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La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China

La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China

¿Por qué Estados Unidos y China insisten en una guerra comercial que compromete el valor comercial de más de medio billón de dólares y miles de millones en ganancias corporativas en un sinfín de sectores económicos? ¿Será posible llegar a un acuerdo comercial entre ambos países que permita establecer condiciones arancelarias tales que puedan ser respetadas en un plazo previsible, de tal forma que se de tranquilidad a los mercados?

Responder ambas preguntas son fundamentales porque como hemos escrito previamente en Lampadia:  Desaceleración global es altamente probable en 2019 , El Perú crece por debajo de su potencial, el desempeño del conflicto comercial EEUU-China será un factor determinante en la coyuntura económica mundial del presente año, la cual estará caracterizada por una desaceleración global sincronizada. De tornarse más agresiva esta confrontación, comprometerá el crecimiento de países emergentes como el Perú, siendo ambos países sus principales socios comerciales.

Al respecto, resulta útil leer un reciente artículo escrito por Minxin Pei en Project Syndicate (ver líneas abajo), el cual da mayores alcances respecto a la verdadera naturaleza del conflicto comercial en mención.

Pei enfatiza el hecho de que, si bien un acuerdo comercial es altamente deseable y probable para menguar la incertidumbre en torno al futuro de las relaciones económicas entre ambos países, ello de ninguna manera implica poner fin a lo que él denomina como “la guerra fría chino-estadounidense”. Ello porque el origen de este conflicto, además de tener cierto carácter ideológico, se encuentra en el aspecto de la seguridad, ya que para EEUU, China constituye una verdadera amenaza en este rubro particular, por lo menos en el largo plazo.

“En EEUU, existe un consenso cada vez mayor de que China constituye la amenaza a la seguridad a largo plazo más grave que enfrenta el país. Acuerdo comercial o no, es probable que esto conduzca a más políticas centradas en lograr un desacoplamiento económico integral. Romper una relación económica construida durante cuatro décadas puede ser costoso, pero continuar con el fortalecimiento de su principal adversario geopolítico a través del comercio y las transferencias de tecnología es suicida”.

Entonces la solución a este conflicto comercial, sugiere inteligentemente Pei, no pasaría por levantar los aranceles anteriormente establecidos o por aumentar las compras de ciertos productos por parte de China a EEUU, sino necesariamente por aplacar de una vez por todas las preocupaciones de EEUU respecto a los avances del sector de seguridad en China.

Si bien este escenario es poco probable dada la particular personalidad del presidente chino Xin Jinping, ya que implicaría desmantelar ciertas instalaciones militares de China hacia EEUU, podría verse la posibilidad de establecer un acuerdo entre ambos países para compartir los avances y/o innovaciones en este sector particular en cada uno de los países. Esto podría dar paso al fin de la “segunda Guerra Fría”. Lampadia

¿Por qué un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China no es suficiente?

Minxin Pei
Project Syndicate
18 de febrero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Si EEUU y China no logran alcanzar un acuerdo comercial integral, el comercio bilateral caerá en picada, y el desmoronamiento de la relación económica entre ambos países se acelerará. Pero incluso si se llega a un acuerdo, ese desenlace continuará, porque, en el fondo, la guerra comercial siempre ha sido sobre el tema de seguridad.

Cuando los negociadores comerciales chinos y estadounidenses se reúnen en Washington para tratar de forjar un acuerdo sobre comercio, los observadores se centran en gran medida en los desacuerdos económicos de los países, como los subsidios de China a sus empresas estatales. Pero pensar que un acuerdo sobre comercio protegerá al mundo de una guerra fría chino-estadounidense sería tan prematuro como ingenuo.

Por supuesto, un acuerdo comercial es altamente deseable. El colapso de las negociaciones comerciales desencadenaría una nueva ronda de aumentos de aranceles (de 10% a 25%, en $ 200 mil millones de productos chinos exportados a Estados Unidos), lo que provocaría la caída de los precios globales de las acciones y estimularía a las empresas a mover más sus actividades fuera de China. En medio de los aranceles, el comercio bilateral se desplomaría y el desmoronamiento de la relación económica entre Estados Unidos y China se aceleraría, creando una incertidumbre generalizada y mayores costos.

Pero incluso si se alcanza un acuerdo general, ya sea antes del 1 de marzo o dentro de unos meses, el proceso continuará, aunque de una manera más gradual y menos costosa. La razón, que muchos inversionistas y ejecutivos corporativos no han reconocido, es que la guerra comercial no tiene nada que ver con el comercio; más bien, es una manifestación de la creciente competencia estratégica entre las dos potencias.

Es cierto que Estados Unidos tiene quejas legítimas sobre las prácticas comerciales de China, incluidas sus violaciones de los derechos de propiedad intelectual, que, después de más de una década de fallidos compromisos diplomáticos, justifican una postura más dura. Pero si EEUU Y China no fueran adversarios estratégicos, sería poco probable que se inicie una guerra comercial en toda regla que ponga en peligro el valor comercial de más de medio billón de dólares y miles de millones en ganancias corporativas. Si bien China puede perder más en tal conflicto, las pérdidas estadounidenses difícilmente serán triviales.

Estados Unidos está dispuesto a sacrificar su relación económica con China, porque los riesgos que plantean los intereses e ideologías nacionales en conflicto de las dos potencias ahora superan los beneficios de la cooperación. En un momento en que China, que ha estado ganando rápidamente influencia internacional en Estados Unidos, sigue una política exterior agresiva, el énfasis de Estados Unidos en el compromiso ya no es sostenible.

Un número creciente de otras partes interesadas, incluidos los vecinos más cercanos de China, parecen estar de acuerdo con el movimiento del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hacia la confrontación. Este cambio está personificado por los ataques de Estados Unidos contra el gigante chino de telecomunicaciones Huawei. Más allá de que Canadá arreste al CFO de la compañía, Meng Wanzhou, quien ahora espera un proceso de extradición, Estados Unidos ha estado advirtiendo a los aliados que no usen la tecnología Huawei para sus redes inalámbricas 5G, por razones de seguridad.

Un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China no puede resolver estos problemas. De hecho, incluso si se resuelven las manifestaciones más agudas del conflicto comercial actual, ambos países internalizarán una de sus lecciones clave: comerciar con un enemigo geopolítico es un asunto peligroso.

En EEUU, existe un consenso cada vez mayor de que China constituye la amenaza a la seguridad a largo plazo más grave que enfrenta el país. Acuerdo comercial o no, es probable que esto conduzca a más políticas centradas en lograr un desacoplamiento económico integral. Romper una relación económica construida durante cuatro décadas puede ser costoso, pero continuar con el fortalecimiento de su principal adversario geopolítico a través del comercio y las transferencias de tecnología es suicida.

Del mismo modo, para China, la guerra comercial ha expuesto la vulnerabilidad estratégica creada por la dependencia excesiva de los mercados y las tecnologías estadounidenses. El presidente chino Xi Jinping no volverá a cometer el mismo error, ni ningún otro líder chino. En los próximos años, China, aprovechando cualquier período de calma en la guerra comercial, también trabajará para reducir drásticamente su dependencia económica de Estados Unidos.

Pero, por muy convincente que sea la razón estratégica para China y Estados Unidos, el desacoplamiento económico de las dos economías más grandes del mundo, que en conjunto representan el 40% del PBI mundial, sería desastroso. No solo fracturará el sistema de comercio global, sino que también eliminará cualquier restricción a la rivalidad geopolítica chino-estadounidense, lo que aumenta el riesgo de una escalada potencialmente devastadora.

La única forma de evitar este resultado es que China se levante de manera creíble para mitigar las preocupaciones de seguridad de Estados Unidos. Esto significa que en lugar de centrarse en, digamos, comprar más soya estadounidense, China debería desmantelar las instalaciones militares que ha construido en sus islas artificiales en el Mar de China Meridional. Solo un movimiento tan audaz puede detener, si no revertir, el rápido descenso a una guerra fría chino-estadounidense. Lampadia

Minxin Pei, es profesor de gobierno en el Claremont McKenna College y el autor de China’s Crony Capitalism. Es también Presidente inaugural de la Biblioteca del Congreso en Relaciones Estados Unidos-China.

 




Tres Caminos al Bienestar General

Tres Caminos al Bienestar General

Viene un nuevo gobierno y los peruanos necesitamos elevarnos sobre la coyuntura política para conocer cuáles son nuestros caminos al Bienestar General con Prosperidad y Oportunidades para todos. Necesitamos un desarrollo integral, sostenido y duradero. Los candidatos se desviven haciendo diagnósticos, recalcando los ¿QUÉ?, pero la clave está en los ¡CÓMOS!

Muchos plantean largas listas de proyectos y enfatizan la necesidad de hacer mayores inversiones en educación y salud, en desarrollar más infraestructuras, etc., pero pocos explican los ¡cómos!

Por ejemplo, para invertir en educación, salud e infraestructuras se requieren importantes recursos económicos, pero se minimiza la necesidad del crecimiento económico, indispensable para hacerlo posible. Tenemos algunos ahorros, pero son insuficientes para afrontar el gran salto en calidad de vida que queremos. 

En verdad los recursos que necesitamos están a nuestra disposición: en el crecimiento. Con un 7% de crecimiento anual, podemos duplicar el presupuesto público cada diez años, más allá de lo que se pueda lograr formalizando la economía e incorporando a los pobres al mercado.

En Lampadia vemos tres grandes avenidas que debemos transitar para tentar un desarrollo integral, sostenible y duradero:

  • Gobernanza
  • Sentido de pertenencia y compromiso ciudadano
  • Crecimiento económico

GOBERNANZA

Según el Diccionario de la Lengua Española, gobernanza significa:

“Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

En otras palabras, si no tenemos un gobierno que trabaje, sin excusas o ataduras ideológicas, por un desarrollo integral en lo económico, social e institucional y, que actúe buscando el equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el ‘mercado de la economía’, no podrá ofrecernos una ‘Buena Gobernanza’.

El buen gobierno no puede ser la búsqueda del poder por el poder mismo. Tampoco puede ser para unos pocos, ya sean los partidarios, los amigos, los familiares o para los que piensen como el mandatario. El buen gobierno debe despojarse de sus relaciones políticas y dedicar su administración al conjunto de la ciudadanía, rojos y blancos, ‘amigos y enemigos políticos’, pobres, clase media y ricos. A todos los peruanos, sin distinción alguna.   

SENTIDO DE PERTENENCIA Y COMPROMISO CIUDADANO

Estamos a puertas del Bicentenario y aún no hemos logrado un nivel mínimo de identidad nacional, un sentido de pertenencia. Como decía hace unos años Juan Abugattás (QDDG), “los peruanos no estamos seguros si queremos seguir juntos la aventura del desarrollo”.

Al mismo tiempo, como los ciudadanos estamos insatisfechos con la calidad de nuestra República, nos sentimos alejados del quehacer nacional y poco comprometidos con su avance. Dejamos el futuro en manos de la providencia y de políticos en los que no confiamos.

Por ello, es indispensable un gobierno que sepa desprenderse de sus ropajes político-partidarios, para vestirse con los colores de la Patria. Patria que es de todos y para todos. De allí la importancia de una buena gobernanza.

CRECIMIENTO ECONÓMICO

El objetivo del desarrollo no es el crecimiento económico como pueden creer los que tienen una visión economicista o como, confundiendo medios y fines, malinterpretan los que no entienden o no quieren entender, las dimensiones del desarrollo.

El que mejor explica las diferencias en términos de políticas públicas, y ayuda a evitar una trampa conceptual, es Hans Rosling, el profesor sueco creador de Gapminder, el modelo estadístico que incorpora la información de todas las variables de todos los países del mundo en perspectiva histórica.

Rosling nos explica que los objetivos del desarrollo son los derechos humanos, el medio ambiente, la gobernanza, la educación, la salud y la cultura. Excluye expresamente el crecimiento económico, al que califica como “el medio para el desarrollo”. El medio principal, sin lo cual, evidentemente, no podríamos tener todo lo demás. Ver el gráfico siguiente:

Permítannos reiterar que el Perú debe crecer como mínimo al 5.5% anual para cumplir la ambición nacional de la prosperidad. Recordemos que hace un par de años el HSBC postuló en un informe sobre el Mundo de 2050, que si crecíamos a ese ritmo, para el 2050 seríamos la economía número 26 del planeta, con un sorprendente 90% de nuestra población en el rango de ingresos de clase media y clase alta (50% y 40% respectivamente). Ver el siguiente cuadro:

El mensaje que tenemos que aquilatar es que para poder enfrentar nuestras importantes y urgentes agendas pendientes en educación, salud, infraestructuras y tecnología, así como el gran reto de institucionalizar el país y mejorar sustancialmente las remuneraciones de nuestros servidores públicos, maestros, enfermeras y policías, entre otros, llevando sus beneficios a un buen estándar internacional, necesitamos recursos económicos. Así nos parezca iluso, esos recursos están a la vuelta de la esquina, en el crecimiento económico.

Conciudadanos, exijamos a los futuros gobernantes el asumir una buena Gobernanza, promover el Sentido de Pertenencia y Compromiso Ciudadano y, el privilegiar el Crecimiento Económico, como el pasaporte para lograr el Bienestar General y la Prosperidad de todos los peruanos. Lampadia