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Una perspectiva mundial

Una perspectiva mundial

REPORTE GOALKEEPERS 2020
BILL & MELINDA GATES
Co-presidentes
Fundación Bill & Melinda Gates
Glosado por Lampadia

INNOVANDO CON LA EQUIDAD EN MENTE

Tenemos mucho trabajo por delante en los próximos años. Necesitamos una fuerte coalición de empresas, gobiernos y bancos de desarrollo —todo el sistema de financiación internacional— para unirnos y elaborar una respuesta global a la medida del desafío que venimos describiendo en este ensayo.

Pero antes de que el mundo pueda realmente empezar a abordar el daño que este conjunto de catástrofes mutuamente exacerbadas ha causado, tenemos que detener lo que ha provocado todo esto: la pandemia que actualmente está empeorando, no mejorando, en muchos países. No podemos reconstruir los sistemas sanitarios, los sistemas económicos, los sistemas educativos y los sistemas alimentarios —sin hablar de mejorarlos con relación a lo que eran a principios de año— hasta que esté bajo control el virus que los está derribando.

Para tenerlo bajo control, para acabar con la pandemia, el mundo debería colaborar en tres ámbitos cuanto antes:

1. Desarrollar diagnósticos y tratamientos para gestionar la pandemia a corto plazo y vacunas para poner fin a la misma a medio plazo.

2. Fabricar tantas pruebas y dosis como podamos, tan rápido como podamos.

3. Entregar estas herramientas equitativamente a quienes más las necesitan, sin importar dónde vivan o cuánto dinero tengan.

La clave para desarrollar nuevas vacunas, especialmente en las primeras etapas, es buscar el mayor número posible de vacunas. Algunos países han empezado a firmar contratos con compañías farmacéuticas para reservar dosis de una determinada posible vacuna en caso de que dicha vacuna tenga éxito. Esto no es algo malo. Los gobiernos tienen la responsabilidad de proteger la salud de su población, y estas inversiones ayudan a poner en marcha importantes acciones de I+D, a pagar nuevas instalaciones de fabricación y a acercar al mundo a la entrega de una vacuna.

No obstante, la incesante cantidad de titulares que aparecen sobre los prometedores resultados de los ensayos clínicos en primeras etapas oscurece el hecho de que la I+D es inherentemente de muy alto riesgo: la probabilidad de éxito es del 7 por ciento en las primeras etapas y del 17 por ciento una vez que las posibles vacunas pasan a ser probadas en seres humanos. Los gobiernos están haciendo apuestas a largo plazo, en particular, sobre las posibles vacunas que esperan que “ganen”, pero la mayoría perderá. Una forma de minimizar este riesgo es que los países inviertan conjuntamente en una amplia cartera de posibles vacunas.

La fabricación es para el mundo uno de los desafíos que más desapercibido pasa: una vez que tengamos una vacuna o vacunas que funcionen, necesitaremos fabricar miles de millones de dosis lo más rápido posible. En este momento, no tenemos la suficiente capacidad de fabricación para ello —y ningún país tiene el incentivo de ampliar la escala por sí solo. Sin embargo, cada dosis de vacuna que el mundo no fabrique rápidamente implicará una pandemia más larga, más muertes y una recesión mundial más larga.

El desarrollo y la fabricación de vacunas no acabarán con la pandemia rápidamente a menos que también las entreguemos equitativamente. Algunos gobiernos que han apostado por algunas vacunas quizás ganen esas apuestas, pero si utilizan todas las vacunas disponibles solamente para proteger a su gente, estarán extendiendo la duración de la pandemia en todas partes. También estarán contribuyendo al aumento de fallecidos. Según el modelo de la Northeastern University, si los países ricos compran los primeros 2 mil millones de dosis de vacunas en lugar de asegurarse de que sean distribuidas proporcionalmente a la población mundial, el número de personas que fallecerán de COVID-19 se podría duplicar.

Aún no se sabe exactamente cómo el mundo organizará una respuesta colaborativa. En abril, numerosos socios se unieron para lanzar el Acelerador del acceso a las Herramientas contra el COVID-19 (ACT-A), el esfuerzo de colaboración más serio que existe hasta la fecha para poner fin a la pandemia. Los dos principales socios de la estrategia de vacunación del ACT-A —la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI)— que tiene en su cartera nueve posibles vacunas contra el COVID-19 y Gavi, la Alianza para la Vacunas, que ha ayudado a los países de bajos y medianos ingresos a proporcionar 750 millones de vacunas desde su creación en el año 2000— fueron creados para resolver problemas como el que enfrentamos actualmente. Por ello nuestra fundación apoya el ACT-A, y por ello instamos a otros a unirse con nosotros.

Para que quede claro, financiar adecuadamente estas organizaciones y otros socios claves costará mucho dinero —que no es nada comparado con el coste que representa una supurante pandemia. Cada mes, la economía mundial pierde 500 mil millones de dólares, y un enfoque colaborativo reducirá en muchos meses el plazo de recuperación del mundo. Los países ya han comprometido 18 billones de dólares americanos para financiar las acciones destinadas a estimular la economía y tratar los síntomas de la pandemia. Ahora necesitan invertir una pequeña porción de ese total para erradicar su causa.

¿CÚANTAS VIDAS PODRÍA SALVAR UNA VACUNACIÓN EQUITATIVA?

EL LABORATORIO de Modelación de Sistemas Biológicos y Sociotécnicos (MOBS LAB) de la NORTHEASTERN UNIVERSITY ha trabajado durante años en la modelación de la transmisión de la gripe, con lo cual está bien posicionado para elaborar el modelo del COVID-19. Debido a lo muy difícil que es predecir el futuro, MOBS LAB desplegó escenarios hipotéticos examinando lo que habría sucedido si una vacuna hubiera estado disponible desde mediados de marzo. Esto permite al modelo basarse en datos observados relacionados con eventos que ya han ocurrido, en lugar de basarse en conjeturas sobre datos relacionados con eventos que podrían tener lugar dentro de un año.

La Northeastern University trabajó en base a dos hipótesis.

  • En una de ellas, aproximadamente 50 países de ingresos elevados recibieron los primeros 2.000 millones de dosis (de los 3.000 millones) de una vacuna efectiva al 80 por ciento.
  • En el otro, todos los países recibieron los 3.000 millones de dosis proporcionalmente a sus poblaciones.

El resultado de las simulaciones se representa como porcentaje de muertes evitadas en cada caso, en comparación con el caso real en el que no hubo vacunación alguna.

CONCLUSIÓN

LO QUE HAGA EL MUNDO EN LOS PRÓXIMOS MESES IMPORTA MUCHO

LA RESPUESTA A LA pandemia de COVID-19 nos ha mostrado lo mejor de la humanidad: innovación vanguardista, actos heroicos de trabajadores que se encuentran en la primera línea y gente común haciendo lo mejor que pueden por sus familias, vecinos y comunidades.

En este informe, nos hemos centrado en la amenaza que se cierne sobre nosotros, y lo hemos hecho por la inmediatez y lo mucho que está en juego. Lo que el mundo haga en los próximos meses importa mucho. Nuestro lema para Goalkeepers es “el progreso es posible pero no inevitable” —, y seguimos defendiéndolo. La gravedad y duración que alcance la pandemia están en gran medida bajo el control del mundo. En el fondo, las empresas y los gobiernos deben estar convencidos de que el futuro no es un concurso de suma cero en el que los ganadores ganan solo cuando los perdedores pierden. Es un esfuerzo cooperativo en el que todos avanzamos juntos.

Lampadia




Un cambio de estrategia YA

Un cambio de estrategia YA

Pachamama Raymi

La Pandemia ha desnudado nuestras carencias y está atacando inmisericordemente a toda la población… Ahora los muertos no son estadísticas, son familiares y amigos, y podemos afirmar, que no hay un peruano que no haya perdido a alguien.

La estrategia para enfrentar ´este reto, no ha tenido éxito, pues el número de contagios y el porcentaje de letalidad nos pone entre los países con peores cifras del mundo.

Las medidas que se tomaron con el confinamiento temprano, no funcionaron, porque usamos sólo herramientas restrictivas, que destruyeron la economía; mientras que “el control inteligente “, es decir: Detección temprana y confiable, seguimiento de contactos, aislamiento, no ha sido implementado. Tampoco se ha hecho una intervención en primera línea, es decir diagnóstico y tratamiento temprano, para evitar el agravamiento de los pacientes infectados, con sencillos kit de medicinas genéricas.

Parece que el país ha puesto la mirada solamente en las camas UCI, en respiradores y tanques de oxígeno, cuando podríamos haber evitado el agravamiento de esos pacientes.

Perú…. ¿Cómo vamos?.

En cifras de hace una semana teníamos éste desolador panorama… hoy estamos peor.
En el mundo hay 194 países. Perú está en el:
– séptimo lugar en número de casos confirmados de Corona virus,
– noveno lugar en número de fallecidos,
– quinto lugar en tasa de mortalidad.
Los gráficos lo ilustran. Perú obtuvo estas cifras mientras cumplió uno de las cuarentenas más largas en el mundo.

https://public.flourish.studio/visualisation/1539110/embed?auto=1

Fuente de datos: https://www.bbc.com/news/world-51235105

Fuente de datos: https://www.bbc.com/news/world-51235105

Empezando por el principio: diagnostico:

Nuestra Estrategia de diagnóstico, se ha reducido a la aplicación de dos pruebas:
• La prueba rápida:
• La prueba molecular:
A la luz de los resultados, éstas han sido causantes de nuestro fracaso, pues….

La llamada “prueba rápida” tiene graves deficiencias…, pues, sólo determina si la persona tuvo COVID-19 en el pasado al, encontrar anticuerpos contra el virus ( ). Por consiguiente… La prueba “rápida” no es una herramienta de diagnóstico del virus.

La prueba molecular: Si bien es cierto es precisa, requiere de un laboratorio, y un complicado y largo proceso de análisis Tampoco resulta confiable, pues el tiempo entre la toma de muestra y el resultado es (varios días después). Durante todo este tiempo, no se sabe si la persona tiene el virus o no. Esta persona va a su casa, a su trabajo, sube al bus, etc. contagiando a muchas personas más.

Naturalmente que un mal diagnóstico no sirve para una eficiente estrategia de lucha sanitaria. Similar resultado se está teniendo en Egipto donde se comete el mismo error que en Perú: pensar que la prueba rápida detecta el virus. Pues, la prueba rápida sólo detecta anticuerpos, y eso muy tardío: 8 a 12 días después de que la persona se infectó y esté contagiando a otros.

Ver resultados de las pruebas rápidas en Egipto.
https://www.bbc.com/news/video_and_audio/headlines/53773978/coronavirus-why-egypt-has-faced-criticism-over-antibody-tests

Prueba de antígenos…¿ el principio de la solución?.
Sin embargo, hemos ignorado la existencia de un tercer tipo de prueba: La prueba de antígenos, es decir un diagnóstico cuya confiabilidad es equivalente a la prueba molecular, pero puede ser hecha tempranamente.

Esta prueba es de fácil aplicación (un hisopado nasal o análisis de esputo bastan). Se puede tener el resultado en pocos minutos, y su precio está en el mismo orden de la prueba rápida.

Está prueba de antígenos, está siendo usado con éxito en el control de la pandemia en KOREA.

Necesitamos, pues una prueba capaz de diagnosticar grandes números de personas, quienes deberán tener el resultado de la prueba en minutos, en vez de esperar varios días.

Proponemos adquirir y aplicar las pruebas de antígenos para utilizarlas como una de las herramientas esenciales del control de la difusión del virus.

Naturalmente que hay otras medidas indispensables:
• El aislamiento y trazado de los contactos cercanos de las personas diagnosticadas.
• Respuesta en primera línea, con la provisión de kits de medicamentos que evitarán el agravamiento de los pacientes, en combinación con el aislamiento y el trazado de contactos cercanos.




Sun Tzu y el COVID-19

Sun Tzu y el COVID-19

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

“Si uno conoce a su enemigo y conoce a su propio ejército, no debe temer por el resultado de cientos de batallas. Si uno conoce a los suyos, pero no al enemigo, por cada batalla ganada va también a sufrir muchas bajas. Pero si uno no conoce las condiciones de su ejército ni las de su enemigo, va a sucumbir en cada batalla”.

Este fue uno de los mensajes de Sun Tzu (General, filósofo y estratega de los ejércitos del rey Helü de Wu desde el año 512 a. C), en su libro “El arte de la guerra” y, en esta guerra contra el COVID-19, lamentablemente  en el Perú no le estamos prestando atención.

Es muy cierto que este es un virus nuevo, del que se está aprendiendo cada día y que los conocimientos sobre el mismo vienen siendo revisados y discutidos a base de innumerables investigaciones, teorías y experiencias recientes en diversos países. Cierto también es que, el comportamiento de este virus ha sido distinto en distintas latitudes y ante comportamientos poblacionales análogos. Por lo tanto, no conocemos al enemigo.

Algunos países cerraron fronteras ante la primera amenaza de la infección, declararon emergencia sanitaria, siguieron un procedimiento riguroso de pruebas moleculares sistemáticas y se puso en cuarentena de los infectados. De la misma forma, se identificó la red de contactos de los infectados y de inmediato se les sometió a pruebas moleculares, con idéntico proceso de confinamiento sanitario a los contaminados. Quienes hicieron esto, tuvieron un muy bajo nivel de contaminados y de fallecidos y hoy están prácticamente de salida de esta amenaza.

Otros países optaron por cerrar fronteras, pero fueron muy tolerantes con la circulación de la población joven. Aplicaron pruebas moleculares, para una identificación temprana de la infección y serológicas, para controlar la evolución a quienes ya habían sido diagnosticados. Tomaron la precaución de separar y poner en estricta cuarentena a la población de adultos mayores y con morbilidad que representaban alto riesgo. En estos países, se apostó porque su población joven y de menor riesgo se contagie y alcance el efecto rebaño, esto es infectarse sabiendo que, en muchos casos, ellos pueden resultar asintomáticos o la enfermedad podría no pasar de un proceso similar al de una gripe, con mínimo riesgo de vida y muy controlado. El grupo de países que actuó así, habiendo puesto a buen recaudo a su población adulta y sensible, ha tenido también un resultado bastante exitoso.

Un tercer grupo de países fue sorprendido por esta pandemia y cuando reaccionaron a tomar medidas de confinamiento, ya era demasiado tarde. El número de infectados creció incontrolablemente y para colmo, el alto porcentaje de adultos mayores en su estructura etárea de población, trajo como consecuencia un muy alto número de fallecimientos. De alguna manera, los niveles diarios de fallecimiento también se están reduciendo y ojalá no se presente un rebote de la epidemia.

Contrario a lo recomendado por Sun Tzu, quien también resaltó que, “un buen general se asegura la victoria haciendo muchos cálculos y estudios previos” (planes y estrategias), debemos lamentar que en nuestro país no se hizo ningún planeamiento, ni se planteó una estrategia y, consecuentemente, no se pudo hacer un manejo inteligente de la pandemia. Se confinó a todos en sus casas, decretando una cuarentena generalizada (la más radical de las que se tenga conocimiento), pero sin un plan de estudio y control epidemiológico. Esto ha demandado un gran esfuerzo de la Policía Nacional y Fuerzas Armadas. No se cerró inmediatamente las fronteras y no se obligó a pruebas moleculares a quienes arribaban del extranjero, poniéndolos en cambio, en cuarentena en hoteles. El nivel de pruebas efectuado inicialmente fue muy bajo (1650 promedio diario en los primeros 24 días, de ellas 969 moleculares y 681 rápidas) y no se realizó ningún esfuerzo por identificar la cadena de contactos que pudieron ser infectados para examinarlos. Lo que resultó revelador fue que,15.5% de las pruebas moleculares dieron positivo, mientras que sólo 4.5% de las serológicas lo dieron.

Lamentablemente, por desinteligencias del gobierno (o sabe Dios qué), no se repuso a la velocidad debida los “kits” necesarios para pruebas moleculares y se privilegió un aumento en la proporción de pruebas rápidas. Ya para el 20 de abril, el promedio diario acumulado de pruebas moleculares efectuadas fue de 1149 (con 21.7% de positivos) y de 2963 rápidas (con 6.9% de positivos).

 A pesar de la evidente diferencia en la calidad de los resultados, por orden específica del ministro de salud Zamora, se dispuso multiplicar las pruebas rápidas, llegándose a una proporción de 5.7 veces de pruebas rápidas por cada prueba molecular. Y para completar el cuadro, estas pruebas se realizaban sólo a personas que, habían tenido contacto con infectados y tuvieran síntomas. En el camino, por razones no satisfactoriamente explicadas, tenemos un nivel de “sub-registro” de fallecimientos por Covid-19 y resulta que hay 10,226 fallecimientos reconocidos por esta causa, mientras se cuenta con un exceso de fallecimiento de más de 35,000 personas, respecto al promedio de los tres años anteriores y sin certificación de causa.

Evidentemente, esta práctica introdujo una importante distorsión en la calidad de la información, lo que explica claramente por qué nuestra base de datos es de tan mala calidad y, consecuentemente, no tenemos forma de conocer al “enemigo”, pero tampoco cómo ni dónde nos ataca.

A partir del 1 de julio, se ha dispuesto el levantamiento de la cuarentena y se permita la libre circulación de los ciudadanos, por supuesto con ciertas recomendaciones de cuidado y prevención. La pena es que no sabemos a ciencia cierta, cuál es la situación de salud de nuestros ciudadanos y no tenemos una buena identificación geográfica de las zonas (claramente delimitadas) con poblaciones infectadas y, consecuentemente, las zonas de mayor riesgo y puntos de la ciudad que el poblador debiera evitar y por supuesto, no se puede divulgar.

En resumen, no conocemos cual es la situación de nuestra sociedad frente al virus y, además, no hemos actualizado nuestras proyecciones macroeconómicas. En estas condiciones, tal como dijimos en la introducción, si no conocemos a nuestro enemigo, ni tampoco las condiciones de nuestro “ejército”, estamos encaminados a sucumbir.

Finalmente, Sun Tzu también resalta que no hay forma que alguien se pueda beneficiar de una guerra prolongada y aquí ya tenemos largos cuatro meses combatiendo, nuestras primeras líneas están agotadas y nuestras arcas fiscales están debilitadas.

Por favor, hagamos un mejor planeamiento. ¡Esta no es una tarea para aprendices, ni para gente que actúa por impulso, creyendo que después corregirá sus errores! Lampadia




El marxismo es más que un virus

El marxismo es más que un virus

Michel Hoffmann
Para Lampadia

El coronavirus como coartada perfecta para instaurar restricciones personales y económicas, terminando así con la libertad de las personas y dando fin a los principios del libre mercado

Ante el asombro de pocos o beneplácito de muchos, Peter Altmaier, Ministro Federal de Economía y Energía de la República Federal de Alemania, afirmaba que este no es el momento para discusiones ideológicas. Con esta frase, el experimentado político oficialista (CDU), cerraba el debate en torno a la intervención del Gobierno alemán en la crisis sanitaria y se desprendía de los postulados liberales de la economía social de mercado, ideada por Alfred Müller-Armack y Ludwig Erhard a mediados del siglo XX en Alemania.

¿Si la injerencia del Estado y los rescates económicos no son discutidos siquiera en su lugar de fundación, qué nos espera a nosotros latinoamericanos, acostumbrados a ser gobernados por caudillos que construyen su carrera política basados en el populismo y asistencialismo? ¿Serán las garantías, créditos y estatizaciones, la solución para reflotar la economía y salvarnos como sociedad? ¿Será posible también prohibir la quiebra de las empresas? Veamos.

Podríamos plantearnos que ese es el futuro que nos espera y que este llegará más temprano que tarde. Algún lector creerá que ese escenario es una exageración y que, por lo menos, en el seno de la Unión Europea, eso no podría pasar. Pero el Coronavirus parece ser la coartada perfecta para instaurar el central planning frente a las propuestas liberales como la reducción de impuestos o la flexibilización laboral para reactivar la economía.

Así, el Estado, en última instancia, pasará a ser prestamista, empleador, consumidor y propietario. Los más incautos dirán que esto es solo de manera temporal cuando todos sabemos que lo temporal siempre se hace permanente. Para entonces, toda la riqueza del país estará al servicio del bien común y nadie sabe lo que es mejor, más que el Estado, como en los postulados del Siglo XIX del filósofo alemán Karl Marx.

En esta línea, el gobierno peruano y su seducción a centralizar el manejo de la crisis por el Covid-19, nos está dejando a todos los ciudadanos muchas dudas sobre su capacidad de prevención y respuesta. Así por ejemplo los infectados y fallecidos siguen en aumento diario, mientras en Nueva Zelanda, desde el lunes 08 de junio, el país se ha declarado libre de Coronavirus. Por otra parte, y a manera de ejemplo, la articulación con el sector privado ha sido desdeñada y en vez de incentivar la producción de oxígeno local, se está buscando importar aire desde el extranjero para suplir la creciente demanda.

El regreso a la nueva normalidad es tarea de toda la sociedad y no de exclusividad del gobierno. Éste debe abolir las restricciones a la libertad de tránsito y trabajo, permitiendo así que cada individuo pueda volver a rehacer su vida según crea conveniente, pero siempre como ciudadano libre, responsable y siguiendo los protocolos (con base científica) de bioseguridad. Lampadia




Perú entre los peores países frente al covid 19

Perú entre los peores países frente al covid 19

The New York Times publicó recientemente un ilustrativo artículo en el que confirma lo que ya venimos advirtiendo en Lampadia: La última línea no miente: El fracaso mundial del Perú en los frentes sanitario y económico en la lucha contra la pandemia. El diario estadounidense destaca algo que resulta hasta cierto punto contraintuitivo que es cómo nuestro país, a pesar de haber exhibido una macroeconomía pujante en la región en las últimas dos décadas y por ende poseer los mayores recursos para paliar la presente crisis (ver Lampadia: Los beneficios del modelo), ha destacado por ser de los peores no solo en América Latina, sino del mundo en lidiar con ella.

Al respecto, The New York Times menciona: Sin embargo, en vez de ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más críticos del coronavirus en el mundo: sus hospitales están abrumados y la gente huye de las ciudades. La crisis ha estropeado el barniz de progreso económico de Perú, y expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia.

Los problemas de desigualdad – referido al inadecuado y en algunos casos, inexistente, acceso de atención hospitalaria – y corrupción, que, como menciona el artículo, se han exacerbado en la presente crisis, refuerzan nuestra tesis de la existencia de un Estado disfuncional, que no solo adoleció de cumplir cabalmente con sus competencias – sin trabajar colaborativamente con el sector privado – sino que además entorpeció la reactivación de la economía con protocolos y regulaciones imposibles de acatar para la gran mayoría de empresas.

Resalta que está ya no es una crítica que proviene de académicos nacionales o de políticos de oposición, que podrían tener un sesgo en contra del gobierno, sino que es la misma prensa internacional la que ya se encuentra relevando la pésima performance de nuestro país en la presente crisis. Ello debe llamar la atención al gobierno de cambiar completamente su enfoque, que como hemos mencionado en anteriores oportunidades, pareciera estar cayendo en un juego ideológico que no lo está dejando ver con claridad la realidad del problema que enfrenta.

En el plano de la emergencia sanitaria, urge dejar de impulsar medidas planas en cuanto a la cuarentena, focalizándolas en aquellas zonas con mayores casos y muertes, y cooperar con el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil sobretodo en lo relacionado a la provisión de alimentos a las familias más necesitadas. En el plano económico, debe darse luz verde de operación a las empresas que puedan cumplir con un mínimo, pero realista, de protocolos sanitarios para preveer los casos de contagio, y no estar persistiendo en fases económicas pensando erróneamente que los sectores son interpendientes unos de otros. Ello podría hacer que nuestro desempeño en el resto del año nos traiga mejores noticias en el plano local e internacional. Lampadia

El virus exhibe las debilidades de la historia de éxito de Perú

Una profunda desigualdad y corrupción frustraron las medidas que el país tomó al preparar la respuesta ante la pandemia

Los familiares de una posible víctima de la COVID-19 cargan su ataúd en un cementerio en las afueras del sur de Lima.
Créditos…Ernesto Benavides/Agence France-Presse — Getty Images

Mitra Taj & Anatoly Kurmanaev
NY Times

12 de junio de 2020
Traducida y comentada por
Lampadia

LIMA, Perú — El presidente Martín Vizcarra siguió los mejores consejos cuando el coronavirus llegó a Perú.

Ordenó uno de los primeros y más estrictos confinamientos de América Latina y lanzó uno de los mayores paquetes de ayuda económica para facilitar a los ciudadanos que se quedaran en casa. Compartió detallados datos de salud con el público, se apresuró a agregar camas y ventiladores a los hospitales y aumentó el número de pruebas.

Con robustas arcas públicas y niveles récord de aprobación, el gobierno centrista de Vizcarra parecía estar bien preparado para enfrentar la pandemia.

Sin embargo, en vez de ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más críticos del coronavirus en el mundo: sus hospitales están abrumados y la gente huye de las ciudades. La crisis ha estropeado el barniz de progreso económico de Perú, y expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia.

“Nos pidieron todos quedarnos en casa, pero hay muchas personas que no tienen ahorros, y eso ha sido imposible. Nos pidieron lavarnos las manos, pero solo uno de cada tres hogares pobres tiene acceso a una red de agua potable”, dijo Hugo Ñopo, investigador en el grupo de investigación GRADE. Solo la mitad de los hogares peruanos tiene refrigeradoras, agregó, lo cual obliga a muchas familias a volver a diario a los mercados abarrotados, una importante fuente de contagio.

Una paciente de la COVID-19 en hospitalización en
Lima.Credit…Sergi Rugrand/EPA vía Shutterstock

La tragedia de Perú se desarrolla en medio de una explosión más amplia del virus en América Latina, que de un remanso pasó a ser un epicentro de la pandemia en los dos últimos meses. Cerca de 1.5 millones de personas han dado positivo en la región y los expertos dicen que el número real de infecciones es mucho mayor.

Las cifras siguen aumentando de manera pronunciada y lo peor parece estar lejos de terminar. Con el invierno a punto de llegar en la parte sur de la región y la temporada de huracanes en el norte, la Organización Mundial de la Salud advirtió esta semana que las condiciones climáticas adversas podrían llevar a un nuevo aumento de las infecciones y entorpecer la respuesta a la pandemia.

Perú tiene alrededor de 6,000 muertes confirmadas de la COVID-19 y más de 200,000 infecciones, y los expertos dicen que las cifras se quedan cortas al reflejar la verdadera dimensión de la tragedia. En mayo, la tasa de mortalidad en Perú —por todas las causas— fue el doble que el promedio de los últimos años, según los datos recopilados por The New York Times, lo que sugiere un número de muertes por coronavirus de dos a tres veces la cifra confirmada por laboratorio. Muchos pacientes con síntomas fallecen sin que se les haga una prueba.

“Los resultados no han sido los que exactamente esperábamos”, dijo Vizcarra el mes pasado. “Esta no es solamente una crisis de salud, es una crisis social y económica sin precedentes”.

El presidente Martín Vizcarra ordenó una de las primeras y más estrictas cuarentenas de América Latina,
pero Perú se ha convertido en uno de los sitios más azotados por el coronavirus.Credit…Presidencia del Perú

Trabajadores de un mercado en Lima esperan la prueba de coronavirus que administra el Ministerio de Salud.
Credit…Ernesto Benavides/Agence France-Presse — Getty Images

El rápido descenso de Perú —de historia de éxito a calamidad regional— ha desanimado a sus 32 millones de habitantes y provocado un examen de conciencia nacional.

Años de fuerte crecimiento económico impulsado por las exportaciones mineras y agrícolas, así como por políticas financieras prudentes, habían convertido al país en una rara estrella en el horizonte de estancamiento latinoamericano. Bajo una serie de presidentes proempresariales, millones de peruanos escaparon de la pobreza en este siglo, lo que les permitió enviar a sus hijos a escuelas privadas, instalar agua potable o iniciar pequeños negocios.

Pero el confinamiento ha expuesto la fragilidad del progreso económico de Perú, dijo Pablo Lavado, economista de la Universidad del Pacífico en Lima. Dos décadas de crecimiento económico elevaron muchos ingresos pero no abordaron la profunda desigualdad y trajeron pocos empleos estables y poca inversión en atención médica, lo que redujo la efectividad de las medidas contra la pandemia del presidente Vizcarra.

Lavado dijo que muchos peruanos se encuentran en la misma situación que Domínguez: obligados a correr el riesgo de contraer el coronavirus en lugar de quedarse en casa y caer en la pobreza y el hambre.

Funcionarios del Ministerio de Salud rodean un cadáver
que alguien dejó en una acera de Lima.Credit…Reuters

“En Perú nos congratulábamos por empezar a ser un país de clase media”, dijo. “Pero resulta que es una clase media muy vulnerable, muy frágil”.

Otro obstáculo ha sido la corrupción arraigada que Vizcarra prometió enfrentar cuando asumió el cargo hace dos años. Tres expresidentes de Perú han estado en la cárcel en relación con una investigación en curso sobre sobornos, al igual que la líder de la oposición. Otro expresidente se suicidó el año pasado para evitar ser arrestado y otro más está encarcelado después de múltiples condenas por violaciones a los derechos humanos, malversación de fondos y abusos de poder.

Los fiscales anticorrupción han abierto más de 500 investigaciones desde que comenzó el confinamiento, el 16 de marzo, y a menudo investigan informes sobre funcionarios que se embolsaron dinero destinado a ayuda alimentaria o equipos de protección personal. Más de veinte casos tienen que ver con la policía o las fuerzas armadas.

Los programas de ayuda no han llegado a muchas de las personas que los necesitan. Sin trabajo y temerosos del virus en las ciudades abarrotadas, decenas de miles de peruanos han regresado a sus pueblos de origen, muchos de ellos a pie. Algunas personas han empezado a mendigar de puerta en puerta.

Entre los más vulnerables está el casi millón de migrantes venezolanos que desde 2016 habían llegado en masa a Perú desde su devastada tierra natal en busca de mejores condiciones de vida. No son candidatos para recibir los estipendios del gobierno y carecen de redes familiares cercanas en las cuales apoyarse, por lo que miles de ellos han emprendido el arduo viaje a pie de regreso a Venezuela.

Un sacerdote en el cementerio de El Ángel antes del funeral de una víctima de la COVID-19
en Lima.Credit…Ernesto Benavides/Agence France-Presse — Getty Images

Domínguez, quien llegó a Perú hace dos años, estaba entre los venezolanos que se quedaron.

Había ganado lo suficiente como para que él y Ponte tuvieran un segundo hijo el otoño pasado, una decisión que habían pospuesto durante años. Este año planeaba visitar Venezuela con sus primos, ansioso por presentarles a su hijo recién nacido.

Cuando una ambulancia llegó a su casa, minutos después de su muerte, los médicos le dijeron a Ponte que no disponían de pruebas para confirmar si tenía coronavirus; su esposo sería uno más entre las legiones de posibles víctimas no incluidas en el recuento oficial. Y dijeron que no tenían dónde almacenar su cuerpo.

“La ayuda no llegó. La ayuda no llegó. Yo lloraba a gritos y nadie vino”, dijo Ponte, mientras lloraba y el cuerpo de su esposo yacía en una bolsa afuera de la habitación donde estaba sentada en una cama con su hijo de diez años y su bebé de ocho meses.

“Era todo para nosotros”. Lampadia

Mitra Taj reportó desde Lima, Perú, y Anatoly Kurmanaev desde Caracas, Venezuela.




El éxito de Medellín en contra del covid 19

El éxito de Medellín en contra del covid 19

En pleno crecimiento de las tasas de contagio por covid 19 en nuestro país, urge indagar en buenas prácticas de la gestión pública en el manejo de la presente crisis que hayan sido acometidas por países similares al Perú, pero que sobretodo no hayan acarreado un alto costo económico y social, como vemos que está sucediendo con la cuarentena total recientemente extendida por el estado.

Al respecto resalta la experiencia que ha tenido la gestión de la alcaldía de Medellín, considerada la segunda ciudad más grande de Colombia, pero cuyas muertes por el mencionado virus no llegan ni a la decena de personas.

Como presenta un reciente artículo publicado por The Economist, la combinación del registro en tiempo real de las condiciones de vida de los hogares, y  la colaboración estrecha con las entidades privadas prestadoras de servicios de salud (EPS), no solo le habrían permitido evitar un colapso en su sistema hospitalario sino también propender los recursos necesarios a las familias más necesitadas, evitando a la vez un desacato de la cuarentena.

Sin duda una experiencia que debería ser replicada en las principales ciudades de nuestro país, sobretodo en la relacionado al análisis y explotación de datos de los casos de contagio sospechosos. No es posible por ejemplo que, teniendo el desagregado de contagios y muertes a nivel distrital en nuestro país, el gobierno central siga  decretando cuarentenas totales y no focalizadas. Esto conduce, entre otras cosas, a un desmedro de recursos humanos (policías y personal de salud), puesto que no se está siguiendo un criterio tan fino en la asignación de este personal hacia las zonas más críticas, más allá del simple análisis regional que esconde las tan heterogéneas dinámicas distritales.

Esperemos pues que estas reflexiones puedan ser tomadas en cuenta por nuestras autoridades en las siguientes semanas e intenten exhibir políticas parecidas que permitan paliar su fracaso en el control de la pandemia. Medellín, sin ser una ciudad de un país de primer mundo, ha probado que no es imposible. Lampadia

La maravilla médica de Medellín 
Cómo la segunda ciudad más grande de Colombia está controlando la pandemia

Al actuar temprano y reunir muchos datos

The Economist
4 de junio, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Daniel Quintero, el alcalde de Medellín, ha tenido una carrera inusual. Vendió bonsáis y postres caseros en las calles para pagar las tasas universitarias, se convirtió en ingeniero y fue viceministro de información y tecnología en un gobierno colombiano anterior. Esa biografía puede ayudar a explicar su enfoque poco convencional del covid-19. Comenzó a preparar la segunda ciudad más grande de Colombia a fines de enero. Muchos colombianos lo llamaron paranoico. A medida que transcurría febrero sin casos en el país, se preguntó si podrían tener razón. Cuando el virus llegó en marzo, la provincia de Antioquia, de la cual Medellín es capital, fue cerrada, cinco días antes que la mayor parte del país. Quintero actuó más rápido que cualquier otro alcalde.

El mayor desafío, como en muchas ciudades latinoamericanas, es mantener a las personas en casa cuando muchas no obtienen ingresos si no trabajan. El programa de Quintero, llamado “Medellín Me Cuida”, se basa en la recopilación de datos. Al igual que otras grandes ciudades, Medellín asignó dinero para ayudar a los trabajadores que perdieron sus ingresos. Bogotá y Cali lucharon por encontrarlos. Medellín pidió a los residentes que se registren para recibir ayuda en línea. Para inscribirse, las personas deben proporcionar mucha información, incluido el tamaño de su hogar y los detalles de sus facturas de electricidad. (La información de facturación impide que las familias reciban más de un paquete de ayuda). Más de 3 millones de personas, casi el 90% de la población del área metropolitana, se han inscrito. Los necesitados han recibido alimentos o, más comúnmente, dos pagos de 100,000 pesos (US$ 28), suficientes para que una familia sobreviva durante algunas semanas, cuando muchos han suspendido el pago del alquiler y las facturas de servicios públicos. La gente en Medellín ha respetado el encierro más que otros colombianos.

Cuando se registran, se les pregunta a las personas si tienen síntomas de covid-19 o afecciones que dificulten el tratamiento. Pueden actualizar la información en una línea directa. La ciudad asigna los datos para identificar brotes y predecirlos. Las Unidades de Promoción de la Salud (EPS) —principalmente empresas privadas que brindan seguro de salud a la mayoría de los colombianos— envían equipos para evaluar a los vecinos de pacientes de covid-19. Los funcionarios se aseguran de que los pacientes y las personas expuestas a ellos se queden en casa. Los pacientes de covid-19 reciben kits con oxímetros, que evalúan su oxígeno en la sangre. Si cae a niveles peligrosos, una EPS envía un equipo con oxígeno. El metro utiliza los datos de Medellín Me Cuida para bloquear las tarjetas de los pacientes y sus familias.

Colombia ha controlado mejor el covid-19 que muchos de sus vecinos. Ha tenido 33,466 casos confirmados y 1,099 muertes. En Brasil, Chile, Ecuador y Perú, la tasa de mortalidad es al menos tres veces mayor. Incluso para los estándares de Colombia, Medellín, una vez hogar del narcotraficante Pablo Escobar, sobresale. Solo tres personas en la ciudad han muerto de la enfermedad y ocho están en el hospital; 304 personas se han recuperado, más de las que están enfermas. En Cartagena, una ciudad turística en la costa atlántica de Colombia, los hospitales no pueden hacer frente a la carga de casos. El éxito de Medellín continúa con un récord de innovación por parte de alcaldes anteriores, como la reducción de la pobreza al mejorar los enlaces de transporte de los barrios pobres con el resto de la ciudad.

No todos están contentos con la recopilación de datos de Quintero. Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, que aboga por los derechos digitales, dice que no está claro qué hará la ciudad con su base de datos después de la pandemia o cómo se protege. Colombia tiene una historia de espionaje patrocinado por el estado contra periodistas, políticos y extranjeros. El mes pasado, los informes de noticias revelaron espías ilegales por parte del ejército.

Quintero responde que solo los funcionarios de salud tienen acceso a la información y promete dejar que la gente decida qué datos puede conservar la ciudad cuando termine la pandemia. Los datos le dieron a la ciudad, que establece algunas reglas de cierre, la confianza para comenzar a reabrir centros comerciales y pequeñas tiendas esta semana, dice. Quintero espera que aumente el número de casos de covid-19, pero cree que Medellín podrá identificar a las personas más vulnerables a tiempo. Los colombianos en otras ciudades miran con envidia, ya que permanecen bajo cierres que son cada vez más difíciles de hacer cumplir. Pocos aún dudan de la cordura de Quintero. Lampadia




La realidad de la Epidemia

La realidad de la Epidemia

Sebastiao Mendonca Ferreira
Un trabajo del equipo del Centro Wiñaq
Para Lampadia

16 mil muertos sin explicación

Todos los días mueren personas en Perú. Morían en el 2019 y mueren ahora en el 2020. El problema es que, considerando sólo a las muertes no violentas, entre el 1º de abril y el 29 de mayo, de este año 2020, murieron 17,406 más personas que el año pasado. A esos muertos extra del 2020, los llamamos “Muertos Excedentes”.

Expliquemos un poco más. El año pasado, entre el 1º de abril y el 29 de mayo, fallecieron 16,136 personas por muerte no violenta, es decir, por problemas de salud como diabetes, tuberculosis, dengue, problemas cardíacos, desnutrición, etc. Este año, 2020, en el mismo intervalo de tiempo, murieron 33,542 personas por causas no-violentas. La diferencia entre los dos años son los 17,406 muertos excedentes. (Si hiciéramos la diferencia con el promedio de fallecidos de 2017, 2018 y 2019, los muertos excedentes se incrementarían en 611, una variación de solo 3.8%)

Según el informe oficial del MINSA (siempre en ese mismo intervalo), 4,230 personas fallecieron por COVID-19. Entonces nos queda 13,176 muertos excedentes sin explicación. Esta no es una pequeña cantidad, ni es un pequeño porcentaje. Es el 75.7% de los muertos excedentes que no son explicados por el reporte COVID-19 del MINSA.

Hablando en términos diarios, los muertos excedentes del día 29 de mayo fueron 850. Según el MINSA, los muertos por COVID-19 ese mismo día fueron 131. ¿De qué han muerto los 619 restantes? ¿Acaso hay alguna otra epidemia no identificada en Perú, que matando a muchos cientos adicionales de personas por día?

Creemos que, dejar sin explicación a ¾ de los muertos excedentes no es adecuado. Si queremos entender lo que está pasando con la epidemia, necesitamos considerar a los muertos excedentes y no solo al informe oficial de fallecidos por COVID-19 que nos brinda el MINSA. No es gratuito que equipos de investigadores de institutos de investigación de la más alta respetabilidad (London School of Hygiene & Tropical Medicine, London WC1E 7HT, UK (DAL, LS, CIJ); Max Planck Institute for Demographic Research, Rostock, Germany (VMS); Centre for Fertility and Health, Norwegian Institute of Public Health, Oslo, Norway (PM); and University of Economics, Prague, Czech Republic (MP)), y medios internacionales como The Economist y Financial Times, estén utilizando los muertos excedentes para monitorear la evolución de la epidemia. (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30933-8/fulltext)

Cuando comparamos la composición de género (hombres y mujeres) de los muertos excedentes, encontramos que es muy similar a la composición de género de los muertos por COVID-19, reportados por el MINSA. Según los informes del MINSA, los muertos por COVID-19 son 28% mujeres y 72% hombres, y los muertos excedentes son muy próximos: 31% mujeres y 69% hombres. Sucede que, en tiempos normales, la proporción de muertos mujeres es 48% y de muertos hombres es 52%. ¿Cómo explicar que la distribución de género de los muertos excedentes sea tan similar a la del COVD-19 y que sea tan distinta del patrón normal de las muertes en el país? ¿Es que esa “otra epidemia” tiene el mismo patrón de género que el coronavirus, que golpea mas fuerte donde mas casos de COVID han sido reportados o será que el coronavirus es la explicación de la mayor parte de los muertos excedentes?

En los países desarrollados, que han sabido manejar la epidemia y registrar bien a los muertos, hay una alta coincidencia entre los muertos excedentes y los muertos por COVID-19. En el Reino Unido los muertos COVID-19 son el 72% de los muertos excedentes, en España son el 78%, en Francia son 93%, en Suecia son 92%, etc. En los países menos desarrollados ese registro ha sido deficiente y los muertos registrados por COVID-19 sólo representan una fracción de los muertos excedentes. En Indonesia los muertos COVID-19 oficiales son el 14% de los excedentes, y en Turquía son el 44%. El Perú, se ha quedado entre Indonesia y Turquía, pues los muertos COVID-19 oficiales representan 24% de los muertos excedentes. (https://www.economist.com/graphic-detail/2020/04/16/tracking-covid-19-excess-deaths-across-countries). Cuando las diferencias entre los muertos COVID-19 registrados y los muertos reales son pequeñas (10% o hasta 20%), el ajuste de las cifras puede esperar hasta que termine la epidemia, pero cuando el 76% de los muertos excedentes carecen de explicación, el ajuste de las cifras no debería postergarse.

Es muy probable que tradicionalmente exista un sub-registro del SINADEF. Es decir, que los muertos reales sean más de los reportados por SINADEF, especialmente en las provincias alejadas de Lima. De ser así, los muertos excedentes del 2020 serían aún más numerosos, pues es muy probable que ese sub-registro del SINADEF se haya agravado durante la epidemia (En Iquitos, el Hospital Regional ha registrado 800 muertos al 13 de mayo, bastante más que 500 muertos que el mismo SINADEF reportó hasta esa fecha.). Entonces, el sub-registro del SINADEF reforzaría el motivo de preocupación, pues se podría hablar de un excedente de fallecidos aún mayor a los 17,406 y el porcentaje de muertos sin explicación de la causa de su muerte sería aún mayor que 76%.

El estado de la epidemia

Si los muertos excedentes son, en su gran mayoría, causados por el COVID-19 y el registro oficial de los muertos COVID-19 es tan poco representativo (24%), entonces necesitamos monitorear a los muertos excedentes para saber qué pasa con la epidemia, como lo hicieron los institutos de investigación antes señalados. La observación de los muertos excedentes entre el 1º de abril y 29 de mayo nos indica que la epidemia sigue avanzando, aunque muestra una desaceleración. A esa fecha, el Perú (considerando solo la población de la costa y la selva), había llegado a 463 muertos excedentes por millón, un nivel comparable al de Francia, pero mucho menos que de España o Italia, aunque se trata de sociedades con promedios de edad más elevados que el peruano.

A pesar de la desaceleración en los fallecidos excedentes por día; no debería sorprendernos si esa desaceleración se revierte en las próximas semanas por el incremento de las actividades económicas y de las dinámicas de contagio, especialmente en los medios de transporte en Lima.

Para tener una imagen mas realista de la evolución de la epidemia es necesario indicar que en Perú hay dinámicas muy diferenciadas y la data agregada puede ocultar aspectos importantes.

  1. En Iquitos y Pucallpa la epidemia ya pasó el pico y va en bajada,
  2. En la sierra está aún en una fase incipiente (ver estudio sobre la menor agresividad del coronavirus en alturas superiores 2,500 metros: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7175867/),
  3. La costa norte (Chiclayo, Piura, Tumbes, etc.) presenta dinámicas poco claras, y
  4. En Lima-Callao la epidemia sigue creciendo, aunque a menor ritmo. Por su población y su conexión con todo el país, Lima-Callao comanda la dinámica nacional.

Dada las limitaciones que el Estado Peruano ha evidenciado para controlar la epidemia, el porcentaje de personas que fallecen fuera de los hospitales (39%, según SINADEF) y el alto porcentaje de la población informal (71%), el número de muertos de los próximos meses va depender principalmente de la letalidad real del virus. Si tomamos como referencia las estimaciones de letalidad hechas en otros países (New York: 0.86%, Francia: 0.5%, 1% Brasil etc.) y el mayor porcentaje de población joven del Perú, y la mala calidad de su sistema de salud podemos creer que esa letalidad es mucho menos que los 2.7% que publica el MINSA. (ver estudio del Imperial College sobre Brasil, un país con una estructura etaria y servicios de salud mas parecidos al Perú que los países europeos: https://www.imperial.ac.uk/mrc-global-infectious-disease-analysis/covid-19/report-21-brazil/)

Algunas conclusiones

  • Facilitar la información del SINADEF es una expresión de transparencia de parte del MINSA, pero la información que brinda sobre los muertos por COVID-19 es muy incompleta y no genera una base para analizar las dinámicas de la epidemia.
  • La modelización que están haciendo instituciones internacionales sobre el Perú es con la data del MINSA.  Si ellos dispusieran de una data más cercana a la realidad (como la que disponen de países desarrollados), sus resultados serían más realistas.
  • Es el número de muertos excedentes lo que indica las dinámicas de la epidemia y evidencia el costo real de vidas humanas que está teniendo, y ofrece indicadores más cercanos a la realidad.
  • El futuro de la epidemia dependerá de las diversas regiones, pero Lima y Callao serán los núcleos principales.
  • Lima se está desacelerando, pero puede re-acelerar de acá a dos semanas, por el aumento de la actividad económica.
  • Es probable que los muertos reales se acumulen en decenas de miles, y no en unos pocos miles, como se presenta hasta ahora en los informes oficiales.
  • Estudios de seroprevalencia ayudaría a monitorear con mejores evidencias el avance de la epidemia y conocer qué ciudades se acercan o no a una posible inmunidad de manada.

Lampadia




Del “embudo aleatorio” a la “radiación controlada”

Del “embudo aleatorio” a la “radiación controlada”

David Belaunde Matossian
Para Lampadia

Desarrollar las capacidades de reparto a domicilio a gran escala es clave, y no haberlo hecho antes nos ha costado caro

A medida que aumenta el número de infectados oficiales en el Perú, es cada vez más plausible que el avance del COVID-19 sea difícil de detener, y que este solo llegue a su fin mediante inmunidad de manada, o a través de mutaciones que lo vuelvan menos letal, o una vacuna. No obstante, sigue siendo pertinente el objetivo de disminuir la velocidad de propagación, con el fin de impedir un desborde de servicios de salud aun peor del que vemos hoy en varios puntos del país.

 

En ese sentido, hay que seguir tratando de evitar aglomeraciones. La principal de estas se genera, desde hace varias semanas, en la actividad de realizar compras en mercados y supermercados. Son millones de personas que convergen aleatoriamente en un “embudo” y salen contagiadas. La solución lógica – aparte de “ampliar el embudo” mediante horarios extendidos que permiten menor concentración, lo opuesto de lo que el gobierno logró – es mayor reparto a domicilio (lógica de radiación controlada). ¿Qué recursos logísticos se necesita y qué impacto puede tener sobre la velocidad de propagación del virus?

El canal moderno

Tomemos el ejemplo de un supermercado, que es más fácil de analizar. Un supermercado promedio en Lima atiende a unas ~5000 – 6000 personas, y mide 1500m2 (promediando formatos muy variados). Unas 100 personas pueden entrar simultáneamente respetando buenas prácticas de distanciamiento. Cada persona va 2 veces por semana en este contexto. Digamos también que de las 6,000 personas “target” el 1%, o 60, está infectado con el coronavirus (nota: los casos que se registran hoy representan el 0.3% de la población, pero la realidad es probablemente un múltiplo de eso). Digamos finalmente que cada vez que uno va al supermercado, tiene contacto riesgoso con 2 personas (se acercan mucho, no usan bien la máscara, etc.).

Pongamos ahora, en vez de clientes, a 100 preparadores de pedidos en el súper, durante dos horas sin acceso al público, preparando – conservadoramente – 5 pedidos por hora. Con eso, y agregando a 8 camiones con 25m3 de capacidad y 16 personas de reparto – chofer y ayudante – calculamos que se cubren todas las necesidades de la clientela de ese establecimiento (6000 pedidos semanales, puesto que se puede manejar pedidos más grandes). Digamos que los preparadores tengan 2 contactos riesgosos cada hora, y que un individuo en el grupo esté infectado al comienzo – misma ratio que en el caso de los clientes.

¿Qué resultados obtenemos en cada caso? Si el cliente va a comprar, la probabilidad en un viaje de ser contagiado es baja. Sin embargo, a cabo de un mes, ya es de ~15% para cada cliente. En el caso de los preparadores, la probabilidad a cabo de un mes supera el 60%. Sin embargo, en números, estamos hablando de casi ~900 clientes infectados versus ~60 preparadores. Esto, claro, suponiendo que los protocolos de reparto sean muy estrictos, y que no se generen contactos entre repartidores y clientes. Si estas condiciones se cumplen, la fórmula de reparto a domicilio es mucho más segura en números absolutos (si no se cumplen la “radiación” se vuelve tóxica).

Otra ventaja importante: los infectados en el caso del equipo de preparadores son más fácilmente detectables, “traceables” que los clientes, y tienen un perfil de edad que los hace menos vulnerables que la población promedio de clientes. Al recuperarse, devienen en un “pool” inmune y la operación se vuelve cada vez más segura.

¿Se puede realizar esto a gran escala? Para cubrir los ~2.5 millones de clientes del canal moderno en Lima, necesitaríamos a 50,000 preparadores (tal vez el doble al comienzo puesto que al detectarse infecciones se pondría en cuarentena a los primeros equipos), 4,000 camiones medianos y 800 repartidores. No son cifras imposibles. Lo complejo es que: a) los supermercados no tienen los sistemas o protocolos o entrenamiento del personal necesarios para atender semejante volumen de pedidos y b) están acostumbrados a lidiar con transportistas en modalidad de “owner-operator” con tarifas bajísimas, en vez de empresas logísticas bien organizadas. Sin embargo, todo esto podría cambiar.

El canal tradicional

El canal “tradicional” (mercados, bodegas), ampliamente informal, es más complejo de abordar puesto que: a) los mercados son más difíciles de “navegar” y organizar, b) es un número aún mayor de personas a las que se abastece y c) tanto los comerciantes como los consumidores de este canal tienen menos acceso a los aplicativos digitales para formular y procesar pedidos. No obstante, no es absurdo pensar que se podría segmentar entre clientes que sí tienen acceso al canal digital y aquellos que no. Los que sí podrían realizar pedidos y ser atendidos a partir del canal moderno (ampliando aún más la capacidad de reparto) utilizando vouchers y los que no podrían recibir canastas familiares algo más discrecionales – tanto los vouchers como las canastas reemplazando en parte el bono de subsistencia.

El canal informal también podría prestarse por ejemplo a que se genere un sistema de “hubs and spokes” (redes radiales) en el cual cantidades suficientes de alimentos son direccionadas desde centros de abasto hacia mercados callejeros ad-hoc siguiendo normas de distanciamiento social, con mucho menor distancia, y mucho menor aglomeración.

Esto haría eco a los esfuerzos realizados por las autoridades de Wuhan para alimentar a la población durante la pandemia. El principio es simple: el comprador es ineficiente en sus desplazamientos – desordenado, realizando miles de viajes para cargas leves en cada ocasión. El delivery centralizado es eficiente, limitando el número de desplazamientos para todos. Además, la concentración del contacto en unos pocos permite mucho mayor trazabilidad, y con el tiempo se puede emplear casi exclusivamente personal inmunizado.

Corresponde a los sectores de retail y logística generar estas capacidades, puesto que hoy estamos lejos del nivel que necesitamos. Corresponde al Gobierno a) dar las facilidades a las iniciativas del sector privado en este campo y no entrampar a las mismas en regulaciones excesivamente meticulosas; b) generar soluciones en el caso del canal informal ya sea apoyándose en empresas privadas o temporalmente con medios propios (ej. utilizando a las fuerzas armadas). Otros puntos de apoyo posible: las ONG, la Iglesia católica y otras. La falta de colaboración con instituciones fuera del Estado ha sido una de las grandes debilidades en la reacción gubernamental esta pandemia.

Hubiera sido bueno hacerlo antes, pero no es demasiado tarde

Se dirá tal vez que la solución viene muy tarde, puesto que ya el problema se está trasladando a Gamarra, o al transporte público. Sin embargo, los mercados y supermercados seguirán siendo fuente de contagios. Además, las largas colas que los clientes deben realizar por la limitación del aforo generan serias pérdidas de productividad laboral e innecesarios niveles de estrés. En general, el reparto es más eficiente, ecológico, y sano. En esta fase crítica de la pandemia deberíamos tratar de probar esta solución a gran escala, ayudando a reducir la velocidad de propagación del virus. Para la “nueva normalidad” la solución debería subsistir. Y, para la próxima pandemia, estaremos mejor preparados. Lampadia




La minería peruana y el Covid 19

La minería peruana y el Covid 19

Ing. Víctor Gobitz
Para Lampadia

Si abordamos a nuestro sector minero desde el punto de vista macroeconómico, diríamos que aporta entre 12 y 14 % del PBI del país, aporta además entre 59 y 60% de las divisas, genera empleo directo a más de 200,000 personas y si consideramos su cadena de proveedores de bienes y servicios, es responsable de emplear a más de 1 millón de peruanos.

Otra manera de visualizar su relevancia es afirmando que, en la actualidad, a nivel global, el Perú es el segundo productor de cobre, zinc y plata; y es además importante productor de oro, plomo, molibdeno, estaño y hierro.

Esta posición de liderazgo mundial se ha logrado mediante la inversión privada de capitales peruanos, pero también de capitales provenientes de: Estados Unidos, China, Corea del Sur, Japón, Australia, Suiza, Reino Unido, España, Sudáfrica, México, Brasil, Canadá y Chile.

Somos además una industria descentralizada porque nuestras operaciones y proyectos están, por lo general, en zonas alto andinas.

¿Cómo estábamos cuando arribó el virus?

Siendo una industria con larga tradición y estándares internacionales, contamos con sistemas de gestión de seguridad industrial, salud ocupacional y cuidado ambiental; además operamos en lugares remotos y espacios aislados, con personal que ingresa a trabajar de manera rotatoria y que permanece en un campamento minero.

A este sistema de trabajo ordenado, disciplinado y con diversos protocolos se le han añadido criterios sanitarios para minimizar el contagio de manera sistemática.

¿Cómo estamos reiniciando operaciones?

El grueso de las empresas mineras mantuvo actividades esenciales, es decir un número mínimo de trabajadores para asegurar la operatividad de las minas luego que se supere esta crisis sanitaria.

Por ello, a lo largo de más de 70 días hemos adquirido un importante conocimiento empírico, lo cual nos ha permitido establecer un protocolo sanitario que ahora es parte de nuestro sistema de gestión y que apunta a minimizar el riesgo de contagio.

Respecto al plan de reactivación, mantenemos un punto de vista distinto al establecido por el Gobierno Central, quien ha definido que la industria minera se reactive por fases; en fase 1 la gran minería (producción mayor a 5,000 tpd), en fase 2 la mediana minería (producción entre 350 y 5,000 tpd), en fase 3 la pequeña minería (producción entre 25 y 350 tpd) y en fase 4 la minería artesanal (menor a 25 tpd).

Siendo entendible la secuencia de reinicio, la periodicidad mensual de cada fase no ha tomado en consideración los sistemas de gestión pre existentes en nuestra industria, el conocimiento adquirido en los últimos 70 días atendiendo actividades críticas, la menor robustez financiera de las empresas mineras de menor capacidad de producción y, por último, la urgencia económica del país. La periodicidad de reinicio bien pudo ser quincenal y parecería que esperar hasta julio para el reinicio de la pequeña minería y hasta agosto para la minería artesanal, carece de sustento pragmático; porque tenderá a reiniciarse antes de esas fechas y probablemente sin haber establecido antes un protocolo sanitario consensuado.

¿El plan de reactivación de operaciones mineras será suficiente?

Definitivamente no será suficiente porque estamos ante una recesión mundial, que significa menores precios internacionales para nuestra oferta de metales industriales (cobre, zinc, plomo, estaño, molibdeno y hierro); y a su vez una gran disminución de la demanda interna.

Todo lo cual implica proyectar un PBI para el año 2020, con una reducción de entre 15 y 20%, respecto al año 2019. Esto, en términos prácticos supone un incremento un sustancial del desempleo y por ende un crecimiento de los índices de pobreza.

Por ello, nuestro país, además del Comando que atiende la crisis sanitaria y del Comando que atiende la reactivación económica, requiere una suerte de “Zar de las Inversiones”, de manera tal que articule y agilice las inversiones públicas que serán realizables ante un déficit fiscal creciente y que a su vez articule todos los proyectos de inversión privada que sean factibles realizar.

En este sentido, retornando al sector minero debemos destacar que la demanda de metales preciosos (oro y plata) ha mantenido dinamismo por su atributo de refugio y el precio del cobre ha mostrado una ligera recuperación por la reactivación de las economías asiáticas.

En medio de esta pandemia, felizmente nuestra economía no depende de combustibles fósiles; y por tanto deberíamos colocar dentro la agenda del “Zar de las Inversiones”, la continuidad de los proyectos mineros en construcción como Quellaveco, Mina Justa y la expansión de Toromocho; la promoción de las Exploraciones Mineras, que tienen mínimo impacto ambiental y resultan imprescindibles para asegurar los planes de largo plazo de esta industria estratégica para el país; y generar los consensos para incorporar en la cartera de proyectos a: Tía María, Corani, Rio Blanco, Tambogrande, Quillish, Conga, entre otros. Lampadia




Los paquetes de emergencia en la región

Los paquetes de emergencia en la región

Las cifras de contagio y defunciones por coronavirus en América Latina siguen creciendo a pasos acelerados. Inclusive Chile, un país que había logrado desacelerar considerablemente las infecciones, recientemente ha sufrido un fuerte rebrote provocando el retorno a la cuarentena en su ciudad capital.

Por su parte, el estado peruano ha extendido el estado de emergencia hasta fines de junio por el poco avance que se ha tenido en la contención del virus. Si bien prevalece la cuarentena, se ha dispuesto la liberación de varias actividades económicas arraigadas a los servicios además de la reactivación de numerosos proyectos de minería, vivienda e infraestructura productiva.

Sin duda estas acciones de política reflejan la imposibilidad de inducir el aislamiento social a una población, cuya proporción de trabajadores es mayoritariamente informal y sobre la que, tras dos meses de estricto bloqueo, resultaba imposible acatar con una cuarentena que no considerase su alta vulnerabilidad económica.

Resultó obvio pues que los bonos entregados por el gobierno y el paquete Reactiva Perú resultaron poco eficaces para paliar el batacazo que recibió la economía de los hogares en las últimas semanas. El primero por la no disponibilidad de padrones certeros para la adecuada identificación de la población pobre, además de las complicaciones logísticas que entrañó la baja bancarización de la población informal. El segundo porque no se llegó a entregar la ayuda a las empresas a las que se debía principalmente atender, esto es, el segmento de las MYPE. Muchas de ellas ya deben haber quebrado, relegando al desempleo a todos sus trabajadores.

¿Cómo han respondido a estos paquetes de ingresos de emergencia otros países de la región con menor solidez macroeconómica como México, Brasil o Colombia? ¿Qué medidas de política económica o más bien de búsqueda de financiamiento deben emprenderse para seguir propendiendo liquidez a las poblaciones más necesitadas?

Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo ilustra esta situación y da algunos lineamientos de política que podrían explorarse al respecto para conseguir mayor financiamiento. Como sugiere el popular medio británico, de seguir prolongando la cuarentena o de retormarla cada cierto tiempo en los próximos meses, como es de esperar puesto que los rebrotes siempre son un riesgo (ver Lampadia: El mundo está parado), los países deberán acudir a los mercados financieros para tomar más deuda y  paliar su impacto negativo en los hogares. Aquí el Perú y Chile tienen una ostentosa posición puesto que pueden acceder a tasas menores producto de su buena calificación crediticia.

Sin embargo, debemos alertar que la mayor provisión de paquetes de ayuda deben estar limitados a cómo responderá la actividad económica en los próximos meses, ahora que se ha pasado a una etapa más de convivencia social con el virus y en el que el trabajo en varios sectores es posible con los cuidados sanitarios respectivos. Lampadia

La situación económica de América Latina está empeorando

Los gobiernos tienen un poder de fuego limitado para lidiar con el covid-19

The Economist
23 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

En São Paulo, el 91% de las camas de cuidados intensivos en los hospitales están ocupadas, no obstante, los casos de covid-19 se disparan. La ciudad ha declarado un feriado público de cuatro días para reducir los viajes. En las partes más pobres de Brasil, como Fortaleza y Manaus, los hospitales están aún más llenos. Lo mismo ocurre con Perú y México. En Chile, que parecía haber estado controlando el coronavirus, un aumento brusco de casos y muertes provocó que el gobierno encerrara a la gran Santiago y dejó al ministro de salud “muy preocupado”. Ante un aumento récord de casos esta semana, Argentina extendió su bloqueo. A medida que la pandemia se desacelera en Europa, está aumentando en las Américas.

Para América Latina, eso es decepcionante y preocupante. Advertidos, muchos países se apresuraron a imponer bloqueos hace dos meses. En una región donde un trabajador de cada dos está en la economía informal, estos son difíciles de mantener. Muchos países también han organizado pagos de emergencia para grandes segmentos de la población y otorgado garantías de crédito a las empresas. Pero los gobiernos latinoamericanos carecen del poder de fuego fiscal, así como de las instituciones efectivas, de sus contrapartes en Europa o EEUU. Como resultado, en lugar de tener una recuperación rápida, como algunos esperaban, la región corre el riesgo de ingresar a un valle oscuro en el que tanto la salud pública como los medios de vida sufren durante muchos meses. Los efectos ya están exacerbando la desigualdad en una región desigual.

Comience con la salud pública. Los bloqueos redujeron la propagación de la infección en abril, según Jarbas Barbosa, de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO). Pero las presiones económicas, y en Brasil y México mensajes mixtos de los presidentes, han llevado a muchas personas a ignorar los bloqueos. El tráfico en los países más grandes de la región ha vuelto a casi la mitad de lo normal, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Los mercados callejeros son una fuente de contagio: en un mercado mayorista de frutas en Lima, casi el 80% de los vendedores dieron positivo por el coronavirus. La PAHO advierte que los pobres urbanos, muchos de los cuales viven en zonas densas, los pueblos indígenas de la Amazonía y los migrantes y prisioneros son especialmente vulnerables.

Varios países más pequeños, como Paraguay, Costa Rica y Jamaica, tienen tasas bajas de infección, al igual que Colombia. Algunos otros gobiernos simplemente han declarado la victoria y están abriendo sus economías nuevamente. Incluyen a México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, afirma que su país ha “domesticado” el virus. Pero incluso los datos oficiales especialmente sospechosos de México muestran que los casos siguen aumentando. “La mayoría de los países no pueden abrirse”, dice el Dr. Barbosa. “Sería una receta para el desastre”. Él piensa que si el distanciamiento social se adopta adecuadamente, los casos podrían comenzar a caer en la región en la primera quincena de junio.

Aunque los bloqueos son populares, conllevan un gran costo socioeconómico. Una encuesta de 17 países para el BID en abril sugirió que el 57% de las pequeñas empresas han cerrado temporalmente, mientras que casi el 45% de los encuestados dijo que un miembro del hogar había perdido un trabajo. Países como Brasil, Chile y Perú han implementado esquemas de ingresos de emergencia de tres meses. Pero llevar el dinero a los trabajadores informales es difícil (y a veces ha provocado que las multitudes propaguen infecciones fuera de los bancos).

Si se va a contener el virus, dichas políticas deberán continuar por más tiempo. También lo harán las garantías crediticias y la liquidez de emergencia para las empresas, si quieren impulsar la recuperación económica. Los gobiernos lucharán por encontrar el dinero. “No vivimos en una región ‘lo que sea necesario'”, dice Mauricio Cárdenas, un ex ministro de finanzas colombiano, refiriéndose a la postura del Banco Central Europeo. “Podemos hacer lo que podamos”, dijo en un seminario del Banco Mundial esta semana.

Solo los países financieramente más fuertes, como Perú y Chile, tienen ahorros públicos a los que recurrir. Muchos países latinoamericanos aún pueden recaudar dinero en los mercados financieros, pero ¿por cuánto tiempo? Intentar reprogramar las deudas, como lo está haciendo Argentina, lleva tiempo y conlleva costos. Y en lugar de limitar las salidas de capital a través de la condonación de la deuda, América Latina necesita entradas adicionales. Desde marzo, una docena de países de América Latina y el Caribe han recibido un total de US$ 4,000 millones en financiamiento de emergencia del FMI. Pero la demanda de su dinero excederá la oferta.

Cárdenas sugiere que el FMI debería establecer un fondo que emitiría bonos para que los bancos centrales de los países ricos los compren, con el dinero utilizado para ayudar a América Latina a capear la crisis. Eso puede ser un alto orden político. Pero la alternativa puede ser años de postración económica e inestabilidad política. Lampadia




El maltrato hacia los médicos a nivel internacional

El maltrato hacia los médicos a nivel internacional

En contra de la que debiera ser la profesión más valorada en tiempos de pandemia, ha resultado ser de las más vulneradas tanto física como psicológicamente en buena parte del mundo rico y del emergente.

Un reciente artículo publicado por The Economist (ver líneas abajo) muestra cómo en países como Australia, China, EEUU, el Reino Unido y la India, resulta cada vez más sacrificada la carrera médica por el creciente e histórico maltrato que ha tenido la sociedad civil hacia ella, una queja que se encuentra más bien asociada al fracaso integral de los sistemas de salud pública.

Lo que es peor estos ataques han sido amplificados en estos países por la presente crisis, la cual induce a la discriminación hacia todo el personal de salud arraigado por la presunción de ser portadores del nuevo coronavirus.

Felizmente en nuestro país no se han presentado hasta ahora casos de violencia hacia la profesión médica; por el contrario, se ha observado en las últimas semanas a una ciudadanía que ha mostrado mucho respeto hacia ellos, un hecho que debe destacarse a la luz de la experiencia de los países anteriormente mencionados.

No debiéramos pues escatimar en seguir salvaguardando y valorando a nuestros doctores, los cuales, a pesar del colapso de los hospitales y demás centros de salud públicos a nivel nacional, se encuentran actualmente arriesgando su propia vida y la de sus familias para dar pronto tratamiento a los pacientes que desarrollan síntomas más graves por el covid 19. Lampadia

Amenazas médicas
Los trabajadores de la salud se convierten en objetivos inesperados

El daño en ellos puede durar mucho después de que la pandemia haya disminuido

The Economist
11 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Uno fue golpeado en la cara en un autobús de Chicago. Dos fueron apedreados por una multitud en la ciudad india de Indore. Cinco hombres rociaron con lejía a otro en Filipinas. Al menos 21 en México han sido agredidos. En un momento en que los políticos los elogian y los ciudadanos confinados en sus hogares los aplauden con aplausos e imágenes de arcoíris, los médicos, las enfermeras y otros trabajadores de la salud de todo el mundo se encuentran bajo amenaza de ataques violentos y bajo una terrible tensión psicológica. Desde Australia hasta China, los gobiernos y los hospitales han tenido que tomar medidas extraordinarias para garantizar la seguridad de su personal, incluso mientras luchan por controlar la pandemia mundial.

El covid-19 ha dejado a los trabajadores de la salud más visibles —y vulnerables— que nunca. Con un tercio de la humanidad encerrado en las últimas semanas, son algunos de los únicos viajeros en las carreteras o el transporte público, conspicuos en matorrales de colores brillantes o túnicas blancas. Los médicos son objetivos fáciles para los frustrados, agraviados o asustados. Los ataques a menudo se tratan como incidentes aislados, pero resaltan un problema creciente: los sistemas de atención médica en todo el mundo han tenido problemas en los últimos años, tanto con el aumento de la violencia como con el costo psicológico del personal.

Las cifras son claras. La Organización Mundial de la Salud estima que hasta el 38% de los médicos en todo el mundo han sufrido violencia física en algún momento de sus carreras. En muchos lugares es peor. En 2019, uno de cada siete empleados del NHS en Inglaterra dijo que habían sido atacados físicamente por un paciente o un miembro del público en los últimos 12 meses. Uno de cada tres médicos australianos reportó abusos similares en el período de un año. Más del 75% de los médicos de la India dicen que han enfrentado la amenaza de violencia en el trabajo. Después de que una doctora fuera asesinada a puñaladas en un hospital de Beijing a fines de 2019, China introdujo una nueva ley que prohíbe las amenazas contra los trabajadores médicos.

El miedo al contagio, amplificado por la desinformación, parece estar provocando más violencia durante la pandemia. A menudo, los ataques físicos van precedidos de ataques verbales, ya que los médicos y las enfermeras son señalados por supuestamente propagar la enfermedad. Otros parecen nacidos de la frustración. El personal de los hospitales en Australia informó que los pacientes ansiosos tosieron y escupieron deliberadamente mientras esperaban para hacerse la prueba de la enfermedad.

Sin embargo, los problemas más profundos dejan a los médicos y enfermeras vulnerables a los ataques. En muchos países, las percepciones de los médicos se han deteriorado en las últimas décadas. China terminó con los subsidios estatales para sus hospitales en la década de 1990, luego de lo cual se comercializaron rápidamente. Esto condujo a una disminución de la confianza, ya que se sospechaba que los médicos se preocupaban más por ganar dinero que por cuidar a sus pacientes. Un fenómeno similar se ha visto en la India. Ciertamente, algunos médicos han abusado del sistema. Pero los tropos de médicos corruptos y negligentes se han convertido en narraciones fáciles de recurrir para políticos y medios de comunicación sensacionalistas. En los países donde las personas carecen de fe en el sistema de justicia, los ataques en los hospitales pueden atraer a los pacientes que sienten que nunca podrán pasar el día en la corte. Una clase media en expansión en todo el mundo ahora exige más de los profesionales médicos de lo que pueden dar. Incluso la arquitectura de los hospitales modernizados, como las salas de emergencia a las que se puede acceder fácil y rápidamente, también los hace más vulnerables a los ataques.

En respuesta, los sistemas de salud han tomado medidas extremas para proteger a su personal. Algunos hospitales en China ahora les enseñan defensa personal. El gobierno de la India actualizó las leyes en abril para negar la fianza a los acusados de violencia contra el personal de atención médica. Algunas salas de emergencia en EEUU han instalado detectores de metales. Y los administradores en Australia han comenzado a decirle al personal que no use sus uniformes médicos fuera de los hospitales.

Estas preocupaciones se suman al costo mental y emocional que la pandemia está exigiendo. En las zonas más afectadas, muchos médicos trabajan incluso más horas de lo habitual. Los trabajadores de primera línea tienen un alto riesgo de contraer covid-19, empeorado por la escasez crónica de equipos de protección personal. Muchos han perdido colegas por el virus. Algunos, temerosos de infectar a sus seres queridos, se han aislado de sus familias durante largos períodos de tiempo. En un estudio de 1,257 trabajadores de la salud que trataron a pacientes de covid-19 en China en el apogeo de la crisis del país, más del 70% experimentó angustia psicológica. Y en varios países, médicos y enfermeras han sido despedidos o amenazados después de hablar sobre el liderazgo deficiente y la falta de equipos. En Rusia, tres médicos se han caído de las ventanas del hospital después de presentar quejas públicas; dos de ellos murieron. Los medios locales informaron esto como accidentes o suicidio.

El trabajo de salud puede ser difícil en el mejor de los casos. Más del 40% de los médicos estadounidenses experimentaron síntomas de “agotamiento”, caracterizados por agotamiento emocional, abstinencia y escepticismo, en 2019. Según el Dr. Colin West de la Clínica Mayo en Minnesota, el agotamiento a menudo se debe al exceso de trabajo, el estrés y la burocracia que limita la interacción con los pacientes; los médicos se sienten menos capaces de ayudar a quienes están a su cuidado.

La pandemia ha creado horrores agudos. En algunas áreas, la falta de recursos significa que los médicos han tenido que racionar la atención vital. En Italia, donde el 10-25% de los pacientes hospitalizados con covid-19 requirieron ventilación, a veces durante varias semanas, hubo informes de médicos que lloraban en los pasillos por las decisiones que tenían que tomar. Muchos han hablado sobre el dolor de ver a los pacientes morir solos. Dichos traumas pueden causar “daño moral”, el término utilizado para la angustia psicológica causada por la acción, o la inacción, que viola las creencias de uno. Aplicada por primera vez a la experiencia de ciertos soldados en tiempos de guerra, la lesión moral puede contribuir a problemas como la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Los médicos que luchan pueden encontrar ayuda difícil de encontrar. En todo el mundo, los médicos y las enfermeras se quitan la vida a tasas significativamente más altas que la población general. La Dra. Clare Gerada, quien preside “Doctors in Distress “, una organización benéfica británica, atribuye el problema, en gran parte, a la falta de tiempo y espacio que se les brinda a los médicos y enfermeras para discutir el impacto emocional de sus trabajos.

Muchos funcionarios de salud, conscientes de la presión sobre los médicos, han tratado de proporcionar líneas de ayuda y otro tipo de apoyo. Muchos expertos temen que tales medidas se eliminen una vez que se reanude el servicio normal. El Dr. Andrew Molodynski, un psiquiatra que supervisa la política de salud mental de la Asociación Médica Británica, señala que muchas afecciones como el TEPT requieren un tratamiento cara a cara constante. El daño económico sufrido durante la crisis dificultará la provisión de dicho tratamiento y otros cuidados de salud mental a largo plazo.

Incluso cuando los casos de covid-19 caen, es probable que la carga de trabajo de los médicos se mantenga alta, ya que los hospitales se esfuerzan por proporcionar la atención suspendida durante la respuesta al covid-19. La amenaza de violencia solo aumentará la carga. Para aquellos que atacarían a los médicos, Brad Hazzard, el ministro de salud de Nueva Gales del Sur, lo resumió sin rodeos. “Cuando vea que esa persona con uniforme en un hospital podría estar colocando un tubo en la garganta para mantenerlo con vida, desearía no haber hecho lo que hizo”. Lampadia




Las regiones y su vocación por el error

Las regiones y su vocación por el error

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

Parece que las autoridades cusqueñas no vieran televisión ni escucharan noticias. Solo así se explica que estén implementando medidas que a nivel nacional han sido tan malas y contraproducentes en esta Pandemia que hasta sus autores se han disculpado y sobre cuyos efectos adversos ha informado hasta la prensa afín al gobierno.

  • El pico y sexo inventado por el señor Matuk, que prohibió la salida de las mujeres ciertos días y concentró la afluencia en los otros días de la semana originando más congestión y contagios, fue tan contraproducente que su autor ha pedido disculpas públicas.
  • Las restricciones de los horarios de atención de bancos, mercados y supermercados que originaron concentración de personas y la ampliación de los horarios de toque de queda, hoy en día no son avaladas ni por el errático presidente Martín Vizcarra, sus ministros y asesores. Apenas hace dos días el jefe del gobierno, autor de estos desatinos, explicaba de que forma la ampliación de los horarios de bancos, mercados y supermercados “permitirá distribuir mejor la afluencia de público y evitar contagios”.

En este escenario nacional, en el Cusco, hasta la tercera semana de abril sus autoridades se jactaban de no contar con pacientes Covid -19 en UCI, de tener únicamente 4 fallecidos y menos de 200 contagios, de haber dado de alta a sus pacientes infectados en los hospitales y que esta parte del país estaría favorecida por la naturaleza cuyos rayos ultravioletas afectaban al virus y explicaban la bajísima tasa de mortalidad local. Esta cifra reducida se mantuvo hasta inicios de este mes en que los contagios apenas superaban los 220 casos.

En el mes de mayo, se ha visto un fuerte incremento de la cifra, particularmente por la llegada de los retornantes, de forma tal que la cifra total se acerca al medio millar, aunque los casos activos sean mucho menores. A causa de esto, desde la semana anterior, las autoridades como el Gobernador Regional y los alcaldes de la ciudad, junto a autoridades policiales, militares y sanitarias, han pedido implementar las mismas medidas que en Lima y otras partes del país causaron efectos indeseados.

De manera equivoca entonces, a partir de esta semana los mercados sólo atenderán tres días a la semana, piensan extender esta medida a los supermercados y han suprimido, restringido y limitado las líneas de transporte público, con lo cual generarán inevitable congestión, hacinamiento y más contagios. Como si no fueran suficientes tantos errores ya padecidos por otras ciudades como Lima, han pedido que se amplíe el horario de inmovilización nocturna desde las 6 pm, restringiendo aún más el tiempo que los ciudadanos tienen para sus actividades esenciales.

¿Que se puede pensar de todo esto?

  • ¿Que las autoridades cusqueñas son inmunes a la data?
  • ¿Qué las lecciones que dejan los ensayos, las pruebas y errores del gobierno nacional no se conocen en esta parte del país?
  • O tal vez, ¿que las cifras que mostraba la región no se condicen con la realidad?

En su afán de planificar, decidir y dirigir, no han dudado en hacer lo que ya se comprobó que no sirve. Las consecuencias de este despropósito no se tienen que adivinar, vendrán de inmediato: más concentración de personas los días permitidos, colas, hacinamiento, contagios y más casos en esta Región que pese a todo estaba teniendo un mejor desempeño frente a la enfermedad que el resto del país.

No quiero abordar las consecuencias económicas de estas medidas, ya que no faltarán quienes desde su visión binaria de la realidad digan que la reflexión tiene un “obscuro interés crematístico” y que estas medidas “privilegian la vida antes que la economía”.  Limitó por tanto el enfoque a la lógica y la experiencia en el ámbito sanitario: Estas medidas originarán más contagios, enfermos y muertes.

Sería más apropiado hacer lo contrario.

  • Ampliar la circulación de unidades de transporte para permitir el traslado espaciado, distanciado y más económico de los ciudadanos.
  • Ampliar los horarios de atención de bancos, supermercados, mercados, bodegas y demás para que los ciudadanos tengan más horas, más holgura, más espacio y más distancia para realizar sus transacciones y adquirir sus productos.
  • Facilitar las ferias barriales, ventas por delivery y la desconcentración de los puntos de venta que evite las aglomeraciones y los desplazamientos.
  • Controlar el uso de mascarillas en los mercados y adquirirlas si es necesario para quienes no están en posibilidad de comprarlas. Los mercados y su situación sanitaria son tarea de las municipalidades, la solución no puede ser cerrarlos o restringirlo.
  • Repetir las pruebas a los trabajadores de mercados que arrojaban muy pocos contagios hasta hace apenas unas semanas y realizarlas periódicamente.
  • Ampliar la circulación a vehículos particulares y taxis para evitar que la congestión en el transporte público cause más contagios

Tropezar con la misma piedra no es lo correcto. Lampadia