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El suicidio colectivo de la clase política

El suicidio colectivo de la clase política

Los titulares de diarios y noticieros disparan denuncias sin cesar: El lunes, los quioscos se tiñeron con las letras rojas de una portada que decía: “Lluvia de millones. Anotaciones en agendas: Se hicieron registros de US$ 5’865,791 entre el 2009 y el 2011”. Tan solo dos días después, otro titular buscaba llamar la atención con: “Pagué 15,000 dólares por un narco indulto”. El fin de semana, acusaron a PPK de tener un pasaporte norteamericano y él respondió (tirando dedo como en el colegio): “Keiko Fujimori tiene uno japonés”. Tan solo unos días atrás, el tema de la semana fue la visita a ex ministros apristas de algunos involucrados en el caso Lava Jato, el mismo que tiene contra las cuerdas a las principales empresas constructoras y políticos brasileños, en especial a los líderes de Partido de los Trabajadores (Lula y Dilma Rousseff). También se denunció que Alejandro Toledo se había reunido con Rodolfo Orellana para financiar un periódico. Por si fuera poco, hasta el Cardenal Cipriani cayó en esta fiebre de “denuncitis” que padece hoy la prensa y la política peruana.

La insensatez parece haberse apoderado de la clase política. En vez de discutir los temas cruciales, en un momento en que la desconfianza se apodera nuevamente de los peruanos, la economía se desacelera y que el mundo se sumerge en una nueva revolución industrial que transformará la vida de las personas, empresas y países, momento en el que es urgente establecer un marco de consensos mínimos sobre las políticas de desarrollo y de retomar el rumbo de crecimiento que redujo la pobreza en la última década, nuestros “líderes” creen que lo mejor es destruirse mutuamente. La estrategia es no dejar títere con cabeza. Un suicidio colectivo de la clase política y un empujón al país hacia el borde del abismo.

Llevados por este impulso autodestructivo han abierto las puertas a un ‘hueco negro’ que podría desaparecerlos a todos. Conscientemente o no, están desprestigiándose y devaluando la política peruana. Los resultados ya se sienten con claridad.  

Este mes (agosto 2015), según IPSOS, la aprobación del Presidente Ollanta Humala, y la de los principales líderes políticos bajó de forma significativa.

La encuesta arrojó que la aprobación de Toledo cayó a 18 % desde 27 % (julio), además 55% considera que las empresas brasileñas pagaron sobornos durante su gestión. Algo similar le ocurrió a Alan García bajó a 21 % (25 % en julio) y el 65 % está seguro que se coimearon a funcionarios apristas. Incluso, Keiko Fujimori que nada tiene que ver en este caso, también sufrió una fuerte baja en su popularidad: llegó a 37 %, cuando en julio estaba en 44 %.

“Las sospechas vienen a sumarse a las acusaciones de corrupción que afectan a estos y otros líderes políticos con el resultado de un descrédito generalizado tanto del Gobierno actual como de sus opositores”, aseguró Alfredo Torres, director de IPSOS a El Comercio.

A la luz de estos resultados, en una reciente entrevista realizada a la Alfredo Torres, al preguntársele: “¿qué crees que piensa el ciudadano de a pie de que la mayoría de candidatos presidenciales tiene serias denuncias de corrupción? El analista respondió: “Una gran decepción, desconfianza. La sensación de que la política es sucia y que no se puede esperar nada de los políticos”.

Esta desconfianza en la política ha generado reacciones nefastas en latinoamericana y el mundo, más aún si a esta se le suma crisis económica o un ajustón como el que estamos viviendo. En Venezuela, fue el preámbulo de la llegada del chavismo al poder y allí están las desastrosas consecuencias. En Argentina, ni se diga: se desató el “que se vayan todos”, y ese país padece a los Kirchner desde casi una década. Sin ir más lejos, en la Grecia de estos días, el arribo de Syrisa al gobierno helvético se debió al hartazgo en la ciudadanía, que desde entonces sufre ahora más estrecheces y angustias.

Como ha advertido Torres y otros analistas, se está abriendo la posibilidad de que un outsider, un aventurero antisistema llegue a la segunda vuelta con un porcentaje de votos relativamente menor (20 a 25%) y pueda luego nuclear el descontento generalizado con una campaña populista parecida a la de Humala del 2011. ¡Cuidado! (Ver en Lampadia: Sumémonos a la lucha contra el populismo en Latinoamérica). El populismo es la razón fundamental del menor desarrollo de nuestros países en la región, es un proceso antinatural de selección de gobernantes, favorece la victoria de los peores. El Perú ha sido una de las víctimas más afectadas por esta enfermedad social. (Ver en Lampadia: ¡Qué calato… ni que ocho cuartos!).

De crearse este escenario en el Perú, se perderían todos los avances alcanzados en la última década y nos pondríamos en las peores condiciones para sufrir los impactos de la revolución industrial sin aprovechar sus oportunidades. Si bien es cierto, que la prensa debe cumplir con su deber y hacer públicas las denuncias de corrupción para evitar la impunidad y que el voto sea bien informado, es imprescindible hacerlas con absoluta objetividad, evitando juicios anticipados y de valor, la adjetivación fácil y el comentario ligero. Parece incluso, que en la cortesana Lima, importa más el escándalo que el delito efectivo.

Ahora que nos acercamos a las elecciones, en un año, en que como señalamos líneas arriba el país siente un auto-infligido frenazo de la economía (ver en Lampadia: Otra vez la parada) es imprescindible que los políticos dejen de lado las estrategias de confrontación (y en el fondo de autodestrucción) que están aconsejándoles sus asesores y se detengan antes de que nos precipitemos al abismo que perpetúe nuestro menor desarrollo. No olvidemos la advertencia de Y.N. Harari de que el país que pierda la posibilidad de engancharse en el tren del desarrollo, no tendrá otra oportunidad (ver en Lampadia: Diálogo sobre la Tecnología y el Desarrollo).

Los ciudadanos, como empiezan a mostrar las encuestas, ya están dando su veredicto. En momentos como estos, es necesaria la grandeza y pensar más en los intereses nacionales que en los particulares.

La sociedad les requiere un pacto, parar la guerra de todos contra todos y abrir la discusión de programas e ideas y dar una lección de altura, compromiso y entrega. Lo mismo debiera ocurrir con la prensa, que debe entregarse a sus deberes (no económicos) con la mayor responsabilidad posible para que esta elección no sea el puntillazo al reclamo de desarrollo de nuestra nación. Lampadia




El 2014 terminó nuestro ciclo virtuoso de desarrollo – ahora necesitamos acumen y una agenda de desarrollo efectiva

El 2014 terminó nuestro ciclo virtuoso de desarrollo – ahora necesitamos acumen y una agenda de desarrollo efectiva

El persistente alicaído crecimiento que experimenta la economía peruana en los últimos meses no es de hoy, tiene su origen en el 2011 y se hizo patente el 2014. Para un mayor entendimiento del contexto en el que se rompió el círculo virtuoso de desarrollo que nos caracterizó la década pasada y qué podemos hacer para retomarlo, consideramos conveniente republicar el siguiente artículo. 

Tanto “andar a la greña” (a golpes), parece que perdimos el tren. Lamentablemente, el gobierno se peleó con nuestro pasado, quiso pelearse con la Constitución, se peleó a codazo limpio con toda la oposición, se peleó con las políticas públicas que nos trajeron prosperidad después de décadas de estancamiento. Y como dicen, “tanto va el cántaro al agua que se rompe”. La mala política terminó por aguar la economía y malograr nuestro mejor y mayor ciclo virtuoso de desarrollo integral.

Como nunca antes en nuestra historia, desde principios de siglo hasta el 2013, hemos vivido un proceso virtuoso difícil de imaginar y lograr. Contradiciendo la tozudez de los negacionistas y a pesar del estancamiento de la política nacional, hemos logrado un desarrollo económico y social de características únicas.

Durante este ciclo virtuoso logramos 20 avances notorios. Veamos:

1.       Crecimiento alto y sostenido de la economía

2.       Reducción sustancial de la pobreza y de la pobreza extrema

3.       Reducción de la desigualdad

4.       Reducción de la mortalidad y desnutrición infantil

5.       Mayor aumento de los ingresos de los más pobres

6.       Mayor inversión privada y generación de empleo en las regiones

7.       Aumento de los ingresos fuera de Lima en mayor proporción, así como en la sierra y la selva vs. la costa y en el sector rural vs. el urbano

8.       Se duplicó el empleo adecuado, llegando a 10 millones de peruanos

9.       Notorio aumento de la productividad

10.  Aumento del ingreso y del patrimonio de los habitantes del sector rural

11.  Crecimiento sustancial de una nueva clase media emergente

12.  Importante incremento del ahorro nacional y de las reservas internacionales

13.  Record histórico de inversión total (pública y privada) sobre producto (28% del PBI)

14.  Reducción sustancial de la deuda pública, con una deuda externa menor a dos dígitos

15.  Ingresos fiscales globales superiores al 21% del PBI

16.  Reservas fiscales del orden del 15% del PBI

17.  Grado de Inversión (riesgo país) y un indiscutido prestigio global

18.  Mayor crecimiento de las exportaciones no tradicionales

19.  Desarrollo de un sector industrial real, más grande, encadenado, competitivo y exportador de nuestra historia

20.  Una población más optimista, esforzada y que ha renunciado a sus deseos migrar al exterior

(Ver el sustento de estas cifras en Lampadia: LAS CIFRAS DE LA PROSPERIDAD y otros artículos relacionados).

Este ciclo nació con la Constitución de 1993 y el regreso de la inversión privada. Sus primeros resultados se dieron casi inmediatamente. Entre 1993 y 1997, el PBI creció un promedio anual de 7.5% con una reducción  significativa de la pobreza. Lamentablemente, la innecesaria recesión de 1998, profundizada por errores de política fiscal y monetaria, interrumpió este proceso hasta principios del nuevo siglo, en que agarró una fuerza inusitada y hasta sorprendente. (Ver cuadro comparativo en Lampadia).

El final de este ciclo se produce en el gobierno del Presidente Ollanta Humala, que después de abandonar su proyecto original de la “gran transformación”, decreta “el gobierno de la inclusión”, cuando nunca antes se había logrado tanta inclusión en el Perú. Su gobierno privilegia la acción del Estado, se aleja y desconfía del sector privado, multiplica el asistencialismo, formaliza la prédica anti-minera, abdica de sus funciones y permite que un levantisco presidente regional (Santos) le arrebate su capacidad de decisión y gobierno paralizando el proyecto de Conga, que, como se advirtió en su momento, devino en la parálisis de la mayor parte de la inversión minera.(Ver en (L): El país resbala después de muchos años).

Esto trajo como consecuencia la parálisis de gran parte de la inversión privada que cayó de un crecimiento anual de dos dígitosa uno negativo. A esto se sumó la re-burocratización de la economía, que se inició en el gobierno de Paniagua, para acentuarse en los de Toledo, Garcia y el del propio Humala. (Ver en (L): El Perú renuncia al desarrollo y al bienestar general).

El gobierno no quiso entender que las nuevas medidas del Perú son: 90-90-90. 90% del empleo, de los recursos fiscales y de la inversión. No se auscultó el mundo emergente con sus múltiples testimonios de prosperidad ni la naturaleza de nuestro éxito relativo. (Ver en (L): “El Perú crece por sus buenas políticas más que por suerte”). Nos terminamos acomodando a un gobierno que ha sido una mezcla de ideología, con algo de añoranzas velasquistas, bastante de ignorancia, mucho de desconfianza y abundante mediocridad.

Las cartas están echadas. El proceso llegó a su fin, pero no el potencial de desarrollo integral, duradero y sostenible del Perú.

Nuestras posibilidades de desarrollo son casi ilimitadas. Solo tenemos que hacer bien las cosas y sobre todo trabajar juntos, confiando los unos en los otros y entender que el gobierno y el sector privado debenconsensuar  cómo enfrentar nuestros retos.

En CADE 2014 se presentó “La Visión del Perú al Tercio de Siglo”, (publicada en Lampadia). Como parte fundamental de su sustento, se explicó que debemos enfrentar simultáneamentetres agendas: de gobierno, social y productiva. Ver el siguiente cuadro:

Sobre la base de un buen liderazgo y sentimiento de ciudadanía y pertenencia, piedra angular de nuestras posibilidades de desarrollo, debemos trabajar en los tres frentes indicados que están interconectados y dependen mutuamente.

Estas agendas se hacen indispensables de cara a la “Tercera Revolución Industrial” que ya toca nuestras puertas. (Ver en (L):La tercera revolución industrial trae un nuevo mundo – Apuntes para la creación de empleo al 2034 (II)).

En el 2015, año pre-electoral, necesitaremos agudeza, perspicacia e ingenio: Acumen (RAE). No vendrá de la política, tenemos que ser los ciudadanos los que afilemos nuestro criterio para cernir la politiquería tradicional tan llena de populismo y vacía de contenido. ¡A ponerse las pilas ciudadanos! Lampadia