweets ni con posts.

El Perú, debido a que la cura ha sido peor que la enfermedad, está en una hora crucial, en el momento en el cual tiene que optar entre la caridad pública o el empleo.

La hoja de ruta del gobierno, del Congreso y del establishment que nos gobierna ya está clara. Irán por la caridad y por los votos. Seguirán matando las vacas para repartir la carne, aunque ya no haya leche en el futuro. Lo harán cada día, con normas, reglamentos y leyes, en una competencia infame que la historia nacional nunca vio. Pedirles a ellos que creen una Vía Rápida, una iniciativa nacional para la inversión y el empleo es como pedirle peras al manzano. Ellos van por los votos y en el corto plazo se consiguen con bonos, subsidios, controles y show contra las empresas, sobre todo contra las más visibles y las más grandes.

El Perú tiene otra ruta en mente. La ruta del peruano que salió a trabajar en medio de la cuarentena arriesgándose para llevar el pan a sus hijos no es la del gobierno y sus aliados. Ese peruano quiere oportunidad y empleo.  La ruta del emprendedor que quería reconvertir su pollería en delivery y que no pudo hacerlo porque los municipales se lo impidieron, no es la del gobierno. La ruta del transportista que tenía que llevar sus productos desde la sierra hasta los mercados y tuvo que pagar cupos a policías y burócratas corruptos en la cuarentena, no es la del gobierno. La ruta que está en la mente del emprendedor que antes atendía turistas y que hoy desea vender productos orgánicos, pero no puede hacerlo porque tiene que cumplir con costosos protocolos, manuales y licencias, no es la del gobierno. La ruta del desempleado tampoco es la del gobierno, el no busca caridad, busca oportunidad y empleo, que sólo existe si hay inversión.

Una Iniciativa Nacional por la Inversión Privada  y el Empleo es lo que requiere el Perú devastado por la pandemia y el experimento socialista de Vizcarra y sus aliados para controlarla.

  • Una Iniciativa donde invertir, arriesgar tu capital, tomar riesgo, crear empleo y generar oportunidades sea visto como un acto de patriotismo y no con desconfianza.
  • Una Iniciativa donde el pequeño capital del emprendedor no se diluya en licencias, protocolos, trámites, coimas y sobre costos laborales, sino en puestos de trabajo.
  • Una Iniciativa donde el mediano capital no sea devorado por tasas, tributos, contribuciones y aranceles antes de generar oportunidades.
  • Una Iniciativa donde el gran capital pueda ser atraído para generar divisas, puestos de trabajo, transferencia tecnológica y tributos y no para atender las exigencias del chantaje social y ambiental patrocinado desde el Estado.
  • Una Iniciativa donde nuestros empresarios y emprendedores, desde los más pequeños hasta los más grandes, no sean convertidos por la agenda política de los gobernantes en los enemigos del Perú.

Nada indica que una Iniciativa como esta sea atendida por los actuales gobernantes. Habrá que esperar al 2021 para ver quien levanta esta bandera y nos ofrece luz, al final de este túnel. Lampadia




Mejorar – No destruir

Mejorar – No destruir

EDITORIAL DE Lampadia

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Parafraseando a Dan Hammarskjold, (sobre las Naciones Unidas), podemos decir que: “La Constitución de 1993 no se hizo para llevar a los peruanos al cielo, sino para evitar que vayamos al infierno”.

A ese infierno en el que vivimos en los años 60s, 70s y 80s.

Por eso es que lo que debemos hacer es mejorar nuestras instituciones y nuestro modelo de desarrollo. Destruir lo avanzado es una traición contra los pobres. Contra aquellos que no llegaron a salir de la pobreza a pesar de haberla reducido de 60 a 20%. Una traición contra la clase media que aún estaba afirmándose.

Esa Constitución de 1993 no solo permitió la reducción de la pobreza, también permitió bajar la desigualdad, eliminar la inflación, aumentar la esperanza de vida, llevar, de la mano de la inversión privada, más empleo a las regiones, y bajar la mortalidad infantil.

Nos permitió salir de ese infierno de las décadas perdidas (60s, 70s y 80s), en las que la inflación desaparecía nuestros ingresos, en que sufríamos terribles escaseces de bienes básicos, como hoy sufren los venezolanos. Entonces, en el Perú, todos éramos pobres:

  • los ciudadanos, con un PBI per cápita de 968 dólares (1989);
  • el Estado, que el año 1990 tuvo una presión tributaria de 3.7% del PBI; y
  • las empresas, la más grande facturaba 600 millones de dólares anuales, mientras las empresas ecuatorianas llegaban a vender 1,500 millones por año.

Hacia el año 2011, el Perú había dejado de ser un ‘Estado Fallido’, para convertirse en una gran promesa de desarrollo, según todos los analistas internacionales. Veamos algunas evidencias:

Desgraciadamente, desde el proceso electoral del 2011, se empezó una campaña negacionista, de confusión y de odio, que devino en la elección de Ollanta Humala, cuyo gobierno desandó buena parte de nuestros avances, especialmente en la promoción de la inversión privada, se multiplicó la burocracia y los trámites, y se llenó el Estado de burócratas anti economía de mercado.

Así fue cayendo la inversión privada y el crecimiento. El Estado desperdició los recursos presupuestales sin corregir nuestras deficiencias en educación, salud e infraestructuras. Perdimos la oportunidad de consolidar nuestro desarrollo integral, sobre la base de los logros de la primera década del siglo.

Ese triste espacio de deterioro, que no supimos evitar, fue heredado por PPK, que en vez de corregirlo lo entronizó hasta entregando más espacios a la izquierda. Y no digamos nada del gobierno de Vizcarra, que le ha entregado ministerios y el manejo de la crisis sanitaria a gente vinculada al Frente Amplio, el partido de la izquierda anti sistema y anti inversión privada, de ideas pre Muro de Berlín.

Por eso en Lampadia insistimos que destruir es una traición al Perú, una traición a los pobres. Por eso, a diferencia de Vergara, d’Argent, Ganoza y Ghezzi, insistimos en ver el vaso medio lleno, en negar la confusión, y en apostar por el empuje y entereza de los peruanos. En recuperar la memoria de lo que somos capaces de hacer, asumiendo, cada uno de nosotros, la gesta del desarrollo que demandan nuestros hijos y nuestros nietos. Lampadia




Un capítulo pendiente de la historia

Un capítulo pendiente de la historia

Úrsula Letona Pereyra
Abogada, Ex congresista
Para Lampadia

Los ciclos económicos a los que nos ha expuesto nuestro proceso histórico parecen retornar siempre a un mismo punto de origen, nos confirman al finalizar cada uno, determinadas tasas de crecimiento, las cuales en el interregno no fueron capaces de gestar aquellos cambios necesarios que permitan al país, en su conjunto, emprender el camino al desarrollo o sentar bases sólidas en ese propósito.

Lo que viene en el lustro 2021-2025, sin duda será un periodo de crisis económica, con todo lo que viene aparejado, especialmente en lo social. Incremento significativo de la pobreza, en la medida que buena parte de la población incorporada a la clase media en el último ciclo de crecimiento retornará al círculo oscuro de la pobreza, afrontaremos problemas más severos en materia de desempleo e informalidad, y una larga lista larga de otros problemas.

Es importante analizar estos ciclos históricos de crecimiento y los problemas irresueltos en el interregno de los mismos. Para no ir muy lejos, evaluemos el periodo del auge económico que tiene un inicio tenue en el gobierno de Bustamante (1945); un impulso fuerte por parte de Odría a finales de los 40; alcanza consolidación en el gobierno de Prado en el periodo de los años 50, especialmente por las políticas económicas promovidas por su primer ministro Pedro Beltrán; que se extienden hasta el primer gobierno de Belaunde (1963-68) – en este último sólo como cola de viento. Contrariamente, es en el gobierno de Belaunde donde empiezan a desmontarse parte de las reformas instaladas en los gobiernos anteriores, influenciada por las políticas económicas de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), tesis gestada por la CEPAL.

Los resultados de estos ciclos económicos fueron espacios de crecimiento temporal, pero no permitieron sentar las bases para el desarrollo de la colectividad del país. Si observamos las tasas de crecimiento del periodo de los años 50 – 60 del siglo pasado, resultan superiores en promedio, a las tasas de crecimiento del periodo 1991-2015, ciclo este último que se extiende hasta el 2019, igualmente por cola de viento o lo que hemos denominado “piloto automático”.

Es innegable que el crecimiento de los últimos años ha permitido una significativa disminución de la pobreza, hemos pasado de tasas del 50% a finales de los 80, a 20% en el 2019, con una caída pequeña en el lustro 2015-2019. Igual, el periodo de crecimiento de los años 50-60 permitió incorporar parte de la población migrante en puestos de trabajo gestados en el proceso de urbanización en nuestro país, pero no pudo resolver los problemas de insatisfacción social de la sociedad rural, que conformaba el 60% de la población peruana, ubicada predominantemente en la sierra, derivando en el fenómeno de gran migración, especialmente hacia Lima, que hasta la actualidad mantiene una constante –la pobreza- que transgeneracionalmente permanecen en las mismas familias, los migrantes que fueron atraídos a la urbe en búsqueda de mejores oportunidades – a falta de ellas en sus lugares de origen-, son en gran parte las familias  que en la actualidad enfrentan la pobreza y que viven en los cascos urbanos de las diversas ciudades del país.

Lamentablemente los ciclos de crecimiento económico generosos de nuestra historia no han permitido consolidar los cimientos para una sociedad desarrollada, que pasa esencialmente por tener servicios de educación y salud de calidad, una mejora significativa en la infraestructura que demanda el país para ser competitiva, entre otros. En materia de educación y salud – solo para graficar los problemas que explicamos-, es evidente el significativo incremento presupuestal de los últimos años, tanto como porcentaje del PBI y más gráfico en lo nominal, donde incluso nos acercamos a los niveles recomendados por la OCDE-, sin embargo, tal incremento no ha venido aparejado en una mejora de estos servicios, como lo evidencia con énfasis la crisis actual.

En este contexto, cabría preguntarnos: ¿qué ha determinado que los ciclos de crecimiento económico no hayan sido capaces de generar desarrollo? Sin duda muchos historiadores, economistas, sociólogos y antropólogos han abordado y explicado diversas causas, creo que algunas devienen en comunes, pero también enrostran nuestra sociedad actual.  Sin duda, merece nuestra atención en la coyuntura actual y de cara a superar la crisis que enfrentamos, el faccionalismo histórico en el que se encuentra inmersa nuestra sociedad. Se remonta a la independencia, la misma que muchos historiadores -nacionales y externos-, reseñan como una independencia concedida por ejércitos extranjeros y no ganada por los peruanos, debido a la división de la sociedad de la época. En la Guerra con Chile, no solo se presentaron problemas de división de las clases dirigentes, pugnas al interior del ejercito, los intereses económicos y regionalistas, pero de forma esencial la exclusión social de la población de la sierra- no obstante ser mayoritaria-, absolutamente desvinculada de la sociedad moderna de la costa. Así también, en la época de crecimiento que abordamos de los años 50-60 del siglo pasado, el faccionalismo que se generó en torno a la participación política de un determinado partido político y su líder. Y ha seguido hasta la fecha. 

La profundidad de la crisis demanda la concurrencia de todos los peruanos para superarla, y parece no haber sido un tema de primer orden para nuestras autoridades, con la crisis se ha ido incrementando, superando largamente lo que viene ocurriendo en países vecinos, quizá ello ha generado que recientemente -forzados por la situación- se invitó a ser parte de la discusión a la sociedad civil, al sector empresarial, que permita contar con perspectivas distintas para enfrentar a un enemigo común- la crisis. Existe hoy la necesidad de dejar de lado los faccionalismos históricos, que han sido sin duda de los elementos que ha erosionado las posibilidades de desarrollo en épocas de auge económico de nuestro país. En estos días se han gestado diversas voces en el tal sentido, ojalá resuene en nuestra clase dirigente: política, económica y social, para, mediante reformas, encaminar el país hacia el desarrollo, EL PERU LO DEMANDA. Lampadia




Perú entre los peores países frente al covid 19

Perú entre los peores países frente al covid 19

The New York Times publicó recientemente un ilustrativo artículo en el que confirma lo que ya venimos advirtiendo en Lampadia: La última línea no miente: El fracaso mundial del Perú en los frentes sanitario y económico en la lucha contra la pandemia. El diario estadounidense destaca algo que resulta hasta cierto punto contraintuitivo que es cómo nuestro país, a pesar de haber exhibido una macroeconomía pujante en la región en las últimas dos décadas y por ende poseer los mayores recursos para paliar la presente crisis (ver Lampadia: Los beneficios del modelo), ha destacado por ser de los peores no solo en América Latina, sino del mundo en lidiar con ella.

Al respecto, The New York Times menciona: Sin embargo, en vez de ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más críticos del coronavirus en el mundo: sus hospitales están abrumados y la gente huye de las ciudades. La crisis ha estropeado el barniz de progreso económico de Perú, y expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia.

Los problemas de desigualdad – referido al inadecuado y en algunos casos, inexistente, acceso de atención hospitalaria – y corrupción, que, como menciona el artículo, se han exacerbado en la presente crisis, refuerzan nuestra tesis de la existencia de un Estado disfuncional, que no solo adoleció de cumplir cabalmente con sus competencias – sin trabajar colaborativamente con el sector privado – sino que además entorpeció la reactivación de la economía con protocolos y regulaciones imposibles de acatar para la gran mayoría de empresas.

Resalta que está ya no es una crítica que proviene de académicos nacionales o de políticos de oposición, que podrían tener un sesgo en contra del gobierno, sino que es la misma prensa internacional la que ya se encuentra relevando la pésima performance de nuestro país en la presente crisis. Ello debe llamar la atención al gobierno de cambiar completamente su enfoque, que como hemos mencionado en anteriores oportunidades, pareciera estar cayendo en un juego ideológico que no lo está dejando ver con claridad la realidad del problema que enfrenta.

En el plano de la emergencia sanitaria, urge dejar de impulsar medidas planas en cuanto a la cuarentena, focalizándolas en aquellas zonas con mayores casos y muertes, y cooperar con el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil sobretodo en lo relacionado a la provisión de alimentos a las familias más necesitadas. En el plano económico, debe darse luz verde de operación a las empresas que puedan cumplir con un mínimo, pero realista, de protocolos sanitarios para preveer los casos de contagio, y no estar persistiendo en fases económicas pensando erróneamente que los sectores son interpendientes unos de otros. Ello podría hacer que nuestro desempeño en el resto del año nos traiga mejores noticias en el plano local e internacional. Lampadia

El virus exhibe las debilidades de la historia de éxito de Perú

Una profunda desigualdad y corrupción frustraron las medidas que el país tomó al preparar la respuesta ante la pandemia

Los familiares de una posible víctima de la COVID-19 cargan su ataúd en un cementerio en las afueras del sur de Lima.
Créditos…Ernesto Benavides/Agence France-Presse — Getty Images

Mitra Taj & Anatoly Kurmanaev
NY Times

12 de junio de 2020
Traducida y comentada por
Lampadia

LIMA, Perú — El presidente Martín Vizcarra siguió los mejores consejos cuando el coronavirus llegó a Perú.

Ordenó uno de los primeros y más estrictos confinamientos de América Latina y lanzó uno de los mayores paquetes de ayuda económica para facilitar a los ciudadanos que se quedaran en casa. Compartió detallados datos de salud con el público, se apresuró a agregar camas y ventiladores a los hospitales y aumentó el número de pruebas.

Con robustas arcas públicas y niveles récord de aprobación, el gobierno centrista de Vizcarra parecía estar bien preparado para enfrentar la pandemia.

Sin embargo, en vez de ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más críticos del coronavirus en el mundo: sus hospitales están abrumados y la gente huye de las ciudades. La crisis ha estropeado el barniz de progreso económico de Perú, y expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia.

“Nos pidieron todos quedarnos en casa, pero hay muchas personas que no tienen ahorros, y eso ha sido imposible. Nos pidieron lavarnos las manos, pero solo uno de cada tres hogares pobres tiene acceso a una red de agua potable”, dijo Hugo Ñopo, investigador en el grupo de investigación GRADE. Solo la mitad de los hogares peruanos tiene refrigeradoras, agregó, lo cual obliga a muchas familias a volver a diario a los mercados abarrotados, una importante fuente de contagio.

Una paciente de la COVID-19 en hospitalización en
Lima.Credit…Sergi Rugrand/EPA vía Shutterstock

La tragedia de Perú se desarrolla en medio de una explosión más amplia del virus en América Latina, que de un remanso pasó a ser un epicentro de la pandemia en los dos últimos meses. Cerca de 1.5 millones de personas han dado positivo en la región y los expertos dicen que el número real de infecciones es mucho mayor.

Las cifras siguen aumentando de manera pronunciada y lo peor parece estar lejos de terminar. Con el invierno a punto de llegar en la parte sur de la región y la temporada de huracanes en el norte, la Organización Mundial de la Salud advirtió esta semana que las condiciones climáticas adversas podrían llevar a un nuevo aumento de las infecciones y entorpecer la respuesta a la pandemia.

Perú tiene alrededor de 6,000 muertes confirmadas de la COVID-19 y más de 200,000 infecciones, y los expertos dicen que las cifras se quedan cortas al reflejar la verdadera dimensión de la tragedia. En mayo, la tasa de mortalidad en Perú —por todas las causas— fue el doble que el promedio de los últimos años, según los datos recopilados por The New York Times, lo que sugiere un número de muertes por coronavirus de dos a tres veces la cifra confirmada por laboratorio. Muchos pacientes con síntomas fallecen sin que se les haga una prueba.

“Los resultados no han sido los que exactamente esperábamos”, dijo Vizcarra el mes pasado. “Esta no es solamente una crisis de salud, es una crisis social y económica sin precedentes”.

El presidente Martín Vizcarra ordenó una de las primeras y más estrictas cuarentenas de América Latina,
pero Perú se ha convertido en uno de los sitios más azotados por el coronavirus.Credit…Presidencia del Perú

Trabajadores de un mercado en Lima esperan la prueba de coronavirus que administra el Ministerio de Salud.
Credit…Ernesto Benavides/Agence France-Presse — Getty Images

El rápido descenso de Perú —de historia de éxito a calamidad regional— ha desanimado a sus 32 millones de habitantes y provocado un examen de conciencia nacional.

Años de fuerte crecimiento económico impulsado por las exportaciones mineras y agrícolas, así como por políticas financieras prudentes, habían convertido al país en una rara estrella en el horizonte de estancamiento latinoamericano. Bajo una serie de presidentes proempresariales, millones de peruanos escaparon de la pobreza en este siglo, lo que les permitió enviar a sus hijos a escuelas privadas, instalar agua potable o iniciar pequeños negocios.

Pero el confinamiento ha expuesto la fragilidad del progreso económico de Perú, dijo Pablo Lavado, economista de la Universidad del Pacífico en Lima. Dos décadas de crecimiento económico elevaron muchos ingresos pero no abordaron la profunda desigualdad y trajeron pocos empleos estables y poca inversión en atención médica, lo que redujo la efectividad de las medidas contra la pandemia del presidente Vizcarra.

Lavado dijo que muchos peruanos se encuentran en la misma situación que Domínguez: obligados a correr el riesgo de contraer el coronavirus en lugar de quedarse en casa y caer en la pobreza y el hambre.

Funcionarios del Ministerio de Salud rodean un cadáver
que alguien dejó en una acera de Lima.Credit…Reuters

“En Perú nos congratulábamos por empezar a ser un país de clase media”, dijo. “Pero resulta que es una clase media muy vulnerable, muy frágil”.

Otro obstáculo ha sido la corrupción arraigada que Vizcarra prometió enfrentar cuando asumió el cargo hace dos años. Tres expresidentes de Perú han estado en la cárcel en relación con una investigación en curso sobre sobornos, al igual que la líder de la oposición. Otro expresidente se suicidó el año pasado para evitar ser arrestado y otro más está encarcelado después de múltiples condenas por violaciones a los derechos humanos, malversación de fondos y abusos de poder.

Los fiscales anticorrupción han abierto más de 500 investigaciones desde que comenzó el confinamiento, el 16 de marzo, y a menudo investigan informes sobre funcionarios que se embolsaron dinero destinado a ayuda alimentaria o equipos de protección personal. Más de veinte casos tienen que ver con la policía o las fuerzas armadas.

Los programas de ayuda no han llegado a muchas de las personas que los necesitan. Sin trabajo y temerosos del virus en las ciudades abarrotadas, decenas de miles de peruanos han regresado a sus pueblos de origen, muchos de ellos a pie. Algunas personas han empezado a mendigar de puerta en puerta.

Entre los más vulnerables está el casi millón de migrantes venezolanos que desde 2016 habían llegado en masa a Perú desde su devastada tierra natal en busca de mejores condiciones de vida. No son candidatos para recibir los estipendios del gobierno y carecen de redes familiares cercanas en las cuales apoyarse, por lo que miles de ellos han emprendido el arduo viaje a pie de regreso a Venezuela.

Un sacerdote en el cementerio de El Ángel antes del funeral de una víctima de la COVID-19
en Lima.Credit…Ernesto Benavides/Agence France-Presse — Getty Images

Domínguez, quien llegó a Perú hace dos años, estaba entre los venezolanos que se quedaron.

Había ganado lo suficiente como para que él y Ponte tuvieran un segundo hijo el otoño pasado, una decisión que habían pospuesto durante años. Este año planeaba visitar Venezuela con sus primos, ansioso por presentarles a su hijo recién nacido.

Cuando una ambulancia llegó a su casa, minutos después de su muerte, los médicos le dijeron a Ponte que no disponían de pruebas para confirmar si tenía coronavirus; su esposo sería uno más entre las legiones de posibles víctimas no incluidas en el recuento oficial. Y dijeron que no tenían dónde almacenar su cuerpo.

“La ayuda no llegó. La ayuda no llegó. Yo lloraba a gritos y nadie vino”, dijo Ponte, mientras lloraba y el cuerpo de su esposo yacía en una bolsa afuera de la habitación donde estaba sentada en una cama con su hijo de diez años y su bebé de ocho meses.

“Era todo para nosotros”. Lampadia

Mitra Taj reportó desde Lima, Perú, y Anatoly Kurmanaev desde Caracas, Venezuela.




El costo del crédito para los informales va a ser mucho menor

Habrá un salto en inclusión financiera

Solo el 40% de los peruanos tiene cuenta bancaria. Pero con los celulares vamos a incluir financieramente a muchos más. El crédito vía Yape va a ser mucho más barato, pues el modelo de riesgo va a ser mucho mejor y el canal no tiene costo. Por el propio BCP ya estamos dando créditos de 200 soles, autoatendidos en la página web. Pero se necesita que las distintas billeteras electrónicas conversen entre sí, que de Yape se pueda enviar dinero a Tunki, etc., y que el Banco de la Nación forme parte de este ecosistema. E ir incrementando la aceptación al uso de pago electrónico en lugar de efectivo, cosa que está ocurriendo. En los siguientes bonos debe haber un uso muy importante de billetera electrónica y cuentas en los bancos.

Lampadia




El Perú con la App incorrecta

El Perú con la App incorrecta

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

La empresa privada es la célula económica de toda sociedad. Allí se desarrolla y fructifica la otra gran fuerza motriz que es el trabajo. Ambas generan la riqueza, los tributos y la innovación. El ánimo de lucro y el trabajo, ensamblados en esta unidad nos proveen de bienes, servicios e innovación que a lo largo de siglos ni reyes, emperadores o burócratas del Estado contemporáneo hubieran podido proveer. La competencia entre ellas genera a su vez el bienestar social.

OCCIDENTE y la CHINA

Desde el siglo XVIII en adelante, occidente, siguiendo la terminología de Niall Ferguson, descargó la App correcta y liberó estas fuerzas de la economía desatando las ataduras de la sociedad de gremios, corporaciones, estamentos y privilegios que existía anteriormente, permitiendo que, en un escenario de libertad económica, respeto a la propiedad y al orden jurídico, occidente tome el liderazgo del mundo, dejando atrás a la China, que hasta entonces tenía el mayor PBI mundial.  Más de dos siglos después, a partir de los años 70 del siglo pasado, Deng Xiao Pin, entendió que la China tenía también que descargar la App correcta y liberó esas mismas fuerzas, permitiendo en lo económico (aunque no en lo político) que las empresas pasen a ser la célula económica de esa sociedad. Casi 50 años después, coronavirus al margen, la China ha recuperado la hegemonía económica mundial y sus empresas ya no solamente han permitido superar la miseria y hambruna de la revolución cultural de Mao, sino que hoy cotizan en las bolsas del mundo, le prestan al mundo y están en los cinco continentes en todos los sectores de la economía.

Las sociedades que en contra de la evidencia de la historia creen que el Estado es la célula económica de la sociedad, no cuentan en la economía global.

EL PERU y la App correcta

En el Perú, en los años 90, se liberaron las fuerzas empresariales avanzando en la reducción de las barreras mercantilistas que impedían la competencia en muchos sectores de la economía: telecomunicaciones, transporte, industria, banca, educación, entre otros. Se permitió el desarrollo de actividades que habían sido absorbidas por el Estado y en las cuales no existía inversión privada: minería, hidrocarburos, electricidad, etc. Se redujo el Estado limitando su intervención con reglas tan sencillas como la simplificación administrativa, la reducción de registros y licencias, la presunción de veracidad y el silencio administrativo que corrige el ocio de la burocracia. Todo esto mostraba a un país que aplicó la App correcta y que comenzó a borrar de su lenguaje económico a la hiperinflación, el déficit fiscal y que, a lo largo de 30 años fue reduciendo la pobreza y el subdesarrollo. Sólo los inmunes a la data podrían negar tal evidencia.

El Perú había decidido convertir a la empresa en su célula económica esencial y gozaba de los beneficios de esta decisión.

LA App SE COLGO

Sin embargo, al igual que sucede con las Apps que descargamos en los computadores o los teléfonos celulares, las Apps para que nos sirvan deben usarse y necesitan actualizaciones.

Con el pretexto de las actualizaciones de una App que el propio Toledo reconocía como valiosa, se fue abriendo paso al retorno del Estado durante su gobierno, aunque se avanzó también en la libertad económica con los tratados de libre comercio. La arcaica noción de justicia social de Alan García pudo más que su tardío convencimiento en los beneficios del libre mercado y sus compañeros comenzaron a tejer las ataduras en lo laboral, en lo ambiental y en lo cultural durante su administración, resurgiendo también el mercantilismo de los 80s con las empresas favorecidas por la “llamadita presidencial”.  Humala, aunque no descartó la App como le aconsejaban sus financistas de Caracas y Sao Paulo, la terminó de colgar porque en su procesador el Estado es la célula económica de la sociedad y no la empresa.

EL PERU QUERIA SU APP 2.0

En las elecciones del 2016 los peruanos le dijeron a su clase política que querían una App actualizada, una versión 2.0, qué de más prestaciones, más beneficios, que sea más amigable con el usuario. Y así votaron. Para el Congreso y para el Ejecutivo.

Sin embargo, ni PPK ni KF entendieron el mensaje y dejaron de lado la App y también el poder, curiosa paradoja, haciendo que quienes no creen en esta App y quieren al Estado como protagonista de nuestra economía tomen el mando. No hacía falta llamarlos, están allí, minando el Estado desde inicios de este siglo como asesores, directores generales, consultores, vice ministros, presidentes regionales, directores departamentales, directores de empresas estatales y ahora ministros.

El Perú nunca tuvo la App 2.0 por la que votó.

La PANDEMIA con la App incorrecta.

En los tiempos de PANDEMIA, no solamente hemos dejado de tener la App conectada y el Estado mediante Decretos de Urgencia, Estados de Emergencia, Cuarentenas, Aislamientos y Emergencias Sanitarias controla la vida política, social y económica del país, convirtiéndose en su célula metastásica omnipresente, sino que el tejido empresarial que queda, de todo tamaño, se halla bajo fuego abierto, ataque y amenaza constante de parte del propio Estado, sus aliados de turno y los enemigos de siempre.

  • Primero fueron los enemigos grandes, con los cuales funciona la falacia del enemigo, como las AFPs o los bancos, a quienes se puede atacar con la tasa de interés, las comisiones, la poca rentabilidad o mil razones en las cuales, dicha sea de paso, también ellas contribuyen.
  • Luego fueron las Grupos Económicos y su riqueza, siempre apetecida por el Estado y aquellos que lo fagocitan.
  • Siguió su gremio más representativo, al cual las inclinaciones reverenciales de su presidenta no le sirvieron para impedir el ataque sostenido de los agentes libres del gobierno o de los enemigos de siempre.
  • Siguieron las empresas mineras a quienes se satanizó por trabajar y traernos divisas en medio de la cuarentena o las telcos por mantenernos comunicados a través de call centers.
  • Luego fueron las farmacias (cuya concentración las hace vulnerables) por el precio de los genéricos incrementado por la excesiva demanda de los ciudadanos ansiosos. El show sobre esto ha sido velasquista, de los tiempos de Sinamos y la tarjeta de racionamiento de la leche, el azúcar y el arroz.
  • Después han sido los centros educativos privados cuya estructura de costos ha sido manoseada y a los que se les imponen precios y con lo cual se destruye la inversión privada en educación.
  • También lo han sido las empresas que en la parálisis tuvieron que ir a la suspensión perfecta de sus labores, a las cuales el Ministerio de Trabajo con sus marchas y contramarchas en la regulación de esta materia ha dejado sin piso.
  • Luego han sido los chifas, los restaurantes de menú y hasta las bodegas de la esquina, a las cuales, la dictadura de los protocolos impuesta por este gobierno y las autoridades sanitarias no les han permitido funcionar y que los gobiernos locales, sin App, ni sentido común, persiguen y cierran para conseguir un titular o un comentario elogioso de la presentadora televisiva de la noche.
  • El ataque no cesa. Luego han sido los peluqueros que no pueden abrir sus puertas o las farmacias, ferreterías o consultorios profesionales que no podían atender.
  • En este fuego abierto contra la empresa, el Congreso también tiene su papel. Ataca los interese con lo cual nos dejará un sistema financiero concentrad y sin microfinanzas. Ataca a las clínicas, con lo cual no habrá salud privada. Ataca a la vivienda al congelar los arrendamientos.
  • Finalmente somos todos los que hacemos empresa, micro, pequeña, mediana o grande, ya que si quienes gobiernan o legislan no creen que la economía la hacemos las empresas, solo es cuestión de tiempo que el ataque llegue a nuestras puertas.

Lo cierto es que el Perú desactivó la App que le trajo prosperidad y que le dio al Estado los recursos que el BCR ha prestado para la reactivación, ya que la idea de los créditos reactivadores viene de esta Institución y no del gabinete.

El Perú será entonces una sociedad que no cuente en la economía global si permite que las empresas dejen de ser su célula económica básica.

No lo permitamos. Exijamos seguir contando con nuestra App correcta. Lampadia