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Todos los problemas desembocan en crisis explosivas

Todos los problemas desembocan en crisis explosivas

Durante los dos últimos gobiernos, el del ‘piloto automático’ de Ollanta Humala, y el del ‘auto sin piloto’ de PPK, los problemas que se presentan como demandas sociales terminan siempre en crisis graves, que van minando la estructura política, económica y social del país.

Entre muchos casos menores, podemos destacar los siguientes ejemplos de alto impacto, en que nuestros gobiernos retroceden y retroceden:

  • Conga en Cajamarca
  • Tía María en Arequipa
  • Las interrupciones del acceso a Machupicchu
  • Las zanjas en el acceso a las Bambas
  • La huelga magisterial
  • El desbalance productivo de papa

En todos estos casos, el país no solo sufrió la paralización de inversiones y pérdidas económicas, también se debilitó la capacidad fiscal del Estado y se debilitó gravemente la gobernabilidad, permitiendo que cada caso vaya generando mayores facilidades para la siguiente asonada.

Una importante puntualización al respecto, es que la sociedad, especialmente, desde los frentes políticos y mediáticos, sigue refiriéndose a estos problemas como conflictos sociales. Claro que todos los casos tienen componentes sociales, pero su manejo, su profundización, la reticencia a entrar en diálogos conducentes a soluciones razonables, y los personajes involucrados; son prueba de sobra, de que uno de los componentes más importantes de estos conflictos, es político.

En Lampadia hemos explicado reiteradamente, la naturaleza de los conflictos ‘político-sociales’. Ver:

Hemos explicado cómo, en cada conflicto, convergen distintos intereses sin que se aprecien estructuras de control, cómo los conflictos son mecanismos de búsqueda de rentas y trampolines mediáticos y políticos.Pero todo se origina en la debilidad de las autoridades y la impunidad de quienes llegan a cometer todo tipo de delitos. En el Perú, el conflicto es una vía muy segura para extorsionar al conjunto del país, sin consecuencias negativas para sus perpetradores; y muchas veces, al contrario de los que debe esperarse de una sociedad moderna, la escalera del triunfo hacia el liderazgo político. Como el caso del ex rondero y supuesto maestro Pedro Castillo, que ahora es una suerte de interlocutor del Estado en los temas de educación.

El Perú está a medio camino de desarrollo, hemos avanzado mucho, desde el ‘Estado Fallido de 1990’, pero falta mucho por hacer.

Muchas ambiciones y demandas son muy justas y, cuando no se tiene un gobierno que marque un sentido de dirección, que transmita sensación de avance y convoque a la población a participar de la gesta del desarrollo; se crea un vacío, un pozo negro, donde el sentimiento es que no hay nada que ganar. Ese es el escenario ideal para que los aventureros de la política busquen sus espacios de ganancia individual.

Peor aún, si a esto se agrega la parálisis de las inversiones y el crecimiento, la pérdida de empleos, déficit fiscal, y escándalos de corrupción que abarcan los espacios políticos; más elecciones locales y regionales; estamos listos para escenarios caóticos, del tipo que llevó a Evo Morales a coronarse como emperador de Bolivia.

¿Qué hacer?

Exigir al gobierno se empodere para enfrentar la anomia que nos acosa.

Ese empoderamiento implica:

  • Explicar a los ciudadanos las condiciones actuales del país
  • Detallar a los ciudadanos el potencial de mejora del país, si superamos las trifulcas políticas y promovemos un shock de inversiones, fundamentalmente privadas
  • Proteger a los funcionarios públicos para que cumplan sus funciones sin temores a procesos políticos y de control absurdos
  • Proteger a las fuerzas del orden por las acciones que desempeñen en el cumplimiento de sus funciones
  • Establecer la ley del ocaso, derogando masivamente las normas que impiden la gestión pública y las inversiones
  • Encarcelar a quienes cometan delitos en relación a los conflictos político-sociales, desarraigándolos de sus áreas de influencia política
  • Invitar al Ministerio Público y al Poder Judicial, a compartir el fortalecimiento del Estado de Derecho y el Imperio de la Ley​ 

El Perú es infinito. Para ser más prósperos, solo necesitamos tener una visión positiva de futuro, que podamos compartir la mayoría de los ciudadanos. Pero sin liderazgo, todas estas palabras son huecas. Lampadia