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¿Las propuestas de la SNI suponen el cambio del modelo vigente?

Jaime de Althaus
Para Lampadia

El sector industrial en el Perú no pasa por un buen momento. Ha sufrido tres años de recesión continua con una caída acumulada del orden del 7%, y en los últimos 5 años ha perdido 150 mil empleos y las exportaciones no tradicionales no agrarias han disminuido en 20%, al punto que empieza a haber dudas acerca de la viabilidad de ramas emblemáticas como la exportación de textiles y confecciones.

La discusión implícita en las propuestas que formula la Sociedad Nacional de Industrias y que de alguna manera ha empezado a considerar el gobierno en el reciente Foro de Reactivación Industrial, es si el modelo de desarrollo industrial de las últimas dos décadas, que ha sido exitoso, ha llegado a su límite y necesita un cambio pasando, por ejemplo, a políticas activas de promoción e incentivo, o más bien se trata de completar el modelo en todo aquello que no se hizo o retomarlo en lo que se retrocedió.

Ese modelo ha sido el de la apertura comercial plena orientada al arancel cero, sin incentivos ni ventajas de ninguna clase. El principio subyacente es que la libre competencia en el mercado internacional y nacional permitirá desarrollar nuestras ventajas comparativas y competitivas. Y así venía ocurriendo. La industria nacional hoy es mucho más sana, fuerte y vinculada a nuestros recursos naturales que la industria ensambladora protegida que teníamos cuando aplicamos el modelo de sustitución de importaciones. Y mucho más exportadora. Su peso en el PBI, lejos de disminuir, incluso se había incrementado en una ligera medida hacia el 2007, en comparación a los 80[1] -pese a no estar protegida-, aunque recientemente se redujo un par de puntos. 

Hasta hace solo cuatro años, la industria venía creciendo a tasas muy altas sin protección alguna y podía penetrar mercados externos compitiendo con éxito. Pero esa certidumbre ha empezado a flaquear luego de los resultados de los últimos tres o cuatro años, arriba mencionados.  

La señal más preocupante es la que se advierte en la caída abrupta de las exportaciones no tradicionales no agrarias. Como vemos en el cuadro, las exportaciones de textiles y confecciones han caído casi 40% en los últimos cinco años. Y ocurre algo parecido aunque menos acentuado con las demás ramas. Estos datos llevarían a poner en cuestión la viabilidad misma del modelo actual de crecimiento industrial porque en un mercado libre, abierto y pequeño como el peruano, el crecimiento industrial está íntimamente vinculado al crecimiento del mercado externo, sólo puede darse exportando cada vez más. Y eso es lo que venía ocurriendo desde los 90, hasta el 2012.

Pero la caída en las exportaciones no tradicionales a partir del 2013 no se explica por el hecho de que el modelo ya no puede responder a las nuevas condiciones del mercado mundial, sino, más bien, por lo mismo que ha pasado en el conjunto de la economía: que en los últimos años la actividad productiva se ha repoblado de regulaciones que le restan competitividad, de modo que lo que lo que ha llegado a su límite no es el modelo sino, por el contrario, el restablecimiento de lo que hemos llamado un intervencionismo de baja intensidad, e incluso las supervivencias del modelo anterior a los 90, tales como la extremada rigidez de la legislación laboral que encarece y desalienta la contratación y desvinculación de trabajadores. En una economía abierta y competitiva, una amarra como esa vuelve inviable la producción cuando la competencia en el mercado mundial se agudiza. Pero no es solo eso, como veremos. Y allí viene la discusión.

El menor crecimiento del sector manufacturero también se explica por el debilitamiento de los encadenamientos inter-sectoriales, generado por la drástica disminución del ritmo de inversión del sector minero desde el 2011 y por la caída de la inversión pública. No deja de llamar la atención que, a diferencia de lo que enfatizaba un anterior presidente de la SNI, Pedro Olaechea, hoy el gremio no reclame el regreso de la inversión minera. Además, otro factor de pérdida de competitividad que no puede dejarse de lado es la apreciación del Sol versus el dólar.

En cuanto al tema regulatorio, Rafael Vera Tudela, gerente de normas y regulaciones de la Sociedad Nacional de Industrias, señala que lo que resta competitividad a la industria peruana es básicamente el alto costo de las regulaciones en general, y de las tributarias y laborales en particular. Según el World Economic Forum (WEF), el Perú ocupa el puesto 134 de 138 países en cuanto a carga regulatoria, que se ha incrementado profusamente en los últimos 5 o 7 años precisamente. Ese es el intervencionismo de baja intensidad del que hablábamos, que recién empezaría a ser desbrozado con los recientes decretos legislativos y por algunas normas dadas en la última etapa del gobierno anterior. Lo interesante es que la SNI formula un conjunto de propuestas específicas en este campo[1], que van incluso más allá de lo que el gobierno ha dictaminado y que deberían tomarse en cuenta.

Pero también tenemos el alto costo de las regulaciones laborales, y la extremada dificultad para contratar y desvincular trabajadores, donde estamos en el puesto 130 de 138 economías. Tenemos un mercado laboral mucho más rígido que cualquiera de nuestros socios de la Alianza del Pacífico, de modo que cualquier inversión que quisiera venir a estos lares preferirá irse a uno de esos países en lugar de venir o quedarse en el Perú. Es cierto que esto no perjudica de manera notoria a las exportaciones de textiles, por ejemplo, que tienen un régimen que les permite los contratos a plazo fijo (aunque con un límite de tres años), pero sí al resto de la industria para el mercado interno, que entonces no puede competir con las importaciones de productos similares o debe trabajar en la informalidad laboral. 

Como decíamos, la estabilidad laboral absoluta, que es lo que tenemos cuando la indemnización por despido no basta y el juez puede imponer la reposición del trabajador, es una institución supérstite del anterior modelo proteccionista, que en una economía abierta y competitiva impide a las empresas adaptarse a los cambios en la demanda y en la tecnología, condenándolas a la quiebra o a la informalidad.

Vera Tudela refiere que, según datos del WEF y del Banco Mundial, 121 economías (64%) permiten la contratación a plazo fijo para labores permanentes, 105 países (55%) no imponen límites a la renovación de contratos a plazo fijo, y 155 economías (82%) no exigen la aprobación de un tercero para desvincular a un trabajador.

En tal sentido, la Sociedad Nacional de Industrias reclama una reforma laboral que nos ponga en una posición mucho más competitiva en todos esos indicadores. Reforma que, de otro lado, permitirá el incremento del empleo, la formalización de los trabajadores, su acceso a derechos y a la negociación colectiva. Algo con lo que deberían estar de acuerdo los sindicatos, no solo por justicia laboral sino porque en última instancia les conviene desde el punto de vista de su propio crecimiento e influencia.  

La SNI propone además priorizar la negociación colectiva versus el arbitraje potestativo, otra desviación introducida a comienzos del gobierno de Ollanta Humala, que afecta la relación laboral en las empresas y promueve la ruptura de la negociación colectiva para buscar el arbitraje. Y que la SUNAFIL desempeñe una función educadora y no simplemente sancionadora.

Todo esto tiene que ver con retomar, completar y profundizar el modelo de libre mercado. Donde comienza una discusión algo distinta, es cuando la SNI pide, por ejemplo, la reducción del impuesto a la renta, que evoca las demandas de privilegios o ventajas rentistas del pasado. Pero no es así. Lo que la SNI propone, en realidad, es un impuesto competitivo, similar al promedio mundial. Como puede verse en el siguiente gráfico, dicho promedio es del orden del 23%, mientras en el Perú para la industria asciende al 37%, incluyendo el reparto obligatorio de utilidades.

Lo que propone la SNI es, entonces “establecer un programa de convergencia de la nueva tasa de IR hacia la media mundial (23%)”, considerando, adicionalmente, que el mundo marcha hacia la reducción impuesto a la renta empresarial: el 93% de países del mundo lo ha reducido (51%) o mantenido (42%) en la última década. Pide asimismo la depreciación acelerada a la inversión en activos fijos, como tiene la minería, por ejemplo, si queremos atraer nueva inversión.

Los industriales demandan, además, un papel más decidido del Estado en la defensa de la producción nacional respecto de la competencia desleal de importaciones subvaluadas o con dumping. Muestran un gráfico que señala que mientras en el mundo se aplican cada vez más medidas antidumping, en el Perú menos. Solicitan, entonces, un mecanismo anti dumping más eficiente y rápido.

 

Explican, sin embargo, que en las categorías arancelarias en las que ingresan sistemáticamente productos cuyo precio está por debajo del costo de producción, como textiles, confecciones, calzado, metalmecánica y otras, debería aplicarse un impuesto por volumen (o unidad). Jorge Peschiera, presidente del Comité de Calzado va más allá y reclama un arancel más alto para el calzado -que llega a precios irrisorios-, tal como lo hacen Colombia y México, que integran la Alianza del Pacífico e imponen aranceles de entre 30 y 40% a esos productos. Esto, señala, simplemente para emparejar la cancha, para suprimir la competencia desleal. 

La última modificación arancelaria se hizo en abril del 2011, y consistió en incrementar el número de partidas arancelarias con arancel cero y bajar otras de 13 a 11%, manteniendo las que estaban en 6%. Fue una reforma en el sentido de aproximarse al ideal del arancel cero (el arancel promedio ponderado es 1.9%). La estructura resultante podemos verla en el cuadro siguiente, extraído de la página web del MEF. Observamos que más del 70% del valor de las importaciones paga arancel cero, y las que pagan 11% no llegan al 5% en cuanto a valor. 

Evidentemente las propuestas de la SNI implicarían una cierta reversión del movimiento al arancel cero, pero se trata de cambios muy acotados a los casos de competencia desleal, donde mecanismos como el de imponer aranceles anti dumping no resultan suficientemente operativos o eficaces. Debería quedar absolutamente claro que esas modalidades arancelarias excepcionales sólo se aplican en determinadas circunstancias demostrables, porque de lo contrario podría desatarse una presión por subir aranceles ya de manera indiscriminada.

Pero, lógicamente, la prioridad debería ser la de disminuir los impactos negativos en la competitividad del sector manufacturero generados por los costos regulatorios, laborales, cambiarios. Y también logísticos, que se han vuelto crecientemente asfixiantes.  En ese sentido la SNI pide definir un Plan de Infraestructura inter-modal, crear la Autoridad Única de Transporte de Lima y Callao, aplicar acciones de reingeniería de tránsito para mejorar el flujo de vehículos, implementar un corredor segregado para camiones de carga en el Callao, eliminar cargos de la tarifa eléctrica no asociados directamente al servicio, y otras medidas de ese tipo. 

También formula propuestas para reforzar todo lo que son normas técnicas, calidad, capacitación, innovación e investigación, a fin de desarrollar nuevos productos y procesos. En la exportación de confecciones, por ejemplo, ya no podemos competir con El Salvador y países asiáticos emergentes no solo por el costo de la mano de obra, sino por el atraso productivo en el algodón agravado por la imposibilidad de producir algodón transgénico. Habría que levantar esa prohibición. E incluso empezar a desligarse de la materia prima natural. Ricardo Briceño nos decía que las exportaciones de confecciones solo serán viables y retomarán impulso si dan el salto hacia la fabricación de prendas con fibras artificiales o sintéticas modernas, esas que se usan ahora en las competiciones e incluso en el uso diario, que pesan nada, previenen la sudoración, no se arrugan, son más resistentes a las lavadas, se amoldan mejor al cuerpo, entre otras propiedades. Hay mucha investigación y tecnología al respecto. Producirlas acá supone invertir en patentes, equipos y demás, lo que requiere condiciones de competitividad. Lo que tenemos es una amplia mano de obra de costureras y bordadoras plenamente capacitadas que pueden hacer lo mismo con las nuevas telas.

Fuera de esto, la SNI propone ciertas políticas que podríamos llamar activas, tales como el establecimiento de “Zonas Económicas Especiales” tales como las que existen en muchísimos países, incluyendo los otros tres de la Alianza del Pacífico, y que tienen como particularidad un impuesto a la renta cero o 15% como máximo. También la promoción de parques industriales modernos, con mecanismos de inversión simplificados.

Nos parece que la Sociedad Nacional de Industrias ha alcanzado un mayor  grado de maduración en sus propuestas. Estas no consisten en un listado de pedidos mercantilistas, sino en un conjunto de medidas orientadas a restablecer la operatividad del modelo de economía libre y abierta, afectado por sobre regulaciones y trabas diversas y por rezagos de políticas del modelo proteccionista que no caben en un esquema de competencia abierta en el mundo. Contienen también un conjunto de propuestas orientado a mejorar la productividad de la economía, tanto en lo logístico como en la formación de recursos humanos e investigación a fin de avanzar en nuevos productos y procesos. Todo esto complementado con algunas medidas arancelarias heterodoxas que atienden a casos específicos que podrían justificarlas, y por determinadas políticas activas de creación de espacios que atraigan la inversión industrial.

También ha desarrollado la SNI una batería de propuestas para sectores específicos, tales como el textil-confecciones, pesca y acuicultura, alimentos, etc.

En tal sentido, nos parece que la importancia del tema justificaría la creación de una mesa ejecutiva en el ministerio de la Producción, con participación del ministerio de Economía y el de Transportes, para acordar un plan de implementación de estas u otras medidas cuya finalidad sea crear condiciones que permitan elevar la competitividad de nuestra industria a fin de atraer inversión y relanzar una industria fuertemente exportadora. Lo que no podemos hacer es dejar que siga languideciendo la producción industrial y cayendo la exportación no tradicional sin hacer nada. Necesitamos un plan con parámetros claros para reimpulsarla con más fuerza. Lampadia

[1] Con lo que hay que tener cuidado es con las comparaciones de más largo plazo, como lamentablemente sigue haciendo la SNI, pues antes de la liberación de la economía peruana, la industria nacional, que estaba signada por el proteccionismo y el mercantilismo, registraba cifras de producción distorsionadas tanto por los altísimos aranceles que la protegían, como por los altos márgenes de los productores que no tenían competencia. Ambos temas iban en detrimento, obviamente, del ciudadano-consumidor.

[2] Ver Presentación: “Aportes para la reactivación industrial”, Foro Ejecutivo: Reactivación industrial, Febrero 2017




El teorema que revolucionó la visión de los aranceles y salarios

En este análisis presentamos la tercera publicación de The Economist sobre las más importantes teorías económicas explicadas de una manera menos ‘matematizada’ y con énfasis en cómo estas teorías se aplican en la actualidad.

Este artículo se refiere al teorema de Stolper-Samuelson y su vinculación con el libre comercio. El libre comercio es un principio destinado a promover el comercio internacional mediante la eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias y normas nacionales que pueden restringir la importación de bienes y servicios. 

La base de este sistema radica en las teorías económicas clásicas de la división del trabajo entre las diferentes naciones y las ventajas comparativas (un país debe especializarse en las actividades donde más ventaja tiene). Su propósito es, en principio, aumentar la riqueza de cada nación las naciones que intercambian bienes y servicios. 

Aquí es donde entra el teorema de Stolper-Samuelson y cómo revolucionó la visión económica del libre comercio. El teorema muestra como las importaciones de productos de países que tienen mano de obra más barata, afectan de forma negativa  los salarios de los obreros de los países más ricos, que pagan mejores salarios. Sus conclusiones pueden resumirse en el siguiente enunciado: “El comercio internacional provoca que la remuneración real de los factores de producción en los que el bien en el que un país tiene ventaja comparativa es intensivo se vea inequívocamente favorecida en perjuicio de la remuneración real de los restantes factores”.

Para entender mejor este análisis, los economistas Wolfgang Stolper y Paul Samuelson utilizaron la narrativa del país que producía relojes y trigo. La relojería (que es intensiva en mano de obra) se beneficia de un arancel de 10%. Cuando se retira este arancel, los precios de los relojes caen en una proporción similar. La industria, que ya no puede sostenerse, comienza a despedir a los trabajadores y a desocupar la tierra.

¿Qué sucede entonces? Dado que los precios del trigo no han caído, pero sí los salarios y los alquileres, entonces los productores de trigo serán excepcionalmente rentables y podrán expandirse. Pero, como requieren más tierra que mano de obra, su expansión pondrá más presión al alza a las rentas que a los salarios. Al mismo tiempo, la contracción de la industria relojera pone más presión a la baja de los salarios que a los alquileres. Esto causará que los salarios caigan más de un 10%, mientras que los alquileres se elevarán un poco.

La conclusión, en palabras de The Economist es que “los trabajadores estén inequívocamente en peores condiciones. Su versatilidad no los salvará. Tampoco importa qué combinación de relojes y trigo compren.”

Si bien este argumento ha sido utilizado para defender medidas proteccionistas, Samuelson siempre defendió el libre comercio, pero sí subrayaba la necesidad de que la sociedad ayude y compense a aquellos afectados más negativamente por el libre comercio. En un mundo con dos bienes y dos factores de producción, donde la especialización sigue siendo incompleta (existe una mano de obra calificada y una no calificada), el más afectado  es el factor “escaso”. No en términos relativos, pero en términos absolutos. Pero el teorema es también bastante limitado en su aplicabilidad. Sólo se aplica a un caso con dos bienes y dos factores, por lo que su verdadera relevancia en el mundo siempre está en cuestión.

Sin embargo, si se puede observar cierta relevancia en el patrón de salarios actuales gracias a la globalización. En los países ricos, los trabajadores cualificados son abundantes para los estándares internacionales y los trabajadores no calificados son escasos. A medida que la globalización ha avanzado, los trabajadores con educación universitaria han disfrutado de aumentos salariales más rápido que sus compatriotas menos educados, muchos de los cuales han sufrido ingresos reales estancados. La globalización ha hecho daño al ‘factor’ escasez (obra no calificada) en los países ricos y ha ayudado al factor abundancia.

En términos generales, sin embargo, podemos concluir que el libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad global, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.

Afortunadamente, el Perú supo aprovechar la ventana de oportunidad para celebrar acuerdos comerciales bilaterales: Los famosos TLCs, que hoy cubren más del 90% de nuestro comercio internacional. Estos acuerdos constituyen una sólida protección de nuestras relaciones comerciales que serán la visa para continuar exportando nuestros productos a todos los mercados globales. Otro aspecto que nos protege, es que hemos diversificado nuestro comercio exterior en proporciones parecidas con los tres grandes bloques económicos: EEUU, Europa y el Asia.

Muelle Sur del puerto del Callao. Fuente: desarrolloperuano.blogspot.com

La prédica anti comercio se está multiplicando aceleradamente en los países más ricos, que acusan sus problemas de desigualdad a la deslocalización de empleo, la tercerización de mano de obra a economías de menores salarios. Sin embargo, como es imposible aislar los impactos de un solo factor en economías complejas, muy bien se podría postular que el estancamiento de los ingresos de la mano de obra menos calificada en los países ricos, se debe más bien al impacto del avance tecnológico, a la cuarta revolución industrial, que sin campanas que la anuncien, ya estaría produciendo los efectos que todo el mundo espera para más adelante. Nótese que este impacto alternativo, que se trae abajo la prédica de la desigualdad, es creado por los mismos países más ricos. O tal vez, la explicación esté en la combinación de estos dos factores y seguramente otros más.

Por eso, las modas, o los ‘fads’, como dicen en EEUU, pueden ser muy peligrosas.  

Ahora debemos prepararnos para defender el libre comercio en todos los foros internacionales y cuidar nuestros acuerdos de libre comercio. Lampadia

Tarifas y salarios

Un incómodo ápice de la verdad

El tercer artículo en nuestra serie (The Economist) se centra en el teorema de Stolper-Samuelson

Pubicado en The Economist

6 de Agosto de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

En agosto de 1960, Wolfgang Stolper, un economista estadounidense que trabajaba para el ministerio de desarrollo de Nigeria, se embarcó en un viaje a la región más pobre en el norte del país, una tierra de “suciedad y dignidad”, siempre gobernada por emires conservadores y “funcionarios británicos de segunda categoría que no gustaban de las empresas”.

En este sombrío panorama comercial floreció una extraña flor: Kaduna Textile Mills, construida por una firma de Lancashire [Reino Unido] unos años antes, y que empleaba a 1,400 personas a quienes se les pagaban tan solo £ 4.80 (US$ 6.36) al día en precios actuales. Y sin embargo, requería de un arancel de 90% para competir.

La mano de obra calificada era escasa: el molino solo había encontrado a seis norteños con la capacidad necesaria para formar como capataces (tres fracasaron, dos resultaron ser “más o menos”, uno fue “excelente”). Algunos empleados caminaban diez millas para llegar al trabajo, otros llevaban las esperanzas de sus familiares en sus espaldas. Muchos renunciaron, incrementando el costo de encontrar y capacitar a los reemplazos. A menudo, muchos de los que se quedaron estaban demasiado cansados, no contaban con la experiencia necesaria o no estaban capacitados para realizar el correcto mantenimiento de las máquinas. “La mano de obra africana es la peor pagada y la más cara del mundo”, se quejó Stolper.

Stolper llegó a la conclusión de que Nigeria todavía no estaba lista para la industria a gran escala. “Cualquier industria requerirá impuestos muy altos, lo cual va a empobrecer al país y no vale la pena,” pensaba. Este no fue un punto de vista popular entre sus compañeros. Pero las ideas de Stolper tenían una importancia inusual. Era muy sociable y carismático, capaz de beber como un pez. A él le gustaba “ensuciarse las manos” en el trabajo empírico. Y su análisis triunfal, lo que le ganó el respeto de sus amigos y la atención de sus superiores, fue el “teorema de Stolper-Samuelson” que lleva su nombre.

El teorema fue establecido 20 años antes, en un artículo seminal co-escrito por Paul Samuelson, uno de los pensadores más célebres de la disciplina. Este dio un nuevo enfoque a un viejo tema: la relación entre las tarifas y los salarios. Su fama e influencia fue generalizada y persistente, precedió a Stolper en Nigeria y se proyectó más allá de su muerte, en 2002, a la edad de 89 años. Incluso hoy en día, el teorema está dando forma a los debates sobre los acuerdos comerciales como la Asociación Trans-Pacífico (TPP) entre Estados Unidos y otros 11 países en la cuenca del Pacífico.

El estudio era “extraordinario”, según Alan Deardorff de la Universidad de Michigan, en parte porque resultó de algo aparentemente obvio para los ‘no-economistas’: el libre comercio con los países de bajos ingresos podría perjudicar a los trabajadores en un país con salarios altos. Tradicionalmente, los economistas no habrían tomado mucha atención a esta queja de sentido común. Ellos afirmaban que el trabajo mal pagado no es necesariamente barato, ya que los bajos salarios a menudo reflejan una baja productividad, como mostró el ejemplo de Kaduna Textile Mills. El teorema de Stolper-Samuelson, sin embargo, encontró “un ápice de posible verdad” (como Samuelson lo expresó más adelante) en el viejo argumento de que los trabajadores de los países ricos necesitan protección contra la “pobre mano de obra” barata de otros países

Para entender por qué el teorema fue tan importante, es necesario comprender la gran cantidad de sabiduría que perturbó. Los economistas siempre habían sabido que las tarifas (o aranceles) ayudaban a las industrias protegidas por ellas. Pero también afirmaban tajantemente que el libre comercio beneficiaba a todos los países en su conjunto. En 1817, David Ricardo  mostró que un país podía beneficiarse del comercio incluso si hiciera todo mejor que sus vecinos. Un país que es mejor en todo todavía puede ser “más mejor”, por así decirlo, en algo. Debe concentrarse en eso, demostró Ricardo, importando lo que sus vecinos hacen “menos peor”.  

Si la mala gramática utilizada no es suficiente para explicar el punto, tal vez una antigua analogía lo hará. Supongamos que el mejor abogado de la ciudad también es el mejor mecanógrafo. Le toma sólo diez minutos escribir un documento que a su secretaria le toma veinte. En ese sentido, escribir le cuesta menos. Pero en el tiempo que pasó escribiendo pudo haber estado trabajando en abogacía. Y él puede hacer mucho más trabajo legal que su secretaria, incluso si ella se tomara el doble de tiempo. En ese sentido, transcribir un documento le cuesta mucho más. Por lo tanto, el abogado (que puede escribir rápido) debería especializarse en el trabajo legal e ‘importar’ la mecanografía.

En el modelo de Ricardo, la misma industria puede requerir más mano de obra en un país que en otro. Tales diferencias en los requerimientos de mano de obra son una de las motivaciones para el comercio. Otra es la diferencia en la oferta de trabajo. En algunos países, como Estados Unidos, la mano de obra es escasa en relación a la cantidad de tierra, el capital o la educación del país. En otros ocurre lo contrario. Los países difieren en su mezcla de trabajo, tierra, capital, habilidad y otros “factores de producción”. En los años 1920 y 1930, Eli Heckscher y su alumno, Bertil Ohlin, fueron pioneros en un modelo de comercio impulsado por estas diferencias.

En su modelo, el comercio permitió a países como Estados Unidos ahorrar en mano de obra al concentrarse en actividades intensivas en capital. Las industrias que requieren grandes cantidades de mano de obra podrían dejarse en manos de extranjeros. De esta manera, el comercio alivió la escasez de trabajo.

Eso fue bueno para el país; pero, ¿Fue bueno para los trabajadores? La escasez es una fuente de valor. Si el comercio disminuye el valor de la escases de los trabajadores, también erosionaría su poder de negociación. Era muy posible que el libre comercio reduciría la proporción del ingreso nacional de los trabajadores. Sin embargo, dado que el comercio también amplía esos ingresos, los economistas afirmaban que esto dejaría a los trabajadores en una mejor situación. Por otra parte, incluso si la competencia extranjera deprimiese los salarios “nominales”, también reduciría el precio de los bienes importables. En función de sus patrones de consumo, el poder adquisitivo de los trabajadores podría entonces aumentar, incluso si sus salarios cayeran.

Hipótesis de trabajo

Había otros motivos que causaban optimismo. La mano de obra, a diferencia del petróleo, tierras de cultivo y muchos otros recursos productivos, es necesaria en todas las industrias. Por lo tanto, sin importar cómo evolucione la mezcla industrial de un país, la mano de obra siempre estará en demanda. Con el tiempo, la mano de obra también es muy versátil y adaptable. Si el comercio le permite a una industria ampliarse y obliga a otra a contraerse, los nuevos trabajadores simplemente migrarán hacia las tierras industriales iluminadas por el sol y le darán la espalda a los sectores en el lado más oscurecido por el sector. “A la larga, la clase obrera en su conjunto no tiene nada que temer del comercio internacional”, concluyó Gottfried Haberler, un economista austríaco, en 1936.

Stolper no estaba tan seguro. En su opinión, el modelo de Ohlin no estuvo de acuerdo con Haberler a pesar de que el propio Ohlin no estaba tan decidido. Stolper compartió sus dudas con Samuelson, su joven colega de Harvard. “Analízalo, Wolfie,” instó Samuelson.

Inicialmente, la pareja trabajó con un ejemplo sencillo: una economía pequeña y bendecida con abundante capital (o tierra), pero con una mano de obra escasa, produciendo relojes y trigo. Los economistas posteriores han clarificado la intuición base del modelo. En una narración inicial, la relojería (que es intensiva en mano de obra) se beneficia de un arancel de 10%. Cuando se deroga la tarifa (o arancel), los precios de los relojes caen en una proporción similar. La industria, que ya no puede sostenerse, comienza a despedir a los trabajadores y desocupar la tierra. Cuando el polvo se asiente, ¿qué ocurre con los salarios y las rentas de la tierra? Un lego podría suponer que ambos caen en un 10%, devolviéndoles ganancias a los relojeros. Un lego  inteligente podría adivinar que la renta de los alquileres caerá menos que los salarios, debido a que la contracción de la relojería liberará más trabajo que tierra.

Ambas son un error, porque ambas ignoran lo que está pasando en el resto de la economía. En particular, el hecho que los precios del trigo no han caído. Por lo tanto, si los salarios y los alquileres disminuyen, los productores de trigo serán excepcionalmente rentables y podrán expandirse. Dado que requieren más tierra que mano de obra, su expansión pone más presión al alza sobre las rentas que sobre los salarios. Al mismo tiempo, la contracción de la industria relojera pone más presión a la baja de los salarios que a los alquileres. En el tira y afloja entre los dos sectores, los salarios caen desproporcionadamente (en más de un 10%) mientras que los alquileres, paradójicamente, se elevan un poco.

Esta combinación de tierra un poco más cara y trabajo mucho más barato restaura el modus vivendi entre las dos industrias, deteniendo la contracción de los relojeros y la expansión de los agricultores. Debido a que los agricultores necesitan más tierra que mano de obra, los alquileres ligeramente más altos los disuaden con igual fuerza que los menores salarios los atraen. La combinación también restaura las ganancias de los relojeros, porque la mano de obra mucho más barata los ayuda más que el daño que les hace un alquiler un poco más alto de la tierra.

El resultado es que los salarios han disminuido más que los precios de los relojes, y los alquileres en realidad han aumentado. De ello se desprende que los trabajadores están inequívocamente en peores condiciones. Su versatilidad no los salvará. Tampoco importa qué combinación de relojes y trigo compren.

Posteriormente, Stolper, Samuelson y sus sucesores extendieron el teorema a casos más complicados. Una variación popular es la de dividir el trabajo en dos: calificado y no calificado. Ese tipo de distinción ayuda a identificar lo que más tarde atestiguó  Stolper en Nigeria, en donde los trabajadores educados eran infinitamente raros. Con un arancel de 90%, Kaduna Textile Mills podría permitirse el lujo de entrenar a los capataces locales y contratar a los técnicos. Sin él, Nigeria probablemente habría importado textiles de Lancashire. El libre comercio, por lo tanto, habría herido el factor “escasez”.

En los países ricos, los trabajadores cualificados son abundantes para los estándares internacionales y los trabajadores no calificados son escasos. A medida que la globalización ha avanzado, los trabajadores con educación universitaria han disfrutado de aumentos salariales más rápido que sus compatriotas menos educados, muchos de los cuales han sufrido ingresos reales estancados. En vista de ello, este patrón de salario es consistente con el teorema de Stolper-Samuelson. La globalización ha hecho daño al ‘factor’ escasez (obra no calificada) y ha ayudado al factor abundancia.

Pero si se analiza más de cerca, el rompecabezas continúa. El teorema es incapaz de explicar por qué los trabajadores cualificados han prosperado, incluso en los países en desarrollo, donde no son abundantes. Su suposición de que todos los países hacen todo: relojes y trigo, también puede exagerar los peligros del comercio. En realidad, los países van a importar algunas cosas que ya no producen y otras que nunca lo hicieron. Las importaciones no pueden herir a una industria local que nunca existió (ni mantener o lastimar una industria que ya está muerta).

Algunas otras premisas del teorema también son cuestionables. El supuesto de que los trabajadores se moverán de una industria a otra puede cegar la verdadera fuente de sus dificultades. Las importaciones chinas no han exprimido a los trabajadores americanos de la fabricación en las industrias que necesitan menos mano de obra; los han expulsado de la fuerza de trabajo en conjunto, de acuerdo con David Autor del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y sus co-autores. Señalan que el “shock de China” se concentró en unas pocas localidades de fabricación de las cuales los trabajadores han luchado por escapar. Gracias a la globalización, ahora las mercancías se mueven fácilmente a través de las fronteras. Pero los trabajadores se mueven preocupados incluso dentro de las fronteras.

Los hombres de los granos

La aceptación del teorema de Stolper-Samuelson no fue instantánea o universal. El documento original fue rechazado por la American Economic Review, cuyos editores lo describieron como “un estudio muy estrecho de la teoría formal”. Incluso el propio libro de Samuelson maneja la proposición con cautela. Tras la confirmación de que el libre comercio podría dejar a los trabajadores estadounidenses en una peor situación, añadió una advertencia: “A pesar de admitir esto como una ligera posibilidad teórica, la mayoría de los economistas todavía están inclinados a pensar que su grano de verdad se ve compensado por otras consideraciones, más realistas,” escribió.

¿Qué pensaba Stolper? Un veterano de la práctica económica, así como de los principios, no era un esclavo del formalismo o ciego a las “consideraciones realistas”. De hecho, en Nigeria, Stolper descubrió que podía “suspender la teoría” más fácilmente que algunos de sus colegas con mentalidad política (tal vez porque la teoría  les fue revelada, pero escrita por él).

Sin embargo, él estaba seguro de que su estudio valía la pena el esfuerzo. Dijo que daría su ojo izquierdo para poder producir otro igual. En el 50 aniversario de su ensayo, de hecho había perdido el uso de ese ojo, señaló con tristeza. La otra parte del trato, sin embargo, quedó sin cumplirse: nunca logró escribir otro ensayo tan bueno. No mucha gente lo ha hecho. 

Lampadia




Nuestro potencial de crecimiento está aún intacto

Nuestro potencial de crecimiento está aún intacto

Para sorpresa de muchos analistas y en contra de la tendencia de algunos productores de commodities, la economía de Perú tuvo un crecimiento de 6.39 % en diciembre (la expansión mensual más grande en dos años), lo cual hizo que el crecimiento anual ascendiera a 3.26%. Un rebote pequeño pero significativo del pobre crecimiento de 2.39% en 2014. Esto a pesar de haberse trabado decenas de importantes proyectos de inversión productiva y de infraestructuras.

Así reportamos esta noticia hace pocos días. Ver en Lampadia: Minería impulsa la economía peruana. Esta nota mereció un sesudo comentario de Emilio Zúñiga Castillo, Presidente Adjunto de Latin Pacific Capital: “El crecimiento en una economía de mercado se debe a los sectores con ventajas comparativas y por lo tanto por aquellos sectores de alta productividad. Estos sectores demandan insumos de otros y por lo tanto jalan al resto y son claves en el crecimiento. Este tipo de crecimiento no es uniforme, sino desigual. En el Perú, crece la minería, los hidrocarburos (gas principalmente), la agroindustria y el turismo como sectores punta. Dentro de ellos, las inversiones mineras y petroleras son masivas con miles de millones y de ahí su gran impacto en el crecimiento. Desconocer lo anterior es ignorar la teoría elemental del desarrollo económico en una economía de mercado”.

El aumento fue impulsado por el sector de la minería e hidrocarburos, lo que representa algo menos del 12% del PBI peruano. El sector aumentó un 22.4 % en diciembre, la tasa de crecimiento más fuerte desde 2002. El alza es impulsada principalmente por un fuerte ascenso en la minería metálica, la cual tuvo una variación de 30.7% en el mismo periodo, con un peso en el PBI de solo 7.4% (como se puede observar en el gráfico inferior). Esto fue el resultado de una mayor producción de cobre, que subió un 68 % durante el mes en comparación con el mismo período del año pasado, gracias a nuevas producciones o ampliaciones, entre las que destaca el proyecto icónico de Las Bambas, propiedad de MMG de China.

Otros sector que registró un fuerte crecimiento es la pesca, que se expandió 82.5 % en diciembre, gracias a las 514,000 toneladas de anchoveta capturadas en diciembre. Esto impulsó la industria pesquera a 15.9% en 2015.

Por otro lado, el sector de telecomunicaciones creció un 11.3%, impulsado por una mayor demanda de servicios de internet, planes de datos móviles, la entrada de nuevos operadores, y una mayor cobertura de red. Además, el sector de manufactura subió 5% en diciembre, por el aumento de la producción de harina de pescado, aceite de pescado y productos de petróleo refinado.

Según el MEF, es probable que la economía se expanda un 4% en el primer trimestre de este año, lo cual es bastante bueno comparado con muchos países de América Latina que están luchando con los precios más bajos de las materias primas. Todo esto demuestra la solidez de los fundamentos macroeconómicos y productivos de nuestro país.

La economía de Perú continuará acelerándose en los siguientes meses mano a mano con la recuperación de las exportaciones. Según el BCRP, en diciembre del 2015, el Perú registró un superávit comercial de US$ 210 millones, con exportaciones de US$ 3,170 millones e importaciones de US$ 2,960 millones. Además, el INEI afirma que el volumen total de bienes exportados aumentó en 7.8% con respecto a diciembre del año pasado, como resultado de los mayores envíos de productos tradicionales (14.5%) y no tradicionales (1.4%).

La principal razón del alza de las exportaciones tradicionales fue la recuperación minera, la cual aumentó en 24.5%: cobre (49.6%), oro (1.6%), plomo (41.3%), estaño (28.9%) y hierro (21.4%). Según el INEI, los principales países de destino fueron China con una participación de 19.6% del total, Estados Unidos (19.2%), Suiza (5.6%) y Canadá (4.3%).

Para más detalles de las exportaciones, ver el siguiente video interactivo publicado por el INEI:

Los analistas de Focus Economics proyectan un incremento en las exportaciones nacionales de 2.7% en 2016 y además se espera que las ventas a los mercados extranjeros se expandan un 10.1% en 2017.

Todo este crecimiento es a pesar del aumento de la tasa de la FED y la consiguiente alza del dólar. Esto teóricamente afecta negativamente nuestro crecimiento, pues reduciría la inversión privada debido al mayor costo y disponibilidad de financiamiento, al igual que el consumo privado, debido al mayor costo de la deuda. Esto es lo que ha venido impulsando una mayor tasa de inflación, induciendo a nuestro Banco Central a subir sus tasas de referencia.

En enero, la tasa anual se ubicó en un 4.61%. De acuerdo a los estimados de este mes, la inflación anualizada llegaría a ubicarse entre un 4.30% y un 4.80%, por encima del rango meta de entre un 1% y un 3% del Banco Central. Es por esto que el BCRP ha incrementado por tercera vez consecutiva la tasa de referencia de la política monetaria, buscando contrarrestar el alza de la inflación. 

El Perú tiene reservas fiscales del orden de 15% del PBI para el financiamiento del país, y parte de ellas deberían utilizarse para incrementar la inversión pública, pues este tipo de obras contribuirán a la reactivación económica. Esa es la gran falla del Ministerio de Economía y Finanzas, ya que en su último reporte se afirmó que la ejecución de proyectos de inversión del gobierno cayó un 41% en enero. 

Para retomar la senda del crecimiento y el ciclo virtuoso del Perú, urge seguir promoviendo un alto nivel de inversión sobre el PBI. La inversión es la fuente principal de crecimiento de la economía y el empleo. Hoy estamos atrapados entre la tramitología y el caos político.

En Lampadia propusimos formar equipos de profesionales independientes que se encargaran de evaluar, monitorear y ver que los proyectos más importantes no se paralizaran, manteniendo informada a la población y planteando las necesarias acciones de gobierno para lograrlo. Ver en Lampadia: 7 equipos que aseguren el desarrollo de 7 proyectos.  El ejecutivo, con falta de sentido práctico y mucha soberbia decidió enfrentar la tarea con sus propios medios. Pues bien, no han logrado encaminar adecuadamente ni un solo proyecto. Solo veamos en que andan cinco de los proyectos que incluimos en la lista: Tía María, el Gasoducto Sur, el Lote 108, la Línea 2 del Metro y Majes Siguas II.

Ahora tenemos que reaccionar. Debemos liberar la economía de las trampas regulatorias y crecer a un mínimo de 5.5% por año. Nuestro potencial de crecimiento se encuentra intacto. No podemos perder cinco años más, tenemos una gran deuda con nuestros pobres y debemos aprovechar la ola de la cuarta revolución industrial. El momento de actuar es ahora y la decisión está en manos de todos los peruanos. Lampadia

 




Las IDEAS y sus consecuencias

Las IDEAS y sus consecuencias

Arnold C. Harberger, University of Chicago

Presentación en la Reunión de the Mont Pelerin Society en Lima, Perú, marzo 2015

 

Traducido, glosado y comentado por Lampadia

El Profesor Arnold Harberger, de 90 años de edad, uno de los pocos sobrevivientes de esa generación de economistas de la Universidad de Chicago que formaron a muchos jóvenes economistas de la región desde los años 60, compartió en el Perú una lección magistral de economía llena de sentido común en la que también aprovechó para desmitificar el prejuicio sobre los llamados “Chicago Boys”.

Efectivamente, los Chicago Boys no fueron los soldados de Pinochet, que impusieron reformas neoliberales a sangre y fuego. Más bien fueron profesionales comprometidos con sus países y que, sin lugar a dudas, fueron los responsables de la recuperación de América Latina de las nefastas políticas Cepalinas y de la Getulio Vargas, que solo trajeron estancamiento económico, empobrecimiento y una cultura de resentimiento. Esta última actuó como una suerte de lluvia ácida que desde los años 60 quemó las neuronas de gente muy valiosa. No solo perdimos treinta años de desarrollo, también perdimos casi una generación completa de los mejor de nuestra clase profesional y académica.

Nadie puede negar que la región es hoy día otro planeta. Por eso el Profesor Harberger afirma sentirse orgulloso de los economistas que transformaron eventualmente Chile, Panamá, Uruguay, Argentina y México. Reconociendo también los aportes de otras escuelas en Brasil y Perú.

La presentación de Harberger tiene dos partes importantes. Una primera donde explica la naturaleza de las enseñanzas de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, y una segunda donde abunda, con ejemplos sencillos, sobre las relaciones entre las buenas ideas y sus consecuencias.

Uno de los mayores problemas de aprendizaje de los pueblos, sobre las políticas públicas, es que casi nunca se hacen y comunican las relaciones causa-efecto entre las políticas y los resultados. Esta es una falla de los políticos, que de repente no las entienden, pero sobre todo de los economistas, que suelen ser pésimos comunicadores.

Por ejemplo, en el caso del Perú, pasamos de treinta años de estancamiento, empobrecimiento, falta de inversión y crecimiento; a veinte años inversión, crecimiento, disminución acelerada de la pobreza y la desigualdad y recuperación de la confianza de los ciudadanos en el futuro. Pero, ninguno de los gobiernos que navegaron sobre este proceso espectacular, supo, trató y/o logró comunicar a los ciudadanos el antes y después, el origen y el destino, la causa y el efecto de uno de los procesos de cambio más espectaculares de la historia económica mundial: “La Gran Recuperación de la Economía Peruana desde 1993”.

Por esta razón es que creemos de vital importancia aprovechar la extraordinaria presentación del Profesor Harberger para divulgar algunas lecciones que nuestros líderes locales no supieron aportar. A continuación presentamos una traducción libre de la presentación del gran Profesor de Economía de la Universidad de Chicago en Lima:

Me han asociado a la gran ola liberalizadora y de reformas que ocurrió en América Latina mayormente en los años 70. Esa asociación ha sido exagerada, pero existe en cierta medida.

Para referirse a esta época siempre se cita a los llamados Chicago Boys. Esa etiqueta vino de Chile, donde había más Chicago Boys que en otras partes. Peroellos también fueron importantes en Uruguay (80s), Argentina (90s), México (70s), y Panamá (60s).

Pero quiero enfatizar, que las buenas ideas sobre economía, no pertenecían solo a los Chicago Boys de la región. Entre muchos otros teníamos a Hernán Büchi, Jorge Cauas, y José Piñera en Chile, Alejandro Vegh Villegas en Uruguay, Domingo Cavallo en Argentina, Pedro Aspe en México, Roberto Campos en Brasil y Hernando de Soto y Carlos Boloña en Perú.

También quiero reconocer reformistas fuera de Chicago. Tanto ellos como sus alumnos, también fueron determinantes en la económicamente complicada Latinoamérica. Algunos nombres importantes:

Los Premios Nobel: Gary Becker, Bob Fogel, Milton Friedman, James Heckman, Bob Lucas, Bob Mundell, Theodore Schultz, Larry Sjaastad y George Stigler.

No es posible que un grupo de estudiantes, expuestos a las enseñanzas de estos Profesores durante un tiempo importante, se pierdan una gran educación económica.

Déjenme elaborar un poco sobre las ideas económicas de la Escuela de Chicago de ese entonces y hasta ahora:

Seguro se sorprenderán cuando les aseguro que durante mi tiempo en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, nunca he presenciado prédicas o enseñanzas de naturaleza ideológica. Milton Friedman me enseñó sobre la oferta y la demanda y sobre cómo funcionaban los mercados de bienes, de capital y de trabajo.Capitalism and Freedom” y“Free to Choose”, no estaban en su lista de lecturas. Si figuraban: Notas sobre la teoría de precios y su “Monetary History”de EEUU.

No había el más mínimo sesgo político en el Departamento de Chicago. Friedman estaba orgullosos de señalar de que de los tres más importantes departamentos de economía, el de Chicago estaba dividido a medias entre republicanos y demócratas, mientras los demás (Harvard y MIT) eran tremendamente demócratas.

¿Cómo podemos medir los costos y beneficios de nuevas políticas y reformas, cuando se insertan en un mundo lleno de distorsiones?

Felizmente, la economía tiene las herramientas para lidiar con estas situaciones, y estas son exactamente las herramientas que nos dicen que una economía ampliamente competitiva y el libre mercado a nivel global, producen los mejores resultados.

Si hubiera una solo lección que fuera el objetivo de mi enseñanza de economía, sería el tratar de dar a mis estudiantes las guías sobre como pilotear el bote de políticas, no solo en las aguas calmadas de un estado ideal de cosas, sino también, y mayormente, en medio de las aguas turbulentas que nos presenta la realidad.

Así es como los estudiantes que lideraron las reformas en Chile, Panamá, México, Uruguay y Argentina llevaron con ellos el gran mensaje de sus profesores de Chicago, así como algunos consejos sobre el arte de pilotear los botes en aguas movidas. He seguido su trabajo durante medio siglo y debo admitir que me siento inmensamente orgulloso de lo que han logrado. Definitivamente, mi rol ha sido el de un profesor en el aula y el de un cheerleader mientras ellos ponían en práctica sus reformas. Y puedo decir más o menos lo mismo por mis colegas de Chicago.

Las malas ideas tienen malas consecuencias. Miremos los siguientes casos:

  • Allende en Chile
  • Isabelita Perón en Argentina
  • Alan García (en su primer gobierno) en Perú
  • Chávez y Maduro in Venezuela

Pero a veces hay cosas que nos sorprenden, como Argentina conNéstor Kirchner y Cristina Fernández.

No conozco una sola genuinamente buena política o reforma hecha durante su gobierno. Más bien todos sabemos de los malos pasos que dieron. Sin embargo, hasta hace poco, continuaba el crecimiento económico a un ritmo sorprendente. (Aunque los datos de los últimos años sean sospechosos).

La mejor explicación del crecimiento durante los Kirchner-Fernández es que:

  • Heredaron un muy buen paquete de políticas de los años anteriores
  • Se beneficiaron de excelentes precios de sus principales exportaciones

Lección: Las malas políticas se puede escapar de las malas consecuencias con mucha suerte [y por algún tiempo].

La siguiente lección:

Las consecuencias de las buenas políticas se encuentran en niveles, no en tasas de crecimiento.

Si liberalizamos las barreras arancelarias y hacemos la economía X por ciento más eficiente, seguirá siendo más eficiente mientras que esa política se mantenga. Puede volverse más eficiente rápidamente o gradualmente, según se adapte la economía.

Si buscas el efecto en el ritmo de crecimiento, te puedes decepcionar. Si aprecias el efecto en el nivel de producción, podrás estar satisfecho.

Mientras continuo con este tema de ideas y sus consecuencias tengo que mencionar que en mi mente hay un paso intermedio entre las ideas y sus consecuencias. Ese paso se refiere a las políticas económicas y alas otras acciones de gobierno. Veamos:

El crecimiento se produce por muchas causas:

El incremento en la cantidad de trabajo

El incremento en la calidad del trabajo

El incremento de la inversión

Por la tasa de retorno de la inversión

Y lo más importante de todo, por reducciones reales de costos, como:

  • Una mayor eficiencia económica
  • Avances tecnológicos
  • Mayor productividad (Productividad Total de Factores – PTF)

Estas fuerzas trabajan separada e individualmente. No sobre toda la economía, pero si pueden trabajar sobre:

  • Un sector
  • Una industria
  • Una empresa productiva
  • Una rama de una empresa

Los efectos de la mayoría de cambios de política, prácticamente se pierden entre las miles de deferentes fuerzas que afectan una economía en un momento determinado.

(…) Los beneficios de una reducción de aranceles vienen del re-direccionamiento de recursos que salen de actividades ineficientes, protegidas por la sustitución de importaciones, hacia exportaciones económicamente eficientes que reflejan las ventajas comparativas de un país.

Una reforma masiva con un efecto importante en las importaciones y exportaciones del país, incrementa la eficiencia económica, pero su beneficio no es inmediato, se da gradualmente, mientras los recursos se expulsan de las actividades protegidas artificialmente y se canalizan hacia actividades de exportación eficientes.

Si una reforma de este tipo, produce un efecto limitado en el crecimiento, puedes estar seguro que otras típicas reformas más pequeñas, tendrán efectos que serán muy difíciles de detectar y separar de las miles de fuerzas que afectan el crecimiento de un país.

Mi última lección:

Cuando trates de medir el efecto de los cambios de política, deja de mirar la tasa de crecimiento, mira, en cambio, las mediciones directas de los efectos de la reforma. Por ejemplo:

  • Para una reducción de un arancel, mide el incremento de la importación de los ítems liberalizados.
  • Para inversiones en educación, mide la tasa de retorno a través de los ingresos marginales de los graduados de la educación secundaria versus losde primaria, o de los graduados de la universidad versus los de la secundaria.
  • Para inversiones en una autopista, mide el ahorro en los tiempos de viaje.

Las historias de crecimiento que mencionamos al principio son incitantes y la gente  tiende a hacer generalizaciones de ellas. Seguir este camino es muy traicionero:

Los cambios de política tienen efectos grandes y visibles, solo cuando se hace un importante paquete de reformas, empezando de una situación inicial, tremendamente distorsionada.

Para mostrarles lo que implico por una situación tremendamente distorsionada, recordemos la que tenía Chile a principios de 1973:

  • 13 tipos de cambio distintos, desde 25 Escudos a 1,325 Escudos por dólar.
  • Control de precios sobre 3,000 productos.
  • Mercados negros para la mayoría de ellos.
  • Los precios de los mercados negros eran 5, 6, y 7 veces los de los precios oficiales.

Con semejante punto de partida y con muchas buenas reformas aplicadas al mismo tiempo, uno podía esperar una acumulación de beneficios suficientemente grande como para producir resultados medibles y notorios sobre el crecimiento.

En la mayoría de los casos, sin embargo, las reformas que se aplican son mucho más pequeñas que las de Chile. Sus beneficios deben pensarse como cambios en el nivel de la eficiencia económica, y deben ser valorados y apreciados como tales.

Si en estos casos, usted pretende encontrar grandes resultados, se decepcionará en la mayoría de las veces.

Mi invocación es que busquen resultados realistas como producto de las buenas reformas políticas. Cuando lo hagan así, examinando en detalle los efectos de políticas individuales, podrán confirmar las lecciones del buen manejo económico.




Ranking de Competitividad Mundial 2014: Resultados

Ranking de Competitividad Mundial 2014: Resultados

La semana pasada, el Institute for Management Development (IMD) publicó el Ranking de Competitividad Mundial de 2014, en el que se analiza la facilidad para hacer negocios en 60 economías. A continuación, desarrollaremos los principales resultados del reporte.

El primer lugar fue ocupado por EE.UU., gracias al repunte en su economía, a partir de la mejora en el nivel de empleo y su dominio en temas de infraestructura y tecnología. Asimismo, Suiza, Singapur y Hong Kong continúan mostrando una alta competitividad a nivel internacional gracias al desempeño de sus exportaciones, la eficiencia en sus negocios y las cualidades para la innovación con las que cuentan.

Por otro lado, de acuerdo con el ranking, los países europeos se recuperaron gracias a la mejora de sus economías: la Unión Europea viene registrando tasas de crecimiento trimestrales positivas y crecientes desde el segundo trimestre de 2013, según cifras de Eurostat. Así, tenemos a países europeos como Dinamarca, que está entre los primeros diez este año, uniéndose así a Suiza, Suecia, Alemania y Noruega. Cabe resaltar que países como Irlanda, España y Portugal ascendieron en el ranking elaborado por el IMD. No obstante, Italia y Grecia cayeron.

En cuanto a las economías asiáticas, Japón continúa un proceso ascendente en el ranking gracias a la devaluación de su moneda, política de Estado que viene elevando su competitividad en los últimos años, a costa de importaciones más caras y presiones inflacionarias. Asimismo, Malasia e Indonesia mejoraron sus indicadores, mientras que Tailandia retrocedió debido a la incertidumbre política que se vive en el país.

Finalmente, tenemos al bloque de países emergentes. En su mayoría, estos países cayeron en el ranking, debido a la desaceleración tanto del crecimiento como de los flujos de inversión en ellos. Por un lado, China retrocedió del puesto 21 al 23, por temas relacionados al ambiente de negocios que ofrece. Mientras que India y Brasil retrocedieron por ineficiencias en sus mercados laborales y en el manejo de sus negocios.
¿Y el Perú? Una evidencia más…

El informe elaborado por el IMD sostiene que el Perú ha retrocedido en materia de competitividad, al pasar de la posición 43 en 2013 a la 50 en 2014, ubicándonos así detrás de Chile y México en cuanto a los países de Latinoamérica. Este es el resultado de lo que no se viene haciendo en materia de políticas públicas para nuestra competitividad. Señores del Consejo de Ministros, ¿por qué hemos retrocedido?

Si bien es cierto que actualmente mantenemos, aunque sin profundizarla, una política comercial de apertura e integración al mundo que se forjó en décadas pasadas, la sola existencia de acuerdos de libre comercio no va a hacer que el país retome su crecimiento y tenga más competitividad. Recordemos que cada país cuenta con ventajas comparativas, las cuales son potenciadas gracias a instituciones modernas con poca carga burocrática; infraestructura (terrestre, aérea y portuaria) adecuada para facilitar el transporte de los productos; seguridad, tanto para el comercio como para el cumplimiento de contratos, entre otras variables.

Lamentablemente, el Perú no ha mejorado en prácticamente nada de esto. No ha avanzado como debe en integrarse con vías, en ampliar ni reformar fuertemente sus puertos ni aeropuertos, y mucho menos sus instituciones (en las que, día a día, retrocede con sobrerregulación inútil). Vivimos en un mundo dinámico, no estático. Si bien no hemos empeorado en materia económica, otros países continúan mejorando su ambiente de negocios e infraestructura para el comercio mucho más rápido que nosotros, y eso finalmente, en términos comparativos, nos rezaga frente al resto de países de la región y del mundo. El ejemplo más claro es el hecho de que la leve recuperación de países de la Unión Europea como España (39), Portugal (43) e Italia (46), les ha permitido avanzar en el ranking, a pesar de que muestran las tasas de desempleo más altas de Europa (26.5%, 17% y 12.4%, respectivamente, en 2013). Señor Ministro de Economía, ¿cómo es posible que el trabajo en competitividad no haya podido, en casi tres años de Gobierno, ponernos por sobre países que atraviesan crisis fiscales y económicas serias? ¿Cuál era su visión de futuro en 2011 y qué acciones tomó su sector al respecto?

No hace falta ser mago para saber que estamos perdiendo competitividad frente al resto del mundo. ¡Nos estamos quedando! Y esto no es una percepción, es una realidad. Esta señal nos llegó en abril de 2013, cuando el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) publicó el Índice de Competitividad Global 2013-2014, en el que nuestra economía registró caídas en diversos pilares fundamentales. Según el reporte, los principales problemas del Perú son la ineficiencia burocrática, la corrupción, las restrictivas regulaciones laborales y la inadecuada infraestructura. Esto es totalmente distinto a lo que ocurre en Chile, que se ubica en la primera posición tanto en el ranking del WEF como en el del IMD, a nivel de Latinoamérica. Según el WEF, los bajos niveles de corrupción, un sistema institucional desarrollado y un Gobierno eficiente son las variables que han influido en el desarrollo de su competitividad. Es más, últimamente nuestro vecino del sur está buscando cambiar radicalmente el sistema educativo (el cual ya era considerado el mejor de la región). ¿Seguiremos de brazos cruzados? ¿Seguirá el Congreso trabajando en leyes para ponerle nombre al cielo? ¿Seguirán los ministros teniendo miedo de enfrentar a quienes se oponen a la inversión por campañas políticas? Nunca es tarde para empezar. Al menos, eso dicen…

[Puede ver el detalle de los índices más importantes en http://www.lampadia.com/indices]