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“Protestas y autoridades” … entre comillas

“Protestas y autoridades” … entre comillas

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 12 de febrero de 2021
Para Lampadia

Si un grupo de vándalos no hubiera bloqueado a la bruta la carretera Panamericana en Ica, las protestas de diciembre pasado hubieran pasado inadvertidas. Me refiero a las protestas contra las empresas agroexportadoras. En efecto, prácticamente todos los trabajadores hubieran asistido libre y voluntariamente a sus centros de trabajo. Y – por ende – todas las empresas hubieran trabajado con total normalidad, tal como lo están haciendo actualmente… y tal como lo venían haciendo hasta antes de los bloqueos.

Por eso hay que preguntarnos – objetivamente – si lo de Ica fue una genuina protesta laboral, o un acto vandálico promovido políticamente para simular una protesta laboral. Yo estoy seguro que lo de Ica fue esto último… un acto de sabotaje político en contra de las empresas agroexportadores. Y lo mismo diría de las protestas de Chao… en la pujante irrigación de CHAVIMOCHIC. Incluso, años atrás pasó algo parecido contra las empresas mineras. Recordemos las protestas contra Conga en Cajamarca, Tía María en Arequipa, y Las Bambas en Apurímac. En mi opinión, todas fueron “protestas” entre comillas. Es decir, actos de sabotaje político con fines anti empresariales.

El cinismo de los promotores fue tal, que siempre se ampararon en el derecho constitucional a la huelga, a la protesta, y a la sagrada libertad de expresión… con lo cual todos estamos de acuerdo. Sin embargo, el bloqueo de carreteras – y el vandalismo delincuencial – fue el común denominador en todos los casos en cuestión. ¡Pobre de aquellos que no se plieguen a la protesta! ¡Ay de aquellos que no apedreen a la Policía! Les cortaban el agua para sus parcelas, les quemaban sus casas, y hasta los agredían físicamente… la sanción era implacable y cruel. Y encima eran tildados de traidores, cobardes… y todo lo demás. ¡Quemen los vehículos que osen circular frente a los piquetes que bloquean las carreteras! Piedras, fuego, bombas Molotov… ¡todo valía! A eso le llamaban marchas pacíficas.

Bueno pues… así está la situación. No obstante, vandalismo y delincuencia hay en todo el mundo. Incluso en países desarrollados como Suiza, Estados Unidos, Japón… entre otros. La diferencia es que allá hay autoridad, mientras que acá… no. Nuestras autoridades son “autoridades” … entre comillas. ¡He ahí el problema!

  • Y no me refiero – solamente – al Presidente Sagasti, quien humilló y descabezó hace poco a la Policía Nacional del Perú (PNP), y se doblegó mansamente ante a los vándalos que exigían la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria.
  • Me refiero también al ex Presidente Vizcarra. ¿Cómo olvidar su cobarde rendición ante el innombrable Gobernador de Arequipa, en el caso de Tía María? Y así por el estilo. El ex Presidente Humala… muy castrense él, pero hasta “cosito” lo llamaban. Y paro de contar.

Sin embargo, aparte de la pusilanimidad gubernamental frente a los bloqueos de carreteras y vandalismo delincuencial, hay un sesgo marcadamente anti empresarial en muchas autoridades políticas de nuestro país, secundadas – eso sí – por no pocos periodistas, académicos, dirigentes sociales, y ciudadanos en general. No podemos tapar el sol con un dedo.

Para esos propulsores del estatismo, las empresas privadas – todas las empresas – son abusivas, evasoras de impuestos, especuladoras, acaparadoras y mil etcéteras más. Las empresas – en esencia – son malas. Sólo el Estado – y nadie más que el Estado – puede velar por el bienestar y progreso de los trabajadores, los consumidores y la ciudadanía en general. Así se expresan muchos presidentes, ministros, congresistas, gobernadores regionales, alcaldes, etc. Y como acabo de mencionar, cuentan con mucho respaldo académico, periodístico y dirigencial… lamentablemente.

Pusilanimidad gubernamental y estatismo ideológico… eso es lo que tenemos. Conste que nadie – en su sano juicio – pide la vuelta del autoritarismo abusivo y arbitrario. Nada que ver. Lo que pedimos muchos peruanos – no todos… valgan verdades – es autoridad legítima. Un Estado firme, servicial y eficiente. Pero – repito – lamentablemente no lo tenemos.

¿Qué hacer entonces? Pues denunciar a los vándalos ante el Ministerio Públicos. Denunciar a los vándalos que bloquean carreteras y apedrean a vehículos particulares. Denunciar a los vándalos que masacran a policías desarmados. Y dado que el Gobierno no hace nada al respecto, hacerlo nosotros desde la ciudadanía. ¡Eso es lo que debemos hacer!

Se trata de exigir orden, estabilidad, seguridad, legalidad, predictibilidad, civismo. ¡Estamos en nuestro derecho! No queremos “protestas” entre comillas. Y menos… “autoridades” entre comillas. Lampadia




Vandalismo pide… Estado otorga. ¡Así estamos!

Vandalismo pide… Estado otorga. ¡Así estamos!

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 11 de diciembre de 2020
Para Lampadia

Dar una orden a la Policía en el sentido de no despejar vías bloqueadas es señal de debilidad. No controlar ni sancionar el uso ilegal de Services en el agro denota inoperancia. Abandonar a pacientes de hospitales públicos en horario de trabajo es un maltrato cruel. Y pedir plata por lo bajo – o sea, bailar al son de las coimas – es corrupción.

Bueno pues, eso y mucho más es el Estado peruano. Y el periodismo – salvo escasas y honrosas excepciones – apaña a ese Estado fallido. ¡Así estamos!

A propósito de Estado fallido, el Congreso de la República acaba de derogar la Ley de Promoción Agraria. Y el presidente Sagasti – ipso facto – promulgó la derogatoria… feliz. ¿Qué ley rige para el sector agrario? No se sabe, pero no importa. La consigna era derogar la Ley Chlimper. El vandalismo pide… el Estado otorga. ¡Así estamos!

¿Cómo será la nueva ley del sector agrario? Tampoco se sabe, pero tampoco importa. La Ley Chlimper fue derogada. Eso era lo único que importaba. La demagogia y el populismo están de fiesta. El vandalismo pide… el Estado otorga. ¡Así estamos!

Mientras tanto, el Ministerio del Interior y la Policía se hunden cada vez más en su laberinto. El presidente Sagasti no tiene un mes en el cargo y ya va por su tercer ministro del Interior. Y – como se sabe – cada ministro entra y sale con su Director General bajo el brazo. Y los directores – a su vez – hacen lo mismo con sus subordinados. Cero carreras públicas, cero meritocracia, cero profesionalismo, cero continuidad funcional. ¡Así estamos!

Consecuentemente, la seguridad ciudadana es un bien escasísimo en nuestro país. Los bloqueos de carreteras aparecen aquí y allá… en cualquier momento, y por cualquier motivo. El problema es que cualquier momento es todos los días… mañana, tarde y noche. Y cualquier motivo es la huelga agraria, la huelga minera, la huelga médica; incluso la huelga de transportistas ilegales. Toda protesta conlleva el bloqueo de una carretera. ¡Así estamos!

El caos es tal, que para viajar por tierra hay que redoblar las provisiones de agua y comida. Y si hay niños de por medio, hasta en pañales hay que pensar. Los bloqueos de carreteras pueden durar hasta cinco días. Los protocolos conspirativos se han sofisticado. Aparte de apedrear a los buses y camiones con niños y mujeres adentro, los vándalos revientan las llantas de los vehículos – y en algunos casos, los incendian – con lo cual quedan convertidos en barricadas infranqueables.

Lo que llama la atención es que no hay ninguna denuncia, ni ningún detenido. Como que en Ica – la semana pasada – no pasó nada. Las empresas agrícolas están trabajando con total normalidad. ¡100% de afluencia de trabajadores! Los vándalos… simplemente no existen. Nunca existieron. Y el Estado… tampoco existe. Esto es tierra de nadie. ¡Así estamos!

Claro que hay que respetar el derecho a la huelga y la protesta. Y sancionar como corresponde a las empresas abusivas que maltratan a sus trabajadores e incumplen las leyes. Pero también hay que sancionar a las autoridades que no cumplen sus funciones, y a los vándalos que bloquean carreteras y destruyen todo lo que encuentran en su paso.

Estado débil, inoperante, maltratador… y corrupto. Vandalismo pide… Estado otorga. ¡Así estamos! Lampadia




El ocaso de la tolerancia… y el esplendor de la cobardía

El ocaso de la tolerancia… y el esplendor de la cobardía

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 4 de diciembre de 2020
Para Lampadia

¡Ay de aquel que diga que hubo vandalismo infiltrado en las marchas de protesta de la semana pasada en Ica! – Las marchas fueron pacíficas – dirán las autoridades demagogas y acomplejadas. ¡Ay de aquel que ose decir que la Ley de Promoción Agraria fue buena! – La Ley Chlimper perpetró la explotación de los trabajadores agrarios – retrucarán los periodistas y agitadores convenidos. ¡Ay de aquel que invoque la acción policial para garantizar el orden público y la liberación de las carreteras bloqueadas! – ¿Para qué convocar a la Policía para proteger a los empresarios? – dirá una candidata al Congreso. ¡Ay de aquel que diga que las empresas agrarias formales dan trabajo digno y cumplen la ley! – ¿Alguien puede vivir con S/. 15.00 diarios? – gritará un dirigente mentiroso.

Bueno pues. Si se tratara de puntos de vista diferentes… en fin. Pero no. Se trata – más bien – de la más absoluta intolerancia. El que opina o actúa en contra de los vándalos – o en favor de las empresas agrarias o de los pasajeros atrapados injustamente en medio del bloqueo – es tildado de explotador, traidor, farsante… y hasta amenazado físicamente.

El hecho es que muchos trabajadores que quisieron trabajar o – en todo caso – defender su centro de trabajo, fueron atacados arteramente con palos y piedras, e insultados cobardemente bajo el anonimato de las redes sociales.

En mi caso, la intolerancia de los huelguistas – supuestamente pacíficos – y de los que los apoyaron, se manifestó en ataques groseros y amenazantes a todo mi entorno familiar. Incluida mi madre – que en paz descanse – que fue mentada mil y una veces por esos cobardes escondidos detrás de las redes sociales.

Mal… muy mal. Como dije en mi artículo de la semana pasada. La ciudadanía está enfrentada con la Policía. La juventud está enfrentada con las generaciones mayores. Los peruanos que estuvieron en contra de la vacancia de Vizcarra están enfrentados con los que estuvieron a favor. Y así por el estilo… todos contra todos. La intolerancia se está dando – incluso – entre amigos entrañables, entre jóvenes de la misma generación, y entre miembros de una misma familia. La intolerancia y la cobardía se han aliado entre sí.

Pero lo peor de todo, es que la cobardía también se está manifestando en el Estado. Efectivamente, es de cobardes no restablecer el libre tránsito de las carreteras bloqueadas. Me estoy refiriendo al Gobierno Central y a la autoridad policial que vergonzosamente – y en mayúsculas – dieron la orden de “NO EFECTUAR EL DESBLOQUEO DE LAS VÍAS Y EVITAR CUALQUIER TIPO DE ENFRENTAMIENTO Y/O CONFLICTO CON LOS MANIFESTANTES DURANTE EL PARO AGRARIO, MIENTRAS EL SEÑOR GENERAL NO LO DISPONGA… BAJO RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA DISCIPLINARIA EN CASO DE SU INCUMPLIMIENTO.” A ver ¿quién me explica… para qué sirven la Presidencia de la República, el Ministerio del Interior, y la Dirección General de la Policía Nacional?

Nuestro Estado es – lamentablemente – inoperante, débil y maltratador. No mueve un dedo cuando tiene que actuar para mantener el orden público; es débil y pusilánime frente al vandalismo y bloqueo de carreteras; y cuando actúa, lo hace de manera prepotente y torpe. Y – por si fuera poco – es corrupto.

Conversando al respecto con varios policías y militares en situación de retiro, el maltrato a la Policía – de parte del presidente Sagasti y del ex ministro Vargas – causó una gran desazón en la institución policial. La humillación propinada a los más altos oficiales de la Policía Nacional no tiene perdón de Dios.

Por otro lado, la negación descarada de ciertas autoridades – y periodistas – respecto de los actos vandálicos agravó la situación. De nada sirvieron los videos espontáneos que circularon en las redes sociales, acerca de la destrucción de las instalaciones y maquinaria de las empresas agrarias. Tampoco sirvieron los videos de pedradas lanzadas cobardemente contra ambulancias, buses, camiones y vehículos con niños, mujeres y personas mayores que quedaron atrapados en medio del bloqueo. – ¿Reprimir el vandalismo para luego ser sancionados por faltas disciplinarias? – ¿Para qué?… dijeron los policías.

Ciertamente, los principales responsables de todo el caos vivido en Ica la semana pasada son los vándalos, y la mano negra que está detrás de ellos. Pero ahí – cerquita – están también las responsabilidades de las autoridades sesgadas y pusilánimes como el presidente Sagasti, el ex ministro del Interior, muchos congresistas y políticos oportunistas; incluso el Gobernador Regional de Ica, y numerosos periodistas y blogueros demagogos.

He ahí los responsables de que la semana pasada, la situación de Ica haya sido patética, caótica y dramática. He ahí los protagonistas del ocaso de la tolerancia… y el esplendor de la cobardía. Lampadia




Polarizar a los peruanos… el gran logro de la corrupción

Polarizar a los peruanos… el gran logro de la corrupción

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 27 de noviembre de 2020
Para
Lampadia

La ciudadanía está enfrentada con la Policía Nacional del Perú (PNP). La juventud está enfrentada con las generaciones mayores. Los peruanos que estuvieron en contra de la vacancia de Vizcarra están enfrentados con los que estuvieron a favor. Y así por el estilo. Políticos, periodistas, abogados constitucionalistas, académicos… todos contra todos. La polarización se está dando – incluso – entre amigos entrañables, entre jóvenes de la misma generación, y entre miembros de una misma familia. Y todo por la corrupción enquistada en diversos ámbitos de nuestra sociedad… pero sobre todo en la política.

¿Qué pasó? ¿Porqué estamos así? Mi conclusión es que la corrupción es la madre del cordero. Muchos dirán que estamos polarizados por tal o cual política, o tal o cual ley, o tal o cual medida gubernamental. Seguramente hay algo de cierto en ello. Pero hurgando más en profundidad – les aseguro – siempre aparece la corrupción… agazapada.

Recapitulemos. ¿Porqué traicionó Vizcarra a PPK? ¿Acaso no tenía algo sucio que esconder? ¿Acaso la diosa coima no había deambulado por Moquegua durante su gestión como Presidente Regional? Y luego ¿para qué disolver al Congreso de entonces? Incluso ¿para qué seguir pechando al nuevo Congreso? ¿Acaso no había que distraer a la opinión pública para tapar sus fechorías moqueguanas? Primera conclusión: la corrupción del expresidente Vizcarra está detrás de todo este desmadre.

¿Y la mafia de las universidades bamba – y las demás mafias – enquistadas en el Congreso de la República? ¿Y la corrupción a nivel de municipalidades y Gobiernos Regionales? ¿Y los médicos y docentes corruptos? ¿Incluso los jueces y fiscales corruptos? ¿Y las mafias de los brevetes?  ¿Y los militares y policías corruptos?  ¿Acaso la corrupción no es la gran ganadora de todo este caos? Segunda conclusión: la corrupción de funcionarios públicos está – también – detrás de todo este desmadre político.

El problema – sin embargo – es que la gran pagana del caos político que vive el país es la PNP. ¡Qué injusticia! La corrupción en el Estado llegó a tal nivel de podredumbre que despertó la ira de la población civil… especialmente de la juventud. Y por ello surgieron las manifestaciones de protesta.

Frente a ello ¿qué querían?… ¿que la Policía no saliera a resguardar el orden público? Además, no se hagan los santurrones. Las protestas no fueron totalmente pacíficas. Como siempre ocurre en estos casos, el vandalismo se mimetizó con la muchedumbre y de allí salieron pedradas, bengalas, y sabe Dios qué otros proyectiles dirigidos contra la policía.

¿Y qué decir de las imágenes de jóvenes lanzando pintura a la policía inmóvil? ¿Acaso eso no es humillación? ¡Qué falta de respeto a nuestra Policía! ¿Y la imagen del contenedor de basura – en llamas – lanzado contra la policía? ¡No nos vengan con cuentos! Claro que hubo vandalismo infiltrado en medio de las manifestaciones de protesta. Y también hubo violencia injustificada de parte de ciertos policías intolerantes. Ante ello, solo queda exigir sanción a los vándalos y a los malos policías; pero sin generalizar a uno u otro bando.

A lo que quiero llegar es que nos hemos polarizado por causa de la corrupción. A ese respecto, la única polarización que cabe – o debe caber – es la moral. ¿Integridad o corrupción? Ahí sí cabe la intolerancia cero. Pero no. Nos hemos vuelto intolerantes frente a ideologías diferentes, culturas diferentes, y edades diferentes. Incluso, nos hemos polarizado por venir de regiones diferentes, y por tener razas, gustos, opiniones, y religiones diferentes… ¡peligrosísimo! Parece que la corrupción nos está ganando. Lampadia